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LA DROGA Y LA DELINCUENCIA EN LOS JOVENES DE NAVARRA Gabriel Hualde Urralburu Licenciado en Sociologia y Doctor en Derecho - Criminologta. Vicepresidente de la Fundacién Bartolomé de Carranza, Introduccién, EN el desarrollo de mi actividad profesional de socidlogo en los tiltimos afios frecuente- mente he entrado en contacto con personas, grupos reducides y colectivos mas amplios, con los cuales el objeto de didlogo y debate se ha centrado en los problemas de la juventud. Entre los problemas de la juventud, la inadaptacién, Ja delincuencia y el consumo de drogas han ocupado un lugar preferente en las reflexiones, Junto a ellos, el paro, el fracaso y la marginacidn escolar de los jovenes también han sido objeto de andlisis y deliberaciones. La heterogeneidad de edad, categoria socio-profesional y posicién socio-politica de los participantes en los coloquios generaba enfoques y valoraciones diferentes de los problemas. ‘A veces un enfoque fenomenol6gico-descriptivo de los mismos era répidamente seggado con imterpretaciones etioldgicas, extraidas de cualquiera de las variables asociadas al problema central. Frecuentemente se pasaba de considerar a toda la juventud como problema, a esti- mar que los problemas de los jévenes no eran mis que los sintomas o manifestaciones de otros problemas més profundos existentes en la sociedad a la que pertenecemos. En ocasio- nes los jévenes en su conjunto eran presentados como inadaptados, exigiendo un hecho tan generalizado un cambio en los diferentes sistemas normativos. Por el contrario, otras veces los inadaptados eran un reducido néimero de jvenes que hab/an padecido un mal proceso de socializacidn, postulando en ese caso, tras ponerlas en entredicho, mayor calidad y mejor fancionamiento de las instancias que transmiten dichos sistemas normativos. En el colmo de fa disparidad de valoraciones no faltaba quien, generalizando, rompfa una lanza por la juventud sincera, noble, generosa, imaginativa, creativa, amance de la paz y libre de todos los tabuis sociales, sexuales, religiosos y politicos y quien, por el contrario ¥ también generalizando, ponfa en la picota a los jvenes por sit amoralidad, pasotismo, irreligiosidad, perversion y hedonismo sexual, idealismo, inmicionalidad, violencia, consu- mo de drogas y delincuencia, 137 El consumo de drogas y la delincuencia en tos jvenes se presentan frecuentemente como problemas generalizados y de una enorme gravedad, sin que normalmente se muestten y expliquen Ia extensibn y gravedad de los mismos, Las informaciones sensacionalistas de ciertos hechos y las cifras avanzadas a veces por los medios de comunicacidn diffcilmente ayudan a situar tales problemas en su justa dimensin y trascendencia, El desajuste generado por tales informaciones se agrava cuando las mismas se hacen acompafiar con apreciaciones so- re el Fecrudecimiento del tréfico y consumo de drogas y de Ia delincuencia en los jévenes. Por regla general, los problemas droga y delincuencia son percibidos asociados en las representaciones y preocupaciones y revestidos de abundantes fantasias y estereotipos, que en su mayor parte son creados por las imgenes difundidas por el cine, la television y otros medios de comunicacién. En la asociacidn sefialada la presencia y el aumento del consumo de drogas, tradicionalmente ausentes de la poblacin, es interpretada de manera simplista como la causa del aumento de la delincuencia juvenil, Esta representacién ideoldgica de la asociacién causal drogadelincuencia reagrupa generalmente en ef concepto droga las sustan- cias ilegales y limita el fenémeno delictivo a los hechos contra la propiedad, acompaiiados © no de violencia contra las personas, Pocas veces al hablar de droga se habla de alcohol, el tabaco y los medicamentos legales. Por el contratio, no se diferencian los efectos de las diferentes drogas, ni tampoco se nguen los niveles de uso diferentes, Normalmente se crean unas imagenes estercotipadas del joven drogadicto que corresponden en lo cultural al fumador de hachis y en lo epide- miolégico al consumidor de heroina. Se Hega a ver en las drogas ilegales no unas sustancias quimicas diferentes que pueden produeir diversos efectos fisicos, psiquicos o conductuales, sino una especie de virus o de infeecién contagiosa (incluso un estado de posesién), que desde el primer contacto contamina y expropia totalmente al joven de su voluntad. Esta representacin ideoldgica de la droga, al igual que la posesign demonfaca, concibe el uso de drogas como el fruto de una eleccidn personal, culpablemente libre; es decir, con- cibe su uso como el resultado de una opcidn deliberada contra el mundo del orden y del temor de Dios y a favor de una dimensién de rebelién y libertad. Ser drogadicto es igual ue estar alienadlo, loco, as{ como peligroso, pero todo ello por propia culpa, En consecuen- cia, «contra el drogado se abate, pues, como un concentrado de punitividad moralista, todo el conjunto de los impulsos persecutorios que hoy en dia, burgueses cultos y proletarios politizados han aprendido a contener —a duras penas— frente a locos, a los homosexuales y a los desviados de cualquier otro tipo». «Este aspecto de intolerante indignacién se entre- mezcla, en los portavoces de la ideologia dominante de Ia droga, con otto componente psi colégico, aparentemente més liberal y tolerante, pero que, en realidad, desemboca en los mismos resultados: los del paternalismo humanitario» que trata de defender al toxicémano contra si mismo (0) Sectores populares especificos denuncian hoy de forma reiterada la actitud excesivamen- te permisiva y tolerante del secior policial y judicial frente al problema de la droga ‘y Ia delincuencia, con ella conexa y de ella derivada. A veces incluso con motivo de algiin delito perpetrado con violencia sobre alguno de sus miembros, algunas organizaciones profesiona- les de comerciantes, farmacéuticos, joyeros... ponen cn marcha campatias que no responden necesariamente a la gravedad del conflicto que es presentado como causa, pero que si desau- torizan a las instancias polfticas y policiales. Estas instancias reaccionan justificando la efica- 138 cia policial ya que, segiin sus manifestaciones, detienen a los delincuentes més peligrosos. ‘Sin duda ninguna tales manifestaciones muestran que las instancias policiales dan prio- ridad a una posible clientela en relacién a otra y que, incluso en el seno de cada tipo de lientela, ellasseleccionan a los considerados como més peligrosos. Dejamos esta vez al mar- gen los interrogantes que tales manifestaciones engendran respecto a la desigualdad de cier- tos ciudadanos ante la Ley Penal ¢ incluso respecto,a la selectiva y tal vez. arbitraria atribu- cin del status de delincuemte a unas determinadas personas, autores de hechos similares a los cometidos por otros muchos, que no son seleccionados para cargar con la etiqueta de delincuenes. La cuestién més importante es saber si, al contrario de lo que denuncian algunos secto- res populares, los consumidores de drogas no gozan de excesiva tolerancia sino que, més bien se han convertido en la clientela privilegiada de las instancias policiales y judiciales. Pretender resolver el problema complejo del consumo de drogas y los problemas profundos de los consumidores mediante medidas penales es absolutamente inadecuado, quimérico y no exento de intereses ideoldgicos. La criminalizacién de los drogadictos més que una ayu- da es un hindicap, habitualmente insalvable, para la solucidn de sus problemas. La progre- sin de esta criminalizacién viene a ser un indicador més de la crisis del Estado de Bienestar que reduce las medidas sociales y aumenta las represivas @). Desde una perspectiva tedrica nada sospechosa, la criminalizacién de la toxicomanta era ya denunciada en el XVI Curso Internacional de Criminologfa celebrado en Pau, Ba- yona y San Sebastién en el afio 1976, A. propésito de un estudio efectuado sobre un grupo de toxicdmanos de la prisién de Mildn se decia: «El examen de las carreras criminales de los sujetos permite constatar el peligro de eriminalizacién de los toxicémanos que se ha agravado considerablemente con la introduccién de la herofna en el mercado clandestino: el precio de esta droga es tan elevado que en la actualidad la insercidn de los toxicémanos en la subcultura delincuente es précticamente inevitable, La consecuencia es que, actualmente, Ja subcultura de los toxicémanos (prineipalmente de los consumidores de herofna) va en direccién de una criminalizacién importante» (9. La cuestidn ¢s si ese prondstico, efectua- do hace ya 12 afios, no se ha cumplido fatalmente, superando incluso los limites de las pre- visiones poco progresistas en los que se encuadra, Esta posible criminalizacién del consumo de las drogas conlleva —como puede fécil- mente adivinarse— una respuesta social al problema, basada, preferentemente en el Sistema Penal, es decir: en la Policia, la Justicia y Ia Cércel, Pero esta respuesta social, de cardcter represivo, no es ejercitada por los mencionados drganos del Sistema Penal de forma contra- ria a las actitudes de la poblacién, ni cumple en s{ misma una funcidn exclusivamente de control represivo hacia los drogadictos. En un andlisis profundo de! fancionamiento de Ja sociedad puede desvelarse que, aunque a veces existan desajustes, las instancias de control formal (Sistema Penal) funcionan coherentemente y en conexién con otras instancias de control informal (social) ¢ incluso en concordancia con las opiniones y actitudes de la po- blacién. Igualmente su actuacién visiblemente represiva no agota la totalidad de funciones del Sistema Penal, que logra enmascarar otras funciones ideoldgicas que alientan en la socie- dad visiones de Ia realidad. Aunque realmente excede al propésito de esta introduccién una exposicién detallada de las formas en que los maestros de Ia sociologfa y criminologia explican esta funcién ideo- 139 légica del Sistema Penal, sf que es procedente una resefia de algunas de ellas por st valor analitico, N. Poulantzas (la sitda entre las funciones ideoldgicas de los Aparatos de Esta- do, contribuyendo a crear un consenso ideoldgico del «Bloque en el poder» y ciertas clases dominadas, favorable a las clases dominantes, J. Bustos Ramirez. 6) sefiala que ese consenso permite a su vez distinguir a los que entran y a los que no entrant fos disidentes, imtentando disciplinar a estos tltimos. J. O'Connor sefiala que este consenso politico puede obtenerse por diversas vias, especificando entre las mas principales la manipulacién de los viejos sfin- bolos y la creacién de nuevos. J. BUSTOS RAMIREZ (7), al analizar las crisis y contradicciones de acumulacién, re- produccién y legitimacién, sefiala que para superarlas se han abierto titimamente dos vias: El Estado corporativista, basado en el pacto social de los organismos centrales y ef Estado neoliberal, «Tales planteamientos neoliberales van necesariamente acompafiados, tanto en Latinoamérica como en Europa, de una serie de componentes ideoldgicos antiguos, como los de peligrosidad, salvacién de la civilizacién cristiano-occidental, orden y progreso; y atin de Ia antigua divisién nazi entre amigos y enemigos dentro de los propios nacionales, que implica el traslado de Ja concepcién de guerra al interior del pais. De modo que ya no se trata simplemente del hombre peligroso, del desviado o marginal al que hay que readaptar, sino del enemigo al que sélo cabe, como en la guerra, aniquilar por cualquier medio. Tal ideologfa es la que ha servido de sustento a la llamada ‘doctrina de la seguridad nacional, también presente en Europa». J. YOUNG (8) denuncia esta irracionalidad intrinseca del control estatal, epues su acti- vided de control no s6lo conduce con frecuencia a la ‘ampliacién de la desviaci6n’ o a la osificacién del agente en su situacién y posicién como ‘desviado’ sino que ademés (dado que la conducta desviada se encuentra a través de toda Ia estructura social) la seleccién de chivos expiatorios hecha por el Estado es arbitraria y se basa, en general, en los ‘falsos con- ceptos’ de polictas, urabajadores sociales y criminales». Por su parte G. BONAZZI 0) preci- sa que la creacién de chivos expiatorios es la expresién de una situacidn de crisis, entendida ésta como un momento cualitativamente diferente en las condiciones del funcionamiento cualitativamente diferente en las condiciones del funcionamiento normal del sistema, A. BARATTA (10) seftala que en la «construccién de la criminalidad> que efecvéa el Sis- tema Penal se cumplen diversas funciones que él denomina de «management» y «legitima- cién», Por la funcidn de management los «privilegiados» son presa de diversos efectos ideo- légicos: la conciencia comin es distraida de las otras situaciones problemitticas y, por otra parte, la opinién pablica, al alarmarse sobre la delincuencia, quita importancia a los otros problemas sociales mas graves. La alarma social sobre la delincuencia sefiala BARATTA es alimentada considerablemente por los medios de comunicacién, que amplian la percepcién de la criminalidad en la opinién péblica, La funcién de legitimacién dirigida a la conserva- cidn de las actuales relaciones de produccién y de poder se caracteriza en una sociedad capi- talista avanzada por el «nuevo pacto social», Mediante ese pacto social se refuerzan las barre- ras entre la mayoria «garantizada» y los grupos al margen de ella, ahondando més la distancia social entre ambos y la insolidaridad de los primeros. Los no «garantizados» son cada vez. més marginados y aislados y sobre ellos se proyecta la responsabilidad de todo lo que es negativo en Ia sociedad. 140 Esté fuera de duda que en el seno de amplios sectores sociales el problema de la droga es vivido como uno de los problemas centrales de la sociedad y que en ellos existe una espe- cie de ansiedad, angustia y temor, Conseeuencia de la alarma social en Ja que se ven envuel- tos se dan en estos sectores tomas de posicidn ideoldgicas y reacciones hacia los drogadictos y delincuentes de otras instancias de contro! informal y del propio sistema policial, judicial y-carcelario. En esta espiral reactiva y aniquiladora no s6lo son alcanzados tos jévenes drogadictos y delincuentes. Como resultado de los efectos «legitimadores» que genera el Sistema Penal son répidamente percibides y clasificados como sus aliados naturales todo joven que llega a usar cualquier tipo de droga o comete tun hecho delictivo, ¢ incluso, otros jévenes como los patados 0 los que comtestan a la sociedad desde no importa cual forma diferente de ex- presidn, Aunque no se Hega a formar una opcidn publica homogénea, gradualmente para tmachos la propia juventud viene a convertirse en un enemigo social del cual es conveniente al menos tomar distancia, cuando no neutralizar y, en algunos casos, a fin de ejemplificar, aniquilar. En cualquier caso, no hay que darles alas, ni apoyarles, ni tomarlos como aliados, ni aceptarlos en su diferencia. Desde esta visidn deformada de la realidad, los seitalados como chivos expiatorios son tos primeros sacrificados en aras de liberar a Ia sociedad de los males que le aquejan, Sin embargo, ellos no son las tinicas vietimas, ni su sacrificio comporta la paz, seguridad y bie- nestar del pueblo por el que son inmolados. Los sectores populares, que a veces se suman a su condena, también son perjudicados por esta estrategia ideoldgica del poder, ya que los ales estructurales que les afectan siguen y seguirdn aquejéndoles mientras las organizacio- nes obreras que podrfan afrontarlos con alguna garantia sigan dentro de las estentegias del pacto social y del consenso, decrépitas por la falta casi total de jévenes. Esta ausencia masiva de los jévenes en las organizaciones politicas y sindicales de Ia clase obrera no es perjudicial para los intereses del poder, ni es imputable primordialmente a los propios jvenes. La res- ponsabilidad social es compleja, pero dentro de esta complejidad, los adultos de esas mismas onganizaciones han sido los principales agentes de fa exclusién. Las observaciones y reflexiones precedentes me condujeron un dia a elaborar una tesis doctoral que fue presentada en la Facultad de Derecho de Pau (11) y que estaba basada en su parte estadistica en una encuesta realizada por la Fundacién Bartolomé de Carranza a los jévenes de 15-21 afios de Navarta (12) y en otra realizada por mi mismo a los padres y profesores de jévenes de Pamplona y Tudela y policfas municipales de Pamplona. Dicha tesis trataba de responder a los siguientes interrogantes fundamentales. En R BER. ional nforme Provisi ALA, FORSLUND: -Drug Use and Delinquent Behavior of Small Town and Rural Youth En I Dru Fuca tion 7. (1972) A.M. CORDON: «Patterns of Delinquency in Drug, As GL. ESPINAZO GARCIA: La Droga, Pespectiva Criminoligh Epi h Unwed Comping seg ae | LOPEZ LINAGE et sl. Grapos Marginados y Pligrosdad Sovial. Madi, Fa. Campo Abierto, 1977, (22) L. FINK: ALP. HYATE: «Drug Use and Criminal Behaviors, J. Drug Education 8, (1978) ons. En it, Jour. Psysichiat 122. (1973) Madrid, Publicaciones det Instituto de Crimino. 169 -L:D, JOHNSTON: PM. D’MALLBY et al, -Drug and Delinquency a Search Causal Connections, Fi DET: Longiainl Resach on Dag Use Epica Findings ond Meodelorca ies ‘NewYork, wiley & Sons. Gb. WIEPERT, PL. DORBAN; EH. BEWEY: «Delinquency by Oppciate Addicts ‘Treated at Two London Cli nics Brit J Psychiat 134, (1979). (23) DS, BELL; CHAMPION: «Devianey, Delinquency & Druge uses. En Brit. J. Psychiat 134, (1979). (24) LD, JOHNSTON: PM, D’MALLEY; LK. EVELAND: «Drug and Delinquency 2 Search Causal Connections. 24 ELD KANDEL: Longitudinal Research on Drug Use: Eraprical Findings and Methodological sues. Op cit (05) L CHEIN; DL. GERARD; RS, LEE; E. ROSENFELD: The Road to H, Nareoties, Delinqciy and Socal Policy. New-York, Baise. Books, 1964 DB. KAN- (26) RLH, BLUM: eDangerous Drags, En EC. MC DONALD; J, SIMSON: Social Problems, Persistent Challen gee NewYork, Mole. Rinchart Winster Inc, 1961 (20) G. HUALDE: J. LEZANA: «Police Action in the Basque Country: The Devel ment of Repressive Measures, En Working Papers in European Criminology n?3. Derry. European Group forthe study of Deviance and Social Control. 1982, (28) G. HUALDE; , LEZANA; LL MURAGORRI; FUNDACION BARTOLOME DE CARRANZA: solemn Callolaire dan es Prisons Espagnoles. Pamplona, 1986 (Trabajo colaboraci6n con la Sociedad Internacional de Griminclogla y Ananesty International. Proxima publiccion. 09) G. HUALDE: «Deogue et Delinguence chez es Jeunes de Navare. Tesis Doctoral presenta en la Facultad de Derecho de la Universidad de Pau y Paises del Adour, 1986, (No publicad), G0) PH, ROBERT C. FAUGERON: La Justice et son Poblic es Représentations Socials du Systeme Penal. Gent ve. Ed. Masson, Medicine et Higiéne (1978). 170 Droga eta gaztediaren lege-ahusteak Nafarroan Lege aurkako droga hartzea eta lege-abustea bi jokaera dira gazteen- gan, bien arteko errealitatea eta lotura sarritan itxuragabetu, nahastu eta manipulatu. egiten.baldin. badira-ere, Gazteen artean egindako inkesta baten bidez lortutako zehaztasu- nen arabera osatu den «La droga y la delincuencia en los jovenes de Na- vara» lanean, Nafarroan eta Tutera aldean bi gertakari hauek duten neu- rria eta inguramena zehazturik geratu dira, baita duten maiztasuna eta eraturik dauden kontrol ekintzek hauen gain duten eragina ere. Datuek argi laga dute bi arazo hauen benetako neurria, helduen hain- bat elkartek gazteekiko duen egiatik urruneko ikuspegia eta baita dro- gazaleei egiten zaizkien hainbat kontrol ertzakorren desegokitasun eta ezerezkeria. Drug and Delinquency in the youth of Navarra ‘The illegal use of drugs by youth and their commitement of criminal ac- tivites, are two kind of behaviours whose reality and relationship is an usual object of deformities, fantasies and manipulations. In the work «drug and delinquency in the youth of Navarra» it’s underli ned, according to a public opinion poll carried out by youth, not only the size and profile of the above features in Navarra and Tudela but also the dan- ger and incidence in the several application forms of control. ‘The data, make it clear the real dimension of both problems, that’s to say, the lack of realism of some «views» on the part of several adult groups in rela: tion to the youth and the unsuitability and inefficiency of certain responses of represive control over the consumers of drugs. wi ESTA REVISTA SE TERMINO DE IMPRIMIR EN EL MES DE ABRIL DE 1989 EN LA IMPRENTA GARRASI DE PAMPLONA. LA ENCUADERNACION SE LLEVO A TERMINO ENN LA CASA AZURZA, DE LA VIBJA CALLE DE S, AGUSTIN

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