Brera A
Sa on ene
SV CDUNS wrest
La lectura en México / 1
Ya no es apreciacién subjetiva sino hecho cientificamente
demostrado: al mexicano no le interesan los libros. Se hizo
todo lo posible, que conste. Y aunque haya sidoen vano, hay
dignidad en la derrota. Asi pues, relajémonos, respiremos
hondo, tomemos un descanso.
Lasestadisticas avasallan, Demuestran conalevosia y ven
taja, sin mostrar forma alguna de clemencia ni resquicio pera
clanhelado error metodolégico, queal mexicano el99.99 po
ciento) no le gusta leer. Es més, no sélo no le gusta leer, no
le gustan los libros ni siquiera en calidad de cosa, ni para no
Teerlos ni para nada, vamos, ni para prétesis de la cama que
se rompié una pata, Anos de esfuerzo educativo, de uventr
dineroaraudalesenbibliotecas,centrosculturales, publicidad,
cursos, campafas y ferias, premios y becas, ofertas y descuen-
tos, clubes y talleres, mesasredondas y presentaciones... Todo
para merecer la sincera respuesta: No,no queremos leer. Que
rho nos interesa. Que no. Que no queremos. Que no haya libros y
yya. Punto, No. {Que no! Ene, 0 = No.
En ese desolador paisaje de estadisticas, las mas tristes son
las que, como recodara el lector de Letras
Libres, Gabriel Zaid difundi6 hace poco
‘en stiensayo “La lectura como fracaso del
sistema educativo”. Una de ellas seitala
que hay 88 millones de mexicanos que
hanrealizadoestudios superioresode pos-
grado, pero que el dieciocho por ciento de
ellos ¢.6 millones) num sha pucstopieenuna
libreria. Luego de mezclar cifras y trazar
constantes, el lacdn’ co Zaid concluye:“La
mitad de los universitarios (cuatro millones) pricticamente
no compra libros.” Luego dice que “en 53 afos el nimero de
librerias por millon de habitantes se ha reducido de 45 a18" en
la culta capital. Es decir: a mayor esfuuerzo educativo, menos
Iectores. Esto demuestra algo realmente inaudito: en México
Ta clase ilustrada es atin mas bruta que la clase iletrada,
Otrasestadisticas que provienende laocbeyy la Unesco. Su
estudio “Habitos de lectura’le otorgaa México el sitial 107 en
unallista dero8 paisesestudiados (el paisquesegan6ellugar 1c8
ni siquiera se menciona porque sederritiden el interin). Segén
‘e505 estudios, el mexicano promedio lee 2.8 libros al ano. Flay
s6lo una biblioteca publica por cada quire mil habitantes. E}
cuarenta porciento de los mexicanos nunca ha entrado, ni per
cerror,a.una libreria. Existe una librerfa por eada dosciertos mil
habitantes. En odo el pais hay solamente seiscientas librertas...
Es obvio que las cifras estn equivocadas, De veras creen que
‘en México hay una biblioteca publica por cada quince mil
habitantes?, es decir, zencuentran verosimil que en la capital
cexistan quince mil bibliotecas? Ni sumandoles las bibliotecas
privadas, ¢¥de verasse creen que hay: as libreriasenel
pais? Y, para terminar, éde veras se habran tragado eso de que
OLETRAS LIBRES ABRIL 2007
: rn
ee
Ac e mexicano promedio
a pura idea de leer libros
le result6 a tal grado
misteriosa que aun creyendo
exugerar, no exageré
as
ois
os mexicanos een anualmente 2.8 libros per capita?
Ignore su metodologta, pero conozco mi tierra, Me temo
que lomisseguroesque el encuestado mexicanopremediono
hayalsido nada nunca y haya decidido mentir, proclive como
esa la exageracidn ya la balandronada, en especial cuando se
Je encuesta ocentrevista (conducta que se agudiza siel interro-
‘gador es extranjero). Es curioso que a la pregunta “Zcuantos
Tibros lee usted al ato.” lo que se le haya ocurrido contestar
haya sido la babosa cifra“2.8”. A sabiendasde su propensiona
gesticular, la cifra 2.8 demuestra que a ese mexicano promedicy
fa pura idea de leer libros le resulté atal grado misteriosa que
aun cesendo exagerar, noexcgers. Es decir: desde su punto de vista
cexageré muchisimo, pues a posibilidad detener un libroen las _
manos, y ademds leerlo, fe parecié algo tan descomunalmente
raroy remoto que, de inmediato, colizis que séloalguien muy
especial podria leer uno al ano. De shia ponerse guapo ante
el entrevistador y adjudicarse la lectura cle 2.8 libros anuales
s6lo hubo un acto de exhibicionisme.
Noquicrodccircon estoquetodoslosencucstados hayan
mentido, pero si que la gran mayoria de
la minoria que no miintic mete por igual
enlacategoria“libro”al directorio telef6-
nico y al manual del usuario de su licua-
jora, E incluso ios que con *~da buena
fe y lirapia conciencia dijeron ta vid
y efectivamente leyeron 2.4 libres en. un
ano, de haber sido mas interrog
habrian confesado que los libros eran
El libro vaguero y la fotonovela porno La
picrna de Carolina. Lo anterior en lo que tocaa las clases media
yalta. La baja sélo leyé las aventuras |
los cémics que, gracias a sus masivos
formato, améa de su caricter gratuito, impidieron que la
estadistica nos madara al lugar 200.
Estas estadisticas han cubierto al pais de vergienza. Lo
bueno es que como el pats no lee, no se ha enterado de que
esta cubierto de vergiienza. Podré haber precio tinico, y
librerias en cada esquina, y libros baratos, y bibliotecas que
regalzn café. Y al mexicano no se le va a pegar la gana de
lecr. gPor qué? Misterio. Debe de haber respuestas, por lo
menos tentativas (y que rebasen lo que ya adelante alguno,
totalmente en serio: “Es culpa de Fox”).
No, no me romo esio ala ligera. ZComo poxtria hacerlo si
he impartido clases de literatura, de la secundaria ai posgrado,
desde hace casi cuarentaaios? £Cmo, si me dedico a escribir
libros (que, natureliente,no venden ni el 0.00000008)? Pero
tampoco creo que haya que rasgarse las vestiduras. En nuestro
pais la literatura errcnla mis bien como zemisiai y aun asi estd
bien y Ney ndebe y ro pas nada. O lo inico que
pasa es que se impone regresara la modestia.—SALTAPATRIAS 4)
(CEES Wess
La lectura en Meslay fo
Cuando se conocieron las recientes y deplorables cifras sobre
falectura en México ~de las que hablamos hace un meseneste
espacio, hubo quienes dijeron que la indiferencia del mexi
cano ante la lectura obedece aun complot del gobierno para
preservarloen unaignorancia provechosa. Esto veniade perso-
znas que se presumen lectoras, ergo inteligentes, yer inmunes
ala manipulacién ya lox complots. La denuncia desde luego
apelaa la facilidad propia de toda “teorfa de la conspiracién”.
Obviamente,entrelos librosque han eido quienescreenental
complot, no habia ningune que explicara quées una teoria de
laconspiracién ni como opera, yasi,en tanto que son victimas
del mismo complot que denuncian, consiguen algo inusitado:
ser a la vez el fiscal y la evidencia probatoria
Es curioso que quienes aseguran que los bajos niveles
de lectura resultan de un complot gubernamental pasen por
“gente de izquierda” y, por tanto, adversos a reconacer que
el pueblo -la materia prima de sus fantasias— pueda tener un
defecto cualquiera. De este modo, antes que aceptar que al
pueblo le place holgarse en Ia ignorancia, prefieren encontrar
tuna enorme eficiencia en laintriga gubernamental (esto, claro
esté, habla mejor del gobierno que del pueblo, que acaba no
s6loignorante,sino encima manipula-
do).Lasvirtudesdel pueblo mexicano,
alos ojos de esa izquierda romantica y
herderiana, lo hacen intrinsecamente
adorable, por lo que apenas se desar-
ticule el complot el pueblo inundara
librerias y bibliotecas y potenciard su
adorabilidad a limites que van a ser
practicamente infinitos.
Una de las razones por las que
el amor popular al libro (hipotético) se ha convertido en
otra banderfa del frente “cultural” de la izquierda, y el des-
én popular al libro (probado) en un complot, ¢s la idea
que sostiene que el libro libera de !a opresi6n, mejora a la
persona, la forma e informa, le otorga perspectivas, la hace
feliz, e refina la moral, le ensancha horizontes y la induce a
critica reflexién sobre si misma y sus circunstancias. Una vez
asumido lo anterior, se redactan las proclamas del tipo “todo
libro es revolucionario”, el libro “libera”, es tu “amigo”, cs
Ja “lampara clandestina” que dijo Neruda, etcétera. Es una
idolatria curiosa que resume a cabalidad el jefe de Ia cultura
cubana Abel Prieto cuando dice: “Sélo un individuo cduca-
do, informado, cultivado con sdlidas referencias culturales
puede escapar de la manipulacién y disfrutar a plenitud su
rtad” (como en Cuba). En tanto que el mexicano no lee,
nile interesa, nihabré de interesarle jams, se diria queseha
condenadoasf mismo latiniebla perenne de la ignoranicia,
alacsclavitud, al desconocimiento defy desu circunstancia
Cuadro muy triste por cierto, pero que felizmente tiene una
excepcién en el DF, donde el complot ha sido vencido por
SLETRAS LIBRESAVO2007
Detras de la idea de la ignorancia
como algo provechoso pars el
gobierno, repta la idea perfectamente
esttipida de que los libros, ademas
de ser libros, son como vacunas
instanténeas contra la estupidez
Para Susan y Michaet Reet
las fuerzas del bien, que suelen proclamar que sus triunfos
electorales en esa sede obececen a que en Ia capital radica
“Ia poblacion mas cultivada del pais”. Htc es algo que el PRO
dice con absoluta seredad. Se deduce asi no sélo que al votar
or otros partidos los provinicianos evidencian su cefinitiva
estulticia, sino que los habitantes del DF len exelusivamente
ciencia ficcién.
Detris dela idea de la ignorancéa como alge provechoso
para el gobierno, repta la idea perfectamente esttipida de
que los libros, ademas de ser libros, son como vacunas ins-
tanténeas contra la estupidez. Desde luego hay mucl
libros estiapidos, sumamente eficaces para refinar la estupie
dez y hasta “liberaria” y hacerla “amiga”, pero también es
un hecho que. si se es estpido, no s6lo ningiin libro va a
enmendar la estupide? sino que muchos ~incluso los gran- »
des libros— pueden agudizarls. En lo personal, por ejemplo,
celebro secretamente que la mayoria (absoluta o relativa) de
nuestros diputados no haya abierto un libroen su vida. ¥ por
otro lado no se dele olvidar que las campaaas en favor de la
lecture, las partidas presupuestales,lossermonesy coqucteos
para conseguir que un analfabeta funcional por fin supere
el terror que le produce un libro
=no digamos una libreria~ suelen
cculminar en la mayoria de los casos
en un momento muy deprimente:
th temblorosa adquisicion de una
novela de Danielle Steel. Esta escri-
tora, que ha vendido quinientos
cincuenta millones de ciemplares
de novelas cn todo ¢! mundo, tiene
como temas preferides—de acuerdo
con su pagina de internet-- “el secuestro, el incesto, la enfer-
medad mental, cl suicidio,lamuerte,eldivorcio,laadopcién,
el matrimonio, e! cincer,1a guerra y las pérdidasen general
No dude que la seftora Steel y sus editores (y sus banqueros)
sealegren cada vez que seenteran de queen Méxicose inicia_
otra cruzada en favor del libro. Lee: es, a fin de cuentas, una _
de las formas superiores de la felicidad. Y la felicidad es una —
cosa cuyo disfrute no puede ser obligatorio ni, para el caso,
tarca del Estado (cuya responsabilidad, si acaso, consistecn |
garantizar condiciones para buscar!a). En el caso del libro.
unadeesas condiciones eselpreciosinico, alyoque el gobiel
no ha logrulo comprender. Lure que complote para que el
pueblo no lea, pues es obvio que no es necesurio, Pero que
el gobierno tampoco lea ¢s intolerable.
‘Quizis la raz6n por la que el gobierno haya cometido la
tonteria de evitar el precio inico obedece a razones seme-
jantes a las mias:a lin de cuentas las librerias son los tnicos
lugares que resian en México en donde, como nunca hay
nadie, se puede estar muy a gusto. —
~ GUILLERMO SHERIDAN_SALTAIPATRAS
Siesta ene en
La lectura en México /3 (y tiltimo)
Creo que no se lee en México porque, como se trata de un
nueblo proclive a la agitacién, 1a alharaca y la bala ~siempre:
sin causa justificada—,laidea de leer un libro parece demasiado
inmévil silenciosay solitariacomo paranoresultar sospechesa.
Existe entre la gente la acendrada idea de que cuando alguien
sequeda solo, quicto ycallado, necesariamentese debea causas
de fuerza mayor y desde luego nocivas. Ante un lector quieto,
eallado y solo con su libro, a fe mia que el 99.99 por ciento de
Jos mexicanos concluiria que hubo muerte de por medio 0, en
su defecto, pardlisis,
La excusa tnica parayquedarse quicto yensilencio hallarse
solo carecerd siempre de coartada) es cuando el incividuo se
encuentraobservando escrupulosamente un programa de tele-
visiGn. Curioso, mas, para la media nacional, jar los ojos en la
pantalla califica como actividad, mientras que hacerlo sobre un
libro ealifiea como hacer nada. Las estadisticas demuestran que
mientras mas ignorante es la gente (o, en su defecto, el género
humano), mas facil y velozmente desarrolla una dependencia
viciosa de la televisién. El consumo de telesisién per edpita de
‘México es de los misaltos Gel mundo, y el ninito mexicano se
inicia en su consumo casiin utero. A los dos afos, ya dediea un
promiediodescishorasdieriasavertele~
vision en bola mientras devora comida
chatarra. FI resultado es un elevado
porcentajede gordos,como morsasver~
ticales, con los ojos muy pirados. Esto
yanotiene remedio, y como ademis se
hereda de generacién en generacién,e!
danoesinconmensurablecirreversible.
Todo esto es muy triste, etcétera.
Peroaloqueibaesaque,alanatu-
ral indifereneia al libro en México, se suma el hecho de que
ala gente fo que le gusta cs Ia televisién. Comoees sabido, ese
aparato aporta las necesidades y los satisfactores de manera
simultinea. Ahiestinel futbol, ls senoritascle descomunales
tetas, los sefiores chistosos, las peliculas «le explosiones, lar
“novelas” y el pronéstico del tiempo. Ahora bien, zquién va
a decir que la emocién de un televidente, cuando observa a
Axel Yviin seducira la cindida (aunque abundante ea canes)
Erika Lizbeth, es inferior en calidad a la del lector que lee la
seduccién de Emma Bovary ode Anna Karenina a at
a todo lo demas) de Rodolphe o del conde Viunsky?
embargo puede predecirse, primero,que la gen:ede
(0,en su defecto, cultivada) lanzara sentencia en el sent’do de
que ¢s mejor leer a Flaubert 0 a To!st6i que mirar en Ia tele
Huerfanitasen brama,ocomo se'lame ta telenovela fe moda. La
‘emocién del lector puedeserde mejor gustc,om. sinteligente
yssofisticada, pero no va a ser més emocionante. Y, oueno, pues
resulta que a la genie le gusta consumirsus emociones huma-
tas con actores bien peinadosycon anuncios degiaxen lugar
__ de nuimeros de capitulo. ¢Quién soy para despreciarlos?
S2LETRASLIBRES JUN 02007
Leer es un habito que se contagia
ose aprende. Cada vez hay menos
personas capaces de contagiarlo,
pues en su casa lo tinico
que fos nifios ven son morsas
culiato:nilladas ante la tele
Leer e5 un habito que se contagia 0 se aprendle. Cada vez
hay menos personas eapaces de contagiarlo, pues en su casa lo
Gnico que los niivosyen son morsasculiazornilladasante latele.
Y cada vez hay inenos capacidad de aprenderlo: ni los padres,
niélos maestros Ieen, nien los palacios ni cn las cabanas. Y tas
Ferias de libros, y las camparias publicitarias, y los heroicos
promotores, y las “presentaciones” y los spots de televisi6n que
promueven “el libro” (que ¢s como promecionar trajinevas de
Xochimilco en las quinientas millas de Indianapolis) sirven
para maldita fa cosa. Tampoeo estoy inuy seguro de que los
libros para nifios sirvan de mtucko (un amigo que los editaba
alguna vez confes6 que, 2 su parecer, llenos dle monitos como
cestin, mis hien le preparan clientelaa la tole).
2 Qué hacer? Yo apclaria ala fuerzadel Estadoe impondria
la lectura como n:atenta obligatoris en las escuelas. No veo
de otra. Se seleccionan cinco clisicos modernos atraetivos,
inteligentes y con probada secluccién juvenil (Verne, Wells,
Bradbury, Huxley oalgoasi). EIEstadoadquierelosderechos,
contrata buenas traducciones al espanol de México y pide
tirajes millonarios y baratos a los editores. Los libros se len
enel primer ano de preparatoria, ahi, en vivo, en su pupitre,
sin excusa ni pretesto, tres horas a
fa semana. Ni siquiera se necesita
maestro (quizis hasta sea mejor),
sino alguien que imponga orden y
silencio, La apuesta es que si diez
millonesdejovenesleen cinco libros
enunano,con queel die: por ciento
adquiera el hibito habria un millér
de Jectores anvales y saldriamos de
Jas estadisticas wergonzosas. Yo hice
algo similar cuando dé clases en preparatoria y sé que fin:
ciona. Me consta que todos los jéverie> leyeron los libros y
me consta que todos In pasaron bien y aprendieron mucho.
Y declaro solemnemente que por lo menos la tercera parte
scaficiond a icer, pensar y discutir libros,
Sin embargo, comprendo que seria imposible: habria lios
instanténeos con exe sindicato o¢l otro,con este “plan de estu-
dios", con aquella “licitacion”. ¥ otros de
como:a) se denuncia queel comitéde sel:
por personas que ro comprenden {a realidad nacional; ) que
los libros clegivlos 0 remsiten al extudiante
son tinicamente fulano y mengano, etcétera
Pero es agradable imaginarlo... {Millones de jévenes
miexicanos sorprendidos cén el hospitalaio deleite de una
novela! Leyendo unas horas a la semana, no sélo apren-
diendo y pasindola bien, sino ademés, por primera vez en
su vida, quictos, callados, jsolos!
~ GUILLERMO Shit DAN