Atardece en la playa en el sector medio-aspiracional de la ciudad-balneario que
gusta a la mayora, pero no a todos. Corre un viento refrescante, y se oye de
fondo el vaivn hipntico del oleaje levemente picado por el viento. Es domingo por la tarde, y el paseo del borde costero est bullente de nios riendo en los juegos de plstico, dispuestos por la autoridad competente para el esparcimiento infantil y el enriquecimiento de la vida familiar de la comuna. Parejas de pololos caminan casualmente, abrazados y sonrientes de lo bien que les trata la vida, padres y madres vigilan, juegan y dan impulso a los juegos, con sus nios. Debajo de un resbaln de plstico pintado con los colores bsicos, se ve una forma enrrollada, y una sonrisa de descanso plcido, y unos ojos de pureza inocente. Un perro callejero duerme abajo del resbaln. Es caf claro, de tamao mediano, y duerme entre gritos y risas, a milmetros de piernas y pasos que pueden darle un mal despertar. No hay nada como la pureza en la cara de un perro, y ms en la de un perro callejero. Un ser traicionado por la nica especie capaz de infligir dao por su maldad en otras especies. El desamparo y fragilidad de la imagen de un animal nacido bajo la marca de la esclavitud maquillada que es la domesticacin se perciben en aquel perro durmiendo bajo el resbaln de plstico. En vez de estar viviendo con los de su especie, orgulloso, e independiente en la naturaleza, vive en espacios prestados de aquellos que le traicionan, de aquellos que robaron a sus antepasados de la naturaleza para someterlos a la fragilidad, a la dependencia, al abandono y al hambre, de cario y alimento. l elige vivir as, porque necesita de esos malditos seres humanos que le abandonan, y patean. l elige vivir cerca de ellos, porque necesita vivir con ellos. Porque en su cario puro y desinteresado, depende de ellos, y ya no puede volver a ser completo por s mismo. Qu el dios de los perros bendiga a ese pobre perro de la playa, y le cuide del dao humano!!