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ESTRUCTURA Y DINAMICA DEL EMPLEO EN ARGENTINA DESDE 1947 Juan José Liach * i: 05018 BIBLIOTECA - PIETTE CONICET C.E.I.L. Documento de Trabajo N° 2 Bs. As., Julio de 1977 | * Miembro de Ya Carrera del Investigador Cientifico del C.0.N.1.C.£.7. BIBLIOTECA |CetL Pret TE inpice 1 2. 2.1. La oferta de mano de obra . Paginas Prélogo. Introduccién, 1 Estructura y dindmica del empleo en el total del pats, 2.2. Estructura y dindmica generaies del mercado de trabajo nacional ..... 9 A. Las tasas de participacién en 1a fuerza de trabajo. B. Los niveles de desempleo abjerto........04 C. Analisis cual itative det desempleo abjerto. n D. La estruétura ocupacional en el punto de partida: Sobredinensio. namiento relativo del conercio y otros servicios en 1947. ......... 12 E. La constante ampliacién de los mercados de trabajo en las ciuda- des: La urbanizacién ocupacional entre 1947 y 1970.....ssesseceeree 1d F. Los patrones de la redistribucién sectorial de 1a poblacién eco- nOmicamente activa. ..... 18 G, Sobre 1a existencia de un techo-prematuro en el empleo industrial manufacturero. ...... oo H. El hiperdesarrollo “naduro" del sector terciario. . ah 1, La estructura ocupacional y el preducto sectorial: evolucién de Tas productividades sectoriales relativas. sesees 30 J. Més 2114 de 1a estructura ocupacional sectorial: un intento de construccién de estratos de empleo de productividad horogénea. ..., 39 K. ET sector de alta productividad (S 1). ete 45 L. £1 sector de productividad intermedia y la gran importancia de] empleo independiente no marginal én la estructura ocupacional argentina. 45 M. El sector de baja productividad o subempleo (83), el sector in- formal, 1a cuestién de los trabajadores por cuenta propia en Argentina. ree N. Algunas evidencias sobre 1a dinfmica reciente del sector de alta productividad. settee 7 0. Crecimiento econémico y absorci6n del subenpleo: 1a, cuestién de la escasez de mano de obra en Argentinas ......e0ecceseceene 87 - Crecimiento econénico, estructura ocupacional y absorcién de enpleo en as provincias argentinas. ..........0. see 60 Algunas conclusiones para repensar Ta econonfa argentina desde Ta Perspectiva del empleo. .......0.-.e03, Seer ea. 04 0 4 8 BIBLIOTECA - PIETTE. ae CONICET 6. <1, Principales resultados. obtenidos. . 2, Elementos para repensar 1a economfa argentina desde 1a perspec tiva del empleo. . Apéndice Metodolégico. Notas. cesecereees - 69 sees 72 PROLOG Se presentan aqui los principates resultados y conclusiones de una investigacién sobre 1a evolucién del empleo y Ta estructura ocupacional en la Argentina entre 1947 y 1970 (1). E1 trabajo consta de cuatro partes. En la primera, que sirve de introduccién, se plantea 1a peculiaridad del “caso argentino" en materia de empleo y estructura ocu- pactonal y la consecuente dificultad de encuadrarlo tanto en las teorfas tradiciona- les-manifiestanente inaptas para explicar los casos de pafses de urbanizacién tempra- na e industrializacién tardfa -como en algunas teorfas recientes- vélidas quizis pa- ra muchos patses de Anérica Latina pero no cabatmente para la Argentina. Sin enbargo, nto se pretende aqui Tlegar a una explicacién acabada de 10s problenasde empleo en nuestro pats, por ser una tarea que excede los limites del trabajo en tanto requiere revisar 0 adaptar aspectos de 1a teorfa del crecimiento econémico. En la segunda parte del trabajo se presentan los resultados correspondientes al total del pais. En un informe preliminar anterior (2) ya se inclufan algunos de estos resultados, ahora corregidos y ampliados considerablenente. La principal correccién se origina en haber contado en esta oportunidad con los datos de 1a muestra del Cen- 0 Nacional de Poblacién, Familias y Viviendas de 1970 codificados de acuerdo a 1a primera revisién de la Clasificact6n Industrial Internacional Uniforme de todas las Actividades Econémicas, conocida con la sigla CIIU Rev. 1. Aunque en el informe ante- rior se habia intentado suplir esta carencia mediante distintos artificios de c&lcu- Jo, los datos ahora disponibles permiten una conparacién mas homogénea con 10s de Tos censos de 1947 y 1960 y, en algunos aspectos, corregir las conclusiones preliminares anteriores. Por otra parte, se han inclufdo también las principales conclusiones que surgen del anélisis de las encuestas de desenpleo y de hogares; mayores detalles so- bre las tasas de participacién generales y especificas en la poblacién econémicamente activa (PEA) y, sobre todo, una medicidn de 1a estructura ocupacional que procura su- perar las Timitaciones del enfoque sectorial tradicional, determinando tres estratos de productividad diferente. En la tercera parte, utflizando algunas de las ediciones expuestas en 1a segunda, se describe 1a estructura ocupacional de las veinticuatro principales jurisdicciones polfticas del pats y se establecen algunas hipotesis sobre las relaciones entre cre~ cimiento econémico, empleo y absoreién de poblacién. Finalmente, se presenta una cuarta parte de sfntesis de Tas conclusiones obtenidas, retomando la discusién iniciada en 1a introduccién y adelantando algunas hipétesis -u- explicativas sobre las principales peculiaridades de 1a estructura ocupacional argen- tina, @ saber: 1a escasez relativa de mano de obra, la gran incidencia del empleo en el estrato de productividad intermedia, el importante monto de empleo no asalariado ni marginal, el sobredinensionamiento del sector construccién en desmedro de Ta indus tria manufacturera, 1a elevada productividad relativa del sector agropecuario (basada en la alttsima dotacién de tierras por habitante y que, pese a la existencia de mini- fundios, diferencia a Argentina de paises con una altisima densidad de campesinos po- bres), el sobredimensionamiento "naduro" del sector terciario (con una composicién interna distinta a la esperada de acuerdo a las visiones "latinoamericanistas") y 1a ‘ posible rapidez de absorcién del sector de baja productividad (subenpleo). La investigacidn se vio favorecida por un acuerdo entre el Centro de Estudios e In- vestigaciones Laborales (CEIL), lugar de trabajo del autor, y 1a Fundacién para el De- sarrollo de Anérica Latina (FUDAL) que esta realizando un "Anélisis poblacional inte- gral de Argentina". E] acuerdo permitiG contar con el apoyo técnico de Alvaro Orsatti y Pablo Hensel, adenés del acceso a una computadora de mesa. Lo que es mas importante, Ta interaccidn con e1 equipo de FUDAL permitié al autor pensar los problemas del en- pleo y la estructura ocupacional en Argentina en un contexto poblacional mas anplio. Por otra parte, algunas de las conclusiones de este investigacién forman parte tam- bin de los resultados obtenidos por el estudio de FUDAL, segin el intercembio de in- formacién previsto en el acuerdo mencionado. Por ditino, debe sefialarse que 1a cuantiosa informacién estadistica original ela boreda para la investigacién seré objeto de una publicacién especial conjunta CEIL~ FUDAL, incTuyéndose aqui solamente los cuadros indispensables para la interpretacién del texto. 2. INTRODUCCION Puede afirmarse que 1a percepcién del enpleo como problema en Anérica Latine es de rectente data; no anterfor a la dlttma posguerra, y con mayor énfasis desde me- diados de 1a década del cincventa cuando entr6 en crisis 1a primera etapa de la ine dustrtalizact6n sustttutiva de tmportaciones. £1 problema se manifestaba como una asincronfa entre e1 voldmen de oferta de ma no de obra urbana y 1a demanda que surgfa del desarrolto de 1a producctén. Aunque e1 subempleo rural era la condicién permanente en el sector agropecuarto desde tiem po innenorial, 1a situacién s6lo 11eg6 a preocupar a los sectores urbanos cuando di- ‘cho subempleo se expresé en migractones rural-urbanas sin que mediaran cambios impor- tantes en la productividad del campo, al menos en aquellas zonas que originaban pre dominantenente 1a migracién hacia las ciudades (3). Fue el momento en que se "descubri6" Ta precedencta de la urbanizacién respecto de la industrializacién y, desde un punto de vista sectorial, se hablé de “hiperde- sarrollo" del sector terciario. Esta caracterizacién no reflejaba adecuadamente 1a realidad porque el terciario latinoamericano era de diferente indole que el de los paises de industrializacién anterior. De cualquier modo, y més por la asincronfa en- tre desarrollo urbano e industrial que por el desequilibrio sectorial, comenzaba a percibirse que las teorfas sobre el empleo desarrolladas en los pafses ya industria- Jes no se-ajustaban al caso latinoamericano. Empleo y crecimiento econémico en los pafses de industrial izacién temprana. En efecto, tanto en el pensamiento de 1a economfa clasica, como en el de Marx y sus crfticos sociolégices, se suponfa la existencia de una relacién funcional entre Ja estructura ocupacional y el proceso productive que daba lugar a un desarrollo e~ conémico autogenerado. Aunque Marx diferta notablemente de sus crfticos en cuanto a Ja crudeza de 1a evolucién social -por otra parte, una de las principales fallas de sus predicciones- compartfa con ellos el supuesto de que el capitalismo venia a ins- taurar tales formas de divisién del trabajo social que redundaban en un desarrollo ‘econémico répido y crecientemente incorporador de mano de obra al sector “moderno” de la economfa, En todo caso, el principal problema ocupacional asumfa en Marx Ta forma de un “ejército industrial de reserva", bolsén de desempleo abierto indispen- sable para regular el nivel de salarios, pero de ningiin modo testimonio de un “dese quilibrio" sustanciel en la estructura ocupacional. Por otra parte, los tedricos iniciales del estudio moderno de 1a estructura del empleo -AllanFischer, Colin Clark, Jean Fourastié, Simon Kuznets, por citar algunos re de los principales- que fueron también 10s "descubridores" del desarrollo del sector terciario, en ningiin momento abandonaron el referido supuesto y algunos de ellos fue- ron verdederos propagandistas del desarrollo de las ramas de servicios por cons iderar- Jo algo connatural al crecimiento econdmico (4). Verdaderamente, toda la teorfa moderna de 1 estructura ocupactonal se basaba en el supuesto de 1a armonfa entre la estructura del empleo y el crecimiento econémico. Mas a11& de las discusiones -muchas veces puramente académicas (5)- acerca de la uti- Vidad misma de 1a nocién de terciario, existfan fuertes acuerdos en cuanto a la pro- gresién histérica de su desarrollo. £1 répido aumento de Ta productividad en Ia oferta, primero del sector agropecua~ rio y luego de 1a industria, se correspondia con el comportamiento de 1a denanda que, de acuerdo a las leyes de Engel, reaccionaba ante el aumento del ingreso otorgando menor participacién primero a los alimentos y luego al conjunto de los bienes materia~ les, dando lugar al increnento de la participacién de los servicios en el perfil del consumo. Dadas la répida evoluctén de 1a productividad agropecuaria y manufacturera ¥ las caracteristicas técnicas de los servicios -baja densidad de capital- el proceso resultaba en un permanente increnento de la participacién del sector terciario en el empleo. Aunque Tos te6ricos de la ocupacién no la formularon explicitamente, habfa una teo- ria latente acerca de 1a secuencia ideal de acumilactén de capital en las diferentes ramas de la economia que concordaba con la realidad, el comportamiento adecuado de os empresarios en el cumplimiento de dicha secuencia y los niveles y distribuciones de? ‘ingreso necesarios para generar una denanda solvente de servicios Los patses cuya dotacién de tierra impedia aumentos sustanciales de 1a productivi- dad del campo -tfpicamente Gran Bretafia~ recurrteron con ferviente "ricardismo" al comercio exterior que, por largos afios, se comporté de un modo tal que pudo preservar- se la armonfa entre estructura ocupacional y crecimiento econémico caracterfstica de Jos paises de industrializacién temprana. Hubo también otro equilibria en el tiempo, de consecuencias histéricas muy notables. Sin pretender profundizarla aquf, parece indispensable hacer mencién a la secuencia que adoptaron los procesos de aumento en 1a tasa de crecimiento de 1a poblactén, re- volucién agraria y desarrollo industrial intensivo en mano de obra, cuya ocurrencia no afecté los supuestos sustanciales de la teorfa trisectorial del enpleo. La emigra- cién, predominantemente hacia los "pafses nuevos" cumplié sin dudas un papel "salvador" para dicha teorfa; es muy probable que, en ausencia de esta “vélyula de escape" los -3- conceptos de urbanizacién exagerada y sectores urbanos improductivos de magnitud preocupante se hubiesen desrrotlado respecto de los pafses europeos de industria~ Vizacién tardia. (6) El_caso de Anérica Latina Resulta obvio sefialar en nuestros dias que semejante armonfa no se verificé en los paises de 1a periferia. Aunque hoy percibimos que los sfntomas del empleo como problema son de vieja data, ellos no se manifestaron mientras duré 1a confianza en Jas fuerzas expansivas del mercado mundial, cuyo quebranto en 1929 tampoco logré denoler 1a esperanza en un pronto retorno a 1a normalidad. Sin embargo, las crisis agrarfas desatadas por entonces, no solamente habrfan de contribuir notoriamente a las migractones rural-urbanas, sino también a acentuar y poner de manifiesto de un modo "“definitivo" el brusco aumento de las tasas de cre- cimiento natural de 1a poblacién (7). Quizés no se haya insistido 1o suficiente en esta peculiaridad del caso latinoame- ricano, @ saber, 1a coincidencia histérica entre el crecimiento més rapido de 1a po- blaci6n y la crisis de los modelos agroexportadores, en el contexto de cambios micho mis modestos en 1a productividad agropecuaria y una capacidad sélo ocasional de 1a ‘industria para absorber mano de obra. En un perfodo histérico my breve, los paises de Anérica Latina debieron asimilar el impacto conjunto de estos procesos. En los principales pafses de 1a regién, el modo de responder a la nueva situacién fue el de acentuar aquella forma de industrializacién posteriormente denominada “pri- mera fase" o “etapa facil" de la sustitucién de importaciones. Poco después de 1a se~ gunda guerra mundial, a] entrar en crisis esta nueva estrategia de desarrollo, comen= 26 a generarse une amplia literatura sobre el tena de 1a sobre-urbanizactén y el hi- perdesarrollo del sector terciario (8). La situacién fue caracterizada en términos de un excedente de oferta poblacional que conflufa hacia las ciudades administrativas ylo de industrializacién incipiente. La expulsin desde las Sreas rurales se producia mis por una insostenible presién sobre la tierra, y la dificultad de acceso a la mis- ma, que por una revoluctén tecnolégica en el campo. Aunque los salarios y condiciones de vida eran, pese a todo, mejor en las ciudades, Tos Tentos aumentos de 1a productividad agropecuaria y las trabas del sector externo, determinaban un "exceso" de poblacién respecto del capital. Esto producia un desarro~ Vo exagerado de To que por entonces, en una errGnea semejanza con lo ocurrido en los pases ya industriales, se denominaba "sector terciario" aunque sus ingresos relati- vos eran mucho més bajos y 1a indole de Tas ocupaciones muy diversa. ae La soluci6n propuesta fue 1a de profundizar 1a industrial izacién, entrando en una segunda fase de la sustitucién de importaciones 0 acrecentando 1a primera. Se Consideraba que éste era un renedio idéneo para los problemas del sector externo y 108 problemas de desempleo y subenpleo. Una década més tarde, a mediados de los aflos sesenta, comenzaron a surgir los estudios eriticos de esta segunda fase de la industrializaci6n en los pafses més adelantados de Anérica Latina (9). En lo referente al problema del empleo, el én- fasis de la critica fue demostrar su persistencia, junto a Ta irresolucién de Tos estrangulamientos externos y de 1os problemas de oferta agropecuaria. La alta in- tensidad de uso del capital de 1as industrias instaladas, su incapacidad de expor- tar, la inexistencia de un ahorro neto de divisas y 1a indeclinable propensién a consumir de les grupos de ingresos medios y altos fueron sefialados como los princi- pales factores causantes de 1a situacién. Estos estudios generaron 1a imégen de una economfa dualista en la que el sector. Moderno de reciente data concentraba buena parte de 1a produccién y los ingresos pero s6lo una pequefia porcién del enpleo. £1 problema no era s6lo estatico sino - fundamentalmente dinémico, manifesténdose como una incapacidad estructural de las economias mds adelantadas de América Latina para incorporar su propia produccién poblacional en los sectores més productivos (10). 7 Posteriormente, algunos autores comenzaron a descartar el concepto de dualismo sustituyéndolo por el de heterogeneidad productiva (11); 1a imégen presentada ahora era la de una economfa que se desarrollaba mediante sucesivas oleadas de incorpora- cidn de capitales y tecnologta creando estratos productivos que no se @liminaban en- tre si sino que se sustituian parcialmente y se relacionaban de un modo complejo aun- que con una tendencia a 1a concentracién del producto y los ingtesos en los estratos mds altos y del empleo en los estratos mas bajos. Fue sobre esta base que se desarrol16 el concepto de sector informal _urbano como - el de menor productividad e ingresos dentro de aquella heterogeneidad, aunque también como el que pone de manifiesto, por excelencia, una oferta excedente de trabajo en las ciudades que, tiende a increnentarse absolutamente y, en ocasién también en térmi- nos relatives. Un aporte importante de estos conceptos ~dualismo, heterogeneidad y sector infor- mal es €l indicar que 1a oferta excedente de trabajo en 1a econonfa urbana no debe buscarse en un sector determinado, sino en todos ellos. Dicho de otro modo , los sec tores utilizados por la teorta clasica del empleo ~ primario, secundario y —/// ~5- terciario, con sus respectivas subdivisiones- han perdido buena parte de su utili- dad al no designar acti jades econémicas con un minimo de homogeneidad en 1a ofer- ta -tecnologfa, productividad- 0 en 1a demanda (12). Los nuevos conceptos y el caso argentino Sin pretender realizar aqui un estudio critico de los nuevos conceptos desarro- Vados para estudiar 1a estructura ocupactonal y el mercado de trabajo en los pai- ses latinoanericanos, tarea que requerirfa importantes investigaciones ad hoc, pue- den esbozarse algunas reflexiones sobre los mismos que, aunque surgen del estudio de un caso tan particular como el de Argentina, es posible que resulten dtiles para vepensar en un contexto hist6rico-geogréfico més amplio los conceptos de heteroge- neidad estructural y sector informal. Para ello, y anticipandonos al desarrollo de 1a segunda parte del trabajo, es conveniente ubicar en perspectiva histérica las razones que motivan nuestra insis- tencia en la "peculiaridad” del caso argentino. Como os restantes patses de Ta regién, Argentina se caracteriz6 por una urbani= zaci6n “exagerada” antes de 1930: ella s6lo podfa sustentarse bajo condiciones de denanda y precios del mercado mundial que -hoy 1o sabemos- eran excepcionales. Sin embargo, esta "sobreurbanizacién" argentina, al igual que 1a del Uruguay, eran de cufio bien diferente del regional. En priner lugar, entonces cono ahora, ambos patses contaban con una dotacién de tierras por habitante que, ain sin considerar su mayor fertilidad, s6lo era inferior a la de Australia. Aquf radicaba 1a principal base del mayor producto por habitante que desde entonces tenfan Tos pafses del Plata. En segundo Tugar, no solamente habfa mucha tierra, sino también pocos habitantes. La baja densidad denogréfica inicial, aunque sustancialmente alterada por 1a incor- poracién de inmigrantes, no l1eg6 2 los niveles de otros pafses de 1a regién. En tercer lugar, 1a, proporeién de campesinos pobres en el total de 1a poblactén fue mucho més baja, y decreciente, tanto por la escasa densidad inicial como por 1a forma que.adopt6 1a incorporactén de los inmigrantes, en buena medida integrados a actividades urbanas y s6lo en muy escasa proporcién engrosando duraderamente el con- tingente de campesinado pobre. Finalmente, ambos pafses alcanzaron sus tasas maximas de crecimiento natural de Ja poblacién a principios de siglo, entre treinta y cincuenta afios antes que Ta ma- yorta de los paises latinoamericanos y con anterforidad a 1a crisis del desarrollo agropecuario exportador (13). De esta forma, tanto en Uruguay como en Argentina, exist{a en el momento de Ta crisis de 1930 una compleja interaccién entre los niveles de producto por habitante -5- terciario, con sus respectivas subdivisiones- han perdido buena parte de su utili- dad al no designar actividades econdmicas con un minino de homogeneidad en la ofer- ta -tecnologia, productividad- o en Ta demanda (12). Los nuevos conceptos y el caso argentino Sin pretender realizar aqui un estudio crftico de los nuevos conceptos desarro- Vados para estudiar 1a estructura ocupacional y el mercado de trabajo en los paf- ses latinoamerfcanos, tarea que requerirfa importantes investigaciones ad hoc, pue~ den esbozarse algunas reflexiones sobre los mismos que, aunque surgen del estudio de un caso tan particular como el de Argentina, es posible que resulten dtiles para repensar en un contexto histérico-geogréfico més amplio los conceptos de heteroge- neidad estructural y sector informal . Para ello, y anticipéndonos al desarrollo de Ta segunda parte del trabajo, es conveniente ubicar en perspectiva histérice Tas razones que motivan nuestra insis- tencia en la "peculiaridad” del caso argentino, Como los restantes paises de la regién, Argentina se caracteriz6 por una urbani- zacién “exagerada" antes de 1930: ella s6lo podfa sustentarse bajo condiciones de demanda y precios del mercado mundial que -hoy 1o sabemos- eran excepefonales. Sin embargo, esta "sobreurbanizacién" argentina, al igual que 1a del Uruguay, eran de cufio bien diferente del regional. En primer lugar, entonces como ahora, ambos pafses contaban con una dotactén de tierras por habitante que, ain sin considerar su mayor fertilidad, slo era inferior a la de Australia. Agu radicaba 1a principal base del mayor producto por habitante que desde entonces tenfan los pafses del Plata. En segundo lugar, no solamente habia mucha tierra, sino también pocos habitantes. La baja densidad demografica inicial, aunque sustancialmente alterada por 1a incor- poracién de inmigrantes, no Iegé a los niveles de otros patses de 1a region. En tercer lugar, 1a proporcién de campesinos pobres en el total de 1a poblacién fue mucho mas baja, y decreciente, tanto por la escasa densidad inicial como por 1a forma que.adopté 12 incorporacién de los inmigrantes, en buena medida integrados a actividades urbanas y s6lo en muy escasa proporcién engrosando duraderamente el con- tingente de campesinado pobre. Finalmente, ambos pafses alcanzaron sus tasas méximas de crecimiento natural de Ja poblacién a principios de siglo, entre treinta y cincuenta afios antes que Ta ma yorfa de los pafses latinoamericanos y con anterioridad a 1a crisis del desarrollo agropecuario exportador (13). De esta forma, tanto en Uruguay como en Argentina, existfa en el momento de 1a crisis de 1930 una conpleja interaccién entre los niveles de producto por habitante puree y urbanizacién, el elevado nivel de integracién de su poblacién al mercado de traba- Jo nacional y una menor potencialidad de crecimiento denogréfico; el resultado de este complejo de fenémenos era que el problema de 1a “sobre-urbanizacién" y el "hi- perdesarrollo" del sector terciario resultaran de una naturaleza distinta a 1a de otros paises de la regién, tanto estaticamente, por su mayor fundamento econémico, como tendencialmente, por haber alcanzado ya los méximos de crecimiento natural de la poblacién y disponer de una "reservatmucho més escasa de migrantes rurales poten ciales. Con posterioridad a la Gran Crisis, Argentina se enbarc6 en una répida intensifi- cacién de su desarrollo industrial. Adends de las condiciones del mercado, patenti zadas en la brusca cafda de 1a capacidad de importar, ella fue posible merced a las cuantiosas inversiones en equipos industriales realizadas durante 1a década del veine, te (14). Aparentemente, se estaba produciendo un conportamtento acorde con el modelo Clasico mediante 1a realizacién de inversiones industriales utilizando excedentes agropecuarios que, en la Argentina, asumfan la forma de superdvit de la balanza co- mercial. Los sucesos posteriores a 1930 mostraron que 1a coincidencia era s6lo apa- rente y que la inversién industrial estaba totalmente condicionada por 1a disponibi- lidad de divisas. En consecuencia, el curso que adopté 1a industrializacién argenti- na fue de gran incorporacién de mano de obra. Se acentuaron las migraciones del cam po a las ciudades, en las que se puso de manifiesto que, a diferencia de otros “pai ses nuevos" con Tos que suele compararse 2 la Argentina con cierta ligereza, el cam= pesinado pobre era relativamente escaso, pero no inexistente. Creemos que nunca se ha puesto suficiente énfasis en la importancia que tuvo para todos los procesos posteriores esta industrializacién, intensiva en mano de obra, pe- ro en un contexto de escasez relativa de ese factor. Es diffcil resistir la tentacién de preguntarse si los sindicatos urbanos hubjeran alcanzado el mismo poder si 1a es- tructura agraria de Argentina hubiese sido semejante a la latinoamericana en cuanto @ la abundancia de campesinos pobres. El caracter intensivo en trabajo de 1a industrializactén, por otra parte, contribu- y6 a determinar una tardfa percepcién del empleo como problema, cuando en 1a década del cincuenta se hizo evidente 10 que ya se insinuaba desde fines de 1a anterior: 1a ‘imposibilidad de seguir el mismo desarrollo manufacturero, que parecia conducir inexo- rablemente a crisis del sector externo (15) Hemos mencicnado hasta aqui el conjunto de hechos histéricos que justifican el én- fasis puesto en este trabajo en 1a peculiaridad de 1a estructura ocupacional argenti- na. En la seccién siguiente se analizarén, con detalle, los hechos contemporéineos que ratifican dicha particularidad. Y aunque en las conclusiones del trabajo se retoman os problemas conceptuales aqui planteados, parece éste el lugar apropiado para su- gerir algunas reflexiones més generates sobre los conceptos de heterogeneidad estruc- tural y sector informal. 1) E1 énfasis actual en la problemdtica del sector informal urbano no debe inducir a aislar el fenémeno del conjunto de 1a problenética de Ta heterogeneidad productiva, concepto Este esencialmente rural-urbano, tal como lo atestiguan sus ortgenes y los primeros’ intentos de medicién reflejados, respectivamente, en los trabajos de Anibal Pinto y Zygnunt Slawinski (16). Aunque el andlisis exclusivamente urbano podria jus~ tificarse para analizar la situacién actual y de pafses con alta urbanizacién -Argen- tina, Uruguay- no parece correcto en el caso de pafses mds rurales, incluso con in- portantes sectores insuficientemente integrados al mercado nacional, o para interpre- tar el pasado de los paises mas urbanos Asimismo, es evidente que s6lo e7 estudio integrado de 1a heterogeneidad producti- va permite tener una imégen de 1a dindmica del proceso, de 1a proyeccién futura de Jas tendencias presentes. Para insistir con el ejemplo, el proceso de industrial iza- cién argentina posterior a 1930 tendré muy diferentes interpretaciones segin que se contextie, ono, en el marco de Ta relativa escasez de campesinado pobre que caracte- rizaba a Argentina. 2) Sobre la base de Ta consideracién integral de la estructura productiva debertan plantearse, y diferenciarse, las tres preguntas fundamentales, que todavfa estan sin respuesta a) dCual ha sido 1a evolucién de la participacién relativa de los sectores ocupacio- nalmente rezagados -"primitivos", de subsistencia, de baja productividad, etcétera- en el total del empleo? b) 2Cuél 1a misma evolucién, en términos absolutos? ¢) 2 Cémo se han modificado las distancias -de productividad, ingresos, etcétera- entre los distintos sectores, Incluyendo mo s6lo a los polos extrenos sino también a Jos estratos intermedios? Es evidente que la respuesta a estos interrogantes requiere un programa completo de investigaciones. Pero, si se quiere eveluar 1a cuestién del empleo en términos es+ tructurales no habré otro camino que emprenderlas. Entretanto, parecerfa conveniente reincorporar el concepto de "sector informal urbano" a la matriz conceptual que le 416 origen, a saber, la indudable heterogeneidad product iva de las economfas lat ino- americanas (aunque no sélo de ellas). Al hacerlo, se lograré una mejor captacién his- t6rica de las sucesivas oleadas de progres tecnolégico desde 1a Ilegada de la revolu_ aw saegrat J/{-cién industrial @ nuestro continente, que han producido sucesivos aumentos y disminuciones de las masas de poblacién excluidas del sector ocasionalmente “no- derno" y, lo que es mis importante, observar, junto a los ciclos de expansién y contraccién, 1a tendencia histérica que enhebra dichos ciclos. Ubicar el estudio de los sectores urbanos de baja productividad dentro del con- dunto de la estructura productiva permitirfa también percibir con mayor justeza sus tendencias hacia el futuro. No solamente en funcién de? entorno rural, absolu- tamente decisivo para evaluar dichas tendencias, sino también para determinar en- piricamente hasta que punto esta forma actual de manifestacién de 1a permanente heterogeneidad productiva esta indicando una nueva incapacidad, estructural y du- radera, de las economfas latinoamericanas para incorporar mano de obra en activi- dades mas productivas. 2. Estructura y dindmica del enpleo en el total del pats. En esta seccién del trabajo se presenta primero una répida visién de las tenden- cias de Ta oferta de mano de obra, proveniente de las fuentes denogrficas. A con- tinuacién, se caracteriza en varios pasos el comportamiento del mercado de trabajo, en algunos de sus principales aspectos globales. En primer lugar, se hace referencia a las tasas de participacién en la fuerza de trabajo. actualmente consideradas como resultantes de la situacién del mercado més que cone una oferta "pura". Posteriormente se describe el principal indicador cuan- titativo, cual es el desempleo abierto, tratalo también de un modo cualitativo al ob- servar que categorias’ son las més afectadas por 1a desocupacién. En tercer lugar se analiza la estructura sectorial de 1a poblacién econémicamente activa (PEA): en el punto de partida (1947), 1a dindmica posterior, 1a creciente ur- banizaci6n ocupacional y los cambios estructurales ocurridos dentro del sector urba- no (destacéndose en particular el techo prematuro del empleo manufacturero, el papel : Jugado por el sector construccién y 1a peculiar configuracién del terciario). En cuarto lugar se estudia la estructura del empleo en su relacién con el producto, poniendo especial énfasis en Ta comparacién de las productividades relativas de 1a Ar- gentina y otros pafses, resaltando 1a especificidad de los sectores agropecuario, cons- truccién y algunas ramas del terciario en 1a Argentina. Finalmente, y mas allé del andlisis sectorial, se describe 1a heterogeneidad ocupe- Gional de la Argentina, poniendo de relieve la considerable magnitud del sector inter~ medio, esto es, de aquél que no puede ser considerado "moderno" pero tampoco "informal" © de baja productividad. 2.1. La oferta de mano de obra. Argentina se caractertza por tener una baja presién demogrética sobre e1 empleo, adends de ser uno de Tos pocos paises no desarrollados que tiene un saldo irmigrato- rio positivo. En el perfodo transcurrido entre 1947 y 1960 ta tasa de crecimiento de 1a pobla- cin argentina fue de 1,7%, y entre 1960 y 1970 descendié a 1,58, niveles sustancial- mente menores que el 2,4% de otros paises en desarrollo de Asia y Africa y el 2,7% del conjunto de Anérica Latina y andlogos, en cambio, @ los de Estados Unidos y Ce nada. Esta oferta potencial de mano de obra se increment6 con un ingortante aporte in- migratorio.[Efectivamente, 1a innigraciéa neta proveniente de paises linftrofes alcan- 26 a 260.000 personas entre 1947 y 1959 y a 390,000 entre 1960 y 1970 (17). La tasa de participacién de los innigrantes en 1a fuerza de trabajo, aunque se supone elevada, es desconocida (18); pero 1a comparacién entre la ditina cifra y 1a de 1.400.000 co- rrespondiente al aumento de 1a poblactén econdmicanente activa en 1a Gltima década, da una idea de la importancia del aporte de Ta innigracién a a oferta adicional de mano de obra. Si los innigrantes de pafses vecinos no Tegan a representar el 18 de a poblacién econdmicamente activa (PEA) es nuy probable, en cambio, que hayan con- tribufdo con una cifra cercana al 20% al aumento de Ja oferta de mano de obra entre 1960 y 1970. Si tenenos en cuenta, como se veré mas adelante, 1a alta incidencia de nuevos trabajadores y, en general, jévenes, entre los desocupados, no es aventurado afirmar que, en ausencia de innigrantes, los niveles de ocupacién en Ta Argentina hubieran sido tan elevados como en pocos pafses del rnundo,} 2.2. Estructura y dindmica generales del mercado de trabajo nacional. A. Las tasas de participacién en la fuerza de trabajo. Es sabido que 1a tasa de participacién global en 1a fuerza de trabajo esté deci- sivamente influenciada por 1a estructura de edades. Dados los relativamente bajos in- dices de dependencia potencial en Argentina -57% en 1970- 1a tasa de participacién global se asemeja més a 1a de los paises desarrollados. Es de 39% en 1970 y las pro~ yecciones conocidas indican una notoria estabilizacién en torno a ese nivel (19). Esto permite inferir que la relacién entre poblacién econémicamente activa e inac- tiva no es una variable relevante para explicar las trabas al desarrollo en 1a Argen- tina que, en todo caso, deberén buscarse exclusivamente en 1a estructura de las acti- vidades econémicas y 1a productividad por hombre ocupado, que es como decir 1a densidad eee el perfil y 1a extensién del proceso de acumulacién del capital. En cuanto a las tasas de participacién espectficas para la poblacién de 15 afios y mas, la tendencia es descendente: 1a cafda de las tasas masculinas de menores de 24 afios y mayores de 55 afios y de las tasas femeninas de menores de 19 y mayores de 64 afios es mayor que el alza de las tasas femeninas de 20 a 64 afios. Esto significa que no existen, prospectivamente, tendencias a una mayor presién sobre el empleo o- riginadas en cambios en las tasas de participacién (20), problena que seguramente afectaré a otros paises de América Latina tanto por el lado de la tasa de participa~ cidn general -como consecuencia de las tendencias al “envejecimiento" de la poblactén- como por el lado de las tasas espectficas. Por lo tanto, al considerarse ef problena de a oferta excedente de mano de obra, y comparar el caso argentino con el de otros pafses de América Latina, debers tenerse en cuenta que mientras nuestro pafs enfrenta ya una situacién mixina de oferta relat: va de mano de obra, muchos otros de América Latina deberan todavia soportar presiones adicionales derivadas de cambios en la estructura etaria y las tasas de participacién Fenenina. B. Los niveles de desenpleo abijerto, Un estudio comparativo realizado por el PREALC y basado en datos censales asigna a le Argentina una tasa de desempleo abierto del 1,9%, sustancialmente menor que 1a de 5,8% correspondiente al promedio de América Latina (21). Es sabido que las tasas de desocupacién suministradas por los censos tienden a ser inferiores @ las reales Sin embargo, en tanto no existen elementos de juicio para suponer que el error res- pecto de la Argentina es sustancialmente mayor que el referido a otros pases, 1a informacién nos da una imdgen aproximada del notable diferencial existente. En realidad, el promedio que surge de todas las encuestas realizadas desde 1963 indica que et desempleo urbano ha sido de alrededor del 5,6%, una tasa senejante al . promedio censal de América Latina y a las habituales en los Estados Unidos. Lo mas notable de 1a desocupacién en 1a Argentina son sus frecuentes oscilaciones 8,8% en 1963, 5,6% en 1965, 6,5% en 1967, 4,5% en 1969, 5,9% en 1971 y 3,34 en 1975, cuando se observan los méximos y minimos relativos de la serie (22). Son precisamente estas oscilaciones Tas que deberfan llamar la atencién en cuanto al diagndstico y 1a Formulacién de politicas. E1 subenpleo abierto, por su parte, es de alrededor del 2,4 % de desempleo equivalente (23). -u- C. Andlisis cualitativo del_desempleo abierto S610 en afios recientes se ha profundizado e1 tema de 1a composicién del conjunto de desocupados en términos de edad, sexo, educaci6n, condicién de jefe de hogar, et- cétera. Un estudio del PREALC (24) ha sefialado con acierto que 1a mayor incidencia de trabajadores que no son jefes de familia entre los desocupados no debe Maner 18 atencién, puesto que un jefe de familia diffcilmente pueda darse “el lujo" de estar desocupado, viéndose obligado a aceptar cualquier trabajo. Sin embargo, es indudable que cuanto mayor sea 1a incidencia de no jefes en el total de desocupados, ello nos estaré dando una pauta acerca de 1a probabilidad concreta de salir del desenpleo, Probabilidad que, por cierto, no es igual a uno, en tanto hay jefes de familia deso- cupados. Datos elaborados en un estudio complementario de éste indican que el &5% de los desocupados, promediando lo ocurrido en trece principales ciudades de 1a Argentina, eran trabajadores no jefes de familia (25). Por otro lado, e1 30% de los desocupados eran nuevos trabajadores. Este dato, jun- to al que nos informa de una mayor incidencia del desempleo entre los trabajadores con ensefianza primaria completa y alin con secundaria completa -inclusive en términos absolutos es mayor el ndmero de desocupados con primaria completa que el de niveles educativos inferiores- pone de manifiesto un problena grave de desajuste entre el sis- tema educativo y 1a produccién. Esta hipStesis adquiere mayor confirmacién al saber que e] 55% de los desocupados no eran jefes de hogar y tenfan menos de 25 afios. Es imposible determinar, con los datos disponibles, en qué proporcién el problena se origina en una insuficiencia de demanda de trabajadores con algin nivel educative ¥ en qué proporcién se debe a un desajuste entre el tipo de calificaciones ofrecidas y demandadas. Lo que sf puede rescatarse es 1a mayor probabilidad de los jefes de ho- gares de salir de la desocupacién. Es indudable, por otra parte, que el subempleo encubierto representa un problena de mayor gravedad que 1a desocupacién abierta. Ocurre que la facilidad de ocuparse en el denominado sector informal urbano, junto a la mayor dificultad de acceder a puestos de trabajo en los sectores mas productivos, determinan un achicamiento rela tivo de 1a masa de desocupados respecto del nimero de subempleados. Sin embargo, 1a facilidad de entrada,el atractivo, o el tamafio del sector informal urbano no parecen ser lo suficientemente grandes como para modificar el cuadro de 1a composicién de 10s. desocupados. Si el sector informal jugara el papel de alternativa cabal del desempleo abierto y, simul taneamente, fueran grandes las dificultades para acceder a sectores econémicamente - 12 més organizados de 1a economfa urbana, Iegarfa un momento en que los trabajadores menos calificados tendrian menos desocupacién relativa que los mas entrenados salvo, claro est&, que una mayor proporetén de estos Gitimos se incorporara al sector infor mal. Esta ditima hipétesis es contradictoria con lo sustentado por quienes han de- sarrollado el concepto del sector informal urbano, segin los cuales se verifica en €] mismo una mayor incidencia de las mujeres, los j6venes y los viejos, tos menos educados y analfabetos funcionales y los migrantes recientes (26). Por lo tanto,[al encontrar en Argentina una composicién del conjunto de desocupa- dos semejante a la que tedricamente caracteriza al sector informal, se suscitan du- das en cuanto a 1a “eficiencia” de su funcionamiento como alternativa cabal de la desocupacién. : En efecto, si bien Argentina presenta mayor desocupacién entre los asalariados que entre los trabajadores por cuenta propia, en proporcién de dos a uno, por otro Jado, encontramos que las actividades con mayor desempleo son Ja construccién y el servicio donéstico (27), que en diversas ciudades 1a desocupacién de los trabajado- res manuales calificados es menor que la de los trabajadores de ventas no califica~ dos y el desempleo de los trabajadores manuales no calificados es yeneralmente mayor = que el de 10s senicalificados. En consecuencia, 1a desocupactén en Argentina parece conservar 1a indgen més clé- sica, excepto en un punto inportante, sobre el que deberian volcarse mayores esfuer- zos de investigacién y de polftica, @ saber, 1a notoria incapacidad de la estructura ocupacional para absorber con celeridad los niveles de capacitacién que produce el sistema educativo 0, si se desea plantearlo inversamente, 1a inadecuacién de la ofer- ta de calificaciones 2 10s requerisientos de Ta estructura productiva. f D. La estructura ocupacional_en el punto de partida: sobredimensionamiento relativo del_conercio y otros servicios en 1947. Conviene empezar el anglisis de 1a estructura ocupacional sectorial estudiando Ta situacién en el punto de partida de esta investigacién, el aflo 1947. Ya entonces era perceptible un sobredinensionamiento relative del sector terciario, originado exclu sivamente en el conercio y en otros servicios, segin se aprecia en el cuadro 1. Alt se presenta una sintesis de los resultados obtenidos por Kuznets en su estudio sobre la estructura industrial de la fuerza de trabajo (28), y se los compara con los datos de un grupo de paises y de periodos anteriores de Argentina. El momento elegido es particularmente interesante porque refleja, en lo-sustancial, Ja estructura ocupacional heredada de 1a economia primaria exportadora, "corregida® por el mayor crecimiento industrial verificado después de 1930, pero tanbign influen- Mt ‘CUADRO 1: ESTRUCTURA SECTORTAL DEL EMPLEO (1).EVOLUCION ARGENTINA DESDE PRINCIPIOS DE SIGLO HASTA 1947 Y COMPARACIONES INTERNACIONALES HACIA ESTA FECRA. En porcentajes sobre la PEA total. = secre secu -SeezaR EERiARLO S prriansecun| TOTAL COMERCIO| seRvic. JA) ARGENTINA 1900-04 39,2 | 24,9| 35,9 117 1910-14 342 | 28,4] 3704 wm 1927-28 3539 | 26,3] 37:8, 1736 1940-44 325 | 28,4] 39,1 1935 1947 2637 | 30:2] 43,1 2340 8) OTROS PAISES. B1) GRUPOS DE KUZNETS GRUPO 14,4 | 40,3] 45,3] 8,6 a7 GRUPO 2 zara | 3aya| au | 736 2218 PROMEDIO 142 yee | 3718] a6 | al 2202 GRUPO 3 2773 | 30,3) 41,8 | 6.4 2830 aauP0 4 511 | 2017| 28:2 | 420 16.2 PROMEDIO 3+4 3955 | 25,5] 35,0 | 5,2 20,1 GRUPO 5 49,7 | 22,0| 28,3 | 4,0 16,2 GRUPO 6 57.5 | 16.4 26,1 | 3.5 18.5 GRUPO 7 e1r2 | isa] 32i7 | 26 15,3 PROMEDIO 5 a7 | 86,4 | 1756| 26,1 | 3,4 181 B2) PAISES "NUEVOS" ‘AUSTRALIA 16,8 | 37,6) 45,6 19,5 CANADA 18:7 | 36/0] 4513 aio ESTADOS uxro0s *|11,5 | 374] 51,0 240 NUEVA ZELANDIA — |20,1 | 32,2) 47,7 1816 Notas: (1) El sector primario incluye s6lo la agricultura, sivicultura, caza y pesca. La mine- Fuentes: (a) Argentina, 1900 a 1944, CEPAL, El desarrollo econémico de la Argentina, México, 1959, pagina 400. vf, fa se incluye en el sector secundario, 1o mismo que 1a electricidad, el gas, el agua.y los servicios sanitartos. {b) Argentina, 1947, elaboracién propia en base a los datos del Censo. (c) Grupos de Kuznets, tomados de Simon Kuznets, op. cit. {d) Datos de “pafses nuevos", tomados de Colin Clark, The “Conditions of economic progres: Londres, Macmillan, 1957. ue ciada por el crecimiento del empleo pGblico durante el gobierno militar de 1943 y Jos primeros afios del gobierno peronista (29). Como se observaré, los cuatro "pases nuevos" que figuran en el cuadro, a saber, Australia, Canadé, Estados Unidos y Nueva Zelandia, tenfan mayor porcentaje de ocu- pacién terciaria que Argentina, y tambign mayor que el grupo 1. Todos ellos tenfan un menor porcentaje que el de Argentina en 1a ocupacién primaria. A partir de estos datos se inducen algunas conclusiones valfosas sobre 1a formacién histrica de 1a estructura sectorial del empleo en Argentina ' En primer lugar, se observa que el sobredimensionamiento del_terciario es un fe- ndmeno de antigua data ¢ 0 pafs. La relacién sector terciario/sector secunda- - rio en Argentina en 1947 era una de las mayores del mundo y, entre los paises con algGn grado de industrializacién, s6lo inferior a la de Nueva Zelandia (30). Sin en- bargo, si se observan atentamente las cifras podré descubrirse que 1a principal di- ferencia entre Argentina y los restantes "pafses nuevos" estaba en su mayor porcen- taje de empleo agropecuario, siendo menores las diferencias en el empleo industrial. Ocurre que en los “patses nuevos", la alta disponibilidad de tierras por habitan- te, ain con inversiones relativamente bajas de capital, permite resolver con alguna facilidad 1a satisfaccién.de las necesidades basicas, generndose tempranamente exce- dentes que se vuelcan en forma de gasto en bienes industriales y en servicios. Se ve- : rifica algo asf como un cumpliniento acelerado de las leyes de Engel, resultando una propensiGn general de estos pafses a presentar altos porcentajes en las ocupaciones terciarias. Si Argentina tenia en 1947 un menor porcentual de empleo terciario que los restantes paises nuevos, ello se debfa, precisanente, al hecho de tratarse de un pats nuevo s6lo_a medias. En efecto, como consecuencia de la forma de colonizactén hispSnica, Argentina tuvo desde un comienzo una mayor proporcién de estratos nativos y mestizos, michos de los cuales eran minifundistas; allf se originaba su mayor inci- dencia de empleo en el sector agropecuario. Adicionalmente, tanbién habfa una menor capacidad de empleo en 1a industria manufacturera; pero allf Tas diferencias con los "pafses nuevos" eran menores que en el sector primario. Mas adelante verenos hasta qué punto este antiguo sobredimensionamiento del sector terciario y las peculiares razones que 10 explican obliga a pensar la estructura ocu- pacional argentina con categorfas diferentes a Tas utilizadas para otros pafses Tati- noamericanos. £. La constante ampliacién de los mercados de trabajo en las ciudades: 1a urbanizacién gcupacional entre 1947 y 1970 Como se observa en el cuadro 2, 1a tasa de crecimiento del empleo agropecuario total -15- CUADRO 2: TASAS PORCENTUALES DE CRECIMIENTO ANUAL ACUMULADO DE LA POBLACION ECONOMICA- MENTE ACTIVA TOTAL Y POR SECTORES. 1947-1960-1970. 1947-60 1960-70 ASALARIADOS TOTAL ASALARTADOS TOTAL 1. AGROPECUARTO 723-10 03 = 0,3 2, NINERIA 2128 14 0,9 3. INDUSTRIA MANUF. 1,9 21 7 06 0,2 4. cONSTRUCCTON 39 4,6 51 5,0 5. ELECTRICIOAD, GAS 75 8,5 14 14 Y AGUA 6. COMERCIO Y FINAN 0,3 LL 4,6 3,9 zas 7. TRANSPORTES 32 3,3 - 0,1 04 8. OTROS SERVICIOS ai eeceeatea 2,9 3.0 9. TOTAL URBANO - 2.0 - 2,2 (2 a 8) 10. TOTAL eee S 2,0 17 como en todos los casos.en que se utilizan elaboracione’s propias de los datos cen- Sales, se ha efectuado previamente una redistribuci6n proporcional de las personas pon categoria o sector de actividad desconocidos. Cf. Apéndice Metodolégico. Fuentes: célculos propios en base a los datos censales. = 16 - fue negativa entre 1947 y 1970, aunque desde 1960 se desaceleré esta caida. Conse- cuentemente, 1a poblacién econémicamente activa urbana crecié al 2,0% anual entre 1947 y 1960 y al 2,2% a partir de 1960. En el cuadro 3 se observan los efectos de este incremento sobre la urbanizecién ocupacional, que aumenté de 73,3% en 1947 a 83,9% en 1970 (31). Al interpretar estos datos, deberfa tenerse en cuenta que,pese a las fuertes 1i- mitaciones de las teorfas clasicas del desarrollo, que establecian relaciones 1i- By neales y positivas entre industrializacién, crecimiento y urbanizacién, es induda- blenente cierto que hay una alta elasticidad de 1a ocupacién y 1a residencia urba- nas ante cambios en el producto por habitante. Por ello, aqui y en todo lo que si- gue, debera tenerse presente que entre 1950 y 1970 el producto per cdpita crecié un 48 , sfendo mucho més intenso el cambio a partir de 1960 con un 33% de aumento. Como se observa en el cuadro 3, la urbanizaciGn residencial fue mis intensa que 1a ocupacional, con To que el porcentaje de ocupaciones rurales no agropecuarias des- cendi6 hasta niveles muy reducidos (32). La tasa de ocupaciones urbanas en Argentina, aunque més baja que en Tos pafses - desarrollados, es considerablenente mis alta que 1a de aquéllos otros cuyo producto por habitante se encuentra en niveles mas parecidos al argentino. Efectivamente, e1 16,1% rural ocupacional de Argentina es inferior al 19,4% de Japén, e] 17,2% de Italia, e1 24,28 de Venezuela, el 25,6% de Irlanda, el 25,28 de Espaiia o el 26,3% de Ta Unién Soviética. Estos datos deben interpretarse en el contexto de la alta disponibilidad de tie- ras por habitante que tiene nuestro pats, solamente inferior a la de Australia (33). Si antes se vio la influencia de este factor sobre el "hiperdesarrollo" del sector terciario, aqui se pone de manifiesto su relacién con el proceso de urbanizacién. Es precisamente esta altisima disponibilidad de tierras 1a que debe conducir a interpre- taciones diversas de los procesos de urbanizacién de Argentina y Uruguay, respecto de los de otros pafses latinoamertcanos. Pero asi como este hecho otorga un mayor fundamento econémico a 1a urbanizacién argentina, también pone en evidencia que existen grandes potencialidades de expandir Ja produccién con inversiones moderadas de capital y que esta fuente de presién sobre 1a capacidad de empleo urbano no cesaré. Aunque es probable que determinadas pol fticas de desarrollo agropecuario puedan desacelerar este proceso, parece imposible que pue- dan revertirlo. Durante Ta década del sesenta, en el contexto de un aumento significa- tivo de la producci6n agropecuaria, solamente seis provincias tuvieron tasas positivas de crecimiento de la poblacién rural, pera en todos Tos casos no se 11eg6 a retener -a7- CUADRO 3: URBANIZACION OCUPACIONAL, URBANIZACION RESIDENCIAL Y OCUPACIONES RURALES NO AGROPECUARIAS. 1947, 1960 y 1970. En porcentajes. a 1960 1910 1, Urbanizacién ocupacional 73,3 80,3 83,9 2. Urbanizacién residencial 2.000 habs. 61,8 73,3 79,3 3. Urbanizacién residencial 10.000 habs. 53,4 6641 5 4. Ocupaciones rurales no agrops. ciuds. 2.000 habs. 11,5 7,0 4,5 5. Ocupaciones rurales no agrops. ciuds. 10.000 habs. 19,9 15,2 8,2 Fuente: 1. Urbanizacién ocupacional= porcentaje de ocupactones fuera del sector agropecuario. CAlculos propios sobre los datos de los Censos Nacionales de Poblaci6n. 2. Urbanizacién residencial= porcentaje de personas que viven en ciudades o pueblos de 2,000 y mas (2) 6 10.000 y més habitantes. Calculos de 1a Fundacién para el De~ sarrollo de Anérica Latina, en base a los misnos Censos. 3. Ocupactones rurales no agropecuarias, Se trata de las tareas realizadas fuera de las ciudades o pueblos de 2.000 y més (4) 6 10,000 y mas (5) habitantes, de indole no agropecuaria. Se obtiene por diferencia entre 1a urbanizaci6n ocupacional y Ta urbanizacién residencial. BIBLIOTECA - p; - PIE’ comieer = -1a- el crecimiento vegetativo. La variada gama de situaciones provinciales pone de relie~ ves por otra parte, las siguientes situactones de interés: a) en las provincias de Ja regién panpeana, particularmente en Buenos Aires, se advierten tasas negativas de crecimiento de la PEA agropecuaria y de 1a poblacién rural, que se originan, probable- mente en la introduccién de tecnologfas b) en provincias con economfas de riego en crecimiento o expansiones extensivas de 1a frontera agropecuaria es probable que se consiga una cierta retencién parcial del crecimiento vegetativo rural (casos de riego: Mendoza y Rfo Negros casos de frontera: Misiones y Formosa). F. Los patrones de redistribucién sectorial de 1a poblacién econémicamente activa. En Jos cuadros 4 y 5 se pueden ver los principales cambios, absolutos y relativos, en la estructura sectorial del empleo; en combinacién con los resultados del cuadro 2, que nos muestra las tasas de crecimiento de 1a poblacién econdmicamente activa por sectores, nos suministran suficiente informacién para describir los patrones de redis- tribucién sectorial entre 1947 y 1970. La caracteristica general del perfodo, ya sefialada en 2.2.£, fue la importante ex- pulsi6n de mano de obra desde el sector agropecuario. Si bien considerando las cifras absolutas (cuadro 4) Ta magnitud del éxodo es poco significativa, desde el punto de vista de 1a participaci6n relativa se observa (cuadro 5) que el sector perdié nada me- os que 10,6 puntos porcentuales entre ambos censos. E1 mayor crecimiento del producto agropecuario a partir de 1960 permitié una sensible desaceleracién del fenéneno. La absorcién relativa del éxodo agropecuario por parte de los sectores urbanos fue mayor en el sector terciario (gané 6,2 puntos porcentuales) que en el secundario (gan6 4,2 puntos). Pero el comportamiento de algunos sectores fue bien diferente en anbos subper Todos. Entre 1947 y 1960, 1a industria fue 1a que més aunenté su participacién eh el en pleo, seguide por los transportes -probablenente, debido al aumento del empleo en los ferrocarrites~ y la construccién. En el perfodo siguiente, 1a industria manufacturera perdié toda 1a participacién adicional ganada hasta 1960, apareciendo el comercio y los otros servicios como nuevos sectores de gran absorcién y manteniéndose 1a cons- truccién en un elevado nivel. EV resultado neto, que se observa en el cuadro 5, es de gran incremento para 1a construccién, los servicios y el comercio, una mas leve absorcién en el sector de electricidad y pérdidas relativas en la industria manufac- turera, adenés del sector agropecuario. En consecuencia, salvo el caso muy especial de la construccién, que seré retomado en Tas conclusiones de este trabajo, 1a estructura sectorial del empleo urbano no se -19- CUADRO 4: ESTRUCTURA SECTORIAL DEL ENPLEO (2). ARGENTINA, 1947, 1960, 1970. En personas ocupadas y gn porcentajes sobre el total de Ta PEA. 1960 1 PERSONAS | —¢—| PERSONAS | a OCUPADAS OCUPADAS OCUPADAS 1, AGROPECUARIO 1.670.595 | 26,7 | 1.462.465 | 19,7 1.418.670] 16,1 2. MINERTA 33.478 | 0,5 45,153 | 0,6 49,520] 0,6 3. INDUSTRIA MANUF. 1.565.492 | 25,0 | 2.060.763 | 27,8] 2.108.379} 23,9 4. CONSTRUCCTON 262.998 | 4,2 473.573 | 6,4 770.615) 8,7 5. ELECTRICIDAD, GAS | Y AGUA 31.926 | 0,5 92.463 1,3 106.614] 1,2 | 6. COMERCIO Y FINANZAS 876.638 | 14.0 | 1.005.484 | 13,5 1.474.433 | 16,7 7. TRANSPORTES 380.537 | 6,1 580.830 | 7,8 604.188 | 6,8 8. OTROS SERVICIOS 1.445.700 | 23,1] 1.703.793 | 23,0 2.286.962 | 25,9 9. SECUNDARIO (2,3 y 5) | 1.630.896 | 26,0 | 2.198.379 | 29,6 2.264.513 | 25,7 10. GRAN SECUNDARIO (2 a 5)| 1.893.844 | 30,2 | 2.671.952 | 36,0 3.035.128 | 34,4 11, COMERCIO, TRANSPORTES | 2: Y OTROS SERVICIOS 2.702.875 | 43,1 | 3.290.107 | 44,3 | 4.365.583 | 49,4 12. TOTAL 6.267.313 [100 | 7.424.524 | 100 8.819.380 100 Fuente: Elaboraci6n propia de los datos censales, previa reasignaci6n de las personas co categorfa o sector desconocidos . CUADRO 5: ESTRUCTURA SECTORIAL DEL EMPLEO (3). CAMBIOS EN LA PARTICIPACION PORCENTUAL DE LOS SECTORES. 1947-1970. En puntos porcentuales. ~ 20- 1. Agropecuario 2. Minas y canteras 3. Ind. manufacturera 4, Electricidad, gas y agua 5. Construccién 6. Comercio y Finanzas 7. Transportes 8, Otros Servicios 9. Secundario (2 a 4) 10. Gran Secundario (2a 5) 11, Comercio, Transporte y Otros servicios. ln9a7 - 1970 947 - 1960 1947-1970 = 10,6 5 0,1 Sout 0,7 45 27 0,7 2,8 - 0,3 42 6,2 Agropecuario Ind, "manufac. Agropecuario Comercio 1947-1960, = 7,0 1 2,8 0,8 2,2 05 a7 0,1 3,7 5,9 11 Otros servics. 1960-1970, ~ 3,6 0.0 3,9 O41 2,3 3,2 1,0 2,9 4,0 17 5,1 , ierden participacién ganan_participacién 960 ~ 1970 Industria Agropecuario Transportes Otros servics. Elaborado en base a los Censos Nacionales de Poblacién. -a- modificd demasiado entre 1947 y 1970, Cuando esta estructura es sometida a una compa- racién internacional (cuadro 6) surgen los siguientes resultados: a) el porcentual ocupado en el sector agropecuario es menorqeclwrrespondiente al ni- vel de producto por habitante de Argentina, segiin lo esperado dada su alta disponibili- dad de tierras por habitante. b) Dentro de las actividades secundarias. aparece muy ligeramente inferior al promedio del grupo 4 el porcentaje correspondiente a le industria manufacturera, Ta mineria y Ja electricidad y, en cambio, aparece sobredinensionado, con un nivel semejante al del grupo 3, el sector construccién. c) Aparecen sobredimensionadas todas las actividades terciarias: el porcenteje ocupado en transportes; almacenamiento y comunicactones es 12% mayor al promedio del grupo 4, el correspondiente a otros servicios excede en un 35% a dicho grupo y el comercio y Jas finanzas aparecen sobredinensionados en un 40%. Por otra parte, de los 17 patses con mayor producto por habitante que Argentinas sélo6tienen mayor porcentaje de ocupa- ciones terciarias que nuestro pats y en sélo 2 de ellos (Estados Unidos y Canada) es mayor el empleo en los otros servicios. G. Sobre Ja existencia de un techo prenaturo en el empleo industrial manufacturero. Como se observa en el cuadro 6, Ta participacién de la industria manufacturera en el empleo tiende a decaer en algunos pafses my desarrollados econdmicamente, tales como Estados Unidos y Canadé, siendo méxima én lanayorfa de paises industrial izados de Europa y en el Jap6n. Este fenémeno se produce a favor de 1a permanente tecnificactén del agro aunque también por a creciente productividad de 1a industria manufacturera y por el surgimiento de servicios muy demandados y sofisticados (en general, servicios prestados @ las empresas, servicios personales tecnificados, etcétera). Ahora bien, resulta que €1 porcentual de empleo en el sector manufacturero, minero y eléctrico en Argentina alcanz6 su mximo censal en 1960, con 29,7%, para decaer al 25,7% en 1970 (23,38 si se considera la CIIU Rev.2 , que excluye las actividades de reparacién). Lamentablenente, el cambio en 1a codificacién de Tos censos impide una comparacién completa con otros paises; sin enbargo, pueden obtenerse estas aproximacio nes: « Canadé y Estados Unidos alcanzaron su maximo de empleo manufacturero, eléctrico y minero hacia 1947 y en niveles parecidos a los de Argentina (29,4% y 30,9%, respec- tivamente) pero cuando ambos pafses tenfan un nivel de producto por habitante apre- ciablemente superior al de Argentina en 1960. - 22 - Fe SA A oa Tat wt ze |e | re | 23 ee To om vat] ace toa Fr cz va ot iste ras esi | 9s pew | te Ete ez ost cain ow Er a v9 ea | et ‘ames ne Tie ce [are em ow | ver | ve | vs foo] se ext zor | , ons Vis $02 6°61 eat Ve ao See a one | v93MWON. cm | om | en | vs few | ze ote sep ose | aa mow a re crf oe ion vi ref oe | oe |e ee |e se ref ear ‘rss ce 7 en [ew tes [ose | re re for] oes vovwanua FS a ce est cere vine em [eee | see | ee foe | es ce eo [Te vari ei] en | va | er peo |e ee za | mee vs paste eee ae cet (aay ne age 7 os | aes Zou oa] sa] oe | 93 [eae | 9 oa oo] oe +] son nevis A om (O+(3} «(5) | sorarayas] svzwwnrs 4|satwoaswess |(e)+(2)] woroamuisno5 ‘GvOIDTHL9213 4 | Onsno240e9y | ZANWLTOWH solani) | Sauber ltsenetay tay [Mt ertvieaT ol we | sasive a soo tees om fate verre untae sagequenuod £ syuegiaey J0d #929190 43 *0u6t WETS AuMvLTeMH Hos OLDNONd 30 SITIAIN NnoIS WHOTIVRIDINT HOTD¥IEKOD “(b) OFTEN Tse TWTHOIOBS-xsnsTTALS3 9 CHOWN “oust {2 ‘AY N12) 10 9| ap STRGRTL TSP SOOTISTFETSY BE OTTER (ap sovep sor ap eldoud upjoesodety “tevojoednoo eunyonus3 696t “LPL puny veg {=p SRY“ : *reuvy (9p voz | uo opedave (euossed afny o rie ee oe ete rc) sr | 602 oe eet roe We vaso 9 sez 9 ez ze FT Fore 6s wez 5 eat cA an oa oe whe cy ew cH + OD oot oe 10 oa 09, 099, wine 66 eet cy sz a ost eee © on pens St ce oe rs Le 508 ou woravans ' st 25. Bue Yor Suz. 232) 020. wevss3 2 set ce oz, Le eat a7 vimW9 , 99 ©. vibe ry e2 or viNowa ost ee, gree eo eu 242, = WsnrVaA Z6L ze aa 98 tz 291 HL NR re 63. re 0-8 ewe ‘yreoune st cs s 8 9°22 sree onion eet os ce BL ew eee anus SEMANA TP SHLURIEAVAE | (EPs TET] WOTSIRATSNOD SanRDT | | Cas 134390949) |S) H ce) | wun yraisnont (2) wo. S3S1Vd A soanxa (gv) _Wwhot3¥4n99 VENIIMLST (3 cxeyna yowssn09) = 26 - “sor (2 “¥98 n119) 410 ‘9p RRL EF SOTNTPRT BF STARTUP a9 sopep s01 ap eydoud vp|oezoge13 {evo} aedno0 eumonsas3 (2) (Eas)_qwithyawsnod vantoMMss “696K ‘Leypuny ooued 13p SeLay “#quPA}geY sod oAanpONd (1 syeura top vor ef Us opednae yevossad af (DUT (as) t “488 1119 (4) STATA 5-01 20 $2 ror oe va £9 oot ‘vissn00ut eb or oy 0 a eet 109 om mvasinovd ee 35 62s] st 21 a S20 ou IONE 9°50 SL er E] eee oe et ESS 09, ‘ouai93 et 58 62, va a 22 is 06t ‘Soa3NNE rit ce re soot Bz ou ze ie oan 99 40U9H or rE 7 ot oF ear os ore 2 Swiet vt et se ve Feo oF st 608 ote au) 3023 922 v6 , ror oo va vor ole sve vst 6 oa ret oF 01 95 ra ‘pone IHOO. = siz rst ey 02, a vt 3°86 062, YIEHOTOD a a2 Ly E02 et vet tr oot mad aor 6S rz. vit v2 ee 568 08 wanna sor | sot ee eu ee ver ers i ae 9 oan [Toye CaYa Tay] Soraraae] Symes p | SaLOUSIVAT | CepsTe) | HOTSOTSIC Tren 1 | OWA ImeN SLIEWT sobavray3u(n)| sosuo(é)}oizen09(n) | __ (ey oy ce) venue viussnst (2) a) a ssasivd A sone {9 ogo¥r0 yowtsNoo) = 25 ~ + Australia y Nueva Zelandia no presentaban caidas en la participacién del sector secundario, exclufda Ja construccién, hasta 1960, igual que 10 ocurrido en Argen- tina. Pero Nueva Zelandia, pese a la definici6n m&s restringida del sector en el censo de 1970, mostré un aumento de la participacién del secundario desde 27.0 a 27,1 por ciento entre 1960 y 1970. De hecho, tanto el porcentaje de Nueva Zelandia como el de Australia (26,42) en 1970 eran sensiblenente superiores al 23,34 de Ar- gentina. Debe tenerse en cuenta que ambos paises tenfan mucho menos empleo en el sector agropecuario (ver el cuadro 6) Las evident 5 presentadas, atin cuando no son coneluyentes, parecen indicar que, efectivamente, se ha registrado en Argentina un techo prematuro en la capacidad de absorcién de empleo por el sector secundario, exclufda la construccién. Mientras este Gltimo sector pudo crecer normalmente desde 1947, y electricidad y minerfa tam- bién presentaron incrementos en la participacién, la industria manufacturera perdié Ja capacidad de absorber empleo que 1a habfa caracterizado hasta 1960, aproximada- mente (34). H. El _hiperdesarrollo ‘maduro" del sector terciario. En parte como complemento de lo indicado en G, se observa el elevado porcentaje de enpleo terciario en Argentina: §1,9% (CIIU Rev. 2) en 1970, sélo claramente infe- rior a Tos de Canadé y Estados Unidos y muy evenente superado por los de Dinamarca, Australia, Nueva Zelandia y el Reino Unido, La consecuencia de ambos fenémenos es que la relacién entre e empleo en el sector terciario y el empleo en el sector se~ cundario en Argentina es superada solamente por las de Canada y Estados Unidos (35). Como se recordaré, en la seccién 2.2. D ya se sefialé que este fenémeno de hiper- desarrollo del sector terciario es de antigua data en Argentina. Hacia 1947 se ori- ginaba en el comercio y los otros servicios. En 1970 se :verifica también en el ‘transporte, tiene menor intensidad en el comercio y adquiere su maxima expresién en Tos otros servicios. Ahora bien, écuél es la razén por la que denominanos *maduro” a este hiperdesarro- Vo del sector terciario?. Es por el hecho de presentar una composicin interna més senejante a la de pafses desarrollados que a la del tipico "sobreterciario" de los paises latinoamericanos; por otra parte, su crecimiento no est impulsado por empleos tipicamente ‘bfrecidos". Anbos hechos pueden observarse en el cuadro 7. En 1970 e1 45,6% del sector terciario estaba constitufdo por sectores tfpicamente asociados al desarrollo econémico: el comercio (exelufdo el muy pequefio), las finanzas = 26 - Te wae vn aa a fa 1 OnVID WOE SVT 30 vouMMNTO A vanuonsus3 +2 o¥oenD nae Notas metodolégicas y fuentes (1) Los totales del sector terciario presentados en este cuadro no coinciden con los. del cuadro 4 porque en este caso se han utilizado distintas fuentes de infornacién, algunas de ellas no censales. Por lo tanto, las cifras presentadas aqut deben to- marse como indicativas de Srdenes de magnitud y no como exactas. (2) CAlculos de cada rama: 1.1 Comercio en establecimientos: para ambos censos es el total de personal ocupado en comercio, exclufdo bancos, restaurantes y hoteles y los trabajadores por cuen- ta propias Estos Gltimos integran Ta rama 5. 1.2 Finanzas, etc. 1947: personal en bancos y seguros (Censo Econdmico 1947), mas los profesionales liberales (Censo de Poblacién). 1970: datos directos del censo que, al ser més amplios que los de 1947, conducen a una sobreestimacién del aumento en- tre ambos censos. 1.3 y 1.4, 1947: tomados del Censo de Poblacién. 1970: tomado del Censo de Poblacién, discriminando entre ambas categorias de transporte de acuerdo @ la ponderacién del Banco Central. 1.5 Comunicaciones: en ambos casos, tomado del Censo de Poblacién. 2.1 Diversién y esparcimiento: idem. anterior. 2.2 Salud. 1947, tomado del Censo de Poblacién. 1970, tomado de 1a Encuesta Nacional de Saldd (datos de 1969). 2.3 Educacién. 1947, datos de la DirecciGn de Estadfstica del Ministerio de Educacién. Los cargos de ensefianza prinaria y preprimaria se consideraron a razén de uno por persona; los de ensefianza media y superior, a raz6n de 6 cargos por persona. A los. datos de 1947 se les aplic6 una tasa de crecimiento del 3,8% anual, que es 1a co rrespondiente @ la ensefianza primaria. Como el crecimiento de los otros niveles de ensefianza ha sido mayor, los datos de 1970 pueden estar Iigeramente subvaluados. 2.4 Asociaciones. Pare 1947, es el rubro "Varios" del sector servicios. Para 1970 es Ja diferencia entre el total de los servicios sociales y comunales, y los datos de educacién y salud. 3. Administracién pdblica. Para 1947, el dato del Censo de Poblacién, resténdole e1 total de “educacién", Para 1970, el dato del Censo de Poblacién. 4.1, 4.2 y 4.3, Servicios personales. Restaurantes y hoteles y servicio doméstico, en ambos censos, y aseo y limpieza en 1947, tomados de los respectivos censos de po- blactén. Aseo y Timpieza en 1970 fue estimado del siguiente modo: total de servi- cios personales, menos servicio doméstico y menos reparaciones. 5. Comercio anbulante. Los trabajadores por cuenta propia en el comerdio en ambos cen- sos. ~28- (3) Dado el gran ndmero de personas con actividad desconocida en 1970, todas las ra- - mas fueron expandidas mediante la incorporacién de una proporcién del total de Personas con actividad desconocida equivatente a su participacién en el empleo : total. -29- é Diversas fuentes. 1900 a 1975. pec nssaasansseoneseesnsssssansszosiaseseesevuaassassnsesenensninaasaniosiotinnaoninaaatanisestoaa CUADRO 8: TASAS DE CRECIMIENTO ANUALES DEL EMPLEO EN EL SECTOR PUBLICO. TASAS ANUALES MEDIAS TASAS ANUALES ACUMULADAS Perfodos ICEPAL | CONADE [ireber Perfodo Fuente _[fasa 1900-04/1910-14 | 7,9 7 1900-04 a 1925-29] CEPAL 46 ; 1910-14/1925-29 | 4,8 - 1925-29 a 1940-44] CEPAL 35 1925-29/1935-39 | 3,5 a 1900-04 2 1940-44] CEPAL 42 1935-39/1940-44 | 4,7 8,1(1935-43) ]1943 a 1947 Treber | 8,9 1940-44/1947 9,9 10,1(1943-47) }1947 a 1955 Treber [3,5 i9g0-44va 1955 | - - | 2,4(1947-55) 6,7(1943-55)]1943 a 1955 Treber 5,0 1955 a 1969 --| vd 24 1947 a 1960 Treber 3,5 1947 a 1960 -- | 29 4,3 1960 a 1970 Treber 09 1947 a 1970 --| 44 31 1970 a 1975 Minist.Hac.! 5,6 1960 a 1970 ~~ | s/d 1,0 “|1972.a 1975 Minist.Hac | 7,8 Fuentes: Célculos propios sobre 1a base de: (1) CEPAL, op. cit. (2) CONADE, Distribucién del ingreso y cuentas nacionales en 1a Argentina, Tomo ¥, Buenos Aires, 1965, (3) Salvador Treber, "ET empleo en el sector gubernamental”, Jornadas de Finanzas Pabli- cas, Facultad de Ciencias Econémicas, Usiversidad Nacional de Cordoba, Editorial Macchi, 1970. BIBLIOTECA - PIETTE CONICET - 30 = ¥ 105 servicios prestados a las empresas, el transporte (36) y las comunicaciones: E otro 16,5% To integraban los servicios sociales y comunales (educacién, salud, aso- Ciaciones, recreacién, etc); un 13,38 1a administracién piblica y 1a defensa, no so- . bredimensionadas hacia 1970; un 19,65 estaba integrado por servicios personales que, en Argentina, son predominantemente demandados, tales como los servicios de aseo per- sonal y limpieza, los restaurantes y hoteles e, inclusive, el servicio donéstico. Fi- nalmente, e1 conercio minorista probablenente redundante podia estinarse en un 17% del sector comercio, 0 sea sélo el 5x del sector terciario. Adn més interesante resulta el analisis de los sub-sectores del terciario que més aportaron a su crecimiento que, segdn es sabido, auments desde 43,2% en 1947 a 49,4% en 1970 (CIIU Rev. 1). Ellos son, precisamente, aquellos de Tos que puede esperarse una alta elasticidad del empleo ante cambios en-el producto por habitante, esto es, servicios tfpicamente demandados como 10s Financieros..y 10s prestados a las enpresas, el transporte no terrestre, las Comunicaciones, los servicios de educacién, salud y asociativos y los servicios personales de aseos en menor escata, aportaron también al aumento del terciario el comercio (excluyendo,.e1 muy pequefio), y los servicios de di- versign y esparcimiento (ver el cuadro 7). También puede observarse que 1a incidencia de la administracién piblica y la defensa, exclufdos los servicios sociales estatales, era relativamente baja en 1970 (6,6z). En el cuadro & puede verse que las tasas de crecimtento del empleo piblico, en el perfodo considerado (1947 a 1970), no fueron su= periores a las histéricas, Sin embargo, entre 1947 y 1960 y, especialmente, después de 1970, el empleo gubernanental aument6 mucho mis répidamente que 1a poblacién eco- némicamente activa. Hacia 1976 podfa estimarse que el excedente de empleo en el sec tor piblico, ineluyendo ahora 1as empresas del estado pero excluyendo los servicios sociales y 1a defensa, ascendia a alrededor del 1,7% de 1a PEA. Agregando este porcen- tual al del comercio probablemente redundante que asciende a un 2,5% de 1a PEA se ob- tene una cifra cercana al 4%, que representarfa el enpleo terciario realmente "exce- dente* (37). Nerecerfa destacarse, segin se vera en 1a seccién siguiente, que 1a gran diferencia entre el sector terciario argentino y el de los pafses més desarrollados reside en 10s niveles de ingresos, asf como la diferencia con los paises latinoamericanos reside fun- damentalmente en 1a conposicién interna. 1. La estructura ocupacional_y el producto sectorial: evolucién de 1as_productividades relativas. En el cuadro 9 se presenta 1a evolucién de las productividades sectoriales entre -a- CUADRO 9. EVOLUCION DEL PRODUCTO POR HOMBRE OCUPADO. 1950, 1960 y 1970, En miles de pesos de 1960 y porcentajes. Grecimiento porcentual 1950 1960 1970 1950-60 1960-70 1960-70 1, Agropecuario 766 1043 1321 40 24 72 2, Minas y canteras 1044 2297 4970 120, 116 376 y 3. Industria manuf. 1145 1401 2390 22 n 109 4. Electricidad 1309 1297 2989 - 1 130 128 5. Construccién 1063 754 «841-29 eae -a 6. Comercio 1640 1968 1952 20 - 1 19 7. Transportes 1367 1261 1783 - 8 38 28. 8. Otros servicios 820 905 897 10 ea 9 9. Total 1057 1244 1600 18 29 51 Fuentes: Elaboracién propia en base a estos datos: a) Datos del producto bruto al costo de factores tomados de Banco Central, op. cit. b) Datos de empleo tomados de los censos de poblacién, previa reasignacién de 1as personas con actividad y/o categoria desconocida. E] uso de estas dos fuentes origina algunas deformaciones ef el afio 1970, procesado segin a CITU Rev. 2 por el Banco Central y en su versin CIIU Rev. 1 para la infor- macién censal. Las principales desviaciones son: 1. El producto por hombre ocupado en la industria manufacturera resulta subestimado en 1970 por no inclufrse el producto. de tos talleres de reparacién. 2. EI producto por hombre ocupade en otros servicios en 1970 resulta sobreestimado por 1a misma raz6n. 3. EI producto por hombre ocupado en conercio es corresto porque se le agreg6 el correspondiente a finanzas y se le sustrajo el correspondiente a restaurantes y ho- teles, agregéndolo a otros servicios. En consecuencia, las desviaciones son miy pequefias y no afectan los niveles de pro- ducto por hombre de los sectores. ~32- 1950 y 1970. Puede observarse que las mismas estuvieron muy influfdas por To aconte- cido con e1 empleo en el misno perfodo. Hubo una gran concentracién de Tos aunentos de productividad en los sectores productores de bienes: 1a mineria, 1a electricidad, Ja Industria manufacturera y, en menor medida, el sector agropecuario. La construc- cidn constituy6 un caso”excepcional, por su gran absorcién de enpleo (38). Sélo la minerfa y el sector de electricidad, gas y agua, aunentaron sinultaneanente 1a par- ticipacién porcentual en el empleo y 1a productividad. £1 papel jugado por la “expul- sin" de mano_de obra fue mucho més notorio en el sector agropecuario, que con un au- mento del producto de s6lo el 50% increment6 1a productividad en un 72%, hecho que denota el carécter marcadanente pasivo de tales aunentos de productividad. La indus- tria, en cambio, aumentando su producto un 162% tuvo un menor crecimiento de 1a pro- ductividad: 109%. Dicho en otras palabras, mientras el producto industrial por hombre cupado aumenté conjuritemente con el empleo, en el sector agropecuario 1a productivi- dad crecié impulsada por las pérdidas absolutas en el nivel de empleo. Est& fuera del alcance de este estudio realizar una comparacién internacional de las productividades sectoriales absolutas. Es sabido que esta tarea plantea problemas de eleccién de precios muy diffciles de resolver. Alternativamente, y siguiendo la metodologfa desarrollada por Simon Kuznets (38), puede efectuarse una conparacién internacional de las productividades sectoriales re~ Jativas al promedio nacional de productividad de cada pats. Esto da una idea de 1a heterogeneidad productiva y de 1a ubicacién sectorial de los excedéntes de mano de ‘obra en cada pats o grupo de pafses. En los cuadros 10 y 11 se presentan 105 principa: les resultados: 1a evolucién hist6rica de las productividades relativas en el cuadro 10 y 1a conparacién internacional hacia 1970 en el cuadro 11. Observando la serie histérica de las productividades relativas en Argentina se ob- tienen estas conclusiones: + el sector agropecuario ha aconpat evolucién de 1a productividad nacional media, ubicdndose entre un 15% y un 25% por debajo de 1a misma. Esta verificacién es bien diferente de lo que se ha dicho muchas veces acerca de los atrasos de productividad en el campo » La industria manufacturera aumenté su productividad relativa hasta 1930, estancdndo- se hasta 1960 y aumentando notortamente a partir de entonces. La minerfa y la electricidad, con algunas oscilaciones, han aumentado cont inuamente desde el comienzo de la serie. + La construceién y el comercio presentan descensos histéricos, desde antes de 1930, acentudndose Te caida en Ta construccién a partir de 1960. | -33- : CUADRO 10. PRODUCTO DE LOS FACTORES POR HOMBRE OCUPADO EN LOS DIFERENTES SECTORES DE LA ECONOMIA COMO PORCENTAJE DEL PROMEDIO NACIONAL ci i 1900 21970 R A SECTORES \\ aggg [* Presios 42 1980 Eoesges | Bteedes | A precios deigso ferecigs 1900-oF [i910-1F | 1927-29 [1927-29 | T950_[I9e0_[1970_| 1960 -, 1. AGROPECUARTO 24,9 | 73,7 | 76,3 [ 85,0 | 72,5| 83,8] €2,6| 93,4 2. MINAS Y caNTERAS [00,0 | 150,0 [ 150,0 | 300,0 | 98,8/189,6|s10,6| 583,3 | : 3 INDUSTRIA MANUF. | 69,7 | 75,7 | 113,5 | 64,4 | 108,3 112, 6f145,4 65,5 Q ‘4. ELECTRICIDAD, 50,0 | 80,0 | 63,3. | 216,7 | 123,8]104,3{186,8| 361.5 GAS ¥_ AGUA 5._CONSTRUCCTON 446,7_[152,7 | 83,4 | 70,0 | 10,6] 60,6) 52,6] 40,6 6. COMERCIO 160,2 | 168.3, | 175,1_| 196, } 155,2|156,2|122,0} 102,2 7 TRANSPORTES 80,0 | 1034 [107,0 | 16,9 | 129,3|101,4 [108.9 | 137,2 B. OTROS SERVICIOS | 118,9 | 1086 | 69,9 | 78,7 | 77,6] 72,7| 56,1] 120,8 9, 23h 69,6 | 76,5 | 113,0 | 70,8 | 108,6[113,6|i54,1| 90,2 * + FTOT TOTAL 30,0 |"100,0 [ 100,0 | 100,0 | 100,0fi00,0]100,0| 100.0 _| ii. DESVIACION a9 | 238 [73 | 42,8 | 23,9] 26,0] 32,3] 22,7 Notas: (1).Los célculos de este cuadro, efectuados a precios V6gicamente de los correspondientes a Argentina en el cuadro Fuentes: (1) Los célculos a precios de 1950 fueron hechos en op. cit. (2) Lés céleulos.a precios de 1937 fueron hechos en corrientes, diferirén ul. base a datos de CEPAL, base a datos de Carlos Diaz Alejandro, Ensayos sobre 1a historia econémica argentina, Buenos Aires, Anorror- tu, 1976, pagina 79. El cAlculo de 1960, a precios de 1937, est& hecho con datos de ocupacién de 1960 y datos de producto de 1963-65. (3) £1 cAlculo de 1927-29 a precios . de 1960 para 1950, 1960 y 1970 estan elaborados en base al cuadro 9. de 1960 est hecho en base a datos de Dfaz Alejandro, op. cit. (4) Los datos a precios = 34- vou] ser] oa] ec [| eon] em | vz emt [ora | ot ¥ oan oat { (cere) Tey} THEO ewe Te cis vee on Oy wramin: sun | ese | vor | oor] eu | reer [as vant ros oan Weds sear [oor] weer] ate} evr] veer —sect | eter] ros] one ya Zuo [wren] sos | on] rae] ors Sete [roe | owt GET a | Per] _see [sa] ee [ean] re tant [eae [ot IDaaEE os fms os | os | os | 2 a re bone Yo ve | cot] oe | ow vor | ve | em] sw [et cose [ero } er een 6 rar 1 za _| reer] vss_| oor ses _[ coor | ent] site (mere root | cer | sot] rep oroor [sro | vores vias x99_| ez | voor | sss eee | ets s0t (el tain ours zo | se at ve | ron | ore iniy sit | suet | 9°55 | 156 eat | 06 cent [1s 1 wisn eo) o'er £96 Be 6E6. s*Ozt otzet ay ae rarer} oor et er a ea HDT Ts | eat} ee | re | teen] eat ra] Tee MT a [leat] ere | eee | roe [vet eat [es att ES SA TH (2) vowwaa vue | ee | vor] re | ai Zt il Wawa vac ot | roe] vee | ee et Fai | es van sre | orest | 966 | 008 | eur] rior ren [ps wast eee] pe | ees | ees | o'er | veel Peat ee Sa SOS roi | sam a[ P7241) 507278951 Syogn | saaousua poozou.soafevessiu133|onwnsscouy cstv 4 soan A. otne003 ani RO TE Sa OE TTT SOIT ‘OuGt YOUTD “SP MOLIMRLAE saNoIOMNHEHOD “Twwor9¥¥ OTO2WO¥S 730 SICVINGDHOE OHO VINONODI YP 30 SRUOLDRS S2LNINB4TO 501 NI COLAND TRENOH HOS S3NOLIWY SOT 3 OLIN “TT CUED oot | oer 02 resar | ott [002 9 cose re 00 ra 7 TT st ora} eof set | eet [ee | a iain rar vez {oz [ee | von | ee | ot vio Patt eau [Teer [ rer] ret | ee] et |e an Tee ve [os | ven | wut | eee] nt Spawn wet | vo sor | oon | sor | ort | oes | oe | en zee | ear | go | wee [eer ee ae |e | oe | tata exci won vat [emt | woe | vert rao fone 03 Tea (528) ste (s*eze) o*s2t 0° 001 e°stz, Zee ole {e)(e)Tsvae ue | ee eer [ast [area [ eect | rate | ee |e] 0) ote Wa eo | ee oe [ut ew [ ea | ea | @) vee an $4 | woe ee rei |v [ ee i 3 [lea ver | ver] em | Pat tae [ea | ae wi "Piven foe [vs] ve [vor | em [vw | vm | ow | oe Fran CFE TT CT ee | oe | ty es vse [etme [prt [ee | ovat [oot [ees eas [a va 109 2091 ‘Bez £96 Ie £041 20k es ore ors. 3149, cor foe fas eu tet | ees [ree ra Ten sox [ oe | pan [est [seme | woe enn [rent | orcs |e Taine iva id ecet | tent 1201 L991 eur 2'9cT obs 099 (e) weve : rary NTS 0D | Se eee eaas| prawagon|S32¥0@SNVELnOrIansUsNoa] “Dia12373]oreynaaaouoy | HO sasive & it ou ROTSYN OVOIMOUE TW SOATIVISY OdWanIO SUINON EOa SITVIBOINIS SOLING0TT L botnet Tit supeno upjoerarauea) = 36 = Notas: (1) Hoteles y restaurantes no inclufdos en “comercio" sino en “otros servicios". (2) Los servicios prestados a las empresas no estén en "Finanzas" sino en “otros ser- vicios". (3) Valen Jas notas 1 y 2. (4) En el sector "Finanzas" esta inclufdo el ser- vicio prestado por las casas a los propietarios que viven en ellas. (5) Todo el sector “finanzas"inclufdo en “otros servicios". Fuentes: Datos de ocupacién del Anuario de Estadisticas del Trabajo de la OIT. Datos de producto del Yearbook of National Accounts Statistics de Ta ONU. -37- + El sector transportes presenta una cierta estabilidad desde la primera guerra mun- dial, con un pico esporadico hacia 1947. - Finalmente, el resto de Tos servicios presenta una tendencia secular de descenso de su productividad relativa (40). Veamos ahora los resultados de la compatacién internacional hacia 1970, presentados en el cuadro 11: + en-el sector agropecuario, Argentina tiene una posicién elevada, presentando el rango 5 en la productividad relativa del sector y el décimosexto en el producto por habitan- te. + En el sector secundario, excluyendo 1a construccién, 1a productividad relativa, tien- de a descender a medida que avanza el proceso de desarrollo, acercéndose al promedio. Es comprensible pensar que 1a instalacién de las primeras fébricas modernas produce un gran aumento de 1a productividad relativa del sector, que luego se va enparejando con Tos restantes. En ese contexto, 1a productividad relativa del secundario en Argen- tina es relativamente elevada + En el sector construceién, casi todos los patses con niveles medios de producto por habitante, muchos de ellos de cultura latina, presentan bajas product ividades relati- vas (41). Pero 1a de Argentina es la mis baja de todos los patses considerados, excep= to Espafia. + Enel sector transportes, la posici6n Argentina aparece my ligeramente elevada. «El sector comercio decrece su productividad relativa durante el proceso de desarrollo, hasta colocarse por debajo del promedio nacional. Esto se debe, entre otras razones, 21 papel axial que el sector de conercio exterior desempena en 10s patses menos desa~ rrollados. La productividad relativa del comercio en Argentina no se desvfa de Jo es- perado de acuerdo a su nivel de producto por habitante. Todo lo anterior es igualmen- te vélido para el sector de finanzas y servicios prestados a Tas empresas. Sin embargo puede observarse en el cuadro que en los pafses muy maduros, tienden a repuntar los, ingresos relativos del sector financiero. + Los ingresos relativos del sector de otros servicios tienden a decrecer con el desa~ rrollo, pero en el caso argentino son conparativanente bajos. | Finalmente, en e1 conjunto del sector terciario, el producto por hombre relative de / Argentina es el més bajo del mundo, con excepcién de Canadé, y semejante a los de Es- tados Unidos, Francia, Dinamarca y Australia, es decir, paises con un alto nivel de producto por habitante, por lo que los ingresos absolutos del sector son tanto més altos que en Argentina como lo son los respectivos productos por habitante. Aqui se pone de manifiesto lo dicho en la seccién anterior respecto del bajo nivel de ingre- s0s del sector terciario, particularmente los “otros servicios" (personales, estatales y sociales) en Argentina. Anticipindonos nuevamente a as conclusiones del trabajo pueden destacarse los si- quientes puntos de esta seccién: + Ta elevada productividad relative de? sector agropecuario pone de manifiesto la ina- plicabilidad de un modelo lewisiano con oferta infinitamente déstica de mano de obra de origen rural, para el caso argentino. Sin enbargo, deberfa tenerse presente que el promedio nacional de 1a productividad agropecuaria oculta importantes diferencias regionales: efectivamente, el producto por hombre ocupado en 1a pampa de Buenos Ai- res es, aproximadamente, cinco veces mayor que el de las provincias del Norte, don- - de hay una gran incidencia de minifundios. No obstante, también verenos més adelan- te que esta oferta potencial de mano de obra no es, cuantitativamente, my signifi- cativa. Otra observacién que surge de la productividad relativa del sector agropecuario es que cambios bruscos en los precios relativos colocarfan a Argentina en una situacién inédita, con un producto por hombre en el campo més elevado que en el promedio nacio- nal. Claro esta, esos cambios deberfan ser realmente muy bruscos porque tomando como referencia 10s precios relativos del agro en 1972, los mayores de la posguerra, 1a productividad relativa del campo serfa todavia inferior al promedio nacional (42). + El aumento de 1a heterogeneidad estructural desde 1950 se ha originado fundamental- mente en 1a cada del sector construccién y, en menor medida, de los “otros servi- cios", y en el aumento del sector secundario, exclufda 1a construccién. Esto tende- ria a dar algin crédito a la teorfa del dualismo estructural, pero sélo aparentenen- te. Ya hemos visto que 1a composiciGn det sector terciario tiene caracterfsticas ins~ titucionales que descartan su conceptualizacién en términos de una reserva (sustan- cial) de mano de obra. Por otra parte, es miy dudoso que pudieran aplicarse en el pais, bruscamente, tecnologfas muy ahorradoras de mano de obra en el sector construc- cin. : Por el contrario, si continuaran los aumentos de productividad en los sectores pro- ductores de bienes, se derramarfa un mayor gasto que redundarfa muy probablenente en un aumento de los ingresos del sector terciario, dada la escasez estructural de mano de obra y en ausencia de flujos inmigratorios netos mayores que los registrados durante 1a década del sesenta. : - 39 - J. Més_al14 de 1a estructura ocupacional sectorial: un intento de construccién ¢e estratos de enpleo de productividad homogénea. Es evidente que 1a estructura sectorial del empleo, tal como aparece reflejada en el nivel de grandes divistones de 1a activided econémica, est§ muy lejos de reflejar 1a mis amplia gana de diferenciales de productividad. Volviendo al cuadro 9 podenos comprobar que considerando el producto por honbre ocupado en el conjunto del pais, Ja méxima diferencia que aparece, por ejenplo entre 1a construccién y el resto de? sector secundario, es de 1a 3, y se amplfa hasta una relacién de 1 a 6 cuando con sideramos individualmente un sector con alta intensidad de uso de Tos factores capi- tal y tierra como 1a minerfa En un “cuadro de transictén", cono el 12, que nos muestra 10s productos sectoria~ Tes por honbre ocupado en cada une de las veintitrés principales jurisdicciones poli ticas del pats (Capital Federal y Buenos Aires figuran conjuntanente), los méxinos diferenciales que pueden encontrarse no son mas altos que los del cuadro 9. para el total del producto, encontramos diferencias méxinas de 1a 4 entre, por ejemplo, Tux cumin 0 Santiago del Estero y 1a Capital Federal + Buenos Aires. La diferencia se amplfa considerabienente, hasta una relacién de 1 a 6, cuando incluinos una tipica Provincia petrolera, como Santa Cruz. Estudiando las diferencias entre las provincias dentro de cada sector se observa ques en general, Tos valores extrenos no se desvian demasiado, salvo casos miy espe= ciales, de una relacién de 1 a 5 en los sectores productores de bienes, inclufda 1a electricidad, y de 123.0 1a 4 en los servicios. Las diferencias sectoriales dentro de cada provincia tienden a ser ain menores cuando se excluye 1a minerfa 0, excepcio- nalmente, alguna gran obra de construccién. Hay un efecto de “arrastre" de las pro= Guctividades sectorfales respecto de aquel sector que resulta més importante en cada Provincia, y el resultado es una cierta homogeneizacién de 1a estructura productiva provincial. Finalmente, cuando consideramos cada sector provincial como una unidad, y compara mos el conjunto de las mismas, podenos encontrar diferencias excepcionales de 1 a 70 entre Ta construcetén de La Rioja y 1a minerfa de Mendoza, otras relaciones poco fre- cuentes de 1 a 10 entre la construccién de La Rioja y la industria manufacturera de la Capital Federal y Buenos Aires, y un patrén general que tiende a mantenerse dentro de Tos misnos niveles méximos hallados en el cuadro 9 0 en las comparaciones interpro- Vinciales de los sectores y las intersectoriales de las provincias. Estos hallazgos confirman te conventencia de "cortar" los sectores, hasta el punto 0451 K 0961 2p soyesua> soyep SoL ap ceaus upj eyoduaius 40d sopeuyaso o9 due 2p soaeg sosuen f seojasipensa 9p {euoteh eamajaze) {ap €2{eu0{ssy f9[s1205 stave) se] 3p (e}uoq298 oampoud Lap soved iS31NINS ZiT Gost | sister orez0r ome | seer] fom | osana 120 vaau] 122 ztese | stost Dsey fhe vn] ste gies | vest ens Tit onisa 150 "205] 03 ersce | iis eget orsan 22 yaks| . esc east | v'2ege cont Sto mig uns} C60 toes | esse “ese toe 5107 5 ch zou | 9100 rsa une ws} Tes Bias J] 6tzse oven vs} etait 156 9 1n07 cwpan ony te store avr ovat sult sist 55599 ‘rca ' st612 yeore ¥} aI eree9 van Vy g 03 ‘nent| t sie vystavoa stor sont 20 Test nena] etree ‘ont sisi? saunaneen sig ” vvaoae03 so | tote oe vormiiy9 cyes°9 C1S34 vyg'9 “Laid sree | stare sieas | otuss | toe st 108 otros | stozzt] attaor shulv sova0a| ees | atte aoee | eesor | tty yan 1995 | i'2900] 6rys0t SHIy| sone A 13034 lnuiavo 30 ora pear] eae steset | risest | rtutzt ater se} ose ‘wisoas 11299] wees | e66e vac | oteze | arty 0st Jetsare | e'6ts. wid SOIOTANAS [ SBNOTIYOENTHOD [oy 5 iH 4 S¥O[MERUMUOV INNA yy -asos | SOURS | $38012¥2 140909] a0 nodzeMAL HOD] gy shyt sSe| anes anany| CTEM [OPENISACH ‘ug ap soi u3 “e96t oINTUL 730 OTOIMDW “SYNILNAQLY SYIDNIAGYE SY 30 2401935 SOLMIISHC $01 NA CovENaD RAEMOH wOX OsINODNE “zt OHOVND -a- en que sea posible, y distribufr las ocupaciones en estratos cuya productividad sea relativamente honogénea. Se trata de un intento de aproximacién y no de una fotogra- Ffa exacta de la estructura productiva, Intuitivamente, el intento es que dentro de cada estrato productivo las diferencias de productividad no sean mayores que en 1 41,5 0a 2 veces y que, en cambio, las diferencias entre los estratos sean superio- res. Especificamente, se intenté construfr tres estratos productivos cuya distribu cién total, de asalariados y no asalariados y urbana y rural, puede verse en los cuadros 13 y 14. Antes de comentar las principales conclusiones, y para evitar répidas identifica- clones entre estos sectores y conceptos anélogos desarrotlados por otros autores, conviene indicar algunas pautas metodolégicas muy generales, cuyo detalle se encuen- tra en el Apéndice Netodoldgico. a) Los criterios generales de “corte” de los sectores fueron los de las diferencias de productividad segin tamafios de empresas (comerciales, industriales y de servicios) segiin tamafios de empresas y productividad del sector en cada provincia (sector agro Pecuario), segdn productividad de 1a provincia, exclusivamente (mineria y electrici- dad), y segin naturaleza de 1a actividad desarrollada, verbigracia, 1a categoria ocu- Pacional (Gnico criterio empleado para 1a construccién y los transportes y criterio utilizado junto a los restantes en minerfa, industria manufacturera y comercio). Toda vez que se considers la productividad del sector en 1a provincia, se comparé con el promedio nacional; en consecuencia, en dichos cortes hay una gran influencia de Tos precios relativos del perfodo de referencia (el trienio 1967 a 1969) (43). b) La mayor preocupacién fue diferenciar Tos sectores 1 (Si, de alta productividad) ¥ 3 (S3, de baja productividad o subempleo). En consecuencia, el sector 2 (S2, de productividad o tecnologia intermedia est sobredinensionado porque incluye, adends de los que propiamente le corresponden, todos los casos dudosos 0 fronterizos. Esto es particularmente cierto en el sector de transportes, almacenamiento y conunicacio- nes -casi totalmente inclufdo en S2- en la administracién pablica y 1a defensa, com- putada por separado pero asimilada al S2, y en 1a construccién, donde no pudieron reunirse elementos de juicio para diferenciar el $1 del 52. El sobredimensionamiento del S2 disminuye 1a dimensién del SL, més que Ta del $3, Efectivamente, Io que no pu- do diferenciarse fue, sobre todo, los enpleos de alta productividad de los transpor- tes, la administracién pablica y 1a construceién. Este error puede quedar parcialmen= te compensado por Ta inclusién en el S2 del subempleo gubernamental disfrazado. ©) Los trabajadores por cuenta propia de la minerfa, 1a industria, e] comercio, los -42- servicios personales y e) 50% de los de la construccién’integran, junto a los pequefios —- empresarios dei agro, 1a minerfa, la industria, el comercto y las reparaciones, el con- Junto de 10s no asalariados del S3 (baja productividad o subenpleo). Por las razones que se verén més adelante, se utiliz6 el porcentaje de trabajadores por cuenta propia en el total de no asalariados correspondiente a 1960, en lugar dél de 1970 que parece estar sobrevaluado. De todos modos, aunque se tuvo 1a precaucién de colocar en otros sectores a los trabajadores independientes calificados, por ejemplo, los profesionales y técnicos de todas las actividades, o los artesanos calificados de 1a construccién, tipicamente de- mandados en Argentina, es indudable que han quedado dentro del S3 muchos artesanos u otros trabajadores calificados que, en medida pequefia pero significativa, sobredimen- sionan al $3. Una observacién anéloga cabe para los pequefios enpresarios y sus asala~ riados. AsT, han quedado inclufdos en el $3 artesanos calificados de confecciones, servicios personales, vendedores especializados y empresarios (con sus aselariados) que, por pequeiios que sean, realizan funciones productivas en ramas tales como alinen- tos, contecciones, cuero, madera, muebles, imprentas, metalurgia Viviana, etcétera, o tienen posiciones con rentas de localizacién en el comercio (ventas de diarios). En + consecuencia, el tamafho del $3 presentado aqui es un tamafio méximo, vélido quizas pa~ va alguna provincia rezagada, pero claramente sobre-estimado para el total del pais : ypara la mayorfa de las provincias. Hechas estas consideraciones metodolégicas, pero recomendando 1a lectura del Apén- dice respectivo antes de encarar el andlisis de los resultados que siguen, podemos in- tentar un primer comentario general sobre las cifras presentadas en los cuadros 13 y ue. Se observa, en primer lugar, que los tres estratos productivos se distribuyen el em pleo en partes casi iguales, con un leve predominio del $2, que participa con el 35% (44). Las diferencias entre los tres sectores se acentian cuando consideramos separadamente el empleo urbano y et rural. E110 no es casual: esté reflejando la estructura més dua~ : Vista del campo argentino, con mayor incidencia poblacional en las regiones pampeana ¥ patagGnica, relativamente mis extensivas y de mayor productividad, y en las regiones : nortefias de cultivos industriates con gran incidencia de minifundios y de baja produc tividad y menor peso poblacional en las economfas de riego (Cuyo, valle del ro Negro) y semipampeanas (Corrientes, Entre Rios, San Luis), que son de productividad media. En consecuencia, 1a incidencia del sector intermedio es més elevada en las zonas ur- banas, pero pequefia en el sector agropecuario. -4ae CUADRO 13. ESTRUCTURA DEL EMPLEO URBANO, RURAL Y TOTAL SEGUN TRES GRANDES SECTORES PRODUCTIVOS. 1970. En porcentajes. Porcentajes sobre Porcentajes sobre Porcentajes sobre cegtatal uagsix9 wulavap €] eed "$0918pLopcreu soaipuade s0| £ 0Vx09 any oynpoud 2 uP 03 oadeu8e a yasuag ‘SOF Iga equ 8 y ¥ 08 ut gauzt Bes coma 70 veo] * zg 8 53°9 2 5s0"7 {00°t won| a & a ors Bie ane ‘oea1s3 130 “o3s| a ¥ a 663 28 235 Ay vas ° ¥ ¥ 25:20 Ss Se2t ni) us| e kK a sore ele ters ‘int a¥s ou « a 89 sts aoee ame es a a oH o6'8 095 wey 5 *H 4 v sz: oe 19h ‘esau obs oH e “ B50 Be n977 wenn 4 e 3 ee 2h 160°) ‘SBHOISiR ” W v we ose 525"3 ‘YOON 7 e a fe ze s0°t veots & ¥ 4 33 O96 o8'5 vaiwa 1] 4 W “i 3 aye ezye inene @ & a we T3t as" oan oH K a 55:9 2 ys6-t sors 73] 4 W Ww e9 208 35e'8 ans * 8 @ 53 te zee oon *H K a Bt isp 382 sunaTyioa| * v a oe 25 e10'§ ‘00403 . a ow as ie 162 yoawen} v ¥ v - ° ~ 9.183 7 > i - : 3 "Lb - : - Bis ws Pes siuly sora] ¥ : v Bis - : sry soumne hve : : : * eat - . “yao M10 : : 7 eee ee ono'e eee ‘su Ser 6 “a9 = = e 21 259 ore tere “w101| Tse (east-ss6t)] (6861-2961) J595t :00Vs| sored v3 (5961 sala] sofayta| _ (eset-r9st) [+3303 “ese soroe uy snout SOALL|-3éowne SOAI2| soumNIW So4i] -1961 oun (69st-1961) ahanad s0%0d|-2nao¥s ovo] =and0xs $D%od fosoqaowd 130 Jorawngz

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