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Regiones y territorios en América Latina UN DEBATE ABIERTO SOBRE SUS PROCESOS DE CAMBIO Luis | LLANOS HERNANDEZ [Coords.] Beatriz NATES CRUZ Cultura y regién en la Amazonia colombiana: mosaico de algunas imagenes sobre sus territorios y pobladores Carlos Luis del Cairo Silva’ ia 1934, el intelectual colombiano Luis Lépez de Mesa, uno de los ma Hires polémicos de la época en virtud de sus planteamientos engené- icos sobre los fuctores éinicos en la conformacién de la nacién colombiana, escribi6 que la regién amazénica encamaba: La incégnita de la prosperidad nacional y tal vez una de sus mayores amarguras, pues el futuro no esconde el sino ineluctable de la formacién de un Estado independiente, y aventurero quizé, en la gigantesca artesa geolégica del Amazonas” (1970, 61 ). La sentencia de Lépez de Mesa expresa uno de los estereotipos més fuertemente arraigados sobre Ia Amazonia en el imaginario de muchos colombianos, antaio y ahora. Mas alld de que esta regisn dificilmente hace parte funcional del territorio na- ional a pesar de sus “riquezas” naturales, se infiere que la Amazonia es representada Como un territorio extraito, caético y salvaje. Y cuando se analizan los antecedentes de las politicas para la administraci6n territorial amazénica, se constata que el Es. tado colombiano ha contribuido a la promocién del lugar perifético y marginal que tiene la Amazonia en el imaginario nacional de los habitantes del pais, De hecho, la implantacién insuficiente de las politicas diseitadas por el gobierno central para in. Corporar esta regién, trétese de los pueblos de misién o los esfuuerzos de colonizacién * Pontificia Universidad Javeriana, 123, [REGIONES V TERRITORIOS EN AMéRica LANA militar en la primera mitad del siglo xx, se ha traducido en un reiterado fomento de la marginalidad amaz6nica? Buena parte de los habitantes del interior del pais esgrimen estereotipos sobre esta regidn y sus habitantes; cada uno de ellos se estructura sobre la evocacién de una imagen que sintetiza las caracteristicas de lo amazénico, confiriéndole una particularidad regional.’ Podria decirse que esas imagenes actiian como epitomes, a la manera propuesta por Rappaport (1995), que deben comprenderse como creacio- nes culturales producidas desde una matriz. hegeménica.* Asi, las imagenes a través de las cuales se expresan los estereotipos regionales sobre la Amazonia, a las cua- les aludiré en esta argumentacién, tienen la capacidad de actuar como una sintesis homogeneizadora, externa e intencionada, de una amplisima region. En ese marco, este articulo se interesa por analizar ciertos estereotipos recurrentes que se producen sobre la Amazonia, ya que su articulacién como regién al resto del pais resulta parti- cularmente singular cuando se le compara con las demas regiones colombianas. Por Jo tanto, es pertinente comprender algunas de las imagenes regionales que se tejen desde fuera sobre la Amazonia, y para ello se analizaran la particularidad y pertinen- cia del concepto de region, destacando la tensidn entre homogeneidad y diferencia, Luego se analizaran los elementos generales que han caracterizado histéricamente la regionalizacidn del Estado en Colombia, enfatizando su impacto en el plano de ta go- bernabilidad y la administracién territorial. Una vez que se presente ese panorama, se discutiran los aspectos mas relevantes de la nacionalizacién de la Amazonia y s€ mencionaran los fundamentos y particularidades de seis imagenes regionales que son simulténeamente la expresién de estereotipos construidos sobre sus territorios + pobladores. 2 Ineluso como medida para ejercer la soberania que le compete sobre tales regiones, el Estado ¢0- lombiano ha encauzado dos guetras formales por el control de sus territorios meridionales (en 1828 y ‘en 1932-1934, en ambas ocasiones con Pert. * Aeste respecto es importante sefalar que existen algunos trabajos que hacen alusin a estereotipos regionales amazénicos; entre ellos quisiera destacar los de Dominguez et a. (1996), Gémez (2000, 2001), Rodriguez (1997), Slater (1997) y Taylor (1994). Por su parte, el trabajo de Tovar (1995) que. lleva por titulo “Las imagenes de la Selva” es uno de los recventos histéricos mis completos sobre la {nsereiGn de la region amazénica claborado con base en fos imaginarios que sobre ella se han tejido y ‘donde se destacan, por ejemplo, insigenes como la Amazonia infernal o paradisiaea, ignota o salvaje. Para Tovar, las imagenes permiten una interpretacién mas profunda de los procesos de insercién de la ‘Amazonia en tanto que penetran en los niveles simblicos o cuturales; asi, las imégenes a las que sere- Fieve condensan la manera por la cual “se han figurado y representado Ia selva y el territorio amazénicos ‘(un imaginario dela selva), en los distintos momentos de su historia” (Tovar, 1995: 19). * Como aquella que sustenta y “autoriza” Ia mirada de viajeros ilustrados, militares, perioisias, politicos 6 ambientalistas, por meneionar algunos de los mais representativos en los jtimos dos sigs. 124 CULTURA Y REGION EN Ls AMAZONIA COLOMBIANA La regién como concepto: tensién entre homogeneidad y diferencia La tensién constante entre lo geogrifico y lo sociolégico que entrafia el concepto regién lo dota de una pertinencia singular para el andlisis social, porque en él se con- densan dos categorias sustanciales: el espacio fisico y las actividades humanas que ccurren en sustratos espaciales. En este sentido, la region sirve como vector de and- lisis para tipificar las dinémicas sociales y culturales que se abstraen de y se vinculan con areas espaciales especificas. Este concepto tiene multiples acepciones y significados de acuerdo con el con- texto especifico en el cual se utiliza, desde su percepcién instrumental con fines pu- ramente administrativos hasta aquella fundamentalmente simbélica que destaca su valor en tanto factor de identidad, En un caso u otro se trata de una dimension de objetivacién espacial (Di Méo, 1991) que se ha construido usualmente, aunque no de ‘manera exclusiva, a partir de una mattiz politico-administrativa. Esto demuestra la densidad misma del concepto, ya que tratindose de una region que se crea con fines de administracién (piénsese en el Eje Cafetero), o un sentimiento regional que surge de un proceso de adscripcién identitaria (Ia regidn paisa por ejemplo), su utilidad se traduce en términos tanto simbélicos como de administracién territorial.’ Por lo tanto, la regionalizacién representa el acto de decretar (discursiva, conceptual o legalmente) regiones con fines especificos; estos fines oscilan entre aquéllos de cardcter politico- administrativo (instrumental) y aquéllos de cardeter conceptual, como en el caso de la antropologia, por ejemplo. No se trata, entonces, de una actividad exclusiva de gobernantes o analistas, porque “cada cual es capaz de regionalizar un pais por es- quemas especificos. Puede inspirarse en expresiones locales o infundir pasién sobre paisajes determinados que llamard ‘regiones”” (Fals, 1996: 28). Esta labor de regio- nalizacién ha ocupado por un buen tiempo a quienes les resulta necesario abstraer en categorias funcionales la segmentacién del espacio y sus pobladores, para lograr * Respecto a larelaciGn que se establece entre regionalizaciones aciministrativas y edscripciones iden- litarias, Dumont escribe que “la regién se revela entonces no solamente como una nucva identidad es- paciocultural, geosimbdlica, es decir, geopolitica” (1999: 125), sino que involuera procesos que versan principalmente sobre la emergencia de sentidos de iclentidad inusitados que corren paralelos a la fragmen- tacién del sentimiento de unidad nacional, a través de la creacién de simbolos y estereotipos regionales que actnan como mareadores de identidad, constituyéndolos en “nuevas identidades” (Dumont 1999: 38), Si bien Dumont estructura este planteamiento a partir de la experiencia francesa, es iil para ponderar la trascendencia de las regiones politico-administrativas * Esto.no quiere decir que los discursos producidos por la antropologia estén exentos de condiciona- Imientos ideologicos ni que sus impactos estén circunscritos al ambito exclusivo de te academia, 125 REGIONES ¥ TERRITORIOS EN AMERICA LATINA fines politicos, académicos o administrativos asociados a asuntos de tan diversa in- dole como el afianzamiento o la debilitacién de nacionalismos, el establecimiento de reas funcionales para el anilisis o la administracién de recursos. Como ya se sefialé, la region ha sido abstraida conceptualmente de miiltiples formas; sin embargo, para los propésitos especificos de este trabajo, solo mencionaré tres maneras a través de las cuales algunos antropélogos colombianos han apropiado la relacién entre espacio y relaciones sociales con fines de regionalizacién. Asi, ex- pondré brevemente el sentido de los complejos culturales de V. Gutiérrez (1975), la regién de D, Fajardo (1991) y la regidn sociocultural de F. Correa (2000). Con el interés de regionalizar la familia en Colombia, Virginia Gutiérrez de Pine- da (1975) definié los complejos culturales como aquellas “dimensiones patrias do- tadas basicamente de un habitat particular, dentro del cual un conjunto demogrifico de caracteristicas éinicas dadas, habia creado mediante un proceso histérico vivido separadamente, la sociedad, representada en instituciones, dentro de las cuales opera- ban valores, imagenes y pautas de comportamiento en complicada accidn integrativa y bajo una marcada identidad” (Gutiérrez, 1975: xn). La antropéloga identificé cuatro complejos culturales en Colombia: el andino 0 americano, el santandereano 0 neohispanico, el negroide o litoral fluvio minero y, finalmente, el antioqueiio 0 de la montafa, Se destaca que en la nominacién de ta- les complejos converge un criterio étnico y uno geogrifico que, si bien no satisfacfan completamente a la autora, condensaban un tipo cultural (Gutiérrez, 1975: xi). En esta definicién aparecen tres elementos cruciales: en primer lugar, la sociedad como un producto histérico, esto es, creado; en segundo lugar, el caricter funcional que le atribuye a los componentes sociales que guardan un sentido de identidad entre si; y en tercer lugar, la equivalencia que establece entre el espacio geogtitico (habitat) y los rasgos étnicos que son singulares a ese espacio. Por su parte, Fajardo (1991) propuso la siguiente definicidn de regién: La regién constituye una unidad bisica de andlisis, en Ia cual se enmarean los procesos histéricos de los asentamientos humanos que apropian y transforman los recursos dispor bles, desarrollando conjuntos de relaciones internas y externas con respecto a ese espaci | 7 Aqui se hacen necesarias dos precisiones: primero, esta scleecin es arbitraia y no tiene la pre- tensién de inventariar fodas las tendencias de andlisis de Ia regién producidas por antropologos de este pais; segundo, si bien los enfoques sobre la regién que trato son relativamente recientes, esto no quiere decit que el uso del concepto haya sido necesariamente el mismo para quienes desde hace mucho tiempo hablaban en Colombia de la regién. Por ejemplo, Santoyo (1999: 16) plantea que la acepcién: decimonénica del coneepto de regién en el contexto colombiano referia a realidades fisieas obviando las relaciones sociales que en clla se detectaban. 126 (CULTURA Y REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA los cuales se expresan en términos econémicos, politicos, sociales y culturales. Bajo una perspectiva historica, las regiones asi conceptualizadas tienden a identificarse por algunas homogeneidades, referidas a las construcciones ecolégicas, econémicas, politicas, étnicas, ctc., que varian en su composicién segin los contextos temporales (Fajardo, 1991: 138). En esta definicién se destacan el caricter holistico y el valor relacional que se le atribuyen a la regién, ya que abarca la identificacién de quienes comparten su perte- nencia a una misma regién a la vez que los diferencia de quienes pertenecen a otras regiones. Desde alli que al trazar equivalencias de pertenencia entre quienes estan a su interior se configura el sentido homogeneizante de la regién, no obstante que los elementos que constituyen lo homogéneo se transforman a través del tiempo. Finalmente, Correa (2000) definio la regién sociocultural como una nocién que parte de una base geogrifica pero no se restringe a ella. Por el contrario, {olbtiene su razén de ser [de] los prineipios de orden de las relaciones sociales que pue~ den ser descritos comunes para unidades socioculturales auténomas e independientes que ‘ocupan un vasto espacio”. Aclara, ademds, que la preexistencia de una homogeneidad cultural no es condicién para su definicién, més bien “podria ser resultado de la historia de sus relaciones, o bien, producirla para un conjunto de grupos que dependen del motor ‘que generaliza dichas relaciones sociales (Correa, 2000: 241-242). En raz6n a que la homogeneidad no es un requerimiento previo y necesario para configurar la regién, esta definici6n es muy itil y versatil para comprenderla como es- cenario de permanente transformacién y cambio, superando su concepeién como esce- nario invariable y ahistorico, hecho que restringiria su pertinencia para comprender los fendmenos sociales y culturales como procesos densos y contingentes Ahora bien, en la definicién de estos conceptos, ademas de tener en comin el interés por vincular las relaciones y caracteristicas sociales de grupos humanos con el espacio geografico en el cual habitan, se identifica una tensién entre la homoge- neidad y la diferencia, De hecho, mientras que la nocién de drea cultural enfatiza la relacién de equivalencia que guardan entre si quienes la conforman, las de regién y regién sociocultural relativizan el sentido imperativo de la identidad regional como * Para matizar esta definicidn, Fajardo argumenta que las regiones son heterogéneas asi tiendan f pensarse de manera homogénea, ya que las diferencias intra-regionales se expresan en términos de heterogencidad social la cual le corresponde también una dimensin étnica. Por consiguiente, se su- giere que los proyectos regionales no necesariamente deben corresponcderse con intereses democraticos porque pueden idemtificarse serias divergencias en los intreses y proyectos sociales y politicos entre quienes conforman una region (Fajardo, 1991, 142). 127 IREGIONES ¥ TERRITORIOS EN AMERICA LATINA tun factor constitutivo de la misma? Pero la regi6n, entendida en el nivel de las identi- ficaciones que produce, guarda una relacién particularmente singular con el proyecto de identidad nacional. De hecho, simulténeamente con el sentimiento nacional que se proyecta de manera hegemonica al interior de un Estado, operan sentimientos de ads- cripcién regional que desafian su eficacia. Sin embargo, “no debe creerse, por ningin motivo, que la existencia de la regién es por lo tanto antagénica con la de la nacién sélo en cuanto aglutina a varias regiones. Si las regiones no existieran, habria que inventarlas; de lo contrario una nacién dejaria de ser, pues perderia su funcionalidad” (Calle y Morales, 1994: 42). Y esto marca la funcionalidad de la region en términos del Estado,” aun si existe una construccién de relaciones simbélicas asimétricas en- tre el centro y la regién, o también entre regiones (Jimeno, 1994: 77). Estado y regin en Colombia En un marco amplio, como se ha sefialado, ta categoria de regién ha sid extensamen- te utilizada como una variable de peso en el diseiio y ejecucidn de politicas publicas. Y un elemento sustancial que se desprende de la conceptualizacién de Ia regi6n y su influencia en el marco de la gobernabilidad, tiene que ver precisamente con los com- plejos procesos de articulacién de diferentes regiones dentro de un mismo Estado, y ‘mas cuando las apreciaciones acerca de las regiones producen un sistema jerdrquico que actia como criterio para Ia discriminacion de politicas piiblicas a través de la clasificacién de regiones, acudiendo a criterios como Ia prosperidad econémica, la ‘marginalidad, la articulacién con el centro, etcétera. En el caso particular de la Am: zonia, su condicién histérica de marginalidad y de convulsionada periferia hoy la hacen una regiGn sui géneris en el escenario regional colombiano. ° Bs preciso sefalar que en su acepcién fundamentalmente geogrifica, no ya estrictamente antropo~ {gica, la regin también alberga la tensién entre la homovheterogencidad del espacio y las relaciones sociales que embarga. En tal sentido, acudiendo a lineamientas propuestos por la Asociacidn de Ged- ‘erafos Americanos, Calle y Morales (1994) proponen la distincién conceptual entre egin wniforme y nodal, aguella fandada en criterios basicamente geogrificos y éstatrazada de acuerdo ala influencia de ‘im polo de actividad cultural que la diferencia de otras (1994: 41), mientras que la regin nodal operaria ‘en el nivel de las actividades sociales y culturales en marcos teritoriales. 'w AL especto de esta tensién entre identidad regional y nacional, resulta interesante el planteamien- to que esboza Colmenares (1998) desde el andlisis historiogréfico, cuando propone que los procesos de ‘catructuracién de las naciones aninas no pueden concebirse en el marco estricto de lo nacional, sino {que hay que entrar a particularizar las relaciones de hegemonia y subordinacién que se gestaron entre formaciones segionales 128 ITTURA ¥ REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA, Un breve abordaje del tema de las politicas y proyectos de regionalizacién en Co- lombia desde la época republicana revela que histdricamente éstos no han sido conce- bidos de igual manera, En efecto, desde el siglo x1x los esfuerzos por segmentar al pais en regiones fueron recurrentes en un marco de densos y conflictivos procesos sociales ¥ politicos. Con la consolidacién de la repaiblica emergieron disputas por definir la manera més adecuada de administrar las regiones del pais de acuerdo con los enfo- ques federalistas 0 centralistas. Las mayores divergencias de estos enfoques se sus- tentaban en el grado de independencia que debian mantener las regiones respecto de la administracién central; sin embargo, ambos enfoques reconocian la importancia es~ tructural que representaba consolidar un proyecto nacional en la novel repiiblica como un esfuerzo por aglutinar en un marco comiin las diversas expresiones regionales que emergian del otrora virreinato de la Nueva Granada." Las sucesivas constituciones decimonénicas sirven como indicador de tales disputas: por ejemplo, la Constitucién de 1886 represent6 un esfuerzo por centralizar las funciones de administracién y go- bierno en la capital, como parte de una estrategia orientada a “regenerar” al pais en materia social y politica luego del estado “decadente” en que lo sumieron las admi- nistraciones liberales de mediados de siglo, Esa Constitucién expresa una orientacién diametralmente opuesta a los lineamientos de la Constitucién de Rionegra de 1863, de inspiracién liberal, con un matiz abiertamente federalista (Vidal, 2001: 12) Como es de suponerse, la exacerbacién de los conflictos bélicos del siglo x1x se alimenté en buena medida de las posturas segregacionistas 0 centtalistas de gober- hantes nacionales 0 lideres regionales (caudillos) con apetencias separctistas, cuyo punto de maxima tensi6n se expres6 con la Guerra de los mil dias, que marcé la ttansicién del siglo xrx al xx, con la subsiguiente separacién del Estado de Panamé en "Es interesante observar que mientras durante la colonia los vrreinatos se dividieron en provincias, en los allores de la repablica su teitorio se dividi6 en deparamentos que a su vez albergaban provin cis. Con la Constitueidn de 1821 la division tertitoral del pais se estableci siguiendo un orden incl v0, en departamentes, provincia, eantones y parroquias. Con la ley fundamental del 21 de noviembre de 1831 se erigié la Repiiblica de la Nueva Granada conformada por 18 provincas; al ao siguiente Se establevi6 que el terrtorio nacional estara dividido en provincias, antonesy distritos parroquiales Posterionmente los cantones fueron eliminades segin las disposiciones de la Constitucién del 21 de thayo de 1853, y en 1855 se cred una nueva unidad denominada Estado federal, que aplisé en primera insancia a Panamé y con los aos « Amtioguia, Cauea, Cundinamarca, Boyaca, Bolivar, Magdalen Tolima y Santander. En 1861 Bogoti se erigié como Disrito Federal, aunque tuvo una duracién efimera (basta 1864), Con la constitucién de 1886 los nueve Estados federales pasaron a llamarse Departa- amentos. En 1905, segin la Ley 17 del 11 de abril, Bogoté paso a ser Distrito Capital. Con la ley del 5 de agosto de 1908 se constituyé la primera intendencia, Meta ala cual se summaran Caqueta, Guajira y ‘Choed, En 1910 se ered Ia figura de la Comisaria Especial con la designacién como tal del Vaupés ala «que luego le seguiran las de Urabi, Quibdo, Guajira y Putumayo (véase Pardo: 1979, 20-21). 129 REGIONES ¥ TERRITORIOS EN AMERICA LATINA 1903. Por consiguiente, las primeras dos décadas del siglo xx fueron el escenario de la consolidacién del proyecto regeneracionista iniciado en firme con la Constitucién Politica de 1886, Luego de Ia amarga experiencia de la separacién de Panamé, los go- bernantes conservadores de La Hegemonia se preocuparian por afianzar el centralis- mo del gobierno de Bogota y por debilitar la autonomia de las regiones como medida para limitar sentimientos independentistas de escala regional que pudieran provocar nuevas separaciones. El despunte del siglo xx fue escenario, entonces, de politicas de regionalizacién que apuntaban a fortalecer el centralismo del gobierno. No obstante, con los afios operara una traslacién significativa en materia de regio- nalizacién; de hecho, a mediados de siglo se experimentaron novedosas iniciativas de regionalizacién que esta vez asumieron el cardcter de “departamentalizacién”, como resultado, entre otros factores, de los desequilibrios entre regiones, de las ape- tencias burocriticas y electorales locales, de las rencillas de poder entre partidos he- geménicos y de las insatisfacciones de numerosos pobladores que consideraban estar realmente marginados de la cobertura del Estado (Fals, 1996). Hacia 1945 se realiz6 una enmienda constitucional en materia de regionalizaci6n a partir de la cual se defi- nieron las formas de divisidn del territorio nacional en departamentos, intendencias y comisarias; cada uno de ellos compuestos por distritos municipales © municipios (Vidal, 2001: 46). Finalmente, en materia de politicas piblicas para la administracién del territorio, la segunda mitad del siglo xx sera escenario de estrategias clave que, de acuerdo con Moneayo (2004), es posible definir en cuatro periodos: 1950-1970, 1970-1982, 1982-1990 y 1990-2002. El primer momento (1950-1970) se caracteriz6 por la adopeién de modelos sugeridos por misiones o consultores extranjeros orientados a administrar el Estado de manera mas eficiente, Se destacan los efectos de las rec rrie en 1949, financiada por el Banco Mundial, o la misién de la Comi para América Latina (crPat), en 1955, a través de las cuales la administracién regional se bas6 en criterios econémicos enfatizando el intervencionismo del Estado en la mate- ria y acudiendo a criterios téenicos para la regionalizacién (Moncayo, 2004: 41)."" En el segundo momento (1970-1982) se continiia con el modelo de la regiona- lizacién técnica del pais, pero se enfatiza en el criterio de la funcionalidad espacial de la economia nacional; para ello aparece como sustancial el argumento de la des- ™ Por ejemplo, en el caso de la administracién de Carlos Lleras Restrepo (1966-1970), el modeto de regionalizacién se orient6 a la planeacion y ordenamiento del terrtorio a través del establecimiento de regiones econémicas funcionales en las que una ciudad actuaba como centro. En consecuencia, se establecieran ocho regiones detcrminadas por Ia influencia y dinimica socioeconémica que imprimian ciudades como Bogotd, Medellin, Bucaramanga, Cali etcétera. (Moncayo, 2004: 41-42). 130 CULTURA ¥ REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA, centralizacién en regiones con el objeto de fortalecerlas. Los gobiernos de la época disefiaron politicas de regionalizacién acudiendo a criterios de conexién espacial de las regiones para promover el desarrollo econémico.” De la misma manera, algunas politicas disefiadas en ese periodo apuntaron a generar un equilibrio entre el desarro- lo del campo y de las ciudades fortaleciendo la asistencia técnica a todo nivel en el _ campo (Moncayo, 2004: 45-60). En el tercer momento (1982-1990) opera un énfasis en las politicas de descentra- lizacién y se desarrollan instrumentos juridicos importantes para proveer de mayor autonomia a las entidades territoriales tanto en el nivel politico como fiscal (Moncayo, 2004: 61-72). En este periodo se incorporan importantes esfuerzos de regionalizacién, particularmente con la intencién de planificar de manera més adecuada el desarrollo y las politicas piiblicas; en efecto, a partir de 1985 se reglamentan y definen los Conse- jos Regionales de Planeacién Econémica y Social (corres), segmentando el pais en cinco unidades regionales.'* Mientras que el cuarto momento (1990-2002) esta mar- cado por un cambio constitucional representativo, ya que la “Constitucidn de 1991 retoma el hilo perdido del federalismo, que habia permanecido latente desde finales del siglo pasado, al consagrar explicitamente el mandato hacia una nueva regiona- lizacién y promulgar un agresivo régimen de descentralizacién fiscal” (Moncayo 2004: 73). Asi, el siglo xx culmina en materia de regionalizacién con un importante esfuerzo por elevar a un nivel constitucional los modelos juridicos adecuados para itorio” de acuerdo con las realidades sociales, culturales, econémicas y politicas contemporaneas teniendo como criterio transversal la funcionalidad de las unidades politico-administrativas. Con esas disposiciones, la regionalizacién del territorio nacional a través del ordenamiento territorial constituye un instrumento sustancial para planificar de manera adecuada las politicas y afianzar la gobernabili- dad del Estado colombiano, Ahora bien, el esfuerzo por introducir esas estrategias de fortalecimiento de la gobernabilidad estatal en la plataforma juridica del Estado colombiano tendra como escenario la Constituyente que sesioné en el aiio 1990, cuyos resultados, plasmados en la Carta Politica de 1991, se han visto limitados a la reglamentacién de la Ley Or- ganica de Ordenamiento Territorial, la cual reconoce nuevas maneras de administrar ® este respecto y con una intencionalidad compartiva, es interesante observar que Colmenares (1998) sefala que antes que intentos de formalizacion de proyectos culturales anteriores, los proyectos nacionales del siglo xx en Latinoamérica fueron fundamentalmente politicos que para Frtaleerse se soporiaron, en bucna medida, en la integracién econémica "Estas unidades regionales son: Amazonia, Centro-oriente, Co (Vidal, 2001: 15). Allantica, Occidente y Orinoquia 131 REGIONES Y TERRITORIOS EN AMERICA LATINA, el tertitorio nacional, asi como nuevas unidades politico-administrativas tales como la regi les confiere unas responsabilidades politicas y administrativas particulares, haciendo de la regién en particular una entidad territorial como vector para la consolidacién de “un tercer modelo, intermedio entre el Estado federal y el Estado unitario” (Vidal, 2001: 12).' De tal manera, los esfuerzos contemporineos frente a la regionalizacién del pais estin orientados a proveer de autonomia politica y administrativa a las regio- nes (dlescentralizacién) sin poner en riesgo la unidad politica de! Estado colombiano. Y ciertamente la descentralizacién seri la politica publica en materia regional que tendra una continuidad sostenida de parte del Estado colombiano en la segunda mitad del siglo xx (Moncayo, 2004: 130). 1, la provincia 0 las entidades territoriales indigenas (v1). A estas unidades La nacionalizaci6n de la Amazonia colombiana'* jArmaos, colombianos del Sur! ;Volad a las fronteras del Peri, y espe- rad alli la hora de la vindicta! Mi presencia entre vosotros sera sefal de combate. Sid Botivar, 1828 Con esta proclama se resume la invitaci6n que dirigié Simén Bolivar a los colombia- nos para defender su porcién amazénica luego de la amenaza territorial perpetrada por los peruanos a finales de la década de 1820. En ella se refleja un evento tras- cendental: la declaratoria de guerra que realizé el gobierno nacional para ejercer st soberania en estas latitudes, De alli resulta evidente que el tema de la nacionalizacion de esta regién no es tan novedoso como se cree. El asunto radica, més bien, en las caracteristicas de los proyectos de nacionalizacién de la Amazonia y su eficacia, de las que nos ocuparemos a continuacién. Por consiguiente, es importante iniciar con * Desde la perspectva de Vidal (2001), una de las innovaciones sustancales de la regin como al terativa intermedia entre los modelos centralistay federalistaradica en queen ella opera una transieién sustancial del idea de soberania a la de autonomia, Es decir, sls discusiones de los modelos extrem, ‘en esta argumentacién, se plantearian en términos de la soberani, como es el easo, por ejemplo, de la ‘Consttucién centalista de 1886, que reivindiea en sus primeros articulos a idea de una sola soberania para Colombia, en la regin se discutirian las condiciones y garantias para dotrle de autonomia © Algunas ideas propuestas en este segmento del aniculo han sido desarolladas con mayor detalle en Del Cairo (2001). 132 CULTURA Y REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA Ta sintesis de los aspectos mis relevantes que caracterizaron el proceso especifico por el cual la Amazonia colombiana experimenté lo que podriamos Hamar su “naci Tizacion”, debido a que este proceso difiere en aspectos importantes del que se llevé “a cabo en otras regiones del pais. Respecto de este t6pico, son varios los trabajos "que se han efectuado como resultado de andlisis exhaustivos; sin embargo, grosso | modo se puede decir que la articulacién de la Amazonia colombiana con el interior del pais parte, desde una perspectiva historiogrifica, del siglo xvi, con el proceso de " expansidn de los incipientes centros poblados sobre aquellos espacios “baldios”, las, tierras bajas de oriente, que se disponian en su periferia y que debian ser anexados a la dinmica de la civilizacién, en un intento por consolidar lo que siglos después se pretendié llamar formalmente como el Estado nacién. La historia econémica regional indica que, al contrario de lo que puede presumirse, “la cuenca amazénica no ha esta- do, desde el siglo xvu, aislada del sistema mundial” (Pineda, 1987: 64). No obstante, esta empresa de articulacién experiment serios reveses cuando fracasé la estrategia de fundacién de pueblos de indios en tomo a las misiones, que habia tenido éxito en el interior y en el Caribe neogranadino (Dominguez y Gémez, 1994: 11-32). El poco éxito aleanzado por las politicas de articulacién sistemtica que levé a cabo el poder central, en su intento por incorporar las riquezas de la vasta geografia amazénica a la produccién de capital, contrasté con las modalidades econdmicas extractivas"” instauradas desde la segunda mitad del siglo xvi que si se constituyeron, contradic- toriamente, en los mecanismos mas efectivos para la insercién de la regién."* Luego de un periodo colonial caracterizado por esfuerzos efimeros y aislados de incorporacién de los territorios y gentes de la Amazonia, a partir de la instauracién de enclaves de economia extractiva y de la colonizacién misional, el esfuerzo republica- "7 EI cardcter particular de Ia economia extractiva supone la destinacién externa de la rigueza creada en una regién socioecondmica; es decir, su esencia radica en que el proceso productivo Hlevado 1 cabo en una region determinada deja el valor agregado y la valorizacién permanente extrarregion nalmente, y localmente s6lo provoca empobrecimiento, ya que los Factores productivos (recursos de la tierra y del trabajo) decaen, incidiendo directamente sobre las posibilidades de mejorar las condiciones, sociales de sus habitantes (consiltese Dominguez y Gomez: 1990: 9-11). " Dentro de las economias extractivas se cuentan, entre otras, el establecimiento de la extraccién aurifera a través de la mineria de aluvidn y de veta en el siglo xv, la comercializacién de la zarzapa que se extrajo desde que los colonizadores europeos aciquirieron el conocimiento que tena los nativos, de sus propiedades terapéuticas, la comercializacién de canelas amazsnicas a mediados del siglo xvi, la extraccién de quinas desde la segunda mitad del siglo xrx, la comereializacién de sarrapia a finales del siglo x1x, la agua o “marfil vegetal” cuyo auge extractivo se ubicé en la década de los euarenta, y lnextraccién de pieles en la segunda mitad del siglo pasado, hasta llegar ala extraccién contempordnca de numerosas especies animales y vegetales exdticas, y en via de extineidn, que se aticula a redes de comercializacion ilicitas de orden intermacional 133 REGIONES ¥ TERRITORIOS EN AMERICA LATINA no del siglo x1x por sentar las bases duraderas del Estado nacional se vio seriamente limitado, debido a las dificultades que implicé vincular efectivamente a los poblado- res de una inmensa geografia poco conocida por las elites. Estas condiciones estaban presentes desde el régimen espafiol que legé un pais “fragmentado en “islotes de his- panidad”” (Dominguez ef al., 1996: 30). Sin embargo, la representacién de la Ama- zonia como regién aislada y periférica, que constituye un estigma casi inevitable, es un lugar comtin entre varios de los que han inventariado la historia regional, desco- nociendo la densidad de las redes prehispanicas entre los pobladores amazénicos y andinos;” por el contrario, se trata de una regién que ha sido laboratorio de multiples estrategias de articulacién, empezando por la implantacién de enclaves econémi- cos extractivos, la colonizacién misional y los proyectos de colonizacién dirigida, y terminando con los mas recientes esfuerzos de estrategia y presencia militar en la ‘Amazonia Ciertamente la eficacia de aquellas estrategias de articulacién es poco alentadora, pero ello no quiere decir que se trate simplemente de una regién que no haya contado con algiin tipo de interés, relativo 0 no, de parte del gobierno central; esto lleva a considerar, entonces, la relatividad de su aislamiento y su significacién. En efecto, desde la segunda mitad del siglo xvi se trazan politicas enmarcadas cn el espiritu de las reformas borbénicas de conocer el territorio y sus gentes para optimizar la administracién de las colonias, constituyéndola en una regién geopo- litica objeto de tensas relaciones en tiempos coloniales (Useche, 1988: 229). Con ese interés se emprendié lo que Dominguez (2000: 338) denominé “la conquista cientifica colonial de América”, que en nuestro contexto se traduce en la realizacién de la Expedicién Botanica al mando de José Celestino Mutis y, afios después, en la Comisién Corogrifica liderada por el coronel italiano Agustin Codazzi. Entre otras cosas, expediciones cientificas como las mencionadas permitieron re- novar el conocimiento geogrfico y etnogrifico de numerosas regiones y también ilustraron sobre la naturaleza de paisajes y gentes que habitaban latitudes de las que se carecia parcial 0 totalmente de informacién para su “adecuada administracién”, En Gltima instancia, sirvieron decididamente al objetivo politico de configurar el mapa territorial e imaginario del Estado naciente. Esta consideracién supone la con- Es itil considerar, entre otros, las trabajos de Ramirez (1996), o Langebaek er al. (2000), para conocer con mayor detalle el proceso de configuracidn de complejas redes de relaciones prehispanicas al interior de la regién amazénica, y entre ésta y Jos Andes 2 pignsese en particular en la estrategia militar denominada el Plan Patriota, desarrotlada por el Ejército Nacional de Colombia con soporte logistico, financiero y militar de! gobiemo de Estados Uni- dos, cuyo objetivo es dar captura a los miembros del secretariado de las FaKc que, supone la iniciati militar, tienen asiento en la regién amazénica 134 CULTURA ¥ REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA -vergencia de dos niveles que componen la insercién de las comunidades amazénicas al proyecto de Estado nacién: lo pragmatico y lo simbélico. A nivel pragmatico, uno de Jos problemas mas densos para su nacionalizacién fue la distancia (Zarate, 1998). Esto repercutid en que las fundaciones no se alejaron mas de doscientos kilmetros de los Andes porque durante los primeros decenios de penetracién espafiola en la Amazonia colombiana, “{u}n avance mayor requeriria de una red més densa de poblaciones y de una produccién agricola y de manufacturas suficientes para no depender de una forma muy estrecha de los recursos andinos” (Dominguez y Gémez, 1994: 18) Con el inicio de la vida republicana, el Estado colombiano se preocupé por clari- ficar el estatuto juridico de sus territorios amazénicos en una disputa que se remonta a los virreinatos del Pert y de la Nueva Granada. La intencién de controvertir algu- nos limites entre la Provincia de Mainas y Jaén (Pera) y la Gobernacién de Popayan (Colombia) hacian necesaria una rectificacién de limites en el marco, como aducia e! gobierno colombiano, de la cédula real de 1740, que establecié de manera definitiva los limites territoriales entre los dos virreinatos y recaleé su compromiso de 1810 que consistia en respetar el wt possidetis jure como fuente legitima de los territorios de la repiiblica en oposicién al uti possidetis de facto esgrimido por el Pera (Salamanca, 1910, libro segundo). Tal indefinicién produjo que en el aiio de 1828, el gobierno de Colombia le declarara formalmente la guerra a su similar de Pera por no ser consecuente con la negociacién de los limites binacionales y violentar la soberania colombiana sobre buena parte de sus territorios del sur. La molestia del gobiemo co- Jombiano se resumia en que “el verdadero conato del Pert ha sido engrandecerse con los departamentos meridionales de Colombia” (citado en Salamanca, 1910: 349), como sentenciaba una nota diplomatica fechada el 3 de marzo de 1828, emitida por el canciller colombiano a José Villa en su calidad de embajador del Peri ante el go- bierno nacional. A pesar de su declaratoria de guerra, al gobierno colombiano “no se le vio hacer los aprestos bélicos necesarios para tomar la ofensiva como nacién ofendida” (Salamanca, 1910; 352). En su lugar, el ejército peruano tomé la iniciativa, invadiendo parte de los desprotegidos territorios del sur de Colombia; sin embargo, y con su victoria en el episodio bélico, Colombia obtuvo el derecho de imponerle al Pert “resarcir la guerra, ocupar las provineias usurpadas, reparar los daiios, des- agraviar ofensas y escarmentar al agresivo enemigo, como justa ley de represalia y compensaciones” (Salamanca, 1910: 357). Después de la confrontacién armada se firm6 el tratado de paz. del mismo afio, con el cual las partes reconocieron la vigencia de los limites de los virreinatos (del Pert y de la Nueva Granada) y conformaron una comisién binacional para rectificar los limites en cuestién, Pero el asunto de los limites amazénicos se hard nuevamente po- Iémico cuando, en 1830, la Gran Colombia, que incluia el actual territorio del Ecua- 135 REGIONES ¥ TERRITORIOS EN AMERICA LATINA dor, dio lugar a la Nueva Granada (ya desmembrada de sus territorios de Venezuela y Ecuador). Las disputas limitrofes continuarian, especialmente con Pent, a lo largo del siglo x1x y principios del xx, hasta que el conflicto binacional de 1932-1934 dirimio buena parte de las diferencias. Esta guerra sirvi6 para darle un lugar mas claro a la porcién amazénica en el registro simbélico de los colombianos, a la vez que afianz6 la posicidn del Estado en esas latitudes. En efecto, de la coyuntura bélica se generé un intento significativo de colonizacién militar que se desplegé por puntos estratégicos de los departamentos de Caquet, Amazonas y Putumayo y se cristalizé con las funda- ciones de La Tagua, a orillas del rio Caqueté; Puerto Leguizamo, en el rio Putumayo, sobre la frontera con Ecuador; Tres Esquinas, en la confluencia del rio Caqueta con el rio Orteguaza; Tarapacd, sobre las riberas del rio Putumayo, en la frontera con Brasil; La Chorrera, a orillas del rio Igara-Parand; Araracuara sobre la ribera del rio Caqueté, préxima a la confluencia de los rios Yari y Caquetd; y La Pedrera, fundada sobre la ‘margen del rio Caqueta, en cercanias a la frontera con Brasil! Se puede concluir que el ejercicio de nacionalizacién de la Amazonia colombiana que desplegé el Estado, mas que resultado de una iniciativa propia, fue la inconstan- te respuesta a los intereses extranjeros que se cernian sobre esta parte de la cuenca. Desde Portugal en el siglo xvu y xvul, Inglaterra, Estados Unidos y Peri en el siglo XIX, y este tiltimo también en el siglo xx, muchos han sido los intereses internacio- nales en juego que hoy también marcan un escenario profundamente polémico.” Ya Salamanca (1910: 91) habia considerado que la “verdadera causa” de las apetencias extranjeras, particularmente peruanas, sobre la Amazonia colombiana radicaba en el “descuido” de sus gobernantes, quienes no habian apoyado de manera decidida y contundente su articulacién econémica ni habian seguido las recomendaciones de jas iniciativas de “ciudadanos emprendedores”. En ese contexto, afectados por la invisibilidad de las selvas de Oriente, algunos cientificos e intelectuales subraya- ron insistentemente la indolencia de la dirigencia nacional frente a la Amazonia. La solucién que proponian, llamativamente, se basaba en fomentar la colonizacién extranjera para optimizar las colonias que alli se establecieran y asi garantizar el 2! Para una presentacién pormenorizada de los documentos consulares y diplomiticos que enmarea- ron la historia de la configuracién legal del territorio amazénico colombiano desc la Colonia hasta el despunte del siglo xx, véase Salamanca (1910), especialmente el libro segundo; ademas, Dominguez y ‘Giémez (1994), y Zambrano (1993), En relacién con el conflicto colombo-peruano de 1932-1934, véase ‘Vasquez Cobo (1985) y Gémez eral. (1995); y sobre la construccién del tertitorio amazénico cn cl siglo xx constiltese Ariza etal. (1998). = Por ejemplo, hace pocas semanas aparecié en el diario EI Tiempo, el de mayor circulacién en Colombia, un articulo que exploraba la veracidad, los fundamentos y los efectos de un virtual “robo de Ja Amazonia” perpetrado por intereses gevestratégicos de Estados Unidos (véase Celis, 2004), 136 (CULTURA ¥ REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA, éxito de la empresa colonial, apoydndose en individuos pertenecientes a paises mis desarrollados en el concierto internacional de la época. Pero esta estrategia no tenia en realidad nada de novedoso ya que la estrategia de “nacionalizar” la cuenca a tra- vvés del establecimiento de colonias de europeos se experimenté desde tiempo atras, ‘como se infiere del proyecto de una colonia de irlandeses en la Amazonia y la costa de Guyana hacia 1630, que representé en su momento una estrategia para repeler los intereses expansionistas de holandeses y portugueses en la regién (Cipolletti, 1988: 17)o experiencias posteriores al siglo xix, como aquélla liderada por el padre Fidel de Montelar, quien en las primeras décadas del siglo xx intenté establecer una colonia de catalanes en el Alto Putumayo-Caquetd, con el objeto de “civilizar” tierras y gentes. Alzate (1993) y Bonilla (1968). La regionalizacién en la cuenca amazénica y la Amazonia colombiana En el Ambito general de la cuenca amazénica aparecen trabajos de regionalizacién cultural y geogrdfica muy influyentes, como el de Steward (1948a) y el de Meggers (1976). Sin embargo, la més importante compilacién etnogrifica y clasificacién re- gional de la hoya amaz6nica corresponde al tercer volumen del Handbook of South American Indians, editado por Julian Steward (1948b), titulado The Tropical Forest Tribes. En él se hace un recuento etnogrifico pormenorizado de buena parte de las, ‘comunidades indigenas de la cuenca amazénica conocidas para la época. Esta hoya corresponde al Area cultural de las selvas tropicales, y sus habitantes fueron dividi- dos en las s seis culturas basicas de selva tropical: Guyana, Noroeste amazénico, Montafia, Jurué-Puriis, Mojos-Chiquitos y Tupi (esta tiltima subdividida ‘en Madeira-Tapajéz, bajo Xingd-Tocantins y Tupinamba y Guarani); dos tribus sub- marginales: Marginales oceidentales y Mura; y tres tribus marginales: Marginales intemnos de la Guyana, Marginales del Noroeste y Marginales del Amazonas del Sur (Steward, 1948: 884). ® Como punto de comparacién de esta regionalizacién cultural es importante sefalar la que realiza Dominguez (1987), acudiendo a eriterios geomorfoldgicos. En ella se establecen cuatro regiones: el maci- oy la peniplanicie de las Guayanas, el macizo central brasileno, la planicie amazénica y la region andino~ amaz6nica (Dominguez, 1987: 43). En las regionalizaciones de eareter etnol6gico no incluyo aquélias basadas en criterios lingbisticos ya que si bien han sido muchas ¢ influyentes, me interesa resaltar las que apuntan a regionalizar acudiendo a trazos culturales que pueden tipificar estereotipos regionals. 137 REGIONES ¥ TERRITORIOS EN AMERICA LATINA Si bien se detectan obvias diferencias en algunos trazos culturaies, de acuerdo con Steward existen elementos genéricos que de una u otra manera comparten las comunidades de esta drea cultural, Lowie (1948) realiza un balance de los elementos genéricos y las diferencias regionales de estas comunidades acudiendo a criterios como actividades de subsistencia, poblados y casas, trabajos de ingemeria, vestidos y ornamentos, transporte, manufactura, organizacidn politica y social, guerra, ciclo de vida, actividades estéticas y recreativas, religion, chamanismo y medicina, mitologia y literatura, sabiduria y aprendizaje e incluso etiqueta. Cada una de las divisiones de ia vida social y cultural de las comunidades del area es caracterizaca y comparada con el objeto de establecer ciertas recurrencias en comunidades préximas asi como diferencias con otros conjuntos de poblacién de la cuenca. De alli lz pertinencia de establecer esos rasgos culturales singulares y/o compartidos como criterio para la de- finicién de subareas, Como toda area cultural, la selva tropical suramericana tiene un foco de difusidn de trazos culturales que, de acuerdo con el argumento de Steward, Jo constituye la subarea de Ia Guyana porque “tiene el mayor niimerc de trazos cata- logados como caracteristicos de las Selvas Tropicales” (Steward, 19¢8: 886). Por su parte, Betty Meggers (1976) caracteriza las poblaciones de la cuenca ama- zénica utilizando el criterio geografico de dos ecosistemas que constituyen la vas- tedad de esta regién que pondera como “notablemente homogénea”; estas son: la tierra firme y la varzea, donde aquélla resulta el ecosistema predominante con una proporcidn de 98% del total de la cuenea. La primera, caracterizada por ser “tierras, altas, compuesta por suelos geolégicamente viejos y drenada por rios estériles de agua negra o clara” (1976: 28); mientras que la virzea representa el suelo que “es rejuvenecido todos Jos aflos por una capa de limo fértil proveniente de los Andes” (1976: 48), Estas caracteristicas geograficas impactan de manera directa la forma en la cual se establecen los patrones culturales de las respectivas poblaciones que habi- tan uno y otro ecosistema. Ahora bien, en el caso especifico de Colombia, no han sido pocos los esfuerzos por regionalizar el pais a partir de diferentes criterios. Entre ellos se destacan los que acuden a visiones geograficas 0 culturales. En el caso de los primeros, sin duda una de las clasificaciones regionales més influyentes fue la que propuso Emesto Guhl en su libro Colombia: bosquejo de su geografia tropical, donde establecié. cinco regiones geogrificas “que se caracterizan por su fisiografia, clima, vegetacién y sue- los, que a su vez, corresponden a sectores econémicos y administrativos, sin que es tas tltimas divisiones coincidan precisamente con los limites naturaies” (1975: 17). Conjuntamente con las llanuras del Caribe, la costa del Pacifico, la region andina y la Orinoquia, la Amazonia es definida como una de esas cinco regiones del pais geogré- fico que determind Guhl acudiendo a valoraciones eminentemente fisio-geograficas. 138 (CULTURA Y REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA Aquella selva amazénica que alberga un “clima ambiental frecuentemente hiimedo y caracterizado por la selva, el agua y el calor” (1975: 17) no es completamente homo- génea en su interior, sino que alberga subregiones climaticas o fisiograficas, muestra de que, en su conjunto, el pais geogrifico constituye “un verdadero mosaico biocli- matico” (1975: 18). Por su parte, entre las propuestas de regionalizacién cultural se identifican algunos trabajos bien ponderados y frecuentemente citados en la materia, como el de Reichel-Dolmatoff (1959) 0 Gutiérrez (1975), quienes de manera relati- ‘vamente temprana para la antropologia nacional, y a pesar de utilizar diferentes crite- rios, produjeron modelos influyentes y itiles para distribuir la poblacién colombiana en términos de afinidades regionales.”* En el caso especifico de las poblaciones de la Amazonia colombiana, histérica- mente se identifican diferentes intentos por clasificarlas en regiones, de las cuales solo mencionaré a manera de ejemplo dos de ellas siguiendo una matriz, temporal: una de las primeras, producida por Demetrio Salamanca (1910), y una de las mas recientes, producida por Correa (2000).* Salamanca (1910) efectiia una regionalizacién muy genérica de la Amazonia co- lombiana acogiendo el criterio de la aptitud de las tierras para colonizacién. Asi, la colonizacién aparece como estrategia eficaz de soberania nacional en los territorios meridionales y, a partir de alli, trazara dos zonas para fines de colonizacién: la central 0 baja y la alta, La primera es mas insalubre y anegadiza, mientras que la segunda es mis estéril, aunque tal esterilidad es relativa ya que mantiene una riqueza singular que se evidencia, segiin su criterio, en la densidad de la flora que soporta. Sin embar- 0, una y otra regidn conoceran la prosperidad verdadera sélo al incentivar el comer- cio, sus rutas e intercambios acompafiados de una inmigracién selectiva. En el caso de la zona central se requeriria de “individuos de la raza mongélica o amarilla, de ™ Para revisar algunos de los balances sobre las regionalizaciones eulturales en Colombia, véanse los trabajos de Calle y Morales (1994) y Correa (1989-1990) ® De manera muy simplificada, mencionaré otras dos regionalizaciones culturates de la Amazonia colombiana: la de Reichel (1987) y la de Ariza et al, (1998). En la primera, Reichel establece siete “grandes dreas culturales” que son: curso medio de los rios Cagueta y Putumayo, Piedemonte, Gua- iae, Vaupés, Trapecio Amazénico, Bajo Caqueta y,finalmente, el érea del Apaperis. Por su parte, la regionalizacién de Ariza etal. (1998) establece dos grandes reas: la Amazonia Occidental y la Oriental; 1a primera involuera los departamentos del Caqueta, Putumayo y Guaviare y se caricteriza, entre otras, cosas, por su incorporaeiéa histérica mas temprana, un mayor porcentaje de poblaciSn inmigrante y por la presencia de sistemas productivos como la agricultura y ganaderia intensiva (Ariza et al., 1998). diferencia de las demas regionalizaciones basadas fundatnentalmente en la disposicién geografica de Jos grupos indigenas, esta iltima se basa en el impacto de la colonizacién que con‘igura un panorama regional bastante particular 139 IReGHONES Y TERRITORIOS EN AMERICA LATINA complexign nerviosa, de ojos pequefios y oblicuos” (Salamanca, 1910: 96), mientras que la zona alta seria pertinente para inmigrantes de “la raza blanca europea”, espe- cialmente “deben preferirse (...) los espafioles, y entre ellos los gallegos, asturianos y aragoneses, por ser todos estos pueblos afamados como buenos agricultores en terrenos doblados o montafiosos; también los belgas, austrohiingaros, dinamarqueses, italianos, atiegos y turcos. Los montafieses del interior de la Tartaria independiente y de la China se aclimatarian facilmente a los declives montaiiosos de la Amazonia” (Salamanca, 1910: 96-97). De manera singular, Salamanca propone los criterios que deben fundar la propaganda adecuada de las regiones a colonizar por inmigrantes seleccionados; entre muchas otras consideraciones, se requiere difundir “el caricter caritativo de los naturales”, asi como generar una legislacién que regule la adecuada insercién de los inmigrantes para el progreso amazénico y del pais (Salamanca, 1910: 101). Frente a un escenario “ideal” y deseable de inmigracién extranjera para la colo- nizacién de la Amazonia colombiana, Salamanca propone el escenario posible con inmigrantes nacionales, entre los que recomienda “gente calentana de las riberas del ‘Alto Magdalena” (énfasis en el original), baguianos ée Pitalito, La Ceja y Santa Li- brada, asi como cundinamarqueses, caucanos o pastusos, dependiendo de la vertiente por la cual se dirija la colonizacién. En todo caso, para garantizar el éxito de la em- presa colonizadora, argumenta Salamanca, los colonos elegidos deben ser “jévenes de buena salud, vigorosos y de temperamento sanguineo (...) deben preferirse los campesinos de buenas costumbres morales y habituados al trabajo, porque los vicio- 505 ¥ vagos que callejean en las poblaciones no se aclimatan en aquellas regiones ni se someten a las faenas del trabajo, y no pasardn de la condicién de zdinganos y pa- résitos, que absorberian imitilmente los recursos de los buenos trabajadores” (énfasis, enel original) (Salamanca, 1910: 106). Mis alla de las regiones que ubiea Salamanca en la Amazonia, resultan muy interesantes los criterios que utiliza para definirlas, su potencial colonizador y el tipo de colonos que se deben introducir, ya que esto revela de manera clara las percepciones sobre la Amazonia como un territorio vacio que re- quiere set poblado con fines de explotacién y articulacién econdmica, configurando tuna imagen regional que mas adelante trataré. De otto lado, Correa (2000) propuso una de las mas recientes regionalizaciones cul- turales de la Amazonia colombiana; en efecto, de acuerdo con el autor, en esta region pueden identificarse ocho complejos culturales asocizdos en areas geogréficas espe- cificas en las que predomina un grupo étnico, Estos son: el Alto Orinoco-Rio Negro, el Medio y Bajo Apaporis, el Medio Caqueté-Putumayo, el Alto Caquetd-Putumayo, el Trapecio Amazénico, la frontera entre selva baja y Llanos Orientales, la frontera ‘Vaupés-Apapotis y Medio Caqueti-Putumayo y, finalmente, la frontera Alto Caqueté- Putumayo y la regién Andina (Correa, 2000: 104-105). Los grupos que habitan estas 140 [URA Y REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA {reas culturales mantienen ciertos rasgos culturales que tienden a ser representativos, pero no necesariamente reflejan una completa homogeneidad cultural entre si. En esas regionalizaciones de la Amazonia resulta central el criterio que precisamen- te se utiliza para definir las regiones, En el primer caso, la aptitud de las tierras para ser colonizadas, y en el segundo, la predominancia cultural de un grupo étnico. Tratese de una variable geogritica o cultural, el criterio de definicién de lo regional trasciende Jo puramente geogratico para instalarse en el terreno de la gobemabilidad afianzada a través de la colonizacién adecuada, como sugiere Salamanca, o en el del andlisis an- tropoldgico, como se deriva de la propuesta de Correa."* En ambos casos, opuestos y alejados en el tiempo, se expresa la utilidad y pertinencia de la regionalizacion, Imagenes regionales amazénicas Como se mencioné paginas atrés, una de las tensiones analiticas que embarga la no- ci6n de regién radica en la relacién homogeneidad/heterogeneidad que se le atribuye alas variables que singularizan a los habitantes de una regién especifica en relacién con los pobladores de otras regiones. En el contexto colombiano aparecen estereo- tipos regionales bastante acendrados que actin como marcadores de la identidad de sus pobladores. Por ejemplo, facilmente se identifica lo paisa con el particular y aventajado sentido para los negocios o el desparpajo y espontaneidad que caracteri- zan al costefio. Pero, ,qué decir del habitante de la Amazonia? No resulta inaudito plantear que para un colombiano comin resultaria embarazo- so emitir un estereotipo idemtificador de lo amazénico con la misma familiaridad con {que podria hacerlo respecto a lo paisa 0 lo costefio, por retomar el ejemplo anterior, en el cual quizas se haga una mencién a /o indio, 0 a lo salvaje, exético 0 exuberante ‘como epitomes de lo amazénico. No obstante, los antropdlogos que han concebido la Amazonia como regi6n cultural han acudido a su arsenal conceptual para identificar con claridad cuales son los rasgos mas comunes que identificarian a un habitante amaz6nico. Sobre sus poblaciones nativas y originarias se han trazado generalizaci res muy interesantes como aquella que, por ejemplo, presenta a sus pobladores como “excelentes pescadores y mejores cazadores, [que] tienen una forma muy especial de » La relacin que se traza entre los discursos producidos por la antropotogfa amaz6nica y su impac- to politico es densa, Aunque no existen muchos estudios a ese respecto, cabe anotar que en la historia reciente de las politcas de intervencién del Estado en la regién, se han alimentado fuertemente de los cstercotipos producidos por algunos antropélogos, particularmente en relacién com los indigenas y el medio ambiente 14 REGIONES ¥ TERRITORIOS EN Amica LATINA agricultura rotatoria, cuyo cultivo fundamental es Ia yuca brava” (Arocha, 1982: 116), © aquella sintesis general que realiza Pineda (1998: 161) refirigndose a los indigenas amaz6nicos, segiin la cual: L.-J] la mayoria de estos pueblos tienen una cultura de selva tropical; habitan en casas plurifamiliares —malocas—, mantienen una economia de roza y quema itinerante, caza y pesca. Son, por lo general, localidades de caricter patrilineal y los hombres buscan es- posas por fuera del grupo [...] Empero, existen notables diferencias en las formas de las casas colectivas nativas —malocas—, los tipos de organizacién social intema, los rituales ¥ otros aspectos. Por su parte, Calle y Morales (1994: 325-326) establecen las siguientes carac- teristicas generales que singularizan el drea cultural amazénica, constituyendo un “comin denominador cultural” que sirve para diferenciar a sus pobladores de los demis del territorio nacional, principalmente de aquellos asentados en la regién an- dina. Estas son: * Conocieron “tardiamente” el embate de la conquista ya que sélo hasta el siglo xix se establecen de manera permanente enclaves hispanicos, principalmente caucheros a través de los cuales se ejercié la sujecisn y explotacién de nativos, experiencia de larga data en el mundo andino. * Con tna excepcién, los némadas Makit mantienen una identidad en el patrén sociocultural representado en el de “horticultores amazénicos”. + El Internado misional ha sido el principal vehiculo de “deculturacién” de estas comunidades, que ocasiona un “complejo de inferioridad” de la condicién de “indio”. Tritese de uno u otro, los esfuerzos por hacer una decantacién de lo genérico y caracteristico en las poblaciones indigenas amazénicas resultan sustanciales para aquellos que intentan condensar una visidn regional en términos de la cultura de sus pobladores. Pero el alcance de la representatividad de esas generalizaciones es, en si mismo, controversial, ya que para algunos la Amazonia refleja la idea de homo- geneidad de sus pobladores, mientras que para otros autores solamente es posible emitir timidamente algunas caracteristicas generales que se neutralizan relativizando su alcance. Con el interés de reflejar algunas de las maneras por las cuales la regién amazénica y sus habitantes han sido abstraidas por diversas personas en tiempos distintos, se detectan, entre otros, estereotipos como los siguientes: 142 CULTURA ¥ REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA La Amazonia salvaje Uno de los estereotipos mas recurrentes es el que se identifica a partir de lo seftalado por algunas analistas como Taylor (1994) o Roosevelt (1994), quienes identifican que diversos relatos y maneras de pensar la Amazonia convergen en construirla como una regiin de negaciones, figura retérica a través de la cual se enfatiza, por ejemplo, la ausencia de complejidad social, desarrollo tecnolégico 0 concentracién demogrifica como ilustracién de su marginalidad en oposicién al mundo andino. De cierta manera, la base de este estereotipo se sustenta en la consideracién de sus pobladores como salvajes, carentes en consecuencia de todo signo de eivilizacién, por lo que requieren ser redimidos a través de diversas estrategias, sea colonizacién o evangelizacion, por ejemplo, para disfrutar de los provechos de la civilizacién. proceso de nacionalizacién de la Amazonia precisamente involuera un proyec- to civilizatorio, De hecho, Dominguez y Gémez (1994: 12) plantean que la expan- sién del modo de produccién capitalista en una regin donde vivian pueblos indi. genas no capitalistas era el fin que se buscaba al articular la regién amazénica a las dinémicas coloniales y republicanas. Si bien esto se habia dado en el interior del pais hacia mediados del siglo xvu, s6lo se produjo realmente en la Amazonia al comenzar el siglo xx. En este argumento, la consideracién basica es la necesidad de involucrar los territorios amazénicos y sus gentes al paradigma de la economia de mercado capitalista no sélo como proyecto econémico sino también cultural. Asi, las alterna- tivas de superar el salvajismo de los habitantes de la regién conducen a enfatizar la necesidad de implantan densos procesos civilizatorios aparejados con la articulacién funcional del espacio, como lo planteaban personajes como Michelena y Rojas (1867) © Lopez de Mesa (1934). Y precisamente una de las estrategias més interesantes para cristalizar ese proyecto civilizatorio fue formulada por Lépez de Mesa (1970), quien escribe que para lograr la eficaz civilizacién de los habitantes amazénicos se deber’ cambiar Ia estrategia de la colonizacién misionera por una que promueva entre los nativos su “cruzamiento con las razas superiores”, ya que ésta seri la tinica manera de que aquéllos superen definitivamente “su postracién cultural y fisioligica” (1970: 113). El proyecto del mestizaje cultural y bioldgico emerge como una opcién eficaz en el interés por civilizar la regién amazénica y sus gentes, pensadas en si mismas como expresién del salvajismo. 143 REGIONES ¥ TERRITORIOS EN AMERICA LATINA La Amazonia voraz Este estereotipo se refiere a aquella abstraccién no ya de sus habitantes sino de la exhuberancia de sus rios, vegetaci6n y fauna como una suerte de edén que empeque- ‘tece la capacidad comprensiva del hombre y su accién en él, Por ejemplo, Gaspar de Pinell (1928: 249), reflexionando sobre su lugar y condicién en medio de las selvas del Caqueté, escribe: ‘Verdaderamente en estas selvas se siente y se palpa por todas partes una voréigine que consume al hombre que no haya nacido en ellas; pero a pesar de todo tienen un hechiz0 tan irresistible que los que han pasado en estos sitios algunos afios, dificilmente se acos- tumbran en otra parte. Los horizontes inmensos que ensanchan el espiritu, los puisajes incomparables, los bellos y melancélicos erepisculos y alegres y encantadoras auroras, la espléndida luna y los limpidos cielos de las noches estrelladas, y hasta los abrazadores, rayos de sol tropical, logran impresionar de tal manera los sentidos del cuerpo y potencias del alma que al encontrarse lejos de estos sitios, todo se recuerda menos Io que se ha su- frido. A cudntos he visto salir de estas regiones renegando de ellas, prometiendo y jurando {que nunca més los volverdn a ver por alli; pasan unos meses, obra la fuerza magnética de Jos bellos recuerdos, y mi gente vuelve a dar a estas regiones, sin tener en cuenta ni penas pasadas ni promesas, ni juramentos. Es que alli la muerte llega riendo y se muere la gente sin acordarse de que est muriendo. jMisterios de las bellezas naturales, que s6lo Dios que las ha creado puede explicar! Pero en virtud de sus caracteristicas exuberantes y portentosas, la selva pro- digiosa embarga serios peligros para quienes penetran en ella. En efecto, algu- nas elaboraciones literarias 0 periodisticas han condensado esta imagen con suma eficacia, donde aparecen personajes como Arturo Cova, en La Vordgine, de José Eustasio Rivera (1924), 0 Julian Gil Torres, en Perdido en el Amazonas, de German Castro Caycedo (1978). En ellas la region amaz6nica se edifica como un paraiso traicionero que debilita el vigor de cuerpos y espiritus de quienes penetran sus parajes, condendndoles a la desgracia como consecuencia del rigor de la ley de la selva. Tritese del misionero del pasado o del colono del presente, su labor civiliza- toria resulta magnificada por sus semejantes ya que civilizar las tierras amazénicas y dominar a sus pobladores salvajes se entienden como triunfos del hombre sobre Ja naturaleza. 144 CULTURA ¥ REGION EN LAAMAZONIA COLOMBIANA La Amazonia despensa Algunos que han reflexionado sobre la Amazonia se encargaron de producir una imagen que enfatiza su papel relevante para los intereses de la nacién. Se trata de abstraerla como una regién vital para el desarrollo del pais en virtud de su gran potencial en recursos, por lo cual le auguraban un fructifero futuro cuando se lle- vara a cabo su inevitable articulacién en el interior del pais (entre otros Codazzi, 1996; Michelena y Rojas, 1867; Triana, s.f.; Kok, 1925), El proyecto colonizador, en su variable mas material ~entendido como la in- corporacion de tierras para su explotacién agricola y pecuaria—, aparece como la estrategia propicia para aprovechar los recursos de la selva y ponerlos al servicio del desarrollo del pais. De alli que “el problema principal de la selva pluvial ecua- torial consiste en evitar una agricultura de subsistencia y una subsistencia ser n6mada, situacién a la que es condenado hasta hoy el colono, y reemplazarla por un desarrollo balanceado (integral) que abarque la produccién animal y agricola” (Guhl, 1975: 258). Esto quiere decir que las formas tradicionales de uso de la selva resultan poco provechosas de los recursos regionales. Por ello, y en el marco de las discusiones sobre las colonizaciones dirigidas como estrategia de mitigacién de los conflictos sociales y las crisis econémicas de amplios sectores del interior del pais, aparece la necesidad de conocer de primera mano el funcionamiento del eco- sistema regional amazénico con el objeto de adaptar de la manera mas apropiada y eficaz las formas de produccién “importadas” del mundo andino y las Hanuras del Caribe, como la agricultura y la ganaderia intensivas. La percepcién de este estereotipo alimenté buena parte de las politicas amazé- nicas de la primera mitad del siglo xx, cuando empezaron a perfilarse proyectos de ocupacién del territorio regional, sobre todo en el piedemonte, para aprovechar sus recursos, y luego con el establecimiento de reservas forestales como una suerte de banco de tierras para los contingentes de colonos desplazados del interior.” Con ello se plasma la idea de una region ignota y ausente (Barona ef al., 1996) cuyas enormes dimensiones la hacen apropiada para extraer sus recursos 0 para resolver problemas estructurales del interior del pais ~como la concentracién de la propiedad rural-, desconociendo en buena medi comunidades nativas, » En particular, el gobierno colombiano ereé la Zona de Reserva Forestal de la Amazonia a través dela Ley 2 de 1959, 145 ReGiowes ¥ TERRETORIOS EN AMERICA LATINA El siguiente fragmento de Codazzi, escrito en 1851, con cierta intencionalidad premonitoria, condensa la metéfora de la Amazonia-despensa: Ese inmenso rio serd entonces surcado por los vapores que desembocarin por todos los afluentes que vienen de los Andes bolivarianos, peruanos y ecuatorianos trayendo el ro, la plata, el plomo, el cobre, e! azogue, el fierro, la hulla y la sal, juntamente con las incalculables riquezas que una tierra virgen prodigaré a manos llenas a sus habitadores (Codazi, 1851: 199). La Amazonia patrimonio Esta vision regional contrasta fuertemente con la abstraccién que conduce y legitima las estrategias de usufructo de las tierras amazénicas que aparecen en estereotipos anteriores, En esta perspectiva el valor de la Amazonia radica, fundamentalmente, en su evocacién como lugar que debe ser protegido, al igual que sus pobladores, en tanto santuario de muestras excepcionales de la naturaleza y culturas magnificas, singulares y en riesgo de desaparicién inexorable. En tales riquezas radica su valor a la vez que constituyen la clave de su concepcién como patrimonio de la humanidad. Producida desde una matriz de activismo politico o desde la academia misma, esta imagen enfatiza la necesidad de comprender la regién y sus habitantes en su propia especificidad para interactuar en/con ella de la manera més adecuada posible. De cierta manera, esta imagen se relaciona con aquélla del relato edénico sustentado cen narrativas que elaboran “un paisaje natural o aparentemente natural en términos que evocan conscientemente —o, més a menudo, de manera inconsciente— el relato biblico del Edén” (Slater, 1997: 25). Uno de los aspectos que mis se recalca en este marco es la necesidad de ponderar positivamente el conocimiento y las técnicas tradicionales de usufructo de los recur sos amazénicos que detentan sus pobladores milenarios. En este sentido, el “conoci- miento ancestral” se yergue como el camino adecuado para aprovechar los recursos de la selva de una manera equilibrada. A este respecto Arocha (1982: 120), escribe (que la “agricultura desarrollada por los indigenas de la Amazonia reduce al minimo las posibilidades de uma hecatombe ecoldgica”, a lo que se les contrapone la racio- nalidad econémica de los colonos quienes “[d]esprecian las técnicas y los cultivos indigenas” (1982: 121), y mas adelante acota que: Prestigiosos cientificos se devanan los sesos buscando la manera de aprovechar la selva tropical hiimeda, Sin embargo, han pasado por alto las culturas indigenas de la Amazonia, 146 (CULTURA ¥ REGION EN LA AMAZONIA COLOMBIANA Su gente, lleva casi 11 mil afios cazando, pescando y recogiendo los trutos que ofrece la regién, y desde hace 3 mil afios han cultivado la tierra sin que su presencia haya significa- do una pérdida irreemplazable de suelos, bosques y rios (1982: 121). De tal manera, la Amazonia es un santuario que merece ser, a todas luces, prote- gido de cualquier amenaza que rompa con el equilibrio ancestral que embarga. Este es un tépico continuamente elaborado desde los discursos de activismo medioam- biental, razén por la cual aparece la necesidad de reivindicar el papel sustancial que cumplen sus pobladores tradicionales como fuente de conocimiento y ejemplo de interaccién arménica con la naturaleza. Sus recursos naturales se erigen en expresin de un ecosistema denso, singular y valiosisimo que enfrenta la amenaza de su extin- cidn por la explotacién irracional. La Amazonia marginal Por tiltimo, aparece la abstraccién de la Amazonia como una regién marginal apro- piada para aquellos que requieren ser excluidos 0, por otro lado, como habitat de sujetos malsanos y peligrosos para el orden nacional o simplemente desterrados (Gé- mez, 2000). De cierta manera, esta imagen representa una continuidad de aquella de Ja Amazonia voraz en tanto que regién propicia bien para “cultivar” las malas accio- nes y los malos habitos o para castigar a quienes se consideran merecedores de un implacable castigo. Por ejemplo, en 1938 se establece la colonia Penal de Araracuara en el departamento del Amazonas, acudiendo al argumento que el medio infligiria castigo a los reos (véase Useche, 1998), Por otra parte, ailos después, en la década de 1960, el Estado apoya la coloniza- cién como estrategia de mitigacién frente a los agudos conflictos sociales motivados, entre ottos factores, por la distribucién inequitativa de las tierras en los Andes y valles interandinos que provocaron el recrudecimiento de la intolerancia, reflejo de la inequidad social, sumada a los enfrentamientos bipartidistas en el periodo deno- minado como La Violencia (1946-1964), y a la guerra establecida en contra de las denominadas reptiblicas independientes.* factores que conjugados derivaron en el desalojo campesino de miles de familias. De esta manera, las regiones del Uraba, Magdalena medio, piedemonte de los Llanos Orientales y la selva amazénica se con- % Las repiblicas independientes fueron territorios dominados por guerrillas de origen liberal que proclamaban su independencia y autonomia del Estado colombiano, y que se constituyeron en un claro desafio para el gobiemo conservador en su deber de monopolizar el control sobre la geografia nacional ¥y garantizar la unidad del pais (Molano y Reyes, 1978; Gonzalez y Marulanda, 1990). 147 REGIONES ¥ TERRITOR EN/ (CA LATINA vierten en nuevas fronteras de recepcién de poblaciones desplazadas dado su caricter de “territorios baldios”. Esto manifiesta la permanencia en la legislacién nacional y cn las lites de la nocién de zonas vacias. En el caso particular qi nos ompete, la regién amazénica, los corredores de los rios Guayabero y Ariari s. cons. \yeron en dinamizadores de la penetracién masiva de colonos que se dirigian al norte de la Ama- zonia; lo singular de estas arterias de colonizacién radica en que cada una encausa una modalidad: para el caso del Guayabero, la colonizacién relacionada directamente con las confrontaciones armadas y politicas de la regién del Sumapaz y determinante en la consolidacién de la guerrilla de las rarc (Gonzilez y Marulanda, 1990), y la coloniza- cién campesina espontinea para el caso del Ariari (Molano, 1992: 14). En las tltimas dos décadas, el cultivo de la coca ocasiona nuevas migraciones masivas hacia la Amazonia y, simultineamente, provoca su redimensionamiento por parte del Estado dadas las caracteristicas sociales, politicas, econdmicas y ecologicas asociadas al cultivo. De los muchos que llegaron detris de “El Dorado” cocalero, algunos se asentaron en la regién después de la primera crisis, hacia 1984, derivada de la dramatica caida en los precios de la base de coca. Asi, la Amazonia contempo- ranea aparece como reducto de guerrilleros, paramilitares y narcotraficantes. Aun los mismos colonos son concebidos desde esta dptica como generadores de problemas € inestabilidad social, y la Amazonia deviene en foco de desplazados, de colonos abusa- dores y depredadores del ecosistema, y de actores al margen de la ley que amenazan el orden. A este respecto, es itil mencionar lo que introduce Ramirez (2001) a propésito de lo que estaba en juego de parte del movimiento cocalero del Putumayo en la segun- da mitad de los afios noventa: “La exclusién que sienten los habitantes de la region mazénica ha significado para ellos la negacién de su ciudadania y reclamarla es un cto politico con significado cultural e identitario, de reconocimiento de pertenencia a una regién que buscan sea incluida al Estado-Nacién” (Ramirez, 2001: 22). En conjunto, estos indicadores sugieren la idea de pensar que la marginalidad que se le atribuye a los habitantes de la Amazonia no es solamente un asunto de su propia naturaleza sino también de la ineficacia de las acciones de! Estado. De hecho, esa marginalidad la traduce en un espacio de exclusion entendido como aquel carac- terizado por su “poca o nula articulacién socioespacial”, en oposicién a los espacios centrales en los cuales se aglutina la dinamica nacional (Gonzalez, 1998: 36). Con la misma nominacién de Amazonia se plasma el sentido de su abstraccién -egional. Siendo frontera de lo desconocido o umbral de la civilizacién, la Amazonia yermanecera como “simbolo de Ia alteridad” (Rouvier, 2000: 69). Asi, esta region se erige como una metifora que condensa un crisol de estereotipos tejidos sobre sus territorios y gentes pensados desde fuera. Las imagenes de la Amazonia como epitome de lo salvaje, lo voraz, la despensa, el patrimonio o lo marginal, aparecen 148, (CULTURA Y REGION EN La AMAZONIA COLOMBIANA, ‘como construcciones que le transfieren una singularidad regional, resolviendo cada ‘una a su manera la tensién entre la homogeneidad y la diferencia que se le atribuye a quienes la habitan. La coexistencia de estas imagenes es un rasgo interesante del mosaico regional que se elabora sobre la region amazénica La utilizacién de la regién como concepto refieja, en el caso amazénico, el doble nivel de percepcién instrumental y de abstraccién simbélica para condensar estereo- tipos erigidos sobre sus habitantes y espacios. Sin lugar a dudas, las estrategias para su nacionalizacién se han fundado y han respondido simultineamente en tiempos especificos a alguno de esos estereotipos tejidos sobre ella. Es asi que las imAgenes regionales que actiian como estereotipos naturalizan las acciones que se disefian para intervenir en ella, produciendo un marco de legitimidad que les dota de propiedad y sentido, Pero més alld de tal serie continua y contradictoria de anhelos centrales de articulacién, de ese territorio salvaje y vedado, paraiso de guerrilleros y cocaleros, 0 santuario de sociedades milenarias, sabedoras y respetuosas de! medio que les rodea, la Amazonia hoy por hoy esta lejos de independizarse, evadiendo el sino que le trans- firié Lopez de Mesa en la primera mitad del siglo xx. Esto decimos de aquellos que la pensaron desde fuera, obviamente carecemos de las otras versiones que completan este intrincado y denso mosaico, porque también habria que resolver la pregunta de cémo pensaron y piensan la regién sus pobladores de ayer y de hoy. Bibliogratia Alzate, B, (1993), “De regiGn a regidn: los catalanes en la Amazonia”, en R. Pineda y B. 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