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CIUDADES vor mauman as) HEMEHOTECA ENSAYO @EXPEDIENTE MEXPEDIENTE ae Campo y ciudad Ganaderia Politica de desarrollo en el capitalismo urbano-familiar 3 5 alternativo en actual y nueva ruralidad Colombia Emilio Pradilla Cobos Alfredo Cestn Varga César Ortiz . Mario Aliphat é Hacia una nueva Fanta Transformacién rural rusticidad Benito Ramirez Valverde 6 de La Laguna Blanca Ramirez ¢ Robine van Doren Patricia Arias Areas rurales, Otto Verkoren ‘ordenamiento SIN LIMITE urbano Ma. Soledad Cruz La rurbalidad Rorteue 55 tre Alejandra Moreno Ladrén de Guevara » Nuevo orden rural: itica al — 29 seer 59 sw & manufacturero Jorge Fuentes Mortia z y consumo Margarita Estrada Ieutniz Presentacion os cambios que hoy vivimos tratan de ser explicados, desde diversas vertientes, tratando de subrayar lo I diferente que hoy encontramos en los miiltiples ambitos que componen nuestras vidas. Y es indudable que mucho ha cambiado en cuanto a las priicticas de consumo, las formas de intercambio, las mentali- dades, etc., en donde Ia tecnologfa que ha revolucionado la forma de producir y de comunicarse, ha jugado un Papel trascendental. En este nimero, tal y como lo indicamos en la convocatoria respectiva, nos preguntamos sobre los ejes que determinan hoy a las sociedades rurales y las posibles explicaciones a su permanencia cuan- do se ha venido proclamando su desaparicién desde hace varias décadas, Aunque debemos decir que tampoco se han dado argumentos razonables para sostener tales proclamas. Sin embargo, en el mundo actual, sobre todo cuando se hace referencia a la globalizaci6n, implicitamente hay algo en el discurso que nos lleva a pensar en lo urbano. Mucha gente, por lo menos desde mediados del siglo Xx, se movfa con la seguridad de que lo rural era un 4mbito en extinciGn, pero ahf sigue, se mantiene. Y no s6lo eso: los campesinos a nivel mundial constituyen una vanguardia antineoliberal que ha hecho escuchar su voz con mucha fuerza y ha aglutinado a sectores cada vez mds amplios que participan en los foros interna- cionales con propuestas coneretas para su sector, en un mundo regido por Ia prepotente OMC. En México, la CENPA, la COCYP y la CAM, todas ellas organizaciones campesinas, se mueven en los esce- narios nacionales ¢ internacionales con una clara idea de lo que debe ser una politica agraria en el contexto actual, Son contestarias y muy activas, tienen proyectos de produccién organica y ecolégica que han puestoen practica en algunas comunidades, adquiriendo una invaluable experiencia. Y no parece que quieran desapare- cer; por el contrario, su tendencia es a permancer y hacerse escuchar por la sociedad mundial, ‘Lo mismo pode- mos decir de los grupos indigenas que cada vez estin menos dispuestos a aceptar que su futuro es desaparecer: no se hicieron visibles con toda su fuerza, en 1994, para después abandonar el escenario y devolver la palabra a quienes siempre la ha monopolizado. Campesinos ¢ indigenas se van a man ¢s el Gnico camino para una sociedad luchando en contra de lo que, itener en este mundo globalizado y yan a demostrar lad que se quiere tecnologizada, progresista en el sistema capitalista, se ha sostenido enarbolan otra ideologia, otros valores, una alternativa de vanguardia porque peleado, Ciertamente, los campesinos e indigenas ‘nGimero de CIUDADES presentamos co, Huitzilac o La Laguna, las Sufrido modificaciones consid que contradicen lo estos cambios pero, no por el donde lo que pasa en : en? ENSAYOR Campo y ciudad en el capitalismo actual n las dos ciltimas décadas, e! mundo rural latinoame- ricano! ha sufrido notorios cambios, resultado de la ‘aplicacién generalizada y abrupta de las politicas neoliberales y de la creciente insercién subordinada a la glo- balizacién, entendida como fase actual del proceso secular de mundializaci6n capitalista. Algunos autores han tratado de explicar estos cambios, asumiéndolos como manifesta- ciones de una nueva situaci6n estructural econ6mica, social, politica y cultural del campo y los campesinos, utilizando conceptos como nueva ruralidad, nueva rusticidad 0 rurba- lidad. Otros creemos que se trata de un estadio mAs en el pro- ceso de desarrollo capitalista que, en el mundo, ha implica- do la destruccién o la subsuncién formal 0 real de las formas y relaciones pre-capitalistas: en la produceién agraria, la pér- dida relativa de la poblacién campesina y el avance de la urbanizacién especificamente en los pafses latinoamericanos y Sus territorios interiores. Parece por tanto necesario retomar la discusi6n te6rica € interpretativa, muy intensa en las décadas de los sesenta y setenta del siglo xx, en la que participamos, por su impor- tancia para la explicacién de los procesos intensos de urba- nizacién que acompafiaron a la fase de industralizacion, y casi abandonada en los ochenta y noventa a causa de la cri- sis de las teorfas criticas y el aplastante dominio de las inter- pretaciones neoliberales convertidas en verdad tnica por los intelectuales afines o al servicio de los gobiernos y los orga- nismos internacionales. f Sostenemos la hipdtesis de que los innegables cambios ‘en el mundo rural no nos Ilevan a suponer: Ja constitucién de ‘una nueva realidad estructural que exija acufiar conceptos inuievos, que estos cambios expresan las particularidades y desigualdades del curso seguido por la generalizacién del al e mulaci6n de capital a escala global y CIUDADES 54, abril-junio de 2002, RNTU, Puebla, México Emilio Pradilla Cobos* de su impacto sobre una estructura rural en donde se mantu- vieron reas y formas importantes, supervivientes del pasado, y cuya exclusién se acentia hoy. En otros Ambitos territoria- les, en las reas de urbanizacién creciente, la destruccién o subsuncién de estas formas ha continuado, dando lugar a fenomenologias complejas y confusas. Estas situaciones no son generalizables en un mundo en donde se acenttia agresi- vamente el cardcter desigual, combinado y excluyente del desarrollo capitalista en su expresién territorial. Desarrollo capitalista, industrializacién, urbanizacién y descomposicién del campesinado En las décadas de 1960, 1970 ¢ inicios de los ochenta del siglo 2%, cuando las intensas migraciones campesinas y la urbani- zacién acelerada ponian en evidencia los cambios en curso en ‘el campo latinoamericano, se Ilev6 a cabo una fuerte polémi- cca entre os investigadores de derecha y de izquierda, y entre estos tiltimos, sobre la naturaleza, determinaciones y amplitud de estos procesos. En el primer caso, la antropologia y la sociologia americanas proponfan una explicacién basada en el continuo folk-urbano y el proceso secular de trinsito de lo tra- dicional a lo modem, representados por lo rural y lo urbano. Haciéndose eco de esta visién lineal y mecanicista, pero tra- tando de explicar la particularidad de América Latina, surgi6 ‘en las filas de la intelectualidad del sistema, el concepto de ‘marginalidad que denotaba Ia superposicin transitoria de {quienes en el campo y la ciudad se integraban a la modernidad ¥ quienes se mantenfan al margen de ella, en el araso secular, ‘como resultado de la especificidadintroducida en el continen- te por Ia conquista y la colonizaci6n, Esta situacién desapare- cerfa con el desarrollo capitalista y la modernizacién de toda Ia sociedad (Desal, 1969; Germani, 1973). Enel segundo eas, os autores que nos ubicabamos en el ‘marxismo, en cualquiera de sus variantes,*criticamos la con- Ceptualizacin anterior (entre otros muchos Pil, 1979 , 3 algunos autores, sin embargo, mantuvieron el ee i marginalidad, dindole un contenido estructural y radic (Castells, 1973a; Quijano, 1973), Pero al interior de esta co- rriente también se llevé a cabo un intenso debate sobre el ori- gen de las migraciones del campo a la ciudad y las relacio- nes estructurales entre estos dos Ambitos territoriales, en el que participaron muchos autores de izquierda (ver entre otras, Ia recopilacién de Castells, 1973b, y muchos textos individuales). Castells sostuyo entonces que la migracién campesina masiva a las ciudades era generada por la crisis interna de las estructuras agrarias tradicionales y la atracci6n de las ciudades (Castells, 1973a), mientras que Singer y yo sostuvimos que era el resultado de la destruccién de las for- mas productivas precapitalistas agrarias debida a la penetra- cién del capitalismo en el campo impulsada por la industria lizacién que, sin embargo, no tenfa que incluir a todas las propiedades rurales ni a todos los campesinos (Singer, 1973; Pradilla, 1981).3 Sinteticemos 1a estructura I6gica de nuestra posicién. Para alimentar en materias primas agricolas baratas el proce- so de industrializacién por sustitucién de importaciones en condiciones de proteccionismo arancelario, y generar exce- dentes de alimentos para la masa creciente de trabajadores fabriles y comerciales de las ciudades, era necesario trans- formar las formas tradicionales de produccién agraria. Al mismo tiempo, los sectores agropecuario y minero tenfan que incrementar el esfuerzo exportador para obtener en el mercado externo las divisas que financiarfan la creciente importacién de maquinaria ¢ insumos para la nueva indus- tria, lo que era un factor més para la transformacién capita- lista del campo. En el complejo latifundio-minifundio (pe- quefios propietarios, campesinos parcelarios, comunidades agrarias y formas colectivas como el ejido mexicano) que do- minaba la estructura agraria de la mayoria de los paises lati- noamericanos, fue la gran propiedad terrateniente existente o la que se formé en el periodo mediante la violencia, la que modifies su organizacién e introdujo la relacién capital-tra- bajo asalariado —en muchos casos, bajo formas atrasadas co- mo el peonaje— y las nuevas téenicas agricolas:¢ maquina- "ia, fertilizantes y pesticidas, semillas mejoradas, etc. La poblacién campesina parcelaria, propietaria o arren- dataria precapitalista, fue expulsada del campo por la violen- sa aeuisnies ° anpliane los latifundios, al convertirse cn cratata para la producién, 0 al no poder competi mn igropecuario en expansi6n; tuyo que emigrar a Tas ciudades en crecimiento en busca del trabajo que ofte. a unis fetes ¥ comercios y la industria de la cons- . PansiGn capitalista en el campo, cuyo mercado urbano no crecfa lo suficiente, no necesitaba trans, formar toda la extensién rural ni expulsar a toda su poblacién Campesina; una parte de ella, atada a la tierra por lazos némicos y culturales, ubicada en las zonas alejadas wae Tercados agropecuarios, © poco productivas blos rurales, sobre todo en aquellos que por localiza zonas de mayor desarrollo capitalista, se convittieon en indigenas en paises como México, Guatemala, Ecuador o Colombia, que tenfan una alta densidad pobign seg i lacio. nal original, que no fueron aniquiladas por la conquisay colonizacién espaol, ni por el proceso de sobreerpiga, cin en Ia fase posterior a la independencia: lls fueron ps sresivamente aisladas y concentradas en éreas poco file alejadas de Ios centros urbanos, o sobrevivieron en ls sim, 0, ain, en la cercanfa de grandes ciudades gracias a su cohe sin comunitaria, a su identidad cultural y étnica, ala resi, tencia_pasiva 0 a movimientos revolucionarios (Méxey, Pert, Bolivia). ‘Al mismo tiempo, los productores agrarios capitalists y los asalariados rurales se transformaron en mercado para industria urbana productora de insumos agropecuariosy de bienes de consumo individual. La expansién econémica capitalista de las ciudades tampoco requerfa de toda la fuer. za de trabajo expulsada del campo, por lo que se form6 el ejercito industrial de reserva (Marx, 1867, tomo 3, cap. XXIII, sec. 3 y 4) —de desempleados—, que dio lugar al mito ideol6gico de la masa marginal o informal (Pradilla, 1987, cap. IV). Las ciudades en crecimiento transformaron suelo rural periférico en urbano e integraron pequefios poblados cercanos, por la accién de los fraccionadores capitalistas 0 ilegales, o la invasi6n irregular de los pobladores pobre. En México, 1a urbanizaci6n se Ilev6 a cabo en su mayor parte sobre tierra ejidal 0 comunitaria mediante procesos de ocu- pacién ilegal y regularizacién posterior. El diferencial de rentas del suelo urbano y rural y la pobreza de los eampesi- nos periurbanos fueron el motor econémico de esta transfor- maci6n, legal o ilegal (Jaramillo: 1994). La penetracién de relaciones capitalistas de produccién e intercambio en el ‘campo, e! mejoramiento de Ia infraestructura de transporte Y comunicaciones exigido por la nueva relaci6n con el meret- do, y la amp! introdujeron nuevas formas culturales y laborales en los pue= i6n de los servicios de educacién y salud, ocalizarseen las extinci6n, atin lejos de concluir, de la op sefialada por Marx para la fase de tr Pert, Bolivia, La continuidad y los cambios producidos por el neoliberalismo y su globalizacién {La crisis generalizada del capitalismo mundial, que entré a mediados de los setenta en una onda larga recesiva de la que atin no sale, 1a aplicacién abrupta incondicional en Améri. ca Latina de las politicas neoliberales y su “ajuste estructu. ral", la creciente integracién subordinada de la regién en la slobalizacién capitalista, la desigual liberacién del comercio internacional, y la constitucién de nuevas formas de concen. traci6n urbana, han profundizado los procesos de descompo- sici6n de las formas tradicionales de produccidn y organiza- Cin del sector agrario, y al mismo tiempo han dado lugar a cambios significativos en la insercién del mundo rural en las economias y sociedades latinoamericanas, Pero estos proce- Sos siguen siendo desiguales, entre paises y entre territorios interiores. El campo inserto en procesos intensos de urbani- zaci6n se transforma estructuralmente, al tiempo que se man- tienen grandes éreas donde domina Ia produccién pre-capita- lista, parcelaria o comunitaria de subsistencia, con complejas articulaciones de dependencia, explotacién y opresi6n con él mundo global. Estas contradicciones se expresan intensa- mente en lo politico y cultural El estancamiento del sector agrario latinoamericano Desigualmente segiin los paises, la produccién agropecuaria entré en crisis desde los afios 70s. Desde entonces, las tasas de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) agricola han sido inferiores a las del Pip total, sobre todo a partir de la gran crisis de 1982 que marcé el inicio de Ia fase de muy bajo crecimiento econémico de Ia regién (CePAL, 2001: I CEPAL y David, 2001: 141). El agotamiento y anquilosamien- to de Ja reforma agraria revolucionaria en México, justificé la contra-reforma neoliberal privatizadora de inicios de los 90s; sin embargo, la apertura comercial acelerada iniciada a fines de los 80s, que incluy6 al sector agrario, y Ia resisten- cia activa o pasiva del campesinado no han justificado o per- mitido una transformaciGn radical de la ea de & pro- edad y 1a produccién agraria, En otros pafses, la tibieza y leas eas reformas agrarias, st Yar la y setenta como respuesta a los movimien - ihe ma modificaron el patrén de explotacién agraria con edad. aaa del sector agrario fue el resultado de imiltiples factores: Ia pérdida de dinamismo o la contraccién de la produccién industrial compradora de insumos primarios; la cafda del mercado interno de bienes agricolas de consumo directo por el desempleo y Ia reduccién generalizada y violen- ta del salario real como efecto de la politica neoliberal; la cre- netracién di agroalimentarios y agroindus- ri entes de los pafses desarrollados, con menores latinoamericanos a los paises desarrollados. Ast, desde 19% han cafdo los precios reales de los productos agricolas en. Conjunto de América Latina (CEPAL, 2001: 114) Sia lo anterior sumamos Ia eliminacién o reduceién d los subsidios piblicos al sector agrario por las politicas neo liberales y las crisis fiscales, y la restriccién aguda del crédi to bancario al sector, el resultado ha sido la pérdida de ren tabilidad de la produccién agropecuaria nacional y, poi tanto, los menores incentivos para la inversién de capital er cl campo. De esta situacién s6lo escapan relativamente las reas de explotaci6n agraria capitalista intensiva, dotadas de Yentajas competitivas muy notorias, vinculadas a la exporta- cién como en el caso de Sonora y Sinaloa cerca de la fronte- ra México-Estados Unidos. La cafda de la rentabilidad capi- talista de Ia produccién agraria leva a que se reduzcan las reas explotadas por los productores comerciales a las més fértiles y mejor ubicadas en relacién con los mercados inter- ‘nos 0 internacionales. Asf, cede relativamente, sin desapare- Cer, la presin expropiatoria, por el mercado o la coercién, Contra las tierras de los pequefios propietarios o comunida- des campesinas e indfgenas. La persistencia de las formas pre-capitalistas 0 capitalistas atrasadas en el campo En estas circunstancias, el proceso de descomposicién de las formas pre-capitalistas 0 capitalistas atrasadas —que no fun- ccionan en el ciclo de la acumulacién de capital, ahora globali- zado—, reduce su intensidad, permitiendo su subsistencia en las zonas apartadas y mal comunicadas con los mercados uurbanos internos o los internacionales, 0 cuyas tierras son poco fértiles para los cultivos que atin mantienen rentabilidad en el mercado, o que por su geografia son poco mecanizables. ‘Aun asi, la presencia de formas atrasadas y poco productivas Permite a los productores capitalistas la apropiaci6n de rentas absolutas y/o diferenciales del suelo, transformadas en sobre- ganancias, por ejemplo, en el cultivo de mafz en México. La acentuada pobreza campesina derivada de estos proce- os,° sus necesidades de subsistencia y los lazos individuales ¥¥ comunitarios com la tierra actdan como factores importantes de la permanencia de estas formas productivas. Pero contina la emigraciGn de excedentes de poblacién campesina, sobre todo j6venes, hacia las grandes ciudades o el extranjero, en particular en México y Centroamérica hacia Estados Unidos. En las zonas rurales atrasadas permanecen fundamentalmente las personas de mayor edad, lo que aumenta los factores de baja productividad. En el caso mexicano y centroamericano, ee ee ee ee eee ee emigrantes legales 0 ilegales a dette Seid ec se lan a a Uhre agraria y dan cierto dinamismo comercial a sus poblados. - etaae apserten te Et viarcottdfico'en'ta slobalizacion ; de Ia producci6n agraria y el empobreci- ts ar pss an amd hos leo familias campesinas en Perd, Bolivia, Colombia o México en manos de las mafias del narcotréfico. Ocupan porciones de la selva o las montafias altas para producir cocaina, amapola ‘o marihuana para alimentar el consumo en Estados Unidos y ‘otros pafses consumidores. Estos campesinos enfrentan el riesgo de la represiGn militar y de la fumigaciGn de sus tie- ras, sus animales y sus propias familias, por un reducido ;pago, mientras las mafias internacionales se embolsan gigan- tescas sumas de dinero, que circulan por los circuitos finan- cieros globalizados. El impacto del cambio tecnolégico sobre el campesinado El cambio tecnolégico acelerado, caracterizado por novedo- sos instrumentos de cultivo y recoleccién, semillas mejora- das, abonos quimicos, insecticidas, herbicidas y por métodos de aspersién hidroponta, y més recientemente por los pro- ductos transgénicos, se vuelve contra los campesinos, la tie- ra y su cultura. Al elevar coyunturalmente la productividad de la tierra y el trabajo, saca de Ia produccién a superficies recientes de cultivo que no pueden competir en precio y calidad en los saturados mercados internos e internacionales, y reduce la fuerza de trabajo necesaria, ampliando la super- poblacién relativa condenada a la emigracién o la miseria. También destruyen en el largo plazo la fertilidad natural de la tierra, haciéndola dependiente de los abonos quimicos; afectan las cadenas naturales de depredadores imponiendo el uuso constante de pesticidas. Contaminan el agua y matan su fauna. Se transmiten a los humanos a través de las cadenas alimenticias. Hoy, los alimentos transgénicos plantean serios proble- mas: la ignorancia sobre sus efectos de largo plazo en los ‘consumidores humanos y animales; la destrucci6n de los Drogenitores animales y vegetales tradicionales, més adecua- dos al medio natural y la cultura de los campesinos; y la dependencia creciente de las grandes empresas trasnaciona- tes que controlan las patentes y la produccién de semillas y especies. Elmundo rural al interior de las nuevas formas urbanas En el 2000, América Latina habfa alcanzado una tasa de + ¥ tenia 49 grandes ciudades de més quedan alrapadas tierras agricolas de distinta fe extensién y productores de diverso peso, inluidge mi) nos parcelarios 0 comunidades pobres, amps Estas tierras son consideradas por el capital para la urbanizaci6n, mas que como éreas poeta amenazadas constantemente por los grandes desang) sn? inmobiliarios, los gobiernos para la construccin de piblica, los fraccionadores ilegales, o los invasores urbanos. Los campesinos pobres atrapados en la tama utg ‘no-tegional usan su tierra para cultivos de subsistencia ene 2a de animales, como apoyo a la subsstenci, al empo gy venden su fuerza de trabajo excedente en el mercado lh urbano, sobre todo en Ia construcci6n,o realizan activdse precarias como la venta callejera 0 la delincuencia. La diisig del trabajo por edades deja en el campo a fos hombres y i mujeres de mayor edad. Estos campesinos combinan también formas de subsistencia como la venta de artesanfas 0 apres tacién de servicios ligados a la recreacién de fin de semana de los urbanos, enfrentando en estos campos la competencia de proveedores mercantiles de las ciudades. Estos procesos se repiten en Ja periferia de casi todas lis zonas metropolitanas en expansién o en los intersticios agr- rios de los sistemas urbanos regionales o ciudades regin. ‘Simulténeamente, los pequefios pueblos campesinos, por i lados que estén y pobres que sean, sufren la penetracion de los productos industrializados y sus realizadores comerciales, se integran al mercado capitalista, dejan de producir sus ve tidos y utensilios domésticos y parte de su poblaci6n s trans- forma en empleados 0 comerciantes por cuenta propia. La integracién del territorio mediante las vialidades, el transpr- te'y las comunicaciones es un factor de esta transformacién. Esta semi-proletarizacién de la fuerza de trabajo rural ‘sta transformacién de sus pueblos, es la expresién de a de ‘composicién del campesinado por el capital y la ciudad cop- talista. A pesar de las apariencias, no se trata de la formacién de una nueva ruralidad, sino de una fase de su desaparicién como campesinado. En el campo alejado territorial, econ ‘mica y culturalmente de las grandes ciudades, Jas cosss 0° rren de distinta manera. Lo viejo parece mAs estabe, os rit antienen; sin embargo, la fe a radio, quiets a ‘mantienen; la radio, tle somo fo produces aliments Ges nacionales indican nt . Ks el deporte comparten el estrellato. La miisica verndcula se amalgama con la nacional o internacional contempordnea, Los habitos laborales ancestrales se combinan o subordinan a la disciplina empresarial. La administracién estatal despla- 74 las viejas formas comunitarias de organizacién civil Cambian los productos y hébitos de consumo: lo industrial sustituye a lo artesanal y aparecen nuevos objetos ¢ instru- mentos, Es el proceso continuo de modernizacién capitalista que avanza a ritmos e intensidades cambiantes, segin los ciclos de la acumulacién. Nada Ss permanente, todo es tran- sitorio, nunca hay formas definitivas ni puras, s6lo hibridos. La resistencia campesina Este proceso continuo de transformacién capitalista del campo latinoamericano no ha ocurrido, en ningiin momento desde mediados del siglo xx, sin la presencia de movimien- tos de resistencia campesina. La revolucién mexicana fue la Precursora, ante el temprano agravamiento de la expropia- cién violenta de las comunidades por los rancheros para for- mar los latifundios, durante el porfiriato. La violencia gue- rrillera en Colombia desde los 40s, sin final previsible, se gest6 inicialmente como respuesta a la expropiaci6n de los campesinos por los terratenientes. Los movimientos armados que se generalizaron en la regién luego de la revolucién cubana, ineluyendo a Centroamérica hasta la década pasada, tuvieron como banderas las demandas campesinas y como combatientes a sus hombres y mujeres. Su debilitamiento y su derrota tuvieron relacién con el de esta clase social. Hoy se manifiestan también los movimientos de resisten- cia campesina, con un componente que aunque presente en el pasado, cobra mucha mayor relevancia: el de las comuni- dades indigenas que con su especificidad, son también las més explotadas, oprimidas y excluidas de las comunidades campesinas. Las comunidades indigenas de los Altos de Chiapas y el EZLN en México, los indios cocaleros de Pert y Bolivia, las organizaciones indfgenas ecuatorianos, se unen al Movimiento de los Sin Tierra en Brasil, en la resistencia a laexpropiacién, la explotacién y la opresiGn capitalista ahora globalizada (Petras, 2000: II). La teoria frente a estos procesos De esta sumaria exposicién de los procesos seguidos por el campo latinoamericano podemos derivar algunas conclusio- nes preliminares: 1. Si queremos entender Ia situaciGn actual del campo, debemos colocarla en el curso de su historia (jel tiem- po?) y en sus territorios espectficos (el espacio?), tanto en Ia teorfa como en Ja interpretaci6n Pee id Procesos concretos encontramos continuic y : sg Ee por Ia historia del desarrollo capita- = ‘Latina, los diversas elapas que ha reco- impacto de cada una sobre el desarrollo capi- ‘el campo y la descomposici6n de las formas tas de produccién y sus culturas propias; encontramos también grandes desigualdades de ritmo, intensidad, tiempo y resultados entre pafses, entre territo- rios campesinos interiores, y entre situaciones diversas en relaci6n con las formas urbanas, que dan como resul- tado muy distintas combinaciones complejas y situacio- nes en cada uno de los dmbitos. 3. Ninguna experiencia particular, ningdn resultado conere- to de estudio de caso es generalizable; un rasgo cualquie- ra s6lo alcanzaria el estatuto de “universal” si Io halléra- mos en todas las situaciones particulares, 1o cual nos debe llamar a la prudencia sobre las conclusiones de nuestra investigacién, 4. Los estudios de caso que abordan un aspecto particular del entramado complejo de relaciones del mundo rural, debe colocarse en el campo de sus relaciones con el resto de la estructura econémica, social y territorial que constituye su entorno, sin tener necesariamente que estudiarlo todo, 5. Tenemos que retomar el hilo de la discusién teérica e interpretativa abandonada con motivo de la llamada cri- sis de los paradigmas tedricos, para poder sali ‘cho campo del empirismo que hoy domina Ia investiga- cin en casi todas las ciencias sociales; asi podremos saber qué es lo nuevo y dénde se expresa lo son las continuidades y cuéles las rupturas reales, si nos enfrentamos a estructuras durables 0 s6lo a formas tran- ‘ionales; si las propuestas de nuevos conceptos son Vélidas 0 Giles, o si los anteriores conceptos siguen man- teniendo su validez explicativa, lo que harfa innecesario acufiar otros nuevos. En el conocimiento no hay caminos Gnicos, ni verdades absolutas, ni destinos manifiestos; s6lo hay Ia bisqueda de los procesos que se ocultan tras la apariencia, y que validan socialmente a la ciencia. Este texto s6lo pretende lamar la atenci6n a las nuevas generaciones de investigadores, en este tema y en otros, sobre la necesidad de volver a la teoria, al debate abierto y plural de los conceptos y las interpretacio- nes que de ellos se derivan, que son la esencia de nuestro tra- bajo, de nuestro oficio de investigadores. La teorfa y la investigaci6n tienen también su historia y sus territorios; ignorarlos no los hace desaparecer. Notas 1 Sostenemos que México sigue formando parte del mundo latinoameri- ‘ean con el que 10 unen maltiples rasgos estructurales, a pesar de los -deseos y las declaraciones de sus gobemantes y de la especificidad en Ia universidad.” Los esfuerzos familiares de los Conclusiones La diversidad de experiencias laborales en Huitzilac, en par- ticular las que se han desarrollado en las manufacturas qve ro formaban parte del bagaje de los antiguos habitantes, ha contribuido a la transformacién de la vida cotidiana de esta comunidad. Estos cambios son multidimensionales y com- prenden las formas de entender el trabajo, la adopcién de nuevos valores y nuevas formas de consumo, y la organiza- cidn familiar. Algunas de las manifestaciones de estas trans- formaciones hacen pensar que el modo de vida en Huitzilac ¢s, en la actualidad, muy semejante a la urbana. Sin embar- 0, si bien las caracteristicas de las formas de vida actuales difieren profundamente de lo que tradicional mente se consi- deraba rural, también lo son de lo que se caracteriza urbano. Estos individuos que laboran como obreros y como tra- bajadores por cuenta propia, pero también como empleados y como comerciantes, se constituyen como trabajadores rurales cuyas caracteristicas son heterogéneas, pues en su esfuerzo por satisfacer los requisitos de sus distintas activi- dades han debido incorporar nuevos valores y transformar otros. Asi pues, los bienes de consumo han adquirido una importancia creciente como indicadores del estatus social; lo mismo sucede con la educacién formal. En estos cambios también han desafiado concepciones que consideraban impropias: la participaci6n de los varones en tareas que hasta hace un par de décadas eran realizadas exclusivamente por Jas mujeres, como la costura. ‘Aunque la realizaci6n de las nuevas actividades ha trafdo consigo nuevas prdcticas, no todo es nuevo en elas. Contint- an presentes las orientaciones tradicionales del trabajo en los contextos rurales, en particular, aquélla en la que la obtenci6n de los medios de subsistencia no es un asunto individual, sino {que suele formar parte de estrategias més amplias sostenidas Por grupos de parentesco que comparten la vivienda, o el tra. bajo en el predio agricola (Holmes, 1989: 61, 63). De modo que conservan una l6gica propia del trabajo agricola en la zona de México central, y que consiste en que | participacién se estructura principalmente por la pertenen- cia a redes sociales familiares (Pries, 1997: 185), ‘Sin embargo, tal vez el rasgo més notable son las carac- {eristicas bajo las cuales se establece la relacién laboral en 10s taleres, La flexibilidad en la disciplina laboral poco tiene ue ver con la que se ha instrumentado desde hace més de tuna década en las planta industriales del pafs. Es, por el con. {rario, muy semejante a la que pose la organizacién que se desarrolla en la mayoria de los hogares para realizar el tra, bajo doméstico, y al igual que éstatiltima permite que los trabajadores atiendan nifios,realicen quchaceres de la casa y resuelvan situaciones imprevistas mientras cosen. La neces). dad de responder a las demandas de hijos y cényuge pero también de trabajar para tener un ingreso seguro ha ejercide tuna influencia decisiva en la forma que han tomado las rela. iones laborales en los talleres de Huitzilac, incluso cuando 1 duefio es un hermano u otro pariente cercano. ‘Acestos factores hay que afiadir el tamaiio de k No obstante el crecimiento en cl niimero de sus sigue siendo una localidad en la que todos se conocen, y por lo mismo en la que predominan las formas de sociabilidad primarias. Esto es, las relaciones entre las personas siguen siendo las predominantes. stos factores, que vistos de manera aislada pueden ser poco relevantes al lado de los cambios que ha sufrido el con. sumo, por ejemplo, son los que suscitan las diferencias més importantes con el modo de vida urbano, y permiten afirmar la existencia de un modo de vida rural que al igual que el urbano ha sufrido cambios muy importantes en los diltimos cincuenta afios, pero no por ello ha evolucionado a una forma de vida urbana. Bibliografia Archivo Nacional Agratio (ANA). Akins, Patricia y Gail MUMMERT, “Familia, mereados de trabajo y migracién en el centro-occidente de México”, en Nueva Aniropologl, MEX: 0,0F, vol. tk, N*32, noviembre 1987, pp. 105-127 Direccién General de Estadstica, Séptino Censo General de Poblacion. Estado de Moreos, 6 de junio de 1980, México DF, 1953, — Wu Censo General de Poblacibn, 1960, Estado de Morelos, México, DF, 1965, FREEMAN, Carla, y and Flexible Labor. 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Bn 1950 52% de is mujeres yo1.689 de sy 7 2rd edad asta to y tend, Estado de Morelos). 4 ‘Segin el VT Convo General de Pblcn y Vv de Morelos, habia 945 mujeres en Huitzilac. ee 5 196 os comnts de Halas Confderacién Nacional Campesin ot vechr ls 6 G00 hectreas de 0 I (Vl Cen gtd ronal ofl myer indo se les perita apo ‘monte pertencientes a los beset com. nas del pueblo ante“ absoutaearencia de fuentes de ata, exp. 276.1844, Secei6n Ejdal, Asunio, Desindes Comunale (Ts) Poblaci6n Huitzilac, municipio Huitilac, estado de Moros, fer § fojas 7 8), t 6 En 1997 de un total de dieisictealleres que habia ca Hite, tes ere de este tipo (Rodriguez Cizates: 1998: 62). 7 Un taller minimamente equipado requiere wna sobehildor ype lo ‘menos dos méquinas de costa recta 8 Solo el 12.5% de las personas que respondieron el cvestonto en 1995 consumfan pulque. Todavia a principios de los afos etent précis: ‘mente todos los varones adultos lo bebian dariamente 9. En 1997, el bachillerato de Huitzilaccontaba con 405 sluts isco, ¥ tenfa $9 egresados (Anuario Estaitico del estado de Morelos, 1997 218). sori ad Cate “ee EXPEDIENTE® Politica de desarrollo alternativo en Colombia ‘miiltiples conflictos generados por la evolucién del icitos en Colombia, y enfatiza la necesi dad de su andlisis desde una posicin diferencial e integral. En consecuencia, las reflexiones aquf contenidas se refieren 4 los efectos e impactos que genera el fenémeno del narco- trifico sobre las sociedades rurales y que se consolidan en un ruevo tipo de conflictos sociales y econémicos que afectan a Jas familias de colonos, campesinos e indfgenas, habitantes de las regiones marginales de nuestro pafs. De igual manera, se analiza la evolucién de las acciones que han sido genera- das desde el Estado para solucionar este problema, a través de las politicas pablicas e institucionales vigentes. E ste documento parte de un recuento general de los Evolucién hist6rica de la problematica Durante los itimos 30 afios, Colombia ha librado una dura batalla en contra del fendmeno de las drogas ilicitas,' aplican- 0 fundamentalmente una instrumentalidad juridica y militar Para la resolucién de este complejo conflicto socio-econémi- Sin embargo, el auge de los cultivos ilfcitos que se mani fa, en Ia actualidad, en la metastasis del fendmeno como 4s pilares financieros, enfrenta en la actualidad a nues- ‘con uno de los problemas més graves de su historia. sparicin y crecimiento de la problemitica de los eul- icitos, ha estado determinada por un factor principal, ‘en consecuencia Ia ilegalidad de los produc- fos por la actividad y actividades complementa- ¢ alli se desprenden: el tréfico de los productos esados, de los insumos necesarios para su pro- las armas requeridas para la seguridad del pro- $< ento de los territorios en donde se desa- inanciero de los dividendos. Peres | de Estudios Ambientales y Rura- tiz@ javeriana.edu.co CIUDADES 54, abi -junio de 2002, RNIU, Puebla, México César Ortiz Guerrero* ‘A su vez, la aparicién de nuevas zonas oferentes de dro- gas en Colombia se ve incentivada por los altos precios actuales y las necesidades de fuentes de financiamiento por parte de grupos armados al margen de la ley, dependiendo la intensidad y concentracién de los cultivos de variados facto- res como la represi6n a la producci6n y al tréfico en otras zonas del pais y en otros paises, la relativa escasez de la ofer- ta, la alta capacidad de compra de los demandantes, el desa- rrollo de nuevas variedades y la disposicién de insumos, el mejoramiento de la calidad y algunos factores climiticos. El fenémeno de los ilfcitos empieza a consolidarse en Colombia en la década del setenta al incrementarse el con- sumo de marihuana en Estados Unidos y Europa, y al regis- trarse aspectos como la represiOn contra la producciGn y el tréfico en México en 1975, los cuales son los principales fac- tores externos que impulsaron la produccién en nuestro pais. Conjuntamente con algunos factores internos como su loca- lizaci6n geogritfica, las caracteristicas agroecol6gicas y la debilidad del sistema de administraciGn de justicia, ademas de otros factores especfficos que se detallan adelante. A fina- les de Ia década, Colombia produefa cerca de 20,000 tonela- das anuales de marihuana, que constituian el 60% de la demanda de Estados Unidos.* ‘Después de presentarse diversos aspectos como Ia conso~ lidacién de nuevas 20nas productoras y el cambio de los hhdbitos de los consumidores, se genera una caida de los pre- ios internacionales del producto que llevan a la decadencia etnactividad, A comienzos de la década de los 80, os capi- tales surgidos de esta actividad inician suv movilizacién hacia tin nuevo producto, 1a cocaina, que entra a satisfacet el imiento de la demanda en Estados Unidos. icto agroindustrial, en raz6n a sv alto de volumen, inicia su posicionamiento y, & istran hacia 1984, en el sur del Tolima, los pri- 1a rat protes de otro product cite, a amapola Toate perfodo, ia actividad dl narcotrfio se intensif- ‘enc ini el establocimiento de nexos con importantes Se¢- 35 valor por unidad tores de la politica, la economia y actividades sociales, En 1984, a rafz del asesinato del Ministro Rodrigo Lara Bonilla, se inician las extradiciones de narcotraficantes para ser juz- gados en los Estados Unidos. De esta manera, el narcotrafi- co da comienzo a la creacién de los primeros grupos para- militares en Colombia? y a la consolidacién de los cérteles de Cali y Medellin, que intensifican la violencia y el terrorismo. A finales de esta d&cada, cuando se consideraba que el pals explotaba cerca de 40,000 hectéreas de coca, a un ritmo de crecimiento del 25% anual de su extensién el sistema Judicial en Colombia introduce una serie de reformas al cédi 0 penal,’ que permiten la negociacién de las penas por entrega voluntaria y se registra Ia muerte de Rodriguez Gacha, lider del cdrtel de Medellin La década de los noventa se inicia con una fuerte intensi- ficacién de los cultivos de coca y de amapola, Esta ditima registraba para 1992 un rea de 20,000 ha principalmente en |a regin biogeogréfica del Macizo colombiano, convirtiendo 4 Colombia, para esta época, en el principal productor de amapola en Latinoamérica, En 1991 surge la nueva Constitu- cin de Colombia, que introduce una reforma judicial que Posiilta el castigo al narcotréfico, los dlitos conexos y que Prohibe la extradicién, lo cual sucede como resultado de la ‘numidacin y el sobomo a ls constituyentes (Rocha; 2000), Posteriormente se introduce la penalizacién de los delitos Conexos como el lavado de activos, el contrabando de mer Cancias ¥ la evasién fiscal; se permite la extradici6n sin jruosetividad; se expide la Ley de Extincién de Dominio, a 'a vez que en 1996 los Estados Unidos descertfican la olf Lica antinare6ticos del gobiemo colombiano y se inicia una crisis de legitimidad del mismo, Paralelamente el gobiemo colombiano inieia de manera se eaTttrada Ia aplicacion de una politica aninarcéticos que Jos cle n2a Por la aplicacién de dos instruments parale- los: el desarrollo altrnativo que serfa organizado por vn pro- rama de tipo presidencial,y la interdiccién, orientada a con, \rolar el wético de narc6ticos y precursores y la erradicaciga fisica de los cultivos. De esta manera, e init la fumigacién é¢ cultivos de amapola en 1a zona andina, y de coca en el Guaviare, lo cual combingndose con el efecto del fenmeno milla, paramilitares y gobierno por la profundizacin de controversia sobre la eficiencia y pertinencia de la fumiga cin y el nimero de hectéreas cultivadas y erradicadas Ds igual manera resalta la atencién de la comunidad interacio. nal frente al fendmeno en Colombia y la postiva respuesta politica y econdmica al proceso de paz Causas y magnitud de los impactos, marco general Como puede apreciarse, el narcotréfico en Colombia esta- blece sus races en las profundas debilidades institucionles nel 4mbito nacional y regional; sin embargo, una ver dei. litada la estructura bésica del narcotréfico, los actores arma. dos inician un posicionamiento sobre la producciGn y el tré- fico de ilfcitos con iguales fines luerativos, pero con otro destino, el control territorial y el fortalecimiento financiero, Sobre este contexto, la institucionalidad del Estado central se hha orientado fundamentalmente a atacar los efectos del fend- ‘meno, olvidando el anélisis y tratamiento de sus causas gene- radoras. Veamos en consecuencia, cuales son los factores que generan la aparicién del fenémeno y los conflictos socioeconémicos que genera sobre las sociedades rurales. Causas del problema: Los campesinos, colonos e indigenas ue tienen cultivos ilfcitos al interior de sus sistemas de pro- duccién, lo hacen como resultado de una decisién econémi- ca racional, la cual genera una valoraci6n y una significacién Propia sobre la coca 0 la amapola, como fuente de ingresos Segura y estable para la subsistencia de Ia familia campesina. Esta decisién se ve reforzada por un contexto de vulnerabili- dad de la poblacién, su marginalidad y pobreza. ‘De esta manera, los cultivos ilfcitos en nuestro pafs se manifiestan en dsirbucidn y solamente entre el 5% y el 10% de estos ingre sos entran a los pafses productores, 9 De manera paralela, el flujo de precursores, el lavado de capitales y el trfico de armas, constituyen per se un negocio complementario de una envergadura mucho mayor a los ingresos generados por la produccién agricola de los ilicitos, Respecto al volumen producido, desde 1997, Colombia «sel pais que més produce hoja de coca en el mundo, supe- rando a Pera y Bolivia, Durante ta década de los noventa, el 4a cultivada en los tres paises parece estabilizarse cerca de Jas 200,000 has, como efecto aparente de la estabilizaci6n y leve disminucién de la demanda en Estados Unidos, siendo 44su vez el principal consumidor de cocaina. De igual manera, en el contexto mundial, Colombia Cuenta con ventajas comparativas por su posicién geogréfica que disminuyen significativamente el costo del trifico de la hero{na, en comparacién con el tridngulo asidtico. Por otra Parte, hasta los acontecimientos del 11 de septiembre, Afga- nistin produefa el 70% de la produccién mundial de opio, la ual —aunque no se cuenta hasta el momento con cifras fide~ dignas—, tuvo que reducirse sustancialmente; esto conducira 4 una tecomposicién de la oferta mundial de este producto. Mientras tanto, las Naciones Unidas reportan'" que en paises como Myanmar y Laos, la politica de erradicacién ha sido ‘cxitosa alcanzando cifras de disminuci6n que rondan el 30% durante tos Gltimos dos anos, mientras que en pafses como Guatemala, Vietnam y Tailandia la produccién de opio desa- Parecié casi en su totalidad durante la década del noventa.. De esta manera se percibe un panorama en el cual la ofer- {a de Medio Oriente y Asia ha disminuido sustancialmente, ‘mientras que se registran cifras de crecimiento en el consu- mo de pafses como Estados Unidos, sobre todo en la pobla- \6n adolescente'? y una variacién en la forma de consumo Que lo hace mas seguro,!? generdndose de esta manera las condiciones externas necesarias para el incremento de la pro- ‘duccién en los pafses latinoamericanos. La necesidad de proteger y dinamizar las actividades bdsicas del ciclo de la produccién de substanci ilicitas: Produccién, procesamiento, transporte y consumo, genera luna serie de actividades complementarias que son funda- ‘mentalmente el trafico y suministro de armas para la protec- ‘eidn de dicho ciclo; el trafico y comercializacién'* de los Precursores necesarios para las actividades de produccién y Procesamiento y la intrincada rama de actividades financie- fas para el lavado de activos provenientes del negocio. De esta manera, encontramos los dos principales factores i que ademés de complementar la actividad se cons- 1 en factores generadores: la demanda y los negocios al nareotrétieo, bia, Ios factores internos que cultivos ilfcitos son fundamental- tural y estratégico. Los primeros sur- Jel Estado frente al cumplimiento de edad rural, el cual consis~ esarrollo integrado a la socie~ dad nacional y en consecuencia de mayores niveles de bie nestar, Para la mayorfa de las regiones en las cuales se regis: tran cultivos ilfeitos, este rol ha sido limitado, aspeeto que puede apreciarse en os bajos ¢ inapropiados niveles de apoyo y acompafiamiento de las instituciones del nivel cen: tral, aspecto que se ve reforzado por la debilidad téeni administrativa y financiera de los gobiernos departamentales y/o municipales. ‘Surge de allf uno de los principales factores que genera la aparicién de los cultivos ilfcitos: Ia marginalidad de las sociedades rurales que les impide acceder en condiciones de equidad a la prestacién de servicios sociales y a los factores de produccién, De igual manera, el inapropiado tratamiento del sector agropecuario que se refleja en 1a ausencia de una politica agraria estructurada para el pats, ha permitido la per- sistencia de una crisis del sector desde la década de los ‘ochenta, que se refleja en la pérdida de m4s de 600,000 has para la produccién, la paulatina concentracién de la propie- dad rural, el desplazamiento forzoso, el desempleo y el microfundio. Esta crisis del sector se mantuvo durante la década de los noventa, durante Ia cual un importante grupo de productos, semestrales, tales como granos y algodén fueron afectados por la cafda de los precios internacionales, la apreciacién del peso y Ia desprotecci6n de la produecién interna, lo cual con- dujo a una significativa reduccién en Jas dreas de estos culti- ‘vos, La disminuci6n de los precios internacionales del café afect6 considerablemente este cultivo, mientras que proble- tas fitosanitarios afectaron seriamente la rentabilidad de ‘otros cultivos como el cacao y Ia papa. En esta década se registr6 adicionalmente el aumento de las tasas de interés con un impacto negativo sobre las inver- siones en actividades agricolas de largo plazo, y sobre la ren- tabilidad de las actividades agropecuarias al incrementarse Jos costos financieros al mismo ritmo que la Drr.! Esta situacidn condujo a un crecimiento negativo del pro- ducto interno agricola, la reducciGn de las dreas cultivadas,'¢ (ver cuadros | y 2), el incremento considerable de las impor- taciones sectoriales, el deterioro de los ingresos de los pro- “ductores rurales y en general un comportamiento negativo de Jos principales indicadores de desempefio sectoral. De esta manera, durante los noventa, el 10) del sector agropecuario trecié dnicamente a una tasa promedio anual de 1.40% en omparaciGn con 2,60% en los ochenta y 4,57% en los seten- ta, incluso presents afios de crecimiento negativo: 1992- 1997 (ver grafica 1). ‘Asimismo, la part to total cay6 durante el mi icipaci6n del sector dentro del produe- smo perfodo de 22% a 8%. Como ia de lo anterior, la tasa de desempleo rural en el fertodo 1991-1997 ps6 de 3.5% 15.8%, lo cual refleja una ds_de mas de 230,000 empleos en el sector agropecu: ” Fiowgasituacin, permite apreciar por qué los niveles de ingreson de las principales alternativasUictas son superados ineeon yond coyamapola As vets principles pentajas de los cultivos ifcitos radican en el alto precio por 37 Cundro 1 Area cosechada de cultivos transitorios y permanentes (has) promedio de los perfodos 1991-1995 / 1996/2000 Caer Pads [Wala 5971995 19962000 | (Has) | 1 3900 91855400) Trans [ravages | 227 Caras 6 | 29 Cagis ‘Ovos cultivos | $5440] 466,157 169,188] 169,532] _ 85,564) 100,178 Permanentes 13360017 | 1,421,487 Banano y Pitino | 424,489] 473.286 (Cafa Azucarera 168.509 aia Panelera 210.447 208,409 | 137.546) [14874 | 2m.299) Tubéiculs y Ralees ‘Oleaginosas Palma Aficana Otros eultivos Cacao. | 101,929 Frutales | 140.229) 328.863 390.831 3.919.094 Cltivos Wiitos® 10.289 Coca 163.289) 195, ‘Amapols | _1.800[ 6500] 5000 | 3333, * Valores totale pa fos aos 1990 y 2000 Unidad de volumen, lo cual facilita su procesamiento, em ue y transporte, la seguridad en el proceso de comercialiva. isn y la oportunidad en el acceso a capital, tecnologia ¢ insumos, Por su parte, as actividades Icitas no cuentan con estas ventajas y los altos costos de transaccién para los ser, vitios de apoyo, los riesgos generados por las fallas de mer- cado y la localizaci6n marginal de los procesos productivos, entre otros, dificultan su eficiente desenvolvimiento, La diferencia fundamental radica entonces, en la seguri- dad y estabilidad que ofrecen los ingresos provenientes de 0ea y amapola, mientras que los ingresos de los demas pro- dductos dependen de miltiples factores, entompecidos por los deficientes procesos de comercializacién. PPor estas razones, los campesinos, colonos e indigenas después de una reflexién racional que se adopta finalmente en el Seno de la sociedad rural, toman la decision de iniciar la explotacién de cultivos de coca, amapola y marihuana, como una actividad que les permita alcanzar lo que el Esta. do central no les garantiza, mayores niveles de bienestar, De allf surge la articulacién de estos cultivos a los sistemas de roduccicn de las econom{as campesina e indfgena y su legi- timidad en el seno de las socicdades rurales. En consecuen- cia, tenemos una actividad que para el Estado es ilegal, pero que para Ia institucionalidad rural es legitima, en cuanto busca el principio bésico © indiscutible de aleanzar una forma de vida digna para ellos y para sus familias, 38 Estudios realizados por el Plan Nacional de Desarrolly Alternativo (PLANTE)'® ratifican esta compleja gama de fae. tores generadores, dentro de la cual tienen adicionalmente tuna alta significacién la pobreza y la persistencia de Ia crisis del sector agropecuario. Concurren a este marco causal a vulnerabitidad de los grupos de comunidades indigenas ‘campesinos, como medio propicio para el desarrollo de las acciones del narcotréfico. Dimensién actual del problema: La produccién y transfor. maci6n de hoja de coca y amapola es un fenémeno crecien- te, que se ve alimentado por la dificultad del pais para resol- ver con sus propios recursos los factores estructurales que generan su aparici6n, En la actualidad, et Sistema de Monitoreo de Cultiyos (simici)"? reporta un érea total de coca que supera las 160,000 has y de amapola que asciende a 6,500 has, lo cual coloca a Colombia como el principal productor de cocaina en el mundo y el primer productor de herofna en América. En la actualidad, se considera que el 70% de la produc- cin de estos cultivos est en manos de los pequetios pro- 67.200 79,500 101,800 160,119 agua, lo cual aunado a los efectos de la furigacién, consoli- dan el segundo conflicto, ain no evaluado suficientemente, En el dmbito econdmico: La dindmica de los cultivos ilfei- tos en una regiGn produce un importante conflicto econémi- coal generarse el abandono paulatino de las principales acti- vidades productivas licitas, 10 cual rompe los sistemas de produccién local ¢ inicia el olvido de técnicas y conocimien- tos sobre el manejo del entorno local y regional. Adicionalmente, en épocas de bonanza se presenta un fendmeno de inflacién de la econom‘a local que incide fun-

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