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Ellas conversaron con Moody acerca de sus convicciones y empezaron a orar con él
para que recibiera poder espiritual. Creció un gran deseo en Moody de tener el poder de
Dios. Un día, "se tiró al piso, y entre lágrimas, gemidos y llanto, clamó a Dios ser
bautizado con el Espíritu Santo y fuego" .1
Mientras estaba de negocios en New York, el Espíritu Santo cayó sobre él. Así lo
describió Moody: "Un día, en la ciudad de New York ²¡qué gran día!², no lo puedo
describir. Muy raras veces me refiero a esto; es una experiencia casi demasiado sagrada
para nombrarla. Pablo tuvo una experiencia de la que no pudo hablar por catorce años.
Yo sólo puedo decir que Dios mismo me fue revelado, y tuve tan gran experiencia de su
amor que hube que pedirle que detuviera su mano." 2 Moody estaba seguro de que si
Dios no levantaba su mano, él moriría.
Tan grande era el poder que tenía en su ministerio que algunos lo llamaron un "tercer
Gran Despertamiento" . Los siguientes veinticinco años recorrió el mundo de habla
inglesa. Predicó a aproximadamente cien millones de personas, inicio escuelas, fundó
universidades, y dejó su huella en el evangelismo del siglo diecinueve. Tuvo una vida
admirable. "Sin educación superior, fundó tres escuelas. Sin formación teológica,
reformó la cristiandad victoriana. Sin radio ni televisión, alcanzó a cien millones de
personas" .3
"La historia del mundo "´escribió Thomas Carlyle"´, es sólo la biografía de grandes
hombres" .4 En este sentido, la historia cristiana del siglo diecinueve no se puede
entender sin mirar de cerca a D. L. Moody; y no podemos apreciarlo sin un
entendimiento de los tiempo en los que le tocó vivir.
Moody nació en un mundo agrícola que había cambiado poco en mil año. Por
contraste, vivió durante un período de turbulentos cambios. Creció la población de las
ciudades en la medida que la agricultura rápidamente iba en declive. Al morir en 1899,
los Estados Unidos ya se había convertido en una nación industrializada. Su generación
fue testigo del primer uso del telégrafo, del tren, de los barcos a vapor, y del
descubrimiento de los gérmenes y las bacterias.
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Moody nació en 1837 en Northfield, Massachussets. A la edad de cuatro años vio morir
a su padre. Su madre, golpeada por la pobreza, lo crió juntamente con siete hermanos
con la moral necesaria para el llamado de Dios más tarde en su vida. Como creció en un
adormecido pueblo de Massachussets, apenas obtuvo una educación primaria. Su madre
lo bautizo en la iglesia unitaria.
En 1854, a la edad de diecisiete, Moody dejó el hogar para ir a Boston, donde consiguió
trabajo como vendedor de zapatos. Era un joven extrovertido, confiado, trabajador, y
optimista. Por medio de la influencia de un maestro de la escuela dominical de la Iglesia
Congregacional de Boston, puso su fe en Cristo. Irónicamente, cuando postuló para ser
miembro de la iglesia, los ancianos le negaron la entrada. Sus antecedentes unitarios no
lo habían equipado con el adecuado conocimiento de la Biblia. Posteriormente, un año
después, los ancianos aceptaron su afiliación.
Chicago era una ciudad bulliciosa de 80.000 habitantes en la frontera oeste, un dinámico
centro de oportunidades de negocio. En 1856 Moody se trasladó allá en busca de buena
fama y fortuna. Él tenía diecinueve años de edad. Decidido en convertirse rico, alcanzó
de inmediato el buen éxito. A los veintitrés años acumuló 8.000 dólares (equivalente
hoy a US$ 800.000). 6 Estaba ganando un equivalente a medio millón de dólares por
año. Mientras estuvo en Chicago, colaboró en la escuela dominical y se hizo miembro
de la Asociación Cristiana de Jóvenes (YMCA), una organización que lo había influido
en Boston.
Moody comenzó una escuela dominical para niños pobres de los barrios del norte de
Chicago. Su biógrafo cuenta que él "realizó su tarea con celo y determinación y casi
alarmante devoción al deber" .8 Su obra rápidamente creció a ochocientos asistentes
por semana. Conforme los adolescentes iban creciendo y llegaban a la edad adulta,
Moody formó una iglesia para satisfacer las necesidades espirituales de ellos y de sus
padres. Este fue su principal ministerio en el decenio de 1860.
En el año 1862, Moody se casó con Emma Revell, de diecinueve años de edad. Él era
tosco, sin educación formal y si modales. Emma, sin embargo, era culta y refinada. Bajo
su influencia él rápidamente adquirió los modales sociales requeridos, los que serían
muy importantes para su posterior ministerio. Ella se encargó de toda la
correspondencia, de la economía de la familia, y de la crianza de los tres hijos. Emma
era "la firmeza moral del buen éxito de Moody" .9
Pero Moody hizo más que predicar. En los posteriores años de la década de 1870,
empezaron a apaciguarse sus poderes evangelísticos. Con el deseo de preparar
evangelistas a tiempo completo y obreros laicos, se dedicó a la educación cristiana. En
1879, fundó una escuela de mujeres en Northfield, Massachussets. Siguió una escuela
de varones, en Mount Hermon, en 1881. En 1886, inició un instituto bíblico en Chicago
para capacitar a ministros laicos. Después de su muerte, se le dio el nombre de Moody
Bible Institute.
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Comparado con otros evangelistas, Moody ha sido único. Con solo el equivalente a una
educación primaria, predicó a millones. Su falta de educación, sin embargo; no lo
detuvo. La mayor parte de su vida luchó por deletrear correctamente, usar la debida
puntuación, y hablar con propiedad.
Dice un viejo dicho: "No hay grandes hombres que no sean grandes lectores" . Moody
puede haber sido una excepción. La acción, no leer teología ni pasar tiempo en
contemplaciones, fue lo que caracterizó su vida. A la edad de 62, unas semanas antes de
su muerte, todavía estuvo predicando hasta seis veces al día. Aunque leyó
diligentemente la Biblia, leyó muy poca teología o historia de la Iglesia, pero sí los
escritos de su amigo, C. H. Spurgeon. El pragmatismo, no la vida de la mente,
constituyó su interés.
Moody realizó sus cruzadas con eficiente destreza organizativa propia del hombre de
negocios que era. Cuando lo invitaban a una ciudad, requería unidad entre los líderes
protestantes, un ya establecido apoyo financiero, visitación casa por casa en la ciudad, y
a veces exigía la implementación de un edificio adecuado antes de que aceptara la
invitación. Su equipo de colaboradores organizaba todo con anticipación. Nada se
dejaba al aire. En sus últimos años, no se percibía mucho la espontaneidad del Espíritu
Santo.
Como muchos hombres, Moody sí tuvo una teología, pero la mantuvo simple. La
resumió en tres puntos: arruinado por el pecado, redimido por la sangre, y regenerado
por el Espíritu Santo.
Moody también propagó las escuelas bíblicas. En contraste con los seminarios, las
escuelas bíblicas atenúan el énfasis en la historia de la Iglesia, el estudio formal de
teología, y el estudio de las lenguas bíblicas originales. El resultado es un énfasis en el
concepto de "yo y mi Biblia" .
Moody fue un predicador de término medio que obtuvo buen resultado por encima del
promedio porque el poder de Dios lo acompañó. A consecuencia de ello mucha gente
confió en Cristo, no en D. L. Moody. Su ministerio constantemente recordó a los
hombres de la necesidad del poder del Espíritu Santo.
Yiye Ávila tuvo una educación sólida ya que sus padres eran ejemplo de
admiración ejerciendo ambos la profesión de maestros.
Y.A. Camuy es un pueblo que está muy cerca del mar, allí nací y allí
vivimos aún.
Y.A. Hubo muchos milagros entre ellos. Mal de la vista que estaban
todo el tiempo, con sus lentes; y como orábamos en todos los cultos,
Dios los sanaba. Desp ués llegaban a la escuela a enseñarles a los
maestros: ³mire ahora veo la pizarra clarita sin lentes´, la Obra de
Dios es así, Maravillosa.
Ent. Usted llevaba una vida de fama y dinero, era muy conocido, pero
contrae Artritis Crónica ¿Dios lo permite para que le conozca?
Y.A. Hace 42 años que estoy laborando en la Viña del Señor, pero
cuando tenía 35 años de edad, fue que yo sent í la necesidad de buscar
a Dios (por la Artritis especialmente), inmediatamente yo me convertí,
Dios me sanó y comencé a predicar enseguida.
Y.A. Yo oraba y ayunaba por los enfermos y mucha gente se sanaba; pero
el ayuno vino por un problema muy personal que yo tenía en esos días.
Le dije al Señor: ³yo no voy a entregar este ayuno hasta que tú no me
resuelvas este problema´; y ahí empecé en ese ayuno y pasaron los días
y los días y Dios ni me arregla ba el problema ni me hablaba si quiera;
pero cuando yo llevaba más de 20 días en ayuno, entonces el Señor se
me reveló y me dijo: ³El problema está en mis manos, puedes entregar
el ayuno que ya yo voy a resolver todo ese problema que tu tienes´. Ya
llevaba 33 días y entonces yo le dije: ³Bueno Señor, yo he estado 33
días en ayuno sin siquiera comerme un grano de arroz por este problema
que ya esta resuelto, ahora yo quiero que tu me permitas 8 días más,
por las almas perdidas, para que por lo menos tenga al gún fruto del
ayuno´; y sentí la aprobación de Dios y ahí hice 8 días más.
Después de ese ayuno el Ministerio se agigantó y apenas prediqué la
Primera Campaña se convirtieron alrededor de 2.000 personas; y así
hemos seguido creciendo hasta ahora.
Jonathan Edwards
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À
1[1]
Como vemos, Edwards reconocía el gran peligro a que se expone aún la gente piadosa
que ama a Dios, cuando pierden de perspectiva la verdadera y más segura revelación.
También estaba bien consciente de que en medio de un despertar espiritual genuino,
Satanás podía intentar sembrar confusión por medio de falsificaciones y
manifestaciones dirigidas a apartar la mirada de la gente del verdadero consejo de Dios.
En su escrito
!× , Edwards explica cómo había personas que
comenzaban a reír a carcajadas, a caer en trances y convulsiones, de tal manera que
interrumpían la exposición del mensaje de Dios. En más de una ocasión tuvo que
ordenar que estas personas fueran sacadas del área, para poder continuar con su
mensaje. Durante el Gran Despertar, sin embargo, ocurrieron eventos claramente
sobrenaturales donde millares eran quebrantados al punto que caían de rodillas
gimiendo por sus pecados y clamando por la misericordia de Dios. Este tipo de
manifestación Edwards no la desalentó, ni la estorbó, aún siendo un predicador
conservador de línea cesacionista. Por el contrario, reconocía que las mismas eran
resultado de la obra poderosa y sobrenatural que el Espíritu Santo estaba haciendo en
los pecadores.
Hoy en día, los predicadores de la llamada tercera ola o la lluvia tardía afirman que lo
que está ocurriendo en algunos lugares, específicamente la llamada
"
#×, no es otra cosa sino una repetición de lo que ocurrió durante el Gran
Despertar del siglo XVIII en América e Inglaterra. Pretenden colocar a Jonathan
Edwards como el precursor y padre de este movimiento repleto de elementos heréticos y
antibíblicos. Sin embargo, un análisis y estudio de la biografía y los escritos de Jonathan
Edwards demuestran que su línea era una radicalmente opuesta. Y de hecho, la razón
por la cual entiendo que el primer Gran Despertar fue tan exitoso, en gran parte se debe
a la seriedad, piedad y celo por las Escrituras que había en aquellos hombres de Dios.
Las manifestaciones ocurrían, no porque Edwards preparara un ambiente, o creara un
espectáculo exaltando al hombre. Era totalmente lo opuesto, aquellos siervos de Dios
sencillamente exponían el mensaje de la Palabra con claridad, sencillez y fidelidad. Eran
hombres de una humildad e integridad tal, que no se comparan a muchos de los
modernos televangelistas que propician más bien un culto a su personalidad. Eran
también hombres que practicaban una relación con Dios extremadamente íntima.
Jonathan Edwards podía pasar largas horas y días enteros a solas en oración y
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meditación de las Escrituras. Una disciplina que en la actualidad resulta escasa en el
pueblo cristiano; incluso en la pastoral.
En la actualidad se prefieren los atajos o los ³toques especiales´ para recibir la ³unción´
de Dios. Estamos acostumbrados a la tecnología rápida donde podemos enviar y recibir
mensajes con el toque de un botón. Por eso vemos cada vez un descenso en la calidad de
los mensajes de muchos púlpitos. Mensajes dirigidos más bien a exaltar las emociones,
manipular a las multitudes o a exaltar al predicador, pero con muy poca sustancia
bíblica. Y no me refiero tampoco a la aridez de una teología rebuscada, repleta de
términos y conceptos aprendidos en un gran seminario. Sino más bien a la exposición
del poderoso mensaje de las Escrituras, a través de los labios de un siervo de Dios que
se para en el púlpito con temor y temblor, dispuesto a no conceder ninguna otra gloria,
sino aquella que sólo Dios merece. La historia reciente del cristianismo no nos ha
bendecido con muchos hombres de esa piedad y de ese calibre espiritual.
En sus escritos, Jonathan Edwards muestra cuán claramente se debían distinguir las
manifestaciones corporales, de una genuina y permanente obra del Espíritu Santo en los
corazones de las personas. Edwards no rechazaba estas manifestaciones (que llamaba
afecciones religiosas), pues muchas de ellas eran el resultado de una genuina
experiencia espiritual. Pero sí entendía que no necesariamente una cosa iba junto a la
otra. Por eso escribió:
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4[4]
Como podemos ver, para este hombre de Dios, la marca inconfundible de una genuina
experiencia con Dios se traducía en vidas cambiadas, no en meras emociones. Incluso
cuando relata lo que fue ocurriendo a lo largo del Gran Despertar, nos dice:
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%
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5[5]
Edwards señala este descenso en las manifestaciones corporales, según fueron pasando
los meses. Y en especial acentúa el hecho de que muchos de los que las experimentaron
no perseveraron eventualmente en la fe cristiana. Otros, sin embargo, que no gimieron,
ni cayeron de rodillas, ni gritaron, ni se contorsionaron, sí mostraron fruto de la gracia
divina en sus vidas. ¿Quería afirmar con esto Jonathan Edwards que estas
manifestaciones no eran genuinas? Claro que no. Muchas evidentemente sí lo eran. Lo
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que quería plantear el predicador del Gran Despertar es que las mismas no eran una
señal inequívoca de la obra de gracia divina en el corazón de una persona.
El sermón clásico del Primer Gran Despertar, predicado por Jonathan Edwards se tituló
!!. En él expuso a las multitudes congregadas
en las afueras de Northampton la terrible expectación de juicio que se cierne sobre el
pecador, y su única esperanza posible que radica en la justicia de Cristo. Antes de
terminar, cientos de personas yacían de rodillas en el suelo clamando y gimiendo a Dios
por misericordia y perdón. En todo esto no hubo ni un solo elemento inducido o
manipulado, sino únicamente el poderoso mensaje de la Palabra de Dios, respaldado
sobrenaturalmente por la gracia divina. ¡Cuánto necesitamos eso en nuestros días!
Quisiera contrastar la enorme diferencia de lo que ocurrió entonces, con lo que describe
Rodney Howard-Browne, uno de los líderes del pseudo-avivamiento actual cuando
alegadamente comenzó a predicar un mensaje similar al de Edwards:
³]
+
+
´6[6]
Ni aun los creyentes que poseen la seguridad de su salvación y por ende saben que no
hay condenación para ellos, se reirían del infierno sabiendo que al mismo irán al
tormento eterno muchas vidas. Menos aún causaría risa en aquellos que, bajo la obra del
Espíritu Santo, escuchan un mensaje de esa naturaleza. El Dr. Nick Needman muy
acertadamente señala lo siguiente:
³
$+
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),
+
+
7[7]
Claro está, no es que los cristianos vamos a estar por ahí atribulados y depresivos,
cuando hemos recibido la bendición más grande que pueda haber, que es la comunión
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constante con el Señor y el gozo del Espíritu Santo. Pero tampoco vemos en las
Escrituras ni en la historia de la iglesia, en los tiempos de los grandes derramamientos
de la gracia de Dios, lo que se pretende presentar en la actualidad como el ³vino nuevo´
del Espíritu Santo. En Inglaterra, Escocia, Estados Unidos, y más recientemente en la
China y en la India los genuinos despertares espirituales han traído como resultado una
iglesia renovada, con un profundo celo misionero y evangelístico. En Gran Despertar
del siglo XVIII en Nueva Inglaterra trajo consigo una explosión misionera nunca antes
vista hasta ese momento. Produjo hombres del calibre de Guillermo Carey, Whitefield y
otros. Tampoco se circunscribió a una sola denominación, sino a todas las iglesias y
congregaciones de la región.
El Gran Despertar trajo también una pasión por las Sagradas Escrituras como no se
había visto hasta entonces. Según narra el historiador y periodista de la época John
Dwight: ³p
+
+*
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-
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´.8[8]
En la iglesia de los Hechos vemos el mismo principio. Dios hacía milagros y prodigios
a través de los apóstoles y muchos se añadían a la iglesia. Y los que habían creído, dice
la Biblia, ³
.´ (Hch. 2:42.) Esta ³perseverancia´
es la que no vemos hoy en día en la inmensa mayoría de los llamados avivamientos. Y
por eso entiendo que el mismo Satanás se ha encargado de engañar los corazones de
muchos sinceros cristianos. Algo parecido comenzó a ocurrir en la primavera del 1747.
Edwards notó que muchos seguidores entusiastas del avivamiento comenzaron a
estimular y a promover ciertas señales y manifestaciones, llegando al punto de casi
arruinar lo que había ocurrido hasta el momento. Edwards se indignó y denunció estos
males de una manera enérgica y firme. Así lo relata el biógrafo Ian H. Murray:
³/
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.´10[10]
Como podemos ver, Jonathan Edwards estaba muy consciente de los peligros que
podían arruinar el verdadero avivamiento con falsificaciones que provenían del mismo
Satanás. Y el mayor de ellos era lo que Murray llama ³el entusiasmo carnal´. Me llena
de asombro y admiración la enorme sabiduría espiritual y discernimiento de Edwards en
este asunto. Es una pena que el mismo sea tan escaso en los líderes cristianos de hoy en
día que le abren la puerta a cualquier cosa que luzca espiritual, o emocional, aunque
terminen siendo alejados de la sincera fidelidad a Cristo. Un hombre como Jonathan
Edwards en la actualidad, sería tildado de un antiespiritual, un legalista, o en el mejor de
los casos un ³agua-fiestas´. Pero Edwards entendía claramente que todo lo que en
última instancia pretenda opacar la gloria de Dios y su Palabra, no puede provenir del
cielo, sino del infierno. Desafortunadamente otros despertares posteriores no tuvieron el
mismo impacto e incluso se extinguieron más rápidamente que el Primer Gran
Despertar porque no hubo entonces hombres con el mismo grado de discernimiento
espiritual y compromiso con la verdad de Dios como Jonathan Edwards. Décadas más
tarde se pondría de moda el sistema de Finney y de Billy Sunday que enfatizaba más la
decisión pública o el pasar al frente como la señal de la obra del Espíritu de Dios, en
lugar de la evidencia de las vidas genuinamente transformadas, que enfatizaba Edwards.
En estos días donde la iglesia occidental, especialmente en los países más desarrollados,
se halla amenazada por un poderoso sistema filosófico y religioso mundano, existe una
imperiosa necesidad de un genuino despertar espiritual. Tenemos que entender que
individual y colectivamente nos enfrentamos a tres poderosos enemigos que hemos
heredado de la filosofía postmoderna actual:
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3
4
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.´11[11]
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Juan JJU
JUAN WESLEY
Por el lado de su madre, Susana Annesley, su bisabuelo fue abogado y miembro del
parlamento. Su abuelo, doctor en leyes y pastor. Ambos estudiar on en Oxford. Su
abuelo fue un puritano convencido y disidente en esos tiempos difíciles. Él vivía en
Londres y Susana fue la última de sus 25 hijos. El padre insistió en que sus hijas al
igual que los varones fueran educadas, cosa casi desconocida en esos tiempos.
Susana fue una de las mujeres más instruidas e inteligentes de su época. Era muy
metódica y disciplinada y amaba profundamente a Dios y su obra. De muy joven
escribió en su diario ³Espero que el fuego que yo encienda haga arder no sólo a
Londres, sino a toda la nación y a todo el mundo´. Este anhelo se cumplió a través de
sus hijos Juan y Carlos.
De todos sus parientes, fue Susana Annesley de Wesley quien tuvo la mayor
influencia en la vida de Juan. Todo lo que ella sembró en su niñez, al cuidar el
desarrollo integral de Juan, dio sus frutos en su vida personal y obra para el Señor,
que transformó la vida social y religiosa de Gran Bretaña y otros países.
A Susana la llaman ³La Madre del Metodismo´ y se dice que ella puso el método en el
metodismo. Ella tuvo que tener método en su hogar, pues nacieron 19 niños en 23
años. Los lugares de Inglaterra donde Samuel fue Pastor eran remotos y la gente,
ruda e inculta. La vida fue dura para la familia y 10 de sus hijos murieron durante su
infancia. Sólo 9 llegaron a ser adultos, entre ellos Juan (el número 15) y Carlos quien
nació 4 años después.
A los 10 años Juan salió del hogar para estudiar interno en el colegio Charter House
en Londres. Fue un choque muy grande después del amor y orden de su casa. No
había disciplina y los mayores maltrataban a los menores y hasta robaban comida de
sus platos, pero Juan fue un alumno bien preparado e inteligente. A los 17 años siguió
los pasos de sus antepasados e ingresó a la Universidad d e Oxford. Fue en el año
1720 que comenzó sus estudios en Christ Church. Más tarde, su hermano Carlos vino
para estudiar también. Y otra vez Juan encontró un ambiente indisciplinado donde
muchos perdían su tiempo. Pero con la autodisciplina aprendida en su hogar, Juan se
dedicó a sus estudios con muy buenos resultados. Después le ofrecieron una cátedra
en la Universidad de Lincoln College.
Mientras él estaba en Oxford comenzó a escribir su diario en 1725 y es por eso que
sabemos tanto de su vida y sus pensamien tos. Lo siguió escribiendo hasta el fin de
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sus días. Juan fue ordenado Pastor Anglicano en 1728. Él siguió con su vida
disciplinada y austera y se levantaba a las 4 de la mañana para orar y estudiar.
Comenzó a reunirse con su hermano Carlos y un grupo de o tros profesores y
estudiantes para orar y estudiar la Biblia y otros clásicos de la iglesia y hacer obras
sociales siguiendo el ejemplo de Jesús. El grupo visitaba la cárcel, ayudaba a familias
pobres y comenzaron una pequeña escuela. Los otros estudiantes comenzaban a
burlarse de ellos llamándoles ³Los Entusiastas´ y ³El Club Santo´ y al ver que sus
vidas eran tan metódicas les pusieron el apodo de ³Los Metodistas´. Es así que
llevamos con orgullo y honor este nombre hasta el día de hoy. George Whitefield, otro
futuro gran evangelista, también fue miembro de este grupo.
En 1735 a los 32 años, Juan decidió dejar la vida de Oxford para ir como misionero y
Capellán a una colonia nueva en América y su hermano Carlos lo acompañó. Pero no
fueron bien recibidos y después de 2 años de muchas pruebas y frustraciones
regresaron a Inglaterra. Ya Juan había recibido 2 lecciones que dejaron impresiones
profundas en él. Yendo en un barco durante una fuerte tempestad él había visto la fe y
el testimonio de un grupo de fam ilias Moravos de Alemania y supo que su fe y
confianza en Dios no eran igual a la de esas personas. Después un predicador Moravo
le dijo: ³Predica la fe hasta que la tengas y después predícala porque la tienes´. ³Tú
vas a tener fe´. Y así Juan comenzó a pr edicar en las Iglesias de Londres.
Pero fue en una reunión del 24 de mayo en 1738, que por fin Juan recibió la seguridad
de su salvación y la fe que tanto anhelaba. Escribió después en su diario: ³Por la
noche fui de muy mala gana a una sociedad en la cal le de Aldersgate, donde alguien
estaba leyendo el prefacio de Lutero a la Epístola a los Romanos. A eso de las 9
menos cuarto, mientras estaba describiendo el cambio que Dios obra en el corazón
por medio de la fe en Cristo, sentí en mi corazón un ardor ext raño. Sentí la seguridad
de que Él había quitado mis pecados, y me había salvado de la ley del pecado y la
muerte´.
Muchos hablan de esto como la conversión de Juan Wesley pero personalmente creo
que él había recibido, además, el bautismo del Espíritu San to. Esto transformó su vida,
llenándola de amor y el ³dunamis´ (¡Dinamita!), para salir a evangelizar y transformar
la iglesia y el país. Fue el comienzo de un avivamiento del Espíritu Santo que
transformó a Gran Bretaña y llegó hasta América.
Después de viajar a Herrnhut, Alemania, para visitar el centro de los Moravos y recibir
mayor inspiración de ellos, Juan regresó a Inglaterra para predicar. Su amigo George
Whitefield, el evangelista, predicaba al aire libre y él invitó a Juan a ayudarlo, cosa
contraria a la costumbre de un pastor anglicano. Pero inspirado por el Espíritu Santo,
Juan comenzó a predicar al aire libre por todo el país y a veces hasta 10 mil personas
lo escuchaban. Él dijo que todo el mundo era su parroquia y predicó donde estaba la
gente más necesitada, en las salidas de las minas, fábricas y en las plazas y ferias.
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Años más tarde cuando Juan visitó el pueblo donde había crecido, no le permitieron
predicar en la iglesia donde Sam uel había sido pastor y él se paró sobre la tumba de
su padre y predicó a todos. Sus enemigos usaban mucha violencia contra los
predicadores metodistas y contra los primeros grupos de creyentes. Los políticos
sospechaban que eran revolucionarios en contra del Rey como los que habían en
Francia donde más tarde estalló una revolución muy sangrienta. Pero Juan enseñó a
sus predicadores a seguir su ejemplo y mirar sin miedo las caras de la multitud aún a
los violentos, y seguir predicando.
Por su obra social atacaba las raíces de los males, además de dar ayuda inmediata
para aliviar los síntomas. Él abrió escuelas y escribió libros, tenía postas médic as,
orfanatorios, cooperativas, clases de alfabetización, escuelas dominicales y obras en
las cárceles. La última carta que él escribió, pocos días antes de morir, fue a
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Willberforce apoyándole en su lucha en el parlamento contra la esclavitud de los
negros.
Después de decir tanto, ¿cómo era Juan?. Me sorprendí mucho al ver su traje clerical
que está guardado en el museo en su casa en Londres. Era un hombre pequeño y
delgado. ¡Era pequeño de estatura pero gigante en la obra que realizó!. He leído un
artículo donde dicen que él fue algo obsesivo, un perfeccionista, un Workerholic!, y
demasiado exigente como líd er, pero también he escuchado a personas decir lo
mismo de San Pablo.
Él fue un tizón sacado del fuego y ardiendo con el poder del Espíritu Santo y llamado
por Dios a transformar los males de su sociedad con el evangelio del amor de
Jesucristo. Él siguió viajando por todo Gran Bretaña hasta pocos días antes de su
muerte a los 87 años en 1791 y hasta su muerte permaneció dentro de la iglesia
anglicana. pero en 1766, inmigrantes habían comenzado las sociedades metodistas en
los Estados Unidos y la obra crec ió rápido. Había necesidad de pastores ordenados
especialmente después de la guerra de la independencia de Inglaterra en 1776. La
Iglesia Anglicana se enojó aún más cuando en 1784 Juan Wesley ordenó al Dr.
Thomas Coke como superintendente para ir a los Est ados Unidos y ordenar a los
pastores allí. Después de la muerte de Juan sus seguidores comenzaron a construir
iglesias metodistas y formaron una denominación aparte.
La Iglesia Anglicana había perdido el avivamiento del Espíritu Santo que Dios quería
darles. Pero todo el país, social y espiritualmente, se había beneficiado
tremendamente. En Francia estalló una revolución muy violenta en 1789, pero esto
nunca pasó hasta la isla de Gran Bretaña. Los cambios sociales vinieron como
resultado del avivamiento de l Espíritu Santo por la vida de Juan Wesley y los
metodistas con su énfasis en la santidad personal y la santidad social. Él fue
instrumento para salvar a su país de los cambios violentos y hasta hoy en día Gran
Bretaña cosecha los frutos sociales y espiri tuales.
Esto es parte de la historia que yo aprendí como niña en el colegio. Juan Wesley es
uno de los héroes y reformadores de Inglaterra. Dios preparó a una familia y
especialmente a una madre y a uno de sus hijos, quien en las manos de Dios y lleno
del Espíritu Santo, cambió la historia de su país y sigue influenciando en la historia del
mundo.
Es por esto que damos gracias a Dios por Juan Wesley y vamos a celebrar los 300
años de su nacimiento.
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La única manera de enfrentar a estos tres enemigos es mediante la reafirmación,
exposición y proclamación de la poderosa Palabra de Dios, tal y como ocurrió en la
Reforma, y en épocas posteriores, como la del Gran Despertar en la primera mitad del
siglo XVIII. Junto con esa fiel exposición, también necesitamos una genuina y profunda
espiritualidad donde haya una verdadera humillación, quebrantamiento y confesión de
pecados. Como dijo Dios a Salomón cuando acabó de edificar el templo: ³
5
´ (2 Cr. 7:14). La promesa de Dios es que
cuando de corazón cumplimos con estos requisitos, un pueblo que clama será oído, y la
bendición de Dios no tardará mucho en ser derramada.