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PAPELES DE PEDAGOGIA 18, 18. 20. 2 22, 23, 24 25, 26. 2. 28, 29, 30. 31 32. 33, 34. 35, 36. 3. 38, 39. 40. 4 42, 8, “4 45. 46. 41, 48 Guerrero - Nuevas prspectvas en laeducacin ei tegracion de los nis con sindrome de Down 1 Sénchez Coral - Literatur infamy lenguaje ierario Pare Comair no wal) eucrtn C.zquierdo La reunion de profesores A Vasquez Bronfman e L Martinez ~Lasocializacin en laescuele MSV. Crespo - Et retool educacn ShFomes Riesion subliminal Lich bd y dciin educativa CMiJPule Rov ka ented le pond F Bello Vézquez.- El comentario de textos lierarios L. Molina - Participar en contextos de aprendizaj y desa- FE Bércena -l ofcio dela cudadanta Fecha - Compartiendo palabras M:Dolors Rena = Otra pscologaen a escuela? M. Romans y G. Viladot- La educaston de las personas 5 Bonal laced 5X Bonal - Sociologia dela educacion € amas Cm creer acer cose cons palabras CD Lomas Como erendera hace cose con ls palabras Gol. MA Soler -Diddctica muisensoral de las ciencias J.M. Duan - La organieacion tia de la escuela y la iransmision de valores D, Cassany- Constr la eseriura E Pedrg.e 1. Pulg = Las reformaseducativas M. Guelly J, Muttoz = Desconécete at! mismo J: Ferns Bducaren na cultura de espectulo F Bareena y 1-C. Melich- La educasion como acontec- ‘mlento dco M.J. Cava yG, Musi -La potenciacén dea atoestima ola escuela M. Romans y otros - De profes: educador(a) social Fernando Béarcena Orbe El oficio de la ciudadania Introduccién a la educacién politica PAIDOS QD 3 ETICA DE LA CIVILIDAD: LA ACTUALIDAD DEL HUMANISMO CiVICO - «La dificultad consiste en la falta de espacios piiblicos a los que pudiera tener acceso el pueblo y en los ‘cuales pudiera seleccionar una élite, 0, mas exactamente, donde pudiera seleccionarse a s{ misma, En otras palabras, la dificultad reside en que la politica se ha convertido en una profesién y en una carrera y ‘que, por tanto, a élite es elegida de acuerdo a normas y riterios que son no politicos por naturaleza» HANNAH ARENDT, Sobre la revolucion 3.1. El deber de la civilidad: la tradicién republicana (Cualquier intento por recuperar o revitalizar a tradicion republicana del humanismo cfvico—Ia tradicién que esta cen la base de las modernas propuestas comunitaristas— se cenfrenta, en nuestras modernas sociedades, a diversos ‘bsticulos fundamentales. Por una parte, una tentativa como ésta, £acaso no su- ‘pone un mero ejercicio de afioranza de un pasado imposi- ble, € incluso, quizas, indeseable, de actualizar? Cuando Robert Dahl expone y critica en La democracia y sus ert. ticas los esfuerzos de los pensadores comunitaristas con: tempordneos —como Walzer 0 Maclntyre— por recuperar 135 elespiritu civico de las pequenas comunidades, inspiradas cen el ideal civico de la polis grioga, se plantea el mismo in- terrogante: «Si estos y otros estudios [se refiere alas inves- tigaciones de Maclntyre y otros pensadores comunitaristas © republicanos] nos invitan a retornar a las antiguas tradj- ciones de la virtud politica y el bien comin, no nos dan ni lun solo vestigio de evidencia de que la vida politica en los Dalses democraticos sea menos moral y decente que du ante los muchos siglos en que la vida intelectual estuvo dominada por las tradiciones que ellos describen,o de que Jas personas envueltas en la vida piblica estén ahora me- ‘nos comprometidas con el bien publicos." Alain Touraine,en su libro ¢Quées la democracia?, ofre- ‘ce una andlisiscritico similar en su tono realista al de Dal, al enjuiciar la tradicién civica republicana y los intentos deasentar la vida democrética en la excelencia de a virtud civica y una participacién en la esfera publica inspirada enel bien comin: «La idea republicana pertenece por tan- to alla libertad de los Antiguos y no conduce a la libertad de los Modernos [...]. Racionalizacién, espiritu cfvico, ei- das esas palabras pueden inspirar la admiracién o la critica, pero ninguna de ellas esta asocia- dda nevesariamente a espfritu democratico, al libre debate oa la ley de la mayoria>? Touraine es claro: «Democracia seria una palabra muy pobre si no estuviera definida por los campos de batalla donde tantos hombres y mujeres han combatido por ella, Y si tenemos necesidad de una defi ign fuerte de la democracia es, en parte, porque es preci 80 oponerla a los que, en nombre de luchas democraticas antiguas, se hicieron y se hacen todavia servidores del ab- solutismo y a intolerancia. Ya no queremos una democra- cia de participacién; no podemos contentarnos con una democracia de deliberacién; necesitamos una democracia de liberacion».? El punto central de estas observaciongs erfticas hacia las propuestas comunitaristas y republicanas es casi siem- pre el mismo. Todo se resume en la idea de gue estas tra- diciones, que nos hacen retornar al ideal clasico de la clu- dadania —para cuyo desarrollo adecuado la educacion ‘moral del cludadano y su capacidad de deiberacién y jul 136 cio resultaban requisitos fundamentales—, estén organi zadas en tomo a lo que B. Constant ealificé como liber. tad de los antiguoss.* Constant criticaba en este famoso es- ‘rito a los «imitadores de los modelos clAsicos» —-que él ‘mismo tanto apreciaba—sefialando el ecror de que una mi- rada excesivamente puesta en tales modelos nos haga ol- vidar de la distancia que nos separa a nosotros, los moder- nos, de los antiguos. Un examen detenido de esta distancia, y de las diferencias que nos separan, mostraba, a juicio de Constant, «la inutiidad y la inconveniencia de perseguir fantasmas que pertenecen a una etapa histérica ya clausu- ada». La pregunta, por tanto, parece pertinente: es po- sible revitalizar la tradicién republicana o recuperar alguno de sus principios hoy? No entrana mds bien este esfuerzo un ejercicio de-anoranza sin relevancia real para el pre. sente?; solicitar, como parece propio de la doctrina repu- blicana del humanismo cfvico, del ciudadano una mayor {mplicacién en la esfera publico-politica, zno resulta con- tradictorio con el hecho de que la liberacion del hombre de la politica genera en la sociedad civil recursos y ener- ‘fas que son Imprescindibles para el progreso econdmi- ‘co? En definitiva, cqué necesidad tenemos de actualizar ‘una tradicién tan exigente como la republicana si, al pare- cer, nos deberfa bastar con las propuestas que, acerea del ‘mismo concepto, nos hace una doctrina, mucho mas rea- lista, como la del liberalismo? Para dar eabida a una res- puesta razonable a estos interrogantes es necesario explo- rarcon mds detalle el nicleo doctrinal del republicanismo clésico. Pero quisiera apuntar, primero, algunas razones ue justfican el envite. En efecto, la critica a estas viejas tradiciones de pen- samiento filoséfico-politico, que ensalzan la necesidad de luna més estrecha relacién entre la virtud efvica, la liber- tad politica y la participaci6n en la esfera publica, resulta inevitable en nuestras democracias actuales, en las que el ‘mismo ideal democrético—siempre inalcanzado— esta pa radojicamente por reinventar. Aquella tensién esencial in- trinseca a la misma democracia de la que ya hablamos en el primer capftulo, en el sentido de que, por muy impos ble que nos resulte alcanzar los auténticos ideales demo. 137 cxéticos, una verdadera democracia debe tender a ogra losen nus pricticaseinstnutones hace, no cbstante, ine ‘tole, qe radiciones como la republican sagan pre testes ch muestroe mods de fnmaginar nueva formas de tilay educacion cca Th eleaso de a Grecia antigua, la demoeracia se rei run ena arama pact une telecira-~ que india » mostrar come pods comstrutee tins sociedad basada en la vokintad y ive eleccon de oe Ciudadanos que a hatan funconar La acion comiin se ‘entificaba asi, con el desarrollo mismo de a sutonomi ona capacidad de clepribrement el propio destine dela ormunidad y de su inaviduos, Hoy desde luge, desde el punto de vista dea reevanciaprtca qu para nosotros Doses In deuncraci, eesta consttuye cure dee John Bunn—una idea mucho menos sencilla, por supuesto, resulta menos atractiva, menos Clara, hasesaeincompar Tablemente menos seductorar? Sin anbag, nc peal snes me sori, ¥ el pensamiento politico requere una memoria y tna rememoracion especialmente fuerte Sila democracia se hace mas autentca ymerecedora de ser vvda cuanto Ise segue del vex ngaos taps measur al cage propio, yor ots parte, ole eso Terted humane de acercerhos asus ieales valores nas excelsos conc solo recurso aa razon que sabe re Corda las tredciones antiguas que hicieron sumbrar la libertad democrdie, "na buena manera de hacer x coments rico dando algunos aspects dl nacimiento de la democracia Smericana. En efecto, Alexis de Tocqueville obser en La cram ian, Gu rn cada rao ponrevolucionario la pollca era el marco de realcac Ramana por excelenca, Principalmente como resultado dela descentralizacon el propo sistema, la aparicén dl tsoctncioniomo conformabe la vountat de los cudadanos Sl servicio dela colectividad ideal de servicio este que, en opin, patecn eins yralortzado por el eres de Geicrminadas virads publica, que eran los maos pin cipales de evitacion dl provincianismo y dela selitara 138 hides qu aractrzabe ol posbleabundono en vida Pie En su obra Sobre la rvolucion, Hannah Arendt ha des De acuerdo con esta caracterizacién, la ciudadanta res- ponde a una doble logica. Es, por un lade, un concepro extensivo, en la medida que indica que el ciudadano es cada ver mas digno de més participacién y responsabi lidades. Como concepto extensivo, a ciudadania no se pue- de pronunciar en singular. Es un concepto plural. Uno puede ejercer cada vez més y més ciudadania, ahi donde se configure un espacio piblico de aparicién. Al mismo tdempo, es un concepio de limitacion, en la medida que in- dica que cada poder debe estar limitado por poderes ‘opuestos.” Como concepto extensivo, la cudadania constituye una tensién moral, un deseo de extender la conciencia ciuda- dana.a mayores émbitos de participacién. Como concepto limitado, la ciudadania expresa la necesidad de oponerse al poder —al poder que destruye—mediante la acci6n y un sentido agonal de la misma ciudadania, Deseo dar ahora algunas razones, vinculadas a esta descripcién provisional que acabo de hacer de la ciudada- nia, del renavado interés por la reflexion sobre esta nocién, as{como de los peligros, riesgos y obstaculos que afronta su posible teorizacién. 153 Kymlicka y Norman sefalan diversas causas relaciona- {das con el primer asunto. En primer lugar, la ciudadanta cs el resultado de una evolucién natural en el discurso po- Iitico, porque la ciudadania parece integrar las demandas de la justicia y de pertenencia a una comunidad. En efec- to, recordemos cémo para el Rawls de Teoria de la justicia, segiin se citaba anteriormente, una concepeiéa comparti- da de Ia justicia establece vinculos de amistad civica. Del ‘mismo modo, segiin Alain Touraine, que sigue en este ppunto las tesis de Michael Walzer, no existe cludadanta sin sentido de pertenencia a una comunidad politica. ‘Una segunda razén la encontramos en tn buen niimero de acontecimientos politicos recientes —incremento de la apatia politica en los votantes, movimientos nacionalistas, etc.—; los cuales muestran que la salud ya estabilidad de la demoeracia no depende tanto, o solamente, dela justia y de suestructura basica como de determinadas cualidades yac- titudes morales de los ciudadanos, Sino se forman deter- ‘minadas actitudes y rasgos de cardcter en los eiudadanos, las democracias se vuelven tan dificiles de gobernar como inestables. Todo ello explica por qué en muchos de los ac- ‘tuales estudios sobre teorfa de la ciudadania das de las cues- tiones a los que los estudiosos se refieren con mayor insi- tencia son, por un lado, las cuestiones relacionadas con la widentidad cfvica» y lo que algunos llaman la «ciudada- nia diferenciada», y por otra parte la wvirtud civicas Ahora bien, la construccién de una teorta de la cluda- dania, o la simple reflexion sobre este concepto, no esta exenta de obstaculos. Uno de ellos se encuentra, segin Kymlicka y Norman, en que el Ambito de una teoria de la ciudadania parece potencialmenteilimitado, Conviene cen- trar el marco de interés para una teoria de tal naturale- za, porque casi cualquier problema de filosofia politica implica relaciones entre ciudadanos o entre ciudadanos y el Estado, El segundo obstéculo se refiere al hecho de que una ‘minima investigacién histérica del Ideal de ciudadania ‘nos muestra la existencia no de una, sino de dos interpre- taciones rivales de la ciudadanta, que a veces se confun- den ose presentan con poca claridad, y que ya referimos 154 sar después ims atris: la ciudadanfa como estatus legal y la ciudada- ‘nia como prictica 0 actividad moralmente deseable. En mi opinién, los diferentes usos del término ciudadania y los diferentes modelos te6ricos de ciudadania se pueden ree. ‘grupar 0 reordenar de acuerdo con estas dos categorias conceptuales. ‘Ahora bien, pese ala natural dificuliad queentrafia una, labor de sintesis de estos diferentes modelos de ciudada- nfa, una cosa parece clara. Como han sefialado ya muchos autores, la citidadania no es un concepto ahistorico, des- ‘contextualizado e incontestable. ‘Segtin Galle, un concepio esencialmente contestable im- plica susarlo contra otros usos y reconocer que el uso per sonal del concepto tiene que ser mantenido contra esos otros usos, Todavia més resumidamente, usar un concep. to esencialmente contestable significa usarlo tanto agre- siva como defensivamentes." Todo concepto esencialmente contestable, de acuerdo con los argumentos tanto de Gallie ‘como de Connolly.” retine tres caracteristicas principales, {ue resumiré ahora brevemente: a) es un concepto aprecia. fivo, en el sentido de que acredita o entrafia siempre cierto tipo de logro valorativo; b)es un concepto abierto, es decie, redefinible y revisable principalmente ala luz de tradicio. nes de pensamiento rivales; yc) es un concepto que descr’ bbe un niicleo intrinsecamente complejo de précticas. E. B. Gorham recoge en otra investigacién los anterio- res argumentos y sefiala que la ciudadanfa es un concepto ‘sencialmente contestable en el sentido acuttado por Ga- lie y Connolly. Uno no puede proponer simplemente una sencilla definicién de laciudadania —viene a decir y pa: construir un programa de accién o de servi- cio eivico~* Si la capacidad de discutir razonadamente y de oponer argumentos rivales es una caracterfstica prin cipal dela democracia, entonces la contestabilidad es una nota que debe preservarse como elemento definitorio dela ciudadanfa, en el sentido de que cada ciudadano debe ser capaz de razonar, justficar y apoyar su propia compren. sién de todo lo que entrafa el ejercicio de la cludadania, Ente sentido, al y como se sealaen el importante pro. yecto americano de educacién politica Civitas, publicado 155 «en 1991 bajo los auspicios de instituciones como el Center for Civic Education, el Council for the Advancement of Ci- tizenship y el National Council for the Social Studies, una parte nada despreciable de los objetivos de formacion efvi- ‘ea en contextos democraticos seria ayudar alos individuos 4 determinar qué papel civico desean jugar en su sociedad ¥ capacitaries para discernir entre los diversos conceptos dle ciudadanfa de acuerdo con las diversas tradiciones de pensamiento efvico-* ‘Sin embargo, la conclusién anterior sitéa el andlisis te6- ico de la ciudadanfa en el marco de un discurso, por asi

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