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Lo que ha aumentado mi voracidad dentro de la poesía —desde los himnos de Orfeo hasta los conjuros de Proust para reactuar contra el tiempo, desde los cronistas de Indias hasta José Martí— es un laberinto elaborado por la araña en la espera de una visitación.
Lo que ha aumentado mi voracidad dentro de la poesía —desde los himnos de Orfeo hasta los conjuros de Proust para reactuar contra el tiempo, desde los cronistas de Indias hasta José Martí— es un laberinto elaborado por la araña en la espera de una visitación.
Lo que ha aumentado mi voracidad dentro de la poesía —desde los himnos de Orfeo hasta los conjuros de Proust para reactuar contra el tiempo, desde los cronistas de Indias hasta José Martí— es un laberinto elaborado por la araña en la espera de una visitación.
Yo leo en la poesa y despus procuro descifrar. A veces, cuando menos
me he preparado para esa lectura, llega y me dice No es cierto que estoy invitada? De pronto, comprendo que es cierto y comienzo a leer en la poesa. Hasta donde yo me puedo abarcar, no puedo afirmar que estaba preparado para esa recepcin. Descifro el aviso y me pongo en marcha. Hasta donde he podido caminar en la poesa, he comprendido. Despus ha vuelto de nuevo la oscuridad, la que produce una visita, la que me deja una imagen. Sin tener tregua y oyendo: s que me estaba esperando. Cre que era una burla, pero me haca creer que estaba secretamente protegido en la espera. Tambin me haca creer que el tiempo era un espacio en la luz. Lo que ha aumentado mi voracidad dentro de la poesa desde los himnos de Orfeo hasta los conjuros de Proust para reactuar contra el tiempo, desde los cronistas de Indias hasta Jos Mart es un laberinto elaborado por la araa en la espera de una visitacin. Lo que ms admiro es lo que he llamado la cantidad hechizada, con la que se logra la sobrenaturaleza, por ejemplo, la visita de Don Quijote a la casa de los duques. Lo que me gusta y sorprende son las inauditas tangencias del mundo de los sentidos, lo que he llamado la vivencia oblicua, cuando el timbre telefnico me causa la misma sensacin que la contemplacin de un pulpo en una jarra minoana. O cuando leo el Libro de los Muertos, donde aparece la grandeza egipcia en su mayor esplendor potico, que los moradores subterrneos saborean pasteles de azafrn, y leo despus en el diario de Mart, en las pginas finales cuando pide un jarro hervido en dulce con hojas de higo. En relacin directa con la pregunta, cada da me parece ms rechazable la particularizacin nominal en simple desfile enumerativo.