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tied Ras crores Dirigida por Jorge Rodriguez Maud Mannoni, Ronald D. Laing, David Cooper, J-L. Faure, Edmond Ortigues, René Tostain, Ginette Raimbault, Sami-Ali, D. W. Winnicott, Rosine y Robert Lefort, P. Martin y Jacques Lacan Psicosis infantil ccién de Aurora Pérez y Frida Dimant Nueva Visién res Los articulos que integran el presente volumen fueron publicados en In revista Recherches, en dos niimeros dedicados a la Enfance Alienée, setiembre de 1967 y diciembre de 1968. 10,89 Traduccién de Héctor Yankelevich © 1980 por Ediciones Nueva Visién SAIC Tuoumin 3748, Buenos Aires, Repiblica Argentina Queda hecho el depisito que marca In Tey 11.723 Anpresy op Ie Argentinn / / Printed in Argentina trohibida Ia reproduceién total o parcial Prefacio En octubre de 1967, se reine en Paris un grupo de especialistas para Hevar a cabo un coloquio sobre la infancia alienada, cologuio promovido y organizado por la psicoanalista francesa Maud Man- noni, Le revista Recherches publicé dos ntimeros especiales dedicados al coloquio, El primero, de septiembre de 1967, incluye todos los trabajos preliminares. El segundo, de diciembre de 1968, titulado La infancia alienada. El nitio, la psicosis y la institucién, transcribe Ja totalidad de los trabajos presentados y las conclusiones de las diferentes mesas redondas. Las presentaciones siguen bésicamente dlos lineamientos: 1) aspectos tedricos conceptuales; 2) aportes fundamentalmente clinicos. Nuestra seleccién sc orienté hacia los trabajos cuya exposicién estaba directamente relacionada con Jos aspectos teéricos © con- coptualizaciones sobre “la infancia alienada”. La eleccién dio como resultado un conjunto de trabajos donde se dice lo que se piensa y lo que se ha alcanzado a comprender sobre Ia psicosis en los nifios, y también sobre los Factores que, segiin se cree, enferman al nifio, Desde la comunicacién del concepto hasta Ja transmisién de la ideologia subyacente y explicita, hay en cada autor una asuncién de su postura planteada como un compromiso personal y polémico, Los autores se hablan y se discuten entre si. Por eso 7 quisiéramos subrayar dos tipos de valores, los conocimientos que transmiten y el modo como los comunican. Especialmente este modo de decir las cosas, que muestra gran respeto a la posibilidad de pensar libremente y expresarlo, aun en aquellos autores cuyo grupo de pertenencia podria por si mismo hacerles obvia una expresién individual. . Hay algo més en estos articulos que vale la pena destacar, y es Jo que tiene que ver con la coherencia entre la posicién tebrica y la conducta de Jos autores. Algo asi como Ja conjuncién natural entre la palabra y la accién. En cuanto la idea que tienen sobre la locura es que Ia sociedad misma en que vivimos nos aliena, ellos se Cy nos) replantean cl ejercicio del rol profesional, Encararlo como un compromiso total de su persona les leva a plantearse qué se encubre, qué hay detrés de Ja consulta a un servicio pst quidtrico, por ejemplo, y a dar como respuesta que tal pedido de atencién es mas bien la denuncia de un sistema que dafia y mutila Y que, inclusive, ni permite tomar conciencia de tal situacién. ‘Alertan al profesional para que tenga en cuenta el problema de ‘esta manera, con el objeto de no sumarse a la “forclusién” bur- guesa. En esta linea, Ginette Raimbault expresa que “ser nece- sario rescatar el rol subversivo del psicoandlisis”. Aurora Pérez y Frida Dimant Prefacio para la edicién argentina Maud Mannoni Esta recopilacién contiene una parte de Jos textos presentados en as Jornadas de estudio sobre Jas psicosis en el niiio (Paris, 21-22 de octubre 1967) y publicados en Enfance Aliénée (setiembre de 1967) y Enfance Aliénée II (diciembre de 1968). * El eje de csas Jornadas fue la confrontacidr entre las concep- ciones estructurales del grupo francés y las concepciones existen- ciales del grupo inglés representado por David Cooper y Ronald Laing, E] coloquio cuestioné Jos fundamentos mismos de la psiquiatria clésica, ya que los autores prefirieron sustituir la clasificacién sistemética de las entidades nosolégicas por el estudio del sujeto que habla Cese sujeto que desaparece en Jas clasificaciones). Al colocar el término “cnfermo” cntre paréntesis fenomenolé- gicos se logra abandonar cl estudio de Ja enfermedad para tener acceso mas justo al “enfermo”, Pero —nos recuerdan los autores— todavia es preciso no caer en la trampa de una ideologia fundada en criterios adaptativos. ; Los participantes denunciaron el achatamiento sufrido por la teorfa freudiana, reducida durante estas tiltimas décadas a una pura’técnica del comportamiento. Las nociones de “yo fuerte y 4 Editorial Recherches, 73, rue Buffon, Paris. auténomo”, la creencia en la necesidad de un rol parental “asegu- rador” y “s6lido”, toda esa estrategia adulta desnaturaliza el: psico- andlisis y lo reduce a no ser més que una herramienta al. servicio de un ideal de rendimiento. La psiquiatria y el psicoandlisis estin en un tris de asumir histo- ricamente el relevo de la Policia y Ja Iglesia como defensoras de la moralidad, en cuanto proponen a los “pacientes” valores standard. En el dominio de Ja investigacién toda innovacién se enfrenta con tabties, y el psicoanalista o el psiquiatra se ven trabados por el imperio que sobre ellos ejerce una tradicién médica opuiesta a todo cambio y guardiana del saber recibido. El malestar expresado en octubre de 1967 por los participantes Cuniversitarios, médicos, enfermeros, educadores, psicoanalistas de todas las escuelas de psicoandlisis) puede considerarse, a la distan- cia, como el preludio de una impugnacidn global que’estallé con fuerza en la revolucién de mayo de 1968. ‘Los estudiantes unieron el problema de la renovacién de Ja psiquiatcfa a la impugnacién de la forma del régimen* y Ja politi- zacién de la accién estudiantil permitié develar una verdad suscep- tible de prometer un progreso cientifico. El movimiento de despo- Iitizacién iniciado al finalizar esos quince dias propuso reformas, con la esperanza de poner fin con ellas a la impugnacién que habia permitide un movimiento masivo de desmitificacién del personaje médico y de su poder. La despolitizacién hizo el juego a quienes no renunciaban al mantenimiento de sus privilegios, que alimentan en el médico una suerte de creencia mistica en su “misién”, que harfa de él con pleno derecho el heredero de una funcién sagrada. La demanda social deja un lugar para el “personaje” del “pa- trén”. * De la respuesta del médico —aceptar o no ubicarse en ese 2 Cf, Maud Mannoni, Le psychiatre, son. “fou” et la psychanalyse, ‘Seuil, Paris, 1970. * En Francia se denomina “patrén” al jefe de un servicio hospitalario. IN. del T.] lugar (aunque mas no sea cn el plano imaginario)— va a depender el tipo de relacién terapéutica que instaure con el “cnfermo”, principalmente en psicoanilisis. Por Freud sabemos que la ttnica formacién vélida para un ana- lista descansa en su propia capacidad de identificarse con cl “en- fermo”. Ahi es donde ha de situarse el origen de una instauracién ho segregativa en las relaciones médico-enfermo. Ahora bien, Ja ensefianza de la medicina est concebida para defender al estu- problemas cruciales hayan sido planteados por los estudiantes durante los acontecimientos de mayo muestra que se sentfan direc- tamente implicados en cllos. En su impugnacién de la psiquiatria destacaron —sin conocer- los— los mismos temas que en octubre de 1967 en Paris habjan cexpues'o Laing, Cooper y el grupo de la Philadelphia Association: su efecto escandaloso Ilevé al piiblico (o a las autoridades univer- sitarias) a ocultar una verdad insoportable.* La referencia sociolégica y aun “humanitaria” de ciertos anti- priquiatras norteamericanos no podia, sin embargo, ser mas recha- zable, Pero la cuestién no residia alli. Los psiquiatras y psicoana- listas Franceses se refugiaton detris de objeciones tedricas justas para rehusarse mejor a escuchar un material clinico rao Cse trataba del reconocimiento por los antipsiquiatras norteamericanos del rol que ocupa la categoria de goce en Ja relacién con el “enfermo mental”). Nadie se detuvo entonces (salvo Lacan en su discurso de clau- sura) en el aporte positive que constituia ese testimonio depurado de todo el aparato convencional que constituye nuestra proteccién contra Ta Jocura. ‘Aqui hay una cuestién importante que atafie a los problemas mds actuales y més candentes referentes a la transmisién del saber yal modo como, en nuestro sistema, el saber debe quedar vaciado © Mediante el sesgo de las reformas en el caso de los estudiantes, 0 pot el cechazo inasivo del dictamen de Jos psiquiatras Iuego del Congreso. i dle todo poder de transformacién real, lo que no deja de tener efecto sobre la orientacién académica dada a la investigacién. En su preocupacién por cambiar el modelo médico al que se refiere la psiquiatria, los estudiantes de mayo y los antipsiquiatras buscaron evar su interrogacién no tanto sobre el “enfermo” sino sobre el discurso mutilante en el que éste ha sido apresado, La cuestién asi planteada es Ja de los derechos del individuo, zHay que continuar defendiendo a Ja sociedad’ contra Ia locura 0 es Ja libertad del loco Ia que necesita ser defendida contra una sociedad que no lo tolera? ¢Debemos dejar a la locura la libertad de hablar Carriesgindonos a poner en peligro a la sociedad, 0 debemos crear una sociedad menos alienante (mientras se tapona en cl individuo lo que trata de expresarse como decir de verdad)? La alternativa esti siempre e1 nosotros. Estamos tentados de rechazar nuestra locura, y es eso reprimido cn’ nosotros o que nos interpela en cl decir de Ia locura del otro. Por eso el mecanismo de censura (y de exclusién) interviene de modo tan brutal. Si bien estas cucstiones fundamentales pudieron plantearse en mayo de 1968 (como también en las revaluciones del pasado) después no tuvieron consecuencias, Las reformas introducidas proceden de la preocupacién por reglamentar Jos estudios y el sistema de asistencia, pero no aportan ningiin cambio verdadero al espiritu mismo de la psiquiatnia. En Jugar de examinar cudl es Ja actitud de la sociedad frente ala “enfermedad mental”, nos encontramos ante opciones admi- nistrativas que tienden a defender cl menopolio. de la asistencia cuyo riesgo es que contribuyan en particular a agravar Jos pro- blemas de la infancia, psiquiatizindoles, Entonces en la era de los “servicios psiquidtricos obligatorios” con un ritmo tal que no seria sorprendente que una “enfermedad psiquiatrica” —vinculada con el abuso de los rastreos y consulltas de higiene mental— viniera a superponerse al inicial malestar de vivir del paciente. En ciertos casos Ja inndaptacién puede ser Factor de salud. Que 12 en nuestra sociedad la verdad no pueda expresarse sino en Ja delincuencia o la locura ilumina Jo que hay de falso en nuestro sistema. En, nuestros dias el trabajo clinico del psicoanalista puede inscri- irse en un sistema médico-administrativo que participa de una alienacién social. En los dispensarios se “psicoterapiza” en cadena 4 nifios que no saben por qué Jos Ilevan alli. A los padres gencral- mente se los coloca fucra de juego, y los psicoanalistas, en su ma- yorla mujeres, tienden inconscientemente a “raptar” al nifio del “padre malo”, sustituyendo a menudo al padre (considerado dema- sindlo débil, demasiado fuerte, demasiado ausente, en suma, siempre demasiado “algo” que es molesto). Por consiguiente, toda indi- eacibn de psicoterapia en un servicio publico deberia ser discrimi- nada de entrada de Ja demanda social en la que el pedido de consulta se encuentra, desde el comienzo, preso y pervertido. El cuadro en el que el psicoanilisis se ve levado a desplegarse compromete casi siempre las condiciones necesarias para su misma oxistencia, lo que se hace sentir ms ain en el dominio de las piscosis del nifio. Este es objeto de un monopolio de “cuidados” que en’los hechos excluye al psicoanilisis, va que a éste sélo se lo jolera esclavizado por un sistema que lo aliena. ‘Tan pronto como una sociedad se propone crear una organiza- elén de “cuidados”, Ja funda en un sistema de proteccién que gntes que nada es rechazo de Ja Jocura. De una manera paradojal, “el orden que cuida” promueve asf Ja “violencia” en nombre de Ja adaptacién. Es licito preguntarse sino es Ia preocupacién por curar® las 4 0. Mannoni, Freud y el descubrimiento del inconsciente, Galera, Buenos Aires, 1970, p. 167: “En sus primeros comienzos, el psicoanslisis, fn los propios términos de Freud “was no more than a new medical proce- dure for influencing certain mental diseases”, y este campo limitado de Jos. primeros comienzos, el eee ee siendo mis tarde y siempre el nico dominio en el que podia verificar sus proposiciones y perfeccionarse... No se puede, si no es metaféricamente, hablar de salud mental como se habla de salud corporal. De ningin modo es obvia, no es 13 “enfermedades nerviosas” la que esta en el origen de Ja actual confusién en psiquiatrfa, preocupada ante todo por dar a la salud ‘mental el status atorgado a la proteccién de la salud fisica. Se intenta rastrear la anormalidad allf donde hasta hace poco se rastreaban Ia tuberculosis y las enfermedades venéreas. Ahora bien, al privilegiar el aspecto médico, el que cura se ha dejado enrolar en las potencias de la represién, y esta verdad se ve simple- mente ocultada detrés de las tomas de posicién sociales de los diferentes movimientos psiquidtricos modernos. La psiquiatria comunitaria deja intacta y abicrta la cuestin de los “cuidados” que se dispensan como remedios (el “enfermo” v su familia se encuentran a menudo sometidos a una plétora de eximenes y cuidados que van de la quimioterapia al psicoandlisis, pasando por la socioterapia y las dindmicas de grupo). Un saber tecnocrético de la “enfermedad mental” ha venido a taponar aque- Ho que necesitaba hablar a través de Ja locura. La psiquiatria institucional espera simplemente Ja curacién de Jas instituciones mismas, suefia con una ciudad ideal en donde podria tener lugar Ia Jocura (una “locura” cuidada por médicos). Para Ja antipsiquiatria, por el contrario, la cura es un proceso nonmal que no necesita tetapia alguna, Basta dejar a ese proceso la libertad de desarrollarse. El verdadero mite pasa entonces entre Ja psiquiatria y Ia antipsiquiatria, que niega la nocién misma de | “enfermedad mental”. Por otra parte, vamos a dejar de lado un puro activismo de] que no-est4 siempre exenta, que transformarfa a los psiquiatras en superasistentes sociales, y que carece de interés nuestro estado natural como lo es esta iiltima, y no se puede imaginar que Ja tarea del analista sea conducir a ese antetior a quienes se hhan apartado por un accidente... No se trata de dos sectores de una Yinica medicina sino de dos érdenes de los que sélo uno es mélico.... Reducir el analista a médico y el neurético a enfermo.., serla actual- mente alinear al analista entre les potencias represoras... (EI hombre) esté expuesto a alienarse tanto en las barreras protectoras de Ja ‘salud? como en los vagabundeot de a ‘locura’.” 4 ya que es independiente de la cancepcién que tenemos Ia paturaleza de Ja locura. y sociedad {@bmo entienden los distintos movimientos psiquitricos Ja natu- wileza de Ja locura? Para los institucionalistas es indispensable que haya un encuadre (las instituciones, esto es, el lenguaje, la ley, las relaciones inter- Pervonales, la estructura familiar) para Ja constitucién de una personalidad, Donde es necesario actuar es precisamente sobre ese encuadre en el cual el paciente se encuentra “atrapado”. De ahf Ja importancia que se asigna a la creacién de toda una variada red tle encuentros en cl interior del hospital (mediante clubes y dife- fentes asociaciones). De ah{ también la atencién que se presta a Jos que cuidan, que serin los soportes de la locura, que necesita condiciones precisas de acogida, desde su entrada en la institucién. La antipsiquiatria se ubica de modo exactamente inverso. Al desembarazar al sujeto de todo encuadre le da la posibilidad de yeencontrarse, por un proceso que se concibe como interior y es ppontineo Cde hecho, de lo que se trata es de un grupo y entonces, f pesar de todo, de un encuadre), La cuestién que se podria enunciar con los términos de loctra y sociedad recibe pues respuestas muy. distintas: = para Ja psiquiatria comunitaria la locura es lo antisocial; — para la psiquiatréa institucional, Ia creacién de una microsocie- dad tiene valor terapéutico; — para la antipsiquiatria la locura es, contra la sociedad, una proteccién vilida pero fallida. E] objetivo revolucionario de Ja antipsiquiatria participa sin embargo de una utopfa.® Creer que con Ia libertad no-habria © Que encontramos ya en los escritos de Saint-Just. més locura ¢s falso. Hay clerta ingenuidad en pensar que Ja revor Tucién permitiria ubrir tanto los manicomios como las prisiones, Todas las Iocuras no se vinculan con las mismas estructuras de Ja sociedad. El problema es quizi social, pero no politico en ol sentido de que la revolucién permitiria resolver las cuestiones plan teadas por la locura." Los paises revolucionarivs han conservado a menuclo sespecto de Ia “enfermedad mental” una actitud por To menos conservadora y segregativa, como si los hombres tuvieran necesidad de designar sus hechiceras y sus locos para ponerse a s mismos a resguardo del peligro. En Francia, el problema planteado por Ja debilidad mental y la Tocura esti unido a las estructuras de una sociedad mecanizada presta a defenderse contra Ja asimilacién de aquellos que no satis- facen sus criterios de rendimiento.? Seria preciso que nos ocupé- ramos:de desperfeccionar In sociedad, es decir, de reencontrar las formas arcaicas en funcién de las cuales el tetrasado 0 cl loco tenfan su lugar en Ia aldea. Finalmente estén en cuestiin la familia moderna y las formas especificas de inseguridad unidas a la contraccién ® de la institu- cién familiar en nuestra sociedad destribalizada. © La politizacién del movimiento psiquidtrica y psicoanalitico tiene sen: tido en la medida cn que permite abrir las cuestiones que la ideologia burguesa ha intentado forcl La obra politica que psicoanalistas v psiquiatras han de emprender con: sistirfa en un trabajo cle teflexién tedrica Cbasado en una realidad clinica) para discernir aquello que en los prejuicios burgueses y actitudes. conser- vadoras mantiene una situaciin de hecho sin ninguna salida. 7 La desaparicién del medio artesanal hace cada vez mis dificil ubicar en un taller a un muchacho intelectualmente disminuido pero dotado de habilidad manual, ya que en lugar de ponerlo en un medio normal para sus 14 afios, la administracién presiona para mantenerlo en un medio espe- cializado donde la formacién se otienta con demasiada frecuencia en el sentido de una mera adquisicién de automatismos para robots de fébrica © Los antropélogos han renunciado a considerar a nuestra familia conyu- gal como,un retorno a la “familia” bioldgica, y la comprenden como una reduceidn de la familia compleja de la antigiedad y de las poblaciones “primitivas”. Su naturaleza, como lo subraya Lacan (Encyclopédie Francaise, 16 Ja locura y el campo del lenguaje Fim Lacan, el problema que el nifio debe abordar y en el cual el Jedtico ha Fracasado se plantea, de algiin modo, en la relacién lel _nifio con la palabra de los padres. Fl centro de sw interrogatorio lo constituyen las relaciones del sujeto con el lenguaje, en tanto éste preexiste a Ja aparicién de agi! y, pedemos decirlo, también lo engendra. Para dar un ejem- plo, antes de su nacimiento, el niho ya posce un jugar en el Aiscurso de los padres, ya tiene asignado un nombre y le “habla- nin” cn Ja misma medida en que lo harin objeto de cuidados; Ja eorencia de éstos, a la que cn ocasiones se le ha asignado tanta Importancia Clas Frustraciones), esti lejos de tener tanto efecto como la naturalez: y los accidentes del discurso en el cual esta nmerso, E] medio propiamente humano no es biolgico ni social; 1s lingitistico, Esa atencién dirigida a la palabra de los padres se halla en el contro de los principales trabajos norteamericanos, pero por falta dle competencia lingiiistica las investigaciones s6lo se realizan en ¢} nivel de los datos empiticos, lo que limita su aleance. Los trabajos del grupo de Palo Alto® han marcado profunda- mente a la nueva generacidn de psiquiatras, psicdlogos y socidlogos norteamericanos, cansados de una literatura analitica de inspiracién hiologizante 0 médica. {. VIII, “La vie mentale”), se comprende mejor por su relacién con las antiguas instituciones que por “la hipétesis de una familia elemental que no se encuentra en ningiin lado”, ® Paul Watzlawick, Janet Helmick Beavin, Don D, Jackson, Pragmatics of human communication, Norton, Nueva York, 1967. Las investigaciones del grupo de Palo Alto han inspirado trabajos muy pertinentes sobre la teoria de Tos juegos. En ellos se analizan los efectos interpersonales y so- ciales de actitudes inconscientes que remontan a la infancia (Eric Berne, Games people play, Penguin Books, 1964). 17 E] psicoanilisis clésico, al confinarse en el estudio de la teoria de Jos procesos intrapsiquicos, de algiin modo se habia esclerosado. Al centrar Ja atencién sobre una “enfermedad” situada “en” un individuo, se Hegaba a descuidar la dindmica de una situacién tal como podfa aparecer en el discurso del “paciente” (y més all4). EI grupo de Palo Alto (que en esto coincide con Lacan) no consider’ al paciente como un ser aislado sino como un lugar de relaciones, renovando asi Jas nociones hasta entonces en uso rex pecto del entorno. Estos autores sustituyen los criterios psicosocio- Iégicos tradicionales por criterios légicos, conservando sin embargo, ‘en su método de trabajo, el recurso de la encuesta psicosocioldgica, Los investigadores de Palo Alto emplean modelos tomados de la electrénica para explicar, en términos de lugares, los problemas de la comunicacién. La nocién de realimentacién, el, estudio del sujeto como lugar de input y output Cconcepto de caja negra) y la teoria de Carnap sobre el lenguaje permitieron el desarrollo de una investigacién que lleva a los psiquiatras a reinterrogar a las teorfas cientificas que hasta ahora habjan provisto a la marcha clinica de su soporte. Anthony Wilden? cree ver en el movimiento anglosajén una suerte de convergencia con las posiciones de Lacan. Nos dice que los teéricos de la comunicacién deberian disponerse a interpretar as cosas en la perspectiva Jacaniana de Jas categorias de signifi: cante, simbélico, imaginario y real. Efectivamente, alrededor de ese eje Cy de su ausencia) se ordena lo que separa la investigacién norteamericana de la francesa, ya que el uso de las mismas referencias logicomatematicas (Frege, Boole, Gédel, Russell, etcétera), ha Ievado en los EE.UU. una direccién. diferente de la. francesa. 3 Anthony Wilden, The language of the self, John Hopkins, Nueva York, 1968. Este trabajo sitia la obra de Lacan en cl movimiento del pensamiento moderno. Destinado a los lectores de lengua inglesa, no tiene cequivalente. 18 Valdria la pena profundizar el sentido de las respectivas di- reociones. i oe sr erase Ie palabra dich, y el lenguse, reducdo a la comunicacién, os ‘considerado por ellos como una variedad del comportamiento, Jo ‘que los mantiene en una perspectiva behaviorista. Postulan la exis- fencia de un cédigo informulado que permitirfa que la comuni- eacién funcione como un cilculo cuvas reglas serfan observadas en toda comunicacién lograda y.transgredidas en toda comunicacién perturbada, Se postula entonces que un orden andlogo al nivel estructural de la légica domina la conciencia humana y determina el cono- cimiento que el hombre adquiere de su universo.En esa perspec- tiva, la neurosis y la psicosis son concebidas como efectos de una situacién creada por una contradiccién Iégica del discurso en el que el sujeto se encontr6 atrapado. La respuesta “loca” es estu- diada como réaccién a un contexto “comunicacional” que el sujeto no puede mantener. E] andlisis de Ja situacién es ante todo anilisis de un sistema de paradojas. La terapia, que se concibe como una cstrategia, tiene por objetivo la creacién de nuevas paradojas, como por ejemplo “prescribir el sintoma”. La debilidad de esta teorfa “Cpor otra parte muy interesante) descansa en la concepcién que sus autores tienen del lenguaje. Al privilegiar desde el comienzo el comportamiento y considerar al Jenguaje como uno de sus aspectos, no Hegan a captar lo que ‘std en juego en el discurso. De ahi que su investigacién esté cen- trada en las reglas de la comunicacién, en un registro que no tiene en cuenta Ja funcién simbélica inherente a todo discursd. El sistema légico utilizado por el grupo de Palo Alto funciona en el plano de una realidad perceptiva (las palabras dichas) que no remite a nada no-dicho. El discurso presente en el inconsciente no cs interrogado en ningin momento. El método experimental twedo Hega a una simplificacién Creduccién) en los desarrollos tedricos, simplificacién cuyos efectos no dejan de ser peligrosos. 19 Al poner el acento en Ja paradoja * en el mero nivel consciente, se corte el riesgo de desconocer Ja importancia de la distancia que separa el discurso consciente del inconsciente. Lacan, por el contrario, estudia al lenguaje en la relacién del sujeto con el significante, Desarrolla una légica del significonte que se articula en la teorfa de] deseo: al estudiar e] discurso. incons- ciente que duplica el discurso consciente, pone el acento en el rol que esté Iamada a desempefiar en el mundo del nifio la alter- nancia de la presencia y la ausencia. El objeto que el nifio se ve Hevado a descubrir es un objeto que falta, ‘un objeto ausente. En esta perspectiva, el discurso no puede articularse por si mismo sino porque hay que Henar brechas. Est unido a Ja falta. La teorfa anglosajona, preocupada por los meros datos de una realidad experimental, cscila entre la referencia a criterios légicos y el recurso a la encuesta psicosociolégica, El discurso que sus autores sostiencn privilegia el orden que nosotros lamamos ima- ginario y desconoce ‘la verdad que se desprende de lo simbélico. E] mérito de esos trabajos es el de haber liberado a Ja psiquiatria icacién de tipo botinico, pero sus autores corren el ituirla por otra forma de clasificacién o de ideologia. No se trata tanto del comportamiento del psicético Co del neuré- tico) como de su palabra. Lacan nos recuerda que la Traumdeut- ung descifra al inconsciente como un lenguaje. Y Freud, en una Gpoca en la que alin reinaba la “filologia”, se habia anticipado a Ia Jingufstica de Saussure para formular tma teorfa del inconsciente. EI inconsciente s6lo fue conccbido por un momento como reser- vorio de pulsiones e instintos con la intencion de convertitlo en el punto de unién de la biologia y 1a psicologia, y ese intento resulto estéril. De hecho, es el sujeto de la palabra, Si esto esté oculto en ©: neurético o en el hombre normal por el control del yo, * Aqui se refiere a la teoria del doble vinculo donde la paradoja seria el desacuerdy entre mensaje y, meta-mensaje, pero siempre conscientes. IN. del E.] i ra 20 en el psicético se muestra directamente. El yo, como se sabe, tiene 44; fuente en lo imaginario, como se ve al considerar el “estadio del fapejo” (Lacan). Sobre tales bases tedricas, que é&te no es lugar de exponer, hemos mostrado"! que no es posible aislar el sintoma jile presenta el nifio “enfermo”, no ya de su propio discurso sino también del discurso que lo constituye, esencialnente el diseurso le los padres. El sintoma del nino ocupa, en el discurso familiar, el vacio que era una verdad que no se dice. De tal modo el sintoma es nece- sario para quienes tienen que protegerse contra el saber de la ver- acl en cuestién, Al querer tratar el sintoma, ¢3 al nifo al que we rechaza. Estas comprebaciones valen también para el anilisis de adultos , on particular, para cl enfoque de las psicosis (donde son sin embargo sistematicamente desconocidas). En Ia relacion con el psicético se tiende a olvidar un punto esencisl: ante un llamado que el sujeto no puede responder més, hace surgir una abundancia de modos de ser que soporta un cierto lenguaje como tal. Lo que se articula en cl delitio cons- tituye verdaderamente el eres del psicotizado, Se atiene tanto mas 4 Ja forma de Ja palabra yal juego con las palabras cuanto que la bra, de hecho, ha desaparecido, Esta abundancia imaginaria, “antecdmara de la locura”, tiene necesidad de que la entiendan, ya que recubre lo que en el sujeto trata desesperadamente de ha- cerse reconocer en una articulacién simbélica. Al contrariar un delirio, se lo fija irremediablemente, o mas bien w le corti al sujeto la Gnica via en Ja que una no intervencién pucde dejar libre el camino a un proceso restitutivo de cura Cya que deja intacta la posibilidad de un reconocimiento del sujeto en su autenticidad simbélica. De ahi el interés por lugares que permitan el desarrollo de un laud Mannoni, L’enfant, sa “maladie” et les autres, Seuil, 1967. Temas desurrollades por J. Lacan en su seminario del 16 de noviembre de 1955. 21 rolucién imaginaria. En la relacién afectiva asi creada el @ convierte en el ser de puro deseo, pero también en el ser jecién: de ahi el lugar que tiene el surgimiento de la ividad en el campo donde se despliega 1a locura. in delimita Ia entrada en la psicosis alrededor del momento quie, desde el campo del otro, llega el Hamado de un signifi- fe esencial que no puede ser recibido, De lo imaginario surgen fs que se imponen al sujeto, y él se aferra a ellas ya que lo 4 una “humanizacién” que esté por perder. Tin ese registro se pueden situar las tentativas de “redencién” que vemos en Jos casos relatados por Laing), que surgen para x al sujeto en su narcisismo amenazado, Lo que en ese momento se despliega sobre la escena como ion de imégenes terrorificas no se debe aprehender sino w relacién del sujeto respecto del significante. Es siempre en momento en que la relacién con el otro imaginario se ha con- ‘Yertido en una relacién mortal cuando el sujeto opera una recons- icién dé todo el sistema significante como tal, desprendido de relacién significada Cy acompafiado por una descomposicién del aiscurso interior), Lo que el sujeto trata de reconstituir es lo que 0 ha podido ser asimilado en el momento del choque con el icante. 1es no lo repetitemos nunca bastante: en ¢] momento en que ‘el psicdtico se ve obligado a ponerse de acuerdo con los signifi- antes, en esas precisas condiciones realiza un esfuerzo que desem- ‘Boca en el desarrollo de una psicosis. HJ, Lacan, Seminario del 4 de julio de 1956 Cinédito): ‘Wsledes y yo mismo con ustedes estamos insertos en ese significante mayor se Hama Papé Noel... Papé Noel, eso se arregla siempre... y diré no s6lo se arregla siempre sino que se aregla bien... ¥ bien, el co tiene sobre ustedes a desventaja, pero también el privilegio, de wt en una relacién planteada de un modo distinto. £1 no lo ha hecho , no se ha extraido del significante, Se encontré ubicado un poquito través. A partir del momento en que lo intiman a ponerse de acuerdo ‘esos significantes, es ntcesario que haga un esfuerzo de retrospeccién widerable que desemboca en el desarrollo de una psicosis™ delirio sin agresién medicamentosa (por eso la orientacién clinice de Laing merece el mayor interés). “Cuando un tipo delira el médicp se asusta, No obstante, I mejor que se puede hacer es dejarlo correr, ése es el mejor cuida- do”. Asi se expresaba no hace mucho un intcrnado en Ville Evrard. Nosotros aceptamos intelectualmente esa posicién; en los hechos, en la realidad clinica es haber tomado al pie de la letra cl dicho de Freud: “El delirio es un proceso restitutivo de curacisn”. Si la tentativa inglesa encuentra sus limites, si sus posici teéricas son de lo més discutibles, no por ello deja de ser menos precisa en el nivel de una investigacién clinica que cuestiona la relacién del hombre con la locura. La originalidad de sus bisquedas consiste en dar a la locura Ia posibilidad de hablar. Recibir la psicosis Lo que asi habla es una palabra que se presenta al sujeto como tal, pero que no es él, Es porque el paciente, en su relacién con el otro, se busca como objeto, por lo que llega a perderse como sujeto.!® La palabra que entonces surge no es més la suya, es elt (que habla en una situacién en la que el otro como tal ya no puede ser reconocido por el paciente). En esas condiciones hay una teduccién de la sitwacién a una 48 Jy Lacan, Seminario del 27 de junio de 1956 (inédito); “Seria preciso hhacer comprender que en esa relacién él es el objeto, a fin de cuentas, y por lo mismo que se busca como objeto, se ha perdido como sujeto.”” 44" J, Lacan, Seminario del 27 de junio de 1956 Cinédito): &Por qué ara el sujeto mismo ello (ca) habla, es decir que se presenta como una palabra y que esa palabra es ello? Ello no es , Hemos intentado centiar ‘esa cuestién en el nivel del ti... El i es un significante, una puntuacién, algo por Jo cual el otro es fijado en un punto de la significacién.” 2 23 Esa psicosis no tiene tanta necesidad de ser “cuidada” (en el sentido de una detencién) como de ser recibida. Lo que el paciente busca es un testigo y un soporte para esa palabra extrafia que se Je impone, El problema de “la alienacién” en el nifio se presenta de un modo un poco diferente y Yinicamente se lo puede comprender delimitando el modo en que su “locura” ha sido retomada en la vida fantastica de cada uno de sus padres. Para que el nifio reen- cuentre propiamente una palabra personal, necesita antes que nada poder desprender su verdad de los deseos de muerte y de las miiltiples formas de alienacién en las que x¢ perdié cn la fijacién con oto. Para que el analista legue a situarse en un discurso en el que &l participe, le hace falta poder distinguir Jo que separa el registro de lo real del de lo imaginario y de lo simbdlico, sin Jo cual arries: ga confusiones, equivocaciones y contrasentidos tragicémicos.~ Eso ingsley Hall de Londres nald D. Laing formal mas bien que dos improvisaciones. He aqui dos hipétesis: etanoia: Algunas experiencias en el Se me pidié que para esta conferencia hiciera una presentaciée es lo que los autores de esta recopilacién se esforzaron por delimitar. 24 1. Lo que desde e] punto de vista clinico se diagnostica como Céquiizofrenia aguda o brote esquizofreniforme puede ser en si mismo un recurso del cual un ser humano se aferra cuando todo J demas parece imposible. 2. Si es posible cambiar (con referencia al modelo del hospital Piquidtrico) la actitud colectiva (set) y el encuadre (setting), la ‘experioncia puede transformarse de manera tal que ya no sea nece- farlo seguir considerindola como “psicética”. Permftaseme una analogia. Originariamente se consideré al LSD-25 como una sustancia psicomimética. Propongo que ese viaje que dura de 6 a 12 horas, Inducido por medios bioquimicos, tiene su andlogo natural en lo {jue sugiero lamar viaje metanoico (de metanoia: cambio animi- €0). La naturaleza del viaje metanoico puede ser “buena” o “mala”, lo que depende en buena parte de la actittd colectiva y del encua- the. En el hospital psiquidtrico se define ipso facto este viaje como Tcura per se, y en funcién de ello se lo trata. El encuadre de una tlinica y de un hospital psiquidtrico promueve en el personal y en 25 tonas. Las personas que fabrican ese conjunto de atributos mn que demostrar que se refiere 2 algo real. Con las pruebas qque se dispone hasta la fecha, lego a la conclusién de que no han conseguido. Mientras tanto podemos plantear algunas cuestiones. En qué fiteunstancias algunas personas ponen en juego exe conjunto de Biributos en relacién con otras personas? La etiologia de la “esqui- pofrenia” viene a ser Ia etiologia de ese conjunto de atributos. Dixlo que son especialmente los psiquiatras los que fabrican ese 0njunto de atributos, parece que ellos padecen de “‘esquizofrenia” Por lo menos en la misma medida que la gente a quien le adju- dican tal conjunto de atributos. “En qué situaciones sociales y por mediacién de qué relaciones personales se reinventa ese conjunto le atributos? Los psiquiatras y psicoanalistas suclen decir que la Sxquizofrenia se presenta en un paciente cuando otra persona empieza a conducirse de mdnera tal que exhibe los sintomas de exjuizofrenia que inducen a los psiquiatras a hacer ese diagnés- fico, El argumento es totalmente circular. Ya desde que se Jo plantea cae en una peticién de principio. La cuestién es: zen qué circunstancias piensa un psiquiatra que otra persona padece el estado que define ese conjunto de atributos? Para nosotros, por el contrario, la etiologia de la esquizofrenia ha de buscarse en cl estudio de las situaciones y circunstancias sociales en las tuiales se pone en juego tal atribucidn. Se la pone en juego cuando auige una peculiar disyuncién en virtud de la cual dos seres humanos por lo menos, uno psiquiatra, paciente el otro, terminan Por enfrentarse a través de una complejisima falla, o de una serie de fallas, de comunicacién. Dentro del marco de esta presentacién no es posible detallar n qué consiste tal falla de comunicacién, Me referiré sélo a uno # dos aspectos de la misma. .Para cuando alguien, trétese de-un pifto o de un adulto, viene a vernos, ya hay una cantidad de gente que ha percibido a esa persona como alguien que manifiesta algu- fi clase de desviacién, alienacién o perturbacién; en cualquiera los pacientes Ja actitud colectiva més apta para que el viaje meta: noico deje de ser un viaje de descubrimiento del si mismo —cuya naturaleza es potencialmente revolucionaria Y que potencialmente Puede desembocar en un resultado liberador— para convertirse en tuna catéstrofe: en un proceso patolégico del cual hay que curar @ una persona. Nos preguntamos qué sucederia si empezéramos Por cambiar nuestra actitud colectiva y nuestto encuadre, para considerar lo que sucede como un proceso curative potencial a través del cual, idealmente, se puede guiar a una persona y durante el cual es posible protegerla, Tal es la simplicidad esencial del Problema. Sin embargo en la ptéctica son tales los tabies que Prevalecen en nuestra cultura que es muy dificil instalar y man- tener un lugar donde se puedan poner a prueba las hipétesis men- cionadas. En medida limitada, hemos conseguido establecer tres lugares de ese tipo en Londres, en los tiltimos tres afios, No tengo noticia de que en otra parte cxistan lugares semejantes, Sin em- argo, Ia teoria esté “en el aire” y un némero significative de nuestros contemporincos piensa de la misma manera, No ha de tomarse la falta de una revisién de la bibliografia contempordnea como una pretensién de prioridad teérica. 1 eDénde esti Ia esquizofrenia? La respuesta tradicional es que la esquizofrenia se encuentra en algunas personas més que en otras, ya sea en su mente, en su cuerpo-o en su estilo de vida. Sin em- argo es posible que tal respuesta sea parte de un proceso social que por sf mismo genera la esquizofrenia que nos proponemos curar, La “esquizofrenia”, si adoptamos una posicién nominalista, €s un conjunto de atributos que algunas personas, expertas en Ia fabricacién de ese conjunto de atribuciones, adjudican a otras 1 Las tres fuentes siguientes proporcionan Jas més relevantes entre las referencias recientes, a saber: Bowers y Freedman, 1966, pp. 240-48; Laing, 1967; Silverman, 1967-69, pp. 21-31. 26 27 de esos casos se supone que algo anda mal en él. Para cuando el individuo viene a vernos, existe ya una enorme brecha a través dela cual somos espectadores de alguien que se mueve demasiado répido 0 con demasiada lentitud, mucho 0 muy poco, y que dice demasiado 0 no dice Jo suficiente o usa una manera de hablar que a los demas les parece peculiar. Es posible que para ese momento esa persona intente decimos algo que no es Jo que esperamos oir de una persona cuerda. Por ejemplo, puede parecernos que esté de alguna manera “enfermo”, y es frecuente que el mismo indi- viduo procure decimnos que no es asi. Eso se convierte en una nueva manifestacién de su enfermedad, es decir, el hecho de que le falta insight para saber que esté enfermo. Si uno esti enfermo desde nuestro punto de vista, y no cree estarlo desde su propio punto de vista, eso es un nuevo indicio de hasta qué punto esté enfermo. Si uno ha perdido el juicio, es claro que no tiene el jlticio que puede permitirle apreciar que lo ha perdido. Es decir que el hecho de que uno piense que no ha perdido el juicio no es més que una nueva confirmacién del hecho de que lo ha perdido. Y como uno no ha perdido el juicio, no tiene la sensacién de necesitar ningiin tratamiento; pero eso signi- fica que si lo perdi6. Si uno no se siente enfermo, eso significa que lo esté. El tratamiento de un estado que, desde el propio punto de vista de uno en cuanto esquizofrénico, no existe, seré para el individuo una intrusién, una violacién de su integridad, una persecucién, Percibiré como persecucién nuestros bieninten- cionados esfuerzos por ser benévolos; nuestra bondad Je parecerd una conspiracién 0 una complicada burla, En ese caso, sera tam bién paranoico, ya que convierte los esfuerzos mejor intencionados de quienes no se proponen otra cosa que ayudarlo en un complot refinadamente insidioso destinado a destruirlo. Lo Ilevardn al hos- pital por una enfermedad que no existe; lo pondran en cama cuan- do se siente bien. Averiguarén su estatura (para el féretro, sin duda) y su peso, y después le preguntarén cudnto es 100 menos 7, a lo cual el individuo contestar que & no hace las cosas al revés. 28 Be interpretaré entonces que es homosexual y que si no responde 93 es evidente que debe padecer un déficit afectivo-cognoscitivo simbdlico. A esta altura las disyunciones multiples entre los dos 0 piss conjuntos de personas ya son enormes y nos encontramos ante Un tipico esquizofrénico con todas sus caracteristicas, que se mata ide risa frente a todo este asunto tan serio porque piensa que es tin chiste muy divertido, 0 si no se Jo toma con mortal seriedad y gran azoramiento porque considera que probablemente sc trate tle una grave conspiracién en contra de él; no llega a tener con- ‘wiencia del hecho de que esté enfermo ni muestra gratitud alguna por todo lo que se ha hecho por él. {Qué se puede hacer con esta situacién? Nosotros, en Londres, hemos establecido algunos lugares donde no entrames en el juego dle decir que no somos uno de ellos, 0 uno de ustedes. Cambiamos ¢) paradigma, Cuando alguien esti metido en una desesperada estrategia de liberacién dentro de Ja situacién microsocial en que se encuentra, no tratamos de detener eso que se llama “un episo- dio esquizofrénico agudo”, sino de seguir su movimiento y ayudar. Hay una cantidad de esos movimientos ante log cuales nuestra weiedad reacciona poco menos que con terror, y a menudo con horror. El mas evidente de ellos es la regresién. Uno puede “ir adelante”, estar “fuera de si", andar por Ins alturas © por las profundidades, girar en cfrculo y hasta quedarse en Ja misma po clén; pero si alguien, en un sentido existencial, tine que darse vuelta y regresar, practicamente no hay lugar donde pueda estar. INo sé si en Francia hay algdin lugar donde. uno pucda ir si quiere simplemente escabullirse, desmoronarse en un estado de indife- Jenclacién y no integragién, y en donde ese movimiento sea respe- tudo, sin considerarlo necesariamente como patolégico; un lugar onde la gente intente guiarlo a uno a través de ese movimiento, si cs que necesita guia, y se ocupe de uno mientras dure el viaje. En los lugares que tenemos en Londres he visto varias personas en diferentes etapas de ese viaje. Procuraré desarrollar un poco mis e! concep:o de una transfor- i 29 macién de naturaleza potencialmente liberadora. Sugiero para el el nombre de meianoia, que es un término tradicional que se ‘pl fondo es un defecto, una defensa, una evasién, una falta de trata de una mujer que hace dos afios y medio que esté en Hall, Era directora asistente en un hospital general, una Je de sargento mayor femenino: una‘ enfermera de hospital , rigida, eficiente, organizada, consagrada a su trabajo, Se- dijo, habia empezado a sentir que en algin momento de su se haba perdido a si misma. No sabia exactamente cuéndo, sentfa que habia sido mucho tiempo atris. Tenia la sensaci6n gue tenia que retroceder hasta donde se habla perdido para lyer a encontrarse y de que tinicamente retrocediendo tendria pposibilidad de encontrarse y de vivir de una manera que no falsa, Pocos dfas después de haber venido a Kingsley Hall taba retrocediendo de manera considerable, como jams lo he Visto hacer a nadie, Se iba a trabajar, volvia, se desvestfa y se acos- tuba sobre un colchén en el piso; durante la noche no retenia Ja sina ni la materia fecal; a la maftana se levantaba a las seis, se aba y se iba a trabajar y cumplir con todas sus obligaciones. alude a un cambio animico. Algunos cambios an{mices estin prohibidos. A la persona se la one en “tratamiento”, aunque provocarfa menos confusién decir que se la castiga mediante ¢l “tratamiento”. Sabemos que si vamos a permitir que tales cambios sucedan, tenemos que consentir tam- bién que dentro de nosotros mismos se produzcan cambios de natu- raleza reciproca o complementaria. Un cambio que se produce en luna persona cambia Ja relacién entre esa persona y las demés y por consiguiente cambia a las demés, a menos que éstas se resistan al cambio, institucionalizandose en una rigida postura profesional. No basta con pensar simplemente, por ejemplo, que una sola per sona entra en un movimiento regresivo, La teorizacién psicoanalt- tica propende mucho a aislar los movimientos en el interior de una sola persona. Cualquier cambio semejante en una persona esté causado por sucesos que pertenecen al campo social y a su vez Jos ocasiona. Cualquier transformacién que se da en una persona Pprovoca en las otras personas transformaciones para adaptarse. Pero contamos con elaboradisimas estrategias de exclusion y de aisla- miento para precavernos ante tales eventualidades, que amenazan con una microrrevolucién. Estas posibilidades revolucionarias estan dandose continuamente, y las fuerzas de la contrarrevolucién y de la reaccién son enormes. La mayoria de las microrrevoluciones sociales de esta indole son “destruidas en germen”. El movimiento de retroceso (regresién) es uno de los. més prohibidos. En Londres, en el Reino Unido y en Jos Estados Uni- dos no hay pricticamente Jugar alguno donde una persona pueda retroceder (regresar), sin que tal actitud sea, en el mejor de los casos, tolerada con inquietud como un proceso patolégico que po- demos admitir durante un tiempo si es que se produce “al servicio del yo”. Se lo considera, pricticamente siempre, como algo que una carta perfectamente convencional en Ja que pedia licencia por tun tiempo. Concedida la licencia, se quedé en Kingsley Hall y eniré répidamente en la regresién més completa, A medida que Ftrocedia Teg a encontrarse tan desvalida que habia que alimen- ila con biberén cada dos o tres horas, y esa era la tinica alimen- icién que aceptaba. Se embadurnaba con su propia materia fecal, ‘ensuciéndose de manera extraordinaria. Es facil hablar de esto, Pero no fue Fécil vivirlo, La mujer adelgazé hasta sér casi un esqueleto, Dejé de hablar Y no podia mantenerse en pic. Cuando ya cstaba muy debilitada, “tina hemorragia uterina hizo que hubiera que intemarla en un hospital. Nadie supo por qué habia sucedido tal cosa. En el hospi- fol presenté un bolo fecal que fue necesario extraer digitalmente. Cuando se Je pregunté si todo andaba bien, ella contesté que si y 30 - 31 ‘que queria continuar. El doctor Berke, que hoy est entre nosotros, Ja vio con regularidad durante unos dos afios y, junto con otras personas, ayudé a atenderla, Si lo considera apropiado, puede dar més detalles. Segin su propio relato, la mujer regresé hasta antes de haber nacido, y de hecho dijo que queria retroceder incluso hasta antes de haberse encamado, En el momento de regresion mas extrema que alcanzé queria que ‘nos -apoderaramos completamente de su cuerpo, queria entregarnos su cuerpo para que viéramos que la comida entraba y las heces salian. No queria siquiera tener que defecar. Queria abandonar completamente su cuerpo. Al ob- servarla en esa época se tenfa la impresién de que lo habfa logrado en medida considerable. En ocasiones el cuerpo estaba muy frio, como si estuviera acercdndose a un estado muy préximo a la ver dadera muerte fisica. Si es que se ha de permitir que este tipo de cosas sucedan, es posible que uno tenga que correr el riesgo de que Ja persona se acerque mucho a la muerte fisica, lo mismo que a Ja muerte en un sentido simbdlico, De acuerdo con lo que expre- san ella y otras personas, el movimiento de retroceso no sélo puede Hegar a la infancia y a la época prenatal, sino a la ant encarnacién. No me ocuparé por el momento del sentido en que han de ser entendidas esas expresiones. Sin duda, la gente puede sentir la regresién como un retorno a la concepcién (no simple: mente a Jos primeros meses 0 afios de vida extrauterina, ni siquiera al nacimiento), antes de que puedan una vez mas darse vuelta y venir hacia adelante, Cabria llamar neo-génesis a ese movimiento hacia adelante, un movimiento nuevo de cuyos principios y regularidades muy poco subemos. En general parece que fuera mucho més répido que la regresién: he visto personas que retornan al presente a través de ahos en el término de horas, dias, semanas, La mujer que aos ocupa lo hizo en un periodo de cinco a sei era un poco més maduta y organizada, Mientras una persona retor- na al presente, puede volver a regresar. Podemos encontrarnos frente a un movimiento oscilante; el gré ior a la semanas. Dia a dia 32, fico puede mostrar subidas y bajadas y no es necesariamente ute p-ribola suave hacia atrés y hacia adelante, En el camins se pue- dlon observar regresiones dentro de regresiones, o puede haberlas en el curso del movimiento neogenético hacia adelante. Si supié- fimos més de estas cosas, podriamos prestar asistencia de manera nis eficaz. Dado el estado actual de nuestros conocimientos, ser’ piudente que nos limitemos a ser espectadores y guardianes. Sélo fen aspectos muy limitados podemos presumir de ofrecer una guia informada, Ellos estén haciendo el viaje. Yo nunea lo he hecho, y es posible que no lo haya hecho ninguno de los que estamos aqui presentes. ¥ como en la gran mayoria de las unidades psiquidtricas no se permite que ese viaje se realice, es seguro que somos muy pocos Jos que lo hemos visto siquiera alguna vez. Ninguno de nosotros puede hacer otra cosa que confiar en ot proceso. Desde que volvié de su viaje, la mujer a que me referi ha trabajado mucho en pin- ura y escultura, y también modela y escribe. Al terminar les leeré lin cuento muy tipico que eseribié hace un afio. Otro modo de transformacién potencial que generalmente se piwhibe y se repudia en Jas comunidades torapéuticas es Jo que en huestra jerga Hleva el desagradable nombre de acting out. Se trata le algo que puede constituir una investigacién de posibilidades que dificilmente uno se permite o le permiven los demas, Daré un ejemplo. Un joven de 25 afios que vivia en Kingsley Hall tenia {error a que lo vieran, Sentia que su cuerpo estaba muerto y, ade- Wiis, que del lado izquierdo era femenino y del lado derecho mas- quilino, Sentia que era'a Ja vez un hombre muy viejo y una mujer Muy joven, y que de alguna manera él no era para nada un ser Humano sino un monstruo ahumano, J.a estructura de su expe- iencia corporal era muy complicada y no intentaré detallarla ahora. Se la podia considerar como un cementerio en el cual +habian sido enterrados los familiares muertos de varias generaciones. Tanto sy padre como su madre hablan perdido a sus respectivos padres mientras todavia eran nifios y ambos los habfan proyectado, en 33 iltarse. Pues entonces entré en fa cocina el muchacho con el ijiro en la cabeza. Tan pronto como vio a David, capté el quid Ja situacién con gran rapidez y sin pérdida de tiempo sac una la Luger y se la disparé sobre los genitales. Habia pasado lo . Duran. una fraccién de segundo, ni David ni yo tuvimos menor idea de si el arma estaba ‘cargada o no. Era una pistola veras y el ruido fue de veras, pero en realidad no éstaba cargada. vid miré hacia abajo y vio que sus genitales seguian ahi. En segundos siguientes perdié mas o menos el 50 por cicnto de su ygustia de castracién y jamés volvié a estar tan aterrorizado, En incidente su angustia de castracién disminuyé tanto como en cuatro afios durante los cuales yo habia es.ado viéndolo en isis. Ninguna interpretacién podia ser tan primitiva como esa cién dramatica completamente impredecible ¢ imposible de repe- fir, En Kingsley Hall tenemios Ja esperanza de contar con un lugar donde puedan ocurrir cosas semejantes. cierto sentido, sobre su hijo. El muchacho habia sufrido dos opera: ciones de hernia inguinal y le aterrorizaba que lo castraran. modo que estaba muerto, era un hombre y una mujer de diferen edades, como un arlequin derrumbado, y le aterrorizaba que castraran y que lo mitaran, Mientras estaba en Kingsley Hall dex ciaié que alii iba a hacer lo que més temfa, ideé una estrategia “contrafobica” y procedié a “actuarla” (act out). Se quité la ropa y empezé a andar desnudo. Empezé a pintarse la cara y el cuerpo, Se transformaba la cara en el rostro de seres muy extrafios, por ejempio en el de una vieja prostituta, y entonces asumfa sus gestus, su entonacién, eteétera. Algunas de esas transformaciones eran totalmente clemonfacas y asustaban a los demds. El trataba de que Ja gente viera cémo se sentia y de transformar en una rulidad dramética compartida los objetos “interos” que siempre Je habjan provocado el terror de que la gente los conociera, al mismo tiempo que el deseo de darselos a conocer, El impacto de semejante forma de comunicacién era cien veces més intenso que decir “Me siento per © “Siento que soy una prostituta”. Me doy cuénta de que la brevedad de esta comunicacién plantea iis preguntas de las que responde. Es posible que sea virtual ‘mente ininteligible sin referencia a las publicaciones que Cooper, Histerson y yo mismo hemos hecho en Ics tiltimos ocho aos, Tuxlos fenemos conciencia de la enorme tarea que nos espera, tanto en 1 aspecto tedrico como en el préctico. ‘Terminaré con-un cuento muy corto escrito por la mujer a quien pies me refer’, que me lo ofrecid como regalo de cumpleaios el \» pasado y que se lama: Mientras ese hombre seguia alli Jlegé otro joven de 19 anos que habia pasado un afio en un hospital psiquidtrico, y que se paseaba con un gran péjaro atado sobre la cabeza, en un sombrero plano. Los dos no se habian conccido. Yo estaba sentado en la cocina y Jack (el fantasma) estaba en Ja pileta, desnude y todo pintado, ‘Tenia una lata de talco y estaba espoivoredndose os gemitales. Se habia acostumbrado a pasearse un rato con Ia lata de talco, espolvoredndose los genitales, Como tenia mucho miedo de que les pasara cualquier cosa a sus genitales, procuraba caminar muy erguido, en contraste con su porte habitual. Antes de asumir Ja desnudez contrafébica se mantenia habitualmente en todo mo- mento envuclio en muchas capas de ropa, un impermeable y en- cima de todo un pesado abrigo demasiado grande para él, Todo eso servia para que sus genitales estuvieran completamente a salvo bajo las cubiertas, Caminaba como un viejo, salvo que ahora pro- curaba hacer exactamente lo contrario y se exhibia antes que 1 drbol hueco Habia una vez un drbol en el bosque, que se sentia muy triste olitario porque su tronco estaba hueco y su cabeza se perdia en niebla. A’ veces la nicbla pargeia tan espesa que sentfa como si liviera la cabeza separada del tronco, A los demas Arboles les pare- Ja que era muy fuerte, pero un poco distante porque nunca el dento les acercaba sus ramas. Sentia que si se inclinaba se rom- ia, pero Ilegé a estar muy cansada de mantenerse erguida, Por 34 35 so sintié gran alivio cuando una poderosa tormenta la derribé al suelo. El arbol estaba partido, sus ramas dispersas, arrancadas su: raices y la corieza carbonizada y ennegrecida. Se sentia aturdid y aunque tenfa la cabeza libre de la niebla, sintié que su savi se secaba y que su mortal inereia quedaba al descubierto cuund cl hueco de su tronco quedé abierto al ciélo. Los demés Ac! miraron hacia abajo, boquiabiertos, sin saber bien si debfan apartai cortésmente sus ramas hacia otro lado o intentar cubrir con verde y su castafio tanta vaciedad y negrura. El érbol lord por propia vida y temié que fuera sofocada por Ja de ellos. Sentia q) necesitaba estar desnuda y abierta al viento y al sol y que'a tiempo volveria a crecer desde Ia tierra, parda y lozana. Y con | humedad de la Iuvia eché rafces nuevas y con el calor del sol k crecié madera nueva. En el viento sus ramas se inclinaron hacia Jos otros drboles, y mientras sus hojas susurraban y murmuraban en la oscuridad, se sintié amada y rié con la vida.” * 1 ¢s hhablarles de las nuevas comunidades Mamadas \ihospitales” que hemos creado en Londres, para aquellos a Julenes se Tama “esquizofrénicos”. Como mi colega Roriald Laing halla entre nosotros, pteficro exponer algunos aspectos tedricos le esta antipsiquiatria, y dejarle a Laing el abordaje clinico del blema. El hablar de Ja naturaleza y del funcionamiento de ys comunidades. ‘Aun en Tos medios psicoanaliticos de vanguardia se tiende a nsiderar a la esquizofrenia como una enfermedad de origen cons: jicional. La “fisura en Ia formacién del yo” seria asf la marca un ‘defecto de fébrica”. lo que permite a la psicopatologia jor alegremente su lugar a una suerte de patologia de labora- Jo... Segin nuestra experiencir, el diagnéstico médico de “es: fzofrenia” casi no se justifica en los hechos. Aun diria que toda yximacién al “enfermo” corre el riesgo de falsearse sii mante- nos Tos métodos de rotulucién condicionndes por In sociedad, Hodos o précticas que han creado entidades rigidas como “esqu firénico", “psiquiatra”, “enferpo”. En Londres nuestro grupo ha centeado sus esfuerzos ene} ludio de Jas formas especificas de interaccién Familiar que deter Jun el decic y el actuar de aquel a quien se lama “esquizo- nico”. La alienacién social se superpone cast siempre a las di Bibliografia Bowers M. y B. y Freedman D. X., “Psychedelic” experiences in acui psychoses”, en Archives of General Psychiatry, 1966, 15. Laing R. D., The politics of experience and the birds of Paradise, Pengui Books, Londres, 1967 Pantheon, Nueva York; Felsen Milde; Sub Kamp, Alemania). Laing R. D. y Esterson A., “Familics of Schizofrenics”, en Sanity, madness and the family, Tavistock Publications, Londres, 1965, vol. 1 Silverman J., “Shamans and acute schizofrenia”, en Amer. Anth te te schizofrenia”, e1 . Anthropol, 37 tintas formas “de alienacién mental”. Acosado por su familia, el sujeto es “atrapado” por la sociedad. Para comprender lo que esté en juego en la dindmica familiar Cel esquizofrénico, es necesario levar el estudio hasta la tercera generacién y asir alli Jo que esté en germen como factor psicoti- zante. En funcién de su propia historia personal (de ese “acci- dente” que sobrevino en la relacién con sus ascendientes), los Padres se encuentran en situacién de no poder reservar a su descen- dencia otto lugar que el de esquizofrénico, y éste, dado el lugar que ocupa, es Tlamado a instituirse como portaestandarte, chivo emisario de un mal que sufre la sociedad. El loco —en esta pers- pectiva— es aquel que nosotros necesitamos para poder definimos como sanos de espfritu, Nuestros trabajos nos han permitido ponet de manifiesto que quienes son admitidos en el hospital psiquidtrico no yan tanto porque estén enfermos como porque protestan de manera mds 0 menos adecuada contra el orden social. EI’ sistema social que los atrapa refuerza ast los datios producidos por el sistema familiar en que crecieron. La autonomfa que tratan de afirmar resprcto de una microsociedad actiia como reveladora de una alienacién masiva ejercida por toda la sociedad, En un momento dado, a menudo en el acmé de una crisis, nos encontramos frente a un sujeto que bruscamente toma conciencia de la violencia de aue era objeto. Es eso lo que generalmente lo precipita en el hospital psiquidtrico para la “admisién de urgencia”.,. Y es ah donde nuestro “enfermo” se va a encontrar agarrado en el sistema “binario de la vida pstquidtrica convencional (Gmédico-enfermo, Toco-no loco), sistema que reproduce los dafios de esas familias lamadas “esquizofrenégenas”, donde todo genera ese sentimiento de culpa que fija al sujeto en sus dificultades o Io enclava en un nudo de contradicciones. talvo de todo reproche, ya que algunos psicoanalistas no hacen fundar su técnica en una ideologia burguesa, ofreciéndose lagégicamente a sf mismos como ejemplo, como el “sano de fritu”, el “feliz”, que se opone Ccemo la tradicién psiquidtrica quiere) al “enfermo mental”, es decir, a aquel cuya funcién ‘ocupar el lugar de loco. Para mf, la “normalidad” no es mis que el estado de alienacién Wun individuo Hevada a su maximo. Es el estereotipo de la perso- lidad “bien equilibrada” que se encuentra valorizado en todo sistema burgués v neoburgués que se describe como socialismo e] segundo mundo Ces decir In URSS y los pafses socialistas del ‘europeo). De tal modo, yo nada puedo hacer p>r aquellos que vienen a mf io el disfraz. social de “enfermo mental”, si los acoio con mi raz de psiquiatra analista. Eso quiere decir que no puedo ser ‘Hicaz. sino en Ja medida en que, en lo més profundo de mf mismo, jeda ofr la rebelién que atraviesa el “enfermo mental”, Jo que ne que vo renuncié a todo fin de readaptacién, Mi propésito es otro que Ia liberacién de aquel que viene a buscarme. Esa \cién puede tomar formas muy distintas y encontrar sentido compromisos polfticos, es decir, en la trasposicién social de problema personal. Es posible entonces liberarse uniéndose a guerras de liberacién, sean en Vietnam, en’ América latina 0 cualquier otro lugar, segiin Ja Tinea trazada por el Che Guevara iécis Debrav. De lo que se trata es de mantener a través de la lién una forma de toma de conciencia que se sostenga en un ibate a realizar. La salud mental, como yo la concibo, es la posibilidad de que ser humano se comprometa no sdlo hasta el corazén de la a, sino también hasta el corazén de toda revohicién, encon- lo por ese camino una solucién para la preservacién del “yo”, De tal modo la psiquiatrfa, en Ia relacién que ha instituido entre Ia salud mental y Ia locura, se contenta con salvaguardar Je Hamada salud mental haciendo violencia a la locura que pretende curar por electroshock y otros “tratamientos”. El psicoandlisis mismo no est4 38 39

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