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La Tierra posee un importante gradiente térmico entre el núcleo y la superficie, y la transferencia
del calor desde el interior hacia el exterior dinamiza y provoca la movilidad de la capa
rígida más externa: la litósfera. Otros cuerpos del sistema solar, como la Luna y Mercurio, por
sus dimensiones más pequeñas que las de la Tierra, ya han alcanzado su equilibrio térmico, por
lo cual sus litósferas poseen espesores considerablemente mayores que el de la Tierra. El gradiente
térmico de la Luna es de tipo adiabático, es decir que la temperatura aumenta con la profundidad
al aumentar la presión. En consecuencia no hay transferencia de calor hacia la superficie. Ni
la Luna ni Mercurio tienen actividad geológica, aunque los impactos de meteoritos pueden
causar, en forma puntual, incrementos adicionales de energía suficientes para fracturar y provocar
la fusión parcial de sus rocas, generando pequeñas cantidades de magma.
La Tierra posee un importante gradiente térmico entre el núcleo y la superficie, y la transferencia
del calor desde el interior hacia el exterior dinamiza y provoca la movilidad de la capa
rígida más externa: la litósfera. Otros cuerpos del sistema solar, como la Luna y Mercurio, por
sus dimensiones más pequeñas que las de la Tierra, ya han alcanzado su equilibrio térmico, por
lo cual sus litósferas poseen espesores considerablemente mayores que el de la Tierra. El gradiente
térmico de la Luna es de tipo adiabático, es decir que la temperatura aumenta con la profundidad
al aumentar la presión. En consecuencia no hay transferencia de calor hacia la superficie. Ni
la Luna ni Mercurio tienen actividad geológica, aunque los impactos de meteoritos pueden
causar, en forma puntual, incrementos adicionales de energía suficientes para fracturar y provocar
la fusión parcial de sus rocas, generando pequeñas cantidades de magma.
La Tierra posee un importante gradiente térmico entre el núcleo y la superficie, y la transferencia
del calor desde el interior hacia el exterior dinamiza y provoca la movilidad de la capa
rígida más externa: la litósfera. Otros cuerpos del sistema solar, como la Luna y Mercurio, por
sus dimensiones más pequeñas que las de la Tierra, ya han alcanzado su equilibrio térmico, por
lo cual sus litósferas poseen espesores considerablemente mayores que el de la Tierra. El gradiente
térmico de la Luna es de tipo adiabático, es decir que la temperatura aumenta con la profundidad
al aumentar la presión. En consecuencia no hay transferencia de calor hacia la superficie. Ni
la Luna ni Mercurio tienen actividad geológica, aunque los impactos de meteoritos pueden
causar, en forma puntual, incrementos adicionales de energía suficientes para fracturar y provocar
la fusión parcial de sus rocas, generando pequeñas cantidades de magma.