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Captulo 9

El placer sobrevenido
Pero t mismo se dice- slo practicas la virtud porque esperas de ella
algn placer. En primer lugar, si la virtud ha de proporcionar placer, no
se la busca por l, pues no lo proporciona sino por aadidura, y no se
esfuerza por conseguirlo, sino que su esfuerzo, aunque tienda a otra
cosa, lo alcanzar tambin. As como en un campo arado para la
siembra nacen aqu y all algunas flores, pero no se ha tomado tanto
trabajo por estas hierbecillas, aunque deleiten los ojos el propsito del
sembrador fue otro, y esto sobrevino-, as tambin el placer no es el
pago ni la causa de la virtud, sino algo accesorio; y no se lo acepta
porque deleite, sino que, si se lo acepta, tambin deleita. El sumo bien
reside en el mismo juicio y en la disposicin de un espritu perfecto;
cuando ste ha llenado todo su mbito y se ha ceido a sus lmites, se
ha realizado el sumo bien y ya no desea nada ms. Pues nada hay fuera
del todo, ni tampoco ms all del fin. Por eso yerras cuando preguntas
qu es aquello por lo que busco la virtud; pues buscas algo por encima
de lo ms alto. Preguntas qu busco en la virtud?: ella misma, pues no
tiene nada mejor y es premio de s misma. O es esto poca cosa?.
Cuando te diga: El sumo bien es la firmeza y previsin y agudeza y
cordura y libertad y armona y compostura de un alma inquebrantable,
vas a exigir todava algo mayor a que se refieran todas estas cosas?.
Para qu me hablas del placer?. Busco el bien del hombre, no el del
vientre, que las bestias y las fieras tienen ms grande.

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