a Fe
UNA COLECCION DE CUENTOS PARA MIRAR, LEER Y ESCUCHAR.
1 ‘ CAV << . pe ys
-“—Se | wy
| conejo le gustaba enojar a
sus compafieros, los otros
animales, robandoles su dinero o
haciéndoles quedar en ridiculo, Un dia
robé la cena al zorro, y éste jurd B F
vengarse del conejo. Cogié, pues, un fed
viejo saco y un poco de paja e hizo
un muiieco de tamafio natural. Utiliz6 Cuando el conejo vio al mufieco”
una col para la cabeza, un nabo para la * de brea, se detuvo a saludarle. Z
nariz y dos rabanos para los ojos. Luego —Hola, amigo, équé haces aqui?..™
lo cubrié con brea, lo vistié con una El mufieco no dijo nada.
chaqueta, un sombrero de paja y unos ‘Buenos dias, como estas?
guantes, lo colocé junto al camino y fue -insistid el conejo.
a ocultarse tras la tapia, p:
a que apareciera el conejo.
esperarEntonces el conejo le golped,
aunque no muy fuerte, con una pala
delantera, y ésta se qued6é adherida
a la brea como miel a un oso.
—iSuelta!
El conejo empujé al mufieco con la
otra pata delantera, que también se
| qued6 adherida como melaza a una
cuchara.
—iTe daré una patada!
El mufieco de brea no contestd,
y el conejo la emprendié a patadas con
él: sus dos patas traseras quedaron
igualmente adheridas al mufieco como
moscas a un papel cazamoscas.
Pero el mufieco siguié en silencio.
—Si estas sordo, te gritaré al oido.
Por mas que grité, el muneco de
brea no dijo ni media palabra.
—iSi no me saludas, te pegaré!
Pero nada: el mufieco permanecia—iTe atizaré con la cabeza!
El mufieco de brea seguia mudo.
El conejo le golped con la cabeza y sus}
orejas se pegaron a la brea como la
goma a un drbol de la goma.
—lYa te he cazado! —exclamé
alborozado el zorro. Y agarré al conejo
por.el pescuezo, lo despegé del
mufieco de brea y lo metié en un saco!
—iNo me arrojes a las zarzas!
—Te reservo algo mucho peor,
ivoy a asarte!
—Mientras no me arrojes a las
zaqzas... me arrojes a las zarzas ipor favor!
—iTe parece poco que te ase al —Me estas aguando la fiesta —dijo
espeton? furioso el zorro—. Suponia que te
—Haz !o que quieras, pero no pondrias a rogar y suplicar. ne
—Y eso hago, te ruego y te suplico *
que no me arrojes a las zarzas. =
ba hit, —Conque no, éeh? iPues hala!
Y el zorro arrojé el conejo a lasiTremendo error el suyo! La ultima
vez que vi al zorro seguia adherido al —
mufieco de brea, debatiéndose
zarzas, que, como eran muy altas, le inutilmente y profiriendo toda clase de
ocultaron a su vista. insultos contra el conejo.
—iQué delicia! jEstén riquisimos!
—dijo de pronto el conejo, asomandose
entre las zarzas mientras mordia un
cardo—. No sé si sabris que me crié
en un zarzal, asi que me siento muy a
gusto aqui, iQué ricos estin estos
cardos! iTe apetece uno? ZNO? Pues
llévate ese mufieco de brea antes de
que atrape a un inocente conejillo.
EI zorro rechiné los dientes y
comenzé a dar saltos y a blandir los
pufios enfurecido.
—iLa préxima vez no te me
escaparas, maldito conejo!
Y como estaba fuera de si, se volvié
y descargo un pufictazo sobre la nariz
del mufieco de bree.I sa era una de esas madres que siempre —_ porque traia muy mala suerte tener a una
andan preocupandose por todo. Le sirena en casa, se estrujé las manos y
preocupaba Pablo, su hijo, porque tenia los dijo:
‘ojos muy claros y empafados, como —iDe donde la has sacado’?
sumergidos bajo el agua, y el pelo lacio y —Eso trataba de explicarte. La vi nadar
‘como himedo. También le preocupaba tio arriba, igual que los salmones en
Federico, su marido, porque apenas esta época del afio, y se la he traido a Pablo
para que juegue con ella.
Un dia, Federico, que habia ido a
pescar salmones furtivamente, regreso = =
a casa llevando una sirena en lugar de un *—=~
salmon.
iMenudo susto se Ilevé Isa! La sirenita
tenia el cabello claro y sedoso y una
colita que relucia como si fuera
madreperla.
Federico la extrajo del saco y la
deposité sobre el mantel rojo.
—i.Qué te parece? 6A que es preciosa?
Isa, preocupada porque su mejor
mantel estaba ahora empapado de agua yAl oir esto, la sirenita rompié a llorar.
=iYo no quiero ser el juguete de
nadie! iQuiero ir al circo!
Federico e¢ Isa se miraron
consternados.
—iHas oido? Dice que no quiere
ser juguete de nadie, que quiere ir al circo
—murmuré Isa.
Curioso ante los
sollozos de la
sirena y las voces
de Federico y de
Isa, Pablo se
levanté de la cama
y fue a ver qué
sucedia.
Al vera la
sirena, tan
sonrosada y bonita,
Noriqueando porque queria ir al circo,
Pablo la consolé diciendo que también
él deseaba ir al circo. Al fin, la sirenita, que
se llamaba Comal, se secé los ojos con
una punta del mantel y accedié a dormir
en el cubo de la colada, que estaba
debajo del fi
ero. Cuando Isa se acost6,
no consiguid pegar ojo, de tan
preocupada como
estaba, Despertd
asu marido y le dijo:
—Hay que buscar—iY pensar que nuestro Pablo deseaba
iit al cireo y no nos dijo nada! Supongo que
no lo dijo porque sabe que no tenemos
dinero. (Se te ha ocurrido algo?
Federico contesté con voz sofiolienta:
Si, querida, se han acabado nuestros
problemas.
Pero no afiadié una palabra mis. Al dia
Siguiente, tan pronto como acabé de
desayunar, se fue a la ciudad y no regres
hasta la hora de la cena. Cuando se
td a la mesa, pregunté en tono
nfadado:
—iQué tal te ha ido hoy?
Isa estaba de pésimo humor porque
c mo habia hecho mds que gemir todo
él dia queriendo ir al circo, y Pablo no
i
oy
habia conseguido plantas acuaticas para
darle de comer.
Federico sonrié y deposité cuatro
billetes sobre la mesa.
Fui a ver al propietario del circo, un
tal don Eladio, y le hablé de Coral. Le
dije que sabia nadar, cantar y hacer lo que
suclen hacer las sirenas, y que ademis
era preciosa. Conque don Eladio dijo
que la compraria por quinientas libras
_ esterlinas para su Circo.
La noticia preocupé mucho a Isa,
pues no lo veia del todo claro.
—Supoén que no quiere trabajar
nel circo.
—éNo dice que quiere ir al
circo? Ademas, don Eladio
que necesitara un
ctor, asi que le
meti enviar a Pablolos dias que no tenia
dinero para comer, decia
a Coral
—Es una pena que
los seres humanos no
podamos comer algas
Marinas.
, entonces, le
Igunas y le
ia
Anda, pruébalas,
Pablo. Veris como te
gustan.
Por fin, un dia que
tenia mucha hambre,
Pablo las probd, ¥ I
gustaron tanto, que d
las noches tomaba un
poco de la cena de Coral.
junto con la sirena. Es una buena
manera de ganarse la vida, adiestrando a
na en un circo ambulante.
iY veré mundo! —exclamd Pablo,
que corrié a contarselo a Coral.
Su madre calld, sosteniendo el dinero
en las manos y preguntindose cémo
acabaria aquello.
—iPor la tarde fueron todos al circo.
Don Eladio se acereé a conocer a Co >
y le mostré el tanque de agua i
que habia mandado construir
para ella,
Al dia siguiente, Isa hizo
un bonito corpifio bordado con
conchas para Coral y un
traje con galones de oro para
Pablo, 4
Durante varios meses Pablo
y Coral viajaron con el circo,se reflejaban sobre él, parecian rosas
y verdes.
Un buen dia, al ver que por los
bajos de sus pantalones asomaban sendas
colas en ugar de pies, decidié dejar de
ser domador de una sirena. Anhelaba vivir
en el mar, donde los seres acuiticos,
como las focas y los delfines, nadaban
‘etemamente.
Pero un dia Pablo noté algo extrafio.
Los pantalones le quedaban tan estrechos
‘Que pensé que habria dado un estirén.
Pero también noté que sus piernas
e cambiaban de color, y que cuando las luces
—Escucha, Coral, estoy cansado de este
estanque, del circo y de todo. Iremos
a vivir en el mar.
—Yo también lo deseo, Pablo.
Al dia siguiente, cuando abrieron
el conducto del agua para cambiar
el tanque, Pablo y Coral se
deslizaron por él cogidos de la
mano. Tras una larga y oscura
travesia legaron al vastoocéano que prometia las aventuras
sofiadas por Pablo.
Cuando Federico e Isa supieron la
noticia por don Eladio, se llevaron un gran
disgusto, pero para entonces Isa habia
aprendido a tomarse las cosas con filosofia
y 4 No preocuparse siempre por todo.
—Si Pablo se ha convertido en un ser
marino —dijo Isa—, lo légico es que
hos traslademos a vivir a orillas del mar
para poder verle con asiduidad.
Compraron una casita junto al mar
y Federico se hizo pescador. A veces
veia a Pablo y a Coral, que le saludaban
a lo lejos, desde el mar. Isa recibia todos
los lunes por la mafiana una tarjeta postal
0 un paquete de ellos, y puesto que
sabia que eran felices y no les ocurria nada
malo, nunca mds volvid a preocuparse
por nada.y el bicharraco
llegaron sobre las
burbyjas rojas al centro
de lo ciudad de los
ogros negros, Detrés de
ellos iba Bogro, dando
‘Sus tres amigos se
dirigian hacia unc de los
inmensas torres espirales
rematadas por ofilados
pinchos, pero no
consiguieron esquivorla
y chocaron de forma
violenta contra ella,
tumbos sobre su burbuja.
Los burbujas estallaran y ellos se encontraron
‘al borda de uno torre, que era liso como el
cristal, y comenzaron a deslizorse velozmente
hacia abajo, hacia lo ciudad.
Dejaron otras puentes
y torres, penetraron en
un hinel y solieron a
un gran charco de
espuma y burbujas
rojas en medio de una
inmensa sala negro,
ilyminada por lamparasLos ogros negros y los bicharraces rodeaban el
charco. Tres bicharracos, mas grandes que el
padre de Grogro, las sacaran del charco, sin
darles lempo a desenvainar sus espadas, Un agro
enorme y gordo, con des cobezas, exclamé
por sus dos bocas:
—iUn ogre colorado, un pequefio bicharraco
y un agro dorado...! IEl rey me daré una buena
recompensa por llevarle un ogro dorado! Los bicharracos
cargaron a los tres
amigos sobre sus
@ espaldes y los sujetorom
con sus fenfaculos.
Subieran una large y
‘empinoda escalera
y ofravesoron sinieseom
& puentes tendidot
sobre el gran chorea
rojo.
Al llegor a una espaciosa estanciaredonda, con _ni brazos y estaba cubierto de granos. Tenia un
ventanas abiertas de par en per, en la cima de la salo ojo, colorado, que no cesoba de girar |
Seen lac efecrari los ogres sage: on su rb Frente ad, sobre un peqvaio.
El ray scupaba un leona de hocest blanco iadelbal Ue rcs weirs, wae bare a
que se alzoba en medio de la estancio. No era ‘amarillas engarzadas en un triéngulo de metal
mucho mayor que Grogro, no tenia piernas negro. Eran las piedras solares—Pon a ese bicharraco en el suelo para que
pueda exterminarlo —ordend el rey.
Grogro estaba oterrodo, pero se negé a
soltor al bicharraco. El ojo del rey se volvié negro
¥ apunté el tridngulo hacia un ogro de diez
ojos. El tridngulo de piedras despidié un haz
amarillo y el ogro desoparecié, dejando ton
s6lo una temblorosa llamita amarillo.
De inmediato Grogro oyé una vor que procedia
del exterior de lo torre y que pronunciaba su
nombre. Era la voz de Bogro. Montados sobre lo
rono-murciélago de Bogro, éste y el padre de
Grogro penetraron por la ventana.
—Mi padre no ha muerto —grité Grogro.
Bogro, a su vez, exclamé:
—"Las fuerzas del amor deben ser superiores o
las del odio.” Entonces Grogro recordé a su
padre, a Bogro, al pequeiio bicharraco
y 0 Zagén
El podre de Grogro, presa de indignacién, se
obalonzé hacia el rey, pero éste lo 0816 con
sus huesudos dedos y lo arrojé por la ventana
Grogro rompié a lloror, cogié e! triéngulo de
piedras y lo extendié hacia el rey, pero éste di
eae yo puedo accionar con mi odio las piedn
res.
Grogre sintié un maravilloso calor que parecia
Fecorrerle el cuerpo y seguir por ol Iriangula
do metal. Las piedros refulgian y unos
circulos de potente energia rodearon al rey,
quien a continuacién se disolvié en cientos de
lucecitas amarillas.*2 fonto, los ogros
Fos, montados sobre
renas-murciélogos,
endian de una torre
el centro de la ciudad.
Matalos, motalos!
tabo Bogro.
No puedo, no 56
ory no puedo
sonar los piedras!
"lena @n nosotros, on
sé! IDebes salvarnas!
rid su padre.
onces Grogro opunté
Fiéngulo hacio la
@ y unos dardos de
penetroron en
| convirtiéndola en una
lumbrante columna de
p antes de desplomorse
velto en llomas.
ir
Aterrados, los ogros negros emprendieron
la huida.
—Vomos, Rago —dijo Bogro.
=4Rogo? —inquirié Grogro.
—Si, asi se lloman las ranas-murciélago. A
ésta la encontré colgando boca abajo y decidi
empleorla para rescatarte. A ty padre logré
otraporlo ol coer por lo ventana.
—Grocias por solvamos —dijo Grogro.
0 hago, si o no#...”
“Bueno, ladelantel!”
—aCémo lo sabes? —pregunté Bogro,
sorprendide
—Lo $6 porque uno de tus cuornos, Bogro, se
volvié dorado, ol igual que uno de los tuyos,
podre.
Era cierto, Pero ninguno de los dos se habia
percatado de ello durante Ia batalla. Entonces
a.través.de un cielo
emprencieron el regreso
dorado. El bicharraco dormia en brazos de
Grogro, quien pensabe en lo contento que
3@ pondria Zagén al verles regresor.1 Sol y la Luna no siempre han
habitado en el cielo, pues antes
vivian juntos, como marido y mujer,
en Africa, en una gran casa sobre una
colina.
Formaban una pareja muy simpatica
y siempre se alegraban de recibir
visitas. Cuando invitaban al arbol &
merendar, éste traia a sus primos los
traia a sus ahijadas
dia en que la Luna in
sus hijas, las estrellas, éstas se
presentaron con sus tios
Las fiestas que sé
casa de la colina
mosas.
—Ya va siendo hora de que
Sol a la Luna— Nunca le
je agua por
todas partes,
‘os importard que haya traido a
chareos —dijo la Iluvia.
tado de veros —dijo el
Jos charcos subian
teando por el sendero del jardin.
-No os imporiara que hayamosMuestros primos los lagos
fi los charcos,
Cantada de veros —dijo la Luna
’ Mien los lagos, rises y
(grandes y pequefios, penetraban en
ia casa
No os importara que hayamos
do a nuestros amigos los rios
n los lagos.
_—Encantado de conaceros —dijo el
niras los rios, mansos y
ulentos, anchos y serpenteantes,
subian las es
donde gustéis.
—No os imporlara que hayamos
Jo a nuestros primos los estuarios
—dijeron los rios
—Muy amables por haber venido
—dijeron el Soligla Luna, minindose
perplejos—. Poneos comodos
Cuando la casa estuvo repleta dey
huéspedes, el Sol y la Luna tuviefom que
ir a sentarse en el tejado, re
de agu:
—No os importani que ha:
traido a nuestros primos los océanos
—dijeron los estuarios
-Glug —contesté el Sol
—Glug, glug —respondié la Luna.
De pronto, ambos comenzaron
a elevarse hacia el firmamento. Y en él
siguen el Sol y la Luna, contemplando
desde lo alto a los océanos y los rios que
Jes obligaron a abandonar su casa.
Tal vez un dia, cuando termine la fiesta,
regresen a su hogar.l sapo se desperté en el bosque
sintiéndose terriblemente solo,
ambriento y helado. De pronto
vio a alguien que se acercaba. Era el
raton.
—Sube inmediatamente a quitarte
esas rop in —Ie dijo el
ratén cuando Ilegaron a su casa junto
al rio—. Lavate, ponte unas prendas
Ss ¥ procura bajar con aspecto
Cuando volvié a aparecer, se
sentaron a cenar y el sapo contd
al raton sus aventuras.
tras e lamento
darte otro disgusto después de todo
lo que has pasado, pero resulta que...
hos y las
han apoderado de tu
la barbilla sobre sus
patas mientras unas gruesas lagrimas
rodaban por sus m—Cuéntamelo todo, ratén, yo
Sabré soportarlo.
—Una noche, una pandilla de
comadrejas se present6 a las puertas
de tu casa, armadas hasta los dientes,
mientras unos hurones se
aduefiaban del patio trasero y de la
cocina y unos armifios ocupaban
el invernadero y la sala de billar.
Desde entonces viven todos en tu
casa.
—Conque si, ich? iPues ahora
mismo voy a echarlos!
—iNo lo lo hagas! iTe meterds
en un lio!
EY ar
EI sapo no hizo caso y bajé
corriendo el camino armado con un
garrote. Al llegar cerca de su casa,
aparecié tras él un hurén que llevaba
una escopeta.
—i.Quién anda ahi?
—No seas majadero —contest6
el sapo—. Sabes de sobra quién soy.
Sal inmediatamente de ahi 0...
El hurdn se llevé la escopeta al
hombro, el sapo se arrojé al suelo.
y ibang!, una bala pasé silbando sobre
su cabeza.
El sapo se levanté de un salto y
no paré de correr hasta llegar a
casa del ratén.
-Te lo dije. Tienen centinelas
apostados por todos los rincones.
Tendras que armarte de paciencia
y esperar.En aquel momento sonaron
unos golpes en la puerta y aparecid
el tején, con los zapatos llenos de
barro y un aspecto lamentable.
—Menudo panorama, amigo
mio —dijo a modo de saludo. Se dio
media vuelta y se senté frente a
la mesa.
Sonaron otros golpes en la puerta
y se presentd el topo, todo sucio y
con el pelo revuelto.
~iBienvenido, amigo sapo! iQué
alegria volver a verte!
El ratén, el topo y el sapo se
pusieron a hablar a un tiempo,
armando una tremenda barahunda.
—iSilencio todos! —grité el tején,
poniéndose en pie—. Voy a contaros
un secreto: hay un pasadizo secreto
que conduce desde el rio hasta la casa
del sapo.
—iNo es posible! Conozco mi casa
palmo a palmo y sé que no existe
tal pasadizo.
—Tu padre me lo ensefié un
dia y me advirtié que, puesto que no
sabes guardar un secreto, no debia
decirtelo, a menos que te hallaras en
un grave apuro.
—Reconozco que hablo por los
codos, pero vamos a ver, éde qué
me sirve a mi ese pasadizo?
—Mafiana por la noche se celebra
un gran banquete en tu casa. Es el
cumpleanios de la jefa de las
comadrejas y se reuniran todas en el
comedor para festejarlo, sin
sospechar nada. No habra ni espadas
ni palos ni ningtn tipo de armas,
écomprendes?
—Pero los centinelas... —dijo el
raton.—Ahi es donde interviene el
Besadizo. El tunel conduce hasta la
@espensa, junio al comedor.
—Y nosotros penetraremos
Seosamente en la despensa —tercid
el topo.
ados con pistolas, espadas
es —dijo el ratén.
acaremos por sorpresa
tejon.
daremos una buena
Senda! —exclamé el sapo.
—Perfecto —dijo el tején—. Ya
Seems trazado nuestro plan.
eOra VAMOS a acoslarnos
¥ mafiana haremos los preparativos.
A la noche siguiente los animales
se armaron con espadas, garrotes y
pistolas, y cuando estuvieron listos,
el tejdn cogié una linterna y les
ordend:
—iSeguidme!
Echaron a andar por el pasadizo,
que era frio y lébrego, y de techo
bajo, aguzando el oido y dispuestos a
desefundar sus pistolas a la menor
ocasion.
—Ya debemos estar cerca de la
casa —dijo el tején.
De pronto, procedentes delinterior de la casa, oyeron voces,
patadas y golpes dados sobre las
mesas, Siguicron avanzando por
el tunel y volvieron a escuchar voces,
esta vez muy cerca y con toda
claridad:
—iHurra! iHurra! iHurra!
Al llegar a una trampilla que
conducia a la despensa, se
detuvieron.
—Adelante, chicos —dijo el tején.
Los cuatro apoyaron su peso
contra la trampilla, la abrieron y
se introdujeron en la despensa, a la
que una puerta separaba del
comedor.
El tején agarré el palo
firmemente con ambas manos y dijo
a sus compaiieros:
—Ha Ilegado el momento,
iseguidme!
Cuando irrumpieron en el
comedor, se produjo un tremendo
alboroto. Las comadrejas corrian
hacia las ventanas y a esconderse
bajo las mesas, mientras los hurones
intentaban escapar por la chimenea,
quedando atrapados en ella. En
medio del alboroto derribaron mesas
y sillas y la vajilla quedé hecha
aflicos.
EI tején y el topo blandian sus
garrotes y daban gritos de guerra;
el ratén, con el cinto repleto de armas
de todas las épocas y estilos, se
lanzé a la batalla; mientras el sapo,
excitadisimo, se dirigié a la jefa
de las comadrejas y le asesté unGarrotazo terrible que la dejé tiesa.
Aunque s6lo eran cuatro, parecia
que la habitacién hubiera sido
invadida por un tropel de monstruos.
Las comadrejas huian despavoridas
por las ventanas, por la chimenea, por
donde fuera, con tal de salvar el
pellejo.
Tras la refriega, los cuatro amigos
recorrieron el comedor atizando palos
a las cabezas que veian asomarse.
A los cinco minutos no quedaba
un enemigo en pic.
El topo se encargé de esposarlos
a todos, mientras el tején,
apoyandose en su garrote parala frente, di jalea, pollo fri
algo de comer, sapo, de lange
stoy muerto de hambre.
sapo ba un poco molesto
de que no le felicitara por su valentia,
pero salié acompanado del ratén astucia y habil manejo de las armas.La ie
y¢ viento
del Norte
. 3 fase una vez una princesa que
vivia en un pais muy frio,
donde las nevadas montafias casi
‘caban el ciclo y los rios brillaban como el collar de plata que la princesa
7 lucia en el cuello.
f E] rey y la reina amaban mucho a
su hija, en cuyo cumpleaiios la
colmaban siempre de espléndidos
regalos. Pero llegé un dia en que
no sabian ya qué regalarle, pues tenia
de todo,
—Otro rubi —dijo contrariada la
princesa al abrir un paquete—. iSi
ya tengo tres! Llevaos esas perlas,
tengo suficientes.
—Ya no sabemos qué regalarte,
hija mia —se lamento el rey.
—Quiero las joyas mas bellas del
universo para lucirlas en mi collar,
No volveré a celebrar mas
cumpleafios hasta que me las
consigais.
Y diciendo esto, se fue a acostar,
sin probar siquiera la tarta en forma
de iceberg que le habian preparado.
o‘Aquella noche, cuando la
princesa dormia, el viento del Norte
empezo a soplar en su habitacién.
situada en lo alto del palacio. Soplo.
con tal energia, que las espesas
nubes se disiparon y las estrellas
iluminaron la alcoba. La princesa
creyé que era de dia y se incorpord
las joyas mas bellas del universo para
que las luzeas alrededor del cuello.
La princesa corrié a la ventana
y miré al cielo, donde millares de
estrellas parpadeaban.
—iQué hermosas son! iOjala
pudiera alcanzarlas!
—Ponte la capa y los zapatos
y sigueme.
La princesa le siguié escaleras
abajo, cruzé las puertas de palacio y
subid la ladera de la montafa més,
alta del.¢ hiriéndose sus manos ey
Ella ignoraba que el 3 a
Norte habia congelado cong ae
aliento el lago a los pies de la
montafia, y que lo que veia no era
sino el reflejo de las estrellas que
brillaban en el firmamento. Al llegar
abajo, corrid hasta el lago y alargo la
mano para asir la estrella mas
cercana, pero se Ilevé una gran
desilusion.
El viento del Norte comenzo a
soplar tan fuerte que los pinos se
estremecieron y la nieve que cubria
pues el viento levantaba los fuldones
de su capa. A medida que subia, las
estrellas parecian alejarse m
mas, como si se mofaran de ella.
La princesa exclam6:
—Debe haber un medio mas
sencillo de alce
—Mira hacia abajo.
La princesa mird
contemplé aténita un:
que brillaban a sus pies.
—Quiero alcanzar las estrellas
para ensartarlas en mi collar.
De pronto comenz6 a deslizarse
por la montama, desgarrandose la capa
estrellasonces tomé a la princesa de la
‘mano y la condujo a palacio, donde
con gran alegria festejaron su regreso.
*
sus ramas cayé sobre la princesa,
que intenté abrigarse con su capa,
pero ésta estaba hecha jirones.
—iQué estupida he sido al creer
que podria alcanzar las estrellas!
Como castigo, heme aqui, aterida de
frio y a muchos kilémetros de mi
casa.
Y al recordar la princesa su
calido lecho, la tarta de cumpleafios
que no se habia dignado probar
y lo bondadosos que eran sus padres,
tres lagrimas rodaron por sus
moejillas y quedaron suspendidas de
su collar de plata. =
Suibitamente, las ramas de los
pinos cesaron de temblar y se hizo la
calma. Entonces un joven aparecia
junto a la princesa y senald las
lagrimas —verde, purpura y azul- que
pendian de su collar y resplandecian
en la aurora. boreal.
—Mi padre. el viento del Norte,
te te Re aero sehes a
egoista. Yo soy el ‘ipe del viento
aSQuaridos amigos:
‘sta es una carta de despedida. Una despedida que no quiers
ser triste, sino tan alegre como los dibujos, los relatos, las canciones
que han aparecide s fo lango de foe 39 mimeros de CUENTA CUENTOS:
Leg que habéls hecho toda Ia coleocién dispanéia de un
conjunte de fantésticas aventuras, leyendas maravillosas,
divertidisimas historietas y amenas eancianas, con las que estamos
Seguros pasaréis todavia muchas horas felices. Para ello no tendrdis
mas que poner en marcha vuastro aparato de cassettes, abrir
vusstre librito y disfrutar intensamente con vusstros personajes
preferidos: Palitraque, Gobelins, Pipo, Minuto, Lily, Grogro, Tomy,
Hugo, Quique Bocabajo..., 0 los inmortales Gulliver, Blancaniew
Cenicienta, Simbad, Heidi, Pinocho, Aladino, ol mago de Ca, y
Lantos y Lantos héross que pueblan los suefos dé todos los nifics del
mundo. Todos ellos estdn ahi, encerrados sn vuestros estucher
de colores, y volvern a cobrar vida con sus voces y sus dibujes, como
por arte de magia, cuantas voces lo queriis
Hemos legado al timo nimero de CUENTA CUENTOS. Juntos
hemos viajaco al reino dela imaginacion, poblado de seres curiasos
y entretenidos, y de hazafias fabulosas. Pero no olvidéla que eaos
seres siguen viviendo @n todos los libros, y qué alli os esperan.
Siempre; basta con qué los Dusquéls en sus paginas y les prestéis
vuestra stencién y vuestre car
Lo hemos pasado muy bien juntos, éverdad? Tan bien, tan
que hemos convocada a duendes y magos para que busquen la
formula de continuar asos rates agradables, Alo algin dia la
encuentran. |Hasta entonces, querides amigos!