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Derechos Reservados:
Edmundo Díaz Colmenares
Impresión:
Arte y Fotolito ARFO Ltda.
Carrera 15 No. 53-86
Teléfono 2494992
Bogotá, D.C. enero de 1.997
Portada:
Bernardo Castillo Sierra
Ilustraciones interiores:
Bernardo Castillo Sierra
Carlos Peroza Garrido
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El autor
Dedica este libro a los veteranos de la narración oral llanera que con su
imaginación han llenado la vida de fantasía y nuevos valores, especialmente
al poeta y narrador Santiago Tovar (Mano Bona) y a la escritora y generosa
amiga Silvia Aponte.
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INDICE
El Encuentro 5
Un Domingo en Reinera 17
Ocurrencia Insólita 25
El cazador 28
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El Pescador 30
El Mechón 32
El Amansador 33
El Muerto Vivo 35
Compa Goyo 38
EL ENCUENTRO
-!Pija que noche tan fea esta...! Parece mandada a hacer por el
mismito mandinga -exclama mientras se lamenta- !Carajo, hay que vé que
pá tené argo en la vida si nos toca jodernos y aguantá vaina! Tanto trabajá
yo y vea, ahora la maldita Caja Agraria, por esa chichigua que me prestó, ya
me quiere quitar hasta lo que no tengo. Y todo por estale poniendo cuidao
a la gente. Más bien hubiera seguío como iba... esa vaina con el gobierno
no se puede hacé ná. Ahí lo tenemos, me las arrenquintó hasta la patica,
como decimos los llaneros, y si no pago en el plazo que me pusieron, me
jodí.
la larga silueta de un jinete que parecía haber partido desde la misma raíz
zizagueante del relámpago para posesionarse en la entrada del paso del
caño.
Pero reaccionó sacudiendo la cabeza igual que la mula que cabeceaba hacia
atrás, retrocediendo por el pánico. El viejo lanzó nombres de santos a su
alrededor, como formando dos filas con aquellas divinidades para llenarse
de valor, y mientras obligaba a la bestia a entrar en las aguas del caño, dijo
con un rugido entre el miedo y el valor:
Por un momento el viejo creyó que todo había pasado, que sólo había
sido su imaginación creando suspensos hilvanados por las leyendas, pero no
fue así, pues una voz cavernosa retoño a su lado con el característico saludo
llanero.
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-Y...o bi...en.
-Bien, así como lo ve, por estos lugares como siempre. -respondió
el extraño jinete con voz cavernosa pero firme.
-¿Cómo va su problema?
Manuel Segundo que antes sólo tenía cabeza para pensar en la deuda,
ahora sólo deseaba escapar de esta pesadilla que le cerraba el camino y
llegar a su casa cuanto antes. Pero el hombre llanero es así, estoico ante el
destino, lo natural y lo sobrenatural. Por eso seguía allí, helado de terror
pero sin dejarse vencer y a pesar de todo dándose fuerzas con la charla y
fuera aquello lo que fuera, aún se atrevió a preguntarle:
-En la pata de ese mango viejo que está en el centro de la mata hay
algo para usted.
-!Para mi!
-!Ay hija, si es su papá! ¿Qué le pasó mijo? -dijo María Antonia, una
vez estaba cerca a Ostos, palizada de por medio.
Los dos trabajadores que estaban por cuenta del hato en esos
momentos llegaron hasta los hechos.
-!Dios mio qué le habrá pasa'o a este hombre -decía María Antonia-
mientras ayudada por los dos hombres sacudía al desmayado tratando de
reanimarlo. Los hijos de Ostos se habían levantado con la algarabía y las
muchachas lloraban.
La nube en que flota Ostos empieza a mecerse duro, cada vez más
fuerte, hasta que se desgarra en mil pedazos y él cae en un vacío infinito.
Coroto -uno de los peones- lo sacude por los cabellos, mientras María
Antonia le da palmaditas por las mejillas. Manuel Segundo empieza a
despertar lentamente y cabeceando de un lado a otro deja escapar uno que
otro quejido.
-!El! !él!
UN DOMINGO EN REINERA
Pero hoy es domingo en la mañana y las seis mil almas de la isla y sus
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Don Darío Jaramillo, paisa de pura cepa, desde hace algunos años, es
la única autoridad civil de la zona. En su calidad de inspector de Policía, le
toca atender aquel día los problemas de sus habitantes. Las funciones van
desde la de ser jefe de la policía, notario público, escribiente, hasta la de
asistente sanitario. Frente a la subestación de policía tiene su oficina; la
única oficina que existe en Reinera.
-!Don Darío, don Darío! -pregunta a toda voz desde la calle una
viejita santandereana de voz chillona- ¿ya está lo mio?
Don Darío fue hasta la casa vecina, orinó, se lavó las manos y regresó
nuevamente a su despacho. Le hizo los últimos ajustes al trabajo de su
cliente y le dijo que volviera el próximo domingo si le quedaba alguna
incomodidad en la boca.
Luego siguió una campesina joven que había traído a sus tres niñas
para que Don Darío le sacara varias muelas a cada una, ya que las chicas
habían sido castigadas por la madre natura con las dolorosas caries que no
las dejaban en paz.
-Ya sé de que se trata lo de ustedes; pero eso si, les doy permiso
solamente por el día de hoy; además tienen que ir a informarle al
comandante de los carabineros.
-Si señor inspector, es sólo por el resto del día de hoy pues nosotras
pensamos regresar a Arauca esta misma tarde -se atrevió a decir la más
lanzada de las dos prostitutas.
-!Carajo, esto no me queda grande! Por algo soy el más veloz de los
caminantes llaneros -se dijo en voz alta- mientras agarraba un puñado de
barro que arrojó con fuerza sobre la cabeza de los animales que en violento
nado cazaron en pleno aire.
-!Pija, carajo, esta vaina está arrecha! Pero a Jacinto Quenza nada le
queda grande, no joñe.
OCURRENCIA INSOLITA
una cerveza más que bebió a grandes sorbos. Preguntó al mesero sobre su
caballo y le fue informado que estaba amarrado en el árbol del frente como
lo había dejado desde su llegada. Con esta información se sintió un poco
reconfortado. El sonido de los joropos y las estruendosas rancheras
martirizaban su cabeza.
Sin pensarlo dos veces y habiendo hecho todas las diligencias horas
antes de iniciar la bebezón, Eloy Parales hizo cabecear a su montura en
dirección a la salida del poblado.
EL CAZADOR
Detrás del mogote el cazador con sigilo seguía todos los movimientos
del venado.
EL PESCADOR
llevaba por entre los guamales que barrían la superficie del cauce con sus
ramajes, sintió con alegría el tirón del pez y se puso alerta.
-Bueno -le dijo a su mujer- aquí hay pescado para el resto del
invierno.
El MECHON
Juan José era el hazmerreír de la vereda con su mechón sin peinar que
le caía en forma desordenada, tapándole buena parte de la cara.
-¿Y qué hicistes compa Juan? -manifestaron con interés los presentes
tratando de darle ánimo a la conversación- No nos irás a decir ahora que el
moño se volvió motor y te permitió alzar el vuelo.
-Bueno, no tanto como eso, pero les aseguro que en semejante trance
me agarré duro el mechón con ambas manos y templé hacia arriba con
todas mis fuerzas, levantándome por los aires lo suficiente, esquivando el
ataque de la fiera que velozmente me pasó por debajo y fue a estrellarse
contra las raíces de un guamo, en donde quedó destrozado.
EL AMANSADOR
-!Carajo este bicho parece que le diera fuerza el mismo diablo! -se
dijo en voz alta el amansador-. Pero a mi no me va a jodé este gran carajo;
por algo soy uno de los mejores amansadores de estos lares.
Pedro Julio se le hizo a los lomos del castaño que desde entonces se dejó
guiar dócilmente.
EL MUERTO VIVO
Los nubarrones, cada vez más grises, de súbito, son azotados por un
ventarrón y gruesas gotas de agua empiezan a caer ruidosamente sobre la
sabana que deja levantar un vaho oloroso a tierra caliente.
-Pareciera que el cielo se hubiese roto para dejar caer tanta agua
sobre esta vaina -replica el otro.
-De verdad que si, sólo vamos los dos y este envoltorio que no debe
pesar mucho.
-Sabrá mandinga.
movimiento del vehículo, desde hace algún momento un ruido sordo, como
de madera viene desde el envoltorio.
-!Pija esta vaina está rara! ¿Qué joda podrá venir dentro de ese
plástico? -pregunta uno al otro.
-Destapemos a Ver.
Sin saber de donde sacaban fuerzas los dos pasajeros se tiran del
camión y por entre la sabana se pierden en violenta carrera.
COMPA GOYO
Cierto día caminaba Goyo con una mesa patas arriba sobre su espalda
por la avenida principal cuando fue arribado por dos agentes de policía que
conociéndolo como lo conocían, en forma acusadora le dijeron:
-Yo no llevo nada -insistió Compa Goyo, con una aparente inocencia,
reiniciando su caminar.
-O nos dices de dónde sacaste esta mesa o te vas con nosotros para el
comando-.
-¿Cómo que cuál mesa? Acaso nos crees ciegos o pendejos: !pues
esta mesa que llevas encima!