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Silva Bascuñán
TOMO III
Escrito en colaboración con MARIA PIA SILVA GALLINATO, abogada, profesora auxiliar de
derecho político y constitucional de la Pontificia Universidad Católica de Chile
INDICE DE ABREVIATURAS
ANTECEDENTES
1. Configuración del país. Chile era, desde su descubrimiento por los conquistadores
españoles (1536-1541) hasta la lucha emancipadora (1810-1818), porción del dominio
del Rey de España.
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gran importancia y sufrieron diversas variaciones. Sin duda el trozo típico y básico de la
extensión geográfica de Chile fue entonces, por lo permanente y continuo, el territorio
estrechado por el Océano Pacífico y la Cordillera de los Andes, entre el desierto de
Atacama y el extremo Sur conocido. Hubo períodos en que el país transcordillerano de
Cuyo, más tarde provincias de Mendoza, San Juan y San Luis, integró el Reino de Chile,
tal como sus títulos se extendieron siempre hasta la Patagonia y el Estrecho de
Magallanes. Las vicisitudes históricas posteriores a la Independencia precisaron su
soberanía sobre Arica, Tarapacá y Antofagasta, pero la excluyeron sobre la Patagonia.
El absolutismo lo ejercían los reyes realizando por sí mismos o con la ayuda de cuerpos
consultivos o delegados las distintas atribuciones del poder público, incluyendo, por
cierto, las esenciales de legislar, ejecutar y juzgar.
Chile no fue asiento de virreinato, sino que de una división política inferior,
dependiente del virrey del Perú.
Aunque a este país lo llamaron entonces "Reino", fue una Capitanía General o
Gobernación, que se compuso de dos intendencias desde que, en 1786, se creó la de
Concepción y quedó el Gobernador como Intendente de Santiago.
Reunía también el más alto funcionario el título de Capitán General, como jefe del
ejército, siempre activo en nuestro país a causa de la permanente lucha con los
indígenas.
Si la Real Audiencia era un tribunal ordinario de apelación para todas las causas civiles
y criminales, había tribunales especiales, como los de hacienda; los de minería; los de
comercio, que constituyeron simples agencias de los superiores peruanos, hasta que,
en 1795, se estableció en Santiago el Consulado; los militares, cuya más alta jerarquía
se confundía en el Gobernador y Capitán General; los eclesiásticos, etc.
3. Los cabildos. Mucha importancia tuvieron en nuestros países los cabildos, que
correspondían a la tradición española vigorizada en la época de la monarquía
estamental del medioevo.
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Los cabildos reflejaban la vida de la comunidad como expresión de los comunes
intereses de los pobladores, en los diversos aspectos de la existencia colectiva:
económico, religioso, militar, etc.
Resultó que esas bases de autonomía de las instituciones locales, cuando estaban ya
debilitadas, fueron traídas por los conquistadores, resueltos a reafirmarlas en estas
regiones. Al llegar a tierras de conquista lo primero que hacían los "Adelantados" era
establecer cabildos en las poblaciones que fundaban.
Los cabildos que trasplantaron los españoles encauzaron la vida local en Chile dentro
de una evolución confusa y de características y funciones variadas e imprecisas.
Existían en las principales ciudades y cuando correspondían a asientos de
corregimientos eran presididos por el corregidor.
"El núcleo central de los cabildos -dice el señor Encina- lo formaban los dos alcaldes,
encargados de administrar justicia en primera instancia, y los seis regidores, que les
asignaban las leyes. Existían, además, algunos funcionarios importantes. El procurador
de la ciudad era el representante de los pobladores ante la corporación; el mayordomo
correspondía al tesorero de hoy; el escribano redactaba las actas de las sesiones. El
alguacil mayor era el jefe de la cárcel y el ejecutor de los fallos y medidas coercitivas. El
cargo de Alférez Real era un simple recuerdo simbólico del mismo cargo durante la
guerra con los moros. En Chile sus funciones se limitaban a conducir el estandarte real
en la fiesta del Apóstol Santiago y en las demás ceremonias en que se paseaba la
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insignia. El fiel ejecutor vigilaba las tiendas y los gremios y velaba por el respeto de los
aranceles de precios. El alarife era una especie de director de obras públicas, cuyas
funciones se encauzaron, al comienzo, especialmente en el trazado de la planta de
Santiago y, después, en la repartición de las aguas. Los empleos de alguacil mayor, de
mayordomo y de alférez real llevaban anexos la calidad de regidor con voz y voto en el
cabildo" (Historia de Chile, t. II, pág. 269. Pueden también leerse, especialmente, t. II,
págs. 264-272; t. IV, págs. 5-40; t. V, págs. 406-416).
Así, pues, si siempre acusaban recibo con presteza y rendida obediencia formal a las
reales órdenes, a menudo daban a conocer conjuntamente las razones que movían a
no aplicarlas mientras no fueran ratificadas por el monarca, luego de imponerse de las
situaciones y argumentos que se le transmitían.
"En la legislación especial para Indias se advierte -según explica el profesor Jaime
Eyzaguirre- que las autoridades y los súbditos están gravemente obligados a cumplir las
leyes de la Corona, pero en determinados casos pueden no hacerlo sin salirse para ello
de la obediencia debida a la regia autoridad. Tal ocurre cuando las leyes contienen
vicios de obrepción o de subrepción, esto es, en el caso de haber sido dictadas por
ignorancia o falseamiento de los hechos, o cuando de su seguimiento se siguiere
escándalo conocido o daño irreparable. En todas estas circunstancias es lícito
suspender la aplicación de la ley y suplicar ante el Rey su enmienda. La conocida
fórmula: se acata pero no se cumple, que resume esta actitud, está lejos de haber
significado, como algunos lo creen, una burla a las órdenes reales, favorecida por la
distancia, y sí, en cambio, el ejercicio de un recurso que la misma legislación
consagraba para salvaguardia de los derechos de los súbditos y freno de la autoridad
empleada de los Reyes".
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favorables o adversas para obedecer o escapar a lo mandado. Glosadores y exégetas
abundaban en una sociedad en que doctores y letrados ejercían poderoso influjo.
5.La reacción del pueblo aborigen y formación de la raza. La sociedad chilena, en los
siglos anteriores a la emancipación, presentaba rasgos que determinaron algunas de
sus características posteriores.
La raza indígena situada en el valle central parecía llegada aquí en época inmemorial,
tal vez de otros continentes, pero de la historia que se ha conocido acerca de los siglos
próximos al descubrimiento resultan evidentes las huellas de invasiones peruanas o
transcordilleranas.
Todo caminó de manera relativamente fácil hasta que los conquistadores tuvieron que
enfrentarse con el pueblo mapuche, instalado en la región extendida entre el río Laja y
el Toltén, proveniente del lado argentino, desde donde había llegado en los siglos
precedentes. Los españoles lo denominaron pueblo araucano. Presentó esta raza
pugna indomable a la invasión blanca y manifestó cualidades notables para la lucha
bélica, tanto por la resistencia y valor, como por el poder de asimilación y de inventiva
con que discurría toda especie de recursos ofensivos y defensivos cuando combatía a la
minoría conquistadora. Pueblo poco apto a las tareas pacíficas, especialmente sin
condiciones para las agrícolas, supersticioso, inclinado al alcoholismo, entre los
mapuches la mujer desarrollaba incluso las tareas más pesadas, a fin de dejar al
hombre libre el campo de las libaciones y de la batalla.
La resistencia opuesta por el pueblo mapuche fue factor primordial en la formación del
carácter nacional. No porque pueda decirse que el pueblo chileno descienda del
mapuche, ya que, al contrario, de las poblaciones aborígenes ninguna resulta menos
progenitora de la chilena, desde que no se mezcló con el intruso y contra él luchó y
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murió, sino por motivos diferentes. La nobleza del español le impidió ocultar su
admiración por el valor araucano, y, como ejemplo, el famoso poema de don Alonso de
Ercilla y Zúñiga, "La Araucana", obra épica notable del siglo de oro castellano, canta las
proezas de la raza aborigen, como muchas otras producciones de menor mérito
literario la exaltaron, arraigando en el chileno la admiración al valor y al patriotismo,
pura herencia espiritual, no fisiológica, del pueblo mapuche.
En la inclinación del mestizaje a acentuar los rasgos de la raza blanca influyen las
condiciones físicas, puesto que, por gozar de un clima templado análogo al europeo,
afirman la vitalidad de éste y facilitan el desarrollo de sus características. Al factor
climático se atribuye también la desaparición de la raza negra, pura o mezclada,
aportada en esos siglos por esclavos traídos para asumir las labores más pesadas,
especialmente mineras.
El trato dado por el pueblo conquistador a las razas indígenas de las regiones añadidas
a su imperio fue objeto de repetidos y hondos análisis de parte de teólogos y
gobernantes, en los que se manifestaba la conciencia escrupulosa e intranquila ante las
exigencias, siempre actuantes y a menudo aparentemente contradictorias,
provenientes por una parte de la misión superior de difusión cultural y cristiana que,
no obstante sus debilidades, querían con sinceridad llenar y, por otra parte, de las
necesidades prácticas, dificultades inherentes a la acción civilizadora y resistencias
instintivas de los pueblos aborígenes no dispuestos a recibir de buen grado otra cultura
ni a entenderla.
Con el aumento del mestizaje y el predominio agrícola sobre el minero, a fines del
período colonial las encomiendas se hicieron innecesarias, y se suprimieron por don
Ambrosio O?Higgins en 1791.
Investigaciones recientes han demostrado, por otra parte, que el inquilinato, que va a
caracterizar el trabajo agrícola en los siglos siguientes, no emana tampoco de las
encomiendas, sino que deriva de mestizos o españoles pobres que arrendaban trozos
de tierra en las grandes haciendas, ya desde el siglo XVII, o sea, aun antes de la
desaparición de las encomiendas, al paso que los antiguos encomendados parecían
haber incrementado la masa de los peones dispuestos a prestar sus servicios en una u
otra explotación agrícola. A tales conclusiones llega el profesor Mario Góngora en su
estudio sobre el Origen de los Inquilinos en Chile Central (Editorial Universitaria,
Santiago, 1960).
El mayorazgo era una institución que tenía por objeto mantener la continuidad del
prestigio del nombre y del patrimonio familiar mediante la unidad sucesoria en favor
del hijo varón mayor de la familia, quien recibía un conjunto de bienes vinculados, de
acuerdo con el orden de sucesión de la Corona de Castilla o del instituido por el
fundador. Las capellanías eran fundaciones particulares que permitían gozar de ciertos
bienes a cambio de la obligación de decir o de hacer decir misas.
Los mayorazgos generalmente tenían por objeto dar lustre a la nobleza de su titular, y
no fueron muchos, pero sí bastante poderosos, los que se conocieron en Chile. Se
mencionan alrededor de doce.
Numerosas y variadas fueron las causas que lo determinaron, y los autores discrepan
en cuanto a la trascendencia que debe darse a unas u otras, subrayando ya el valor de
alguna, desestimando otras, acentuando o disminuyendo el alcance de las que se
admiten.
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Pero, como en todos los fenómenos colectivos, hay factores profundos que los
preparan y circunstancias accidentales que los desencadenan.
Sin embargo, en sus líneas básicas, se ha destruido lo que se llamó la "leyenda negra"
sobre España, en mucha parte injusta, porque provino de la hostilidad al poderío
español, natural en las potencias rivales, y de la pugna ideológica frente a lo que
España representaba desde el punto de vista de la fe. No puede negarse el hecho de
que la leyenda negra nació en Inglaterra -monarquía protestante y émula de Su
Majestad Católica-, y se extendió a través de la producción intelectual de los
enciclopedistas franceses.
Según esa leyenda, la gobernación de estos pueblos por el rey de España habría sido
fiel exponente a un mismo tiempo del más perfecto maquiavelismo, del despotismo
más absoluto, de la intolerancia más completa, del oscurantismo más retrógrado, de la
explotación más inicua.
Lo cierto es, entretanto, que España entregó su sangre, extendió su fe, enseñó su
lengua, difundió su cultura, en tarea gigantesca de varios siglos, durante los cuales la
magnitud de la empresa debilitó en definitiva su poderío nacional. Aunque sea efectivo
que en ciertas oportunidades recibió el rey de estos dominios suyos riquezas
importantes, y que, individualmente, muchos peninsulares caracterizaron su acción por
crueldades y abusos, tales alternativas, propias de toda tarea humana, no empañan
una gran misión histórica en que hubo acciones movidas por poderoso ideal y se dieron
muestras de auténticas virtudes.
En esa leyenda negra diversos aspectos han sido analizados de modo más justiciero en
tiempos posteriores a la Independencia, sobre todo en época reciente, lejanas ya las
pasiones despertadas en el combate que se libró para conquistarla; pero, con todo lo
que contenía de exageración y de injusticia, la leyenda fue indiscutiblemente uno de
los factores que influyeron realmente en el estallido del proceso emancipador.
En España, el Rey y la Iglesia estaban ligados por vínculos consecuentes con la misión
que se reconocía a Su Majestad Católica y la gratitud del Pontificado por sus servicios.
Esos vínculos explicaban el ejercicio del patronato regalista o conjunto de
intervenciones aceptadas al rey en asuntos eclesiásticos, tales como designación de
obispos y otros. Derivaban también dichos vínculos de la convicción de los reyes de que
el vigor político tenía su mejor fundamento en la unidad religiosa, de manera que la
pérdida de ésta acarreaba la destrucción de un elemento básico del ordenamiento
español. La Inquisición nació precisamente del deseo del poder temporal de mantener
la unidad de fe y castigar a quienes trabajaran por deshacerla. Los castigos que impuso
la Inquisición fueron menos numerosos y menos crueles de los que la leyenda le
atribuyó. Y debe reconocerse, en justicia, que la Iglesia en todo momento mantuvo
incólume el principio de la libertad de la creencia en el fuero interno, de la
espontaneidad del acto de fe y sólo toleró la represión por el brazo secular de quienes
actuaron como agentes activos de la herejía o la incredulidad.
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Dentro de los blancos puros, la mayoría eran criollos, es decir, hijos de españoles, pero
nacidos en este continente. Los criollos, cualquiera que fuera su procedencia
sanguínea, formaban un grupo homogéneo y claramente diferenciado de los españoles
o chapetones. Los primeros conquistadores fueron en Chile principalmente
extremeños, castellanos y andaluces; en menor proporción, catalanes, gallegos, etc. A
principios del siglo XVIII comenzó a llegar una proporción más importante de vascos y
navarros que, entendiéndose mejor con los castellanos, escalaron pronto las
principales posiciones colectivas, primero en el comercio y luego en las profesiones
liberales y en la agricultura. Se formó de este modo una aristocracia castellano-vasca
dominante en la capital, en tanto los blancos de cepa meridional o andaluza se
conservaban en las capas dirigentes de las provincias o pasaban a formar la clase
media chilena.
Pues bien, los criollos miraban con resistencia a los españoles, en razón de que los
chapetones, por llamado del rey o de la legislación que les favorecía, ocupaban los
cargos más importantes, se veían en el caso de mantenerse en una posición aislada y
aparentaban cierta superioridad en relación a los criollos. Estos, por su parte, lejos de
aceptar inferioridad alguna, la rechazaban con vigor, cerrando, hasta donde podían, el
paso a quienes calificaban como advenedizos, porque, según ellos, venían a invadir
posiciones colectivas que creían pertenecerles en fuerza de mayores merecimientos.
Estas rivalidades entre criollos y españoles pusieron tenso el ambiente y trascendieron
a la Madre Patria, desde donde se tomaron diversas medidas que no lograron
aplacarlas.
12.La coyuntura histórica de la emancipación. Las causas señaladas y muchas otras tal
vez no hubieran producido sino largos años más tarde la emancipación si las
circunstancias históricas no hubieran concurrido a apresurarla.
En las localidades que no caían aún ante el avance francés o lograban reconquistarse,
se organizaban juntas destinadas a asumir el gobierno provisional y a sostener la lucha
contra el invasor, las que, formadas de elementos representativos en sus pueblos,
comprendieron la urgencia de coordinar sus esfuerzos de resistencia.
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Tal fue el origen de las Juntas Supremas que, instaladas sucesivamente en Sevilla, Cádiz
y otras ciudades españolas, tomaron a su cargo la organización de la lucha armada y la
dirección del país mientras el legítimo titular recuperaba su trono.
Las juntas se preocupaban de la suerte de los dominios del rey en este continente;
mandaban emisarios para explicar la cambiante situación, obtener auxilios y mantener
la fidelidad; invitaban a designar representantes ante los cuerpos políticos constituidos
en la metrópoli; e incluso llegaron a recomendar actuaciones análogas a las adoptadas
por ellas.
Sintiendo la orfandad en que quedaban, los pueblos de este continente seguían con
inquietud el suceder peninsular; nacía en su seno la preocupación por su propia suerte
y, expuestos como estaban a ser presa de la rivalidad de las potencias enemigas de
España, se mostraron pronto ansiosos de imitar a las juntas gobernantes de la
metrópoli en la índole de las medidas tomadas para conservar estas naciones bajo el
pabellón real.
No se ocultó a las hijas del rey que los gobernantes en la península no tenían título
alguno emanado del propio monarca, sometido al cautiverio de Napoleón, y que su
poder provenía tan sólo de la voluntad del pueblo español, resuelto a rechazar la
invasión extraña.
Los súbditos del rey residentes en estas regiones americanas juzgaron instintivamente
que la fidelidad les ligaba a la dinastía real y, si estaban llanos a respetar ésta, no se
sentían comprometidos a obedecer del mismo modo gobiernos provisionales
establecidos en la Península, desde que no expresaban el poder real, sino la voluntad
de una parte de sus dominios, la sección de España que no estaba aún bajo el mando
de Napoleón.
Esta reacción espontánea de los sectores dirigentes en los pueblos de América se vio
fortalecida al comprobar que en la misma España el régimen provisional fundamentaba
su poderío en las nuevas ideas que, propagadas por la Revolución Francesa, sostenían
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la soberanía popular, las libertades democráticas, la designación electoral de los
gobernantes, etc.
Tal ocurrió en Chile cuando se puso término a la gobernación del brigadier don
Francisco Antonio García Carrasco y, en cabildo abierto de 18 de septiembre de 1810,
se designó la primera Junta de Gobierno nacional.
Resultó paradójico que los gobernantes peninsulares, luego de aplicar estas mismas
doctrinas y de incitar a los súbditos del rey residentes en tierras americanas a actuar
conforme a ellas, cuando se organizaron en nuestras regiones, a imitación y ejemplo de
la Península, las juntas inspiradas en análogos confesados y patrióticos propósitos,
resolvieron imponerse por la fuerza y así lo ordenaron a los representantes destacados
por el rey en estas secciones, mientras preparaban las tropas que vendrían a recuperar
sus dominios.
14.La Patria Vieja (1810-1814). La Patria Vieja (1810-1814) fue el lapso en que se
afirmó la voluntad de independencia, tanto por el uso incipiente que en él se practicó
del derecho del Reino de Chile a gobernarse por sí mismo, cuanto porque la resistencia,
ordenada desde España, afirmó la decisión, al comienzo bastante débil, de constituir
una nación independiente.
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En esa época sufrió el país la lucha de criterios que separó a sus elementos dirigentes,
diversidad ampliamente manifestada en el seno del Primer Congreso a que se convocó
y que se reunió el 4 de julio de 1811. Discutieron en esta asamblea la porción de
quienes deseaban mantenerse en obediencia al gobierno peninsular; una mayoría que
pretendía continuar lealmente con el gobierno propio sólo hasta que se reintegrara el
monarca al ejercicio de sus prerrogativas; y una minoría, muy reducida aún, que se
mostraba vehemente por lograr la formación de una nueva y soberana colectividad. La
debilidad de los hábitos democráticos proporcionaba el ambiente para que surgieran
los caudillos y, en efecto, don José Miguel Carrera tomó, a pesar de su juventud, el
control del mando, buscó con energía el triunfo de la posición más exaltada, y provocó
oposiciones y enemistades entre los mismos elementos que pudieron acompañarlo en
la consecución de su ideal.
Sin el dictamen del Senado no podía el Gobierno resolver en los grandes negocios, y el
texto, luego de definir qué se entendía por negocios graves, terminaba explicando que
"las facultades que no le están expresamente declaradas en esta Constitución quedan
reservadas al pueblo soberano". El Senado residenciaba a los vocales de la Junta y los
juzgaba en unión del Tribunal de Apelaciones. Los cabildos eran electivos y sus
individuos se nombraban anualmente por suscripción.
Se explicaba en este tercer "Reglamento para el Gobierno Provisorio" que "las críticas
circunstancias del día obligaron a concentrar el Poder Ejecutivo en un individuo... con
las absolutas facultades que ha tenido la Junta de Gobierno de 18 de septiembre de
1810". La duración del Director se fijaba en 18 meses y, concluido ese término, la
Municipalidad, uniéndose al Senado, acordaría sobre su continuación o nueva elección
"por aquella autoridad en que se hallare concentrado el poder y representación del
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pueblo"; lo subrogaba el Gobernador Intendente de provincia; concluido su gobierno
quedaría sujeto a residencia.
El Senado, al que debía consultar y con el cual tenía que acordar el Supremo Director
los tratados de paz, declaraciones de guerra, nuevos establecimientos de comercio y
pechos o contribuciones públicas generales, se componía de siete individuos
designados por el propio Director a propuesta en terna de la Junta de Corporaciones, y
se reemplazaban alternativamente cuatro y tres cada dos años.
El título primero trataba en sendos capítulos de los derechos y de los deberes del
hombre en sociedad. Entre los derechos se detallaban los diversos aspectos de la
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seguridad personal, del derecho de propiedad y de la libertad de opinión y se ratificaba
la declaración de los vientres libres de las esclavas.
Es interesante recordar que la libertad civil "consiste en hacer todo lo que no daña a la
religión, a la sociedad o a sus individuos" (art. 10), y que "todo individuo de la sociedad
tiene incontestable derecho a ser garantido en el goce de su tranquilidad y felicidad por
el Director Supremo y demás funcionarios públicos del Estado, quienes están
esencialmente obligados a aliviar la miseria de los desgraciados y proporcionarles a
todos los caminos de la prosperidad" (art. 13).
Entre los deberes del hombre social se consignaban la sumisión a la Constitución y a las
leyes; la obediencia a los funcionarios públicos; la obligación de contribuir a los gastos
del Estado, y de regirse por el principio moral: "no hagas a otro lo que no quieras que
hagan contigo". El afán moralizador llegaba hasta el punto de decir que "todo individuo
que se gloríe de verdadero patriota, debe llenar las obligaciones que tiene para con
Dios y los hombres, siendo virtuoso, honrado, benéfico, buen padre de familia, buen
hijo, buen amigo, buen soldado, obediente a la ley y funcionario fiel, desinteresado y
celoso".
Un título especial (II) establecía que "la religión Católica, Apostólica, Romana es la
única y exclusiva del Estado de Chile".
El Poder Ejecutivo (Tít. IV) residía en el Director Supremo, cuya elección estaba ya
verificada y que en lo sucesivo debería hacerse por libre consentimiento de las
provincias. Se establecían tres Ministros o Secretarios de Estado. Se señalaban los
límites del Poder Ejecutivo; se contemplaban tres provincias: la capital, Concepción y
Coquimbo, dirigidas por un gobernador-intendente, elegido conforme al reglamento
que debía dictar el Senado.
Daba también normas sobre los Cabildos, dentro de la reglamentación del Poder
Ejecutivo.
Con la Iglesia surgieron dificultades que, en parte, provinieron del carácter del Director
y en parte, también, derivaban de la posición irreductiblemente pro realista del Obispo
de Santiago, Rodríguez Zorrilla, actitud que, a su turno, dio origen en O?Higgins a
reacciones decididamente abusivas y contrarias a los derechos permanentes de la
Iglesia.
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Es especialmente interesante la formación del Senado, que se integraba por los
miembros de la Corte de Representantes, los ex Directores, los Ministros de Estado, los
Obispos, un Ministro del Supremo Tribunal, tres jefes del Ejército, el Delegado
Directorial del departamento en que abra sus sesiones el Congreso, un Doctor de cada
Universidad, dos comerciantes y dos hacendados. Se trataba, pues, de un cuerpo
colegiado de tipo funcional.
Ello explica que, instado a dejar el gobierno en entrevista que con él celebraron
elementos representativos de la clase dirigente, abdicara O?Higgins el mando el 28 de
enero de 1823. En esta forma terminó el libertador de Chile su vida política, con tanto
desprendimiento como la había comenzado.
En medio del desorden de este lapso de la historia nacional, las vivas rivalidades de las
facciones acumularon, junto al desquiciamiento general que desataron, experiencia
valiosa para la vigorización posterior de la República, tal como la misma gravedad y
hondura del caos administrativo generó también la convicción colectiva de la necesidad
de poner disciplina en los servicios del Estado.
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Un entusiasta sector ansiaba restablecer a O?Higgins y continuaba sosteniendo sus
puntos de vista en el campo político. Se constituyó, además, en torno de quienes
experimentaran en sus propios negocios las consecuencias lamentables de la
indisciplina administrativa, el partido de los Estanqueros, que se encarnó fielmente en
Diego Portales. En medio de las exageraciones que prevalecieron en este período,
algunos buscaban restaurar el orden sobre el cimiento de los valores tradicionales, y
como entre ellos se contaban auténticos representantes de la aristocracia, fueron
motejados de pelucones, alusión a las pelucas que todavía llevaban entonces, como
eco versallesco, mientras éstos, por su lado, calificaban de pipiolos (principiantes,
novatos, inexpertos) a los que se dejaban llevar de entusiasmos libertarios que
proclamaban demagógicos.
Sin embargo, no todo era negativo en estos años de anarquía, desde el punto de vista
de la formación de la nacionalidad, tanto porque, como se ha dicho, de la profundidad
del abismo en que cayó el país iba a nacer el impulso que explicaría su ordenamiento
posterior, cuanto porque en esa época se consumó la emancipación, cuando Freire
obtuvo la incorporación definitiva de la isla de Chiloé, que logró arrebatar a los
españoles (1826).
Con sus 277 artículos, la de 1823 es la más extensa de las Constituciones que hayan
regido en Chile, la más minuciosa y, conjuntamente, una de las menos sistemáticas.
Tiene el Director Supremo la iniciativa exclusiva de todas las leyes, pero antes de pasar
los respectivos proyectos al Senado y en negocios graves, se consulta al Consejo de
Estado, compuesto de los ex Directores y de otros altos funcionarios y dignidades.
Las normas relativas al Poder Judicial son, como en la Constitución de 1822, precisas y
eficientes, y a ellas se sujetará la administración de este servicio hasta la dictación de la
ley de 1875.
26.El ensayo federalista. Ante la debilidad e ineficacia del gobierno central, las
resistencias que éste suscitaba desarrollaron el sentimiento de autonomía en las
provincias, antes manifestado con algún vigor sólo en Concepción, y se encauzó, por
obra de los ideólogos, según la vía de la transformación del Estado conforme al
federalismo.
Desde el punto de vista de la técnica política, es palpable el avance que revela este
texto si se le compara con los anteriores. Sobrio y preciso, mucho del
perfeccionamiento formal y sustantivo que encierra, pasó al de 1833, y, más tarde, al
de 1925 y al vigente.
"La Nación Chilena es la reunión política de todos los chilenos naturales y legales".
Libre de todo poder extranjero, en ella reside la soberanía. La religión nacional es la
católica "con exclusión del ejercicio público de cualquier otra". "La Nación Chilena
adopta para su gobierno la República representativa popular".
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El Poder Legislativo reside en el Congreso Nacional, compuesto de dos Cámaras, la de
Diputados, elegidos por votación directa a base de la población, y la de Senadores,
elegidos por las Asambleas provinciales, a razón de dos por cada provincia, durando las
funciones de diputados dos años y cuatro las de senador. En receso del Congreso, una
Comisión Permanente, integrada por un senador por cada provincia, vela por la
observancia de la Constitución y las leyes y puede convocar al Congreso a sesiones
extraordinarias. Ambas Cámaras tienen en este texto iguales atribuciones.
Las Asambleas Provinciales, elegidas directamente por el pueblo cada dos años,
disponen de atribuciones importantes, además de corresponderles la designación de
los miembros del Senado. El nombramiento de las Municipalidades también se hace
directamente por el pueblo y en el documento se fijan, asimismo, sus atribuciones.
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La estructura institucional chilena no se explica si no se conjugan los factores
profundos que determinan el ambiente nacional con el genio político de Diego
Portales, quien orientó todos esos factores, permitiendo la acción de los mejores
aportes tradicionales y encauzando la evolución del país de manera sólida y firme.
En una época en que pontificaban los teorizantes y oficiaban los fetichistas de la norma
positiva, Portales se mostró un realista sano y auténtico, cuando sostuvo que para
gobernar hay que contar con circunstancias, hombres y medios que tengan existencia
cierta, y no sirven las ilusiones y espejismos de quienes sueñan con construcciones
perfectas en el papel, pero que no pueden cristalizar y perdurar si son inadecuadas a
las modalidades ambientales.
Portales no temió aprovechar en el servicio del país los valores y energías de las fuerzas
sociales enraizadas en la tradición nacional, como, por ejemplo, las de la aristocracia
terrateniente, que no trató de eliminar, sino que pretendió encauzar al bien colectivo, o
del catolicismo, que supo apreciar como cimiento y pilar de sólido edificio colectivo,
aun cuando él personalmente no se mostrara como fervoroso creyente.
Este feliz realismo político fue el que, haciéndole comprender, a través de la reciente
experiencia y de las lecciones de otras naciones de América, la gravedad del peligro del
caudillismo militar, lo llevó, al día siguiente de Lircay, a eliminar del Ejército a todos los
jefes militares pipiolos, muchos de los cuales se habían cubierto de gloria en las luchas
por la Independencia, y más tarde lo movió a la creación de las guardias cívicas, con
cuyos batallones de voluntarios civiles pretendía mantener el orden y contrapesar la
influencia de la fuerza de línea.
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El concepto del Estado fue, en Portales, inseparable de la idea de un gobierno, como lo
dice en una de sus cartas, fuerte, impersonal y dentro de la ley.
Era consecuente con la impersonalización del poder político la manera como Portales
entendía la ley, general en sus términos, inspirada en el bien colectivo, cumplida
literalmente en todo su contenido, hasta en sus últimas consecuencias, sin sujetar su
observancia a distingos de ninguna especie, quienquiera resultara afectado con su
peso.
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El Poder Legislativo reside en el Congreso Nacional, compuesto de dos Cámaras: la de
Diputados, formada de miembros elegidos por los departamentos en relación a la
población y renovables cada tres años; y la de Senadores, integrada por 20 ciudadanos
elegidos en votación indirecta por nueve años y reemplazados por terceras partes cada
tres años. En receso del Congreso funciona la Comisión Conservadora, compuesta de
siete senadores elegidos por el Senado con la misión principal de velar por la
observancia de la Constitución y de las leyes.
El catálogo de las garantías es algo más completo que en 1828, pero continúa disperso
en varios capítulos de la Constitución. En lugar de la abolición de los mayorazgos, el art.
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162 estableció tan sólo que "las vinculaciones de cualquiera clase que sean, tanto las
establecidas hasta aquí como las que en adelante se establecieren, no impiden la libre
enajenación de las propiedades sobre que descansan, asegurándose a los sucesores
llamados por la respectiva institución el valor de las que se enajenaren. Una ley
particular arreglará el modo de hacer efectiva esta disposición".
Como ésta autorizaba la reelección del Presidente de la República, así ocurrió con los
primeros cuatro mandatarios que gobernaron bajo su imperio, personalidades
indudablemente a la altura de la misión que recibieron. Militares los dos primeros
(Joaquín Prieto y Manuel Bulnes), civiles los otros dos (Manuel Montt y José Joaquín
Pérez), los cuatro disfrutaron del término definitivo del militarismo, extirpado por cerca
de un siglo (1830-1924) desde el día siguiente de Lircay.
Andrés Bello llegó a Chile contratado en Londres precisamente por intermedio del
señor Egaña. Venezolano, uno de los líderes, junto a Bolívar, de la independencia de su
patria, al servicio de ella había permanecido en Londres cerca de veinte años, durante
los cuales adquirió erudición pasmosa en todos los órdenes, que se unió a su talento
30
preclaro. Llegó el señor Bello en 1829, y hasta su muerte, en 1865, ejerció una de las
más vastas y hondas influencias que pueden concebirse, en casi todos los campos de la
actividad nacional. Comenzando sus servicios como Oficial Mayor del Ministerio de
Relaciones Exteriores, durante muchos años quedó prácticamente en sus manos la
Cancillería chilena, que ilustró con su saber, su buen criterio, su redacción sobria y
correcta, como cabía esperarla de quien se convirtió en una de las autoridades más
obedecidas en la lengua española; senador a lo largo de varios períodos -cuando no
había impedimento para que lo fueran los altos funcionarios públicos-; alma del
movimiento literario de 1842; autor de ese monumento de ciencia jurídica que es el
Código Civil Chileno, promulgado en 1855; primer Rector, desde que se organizara, en
1842, la Universidad de Chile, hasta su fallecimiento, la historia constitucional de Chile
no puede escribirse sin proclamarle como uno de los forjadores más determinantes de
la fisonomía política del país. El respeto a la ley, fundado en la justicia de su sustancia
normativa y en la exacta formulación de sus preceptos, es, entre otros, el aporte de
Bello, y también cabe atribuirle la admiración al pasado nacional, que enseña a
investigar y exponer.
Por lo mismo que la acción gubernativa no tenía entonces contrapeso, casi no dejaba
lugar a la oposición política y todos los elementos representativos de la colectividad
nacional se sumaban al empuje organizador que venía de La Moneda.
Sin embargo, cuando se acercaba la mitad de la centuria se notó el ímpetu de las ideas
filosóficas y políticas que encarnaba la Revolución Francesa de 1848. Los Girondinos,
de Lamartine, se convirtió en literatura en boga y algunos jóvenes chilenos que residían
en aquella época en París, como Arcos y Bilbao, regresaron con esos fervores.
En esos cuarenta años (1831-1871) el avance económico, cultural y social fue enorme.
En este último aspecto, contribuyó a la paz y prosperidad colectivas la forma evolutiva
y justiciera como terminó el sistema de vinculaciones de las fincas a mayorazgos y
capellanías, mediante la dictación de las leyes de 1852 y 1857, que permitieron la
desvinculación o redención de las propiedades a través de la constitución de censos en
arcas fiscales, cuyas rentas se otorgaban a los titulares de los beneficios instituidos.
A la calma que prevaleció en los decenios sucedió el animado quinquenio del señor
Errázuriz. Llevado éste al éxito electoral por una coalición liberal-conservadora, no
mantuvo el apoyo a su Ministro de Justicia, Culto e Instrucción Pública, Abdón
Cifuentes, en las resistencias que provocó el decreto de libertad de exámenes, y
cuando éste renunció se alejó también el Partido Conservador, eje de la combinación
triunfante.
Con este acontecimiento se colocaron las condiciones que dieron paso a la lucha
política en el plano religioso porque, aun cuando el señor Errázuriz se confesaba
católico decidido, al retirarse el Partido Conservador, que se reconocía defensor de las
libertades y derechos de la Iglesia, prevaleció en las esferas oficiales el criterio
laicizante que había cundido al propagarse el racionalismo positivista y ateo, tendencia
que dominaba en el siglo XIX en muchos países, incluso en los de tradición católica.
32
34.Reformas de 1873 y 1874. Durante la presidencia del señor Errázuriz (1871-1876) se
dictaron cuatro leyes de reforma constitucional que venían gestándose desde hacía
varios años, promulgadas una el 25 de septiembre de 1873, dos el 13 de agosto de
1874, y la cuarta el 24 de octubre también de este último año. Encaminadas estaban
todas esas reformas al perfeccionamiento de las instituciones, después de cuarenta
años de vigencia de la Carta de 1833, y perseguían fortalecer las libertades ciudadanas
frente a la autoridad, resguardar la independencia del Parlamento ante el Ejecutivo y
restringir moderadamente las atribuciones omnímodas que habían sido otorgadas al
Presidente en la época de la ordenación republicana.
Como puede verse, si la serie de reformas realizadas tuvo gran significado, tendrían
especial trascendencia el establecimiento de incapacidad parlamentaria por la
designación en cargos de nombramiento del Presidente de la República, la precisión del
reducido ámbito del estado de sitio y la supresión de la facultad que tenía el Congreso
de otorgar facultades extraordinarias, sin otro límite que señalar las que se otorgaban y
su duración.
Con tal motivo el país se dividió apasionadamente entre quienes en tal emergencia
sostenían la postura de la Iglesia, cuya jerarquía negaba la pretensión del poder civil de
imponer como pastor a un clérigo que no mereciera su beneplácito, y la tenacidad de
los gobernantes dispuestos a hacer nombrar a toda costa al postulante presentado.
Durante la gestión del señor Santa María, su Ministro del Interior, José Manuel
Balmaceda, ejecutaría la política de aquél.
34
En medio de este conflicto y en clima decididamente hostil a la Iglesia, se aprobaron las
llamadas leyes laicas, sobre cementerios, sobre matrimonio civil y sobre registro civil
(1883 y 1884).
Más grave era la cuestión que, en lugar de resolverse, vino a agravarse con la ley de
Matrimonio Civil, de 16 de enero de 1884.
Pues bien, para los bautizados, su fe no les permite celebrar otro contrato de
matrimonio que aquel que es, al mismo tiempo, sacramento, o sea, el bendecido por el
sacerdote de la Iglesia en nombre de Cristo.
Se comprende así que las leyes patrias se remitieran a la legislación canónica en cuanto
se refería a la celebración del matrimonio, a los impedimentos dirimentes e
impedientes, dispensas, causales y procedimientos de anulación, separación, etc.
En 1844 se dictó una ley por la que se otorgó efecto civil a los matrimonios de los
disidentes, sin otra condición que someterlos a los impedimentos establecidos en la
legislación canónica, bastando, para contraerlos, la presencia del sacerdote y dos
testigos.
35
El Código Civil de 1855 entregó del todo a la Iglesia lo relativo a la celebración y validez
del matrimonio y reprodujo, en su art. 118, el contenido de la ley de 1844.
En esa forma quedaban satisfechos tanto los creyentes, que contraían de tal modo el
único matrimonio válido que les era posible celebrar, o sea, el sacramento bendecido
por la Iglesia y sujeto a sus normas, cuanto los que no profesaban el catolicismo, para
quienes el sacerdote actuaba simplemente como testigo calificado de la celebración
del contrato matrimonial. Para unos y otros los efectos civiles del contrato eran
idénticos.
Esta ley dio origen a los más hondos problemas de conciencia y ha sido por muchos
decenios causa determinante de desorganización de la familia chilena.
Los problemas de conciencia provinieron, en efecto, de que para los bautizados, o sea,
para la inmensa mayoría de los contrayentes, no puede constituir matrimonio sino el
bendecido por el sacerdote en nombre de la Iglesia, y como tal debe producir en todos
sus aspectos las consecuencias inherentes al contrato natural. Quitar efectos civiles al
que, para los creyentes, es el único y verdadero matrimonio, significó atacar
gravísimamente la institución que, por derecho natural y divino, debía generarlos.
Contraer matrimonio exclusivamente por medio de la ceremonia civil no es, en verdad,
celebrarlo según la enseñanza cristiana, y ligarse sólo por la intervención del Oficial
Civil es, para el creyente, organizar la vida en concubinato que, no por ser verdadero
matrimonio según la ley civil, deja de ser grave pecado ante la conciencia de quienes
han de estar unidos por un sacramento.
Para estos últimos se planteó, pues, un dilema, que sólo podía resolverse contrayendo
simultáneamente los dos matrimonios y, para tal objeto, rindiendo entonces tributo a
una ley civil injusta que, por serlo, no merecía obediencia, pero que, sin embargo, la
Iglesia instruyó tolerar, a fin de contribuir a la paz colectiva.
Con frecuencia se imponía la celebración exclusiva del matrimonio civil, con atropello
de la conciencia del cónyuge creyente. A menudo, también, se engañaba al contrayente
religioso pero inculto, omitiendo la celebración de la ceremonia civil, para privarlo de
sus efectos propios en el orden patrimonial, en el de la filiación y, sobre todo, en el de
la indisolubilidad, ya que, sin contraerse el civil, el verdadero contrato-sacramento no
daba nacimiento ni al parentesco, ni a la sociedad conyugal, ni a la prohibición de
contraer posteriormente un matrimonio civilmente válido.
El desorden colectivo que se creó fue enorme: unos eran cónyuges según la ley Divina,
otros según la norma positiva humana; unos eran hijos legítimos ante Dios, otros lo
eran ante las leyes del Estado.
36
La ley de Registro Civil, promulgada en julio de 1884, completó el sistema, porque quitó
a la Iglesia el control que tenía, y que, según opiniones autorizadas, llevaba
eficientemente, de los nacimientos, enlaces y defunciones, como lógica consecuencia
de que le correspondiera la administración del bautismo, que da nacimiento en la
gracia a quienes lo han tenido según la naturaleza; la bendición del matrimonio
libremente contraído por los esposos; y la prestación, en la enfermedad, del auxilio de
la Extrema Unción y ante la muerte, de la sepultura cristiana. Se creó así un nuevo
servicio público que muchos juzgaban inútil. Sin embargo esta ley parecía resultado
inevitable tanto de la extendida incredulidad y diversidad religiosa como, sobre todo,
de la decisión impuesta en la cuestión matrimonial.
Pudo esta última resolverse de muchas otras maneras, como lo ha sido en numerosos
países, que se han enfrentado a situaciones análogas, reconociendo simplemente, por
ejemplo, los efectos civiles del matrimonio religioso y practicando respecto de éste la
inscripción competente en los Registros del Estado.
a) Se dio término a la exigencia de capital o renta como antecedente del sufragio, y, por
lo tanto, a la ficción que se había creado por ley de 1873, que presumía de derecho que
tal condición la tenían los que sabían leer y escribir, limitando en adelante los
requisitos de la ciudadanía exclusivamente a los 21 años de edad, saber leer y escribir e
inscripción en el Registro Electoral.
37
c) Se modificó, nuevamente, la base de elección de los diputados, fijando un diputado
por 30.000 habitantes y fracción que no bajara de 15.000, en lugar de los 20.000 y
12.000 señalados, respectivamente, en 1874.
d) Se suprimió el art. 1º, dedicado a señalar los límites del territorio chileno, en razón
de los tropiezos a que había dado origen en la conducción de nuestras relaciones
internacionales.
En el aspecto social debe subrayarse la crisis de la clase dirigente, generada por el lucro
especulativo que se apoderó de muchos de sus sectores con motivo de las
sorprendentes riquezas mineras y salitreras que circulaban después de la guerra del
Pacífico. Este súbito enriquecimiento y la fiebre comercial consiguiente fueron
causantes de una transmutación de valores colectivos, a base del rápido movimiento
del dinero y de una pérdida de las virtudes tradicionales de austeridad, dominante en
la antigua clase aristocrática agraria.
38
gran decisión y energía, porque se sentía llamado a dejar una profunda huella en la
historia nacional.
Salido del Seminario de Santiago, y por eso favorecido por muchos contactos en el
clero, consiguió resolver la crisis religiosa mediante la designación del gobernador
eclesiástico de Valparaíso, Mariano Casanova, como arzobispo de Santiago, en 1888,
pero no logró conquistar la adhesión conservadora, por tenérsele como fiel discípulo
del liberalismo y haber prohijado las leyes laicas de 1884.
Para acallar los rumores provocados en este sentido, organizó, el 30 de mayo de 1890,
un gabinete presidido por el propio señor Sanfuentes, censurado en las dos ramas del
Congreso antes de oírlo, cuyas mayorías acordaron, entre tanto, no despachar las leyes
de presupuesto y de autorización del cobro de las contribuciones mientras el
Presidente no designara un gabinete de la confianza de las Cámaras.
39
40.Síntesis del debate político-constitucional. En esos años se debatió ampliamente en
el país el problema jurídico-político de determinar si el texto de 1833 establecía un
sistema de predominio presidencial o el gobierno parlamentario.
Los partidarios de la primera tesis hacían caudal de las amplias atribuciones de que el
Presidente de la República disponía, y que conservaba en 1890, aun suavizadas por las
importantes reformas de 1874. Entre esas facultades se contaba la de nombrar y
remover a su voluntad los Ministros del despacho, sin que en parte alguna se reflejara,
según se decía, el propósito del constituyente de obligar al Primer Mandatario al
cambio de su gabinete en caso de que éste no contara con la mayoría en el Congreso.
Se había omitido, además, el recurso de la disolución de la Cámara, propio del
gobierno parlamentario y cuyo modelo inglés admiró, sin embargo, profundamente
Mariano Egaña, autor del proyecto rechazado y que incluía esta atribución del Jefe del
Estado.
Los defensores de los derechos del Congreso argumentaban, por su lado, basados en la
existencia de las autorizaciones legales periódicas del presupuesto de gastos, del cobro
de las contribuciones, de las fuerzas de mar y tierra y residencia de éstas en la ciudad
en que el Congreso funcionaba. Resultaba imposible gobernar sin el despacho de esas
leyes y, como su promulgación dependía de la voluntad del Parlamento, al negarse éste
a aprobarlas, el Presidente no tenía otra solución que someter su política a la voluntad
dominante en las Cámaras, llamando a desarrollarla a personas que, por contar con la
adhesión de la mayoría formada en éstas, obtuvieran el despacho de esos medios
irreemplazables de acción gubernativa. Estimaban, además, que bien categórica había
sido la reforma de 1874 para consagrar el gobierno parlamentario, cuando había
entregado a la Comisión Conservadora, en representación del Congreso, la
supervigilancia que a éste pertenecía sobre todos los ramos de la administración
pública, lo que significaba que no podía ésta desarrollarse sin contar con el apoyo de la
mayoría existente en el Parlamento.
40
en el Colegio de Electores encargado de determinar el gobernante por el período
siguiente.
Sin que se hubiera modificado una sola regla de la Constitución, la derrota, en la lucha
armada, de la tesis presidencial condujo en adelante a la interpretación de su texto en
sentido favorable al predominio de la mayoría que se formaba en las Cámaras.
Son éstas:
41
establecía, en fin, la prohibición para los parlamentarios de celebrar o caucionar los
indicados contratos, durante el ejercicio de sus cargos; y
No era raro que, si las condiciones del juego parlamentario no permitían la continuidad
de la gestión ministerial, los problemas retardaran en su solución o no tuvieran
42
ninguna, acumulándose unos sobre otros como inquietante amenaza para el porvenir
nacional. Eran tiempos en que se gobernaba con el criterio de Ramón Barros Luco, para
quien, según se contaba, no cabía inquietarse porque de los problemas que enfrentaba
el Estado, noventa y nueve se decidían solos y uno no tenía solución.
En este ambiente, el gobernante ideal era el que sabía sortear las presiones de los
grupos y las ambiciones de los caudillos y conservar, en medio de todas ellas, siquiera
la quietud del país y su desarrollo vegetativo. Los primeros seis Jefes de Estado del
período supieron llevar con dignidad y prestancia sus funciones y algunos de ellos,
como Pedro Montt, mostraron el vuelo de verdaderos estadistas. Durante el séptimo
período estalló la crisis, según veremos.
A la paz colectiva contribuyó en esta época la disminución del interés que provocaban
las cuestiones religiosas, coronado el proceso de laicización de las instituciones con las
vastas reformas legales del período de Santa María. No faltó sino la separación de la
Iglesia del Estado, problema que requería reforma de la Carta Fundamental y sobre el
cual existía discrepancia en el propio seno de los sectores anticlericales, porque
muchos de sus jefes, concordando con el juicio de Domingo Santa María, estimaban
que tal separación daría a la Iglesia una libertad de movimientos que podía llevarle a
recuperar la disminuida influencia colectiva del catolicismo.
Al día siguiente del triunfo civil, en el precio de éste estuvo la plena aceptación de los
propósitos de fortalecer la vida local abrigados por don Manuel José Irarrázaval y
cristalizados en la ley de la comuna autónoma de 1891, la cual entregó, en efecto,
amplísimas atribuciones a las municipalidades. Desgraciadamente, la legislación no fue
eficaz, en mucha parte porque no se proporcionaron conjuntamente los medios
económicos suficientes para ejercitarlas.
43
Las finanzas del Estado fueron brillantes en esta época, porque los derechos de
exportación de los minerales, especialmente del salitre, permitieron cubrir con exceso
las necesidades fiscales, y el país se acostumbró a vivir sin impuestos y a gastar
desaprensivamente en las necesidades ordinarias, lo que debió capitalizarse para
cimentar el desarrollo posterior.
En mucha parte gracias a la difusión, cada vez más acentuada, de una instrucción
puramente libresca e inadaptada a las exigencias de la vocación económica del país, se
incrementó la clase media, en amplia proporción incrédula, por provenir de los
establecimientos fiscales en que predominaban maestros escépticos o antirreligiosos.
No logró la clase media percibir aún la importancia de su posición, sino que vivió en el
afán de imitar a la clase dirigente, tendencia caracterizada en la formación del
"siútico", que va a ser eliminado sólo después de 1920.
A fines del siglo XIX comenzaron a producirse los primeros conflictos obreros que serán
característicos de la primera mitad del siglo XX.
44
Los sectores dirigentes, considerando la mayoría de sus elementos más responsables,
vivieron no sólo el egoísmo de su clase, sino su creencia en que la aplicación
espontánea del concepto liberal de la economía habría de traer, tarde o temprano,
como simple corolario del mecanismo actuante de las leyes naturales, el arreglo
evolutivo y profundo de todas esas dificultades.
La guerra de 1914-1918, en que Chile mantuvo, con prestancia que los beligerantes
reconocieron hidalgamente al final del conflicto, la más estricta neutralidad, tonificó la
situación económica, en razón del aumento considerable del consumo del salitre,
producto que tenía aplicaciones bélicas de señalada importancia.
Sin embargo, de esta misma circunstancia iba a nacer la más grande crisis económica
que ha existido en el país con resonancia en su organización social.
46.La elección de 1920. El término del conflicto no sólo hizo sufrir a Chile el menor
consumo de salitre, por haber disminuido las necesidades que lo provocaban, sino la
dolorosa sorpresa de que los alemanes habían sabido inventar el nitrato artificial y
crearon enormes plantas destinadas a producirlo tanto para las necesidades bélicas
como para objetivos pacíficos. Con ello, a Chile se le presentó la triste realidad de
haber perdido el monopolio de la producción mundial del ázoe y, al mismo tiempo, una
proporción notable de los mercados consumidores de su producto básico de
intercambio comercial.
45
La crisis salitrera coincidió con la preparación de la sucesión del Presidente Juan Luis
Sanfuentes (1915-1920), y entonces surgió como líder, en quien cifraban sus
esperanzas el proletariado y la clase media, Arturo Alessandri Palma, político que,
elegido diputado en 1897, Ministro de Industrias y Obras Públicas en 1898, se
mantenía ininterrumpidamente en el Parlamento, como uno de los más hábiles y
auténticos exponentes de la anarquía parlamentaria, desplazándose, según las
indicaciones de su propia intuición, del conservantismo de don Fernando Lazcano, al
Partido Liberal, y a las más íntimas vinculaciones con el radicalismo y la masonería.
Logró ser proclamado en Convención de las fuerzas que formaban la Alianza Liberal,
mientras la Unión Nacional escogía como su personero a Luis Barros Borgoño.
47.Ideas de reforma institucional del señor Alessandri. Arturo Alessandri Palma llegó a
la Presidencia de la República como consecuencia del fallo por un Tribunal de Honor de
las reclamaciones hechas sobre el acto electoral, el cual reconoció haber sido
designados 177 electores de segundo grado partidarios suyos, contra 176 del señor
Barros Borgoño, y ese pronunciamiento condujo a su elección por el Congreso Pleno.
Las condiciones en que se había hecho su postulación exigían del nuevo Presidente una
actuación enérgica, encaminada a dar cumplimiento al programa de su candidatura y a
satisfacer las aspiraciones de reforma social despertadas en vastos sectores populares.
En el Mensaje de 1922 reiteró estas ideas y prometió presentar dentro del período un
proyecto de reforma.
46
El señor Alessandri encargó la redacción de éste a don José Maza, diputado partidario
suyo, quien le entregó su tarea el 11 de diciembre de 1922 (La Constitución y la
Facultad, págs. 34-37).
En el Mensaje de 1923, explicando por tercera vez estos propósitos: "Insisto con
obstinada pertinacia -dice- en la necesidad de reformar la Constitución Política del
Estado". "Estas ideas, concentradas en mi espíritu, son las bases de un proyecto de
reforma constitucional sobre estos tópicos, que, conforme a reiteradas promesas,
tengo hace tiempo estudiado y redactado. Escogeré el momento que considere
oportuno para presentarlo, cuando la voluntad soberana de la nación, manifestada en
la forma prescrita por las leyes, me indique que haya posibilidad de que se le estudie y
se le despache".
48.Los pactos del 31 de enero de 1924. A fines de ese año, la agitación cívica llegó a un
punto álgido, porque el Congreso no despachó oportunamente el permiso
constitucional periódico necesario para que las tropas se mantuvieran en el lugar de
sus sesiones, y éstas debieron retirarse de la capital a Cartagena.
El Gabinete que se organizó para dar cumplimiento a los Pactos de Enero se desintegró
pronto, porque se atribuyó al Presidente el incumplimiento de las garantías de
prescindencia electoral en la jornada próxima, y así no alcanzó a modificarse el
reglamento del Senado ni a aprobarse las reformas constitucionales.
Las elecciones se efectuaron el 2 de marzo bajo un clima que una parte importante de
la opinión nacional consideró de manifiesta intervención oficial, de modo que la
47
mayoría lograda en ambas ramas legislativas por la combinación gobernante de la
Alianza Liberal apareció al vasto sector adverso como espuria.
La lucha tomó desde ese momento una violencia extrema, atrincherada especialmente
en el Senado.
48
50.Las Juntas de Gobierno. El 11 de septiembre se organizó una Junta de Gobierno
compuesta por el General Altamirano, en quien el señor Alessandri, por ser Ministro
del Interior, había delegado el mando dos días antes; por el Almirante Francisco Nef y
por el General Juan P. Bennett. La Junta decretó la disolución del Congreso Nacional
ese mismo día.
El 11 se dieron a conocer también manifiestos suscritos por la Junta Militar -obras del
mayor abogado Oscar Fenner-: "Nuestra finalidad -se decía al país- es convocar a una
libre Asamblea Constituyente, de la cual surja una Carta Fundamental que corresponda
a las aspiraciones nacionales"; y explicaba a las instituciones armadas que se proponía,
junto a otros fines: "hacer que vuelva a reinar el imperio de la Constitución,
reformando previamente nuestra Carta Fundamental".
La Junta Militar, que había seguido por su parte activísima, fue movida a declararse
oficialmente disuelta el 13 de diciembre.
49
La llegada triunfal del señor Alessandri se produjo el 20 de marzo y el 4 de abril tuvo
lugar una reunión de 139 personalidades convocadas por él para tratar de la
organización de la Asamblea Constituyente. En esta oportunidad explicó a su auditorio
la dificultad de convocar de inmediato la Asamblea, con el objeto de permitir que la
jornada se hiciera con los nuevos registros electorales, y manifestó su opinión de que la
Constituyente se formara en unas dos terceras partes por elección popular y en el resto
por representantes de las fuerzas vivas de la nación.
Dicha subcomisión se integró, sin especial nombramiento, por unos quince de los
miembros designados para integrar la Comisión y se destacaron especialmente las
repetidas y sustanciosas intervenciones de las personalidades ya nombradas y, además,
de los señores Domingo Amunátegui Solar, Luis Barros Borgoño, Ramón Briones Luco,
Guillermo Edwards Matte, Pedro Nicolás Montenegro, Enrique Oyarzún, Romualdo
Silva Cortés, Carlos Vicuña Fuentes, Francisco Vidal Garcés y Eliodoro Yáñez.
José Maza, al cumplirse 25 años de la vigencia de la nueva Carta, cuenta que: "El
Presidente Alessandri, a su regreso, me confirmó en el cargo de Ministro y me
encomendó la preocupación preferente de estudiar las reformas...". "Como la
redacción de un nuevo proyecto habría demandado mucho tiempo -agrega-,
convinimos con el Presidente en que yo trabajaría en las mañanas en la llamada ?Sala
del Consejo?, que quedaba contigua a sus dependencias particulares y diariamente, al
salir para su despacho, le impondría de los artículos que correspondía tratar ese día en
50
la sesión de la Subcomisión, para que fueran previamente revisados y aprobados por
él. En este trabajo me secundó el actual secretario de la Honorable Cámara de
Diputados, Pablo Rivas Serrano. Así fue como todas las mañanas, según recordará el
señor Rivas, después que el Presidente dictaba la correspondencia más urgente, en sus
dependencias particulares, a su secretario privado, Vital Guzmán, o a su taquígrafo,
Luis Espinoza, pasaba a la Sala del Consejo y decía casi siempre esta frase
sacramental: ?A ver, Ministro, enséñeme la lección para esta tarde?. No siempre nos
dejaban tranquilos aprender la lección y, en muchas oportunidades, era yo quien
redactaba las proposiciones, con el conocimiento profundo que tenía del pensamiento
íntimo del Presidente de la República, y siempre, no recuerdo ninguna excepción, esta
interpretación fue exacta" (La Constitución y la Facultad, p. 48).
En la sesión 24, de 23 de junio, se dio término a un primer proyecto, que se llamó "la
prueba azul", por el color de las tapas del folleto en que lo publicó la Imprenta de La
Nación.
Sobre esa base continuó desarrollándose el trabajo en las sesiones 25 a 30, efectuados
los días 6, 7, 8, 9, 10 y 13 de julio.
Consecuencia de la revisión de ese primer texto, practicada en las seis sesiones recién
indicadas, salió de la misma imprenta "la prueba amarilla".
Esta fue distribuida a los miembros de la Comisión que se reunió en pleno por segunda
y por tercera vez y postrera vez, los días 22 y 23 de julio, fecha esta última en que se
acordó devolverla a la misma Subcomisión, para que resolviera sobre las indicaciones
presentadas y redactara el proyecto definitivo, que se sometería a la consulta de un
plebiscito nacional (Actas, págs. 469-470).
La Subcomisión se reunió para dar cumplimiento a esta tarea final los días 30 de julio y
1º y 3 de agosto (sesiones 31, 32 y 33).
En esos días se pudo conocer que sectores dominantes en diversos partidos políticos,
especialmente radicales, conservadores, socialistas, comunistas y grupos liberales, eran
adversos al sistema que se buscaba establecer. Radicales y conservadores,
especialmente, se inclinaban a fórmulas encaminadas tan sólo a reglamentar y
disciplinar el sistema constitucional, para impedir en el futuro los excesos del
parlamentarismo.
52
El 22 de julio tuvo lugar, como se dijo, la segunda sesión plenaria de la Gran Comisión
Consultiva, que no se reunía desde abril, considerablemente ampliada pocos días
antes. En ese acto se explicaron las indicaciones de radicales y conservadores, y los
voceros de esos partidos (señores Bustos, Vidal Garcés, Salas, Edwards, etc.), y otros
oradores formularon diversas críticas al proyecto.
El general Mariano Navarrete escribió más tarde haber comprendido por las palabras
del señor Alessandri "que aquello estaba perdido, es decir, que no se arribaría a ningún
acuerdo concreto respecto del proyecto... Me acordé inmediatamente de la reunión
del día 20 y del compromiso que había contraído con aquellos jefes" y, por intermedio
del mayor Fenner, pidió al señor Alessandri que le concediera la palabra después del
señor Vidal (Donoso, t. I, p. 427; Sáez, Recuerdos, t. II, p. 15).
Esa advertencia no era, según el general Navarrete, una amenaza, ni estaba autorizado
a hacerla. El Ejército se hallaba entregado a sus labores propias. No podía hacer
pronósticos para el caso de que las esperanzas de la juventud fueran defraudadas. El
Ejército no se mezclaría en la política "pero tampoco mirará con indiferencia que se
haga tabla rasa de sus ideales de depuración nacional, es decir, de que se olviden las
finalidades de las revoluciones del 5 de septiembre y del 23 de enero, para volver a la
orgía política que dio vida a estos movimientos" (Actas, íd.).
Al oír estas palabras, el señor Alessandri manifestó que se retiraba a dictar el decreto
de convocatoria de la Asamblea Constituyente y, en términos airados, abandonó la
53
sala, sin dejar siquiera que pudiera explicarse el señor Bustos. Accediendo, un rato más
tarde, al deseo de los miembros que se lo fueron a pedir, regresó a la sesión y, después
de escuchar a los señores Barros Borgoño, Fernando Vial, Enrique Barbosa, Guillermo
Subercaseaux y Rafael Silva Lastra, se dio por aprobado el proyecto en general,
poniéndose de pie la casi totalidad de los asistentes -según dice el Acta- y acordaron
pasar las indicaciones formuladas a la Subcomisión, para que resolviera y redactara el
proyecto definitivo. (Actas, p. 469).
Por la cédula de color rojo votarían quienes concordaran con el proyecto "cuya
aprobación pide el Presidente de la República". Era la obra de la Comisión que mandó a
editarse en la Imprenta Universo.
Abstenciones 161.833
La abstención fue acordada por los partidos Radical, Conservador y Liberal Unido; el
voto de la cédula roja por los partidos Democrático y Liberal Democrático o
Balmacedista, al cual pertenecían muchos de los defensores de la reforma; y por la
cédula azul decidieron sufragar los comunistas.
Como puede verse, poco más del 43% de los inscritos se pronunciaron en favor de la
reforma, es decir, no logró apoyo de la mayoría de los electores.
La suscripción del documento fue saludada con salvas de artillería, y fue promulgado
en Santiago por bandos actuando el notario don Manuel Gaete Fagalde con
acompañamiento de tropas, y de modo análogo en las capitales de provincia y
departamento.
55
De acuerdo con lo ordenado en la décima disposición transitoria, "la presente Reforma
Constitucional empezará a regir treinta días después de su publicación en el Diario
Oficial".
a) Mejor redacción. Fue una preocupación permanente a lo largo del debate y, aunque
todos contribuyeron al resultado, debe hacerse notar la labor de José Maza, quien
recibió el encargo de hacer una revisión general, tanto antes de imprimirse la primera
prueba, en que, según dice, tuvo la colaboración de los señores Domingo Amunátegui y
Carlos Estévez, como al dar término sus labores la Subcomisión redactora y antes de la
impresión del proyecto definitivo (ob. cit., p. 49). En sus últimas tres reuniones dicha
Comisión aprobó numerosas modificaciones de estilo que propusieron los profesores
señores Luis Galdames, Carlos Fernández Peña y Maximiliano Salas Marchant. El reflejo
de los comentarios de Jorge Hunneus y de las enseñanzas de Carlos Estévez -autor,
además, de varias indicaciones aceptadas, aunque no formó parte de la Comisión-, es
evidente.
Las repeticiones son escasas. Todavía quedan algunas, como entre el Nº 2 del art. 43 y
el art. 67 y entre el inciso 2º del Nº 9 del art. 10 y el Nº 1 del art. 44.
56
c) Más perfecta sistematización conceptual. Esta característica se muestra
especialmente notable en cuanto deslinda esferas de competencia que antes no
estaban debidamente diseñadas, como, por ejemplo, las atribuciones comunes y las
exclusivas de las Cámaras, las del Congreso, las materias de ley, funciones del Congreso
Pleno, facultades especiales del Presidente de la República, etc. (arts. 39, 42, 43, 44,
72).
Una reforma que busque el perfeccionamiento del texto debería distinguir mejor, por
ejemplo, las causales de inhabilidad, incompatibilidad, incapacidad parlamentarias y de
cesación en el cargo de diputado o senador, especialmente respecto de las funciones
alcanzadas en los diversos casos, a fin de dar a las instituciones indicadas más perfecta
armonía y resolver los problemas que, por falta de esta cualidad, se han originado.
Una revisión sintética tiene que subrayar, por lo menos, los siguientes rasgos
esenciales:
La duración del mandato de los diputados se extiende de tres a cuatro años, y el de los
senadores de seis a ocho años, pero el Senado se renueva como antes, por
parcialidades, ahora en cuatro años. La edad de elegibilidad de los senadores es de 35
años en lugar de 36 (arts. 38, 41, 27).
57
Se priva a las Cámaras de los poderes que tenían de otorgar el desafuero y de calificar
las elecciones de sus miembros (arts. 33, 34 y 26, inc. 1º).
58
extraordinaria y de prorrogarle su legislatura ordinaria (arts. 72 Nº 1, 53, 45, 44 Nos 4 y
12; 46, 78, 72 Nº 3, y 57).
G. Organos suprimidos.
2. La Comisión Conservadora, formada por siete senadores y, desde 1874, también por
siete diputados, ejercía, en receso del Congreso y en su representación, "la
supervigilancia que a éste pertenece, sobre todos los ramos de la administración
59
pública", y le correspondía, en consecuencia, principalmente velar por la observancia
de la Constitución y de las leyes, y prestar la protección a las garantías individuales.
Podía pedir al Presidente que convocara extraordinariamente al Congreso, y desde
1891, convocarlo ella misma, "cuando lo estimare conveniente o cuando la mayoría de
ambas Cámaras lo soliciten por escrito".
60.Es una nueva Constitución. Precisar si debe entenderse la Carta de 1925 como una
reforma de la anterior, o como nueva Constitución, no pudo ser problema -a pesar de
que, en el decreto promulgatorio, se declara que la voluntad soberana de la nación "ha
acordado reformar la Constitución Política promulgada el 25 de mayo de 1833"- si se
tiene presente que, para modificarla, no se respetaron en absoluto las normas
contenidas en ésta para tal objeto y que habían sido ya alteradas en 1882.
60
La filiación intelectual es, al contrario, indiscutible. No se trata, en efecto, de una
recopilación de reglas totalmente novedosas ni en su forma ni en su fondo, porque en
1925 se transcribió sustancial y aun literalmente gran número de las normas
contenidas en la Constitución precedente y, por otra parte, la mayoría de las
alteraciones reflejaba la evolución producida y los resultados de experiencias vividas
con intensidad por el país, defectos observados y sufridos, críticas y comentarios
fundados, aspiraciones hondamente sentidas, en fin.
Se trata de una Constitución escrita, contenida en un solo texto. Este único documento
podía ser objeto de modificaciones según las reglas que él mismo señalaba, pero, como
expresa el art. 110, "Una vez promulgado el proyecto, sus disposiciones formarán parte
de la Constitución y se tendrán por incorporadas en ella".
62
Actuando como Vicepresidente, el coronel Ibáñez convocó a elecciones presidenciales,
que tuvieron lugar el 22 de mayo de 1927; en ellas recibió 228.572 sufragios de un
total de 302.212 inscritos. El 21 de junio de 1927 asumió Ibáñez como titular la Jefatura
de Estado, y habría de ejercerla hasta el 23 de julio de 1931.
Esta última anormalidad se gestó con motivo de que, al acercarse la fecha en que
correspondía la renovación parlamentaria de 1930, el Presidente favoreció el consenso
de las directivas políticas para hacer aplicable, en todas las circunscripciones
electorales del país, la norma excepcional, contemplada en la ley respectiva, según la
cual se hacía innecesario el acto electoral en aquella circunscripción en que
oportunamente sólo se presentara, para optar a los cargos parlamentarios
correspondientes, un número de candidatos igual al de puestos por llenar. Tal es lo que
se ha conocido como el "Congreso Termal", en atención a que el nombre de los
candidatos se determinó en conversaciones mantenidas entre los partidos y el
Presidente en las Termas de Chillán. Así renovadas las Cámaras, el señor Ibáñez obtuvo
de ellas una ley delegatoria tan amplia (Nº 4.945) que le permitiera dictar "todas las
disposiciones legales de carácter administrativo y económico que exigiera la buena
marcha del Estado".
Lo dicho basta para poner de relieve que el marco institucional oficialmente en pie no
importa en el fondo un gobierno según la Carta, sino atenido al capricho o, por lo
menos, al personalismo del jefe castrense encumbrado por su audacia política al solio
presidencial.
Junto a fundadas críticas suscitadas por los excesos que se observaban en el ejercicio
del poder, se ha tendido también a reconocer, a la inversa, por otra parte, en esta
primera gestión del señor Ibáñez (1927-1931), importantes logros, como por ejemplo:
acertadas medidas de organización administrativa; creación de la Contraloría General
de la República, del Cuerpo de Carabineros de Chile, de la Caja de Crédito Minero, del
Instituto de Crédito Industrial, etc.; ejecución de numerosas e importantes obras
públicas; búsqueda de solución al problema de la entonces nuestra principal industria
minera mediante la formación de la Compañía de Salitre de Chile, COSACH; y reforma
63
educacional, principalmente a través del establecimiento de la Dirección General de
Educación Secundaria y de la dictación del Estatuto Universitario de 1931.
Es pertinente recordar que, ausente ya del país, el ex Presidente fue acusado de abuso
de poder, por delito previsto en las normas constitucionales, al ausentarse sin la
autorización exigida, presentándose la acusación por la Cámara de Diputados ante el
Senado, corporación que lo declaró culpable, por 32 votos contra 1, el 26 de octubre
de 1931.
Un caudillo militar, orgulloso primero de mostrarse como tal y luego, sin olvidarse de su
índole, decidido a dominar sus tendencias autocráticas profundas, para probarse
capaz, un cuarto de siglo más tarde, de resistir la tentación de asestar un nuevo golpe
al sistema democrático; cinco políticos que hicieron su carrera cívica como tales y no la
negaron, abogados todos ellos; un ingeniero que, no obstante haber vivido también
intensamente el ajetreo ciudadano y desempeñarse como diputado, senador y
Ministro de Estado sostiene, sin embargo, con convencida elocuencia, no ser político ni
abrigar ambición de mando; un médico, en fin, que no ejerció su profesión, aunque se
había preocupado por los asuntos de salud pública, y que unió a su notoria ambición
política el propósito de llevar a Chile al marxismo a través del sufragio popular,
ocuparon la dirección del país durante el período de plena vigencia de la Carta de
1925.
No votaron 85.880
Arturo Alessandri Palma fue el primer Jefe de Estado que, bajo el imperio de la Carta
de 1925, cumplió íntegramente su período. Inició ésta su segunda administración con
gran fervor patriótico y deseoso de demostrar la solidez del edificio institucional que él
mismo diseñara.
66
En su afán de fortalecer la resistencia civil, no puede extrañar que el señor Alessandri
mirara con simpatía la organización disciplinada de ciudadanos, creada
espontáneamente durante la llamada República Socialista, como reacción al
predominio militar, con el nombre de "Milicia Republicana", a la que llegó incluso a
proporcionar algún armamento del Estado. Las resistencias que, como es lógico,
provocara en el seno de las Fuerzas Armadas la existencia de tal cuerpo, llevó al
Presidente a recomendar y obtener su disolución, que ocurrió dentro de su mismo
período.
El panorama cívico cambió profundamente desde que se retiraron del Gabinete los
Ministros radicales, en el otoño de 1937, cuando la colectividad a que pertenecía el
Presidente decidió integrar el Frente Popular junto a socialistas y comunistas, al tiempo
que resonaban vivamente en Chile las agitaciones que conmovían al mundo.
67
Al final del período la lucha política adquirió inusitada violencia. El Partido Socialista se
había unificado desde 1933. Había surgido el Movimiento Nacional Socialista, liderado
por Jorge González von Marées. En 1938 se levantó nuevamente la candidatura
presidencial del general Carlos Ibáñez del Campo, sostenida por una combinación
denominada "Alianza Popular", en la que participaban nacionalsocialistas, ibañistas e
independientes.
No votaron 59.973
69.Presidencia de Pedro Aguirre Cerda. La estrechez del triunfo del señor Aguirre Cerda
explica que los partidarios de Gustavo Ross se vieran tentados a impugnar su resultado,
pero, en definitiva, en parte como efecto del contenido de documentos emanados de
las jefaturas del Ejército y Carabineros, que se adelantaron a admitir el triunfo de su
oponente, retiró el señor Ross la reclamación que había alcanzado a presentar ante el
Tribunal Calificador de Elecciones.
Con la exaltación al solio presidencial de Pedro Aguirre Cerda, inspirado bajo el lema de
"Gobernar es educar", el que trató de concretar en su administración, comenzó un
68
período de catorce años en el que el eje del combate cívico se centró en el Partido
Radical, al cual pertenecían no sólo el señor Aguirre, sino que sus dos sucesores. En la
gestión gubernativa se puso constantemente a prueba la disciplina de dicha tienda
política, y su falta de solidez repercutió de modo importante en el desempeño de sus
tres intérpretes.
La tarea que se abría al señor Aguirre Cerda era ardua. Obligado a entenderse con
Cámaras hostiles, se veía apoyado por una combinación heterogénea, dentro de la
cual, no obstante las vivas rivalidades surgidas entre socialistas y comunistas, el Partido
Radical no conformaba tampoco por su lado un sostén sólido y compacto en auxilio del
Presidente, en razón de sus disensiones internas, que dificultaban enormemente la
eficacia de las directivas del Primer Mandatario. Mantuvo éste, sin embargo, la vigencia
de las garantías ciudadanas, sin que debiera siquiera recurrir a los resortes de
emergencia constitucional de restricción a las libertades públicas, logrando, por otra
parte, evitar los desbordes y persecuciones que se temían.
69
Continuaba el pluralismo de las fuerzas políticas y ellas llevaron a la Cámara de
Diputados, en las elecciones de marzo de 1941, a 88 parlamentarios inclinados a
apoyar al Gobierno y 59 a la oposición. Entre los primeros se contaban 43 radicales, 18
socialistas, 3 falangistas y 16 comunistas, y entre los segundos, 32 conservadores y 21
liberales. En el Senado, al renovarse los cargos en las circunscripciones pares, se
llenaron con 5 conservadores, 3 liberales, 1 agrario, 2 socialistas, 6 radicales y 3
progresistas (comunistas).
Los temores de ciertos sectores eclesiásticos sobre una posible persecución a la Iglesia
Católica se disiparon en la medida en que a la buena intención del Presidente se unía la
ecuánime orientación emanada del Arzobispo de Santiago -más adelante primer
cardenal chileno- José María Caro Rodríguez, quien se hacía notar por su comprensión
del problema social y demostraba una sincera estimación a la persona del Presidente.
No votaron 114.979
70.Presidencia de Juan Antonio Ríos. Juan Antonio Ríos conquistó, en holgada mayoría
ciudadana, el cargo largamente ambicionado, obteniendo para su postulación el apoyo
no sólo del Partido Radical y de sectores que con éste formaran el Frente Popular, sino
de la Falange Nacional y de diversos elementos independientes. Habiéndose
encontrado con frecuencia a lo largo de su carrera en una postura difícil ante su propio
partido, el señor Ríos había sido ibañista y connotado por la energía de su combate al
comunismo. Durante su desempeño mostró descontento por la débil adhesión de su
partido a su obra de gobernante y se apoyó con terquedad en amigos personales. Las
circunstancias internacionales derivadas de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
explican que el Partido Comunista no le hiciera gran oposición.
El señor Ríos, asesorado por su Ministro de Justicia Oscar Gajardo Villarroel, impulsó
vigorosamente la reforma constitucional contemplada en la Ley Nº 7.727, de 23 de
noviembre de 1943, que fortaleció sustancialmente el control del Jefe del Estado sobre
el manejo financiero y económico del país.
Chile formó parte de los Estados que dieron nacimiento a la Organización de las
Naciones Unidas por el Pacto de San Francisco, ciudad californiana en la que se
suscribió el 26 de junio de 1945.
El esfuerzo tan señalado que hiciera el Presidente Aguirre Cerda para impulsar el
otorgamiento a Gabriela Mistral del Premio Nobel de Literatura, vino a tener éxito bajo
la administración Ríos (en 1945).
72
Las normas legales mencionadas despertaron enérgica resistencia no sólo en los
sectores que disentían del criterio político inspirador de ellas, sino también entre
quienes lo aceptaban, pero reconocían al mismo tiempo que tales normas pugnaban
con la Ley Fundamental, la cual, incluso a juicio de una comisión de juristas designada
por el propio Partido Conservador, debía ser previamente modificada, a fin de hacer
posible incorporar otros motivos que los indicados en la letra vigente de la Constitución
para adquirir, suspender o privar de la ciudadanía. Así, pues, dentro de la tienda
conservadora, aun estando de acuerdo en llegar a la meta propuesta, rechazaron en
este punto sustancial la ley, por estimar que requería previa reforma constitucional,
entre los miembros de la referida comisión, los señores Carlos Estévez, Rafael Moreno,
Víctor Delpiano y Marcos Silva Bascuñán, al paso que, además, por aspectos
doctrinarios sustanciales, la rebatieron los senadores Horacio Walker y Eduardo Cruz
Coke, sin contar, por supuesto, en fin, con la vigorosa impugnación que provino de las
colectividades partidistas entonces en la oposición, principalmente del diputado
falangista Radomiro Tomic Romero.
No votaron 149.927
La renovación del Parlamento, en marzo de ese mismo año, efectuada bajo el lema "Un
Congreso para Ibáñez", registró el crecimiento de las fuerzas que lo respaldaban, pero
no alcanzaron éstas a conformar una combinación compacta y disciplinada. La notable
división que expresó esta consulta electoral, en la que se manifestaba la máxima
dispersión partidista, llevó a la Cámara de Diputados, por una parte, a 16
conservadores tradicionalistas junto a 2 socialcristianos y a 23 liberales; por otra, al
Partido Radical con 19, a la Falange con 3, al Partido Socialista Popular con 19, al
Agrario Laborista con 26 y a otros 25 provenientes de numerosos grupos ibañistas. Si a
esa circunstancia se agrega una discontinuidad y variación asombrosa del equipo
gobernante, principalmente en el propio gabinete ministerial -cuyos personeros se
desplazaban con vertiginosa rapidez, sin más norte aparente que el capricho del Primer
Mandatario, complacido con la exaltación y luego fácilmente resignado a la
desaparición de figuras, muchas de ellas de segundo orden-, se explica el clima de
desorientación e incertidumbre que reinaba en el ambiente nacional. El señor Ibáñez
reflejaba en el mando la fidelidad o el cambio de sus afectos personales hacia parientes
o amigos. Los partidos políticos más antiguos o mejor disciplinados se mantenían
constantemente alejados del Presidente y no contó así éste en ningún momento de su
sexenio con la adhesión oficial de los Partidos Radical, Liberal, Conservador o
Falangista.
En las elecciones parlamentarias de marzo de 1957 triunfaron, entre los 143 elegidos,
10 diputados del Partido Agrario Laborista, 20 del Conservador Unido, 3 del
Conservador, 17 de la Falange, 30 del Liberal, 36 del Radical, 5 del Democrático y 7 del
Nacional.
75
Luis Bossay 192.077 (15,36%)
No votaron 247.552
Apoyado oficialmente en las urnas por los Partidos Liberal y Conservador, Jorge
Alessandri Rodríguez -hijo del ex Presidente Arturo Alessandri Palma- reiteró en todo
momento su falta de afición y de ambición políticas, y subrayó la independencia de
todos los partidos con que actuaba. Formó, no obstante, su equipo ministerial con
personeros de las colectividades partidistas que le exaltaron al mando, con prestigiosos
técnicos e independientes, y, más adelante, desde 1961, con dirigentes del Partido
Radical.
77
El Presidente, a través de su Ministro de Justicia, Enrique Ortúzar Escobar, procuró
difundir los aspectos fundamentales de la reforma propuesta, exponiéndola en
seminario dirigido por el profesor de Derecho Constitucional Jorge Guzmán Dinator o
en conversaciones televisivas (Nueva sociedad. Vieja Constitución, Orbe, 1964, 260
págs.). La amplitud de los cambios sugeridos explica que incidieran en numerosos
preceptos de la Carta.
Demostrando su ánimo de instar, con la mayor consecuencia y energía, por los cambios
propiciados, y como prueba del grado de estudio y preparación en que se encontraban
ya las iniciativas impulsadas, envió al Congreso, en el mismo mes en que asumió su
cargo, un vasto proyecto de reformas a la Carta de 1925, que recogía en su articulado
aspiraciones ya reiteradamente expresadas por diversos sectores, contempladas
muchas de ellas en el proyecto de su antecesor, pero que se extendían a diversas otras
materias.
79
No pudo sorprender que el firme éxito electoral y la nueva integración de la Cámara de
Diputados llevaran a ésta a concordar, en sus aspectos sustanciales, con la reforma de
la Carta de 1925 propuesta por el Ejecutivo. No estimamos necesario sintetizar aquí la
sustancia de los cambios aceptados, que coinciden en amplia proporción con aquellos
que en definitiva serán acogidos en la Ley Nº 17.284, que vendrá a aprobarse al
término de su administración, muchos de ellos reiterados, por lo demás, en la Carta de
1980.
Desde el interior del partido del Presidente se levantaron fuertes críticas en orden a
que éste no impulsaba con suficiente energía y la necesaria rapidez el programa por él
anunciado. Tales reparos alcanzaron tan amplio eco dentro de la propia colectividad del
Presidente que sus más leales intérpretes consiguieron integrar la mayoría de su mesa
directiva. Se provocó entonces en el seno de la Democracia Cristiana una viva polémica
en torno a la procedencia de configurar y sintetizar su ideario describiéndolo como una
"vía no capitalista para el desarrollo", concepto cuyo sentido y proyecciones se
debatían vivamente. Más adelante, como al interior de los organismos superiores de la
Democracia Cristiana prevaleciera una postura cercana a la del Jefe del Estado, sectores
minoritarios de esa colectividad conformaron, primero, el Movimiento de Acción
Popular Unitaria (MAPU) y, más adelante, durante el gobierno de Salvador Allende, la
Izquierda Cristiana (IC).
78.La obra del gobierno de Frei Montalva. El rasgo más definido de la conducción
política ejercida por el Presidente Frei se halla, a nuestro juicio -sin olvidar la energía
con la que se jugó tras la reforma agraria-, en la multitud de iniciativas por las cuales
pretendía hacer viva y efectiva la participación de los diversos sectores de la
comunidad nacional en la solución de sus problemas. Es así cómo se consiguió durante
su gestión un indiscutible enriquecimiento de la vitalidad social, favorecido por la
aprobación de reformas legales que habrían de servir de instrumento, con diversos
grados de eficacia, hacia tal objetivo. Es del caso mencionar específicamente en tal
sentido las numerosas leyes que crearon diversos colegios profesionales; la Ley Nº
16.625, de 29 de abril de 1967, sobre sindicación campesina, y la Nº 16.880, de 7 de
agosto de 1968, llamada de "Promoción Popular". Esta última distinguía dos tipos de
organizaciones: las de carácter territorial y las de tipo funcional, siendo "las primeras,
las juntas de vecinos, expresión de solidaridad y organización del pueblo en el ámbito
territorial, y las comunitarias, como centros de madres, de padres y apoderados,
culturales y artísticas, organizaciones juveniles, deportivas, grupos corales,
cooperativas y otras que tuvieran carácter similar, que representen y promuevan
valores específicos de la comunidad vecinal". La política habitacional generó un amplio
aumento de las construcciones, apoyada en cuerpos normativos que las promovieron y
facilitaron, en especial mediante el establecimiento del Ministerio de la Vivienda y
Urbanismo, por la Ley Nº 16.391, de 16 de diciembre de 1965, y la creación de la Caja
Central de las Asociaciones de Ahorro y Préstamo, por la Ley Nº 16.807, de 20 de julio
de 1968. En materia educacional, su orientación y extensión en todos los niveles se
verán influidas por el impulso del Presidente.
82
79.La reforma de la Ley Nº 17.284. A medida que se acercaba el término de su sexenio,
el Presidente Frei orientó sus esfuerzos a introducir una reforma constitucional que,
aun cuando no comprendiera todas las materias a las que se refiriera su proyecto de
1964 -que sufriera las vicisitudes ya narradas-, se concretara por lo menos en aquellos
puntos a cuyo respecto no se habían observado fuertes resistencias de parte de la
opinión nacional, en muchos de los cuales se constataban incluso parciales
coincidencias sustantivas con los que, por su lado, propiciara, según dijimos, el
Presidente Jorge Alessandri durante su desempeño.
Fue así como, el 17 de enero de 1969, hizo llegar el Presidente Frei Montalva a la
Cámara un nuevo proyecto, y pidió su urgencia el 20 de marzo. El texto fue aprobado
en general el 9 de abril, por 77 votos contra 25, y en particular el 16 de ese mismo mes.
Pasó a segundo trámite al Senado el 29 de julio, en circunstancias que había entrado a
desempeñar el Ministerio de Justicia Gustavo Lagos Matus.
80.La campaña presidencial de 1970. Los días finales del período del Presidente Frei se
caracterizaron por una intensa actividad política y por la preocupación que se observó
en el ambiente nacional en torno a la preparación de la próxima contienda cívica,
83
destinada a escoger quién habría de sucederle en la Primera Magistratura. Las
expresiones del sentir colectivo exhibían una pronunciada división en tres sectores de
equiparable fuerza que podía explicar la proclamación de igual número de postulantes.
Se levantaron así las candidaturas de Jorge Alessandri Rodríguez por el Partido
Nacional, de Radomiro Tomic Romero por la Democracia Cristiana y de Salvador
Allende Gossens por la Unidad Popular, integrada ésta, entre otras organizaciones de
inspiración marxista, por el Partido Socialista, al cual siempre había pertenecido el
postulante y del que fuera abanderado también en las dos contiendas precedentes.
Los temores de que al alcanzar sólo la primera mayoría relativa de los votos válidos se
generara en los partidarios del señor Allende una presión colectiva dirigida a forzar su
inmediato reconocimiento como triunfante, explican que surgiera en diversos sectores
el reconocimiento de la necesidad de una pronta modificación de la Ley Fundamental
encaminada a introducir, para tal hipótesis, la obligación de convocar a una segunda
elección. Esta idea fue enfáticamente desechada por los partidarios del señor
Alessandri, quien se manifestó dispuesto por su lado a admitir, para tal evento, que
ocupara el solio presidencial quien llegara a ser favorecido tan sólo con un voto de
mayoría respecto del postulante que le siguiera en el favor ciudadano.
Total 2.954.799
81.La proclamación de Salvador Allende. Desde que se conoció la votación que diera la
primera mayoría relativa al señor Allende, se hizo presente (como se temía) entre los
dirigentes de la Unidad Popular la exigencia del reconocimiento sin más trámite de su
victoria, sosteniendo que ésta no podía menos de ratificarse en el Congreso Pleno, e
invocando al efecto los precedentes que se habrían configurado al decidir, en tal
sentido, en oportunidades anteriores semejantes. El señor Alessandri anunció en esos
días su ánimo de renunciar a la Primera Magistratura si el Congreso Pleno lo
proclamaba, para que, como consecuencia de su dimisión, procediera una nueva
contienda presidencial, en la que sus partidarios se pronunciarían por la candidatura
del señor Frei. De tal manera se daría paso a un nuevo período presidencial del señor
Frei, autorizado por la Carta, ya que su texto prohibía la reelección tan sólo para el
período inmediatamente siguiente.
"El Partido Demócrata Cristiano reafirma -dice ese texto- que si el señor Allende otorga
de un modo real y eficaz las garantías necesarias que tenemos el deber de solicitarle en
algunas materias vitales, puede esperar una decisión favorable". Enuncia luego el
documento los aspectos que estima fundamentales, como eran la mantención del
pluralismo político, el reconocimiento de la existencia y libertades de los partidos, el
derecho de éstos y de las universidades a mantener medios de comunicación, la amplia
libertad de prensa y de expresión, la plena vigencia del Estado de Derecho, la
independencia de los poderes públicos fundamentales, la necesidad de que "las
Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros sigan siendo una garantía de nuestra
convivencia democrática", la prescindencia de toda orientación ideológica oficial de la
educación y respeto de la autonomía de las universidades y, en fin, la existencia libre
de organizaciones sindicales y sociales.
85
respeto a la institucionalidad democrática, y cuyas bases y características explicara más
adelante el mismo Presidente en mensajes enviados al Parlamento.
Una de las preocupaciones iniciales del Primer Mandatario fue proponer la reforma
constitucional sobre el Régimen de la Propiedad Minera y sobre la nacionalización de la
Gran Minería del Cobre. Lo hizo en el Mensaje del 23 de diciembre de 1970, en el que
se hacía eco de los reparos que merecía la política de chilenización de la industria
cuprífera llevada a cabo por el Presidente Frei. La tramitación de esta nueva iniciativa
de reforma constitucional resultó expedita. Fue aprobada en general en el Senado los
días 19 y 20 de enero de 1971, y en particular, el día 10 de febrero; tales decisiones se
acordaron, respectivamente, en la Cámara de Diputados, el 11 de marzo y el 7 de abril;
el tercer trámite se practicó en el Senado los días 20 y 21 de abril; el cuarto en la
Cámara, el 6 de mayo, y el último en la Alta Corporación el 12 del mismo mes, siendo
ratificado en el Congreso Pleno el 11 de julio de 1971 por la unanimidad de 148 votos.
El proyecto de reforma se convirtió en la Ley Nº 17.450, publicada el 16 de julio de
1971.
Muy pronto la opinión pública se informó de que en los sectores políticos llamados a
dar cimiento sólido a la gestión presidencial surgían vivas discrepancias al calificar la
conducción ejercida por el Primer Mandatario, críticas que revestían acento más
profundo y violento en el interior del mismo Partido Socialista, en el que predominaba
sin contrapeso el liderazgo de su secretario general, senador Carlos Altamirano Orrego.
Se explica así que, con motivo de la dictación de decretos supremos que disponían
intervenciones inmediatas de la autoridad en numerosas industrias, al no tomar razón
de ellos la Contraloría General de la República -por formular ésta fuertes reparos desde
el punto de vista constitucional-, se recurriera constantemente al resorte de los
"decretos de insistencia" para proseguir, sirviéndose de tal recurso, actuaciones que
podían juzgarse con razón inadmisibles dentro del ordenamiento jurídico vigente y en
verdad meros "resquicios legales".
El enfrentamiento del Presidente con el Poder Judicial se hizo agudo con motivo de
que, con frecuencia, las resoluciones de la magistratura no se ejecutaban, al no
proporcionar la autoridad administrativa dependiente del Poder Ejecutivo la fuerza
pública necesaria para imponer su forzado cumplimiento. Fueron elocuentes las
reacciones de la Corte Suprema, tribunal que, en polémica directa con el Jefe del
Estado, le representara reiteradamente la gravedad de tales actuaciones. Cabe señalar,
como particularmente significativos al respecto, el oficio de 12 de junio de 1973 del
Presidente de la República al de la Corte Suprema, y la respuesta de éste a aquél por
oficio de 25 de junio siguiente, la cual fue devuelta por el Jefe del Estado. Pueden
86
encontrarse estos documentos, por ejemplo, en la Revista de Derecho y Jurisprudencia,
Tomo LXX, septiembre-octubre de 1973, Nº 7-8, con el título de "Antecedentes
Histórico-Jurídicos relacionados con el cambio de Gobierno en Chile".
83.El proyecto de reforma constitucional sobre las áreas de la economía. Para apoyar el
fundamento jurídico en que descansarían los cambios que el Presidente pretendía
introducir en el orden económico y social, propuso e impulsó una reforma
constitucional destinada a fijar distintas áreas de la economía, estableciendo al efecto
en el texto un estatuto diferente según se tratara de bienes que recayeran,
respectivamente, en la esfera privada, en la estatal o en la mixta. El proyecto de
reforma que perseguía tal objetivo fue aprobado en sus aspectos sustanciales en
ambas ramas y en su oportunidad confirmado por el Congreso Pleno. Con motivo de
las observaciones hechas por el Presidente al proyecto ya ratificado, el Senado se
pronunció sobre ellas en una forma que, a juicio de aquél, no sólo resultaba contraria a
su parecer sobre la sustancia de lo aprobado, sino que en pugna con los preceptos
constitucionales del procedimiento de reforma. Basado en su particular punto de vista,
el Jefe del Estado se resistió a promulgar el proyecto ratificado por el Congreso Pleno,
no obstante que la Contraloría le manifestara la obligación que tenía de disponerlo. No
concordando el Presidente con el criterio del organismo contralor, recurrió al Tribunal
Constitucional, el cual, disintiendo del parecer del Ministro Adolfo Veloso Figueroa, por
sentencia de 30 de mayo de 1973, rol Nº 15, reconoció su propia incompetencia para
pronunciarse sobre el caso. Sostuvo el Tribunal que la Ley Fundamental no le permitía
pronunciarse, porque ésta sólo le otorgaba facultad para resolver una cuestión de
inconstitucionalidad surgida en la tramitación de las leyes y no sobre un problema de
esa naturaleza que se presentara con motivo de la tramitación de una reforma
constitucional. Más adelante exponemos el punto de técnica jurídica envuelto en la
discrepancia.
Se explica, por otra parte, que, por esas y muchas otras circunstancias, apareciera la
oposición política recibiendo en esos días creciente apoyo, sin duda muy superior al de
que disfrutara al comienzo del mandato presidencial. La Democracia Cristiana, que se
manifestara al principio dispuesta a actuar siempre como imparcial observadora,
87
prometiendo conducirse con moderación y pronunciarse tan sólo según el contenido
mismo de las medidas que se fueran adoptando, y que aun negara a adherirse a las
acusaciones constitucionales en contra de los Ministros de Estado propuestas por los
partidos opositores, se distancia del Gobierno después del asesinato del ex Ministro del
Interior del Presidente Frei, Edmundo Pérez Zujovic, ocurrido en junio de 1971, y
cambia categóricamente su postura al unirse al Partido Nacional y formar con éste la
Confederación Democrática (CODE).
Es oportuno anotar que personeros de las diversas ramas castrenses habían integrado
ya, asumiendo varias carteras ministeriales, los gabinetes el 6 de abril y 2 de noviembre
de 1972, y los días 31 de enero, 9, 18 y 28 de agosto de 1973.
"13º Que al constituirse el actual Ministerio con participación de alto miembros de las
Fuerzas Armadas y del Cuerpo de Carabineros, el Excmo. señor Presidente de la
República lo denominó "de seguridad nacional" y le señaló como tareas fundamentales
las de "imponer el orden político", e "imponer el orden económico", lo que sólo es
concebible sobre la base del pleno restablecimiento y vigencia de las normas
constitucionales y legales que configuran el orden institucional de la República".
"14º Que las Fuerzas Armadas y el Cuerpo de Carabineros son y deben ser, por su
propia naturaleza, garantía para todos lo chilenos y no sólo para un sector de la Nación
o para una combinación política. Por consiguiente, su presencia en el Gobierno no
puede prestarse para que cubran con su aval determinada política partidista y
minoritaria, sino que debe encaminarse a restablecer las condiciones de pleno imperio
89
de la Constitución y las leyes y de convivencia democrática indispensable para
garantizar a Chile su estabilidad institucional, paz civil, seguridad y desarrollo".
Tres días después, el 29 de agosto, el Consejo General del Colegio de Abogados, que
había representado de diversos modos y reiteradamente las graves irregularidades que
observara en el estricto cumplimiento del ordenamiento jurídico, después de hacer una
síntesis de sus apreciaciones, sostuvo que las circunstancias producidas "crean
impedimentos que dificultan el desempeño del Presidente de la República en los
términos, con las prerrogativas y con la dignidad que la Constitución Política del Estado
le confiere al cargo" y que "sólo el Congreso se encuentra en condiciones de resolver si
dichos impedimentos revisten el carácter que exige la norma del Nº 4 del art. 43 de la
Carta Fundamental". Se explica con tales antecedentes que, ya producida la crisis
constitucional, en extenso documento, dicho Colegio, junto con lamentarlo, explicara
los motivos que lo generaron ("Quiebre del Estado de Derecho durante el régimen
90
marxista de Salvador Allende y adhesión del Colegio de Abogados al nuevo Gobierno
de Chile", octubre de 1973, Imprenta y Litografía Roma, 60 págs. y "El Colegio de
Abogados y el nuevo Gobierno de Chile", en RDJ, tomo LXX, 1ª parte, pág. 282).
Un juicio acerca del tema recién propuesto requiere advertir previamente que, según
creemos, no ha de tomarse como base para plantearlo tan sólo la sustancia normativa
que contemplaba el texto inicial de 1925, ya que éste experimentó las diversas
reformas que quedaron anotadas.
89.Omisiones del legislador. Es del caso tener en cuenta, desde luego, que el legislador
no cumplió en asuntos relevantes los encargos que le hiciera el constituyente.
Las omisiones del legislador recién citadas revistieron especial gravedad si se tiene
presente que el modelo norteamericano del gobierno presidencial se proyectó para el
federalismo, en el que los estados o regiones integrantes gozan de amplia autonomía,
en tanto que, en un Estado unitario, el conjunto de atribuciones del Jefe del Estado
tiende a adquirir tal potencialidad e intensidad que se tornan excesivas. Más grave
resulta, en relación a los gobernados, el incumplimiento del citado art. 87, si se piensa
que, frente a las poderosas facultades del Poder Central, carecen los particulares de la
protección que les proporciona un sistema de jurisdicción contenciosa administrativa,
que los tribunales ordinarios, en general, no se atrevieron a asumir por la carencia de
un llamado explícito del legislador.
Arturo Alessandri Palma, que conocía mejor que nadie la prohibición constitucional, no
recurrió, entre tanto, en momento alguno a impetrar el otorgamiento de facultades
extraordinarias durante su segunda administración (1932-1938). No ocurrió lo mismo
en los períodos presidenciales que le siguieron, y así, al señor Ríos se le dieron las
facultades contempladas en las leyes Nos 7.200, de 1942, y 7.747, de 1943; al señor
González Videla, las de la Ley Nº 8.837, de 1947; al señor Ibáñez, durante su segunda
administración (1952-1958), las de la Ley Nº 11.151, de 1953, y, en fin, al señor
Alessandri Rodríguez, la no menos amplia contemplada en la Ley Nº 13.305, de 1959.
Como en 1936 se decretara un estado de sitio cuyo plazo de vigencia no estaba aún
vencido al reunirse el Congreso, y ya éste en funciones continuaran, sin embargo,
ordenándose relegaciones en uso de tal decreto, se acusó al Ministro del Interior Luis
Salas Romo. La acusación fue rechazada, precisándose -por la Comisión de Legislación y
Justicia de la Cámara de Diputados y en seguida por el pleno de ésta- que la
declaración del estado de sitio debía entenderse siempre vigente no obstante estar ya
reunido el Congreso y mientras durara el plazo por el cual se había decretado. Poco
después, la Cámara representó al Ejecutivo su parecer de que, en esa situación, se
producía la automática suspensión del estado de sitio decretado por el Presidente, por
la mera circunstancia de que el Congreso se reuniera. Esta doctrina tuvo suerte variable
en la jurisprudencia, aunque prevaleció, por sentencias de la Corte Suprema, la
interpretación favorable a estimar que, en tal hipótesis, continuaba el estado de sitio
decretado por el Presidente mientras regía el plazo todavía en curso a reunirse el
Congreso y hasta su vencimiento. Quedó así abierto el debate.
94
Entre tanto, durante la segunda administración de Carlos Ibáñez ocurrió que,
transcurriendo los últimos días de la legislatura ordinaria de 1954, dictó el ejecutivo los
decretos de 20 y 21 de septiembre, que declararon en estado de sitio a casi todo el
territorio nacional, fundados en el temor de una tramitación dilatoria de la ley de
facultades especiales que el Primer Mandatario había solicitado. Al darse cuenta de
dichos decretos en la legislatura extraordinaria siguiente se suscitaron nuevamente
dudas sobre cuál debía ser la recta interpretación que correspondía dar al precepto
constitucional. Para aclararlas se pidió informe a la Comisión de Constitución,
Legislación y Justicia de la Cámara de Diputados. Como en el Senado se propusiera y
aprobara por su lado la designación de una comisión mixta especial para estudiar la
misma materia y esta medida fuera también apoyada en la Cámara de Diputados, se
emitió un informe de la comisión mixta así formada el 23 de noviembre de 1954. Este
dictamen fue aprobado al día siguiente por ambas Cámaras, las que luego rechazaron
el estado de sitio decretado por el Presidente. Tal actuación de las Cámaras fue
estimada inválida por el Ministro del Interior Arturo Olavarría Bravo, en razón de no
haberse pronunciado ellas sobre la ley delegatoria que, según él, correspondía dictar.
Así, pues, el Gobierno siguió considerando que el estado de sitio que él decretara
continuaba vigente, a pesar del acuerdo de las Cámaras que categóricamente habían
rechazado su declaración. Esta reacción del Ejecutivo dio origen a una acusación
constitucional que se interpuso ante la Cámara en contra del mencionado Ministro de
Estado, enviada al archivo sólo cuando el Gobierno estuvo dispuesto a respetar la
decisión del Congreso. El Presidente Ibáñez, no obstante, simulando obediencia firmó
un decreto que ponía término, pero sólo desde la fecha de él, a su declaración de
estado de sitio, sin reconocer que éste estaba ya caducado por la decisión del
Congreso. El Contralor General de la República representó la inconstitucionalidad de
los términos del decreto presidencial y lo devolvió al Ejecutivo. El vivo episodio, que
inquietó a la ciudadanía, terminó con la renuncia del Ministro señor Olavarría y con el
reconocimiento por el Gobierno de que la cesación del estado de sitio se había
producido de inmediato desde el acuerdo del Congreso.
Efecto de tan agitada incidencia fue la formación de una comisión mixta de senadores y
diputados, llamada a informar sobre si podían coexistir o eran excluyentes la
convocatoria por el Presidente de la República y la autoconvocatoria del Congreso; si
en la legislatura extraordinaria el Ejecutivo podía tratar de otros asuntos o si éstos
debían ser materia de nuevas convocatorias; si un proyecto que figuraba ya en la
convocatoria podía el Ejecutivo retirarlo por su sola y exclusiva voluntad; y si el Jefe del
Estado, también por su exclusiva decisión y aún pendiente la tramitación de los
proyectos, podía clausurar la legislatura extraordinaria que él mismo había convocado.
97
c) Extirpar la extendida corruptela de permitir al Presidente de la República el giro de
gastos no amparados por autorización legal, ordenados mediante el abuso de los
decretos de insistencia, sustituyéndolo por la facultad que se le otorgó de que, en
determinadas situaciones y cumpliendo ciertos requisitos, pudiera decretar pagos no
autorizados por la ley, para los efectos también señalados, y hasta por el 2% del
presupuesto de gastos aprobados (art. 72 Nº 10). Se originaron así los llamados
"decretos de emergencia económica", que habrán de conservarse en el texto de 1980.
Los cambios enunciados se ratificaron con algunas variaciones en 1980 (arts. 10 a 12).
e) Confiar a la ley la facultad de reservar al dominio nacional el uso público de todas las
aguas existentes en el territorio nacional y la de expropiar, para incorporarlas a dicho
dominio, las que fueran de propiedad particular.
f) Declarar que la pequeña propiedad rústica habitada por su dueño no podría ser
expropiada sin previo pago de indemnización.
101.Reformas de la Ley Nº 16.672. Por sexta vez, y esto por segunda ocasión dentro de
la presidencia del señor Frei Montalva, se modificó la Carta de 1925 por Ley Nº 16.672,
de 2 de octubre de 1967, a fin de elevar a diez las circunscripciones senatoriales (art.
40), incluyendo, al efecto, las normas transitorias pertinentes para hacer efectivo ese
cambio.
99
102.Reformas de la Ley Nº 17.284. La séptima reforma se introdujo asimismo durante
el período de Frei Montalva, a través de la Ley Nº 17.284, de 23 de enero de 1970. Las
materias de mayor relevancia a las cuales se extiende son, en síntesis, las siguientes:
a) Conceder derecho a voto a los mayores de 18 años y a los analfabetos (arts. 7º y 27).
100
103.Reformas de la Ley Nº 17.398 (Estatuto de Garantías). La octava reforma se
implantó por la Ley Nº 17.398, de 9 de enero de 1971, llamada, según se dijo, "Estatuto
de Garantías", convertido éste en condición para la entrega de la Presidencia por el
Congreso Pleno a Salvador Allende, quien hubo de promulgarla. Todos sus preceptos
son de trascendental naturaleza sustantiva y sólo cabe aquí anotar los aspectos más
fundamentales:
e) El derecho a la seguridad social. El Estado adoptará todas las medidas que tiendan a
la satisfacción de los derechos sociales, económicos y culturales necesarios para el libre
desenvolvimiento de la personalidad y de la dignidad humanas, para la protección
integral de la colectividad y para propender a una equitativa distribución de la renta
nacional (art. 10 Nº 16).
g) La fuerza pública está constituida única y exclusivamente por las Fuerzas Armadas y
el Cuerpo de Carabineros, instituciones profesionales, jerarquizadas, disciplinadas,
101
obedientes y no deliberantes. Sólo en virtud de una ley podrá fijarse la dotación de
estas instituciones. La incorporación de tales dotaciones a las Fuerzas Armadas y a
Carabineros sólo podrá hacerse a través de sus propias instituciones especializadas,
salvo la del personal que deba cumplir funciones exclusivamente civiles (art. 22).
Los preceptos de esta reforma constitucional serán tomados en cuenta, sin duda,
aunque en varios aspectos apartándose de sus contenidos, en las labores de la
Comisión Ortúzar y en algún grado repercutirán en el contenido de la Constitución de
1980.
a) Permitir que, cuando el interés de la comunidad nacional así lo exigiere, la ley pueda
no sólo reservar al Estado el dominio exclusivo de recursos naturales, bienes de
producción u otros que declare de importancia preeminente para la vida económica,
social o cultural del país -como lo había dispuesto la Ley Nº 16.615-, sino también la
posibilidad de nacionalizar tales bienes (art. 10 Nº 10, inciso 3º).
d) Pronunciarse sobre los llamados "contratos leyes" en los siguientes términos: "En los
casos en que el Estado o sus organismos hayan celebrado o celebren con la debida
autorización o aprobación de la ley, contratos o convenciones de cualquiera clase en
que se comprometan a mantener en favor de particulares determinados regímenes
legales de excepción o tratamientos administrativos especiales, éstos podrán ser
modificados o extinguidos por la ley cuando lo exija el interés nacional". "En casos
calificados, cuando se produzca como consecuencia de la aplicación del inciso anterior,
un perjuicio directo, actual y efectivo, la ley podrá disponer una compensación a los
afectados" (incisos finales agregados al art. 10 Nº 10).
Las reflexiones que persigan los objetivos señalados no podrán desconocer la influencia
de factores cuya ponderación escapa a la especialidad del constitucionalista, por
adentrarse más bien en la profundidad misma de la comunidad nacional, en su raíz
histórica y sociológica.
Pues bien, aun observando tales precauciones, es del caso admitir, ante todo, que no
es razonable atribuir virtudes o defectos a la Constitución de 1925 en relación al
período anormal que transcurriera desde su promulgación hasta el advenimiento, el 24
de diciembre de 1932, de la segunda administración de Arturo Alessandri Palma. Es el
señor Alessandri el tercer Jefe de Estado elegido según esa Ley Fundamental y llega al
solio presidencial junto con la segunda jornada electoral de renovación parlamentaria
-si se descuenta el Congreso Termal- que tiene lugar bajo el imperio de dicha Carta y
con ánimo de respetar fielmente un documento que en tan alto grado proviniera de su
propia acción.
107.Valores del régimen practicado. Fueron cuarenta años (1932-1973) en los que se
sucedieron con perfecta regularidad ocho Presidentes de la República -dos de los
cuales fallecieron en el desempeño del mando- y ocurrieron también, con esa misma
normalidad, once renovaciones generales parlamentarias y doce elecciones
municipales.
103
La pureza de las consultas electorales se fue afirmando al mitigarse paulatinamente la
influencia de la intervención gubernativa en su preparación y ejecución mediante el
perfeccionamiento constante del régimen electoral; al resguardarse por las Fuerzas
Armadas la tranquilidad en la realización del propio acto electoral, como consecuencia
de la aplicación de la llamada Ley Olavarría, Nº 6.825, de 1941, y al eliminarse del todo
la práctica del cohecho, como resultado del progreso de la conciencia cívica y de la
implantación de la cédula única oficial por Ley Nº 9.292 (1958). La seriedad de los
procedimientos observados en las jornadas cívicas se robusteció también por la
actuación del Tribunal Calificador de Elecciones, que conquistó la confianza de la
colectividad nacional. Este organismo recogió en su jurisprudencia el avance surgido
como reacción frente a la dolorosa experiencia proveniente de los abusos que otrora
mancharon las jornadas populares. Respecto de este organismo jurisdiccional, cabe
recordar, sin embargo, la crisis producida en 1961, a la que se puso término mediante
el rechazo por la Cámara de Diputados de la acusación que se entablara en contra de
los Ministros de la Corte Suprema, integrantes del Tribunal Calificador, señores Osvaldo
Illanes Benítez y Miguel González Castillo; los antecedentes de esta crisis quedaron
expuestos ampliamente en la primera edición de este Tratado (Tomo II, Nº 188, págs.
192 a 194). Las enseñanzas recogidas de ese conflicto serán tomadas en cuenta al
comentar los actuales artículos de la Carta.
- La independencia con que cumplió sus tareas el Poder Judicial, no obstante las
escasas remuneraciones de los magistrados virtuosos y austeros. Estas deficiencias
dieron lugar a quejas constantes de no ser destinados medios suficientes para financiar
su adecuado funcionamiento; se explica así el estallido de una huelga de estos
servidores en el período de Eduardo Frei, a la que se dio pronto término. Será el
Colegio de Abogados, nacido al tiempo de gestarse la Constitución de 1925 -cuyo
prestigio se reconoce a lo largo del período, sirviendo de modelo cuando la ley fue
estableciendo cuerpos análogos en relación a otras profesiones-, el organismo en el
cual se registra viva preocupación por el robustecimiento de los valores confiados a la
magistratura, al velar por el correcto desempeño de la abogacía, al intervenir de
diversos modos en la propia generación de la judicatura y en la calificación de los
jueces, y, en fin, al dar a conocer de modo constante su parecer sobre las labores
cumplidas por los jueces.
Las modificaciones que tal iniciativa pretendía introducir buscaban poner fin a los
conflictos que suscitaban los métodos empleados por el Presidente Salvador Allende
para conducir al país hacia la realización de sus objetivos de reformas económico-
sociales.
106
fuentes de trabajo, mediante "expropiaciones", "requisiciones", "intervenciones" o
"compras de acciones o derechos".
Los cambios propuestos, aprobados, según se dijo, por las Cámaras y ratificados en el
Congreso Pleno, perseguían, en síntesis, distinguir en la economía tres áreas,
designadas, respectivamente, como social, mixta y privada; reservar al Estado
numerosas actividades económicas; establecer como obligatorio el derecho de los
trabajadores a participar, del modo que la ley determinara, en la administración de las
empresas de las distintas áreas; incluir, en fin, entre las materias de ley, la autorización
de transferencia de empresas del área privada a la social o a la mixta o, a la inversa,
entre ellas. Mediante normas transitorias se definían las circunstancias que
posibilitaban las expropiaciones que se dispusieran a base del Decreto Ley Nº 520, de
1932, o las requisiciones o intervenciones de un establecimiento industrial o comercial
o de explotación agrícola, debiendo practicarse éstas mediante decreto supremo
fundado y dentro de los plazos que la ley estableciera; se precisaba que ninguna ley
vigente a la fecha en que habría de regir el nuevo texto podría interpretarse ni aplicarse
en el sentido de que autorizaba al Estado u organismo dependiente a estatificar o
incorporar a las áreas social y mixta empresa productoras de bienes y servicios; y se
disponía, por último, a la letra: "Decláranse nulos y sin valor alguno los actos o
convenios ejecutados o celebrados por el Estado, los organismos o entidades que lo
integran, que están bajo su control o que de él dependen, a contar del 14 de octubre
de 1971, para adquirir acciones o derechos de o en personas jurídicas de derecho
privado con el fin de nacionalizar o estatificar empresas productoras de bienes o
servicios, que no hubieran sido expresamente autorizadas por ley dictada en
conformidad a lo prescrito en el Nº 16 del art. 44 de la Constitución Política del
Estado".
Los parlamentarios que en el Senado y en la Cámara habían concurrido con sus votos a
la aprobación del proyecto de reforma, al tiempo que explicaron, el 2 de marzo, en
extensa declaración pública, la razón y alcance del proyecto, puntualizaron el error de
la interpretación que hacía el Presidente de las normas constitucionales. A esta
declaración prestó su pleno apoyo, el 17 de ese mes, el ex Ministro de Justicia Gustavo
Lagos Matus, representando el papel que le había correspondido en la generación de
los preceptos que procedía aplicar. Contradijeron, entre tanto, por su lado, la
declaración referida los presidentes de los partidos políticos de la coalición entonces
gobernante.
Por oficio de 6 de abril, el señor Allende hizo llegar, en efecto, a las Cámaras las
observaciones que había anunciado, no siendo acogidas todas ellas en ambas ramas.
107
Luego de rechazarse algunas de las observaciones, las Cámaras no votaron, como el
Jefe del Estado lo pedía, si insistían o no en los textos que con anterioridad habían
aprobado, requisito que sin duda se contemplaba explícitamente en cuanto a la
tramitación de los proyectos de ley ordinarios.
Tal como lo anunciara, el Jefe del Estado planteó el fondo de la controversia al Tribunal
Constitucional, sosteniendo la facultad de éste para resolverla por revestir el proyecto,
en su opinión, el carácter de ley para los efectos de la competencia del órgano
jurisdiccional. El Tribunal Constitucional acogió, por mayoría, el 30 de mayo, la
excepción de incompetencia absoluta que se le había formulado conjuntamente por la
Cámara de Diputados y por el Senado. El extenso fallo contuvo consideraciones
particulares favorables a su decisión de parte de Enrique Silva Cimma y también una
extensa prevención de Jacobo Schaulsohn, cuya postura fue que en el Tribunal habría
debido dilucidarse, como previa, la cuestión de si correspondía que declarara la
improcedencia actual del requerimiento y su consiguiente inadmisibilidad. Consideró,
en efecto, el señor Schaulsohn que el Tribunal estaba impedido de pronunciarse sobre
la competencia, por cuanto, si lo hacía en ese momento, podrían provocarse
consecuencias en relación a los pronunciamientos que habrían de competer al propio
Tribunal cuando correspondiera con motivo del plebiscito que se decretara. La
sentencia se dictó, en fin, en contra del parecer del Ministro Adolfo Veloso Figueroa,
quien estuvo por el rechazo de la incompetencia y por resolver, en consecuencia, el
fondo de la cuestión promovida.
108
Art. 108: "La reforma a las disposiciones constitucionales se someterá a las
tramitaciones de un proyecto de ley, salvo las excepciones que a continuación se
indican:
"El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en cada Cámara, el voto
conforme de la mayoría de los Diputados o Senadores en actual ejercicio".
"El proyecto sólo podrá ser observado por el Presidente de la República, para proponer
modificaciones o correcciones a las reformas acordadas por el Congreso Pleno".
"Si las dos Cámaras desecharen todas o algunas de las observaciones del Presidente de
la República e insistieren por los dos tercios de sus miembros presentes en la totalidad
o parte del proyecto aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su
promulgación, o para que, si éste lo estima conveniente, consulte a la Nación, dentro
del término de treinta días, los puntos en desacuerdo, por medio de un plebiscito. El
proyecto que se apruebe en el plebiscito se promulgará como reforma constitucional".
Ahora bien, la reforma constitucional que dispuso la Ley Nº 17.284, de 1970, introdujo
dos cambios que resulta necesario registrar para entender la divergencia interpretativa:
uno, tocante al procedimiento mismo de reforma; el otro, a las facultades otorgadas al
Tribunal Constitucional establecido por esa misma ley.
"El proyecto aprobado por el Congreso Pleno no podrá ser rechazado totalmente por el
Presidente de la República, quien sólo podrá proponer modificaciones o correcciones,
o reiterar ideas contenidas en el mensaje o en indicaciones válidamente formuladas
por el propio Presidente de la República".
"La convocatoria a plebiscito deberá efectuarse dentro de los treinta días siguientes a
aquel en que una de las Cámaras o el Congreso Pleno deseche el proyecto de reforma o
en el que el Congreso rechace las observaciones y se ordenará mediante decreto
supremo que fijará la fecha de la consulta plebiscitaria, la que no podrá tener lugar
antes de treinta días ni después de sesenta contados desde la publicación de ese
decreto. Transcurrido este plazo sin que se efectúe el plebiscito, se promulgará el
proyecto que hubiere aprobado el Congreso".
Resultaba claramente incongruente que, después de aprobados por las dos Cámaras
preceptos de un proyecto de reforma, concurriendo la mayoría de los parlamentarios
en ejercicio de una y otra, y de rechazadas las observaciones formuladas por el
Presidente en relación al texto ratificado en el Congreso Pleno, vinieran a exigirse tan
sólo los dos tercios de los presentes, número que eventualmente podía ser inferior a la
110
mayoría en ejercicio, para entender que sólo así llegaba a prevalecer la voluntad del
Parlamento.
Creemos que al Presidente Allende no se había abierto otra alternativa que recurrir
oportunamente a la consulta plebiscitaria. La decisión que adoptó, de promulgar
parcialmente el texto ratificado por el Congreso Pleno, no tenía asidero constitucional,
y fue justificada por ello la negativa de la Contraloría a cursar el decreto promulgatorio.
110.La competencia del Tribunal Constitucional. Es del caso expresar ahora nuestro
parecer tocante a la declaración de incompetencia acogida por el Tribunal
Constitucional, fundada en que la reforma de la Ley Nº 17.284 no concedía a éste de
modo explícito atribución para conocer de cuestiones de constitucionalidad de los
proyectos de modificación de la Ley Fundamental.
Los proyectos de reforma, tan sólo por vía de esa asimilación procesal, no podían
entenderse sustancialmente como proyectos de ley, por cuanto se contemplaban en un
Capítulo -el X de la Carta- diferente del IV, relativo al Congreso Nacional, en que
figuraba el párrafo sobre la formación de las leyes. Debía, entre tanto, observarse que
mientras el Congreso Nacional en el proceso de la legislación actuaba como
colegislador, en el de modificación de la Carta integraba, entre tanto, junto con el
Presidente de la República y eventualmente con el cuerpo electoral, el Poder
Constituyente Instituido o Derivado, estructurado por el Poder Constituyente Original.
Las atribuciones confiadas al Tribunal Constitucional debían entenderse así limitadas a
aquellas que explícita, categórica e indiscutiblemente se le otorgaban.
En tanto el Presidente estimó tal conflicto como básicamente jurídico y, por ello, en
lugar de recurrir al plebiscito, quiso apoyarse en el parecer del Tribunal Constitucional,
pensamos, por nuestra parte, que fue una expresión más de la pugna que no podía
menos de estallar entre el Jefe del Estado y la mayoría parlamentaria, en la medida en
que aquél quería hacer prevalecer a toda costa su criterio sobre el del Congreso y
sobre la mayoría del electorado, al cual, en el fondo, no quiso acudir, temeroso, con
razón, de no ser tampoco apoyado por él.
"La lucha de 1964 y siguientes no debe darse con ese equívoco, sino que previo
reconocimiento del vigor del precepto constitucional o la oportuna modificación
explícita de la regla en el sentido, por ejemplo, de reconocer el triunfo de quien alcance
más alta votación" (Tratado, Tomo III, Nº 238, págs. 231 a 238). En términos semejantes
nos referíamos en el Tomo II Nº 70, pág. 68.
Eduardo Frei Montalva fue favorecido con holgada mayoría absoluta en el cuerpo
electoral, de modo que el Congreso Pleno no tuvo dificultad alguna en conferirle el
título de mando.
114
Por otra parte, el fortalecimiento de la estructura social, traducido en la formación de
infinidad de cuerpos intermedios tras sus particulares intereses y objetivos -con
creciente vigor de líderes y de medios a su servicio-, puso en juego cada vez más
poderosas y contundentes formas de presión sobre el aparato estatal, carentes de
cauces aptos para procesar sus requerimientos. Tal fenómeno se observaba al tiempo
que, paralelamente, se notaba el debilitamiento del espíritu público y del civismo,
evidenciado en la débil estructura, limitado ascendiente e indisciplina de los partidos
políticos. Aparecían éstos impotentes para articular debidamente las peticiones de los
diversos sectores y conseguir que hicieran valer sus legítimos intereses sólo en cuanto
fueran compatibles con las exigencias superiores del bien colectivo. Se explica así que
los intereses afectados, al apremiar medidas que les favorecieran, se enfrentaran a los
departamentos ministeriales y que en los gabinetes, y no en el Parlamento, se
generaran los compromisos que habrían de traducirse en proyectos, luego
transformados en copiosa legislación sectorial.
El recurso a la acusación de los Ministros de Estado ante las Cámaras, si pocas veces
llegó a la destitución de ellos, representó casi siempre para la clase política una
perniciosa distracción de su deber primordial de promover decisiones acertadas para la
solución de los problemas nacionales.
Los factores mencionados y, por cierto, muchos otros que podrían registrarse y
ponderarse en un ensayo destinado específicamente a definirlos y aquilatarlos, fueron
acumulándose para crear un clima en que parecía dominar la convicción de la debilidad
de la democracia, que algunos tachaban de puramente formal, en la que, siguiendo el
lenguaje de David Easton, los inputs proyectados sobre el sistema político no
resultaban acertadamente satisfechos, en calidad e intensidad, a través de los outputs
concretados en las soluciones favorablemente procesadas, que se consideraban, no
obstante, insuficientes o incompletas.
No puede, a nuestro parecer, atribuirse a deficiencias del texto de 1925 lo que éste no
pudo prever, por derivar directamente de causas que se generaron más adelante en el
devenir de la sociedad política, como fueron las ya recordadas.
EL PERIODO TRANSITORIO
Tan indiscutible indicación no resulta, sin embargo, adecuada respecto del Chile vivido
bajo la actual Constitución.
Durante los primeros nueve años de aplicación de la Carta de 1980 tuvieron vigor sólo
algunos de sus preceptos permanentes, pero, en verdad, estos últimos, unidos a las
numerosas reglas transitorias que ella también contuvo, configuraron un sistema
propio diferente que representa por sí una unidad jurídica e institucional imposible de
confundir y de identificar con la construcción definitiva que quiso imponer el
constituyente para que tuviera vida una vez corrido el término de transitoriedad.
El período constitucional transitorio fue, en efecto, ideado por las Fuerzas Armadas
para llevarlo adelante bajo la responsabilidad exclusiva de ellas, ya que el documento
que se hizo aceptar por el electorado se limitó a ratificar la dirección castrense -de tal
modo que dicha etapa formara parte de la intervención militar-; incluso los preceptos
de carácter permanente que en ese lapso hubieron de tomarse en cuenta se
cumplieron como supuesto inherente a la misión patriótica que ellas decidieron
realizar.
116
Las observaciones anteriores explican que entre los antecedentes que contribuyeron a
definir el actual régimen constitucional se comprendan aquellos que se produjeron ya
en vigencia la actual Carta, pero aún durante la intervención militar. La Carta de 1980
se gestó bajo la dirección castrense y se cumplió parcialmente dentro de ella conforme
a las reglas transitorias y parte de las permanentes. Quedó comprendida también en el
curso del régimen militar la generación de la primera reforma de la Constitución,
aprobada según el procedimiento establecido, también con carácter transitorio, para su
modificación.
Como el Presidente Salvador Allende Gossens resistiera la entrega del mando, la Junta
dispuso el bombardeo aéreo del Palacio de la Moneda, sede del Gobierno. En el curso
del ataque y dentro del mismo recinto, el Jefe del Estado puso término a su vida.
El Decreto Ley Nº 1, fechado el mismo 11 de septiembre, suscrito, como todos los que
habrían de seguirle, por los cuatro integrantes de la Junta, expresa en sus
considerandos iniciales que "la Fuerza Pública representa la organización que el Estado
se ha dado para el resguardo de su integridad física y moral", y que "su misión suprema
es la de asegurar... la supervivencia de dichas realidades y valores".
Siempre en ese mismo día 11, la Junta explica, a través del Bando Nº 5, las causas del
pronunciamiento castrense, y concluye que "por las razones someramente expuestas,
las Fuerzas Armadas han asumido el deber moral que la Patria les impone de destituir
al Gobierno que, aunque inicialmente legítimo, ha caído en la ilegitimidad flagrante,
asumiendo el Poder por el solo lapso en que las circunstancias lo exijan, apoyado en la
evidencia del sentir de la gran mayoría del país, lo cual de por sí, ante Dios y ante la
Historia, hace justo su actuar y, por ende, las resoluciones, normas e instrucciones que
se dicten para la consecución de la tarea de bien común y de alto interés patriótico que
se propone cumplir" (Nº 13).
117
116.Etapas de la intervención militar. Del modo expuesto, comenzó en nuestro país la
intervención militar que habría de prolongarse formalmente hasta el 11 de marzo de
1990.
A. EL MARCO INSTITUCIONAL
117.D.L. Nos 1, 27, 119 y 130. El Acta Constitutiva de la Junta de Gobierno, que se
estampa en el citado D.L. Nº 1, no derogó ni suspendió la Constitución de 1925 y, al
contrario, declaró que la Junta "respetará la Constitución y las leyes de la República, en
la medida en que la actual situación del país lo permitan (sic) para el mejor
cumplimiento de los postulados que ella se propone" (art. 3º).
118.D.L. Nº 128. El D.L. Nº 128, de 16 de noviembre de 1973, tiene, entre tanto, como
razón, según manifiesta, "la necesidad de aclarar el sentido y alcance" del D.L. Nº 1 "en
cuanto expresa que la Junta de Gobierno ha asumido el Mando Supremo de la Nación"
y que "la asunción del Mando Supremo de la Nación supone el ejercicio de todas las
atribuciones de las personas y órganos que componen los Poderes Ejecutivo y
Legislativo y, en consecuencia, el Poder Constituyente que a ellos corresponde".
Este segundo trascendental cuerpo normativo deja testimonio, en efecto, de que "la
Junta de Gobierno ha asumido desde el 11 de septiembre de 1973 el ejercicio de los
Poderes Constituyente, Legislativo y Ejecutivo" (art. 1º); reafirma que "el ordenamiento
jurídico contenido en la Constitución y en las leyes de la República continúa vigente
mientras no sea o haya sido modificado" (art. 2º); dispone que el Poder Constituyente
y el Poder Legislativo de la Junta se ejercerán "mediante decretos leyes con la firma de
118
todos sus miembros, y cuando éstos lo estimen conveniente, con la de el o los
Ministros respectivos" (art. 3º inciso 1º), y puntualiza, en fin, que "las disposiciones de
los decretos leyes que modifiquen la Constitución Política del Estado, formarán parte
de su texto y se entenderán por incorporados en ella" (art. 3º inciso 2º).
Es pertinente recordar que el proyecto de este decreto ley fue sometido al examen de
la Comisión Ortúzar, a la que más adelante nos referiremos. Con tal motivo surgió en
ésta un importante debate que tiene lugar en la sesión Nº 14, de 8 de noviembre de
1973. En dicha oportunidad el integrante de esa Comisión que es autor de esta obra
sostuvo, en síntesis, que habiendo asumido todo el poder público la Junta como un
solo órgano, no cabía hacer la distinción entre Poder Constituyente y Poderes
Constituidos, ya que ello es propio del sistema de las constituciones escritas y en
atención a que se había generado, prácticamente y mientras no se restableciera el
constitucionalismo democrático, "un proceso de desconstitucionalización de las
normas constitucionales, las cuales han pasado a tener vigencia en el mismo grado que
las leyes ordinarias" (pág. 8). Sobre tal base, rechacé la referencia que se haría, no
obstante, al Poder Constituyente en el D.L. Nº 128.
119.Ejercicio del Poder Constituyente y del Poder Legislativo. Así, pues, los Poderes
Constituyente y Legislativo quedaron en manos de la Junta de Gobierno y el ejercicio
de ambos sometido a igual modalidad formal.
Se explica, por lo dicho, que si por excepción algunos decretos leyes disponen en sus
textos la modificación expresa de determinados preceptos de la Constitución de 1925
-como ocurre respecto de los arts. 85 (D.L. Nº 170, de 6 de diciembre de 1973) y 6 (D.L.
Nº 175, de 10 de diciembre de 1973)-, muchos otros envuelven sin puntualizarlo
expresamente contenidos sustantivos que de modo implícito completan, se apartan o
pugnan con las disposiciones entonces vigentes de dicha Carta.
Serían llamados a integrar, asimismo, el Consejo de Estado, por decisión del Presidente
de la República y en razón de los títulos que se indican: a) Un ex presidente de la Corte
Suprema: Enrique Urrutia Manzano; b) Un ex Contralor General de la República: Héctor
Humeres Magnan; c) Un ex Comandante en Jefe del Ejército: general Oscar Izurieta
Molina; d) Un ex Comandante en Jefe de la Armada: Ramón Barros González, luego
Jacobo Neumann; e) Un ex Comandante en Jefe de la Fuerza Aérea: Renato García
120
Vergara, más adelante Carlos Guerraty Villalobos; f) Un ex General Director de
Carabineros: Vicente Huerta Celis; g) Un ex Ministro de Estado: Juan de Dios Carmona
Peralta; h) Un ex diplomático con categoría de embajador: Hernán Figueroa Anguita; i)
Un ex Rector de las universidades del Estado o de alguna de las reconocidas por éste:
Juvenal Hernández Jaque y después William Thayer Arteaga; j) Un profesor o ex
profesor de la Facultad de Ciencias Jurídicas de cualquiera de las universidades
indicadas: Enrique Ortúzar Escobar, que lo había sido de la Universidad Católica de
Chile, reemplazado luego por Avelino León Hurtado; k) Un profesor o ex profesor de la
Facultad de Ciencias Económicas: Carlos Cáceres Contreras; l) Una persona
representativa de las actividades profesionales colegiadas: Julio Philippi Izquierdo,
después Adriana Olguín de Baltra; ll) Una persona representativa de la actividad
empresarial: Pedro Ibáñez Ojeda; m) Un representante de la actividad laboral:
Guillermo Medina Gálvez; n) Un representante femenino: Mercedes Ezquerra Brizuela
y ñ) Otro de la juventud: Juan Antonio Coloma.
a) El art. 10 del Acta Constitucional Nº 2 derogó todo el Capítulo I y sus arts. 1º, 2º, 3º y
4º.
121
127.Diferentes formas de ejercicio del poder constituyente. Sintetizando la forma en
que la Junta de Gobierno ejerció el Poder Constituyente con anterioridad a la entrada
en vigencia de la Constitución de 1980, puede afirmarse que ello vino a resultar por
cuatro vías:
d) Los decretos leyes que con posterioridad al D.L. Nº 788 se fundaron en la potestad
constituyente de la Junta manifestándolo de manera expresa en su texto.
El ya citado D.L. Nº 128 precisaba, por su parte, que el Poder Ejecutivo era ejercido
mediante decretos supremos y resoluciones, de acuerdo con el D.L. Nº 9, de 12 de
septiembre de 1973.
El D.L. Nº 527, del que ya dimos también información, reiteró que la Junta había
asumido no sólo los Poderes Constituyente y Legislativo, sino que además el Ejecutivo
(art. 1º), declarando más adelante que este último era ejercido "por el Presidente de la
Junta de Gobierno, quien es el Jefe Supremo de la Nación" (art. 7º inciso 1º). Al
Presidente de la Junta confiaba ese cuerpo normativo la administración y gobierno del
Estado, en términos análogos a los que consagraba el art. 60 de la Constitución de
1925 (art. 9º) y señalaba sus especiales atribuciones (art. 10). El mismo texto estableció
un orden de precedencia de los integrantes de la Junta, y de subrogación y reemplazo
de ellos (art. 15), que fue sustituido por el D.L. Nº 1.429, de 19 de abril de 1976. En el
hecho, el almirante Merino hubo de subrogar al general Pinochet en las oportunidades
en que éste se alejó del país con motivo de viajes a Brasil (12 de marzo de 1974), a
España (22 de noviembre de 1975), a Uruguay (21 de abril de 1975) y a Washington (5
de septiembre de 1977).
122
En virtud del artículo único del D.L. Nº 806, de 17 de diciembre de 1974, modificándose
el art 7º del D.L. Nº 527, se dispuso que el Presidente de la Junta tendría "el título de
Presidente de la República de Chile".
Vinculándose sustancialmente con el Poder Ejecutivo, hay que tener presente que, en
virtud del D.L. Nº 98, de 26 de octubre de 1973, se declararon en reorganización todos
los servicios de la Administración Pública, organismos e instituciones que detalla.
El D.L. Nº 527 puntualiza luego que "la decisión de legislar compete exclusivamente a la
Junta de Gobierno" y que a ella corresponde igualmente la iniciativa exclusiva en los
asuntos de esa índole que señala, según una enumeración que corresponde
prácticamente a la de los que con tal calidad pertenecían al Presidente de la República
en la Carta de 1925 (art. 5º).
El cuerpo normativo así anunciado vino a promulgarse como D.L. Nº 991, el 3 de enero
de 1976, y fue reglamentado por Decreto Supremo Nº 220, del Ministerio del Interior,
de 21 de abril de 1976.
124
b) Las funciones de las Comisiones eran: "asesorar a los Miembros de la Junta de
Gobierno, con carácter consultivo", "estudiar los asuntos que sean entregados a su
examen y formular proposiciones concretas en relación al texto de los proyectos de
decreto ley para que sean resueltas por los Miembros de la Junta" (art. 5º).
f) Los proyectos podían ser objeto de indicaciones por parte del Presidente de la
República o de los miembros de la Junta (art. 16).
h) Los proyectos de decretos leyes aprobados por la Junta eran promulgados por el
Presidente de la República, debiendo luego remitirlos a la Secretaría de Legislación, la
cual los enviaba a la Contraloría y al Diario Oficial para su publicación (art. 28).
De modo consecuente, el D.L. Nº 128 expresaba: "el Poder Judicial ejercerá sus
funciones en la forma y con la independencia y facultades que señale la Constitución
Política del Estado" (art. 1º inciso 2º).
El D.L. Nº 527 reiteró que "el Poder Judicial está constituido y ejerce sus funciones en la
forma y con la independencia y facultades que señalen la Constitución Política del
Estado y las leyes de la República" (art. 3º).
126
Hemos anotado ya cómo el señor Humeres, que desempeñaba la Contraloría al advenir
el régimen militar, fue reemplazado por Sergio Fernández y a éste sucedió el
funcionario de carrera de la misma repartición Osvaldo Iturriaga, quien continuó
sirviendo el cargo después del 11 de marzo de 1990.
El D.L. Nº 575 definió las doce regiones en que se dividiría el territorio de la República,
y un área metropolitana, y fijó las atribuciones propias del intendente y las de los
Consejos Regionales. Conforme al art. 14, "los Ministerios se desconcentrarán
territorialmente mediante Secretarías Regionales Ministeriales, pero no existirán
respecto de los Ministerios del Interior, Defensa Nacional, Relaciones Exteriores y
demás que determine el Poder Ejecutivo".
127
El D.L. Nº 1.289, de 14 de enero de 1976, que fue la ley orgánica de municipios y
administración comunal, entregó al Presidente de la República la designación de los
alcaldes, oyendo previamente al intendente regional (art. 10).
Para contar con un cuadro completo del ordenamiento jurídico en esta materia
pueden, en fin, citarse también los D.L. Nos 1.230, 1.317 y 2.339.
a) El D.L. Nº 81, de 6 de noviembre de 1973, que "fija, por razones de seguridad del
Estado, sanciones para las personas que desobedezcan el llamamiento público que
indica el Gobierno"; sanciona con extrañamiento, presidio y cancelación del pasaporte
de quienes estuvieren en el extranjero a las personas que no se presentaren ante las
autoridades militares; autoriza para que, por decreto fundado de los Ministros del
Interior y de Defensa, se dispusiera la expulsión del territorio nacional de chilenos o
extranjeros, y prohíbe y castiga a quienes reingresen al país sin permiso previo del
Ministerio del Interior.
b) El D.L. Nº 228, de 3 de enero de 1974, que "fija normas para la aplicación del artículo
72, Nº 17, inciso 3º, de la Constitución Política del Estado" (facultades del estado de
sitio).
h) El D.L. Nº 1.877, de 13 de agosto de 1977, que amplía las atribuciones de los jefes
militares en las zonas de emergencia y concede la facultad al Presidente de la República
de arrestar hasta por cinco días a las personas en su domicilio o en los lugares que no
sean cárceles.
El órgano de poder cuyo desempeño provocó las más fuertes críticas fue
indiscutiblemente la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile (DINA), establecida
según D.L. Nº 521, de 14 de junio de 1974, para concentrar en una sola repartición,
dependiente directamente de la Junta, los servicios que con tal finalidad integraban las
diversas ramas de las Fuerzas Armadas. A la DINA se le asignó la misión de "reunir toda
la información a nivel nacional proveniente de los diferentes campos de acción, con el
propósito de producir la inteligencia que se requiera para la formulación de políticas y
planificación". A este organismo se le atribuyeron excesos y abusos manifestados de
modo especial en la desaparición de numerosas personas detenidas por sus
funcionarios. Las reacciones generadas por la actuación de la DINA llevaron a privarle
de la facultad de mantener sus propios lugares de detención y más adelante a
disolverla mediante D.L. Nº 1.876, de 13 de agosto de 1977, dando paso a la Central
Nacional de Informaciones (CNI), constituida mediante D.L. Nº 1.878, de ese mismo
día. Esta nueva organización fue creada como consecuencia de las acusaciones que se
formulaban a la DINA de haber participado en el asesinato del ex canciller Orlando
Letelier y de su secretaria norteamericana Ronnie Moffit, crimen ocurrido en pleno
corazón de Washington el 21 de septiembre de 1976.
129
Como reacción a la nota del general Pinochet, fue creada, dependiente del
Arzobispado de Santiago, la Vicaría de la Solidaridad, que habría de desempeñarse
activamente en la defensa de los derechos humanos durante el resto de la intervención
militar y cuya creación sería imitada en varias otras diócesis.
Es importante anotar igualmente que las juntas de vecinos, centros de madres, demás
organizaciones comunitarias y funcionales, colegios profesionales y de técnicos,
cooperativas, corporaciones y fundaciones -prácticamente la gran mayoría de los
cuerpos intermedios de la colectividad nacional- se vieron afectados por el D.L. Nº 349,
de 13 de marzo de 1974, que prorrogó el período de sus directivas, dispuso que las
vacantes se llenaran por los gobernadores y que las reuniones se celebraran según las
normas que impartiera el Ministerio del Interior. Mediante D.L. Nº 2.346, de 20 de
octubre de 1978, se declararon ilícitas y se disolvieron varias organizaciones sindicales.
Muchos cuerpos legales afectaron más adelante de modo particular a los colegios
profesionales (D.L. Nº 971, de 1975; Nº 2.306, de 1978; Nº 2.516 y 2.962, de 1979).
Con carácter general se atribuyó a dichos colegios la calidad de asociaciones gremiales,
mediante el D.L. Nº 3.621, de 7 de febrero de 1981, y pasaron, en consecuencia, a
regirse por las disposiciones del D.L. Nº 2.757, de 1979, relativo a dicha clase de
asociaciones.
La Junta, por oficio del Ministro Secretario General de Gobierno Pedro Ewing Hodar, de
21 de diciembre de 1974, dispuso incorporar a la Comisión a la señora Alicia Romo
Román.
Las ocho personas señaladas actuaron continuadamente hasta que se alejaron los
comisionados Evans y Silva, los días 16 y 17 de marzo de 1977, respectivamente. Este
último dio como razón de su renuncia la promulgación del D.L. Nº 1.697, de 12 de
marzo de 1977, que dispuso la disolución de los partidos políticos no afectados por el
D.L. Nº 77 de 1973. Es relevante también anotar aquí que Pedro Jesús Rodríguez, que
presidía la Subcomisión sobre Derecho de Propiedad, renunció también por su lado el
16 de marzo de 1977. Jorge Ovalle Quiroz se retiró, asimismo, dejándose constancia de
su renuncia en la sesión de 24 de mayo de 1977, dimisión que le había sido solicitada
verbalmente por la Ministro de Justicia, Mónica Madariaga, según ésta declaró a la
prensa (El Mercurio, 19 y 20 de mayo de 1977).
131
140.Su labor. Desde su iniciación hasta el término de sus labores, la Comisión Ortúzar
celebró 417 sesiones, entre las que se cuentan algunas a las que se dio carácter
reservado. La actuación de sus integrantes iniciales se extendió hasta la sesión Nº 295,
en tanto que el trabajo efectuado por quienes participaron de su segunda
conformación se realizó a lo largo de las que siguieron y hasta la última, el 5 de octubre
de 1978.
Es útil advertir que la compaginación es particular respecto del acta de cada una de las
245 primeras reuniones; desde la sesión Nº 246 se inicia, entre tanto, una foliación
continuada que llega hasta al página 3681.
Actuó como Secretario de la Comisión quien lo había sido antes del Senado, Rafael
Eyzaguirre Echeverría, y como Prosecretario también otro antiguo funcionario de esa
Corporación, Rafael Larraín Cruz, a cuyo cargo quedó prácticamente en plenitud el
desempeño de esa labor.
141.Aportes recibidos por ella. A las sesiones no sólo concurrieron los integrantes de la
Comisión, sino que, al iniciarse el estudio de las principales materias, se escuchó
además, llamados por ella, a profesores universitarios, destacados profesionales,
dirigentes gremiales, técnicos y altos funcionarios del Estado.
132
1974); Derecho de Propiedad (anexo de la sesión 148, de 26 de octubre de 1975, pág.
21), y Poder Judicial (anexo de la sesión 251, de 19 de octubre de 1976).
143.Anuncio de las Actas Constitucionales. En medio del debate sobre los "Derechos y
deberes constitucionales", el general Pinochet, el 11 de septiembre de 1975, dirigió al
país un discurso llamado a repercutir en la labor de la Comisión.
"Más adelante, y siempre con el aporte de dicha Comisión, se dará forma a las Actas
Constitucionales, al Estatuto Jurídico de la Junta de Gobierno, a las normas
constitucionales sobre el Poder Judicial, y al Decreto-Ley sobre Regionalización, con los
perfeccionamientos que la propia Junta de Gobierno pueda acordar introducirles en su
oportunidad".
"La experiencia que esta institucionalidad provisoria, pero completa y clara, vaya
arrojando con el tiempo, permitirá evaluar y diseñar sin apremios las que pudieran ser
nuestras estructuras institucionales definitivas, especialmente en lo que dice relación
con la generación y estructura de los órganos o Poderes del Estado. De este modo será
posible ir adecuando la nueva institucionalidad a la cambiante realidad nacional, en
lugar de tratar de encasillar a ésta en moldes teóricos que seguramente resultarían
precipitados o ineficaces" (El Mercurio de 12 de septiembre de 1975).
Distraída la Comisión con esta sorpresiva tarea extraordinaria, vuelve a sus debates
sobre las garantías constitucionales, a las cuales se aboca nuevamente desde la citada
sesión 248ª, de 28 de septiembre de 1976, originándose una cuarta etapa de su
trabajo.
En la primera de las etapas precisadas en el discurso -la cual según el general Pinochet
se estaba ya entonces cumpliendo- el poder político era asumido íntegramente por las
Fuerzas Armadas, y a ella debía ponérsele término antes del 31 de diciembre de 1980,
de modo que durante "el período que falta... será necesario completar la dictación de
Actas Constitucionales, en todas aquellas materias de rango constitucional aún no
consideradas por ellas... De esta manera quedará definitivamente derogada la
Constitución de 1925...". En la etapa de "transición" que habría de seguir, los atributos
del poder político, "en sus aspectos más contingentes serán compartidos con la
civilidad, la cual habrá de pasar así de la colaboración a la participación". Por último, en
la etapa final de "normalidad", dicho poder debería ser ejercido directamente por la
civilidad, reservándose constitucionalmente a las Fuerzas Armadas el rol de garantes de
la institucionalidad.
135
Respondiendo la Comisión al oficio del Presidente, se comprometió ésta a guiarse por
sus planteamientos en la elaboración del anteproyecto de nueva Carta y de las Actas
Constitucionales que aún faltaba por dictar.
Despachado ese Primer Informe, desde la sesión 410ª, de 30 de agosto de 1978, entró
la Comisión a revisar y preparar el articulado que concretaba las ideas contenidas en
aquel dictamen, tarea que se prolongó hasta la reunión final.
136
El Consejo de Estado celebró 57 sesiones plenarias, reuniones de comisiones y
entrevistas con diversas personas, antes de emitir su dictamen, fechado el 1º de julio
de 1980, entregado al Presidente el 8 de ese mismo mes y dado a conocer por los
medios de comunicación al día siguiente.
Al informe se anexa una versión comparada de los textos de la Comisión y del Consejo,
se incluyen notas en que aparecen las reservas u opiniones particulares de algunos de
sus integrantes, el sentir disidente de Hernán Figueroa Anguita respecto de
determinadas normas y el informe especial de los señores Carlos Cáceres y Pedro
Ibáñez. Este último consiste en una amplia exposición que sintetiza el pensamiento
político e institucional de sus autores y formula una severa crítica al sufragio universal,
en cuanto única fuente de la organización de los poderes fundamentales, y al exceso de
la influencia adquirida por los partidos políticos. El voto disidente del señor Figueroa es
de reducida extensión y recae en discrepancias relativas principalmente al pluralismo
político.
148.Su revisión por la Junta. A fin de realizar el análisis del proyecto despachado por el
Consejo de Estado, la Junta de Gobierno nombró a un grupo de trabajo compuesto por
el Ministro del Interior Sergio Fernández Fernández; la Ministro de Justicia Mónica
Madariaga Gutiérrez; el Auditor General del Ejército Fernando Lyon Salcedo; el Auditor
de la Armada Aldo Montagna; el Auditor de la Fuerza Aérea Enrique Montero Marx; el
Auditor de Carabineros Harry Grünwald y el Secretario General de Legislación de la
Junta capitán de navío Mario Duvauchelle R.
No se dieron a publicidad los nombres de quienes junto a los citados fueron además
consultados por la Junta y sólo se deslizaron algunas informaciones extraoficiales que
aludían sin precisión a determinadas personas que de un modo u otro habían
participado en las deliberaciones y en la decisión final.
Si se da crédito a los periodistas Ascanio Cavallo Castro, Manuel Salazar Salvo y Oscar
Sepúlveda Pacheco, determinado grupo venía estudiando la materia desde el 26 de
junio de 1978, por disponer del texto desde esa fecha, en razón de habérselo
proporcionado informalmente, de modo anticipado, el presidente del Consejo de
Estado. (La historia oculta del régimen militar. Chile 1973-1988, de los señores Ascanio
Cavallo Castro, Manuel Salazar Salvo y Oscar Sepúlveda Pacheco, págs. 314 y 315).
137
forma se decidieron más de cincuenta alteraciones, muchas de ellas importantes, al
texto que el Consejo de Estado recomendó.
Al día siguiente, por D.L. Nº 3.465, la Junta, ejerciendo también el Poder Constituyente,
convocó a plebiscito para el 11 de septiembre siguiente, "destinado a pronunciarse
138
sobre la nueva Constitución Política de la República, incluidas sus disposiciones
transitorias" (art. 1º).
Los alcaldes señalarían los recintos de votación (art. 7º) y el número de mesas
receptoras, no pudiendo exceder de trescientos la cantidad de votantes por cada una
de ellas (art. 9º). Cada mesa receptora estaría constituida por un presidente designado
por el alcalde y dos vocales escogidos de entre las personas que voluntariamente se
inscribieran con este especial objeto en la municipalidad (art. 10).
El escrutinio se haría ese mismo día en cada mesa (art. 20). Se levantarían dos actas,
una sería enviada por el jefe del local al gobernador provincial, y la otra, por el mismo
funcionario al alcalde (art. 25). El alcalde debía practicar un escrutinio comunal,
utilizando para ello los ejemplares de actas que le hubiesen sido enviados, y el
resultado del escrutinio remitirse, por la vía más expedita posible, al gobernador
provincial (art. 26).
139
Una de las primeras reacciones y más trascendentales críticas fue la consignada en la
declaración dada a conocer, el 24 de agosto de 1980, por la Conferencia Episcopal de
Chile. Se invocó por ésta, para formularla, la autoridad que le reconocían numerosos
documentos eclesiásticos y, en especial, la Constitución Apostólica sobre la Iglesia en el
Mundo Actual (Gaudium et Spes). De esta última deduce el Episcopado que "es de
justicia que pueda la Iglesia dar su juicio moral, incluso sobre materias referentes al
orden político, cuando lo exijan los derechos fundamentales de la persona o la
salvación de las almas, utilizando todos y sólo aquellos medios que sean conformes al
Evangelio y al bien de todos, según la diversidad de los tiempos y de las situaciones".
Luego de precisar los requisitos que, en abstracto, debería reunir un acto plebiscitario,
la declaración episcopal añadía: "Existen en este momento algunas circunstancias que
no son compatibles con las anteriores condiciones, como son la falta de claridad en las
alternativas planteadas, la necesidad de responder con un solo SI o un solo NO a varias
preguntas diferentes; el escaso tiempo y posibilidad de usar los medios de
comunicación de carácter nacional -que son patrimonio de todos los chilenos-, el
temor de algunos, y la falta de seguridad en los procedimientos que regulan los
escrutinios".
Por otra parte, un buen número de ciudadanos envió el 21 de agosto a los integrantes
de la Junta de Gobierno una presentación, publicada en los diarios del 24, en la que se
les pedía posibilitar un proceso de decisión que impusiera previamente un sistema
electoral válido, se asegurara a la alternativa de rechazo la publicidad en los medios de
comunicación y se posibilitara la reunión de los ciudadanos, sin permiso previo, en
locales cerrados o abiertos.
Mayor resonancia, aunque sólo se permitió su difusión radial a través de dos emisoras,
alcanzó el acto, celebrado con asistencia de numeroso público, en el Teatro Caupolicán,
el 27 de agosto, en que intervinieron Manuel Sanhueza, presidente del llamado "Grupo
de los 24" -sobre cuya existencia y objetivos nos explayaremos más adelante-, el
profesor Jorge Millas y el ex Presidente de la República Eduardo Frei Montalva.
Puso éste último de relieve las razones que, a su juicio, invalidaban un plebiscito que
presentaba una disyuntiva errónea y contenía un proyecto antihistórico. El señor Frei
dio a conocer, por su parte, las bases de una alternativa que él estimaba valedera y que
consistía en un llamado a la formación inmediata de un gobierno de transición cívico-
militar, que convocara a una asamblea constituyente.
140
Al pronunciamiento de la Conferencia Episcopal y del ex Presidente Frei hizo eco,
inmediato y vigoroso, el mencionado Grupo de los 24, en un análisis denso y preciso.
El Colegio Escrutador Nacional -integrado por Osvaldo Iturriaga Ruiz, como Contralor;
por Arnoldo Dreyse Jolland, Ministro de la Corte de Apelaciones de Santiago, y por
René Pica Urrutia, Secretario de la Corte Suprema- se pronunció, en sesión de 14 de
octubre, sobre la presentación relatada. Manifestó su discrepancia con ésta, en cuanto
atribuía al Colegio el carácter de único organismo ante el cual se podía concurrir,
sosteniendo, al contrario, que el art. 29 del D.L. Nº 3.465 sólo le encargaba practicar "el
escrutinio general de la República" y "que en dicho precepto ni en ningún otro del
ordenamiento jurídico a que él pertenece, se confieren atribuciones para emitir
pronunciamientos sobre reclamaciones de tipo político electoral, como la que ha sido
propuesta, la que, desde luego, tendría que someterse a las formalidades y sujetarse a
la tramitación que indicara la ley, eventualidades imposibles por inexistencia de esas
precisas regulaciones" (considerando 6º).
Sin perjuicio de sentar tales apreciaciones, el Colegio Escrutador Nacional dejó luego
testimonio de algunas constancias relativas a los diversos puntos del reclamo. Estimó,
en síntesis, que no era causa de ilegalidad haber designado integrantes de las mesas a
personas domiciliadas en otras comunas. Sostuvo que no se habían demostrado
irregularidades en el funcionamiento de las mesas; que no le constaban las calidades
de la tinta empleada; que la circunstancia de que hubieran podido ser más de
trescientos los votantes en cada una de las mesas constituía "un asunto meramente
formal... que no altera la voluntad claramente manifestada en el respectivo sufragio y
no se contempla como causal de ilegalidad el exceso de votos por mesa"; que
correspondía rechazar el reparo de no haberse mantenido al público alejado del lugar
de escrutación; que no se había acreditado que votos nulos se hubieren escrutado
como en blanco y luego contabilizado como SI y que, de haber sido efectivo el hecho,
ello "no altera mayormente el resultado del plebiscito, toda vez que los votos en blanco
alcanzan en total... al 1,33% de la votación"; que respecto a que se hubieran contado
en favor del SI preferencias por el NO, "no pasa de ser una simple afirmación hecha con
ligereza y sin que se señale concretamente cómo y dónde se produjo tal hecho"; y, en
fin, que no extraña al Colegio "que el número de electores hubiera aumentado,
teniendo presente que ahora se podía votar en cualquier parte de país y en el lugar de
votación más cercano al electorado... y debe considerarse, además, la trascendencia
del pronunciamiento solicitado a la ciudadanía y sus antecedentes históricos".
154.La reacción de la Democracia Cristiana. Cumple anotar que entre los días 10 y 16
de octubre surgió una viva polémica pública, sostenida por Andrés Zaldívar, presidente
del Partido Demócrata Cristiano, debida a que el canal de televisión de la Universidad
Católica de Chile no había difundido el acto realizado en el Teatro Caupolicán, al haber
exigido una alta suma de dinero para permitirlo. En dicha polémica intervinieron el
rector de dicha Universidad y el presidente de la Conferencia Episcopal.
Procede anotar también que habiendo salido del país en esos días el señor Zaldívar,
con el fin de concurrir a una reunión de la Unión Mundial de la Democracia Cristiana,
se le impidió luego su regreso a pretexto de que hiciera una declaración al diario
142
mexicano Uno más Uno. En una comunicación oficial, de 25 de octubre, el Gobierno
explicó que el motivo de la prohibición no se sostenía exclusivamente en la entrevista
periodística, sino que en la sustancia de muchas afirmaciones hechas por el señor
Zaldívar en diversas oportunidades y medios de publicidad, inspiradas en su propósito
de "desconocer la nueva Carta Fundamental aprobada por la abrumadora mayoría del
país y a impugnar el gobierno de las Fuerzas Armadas y de Orden legítimamente
constituido".
"La presente Constitución entrará en vigencia seis meses después de ser aprobada
mediante plebiscito, con excepción de las disposiciones transitorias novena y
vigesimotercera que tendrán vigor desde la fecha de esa aprobación. Su texto oficial
será el que consta en este decreto ley".
143
El pensamiento de la Comisión fue diferente al del Consejo de Estado, organismo que,
como se dijo, incluyó en su dictamen la recomendación de un período transitorio sobre
las bases que quedaron ya resumidas (ver Nº 147).
El proyecto aprobado por la Junta y ratificado del modo dicho por el plebiscito, fija una
época transitoria mucho más prolongada y compleja que la recomendada por el
Consejo de Estado.
Ahora bien, el régimen a que se ajustaría el período transitorio así descrito resulta
configurado por el conjunto de preceptos contenidos en las reglas decimocuarta a
vigesimaséptima transitorias y además en las que, conforme a ellas, deberían
establecerse posteriormente.
144
159.Estatuto de la Junta de Gobierno. La Junta de Gobierno permanecería conformada
durante el período en estudio por los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y
de la Fuerza Aérea y por el General Director de Carabineros (14ª regla transitoria).
En cuanto a los titulares de los cuatro cargos castrenses, procede anotar que se
mantuvo en el del Ejército el general Pinochet, el almirante Merino en el de la Armada
y en la jefatura de la Fuerza Aérea el general Matthei, en tanto que, al renunciar el
general César Mendoza, el 2 de agosto de 1985, como General Director de Carabineros,
pasó a ocupar tal función el general Rodolfo Stange y éste reemplazó por ello a aquél
en la Junta.
Disponía, por su parte, la regla 20ª transitoria que en caso de duda acerca de si la
imposibilidad del Presidente de ejercer sus funciones era de tal naturaleza que debía
hacerse su reemplazo, correspondería resolverla a los miembros titulares de la Junta.
En tanto que si tal situación se producía respecto de cualquier otro miembro de la
Junta, correspondía resolverla a los demás titulares de ella.
145
funcionamiento interno y tendrá las atribuciones que se señalan en las disposiciones
transitorias correspondientes".
Tan sólo en una ocasión llegó a reformarse la Carta en el período transitorio; ello habría
de ocurrir, como veremos, mediante el plebiscito de 30 de julio de 1989.
- En lugar de tres Comisiones Legislativas existen cuatro, formadas cada una hasta por
dieciséis miembros, señalándose su respectiva competencia y confiándose la primera a
la Armada, la segunda a la Fuerza Aérea, la tercera a Carabineros y la cuarta al Ejército
(arts. 7 a 13).
146
- Se define como función de la Secretaría de Legislación "el análisis de la juridicidad de
fondo y de forma de los proyectos de ley", sin que pudiera pronunciarse acerca del
mérito de ellos (art. 14).
- Las leyes debían ser aprobadas por la Junta y por el Presidente de la República, a
quien correspondía promulgarlas. Una vez aprobadas las leyes, la Junta les daba
enumeración y luego eran enviadas a la Contraloría para su registro (art. 36).
164.Consejo de Estado. "Hasta que el Senado entre en funciones -ordenó la regla 26ª
transitoria- continuará funcionando el Consejo de Estado".
Ese organismo desarrolló escasísima actividad durante este período. Veremos que en la
práctica se aprovechó también al Consejo en la preparación de las leyes orgánicas
constitucionales de carácter político.
Ahora bien, para dar cumplimiento a lo establecido en los arts. 101 inciso 2º y 107
inciso 3º de la Carta, se dictaron durante este período las leyes orgánicas
constitucionales Nº 18.605, sobre los Consejos Regionales de Desarrollo, de 6 de abril
de 1987, y Nº 18.695, sobre Municipalidades, de 31 de marzo de 1988.
Por otra parte, la disposición vigésima cuarta transitoria, cuya aplicación habría de
suscitar tantas consecuencias internas y repercusión internacional, dispuso:
a) Arrestar a personas hasta por el plazo de cinco días, en sus propias casas o lugares
que no sean cárceles. Si se produjeren actos terroristas de graves consecuencias, dicho
plazo podrá extenderlo hasta por quince días más;
149
En el tiempo en análisis se recurrió reiteradamente a la imposición de diversos estados
de excepción contemplados en las normas permanentes, incluso pudiendo aplicar,
como se permite, simultáneamente varios de ellos, lo que ocurrió.
No habría debido ser necesario, como muchas veces se hizo, recurrir simultáneamente
además al estado de sitio, cuando la norma 24ª transitoria autorizaba, por sí sola, para
restringir, en aspectos gravísimos, sin embargo, la libertad personal. Parece que cuando
se adoptó tal determinación se buscó precisamente suspender o restringir también por
150
su medio la libertad de información y de opinión, en atención a que la regla 24ª
transitoria permitía únicamente restringir la libertad de información sólo en cuanto "a
la fundación, edición y circulación de nuevas publicaciones".
151
172.Nombramiento de comisión especial. Por decreto supremo Nº 362, del Ministerio
del Interior, de marzo de 1983, se designó una "Comisión Asesora para el estudio de las
Leyes Orgánicas Constitucionales", que quedó presidida por Sergio Fernández
Fernández e integrada por Luz Bulnes Aldunate, Raúl Bertelsen Repetto, Francisco
Bulnes Sanfuentes, Gustavo Cuevas Farren, Jaime Guzmán Errázuriz y Hermógenes
Pérez de Arce.
Pues bien, la gestación del cuerpo normativo sobre el régimen de los partidos políticos
fue objeto de una prolongada y compleja tramitación que se extendió a lo largo de más
de tres años.
Se fijó por el Consejo de Estado un plazo de 45 días para que el público diera a conocer
las observaciones que le mereciera dicho Primer Informe y se recibieron al efecto
alrededor de 200 indicaciones de la ciudadanía. Con ocasión de haber citado la
Comisión al autor de esta obra, éste hizo llegar el proyecto alternativo redactado por el
Grupo de los 24, a que pertenecía, el cual fue considerado como una indicación más.
Una exposición más minuciosa del origen de la citada ley puede encontrarse en la obra
de Ana María García Barzelatto (Ley Orgánica Constitucional de Partidos Políticos,
Editorial Jurídica de Chile, 1988, 281 págs.).
Una primera iniciativa encaminada a reunir las fuerzas de todas las tendencias
existentes en los sectores gobiernistas se manifestó en la formación de la Unión
Nacional, que luego se dividió, como consecuencia de tales discrepancias; de dicha
división nació, por una parte, la Unión Demócrata Independiente (UDI), encabezada
por Jaime Guzmán, y, por otra, Renovación Nacional, que iba a encontrar sus líderes
principales en Sergio Onofre Jarpa y Andrés Allamand.
El fallo del Tribunal Constitucional que se pronunció sobre el proyecto respectivo es del
5 de abril de 1988 (Rol Nº 53), y en él se tomaron en cuenta las presentaciones hechas
a su respecto por seis profesores de Derecho Público y por el Partido Humanista.
178.Ley orgánica del Congreso Nacional. La ley orgánica constitucional sobre Congreso
Nacional tiene el Nº 18.918 y se publicó el 5 de febrero de 1990, o sea, con más de un
155
mes de posterioridad a las primeras elecciones parlamentarias y presidencial de 14 de
diciembre de 1989 y con poco más de un mes de anterioridad a la conclusión del
período transitorio. La sentencia del Tribunal Constitucional recaída en esa proposición
de ley es del 18 de enero de ese mismo año (Rol Nº 91).
181.Grupo de los 24. Al tratar de describir los grandes rasgos de la evolución del
proceso cívico que se orienta a la búsqueda del restablecimiento efectivo de la
democracia política, debiera comenzarse, a nuestro juicio, por anotar como una de sus
expresiones iniciales -que habrá de repercutir, sin duda de modo relevante, en los
acontecimientos posteriores- la organización del que se llamara "Grupo de Estudios
Constitucionales" o "Grupo de los 24", en atención al número de quienes suscribieron
el manifiesto de convocatoria.
Los firmantes de tal documento, entre quienes se contó el autor de esta obra, fueron,
mencionándolos según el orden alfabético: René Abeliuk M., Patricio Aylwin A.,
Edgardo Boeninger K., Fernando Castillo V., Jaime Castillo V., Héctor Correa L., Gonzalo
Figueroa Y., Juan Agustín Figueroa Y., Ignacio González G., Luis Izquierdo, Eduardo Jara
M., Eduardo Long A., Joaquín Luco V., Luis Fernando Luengo E., Alberto Naudón, Hugo
Pereira A., Raúl Rettig G., Pedro J. Rodríguez, Manuel Sanhueza C., Víctor Santa Cruz,
Ramón Silva U., Julio Subercaseaux B., y Sergio Villalobos.
Desde el 21 de julio de 1978 los nombrados -y muchas otras personas que se fueron
incorporando- conformaron la reunión de un conjunto de políticos que se habían
destacado por su fe en el gobierno del pueblo actuando en las tiendas partidistas de
una u otra orientación, y de profesores de derecho público que compartían esa misma
convicción, congregados semanalmente con entera regularidad -y aun después del 11
de marzo de 1990- con el ánimo de examinar y debatir "las ideas básicas que
contribuyan a producir el acuerdo democrático que ha de ser el fundamento de la
156
futura institucionalidad" (Las propuestas democráticas del Grupo de los 24,
Corporación Grupo de Estudios Constitucionales, pág. 6).
Fue en el seno del Grupo de los 24 en el que se pudieron manifestar, aun con
anterioridad al plebiscito de 1980, las aspiraciones cívicas de intérpretes de las más
opuestas culturas ciudadanas y donde, desde luego, se formularon las críticas más
vigorosas tanto al proyecto sometido a la consulta plebiscitaria como a las
circunstancias en que ésta tenía lugar.
Por relevante que pueda estimarse el aporte del Grupo de los 24, ha de reconocerse
que, simultáneamente, otras numerosas organizaciones realizaban estudios del
pasado, de la realidad y del porvenir chilenos, desde distintos puntos de vista, que
fueron concurriendo a la formación de los consensos que se observarán más adelante.
Sería muy interesante recordar en detalles cuáles fueron las organizaciones a que nos
referimos. Ello requeriría un trabajo especial que seguramente habrá de efectuarse.
Mencionemos siquiera ILADES, CED, FLACSO, ICHEH, Academia de Humanismo
Cristiano, CIEPLAN, CISEC, CESOC, etc.
Tal crisis generó una profunda inquietud social, de la que se hicieron intérpretes, en
primer término, por su fuerza colectiva y mayores posibilidades de presión, los
dirigentes gremiales del cobre, quienes convocaron con éxito a una primera "protesta"
de carácter nacional.
185.Llamado a Sergio Onofre Jarpa. El 10 de agosto, o sea, cuatro días después del
discurso de Gabriel Valdés, asumió como Ministro del Interior Sergio Onofre Jarpa.
Había presidido éste, antes del 11 de septiembre de 1973, la colectividad política de la
derecha llamada Partido Nacional, en la que se concertaron antiguos sectores liberales
y conservadores, y ejercido, después del pronunciamiento, las embajadas de Chile en
Colombia y en Argentina. Encontrándose el señor Jarpa en Buenos Aires, fue llamado
sorpresivamente por el general Pinochet a la jefatura del Gabinete, dándole como
misión contribuir a la pacificación política. Coincidió la asunción de las funciones
ministeriales por el señor Jarpa con momentos en que estaba llamada la ciudadanía a
una cuarta jornada de "protesta", que tuvo lugar cabalmente el 11 de agosto, con gran
violencia e impresionante exhibición del aparato militar.
Las dos primeras reuniones en que procuró concretarse tal iniciativa se realizaron en la
misma residencia del Arzobispo, los días 25 de agosto y 5 de septiembre, en tanto la
tercera se efectuó el 29 de septiembre en la casa de los Hermanos Maristas, situada en
calle Sótero Sanz. En esta tercera oportunidad se contó con la presencia -atribuyéndose
la calidad de asesor del Ministro- del ex senador Francisco Bulnes Sanfuentes, aun
cuando en el curso de la conversación reivindicara luego este actuar también en
representación de la derecha democrática. En esta misma ocasión Gabriel Valdés
sintetizó en cinco puntos las peticiones del movimiento político que encabezaba:
plebiscito para formar una asamblea constituyente; creación de una comisión paritaria
con el Gobierno para la redacción de las leyes políticas; cambios profundos en el orden
político; plan económico de emergencia, y término de la campaña injuriosa sufrida por
la oposición.
159
187.Formación del MDP. Todavía en 1983, en septiembre, se dio a conocer la creación
del Movimiento Democrático Popular (MDP), formado por la conjunción de las fuerzas
de izquierda vinculadas a la Unidad Popular.
La creación del MDP pugnaba, sin duda, con el ordenamiento jurídico vigente, y no
pudo extrañar por ello que el Tribunal Constitucional, por sentencia de 31 de enero de
1984 (Rol Nº 21), declarara su inconstitucionalidad (fundándose en los arts. 8º, 82 Nº 7
e inciso 13º de la Constitución), debido a que, según el fallo, por sus fines y por la
actividad de sus adherentes, dicho movimiento -junto al Partido Comunista de Chile, el
Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) y el Partido Socialista de Chile- se había
dedicado a difundir la doctrina marxista leninista, comprendida entre aquellas cuya
propagación prohibía y sancionaba el discutido art. 8º.
El 11 de febrero de 1985 asumió como Ministro del Interior Ricardo García Rodríguez.
De los contactos sostenidos por esas personas con dirigentes políticos de las distintas
corrientes, incluso de sectores simpatizantes con el Gobierno militar, surgió la reunión,
en Calera de Tango, el 22 de julio, de la cual derivó la formulación de un "Acuerdo
Nacional para la Transición a la Plena Democracia", suscrito el 25 siguiente por los
señores René Abeliuk, Andrés Allamand, Sergio Aguiló, Carlos Briones, Patricio Aylwin,
Francisco Bulnes, Pedro Correa, Armando Jaramillo, Luis Maira, Fernando Maturana,
Luis Fernando Luengo, Sergio Navarrete, Darío Pavez, Patricio Phillips, Mario Sharpe,
Enrique Silva Cimma, Ramón Silva Ulloa, Gabriel Valdés, Gastón Ureta y Hugo Zepeda.
El "Acuerdo Nacional" fue recibido con escepticismo por los sectores de extrema
izquierda, y así el MDP propuso a la Alianza Democrática un plan de movilización social
y la celebración de un pacto de gobernabilidad que permitiera encauzar el futuro
nacional.
En 1987 la oposición creó un "Comité por las Elecciones Libres". Algunos dirigentes
políticos de derecha, específicamente de Renovación Nacional, insistieron en la
necesidad de abandonar el mecanismo del plebiscito y de llamar directamente a una
elección presidencial.
El 26 de julio los partidos políticos opositores denunciaron a las Fuerzas Armadas que
"a medida que se ha acercado la fecha de plebiscito y que el general Pinochet ha
comenzado a actuar de facto como el candidato que los supremos mandos militares
deberían designar, un grupo significativo de oficiales, casi todos del Ejército, ha
comenzado a realizar abiertamente una ostensible actividad electoral en favor del SI".
Sobre tal fundamento, los partidos declararon que no resultaba aceptable que las
fuerzas militares "a las que corresponde supervigilar este proceso sean, a la vez, juez y
parte dentro de él y que utilicen su poder político y militar para presionar e inducir a
los chilenos a votar en favor del candidato que proclame la Junta de Comandantes en
Jefe de las Fuerzas Armadas y de Orden. Repugna a la conciencia civilizada y a los
principios fundamentales del derecho el que una misma persona o entidad fuera a la
vez "garante" y "parte activa" dentro de un mismo proceso político" (La Epoca, 31 de
julio de 1988).
163
194.Su rechazo por el plebiscito. El plebiscito fue en definitiva convocado para el día 5
de octubre de 1988, encontrándose ya inscritos 7.435.913 ciudadanos.
Como consecuencia de la invitación hecha por el Ministro del Interior señor Carlos
Cáceres a los dirigentes de la Concertación a entrevistarse con él, con motivo del
rechazo por éste de la presencia en la delegación de la persona de Luis Maira, la
Concertación le envió, después de protestar por tal reparo, una carta que contenía el
texto de las reformas que por ella se planteaban.
196.Anuncio del general Pinochet. Con motivo de cumplirse ocho años de vigencia de
la Constitución, el general Pinochet, después de recordar su origen y poner de relieve
sus méritos, añadió que "lo anterior no obsta a que, como toda obra humana
elaborada en un momento histórico determinado, pueda ser perfeccionada en algunos
aspectos, pero sin que se atente en contra de los principios y valores trascendentales
que la inspiraron". "Así, debo hoy informar a la opinión pública -agregó- que he
instruido al señor Ministro del Interior para que, previo conocimiento de las opiniones
en torno a esta materia de los diversos partidos políticos y sectores independientes
democráticos del país, me informe sobre la conveniencia de introducir algunas
modificaciones a la Constitución Política". Señaló, en fin, los puntos específicos que a
juicio del Gobierno podrían eventualmente analizarse, incluyendo entre ellos las
modificaciones al art. 8º y al mecanismo de reforma, eliminación de la facultad de
disolver la Cámara de Diputados, supresión de la facultad de expulsar del territorio o
prohibir el ingreso, integrar el Consejo de Seguridad Nacional con el Contralor General
de la República y reducción del período presidencial.
Consecuente con el anuncio del general Pinochet, el Ministro del Interior conformó el
20 de marzo un grupo asesor técnico de abogados que le asesoraran en la redacción de
las reformas aceptables. En los últimos días del mismo mes se reunieron los
nombrados con los miembros de las comisiones creadas por Renovación Nacional, la
Concertación y la UDI.
166
- Eliminación de la facultad del Presidente de disolver la Cámara de Diputados (Nº 7).
Como reacción a tal planteamiento del Jefe del Gobierno militar, la Democracia
Cristiana consideró que encerraba "la amenaza implícita que las Fuerzas Armadas
podían desconocer la voluntad del pueblo... hecho de la máxima gravedad", puesto
que "quien intente impedir, entorpecer o desconocer la voluntad soberana del pueblo
comete el delito de sedición".
Patricio Aylwin, como vocero de la Concertación, sostuvo una entrevista con el Ministro
de Interior señor Cáceres, de la cual dio cuenta a la Concertación; ésta manifestó su
profunda preocupación frente al contenido negativo de tales conversaciones en puntos
fundamentales, reiterando la sustancia de la declaración de 14 de octubre de 1988.
Carlos Cáceres dio a conocer, el 28 de abril, las bases de la reforma constitucional que
propugnaba el Gobierno y respecto de las cuales esperaba una comprensión de la
ciudadanía, en 23 puntos, que abarcaban gran parte de las materias que se habían
venido tomando en consideración y agregaban algunas nuevas. Se recomendaba
establecer, en una norma transitoria, que la primera vez el Presidente de la República
duraría cuatro años y podía ser reelegido.
Las proposiciones del Gobierno se hicieron llegar a Patricio Aylwin, como cabeza de la
Concertación. Fueron favorablemente acogidas por la Comisión de Renovación
Nacional.
El Gobierno dio respuesta oficial, por nota de 3 de mayo, y en ella manifestó que, ante
la "negativa y consecuente falta de consenso, no cabe promover reforma alguna".
Sustancialmente en el mismo sentido se expresó el Gobierno en declaración leída el 4
de mayo después de una reunión de la Junta.
199.Ultima etapa de la gestación del acuerdo. Definida con este nuevo rechazo otra
etapa del proceso y en afán de continuarlo, la Concertación y Renovación Nacional
requirieron a la Comisión Técnica conjunta que examinara los puntos en desacuerdo en
relación al proyecto del Gobierno (4 de mayo), decisión de inmediato confirmada
también directamente por todos los partidos de la Concertación.
La UDI, por su lado, consideró, a través de su personero Jaime Guzmán, que las
reformas propuestas por el Gobierno representaban "un conjunto suficientemente
enjundioso e importante" que explicaba requerir en torno a él la realización de un
168
plebiscito. Más adelante, en declaración oficial de 6 de mayo, resumió la esencia de la
discrepancia haciéndola recaer en el mecanismo de reforma de la Carta y en la
supresión de los senadores designados.
200.Convocatoria a plebiscito. En virtud del decreto del Ministerio del Interior Nº 939,
de 15 de junio de 189, se convocó a plebiscito para el día 30 de julio de ese año.
202. Contenido sustancial de las reformas. Sin perjuicio de que será analizado en la
oportunidad que corresponda cada uno de los cambios constitucionales formalizados
en la Ley Nº 18.825, la relevancia de la reforma -que representa el precio aceptado por
el gobierno militar para favorecer la marcha hacia la democracia sobre la base de un
estatuto constitucional de indiscutible admisión ciudadana- se pone de manifiesto al
considerar que las 54 modificaciones sometidas al sufragio del 30 de julio de 1989
pueden agruparse en los siguientes objetivos básicos:
a) Las reformas Nos 49, 50, 51 y 52 recaen en los arts. 116 inc. 2º, 117 inc. 4º y 5º y
118, y modifican el mecanismo de reforma de la Constitución.
b) Afirman el pluralismo político las que tienen los números que se indican y que
inciden en las disposiciones de la Carta que entre paréntesis se mencionan: Nos 2 (art.
8º), 3 (art. 9º), 4 (art. 16 Nº 3), 7 (art. 19 Nº 15 inc. 5º), 8 (art. 19 Nº 15 inc. 2º), 32 (art.
57 inc. 5º), 34 (art. 57 inc. 7º), 40 (art. 82 Nº 7), 41 (art. 82 Nº 8), 42 (art. 82 inc. 2º).
170
d) Fortalecen el principio democrático y participativo las reformas Nos 9 (art. 19 Nº 19
inc. 3º), 11 (art. 23 inc. 1º), 14, 16 y 23 (arts. 31, 32 Nº 5 y 43 inc. 2º), 24 (art. 44), 27
(art. 46), 25 y 54 (arts. 45 y 2ª transitoria), 28 (arts. 45 y 47), 30 (art. 49 inciso final), 33
y 37 (arts. 57 inc. 6º y 66 inc. 1º), 48 (art. 107) y 53 (vigesimanovena disposición
transitoria).
La ciudadanía siguió con gran interés el debate televisivo transmitido por el Canal 13
entre Patricio Aylwin y Hernán Büchi con intervención de periodistas.
205.La asunción de los nuevos gobernantes. La vida política entre las elecciones
presidenciales y parlamentarias y la asunción de sus nuevas funciones por los elegidos
se desarrolló en plena normalidad.
La transmisión del mando tuvo lugar en el nuevo edificio del Congreso Nacional,
construido en la ciudad de Valparaíso, con gran solemnidad y asistencia de numerosos
mandatarios extranjeros y delegaciones especiales de gran número de países que
quisieron hacerse presentes.
Las diferentes etapas del proceso a que nos referimos fueron poniendo de relieve que
a medida que con creciente vigor se afirmaba la dictadura castrense y su voluntad de
permanecer indefinidamente en la dirección del país, se iba proclamando a su vez con
firmeza y hondura la naturaleza fundacional y revolucionaria de su verdadera
inspiración, es decir, la modalidad y sustancia de una dictadura indiscutiblemente
soberana, según la recordada clasificación de Schmitt, la invocación a la titularidad y
173
depósito de un poder constituyente inicial u originario. Es éste el que se va definiendo
paulatinamente a través de los textos que contienen los D.L. Nos 1, 128, 527, 788, de
aquellos especiales que disponen modificaciones específicas a algunos preceptos de la
Carta de 1925 y, en fin, de todos los que se dictan haciendo valer explícitamente tan
superior potestad.
El régimen autoritario perseveró con los rasgos de tan sólida aparente voluntad de
permanecer en la dirección política, que el entonces decano de la Facultad de Derecho
de la Universidad Católica, Sergio Gaete, y numerosos profesores de ella, llamado ya el
plebiscito para pronunciarse sobre la nueva Carta, llegaron a sostener, en una
declaración sobre cuya procedencia y contenido por cierto públicamente disentimos,
que cualquiera que fuera el resultado del plebiscito, ello no pugnaba con que el Poder
Constituyente originario o inicial se mantuviera siempre en manos del gobierno militar.
Nos parece del todo coincidente nuestro pensamiento con el del citado investigador
señor Cristi, quien termina en su estudio expresando: "Si la Constitución de 1980,
vigente en la actualidad, tiene legitimidad democrática, ésta no puede fundarse en el
plebiscito de 1980. Ciñéndome a las categorías de pensamiento desarrolladas por Carl
Schmitt, en este ensayo sólo intento demostrar que la génesis de la Constitución de
1980, sellada por el plebiscito de ese año, corresponde al nacimiento de una
Constitución otorgada (octroyada), como lo fue, por ejemplo la Charte de Luis XVIII del
4 de junio de 1814. Esto determina que la legitimidad de la Constitución chilena del 80,
por lo menos hasta 1988, no esté fundada en el poder constituyente del pueblo, sino
en el poder monocrático de la Junta Militar. Una Constitución es legítima, según
Schmitt, "cuando la fuerza y autoridad del Poder Constituyente, en cuya decisión
descansa, es reconocida"... En 1988 la autoridad y el poder de Pinochet y la Junta
Militar son decisivamente cuestionados por la vía plebiscitaria. Es posible argumentar
que la Constitución se legitima democráticamente en Chile a partir de 1988, o
posiblemente en 1990, con la entrada en funciones del Congreso Nacional. Pero esto
requiere ser determinado con mayor precisión y escapa a los límites de este trabajo"
(págs. 248-249).
174
Si en el hecho la Junta de Gobierno, o más bien específicamente el general Pinochet,
pudo tener la satisfacción de procesar las tres etapas diseñadas por él para la
conducción del país a la instauración de una nueva ordenación constitucional, es
mérito indiscutible del cuerpo electoral, en expresión auténtica de la voluntad de la
gran mayoría de los chilenos de convivir en la vigencia del principio democrático, haber
transformado la imposición de un texto en una nueva estructura constitucional
firmemente ratificada por la ciudadanía. En virtud de esa profunda alteración, el punto
de vista del decano Gaete quedó así sin fundamento alguno. La nueva institucionalidad
derivó, en efecto, de unir al polémico plebiscito del 11 de septiembre de 1980 tres
indiscutidas intervenciones del pueblo chileno: el rechazo del nombre propuesto para
Presidente el 5 de octubre de 1988, la reforma constitucional plebiscitada el 30 de julio
de 1989 y la elección de Presidente de la República y de Parlamento el 14 de diciembre
de 1989.
Lo que pudo calificarse primero como una Constitución otorgada, más adelante como
una Carta pactada, hoy debe calificarse como una Ley Fundamental que, sin perjuicio
de las críticas favorables o adversas que merezca su texto, se ha hecho democrática en
virtud de las tres aprobaciones populares recién recordadas, por ser íntegramente
modificable y haber sido, en fin, objeto ya de varias reformas de acuerdo con su propio
texto.
Creemos que pueden considerarse como los rasgos más definitorios los siguientes:
Ha de tenerse en cuenta que hasta la fecha, sin contar los cambios hechos por el
plebiscito de 1989, sujetándose a los procedimientos de reforma prescritos en la
misma Constitución, ésta ha sido ya modificada, como libre expresión de la voluntad
del Poder Constituyente Instituido o Derivado introducido con carácter permanente en
ella, y ya de origen plenamente democrático, por las siguientes leyes:
3) Nº 19.295, de 4 de marzo de 1994, que, alterando el art. 25, reduce la duración del
mandato presidencial a seis años.
I) En cuanto a la precisión del tipo o clase de Constitución, desde el punto de vista del
procedimiento dispuesto en ella para su reforma, puede estimarse como bastante
rígida, aun tomando en cuenta la importancia del cambio del mecanismo inicial
introducido como resultado del plebiscito de 1989, la Ley Nº 18.825. La tramitación a
que debe sujetarse comprende, en efecto, la exigencia de altos quórum de aprobación
de los miembros en ejercicio de una y otra cámara, variables según la naturaleza y
sustancia de los preceptos que se modifican; la ratificación posterior por el Congreso
Pleno, ya contemplada en 1925; la eventual intervención del Tribunal Constitucional,
de presentarse ante él cuestiones de tal índole durante la tramitación del proceso de
reforma; y, en fin, el posible recurso a la consulta plebiscitaria en las hipótesis que se
prevén (arts. 116, 117, 82 Nº 2 y 119).
Se han publicado ya las siguientes, mediante las cuales se cumplen los preceptos de la
Carta que respecto de cada una se van indicando, omitiendo anotar aquí las diversas
alteraciones que han sufrido muchos cuerpos normativos iniciales, que habrán de
actualizarse y considerarse al ser ellos analizados:
- Art. 38 inciso 1º: Ley Nº 18.575, de 5 de diciembre de 1986, sobre Bases Generales de
la Administración del Estado.
- Art. 48 Nº 2 inciso 2º, 71 inciso 2º y 117 inciso final: Ley Nº 18.918, de 5 de febrero de
1990, sobre el Congreso Nacional.
182
- Art. 94 inciso 1º: Ley Nº 18.948, de 27 de febrero de 1990, sobre las Fuerzas Armadas
y Nº 18.961, de 7 de marzo de 1990, sobre Carabineros de Chile.
- Art. 107: Ley Nº 18.695, de 31 de marzo de 1988 y cuyo texto refundido se publicó el
16 de junio de 1992, sobre Municipalidades.
- Art. 19 Nº 1 inciso 3º: Ley Nº 18.314, Código Penal, Código de Justicia Militar.
183
- Art. 92: Ley Nº 17.798, de 6 de diciembre de 1987, sobre Control de Armas.
- Art. 19: Ley Nº 19.047, de 14 de febrero de 1991, que modifica diversas leyes a fin de
garantizar en mejor forma los derechos de las personas.
- Art. 19 Nº 8: Ley Nº 19.300, de 9 de marzo de 1994, sobre Bases del Medio Ambiente.
- Art. 19 Nº 12 inciso final: D.L. Nº 679, de 10 de octubre de 1974, que crea el Consejo
de Calificación Cinematográfica.
- Art. 33 inc. 3º: Ley Nº 19.212, de 30 de abril de 1993, crea la Dirección de Seguridad
Pública e Informaciones.
- Art. 85: Ley Nº 18.593, de 9 de enero de 1987, sobre tribunales electorales regionales.
216.Decreto con fuerza de ley. Deben recordarse, junto a las diversas especies de leyes
formales ya consideradas, los decretos con fuerza de ley dictados para regir asuntos de
materia legislativa, previa autorización por el legislador, tipo de legislación permitida ya
por la reforma de 1970 y que es ahora posible por estar reglamentada directamente en
los arts. 61 y 50 Nº 1 inc. 3º, en relación con los arts. 82 Nº 3, 82 inc. 7º, y 88 inc. 3º.
Es del caso advertir que, según la tradición siempre observada, cuando se dicta una ley
de autorización a los cuerpos que en virtud de ella se promulgan se les da una
enumeración particular, y así se los llama, por ejemplo, D.F.L. Nº 2.
217.Decretos leyes. Los decretos leyes dictados sobre materias de tal naturaleza en los
diversos períodos de anormalidad institucional sufridos en nuestra vida política no
están, por cierto, previstos en la Carta, pero su valor jurídico no ha podido ser
185
desconocido, por imponerse en razón de las circunstancias mismas en que fueron
promulgados. Gran parte de ellos han sido derogados o modificados en tiempos de
plena vigencia democrática.
Hay otros órganos de raíz constitucional cuyas determinaciones, en los asuntos que les
han sido expresamente encomendados por la Carta, alcanzan indiscutible valor jurídico
como fuentes del derecho constitucional. Así ocurre, en las respectivas materias de su
competencia, con el Senado (art. 49 Nos 1, 2, 3, 4 y 8), el Tribunal Calificador de
Elecciones y los tribunales electorales regionales (arts. 84 y 85), la Contraloría General
de la República (art. 87), el Consejo de Seguridad Nacional (art. 96 letra b), el Banco
Central (art. 97), los consejos regionales (art. 102) y los consejos comunales (art. 108).
Para quien desee conocer el texto íntegro de las sentencias, procede recordar que
respecto de las que expide, en sus diversos grados, la jurisdicción ordinaria, existió,
desde 1841, la Gaceta de los Tribunales, y que la Revista de Derecho y Jurisprudencia,
que se viene editando desde 1903, luego órgano del Colegio de Abogados, constituye
también, conjuntamente, desde 1951, en que desapareció la Gaceta, la publicación
oficial del Poder Judicial. En la actualidad está a cargo de la Editorial Jurídica de Chile.
La Revista de Derecho y Jurisprudencia publicó durante mucho tiempo cinco números
por año, en la actualidad sólo tres, y variadísimos índices. Se compone la citada revista
de dos partes: la primera, inserta estudios jurídicos; la segunda, transcribe fielmente
las sentencias, precediéndolas por una síntesis de la doctrina que se desprende de sus
"considerandos" y decisiones. El índice, en su aspecto más valioso, se estructura a base
de las palabras claves que preceden a la transcripción de cada fallo y que representa la
formulación del resumen doctrinario. Durante largos años, la segunda parte tuvo, a su
vez, dos secciones: la primera, para transcribir los fallos de la Corte Suprema, y la
segunda, las sentencias de las Cortes de Apelaciones. Con posterioridad se han venido
agregando otras cuatro secciones, destinadas, respectivamente, a Derecho del Trabajo
(3ª), a la Justicia Criminal (4ª), al Derecho Público (5ª) y la última (6ª), en la que se
incluyen las sentencias del Tribunal Constitucional y las pertinentes a los órganos
jurisdiccionales creados por la ley antimonopolios (D.L. Nº 211, de 1973).
Desde 1976 se edita mensualmente la Gaceta Jurídica. Bajo el sello de la Editorial Cono
Sur y la dirección del profesor de Derecho Constitucional Mario Verdugo Marinkovic, es
órgano oficial de la Asociación Nacional de Magistrados del Poder Judicial de Chile.
189
Cuenta también de una parte doctrinaria y otra de transcripción de sentencias de la
Corte Suprema y de las Cortes de Apelaciones.
Presta, asimismo, valiosos servicios la consulta de Fallos del Mes, publicación que, con
presteza y proximidad a su dictación, selecciona y transcribe el texto de los fallos.
Es evidente, entre tanto, el valor jurídico que cabe atribuir a prácticas orientadas a
esclarecer reglas de sentido dudoso en razón de la oscuridad o ambigüedad de las
expresiones usadas por la Ley Fundamental. Ello sucedió en varios casos durante la
vigencia de la Carta de 1925, los que fueron resueltos a través de interpretaciones
acogidas mediante preceptos de leyes complementarias o de informes de comisiones
parlamentarias aprobados luego en pleno por la respectiva Cámara, haciendo
prevalecer en esa forma conclusiones que han sido incorporadas en la actual
Constitución, como, por ejemplo, respecto del estado de sitio decretado por el
Presidente en receso del Congreso (art. 72, 17 inc. 2º de la Carta de 1925) o en cuanto
a la superposición de convocatoria a legislatura extraordinaria dispuesta por el
Presidente de la República y por el Presidente del Senado (art. 57 de la Constitución de
1925).
Más difícil se hace admitir el valor jurídico de prácticas que sean sin duda contrarias, en
forma o implícita, al texto constitucional, como las que se produjeron durante la
vigencia de la Carta de 1925, en virtud del reiterado despacho de leyes que delegaban
en el Presidente la facultad de dictar normas en asuntos legislativos. A ellas se recurrió
con tal insistencia que condujo a darles cabida directa mediante la reforma dispuesta
por la Ley Nº 17.284, como lo contempla también el actual texto (art. 61).
La influencia de los hábitos políticos ha sido tan profunda en nuestro país que, sin
contradicción formal con la Carta de 1833 y sin modificar norma alguna de ésta, con
posterioridad a la revolución de 1891 se afirmó la interpretación de que aquella Carta
consagraba un régimen de gobierno parlamentario, que venía resultando tan sólo de la
evolución de la vida política nacional, y que encontraba asidero en la letra de algunos
de sus preceptos, concordantes con la preeminencia que cabía reconocer a la voluntad
del Congreso.
191
En la formación de las prácticas institucionales tienen señalada importancia los
acuerdos y resoluciones de los poderes públicos -origen de las que el derecho inglés
llama "convenciones de la Constitución"-, en especial las determinaciones del Jefe del
Estado y de las Cámaras, preparadas de ordinario en éstas por las conclusiones de los
informes de sus comisiones, siendo la mayoría de los más trascendentales aquellos
emanados de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento de una u
otra corporación.
a) Constitución de 1833
Jorge Huneeus Zegers -profesor de Derecho Constitucional desde 1861, diputado por
varios períodos, incluso presidente de la Cámara, senador, Ministro de Estado, Rector
de la Universidad de Chile-, después de una larga preparación en la enseñanza y en la
política, publicó su obra La Constitución ante el Congreso, o sea, un comentario
positivo de la Constitución chilena, cuya primera edición, en dos tomos, es de 1879, y
la segunda, luego de fallecido su autor en mayo de 1889, impresa en 1891, y en tercer
tomo sus Estudios de Derecho Constitucional Comparado, escrito poco antes de morir.
El trabajo del señor Huneeus, comparado con todos los demás que se hicieron durante
la vigencia de la Carta de 1833, brilla por su indiscutible superioridad. Es el resultado
de su gran talento, profunda ilustración y vastísima experiencia. Nadie podía exponer
mejor la práctica constitucional que quien influyera con su prestigio docente en el
debate del pleno y de las comisiones parlamentarias y en las determinaciones de las
ramas legislativas durante treinta años. El criterio de su juicio se revela siempre sólido e
ilustra sus opiniones con maestría en los antecedentes doctrinarios y con insuperable
dominio de los temas, aduciendo ejemplos de la práctica nacional.
En la crisis de 1891 tuvieron resonancia las explicaciones del profesor Julio Bañados
Espinoza, quien, en 1888, había publicado su Gobierno Parlamentario. El mejor ensayo
sobre la indicada crisis es, a nuestro juicio, el de Ricardo Salas Edwards: Balmaceda y el
parlamentarismo en Chile.
192
Debe citarse, como exposición prolija que llega hasta 1833, en su primer y único
volumen publicado, la Historia de Chile: la evolución constitucional, de Luis Galdames.
b) Constitución de 1925
Diversos catedráticos, con el fin de auxiliar a sus alumnos, publicaron textos dedicados
a servirlos. Carlos Estévez Gazmuri, de larga actuación profesional, enseñó la
asignatura durante cincuenta años -treinta en la Universidad de Chile y los últimos
veinte en la Universidad Católica- y en 1949 dio a conocer sus Elementos de Derecho
Constitucional.
193
Tuvieron mucha difusión y relieve los trabajos de Mario Bernaschina González, quien
editó tres veces su Manual de Derecho Constitucional.
c) Constitución de 1980
Es útil dar cuenta, en fin, de las obras de carácter general que hasta ahora se han
publicado comentando la preceptiva de la Constitución de 1980, y cuyo mérito habrá
de ser ponderado una vez que pueda apreciarse el valor de la contribución que
realicen:
Para terminar creemos justo reconocer el valioso aporte que a la literatura jurídica en
materia constitucional han proporcionado las Jornadas de Derecho Público, en cuyo
194
patrocinio se han turnado las Facultades de Derecho de cinco universidades: las de
Chile, Católica de Chile, de Concepción, de Valparaíso y Católica de Valparaíso. Los
trabajos han sido cuidadosa e íntegramente insertos en las revistas de sus respectivas
Escuelas de Derecho, gracias al dinamismo de sus directores y siendo justo nombrar
entre éstos a Eduardo Soto Kloss (Universidad de Chile), José Luis Cea Egaña
(Universidad Católica de Chile), Mario Cerda Medina (Universidad de Concepción),
Lautaro Ríos (Universidad de Valparaíso) y Alejandro Guzmán Brito (Universidad
Católica de Valparaíso).
Núm. 1.150.- Visto: lo dispuesto por los decretos leyes Nos 1 y 128, de 1973; 527, de
1974; 3.464 y 3.465, de 1980; y
Considerando:
Que para tal efecto la H. Junta de Gobierno convocó a la Nación toda a plebiscito para
el día 11 de septiembre de 1980;
DECRETO:
Téngase por aprobada la Constitución Política de la República de Chile cuyo texto oficial
es el siguiente:
195
CAPÍTULO I
BASES DE LA INSTITUCIONALIDAD
El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza
y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios
fines específicos.
Art. 6º. Los órganos del Estado deben someter su acción a la Constitución y a las
normas dictadas conforme a ella.
Los preceptos de esta Constitución obligan tanto a los titulares o integrantes de dichos
órganos como a toda persona, institución o grupo.
196
La infracción de esta norma generará las responsabilidades y sanciones que determine
la ley.
Art. 7º. Los órganos del Estado actúan válidamente previa investidura regular de sus
integrantes, dentro de su competencia y en la forma que prescriba la ley.
Art. 9º. El terrorismo, en cualquiera de sus formas, es por esencial contrario a los
derechos humanos.
Una ley de quórum calificado determinará las conductas terroristas y su penalidad. Los
responsables de estos delitos quedarán inhabilitados por el plazo de quince años para
ejercer funciones o cargos públicos, sean o no de elección popular, o de rector o
director de establecimiento de educación, o para ejercer en ellos funciones de
enseñanza; para explotar un medio de comunicación social o ser director o
administrador del mismo, o para desempeñar en él funciones relacionadas con la
emisión o difusión de opiniones o informaciones; ni podrán ser dirigentes de
organizaciones políticas o relacionadas con la educación o de carácter vecinal,
profesional, empresarial, sindical, estudiantil o gremial en general, durante dicho plazo.
Lo anterior se entiende sin perjuicio de otras inhabilidades o de las que por mayor
tiempo establezca la ley.
Los delitos a que se refiere el inciso anterior serán considerados siempre comunes y no
políticos para todos los efectos legales y no procederá respecto de ellos el indulto
particular, salvo para conmutar la pena de muerte por la de presidio perpetuo.
CAPÍTULO II
NACIONALIDAD Y CIUDADANIA
1º Los nacidos en el territorio de Chile, con excepción de los hijos de extranjeros que se
encuentren en Chile en servicio de su Gobierno, y de los hijos de extranjeros
transeúntes, todos los que, sin embargo, podrán optar por la nacionalidad chilena;
197
2º Los hijos de padre o madre chilenos nacidos en territorio extranjero, hallándose
cualquiera de éstos en actual servicio de la República, quienes se considerarán para
todos los efectos como nacidos en el territorio nacional;
3º Los hijos de padre o madre chilenos, nacidos en territorio extranjero, por el solo
hecho de avencindarse por más de un año en Chile;
2º Por decreto supremo, en caso de prestación de servicios durante una guerra exterior
a enemigos de Chile o de sus aliados;
3º Por sentencia judicial condenatoria por delitos contra la dignidad de la patria o los
intereses esenciales y permanentes del Estado, así considerados por ley aprobada con
quórum calificado. En estos procesos, los hechos se apreciarán siempre en conciencia;
198
Los que hubieren perdido la nacionalización chilena por cualquiera de las causales
establecidas en este artículo, sólo podrán ser rehabilitados por ley.
Art. 12. La persona afectada por acto o resolución de autoridad administrativa que la
prive de su nacionalidad chilena o se la desconozca, podrá recurrir, por sí o por
cualquiera a su nombre, dentro del plazo de treinta días, ante la Corte Suprema, la que
conocerá como jurado y en tribunal pleno. La interposición del recurso suspenderá los
efectos del acto o resolución recurridos.
Art. 13. Son ciudadanos los chilenos que hayan cumplido dieciocho años de edad y que
no hayan sido condenados a pena aflictiva.
Art. 14. Los extranjeros avecindados en Chile por más de cinco años, y que cumplan
con los requisitos señalados en el inciso primero del artículo 13, podrán ejercer el
derecho de sufragio en los casos y formas que determina la ley.
Art. 15. En las votaciones populares, el sufragio será personal, igualitario y secreto.
Para los ciudadanos será, además, obligatorio.
2º Por hallarse la persona procesada por delito que merezca pena aflictiva o por delito
que la ley califique como conducta terrorista, y
3º Por condena por delitos que la ley califique como conducta terrorista.
199
Los que hubieren perdido la ciudadanía por la causal señalada en el número 2º podrán
solicitar su rehabilitación al Senado, una vez extinguida su responsabilidad penal. Los
que hubieren perdido la ciudadanía por la causal prevista en el número 3º sólo podrán
ser rehabilitados en virtud de una ley de quórum calificado, una vez cumplida la
condena.
Art. 18. Habrá un sistema electoral público. Una ley orgánica constitucional
determinará su organización y funcionamiento, regulará la forma en que se realizarán
los procesos electorales y plebiscitarios, en todo lo no previsto por esta Constitución, y
garantizará siempre la plena igualdad entre los independientes y los miembros de
partidos políticos tanto en la presentación de candidaturas como en su participación en
los señalados procesos.
CAPÍTULO III
La pena de muerte sólo podrá establecerse por delito contemplado en ley aprobada
con quórum calificado.
Toda persona tiene derecho a defensa jurídica en la forma que la ley señale y ninguna
autoridad o individuo podrá impedir, restringir o perturbar la debida intervención del
letrado si hubiere sido requerida. Tratándose de los integrantes de las Fuerzas Armadas
y de Orden y Seguridad Pública, este derecho se regirá, en lo concerniente a lo
administrativo y disciplinario, por las normas pertinentes de sus respectivos estatutos.
La ley arbitrará los medios para otorgar asesoramiento y defensa jurídica a quienes no
puedan procurárselos por sí mismos.
200
Nadie puede ser juzgado por comisiones especiales, sino por el tribunal que le señale la
ley y que se halle establecido con anterioridad por ésta.
Ningún delito se castigará con otra pena que la que señale una ley promulgada con
anterioridad a su perpetración, a menos que una nueva ley favorezca al afectado.
Ninguna ley podrá establecer penas sin que la conducta que se sanciona esté
expresamente descrita en ella;
Las confesiones religiosas podrán erigir y conservar templos y sus dependencias bajo
las condiciones de seguridad e higiene fijadas por las leyes y ordenanzas.
Las iglesias, las confesiones e instituciones religiosas de cualquier culto tendrán los
derechos que otorgan y reconocen, con respecto a los bienes, las leyes actualmente en
vigor. Los templos y sus dependencias, destinados exclusivamente al servicio de un
culto, estarán exentos de toda clase de contribuciones;
En consecuencia:
201
a) Toda persona tiene derecho de residir y permanecer en cualquier lugar de la
República, trasladarse de uno a otro y entrar y salir de su territorio, a condición de que
se guarden las normas establecidas en la ley y salvo siempre el perjuicio de terceros;
b) Nadie puede ser privado de su libertad personal ni ésta restringida sino en los casos
y en a forma determinados por la Constitución y las leyes.
c) Nadie puede ser arrestado o detenido sino por orden de funcionario público
expresamente facultado por la ley y después de que dicha orden le sean intimada en
forma legal. Sin embargo, podrá ser detenido el que fuere sorprendido en delito
flagrante, con el solo objeto de ser puesto a disposición del juez competente dentro de
las veinticuatro horas siguientes:
d) Nadie puede ser arrestado o detenido, sujeto a prisión preventiva o preso, sino en su
casa o en lugares públicos destinados a este objeto.
La resolución que otorgue la libertad provisional a los procesados por los delitos a que
se refiere el artículo 9º, deberá siempre elevarse en consulta. Esta y la apelación de la
resolución que se pronuncie sobre la excarcelación serán conocidas por el Tribunal
superior que corresponda integrado exclusivamente por miembros titulares. La
resolución que apruebe u otorgue la libertad requerirá ser acordada por unanimidad.
Mientras dure la libertad provisional el reo quedará siempre sometido a las medidas de
vigilancia de la autoridad que la ley contemple;
202
f) En las causas criminales no se podrá obligar al inculpado a que declare bajo
juramento sobre hecho propio; tampoco podrán ser obligados a declarar en contra de
éste sus ascendientes, descendientes, cónyuge y demás personas que, según los casos
y circunstancias, señale la ley;
Es deber preferente del Estado garantizar la ejecución de las acciones de salud, sea que
se presten a través de instituciones públicas o privadas, en la forma y condiciones que
determine la ley, la que podrá establecer cotizaciones obligatorias.
Cada persona tendrá el derecho a elegir el sistema de salud al que desee acogerse, sea
éste estatal o privado;
La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas
de su vida.
La libertad de enseñanza no tiene otras limitaciones que las impuestas por la moral, las
buenas costumbres, el orden público y la seguridad nacional.
Una ley orgánica constitucional establecerá los requisitos mínimos que deberán
exigirse en cada uno de los niveles de la enseñanza básica y media y señalará las
normas objetivas, de general aplicación, que permitan al Estado velar por su
cumplimiento. Dicha ley, del mismo modo, establecerá los requisitos para el
reconocimiento oficial de los establecimientos educacionales de todo nivel;
La ley en ningún caso podrá establecer monopolio estatal sobre los medios de
comunicación social.
Toda persona natural o jurídica ofendida o injustamente aludida por algún medio de
comunicación social, tiene derecho a que su declaración o rectificación sea
gratuitamente difundida, en las condiciones que la ley determine, por el medio de
comunicación social en que esa información hubiera sido emitida.
Toda persona natural o jurídica tiene el derecho de fundar, editar y mantener diarios,
revistas y periódicos, en las condiciones que señale la ley.
204
Habrá un Consejo Nacional de Televisión, autónomo y con personalidad jurídica,
encargado de velar por el correcto funcionamiento de este medio de comunicación.
Una ley de quórum calificado señalará la organización y demás funciones y
atribuciones del referido Consejo.
Las reuniones en las plazas, calles y demás lugares de uso público, se regirán por las
disposiciones generales de policía;
Los partidos políticos no podrán intervenir en actividades ajenas a las que les son
propias ni tener privilegio alguno o monopolio de la participación ciudadana; la nómina
de sus militantes se registrará en el servicio electoral del Estado, el que guardará
reserva de la misma, la cual será accesible a los militantes del respectivo partido; su
contabilidad deberá ser pública; las fuentes de su financiamiento no podrán provenir
de dineros, bienes, donaciones, aportes ni créditos de origen extranjero; sus estatutos
deberán contemplar las normas que aseguren una efectiva democracia interna. Una ley
orgánica constitucional regulará las demás materias que les conciernan y las sanciones
que se aplicarán por el incumplimiento de sus preceptos, dentro de las cuales podrá
considerar su disolución. Las asociaciones, movimientos, organizaciones o grupos de
personas que persigan o realicen actividades propias de los partidos políticos sin
ajustarse a las normas anteriores son ilícitos y serán sancionados de acuerdo a la
referida ley orgánica constitucional;
Toda persona tiene derecho a la libre contratación y a la libre elección del trabajo con
una justa retribución.
Ninguna clase de trabajo puede ser prohibida, salvo que se oponga a la moral, a la
seguridad o a la salubridad públicas, o que lo exija el interés nacional y una ley lo
declare así. Ninguna ley o disposición de autoridad pública podrá exigir la afiliación a
organización o entidad alguna como requisito para desarrollar una determinada
actividad o trabajo, ni la desafiliación para mantenerse en éstos. La ley determinará las
profesiones que requieren grado o título universitario y las condiciones que deben
cumplirse para ejercerlas.
206
procedimientos para determinar las corporaciones o empresas cuyos trabajadores
estarán sometidos a la prohibición que establece este inciso;
17º La admisión a todas las funciones y empleos públicos, sin otros requisitos que los
que impongan la Constitución y las leyes;
Las leyes que regulen el ejercicio de este derecho serán de quórum calificado.
La acción del Estado estará dirigida a garantizar el acceso de todos los habitantes al
goce de prestaciones básicas uniformes, sea que se otorguen a través de instituciones
públicas o privadas. La ley podrá establecer cotizaciones obligatorias.
19º El derecho de sindicarse en los casos y forma que señale la ley. La afiliación sindical
será siempre voluntaria.
Sin embargo, la ley podrá autorizar que determinados tributos puedan estar afectados
a fines propios de la defensa nacional. Asimismo, podrá autorizar que los que gravan
actividades o bienes que tengan una clara identificación regional o local puedan ser
aplicados, dentro de los marcos que la misma ley señale, por las autoridades regionales
o comunales para el financiamiento de obras de desarrollo.
207
El Estado y sus organismos podrán desarrollar actividades empresariales o participar en
ellas sólo si una ley de quórum calificado los autoriza. En tal caso, esas actividades
estarán sometidas a la legislación común aplicable a los particulares, sin perjuicio de las
excepciones que por motivos justificados establezca la ley, la que deberá ser, asimismo,
de quórum calificado;
Sólo en virtud de una ley, y siempre que no signifique tal discriminación, se podrán
autorizar determinados beneficios directos o indirectos en favor de algún sector,
actividad o zona geográfica, o establecer gravámenes especiales que afecten a uno u
otras. En el caso de las franquicias o beneficios indirectos, la estimación del costo de
éstos deberá incluirse anualmente en la Ley de Presupuestos;
23º La libertad para adquirir el dominio de toda clase de bienes, excepto aquellos que
la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres o que deban pertenecer a la
Nación toda y la ley lo declare así. Lo anterior es sin perjuicio de lo prescrito en otros
preceptos de esta Constitución.
Una ley de quórum calificado y cuando así lo exija el interés nacional puede establecer
limitaciones o requisitos para la adquisición del dominio de algunos bienes;
24º El derecho de propiedad en sus diversas especies sobre toda clase de bienes
corporales o incorporales.
Sólo la ley puede establecer el modo de adquirir la propiedad, de usar, gozar y disponer
de ella y las limitaciones y obligaciones que deriven de su función social. Esta
comprende cuanto exijan los intereses generales de la Nación, la seguridad nacional, la
utilidad y la salubridad públicas y la conservación del patrimonio ambiental.
Nadie puede, en caso alguno, ser privado de su propiedad, del bien sobre que recae o
de alguno de los atributos o facultades esenciales del dominio, sino en virtud de ley
general o especial que autorice la expropiación por causa de utilidad pública o de
interés nacional, calificada por el legislador. El expropiado podrá reclamar de la
legalidad del acto expropiatorio ante los tribunales ordinarios y tendrá siempre
derecho a indemnización por el daño patrimonial efectivamente causado, la que se
fijará de común acuerdo o en sentencia dictada conforme a derecho por dichos
tribunales.
La toma de posesión material del bien expropiado tendrá lugar previo pago del total de
la indemnización, la que, a falta de acuerdo, será determinada provisionalmente por
peritos en la forma que señale la ley. En caso de reclamo acerca de la procedencia de la
expropiación, el juez podrá, con el mérito de los antecedentes que se invoquen,
decretar la suspensión de la toma de posesión.
208
El Estado tiene el dominio absoluto, exclusivo, inalienable e imprescriptible de todas las
minas, comprendiéndose en éstas las covaderas, las arenas metalíferas, los salares, los
depósitos de carbón e hidrocarburos y las demás sustancias fósiles, con excepción de
las arcillas superficiales, no obstante la propiedad de las personas naturales o jurídicas
sobre los terrenos en cuyas entrañas estuvieren situadas. Los predios superficiales
estarán sujetos a las obligaciones y limitaciones que la ley señale para facilitar la
exploración, la explotación y el beneficio de dichas minas.
El dominio del titular sobre su concesión minera está protegido por la garantía
constitucional de que trata este número.
209
25º El derecho del autor sobre sus creaciones intelectuales y artísticas de cualquier
especie, por el tiempo que señale la ley y que no será inferior al de la vida del titular.
26º La seguridad de que los preceptos legales que por mandato de la Constitución
regulen o complementen las garantías que ésta establece o que las limiten en los casos
en que ella lo autoriza, no podrán afectar los derechos en su esencia, ni imponer
condiciones, tributos o requisitos que impidan su libre ejercicio.
Art. 20. El que por causa de actos u omisiones arbitrarios o ilegales sufra privación,
perturbación o amenaza en el legítimo ejercicio de los derechos y garantías
establecidos en el artículo 19, números 1º, 2º, 3º inciso cuarto, 4º, 5º, 6º, 9º inciso
final, 11º, 12º, 13º, 15º, 16º en lo relativo a la libertad de trabajo y al derecho a su libre
elección y libre contratación, y a lo establecido en el inciso cuarto, 19º, 21º, 22º, 23º,
24º y 25º podrá incurrir por sí o por cualquiera a su nombre, a la Corte de Apelaciones
respectiva, la que adoptará de inmediato las providencias que juzgue necesarias para
restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado, sin
perjuicio de los demás derechos que pueda hacer valer ante la autoridad o los
tribunales correspondientes.
Art. 21. Todo individuo que se hallare arrestado, detenido o preso con infracción de lo
dispuesto en la Constitución o en las leyes, podrá ocurrir por sí, o por cualquiera a su
nombre, a la magistratura que señale la ley, a fin de que ésta ordene se guarden las
formalidades legales y adopte de inmediato las providencias que juzgue necesarias
para restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado.
Esa magistratura podrá ordenar que el individuo sea traído a su presencia y su decreto
será precisamente obedecido por todos los encargados de las cárceles o lugares de
detención. Instruida de los antecedentes, decretará su libertad inmediata o hará que se
reparen los defectos legales o pondrá al individuo a disposición del juez competente,
procediendo en todo breve y sumariamente, y corrigiendo por sí esos defectos o dando
cuenta a quien corresponda para que los corrija.
210
El mismo recurso, y en igual forma, podrá ser deducido en favor de toda persona que
ilegalmente sufra cualquiera otra privación, perturbación o amenaza en su derecho a la
libertad personal y seguridad individual. La respectiva magistratura dictará en tal caso
las medidas indicadas en los incisos anteriores que estime conducentes para
restablecer el imperio del derecho y asegurar la debida protección del afectado.
Art. 22. Todo habitante de la República debe respeto a Chile y a sus emblemas
nacionales.
El servicio militar y demás cargas personales que imponga la ley son obligatorios en los
términos y formas que ésta determine.
Los chilenos en estado de cargar armas deberán hallarse inscritos en los Registros
Militares, si no están legalmente exceptuados.
Art. 23. Los grupos intermedios de la comunidad y sus dirigentes que hagan mal uso de
la autonomía que la Constitución les reconoce, interviniendo indebidamente en
actividades ajenas a sus fines específicos, serán sancionados en conformidad a la ley.
Son incompatibles los cargos directivos superiores de las organizaciones gremiales con
los cargos directivos superiores, nacionales y regionales, de los partidos políticos.
La ley establecerá las sanciones que corresponda aplicar a los dirigentes gremiales que
intervengan en actividades político-partidistas y a los dirigentes de los partidos
políticos que interfieran en el funcionamiento de las organizaciones gremiales y demás
grupos intermedios que la propia ley señale.
CAPÍTULO IV
GOBIERNO
PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA
Su autoridad se extiende a todo cuanto tiene por objeto la conservación del orden
público en el interior y la seguridad externa de la República, de acuerdo con la
Constitución y las leyes.
El Presidente de la República, a lo menos una vez al año, dará cuenta al país del estado
administrativo y político de la Nación.
211
Art. 25. Para ser elegido Presidente de la República se requiere haber nacido en el
territorio de Chile, tener cumplidos cuarenta años de edad y poseer las demás
calidades necesarias para ser ciudadano con derecho a sufragio.
El Presidente de la República no podrá salir del territorio nacional por más de treinta
días ni en los últimos noventa días de su período, sin acuerdo del Senado.
Art. 26. El Presidente será elegido en votación directa y por mayoría absoluta de los
sufragios válidamente emitidos. La elección se realizará, en la forma que determine la
ley, noventa días antes de aquel en que deba cesar en el cargo el que esté en
funciones.
Para los efectos de lo dispuesto en los dos incisos precedentes, los votos en blanco y
los nulos se considerarán como no emitidos.
En este mismo acto, el Presidente electo prestará ante el Presidente del Senado,
juramento o promesa de desempeñar fielmente el cargo de Presidente de la República,
conservar la independencia de la Nación, guardar y hacer guardar la Constitución y las
leyes, y de inmediato asumirá sus funciones.
Art. 28. Si el Presidente electo se hallare impedido para tomar posesión del cargo,
asumirá, mientras tanto, con el título de Vicepresidente de la República, el Presidente
212
del Senado; a falta de éste, el Presidente de la Corte Suprema, y a falta de éste, el
Presidente de la Cámara de Diputados.
Con todo, si el impedimento del Presidente electo fuere absoluto o debiere durar
indefinidamente, el Vicepresidente, en los diez días siguientes al acuerdo del Senado
adoptado en conformidad al artículo 49 Nº 7º, expedirá las órdenes convenientes para
que se proceda, dentro del plazo de sesenta días, a nueva elección en la forma prevista
por la Constitución y la Ley de Elecciones. El Presidente de la República así elegido
asumirá sus funciones en la oportunidad que señale esa ley, y durará en el ejercicio de
ellas hasta el día en que le habría correspondido cesar en el cargo al electo que no
pudo asumir y cuyo impedimento hubiere motivado la nueva elección.
Art. 29. Si por impedimento temporal, sea por enfermedad, ausencia del territorio u
otro grave motivo, el Presidente de la República no pudiere ejercer su cargo, le
subrogará, con el título de Vicepresidente de la República, el Ministro titular a quien
corresponda de acuerdo con el orden de precedencia legal. A falta de éste, la
subrogación corresponderá al Ministro titular que siga en ese orden de precedencia y, a
falta de todos ellos, le subrogarán sucesivamente el Presidente del Senado, el
Presidente de la Corte Suprema y el Presidente de la Cámara de Diputados.
Si la vacancia se produjere faltando dos años o más para la próxima elección general de
parlamentarios, el Vicepresidente, dentro de los diez primeros días de su mandato,
convocará a los ciudadanos a elección presidencial para el nonagésimo día después de
la convocatoria. El Presidente que resulte elegido asumirá su cargo el décimo día
después de su proclamación y durará en él hasta noventa días después de la segunda
elección general de parlamentarios que se verifique durante su mandato, la que se
hará en conjunto con la nueva elección presidencial.
Art. 30. El Presidente cesará en su cargo el mismo día en que se complete su período y
le sucederá el recientemente elegido.
213
Art. 31. El Presidente designado por el Congreso Pleno o, en su caso, el Vicepresidente
de la República tendrá todas las atribuciones que esta Constitución confiere al
Presidente de la República.
3º Dictar, previa delegación de facultades del Congreso, decretos con fuerza de ley
sobre las materias que señala la Constitución;
5º Derogado.
12º Nombrar y remover a los funcionarios que la ley denomina como de su exclusiva
confianza y proveer los demás empleos civiles en conformidad a la ley. La remoción de
los demás funcionarios se hará de acuerdo a las disposiciones que ésta determina;
13º Conceder jubilaciones, retiros, montepíos y pensiones de gracia, con arreglo a las
leyes;
14º Nombrar a los magistrados de los tribunales superiores de justicia y a los jueces
letrados, a proposición de la Corte Suprema y de las Cortes de Apelaciones,
214
respectivamente, y al miembro del Tribunal Constitucional que le corresponde
designar, todo ello conforme a lo prescrito en esta Constitución;
15º Velar por la conducta ministerial de los jueces y demás empleados del Poder
Judicial y requerir, con tal objeto, a la Corte Suprema para que, si procede, declare su
mal comportamiento, o al ministerio público, para que reclame medidas disciplinarias
del tribunal competente, o para que, si hubiere mérito bastante, entable la
correspondiente acusación;
16º Otorgar indultos particulares en los casos y formas que determina la ley. El indulto
será improcedente en tanto no se haya dictado sentencia ejecutoriada en el respectivo
proceso. Los funcionarios acusados por la Cámara de Diputados y condenados por el
Senado, sólo pueden ser indultados por el Congreso;
17º Conducir las relaciones políticas con las potencias extranjeras y organismos
internacionales, y llevar a cabo las negociaciones; concluir, firmar y ratificar los tratados
que estime convenientes para los intereses del país, los que deberán ser sometidos a la
aprobación del Congreso conforme a lo prescrito en el artículo 50, Nº 1º. Las
discusiones y deliberaciones sobre estos objetos serán secretos si el Presidente de la
República así lo exigiere;
19º Disponer de las fuerzas de aire, mar y tierra, organizarlas y distribuirlas de acuerdo
con las necesidades de la seguridad nacional;
21º Declarar la guerra, previa autorización por ley, debiendo dejar constancia de haber
oído al Consejo de Seguridad Nacional, y
22º Cuidar de la recaudación de las rentas públicas y decretar su inversión con arreglo
a la Ley. El Presidente de la República, con la firma de todos los Ministros de Estado,
podrá decretar pagos no autorizados por ley, para atender necesidades impostergables
derivadas de calamidades públicas, de agresión exterior, de conmoción interna, de
grave daño o peligro para la seguridad nacional o del agotamiento de los recursos
destinados a mantener servicios que no puedan paralizarse sin serio perjuicio para el
país. El total de los giros que se hagan con estos objetos no podrá exceder anualmente
del dos por ciento (2%) del monto de los gastos que autorice la Ley de Presupuesto. Se
podrá contratar empleados con cargo a esta misma ley, pero sin que el ítem respectivo
pueda ser incrementado ni disminuido mediante traspasos. Los Ministros de Estado o
funcionarios que autoricen o den curso a gastos que contravengan lo dispuesto en este
número serán responsables solidaria y personalmente de su reintegro, y culpables del
delito de malversación de caudales públicos.
215
MINISTROS DE ESTADO
Art. 33. Los Ministros de Estado son los colaboradores directos e inmediatos del
Presidente de la República en el gobierno y administración del Estado.
Art. 34. Para ser nombrado Ministro se requiere ser chileno, tener cumplido veintiún
años de edad y reunir los requisitos generales para el ingreso a la Administración
Pública.
Art. 35. Los reglamentos y decretos del Presidente de la República deberán firmarse
por el Ministro respectivo y no serán obedecidos sin este esencial requisito.
Los decretos e instrucciones podrán expedirse con la sola firma del Ministro respectivo,
por orden del Presidente de la República, en conformidad a las normas que al efecto
establezca la ley.
Art. 36. Los Ministros serán responsables individualmente de los actos que firmaren y
solidariamente de los que suscribieren o acordaren con los otros Ministros.
Art. 37. Los Ministros podrán, cuando lo estimaren conveniente, asistir a las sesiones
de la Cámara de Diputados o del Senado, y tomar parte en sus debates, con preferencia
para hacer uso de la palabra, pero sin derecho a voto. Durante la votación podrán, sin
embargo, rectificar los conceptos emitidos por cualquier diputado o senador al
fundamentar su voto.
Cualquier persona que sea lesionada en sus derechos por la Administración del Estado,
de sus organismos o de las municipalidades, podrá reclamar ante los tribunales que
216
determine la ley, sin perjuicio de la responsabilidad que pudiere afectar al funcionario
que hubiere causado el daño.
Art. 39. El ejercicio de los derechos y garantías que la Constitución asegura a todas las
personas sólo puede ser afectado en las siguientes situaciones de excepción: guerra
externa o interna, conmoción interior, emergencia y calamidad pública.
El Congreso, dentro del plazo de diez días, contados desde la fecha en que el
Presidente de la República someta la declaración de estado de sitio a su consideración,
deberá pronunciarse aceptando o rechazando la proposición, sin que pueda
introducirle modificaciones. Si el Congreso no se pronunciare dentro de dicho plazo, se
entenderá que aprueba la proposición.
Cada rama del Congreso deberá emitir su pronunciamiento, por la mayoría de los
miembros presentes, sobre la declaración de estado de sitio propuesta por el
Presidente de la República. Podrá el Congreso, en cualquier tiempo y por la mayoría
absoluta de los miembros en ejercicio de cada Cámara, dejar sin efecto el estado de
sitio que hubiere aprobado.
La declaración de estado de sitio sólo podrá hacerse hasta por un plazo máximo de
noventa días, pero el Presidente de la República podrá solicitar su prórroga, la que se
tramitará en conformidad a las normas precedentes.
217
4º En caso de calamidad pública, el Presidente de la República, con acuerdo del
Consejo de Seguridad Nacional, podrá declarar la zona afectada o cualquiera otra que
lo requiera como consecuencia de la calamidad producida, en estado de catástrofe.
9º Una ley orgánica constitucional podrá regular los estados de excepción y facultar al
Presidente de la República para ejercer por sí o por otras autoridades las atribuciones
señaladas precedentemente, sin perjuicio de lo establecido en los estados de
emergencia y de catástrofe.
CAPÍTULO V
CONGRESO NACIONAL
Art. 43. La Cámara de Diputados está integrada por 120 miembros elegidos en votación
directa por los distritos electorales que establezca la ley orgánica constitucional
respectiva.
Art. 44. Para ser elegido diputado se requiere ser ciudadano con derecho a sufragio,
tener cumplidos veintiún años de edad, haber cursado la Enseñanza Media o
equivalente, y tener residencia en la región a que pertenezca el distrito electoral
correspondiente durante un plazo no inferior a dos años, contado hacia atrás desde el
día de la elección.
Los senadores elegidos por votación directa durarán ocho años en su cargo y se
renovarán alternadamente cada cuatro años, correspondiendo hacerlo en un período a
los representantes de las regiones de número impar y en el siguiente a los de las
regiones de número par y la Región Metropolitana.
f) Un ex Ministro de Estado, que haya ejercido el cargo por más de dos años continuos,
en períodos presidenciales anteriores a aquel en el cual se realiza el nombramiento,
designado también por el Presidente de la República.
Los senadores a que se refieren las letras b), c), d), e) y f) de este artículo durarán en
sus cargos ocho años. Si sólo existieren tres o menos personas que reúnan las calidades
y requisitos exigidos por las letras b) a f) de este artículo, la designación
correspondiente podrá recaer en ciudadanos que hayan desempeñado otras funciones
relevantes en los organismos, instituciones o servicios mencionados en cada una de las
citadas letras.
La designación de estos senadores se efectuará cada ocho años dentro de los quince
días siguientes a la elección de senadores que corresponda.
No podrán ser designados senadores quienes hubieren sido destituidos por el Senado
conforme al artículo 49 de esta Constitución.
220
Art. 46. Para ser elegido senador se requiere ser ciudadano con derecho a sufragio, dos
años de residencia en la respectiva región contados hacia atrás desde el día de la
elección, haber cursado la Enseñanza Media o equivalente y tener cumplidos 40 años
de edad el día de la elección.
Art. 47. Se entenderá que los diputados y senadores tienen, por el solo ministerio de la
ley, su residencia en la región correspondiente, mientras se encuentren en ejercicio de
su cargo.
Las elecciones de diputados y de los senadores que corresponda elegir por votación
directa se efectuarán conjuntamente. Los parlamentarios podrán ser reelegidos en sus
cargos.
Las vacantes de diputados y las de senadores elegidos por votación directa, que se
produzcan en cualquier tiempo, se proveerán con el ciudadano que, habiendo
integrado la lista electoral del parlamentario que cesó en el cargo, habría resultado
elegido si a esa lista hubiere correspondido otro cargo. En caso de no ser aplicable la
regla anterior y faltar más de dos años para el término del período del que hubiere
cesado en el cargo, la vacante será proveída por la Cámara que corresponda, por
mayoría absoluta de sus miembros en ejercicio, de entre los incluidos en una terna
propuesta por el partido a que perteneciere quien hubiere motivado la vacante.
El nuevo diputado o senador durará en sus funciones el término que le faltaba al que
originó la vacante. Los parlamentarios elegidos como independientes que mantuvieren
tal calidad a la fecha de producirse la vacante, no serán reemplazados, a menos que
hubieren postulado integrando listas en conjunto con un partido político. En este
último caso, se aplicará lo dispuesto en el inciso anterior.
1) Fiscalizar los actos del Gobierno. Para ejercer esta atribución la Cámara puede, con
el voto de la mayoría de los diputados presentes, adoptar acuerdos o sugerir
observaciones que se transmitirán por escrito al Presidente de la República, debiendo
el Gobierno dar respuesta, por medio del Ministro de Estado que corresponda, dentro
de treinta días. En ningún caso, dichos acuerdos u observaciones afectarán la
responsabilidad política de los Ministros, y la obligación del Gobierno se entenderá
cumplida por el solo hecho de entregar su respuesta.
221
2) Declarar si han o no lugar las acusaciones que no menos de diez ni más de veinte de
sus miembros formulen en contra de las siguientes personas:
Las acusaciones referidas en las letras b), c), d) y e) podrán interponerse mientras el
afectado esté en funciones o en los tres meses siguientes a la expiración en su cargo.
Interpuesta la acusación, el afectado no podrá ausentarse del país sin permiso de la
Cámara y no podrá hacerlo en caso alguno si la acusación ya estuviere aprobada por
ella.
222
1) Conocer de las acusaciones que la Cámara de Diputados entable con arreglo al
artículo anterior.
La declaración de culpabilidad deberá ser pronunciada por los dos tercios de los
senadores en ejercicio cuando se trate de una acusación en contra del Presidente de la
República, y por la mayoría de los senadores en ejercicio en los demás casos.
El funcionario declarado culpable será juzgado de acuerdo a las leyes por el tribunal
competente, tanto para la aplicación de la pena señalada al delito, si lo hubiere, cuanto
para hacer efectiva la responsabilidad civil por los daños y perjuicios causados al Estado
o a particulares.
6) Otorgar su acuerdo para que el Presidente de la República pueda ausentarse del país
por más de treinta días o en los últimos noventa días de su período;
223
9) Derogado.
10) Dar su dictamen al Presidente de la República en los casos en que éste lo solicite.
El Senado, sus comisiones y sus demás órganos, incluidos los comités parlamentarios si
los hubiere, no podrán fiscalizar los actos del gobierno ni de las entidades que de él
dependan, ni adoptar acuerdos que impliquen fiscalización.
Las medidas que el Presidente de la República adopte o los acuerdos que celebre para
el cumplimiento de un tratado en vigor no requerirán nueva aprobación del Congreso,
a menos que se trate de materias propias de ley.
Art. 51. El Congreso abrirá sus sesiones ordinarias el día 21 de mayo de cada año, y las
cerrará el 18 de septiembre.
Art. 52. El Congreso podrá ser convocado por el Presidente de la República a legislatura
extraordinaria dentro de los diez últimos días de una legislatura ordinaria o durante el
receso parlamentario.
224
convocatoria, sin perjuicio del despacho de la Ley de Presupuestos y de la facultad de
ambas Cámaras para ejercer sus atribuciones exclusivas.
Cada una de las Cámaras establecerá en su propio reglamento la clausura del debate
por simple mayoría.
2) Los intendentes, los gobernadores, los alcaldes, los miembros de los consejos
regionales y los concejales;
4) Los magistrados de los tribunales superiores de justicia, los jueces de letras y los
funcionarios que ejerzan el ministerio público;
225
Art. 55. Los cargos de diputados y senadores son incompatibles entre sí y con todo
empleo o comisión retribuidos con fondos del Fisco, de las municipalidades, de las
entidades fiscales autónomas, semifiscales o de las empresas del Estado o en las que el
Fisco tenga intervención por aportes de capital, y con toda otra función o natural o
jurídica, o por medio de una sociedad de personas de la que forme parte.
Cesará en su cargo el diputado o senador que ejercite cualquier influencia ante las
autoridades administrativas o judiciales en favor o representación del empleador o de
los trabajadores en negociaciones o conflictos laborales, sean del sector público o
privado, o que intervengan en ellos ante cualquiera de las partes. Igual sanción se
aplicará al parlamentario que actúe o intervenga en actividades estudiantiles,
cualquiera que sea la rama de la enseñanza, con el objeto de atentar contra su normal
desenvolvimiento.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso séptimo del número 15º del artículo 19,
cesará, asimismo, en sus funciones el diputado o senador que de palabra o por escrito
incite a la alteración del orden público o propicie el cambio del orden jurídico
institucional por medios distintos de los que establece esta Constitución, o que
comprometa gravemente la seguridad o el honor de la Nación.
Art. 58. Los diputados y senadores sólo son inviolables por las opiniones que
manifiesten y los votos que emitan en el desempeño de sus cargos, en sesiones de sala
o de comisión.
En caso de ser arrestado algún diputado o senador por delito flagrante, será puesto
inmediatamente a disposición del Tribunal de Alzada respectivo, con la información
sumaria correspondiente. El Tribunal procederá, entonces, conforme a lo dispuesto en
el inciso anterior.
226
Desde el momento en que se declare, por resolución firme, haber lugar a formación de
causa, queda el diputado o senador acusado suspendido de su cargo y sujeto al juez
competente.
Art. 59. Los diputados y senadores percibirán como única renta una dieta equivalente a
la remuneración de un Ministro de Estado incluidas todas las asignaciones que a éstos
correspondan.
MATERIAS DE LEY
2) Las que la Constitución exija que sean reguladas por una ley;
3) Las que son objeto de codificación, sea civil, comercial, procesal, penal u otra;
7) Las que autoricen al Estado, a sus organismos y a las municipalidades, para contratar
empréstitos, los que deberán estar destinados a financiar proyectos específicos. La ley
deberá indicar las fuentes de recursos con cargo a los cuales deba hacerse el servicio
de la deuda. Sin embargo, se requerirá de una ley de quórum calificado para autorizar
la contratación de aquellos empréstitos cuyo vencimiento exceda del término de
duración del respectivo período presidencial.
9) Las que fijen las normas con arreglo a las cuales las empresas del Estado y aquellas
en que éste tenga participación puedan contratar empréstitos, los que en ningún caso
podrán efectuarse con el Estado, sus organismos o empresas;
10) Las que fijen las normas sobre enajenación de bienes del Estado o de las
municipalidades y sobre su arrendamiento o concesión;
227
11) Las que establezcan o modifiquen la división política y administrativa del país;
12) Las que señalen el valor, tipo y denominación de las monedas y el sistema de pesos
y medidas;
13) Las que fijen las fuerzas de aire, mar y tierra que han de mantenerse en pie en
tiempo de paz o de guerra, y las normas para permitir la entrada de tropas extranjeras
en el territorio de la República, como, asimismo, la salida de tropas nacionales fuera de
él;
14) Las demás que la Constitución señale como leyes de iniciativa exclusiva del
Presidente de la República;
16) Las que concedan indultos generales y amnistías y las que fijen las normas
generales con arreglo a las cuales debe ejercerse la facultad del Presidente de la
República para conceder indultos particulares y pensiones de gracia;
Las leyes que concedan indultos generales y amnistías requerirán siempre de quórum
calificado. No obstante, este quórum será de las dos terceras partes de los diputados y
senadores en ejercicio cuando se trata de delitos contemplados en el artículo 9º;
17) Las que señalen la ciudad en que debe residir el Presidente de la República,
celebrar sus sesiones el Congreso Nacional y funcionar la Corte Suprema y el Tribunal
Constitucional;
18) Las que fijen las bases de los procedimientos que rigen los actos de la
administración pública;
20) Toda otra norma de carácter general y obligatoria que estatuya las bases esenciales
de un ordenamiento jurídico.
228
La autorización no podrá comprender facultades que afecten a la organización,
atribuciones y régimen de los funcionarios del Poder Judicial, del Congreso Nacional,
del Tribunal Constitucional ni de la Contraloría General de la República.
La ley que otorgue la referida autorización señalará las materias precisas sobre las que
recaerá la delegación y podrá establecer o determinar las limitaciones, restricciones y
formalidades que se estimen convenientes.
Los decretos con fuerza de ley estarán sometidos en cuanto a su publicación, vigencia y
efectos, a las mismas normas que rigen para la ley.
FORMACIÓN DE LA LEY
Art. 62. Las leyes pueden tener origen en la Cámara de Diputados o en el Senado, por
mensaje que dirija el Presidente de la República o por moción de cualquiera de sus
miembros. Las mociones no pueden ser firmadas por más de diez diputados ni por más
de cinco senadores.
Las leyes sobre tributos de cualquiera naturaleza que sean, sobre los presupuestos de
la administración pública y sobre reclutamiento, sólo pueden tener origen en la Cámara
de Diputados. Las leyes sobre amnistía y sobre indultos generales sólo pueden tener
origen en el Senado.
6º Establecer o modificar las normas sobre seguridad social o que incidan en ella, tanto
del sector público como del sector privado.
El Congreso Nacional sólo podrá aceptar, disminuir o rechazar los servicios, empleos,
emolumentos, préstamos, beneficios, gastos y demás iniciativas sobre la materia que
proponga el Presidente de la República.
Art. 63. Las normas legales que interpreten preceptos constitucionales necesitarán,
para su aprobación, modificación o derogación, de las tres quintas partes de los
diputados y senadores en ejercicio.
Las normas legales a las cuales la Constitución confiere el carácter de ley orgánica
constitucional requerirán, para su aprobación, modificación o derogación, de las cuatro
séptimas partes de los diputados y senadores en ejercicio.
Las demás normas legales requerirán la mayoría de los miembros presentes de cada
Cámara, o las mayorías que sean aplicables conforme a los artículos 65 y siguientes.
Art. 64. El proyecto de Ley de Presupuestos deberá ser presentado por el Presidente de
la República al Congreso Nacional, a lo menos con tres meses de anterioridad a la fecha
en que debe empezar a regir; y si el Congreso no lo despachare dentro de los sesenta
días contados desde su presentación, regirá el proyecto presentado por el Presidente
de la República.
230
La estimación del rendimiento de los recursos que consulta la Ley de Presupuestos y de
los nuevos que establezca cualquiera otra iniciativa de ley, corresponderá
exclusivamente al Presidente, previo informe de los organismos técnicos respectivos.
No podrá el Congreso aprobar ningún nuevo gasto con cargo a los fondos de la Nación
sin que se indiquen, al mismo tiempo, las fuentes de recursos necesarios para atender
dicho gasto.
Art. 66. Todo proyecto puede ser objeto de adiciones o correcciones en los trámites
que corresponda, tanto en la Cámara de Diputados como en el Senado; pero en ningún
caso se admitirán las que no tengan relación directa con las ideas matrices o
fundamentales del proyecto.
Art. 67. El proyecto que fuere desechado en su totalidad por la Cámara Revisora será
considerado por una comisión mixta de igual número de diputados y senadores, la que
propondrá la forma y modo de resolver las dificultades. El proyecto de la comisión
mixta volverá a la Cámara de origen y, para ser aprobado tanto en ésta como en la
revisora, se requerirá de la mayoría de los miembros presentes en cada una de ellas. Si
la comisión mixta no llegare a acuerdo, o si la Cámara de origen rechazare el proyecto
de esa comisión, el Presidente de la República podrá pedir que esa Cámara se
pronuncie sobre si insiste por los dos tercios de sus miembros presentes en el proyecto
que aprobó en el primer trámite. Acordada la insistencia, el proyecto pasará por
segunda vez a la Cámara que lo desechó, y sólo se entenderá que ésta lo reprueba si
concurren para ello las dos terceras partes de sus miembros presentes.
Art. 68. El proyecto que fuere adicionado o enmendado por la Cámara revisora volverá
a la de su origen, y en ésta se entenderán aprobadas las adiciones y enmiendas con el
voto de la mayoría de los miembros presentes.
Art. 69. Aprobado un proyecto por ambas Cámaras, será remitido al Presidente de la
República, quien, si también lo aprueba, dispondrá su promulgación como ley.
En ningún caso se admitirán las observaciones que no tengan relación directa con las
ideas matrices o fundamentales del proyecto, a menos que hubieran sido consideradas
en el mensaje respectivo.
Si las dos Cámaras aprobaren las observaciones, el proyecto tendrá fuerza de ley y se
devolverá al Presidente para su promulgación.
Si las dos Cámaras desecharen todas o algunas de las observaciones e insistieren por
los dos tercios de sus miembros presentes en la totalidad o parte del proyecto
aprobado por ellas, se devolverá al Presidente para su promulgación.
La promulgación deberá hacerse siempre dentro del plazo de diez días, contados desde
que ella sea procedente.
La publicación se hará dentro de los cinco días hábiles siguientes a la fecha en que
quede totalmente tramitado el decreto promulgatorio.
232
CAPÍTULO VI
PODER JUDICIAL
Para hacer ejecutar sus resoluciones y practicar o hacer practicar los actos de
instrucción que decreten, los tribunales ordinarios de justicia y los especiales que
integran el Poder Judicial, podrán impartir órdenes directas a la fuerza pública o ejercer
los medios de acción conducentes de que dispusieren. Los demás tribunales lo harán
en la forma que la ley determine.
La autoridad requerida deberá cumplir sin más trámite el mandato judicial y no podrá
calificar su fundamento u oportunidad, ni la justicia o legalidad de la resolución que se
trata de ejecutar.
Art. 75. En cuanto al nombramiento de los jueces, la ley se ajustará a los siguientes
preceptos generales.
Los ministros y fiscales de las Cortes de Apelaciones serán designados por el Presidente
de la República, a propuesta en terna de la Corte Suprema.
233
Los jueces letrados serán designados por el Presidente de la República, a propuesta en
terna de la Corte de Apelaciones de la jurisdicción respectiva.
El juez letrado en lo civil criminal más antiguo de asiento de Corte o el juez letrado civil
o criminal más antiguo del cargo inmediatamente inferior al que se trata de proveer y
que figure en lista de méritos y exprese su interés en el cargo, ocupará un lugar en la
terna correspondiente. Los otros dos lugares se llenarán en atención al mérito de los
candidatos.
Art. 76. Los jueces son personalmente responsables por los delitos de cohecho, falta de
observancia en materia sustancial de las leyes que reglan el procedimiento, denegación
y torcida administración de justicia y, en general, de toda prevaricación en que incurran
en el desempeño de sus funciones.
Art. 77. Los jueces permanecerán en sus cargos durante su buen comportamiento;
pero los inferiores desempeñarán su respectiva judicatura por el tiempo que
determinen las leyes.
No obstante lo anterior, los jueces cesarán en sus funciones al cumplir los 75 años de
edad; o por renuncia o incapacidad legal sobreviniente o en caso de ser depuestos de
sus destinos, por causa legalmente sentenciada. La norma relativa a la edad no regirá
respecto al Presidente de la Corte Suprema, quien continuará en su cargo hasta el
término de su período.
234
Art. 78. Los magistrados de los tribunales superiores de justicia, los fiscales y los jueces
letrados que integran el Poder Judicial, no podrán ser aprehendidos sin orden del
tribunal competente, salvo el caso de crimen o simple delito flagrante y sólo para
ponerlos inmediatamente a disposición del tribunal que debe conocer del asunto en
conformidad a la ley.
Art. 80. La Corte Suprema, de oficio o a petición de parte, en las materias de que
conozca, o que le fueren sometidas en recurso interpuesto en cualquier gestión que se
siga ante otro tribunal, podrá declarar inaplicable para esos casos particulares todo
precepto legal contrario a la Constitución. Este recurso podrá deducirse en cualquier
estado de la gestión, pudiendo ordenar la Corte la suspensión del procedimiento.
CAPÍTULO VII
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
Art. 81. Habrá un Tribunal Constitucional integrado por siete miembros, designados en
la siguiente forma:
a) Tres ministros de la Corte Suprema, elegidos por ésta, por mayoría absoluta, en
votaciones sucesivas y secretas;
Las personas referidas en las letras b), c) y d) deberán tener a lo menos quince años de
título, haberse destacado en la actividad profesional, universitaria o pública, no podrán
tener impedimento alguno que las inhabilite para desempeñar el cargo de juez, estarán
sometidas a las normas de los artículos 55 y 56, y sus cargos serán incompatibles con el
de diputado o senador, así como también con la calidad de ministro del Tribunal
Calificador de Elecciones. Además, en los casos de las letras b) y d), deberán ser
personas que sean o hayan sido abogados integrantes de la Corte Suprema por tres
años consecutivos, a lo menos.
235
Los miembros del Tribunal durarán ocho años en sus cargos, se renovarán por
parcialidades cada cuatro años y serán inamovibles.
Les serán aplicables las disposiciones de los artículos 77, inciso segundo, en lo relativo
a edad y el artículo 78.
Las personas a que se refiere la letra a) cesarán también en sus cargos si dejaren de ser
ministros de la Corte Suprema por cualquier causa.
El quórum para sesionar será de cinco miembros. El Tribunal adoptará sus acuerdos por
simple mayoría y fallará con arreglo a derecho.
8º Derogado.
10º Resolver sobre las inhabilidades constitucionales o legales que afecten a una
persona para ser designada Ministro de Estado, permanecer en dicho cargo o
desempeñar simultáneamente otras funciones;
En el caso del número 2º, el Tribunal sólo podrá conocer de la materia a requerimiento
del Presidente de la República, de cualquiera de las Cámaras o de una cuarta parte de
sus miembros en ejercicio, siempre que sea formulado antes de la promulgación de la
ley.
El Tribunal deberá resolver dentro del plazo de diez días contado desde que reciba el
requerimiento, a menos que decida prorrogarlo hasta por otros diez días por motivos
graves y calificados.
En el caso del número 3º, la cuestión podrá ser planteada por el Presidente de la
República dentro del plazo de diez días cuando la Contraloría rechace por
237
inconstitucional un decreto con fuerza de Ley. También podrá ser promovida por
cualquiera de las Cámaras o por una cuarta parte de sus miembros en ejercicio en caso
de que la Contraloría hubiere tomado razón de un decreto con fuerza de ley que se
impugne de inconstitucional. Este requerimiento deberá efectuarse dentro del plazo de
treinta días, contado desde la publicación del respectivo decreto con fuerza de ley.
En el caso del número 4º, la cuestión podrá promoverse a requerimiento del Senado o
de la Cámara de Diputados, dentro de diez días contados desde la fecha de publicación
del decreto que fije el día de la consulta plebiscitaria.
En los casos del número 5º, la cuestión podrá promoverse por cualquiera de las
Cámaras o por una cuarta parte de sus miembros en ejercicio, dentro de los treinta días
siguientes a la publicación o notificación del texto impugnado o dentro de los sesenta
días siguientes a la fecha en que el Presidente de la República debió efectuar la
promulgación de la ley. Si el Tribunal acogiere el reclamo promulgará en su fallo la ley
que no lo haya sido o rectificará la promulgación incorrecta.
En el caso del número 9º, el Tribunal sólo podrá conocer de la materia a requerimiento
de la Cámara de Diputados o de la cuarta parte de sus miembros en ejercicio.
Habrá acción pública para requerir al Tribunal respecto de las atribuciones que se le
confieren por los números 7º y 10º de este artículo.
Art. 83. Contra las resoluciones del Tribunal Constitucional no procederá recurso
alguno, sin perjuicio de que puede el mismo Tribunal, conforme a la ley, rectificar los
errores de hecho en que hubiere incurrido.
238
Las disposiciones que el Tribunal declare inconstitucionales no podrán convertirse en
ley en el proyecto o decreto con fuerza de ley de que se trate. En los casos de los
números 5º y 12º del artículo 82, el decreto supremo impugnado quedará sin efecto de
pleno derecho, con el solo mérito de la sentencia del Tribunal que acoja el reclamo.
CAPÍTULO VIII
JUSTICIA ELECTORAL
Las designaciones a que se refieren las letras b) y c) no podrán recaer en personas que
sean parlamentario, candidato a cargos de elección popular, ministro de Estado, ni
dirigente de partido político.
Los miembros de este Tribunal durarán cuatro años en sus funciones y les serán
aplicables las disposiciones de los artículos 55 y 56 de esta Constitución.
Los miembros de estos tribunales durarán cuatro años en sus funciones y tendrán las
inhabilidades e incompatibilidades que determine la ley.
CAPÍTULO IX
Art. 89. Las Tesorerías del Estado no podrán efectuar ningún pago sino en virtud de un
decreto o resolución expedido por autoridad competente, en que se exprese la ley o la
parte del presupuesto que autorice aquel gasto. Los pagos se efectuarán considerando,
además, el orden cronológico establecido en ella y previa refrendación presupuestaria
del documento que ordene el pago.
CAPÍTULO X
Art. 90. Las Fuerzas dependientes del Ministerio encargado de la Defensa Nacional
están constituidas única y exclusivamente por las Fuerzas Armadas y por las Fuerzas de
Orden y Seguridad Pública.
Las Fuerzas Armadas están integradas sólo por el Ejército, la Armada y la Fuerza Aérea,
existen para la defensa de la patria, son esenciales para la seguridad nacional y
garantizan el orden institucional de la República.
Las Fuerzas de Orden y Seguridad Pública están integradas sólo por Carabineros e
Investigaciones, constituyen la fuerza pública y existen para dar eficacia al derecho,
garantizar el orden público y la seguridad pública interior, en la forma que lo
determinen sus respectivas leyes orgánicas. Carabineros se integrará, además, con las
Fuerzas Armadas en la misión de garantizar el orden institucional de la República.
Art. 93. Los Comandantes en Jefe del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea, y el
General Director de Carabineros serán designados por el Presidente de la República de
entre los cinco oficiales generales de mayor antigüedad, que reúnan las calidades que
los respectivos estatutos institucionales exijan para tales cargos; durarán cuatro años
en sus funciones, no podrán ser nombrados para un nuevo período y gozarán de
inamovilidad en su cargo.
Art. 94. Los nombramientos, ascensos y retiros de los oficiales de las Fuerzas Armadas
y Carabineros, se efectuarán por decreto supremo, en conformidad a la ley orgánica
constitucional correspondiente, la que determinará las normas básicas respectivas, así
como las normas básicas referidas a la carrera profesional, incorporación a sus plantas,
previsión, antigüedad, mando, sucesión de mando y presupuesto de las Fuerzas
Armadas y Carabineros.
CAPÍTULO XI
Participarán también como miembros del Consejo, con derecho a voz, los ministros
encargados del gobierno interior, de las relaciones exteriores, de la defensa nacional y
de la economía y finanzas del país. Actuará como Secretario el Jefe del Estado Mayor
de la Defensa Nacional.
Los acuerdos u opiniones a que se refiere la letra b) serán públicos o reservados, según
lo determine para cada caso particular el Consejo.
CAPÍTULO XII
BANCO CENTRAL
Art. 97. Existirá un organismo autónomo, con patrimonio propio, de carácter técnico,
denominado Banco Central, cuya composición, organización, funciones y atribuciones
determinará una ley orgánica constitucional.
Art. 98. El Banco Central sólo podrá efectuar operaciones con instituciones financieras,
sean públicas o privadas. De manera alguna podrá otorgar a ellas su garantía, ni
adquirir documentos emitidos por el Estado, sus organismos o empresas.
Ningún gasto público o préstamo podrá financiarse con créditos directos o indirectos
del Banco Central.
Con todo, en caso de guerra exterior o de peligro de ella, que calificará el Consejo de
Seguridad Nacional, el Banco Central podrá obtener, otorgar o financiar créditos al
Estado y entidades públicas o privadas.
243
El Banco Central no podrá adoptar ningún acuerdo que signifique de una manera
directa o indirecta establecer normas o requisitos diferentes o discriminatorios en
relación a personas, instituciones o entidades que realicen operaciones de la misma
naturaleza.
CAPíTULO XIII
Art. 100. El gobierno de cada región reside en un intendente que será de la exclusiva
confianza del Presidente de la República. El intendente ejercerá sus funciones con
arreglo a las leyes y a las órdenes e instrucciones del Presidente, de quien es su
representante natural e inmediato en el territorio de su jurisdicción.
La ley determinará la forma en que el intendente ejercerá estas facultades, las demás
atribuciones que le correspondan y los organismos que colaborarán en el
cumplimiento de sus funciones.
244
Corresponderá desde luego al consejo regional aprobar los planes de desarrollo de la
región y el proyecto de presupuesto del gobierno regional, ajustados a la política
nacional de desarrollo y al presupuesto de la Nación. Asimismo, resolverá la inversión
de los recursos consultados para la región en el fondo nacional de desarrollo regional,
sobre la base de la propuesta que formule el intendente.
Sin perjuicio de lo anterior, también establecerá con las excepciones que procedan, la
desconcentración regional de los ministerios y de los servicios públicos. Asimismo,
regulará los procedimientos que aseguren la debida coordinación entre los órganos de
la administración del Estado para facilitar el ejercicio de las facultades de las
autoridades regionales.
Art. 104. Para el gobierno y administración interior del Estado a que se refiere el
presente capítulo se observará como principio básico la búsqueda de un desarrollo
territorial armónico y equitativo. Las leyes que se dicten al efecto deberán velar por el
cumplimiento y aplicación de dicho principio, incorporando asimismo criterios de
solidaridad entre las regiones, como al interior de ellas, en lo referente a la distribución
de los recursos públicos.
Sin perjuicio de los recursos que para su funcionamiento se asignen a los gobiernos
regionales en la Ley de Presupuestos de la Nación y de aquellos que provengan de lo
dispuesto en el Nº 20 del artículo 19, dicha ley contemplará una proporción del total de
los gastos de inversión pública que determine, con la denominación de fondo nacional
de desarrollo regional.
La ley podrá autorizar a los gobiernos regionales y a las empresas públicas para
asociarse con personas naturales o jurídicas a fin de propiciar actividades e iniciativas
sin fines de lucro que contribuyan al desarrollo regional. Las entidades que al efecto se
constituyan se regularán por las normas comunes aplicables a los particulares.
Art. 105. En cada provincia existirá una gobernación que será un órgano
territorialmente desconcentrado del intendente. Estará a cargo de un gobernador,
quien será nombrado y removido libremente por el Presidente de la República.
Art. 106. Los gobernadores, en los casos y forma que determine la ley, podrán designar
delegados para el ejercicio de sus facultades en una o más localidades.
ADMINISTRACIÓN COMUNAL
Las municipalidades podrán asociarse entre ellas para el cumplimiento de sus fines
propios. Asimismo, podrán constituir corporaciones o fundaciones de derecho privado
sin fines de lucro destinadas a la promoción y difusión del arte y la cultura. La
participación municipal en ellas se regirá por la ley orgánica constitucional respectiva.
246
Los municipios y los demás servicios públicos existentes en la respectiva comuna
deberán coordinar su acción en conformidad a la ley.
Art. 108. En cada municipalidad habrá un concejo integrado por concejales elegidos
por sufragio universal en conformidad a la ley orgánica constitucional de
municipalidades. Durarán cuatro años en sus cargos y podrán ser reelegidos. La misma
ley determinará el número de concejales y la forma de elegir al alcalde.
Art. 109. Los alcaldes, en los casos y formas que determine la ley orgánica
constitucional respectiva, podrán designar delegados para el ejercicio de sus facultades
en una o más localidades.
DISPOSICIONES GENERALES
Art. 113. Para ser designado intendente o gobernador y para ser elegido miembro del
consejo regional o concejal, se requerirá ser ciudadano con derecho a sufragio, tener
los demás requisitos de idoneidad que la ley señale y residir en la región a lo menos en
los últimos dos años anteriores a su designación o elección.
Los cargos de intendente, gobernador, miembro del consejo regional y concejal serán
incompatibles entre sí.
247
Ningún tribunal procederá criminalmente contra un intendente o gobernador sin que
la Corte de Apelaciones respectiva haya declarado que ha lugar la formación de causa.
Art. 114. Las leyes orgánicas constituciones respectivas establecerán las causales de
cesación en los cargos de alcaldes, de miembro del consejo regional y de concejal.
Art. 115. La ley determinará la forma de resolver las cuestiones de competencia que
pudieren suscitarse entre las autoridades nacionales, regionales, provinciales y
comunales.
CAPÍTULO XIV
REFORMA DE LA CONSTITUCION
Art. 116. Los proyectos de reforma de la Constitución podrán ser iniciados por mensaje
del Presidente de la República o por moción de cualquiera de los miembros del
Congreso Nacional, con las limitaciones señaladas en el inciso primero del artículo 62.
El proyecto de reforma necesitará para ser aprobado en cada Cámara el voto conforme
de las tres quintas partes de los diputados y senadores en ejercicio. Si la reforma
recayere sobre los capítulos I, III, VII, X, XI o XIV, necesitará, en cada Cámara, la
aprobación de las dos terceras partes de los diputados y senadores en ejercicio.
Art. 117. Las dos Cámaras, reunidas en Congreso Pleno y en sesión pública, con
asistencia de la mayoría del total de sus miembros, sesenta días después de aprobado
un proyecto en la forma señalada en el artículo anterior, tomarán conocimiento de él y
procederán a votarlo sin debate.
Si en el día señalado no se reuniere la mayoría del total de los miembros del Congreso,
la sesión se verificará al siguiente con los diputados y senadores que asistan.
En caso de que las Cámaras no aprueben todas o algunas de las observaciones del
Presidente, no habrá reforma constitucional sobre los puntos en discrepancia, a menos
que ambas Cámaras insistieren por los dos tercios de sus miembros en ejercicio en la
parte del proyecto aprobado por ellas. En este último caso, se devolverá al Presidente
la parte del proyecto que haya sido objeto de insistencia para su promulgación, salvo
que éste consulte a la ciudadanía para que se pronuncie mediante un plebiscito,
respecto de las cuestiones en desacuerdo.
Art. 119. La convocatoria a plebiscito deberá efectuarse dentro de los treinta días
siguientes a aquel en que ambas Cámaras insistan en el proyecto aprobado por ellas, y
se ordenará mediante decreto supremo que fijará la fecha de la votación plebiscitaria,
la que no podrá tener lugar antes de treinta días ni después de sesenta, contado desde
la publicación de dicho decreto. Transcurrido este plazo sin que el Presidente convoque
a plebiscito, se promulgará el proyecto que hubiere aprobado el Congreso.
Artículo final. La presente Constitución entrará en vigencia seis meses después de ser
aprobada mediante plebiscito, con excepción de las disposiciones transitorias novena y
vigesimatercera que tendrán vigor desde la fecha de esa aprobación. Su texto oficial
será el que consta en este decreto ley.
Segunda. Mientras se dicta el nuevo Código de Minería, que deberá regular, entre otras
materias, la forma, condiciones y efectos de las concesiones mineras a que se refieren
los incisos séptimo al décimo del número 24º del artículo 19 de esta Constitución
Política, los titulares de derechos mineros seguirán regidos por la legislación que
estuviere en vigor al momento en que entre en vigencia esta Constitución, en calidad
de concesionarios.
Los derechos mineros a que se refiere el inciso anterior subsistirán bajo el imperio del
nuevo Código, pero en cuanto a sus goces y cargas y en lo tocante a su extinción,
prevalecerán las disposiciones de dicho nuevo Código de Minería. Este nuevo Código
deberá otorgar plazo a los concesionarios para cumplir los nuevos requisitos que se
establezcan para merecer amparo legal.
En el lapso que medie entre el momento en que se ponga en vigencia esta Constitución
y aquél en que entre en vigor el nuevo Código de Minería, la constitución de derechos
mineros con el carácter de concesión señalado en los incisos séptimo al décimo del
número 24º del artículo 19 de esta Constitución, continuará regida por la legislación
actual, al igual que las concesiones mismas que se otorguen.
Tercera. La gran minería del cobre y las empresas consideradas como tal,
nacionalizadas en virtud de lo prescrito en la disposición 17ª transitoria de la
Constitución Política de 1925, continuarán rigiéndose por las normas constitucionales
vigentes a la fecha de promulgación de esta Constitución.
Quinta. Se entenderá que las leyes actualmente en vigor sobre materias que conforme
a esta Constitución deben ser objeto de leyes orgánicas constitucionales o aprobadas
con quórum calificado, cumplen estos requisitos y seguirán aplicándose en lo que no
sean contrarias a la Constitución, mientras no se dicten los correspondientes cuerpos
legales.
Octava. Las normas relativas a la edad establecidas en el inciso segundo del artículo 77
no regirá respecto de los magistrados de los tribunales superiores de justicia en
servicio a la fecha de vigencia de esta Constitución.
Novena. Los miembros del Tribunal Constitucional a que se refiere el artículo 81,
deberán ser designados con diez días de anticipación, a lo menos, a la fecha en que
comience el primer período presidencial. Para este solo efecto, el Consejo de Seguridad
Nacional se constituirá con treinta días de anterioridad a la fecha en que comience a
regir esta Constitución.
Durante este período serán aplicables todos los preceptos de la Constitución, con las
modificaciones y salvedades que se indican en las disposiciones transitorias siguientes:
251
Asimismo, la Junta de Gobierno permanecerá integrada por los Comandantes en Jefe
del Ejército, de la Armada y de la Fuerza Aérea, y por el General Director de
Carabineros. Se regirá por las normas que regulen su funcionamiento interno y tendrá
las atribuciones que se señalan en las disposiciones transitorias correspondientes.
Sin embargo, atendido que el Comandante en Jefe del Ejército, de acuerdo con el inciso
primero de esta disposición es Presidente de la República, no integrará la Junta de
Gobierno y lo hará, en su lugar, como miembro titular, el Oficial General de Armas del
Ejército que le siga en antigüedad. Con todo, el Presidente de la República podrá
reemplazar a dicho integrante en cualquier momento, por otro oficial General de
Armas de su Institución siguiendo el orden de antigüedad.
A. Podrá:
2) Designar y remover libremente a los alcaldes de todo el país, sin perjuicio de que
pueda disponer la plena o gradual aplicación de lo previsto en el artículo 108.
3) Declarar la guerra;
6) Ausentarse del país por más de treinta días o en los últimos noventa días de su
período.
252
miembro titular de la Junta de Gobierno, según el orden de precedencia que
corresponda.
253
H. Conocer de las contiendas de competencia que se susciten entre las autoridades
políticas o administrativas y los tribunales superiores de justicia;
Presidirá la Junta de Gobierno el miembro titular de ella que tenga el primer lugar de
precedencia de acuerdo a los dos incisos anteriores.
a) Los artículos 26 al 31 inclusive, los número 2º, 4º, 5º, 6º y la segunda parte del
número 16º del artículo 32; el artículo 37; y el artículo 41, número 7º, en su referencia
a los parlamentarios;
b) El Capítulo V sobre el Congreso Nacional con excepción de: el número 1º del artículo
50, los artículos 60, 61, los incisos terceros a quinto del artículo 62, y el artículo 64, los
que tendrán plena vigencia. Las referencias que estos preceptos y el número 3º del
artículo 32, el inciso segundo del número 6º del artículo 41, y los artículos 73 y 88
hacen al Congreso Nacional o a alguna de sus ramas, se entenderán hechas a la Junta
de Gobierno.
Asimismo, la elección a que se refiere la letra d) del artículo 81, corresponderá hacerla
a la Junta de Gobierno;
c) En el artículo 82: los números 4º, 9º y 11º de su inciso primero, el inciso segundo en
su referencia al número 9º, y los incisos octavo, noveno, décimo, decimosegundo,
decimocuarto y decimoquinto. Tampoco regirá la referencia que el número 2º hace a la
reforma constitucional, ni la segunda parte del número 8º del inciso primero del mismo
artículo en lo atinente al Presidente de la República, como tampoco las referencias que
hacen a dicho número, en lo concerniente a la materia, los incisos segundo y
decimotercero;
255
d) El Capítulo XIV, relativo a la reforma de la Constitución.
La Constitución sólo podrá ser modificada por la Junta de Gobierno en el ejercicio del
Poder Constituyente. Sin embargo, para que las modificaciones tengan eficacia deberán
ser aprobadas por plebiscito, el cual deberá ser convocado por el Presidente de la
República, y
e) Cualquier otro precepto que sea contrario a las disposiciones que rigen el período
presidencial a que se refiere la disposición decimotercera transitoria.
Para este efecto, la Junta de Gobierno se integrará por los Comandantes en Jefe de la
Armada, de la Fuerza Aérea, por el General Director de Carabineros y, como miembro
titular, por el Oficial General de Armas más antiguo del Ejército.
256
interior, el Presidente de la República así lo declarará y tendrá, por seis meses
renovables, las siguientes facultades:
a) Arrestar a personas hasta por el plazo de cinco días, en sus propias casas o en
lugares que no sean cárceles. Si se produjeren actos terroristas de graves
consecuencias, dicho plazo podrá extenderlo hasta por quince días más;
Los diputados de este primer Congreso durarán tres años en sus cargos. Los senadores
elegidos por las regiones de número impar durarán, asimismo, tres años y los
senadores elegidos por las regiones de número par y región metropolitana, así como
los designados, siete años, y
Para este efecto, noventa días antes de la expiración de la prórroga indicada en el inciso
anterior, el Presidente en ejercicio convocará a elección de Presidente de la República y
de parlamentarios en conformidad a los preceptos permanentes de esta Constitución y
de la ley.
258
El Presidente de la República que resulte elegido por aplicación del inciso anterior
durará en el ejercicio de sus funciones por el término de cuatro años, y no podrá ser
reelegido para el período inmediatamente siguiente.
Trigesimacuarta. No obstante lo dispuesto en el inciso segundo del artículo 54, para las
elecciones de diputados y senadores que corresponda realizar en 1993, no podrán ser
candidatos los ciudadanos que resulten elegidos alcaldes, miembros de los consejos
regionales o concejales en las elecciones que se celebren en 1992.
Y por cuanto he tenido a bien aprobarlo y sancionarlo; por tanto, promúlguese, llévese
a efecto como Ley de la República y ténganse por incorporadas sus disposiciones a la
259
Constitución Política de la República, de conformidad con lo dispuesto en el inciso final
del artículo 119 de este cuerpo constitucional.
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Chile, 1958, 337 págs., por Fernando Albónico V.
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- Libro Blanco. Del cambio del Gobierno de Chile. 11 septiembre 1973, Santiago, Ed. Lord
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- Quiebre del Estado de Derecho durante el régimen marxista de Salvador Allende y adhesión
del Colegio de Abogados de Chile. Antecedentes. Imprenta Roma, Santiago, 70 págs.
TRIBUNAL CONSTITUCIONAL
- Normas constitucionales y autos acordados, Santiago, Ed. Jurídica de Chile, 1972, 24 págs.;
- Primeros cinco fallos dictados por el Tribunal Constitucional de la República, Santiago, Ed.
Jurídica de Chile, 1972, Tomo I, 133 págs., Tomo II: Tribunal Constitucional de la República de
Chile, Ed. Jurídica de Chile, 1973, 212 págs.;
274
- Una alternativa válida: transición a la democracia. Propuestas del Grupo de los 24 ante el
plebiscito, El Mercurio, 1º de septiembre de 1980.
- IV Jornadas, Pontificia Universidad Católica de Chile, 1965. Santiago, Ed. Jurídica de Chile,
1966, 251 págs.
- XI Jornadas, Universidad de Chile, 1980, Santiago, Revista de Derecho Público Nos 29-30
(1981).
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Derecho de la Universidad Católica de Chile, Vol. 11 Nos 2-3 (1984).
- XVI Jornadas, Universidad de Chile, 1985, Santiago, Revista de Derecho Público Nos 37-38
(1985).
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Universidad Católica de Valparaíso. Vol. X (1986).
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Derecho de la Universidad Católica de Chile. Volumen 16 Nº 2 (1989).
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Nos 47-48.
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Derecho, Vol. XX, Nos 2-3, 2 tomos (1993).
REVISTAS
276
"Actas Constitucionales" 123, 124, 125, 126, 143, 144, 145, 206
Acusación constitucional 95
Alcalde mayor 2
Alemania 70
Amnistía 138
Anarquía, período de 24
Antártica 69
Argentina 5, 35
Asambleas provinciales 89
Bolivia 35
Cabildo abierto 13
Cabildos 3, 4
Capellanías, 7, 32
Capitanía General 2
Carabineros 179
Cementerios 36
Chile, límites 1
277
Cobre, Gran Minería, 78, 82, 104, 126
Comisión Ortúzar 139, 140, 141, 142, 144, 146, 156, 206
Concertación de partidos por la democracia 192, 195, 196, 197, 198, 199, 203
"Congreso Termal" 64
Consejo de Estado 29, 59, 124, 125, 147, 149, 156, 164
Consejo de Indias 2, 4
Constitución de 1818 21
Constitución de 1822 23
Constitución de 1823 25
Constitucionalismo 207
278
Contraloría General de la República 38, 64, 82, 96, 107, 108, 133, 166
Costumbre 226
Criollos 10
Cuba 73
Decreto de insistencia 82
Emergencia, zonas de 70
Encomiendas 7
Estado de sitio 93
279
Falange Nacional 68, 70, 107
Federalismo 26
Independencia 8-20
Inglaterra 8
Inquilinato 7
Inquisición 8
Italia 70
Japón 70
Junta de Gobierno 115, 118, 119, 121, 127, 128, 129, 130, 131, 148, 159, 160, 161, 162, 206
Jurisprudencia 224
Justicia Mayor 2
Legislatura extraordinaria 94
280
Ley de Defensa de la Democracia 71, 72
Ley Olavarría 69
Leyenda negra 8
Matrimonio civil 36
Mayorazgos 7, 32
Mercedes de tierra 7
México 2
Milicia republicana 68
Nacionalidad 72, 97
Nacionalización 105
Participación 103
Partido Demócrata 44
Partido Demócrata Cristiano 73, 75, 76, 77, 81, 84, 85, 87, 107, 112, 198
Partido Liberal 44
281
Partido Nacional 80, 84
Patronato 8
Poder constituyente 118, 119, 121, 122, 123, 125, 126, 127, 128, 131, 150, 160, 206
282
Pueblo mapuche 5
Raza chilena 5, 6
Real Audiencia 2, 4
Reforma universitaria 77
Reformas constitucionales 34, 37, 38, 43, 59, 70, 72, 73, 74, 76, 79, 81, 82, 83, 96, 97, 98, 99,
101, 102, 103, 104, 105, 108, 109, 110, 119, 122, 123, 125, 126, 195-202, 207
Regidores 98
Registro civil 36
República socialista 66
Tratadistas 227
283
Tratados internacionales 211, 219
Tribunal Constitucional 83, 95, 102, 108, 110, 111, 117, 165, 173, 224
Urgencia 102
Uruguay 5
Alejandro VI 9
Alessandri Palma, Arturo 62, 63, 69, 70, 71, 72, 73, 74, 75, 77, 78, 79, 80, 82, 94, 95, 96, 97, 98,
99, 133, 135, 147, 161
Alessandri Rodríguez, Jorge 95, 108, 109, 110, 111, 112, 118, 120, 133, 137, 140, 159, 161, 163,
170, 191, 193
284
Allende Gossens, Salvador 95, 105, 108, 112, 113, 116, 120, 121, 122, 123, 124, 125, 126, 127,
128, 129, 130, 143, 145, 151, 152, 153, 156, 157, 158, 159, 160, 161, 163, 165
Aylwin Azócar, Patricio 126, 127, 218, 220, 223, 224, 232, 233, 234, 237, 238, 239
Bossuet, Jacques 10
285
Briones Luco, Ramón 75
Carlos III 25
Carlos IV 25
Carlos V 12
286
Cerda Medina, Mario 269
287
Edwards Mac-Clure, Agustín 75
288
Figueroa Yáñez, Gonzalo 218
Frei Montalva, Eduardo 95, 108, 111, 112, 113, 114, 115, 116, 117, 118, 119, 121, 122, 141,
142, 154, 160, 161, 163, 170, 197, 219
Góngora, Mario 21
González Videla, Gabriel 95, 103, 104, 105, 133, 159, 163, 170
289
Grove Vallejo, Marmaduque 96
Guzmán Errázuriz, Jaime 116, 184, 188, 189, 211, 215, 216, 234
Ibáñez del Campo, Carlos 74, 91, 92, 95, 98, 99, 101, 105, 106, 107, 109, 133, 135, 136, 140,
159, 161, 163
Isabel La Católica 18
Isidoro (San) 10
290
Izurieta Molina, Oscar 170
Lacunza, Manuel 23
Lazcano, Fernando 69
Luis XIV 10
291
Mac-Iver Rodríguez, Enrique 68
292
Montesquieu, Carlos de Sécondat, Barón de 24
Napoleón I 25
Napoleón, José de 25
O?Higgins, Ambrosio 20
Ovalle, Alonso de 23
293
Ovalle, José Tomás 43
Pinochet Ugarte, Augusto 165, 172, 173, 174, 182, 187, 188, 189, 190, 191, 192, 193, 201, 202,
215, 222, 226, 227, 228, 229, 231, 232, 235, 239, 241, 242, 350, 361
Pinsett, Robert 30
294
Prieto Bafalluy, Alfredo 361
Ríos Morales, José Antonio 95, 101, 102, 103, 133, 139, 163
295
Rousseau, Jean Jacques 24
296
Silva Ulloa, Ramón 218, 220, 224
Torreblanca, Edecio 75
Valdivia, Luis de 20
Valdivia, Pedro de 16
297
Verdugo Marinkovic, Mario 262, 269
Vial, Fernando 80
Vidaurre 23
Zudañez, Jaime 31
INDICE GENERAL
ANTECEDENTES
298
2. Estructura institucional en el período hispánico
3. Los cabildos
9. El movimiento ideológico
299
28. Portales
300
52. Nombramiento de la Comisión Consultiva. Se divide en dos Subcomisiones
301
76. Proyecto de reforma constitucional de 1964
302
101. Reformas de la Ley Nº 16.672
A) EL MARCO INSTITUCIONAL
303
123. Actas Constitucionales
140. Su labor
304
146. Ultima etapa de la labor de la Comisión Ortúzar
157. Su duración
305
170. Interpretación de la regla 24ª transitoria
306
192. Ministerio de Sergio Fernández, Comité de Elecciones Libres y Concertación de Partidos
por la Democracia
201. Su resultado
307
213. Leyes orgánicas constitucionales
224. Jurisprudencia
Bibliografía
308