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Eras gruesa y hermosa, eras mujer sabia.

Eras de uas largas, perfiles de surcos en la tierra de mi espalda.


Anochecamos cuando amaneca, yo en mi empeo de hacerlo todo al contrario, t en el
tuyo de quererme de aquella forma tan tuya, tan natural en silencio, ojos de gata, mujer
gata, moras de amor y esperabas el momento preciso, sabiendo que antes o despus
llegara a ti.
Amanecamos en el calor de la tarde, cafs y cigarros y charla desenfrenada para matar
la resaca.

No era culpa de nadie que a m no me apeteciese llenarla de flores a diario,


De nadie aquella desgana que nos roa lentamente.
Y aquellas flores no entregadas fueron marchitndose en el silencio.

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