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Rodney Arismendi La teoria y la practica de la revolucién en América Latina La teoria y la practica de la revolucion rat] América | PTE: aC MUSCLE En México se realiz6 en noviembre de 1981, un simposio sobre ta actualidad del leninismo, con amplia participacion internacional, convocado a iniciativa del Centro de Estudios Filoséficos, Po- liticos y Sociales “Vicente Lombardc Toledano”. El texto que aqui inser mos, tomado de la grabacin, corres- ponde a la exposicién de Rodney Aris- Primer Secretario del CC del Partido Comunista de Uruguay fuera invitado a hablar sobre “ nismo en América Latina”. Los subtitulos y el trabajo de re pertenecen a la redaccién. Estimados compaieros y amigos, Estimada Mar Estimados representantes de este prestigioso Cen- tro: Me tendran que disculpar porque no he podido, Juego de un largo periplo por varios paises de Améri- ca Latina, Hegar aqui con una intervencién escrita como hubiera preferido. Por lo tanto, un tema tan extenso como el que se me ha asignado, tendré que afrontarlo a través de apuntes, con el riesgo de que la misma riqueza del tema, en su vastedad y en su pro- fundidad, pueda desbordar el tiempo que se me ha destinado. Lucharé permanentemente contra esa di- ficultad. teoria y politica I.-LA TEORIA DE LA REVOLUCION EN AMERICA LATINA Me parece que convendria, antes de entrar al te- ma principal, hacer alguna reflexién, Yo creo que hay que empezar por decir que nuestro tema es en realidad el leninismo en América Latina y no el leni- nismo latinoamericano o ¢l latinoamericano-leninis- mo. Es decir, concebimos el leninismo como el mar- xismo de nuestra época, como la continuidad de la ‘obra fundadora de Marx y Engels, desarrollada en el periodo del imperialism y de las revoluciones socia. listas, y como la concepcién universal de todo este periodo de trénsito del capitatismo al socialismo en escala mundial. Para nosotros se trata de establecer Ja vigencia de su concepcidn tedrica y metodolégica, continuadora de la de Marx, como gufa del proceso revolucionario mundial, y su validez orientadora pa- ralos revolucionarios de América Latina. Se sobren- tiende: no se trata, pues, de repetir textos o de bus- car analogias hist6ricas, sino de encarnar sus ense- fhanzas en la vida, en nuestra lucha concreta de lati- noamericanos, con vistas a descubrir los caminos sin- gulares que nos Hevardn a la victoria del socialismo en un instante de América Latina en que ya el mar- xismo-leninismo, hoy, como teoria, ha triunfado, con cardcter determinante, en nuestro continente, con la revolucién cubana, su avance hacia el socialis- mo y con el crecimiento de las concepciones marxis- tas-leninistas como eje tebrico-ideolégico de todas las corrientes revolucionarias, antimperialistas, de- mocriticas avanzadas. Digo ee, concibiéndolo co- ‘mo el cauce central, al que confluyen contradictoria- mente las mejores ideas avanzadas. A veces puede desenvolverse esa relacién con diferencias de enfo- ‘que y oposiciones, pero en torno a ese eje gira todo fo democratico y antimperialista. En ultima instan- cia, engrana con las concepciones del marxismo-le- ninismo, es decir, con la ideologia de la clase obrera, clase que tiene funcién revolucionaria hist6rico-uni- versal, tal como Jo sefialaran Marx y Engels en el Manifiesto. O sea, como tantas veces se ha dicho, se Rodney Arismendi junto a los organizadores del simposio trata de concebir el marxismo como gufa para la ac- cién, como Lenin repitiera una y mil veces, reiteran- do esta expresién de Engels. La relaci6n de Marx con Lenin Por Io tanto, me parece que nosotros debemos, brevemente, en esta introduccién, referimos a la re- lacién Marx-Lenin. En el momento actual esté de moda entre marxslogos, seudo marxistas y otras co- rrientes, disminuir a Lenin, plantear el “retorno a Marx”, oponer Lenin a Marx, como si Lenin fuera uuno de los tantos riachos que salicron del gran cauce maraista y que por lo tanto, tienen la misma validez Lenin que el fil6sofo Korsch, que fue comunista en su tiempo, que derivé después hacia otras concep- ciones y que luego se transformé en pilar de las teo- rfas que Hamarfamos revisionistas, de corte anar- quista, o que derivan incluso a otras escuclascomo la de Frankfort. Evidentemente, Marx es el fundador, pero Lenin, como lo veremos inmediatamente, es marxista porque reafirma tos principios de Marx, pe- 10 los desarrolla. Ustedes me disculparan que ~ por lo mismo de no haber tenido tiempo para escribir ~ tenga el mal gus- to de citarme, pero esto tiene que ver con una polé- mica sustancial de nuestro tiempo acerca del leninis- mo. Polemizando en ocasi6n det 110 aniversario de Lenin, en acto patrocinado por el Instituto de Mar- xismo-Leninismo de la Academia de Ciencias Socia- les de la URSS, contra las teorias sobre la pluralidad del marxismo, sobre diversos marxismos, decfa: “Justamente la grandeza y la actualidad de Lenin re- siden en la severidad cientifica ~ ajena a todo dog- matismo -, en el apego a la naturaleza critica y revo- lucionaria del marxismo que ¢1 supo desarrollar en funcién del presente, cuando madura en Rusia la ho- ra del cambio democratico y socialista, cuando el ca- pitalismo alcanza su fase imperialista y comienza el trdnsito al socialismo en escala mundial.” “Lo caracteristico en la obra de Lenin ~ en el leni- nismo como se lamara después de su muerte —es la unidad dialéetica de la defensa de los principios del marxismo y del desarrollo creador. En Lenin ambos aspectos son inseparables; se condicionan mutua- mente. Alguna vez hemos sefalado, que sin restau racin del marxismo no hubiera existide auténtico desarrollo y que sin éste no existirfa restauracién verdadera. La defensa de las ‘piedras angulares’ del marxismo unida al enfoque antidogmstico, diferen- cian a Lenin no sélo det revisionismo, que busca adaptarse al capitalismo ya desarrollado de fines del siglo XIX, y que proclama envejecido a Marx-como ahora se hace con Lenin ~ “sino también de la orto- doxia, que resbala ~ entre invocaciones letristas a Marx y Engels ~, con Kautski y otros, a descartar la actualidad de la revolucién socialista, 0 que hasta con Plejanov, trivializa la dialéctica, cayendo a me- nudo en el materialismo vulgar, lo que conduce a no advertir el papel hegem6nico de la clase obrera en el proceso revolucionario rus”. “Lenin construye su instrumental teérico de ma- nera siempre viva a partir del andlisis concreto de ca- da situacidn conereta. Entendida esta indicacién me- todolégica como la piensa Marx ~ poniendo a Hegel sobre los pies ~ en la Introduccién de 1857 - “lo con- creto es concreto porque ¢s la sintesis de muchas de- terminaciones, es decir, unidad de lo diverso’. Crite- rio éste que no puede desvirtuarse — como ocurre a veces por impregnacién del pragmatismo 0 del neo- positivismo, en esencia relativista ~ para dar lugar a Ia afirmacién de que la existencia de diversas praxis nacionales supone por consecuencia la existencia de diversos marxismos. Elleninismo seria asisu versi6n rusa, Una cosa es hablar del marxismo en Rusia, de su proceso formativo, de las peculiaridades hist6ri- co-concretas en que debié desenvolverse, de sus de- bates y luchas de tendencias, de su papel hist6ricoen el mundo de entonces, de st original desarrollo que conduce a la Revolucién de Octubre, y otra bien dis- tinta es nacionalizarlo. ;Como si no hubiera una re~ alidad objetiva cognoscible, y todos los anilisis fue- ran validos y cientificos simulténeamente, y la gene- ralizacién te6rica fuera admisible apenas a nivel de ‘una prdctica limitada y nacional! Y por consecuencia no fuera posible definir en términos tedricos la reali- dad del mundo de hoy en que se diversifican los cu sos revolucionarios en cada pais 0 regidn. Al ofrlos, parece que escuchdramos a Pascal cuando utilizaba el relativismo en beneficio de ta fe: *Verité en deca des Pyrinées; erreur au deld’.” Es decir: verdad mas. acé de los Pirineos; error mis alld. “Marx reclamé una filosofia que fuera capaz de transformar el mundo y no s6lo de interpretarlo; pe- fo nunca pens6 subsumir la teoria en la préctica. Le- nin afirmé que sin teoria revolucionaria no habré verdadero movimiento revolucionario, extendiendo el concepto a la identidad del partido. ¥ lo demostrs te6rica y précticamente con la Revolucién Rusa”. EI método leninista y América Latina Esta relacién Marx-Lenin ¢s ilustrativa respecto a lo que puede decirse del desarrollo actual de la reali- dad contemporinea, o sea, del desarrollo del mar- xismo-leninismo. Pero, por lo mismo, yo creo que el método de Lenin es el método para manejarnos en América Latina y en todas partes del mundo. Lenin, marxista, que no revisa a Marx, sino que s¢ inspira en su teoria y en su método, en un sentido vivo y creador, en la realidad conereta de Rusia y del mun- do que nace en el periodo del imperialismo ~ que es la gran cuestiGn de la relacién entre los principios yla creatividad ~ lamaba en “Nuestro programa” al des- arrollo independiente del marxismo; es decir, en ¢a- da pais, aplicando el método marxista-leninista, ins- pirdndose en Marx, Engels y Lenin, es neces desarrollar creadoramente la teoria de nuestra pro- pia revolucién, el andlisis de la realidad objetiva las cortelaciones de clase, e! papel peculiar de lo nacio- nal en el proceso revolucionario. ‘Ahora, si cualquiera de nosotros hipostasia lo na- ional y lo opone a los principios det internacionalis- ‘mo, entonees salta del dogmatismo al revisionismo, al oportunismo y al nacionalismo. Por eso afirma- ‘mos rotundamente la diversidad de la vias al socialis- mo, subrayadas por Lenin. Cualquicra comprende que la via revolucionaria en América Latina es pecu- liar, determinada por nuestras relaciones con el im- Perialismo norteamericano, por los niveles de des- arrollo del capitalismo, por el papel de las clases. Pe- ro ain dentro de esta peculiaridad latinoamerica existen las singularidades de cada pats. Por un lado, tenemos un enemigo comin, el imperialismo nortea- mericano. No verlo es miopia y estrechez, es mirar el mundo por el ojo de la cerradura. Por otro, tenemos la diversidad infinita de las situaciones politicas en cada pats del continente. Es decir, lo que nosotros Hamamos la unidad y diversidad del proceso revolu- cionario latinoamericano, no inventado por los revo- lucionarios, sino determinado por las condiciones de nuestra relacién con el imperialismo norteamerica- no y por cantidad de elementos histéricos comunes. Y por otro lado, la revolucién de nuestros paises transitar4 por caminos peculiares, diferentes, mar- cados por lo nacional y mucho mas en el camino de la téctica. Lo ha mostrado la revolucién cubana, que si- guiendo la tradiciGn de 1a revolucién rusa - que fue un escindalo te6rico para la II Internacional ~ ¢s también, en el limite del continente, un escindalo teGrico; pero son un escandalo tedrico todas las astu- cias de la historia, que no invalidan empero ciertas tendencias hist6ricamente comunes, ciertas leyes ge- nerales, definitorias del trénsito hacia el socialismo, y que en ultima instancia, se manifiestan en la singu- laridad y se expresan y concretan en las caracteristi- cas mds originales de cada proceso. Recordemos lo dicho por Fidel muchas veces: que incluso la tesis so- bre cl papel de vanguardia del partido se ha encarna- do singularmente en Cuba. Hay leyes generales co- ‘munes, pero no hay modelos. A veces, los que quieren disminuir el papel del so- cialismo real nos empujan a una polémica viciosa so- bre los modelos. ;Quién lo ha dicho? ;Lenin hablo acaso de modelos? Hablé siempre, incluso en los textos mas duros volcados contra el revisionismo, so- bre Ia variedad infinita de situaciones. Es una falsa polémica, artificiosa, en que a veces, desgraciada- mente, los marxistas-leninistas se dejan encerrar. No hay dos revoluciones iguales, como no hay dos procesos nacionales exactamente repetibles. Lo que s¢ reitera, en lo profundo, como esencia, son deter- minadas leyes generales. Pero el mismo Lenin decia en sus acotaciones a la “Logica” de Hegel, que el fe- némeno es més rico que Ia ley, porque comprende incluso a la ley misma, Por lo tanto, no se puede hablar mas que en forma artificiosa, que hay un marxismo ruso, el de Lenin, un marxismo de la I, de la IL, de la IIL Internacional, un marxismo de tal o cual personalidad, poniendo “en la misma bolsa”, (como decia Engels, el gran maltratado de la critica marxolégica) a Lenin con otras personalidades que en un momento determina do afirmaron la teorfa de Marx para lucgo alejarse de ella, o incluso con quienes vulgarizaron el marxis- mo en ciertos periodos. Porque nosotros no somos relativistas. El marxismo-leninismo tiene un cardc- ter cientifico que corresponde al apego a la realidad objetiva y a un método cientifico. Por lo tanto, no hay un marxismo ruso, alemdn, yugoslavo, chino 0, como dicen algunos, castrista. La tarea necesaria de aplicar el marxismo a su propia historia se desfigura por esta gente en sentido relativista. El historicismo absoluto de la teorfa de Marx, que Gramsci exalta, €s profundamente dialéctico, no tiene nada que ver con el historicismo vulgar, ajeno a la concepcién de la unidad relativo-absoluta de la verdad cientifica, esa unidad que Lenin explicara en obra célebre. Es decir, que la afirmacién de que el marxismo y el leni- nismo correspondieron a determinadas épocas y que ahora es necesario someterlos acritica, es un planteo relativista, como quien contrapone, en el plano de la fisica, los grandes descubrimientos cientificos del Renacimiento con las teorfas de Einstein, En el pla- no de la ciencia, hay un desarrollo dialéctico. Claro que Marx no podia haber estudiado en detalle cémo habria de ocurrir la revolucién cubana, Ese no es el tema. La negacién del leninismo es una negacion re- lativista, que en ltima instancia apunta a invalidar el carécter cientifico de la teoria revolucionaria del proletariado y su papel. Apego a la realidad, cardcter critico, ciencia de la revoluci6n socialista, infi procesos mundiales, también los latinoamericanos podrén comprenderse plenamente en el enfoque marxista y los revolucionarios que los conducen de- ben estar de pie sobre los hombros de Marx y de Le- todo de interpretacién de la realidad, incluso sobre sus experiencias, El marxismo-leninismo es siempre vital porque es gufa para la accién. El estudio cuida- doso de Marx y de Lenin esta cargado de lecciones actuales fecundantes para todos los procesos y tam- bién para el latinoamericano. A eso me referiré mas adelante. Lo nacional y lo internacional en la teoria En realidad, cuando se habla de un marxismo con indicacién de nacionalidad, de un latinoamericano- Jeninismo o marxismo, o de otros nombres continen- tales 0 nacionales cuya variedad podria ser infinita (es el viejo planteamiento del inefable Mao de “chi- nizar” el marxismo), hay en verdad una contradi cién de fondo: el concepto de marxismo con indica- cién de nacionalidad enfoca de manera simplista la contradicciGn dialéctica real entre las formas hist6ri co-concretas con que encarna el proceso revolucio- nario en un pais oenun grupo de paises, y elcardcter universal de la teoria cientifica. Era otro el criterio de Marx cuando proclamé que la lucha del proteta- riado es nacional por su forma e internacional por su contenido. Y ya Antonio Labriola, que influyé en las posiciones de Gramsci, (como Lenin, quien en ulti- ma instancia es el inspirador de Gramsci, ya que : “Muchos se han afana- do en completar (el marxismo) ora con Spencer, ora con el positivismo, ora con Dios sabe qué; otros quieren afrancesar, italianizar o rusificar el mater lismo hist6rico” ... “Olvidan dos cosas: que esta doctrina lleva en si misma las condiciones y los mo- dos de su propia filosofia y que es, tanto en el origen como en Ia sustancia, internacional” Claro esta que el hecho de ser internacional no ab- sorbe ni liquida lo nacional. Lo caracteristico es que cada revolucién entronca, aunque sea un cambio cualitativo fundamental, en la historia de cada pue- blo, y por lo tanto, el marxismo-leninismo es una teorfa y un método valido para la interpretacién de los procesos de la revolucién latinoamericana. valido como guia para la accién, es valido por las, premisas tedricas y prdcticas que ya ha acumulado en el mundo de hoy; es valido por las aportaciones in- terpretativas de Lenin al estudio de las fases de la re- volucién, al papel hegemOnico del proletariado en las revoluciones democratico-burguesas 0 democt tico-antimperialistas, es vilido en el estudio del en- tronque objetivo, histérico de las revoluciones de los, pueblos coloniales, semicoloniales y dependientes, con el cauce de la revoluci6n socialista internacional Y cs vilido en el andlisis de la teoria del imperi mo. Nadie tan avizor como Lenin para distinguir la peculiaridad latinoamericana de las relaciones con el imperialismo. Incluso en nuestro movimiento ha ha- bido muchas veces procesos de simplificacién, de dogmatizacién y de desfiguracién, hablando de que los pueblos de América Latina eran semicoloniales y mifeudales. Lenin nunca dijo eso. Lenin estudia cuidadosamente y como un caso particular de la do- minacién imperialista, a los pueblos de América La- tina y establece los fundamentos de la teoria de la de- pendencia, que no tiene nada que ver, desde luego, con los valiosos aportes documentales de la critica al imperialismo de Theotonio Dos Santos y sus amigos, pero también con el cardcter no dialéctico de su estu- dio de las relaciones entre América Latina y el impe- rialismo, América Latina en el enfoque de Lenin Lenin sefiala los paises de América Latina, sobre todo en el sur, y ejemplifica con la Argentina, como, un grado particular de relaci6n: la dependencia. Y era légico. Ahora, decir que Lenin no estudid esto 0 no lo desarroll6 lo suficiente, es — hablando en len- guaje muy diplomatico — por lo menos desconoci- miento. Porque Lenin establece las direcciones de estudio, muestra que Argentina y otros paises que ‘obtuvimos la independencia politica en el siglo XIX, que desde entonces entramos en los caminos de evo- lucién hacia el capitalismo, estamos enlazados en la marafa de la dominaci6n econémica, de la domina- cin financiera, ya que somos pafses dependientes. Es decir, ensefia, por principio y método, que la re- volucién latinoamericana es por esencia antimperia- lista, El camino nuestro ha lismo es el ca- mino de la derrota del imperialismo, en primer tér- mino, del imperialismo norteamericano. Claro, no planteado aisladamente de las contradicciones inter- nas, de la lucha de clases interior, de la lucha contra las oligarquias financieras de nuestros paises, del fascismo ahora en el sur. Lo determinante, en pri- mer término, de nuestfa revolucién, es nuestra rela- ién con el imperialismo de EE.UU. que es a su vez el gendarme mundial, el empresario de la guerra. Lenin ensefta el método para el estudio de los paises que toman el camino del capitalismo tardio. Empie- za el mismo Lenin por descubrir ese mismo fendme- no en Rusia, en el estudio sobre el desarrollo del ca pitalismo en Rusia, su obra juvenil. Seria absurdo mecanizar y calcar para América Latina tal ensayo porque corresponde a un pais que viene de la servi- dumbre, con determinadas caracteristicas, con una autocracia. Pero el método es lo esencial para el es- tudio de un gran tema: los niveles del desarrollo ca- pitalista en América Latina, por lo tanto, los niveles de fa lucha de clases, de la conformacién de las cla- ses, acerca de lo cual, como ustedes saben, hay mu- cha polémica. Hay desde los que piensan que Améri- ca Latina se equipara por sus niveles de desarrollo més con Asia y Africa, y los que pensamos que el desarrollo del capitalismo en América Latina es un desarrollo capitalista deforme, pero es capitalismo, casi no quedan en ningtin lugar resabios feudales més 0 menos puros, aunque hay diversos resabios precapitalistas en las regiones mas atrasadas , Este desarrollo se ha hecho dentro de la dependencia del imperialismo, sin revolucién agraria, sin transforma- les antilatifundistas, salvo México, donde se hiciera una revoluci6n agraria més alld de sus variaciones de futuro, que no es ahora del caso analizar, que determinan el caréeter deforme del ca- pitalismo y que en una etapa determinada forma mo- nopolios; es el capital financiero que es la base del fascismo en el sur. ¥ que, por lo tanto, ese andlisis biisico de las relaciones de produccién y de las rela- ciones con el imperialismo, que también se inserta en las relaciones internas de produccién, significa fundamentos para establecer una teorfa de nuestra revolucién. Y Lenin nos aporta el estudio y cl erite- rio de que todas las revoluciones tienen fases de des- arrollo, que no es fatal contraponer un proceso que es necesario recorrer (democratico y antimperialis- ta, con todas sus peculiaridades) al objetivo del so- cialismo. Hay que verlo dialécticamente. Y en paises de América Latina, con los niveles de desarrollo ca- Pitaiista, nuestra revoiucion es, sin duda, global- mente, democratica, antimperialista, pero lleva en si premisas que tienden hacia el socialismo, como lo demostrara Cuba, como lo demostré Chile a pesar de su tragedia, como puede demostrarse en otros lu- gares. Los niveles de la lucha de la revolucién lat noamericana, crean premisas s6lidas para marchar hacia el socialismo, en todas nuestras revoluciones. Ahora, como manejar esto, cémo hacer el proceso, (1) Si bien esos mismos vestigios estin subordi- nados y maleados por el desarrollo capitalista. In cluso el latifundio ~legado del feudalismo tardioes- pafiolo portugués~ y que sufriera transformaciones a través del tiempo, esti asimilado, subordinado, 0 integrado en las economfascapitalistas. Y son parte de la deformidad de su desarrollo. cémo recorrerlo desde los planos técticos, es un te- ‘ma mucho ms complejo, al cual trataré de referirme en la parte final. Producci6n de teoria como desarrollo de la teoria Por lo tanto, a partir de Lenin, que nos otorga de- terminadas premisas tedricas y la experiencia de aplicacién del método, nosotros debemos ver que hay una praxis de la revolucién latinoamericana, que ya hay una revolucién socialista triunfante en Cuba, que hay revoluciones democraticas, antimperialistas avanzadas, radicales y populares, en Nicaragua y en Granada, que hay procesos de acumulacién de fuer- zas y de material explosivo en la lucha antimperial ta. ¥ asu vez, hay cantidad de matices que nos obli- gan a pensar cuidadosamente los problemas de la es trategia y la tactica. Frente al fascismo, por ejemplo. Antes, en todo un periodo hist6rico, en Uruguay, tuvimos la gran tarea de construir la fuerza social de la revolucidn uruguaya. Contribuimos a unir a toda la clase obrera y a los asalariados, a incorporar a los estudiantes y a la Universidad a la alianza con a cla- se obrera, los profesionales universitarios, los inte- lectuales, Fuimos construyendo al mismo tiempo un fuerte Partido Comunista, que tuvo un importante desarrollo, y fuimos conformando en el plano social ico, el frente democratico antimperialista, que culmina en el Frente Amplio, que sintetiza todo es- to, con la alianza de toda la izquierda, militares pro- gresistas, gente desprendida de los grandes partidos € incluso con el Partido Deméerata Cristiano. Pero ante la amenaza del fascismo, y después ante el fas- cismo, nosotros ensanchamos nuestra estrategia y nuestra tdctica, la ensanchamos porque todo enemi- g0 del fascismo en el plano social y en el plano politi- co, en el plano ideolégico, 0 en cualquier zona de contradiccién, pas6 a ser automaticamente nuestro aliado. El sistema de alianzas se ensancha, se extien- de extraordinariamente. {Pero debemos dejar de la- do el frente antimperialista y disolverlo en nuestro sistema de alianzas? En el Uruguay, no; nosotros creemos que no. Es decir, nosotros elaboramos y lle- vamos adelante el encaramiento dialéctico de las alianzas en América Latina, en amplitud y en pro- fundidad. En amplitud, todos aquellos que son ene- migos del fascismo, todos aquellos que hoy se opo- nen a la politica feroz, imperialista descarada, de metodologta fascistizante de Reagan, son nuestros amigos. Desde luego, con gran parte de ellos no po- demos hacer la unidad y constituir un frente, pero podemos coincidir. Lo mismo vimos en relacién a Uruguay: si adentro nosotros hablamos de unidad y convergencia, unidad de la izquierda y convergencia de todos los que estan frente al fascismo, en lo exter- no, pueblos y gobiernos opuestos al fascismo o que resisten al imperialismo deben coincidir en la gran lucha comin. En profundidad, unir a la izquierda, unir a los antimperialistas, fortalecer por todos los caminos las fuerzas que avanzan hacia la revolucién, Pero una cosa nose contrapone a la otra, Por eso, €s- tar con Lenin no significa repetir textualmente pala- bras de Lenin. Ya decfamos en la citada interven- cin: “La praxis revolucionaria mundial - que se nu- tre primordialmente de la experiencia de cada pue- blo ~ enriquece Ia teorfa, produce teoria; es la re- creaci6n sin tregua de la practica y teorfa tan caracte- ristica del marxismo, Pero ello ocurre como desarro- lo de una teoria cientifica y no como negacién pura ysimple. El marxismo y el leninismono comprenden s6lo, mucho més cuando pisamos el umbral de los, afios ochenta, las tesis fundamentales claboradas por Marx, Engels y Lenin durante sus vidas, sino también todo el resultado ~ susceptible de generali- zacién te6rica ~ de la revoluci6n de nuestro tiempo inclufdos, en ciertos campos, los logros de la revolu- cién cientifico técnica y, en otros, todo el estudio critico de la cultura contemporanea”. El mundo en. revolucién contempordnco hace estallar esquemas, €s profundamente antidogmatico, esté leno de des- afios, de problemas coneretos. Y hay que reconocer- lo: en el plano de la teoria, los marxistas-leninistas retrasamos, frente a este mundo en movimiento. Y esto no es una vergiienza sino un acicate para la buis- queda y la nueva generalizacién. Y esto esasi no sélo porque Lenin decia que la teoria retrasa de la practi- ¢a, y que la practica es mas rica que la teoria del par- tido més desarrollado. Lo dijo al hablar de la revolu- cién rusa, polemizando con los viejos bolcheviques y después insiste en los “Cuadernos hlosohicos™. Pero Ja lucha antidogmatica fundamental no es empirista, se basa en la teorfa, que es el marxismo-lenii por lo tanto discrepamos con los que afirman que hay una crisis del marxismo-leninismo. El mundo de hoy es triunfo de la revolucién rusa como base de to- da nuestra época, extensién del socialismo en Euro- pa, victoria del socialismo en Asia y en América L tina; el encaramiento por paises diversos de la viano capitalista de desarrollo como previera Lenin, eleva- cién del papel de la clase obrera, irradiacién mundial del marxismo-leninismo. Es evidente que en la esen- cia de nuestra época, han sido verificadas en el labo- ratorio de la vida y en las revoluciones de los pue- blos, las tesis fundamentales de Marx, Engels y de Lenin. Y en particular esta multigamada praxis con- tempordnea esta prevista en la teorfa leninista de ta mo; revolucién socialista internacional y esté cimentada en la revolucién rusa, obra de todo un pueblo, pero obra de Lenin. La teoria ante su propia historia Ciaro esta, serra apsurdo negar que en cf pasado distintas veces hemos cometido errores. Nadie gana- rfa.con pretender tapar los errores y creer que la his- toria de la mas grande revolucién de todos los tiem- pos transcurrié en forma idilica, en forma lineal, bre de culpas. No, el movimiento comunista interna- cional, empezando por la Unidn Soviética y el CUS, han hecho su autocritica, y la hicieron en el momen- to de la victoria, y ello engrandece al movimiento marxista-leninista, no lo disminuye, Lo que hizo ri- sis fueron sin duda los errores, a veces dogmatismo, © de esquematismo, que en la obra gigantesca de cambiar el mundo, como pide La Internacional, se cometieron al transitar por caminos totalmente inex- plorados. Es un mérito hacer la autocritic: ¢s seguir practicdndola como parte indiv nuestro método. como lo ible de Por lo tanto, estamos contra una historia mani- quea, toda en blanco y negro: estamos en contra de Jos que, hablando de crisis de! marxismo-leninismo, quieren transformar a historia gloriosa de nuestro tiempo en una especie de itinerario de los errores del movimiento comunista internacional, para llegar en iltima instancia, a decir: “Bueno, el socialismo real es un socialismo de segunda categoria, una especie de subproducto del mundo subdesarrollado". “Es un socialismo que no es lo que hay que desear ni imagi- nar”, se dice. Y esas conclusiones, en fin de cuentas, conducen a que la gente pierda la perspectiva revolu- cionaria, 0 vea s6lo como posibilidad un emparcha- miento reformista. Hay un cuadro de Daumier que muestra a los muertos de las revoluciones del 30 y del 48 y muestra ala vez, junto con ello, a los especuladores. La pre- gunta que hacia Daumier era: ,valfa la pena hacerse matar? En ultima instancia, la tesis de invalidacién de toda la mejor historia de nuestra época desde 1917, conduce a esta desolada conclusiGn antirrevo- lucionaria: ;valfa la pena hacerse matar? Millones de hombres muertos en las revoluciones, en la gue- rracontra el nazismo, en las luchas contra la dictadu- ra, y al final, en la hora de la meta, ,qué? Es decir, este planteamiento es profundamente erosivo, des- de el punto de vista del movimiento revolucionario mismo, desde el punto de vista del proletariado, des- de el punto de vista de las transformaciones sociales. No cerramos el debate entre marxistas, no creemos que hay una verdad revelada. Una cosa eran los de- bates entre Lenin y Rosa Luxemburgo, admirable revolucionaria, aunque cometiera errores en el pla- no tedrico, y otra cosa es pensar que tanto Lenin co- mo Rosa Luxemburgo tenfan raz6n ala vez sobre los temas en debate. No. Hay una verdad cientifica, de- batida, comprobada, pero no hay dos verdades con- cretas, vélidas a la vez. Por lo tanto, ni método empfrico de interpreta- cién histérica, ni seudo “marxismo abierto” usado en el sentido de desdibujar los principios y concep- ciones “angulares” y que por tanto permita todo tipo de hibridaciones tedricas, ni “sistema cerrado” que piense que ¢s un conjunto de tesis en disponibilidad a aplicar en todas las situaciones. El marxismo es critico y revolucionario, como lo decfa Lenin. Como también ¢s falso el abandono de Lenin. Et mis cotizado de los tedricos de Europa, después de Lenin, Antonio Gramsci, leninista a quien admiro, recuerdo que decia en sus “Quaderni del carcere”: “Marx en un creador de Weltanschauung (concep- cién del mundo), pero cual es la posicién de lich? Es puramente subalterna? La explicacién se en- cuentra en el mismo marxismo, ciencia y accién. Es estipido y ocioso hacer paralelismos entre Marx € ich, para llegar a una jerarquia. Expresan dos fa- ses: ciencia y accidn, homogénea y heterogénea, al mismo tiempo. Esto es fundamental. Il. - LA PRACTICA DE LA REVOLUCION EN AMERICA LATINA Un continente en revolucién Yo pensaba incorporar aqui una breve resefia de la tlegada del leninismo en América Latina en el pla- no histérico, pero pienso que serfa excesivo. Me li- mitaré a una vision general de la problemética mas actual. Creo que vivimos un momento fundamental de ‘América Latina, Muchas veces hemos dicho que so- ‘mos un continente en revolucién, y cuando habla- mos de esto, no acufiamos una expresién que pueda dar base a concepciones extremistas. Hablamos del punto de vista de la gran historia y de la historia préc- tica del ultimo cuarto de siglo en América Latina, del hecho determinante que se ha vuelto un eje de todo el proceso continental, desde la victoria cuba- na, Distintas pueden ser fas temperaturas de cada pais, la unidad y diversidad del continente, de que hemos hablado, las diferencias técticas. Unos vivi- mos en un régimen democratico, otros vivimos en paises donde el fascismo se impone; unos vivimos en lugares donde se lucha con las armas en Ia mano, otros estamos construyendo las fuerzas que sean ca- paces de abatir el fascismo y el imperialismo. Hay temperaturas distintas, niveles politicos distintos, si- tuaciones coneretas distintas, estratégicas, técticas, basadas en las condiciones objetivas. Pero, en su conjunto, nuestro continente entré, desde mediados de los aiios $0, en un proceso revolucionario, como un continente en revolucién, entendiendo esto. como 1a maduracién econémico-social y politica de las re- laciones con el imperialismo y en las entrafias mis- mas del continente, de las premisas para un cambio democratico, antimperialista, tendiente al socialis- mo. Por lo tanto, la vida misma plantea ante las van- ‘guardias, en el plano tedrico y en el terreno prictico un tremendo desafio. Pensamos que con la victoria en Nicaragua, particularmente, se inicié una nueva, hora de América Latina, una nueva hora sefialada por el triunfo de la revolucin democritica antimpe- rialista, popular, radical, que ademas, por haber transcurrido con las armas en la mano, destruy6, arrasé el viejo aparato burocratico militar de la tira- nia y colocé histéricamente en el orden del dia en el continente acabar con el fascismo, con la tirana, y elevar toda la lucha antimperialista general. Nosotros, cuando hablamos de un continente en revolucién, pensamos que esta historia del dltimo cuarto de siglo esta sefialada por grandes periodos, que se abre, en cierto sentido, como una explosién, con las revoluciones fracasadas de Bolivia y Guate- mala, con las caidas de Pérez Jiménez, Rojas Pinilla, etc., con el desenvolvimiento de las luchas de la clase obrera en un plano superior, con la precipitacion al campo de la revolucién de la intelectualidad, de los universitarios, de los estudiantes, con la agudizacién de la crisis agraria, con la quiebra de las concepcio- nes de mucha gente, acuftadas bajo el imperio de la guerra fria — al estilo, en otras condiciones de la ac- tual politica de Reagai Ese proceso que se inicia en estas circunstancias culmina, produciendo un cambio cualitativo sustan- cial, con la victoria de la revolucién cubana. La revo- lucién cubana es un cambio cualitativo fundamental; tan es asi que si hablo de otros periodos, veremos que todos ellos han sido remarcados por este hecho esencial. Cuba triunfa como un desaffo ante la nariz

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