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traduccién de FLORA BOTTON BURLA LA CONQUISTA _ DE AMERICA el problema del otro or TZVETAN TODOROV SB ICESI BIBLIOTECA 8% [CEST sieuioreca mu editores Oo “MM OS Zoe siglo xxi editores, s.a. de c.v. siglo xxi editores, s.a. Siglo xxi de espaha editores, s.a. MENENDEZ PIDAL 2 BIB, 26036, MADRID, ESPANA “icin a euidado de mart soler porta de nara lis martinez passarge primera ediiin en espaol, 1987 ‘ecimoquinta edicon en espaol, 2007 ‘siglo eitores. sa dee. ‘sn 10: 968-29-1217-5 ‘sh 13: 978-968-23-1217.5 primes scion n reds, 1982 Tul origina: ls congue de amrique lo question de are erecos reservados conform alley impress y hecho on mexiorpind aid made in mexico {INDICE GENERAL 1. DESCUBRIR El descubrimiento de América, 13; Colén hermeneuta, 23; Colén y los indios, 41 2. CONQUISTAR Las razones de la victoria, 59; Moctezuma y los signos, 70; Cortés y los signos, 106 3. AMAR Comprender, tomar y destruir, 1375 Igualdad 0 desigualdad, 157; Esclavismo, colonialismo y comunicacién, 182 4. CONOCER ‘Tipologia de las relaciones con el otro, 195: Duran, el mestizaje de las culturas, 212; La obra de Sahagiin, 229 EPILOGO: LA PROFECIA DE LAS CASAS NOTA BIBLIOGRAFICA INDICE DE ILUSTRACIONES INDICE DE NOMBRES Y DE OBRAS ANONIMAS 13 59. 195 255 265 273 275 1, DESCUBRIR, EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA Quiero hablar del descubrimiento que el yo hace del otro. El tema es inmenso. Apenas lo formula uno en su generalidad, ve que se subdi- vvide en categorias y en direcciones multiples, infinitas. Uno puede descubrir a los otros en uno mismo, darse cuenta de que no somos ‘una sustancia homogénea, y radicalmente extrafia a todo lo que no €8 uno mismo: yo es otro. Pero los otros también son yos: sujetos como yo, gue sélo mi punto de vista, para el cual todos estin alli ¥ s6lo yo estoy agui, separa y distingue verdaderamente de mi..Pue- do concebir a esos otros como una abstraccién, como tna instancia de la configuracién psiquica de todo individuo, como el Otro, el otro ¥ otro en relacién con el yo; o bien como un grupo social concreto al que nosotres no pertenecemos:'Ese grupo puede, a su vez, estar en cl interior de la sociedad: las mujeres para los hombres, los ricos para Jos pobres, los locos para los “normales"; o puede ser exterior a ella, es decir, otra sociedad, que sera, segtin los casos, cercana o Iejana: seres que todo acerca a nosotros en el plano cultural, moral, hist6ri~ co; 0 bien desconocidos, extranjeros cuya lengua y costumbres no entiendo, tan extranjeros que, en el caso limite, dudo en reconocer nuestra pertenencia comin a una misma especie, Esta problemética del otro exterior y lejano es la que elijo, en forma un tanto cuanto arbitraria, porque no se puede hablar de todo a la vez, para empezar una investigacién que nunca pdr acabarse. Pero zcémo habla de ella? En tiempos de Socrates, el orador solia reguntar al auditorio cual era su modo de expresion, 0 género, pre~ ferido: zel mito, o sea el relato, o bien la argumentacién légica? En Ia época del libro, no se puede dejar esta decisién al piblico: ha sido necesario hacer una cleccién previa para que el libro exista, y uno se conforma con imaginar, o desear, un piblico que respondiera de tal manera con preferencia a tal otra; y uno se conforma, también, con escuchar la respuesta que sugicre 0 impone el tema mismo. He legido contar una historia, Mis cercana al mito que a la argumenta~ i6n, se distingue de ellos en dos planos: primero porque es una his~ [3] 1“ DESCUBRIR toria verdadera (cosa que el mito podia pero no debia ser), y nego porque mi interés principal es mas el de un moralista que el de un historiador; el presente me importa més que el pasado. A Ja pregun- ta de cémo comportarse frente al otro, no encuentro mis forma de responder que contando una historia ejemplar(ése sera el género cle feido), una historia que es, pues, tan verdadera como sea posible, pero respecto a la cual trataré de no perder de vista lo que los exégetas de la Biblia lamaban el sentido tropol6gico, o moral. ¥ en este libro alternatan, algo asi como en una novela, los restimencs, o visiones de conjunto sumarias; las escenas, 0 andlisis de detalle Henas de citas; en las que el autor comenta lo que acaba de ocurrir; y, frecuentes clipsis u omisiones: pero zno es ésc el punto de partida de toda historia? De los numerosos relatos que se nos ofrecen, he escogido uno: 1 del descubrimiento y la conquista de América. Para hacer mejor tas cosas, me he dado una unidad de tempo: el centenar de aftos que siguen al primer viaje de Col6n, es decir, en bloque, el siglo xvy; una tunidad de lugar: la regién del Caribe y de México (lo que a veces, se llama Mesoamérica); por éiltimo, una unidad de accién: la pereep- ‘cin que tienen los espafoles de los indios sera un Gnico tema, con tuna sola excepcidn, que se refiere a Moctezuma y a los que lo rodean, ‘Dos justificaciones findamentaron —a posteriori— Ia clecci6n de este tema como primer paso en el mundo del descubrimiento del otro. En primer lugar el descubrimiento de América, o més bien el de los, americanos, es sin duda el encuentro mas asombroso de nuestra his- toria, En el “descubrimiento” de los dems continentes y de los demés hombres no existe realmente ese sentimiento de extrafieza radical: Jos europeos nunca ignoraron por completo la existencia de Africa, 6 de la India, o de China; su recuerdo esti siempre ya presente, des- de los orfgenes. Cierto es que la Luna esta mis lejos que América, ‘pero sabemos hoy en dia que ese encuentro no es tal, que ese descu- brimiento no implica sorpresas del mismo tipo: para poder fotogra~ fiar a un ser vivo en la Luna, es necesario que tn cosmonauta vaya a colocarse frente a la cimara, y en su casco s6lo vemos un reflejo, tel de otro terricola’"Al comienzo del siglo xvt los indios de Am a, por st parte, estin bien presentes, pero ignoramos todo de ellos, aun si, como es de esperar, proyectamos sobre los seres recientemente descubiertos imagenes ¢ ideas que se refieren a otras poblaciones leja~ nas (ef, fig. 1). Elencuentro nunca volver a alcanzar tal intensidad, si ésa es la palabra que se debe emplear: e siglo xvi habra visto per petrarse el mayor genocidio de la historia humana. EL DESCUBRIMIENTO DE AMERICA 15 Pero el descubrimiento de América no sélo es esencial para noso- tos hoy en dia porque es un encuentro extremo, y ejemplar: al ado de ese valor paradigmitico tiene otro mas, de causalidad directa. Cier~ © es que la historia del globo esta hecha de conquistas y de derrotas, de colonizaciones y de descubrimientos de los otros; pero, como tra~ taré de mostrarlo' el descubrimiento de América es lo que anuncia y finda nuestra identidad presente:)aun si toda fecha que permite separar dos épocas es arbitraria, no hay ninguna que convenga mas para marcar el comienzo de la era moderna que el aio de 1492, en que Colén atraviesa el océano Atlintico. Todos somos descendien- tes directos de Colén, con él comienza nuestra genealogia —en la ‘medida en que la palabra “‘comienzo” tiene sentido, Desde 1492 esta~ ‘mos en una época que, como dijo Las Casas refiriéndose a la nave~ gacién de Colén, es “tan nueva y tan nunca [, vista ni ofda” (His- toria de las Indias, 1, 88).! Desde esa fecha, el mundo esté cerrado (aun sil universo se vuelve infinito), “c el mundo es poco”, como habri de declarar en forma perentoria el propio Colén (“Carta a los Reyes”, 7.7.1503; una imagen de Colén transmit algo de este espiritu, cf. fig. 2); los hombres han descubierto la totalidad de la que forman parte mientras que, hasta entonces, formaban una parte sin todo; Este libro sera un intento de comprender lo que ocurrié aquel dia, y duran- te cl siglo que le sigui6, por medio de la lectura de algunos textos, Sree Giversided lingdstia no existe, puesto que la lengua es nat cal Elan ant mis somos evant gue Cole isn Kglots yal mismo ticmpo earece de lengua mater: emplea igual- ete (oma) el enavés, el latin, el porkogués el espaol peo Is certdumbresieolgicas sempre han sabido dominar as contin tescas individuals, Su misma convicciOn de que Asia est cerca quel da elyaor de por, devas em mlentendde gic see rade. La opinién comin de su tiempo quiere que la tier J Asia por laa ocidetales my grad, ncusoinsvable, Colén {oma por autoridad al asténomo fabe Alffagano, que indica con bantanteexattad la circunferenela def terra, pero que se expresa ch las aes, saperires en cio as millasitaianasfasia~ 1 Co ae trmin tengasigteadon ie ae conv las diferentes tradiciones (0 lenguas, 0 context) (Fa~ Fee ia ationas ya mel epacce a8 medida Sever aes Yang Asa get done ase qu Fe ncuent suelo de descubrir América, ae ca op ivrarad ds engas, loc, ee a und lengua extranjera, slo le deja dos posibilidades de comporta- shiento complementariasreeonoger que es una Tengu pero neat edit, cone sifrenpto nase 2 sae ee de una lengua... Esta dltima reacci6n es la que pro- wae Gatos qu enenra my al print 12 de octubre Sr 1492; al verlos, se promete: "Yo, placiendo a Nuestro Seon, Ie Sarde agua depo de mi partido seis VA. para que deprendan Eeblae (estos terminos hocaron tan sls dferenes eadutorcs frances de Colon gue todos clos corrigern: "qu aprendan nesta Tengua'), Mis ard, amite que tienen una lengua pero no legs 2 tontumbrarse totalmente a aiden de que cs diferent, y persist en Sir palabras fame en Toque dicen, yen halal como si debie> van womprendero, o en rprockarles a mala promunciacin de nom: Beso de palabras ue re econocer Con ayuda dea deformacion doce, Colon emprendedilogsehuscoscimaginasos, emis pro Tongade de Tos cases se refere al Gran Kan, objetivo desu vale Ts indiosemoncian Ta palabra Cars, para dsigat as habitants {eanropéfagon) del Caribe. Colin oye cami, es decir la gent a creer que COLON HERMENEUTA, 39 Pero también entiende que segtin los indios esos personajes tienen cabezas de perro (can) con las que, precisamente, se los comen. Pero 30 sf le parece una fibula, y se la reprocha a los indios: “Y creta el Almirante que mentian, y sentia el Almirante que debian de ser del sefiorio del Gran Can, que los captivaban” (26.11.1492) Cuando Colén reconoce por fin la extrafieza de una lengua, qui- siera que pot lo menos fuera también igual a todas las demas; en suma, por un lado estan las lenguas latinas, y por el otro las lenguas extran- eras; los parecidos son grandes en el interior de cada grupo, si juz~ ‘gamos sobre la base de la facilidad que tiene Colén para las prime ras, y por cl especialista en lenguas que se lleva consigo, para las segundas: cuando oye hablar de un gran cacique en el interior de las tierras, el cual imagina que es el Kan, es decir cl emperador de Chi= na, Ie envia como emisario “un Luis de Torres, que habfa vivido con el Adelantado de Murcia, y habia sido judio y sabia diz que hebraico y-caldeo, y aun algo aribigo” (2.11.1492). Cabe preguntarse en qué idioma se habrian desarrollado las conversaciones entre Colén y el ‘acique indio, alias emperador de China; pero este tltimo no acudié ala cita El resultado de esa falta de atencién al idioma del otro es facil de prever: en realidad, durante toda el primer viaje, antes de que hubieran aprendido a “hablat” los indios que se levé a Espafia, la incompren~ sién es total, 0, como dice Las Casas al margen del diario de Colén: “Al revés entendian de Io que los indios por seftas les hablaban" (30.10.1492). Después de todo, el asunto no es chocante, ni siquiera sorprendente; en cambio, lo que si sorprende es el hecho de que Col6n pretenda regularmente que comprende lo que le dicen, al tiempo que da pruebas de su incomprensién. Por ejemplo, el 24 de octubre de 1492 escribe: "OF de esta gente que (la isla de Cuba] era muy gran- dey de gran trato y habia en ella oro y especerias y naos grandes y mercaderes.” Pero dos lineas mas adelante, el mismo dfa, aftade: “por lengua no los entiendo”. Lo que “oye”, pues, es sencillamente tun resumen de los libros de Marco Polo y de Pedro de Ailly. “Enten- dia cl Almirante que alli venian naos del Gran Can, y grandes, y que de alla tierra firme habia jornada de diez dias" (28.10.1492).“Tor- no a decir como otras veces dij, dice 6, que Caniba no es otra cosa sino la gente del Gran Can, que debe ser aqui muy vecino.” Y aiiade este sabroso comentario: “Cada dia entenclemos mas a estos indios y ellos a nosotros, puesto que muchas veces hayan entendido uno por otro (dice el Almirante)” (11.12.1492). Contamos con otro relato gue ilustra la forma en que los hombres de Colén se hacfan entender a DESCUBRIR por los indios: “Y creyendo que saliendo dos o tres hombres de las barcas no temieran, salieron dos cristianos diciendo que no hobiesen miedo en su lengua, porque sabfan algo de ella por la conversacién de los que traen consigo. En fin, dieron todos a buir, que ni grande ni chico qued” (27.11.1492) Por lo demas, Colén no siempre se deja engatar por sus ilusio~ nes, y admite que no hay comunicaci6n (lo cual vuelve todavia mis problematicas las “informaciones” que cree sacar de sus conversa~ ciones): “No sé la lengua, y la gente de estas tierras no me entienden niyo ni otro que yo tenga a cellos” (27.11.1492). ¥ también dice que no entendfa su lengua “sino por discreci6n” (15.1.1493); sin embar- go, ya sabemos lo poco confiable que es ese método. ‘La comunicacién no verbal no logra mayores éxitos que el inter~ cambio de palabras. Colén se apresta a desembarcar en la ribera con sus hombres. “Uno de ellos flos indios que habfan venido} se ade~ lant6 en el rfo junto con la popa de la barca e hizo una grande plitica gue el Almirante no entendia [no es de sorprender], salvo que los ‘otros indios de cuando en cuando alzaban las manos al cielo y daban tuna grande voz. Pensaba cl Almirante que lo aseguraban y que les placia de su venida [tipico ejemplo de wishful thinking}; pero vido al Indio que consigo trafa [y que si entendia el idioma] demudarse la cara y amarillo como la cera, y temblaba mucho, diciendo por seiias que el Almirante se fuese fuera del rio, que los querian matar” G.12.1492). ¥ aun cabe preguntar si Col6n entendié bien lo que el indio le decta “por seiias”. Y aqui tenemos un ejemplo de emision simbélica casi tan lograda como la anterior: “Ya deseaba mucho haber lengua [con los indios], y no tenia ya cosa que me pareciese que era de mostrarles para que viniesen, salvo que hice sobir un tamborin tn cl castillo de popa que tafiesen, € unos mancebos que danzasen, creyendo que se allegarfan a ver la fiesta; y luego que vieron taiter y danzar todos dejaron los remos y echaron mano a los arcos y los encordaron, y embraz6 cada uno su tablachina, y comenzaron a trar~ nos flechas” ("Carta a los Reyes", 31.8.1498). Estos fracasos no s6lo se deben a Ia falta de comprensién del idio~ ma, a la ignorancia de las costumbres de los indios (aunque Colén hubiera podido tratar de superarlas) los intercambios con los euro~ ppeos no tienen mucho mis éxito. Asi, en el camino de regreso del primer viaje, en las Azores, vemos a Colén cometer falta tras falta fn su comunicacién con un capitin portugués que le es hostil: Col6n, demasiado crédulo al principio, ve como arrestan a sus hombres, cuando esperaba tener Ia mejor de Tas acogidas; mas tarde, con gro- COLON ¥ Los INDIOS 41 sero disimulo, no logra atraer a ese capitin a su barco, para ence trarlo asu ver. Su percepcion de los mismos hombres que le rodean rho es muy clarividente: aquellos a quienes da toda su confianaa (como Roldin w Hojed) se pon inmeditamente en conta suya, mien- tras que descuida a personas que le son realmente fieles, - tas. que desc ct te fieles, como Die- Colén no tiene éxito con la comunicaci6n humana porque no le interesa, En su diario del 6 de diciembre de 1492 leemos que los indios que llev6 a bordo de su barco tratan de escaparse y se inquietan por verse Igjos de su isla. “Ni los entendia bien ni ellos a él, y diz que habjan el mayor miedo del mundo de la gente de aquella isla. Asi que, por querer haber lengua con la gente de aquella isla, le fuera necesario detenerse algunos dias en aquel puerto, pero no lo hacia por ver mucha tierra y por dudar que el tiempo le duraria." Todo «std en el encadenamiento de estas cuantas frases: la percepeién suma- ria que tiene Colén de los indios, mezcla de autoritarismo y condes- cendencia; la incomprensién de su lengua y de sus sefas; a facilidad con que se enajena la voluntad del otro en aras de un mejor conaci~ imiento de la islas descubiertas; Ia preferencia por las tierras frente alos hombres, En la hermenéutica de Colén, éstos no tienen un lugar aparte. COLON Y LOS INDIO Col6n sélo habla de los hombres que ve porque, después de todo, ellos también forman parte del paises Sus menciones de los webs tantes de las islas siempre aparecen entre anotaciones sobre la natu- raleza, en alggin lugar entze los pdjaros y los érboles. “En las tierras hhay muchas minas de metalese hay gente (en) inestimable nimero” (Carta a Santingel”, febrero-marzo de 1493). “Siempre en lo que hasta alli habfa descubierto iba de bien en mejor, af en las terras y arboledas y hierbas y frutos y flores como en las gentes” (Diario, 25.11.1492). “Las [raices] de aquel lugar eran tan gordas como la pera, y aquella gente todos diz que eran gordos y valientes”” (16.12.1492): bien se ve de qué modo se introduce ala gente, al abrigo dde una comparacién necesaria para describir las raices. “Aqui falla- ron que las mujeres casadas trafan bragas de algod6n, las mozas no, salvo algunas que eran ya de edad de dice y ocho altos. ¥ ahi habta perros mastines y branchetes, y ahi fallaron uno que habfa al nariz tun pedazo de oro que seria como la mitad de un castellano” a DESCUBRIR (17.10.1492); esta mencién de los perros en medio de las observa ‘ciones sobre las mujeres y los hombres indica claramente en qué regis- tro quedarin integrados éstos. ‘La primera menci6n de los indios ¢s significativa: “Luego vinie~ ron gente desnuda. .." (12.10.1492). El asunto es cierto; no por ello tes menos revelador el que la primera caracteristica de esas gentes que impresiona a Colén sea la falta de ropa —la cual a su vez simboliza Ja cultura (de abt viene el interés de Colén por las personas vestidas, gue podrian integrarse mas a lo que se sabe del Gran Ka est4 un poco decepcionado por no haber encontrado mas que salvajes). Y yuelve la afirmacién: “Desnudos todos, hombres y mujeres, como sus madres los parié [sie]” (6.11.1492). “Este rey y todos los otros sndaban desnudos como sus madres los parieron, y asi las mujeres, Sin alggin empacho” (16.12.1492): al menos las mujeres hubieran podido hacer algain esfuerzo. A menudo sus observaciones se limi- tan Hanamente al aspecto fisico de la gente, a su estatura, al color de su piel (mas apreciada en la medida en que es mas clara, es decir, mis semejante). “Ellos son de la color de los canarios, ni negros, ni blancos” (12.10.1492)... que son blancos més que los otros, y que centre los otros vieron dos mujeres mozas tan blancas como podian Ser en Espaiia” (13.12.1492). “Hay muy lindos cuerpos de snujeses" 21.12.1492). ¥ coneluye con asombro que, aunque vayan desnu- dos, los indios parecen estar mas cerca de los hombres que de los ani- ales, “Todas aquellas gentes islefias¢ de la tierra firme de alli, aun~ {que parescen bestialesc andan desnudos, [Jes parescieron scr bien razonables e de agudos ingenios” (Bernaldez). ‘Los indios, fisicamente desmudos, también son, para los ojos de Colén, seres despojados de toda propiedad cultural: se caracterizan, cen cierta forma, pot la ausencia de costumbres, ritos, religién (lo que tiene cierta légica, puesto que, para un hombre como Colén, los seres hhumanos se visten después de su expulsién del parafso, que a su vez es el origen de su identidad cultural), Ademiés, también est su cos- tumbre de ver las cosas como le conviene, pero ¢s significativo el hhecho de que fo lleva a la imagen de la desmudeespiritual, "Me pare- ‘6 que era gente muy pobre de todo”. escribe en el primer encuen- tro, y también: "Me pareci6 que ninguna secta tenfan"” (12.10.1492). “fata gente es muy mansa y muy femerosa, desnuda como dicho tengo, sin armas y sin ley” (4.11.1492). “Ellos no tienen secta nin- jguma ni son iddlatras” (27.11.1492). Ya se sabe que los indios estén Uesprovistos de lengua ahora se descubre que carecen de ley y reli- gién, y, sibien tienen wna cultura material, ésta no es mis digna de COLON Y Los INDIOS 45 atraer a atencién que su cultura espizitual “Traian ovillos de algo-

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