LA GOMERA
ylos
GOMEROS
JUAN FRANCISCO NAVARRO MEDEROSLA RELIGION
Las creencias
Las versiones de los cronistas y primeros historiadores de la
conquista de Canarias sobre la religion de los gomeros son, no sdlo
escasas, sino también confusas. Es normal que en este terreno la
subjetividad del relator se manifieste de forma mis acusada e inter-
prete los hechos de manera errdnea o sesgada, que debera cortegir la
critica historica, pero para ello posee muy pocos datos.
Dicen las fuentes que adoraban a Hirguan, un demonio con
figura de hombre velludo, y que un adivino de nombre Eiunche les
decia que este demonio era enemigo del dios creador, Ilamado Orahan,
que habitaba en el cielo. El problema esencial reside en llegar a saber
qué esta describiendo nuestro relator al hablar de Hirguan. {Repre-
sentaba realmente para los gomeros el mal, o lo era para el cristiano
que escribe?; {se trata de un ser inmaterial, o simplemente se esta
describiendo a un oficiante revestido con un atuendo que le daba ese
aspecto peculiar?
Ya hemos sefialado que es posible que aquel adivino fuera un
misionero dejado en la isla por Fernando de Castro hacia 1425. Pero
no lo sabemos con certeza, aunque varios autores antiguos pongan
en bocas de él, de Aguamuje (eran Aguamuje y Eiunche una misma
persona, 0 no?) y de su hijo Miguan la prediccién de la llegada de los
conquistadores por el mar, y la recomendacién de que les acogieran
bien y aceptasen al dios que ellos trajesen. En opinion de A.Tejera
(1989), también puede ser que esas referencias a hombres o dioses
que vienen por el mar, en casas blancas, etc., no sean simples admo-
93niciones de la cristianizaci6n, sino una referencia a los espiritus de
los antepasados, al lugar a donde acudirian después de su muerte, las
diferentes formas en que se les aparecian y el viaje de las almas por el
mar.
Las fuentes también mencionan las fiestas, regocijos y juntas,
en las que se aunaban las gentes de cada dos bandos coaligados.
Pero, aunque es previsible suponer que tuvieran un trasfondo magi-
co-religioso como en otras islas, nada permite asegurarlo.
Arqueologia y culto en las montafias
En 1874 J. Bethencourt Alfonso (1881b), estuvo en la Fortale-
za de Chipude (Foto VIII) a la que, después de hacer algunas
excavaciones, denominé “Montaiia Sagrada”.
Entre otras construcciones, descubrié seis estructuras que de-
nomin6 “pireos”, la mayor de las cuales estaba situada al borde del
abismo que cae sobre el barranco de Erque, del cual la separaba un
cortavientos hecho con un muro doble de piedra seca de un metro de
alto por casi seis de largo, en forma de segmento de circulo con la
parte concava hacia el “pireo” , distante de él dos metros. Este ultimo
tenia forma oval, con el eje mayor orientado como el muro de Norte
a Sur, Tenia una cavidad que excavé Bethencourt: debajo de la capa
de tierra superficial, encontré un nivel de carbones y cenizas, con
huesos de cabrito calcinados, utiles liticos sobre disyunciones
columnares y un esferoide pulimentado.
Excavé una segunda de esta construcciones, de forma circu-
lar, que contenia dos cdmaras de combustién o braseros. Segtin su
excavador, una parecia contener huesos calcinados de cabrito y la
otra de cordero (J. BETHENCOURT ALFONSO, 1991, 240).
Poco después el antropélogo R. Verneau (1981, 249) también
la visité, hizo rebuscas, y se hizo eco de las palabras del médico
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Fortaleza de Chipude, probablemente la mitica “Argodey"chasnero que calificaban de Montafia Sagrada a la Fortaleza. Esa
idea volveria a ser retomada, ampliada, o incluso discutida, por la
literatura de las cuatro tltimas décadas, algunos exaltando el carac-
termagico dela antigua Argodey y otros negéndolo o minimizdndolo.
La excavacién que dirigiera en 1973 M. Pellicer no ha sido atin
publicada en extenso, sino un informe conciso en el que se describen
los tipos de construcciones que alli hay, identificando a la mayoria
como cabafias (Foto V) y rediles, y a los llamados “pireos” los
califica de simples hogares. En conclusién, le atribuye a la Fortaleza
un caracter exclusivo de asentamiento pastoril estacional (M.
PELLICER, 1979).
Pero a la vista de otros hallazgos similares, conviene retomar
el tema y enfocar la futura investigacién desde nuevas perspectivas.
Nuestras prospecciones nos han ido sefialando la presencia de es-
tructuras en la cima de montafias, que no tienen un caracter domésti-
co ni aparentemente econdmico, sino que seguramente hay que vin-
cularlas al mundo de lo magico-religioso, como ya sefialara
J.Bethencourt Alfonso. En algunos casos, como la Fortaleza, estas
construcciones -que en el pasado fueron llamadas “pireos” y que
nosotros hemos denominado “aras de sacrificio”, como a las del
Hierro y La Palma, para unificar la terminologia- se asocian a estruc-
turas domésticas y pastoriles, pero en otros estan aisladas. Montafias
y roques como el Garajonay, Argodey (Fortaleza de Chipude), La
Montajfia de Manantiales, Lomo de la Sabina, Montaiia de Aguamuge
o del Adivino, Ojila, Agando, etc., etc., gozan o han gozado de cierta
consideracion magica, reflejada a través de la tradicion oral unas, de
la arqueologia otras, y a veces de las fuentes escritas.
Por tanto, nos encontramos con que algunas montafias y ro-
ques parecen haber tenido un vinculo con el mundo de lo simbélico,
sin menoscabo de que varias de ellas hayan sido, a la vez 0 en otro
momento, solar de un asentamiento estacional de caracter pastoril.
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Los antiguos gomeros se relacionaban con las fuerzas sobre-
naturales mediante gestos rituales, que en gran parte se desarrolla-
rian en montajias. De hecho, en la mayoria de las culturas prehistori-
cas canarias hubo montafias, roques o lugares elevados que tenian
alguna significacin religiosa. Esto no es ninguna novedad, porque
en miltiples culturas hay montafias elegidas para relacionarse con
las divinidades, porque son el lugar mas cercano al espacio celeste
donde viven éstas, o incluso porque residen o se manifiestan alli
mismo. En esos casos, la montafia alcanza la consideracién de terri-
torio sagrado, donde el hombre encuentra la proteccién sobrenatu-
ral, ¢ incluso puede que también el derecho de asilo. Vamos a ocu-
parnos de los dos ejemplos mas divulgados por la bibliografia ar-
queoldégica: Argodey y Garajonay.
La Fortaleza de Chipude es probablemente la mitica Argodey
o Argodei de las fuentes, una auténtica fortaleza natural a la que sdlo
se puede subir a través de un estrecho y empinado acceso. Hacia
1424 0 1425, tropas portuguesas comandadas por Fernando de Cas-
tro o de Ormel intentaron conquistar la isla. Desembarcaron por el
puerto de Hipare y, en una primera escaramuza con un grupo de
gomeros, dieron muerte a un hermano del “rey” Amaluige. Cuando
se adentraron en la isla, éste les acometié con gran contingente de
guerreros, obligando a los intrusos a refugiarse en Argodey, donde
quedaron sitiados por los naturales hasta que concertaron unas pa-
ces.
Cuatro siglos y medio mas tarde, J. Bethencourt Alfonso acu-
dié a Chipude en busca de la mitica fortaleza, realizando un somero
estudio de los restos arqueolégicos que alli se conservaban, tales
como cabafias, corrales, “pireos” (construcciones donde se sacrifica-
ban y quemaban reses), y receptaculos naturales para recoger agua.
Interpret que alli se daba culto a las fuerzas de la naturaleza, me-
diante el sacrificio de cabritos 0 libando leche, y las cabaiias supuso
serian donde vivirian los magos que ejecutaban los ritos. Por eso re-
OFbautizé al lugar como “Montafia Sagrada”, epiteto que tendria una
buena acogida en la literatura posterior.
Noventa afios después, H. Nowak (1967; 1969) asocié estas
estructuras con la “cultura megalitica anciano-mediterranea” y el
culto a los antepasados. Por eso supuso que los sacrificios de reses se
harfan en honor de ellos, y que los bloques de piedra hincados junto
a esos “altares” son betilos que simbolizan los asientos del alma.
Estay otras especulaciones intentaron ser contestadas por M. Pellicer,
que para ello realiz6 una excavacién arqueoldgica en 1973, clasifi-
cando las estructuras exhumadas en seis categorias (M. PELLICER,
1979: 279-281) que podriamos resumir como rediles, cabafias, abri-
gos y hogares. Para su excavador, estariamos ante un asentamiento
estacional de pastores, negando cualquier caracter magico o sagra-
do. Otros autores también se han ocupado en varias ocasiones del
tema, pero los precedentes representan las posturas mas extremas.
En distintas montafias del centro de la isla hemos identificado
varias estructuras como las que J. Bethencourt Ilamé “pireos”, H.
Nowak “altares o kerkur” y M. Pellicer “hogares”. En el caso de la
Fortaleza de Chipude, cada estructura de este tipo tiene una gran
piedra hincada, que suelen estar situadas al Este de la construccién, y
que no es efectiva como cortaviento. Esos rasgos tan sugerentes nos
jnducen a descartar una funcién doméstica, al menos en exclusiva.
Hay también en la Fortaleza una serie de pequefios circulos de pie-
dra, sobre los que se ha especulado bastante, pero que no parecen ser
otra cosa que apartaderos, receptaculos para encerrar a los cabritos
recién nacidos y también para guardar una vasija con agua, alimen-
tos y otros objetos. Algunas vasijas halladas bajo amontonamientos
de piedra pudieran tener esta explicacién, o que se tratara de simples
escondrijos. La mayoria de las restantes construcciones, en nuestra
opinion, encajan en la tipologia de cabajias y rediles existentes en
otras partes de la isla.
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Por tanto, la Fortaleza debié reunir varias funciones, que en
absoluto son contradictorias, sino todo lo contrario: asentamiento
estacional (estival) de pastores, fortaleza en caso de peligro, y lugar
donde se practicaron ritos magicos 0 cultuales.
El Alto de Garajonay (1487 m.) es la maxima altitud de La
Gomera y ocupa una posicién central en la isla. Tuvo un significado
especial para los gomeros prehist6ricos, pues nos consta que en
algunos casos de crisis 0 peligro colectivo, la poblaci6n se refugiaba
en el Garajonay, como ocurrié en 1489. Tras el episodio de Iballa y
la muerte de Fernan Peraza “el Mozo”, los gomeros atacaron a los
restantes europeos acuartelados en la torre que mas tarde se Ilamaria
“del Conde”. Durante el asalto murié Hautacuperche, hombre mascota
elegido para matar a Peraza y guiar a los asaltantes, lo que produjo el
desconcierto entre los atacantes, que cesaron de combatir. La sensa-
cién de desamparo se agravé para ellos cuando Ilegaron a la isla las
tropas de Pedro de Vera, y gran parte se refugié en el Garajonay. El
autor de la leyenda erudita de Gara y Jonay recurrid a lo mismo, de
tal manera que nos narra cémo, al ser perseguidos por los parientes
de Gara, los amantes huyeron desde la costa a refugiarse en el monte
mas alto que, también segun la leyenda, recibid su nombre de ellos.
La actitud de los gomeros puede parecer un error estratégico,
porque este lugar carece de la proteccién natural que ofrecen otros
roques y fortalezas, como la cercana de Chipude. Por tanto, al refu-
giarse en este punto, buscaban algo més que simple proteccién fisi-
ca. En tiempos ya histéricos la tradicion popular sitiia en el Garajonay
y su entorno leyendas y episodios mas o menos fabulosos, algunos
relacionados con ritos paganos, y en el siglo XVI ya existe constan-
cia documental (D. V. DARIAS, 1944: 10) de que se le conocia
también por otro nombre, El Bailadero. Ese toponimo pudiera tener
un significado similar que en otras islas donde el bailadero o baladero
era el lugar elegido para un ritual de peticién de Iluvia, que para el
caso de La Gomera no tenia por qué tener los mismos componentes.
99La formula descrita por las fuentes para Gran Canaria y Tenerife es
aquella en la que la gente y sus ganados ayunaban y giraban incesan-
temente, de manera que el cansancio, la sed y el desasosiego provo-
caban un balido y lamento humano constante, que pretendia obtener
la piedad de la divinidad, y que ésta les enviara el agua. La coloniza-
ci6n y cristianizacién deformaron el significado del topénimo, tras-
ladaéndole una explicacién interesada: bailadero de brujas. De tal
manera que algunos lugares donde se habian practicado ritos pre-
cristianos, se asociaron a la brujeria y se les revistié de leyendas y
tabues que limitaban el que fueran frecuentados.
En la cima del Garajonay hubo un conjunto arqueolégico, hoy
en su mayor parte arrasado por diversas obras (J. F. NAVARRO,
1990b). Lo integraban un gran circulo de piedras que estaba situado
en la cuspide, una de-nuestras cabafias colectivas y al menos dos
grandes construcciones tumulares, que nosotros hemos calificado de
“aras de sacrificio” (Foto IX), empleando la nomenclatura que se
viene usando en Canarias. Estas dos tltimas mostraban las eviden-
cias habituales: huesos de ovicapridos calcinados, asi como utillaje
litico, lo que las asemeja con las “aras de sacrificio” de la isla del
Hierro. Por el contrario, la morfologia y la técnica constructiva
recuerda ms a las aras de la isla de La Palma.
La funcién parece clara, ya que eran el soporte para sacrificar
animales y/o incinerarlos, aunque la finalidad pueda estar sujeta a
interpretacion. Parece légico pensar que los animales sacrificados
estaban destinados a las fuerzas sobrenaturales, porque queda des-
cartado el aprovechamiento humano. Pero mas dificil es poder saber
el por qué, aunque se nos ocurren diversas posibilidades: que la
ofrenda estuviera destinada a pedir algo, para evitar que suceda lo no
deseado, ¢ incluso como método de consultar la voluntad de la
divinidad y, por tanto, el porvenir. G. Frutuoso (1964: 132) mencio-
na los frecuentes sacrificios que se hacian en El Hierro, acompafia-
dos de cantos y presididos por el jefe de la isla, “para que Dios le
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“dra de sacrificio” semiderruida por unas obras. Garajonay.mostrase lo que habia de ser de él y de su gente...”. Aunque no
podamos asegurarlo, es posible que se trate de los sacrificios que se
hacian en las aras, y quizds sea extrapolable a la isla de La Gomera,
donde la figura de los adivinos aparece reiteradamente en las fuen-
tes, como hombres sabios y fatidicos que auguraban el porvenir.
Los grabados
Antes de comenzar este apartado, conviene preguntarnos si
esté justificado incluirlo aqui. Es decir, {tienen los grabados rupes-
tres de La Gomera una relacién directa con la religion? Desgraciada-
mente, atin no estamos en disposici6n de poderlo asegurar, porque ni
siquiera tenemos la certeza de cudntos de ellos puedan ser aborige-
nes. Algunos pudieran serlo, al estar relacionados con yacimientos
arqueolégicos y presentar los surcos una meteorizacién notable, que
indica alguna antigiiedad. Pero otros grafismos nos parecen muy
recientes, por la frescura del surco, por su ubicacién 0 por Jo que
representan. En realidad, el problema de los grabados de La Gomera
es similar al de Tenerife, Fuerteventura y Lanzarote: una confusa
adscripcion cronolégica y cultural para la mayoria de ellos. Sin
embargo, estas ultimas islas ya tienen parte del problema resuelto,
porque existen en ellas algunos grabados que pueden atribuirse sin
duda al mundo indigena, lo que no esta tan claro en La Gomera.
Suelen estar ubicados en lomos, degolladas, espigones y par-
tes altas de las laderas. Las asociaciones mas frecuentes son con
puntos id6neos para la vigilancia del ganado, con notable dominio
visual, zonas de pastoreo, vias naturales de comunicacién, poblados,
etc. Se eligicron rocas fonoliticas 0 basaltos muy meteorizados,
sobre los que se ejecuté el grabado generalmente mediante incisio-
nes.
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Fig.14.Son muy frecuentes los trazos rectilineos en composiciones
paralelas, radiales, reticulados, escaleriformes, etc., combinados a
veces con trazos curvilineos, e incluso antropomorfos (Fig. 14).
Puede que algunos de los motivos citados fueran realizados antes de
la colonizacién europea, pero puede que los gomeros siguieran reali-
zandolos después de la conquista, e incluso también los colonos
curopeos, porque estos motivos tan simples no son exclusivos del
mundo indigena o de sus pervivencias. Ademas de éstos, existen
cruciformes, que a veces son claramente representaciones de la cruz
de Cristo y, por tanto, son ya histéricos, mientras que otras parecen
mas dudosos (Foto X). Similar problema tienen los barcos grabados,
que suelen tener tipologias entre el siglo XVII y el XX, etc.
Presentamos como novedad las reproducciones de dos de los
cuatro paneles de la estacion del Cabezo Camacho, segiin calcos de
F, Alamo Torres y V. Valencia Afonso (Figs. 15 y 16). Estan en el
interior de cuevas de habitacién y los surcos estan tan meteorizados
como la superficie de la roca.
El panel | (Fig. 15) representa: en surcos mas anchos y pro-
fundos, un cuadrilatero, dividido en cuatro cuarteles por dos trazos
en cruz; a su vez relleno de trazos verticales que tienen surcos mas
finos y superficiales. Estos tltimos se entremezclan con grafismos
que tienden a estar dispuestos en lineas verticales, y que tienen una
vaga semejanza con caracteres alfabéticos libicos, aunque no nos
atrevamos a afirmarlo. Superpuesto a todo ello hay dos lineas hori-
zontales con caracteres alfabéticos latinos de aspecto moderno, que
parecen reproducir nombres propios, y que estan realizados con una
técnica distinta a modo de tenue rallado. La composicién tiene claras
analogias en otras islas, como Tenerife y Fuerteventura.
El panel 2 (Fig. 16) tiene un grupo de lineas incisas paralelas
horizontales y tres verticales, asi como otra serie de grafismos simi-
lares a los del panel anterior. A la derecha, al otro lado de una fina
grieta, hay un grupo de puntos dudosamente obtenidos mediante
picado.
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Piedra con grabados de El Ancén.EI panel 3 contiene un pequefio conjunto de trazos cerrados,
similares a los grafismos de los paneles 1 y 2, pero en disposicion
anarquica. El panel 4 alberga varias lineas entrecruzadas, asi como
un motivo escaleriforme realizado con surco mas profundo.
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Fig. 15.