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Oe test LEO | oe \ COA | NY a * OC iE mente EDITORIAL ANDRES BELLO- Eis Jac eile fe. Bie) Ninguna parte de esta publicacién, incluido el disehio de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada 0 transmitida en manera alguna ni por ningin medio, ya sea eléctrico, quimico, mecinico, éptico, de graba- cin 0 de fotocopia, sin permiso previo del editor. iembre de 1994 Segunda edicién: abril de 1995 Titulo original: Catching the Light Edici6n original: Bantam Books, Nueva York, 1995 ‘Traduccién: CARLOS GARDINI Copyright © 1993 by Arthur Zajone ©EDITORIAL ANDRES BELLO. Av. Ricardo Lyon 946, Santiago de Chile Derechos exclusivos en lengua espafiola para América Latina Inscripcién N.* 91.382, 1994 Se terminé de imprimir esta segunda edicién de 2.000 ejemplares en el mesde abril de 1995 IMPRESORES: Antértica S.A. IMPRESO EN CHILE/PRINTED IN CHILE ISBN 956-131270-0 CONTENIDO 2 ELDON DELALUZ u 8. LALUZ ESCINDIDA: LUZ DIVINAY CIENCIA OPTICA 30 4, ANATOMIA DE LA LUZ Bo 5,_LALLAMA CANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA 7 6. CAMPOS RADIANTES: VIENDO ALA LUZ DE LA ELECTRICIDAD 128 7, LAPUERTA DEL. ARCO IRIS 157 B._UNA CIENCIA CON ALMA: GOETHE Y STEINER 183 9,_LATEORIA CUANTICA A LA LUZ DE LAS VELAS 219 27 10. RELATIVIDAD ¥ BELLEZA L._MENOS LUZ: UNA CONCEPCION CONTEMPORANFA 12. VIENDOLALUZ Notas Agradecimientos Indice tematico 328 337 357 Sao Te contaré cémo el sol elevé una cinta por vez. Emily Dickinson Yo soy aquel que abre los ojos, y se hace la hw: cuando cierra los ojos, se cierne la oscuridad. El dios egiprio Ra, 1300 .a.C. Si Ia luz se eleva en el cielo del coravén -y en el purisimo hombre interior alcanza el resplandor del sol o de muchos soles-, entonces su coraz6n es tini camente luz, su cuerpo sutil es luz, su atuendo m terial es luz; su porte, su visidn, su mano, sti ext rior, su interior, son nada mas que hz. Najm Razi, 1256 Cincuenta afos de tenaz reflexion no me han bas- tado para responder a la pregunta “zQué son los cuantos de lw2”. Clare que hoy cualquier pillastre cree conocer la respuesta, pero se engafia. Albert Kinstein, 1951 1 LUCES ENTRELAZADAS: MENTE Y NATURALEZA Usa tu luz interior para recobrar la claridad natural de tu vision.’ Lao-r2u En 1910 los cirujanos Moreau y LePrince operaron a un nino de ocho afios, ciego de nacimiento, que padecia de cataratas.* Después de la operacion, ansiaban averiguar cémo veia. Cuando los ojos del paciente sanaron, le quitaron las vendas. Agitando una mano frente a sus ojos, que ya no tenfan ningun problema fisico, le preguntaron qué vefa. El murmuré: “No sé”. “¢No ves el movimiento?” “No sé”, repitié el nifio. Los ojos no seguian el lento movimiento de la mano. Sélo vefan un brillo variable. Cuan- do le permitieron tocar la mano, exclam6 con voz triunfal: “jSe mueve!” Podia sentir el movimiento e incluso, como dijo, “oir el movimiento”, pero atin debja aprender a verlo. La luz y los ojos no bastaban para darle la vision. Al atravesar la negra y limpia pupila de sus ojos, esa primera luz no suscitaba el eco de una imagen interior. La visién del nifio comenzé como una vista hueca, muda, oscura y sobrecogedora. La luz del dia lo Mamaba, pero la de la mente no respondia desde el interior de sus ansio- sos ojos abiertos. La luz de la naturaleza y la de la mente se entrelazan dentro del ojo y suscitan la visidn. Pero cada una de ellas por separado es misteriosa y oscura. Aun la luz mas brillante pue- de escapar a nuestra vista. ATRAPANDO LA LUZ Como parte de lo que denomino “Proyecto Eureka”, un ami- go y yo hemos disenado y construido un dispositive donde se ye una regién del espacio inundada de luz. Es un artefacto sencillo pero sorprendente que consiste en una caja disehada cuidadosamente y un potente proyector que arroja luz en su interior. Hemos procurado que la luz no alumbre objetos ni superficies dentro de la caja. Dentro de ésta s6lo hay luz pura en abundancia. La pregunta es qué se ve entonces. ¢Qué as- pecto tiene la luz cuando esta totalmente sola? Enciendo el proyector, cuya bombilla y lentes se ven a través de un panel de plexiglas. Por medio de elementos 6pticos, el proyector envia una luz brillante al interior de la caja. Acercando- me a un orificio, miro dentro y observo la luz que contiene. Qué veo? jOscuridad absoluta! Sdlo la negrura del espacio vacio. En el exterior de la caja hay una manivela conectada a una vara que puede entrar y salir de ella. Si tiro de ella, la vara penetra en ese espacio oscuro con un relampagueo y se ve en un costado, brillante e iluminada. Pero sin un objeto donde caiga la luz, sélo se ve oscuridad. La luz es invisible. Uno sélo ve cosas, objetos, nunca luz. Este dispositivo me recuerda una conyersacién que enta- blé con Rusty Schweickart, astronauta del proyecto Apolo, mientras cendbamos juntos. Hablando de su caminata espa- cial, le pregunté qué se veia en el vacio iluminado del espacio exterior. Respondi6 que era dificil mantener la nave espacial y otros artefactos iluminados fuera de la vista, pero cuando uno lo conseguia sdlo veia las negras honduras del espacio profundo consteladas con la luz de un sinfin de astros. La luz del sol estaba presente por doquier, pero no caia sobre nada y en consecuencia no se veia nada. Sdlo oscuridad. Oscuridad interior Dos luces alumbran nuestro mundo. Por un lado tenemos la del|sol, pero otra le responde, la del ojo. S6lo vemos median- 2 LUCES ENTRELAZADAS: MENTE Y NATURALEZA te su entrelazamiento; cuando falta una de ambas, estamos a ciegas. Uno de los casos mejor estudiados de recuperacién de ceguera congénita es el de S. B., investigado por los psicélo- gos Gregory y Wallace.* El 9 de diciembre de 1958 y el 1 de enero de 1959, un sujeto masculino ciego, de nacionalidad inglesa, recibis trasplantes de cérnea. Por primera vez desde que tenia diez meses pudo utilizar sus ojos. ¢Qué vio? Los tutores de S. B. lo habian anotado a los nueve afios en la Escuela para Ciegos Birmingham, donde aprendioé el oficio de zapatero. Gandndose el sustento con ese medio, llev6 una vida de inusitada independencia, por tratarse de un ciego. Por ejemplo, realizaba largos paseos en bicicleta apo- yAndose en el hombro de un amigo. Aficionado a la jardine- ria y las tareas manuales en general, era un hombre aplomado, jovial e inteligente. Un mes después de las operaciones, Gregory y Wallace lo examinaron y le preguntaron cémo habia sido su primera experiencia visual después de las intervenciones. S. B. respon- did que habia ofdo la voz de su cirujano frente a él y a un costado, Volviéndose hacia el sonido, vio un “borrén”. No sabia qué era el borrén, pero, habiendo oido la voz del médi- co, y sabiendo que las voces venian de las caras, razond que debia tratarse del rostro del médico. Los rostros “nunca eran faciles”, declaré el paciente, aun largo tempo después de la operacién. Y ahi no acababan sus dificultades. Las investiga- ciones de Gregory y Wallace (y otros estudios anteriores y posteriores) han demostrado que no resulta facil aprender a ver cuando se es adulto. Cuando S. B. obtuvo el alta en el hospital, Gregory y Wallace lo Nevaron a un museo de ciencia y tecnologia. Se interesaba en las herramientas y estaba emocionado ante la posibilidad de ver cosas que hasta el momento sdlo habia manipulado o cuya descripci6n s6lo conocia de oidas. Lo acercaron a un torno y le preguntaron qué era. Contrariado, no supo responder. Lo acercaron mis y le permitieron tocar- lo. Lo acaricié avidamente con los ojos cerrados, retrocedié 3 ATRAPANDO LA LUZ un paso, abrio los ojos y declaré: “Ahora que lo he sentido, puedo verlo”. En este caso, el pausado aprendizaje de la visién se pro- long6 dos ajios, hasta su muerte. La lentitud del proceso y la limitacién de los resultados le causaron una profunda desilu- si6n, como invariablemente ocurre con todos los afectados que se encuentran en ese trance. A menudo S. B. y pacientes similares prescinden de la vista; por ejemplo, dejan las luces de la casa apagadas y se desplazan del modo habitual en los ciegos. En muchos casos el esfuerzo es demasiado grande. Algunos desisten por completo, y a veces llegan al tragico extremo de quitarse la vida. En su estudio sistematico sobre sesenta y seis casos de recuperaci6n de la vista en ciegos de nacimiento, M. von Sen- den Ilego a la conclusién de que es preciso superar un sinfin de asombrosas dificultades para aprender a ver. Cuando el paciente despierta de la intervenci6n quirtrgica no ve un mundo de luz, colores y formas inteligibles. E] proyecto de aprender a ver conduce inevitablemente a una crisis psicol6- gica que puede terminar en el rechazo de la vista. Las nuevas impresiones amenazan la seguridad de un mundo que se ba- saba en las sensaciones del tacto y del oido. Algunos deciden que es mejor ser ciegos en su propio mundo que videntes en un mundo extrano.* En las uiltimas décadas, la investigaci6n de la visién en los animales ha permitido ampliar y corroborar los estudios sobre recuperacion de ciegos congénitos. Se ha confirmado, por ejem- plo, que un gato sera ciego para siempre si no puede distinguir formas durante el perfodo critico que va desde su cuarta semana hasta su cuarto mes, aunque esté en un dmbito iluminado. La salud 6ptica del Grgano ocular no basta para la visi6n. Durante los primeros meses de vida, el acto de ver configura estructuras en el ojo o el cerebro del gato. Sin el alimento de la visi6n de los primeros meses, estas estructuras decaen o se atrofian. Al cabo del cuarto mes, el daiio es irreparable.> E] desarrollo natural de la vision humana es muy similar. Durante un periodo critico de los primeros afios de vida, se 4 LUCES ENTRELAZADAS: MENTE Y NATURALEZA desarrollan aptitudes visuales, asi como muchas otras senso- riales y motrices tales como el hablar y el andar. Si se pierde esta oportunidad, es muy dificil compensar esta pérdida en un periodo posterior y, en general, el intento es infructuoso. En el caso del paciente de ocho afios del doctor Moreau, los padres del nifio lo obligaron a entregarlo a un instituto después de varios meses de labor. Al aio siguiente se perdid todo lo que habia aprendido con la ayuda del doctor Moreau. EI relato de éste trasunta el agotamiento y la decepcion de no haber conseguido mas efectos permanentes a pesar de consa- grarle toda su atencién. Una vez mas se impone la verdad que la visi6n requiere mucho mas que de un organo fisico funcio- nal. Sin una luz interior, sin una imaginacién visual y formati- va, somos ciegos. Moreau escribe: Seria err6neo suponer que un paciente que ha recobrado la vista mediante una intervenci6n quirtirgica esta en condiciones de ver el mundo externo. Los ojos, por cierto, adquieren la capacidad de ver, pero el uso de esta capacidad, la cual constituye el acto de ver, atin se debe adquirir desde el comienzo mismo. La operacién no cumple mas funcién que la de preparar los ojos para ver; la educacién es el factor mas importante... Devolver la vista a una persona congénitamente ciega es tarea de un educador, no de un cirujano.® El] nifio de Moreau se aferraba a los medios cognitivos que le resultaban familiares y tranquilizadores: el tacto, el oido, el olfato. Para actuar de otro modo, para ver, se reque- ria un esfuerzo sobrehumano. En muchos sentidos todos actuamos como este nifio. Las aptitudes cognitivas que posee- mos definen nuestro mundo, le otorgan sustancia y sentido. La posibilidad de crecimiento es también una posibilidad de pérdida, y no sdlo representa un don sino una amenaza. Uno debe morir para transformarse. Las aptitudes que adqui- rimos nos sumen en un tumulto de nuevos fenémenos psiqui- cos, y somos como Odiseo naufragando en un mar borrascoso. ATRAPANDO LALUZ Como él, nos aferramos tenazmente a la despedazada quilla del barco donde habiamos emprendido nuestra travesia, tini- co y Ultimo contacto con una realidad conocida. ¢Por qué abandonarla? :Tenemos la fuerza para renunciar, para cam- biar? :O las voces que nos incitan a aventurarnos en terreno desconocido pertenecen a las crueles sirenas? Asi cerramos los ojos y nos aferramos a lo conocido. Ademias de la luz exterior y el ojo, la vista requiere una “luz interior” cuyo resplandor complementa la exterior y trans- forma la sensacién pura en una percepcién dotada de senti- do. La luz de la mente debe conjugarse con la de Ja naturaleza para suscitar un mundo. Esto nos plantea un segundo interro- gante. Habiendo presentado la luz de la mente, gqué es en verdad la luz de la naturaleza? La oscuridad que es luz Mi “caja de luz” pone al observador frente a esta pregunta des- concertante: cual es la naturaleza de esa cosa invisible que lla- mamos luz y cuya presencia expone todo a la visién, con la excepcién de si misma? Con el tiempo, nuestra civilizacién ha dado muchas respuestas. La hemos llamado con nombres de dioses, o la hemos transformado en acto y atributo de lo divino. Aun cuando la ciencia occidental le otorg6 una naturaleza mas sustancial, siempre reflejaba nuestro asombro y capacidad imagi- nativa. A principios del siglo diecisiete, Francis Bacon se maravi- llaba de que se hubiera investigado tan poco la “forma y el origen de la luz”.” ;Por qué no se habia descubierto la naturaleza especi- fica de algo tan importante como la luz? Casi cuatrocientos afios después, atin sentimos, al igual que Bacon, una natural curiosi- dad acerca de su composici6n, tamafio y movimiento. En otras palabras, deseamos conocer su naturaleza fisica. En mi vida profesional, al principio procuré compren- derla por medio de investigaciones de laboratorio en 6ptica cuantica. En experimentos con laser realizados en institutos 6 LUCES ENTRELAZADAS: MENTE Y NATURALEZA. de Boulder, Amherst, Paris, Hanover y Munich, estudié la luz y el modo en que toca la materia. Cuanto mas aprendia sobre su teoria cudntica, tanto tedrica como experimentalmente, mas prodigiosa parecia. Aun munido con teorias tan afinadas, no vislumbro una conclusién para nuestra exploracién de la luz. Por el contrario, conserva todo su misterio. La teoria cuantica se ha hecho cargo de las concepciones simplistas y mecanicistas que ofrecia la ciencia del pasado y, sobre la séli- da base de la experimentacién, ha demostrado que son invia- bles. Las ha reemplazado por una nueva teoria que todo gran fisico moderno, desde Albert Einstein hasta Richard Feyn- man, ha procurado en vano comprender, como ellos mismos admitieron. Senti entusiasmo al entender que ~a pesar de los alcan- ces, la precisién y la belleza de la 6ptica cudntica— no sabemos qué es la luz. Sus viejos idolos cientificos han sido destruidos como efigies obsoletas, y los intentos de construir nuevos han fracasado. Nuestro dominio técnico ha abierto todas las puer- tas que una precipitada arrogancia cientifica mantenia cerra- das. No pude resistirme a explorar todos los pasadizos, viejos y nuevos, de la vasta mansi6n de la luz. Este libro cuenta la historia de lo que encontré alli. Ante todo, descubri que ha suscitado un sinfin de asocia- ciones artisticas y religiosas de extraordinaria belleza. Los fisi- cos la han abordado con un enfoque cientifico, los pensadores religiosos en forma simbélica, los artistas y tecnicos como algo practico. Cada cual expresa una parte de nuestra experiencia de la luz. Cuando se los oye en conjunto, todos hablan de algo cuya naturaleza y sentido ha sido objeto de atencién y veneraci6n humanas durante milenios. En los tres ultimos siglos, las dimensiones artisticas y religiosas de la luz han per- manecido aisladas de su estudio cientifico. Creo que ha llega- do el momento de reunirlas nuevamente para elaborar una imagen mas completa que la que puede ofrecer cualquiera de estas disciplinas. La luz toca todos los aspectos de nuestro ser, y en cada encuentro nos revela una nueva faceta. Una historia de estos ATRAPANDO LALUZ encuentros puede aproximarnos a su naturaleza e internar- nos en ella. Mucho antes de ser objeto de estudio cientifico, la luz, y especialmente sus fuentes, se veneraban como divi- nas, una imagen de la naturaleza de la deidad. En las mitolo- gias de todas las civilizaciones abundan las historias acerca del sol, la luna, las estrellas, el fuego, el arco iris y la aurora. También se relacionan con el ser de la luz, pues forman parte de la experiencia humana de ésta. En este libro hablaré tanto de la teorfa cuantica de la luz como de Ahura Mazda, su dios zoroastriano. La abordaré desde muchos dngulos, tanto miti- cos y espirituales como histGricos y técnicos. Sus multiples facetas han ejercido su atraccién sobre diversas épocas y di- versos pueblos. Mis estudios me condujeron a la conclusién de que las caracteristicas de una cultura se reflejan en la imagen que ha elaborado de la luz. Cada cual ha intentado develar a su manera su indole y sentido, y asf ha originado un relato sobre ella misma. Al narrar ese relato, una cultura reve- Ja tanto sobre si -sobre la luz de la mente de un pueblo— como sobre la luz de la naturaleza. Estos temas gemelos se entrelazan en torno del eje central de estas paginas, como las serpientes que se enroscan en el caduceo de Hermes, el dios de la comunicacién: la naturaleza cambiante de dos luces, la luz externa de la naturaleza y la luz interna de la mente. Estoy convencido de que ambas son inseparables. Al seguir su itinerario histérico, no sélo presenciamos las cambiantes ideas sobre la luz sino la cambiante conciencia humana que la estudia. Durante muchos anos hemos observa- do el semblante de la luz natural, preguntindonos qué es o quién es. Ha envejecido tanto durante esos milenios de obser- vaci6n, sus rasgos han cambiado, y el tierno rostro de su in- fancia esta oculto casi por completo. Exhibe ahora un semblante mas severo, mas utilitario y matematico, pero atin hoy otros rostros —artisticos, cientificos y espirituales~ comple- mentan el primero. :Cémo lucird majiana? A través de todas las épocas e imagenes, el mismo sol ha entibiado la tierra e iluminado el planeta. La luz, desde su nacimiento como idea hasta la forma que cobre al final del tiempo, habra presencia- 8 LUGES ENTRELAZADAS: MENTE Y NATURALEZA. do reinos enteros y nutrido praderas, 4rboles y flores. ¢C6mo hemos modificado esa cosa que llamamos luz por medio de las luces de nuestra conciencia? Del contacto de la naturaleza con la mente surge una comprensi6n de la vida de la luz. Este libro, pues, es una biografia de esa compajira invisible que no s6lo nos alumbra por fuera sino también por dentro. 2 EL DON DE LA LUZ Oh sol, de este grandioso mundo ojo y alma. Minton Mientras se creaban las bestias de la tierra, el titan Epimeteo (cuyo nombre significa “pensamiento retrospectivo”) asumié la tarea de brindar a cada cual ciertas facultades para prote- gerse y sobrevivir.! Dio a la tortuga su duro caparaz6n, a la avispa su aguijén, a otros celeridad y astucia. Cuando llegé a la especie humana, ya estaban adjudicados todos los pode- res de la naturaleza; nada quedaba para el hombre. En pala- bras de Platén, éste permanecia “desnudo, descalzo, desprotegido y desarmado”. El abatido y desmafiado Epime- teo acudi6 a su sabio hermano Prometeo (cuyo nombre sig- nifica “pensamiento prospectivo”). Al ver el desamparo del hombre, Prometeo tuvo la osadia de robar a Zeus el don del fuego, y se lo llevé a la humanidad en un gigantesco tallo de hinojo, tal como los antiguos marineros a menudo llevaban rescoldos calientes. Con la lumbre del regalo de Prometeo, el ser humano ha encendido civilizaciones, culturas y tecnolo- gias. El fuego y la luz de Zeus se convirtieron en patrimonio de la humanidad. Prometeo recibié un cruel castigo por su generosidad. Fue encadenado a las montafias del Caucaso, donde cada dia un Aguila enviada por Zeus le arrancaba y devoraba el higa- do, asiento de la vida. Y la humanidad no pudo disfrutar en paz del regalo de Prometeo. Zeus, presa de la célera y la envidia, ordené a Hefestos, el contrahecho herrero de los il ATRAPANDO LA LUZ dioses, que creara a una seductora antémata, Pandora, quien ofrecié a Epimeteo una caja tristemente célebre. E] codicioso Epimeteo la acepté, y cuando vio su maligno contenido era demasiado tarde. Contra la voluntad del titén, Pandora vaci6 la caja y desaté la enfermedad, la pena y el dolor contra los hombres.” El don del fuego y todo lo que simboliza esta inva- tiablemente asociado con el lastre de la pesadumbre. Bajo el control humano, el fuego de los dioses quema ademas de entibiar, enceguece ademas de iluminar. La civilizaci6n occidental nacio hace tres mil afos con el can- to de un bardo ciego que, al componer la Iliada y la Odisea, dio voz a la imaginacién griega y a la poesia occidental. La ceguera infundia pureza y poder a las palabras de Homero. En las tinieblas de su mundo sensorial nacié un universo de portentos, y su memoria se extendi6 hacia actos arquetipicos y una eterna edad heroica. Hay Anforas griegas que muestran al poeta de pie, hama- cAndose mientras canta, aureolado por su gloria interior, es- cuchando una voz recéndita. Como Homero, los vates errantes del norte de Carelia, a orillas del mar Baltico, se mecian, cerrando los ojos, sentados en un banco de madera, estre- chando el brazo de un campesino, para entonar antifonal- mente su antigua gesta, el Kalevala. El Bhagavad-Gita o “cantar de Dios” es la melédica res- puesta del ministro y auriga Sanjaya a las preguntas del rey ciego Dhritarashtra. El rey, el ser mas poderoso de la tierra, es ciego. Ve por los ojos de otro, su auriga y conscjero, cuyos dones espirituales agudizan su visién. Cuando pregunta por los sucesos de un campo distante y sagrado donde sus seres amados se disponen a combatir, Sanjaya puede ver y oir la intima conversaci6n que entablan el virtuoso principe Arjuna y el divino Krishna, quien también ha cobrado forma de auri- ga. Aqui la facultad espiritual de la visi6n superior se encama en la persona del auriga. Se convierte en el bardo que canta ante un monarca ciego y mundano. El auriga, como el poeta, 12 EL DON DELA LUZ debe ver mas lejos que otros, y hablar y conducir de acuerdo con lo que ve. gEs mera coincidencia que el mas célebre profeta de la antigiiedad, Tiresias, fuera ciego desde los siete afios? Habia perdido la vista por haber sorprendido a la diosa Atenea du- rante el bano, es decir, por ver a una deidad desnuda. Este tema es eterno. La luz del dia cede paso a la de la noche, la de la ceguera a la visidn interior. Como escribi6 Platon: “El ojo de la mente comienza a ver con claridad cuan- do se enturbian los ojos exteriores”.* E] poeta romantico No- valis comprendié plenamente el poder de las tinieblas. Sus Himnos a la noche comienzan con una antitesis sublime: “Qué ser viviente y sensible no ama ante todo las portentosas mani- festaciones que lo circundan, la gloriosa luz...” ¥ sin embargo él mismo nos cuenta que, a pesar de la belleza del dia, se vuelca hacia “la sacra, inefable, misteriosa noche”. En la oscu- ra soledad de la pérdida nacen la luz y la voz del poeta. En medio de la oscuridad externa, de la ceguera, una luz interior alumbra un paisaje imaginario dotado de belleza y realidad. Con su canto, el aedo ciego vuelca sus visiones en el corazén de sus oyentes, para que por una velada también ellos olviden las cuitas de este mundo y disfruten la belleza de un mundo interior. ¢Cual es la fuente de luz poética que alumbra la noche de la ceguera de Homero? Es su imaginacién, que también es im- portante para la vista comun. La luz de la imaginaci6n tendra un papel protagénico en nuestra exposicién, dada su trascen- dencia en el mundo antiguo y la poesia y en el mundo actual y la ciencia. Por brillante que sea el dia, nos volvemos figura- da y literalmente ciegos si carecemos del poder artistico y formativo de la fantasia. La visi6n requiere una luz interior ademas de la luz diurna y exterior: poética o cientifica, subli- me 0 vulgar. Como veremos, la vista induce una actividad mental in- tensa e inconsciente que crea y recrea sin cesar el mundo que 13 ATRAPANDO LA LUZ vemos. Participamos en la vista. Las estructuras que nos per- miten ver se fijan en los primeros afios de vida. Aun los actos mas simples y “objetivos” de conocimiento requieren nuestra participaci6n. Ademiés, la indole de ésta es propia de cada cultura y periodo histérico. Una botella de Coca-Cola arroja- da desde un avién a una sociedad de bosquimanos puede significar muchas cosas, pero nunca un recipiente de refres- cos. La conciencia humana ha cambiado con el correr del tiempo y difiere seguin la cultura. En la antigiiedad, nuestra participacién en la visién, en el otorgamiento de sentido al mundo sensorial, se notaba con mayor agudeza que hoy; la luz interior estaba mas cerca de la conciencia. A diferencia de los antiguos griegos, vivimos habi- tualmente en una visién cientifica del mundo que a menudo considera que nuestra intervencién en el conocimiento es prescindible o ilusoria. Pero para ver, para ofr, para ser hu- mano, se requiere, atin hoy, nuestra participacién incesante y activa. Reforzaremos este argumento con un ejemplo: el cu- rioso fenémeno de la visi6n del color entre los griegos. El oscuro mar color vino de la antigiedad El sol se elevé sobre el placido y rebosante mar hacia un cielo broncineo resplandeciendo por igual para dio- ses y mortales en labrantios desbordantes de grano.' Homeno, Odisea La atmésfera y el paisaje de la Grecia homérica parecen muy similares a los nuestros, pero son profundamente disimiles. El sol atin se eleva sobre labrantios desbordantes de grano, pero al despertar ya no vemos un cielo broncineo iluminado por dioses inmortales. Mientras recorria las orillas de una isla, cautivo de la hermosa ninfa Calipso, Odiseo oteaba con anoranza el “vino- so) mar”, ansiando regresar a su nativa Itaca y a su amada 4 EL DON DE LALUZ esposa Penélope. Hoy, de pie a orillas del Egeo, no veo un vinoso mar ni un cielo broncineo, sino un mar y un firma- mento espléndidamente azules. Entre los muchos epitetos con que Homero describié el cielo y el mar, ninguno puede interpretarse como “azul”, se- gun los lingiistas. El cielo se define como “férreo” o “bronci- neo”, el mar como negro, blanco, gris, rojo o vinoso, pero nunca azul. ¢Los antiguos griegos carecian de la experiencia del azul, o sufrian de ceguera parcial al color? ¢O acaso ve- mos aqui otro ejemplo de la presencia de una luz interior, de la actividad de la visi6n? Desde 1810, cuando Goethe senalé por primera vez la llamativa falta del azul en el uso griego, los intrigados eruditos han analizado ésta y otras ausencias en las alusiones cromaticas de la antigua poesia griega.® A partir del atento anilisis de los vocablos que designan los colores en griego antiguo, y de nuestro conocimiento moderno de la ceguera al color, se han elaborado convincentes argumen- tos para refutar la hipotesis de que los griegos poseian ojos fisicos diferentes de los nuestros. Pero ya hemos comprobado que la vista supone algo mas que un 6rgano fisico saludable. Al analizar los siguientes ejemplos de visién cromatica en la Grecia homéri- ca, tengamos en cuenta el significativo polo interior y psicolégico de la vista. De esa manera, tal vez desentrafiemos el enigma que ha desorientado a tantos. Quinientos afios después de Homero, Teofrasto, el gran discipulo de Arist6teles, escribi6 un tratado sobre minerales donde describia una piedra llamada kyanos, la cual ahora iden- tificamos con la piedra preciosa azul que denominamos cia- nea o lapislazuli. Cuando encontramos kyanos como adjetivo, es natural pensar que se refiere al azul (emparentado con la raiz cian- que empleamos en palabras como cianea, cianosis y cianuro). Aunque la asociacién parece natural, sus aparicio- nes en Homero desmienten esta interpretacion. Enfurecido y apenado por la muerte de su amigo Patroclo, Aquiles mata a Héctor, perfora los tobillos del noble hijo de Priamo y mancilla su cuerpo arrastrandolo doce dias por las planicies de Troya: “una polvareda se elevaba donde Héctor 15 ATRAPANDO LA LUZ era arrastrado, y su cabello kyanos caia en derredor”.® gHemos de entender que Héctor tenfa cabello azul? Para detener esta desaforada afrenta contra un digno principe y guerrero, Zeus envia a Iris al fondo del mar para que visite a Tetis, la madre inmortal de Aquiles. Iris, “con pies de tormenta”, se zambullé en el mar y le pidié que se reuniera con Zeus. Intimidada por ese encuentro con los dioses, Tetis “se pone su velo kyanos, y no hay prenda mas oscura’, y sigue a Iris al Olimpo.’ Estos y muchos otros ejemplos nos ensefian que kyanos significaba oscuro, no azul. Sin embargo, no existia otra palabra para denominar el azul en cl griego homérico. Homero y otros poetas antiguos carecian de un término que significara azul. Para ellos no era un color en el sentido que le atribuimos nosotros, sino la cualidad de oscuro, ya fuera para describir el cabello, las nubes o la tierra. Lo mismo sucede con chloros, el vocablo que los teéricos griegos posteriores definen como verde. En la Iliada, la miel es chloros, en la Odisea, también lo es el ruisenor; en Pindaro, el rocio es chloros, y en Euripides lo son las lagrimas y la sangre. Ello nos indica que no significa verde sino himedo y fresco, vivo. Aiin usamos el verde para referirnos a la inma- durez o la falta de experiencia. Para los antiguos griegos, estas connotaciones constituian la acepcién primaria. Esta- ban tan distanciados de la percepcién externa del color que la cualidad psicolégica de “frescura” u “oscuridad” podia con- vertirse en el atributo percibido. Veian verdor en la himeda frescura de las lagrimas. Decimos metaf6ricamente que al- guien se pone “rojo de furia”. Sugiero que el uso de estas expresiones en el mundo homérico no se entiendan metaf6- rica sino literalmente. Ni la luz del sol ni sus ojos eran dife- rentes de los nuestros. En cambio, la luz interpretativa de su imaginacién antigua cambiaba su manera de ver, tal como una luz similar continda modelando nuestra manera de ver en la actualidad. Hallamos un ejemplo mis reciente en el “caso del pintor que no veia los colores”, expuesto por Oliver Sacks y Robert 16 EL DON DE LA LUZ Wasserman en 1987;5 Jonathan I. habia sido un pintor de éxito hasta que, a los sesenta y cinco afios, tuvo un accidente automovilistico. Padecié una conmocién cerebral y ¢l trauma que suele asociarse con dichos accidentes, pero no sufrio le- siones duraderas, Sin embargo, qued6 totalmente incapaz de ver los colores, un estado repentino, persistente e inexplica- ble que se produjo con el accidente. Veia el mundo, en sus propias palabras, como “una pantalla de televisién en blanco y negro”. Es un caso tragico y conmovedor. Un artista que habia vivido su vida entera por intermedio del color era ciego a los colores. Oftalmélogos y neurdlogos, entre ellos Sacks y Wasserman, sometieron a I. a toda suerte de andlisis médicos infructuosos. La causa de su ceguera al color atin es un miste- rio. Sacks y Wasserman sintetizan su estudio declarando: “Los pacientes como I. nos muestran que el color no es algo dado sino que se percibe merced a un proceso cerebral extraordi- nariamente complejo y especifico”. Mas atin, aunque conti- ntien los cémputos fisiolégicos, la visi6n del color “es infinitamente mas; se eleva a niveles cada vez mas altos, se mezcla inextricablemente con nuestros recuerdos visuales, ima- genes, deseos, expectativas, hasta convertirse en parte inte- gral de nosotros mismos, de nuestro mundo vital”. El “mundo vital” de Homero en las costas de Troya era profundamente diferente del nuestro. Sus recuerdos, asocia- ciones, deseos y expectativas eran distintos de los que noso- tros Ilevamos al campo de batalla. El 6rgano mental de la vista que utilizaba el bardo ciego era un lugar comuin de su cultu- ra, pero diferia profundamente de nuestra disposici6n men- tal actual. Nosotros tendemos a pensar que nuestros ojos son cAmaras y nuestros cerebros procesadores informaticos que generan el equivalente de la conciencia. Los capullos de la percepcién florecen a partir de una unién mucho mis rica y autorreflexiva de las luces mentales y naturales. Los casos de S. B. y de I. presentan situaciones donde las personas no podian ver algo que todos convendriamos en decir que “existia” ante sus ojos. Se produce la situacién con- 17 ATRAPANDO LA LUZ traria cuando alguien ve algo que para nosotros “no existe”. Normalmente calificamos dichas experiencias de alucinacio- nes. Surgen cuando el estado psicoldgico de un individuo es tan fuerte como para producir una experiencia similar a la que producen los sentidos. ;Acaso los antiguos griegos aluci- naban el color de su vinoso mar? Los estudios lingiisticos sugieren que no, pues de lo contrario tendriamos que imagi- nar toda una cultura entera sufriendo alucinaciones colecti- vas. Sin embargo, en cierto sentido, sus emociones interiores © su etapa de desarrollo “coloreaban” el mundo que veian. E] estudio de otros grupos lingiisticos, como los chinos 0 ame- rindios, respalda la interpretacién de que otras culturas ven el mundo, aun en sus texturas y colores, de modos profunda- mente diferentes de los nuestros.® A través de los milenios, la luz de la naturaleza y la de la mente han interactuado para presentar diversos mundos a distintas épocas. Como trovadores ciegos a quienes se otorga la visién, atin tenemos dificultades para aprehender con la imaginacién el modo antiguo de comprender la luz solar y el ojo dotado de vista. Al principio parecen extrafas y aun ab- surdas. Pero esa extraiieza puede reflejar la proyeccién de nuestra imaginacién moderna en experiencias antiguas. En cada época deberemos imaginar nuevamente el universo, par- ticipar activamente para oir el épico cantar de la luz. La magnifica estatua de bronce de Poseidén, que se res- cat6 del Egeo y hoy agracia el Museo Nacional de Atenas, s6lo tiene huecos oscuros en vez de ojos. En el 450 a. C., gemas incrustadas cubrian esas cuencas vacias, brindando vida cog- nitiva a esa figura esbelta y poderosa. Cuando cayé del pedes- tal y se derrumbé en el mar, Poseidén perdi6 los ojos. El dios que antano gobernaba el mar, ahora ciego, fue depuesto. Nuestra historia de la luz comienza con la comprensi6n anti- gua y sagrada del ojo. Empédocles, médico y semidiés, de- vuelve las gemas al rostro de Poseidén. Mas tarde otros se las quitaran. EL DON DE LA LUZ Poseidén. El farol y el ojo Los ojos son como una lampara para el cuerpo; asi que si tus ojos son buenos, todo tu cuerpo tendré luz; pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo estard en oscuridad. ¥ si la luz que hay en ti resulta ser oscuri- dad, ;qué negra seré la oscuridad misma! Marto 6:22-23 En Vidas de los fildsofos ilustres, Didgenes Laercio cuenta la historia de una pestilencia que atacé la ciudad siciliana de Selino en el siglo quinto a. C.'° Las estancadas y contamina- das aguas del rio propagaron la enfermedad y la muerte entre los selinuncios. Al enterarse de la tragedia, el noble médico, cientifico, estadista y poeta Empédocles acudio desde la veci- na localidad de Acragas vestido con su rica y purpurea ttnica, cefida con cintur6n de oro. Llevaba sandalias de bronce, y una corona de laurel en la cabeza; le seguia un cortejo de efebos que atendian sus necesidades. Al descubrir el origen 19 ATRAPANDO LA LUZ de la pestilencia, Empédocles hizo reencauzar dos rios cercanos para mezclar sus aguas limpias y caudalosas con las aguas putre- factas del rio de Selino, liberando a los habitantes de sus males. La historia es totalmente crejble, teniendo en cuenta el alarmante estado de los rios en los centros urbanos de la actualidad. Paris, encaramada en torno de la Ile de la Cité, ya era famosa en su periodo romano por la fetidez del Sena; el Mar Baltico, otrora un magnifico recurso natural, se ha con- vertido en ponzonoso sumidero de la Polonia industrial. El acto de Empédocles merece nuestros aplausos, pues fue quien identificé la causa de la enfermedad, elaboré un plan y luego costed la excavaci6n de un canal para diluir las hediondas aguas de Selino. No nos sorprende que luego sus habitantes lo alabaran y adoraran como a un dios. Si nos sorprende que, en respuesta a sus plegarias, se arrojara al fuego, al parecer sin causarse dano, para confirmar su divinidad. En Empédocles no sdlo encontramos a un notable cienti- fico antiguo cuyas ideas sobre la visién nos resultaran de inte- rés, sino también al ultimo y tardio ejemplo de un tipo humano que desaparecié de Grecia con su memorable muerte, cuan- do se esfumé en el crater volcdnico del monte Etna, con sus sandalias de bronce. No sdélo era un médico y un cientifico sino un poeta y un chaman que escribié, ademas de su pene- trante tratado Sobre la naturaleza, un desconcertante texto es- piritual y religioso, Purificaciones.'' S6lo nos quedan fragmentos de estas dos obras, pero aun asi nos permiten formarnos una opinion sobre el temple de la personalidad y el pensamiento de Empédocles. En las Purificaciones, habla de su origen divino, diciendo que ha sido condenado a “vagabundear tres veces diez mil estaciones lejos de la compariia de los benditos, habiendo renacido durante ese periodo en toda clase de formas morta- les”.!? Es un dios sentenciado a vivir como un pajaro, un mor- tal, y en un sinfin de otras formas por la espantosa transgresién de haber comido la carne humana del sacrificio. Al estudiar sus comentarios sobre la vista, recordemos la paraddjica mez- cla de chaman y cientifico en la Grecia del siglo quinto, me- 20 EL DON DE LALUZ nos de cien anos antes de Platén. El mundo de Homero, de los dioses, de los misterios religiosos y los ritos secretos de iniciacién no esta lejos de la ciencia de la Grecia arcaica. Un cosmos espiritual cobij6 el nacimiento de las ciencias natura- les. Segtin Empédocles, la divina Afrodita, diosa del amor, modelé nuestros ojos con los cuatro elementos griegos tradi- cionales —tierra, agua, aire y fuego-, uniéndolos con rema- ches de amor."* Luego, “asi como un hombre, pensando en realizar una excursi6n nocturna, prepara un farol”, encen- diéndolo en el ardiente hogar y protegiéndolo con paneles de vidrio para resguardarlo de los vientos, asi encendié la diosa la llama de los ojos en el fuego primordial del universo, confinandolo con los tejidos en la esfera del globo ocular.'* Marayillosos pasajes se insertaron en él, permitiéndole trans- mitir un rutilante fuego interior que atravesaba el agua del ojo para salir al mundo, dando origen a la vista. Esta pasaba del ojo al objeto visto; los ojos irradiaban su propia luz. Cuando el evangelista Mateo, unos siglos después de Em- pédocles, escribié “el ojo es la luz del cuerpo”, no sélo pensa- ba metaforica sino cientificamente. La imagen del ojo como farol era un lugar comin de la cultura y la ciencia cuando Mateo escribié su evangelio. La luz del sol desempefiaba un papel secundario en la empresa de desentranar el misterio de la vista. Empédocles reconocia la existencia de la luz solar, como lo comprobamos en fragmentos tales como “la tierra provoca la noche al inter- ponerse en el camino de los rayos [del sol]”,!® una observa- ci6n sagaz para la época. Sin embargo, consideraba que la luz del sol sdlo era una parte del proceso, y reconocia que algo mas se requeria para la vision, algo esencial aportado por el hombre: la luz del cuerpo. 21 ATRAPANDO LA LUZ Vision platénica Platén, como Empédocles, pudo estudiar las doctrinas secre- tas de Pitagoras, al menos hasta que traicioné (al igual que Empédocles) sus ensefianzas al develarlas a los no iniciados por medio de sus escritos. La explicacién platénica de la vi- si6n es, previsiblemente, similar a la de Empédocles, aunque mas completa. Cuando se fusionara con la tradicié6n geomé- trica posterior, iniciada por Euclides y la médica codificada por Galeno, la elucidaci6n platonica persistiria casi mil qui- nientos anos. En esta tradici6n, la luz del ojo desempefiaba un papel tan protagénico como la luz del sol. Segtin Plat6n, el fuego del ojo hace que éste emita una luz suave. Esta luz interior se fusiona con la diurna —lo seme- jante con lo semejante-, formando asi un cuerpo tinico de luz homogénea. Ese cuerpo, un matrimonio de la luz interior y exterior, forja un eslabon entre los objetos del mundo y el alma. Se convierte en un puente por donde circulan los suti- les movimientos de un objeto externo, causando la sensacién de la vista.!7 En esta perspectiva, dos luces —interior y exterior— se unen y acttian como mediadoras entre el hombre y un mundo externo oscuro y cavernoso. Una vez que se ha forjado el eslab6n de la luz, el mensaje puede pasar, al igual que Iris, la diosa mensajera homérica, de un mundo al otro. En el ojo y el sol Platén percibe una armonia profunda que atin seria apreciada por el poeta aleman Goethe cuando, en la intwoduccién de su propia Teoria del color (1810), escribid el poema: Si el ojo no perteneciera al sol, gc6mo contemplariamos la luz? ‘Si el poder de Dios y el nuestro no fueran uno, gc6mo podria Su obra fascinar nuestra vision ?!* Una vez mas, el ojo de la mente no es pasivo, sino que desempenia un papel importante en el acto de ver. La imagen de un fuego ocular interior capturaba vividamente el sentido 22 EL DON DE LA LUZ antiguo de ese acto, en forma tan convincente que domin6 la filosofia durante mil quinientos anos. En gran medida conocemos el mundo por intermedio de la vista. Naturalmente, Platén utilizaba la visi6n como me- tafora de todo el conocimiento, denominando “ojo del alma” u “ojo de la mente” al 6rgano de percepcién de la psique.'” Nuestra palabra “teoria” deriva del vocablo griego theoria, que significa “contemplar”. Saber es haber visto, no pasiva sino activamente, por medio de la accién del fuego ocular, que se extiende para apresar, para aprehender el mundo. Nuestra actividad, presente en la visi6n y el conocimiento, es un ele- mento integral de la comprensi6n platdénica de la visi6n. La vista compromete al vidente en un acto esencial y formativo de creaci6n de imagenes, o imaginacidn. Para gente como el nino de Moreau o para S. B., el esfuerzo de ese acto construc- tivo era un recordatorio constante y extenuante de su pasada ceguera. Para los que vemos, el mundo casi siempre resulta inteligible al instante y sin esfuerzo. Miremos la figura de la pagina siguiente. Es una de mu- chas “figuras ambiguas”. Juguemos con ella. Al principio slo aparece una anciana o una joven. Sin el menor cambio en la pagina impresa “objetiva”, la delicada barbilla de la joven se convierte en la nariz deforme de la anciana. Evaluemos la transicién de una imagen a otra. Ocurre totalmente en nues- tro interior. Con un poco de practica incluso podemos con- trolar lo que vemos. No existe diferencia fisica entre una y otra imagen, mien- tras que la “distancia psiquica” entre ambas es enorme. ;Qué ha cambiado? Nuestra propia actividad; el caracter de nuestra participaci6n se puede modelar y remodelar, y podemos sen- tirlo. Con cada acto de percepcién, participamos inadvertida- mente en la confeccién de un mundo dotado de sentido. En respuesta a la luz exterior, una luz interior parpadea, derra- mando inteligencia. Es la que no alumbraba los ojos del nino de Moreau cuando los abri6 para ver sus primeras luces. 23 ATRAPANDO LA LUZ | ’ zAnciana o jovencita? | Tiempos de transicion En el Bhagavad-Gita, en Homero, en Empédocles y Platén, la visi6n supone una actividad humana esencial, un movimiento ue va desde el ojo hacia el mundo. Después de Platén se rodujo un desplazamiento gradual que sdlo alcanzé su con- lusi6n con René Descartes, en el siglo diecisiete. Los intere- s de la ciencia cambiaron durante este largo periodo. La influencia de Platén y Aristoteles prevalecié hasta el medioe- vo, y entretanto la visi6n, mas que fisica, era un proceso del alma y del espiritu. Sin embargo, en el siglo dieciséis, madu- ran las condiciones para un cambio profundo. Los filésofos le la naturaleza como Kepler y, en mayor medida, Galileo, se interesan menos en el proceso de traduccién mediante el Teal el alma convierte un estimulo externo en una percep- ién dotada de sentido, y se detienen mas en la fisica del ojo, ncarado como un instrumento fisico inanimado. E] cambio no es universal, rapido ni uniforme, pero los cientificos que trastabillan en la arriesgada vanguardia de la investigacién cruzan una divisoria de aguas. La vista se convierte en tema de la mecanica mas que en la actividad espiritual tan caracte- ristica de tantos pensadores anteriores. | 24 EL DON DE LA LUZ La transici6n es reveladora y decisiva. La hallamos pri- mero en la evoluci6n de la experiencia visual del hombre. La descubrimos de nuevo cuando estudiamos la luz misma. Lo que comienza como una vivida experiencia espiritual, tratése de la luz o de la vista, se ateniia, se clarifica y se divide en Optica y psicologia. Mas que un interesante dato histérico, este cambio de perspectiva constituye una alteracién de la conciencia, un hito en la historia de la mente. Como la figura ambigua, la naturaleza se presenta con ropajes indefinidos. Nuestro modo de verla depende tanto de ella como de nosotros. Sdlo la conjuncién permite el surgi- miento de imagenes mundanas dotadas de sentido. Al cruzar la divisoria de aguas, pues, no atravesamos la frontera entre ignorancia y sabiduria, sino que afrontamos el ambiguo tran- sito de la nina a Ja anciana. Por ende, al leer la historia de la ciencia, debemos tener presentes a los individuos que la im- pulsaron. Sus ojos veian, sus corazones ansiaban conocimien- to, y de su modo de ser nacian, florecian y perecian mundos. Un modo de ver era por un tiempo el modo de muchos, hasta que aparecia una visi6n mas lozana y més atractiva. Los delicados comienzos de la transicién hacia una con- cepcién mecanica de la visidn se manifestaron en el 300 de nuestra era en los estudios dpticos atribuidos al gran matema- tico alejandrino Euclides. En su libro Optica nos presenta un brillante tratado geométrico de la vista. Continuaba creyendo que un rayo visual era esencial para el proceso de la vision, y propuso varios argumentos sensatos a favor de esa posicién. Por ejemplo, a menudo no vemos las cosas, aun cuando las miramos. Si se nos cae una aguja, sugiere Euclides, al buscarla en el suelo nos preguntamos por qué no la vemos de inmediato. Nuestro campo visual, por cierto, incluye la aguja. En términos modernos, la aguja esta reflejada en la retina, pero permanece invisible. Inesperadamente, la vemos. Si la visi6n dependiera solo de una luz externa que alumbrara los objetos y luego viajara al ojo, la veriamos de inmediato. Evi- dentemente la luz se reflejaba en la aguja y viajaba al ojo mientras buscabamos, razona Euclides, asi que la visién no 25 ATRAPANDO LA LUZ puede depender tinicamente de la luz externa. Sin embargo, el acertijo se resuelve si adoptamos la doctrina del rayo visual. Al buscar la aguja, el rayo visual del ojo barre el suelo. ;Sdlo vemos la aguja cuando el rayo la alcanza! El rayo visual de Euclides presenta importantes diferen- cias con la luminosa y etérea emanacién de Platén y Empédo- cles. Euclides convierte la rutilante emanacién en una linea recta, un rayo visual que se presta a la légica deductiva y la demostraci6n geométrica. Sus extensos estudios matematicos rindieron muchos frutos y constituyen el fundamento de in- vestigaciones arabes posteriores, asi como del descubrimiento de la perspectiva lineal en Brunelleschi, Alberti y Durero, siglos mas tarde. Pero la abstraccién matematica cobré su precio. Distancié al hombre de la experiencia anterior y mas inmediata que se reflejaba en la perspectiva platénica de la vision. No debemos subestimar la importancia de la abstraccién matemiatica. Sin abstraccién, la ciencia tal como la conoce- mos no puede existir. Pero el andlisis supone una suspension de la experiencia, una representacién del objeto de estudio mediante pensamientos de claridad cristalina, tales como los conceptos matematicos. Esto fue lo que hizo Euclides. A tra- vés de él, el elusivo y etéreo puente de luz platénico entre objeto y ojo se conyirtié en una geometria de rayos visuales, conos y medidas angulares. Se desarrollaron todos los ele- mentos necesarios para el estudio de la dptica geométrica, pero en el proceso detectamos un importante distanciamien- to respecto de la experiencia subjetiva de la visién. Las meti- culosas argumentaciones matematicas de Euclides reemplazan el poético tratamiento de Empédocles y Platén. Como bien sabe todo fisico, las elegantes formulas matematicas opacan facilmente la confusa agitacién de la experiencia, y con el tiempo reemplazan los fenémenos que originalmente debian describir. El enfoque de la luz en Euclides prefigura la cre- ciente separacién entre la vista en cuanto experiencia vivida y en cuanto objeto formal de investigacion. La historia de la luz ha doblado un recodo, y con ello el misterio de la vista ingre- 26 ELDON DE LA LUZ sa en una nueva etapa, la cual florecié inicialmente en tierras arabes para culminar al fin en la obra de otro gran geometra y matematico, René Descartes. La conexi6n arabe Hacia el final del Imperio Romano las circunstancias propicia- ban nuevos desarrollos en la historia de la mente. Cuando Justiniano cerré la Academia Platénica en el 529 de nuestra era, la presencia helénica se eclips6 en Occidente, anuncian- do los albores de la Edad Oscura. Durante muchos siglos, la Academia habia sido un santuario donde florecieron las ideas de Platén y sus adeptos. Con el avance del cristianismo, empe- ro, el pensamiento pagano corria peligro de ser erradicado. En el 389 una turba cristiana destruyé la gran biblioteca de Alejandria, con su medio milldn de pergaminos. Al instituirse la iglesia como religion oficial de Roma, los platonistas, que atin reverenciaban los dioses paganos, fueron perseguidos como herejes peligrosos. Cuando los soldados de Justiniano irrum- pieron en la Academia platénica, los tiltimos discipulos de Platén tuvieron que huir de Atenas. Los siete grandes sabios de la Academia se marcharon con sus preciosos libros a Per- sia, donde el emperador Khurso I los recibid gracilmente en su suntuoso palacio de verano de Jundishapur (cerca de la actual Dizful, Iran).?° En la corte de Khurso I, y en la ilustre Academia de Jundishapur, florecieron la literatura, las artes, la ciencia y la filosofia. Los refugiados atenienses encontraron alli una at- mésfera cosmopolita de notable tolerancia. Las religiones na- tivas del zoroastrismo y el maniqueismo se conjugaban con el pensamiento religioso oriental, asi como con influencias pa- ganas, cristianas y judaicas. Jundishapur fue fundada en el 260 de nuestra era por Shapur I, como campamento de pri- sioneros, después de la derrota del emperador romano Vale- riano. En el siglo sexto se habia convertido en el mayor centro cultural del mundo, y contaba con un notable observatorio 27 ATRAPANDO LA LUZ astronémico, una escuela de medicina y el primer hospital del mundo. Durante siglos fue famosa por sus médicos y sus sabios consejeros. El ascenso del Islam redujo su influencia, pero los dirigentes de su Academia constituyeron el niicleo donde se centraron la erudici6n y la cultura del Islam. Con el ascenso del Islam en el siglo séptimo, una revolu- cién cultural sin precedentes se produjo en la peninsula ara- biga. Una vez que Mahoma establecié la nueva religién y se consolid6 un sistema de gobierno para el vasto imperio gana- do mediante guerras santas, los eruditos musulmanes se con- sagraron activamente a coleccionar y traducir manuscritos griegos. La Bagdad del siglo nueve, bajo la égida del erudito y traductor Hunayn ibn Ishaq, se convirti6 en un gran centro cultural, y la ciencia y los cientificos arabes pronto cobraron mayor importancia. Mientras los pensadores occidentales cam- biaban las inquietudes del helenismo por los interrogantes religiosos, especialmente el tema de la salvacién, los fil6sofos y médicos del Cercano Oriente musulman, bajo la influencia de Jundishapur, procuraban dominar, comentar y profundi- zar los conocimientos de la antigiiedad. El famoso filésofo, matematico, astr6nomo y 6ptico Ibn al-Haytham desempené un papel preponderante en este pro- ceso.” Por su intermedio, la historia de la vista se alej6 atin mas de la perspectiva espiritual o psicoldgica para acercarse a una teoria matemiatica y fisica de la visi6n. Nacido en Basora (Iran) en el 965, [bn al-Haytham, o Alhazen, como llegé a ser conocido en Occidente, se convir- tid en el mayor éptico de su época. En su infancia y juventud habia procurado alcanzar el conocimiento de la verdad por medio de las ciencias religiosas islamicas de su época. Cons- ternado por la elusividad de su meta y por el encono que vefa entre las sectas religiosas opuestas, decidid abocarse a una “doctrina cuyo asunto fuera sensato y cuya forma fuera racio- nal’.” Consideraba que la verdad era una, y durante las décadas siguientes conservé la determinacién de evitar las divagaciones propias de las ciencias espirituales. Redacté gran 28 ELDON DE LA LUZ cantidad de tratados sobre temas matematicos y cientificos, entre los cuales el mas influyente fue su Optica. Ciento cin- cuenta anos después de su muerte, acaecida en 1040, esta obra se tradujo al latin y se convirtié en fundamento de las futuras investigaciones dpticas. Dos aspectos de ella nos inte- resan especialmente: el reemplazo de la teoria platénica de la vision por una teoria muy diferente, y el estudio de la camara obscura. Ambos reflejan una nueva imagen de la luz. La perspectiva griega de la visién destacaba la actividad inte- rior del vidente. Como hemos visto, esto se tradujo en la idea de que un fuego puro, esencial para la vista, residia dentro del ojo y se proyectaba, como rayos solares, para iluminar el mundo. Esta perspectiva se ensené de diversas maneras en Occidente hasta el siglo doce. El gran maestro Guillermo de Conches, por ejemplo, la expuso en las escuelas de las cate- drales de Chartres y Paris. Profundo estudioso de Platén, tam- bién tomé de Galeno la idea de que la comida, en una serie de etapas, se transformaba en luz espiritual. La primera trans- formacién acontecia en el higado, donde se convertia en “vir- tud natural”, y al fin se desplazaba al cerebro, donde se refinaba en un viento luminoso que animaba los 6rganos de los senti- dos y brindaba al ojo su rayo interior.” Otra importante escuela griega sostenia que la visi6n acon- tecia mediante la transmisi6n de patinas o formas (eidola o simulacra) del objeto al ojo. Los atomistas griegos creian que peliculas o imagenes se desprendian de los objetos -o que éstos las proyectaban en el aire— y se precipitaban hacia el observador para entrar en el ojo. El diminuto reflejo del mun- do que vemos en la oscura pupila del ojo de nuestros seme- jantes se consideraba prueba de estos eidola. Evidentemente esta teoria presentaba ciertos problemas. ;Cémo, por ejem- plo, una patina del tamafo de una montafia se empequene- cia para entrar en el ojo?’ Esta perspectiva también tuvo su reflejo en la Edad Media, pero por el momento la dejaremos de lado para regresar al mundo arabe. 29 ATRAPANDO LALUZ En el Cercano Oriente se estaba desarrollando un enfo- que de la visién que era complementario de la perspectiva platénica que se ensefiaba en Chartres. Enfatizaba la luz ex- lerna, y cobr6 especial impetu en el mundo arabe. Alhazen elabor6 una serie de argumentos légicos para respaldar la idea de que la vista no derivaba parcial sino totalmente de la luz que entraba en el ojo desde los objetos circundantes. Hizo el siguiente razonamiento. No podemos mirar largo tiempo el sol sin gran dolor. Si la luz fluye desde el ojo, :c6mo puede haber dolor? Sin embargo, si existe una emisi6n que va desde el sol hacia el ojo, su abrumadora accién sobre éste explicaria esa incomodidad. Otro de sus argumentos aludia a las pos- imagenes que permanecen en la retina. Miremos una luz brillante o una ventana durante treinta segundos y cerremos los ojos. Una clara impresi6n sensorial flota en la vista con el mismo contorno que el original, pero habitualmente mostrando colores complementarios de las lu- ces que hemos visto. Alhazen veia en ello otra prueba de que algo afecta los ojos desde fuera, impresionandolos con tal fuerza que el efecto persiste aun cuando se ha extinguido la luz. Estos y muchos otros fenémenos se articularon con cuida- dosos argumentos para refutar las teorias visuales de Plat6n y otros. Concedia que para los matematicos podia ser util trazar “rayos visuales” del ojo al objeto para el estudio geométrico de la luz, pero al hacerlo “sélo usan en sus demostraciones lineas imaginarias... y es falsa la creencia de quienes suponen que realmente algo mana del ojo”. Asi se apagan los rayos del fuego interior de Empédo- cles. En cambio Alhazen ofrece una escrupulosa teoria de rayos fisicos y exteriores que se pueden combinar con el pre- ciso lenguaje matematico de Euclides para ofrecernos una imponente versién cientifica de la visi6n. El ojo, otrora sede de un fuego solar y divino, pronto se convirtié en una camara obscura que aguardaba una fuerza exterior que le diera luz. 30, EL DONDE LA LUZ Visi6n en una camara obscura En esa época un ingenio conocido como “cémara obscura” afect6é en tal medida la imaginacién cientifica que en el siglo diecisiete se habia convertido en e modelo del ojo. Aunque existen antecedentes previos, su primera descripcién clara apa- rece en los escritos de Alhazen.”* En un dia brillante, entremos en un aposento oscuro. Abramos un orificio del tamario de esta letra “o” en una corti- na opaca que cubre una ventana de la habitacion. Afuera hay un mundo brillante; adentro, un aposento a oscuras; sélo estan conectados por la luz que atraviesa una pequena aber- tura. En la pared que esta frente al orificio aparece una mara- villosa y detallada imagen invertida de la escena exterior. En su estudio de la camara obscura, Alhazen dispuso varias velas en hilera en un costado, y sus imagenes fluctuantes luego aparecian en una fila similar pero invertida en la pantalla. Si uno sostenia la teoria de las “patinas”, todos debian pasar por el mismo orificio sin interferir entre si. De alguna manera la luz de cada vela pasa simultaneamente por el mismo punto sin oscurecer la imagen. Asombrosamente, un paisaje entero, con su plétora de colores y detalles, puede entrar en la cama- ra obscura a través de un pequefo orificio. Mas atin, si el agujero es demasiado grande, la imagen, aunque mas brillan- te, se vuelve borrosa. La conexién de este experimento con la visién tendria que esperar cuatrocientos aios, hasta que el genio renacentis- ta Leonardo da Vinci hizo la extraordinaria sugerencia de que el ojo mismo es una camara obscura donde se proyecta una imagen del mundo. En los primeros afios del siglo diecisiete, el matematico y astrénomo Johannes Kepler desarrollé una explicacién geomé- trica integral de la cAmara obscura, y brind6 una detallada y fructifera explicaci6n de la 6ptica del ojo y la vision. Como en la cémara obscura, el mundo exterior se proyectaba en una pantalla interior del ojo. Declaré que “la visién acontece cuan- 31 ATRAPANDO LA LUZ do la imagen de todo el hemisferio del mundo que esta de- lante del ojo... se fija en la superficie concava, blanca y rojiza de la retina”.*’ Pero Kepler, como muchos cientificos anterio- res, estaba profundamente perturbado por un factor: jla ima- gen de la pantalla de una camara obscura esta invertida! ¢Cémo es posible que la imagen de la retina esté cabeza abajo cuan- do vemos el mundo cabeza arriba? Se habian inventado anto- jadizos argumentos para rectificar la imagen, pero los razonamientos geométricos de Kepler eran tan precisos que, aun en ausencia de observaciones directas, no habia modo de rehuir esa conclusién: la imagen retinal tenia que estar inver- tida. Kepler acept6 esto y dejé que otros explicaran cémo se podia enderezar la imagen. Hoy hallamos la solucion de este problema en la mente, asociandolo con la psicologia de la vision. En palabras de Kepler, En cuanto al modo en que la imagen o figura es compuesta por los espiritus visuales que residen en la retina y el nervio 6ptico, y en cuanto a si es obligada a comparecer ante el alma o el tribunal de las facultades visuales por un espiritu que reside en las oquedades del cerebro, o bien por la facultad visual... dejaré que los fisicos [filésofos] discutan sobre ello. Pues el arsenal de los 6pticos no los lleva mas alla de esa primera y opaca pared que se encuentra dentro del ojo. En este punto termina la 6ptica y debemos hablar de la luz del cuerpo; es decir, para ver el mundo al derecho se necesita la actividad del alma. Descartes La verificacién experimental de las deducciones de Kepler fue emprendida por René Descartes, cuyos estudios dpticos contienen una reveladora ilustracién del sistema visual que inadvertidamente retrata no sdlo la perspectiva cartesiana so- 32 EL DON DE LA LUZ nO Anilisis 6ptico de Descartes. El filésofo contemplé el mundo a través de un ojo de buey al cual se habia quitado la parte trasera para que fuera trasparente, Vio una imagen invertida. bre la anatomia del ojo y la 6ptica visual, sino también su filosofia de la percepcién.” A cierta distancia de un enorme ojo hay tres objetos geométricos: un circulo, un diamante y un tridngulo. Irradian 33 ATRAPANDO LA LUZ rayos que atraviesan la lente del ojo, y se focalizan en la reti- na. Las membranas posteriores del ojo se han eliminado con el objeto de que el filésofo (zDescartes mismo?) pueda ver las tres imagenes proyectadas en la superficie posterior. El mun- do externo que se describe en la parte superior de la figura se muestra a la luz; la parte inferior que rodea al observador esta a oscuras. Al igual que para Alhazen, para Descartes el mun- do es brillante y el ojo oscuro. El rayo o fuego que iluminaba el interior se ha extingui- do. Sin embargo, el filésofo francés atin sostiene una teoria de la visi6n en dos etapas. En la primera, la luz (que él consi- dera material y mecanica) se desplaza por el 6rgano fisico de la vista a un sensérium comin del cuerpo. Para él, pues, los estimulos mecanicos son “percibidos” por un principio espiri- tual que se halla dentro del hombre. El mundo de la exten- sion, de la sustancia —la res extensa~ penetra en el cuerpo pero no puede completar por si mismo el proceso de la vision. Aun se requiere un principio espiritual —la res cogitans-, la mente 0 alma. Como el filésofo de la ilustracién, que observa las fluc- tuantes imagenes retinales desde su oscuro mirador, la mente inmaterial observaba los embates mecanicos del mundo con- tra el sensérium. Aunque la luz ocular que infundia sentido a las toscas sensaciones se habia retirado del cuerpo, permanecia en la posicién dualista de Descartes como un espiritu descarnado, un vestigio del pasado. Pero ni siquiera este languido eco del legado griego durarfa demasiado. La moderna fisiologia de los sentidos Tarde 0 temprano llegaremos a un equivalente mecé- nico de la conciencia. THomas Huxisy El tiltimo acto del drama evolutivo de la luz (y debo excluir muchos detalles) se represent6 en nuestro siglo. A principios 34 ELDON DELALUZ del siglo veinte, la neurofisiologia y la psicologia de la vision habian realizado avances extraordinarios. Los detallados co- nocimientos que hoy poseemos de la estructura y las funcio- nes del cerebro, de la anatomia neural del ojo y las sendas visuales, son realmente apabullantes. Imbuidos del entusias- mo que naturalmente acompana a un siglo de descubrimien- tos, muchos creen tener en las manos “el equivalente mecdénico de la conciencia” de que hablaba Thomas Huxley. David Hubel, bidlogo de Harvard y premio Nobel, habla en nombre de muchos cientificos cuando afirma que el cere- bro es una maquina “que realiza sus tareas de un modo que congenia con las leyes de la fisica, un objeto que en tiltima instancia podemos comprender tal como comprendemos una imprenta”.” Mas aun, a diferencia de Descartes, no necesita- mos apelar “a fuerzas vitales misticas, ni a la mente” para explicar la percepcién, el pensamiento ni la emocién. Son pura y simplemente estados del cerebro fisico. Hubel reconoce con justeza las profundas implicaciones de esta concepcién para todos nuestros actos. Nuestra ima- gen de la mente influye en todo, desde la educacién hasta las relaciones amorosas. Seguin este cientifico, una vez que en- tendemos que la mente es una ilusién y que el cerebro es la Unica realidad, podemos reestructurar nuestros sistemas de educaci6n e instituciones sociales para ponerlos al servicio de éste, y no de una trasnochada noci6n de “espiritualidad”. En el lenguaje tradicional, es idolatria el reemplazo de una realidad espiritual por una imagen puramente material y sensual. En un sagaz optisculo, Saving the Appearances, Owen Barfield sugiere una relacién entre la exhortacién biblica con- tra la idolatria y la veneracién de ciertos modelos, tan comin en la prdctica cientifica moderna." Sin duda estos modelos cientificos son legitimos y necesarios, :pero cuando un para- digma se convierte en {dolo, es decir, cudndo deja de ser tal para convertirse en “realidad”? El modelo del dtomo como sistema planetario en miniatura solo es util mientras no se tome literalmente. La fisica cudntica descubri6é hace tiempo 35 ATRAPANDO LA LUZ los peligros de la idolatria. Los neurofisidlogos atin no han aprendido esta leccién. Muchos han hecho una deidad del cerebro, transformandolo en la quintaesencia del hombre. Esta adulacién encierra un sinfin de peligros. La imagen que poseemos de nosotros mismos es un factor muy podero- so; moldea nuestros actos, y en consecuencia el mundo que creamos para nosotros y nuestros hijos. Es importante, pues, discernir cuidadosamente entre el idolo y la realidad. No estoy abogando por un simplista y rom4ntico retorno al pasado. No hay regreso. ¢Pero estan en lo cierto Hubel y las legiones de cientificos que le dan la raz6n al reducir nuestra humanidad a las funciones cerebrales? La respuesta es, lisa y Nanamente, no. El cerebro que describe Hubel es una ima- gen artesanal y deslumbrante, nacida de los frutos de la inves- tigacién cientifica, llena de apreciaciones inteligentes, pero no se lo debe confundir con algo que no es eso. 2Es posible abrazar los frutos de la ciencia sin caer en semejante idola- tria? Si, pero quizd sca el maximo desafio de nuestro tiempo. Nuestro futuro depende en gran medida de nuestra capaci- dad para elaborar una ciencia no id6latra. Atizando el fuego del ojo Los movimientos que hemos seguido semejan una armonia contrapuntistica donde una melodia contrasta con la otra. Al palidecer la luz del ojo, resplandece la del mundo. Con el gradual repliegue del faro del ojo, el poder de la luz solar se proyecta con creciente hondura en el ser humano hasta que las emanaciones etéreas de Platén, y aun el espectador carte- siano, desaparecen de la concepcién cientifica occidental. Pero algunos datos y desarrollos cientificos indican la posibilidad de una perspectiva “posmoderna” del sujeto y de la visi6n que deje margen para la luz del ojo. En ellos, ¢l rayo interior puede hallar nuevamente un sitio, aunque con owo ropaje. 36 ELDON DELALUZ Hemos aprendido que nuestra conciencia no es inmuta- ble. Nuestros habitos mentales se convierten en percep- ciones, y a pesar de su potencial no son universales ni “verda- deros”. Debemos aprender a responsabilizarnos de ellos. ¢Con- cuerdan con nuestras intenciones mas profundas, con el bien de nuestra sociedad y del planeta? sO debemos “reimaginar- nos” a nosotros mismos y nuestro mundo? En este sentido, la observacién de Mateo cobra mucho sentido: “pero si tus ojos son malos, todo tu cuerpo estard en oscuridad. Y si la luz que hay en ti resulta ser oscuridad, jqué negra sera la oscuridad misma!”. Nuestra luz, una luz de sentido, modela un mundo, lo configura a partir de la luz del dia. Si nuestra luz es oscuri- dad -si es maligna— levamos oscuridad y mal al cuerpo, tanto al personal como al social. Si es luz ~si es benigna— la salud entra en nosotros y en el mundo. La luz ocular de Platon era una luz de la interpretacion, de la “intencionalidad”, como dirian los fenomendlogos modernos; una luz que otorga sentido. El conocimiento supone dos caras: el mundo se presenta, pero nosotros debemos “re-presentarlo”. Nos incluimos, con nuestras facultades y limitaciones, en la presenta- cién del mundo, con el propésito de darle forma, figura y senti- do a ese contenido. Las bellas y productivas imagenes que elaboramos a partir de la experiencia son sdlo eso, imagenes, frutos de la imaginacién. No por ello son menos verdaderas. Si olvidamos esto en nuestra exaltacién, las representaciones devie- nen idolos que exigen sacrificios en sus altares. Estas reflexiones no deben inducirnos a abandonar la senda del conocimiento, pues plantean una filosofia de crecimiento y desarrollo. Nuestros 6rganos de percepcidn no son fijos ni limitados, sino maleables y expansivos. De ahf la importancia de integrar las distintas per- cepciones de la luz que nos ofrecen las disciplinas artisticas, espi- rituales y cientificas. 37 3 LA LUZ ESCINDIDA: LUZ DIVINA Y CIENCIA OPTICA ¢Cual es la naturaleza de la luz? Diversos pueblos han dado dis- tintas respuestas a la pregunta que nos hacemos desde el comien- zo de este libro. Para los egipcios se vinculaba con la relaci6n entre el hombre y el dios Ra. Buscaban una respuesta moral 0 espiritual, no mecanicista. En cambio, nosotros procuramos ex- plicar su naturaleza rastreando haces de luz en intrincados siste- mas 6pticos. Indagamos las leyes fisicas y matematicas de la luz. Esta secuencia de palabras —jqué es la luz?- no significa siempre lo mismo. La respuesta egipcia es totalmente distinta de la cudntica, ¢pero estén necesariamente en conflicto? ;O el egipcio anhela conocer una parte distinta del ser expansivo de la luz? Tengamos en cuenta que las preguntas esenciales que se han planteado en el pasado o se plantearan en el futuro acer- ca de la naturaleza pueden ser muy diferentes de las que planteamos hoy. Como escribid C. S. Lewis en su fascinante libro The Discarded Image, no se trata de que nuestra compren- si6n actual carezca de fundamento, pero debemos entender que “en general la naturaleza ofrece pruebas acordes con las preguntas que hacemos”.' Las preguntas que hacemos, pues, asi como las respuestas que estamos dispuestos a aceptar, re- flejan nuestro temple mental. Una época puede desechar las imagenes de otra no sélo porque ha realizado nuevos descu- brimientos sino porque tiene otras prioridades ¢ interrogan- tes que reflejan un cambio de la psique. 39 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LUZ ESCINDIDA: LUZ DIVINAY CIENCIA OPTICA El ojo solar de Egipto. Tomado de un papiro funeral, 1000 a. C. indica que antes de la luz individualizada de la teoria visual de los griegos, la solar misma se sentia como una emanaci6n de un ojo, el ojo del dios-sol Ra. En ninguno de ambos casos era una sustancia ni una cosa, sino que se sentia como el poder de la vista. Ver era iluminar. Para Empédocles, el ojo humano era como un farol encendido en la Ilama primordial de la creaci6n. Al abrirse, derramaba sus rayos en el mundo y el hombre veia. Para el sacerdote egipcio, el sol mismo era un ojo que al abrirse traia el dia y al cerrarse la noche. El paren- tesco entre el ojo y el sol se sintid hondamente durante muchos siglos, desde el antiguo Egipto hasta los misticos me- dievales. En las mitologias griega y persa reaparece una ima- gen idéntica: el sol y la luna son los ojos de los dioses que moran en el firmamento.? La primera respuesta a nuestra pregunta —zqueé es la luz?— debe ser pues la siguiente: es la vista de Dios. La humanidad, formada a partir de las lagrimas de Ra o por intermedio de su visi6n, participa en cierto grado de su naturaleza, como si fuéramos dioses caidos.*En tiempos de los filésofos griegos, nosotros, al igual que los dioses, iluminabamos el mundo con nuestra mirada. La visi6n de Ra ilumina el cosmos; la vista del hombre ilumina el mundo. EI paso de la iluminaci6n universal y del ojo divino al humano esté bellamente contado en la historia egipcia del “ojo perdido” de Horus o Ra, que aparece con muchas varia- 41 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LUZ ESCINDIDA: LUZ DIVINAY CIENCIA OFTICA, celeste a principios del tiempo, el sol, la luna y las estrellas alumbran el dia y la noche y separan la luz de las tinieblas.” Eso dice el Antiguo Testamento. EI relato de la creaci6n seguin el Génesis es revoluciona- rio. Ahi no hallamos ninguna batalla entre los dioses, ningu- na contienda sobrenatural como las que aparecen en la mitologia babildnica, griega y nérdica. Los judios reducen los innumerables dioses que hallamos en los mitos de otras cultu- ras a un solo ser: Yahvé. Dios, en un acto solitario que se prolong6 siete dias, creé los cielos y la tierra, el hombre y la mujer. Aunque el estado original era paradisiaco, la adquisi- cién de la sabiduria divina se articul6, una vez mas, con el afan y la pérdida. La ingestién del fruto prohibido del arbol del conocimiento del bien y del mal significé para Adan y Eva la pérdida del Paraiso y el comienzo de la necesidad. Yahvé dijo a la mujer “parirds con dolor”, y al hombre “ganards el pan con el sudor de tu frente”.* En la imaginacion cristiana, la Caida del Hombre proviene de la tentacién de Lucifer, y la salvaci6n de la humanidad viene por el Cristo. En una tradici6n apécrifa, estos dos seres, Lucifer y Cristo, eran originalmente hermanos, ambos arcangeles de luz. Una sentencia medieval afirma Christus verus Lucifer, Cristo es el verdadero Lucifer, lo que tiene sentido pues el nombre mismo de Lucifer significa “portador de luz”. Este ser no es Ahriman, el oscuro espiritu negativo del zoroastrismo, sino un ser de belleza radiante que cay6 de las alturas por su pecado de orgullo. En palabras de Isaias, es el “brillante hijo de la manana”, quien fue expulsado del cielo por pensar: “escalaré el firmamento; pondré mi trono muy por encima de las estrellas de Dios”. La historia se narra en los libros judaicos sobre Adan y Eva. Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y le insufl6é el hdlito de vida. Luego el arcangel Miguel llevé a Adan ante los angeles y los exhorté a adorar al hombre a la vista de Dios, como deseaba el Senor. Lucifer se negé: “No adoraré a una criatura subalterna. Yo lo precedo en la Creacién; antes que lo crearan yo fui creado. Es su deber adorarme”. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LUZ ESCINDIDA: LUZ DIVINAY CIENCIA OPTICA, ritu Viviente entr6 en el Reino de las Tinieblas y liberé a Ohrmizd, pero en su fuga tuvo que dejar atras a su luminosa amante, los Cinco Elementos. Las mas puras particulas de luz de éstos formaron el sol y la luna, las mas corruptas formaron las estrellas, y un tercio de la Luz qued6 atras, profundamen- te corrompida, para formar la tierra. Con el propésito de burlar los intentos redentores de los Seres de la Luz, el Princi- pe de las Tinieblas (no Yahvé) creé a Adan y Eva a imagen del tercer mensajero divino, el Cristo atin no encarnado. (Para la joven y ortodoxa iglesia, todo esto representaba una capri- chosa herejia.) Por medio de Adan y Eva y sus descendientes, la Luz quedaria atrapada para siempre en el tenebroso reino de Ahrmen. La misién de Mani era liberarla. La Luz, prisio- nera en la matriz de la materia desde las batallas de Ahrmen, debia regresar a su hogar. Dentro del maniqueismo., los elegidos (es decir, los sa- cerdotes) debian desempenar un papel protagénico en el pro- yecto de redencién, pues mediante su conducta terrenal podian liberar la Luz y llevarla dentro de si mismos a través del portal de la muerte. Aun la comida que ingerian contenia Luz en- cantada. Cuando era bien preparada por los oidores (los que oian las ensenanzas pero no eran elegidos) y comida por los elegidos, la Luz se liberaba. Al morir, los elegidos viajaban en espiritu hacia la Luna con su cosecha de Luz. La Luna crecia con los regalos que le Ilevaban, hasta que, una vez lena, pro- yectaba una columna de Luz que regresaba finalmente al Sol, su morada celestial. Mani fue un viajero infatigable, consagrado a predicar su mensaje de Luz y Oscuridad, de conocimiento (gnosis) y salvacion. Proyectaba una religién universal que uniera los legados de Buda, Jestis y Zoroastro. La influencia del mani- queismo fue inmensa. Uno de los pensadores mas eminentes del primer cristianismo, nada menos que San Agustin, fue maniqueo del 373 al 382, y aunque luego atac6 vigorosamen- te sus doctrinas, su pensamiento nunca quedé del todo libre de sus efectos, e indirectamente, a través de sus escritos, una 49 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LUZ ESCINDIDA: LUZ DIVINAY CIENCIA OFTICA Entre sus libros hay una gema cuyo resplandor opaca el resto. Es el delgado volumen titulado De Luce, “Sobre la luz”. Para apreciarlo, es preciso recordar la influencia de Platon sobre el pensamiento cientifico medieval. Hacia el final de su vida, Platén escribié el largo didlogo Timeo, que comienza refiriendo una conversacién entre un anciano sacerdote egipcio y el poeta griego Soldn, en la ciu- dad sagrada de Sais. El sacerdote, que tiene acceso a docu- mentos de gran antigtiedad, le describe a Solén la mas antigua historia de Grecia, remontandose a tiempos anteriores al dilu- vio. Timeo, el astr6nomo del grupo de Sécrates, contintia la historia remontandose atin mas lejos, y refiriendo la genera- cién del universo. Cuenta que Dios creé el mundo con la mediacién de un Demiurgo subalterno. Pero se trata menos de una exposici6n religiosa que cientifica, que se basa en la raz6n, la demostraci6n y la especulacién, no en la inspiracién divina. El mundo se forma segun el nimero, la proporcién y la geometria, escribe Platon. La quintaesencia, constituida por aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LUZ ESCINDIDA: LUZ DIVINA Y CIENCIA OPTICA Junto con los aspectos reconociblemente cientificos de esta cosmogonia de la luz, Grosseteste abrazaba una metafisi- ca de la luz explicitamente espiritual. Para él, el mandato divino “Hagase la luz” poseia dos aspectos. Uno se convertiria a la postre en la luz de nuestra existencia fisica, condensando- se hasta alcanzar la forma de la materia, pero el otro era una luz de inteligencia encarnada en las creaciones puramente espirituales y angélicas de Dios. En su comentario sobre los capitulos iniciales del Génesis, y especialmente en sus detalla- dos estudios de las cuatro obras principales del Seudo-Dioni- sio, revela su profundo interés en el ordenamiento espiritual del cosmos, y una vez mas habla de un cosmos de luz, aunque ahora de luz angélica. En este erudito hallamos al primer apologista de la matema- tica como elemento crucial de la nueva ciencia. Escribi6 que en las ciencias “nada magnifico puede conocerse sin matematica””* Se ha dicho que es el primer expositor de la ciencia experimen- tal. Brind6, al menos tedricamente, los pilares gemelos esenciales para el desarrollo de la ciencia moderna: matemiatica y experi- mentaci6n. A. C. Crombie lo consideraba “el primero en propo- ner una teoria sistematica y coherente de la investigacién experimental y la explicaci6n racional, por la cual el método geométrico griego se convirtié en la ciencia experimental mo- derna”.®> Otros pondrian en marcha el programa que Grossetes- te describia, pero él expres6 con pujante claridad las premisas que resultarian bdsicas para la nueva ciencia en los siglos venide- ros. La metafisica y la fisica de la luz alternaban en su mente con igual gracia y honestidad. A fin de cuentas, se trataba del univer- so material y espiritual creado por Dios, y el lugar del hombre como ciudadano de los dos reinos exigia el conocimiento de ambos, fuera mediante la revelacién, la raz6n o la experimenta- ci6n. Su pensamiento no sdlo estaba influido por el platonis- mo y la teologia cristiana, sino también por el primer gran filésofo del mundo isldmico, al-Kindi. Durante el siglo noveno, alKindi no sdlo habia abogado enérgicamente por una versi6n mejorada de la teorfa euclidiana de una vista por extromision, 55 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ La ilusion de Brunelleschi de la perspectiva perfecta. Con un espejo en la mano derecha y la pintura en la mano izquierda, Brunclleschi miré a través de un agujcro hacia el baptisterio. Con o sin el espejo, la escena era la misma. ciclépea tarea que demoraria dieciséis afios, empleando vein- tenas de artesanos y artistas y consumiendo ingentes sumas de dinero. Su tarea de hoy, en cambio, era mucho mds modesta en presupuesto y escala. Sdlo requeria un panel de madera de doce pulgadas cuadradas, un espejo, los pinceles de un miniaturista, pinturas, y un hombre. Pero esa tarde realizé un espectaculo de magia cuyas consecuencias tendrian mucho mayor alcance que esa cupula, o que cualquiera de sus crea- ciones. Estaba modificando nuestro modo de ver. En el umbral de la catedral, realiz6 el primer dibujo con perspectiva lineal. Los eruditos sitiian la fecha entre 1412 y 1425.7 Por primera vez en la historia, el hombre creaba una escena tan realista que, al verla desde el sitio adecuado, “el espectador creia ver la escena real”, como nos cuenta Manetti, un contemporaneo de Brunelleschi3 Con el objeto de demostrar el poder de la ilusién de la perspectiva, Brunelleschi concibié una ingeniosa demostra- cidn. Los que estaban presentes ese dia vieron su pintura en perspectiva del baptisterio florentino de un modo extravagan- te pero dramatico. (Véase la figura anterior.) Se quedaron en 60 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ en otras culturas. Consideremos el fenémeno del dibujo “hen- dido”. Cuando los nifios y adultos africanos miraban un dibu- jo en perspectiva de un elefante visto desde arriba, y otro que presentaba al elefante caprichosamente hendido, también vis- to desde arriba, casi siempre preferian el dibujo partido. La perspectiva “correcta” del elefante, decian, “brincaba peligrosamente”. La preferencia por el dibujo hendido esta notablemente difundida, segin los estudios antropoldgicos. Cuando representa un animal o un rostro, el artista africano, al igual que el nifio o el artista prerrenacentista, no puede excluir el lado “oculto”. Nuestra creencia de que la perspecti- va lineal representa verazmente una escena es puramente cultural. Slo puede aparecer cuando nosotros, en cuanto cultura, hemos atenuado la luz activa de la interpretaci6n. Entonces es posible excluir el ojo o las piernas que estan ocultas, pero cuya existencia conocemos; el tamaiio relativo del fara6n puede ser igual o atin menor que el del criado, aunque nosotros sabemos que él es el ser superior. Con el nacimiento de la perspectiva lineal es obvio el repliegue de la luz interpretativa. Pero nuestra mente sigue activa, pues de lo contrario no nos esforzariamos, como el niiio de Moreau, para ver el mundo. Todas las consideraciones que hemos hecho sobre la vista nos permiten comprender que cada edad y cultura ha forjado su propia realidad sensorial, su propia visién. Podemos aplicar la misma leccién al descubrimiento de la perspectiva lineal.® La historia prerrenacentista de la perspectiva es comple- ja y controvertida. Como ha observado el eminente historia- dor del arte Erwin Panofsky, “cada periodo de la civilizacié6n occidental tuvo su propia ‘perspectiva’, una forma simbélica particular (como las Ilamaba Ernst Cassirer) que reflejaba una determinada Weltanshauung o visi6n del mundo”.’ Encontramos elementos de perspectiva ya en los griegos, pero slo en 1425 apareci6 una comprensi6n clara y coherente de la perspectiva lineal. Brunelleschi y el Renacimiento ansiaban ver y representar el mundo de acuerdo con la “verdad visual”, como la Ilamaba Lorenzo Ghiberti.’ Se “esforzaban por imitar 64 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ eo a La anatomia del amor, de los dibujos anatémicos de Leonardo da Vinci. uno cualquiera, para someterlo a la mirada clara y serena del nuevo espiritu. Los dibujos atin trasuntan una ternura artisti- ca que no hallamos en los textos anatémicos modernos. No debemos imaginar a Leonardo, Durero y Brunelleschi como revolucionarios empenados en derrumbar un universo divi- no. Consideraban sus esfuerzos como un servicio a Dios, quien habia creado el mundo rigiéndose por el ntimero y la medi- da. Leonardo ansiaba ver més alla de la apariencia superficial 68 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ tal de Salomén y las fuerzas terrenas, de las cuales Hiram era amo supremo. De estas nupcias entre el erudito y el artesano nacié una nueva corriente cuyo caudal tallé los desfiladeros que hoy habitamos. Galileo fue uno de los primeros mercaderes que surcé estas aguas, y una de las cosas que buscaba era el cuerpo de laluz. E] argumento perfecto Sacrevo: No sin gran asombro oigo atribuir como pri- mera perfeccién y nobleza de los cuerpos del universo el que sean invariables, inmutables e inalterables. Por mi parie, considero nobilisima la tierra, y admirable preci- samente por las alteraciones, cambios, generaciones, etc., que ocurren en ella sin cesar.!® Gaie0, 1632 En tres poemas monumentales, Paraiso, Purgatorio e Infier- no, Dante nos habia dado informacion detallada sobre la con- figuracién del cielo, la angustia de las almas en el purgatorio y la condenacién eterna de los réprobos. Teniendo en cuenta que la Inquisicién terminarfa por condenar a Galileo Galilei, resulta irénico que en 1588 la Academia Florentina lo invita- ra, cuando era un talentoso y joven estudioso y matematico de s6lo veinticuatro anos, a disertar ante esa augusta institu- cién acerca de la posicién, tamano y configuracién del infier- no tal como los describe Dante.'7 En retrospectiva parece un tema insdlito para el joven que luego disertaria ante e] mun- do acerca de tépicos tales como la matematica del movimien- to de los proyectiles, la construccién del telescopio y las revolucionarias observaciones realizadas con este aparato. Tal vez, al condenar al anciano y ciego Galileo, la Santa Sede deseaba que se rehabilitara en un sitio cuyas dimensiones y comodidades le resultaran conocidas gracias a sus estudios de juventud. Galileo sostenia que “la santa Biblia y la naturaleza 72 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ do a muerte por corromper a la juventud de Atenas! Galileo no fue sentenciado a muerte por desplazar la perfeccién; te- nia amigos poderosos, y la habilidad politica necesaria para ceder ante la Inquisicién al tiempo que maniobraba furtiva- mente para publicar sus ideas heréticas. Si era preciso prescindir de Aristételes, ¢cudl seria la base de un conocimiento seguro? Si uno deseaba comenzar con las impresiones sensoriales, ¢cOmo trascender sus equivocos mensajes? En tiempos anteriores, uno veia a través de ellos los mensajes indirectos de los dioses. ;Qué habia ahora detras de ellos? Galileo, sobre todo en sus primeros escritos, sostenia que las impresiones de los sentidos eran puramente subjeti- vas, que “los sabores, olores, colores y demas no eran mds que nombres en lo concerniente al objeto al cual se atribuyen, y que residen sdlo en la conciencia”.* Por ejemplo, algo que experimentamos como caliente es s6lo “una multitud de par- ticulas diminutas que tienen cierta forma y se desplazan a cierta velocidad”. Eso es el calor. Aunque parecfa cauto en sus especulaciones sobre un fundamento materialista y corpuscu- lar del mundo, los filésofos y cientificos posteriores no tuvie- ron tales escriipulos. Si existia un mundo divino, estaba totalmente escindido del mundo material de los sentidos, y poco o nada se interponia entre ambos. En su didlogo cosmolégico Timeo, Platén argumentaba que entre dos niimeros siempre podia hallarse un término medio que embelleciera la relacié6n matematica que expresaban. Su Demiurgo creé el mundo segiin esa triple relacién. En el cosmos gradual, los intermediarios enlazaban la tierra con el cielo, al hombre con Dios. Con Cusa y Galileo desaparecié el término medio, y se abrid un abismo entre lo material y lo matematico, lo real y lo ideal, el hombre y su Hacedor. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ catedratico pulié un espejo y preparé el tubo y la montura para lo que seria el prototipo de los principales telescopios astronémicos del mundo hasta el dia de hoy. Se enorgullecia del fruto de sus manos, y debe haberse regodeado en el fraca- so inicial de los fabricantes profesionales que luego fueron acusados de imitar su diseno. A excepcién de algunos colegas de Cambridge, nadie conocia los talentos y logros del notable Newton. Los rumo- res acerca de este aparato llegaron al fin a la recién fundada “Real Sociedad para el Mejoramiento del Conocimiento Na- tural”, que naturalmente solicité examinarlo. Newton accedié a enviar una versién de veinticinco pulgadas de longitud. Los miembros de la Sociedad estudiaron el telescopio espejado y sus alabanzas fueron undnimes y generosas. Ansiaban cono- cerlo mejor ¢ incluirlo entre los suyos. En respuesta a esta confirmacion, Newton envié su célebre carta del 6 de febrero de 1672 a Oldenburg, entonces secretario de la Real Socie- dad. Alli exponia los resultados de sus experimentos sobre la naturaleza de la luz y el color, y echaba los cimientos para las opiniones que atin hoy prevalecen en las discusiones corrien- tes sobre la luz. La concepcién newtoniana de la luz se originéd tempra- namente, con su amor infantil por los experimentos y su in- clinaci6n hacia una filosofia mecanica de la naturaleza; pero nosotros la recogeremos en 1665, cuando “plugo a Dios Mise- ricordioso en su justa severidad castigar la ciudad de Cam- bridge con el flagelo de la peste”.** Durante los dos afos de esta peste, Newton vivid apaciblemente en su hogar de Wools- thorpe con su madre. Estos dos afios son legendarios en la historia de la ciencia, y a veces se Haman anni mirabiles, por la cantidad y peso de las ideas cientificas que produjo durante estos meses de retiro. Por cierto, sus afios previos de enérgico estudio habian creado un terreno fértil, pero la escala de originalidad que demostr6 durante estos dos de meditacion no tenia precedentes. Entre los logros que obtuvo (y hubo otros) se encuentran la invencién del calculo, la teoria de la gravedad y la dinamica planetaria, y la de la luz y el color. 80 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ pequefiisimos cuerpos emitidos desde sustancias brillantes?” A su entender, los cuerpos mas pequeiios suscitarfan impre- siones violetas y azules, mientras que los mas grandes serian responsables del verde, el amarillo, el naranja y el rojo. Nues- tras sensaciones cromiaticas, pues, debian comprenderse como nuestra respuesta subjetiva a la realidad objetiva del tamano corpuscular. Ademias de sugerir que las luces de varios colores podian ser en tiltima instancia corptisculos de diversos tamafios, ex- plicé importantes fenédmenos 6pticos al calcular el cambio de trayectoria de dichos corptsculos, por ejemplo, cuando pasa- ban del aire al agua y eran refractados. Estas ideas procedian de sus estudios de mecanica. Los Principia, su libro sobre me- canica, incluso contenia una derivacién de la ley de refrac- cién acorde con el modelo corpuscular de la luz. Asi, la luz no sélo era un cuerpo, sino que sus leyes de movimiento eran las mismas que habia descubierto para los movimientos de los planetas y las manzanas. Las fuerzas de atraccion y repulsion atraian e impulsaban proyectiles de luz a través del mundo. De lo contrario, viajarian en linea recta, siguiendo la ley de la inercia como todos los objetos materia- les. La dindmica de la luz era idéntica a la dinamica de los planetas. El cosmos estaba unificado, desde los fendmenos de mayor escala hasta los de escala mas infima, desde los astros hasta las particulas de luz que emitian. Era una vision simple. Habia des- aparecido la multiplicidad del ser donde una inteligencia singu- lar se relaciona con cada esfera celestial. Todo se reducia a materia que se movia obedeciendo las leyes que Newton habia descubier- to. Era una visién imponente, casi arrobadora. Consciente de sus logros, fingi6 modestia y recurrié a una imagen medieval. En la catedral de Chartres, sobre el portal sur, se elevan bellos y grandes vitrales que muestran a los evangelistas sentados sobre los hombros de los profetas del Viejo Testamento, simbolizando asi el soporte que los sostiene mientras contintan la labor de Dios. Sus visiones se sustentaban en las visiones de los profetas del pasado. Los 84 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ inspirada en Descartes y fruto de sus meditaciones solitarias, y promulgada por Mersenne por medio de su vasta correspon- dencia y sus influyentes contactos. Los esfuerzos de ambos, asi como las espadas de los ejércitos catélicos del duque de Ba- viera durante la Guerra de los Treinta Anos, desbarataron la filosofia magica del animismo renacentista, el hermetismo y el cabalismo y todas sus trampas complementarias. En su lu- gar surgiria la “universal y admirable ciencia” de Descartes. Es deliciosamente irénico que la concepcién cientifica de Des- cartes, consumadamente racional, le llegara en un sueno. En noviembre de 1619 Descartes, soldado y filésofo de veintitrés anos, fue a pasar el invierno en una modesta casa de las cercanias de Ulm.** Durante los veinte meses anterio- res, habia viajado por Alemania y Holanda, carteandose con matematicos y filésofos cuya gama de intereses incluia no sdlo los problemas ortodoxos de la ciencia, sino los vinculos entre ciencia y espiritualidad. Algunos participaban en practi- cas espirituales rosacruces, que en esos anos experimentaban un auge enorme en la atencién ptiblica.“* Se acababan de publicar dos breves tratados sobre Christian Rosenkreutz y su hermandad, el Fama fraternitatis(1614) y el Confessio (1615), causando lo que se dio en llamar el “furor de los rosacruces”. El Confessio exponia las premisas de la fraternidad de Christian Rosenkreutz, entre ellas la conviccién de que, par- tiendo de la revelaci6n divina y la invencién, observaci6n y comprensi6n humanas, “si todos los libros perecieran, y si Dios Todopoderoso consintiera que se perdieran todos los escritos y todos los conocimientos, aun asi la posteridad po- dria, s6lo en virtud de lo mencionado, poner un nuevo ci- miento, y sacar nuevamente la verdad a la luz”. Esto complacia a Descartes. Busc6 a un miembro de la “hermandad invisi- ble”, pero sostuvo que no habia encontrado a ninguno. Sin embargo, por medio de sus contactos con otros buscadores, el impresionable francés se imbuy6 del sentido sagrado de su mision: la creacién de una nueva ciencia de la naturaleza. Bajo estas influencias, y al cabo de un periodo de inten- sas meditaciones solitarias, el 10 de noviembre Descartes tuvo 88 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ATRAPANDO LA LUZ aceptaci6én, aunque también adolecia de graves deficiencias. En medio de la marcha triunfal de la 6ptica corpuscular de Newton, se oian insistentes voces criticas. Muchos sefalaban ciertos defectos de la teoria.“ Por ejemplo, en esta perspecti- va de la luz como proyectil, si dos personas se miran, las particulas de luz deben seguir simultaneamente la misma tra- yectoria en direccién contraria. Ademas, si el sol irradia gran cantidad de particulas, :por qué no se consume con el tem- po? Los defensores replicaban que los corptisculos son extre- madamente pequenos, de modo que el sol sdlo pierde un par de gotas de sustancia en el curso de un dia. ZY qué hay de los innumerables corptisculos que deben pasar por el orificio de una camara obscura sin afectar la imagen? De nuevo la pe- queniez acudia al rescate. Pero si son tan pequefas, :c6mo pueden ser tan eficientes? Al investigar el impacto de una luz intensa y concentrada, el experimentalista John Michell se habia alarmado ante el derretimiento de su detector de lami- na de cobre en el foco de un reflector de medio metro. La luz puede surtir efectos contundentes. Si los corptisculos de luz son tan pequenos, también deben ser abrumadoramente nu- merosos para explicar semejante potencia. Niewuwentijdt, en su libro El filésofo religioso (1718), cal- culé que Ja Hama de una vela irradia 4,1866 x 10“ particulas por segundo," Esto se aproxima al niimero de protones de toda la Tierra. Tomaba este cdlculo como prueba de la aten- cién constante de Dios a su creacién, la “direcci6n de un poder omnipresente, que extiende su cuidado a todas las co- sas, aun los cuerpos mas pequefios”. Si los corptisculos de luz eran tan inmutables como sostenia Newton, zpor qué la es- ponja solar parece emitir luz de un color diferente al que la iluminaba originariamente? Habia, pues, varios interrogantes sin respuesta. La teoria cartesiana eludia dichas dificultades al declarar que la luz era s6lo una “tendencia al movimiento”, lo cual no suponia movimiento real. Asi procuraba eludir el absurdo de que ciertos objetos (los corptisculos de luz) se movieran si- multdneamente en direcciones opuestas. Las particulas del 92 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. 5 LA LLAMA CANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA Con la arcilla moldeamos un cuenco, pero el contenido se sostiene en el vacio del interior. Lao-rzu En el curso de Ia historia, el espacio ha sido como el vacio del cuenco de arcilla de Lao-tzu. El contenido no se sostiene en el cuenco, sino en el vacio del interior. Desde que creamos el concepto, el espacio ha sostenido aquello que poniamos en él. Hemos imaginado el espacio como muchas cosas, y ese acto imaginativo ha tenido implicaciones para nuestra ima- gen de la luz. Si divinizamos el espacio, la luz es divina; si descubrimos su forma, la luz es geométrica; si lo llenamos de materia, la luz es sustancial. De Moisés a Einstein, la historia de la luz es también la historia del espacio. En el primer dia de la creacién el Senor dijo: “Hagase la luz’. Los primeros cristianos entendian que la primera luz era esa realidad noble y espiritual que denominaban /ux, el alma del espacio. Ellos, y los estudiosos medievales que les sucedieron, trabajaron con empeno para distinguir la lux de su emanaci6n o contrapartida corpérea, llamada lumen. A no- sotros nos cuesta captar esta distincidn, pero era esencial en su visi6n del mundo.' La /ux era esencial y divina, el ser de la luz, y, en cuanto tal, reflejo del Creador. San Agustin la consideraba el ser corpéreo mas simple, mas noble, mas mévil y diverso. El lu men, en cambio, era el medio material por el cual surgia nuestra percepcion del ser de la luz (en cuanto lux), Cuando percibimos el brillo del sol, percibimos su lux, pero lo hace- 97 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LLAMA GANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA. Pitagoras, en la catedral de Chartres, escuchando la armonja de las esferas, 101 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LLAMA CANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA John Leconte se fij6 en dos quemadores de gas que estaban cerca del piano. La llama de uno vibraba en exacta sincronia con la miisica.!” También los trinos del cello ondeaban bella- mente en la cortina de llamas, de tal modo que “un sordo habria visto la armonia”. Las vibraciones ocultas de sonido se volvian visibles por intermedio de una “Ilama sensible”. El frio y opaco fulgor de una esponja solar habia sugerido a Galileo que la luz podria ser un cuerpo, el mas pequefio que existia. Tal vez se equivocaba, tal vez esa prosaica concepci6n materialista se pudiera reemplazar por una visi6n donde la luz consistiera en ondas diminutas que oscilaran en el éter como los trinos de un cello en una llama. Tal vez la luz fuera una llama cantarina, una delicada vibracion del éter luminifero. Las dos caras del conocimiento El sonido, despojado de sus antiguas asociaciones con la fe- cunda Palabra divina, se presentaba a los esclarecidos intelec- tuales del siglo dieciocho como una onda de compresién y rarefacci6n alternas en el invisible medio del aire. Con esta concepci6n, era légico considerar que la luz tuviera una natu- raleza similar. La imaginacién, cientifica o no, tiende a aureo- lar lo desconocido con formas familiares: Dios a imagen del hombre, la luz a imagen del sonido. Aqui conviene hacer una pausa para senalar lo incom- pleto de la imagen del sonido que acabamos de presentar. Una vibraci6n pura e invariable no significa nada; éste es un teorema de la fisica matematica. Si tocamos un si bemol en el violin continuamente, no proponemos nada, ni mtisica ni voz; no se transmite ninguna “sefial”. Nuestro sentido del oido lo sabe perfectamente y suele pasar por alto los sonidos de fon- do invariables, tratese de una cascada o del pestaiieo de una luz fluorescente con problemas en el balasto. Para hablar de- bemos modular los tonos puros que emitimos, articulando palabras. El sentido surge tanto del silencio como del sonido. 105 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LLAMA CANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA su cuenta a través del cdlculo, y también ciencias naturales (incluida la fabricacién de telescopios y microscopios). Desde pequeiio sintié fascinacién por los idiomas, y estudié latin, griego, francés ¢ italiano, para luego pasar al hebreo, el cal- deo, el sirio, el samaritano, el arabe, el persa, el turco y el etiope. Descifré partes de la famosa Piedra Rosetta, indepen- dientemente de Champollion, y asi contribuy6 a descifrar la escritura jeroglifica del antiguo Egipto. En Londres, Edim- burgo y Gotinga, estudié medicina, doctorandose en 1796. Su interés en la visi6n y su estudio del ojo lo Ievaron en 1801 a la seminal sugerencia de que la vision cromatica se produce merced a la sensibilidad de la retina a tres colores principales: el rojo, el amarillo y el azul. Maxwell y Helmholtz luego modi- ficaron y ampliaron sus comentarios sobre la visi6n tricolor, dandoles la forma que se acepta en la actualidad. Amante de la danza y la destreza ecuestre, el precoz Young era un inte- lecto exquisito y brillante cuya importancia radica en su revo- lucionario “principio de interferencia”. Profundamente influido por Euler, suscribfa una teoria vibratoria de la luz y un éter luminifero universal, pero ade- mas postulé un principio que segin él permitiria compren- der los fenémenos de difraccién, una afirmaci6n osada. Seguin Young, asi como las olas de agua que se intersectan pueden crecer o cancelarse entre si, sugirié que las ondulaciones del éter se pueden fortalecer o debilitar al punto de la extincién mediante una interferencia similar. Ahora estamos habitua- dos a dichas ideas en las clases de ciencias de la escuela se- cundaria, pero no debemos olvidar que esta sugerencia parecia descabellada. De acuerdo con este principio, partes de una pantalla uniformemente iluminada se pueden oscurecer me- diante la adicién de mas luz. :Luz mas luz equivale a oscuri- dad? Esto era lo que proponia. Henry Brougham hablaba en nombre de muchos con- tempordneos cuando declar6 que el principio de interferen- cia de Young era “una de las suposiciones mas incomprensibles que recordamos haber visto en la historia de las hipdtesis humanas”."' Los criticos no sdlo rechazaban el principio de 109 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LLAMA CANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA des invisibles: tales eran las caracteristicas del mundo mental del siglo dieciocho. Antes la luz habia habitado paisajes ima- ginarios muy diferentes, pero ahora su naturaleza se alberga- ba forzosamente en el espacio psicolégico que le ofrecian los mejores intelectos de la época. :Podia ser de otra mancra? ¢Acaso nuestra mentalidad no modela el mundo que vemos? Pero el espiritu humano es inquieto y la naturaleza siempre acata su yoluntad, respondiendo a preguntas inauditas, mostran- do nuevos y vastos paisajes, revelando partes aun ocultas de su ser. Los fendmenos luminicos inexplicados, como desconcertan- tes acertijos, siguieron alentando la investigacién. Bajo su influen- cia, un francés desarrollé una concepcién tan fecunda que derrocé la imagen newtoniana de la luz y establecié su propia teoria ondulatoria como imagen suprema de la luz. Luz a la vera del camino La difracci6n era un factor recalcitrante que apuntaba sin cesar hacia una teoria ondulatoria. Sin embargo, el enigma de la “luz polarizada” también desafiaba la comprensién y parecia favore- cer una teoria corpuscular. 2Y qué era el éter para los apologistas de la imagen ondulatoria? Estos temas impulsaron a los tericos de las ondas a modificar los postulados de Euler de tal modo que el modelo ondulatorio se convirtié en un adversario temible de la teoria corpuscular, y termin6 por triunfar. El principio de superposicién de Young, por extravagante que pareciera para algunos, contenia el ingrediente faltante. Ain se requeria un espiritu matematico talentoso que enunciara dicho principio en una forma elegante y fecunda. Ir6énicamente, esa figura se en- contraba a la vera del camino, supervisando el disefio y construc- cién de puentes y carreteras: el francés Augustin Fresnel, del Comps des Ponts y Chaussées. Si fuera preciso senalar un acontecimiento que signara el paso hacia una nueva imagen matematica de la luz, seria la 113 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LLAMA CANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA, Registro de una onda de sonido en el aire. El sonido, que se mueve hacia la derecha, es una serie de compresiones y rarefacciones, tal como se muestra arriba. color surge de pronto, y estos colores cambian cuando hace- mos rotar las lentes. Una observacién atenta revela que con cada cambio en el grosor del celofan aparece un color dife- rente. Al ver estos colores, me acuerdo inevitablemente de las pintu- ras de la serie “Sincromia” del artista americano Morgan Rus- sell. En ellas, el color se convierte en un lenguaje divorciado de la figura. En una, Sincromia en azul violdceo, la leyenda del catdlogo reza: “Y Dios dijo ‘Hagase la luz’, y la luz se hizo”. En el centro de la pintura, y dominandola, hay un amarillo que Russell describi6 como simbolo de esa luz y del primer ojo que la vio. Escribi6 que el “estallido del espectro central en mi cuadro... posee sin duda una vaga analogia con lo que debe haber ocurrido con el primer 6rgano visual”. En la se- gunda década de este siglo, Russell también se dedicaba a la construccién de lo que él denominaba “cajas de luz”. Se trata- ba de cajuelas de madera cuyos dos lados mas largos queda- ban abiertos. Se podia instalar lamparas adenu, y luego se colocaban papeles transparentes pintados en los lados abier- tos. Tluminado desde el interior, el arte de Russell relucia literalmente, irradiando colores al espacio como los rayos de luz solar a través de los vitrales. Disconforme con los confines de una caja, la luz busca el exterior e infunde vida a los colores del papel o del vidrio, que de otro modo serian oscu- ros y opacos. El 16 de mayo de 1832, el gran astrénomo inglés William Herschel envi6 a su amigo fisico Whewell lo que él también Ilamaba “una caja llena de luz”. Carecia de los flancos colori- 117 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA LLAMA CANTARINA: LA LUZ COMO ONDA ETEREA ticos parecia confluir en un modelo mecdnico del éter lumi- nifero que explicaria todos los fendmenos experimentales. Esa imagen de la luz adolecia de un solo fallo fundamental, a saber, que el éter era materia. La mayoria de los cientificos del siglo diecinueve estaban atrapados en una imagen rigidamente materialista. Por sutiles e inusitadas que fueran las propiedades del éter, si era alguna cosa, debia poseer una sustancia. De lo contrario no podia existir. Lo contrario de la materia era el espiritu, y admitir la inmaterialidad de la luz era abrir las puertas a las divagaciones de la teologia natural especulativa. En pleno siglo dieciocho, el obispo Berkeley y el Chevalier Ramsay habian descrito el éter como algo esencial- mente espiritual, remitiéndose a la tradicién de prisca sapien- tia (conocimiento pristino) de Egipto, Grecia, Persia y los escritos herméticos con que nos hemos familiarizado en el capitulo anterior. Ramsay llamo al éter “el cuerpo del Gran Oromazes [Ahura Mazda], cuya alma es la verdad... El se propaga por doquier”.” Los trinitarios hicieron una analogia (o sugirieron una identificaci6n) entre el Espiritu Santo y el Eter Universal. Después de 1875, estas perspectivas recobra- ron terreno cuando una “crisis de fe” afect6é a muchos cienti- ficos victorianos, que a menudo procuraban conciliar la ciencia y la religi6n por medio del espiritismo.” Negar la naturaleza material de la luz o del éter era, pues, exponerse a retroceder a las imagenes precientificas y espirituales de la luz, una posibilidad que escandalizaba a los cientificos de la época. No debemos subestimar la influencia del fervor religioso (o antirreligioso) en la conducta de la ciencia, especialmente cuando se trata de defender hipétesis poco fundamentadas. Ello nos permite comprender la insis- tencia de la mayoria de los cientificos de ese tiempo en la materialidad de la luz y del éter. Los detallados modelos dina- micos de la época les ofrecian, literalmente, una compren- sién concreta de la luz que satisfacia sus prejuicios metafisicos, y ademas permitian efectuar predicciones acerca de las sutili- simas manifestaciones del éter. 121 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CAMPOS RADIANTES: VIENDO A LA LUZ DE LA ELECTRICIDAD. especie de exaltacién espiritual que se manifiesta aqui. Sus sentimientos religiosos y su filosofia no podian escindirse; una rebasaba siempre en la otra”.* Una de las “cosas invisibles” que investig6 fue la luz. Si- guiendo el precepto de San Pablo, busc6 el conocimiento de lo invisible mediante la comprensién de “las cosas que estan hechas”, es decir, mediante una constante y desprejuiciada observacién y experimentacién. Como a Goethe, nada le im- portaba tanto como un fenémeno realmente revelador. Aun- que no lo habria dicho de esta manera, trabajé con inagotable energia y genio en pos de los fenémenos arquetipicos del elec- tromagnetismo. Estos fenémenos, desconocidos antes de él, su- geririan una imagen totalmente nueva de la luz. Ondas eléctricas A los trece afios, Michael Faraday inicid su carrera como manda- dero de G. Riebau, del nimero 2 de la calle Blandford, un librero y encuadernador que habia emigrado de Francia. Entre los libros de la tienda y bajo el ojo amable y alentador de Riebau, su curiosidad florecié. Al cabo de un afio Faraday era aprendiz de encuadernador, un oficio que dominaria siete afos mas tar- de. Pero su educacién en la tienda trascendia las cuestiones de encuadernacién. Mientras sus manos adquirian una destreza por la cual seria admirado toda la vida, consagraba sus momentos libres a la lectura. “Alli habia muchos libros, y yo los leia”, escri- bid sencillamente. Ribeau senal6 que también copiaba dibujos de maquinas eléctricas, y muchas mafanas salia a caminar tem- prano, “siempre visitando alguna obra de arte o buscando alguna curiosidad mineral o vegetal, las obras sanitarias de Holloway, la arcada de Highgate...” Faraday concentr6 sus energias en una labor mas especi- fica cuando, en 1810, a los diecinueve afios, se afilid a la Sociedad Filos6fica de la Ciudad (la simiente de lo que se transformaria en el colegio Birkbeck), que se habia fundado dos afios antes bajo el espiritu tutelar de John Tatum, cuya 125 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CAMPOS RADIANTES: VIENDO A LA LUZ DE LA ELECTRICIDAD que parece ser un efecto puramente eléctrico, puso inadverti- damente los cimientos de una nueva comprensién de la luz. El efecto aparece de dos maneras importantes. Para su primer experimento, Faraday sujetd dos cables en tornoe de un torus (0 rosquilla) de hierro. Conect6é uno a un medidor sensible cuya aguja le indicaria si pasaba corriente por el cable. Al segundo le conect6é una bateria mediante un inte- rruptor. Cuando se cerraba el interruptor, fluia corriente por el cable izquierdo; cuando se abria, no habia corriente. Mientras observaba el medidor, Faraday abria y cerraba el interruptor. El medidor no mostraba deflexiones, ni con el interruptor abierto ni con el interruptor cerrado. Es decir, en ninguno de ambos casos habia corriente en el cable de la derecha. Sin embargo, en los momentos de activacion y desactivaci6n, habia una brusca deflexién de la aguja. Mas atin, ésta se movia en direcciones opuestas, segtin se abriera o cerrara el interruptor. Esto mostraba que un breve borbotén de corriente surcaba el cable derecho cuando se iniciaba o detenia el flujo de corriente en el cable de la izquierda. En otras palabras, se inducia corriente en el cable de la derecha s6lo cuando habia un cambio de corriente en el cable de la izquierda. Un cambio en un circuito inducia un cambio en el otro. Cuando la corriente no cambiaba, no habia ningiin efec- toen los cables. Una advertencia final acerca de la naturaleza de la co- nexién entre cables. Aunque el citado fenémeno de “induc- cién” es realzado por el torus de nticleo de hierro que liga los dos cables, éste no es esencial para el experimento. La co- rriente eléctrica no lo atraviesa. Si quitamos ese nticleo de hierro se aprecia un efecto pequeno pero detectable. Un cam- bio en el estado eléctrico de un cable induce una modifica- cién andloga en el otro. Para comprender la induccién electromagnética, Fara- day sugirié que una “onda de electricidad” es causada por cam- bios stibitos en la corriente del circuito primero o “primario”. Esta onda eléctrica viaja por el espacio e induce una pertur- bacién similar en el cable “secundario”. De ahi la deflexi6n de la aguja. 129 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CAMPOS RADIANTES: VIENDO A LA LUZ DE LA ELECTRICIDAD vés de diversas fuerzas, gpara qué plantear la existencia de portadores de ellas? Dado que las propiedades como la dureza, el color y demas se interpretaban como resultados de fuerzas, los Ato- mos (que Faraday si consideraba necesarios) eran simplemen- te los focos o centros geométricos de dichas fuerzas. Los atomos sustanciales, concebidos como trozos de materia densos y di- minutos, desaparecen por completo, pero al mismo tiempo la atmésfera de fuerzas que supuestamente los rodeaba cobra suma importancia. La fuerza, no la sustancia, constituye el verdadero ser del mundo, y la fuerza, no el éter, se extiende de un confin al otro del universo. Las fuerzas se pueden con- jugar de muchas maneras para crear especies quimicas, un mundo “corp6reo”, visual, tactil y plenamente sensual, pero en lo esencial todo es fuerza, no sustancia mensurable. La ontologia de Faraday era muy diferente de la de sus colegas. Recordemos la imagen cartesiana de un cosmos leno de materia, un plenum que era como un arroyo arremolinado donde los planetas se desplazaban como trozos flotantes de desechos, ramillas y hojas. Faraday sugeria que el arroyo de Descartes era en realidad un mar de fuerzas puras. Los pun- tos de materia —los dtomos— eran s6lo intersecciones de miles de lineas de fuerza que se difundian desde esos centros para atravesar el universo. En su segundo discurso, dos afios después, dio un paso decisivo en sus ideas, al parecer sin advertirlo.’ Segyin su displi- cente versién, el 10 de abril de 1846 él y su colaborador Wheatstone estaban frente a la sala de conferencias de la Real Instituci6n aguardando a que el reloj indicara el comienzo de la exposici6n. Wheatstone era el orador designado, pero a ultimo momento, victima de su timidez, bajé precipitadamente la escale- ra. El sorprendido Faraday afronté la situacién; primero diserté sobre el tema anunciado por Wheatstone, “El cronoscopio elec- tromagnético”, y luego expuso improvisadamente sus famosos “Pensamientos sobre vibraciones de los rayos”.* Careciendo de material para la exposicion, “presento como objeto para la espe- culaci6n las vagas impresiones de mi mente” 133 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. ‘CAMPOS RADIANTES: VIENDO A LA LUZ DE LA ELECTRICIDAD Espectros filoséficos Mas el esplendor que otorga fuerza y vigor a los cielos y controla el universo, elude la oscuridad y las almas perdidas. Quien haya visto una vex esta luz no considerard brillante el sol.” Borcio, La luz verdadera En el afio 524 de nuestra era, un solitario sabio y fildsofo de la corte de Teodorico de Ravena aguardaba la tortura y la muerte, condenado por el capricho de un monarca receloso. Habia consagrado arios de estudio y meditaci6n a los grandes fildsofos griegos y a los frutos de la nueva fe cristiana, al servicio del temperamental Teodorico. Ahora lo abandonaba el solaz de sus estudios. En medio de sus lagrimas, fue sor- prendido por la visi6n de una mujer de imponente presencia, de ojos claros, visién aguda y grave semblante. Su tinica, tejida por su propia mano, mostraba imagenes de la sabiduria y del universo, asf como rastros de las heridas infligidas por quienes ansiaban arrebatarle una fracci6n de conocimiento. La divina Sofia, Filosofia, habia entrado en la oscura y solita- ria camara para consolar a un hombre condenado, el filésofo Boecio. Sofia declar6 que la causa de la pesadumbre de Boecio era el abandono de su yo verdadero. Su consolacién, pues, consistié en “disolver esta nube con suaves fomentos para que puedas contemplar el esplendor de la luz verdadera”. En esos Uiltimos dias Boecio escribid su mayor obra, La consolacién de la filosofia, que tanto influiria en los siglos siguientes. Cuando completé su libro, fue colgado de una soga que le cefiia la frente y muerto a golpes. En la Consolacién, declara hacia el final: “Si no queréis enganaros a vosotros mismos, respetad la virtud como ley suprema, pues todos vuestros actos estan bajo la mirada de un Juez que todo lo ve”. Estas palabras fueron proféticas, pues la leyenda cuenta que después de la ejecu- cién de Boecio y su simpatizante Simaco, le sirvieron a Teo- dorico una gran cabeza de pescado. Su mente culpable vio los 137 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CAMPOS RADIANTES: VIENDO A LA LUZ DE LA ELECTRICIDAD gAdoracién? jHay adoracién mejor que liberarse de los grillos con que la letra inerte y muda encadena la mente torturada? El hombre, con callada admiracion, ve la Creacion gloriosa y en contemplacién sagrada abandona la estulta erudicién. Fl joven Maxwell ansiaba abandonar la estulta erudicién de los pedantes de Cambridge, asi como Fausto, a pesar de su saber, ansiaba dejar a Wagner y sus polvorientos voltimenes para encontrar la verdad. Result6 més dificil de lo que el joven Maxwell imaginaba. Medio ano después de su “visién”, Maxwell enferm6 gra- vemente y recal6 en la casa del reverendo C. B. Taylor, rector de Otley, cerca de Ipswich, sufriendo una “fiebre cerebral”. En esa época, estudiaba Religio Medici (“La religién de un médico”), el clasico de sir Thomas Browne, donde el devoto anglicano eludia juiciosamente las herejias para Negar a una fe filos6fica aceptable para la Iglesia de Inglaterra. La ince- sante lucha de Maxwell para conciliar sus genuinos sentimien- tos religiosos con las rigurosas exigencias de una filosofia natural era sincera. El final de su “Himno nocturno de un estudiante”, que data de esa época, refleja sus sentimientos piadosos. Ensériame a leer Tus obras de tal modo que mi fe, cobrando nuevo brio, pueda discurrir de mundo en mundo, persiguiendo una fructifera sapiencia; y, por Tu verdad asi inspirado, sea mi pregén el credo eterno, y renueve la proclama de Tu gloria: Dios nuestro Senor es Dios de veras. En estos versos reconocemos dos libros teolégicos de Browne: “Hay pues dos libros donde estudio teologia; ademas del que escribid Dios, esta el de su servidora, Natura, ese 141 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. CAMPOS RADIANTES: VIENDO A LA LUZ DE LA ELECTRICIDAD demas eran un mero reflejo de los movimientos mas funda- mentales y regulares de dicho fluido. Basandose en el éxito de la teorfa ondulatoria de Fresnel, Thomson declaré del éter que “su existencia es un hecho incuestionable”, y pas6 a cal- cular su probable densidad a partir de datos recientes sobre energia solar. Las lineas de fuerza de Faraday eran maravillo- sas, de acuerdo, pero debian entenderse como propiedades mecanicas del éter para comprender las fuerzas eléctricas, magnéticas 0 gravitatorias. Thomson inicié asi un tremendo esfuerzo para crear una fisica universal unificada en torno de los principios de una materia simple e inercial que se despla- zaba respetando leyes mecanicas. La luz, como de costumbre, result6 ser el factor mas esquivo. Aunque Maxwell simpatizaba con el proyecto de Thomson, debié abandonar, al menos provisoriamente, una teorfa que implicara el éter. En cambio, se habia recluido en un tratamiento matematico para el cual no contaba con un modelo visual. Thomson, en cambio, no cejaba. Adoptando y transformando los conceptos de brillantes colegas matemati- cos, como Stokes y Green, luch6 toda su vida para descubrir hip6tesis mecanicas viables para el éter. Si viajamos a la Universidad de Glasgow, donde Thomson dict6 catedra durante mas de cinco décadas, en- contraremos una demostraci6n que Thomson inicié hace un siglo y todavia esta en marcha. Su intencién es elucidar la visi6n del éter. En medio de un recipiente de agua hay una lamina de cera. Encima de ésta hay balas y debajo hay peque- fos corchos. Al cabo de un ano, las balas descienden lenta- mente a través de la cera, mientras que los corchos la atraviesan en su ascenso. Andlogamente, debia entenderse que el espacio esta lle- no de una sustancia de gran elasticidad que puede vibrar a las altisimas frecuencias de luz que requiere la teoria de Fresnel, y que al mismo tiempo permite que planetas y estrellas se desplacen por el universo. Estimulado por el trabajo de su colega aleman, Helmholtz, sobre los movimientos de los flui- 149 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA PUERTA DEL ARCO IRIS entre las nubes. Este ser antiguo, poderoso y magico acompa- iia la imaginacién de los aborigenes desde sus albores. Cuando los errabundos dioses navajos llegaban a un barranco o desfiladero, un arco iris franqueaba el abismo para permitirles recorrer sus tierras sin inconvenientes. A sus talones jugaba el coyote sagrado, complacido con esa senda irisada y nueva. Algu- nos de esos puentes irisados se solidificaron, convirtiéndose en los puentes naturales de piedra que hoy cruzan los barrancos del desierto en el sudoeste de la América del Norte. “A los troyanos llegs la veloz Iris de pies ligeros, con un oscuro mensaje de Zeus, el de la égida” El oscuro Zeus, amo de las tormentas y del trueno, a menudo la Ilamaba para que llevara sus mensajes a otros inmortales y a los hombres. Iris, diosa del arco iris, franqueaba el celeste abismo que separaba las alturas del Olimpo del campo de batalla que se extendia frente a los muros de Troya. La imagino “corriendo sobre el lluvioso viento”, como dice Homero, con la forma de un esplendoroso arco iris, que se comba pacificamente desde el cielo borrascoso hasta una plani- cie tumultuosa, llevando los pensamientos de Zeus a aqueos 0 argivos. El arco iris, en la mente griega arcaica, era una diosa y un mensajero, rapido y cambiante. Iris, hija del asombro En la alborada de la humanidad, el arco espectral que hoy llamamos arco iris comenzé a ejercer su fascinacién en la mente del hombre. Ha sido fuente de asombro, mito y supers- tici6n, y también un fenémeno prefiado de implicaciones para el estudio cientifico de la luz. Entre los antiguos pueblos semitas del Cercano Oriente, el arco iris marcaba la transici6n desde una remota edad de 159 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA PUERTA DEL ARCO IRIS EI sol se encuentra en el lugar opuesto al arco iris. Para encontrarlo hay que dar la espalda al sol, y mil colores entre- lazados indican la trayectoria del perlado vuelo de Iris. ¢Cual es la cantidad, clase y orden de los colores que comprenden la figura del arco iris? Virgilio nos habla de mil matices. Arist6teles asegura que habia tres: “el primero y mas amplio es el rojo”, y le siguen el verde y el purpura cuando uno se desplaza hacia el interior. Jendfanes esta de acuerdo: “Esto que denominan Iris es también una nube, purpura, roja y verde amarillenta [chlorous] a la vista”.’ Los Edda en prosa de los islandeses también se atenian a tres. La secuencia invariable de colores en el arco iris prima- rio (desde el interior hacia el exterior) es: violeta, azul, verde, amarillo, naranja, rojo. El numero de colores es variable por- que se fusionan unos con otros, aunque a menudo vemos tres matices predominantes. Qué hay de la forma del arco iris? Shelley responde: De un cabo al otro, como un puente sobre un mar borrascoso, inmune al sol, cuelgo como un techo, cuyas columnas son las montatias. El arco triunfal que atravieso, con huracdn, fuego y nieve, cuando los aéreos poderes a mi silla van sujetos, es el arco de un millon de colores... Arist6teles identificé correctamente la forma del arco iris como un segmento de un circulo, nunca mayor que un semi- circulo, al menos en circunstancias comunes. En ocasiones, segtin la posicién del sol, del observador y de la espuma, el arco iris se revela un poco mas. En el diario que llevaba du- rante su travesia a bordo del Beagle, Charles Darwin consigné el avistamiento de un notable arco iris. Las sucesivas estribaciones [del sur de Chile] parecian sombras borrosas, y el sol poniente arrojaba en los bos- ques un fulgor amarillo semejante al chispeo del vino. El 163 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LAPUERTA DEL ARCO IRIS una ocasién ideal para observar en un solo fendémeno natural el ojo cambiante que la humanidad ha aportado a los efectos Opticos. Refleja la evoluci6n de la luz, tal como la hemos seguido, desde la remota antigiiedad hasta el final del siglo diecinueve. Nuestra visién del arco iris inicié su transito de lo mitico a lo cientifico durante el periodo helénico. Ya encontramos un impresionante andlisis de Arist6teles en su Meteorologia, donde lo considera un “meteoro” sublunar de luz, junto con los halos, la aurora, los cometas y los meteoritos. El relato de sus observaciones es notable por su claridad, y es el primero que evaltia atentamente el fundamento geométrico y fisico del arco iris. Sometié a Iris al mismo anilisis riguroso por medio de! cual Euclides habia reducido la vision a una cues- tién geométrica. En cuanto al origen fisico de los colores, considera que las nubes estén constituidas por una bruma que acta sobre un sinfin de espejos diminutos, tan pequefios que reflejan la vista del observador sin mantener la imagen del sol (recordemos el rayo visual del ojo griego). Un rayo visual iba del ojo al arco iris (es decir, a las gotas espejadas de una nube), y desde alli al sol. Los colores atin quedaban sin explicar. La teoria aristotélica consideraba que todos los colores eran intermediarios entre el blanco y el negro. Apli- cando su teoria al arco iris, surgian tres colores: “Cuando la vista es relativamente fuerte, hay un desplazamiento hacia el rojo; la préxima etapa es el verde, y un nuevo grado de ate- nuaci6n da el violeta”. Estos eran los colores del arco iris de Aristoteles. El prdéximo gran paso en la comprensién del arco iris corresponde a Robert Grosseteste, en su optisculo Sobre el arco iris y el espejo.° El libro comienza con meditaciones sobre los rayos visuales y su metafisica de la luz. Grosseteste escribe: No debemos pensar que la emanacidn de rayos visuales es s6lo una idea imaginaria sin realidad, como declaran aquellas personas que analizan la parte y no el todo. Es menester saber que una especie visible es una sustancia 167 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. LA PUERTA DEL ARCO IRIS ‘ er Rayos de luz ingresando en una gota de lluvia (arriba) y saliendode ella (abajo). Notese c6mo se redinen alrededor del rayo ndmero siete. Aqui va a aparecer el arco itis. El arco secundario que esta a poca distancia de esta ban- da oscura recibe una explicaci6n similar. El reflejo interior adicional del segundo arco tiene la consecuencia de que el haz emergente se aproxima en un Angulo de cincuenta y un grados -el angulo del arco iris secundario-, pero ahora desde el lado opuesto. Los rayos refractados y reflejados se detienen como antes y trazan angulos mas grandes que presentan los colores en orden invertido. La banda oscura se preserva en el espacio entre los cuarenta y dos y los cincuenta y un grados, donde ninguno de ambos puede llegar, un oscuro abismo entre el arco de Yahvé y el de Satanas. Descartes habia presentado la geometria completa del arco iris, pero era totalmente monocroma. Carecia de una explicaci6n razonable para la esencia del arco: sus colores. 171 aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a page that is unavailable for viewing or reached your viewing limit for this book. aa You have either reached a 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seres humanos han pensado sobre la luz y la See en Cente encom por emer en probe EME r (act SIMS EDLC Sine MRS Cen la psicologia, de las matematicas y la intuicién, de la ciencia y el arte, y muestra que bajo sus diferencias son planteos complementarios. Zajonc maneja su enorme eru- dicién con tal gracia, tal soltura y naturalidad, que sdlo se siente gozo y excitacién mientras se lee este libro. OLtver Sacks, M.D. Atrapando la Luz es un logro insdlito, un genuino tour de force. Es una visién audaz, la urdimbre con la cual se tejen las revoluciones. Zajonc escribe de modo penetran- Pete igen me eae nst ais emntics la naturaleza de la luz es lo mismo que despertar, que conocernos y conocer el mundo de una manera nueva. Atrapando la Luz es nada menos que una obra maestra. SOS Mnbo moti TReber eM encour meio NCU eC unCecMN as esas eee Crcn CCC ha Canine strane re cia y arte? BIC 120159 & EDITORIAL ANDRES BELLO

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