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DET AM BIAR TU VIC a PRE-TEXTOS 2 g z : 7 : 5 ge 55 Pr gE Bz 36 ge 2 Pr : é Un fantasma ronda el mundo occidental, el fantasma de la religién. Por todo lterritorio europeo se nos asegura que, después de una ausencia bastante lar- ga, vuelve a estar entre los hombres del mundo maderno y que hartamos bi del fantasma del co- nismo, que en 1848, el aio del Manifiesto, no era ningyin retorno, sino algo nuevo que aparecia entre las cosas amenazantes, el fantasma actual tiene total- mente justificada su naturaleza de algo retornado. Con independencia de que ahora consuele o amenace, de que sea salucado como wn espiritu bueno o bien Ja sombra irracional de la humanidad, su aparici6n y, més atin, ya su mero anuncio, crea en torno suyo, dondequiera que dirijamos la mirada, una acti- tud de respeto, siempre que dejemos fuera de consideraci6n la ofensiva vera nega dle los ateos ce 2007, la cual debemos dos de los panfletos mas superfci les de Ia reciente historia intelectual, frmados por Christopher Hitchens y Ri- ‘chard Dawkins." Las potencias de la vieja Europa se han reunido en una pom- pposa fiesta ce bienvenida; en ella se juntan los Inuéspedes més dispares: el Papa Yl0s sabios del islam, los presidentes americanos y los nuevos sefiores de! Krem- lin, todos tos Metternichs y Guizots de nuestros dias, los comisarios culturales franceses y los sociélogos alemanes. En el restablecimiento de la religion en sus fueros de antaiie aclquiere im portancia‘un protocolo que exige de los fasv20:hvu aievos conversos la confe- si6n de los ertores que hasta entonces hayan cometido, Como en los dias de! brimer merovingio, que se adliirié a la doctrina de la cruz como consecuencia enc tar seriamente con su nueva presencia. A diferen m Wor eine olds no Gods Not Great hae Religion Paton Bverything (2007) (tac na og cons a reign, rad de Ricardo Cael Pre, Debate, Barons 2008) deste pe ‘sits noxtcomericano yal stiller da bilogoevolcioneta britinico Rihana Dawkins The God Delrin (ra. cast: 1 spjinnn de Dion, ad de Regia Hecnbuder, Espass-Calpe, Made, 2007) (N. el) Dives » Haase casas 19 VD de una batalla ganada, también hoy dia deben prender fuego los hijos de wna tustracién banalizada a aquello que ellos antes veneraban.' En esta conversion vyolvievon a aparecer en escena intuiciones litirgicas ya perdidas. Que piden, ide los novicios de la «sociedad» post-secular un distanciamiento puiblico res- pecto alas proposiciones de critica religiosa de los sigos iustrados.A éstos slo Jes parecta accesible la autodetermninacién del ser humano a costa de que los snortales reclamasen las fuetzas desperdiciadas en el mundo ultraterreno y las tmplearan en la aptimizacion de fos recursos terrenales. Para estat por fin, en forina pata el mundo de los humanos habfa que retirar de «Dios» una canti- dad ingente de energfa. En una transferencia asf de fuerzas se basaba el élan de Ja época que sehabfa dedicado en cuerpo y alma a cultivar ese singular térmi- no del uprogreso». El espiritu combativo humanista llegé incluso @ hacer de Ja esperanza un principio fundamental, Elescaso condumio que mantenta a los dlesesperados debia convertirseen el primum mobile de tempos mejores. Quien tse mostraba partidario de esta primera causa elegfa la Tierra como tierra don de asentarse, para realizarse cn ella y s6lo en ella, Desde entonces, la consigna tera echar abajo los putentes que conducian alas esferas de alld arriba e inverti todas las fuerzas liberadas cn una existencia profana. Si hubiera un Dios, se ha- bria convertido en la magnitud més solitaria del universo. Bl éxodo desde el ‘és alla adquiri6 proporciones de una huida en masa (la rala demografia ac- tual de Europa del Este parece, en comparacién, wna situacién de superpobla- ‘Gén), Otra cosa es que la amplia masa del pueblo, imperturbable ante esas jdeologias dea inmaneneia, se permitira, incluso en los dfas triunfantes dela Tstracin, hacer sus secretas excursiones allende las fronteras. Entretanto, han logrado la supremacia motivaciones completamente dis- tintas, La situacién viene determinada por tuna serie de complicadas percep iones de las oportunidades del hombre, Una Hustracién que se ha dilucidado ‘asf misma ha puesto de relieve sus propias paradojas, intermindose en regio- nes donde las wu2se, 2m" “iuar2.un conocido escritor, ese hacen complejas y tris- tesn, De aquel imptilso incondicionado hacia delante de antafto tinicamente hhan quedado en uso reliquias cansinas. No sc ests ya muy lejos de que los Gi- timos conservadores de In esperanza al estilo ilustrado vuelvan a tierra firme, como los amish de Ia posmodernidad. Otros eternamente progresistas siguen "cc qu adores et doe qu invent: de acne con a Cried Gregorio de Tous estat palabras habia sido prontaciass por Remigia obispo de Reims, mienteas Clodoveo fel ey de os fat amen vo Constsatior al pila bsutima,convencdo, as a batalla de Zap, de isto en a vctria conseguida. cos descend Taayudade Ibeeoouccton: Sous Eco srrRororEeMc 5 Ia Hamada de las organizaciones no gubernamentales, que se han consagrado a la salvacién del mundo, Por lo demis, los signos de la época apuntan ala re visi6n y a la regtesién, A no pocos contempordneos desengafiados les gustaria apoyarse, sin suftir daito ellos mismos, en quienes producen o abuyentan sus jones progeesistas, como si fuera posible invocar para las ideas una especie de defensa del consumidor. Bl arquetipo juridico de nuestra época, el proceso ‘en busca de indemnizacién, abarca amplios sectores de la vida. jNo se ha apren- ido, en sus formas de juego americanas, cémo hay que pedir al principio su- mas exorbitantes para, al final de la hicha entre abogados, encontrar un arreglo sélo medianamente satisfactorio’ Los descendientes de los expulsados del cie- lo piensan abiertamente en exuberantes reparaciones; ¢s mis, se atreven a so- fiar con reparaciones que hagan época. Si se tratara de ellos, la expropiacién, ‘de! mundo del més allé deberia ser integramente invalidada, Lo que mas guts tarfa a no pocos empresarios neorreligiosos serfa poner de nuevo en funcio: namiento, de la noche la mafiana, como si se dejara atras una mera recesién, * Jas fabricas metafisicas que habfan sido paradas. Const Jn TlustraciGn europea una crisis de forma’ Serfa, al menos, como un experimento en tn plano inclinado y, vista en el horizonte global del mundo, una anomalia, Los socidlogos de la religién lo dicen con toda rotun- didact por doquier se siguen teniendo eréencias vigorosas y tinicamente entre nosotros ha sido ensalzado el estado de sobriedad frente a la embriaguez de la fe. De hecho, gpor qué razén sélo los europeos deberfan mantener una dicta metafisica, cuando el resto cet mundo signe banqueteando imperturbable en ‘esas ricamente abastecidas? Permiftaseme recordar que Marx y Engels habfan escrito el Manifiesto comu usta con el propésito de sustituir la leyenda de un fantasma Hamado comu autoafirmacién de lo que era realmente el comunismo. Donde habfa dominado un simple miedo de fantasmas debfa surgir el miedo fundado de un enemigo real de lo establecido. También el libro que presenta- ‘mos aqui se dedica a la critica de uma leyenda y la reemplaza por tna tesis po- sitiva. De hecho, hemos de contraponer a la leyenda de! retorno dela religién tas el afracaso» de la llustracién una visién més aguda de los hechos espiri- wales, Me propongo mostrar que na vuelta a la religién es tan poco posible como un retorno de la propia religiOn, por la simple raz6n de que no hay nin- guna «rcligisn» ni ningunas areligiones», sino tinicamente sistemas, malen- tendlidos, de pricticas espirituales, se lleven éstas a efecto en realizaciones, 10 por una com 6 as 08 cama Tu MDA colectivas ~tradicionalmente, la Iglesia, la Orden, la Uinra, la sangha 0 per~ tonales, en un intercambio con el epropio Dios», con el que los ciudadanos de fa modernidad tienen tn seguro privado. Con ello pierde toda raz6n de set la engotrosa diferenciacin entre la arcigion verdadera» y la supersticion, Lo tink co que habria serfan sistemas de ejecitacion més o menos capaces de difur disse, mis 0 menos merecedores de difusién. También desaparece el falso icrédulos, siendo sustituido por la diferencia- antagonismo entre creyentes € én entre ¢jercitantes y no ejercitantes,o bien que tienen otras pricticas. ‘Be hecho, hay algo que hoy retorna, pero Ia informacin corriente de que se tata dela religién, que se anuncia de nuevo, no puede satisfacer las dermandas ‘exfticas, Tampoco se trata del retorno de una magnitud que habrfa desapare- ‘sido, sino de un cambio de acentaacion en iin continuum nanca interrumpi- do. Lo que realmente vuelve, yes merecedor de tod la stencién intelectual, presenta més bien un éngulo antropolégico que «religiosors se trate, por de- Cirlo con tna palabra, del reeonocimiento de lo inmutitario del sex humano. ‘Tras vatios cientos de afios de experimentos con nuevas formas de vida ha que- dado dilucidado que los hombres, indiferentemente de las circunstancias étn cas, econémicas y politcas en que vivan, desarrollan su existencia no s6lo en ddeterminaclas «condiciones materiales», sino también inmersos en sistemas in- munoldgicos simbélicos y bajo velos rituales. De ese tejido de cosas heblare- ‘mos a continuaci6n. En el curso de la exposicion se aclarara por s{ mismo pot ‘qué sus telares son designados aqui con la atrevida expresién de «antropotée- nicas». Bl primer paso para justificar mi interés por esos ternas lo querria dar re- cordando la conocida exigencia de Wittgenstein «de poner fin a la palabrerla sobre étican, Mientras tanto, serfa posible reformular mediante expresiones técnicas la parte del discurso ético que no sea pura frascologia. La Inbor de esa retraduccién constituye, desde los aftos cuarenta del siglo Xx -si bien sigutien- do utilizando atin otro nombte- el confuso medio donde tienen lugat los mo- dernos «estucdios de la cultura», Por tin momento, el programa ético del presente hhabfa aparecido con nitidez en el campo de visi6n, cuando Marx y los jévenes hegelianos articularon la tesis de que es el propio hombre el que produce al hombre. Lo que decia esta afirmacién qued6, en wn abrir y cerrar de ojos, des asamblea 0 40 "Sangh es na pala del sinerito que puede ser tadeida como rasocncn sanded (del 2) Me Irroouccib: Some # ctw seRororEENICO ” figurado por otro parloteo, que hablaba del trabajo como la finica accién esen- cial del ser humano, Pero si el hombre produce, de hecho, al hombre, no es pre- cisamente a través del trabajo y de sus resultados concretos, como tampoco mediante el recientemente tan encomiado «trabajo del hombre en si mismo», y menos por Ia «interacciénw o Ja «commnicaciény, invocadas como alternati- vvas, Bs0 Jo hace el hombre viviendo su vida en diversas formas de ejercicio. Defino como gjercicio cualquier operacién mediante la cual se obtiene o se mejora la cuslificacion del que acta para la siguiente ejecucién de la misma operaci6n, independientemente de que se declare o no se declare a ésta como un ejercicio.! Quieri hable de la autoproduccién del hombre sin mencionar su configu- raci6n en la vida que se ejercita ha errado el tema desde el principio. En con- secuencia, hemos cle dejar pricticamente en suspenso todo lo que haya sido dicho sobre el hombre como un ser trabajador, para traducirlo en el lenguaje dela ejercitacién de la vida, o de un comportamiento que se configura y acre- » ias investigaciones hechas por liya Mechnikov y lie Aisciputos ae Robert Koch, sobre todo Paul Ehrlich a finales de siglo XIX; En ellas se puede leer la sorprendente idea de que ya seres vivos relativamente simples} como los insectos y los moluscos, portan en s{ mismos una especie de saber previon de los tiesgos vitals tipicos de los insects los moluscos. Por consigaiente, los sistemas inmunitarios de este nivel pueden ser definidos como tuna serie de expectativas de vulneracién incorporadas al propio ser y de los co- rrespondientes programas a priori de defensa y reparacién, ‘Vista bajo esa luz, la vida misma aparece como una dindmica de integea- ci6n equipada con competencias autoterapéuticas 0 cencloclinicase y referida ‘aun espacio sorpresivo especifico para cada especie. A ella le corresponde una competenca, tanto congénita como ~en el caso de organismnos superiores ad {quitida por via de adaptacién, pata hacer frente a vulneraciones e invasiones que le salen al paso en el entorno fijo que le ha sido adjuntado o en el mundo circundante conquistado. Tales sistemas inmunitarios podtrian ser igualmente desctitos como prefiguraciones organismicas de algin sentido de la transcen- ‘dencia: gracias ala eficiencia, continuamente a punto de intervenit de estos re- “-onta activamente con lo para él potencialmente speracién que tiene st propio cuer- nas inmunitarios de este tipo han sortes, e! 22! deletéreo, contraponiéndole Ia facultad de po. A causa de tales prestaciones, los sist sido comparados con una «policia corporal» o una tropa encargada de Ia de- Fensa de sus fronteras. Pero dado que ya en este nivel se trata de la estipulacién de un modus vivendi frente a poderes ajenos ¢ invisibles ~y adem, en cuanto tales pueden ser letals, frente a poderes «superiores» y stersibles»~, encontra~ ‘mos agut tna elapa previa del comportamiento que, en contextos humanos, suele ser designado como algo religioso o espititual. Para cada organismo el mundo circundante es su transcendencia, y cuanto més abstracto ¢ ignoto sea el peligto dimanante del entorno tanto més transcendente se le aparece. ‘Cada gesto de emantenerse dentro» de lo abierto, por decitlo con Heideg get, incluye ese estar previamente preparado del sistema del ser vivo para el en- euentro con podetes irritativos e invasivos potencialmente letales, «Con todos Trronycci: Sos ino aNrHOFOHECNICO 2 ‘05 ojos mit la criatura / o abierto», establece Rilke al principio de la octava de las Elegias de Duinos la propia vida serfa un éxodo, que confronta su inte- rior con el entorno. La traccién hacia lo abierto ocurre, en el mundo de la evo- lucién, en diversos grados: aunque précticamente todos las organismos o sexes integrales transcienden los espacios sorpresivos y conflictivos de primer grado que les han sido, respectivamente, adjuntados como sus entornos (hasta las plantas lo hacen, cuanto m4s los animales), tinicamente una minorfa ~por lo gue sabemos, sélo los hombres logran hacer un movimiento de transcen- deincia de segundo yeaclo. Gracias a éste, el entorno estricto rebasarfa sus imni- tesy se convertitia en mundo, como algo integrado por lo manifiesto y lo latente. El segundo paso es obra del lenguaje. Este no s6lo alza la ecasa del set», expre- si6n que Heidegger sacé de lo que dicen los animales de Zaratustra, que re- prochan al convaleciente: «eternamente se vuelve a consttuir de nuevo la casa del sero; el lenguaje sirve también de vehfcuto a las propias tendencias a hui de casa con las que el hombre se enfienta, gracias a sus excedemtes internos, a lo abierto. No es necesario explicar por qué aparece, en este segundo grado de transcendencia, el pardsito més antiguo del mundo: el mundo del més alld. “x. Renuncio a indicar ya desde ahora las consecuencias de estas reflexiones para el Ambito de lo humano, De momento es suficiente constatar que la con- n de la evolucién biol6gica en lo social y en lo cultural lleva a una cate goria superior de los sistemas innmunolbgicos. Tenemos razones para no contar en ef hombre con un tinico sistema inmunitario, el biolégico, el cual, estando como esté en el aspecto evolutivo en primer lugar; en Ia historia de los descu- brimientos humanos se encontrarfa sin embargo, en el siltimo, En la esfera hu- ‘mana existen no menos de tres sistemas inmunitarios, los cuales trabajan superpuestos, con un fuerte ensamblaje cooperative y una complementarie- dad funcional, Sobre el sustrato biolégico, en gran parte automatizado ¢ inde- pendiente de la concienzia, shan ido dest rolland en el hombte, en el transcurso desu desarrollo mental y sociocultural, dos sistemas con1yeiucatarios encar- gados de una elaboracién previsora de los dafios potenciales: por un lado, un sistema de précticas socio-inmunitarias, especialmente las juridicas 0 las soli- arias, pero también las militares, con las que los hombres desarrollan, en la «sociedad», sus confrontaciones con agresores ajenos y lejanos y con vecinos ofensores o daitinos:! por otro lado, un sistema de précticas simbélicas, o bien 1a Slee sits juiica come sistema inset dl sitena soi Nils Lubmann, Sail Ss ‘ne. Gris cnraligmsinen Teaver, 984 pig. 59 sig (a ck Site scales iene ‘Panna tri genera. de Siva Pappe, Brande Es, vee Toren Anthopoe,Bareeons, 198). a His pe causing Tu 106 psico-inmunolégicas, con cuya ayuda los hombres logran, desde tiempos in- memoriales, sobrellevar més © menos bien su vlnerabilidad ante el destino, incluida la mortalidad, a base de antelaciones imeginarias y del uso de una se- rie de armas mentales. Es ir6nico en estos sistemas el que sean susceptibles de recibir una explicacién de su lado oscuro, aunque existan, desde el principio, como algo dependiente de la conciencia y se tengan por magnitudes auto~ transparentes, No funcionan a espaldas de los sujetos, sino incrustados por completo en sti comportamiento intencional; no obstante, es posible que e tendamos ese comportamiento mejor de como es entendido por sus propios jngenuos agentes. Y porque esto es asi es posible una ciencia de la cultura, yla ciencia de Ia cultura es necesatia porque el trato no ingenuo con los sistemas inmunitatios simb6licos se ha convertido hoy dia en una condicion de super~ vivencia de las propias «culturass? ‘Como es natural, nosotros nos ocuparemos en este libro sobre todo de las nanifestaciones del tercer nivel inmunitatio, Reino materiales para la biogra~ fia del homo immnunologicus, dejindome guiar por la hipétesis de que es espe~ cialmente aqu{ donde se ha encontrar el entramado de donde surgen las antropotécnicas, Entiendo, con esta titima expresi6n, los procedimientos de ejercitaci6n,fisicos y mentales, con los que los hombres de la culturas més dis- pares han intentado optimizar su estado inmanol6gico frente alos vagos ries- {gos dela vida y las agudlas certezas de la muerte, Sélo cuando estos procedimien- tos sean captados dentro de un amplio cuadto de los «trabajos del hombre en si mismoy se podén evaluar los més recientes experimentos de las técnicas ge~ néticas, a las cuales se quiere limitar, en el debate actual, el concepto de «an- tropotécnicay reacufiado en 1997. Lo que yo tengo que decir, desde mi punto de vista actual, sobte este tema iré incorporindoto ad hoc en el transcurso de mi exposicidn. La tendencia de mi toma de posicién puede leerse ya en el ttr- Jo del presente libro: quiien repare en que en él se dice Has de cambiar te vidal, "on problemas dest tipo seve confront, entre ota ta agen ceca dea psiconnunolog gH se ocupa del easambaje de vio sistema de meneseres quimics (sstema nervosa sseme hosronsh, sistem muito). Sobre el signified de supervivenca dea cienca del elturaen el context global puede verse eh pluto -Perspectva.Eimpecativoabsohsion pS 59 sigh Ef Peter Slotriijk Reel rn Menichenpar, Basia, 1997, Fedncfot, 1999 (trad. casts Norms para el prgve hans, tea de Teresa Rocha Baro, Sirel, Mads, 2000), Porto dems lconceptoys& tuo en so darentelos nos hericos de a Revolcin cua; selo puede buscar ene volumen it dels Gree FneidopediaSoitca de 1926, donde designate todo os posibidades,especlaivamente antcpades de mnaipolaciones biotZnleas en la sustanciahereditaria aman, XM Inrnoouccabe Sonne nano auTaorortcnico 25 no jHas de cambiar la vidal, habré entendido ya a la primera yuelta de qué se trata! El hétoe de esta historia, el homo immumologicus, que ha de dar una arma- dura simbélica a su vida, con todos sus peligtos y sus excedentes, es el hombre que lucha consigo mismo, preocupado por su propia forma. Lo caracterizare- mos més de cerca como el hombre ético, o mejor dicho, el homo repetitivus, et homo artista, el hombre inmerso en el training, Ninguina de las teorfas corrientes sobre el comportamiento y la accién humanos estarfa en condiciones de cap- tar al hombre como ser que se ejercitas al contrario, Regaremos a entender cémo las teorias hasta ahora vigentes ten‘an, sisteméticamente, que hacerlo desapa- recer, con Independencia de que distribuyesen el campo observado en trabajo e interacci6n, o en comportamiento y comunicacién, o bien en vida activa y vida contemplativa, Con un concepto de ejercicio ampliamente fundamenta- do en Ia antropologia tendremos por fin a mano un instrumento para tender tun puente en el abismo —metodologicamente, se presupone que insuperable entre los fenémenos inmunitarios biol6gicos y culturales, es deci, entre, por tn Jado, los procesos naturales y, por otro, las acciones especificamente humanas. Se ha afirmado con bastante frectencia, en interminables discusiones sobre centre fos fenémenos naturales y culturales ~y sobre los métodos de su investigacién cientifica-, que entre una esfera y otra no hay pasajes di rectos abiertos, Peto el postulado de un paso directo ente los dos representarfa tun embrollo superfluo, por el que uno no debiera dejarse desconcertat, Persis- ten en él, de forma significativa, sobre todo quienes reclaman para las llama- das aqui, en este pals, ciencias del espfritu, una reserva protegica por cercas Ietafisicas. No pocos defensores del mundo del espiritu quieren excavar lo més profundamente posible la zanja que se abre entre los sucesos naturales y las obras producto de la libertad, llegando, si es necesario, hasta las sitnas de un dualismo ontolégice, y todo supuestamente para proteger las colonias de la Co- rona de lo espiritual de los asaltos naturalistas. Ya veremos qué se ha de opinar al respecto. En realidad, el pasadizo entre la naturaleza y la cultura y viceversa, se ha encontrado, desde siempre, completamente abierto. Va a través de un puente ficil de cruzar: la vida como ejercicio. Los hombres se han comprometido en la diferenci “Lv ants aq pernene ene automor y mejor del ud es expicada mis tarde ena parte i del fibro, wench acta en te i donde se aba deb reciente alienaci6n del mperativometanatrico en ta modernidad BS aoe 36 Has or camur mo su construccién, desde sus inicios 0, mejor dicho, sélo hay seres humanos des: de que se emplean en la construcci6n de ese puente. El hombre es el ser vivo pontifical que, desde los estadios més tempranos de su evolucién, tiende arcos aptos para ser transmitidos por la tradicién entre la cabeza de puente de la cor- lad y la de Los programas culturales, La naturaleza y la cultura estarfan unidas, de antemano, por un amplio espacio de en medio, de précticas corpo- reizadas, donde encuentran su sitio las lenguas, los rituales y el manejo de la téenica, en tanto estas instancias materializan las formas universales de un con- junto de artificios automatizados. Tal zona intermedia constituye una region prédiga en formas, variable y estable, que provisionalmente puede ser desig- nada con suficiente claridad mediante expresiones convencionales como edu- cacién, us0s, costuumbres, conformacién de habitos, entrenamientos y ¢jercicios, sin tener que esperar a los representantes de las «ciencias humanas», los cuales siembran, con el ruido de su cultura, el desconcierto, para cuya disolucién Iue- go oftecen sus servicios, En este «jarelin de lo humano» ~por recordar una fér- smiula Logeada, y no fisica, del fisico Carl Friedrich von Weiszaicker—' encontrarn st temitica las investigaciones que siguen. Los jardines son recintos cercados donde coinciden plantas y artificios. Constituyen «culturas», en tn sentido no comprometido de la expresidn. Quien se adentre en los jardines de lo huma- no se topa con potentes estratos de acciones regulads, internas y externas que presentan una tendencia propia de sistemas inmunitatios ubicados sobre sus- tratos biol6gicos. Frente a la crisis mundial de las culturas, en ta que hay que incluir también los fantasmales episodios neo-religiosos mencionados al prin- Cipio, seria un placer més que académico poner la explicacién de lo que es esa regién en el orden del dfa de los Parlamentos de la civilizaci6n2 Fs imposible que un estudio, como éste, sobre la antropotogia det ejerci- cio pueda hacerse libre de compromiso y de forma imparcial, Bsto se deriva de la circunstancia de que todo discurso sobre «el hombre» acaba por trans- cendet, més pronto 0 més tarde, los limites de la simple descripcién, persi- guiendo metas normativas, sean éstas puestas 0 no al descubierto. En ninguna "Cad Fredich von Weistcke,Der Garten des Menschen. Beige aur geschiciichen Anlroploi Mie, 1978 Sobre un parlamentartmo smpliado vee Bruno Latous Making Things Public. Arsoiphorseof De ‘cen, Karlee, 2005, ast como Das Parlement dr Die. Fr eine poltiche Okeloge, Frinfot, 20 Sobre el programa general de eémo evar cults of Bazan Brock, Der Rarbar ale Kutureld, Coola, 2002, Iureonuccio Soon H.ewo sntHrorEesico a época pudo verse esto con mayor claridad que por los tiempos de la primera Tustracién europea, cuando la antropologfa emergia de la pila bautismal como In originaria «ciencia burguesa», Fue entonces cuando la ciencia sobre el hon bre empezé a anteponerse, como paradigma moderno de la filosofia, alas dis- linas tradicionales de la l6gica, la ontologfa y Ia ética. Quien se inmiscuyera ‘en el debate sobre el hombre lo haefa para hacer valer ~de una forma «pro- agresistan~ la ecuacién entre el ciudadano y el hombre, quetiendo eliminar a los nobles como secesionistas de la humanidad o intentando elevar a ja hw manidad en sui conjunto a la condicién nobiliaria, o bien retratando al ser humano ~de un modo ateaccionario> como al animal del pecado original, corrompido y labil, al que, por su propio interés, lo mejor es no dejarle nun- ca dela mano de los maestros encargados de corregirle, de sus correctores, por decirlo en lenguaje medieval. La insuperable parcialidad de la teoria antropolbgica aparece intimamente entrelazada con la naturaleza del objeto de su estudio. Pues por mucho que el discurso general sobre «el hombre» esté imbuido de un pathos igu tese de la igualdad real o afirmada de los hombre a bioldgica de la especie o de la igualdad de vator de las culturas ante el tribunal que decice sobre lo digno de sobrevivir-, tence que contar siempre con el hecho de que Jos setes humanos estén sujetos, ineludiblemente, a tensiones verticales, en to- das las épocas y en todos los espacios culturales, Alli donde se tope con seres humanos se ver que éstos aparecen encapsulados en determinados campos de prestaciones y clases que tienen que ver con su status, Inchuso el observador ex- terno no puede librarse del todo del caricter vinculante de tales fenémenos je~ rrquicos, por mucho que se empeite en poner entre paréntesis los {dolos de su propio linaje, Bs totshaente evidente que hs, utcr.snsdbs meta-fdolos cuya autoridad se hace valer y que abarcan culturas diversas; se trata, eviden temente, cle los universales que determinan el papel de las prestaciones socia- les, del reconocinniento del status correspondiente y de la excelencia, universales dle los qite nadie puede emanciparse, tanto en lo propio como en lo ajeno, sin caer en la posicién del bérbaro, s una fatalidad que sea el término «bérbaro» el que nos stuministre la con- aseiia que nos franquea el acceso a los archivos del siglo XX, Esta expresion esignarta al despreciador del rendimiento, al véndalo, al negador del status, al iconoclasta, al rechazador cel reconocimiento de todo tipo de reglas de ranking ¥ Jerarqufa. Quien quiera entender el siglo Xx no ha de perder nunca de vista este factor de la barbarie, Fue y ha seguido siendo algo tipico de tiempos mo litario~trd- ante la heren tr 28 as caninian Ta Yow dernos recientes admitir ante el gran paiblico la existencia de una alianza entre labarbariey el éxito; al principio, més bajo la forma de un imperialismo tram- poso, hoy dia tras los disfraces de una vulgaridad invasiva, que, vehiculada a través de la cultura popular, se adentra en practicamente todos los campos. Bl hecho de que la posicién bérbara en la Europa del sigho XX sirviera temporal- ‘mente de poste indicador incluso entze los representantes de la alta cultura hasta llegar a un mesianisino de la incultura, y, ai nuevo comienzo desde la tabula rasa de la ignorancia-, ilustea las proporcio- nes de la crisis de civilizacin que este continente ha experimentado en tos tl- 0s ciento cincuenta aftos, incluida la revolucién cultural hacia abajo que atraviesa en nuestras latitudes el siglo xx y proyecta sus sombras sobre el si- glo xx fs, a la utopia de un Dado que les paginas que siguen tratan de la vida como ejercicio, condu- cen, en correspondencia con su objeto, a una expedieién hacia el universo poco investigado de las tensiones verticnles del hombre. El Sécrates plat6nico habia descubierto este fendmeno para la cultura occidental cuando dijera, expressis verbis, que el hombre es el ser que potencialmente es esuperior a si mismo».! Yo traduzco esta indicacién por la observacién de que todas las eculturas», ssubculturas» 0 todos los «escenatiosy estan construidos sobre diferencias-guia con cuya ayuda el campo de las posibilidades de comportamiento humano se ve subdividido en clases polarizades, Ast, las «culturas» ascéticas [en el sentido primitivo dela palabra) conocen la diferencia divectriz o diferencia-gufa de lo perfecto versus lo imperfecto, las «culturas» religiosas la de lo sagrado versus Jo profano, las aristocréticas la de noble versus villano, las militares la de va- liente versus cobarde, las politicas la de poderaso versus el privado de poder, administeativas la de superior versus subordinado, las atléticas la de excelencia versus mediania, las econémicas la de abundancia’ versus carestfa, las cogniti- vas la de saber versus ignorancia, las sapienciales la de iluminacién versus ce- guera.! Lo que estas diferenciaciones directrices tienen siempre en comttn es la toma de partido por el primer valor de los dos indicados, que en el campo co- "Waase acorn dete pig. 217 signs apatada Ser superior ast mibmoe, ave sobre eto Thomas Macho, «Nee set? Zur Froe der Abtualitt es Verzchton, en Merkur, AY (1990), cuaderno 7, tugar, 1994, ps. 583-593, donde respect al podeross alterativa ene lsaciedad yrelharbre ena historia des cultura se exis a diferencia conductora dele lene vertu la vaca Inropucci: Somne EL cna aavcrtenco respondiente funciona como un tractor! mientras que al otro polo de la al- ternativa le compete la funcién de un valor de repulsion o wna magnitud de esquivamiento. Lo que yo llamo aqui atractores son, por sus efectos, magnitudes direccio nales de tensiones verticales, que en los sistemas psiquicos se encargan de la orientacién, La antropologia, si no quiere estar, con su discurso, al margen de los vectores esenciales de la conditio humana, no debe seguir dejando facra de su consideracién la realidad de tales magnitudes. Sélo a partir de la percep- ci6n de las fuerzas de traccién dispuestas «desde arriba» se puede hacer com- prensible por qué y en qué formas el Homo sapiens ~que los paleontéloges nos ofrecen hasta la zona donde empiezan su cometido las ciencias del espiritt- ha podido desarvollarse y convertirse en el animal de tendencias ascendentes que nos describen, mas o menos al unfsono, los hallazgos de los historiadores de las ideas y de los descubridores del mundo, Alli donde se encuent bros del género humano éstos revelan, por doquier, los rasgos de un ser con- denado a fatigas suprarvealistas. Quien busque hombres encontraré ackdbatas. Ta referencia al pluratismo de las diferenciaciones directrices no s6lo nos debe hacer reparar en las condiciones de explotacién de las diversas eculturasy 0 de los distintos xescenariosy. Tal ploralismo sugiere también una explicacion sobre el modo como en la historia de las wculturas», sobre todo en las fases mvs, candentes y creativas de las mismas, se ha podido egar a superposiciones y rezclas de sectores que al principio estaban separados, asf como a inversiones de signos axiol6gicos y entrecruzamientos de disciplinas, a endmenos, con ello, que subyacen en formas dle espiritualidad y civilizaci6n que siguen ejerciendo tuna tracci6n hasta hoy dfa, Dado que las citadas diferenciaciones directrices pueden emigrar de su campo originario para incrustarse con éxito en zonas ajenas, hay tina serie de oportunidades espirituales que nos continian fasci- nando atin como posibilidades superiotes y supremas de Ia humanidad, por ejemplo: una definicién no econémica de la riqueza, una definicién no aristo- critica del noble, una definicién no atlética de un rendimiento de primera cla- se, una definicién no sefiorial de lo superior, una definicién no ascética de la perfecci6n, una definicién no militar de la valentla, una definicién no beata de Ja sabidurta y de la fidelidad, a miem- seo hatte en a tert deta compe atbn que eros observamosel componente {cm stem durante un enipo, Gain lo hemes descubiet,deinos Que est palrén eu arton ‘kxthum especie de ii que real stems hain x compotarent. Hay tacores qu aceran a si ‘rms Foncionamiento prime y otros qu lo sean del mismo, (del) 30 Has pk cua To 08 ara acabar estas obser vaciones preliminares quisiera aitadir alguna pala bra més, que pueda ser stil, sobye la parcialidad del presente libro y hacer una advertencia acerca de un malentendido ficil de comprender, Las investigacio: nes que siguen parten de sus propios resultados: dan testimonio de la expe~ riencia de que hay objetos que no permiten ninguna epoklié completa a quien Jos comente y ninguna retirade a una neutralidad de intereses, si bien los sig nos empleados se sustentan en una teorla,y esto conlleva, por tanto, el abste- nerse de prejuicios, caprichos y obsesiones. Aquf tenemos que vérnoslas con un objeto de estudio que no deja en paz al que lo analiza, No seria acorde con el tema que el autor quisiera ocultarse del todo tras la cerca de la falta de i ciones. La propia materia tratada envuelve a sus adeptos en una ineludible autorteferencialidad, al poner ante sus ojos el cardcter de ejercicio el ejercicio ssascéticon, que pide formas y moldea hébitos- de su propio comportamiento. En su ensayo sobre las huchas de los dioses que subyacen en el antiguo teatro dionisfaco, el joven Nietzsche habfa anotado: « Ah! jEl encanto de estas huchas es que el espectador de ellas tiene también que librarlasty.' De forma andloge, un estudio antropolégico de la vida en ejercicio sufte la infecci6n de su abje- to, Con el trato de practicas, ascesis y ejercicios diversos, sean éstos declarados ‘0 no como tales, el te6rico topa, inevitablemente, con su propia forma de ser, ins alld de toda afirmacién y negacién, Esto mismo vale para el fenémeno de las tensiones verticales, sin las cuales no existe ningin ejercicio intencionado. Respecto a tensiones de este tipo, el te6rico no podué hacer nada para apartar stt propia parcialidad, El estudio an- tropol6gico considera el verse afectado por el tema mismo que se trata como tun signo de su orientacién filoséfica, De hecho, la filosofia presenta de pensar acuitado por la forma més radical del prejuicio: la pasién del ser-en- cl-mundo, Exceptuando a los profesionales de la filosofla, précticamente cual- quicra experimenta que desde un punto de vista filos6fico carece de interés todo lo que lo que sea la representacién de esa pieza pasional. Para designar la slobalidad de estas ocupaciones absorbentes del ser humano hay anteopélo- {gos culturales que proponen Ja hermosa expresi6n deep play, Desde la pers- pectiva de una teorfa sobre la vida basada en el ejercicio habria que completar esto con lo siguiente: las representaciones profundas son las impulsadas desde Jas alturas. n modo "riedich Metashe, Die Gebur der Trg aus dem Geist der Musik, KSA, I Mich, 88D, p10 (ed cost: El necinente dea tage, ra. de Andxés Since Pac, Aianz, Mid 2000), Inrrooucen Soe ito astaororéemico 3” Finalmente diremos algo sobre el aviso del malentendido del que yo asegu- r€ que es ficil de aclarar, Deriva de la circunstancia de que actualmente gran iimero de interesados en lo «religioso» participe en una movilizacién de am- plias proporciones de signo antinaturalista, con cutya ayuda deben ser recha: zados los conceptos generales, tanto los presuntos como los que, de hecho, son asi, de las ciencias reduccionistas en lo que respecta a los sagrados recintos de Jo cualitativamente vivido y sentido. Se entiende enseguicla cmo los argu- mentos contra el naturalismo estén al servicio de la temprana defensa de las reservas de la fe. Quien encaje lo vivido en un castillo interior que no podré ser conquistado por los sarracenos cientificos ni de hoy ni de matiana puede creer, de momento, que ya ha hecho lo suficiente para poner bajo custodia fi- los6fica esos bienes tan sensibles, Con ello se verfan asegurados, sino los con- tenidos mismos de la fe, sf los condicionamientos de la posibilidad de creer. Lo {que se reprocha, generalmente con razéa, al naturalismo ~representado hoy dia sobre todo por neurdlogos intrépidos- es su tendencia, establecida de an- temano por aquellos, a trater los hechos de la conciencia en un estado de alie- naci6n funcional y de reflexi6n exterior, sin poder hacer justicia alo recalcitrantes, que son determinados contenidos, como los que aparecen desde Ia perspecti va de la primera persona del singular Ditigiéndome hacia aquellos que barajan estas figuras conceptuales,! me gustarfa aclarar que las investigaciones que siguen no estén al servicio, en su contenido nuclear, ni de intereses naturalistas ni de intexeses funcionalistas, ‘aunque me parezca deseable, incluso desde el lado del espiritu, Ia salvaguardia de la posibilidad de conectar con resultados de estucdios de ese género, espe. cialmente en el ya mencionado aspecto inmunolégico. Si en mi plane llega en algiin momento a un extraiamiento 0 a una descripeién vay provocadora de los objetos tratados, no sera porque haya arrimado a los 'mismos légicas ajenas, tal como se observa, por ejemplo, ficos hablan de cristologia’ o genetistas del ADN de ias wi--notefstas. El extra fiamiento que se deriva de mis ejeccicios tedricos, en el caso de que se sienta ‘como tal, se explica exclusivamente por una serie de traducciones internas, gra- cias alas cuales es explicitado el lenguaje interior de la antropotécnica en los sporddicamente mue- anco nenroci mpl en esteaspecto, Hena-Theo Homann, Da finale Argument Konzept aK fank= inser Regionsbnrindans, sdeiborn, 1997 2Véase Det Linke Religion as Rsk Git, laube won Geen, Rawal 2003. "GF Deon over, Das Gomes-Gen, Wore der Glaube in Be Tet, Nich, 2005, pe, 207 sig

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