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EN EL DERECHO COLOMBIANO
©
WILLIAM JIMÉNEZ GIL
n el análisis que me propongo efectuar, resulta trascendente
©
A b o g a d o d e l a U n iversidad Santo Tomás de Aquino, especialista en Derecho Comercial de la
Universidad Externado de Colombia, Magíster en Derecho Puro de la Universidad Nacional de Colombia,
profesor universitario de la Universidad Nacional de Colombia y del Colegio Mayor de Cundinamarca,
miembro de número del Colegio de Abogados Comercialistas. Se desempeña como abogado litigante en
el área del Derecho Comercial y Financiero, siendo abogado externo entre otras entidades de BANCAFE,
BBVA S. A., BANCO DAVIVIENDA.
1
Aguiló descarta las clásicas oposiciones conceptuales que dividen las fuentes del Derecho en fuentes
formales Vs. fuentes materiales, fuentes legales Vs. fuentes extra ordinem, fuentes de conocimiento Vs.
fuentes normativas; y en su lugar partiendo de la distinción entre las nociones de hecho jurídico y acto
Descritas las fuentes generales del Derecho colombiano, concluyo
estableciendo que los Principios Generales del Derecho son fuente hecho de
carácter principal en el Derecho Colombiano, las que sin embargo no han sido
utilizadas por los operadores jurídicos, pese a que el sistema los admite como
una herramienta conceptual válida para decir el Derecho vigente. Y ello ocurre
así, por que en la conciencia legal de los operadores jurídicos colombianos,
existe una repulsa, un atávico temor a considerar como Derecho todo aquello
que provenga de fuentes no formales. Se trata en últimas de una cultura
jurídica impregnada al extremo de un respeto al conceptualismo y el tenor
literal de la norma, que solo entiende el Derecho como expresión de normas
positivas; reflejando un enorme temor en aplicar fuentes de Derecho alternas
basadas en hechos y no en actos jurídicos, pues se cree que esto desarticula
el sistema jurídico colombiano y genera inseguridad jurídica.
jurídico, generadores de normas jurídicas, plantea la existencia de fuentes hecho y fuentes acto. Los
primeros son aquellos en donde el resultado institucional de creación o generación de una norma jurídica
se produce con independencia de la voluntad del sujeto que realiza el comportamiento. Los segundos son
aquellos en donde el resultado institucional de creación o generación de una norma jurídica, es el
producto de la voluntad y la intención del sujeto que produce el comportamiento. Desde esta óptica, son
fuentes hecho: la costumbre, la jurisprudencia y los principios generales del Derecho. En tanto, son
fuentes acto: la ley, las estipulaciones de los contratos validamente celebrados y la doctrina. Véase
AGUILÓ REGLA, Joseph. Teoría general de las fuentes del Derecho (y del orden jurídico). Editorial
Ariel S. A., Barcelona, 2000.
2
Considero aquí los planteamientos expresados por el profesor Pierre Bourdieu respecto a la sociología
aplicada al campo del Derecho como una ciencia de la transformación y de la liberación, teoría
esencialmente critica, que busca encontrar el orden social oculto tras el orden simbólico; y que al dedicar
parte de su estudio al Derecho, ofrece nuevas alternativas para que los abogados, jueces, operadores
jurídicos en general, comprendamos y posibilitemos una visión más real del espacio en el que nos
movemos. De dicha teorética destaco el concepto de «Campo Jurídico» instrumento fundamental de la
teoría de Bourdieu, corresponde a una noción técnica que indica el espacio de actividad social
determinado por las actividades estructuradas y reguladas al interior del mismo. Se trata del espacio en
que los agentes y las instituciones luchan permanentemente por apropiarse de productos específicos que
se encuentran en disputa. El campo esta caracterizado por ser un espacio limitado, un espacio de lucha,
un espacio definido mediante regularidades de conducta y reglas aceptadas, que presenta momentos de
confluye en la supremacía por el poder de los demás campos de la vida
ordinaria de los sujetos dentro de una sociedad regida por normas jurídicas.
Esta afirmación involucra una realidad que normalmente percibimos en forma
inconsciente, pero que por ello no deja de ser cierta; la lucha que opera en el
campo jurídico no es la lucha por la eficacia o por la justicia, sino que opera con
vista al monopolio por decir lo que es el Derecho.
crisis coyunturales, donde las reglas vigentes se cuestionan, y donde la distribución de fuerzas es
desigual. Brevemente y en términos de Wacquant: "un campo es simultáneamente un espacio de
conflicto y competición, análogo a un campo de batalla".Véase BOURDIEU, Pierre. La Fuerza del
Derecho. Elementos para una sociología del Campo Jurídico. Ediciones Uniandes Facultad de Derecho.
Instituto Pensar. Siglo del Hombre Editores. Bogotá, 2000.
A título meramente ejemplificativo, podemos citar la enumeración de
significados dados al término fuentes del Derecho expresado por Legaz y
Lacambra en su texto Filosofía del Derecho de 1979,3 a saber:
3
LEGAZ y LACAMBRA, Luis. Filosofía del Derecho, Bosch Editores, Barcelona, 1979, Pág. 509.
4
AGUILÓ REGLA, Joseph. Pág. Teoría general de las fuentes del Derecho (y del orden jurídico).
Editorial Ariel S. A., Barcelona, 2000. Pág. 14.
concepción racional y justificativa de las fuentes propuesta por Norberto Bobbio
y luego desarrollada con detenimiento por Joseph Aguiló Regla.
A. LA TESIS DE BOBBIO.
5
BOBBIO, Norberto. Teoría General del Derecho. Editorial Temis. Bogotá, 1.987. Pág.158.
6
La noción clásica de las fuentes del Derecho concibe tres acepciones: a. Las fuentes formales,
entendidas como los procesos de creación de las normas jurídicas. b. Las fuentes reales o materiales,
referidas a los factores y elementos que determinan el contenido de tales normas. c. Las fuentes
históricas, referidas a los documentos (inscripciones, papiros, libros, etc.), que encierran el texto de una
ley o conjunto de leyes. Tradicionalmente dentro de las fuentes formales se ubica a la ley, la costumbre y
la jurisprudencia. En relación con las fuentes reales, se suele ubicar a los usos y la costumbre. Véase
Entre otros muchos autores: BONNECASE, Julien. Introducción al estudio del Derecho. Segunda
Edición. Editorial Temis. Bogotá D. C., 2.000. Pág. 74 y Pág. 129. GARCÍA MAYNEZ, Eduardo.
Introducción al estudio del Derecho. Editorial Porrua S. A. México, 1.990. Pág.51. CARNELUTTI,
Francisco. Teoría General del Derecho. Editorial Revista de Derecho Privado. Madrid, 1.955. Pág. 72.
JOSSERAND, Louis. Curso de Derecho Civil Positivo Francés. Volumen I. Impresiones La Pluma de
Oro. Medellín, 1977. Pág. 24. ROUBIER, Paúl. Théorie générale du droit. 2ª Edición. Recueil Sirey,
París, 1951. Pág. 8. GOLDSCHMIDT, James. Problemas generales del Derecho. Editorial de Palma.
Buenos Aires, 1.944. Pág. 66.
7
CUETO RUA, Julio. Fuentes del Derecho. Editorial Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1.982. Pág. 27.
generalmente operan a través de lo que él denomina ordenamientos jurídicos
complejos. En todo ordenamiento el último punto de referencia de toda norma
es el poder originario,8 es decir, el poder más allá del cual no existe otro poder
sobre el cual justificar el ordenamiento jurídico. El poder originario, una vez
constituido, crea para sí mismo, nuevos centros de producción jurídica,
atribuyendo a los órganos ejecutivos el poder de producir normas integradoras
subordinadas a la legislación. Es decir, las fuentes del Derecho no solamente
son los actos y los hechos de los cuales se hace depender la producción de
normas jurídicas, sino también los actos y hechos jurídicos de los cuales se
hace depender la producción de normas que regulan el modo como se han de
producir las reglas. En otros términos, el ordenamiento jurídico regula la propia
producción normativa. En términos de Niklas Luhmann se trata de un sistema
autopoiético.9
8
Véase BOBBIO, Ob. Citada. Pág. 156.
9
Los sistemas sociales van apareciendo con la función de reducir complejidad. Una vez constituidos los
subsistemas no son más que productos de sí mismos. Son sistemas auto-referenciales o autopoiéticos:
Producen sus elementos mediante sus propios elementos no como repetición idéntica de lo mismo, sino
como recreación de nuevos elementos ligados a los anteriores. A partir de allí producen sus operaciones,
procesos y estructuras. Los sistemas son cerrados y abiertos a la vez. El sistema se puede relacionar con
su medio gracias a que el propio sistema ha preordenado el esquema al que esa relación se ha de ajustar.
Toda operación con el medio es una operación del sistema consigo mismo. No habría referencia externa
sin auto-referencia. La clausura autopoiética no significa aislamiento, sino autorregulación por el sistema
mismo de sus dependencias e independencias respecto a ese medio. Las estructuras de cada sistema sólo
existen frente a aquel. El medio desencadena los cambios estructurales del sistema.
Tanto los imperativos de primera instancia como los imperativos de
segunda instancia están sometidos a la autoridad del poder originario, este
hecho es precisamente lo que permite afirmar que el ordenamiento jurídico es
un orden gradual y esencialmente unificado. Esta es la base teórica para
predicar la unidad del ordenamiento jurídico.
10
Véase KELSEN, Hans. Teoría Pura del Derecho. Editorial Universitaria de Buenos Aires. Duodécima
Edición. Buenos Aires Abril de 1.974. Pág. 138.
11
Véase HART, H. L. A. El concepto de Derecho. Traducción de Genaro R. Carrió. Abeledo-Perrot.
Buenos Aires, 1961. Pág. 132, 139.
12
Véase BOBBIO, Ob. Citada. Pág. 162.
que se asuma en la pirámide, mirada de lo alto hacia abajo, se observarán los
procesos de producción jurídica, y si se mira de abajo hacia arriba, se
observarán los procesos de ejecución jurídica. En los grados intermedios se
presentan a un mismo tiempo procesos de producción jurídica y procesos de
ejecución jurídica. Como ya quedó dicho atrás, en los extremos de la pirámide,
solo hay o procesos de producción jurídica o procesos de ejecución jurídica. En
el extremo superior con la norma fundamental habrá procesos de producción
jurídica y en el extremo inferior procesos de ejecución jurídica.
13
Véase BOBBIO, Ob. Citada. Pág. 163.
14
Véase BOBBIO, Ob. Citada. Pág. 170.
El sistema jurídico presenta en términos de Bobbio tres características
fundamentales: “la unidad” entendida como la dependencia de todo el
ordenamiento jurídico al “poder originario” o norma fundamental o regla de
reconocimiento. “La coherencia” que es la propiedad en virtud de la cual no es
posible demostrar, en ningún caso, la pertenencia al sistema de una
determinada norma y de su contradictoria. Una tercera característica,
controvertible para muchos autores, pero que Bobbio siguiendo muy de cerca a
Kelsen acepta, es “la plenitud”: consiste en la propiedad por la cual un
ordenamiento jurídico tiene una norma para regular cada caso, y entendiendo
que en el evento que no existiera norma aplicable a un caso, estaríamos frente
a una “laguna”, debemos concluir que siendo el sistema jurídico un
ordenamiento pleno, éste no presenta lagunas.15
15
Para Kelsen el ordenamiento jurídico es un sistema pleno pues existe una norma que regula cada caso,
en este orden de ideas las lagunas no existen. El Derecho vigente es siempre aplicable y permite resolver
cualquier litigio. La teoría de la laguna en el Derecho tiene un carácter puramente ideológico, se trata del
Juez que encontrando una solución a un caso dado, no la aplica por considerarla inoportuna o injusta, y
opta por afirmar que el legislador no ha pensado en ese caso, y que si lo hubiese pensado habría tomado
una decisión diferente de la que resulta del Derecho vigente. La laguna entonces es en últimas una
divergencia entre el Derecho positivo y otro “Derecho” considerado mejor o más justo. Al intentar
completar el Derecho con aquella norma más justa, lo que en la practica se esta haciendo es derogando el
Derecho positivo vigente, reemplazándolo por uno nuevo, creado en vista a un caso concreto. Para Kelsen
por ende la laguna no es más que una ficción del órgano judicial al momento de la adjudicación. Véase
KELSEN, Ob. citada, Pág. 172 a 178.
16
Véase AGUILO REGLA, Ob. citada. Pág. 22.
· Un enfoque justificativo o valorativo , que entiende el orden
jurídico como un orden justificado que explica el Derecho
como una conexión conceptual necesaria con la moral. El
Derecho natural como fuente última del Derecho que hace
primar el concepto de fuentes materiales como origen del
Derecho.
· U n enfoque sistemático o formalista , que entiende el
Derecho, como un orden autónomo, técnico-jurídico que hace
primar el concepto de fuentes formales como origen del
Derecho.
Al definir las fuentes del Derecho tomando como ejes los conceptos de
acto jurídico y hecho jurídico, se privilegian los supuestos de hecho de las
normas jurídicas, distinguiendo los actos jurídicos de los hechos jurídicos:
1. ACTOS JURÍDICOS.
17
Véase AGUILO REGLA, Josep. Ob. Citada. Pág. 60.
18
Véase AGUILO REGLA, Josep. Ob. Citada. Pág. 69.
2. HECHOS JURÍDICOS.
19
Véase Ob. Citada. Pág. 61.
20
Véase Ob. Citada. Pág. 55.
normas jurídicas vistas como resultados institucionales, vistas
como hechos o actos jurídicos.”21
Al concebir las fuentes del Derecho como producto de los actos jurídicos
y de los hechos jurídicos, se superan los dilemas conceptuales propios de la
teoría de las fuentes del Derecho, particularmente lo relativo a la distinción
entre fuentes formales Vs. fuentes materiales; fuentes conocimiento Vs. fuentes
normativas; modos de producir normas jurídicas Vs. formas de exteriorización
de las normas jurídicas.
21
Véase Ob. Citada. Pág. 63.
22
Véase Ob. Citada. Pág. 60.
23
Véase Ob. Citada. Pág. 60.
24
Véase Ob. Citada. Pág. 61.
3. «NORMAS CONSTITUTIVAS»
4. «NORMAS REGULATIVAS»
25
Véase Ob. Citada. Pág. 114.
como la elaboración racional por parte de los estudiosos del Derecho, pero
igualmente de los prácticos del Derecho; la aplicación al Derecho explícito (las
leyes y las costumbres vistas como fuentes-acto y fuentes-hecho) del método
jurídico, que se traduce en el Derecho implícito.
1. La Constitución Nacional.
Dicha noción merece la pena ser explayada pues como claramente tuvo
oportunidad de mencionarlo el ilustre maestro Ciro Angarita Barón en la
ponencia de la clásica Sentencia T-406 de junio 5 de 1992 de la Corte
Constitucional, se trata de la noción fundante y la raíz última de toda
hermenéutica que quiera interpretar con visos de verdad la voluntad del
Constituyente de 1.991. En palabras del Profesor Angarita Barón, no se hace
referencia a “(...) una simple muletilla retórica que proporciona un elegante
toque de filantropía a la idea tradicional del Derecho y del Estado”. La fórmula
Estado Social de Derecho consagra los valores y los principios que sustentan
las bases del sistema jurídico colombiano. Se trata de una relación ontológica,
el compromiso por la defensa de contenidos jurídicos materiales, que no se
reducen al análisis textualista del Artículo primero de la Constitución, en tanto y
en cuanto cada una de las palabras del Artículo posee enorme carga
semántica, la que debe ser develada por los jueces al resolver los casos
concretos. En la práctica, nos hallamos frente a los valores y los principios de la
Carta política, los que deberán ser deducidos a partir del Derecho explícito
merced al método jurídico mediante la argumentación y la interpretación.
De lo dicho, resulta que el límite del poder originario esta dado por los
contenidos materiales plasmados en los Principios y Derechos fundamentales,
comprendidos en la Carta bajo la estructura de normas de textura abierta.27 Se
26
Ver Sentencia T-406/92 M. P. Ciro Angarita Barón.
27
El termino “textura abierta” fue utilizado por primera vez por el ius-filosofo norteamericano H. L.
Hart quien observó que el lenguaje jurídico, como todo lenguaje natural, presenta en su significado un
núcleo de certeza y una zona de penumbra o “textura abierta”, de manera que cuando pretendemos
aplicar una norma se encuentran casos que indubitadamente están comprendidos en ella, pero aparecen
también “ á r e a s d e c o n d u c t a e n l a s q u e m u c h o d e b e d e j a r s e p a r a q u e s e a d e s a r r o l l a d o p o r l o s
tribunales…Aquí, en la zona marginal de las reglas y en los campos que la teoría de los precedentes deja
trata en últimas de la prevalencia de la parte dogmática sobre la parte orgánica
de la Constitución. Ese principialismo será defendido por la Corte a lo largo de
toda su teorética. Sobre este punto, y específicamente en lo que tiene que ver
con la notable importancia y la trascendental influencia de una hermenéutica de
principios en el que hacer de la Corte Constitucional, y en general de lo que ha
sido denominado el “nuevo Derecho” tendré oportunidad de referirme a
profundidad en el Trabajo II.
2. La Ley.
abiertos, los tribunales desempeñan una función productora de reglas”. Verse HART, H. L. El
concepto de Derecho. Traducción de Genaro R. Carrió. Abeledo-Perrot. Buenos Aires, 1.961. Pág. 168-9.
imperio del Derecho, es un supuesto que ni siquiera tiene que estar explícito en
el ordenamiento. La Constitución colombiana lo consagra en el Artículo 6°, del
siguiente modo:
28
Resulta interesante al analizar la justa interpretación que se debe dar al Artículo 8 de la Ley 153 de
1.887 remitirnos al profuso estudio que el Profesor Diego Eduardo López efectúo a las diversas
interpretaciones que la norma en mención ha generado a lo largo de la evolución histórica de la
hermenéutica jurídica colombiana; interpretaciones que se resumen en cuatro muy claras posiciones: 1.
Interpretación Política temprana de la regla (1887-1910): En 1885 la asamblea constituyente no logra
un acuerdo alrededor del sistema de control constitucional. De acuerdo a la interpretación hecha por los
miembros del partido liberal temerosos de los abusos en que podrían incurrir los conservadores durante su
hegemonía política (la denominada “hegemonía conservadora” que comenzó en 1885 con el movimiento
de la “regeneración” y termino en 1930); el articulado de la ley, sirvió como escudo político contra la
arbitrariedad del poder político, luego el Artículo 8, bajo esta lectura política fue una pieza para la
realización del control de legalidad. La no existencia de ley aplicable al caso, que es una situación remota
y excepcional, implica un ideal de integralidad en la codificación. En este sentido las reglas generales del
Derecho son interpretadas como «escudos políticos», n o c o m o p rincipios doctrinales. La doctrina
constitucional solo operaria en los casos de arbitrariedad política de la fuerza dominante conservadora, y
para ello los liberales defienden una interpretación del Artículo 8 en conjunción con el Artículo 4 de la
Ley 153 de 1.887 que concibe la doctrina constitucional como norma para interpretar la ley. 2. La
Interpretación de los tratadistas de Derecho Privado: Esta interpretación es claramente hegemónica
entre 1898 y 1935. Es la manera oficial en la cual el Tradicionalismo-Positivismo interpreta el Artículo 8.
Se encuentra fundada sobre el conceptualismo franco-alemán y expresa la sensibilidad de Champeau,
Uribe y Claro-Solar sobre la necesidad de construir los conceptos orgánicos y principios sobre las reglas.
El código civil, fuente de Derecho por excelencia, contiene pocas lagunas, estas se resuelven mediante
analogía legis como un modesto primer paso. En los eventos en que no se encuentren casos análogos se
recurre una interpretación basada en las “reglas generales de Derecho” que se leen como “Principios” o
“Conceptos” de Derecho privado que se inducen por medio de analogía iuris. 3. La cláusula inactiva:
La lectura Anti-formalista (1937 –2000): Contrario a lo que paso en Francia, de acuerdo con Zuleta-
Ángel, esta es una norma que en Colombia ordena la aplicación de la libre recherche scientifique. El
punto reside en que la cultura jurídica olvidó que el Artículo 8 es ahora una cláusula inactiva sin entender
s u “verdadero”potencial. El Artículo, como un todo, sirve como una denuncia contra las deficiencias del
Derecho positivo. El Derecho no esta completo como creyeron los fetichistas de la ley y el Tradicional-
Positivismo que aún lo considera así. 4. La Lectura Judicial Contemporánea hecha por la Corte
Constitucion a l : Con la declinación de la interpretación de Zuleta–Angel, en la teoría del Derecho
colombiano se abandono de nuevo la eficaz operación del anti-formalismo. El Tradicional-Positivismo
consiguió permanecer en plena vigencia con posterioridad a 1940 y el descontento teórico solo podía
expresarse a partir de una nueva lectura del Artículo 8. La nueva lectura se propuso por la Corte
C o n s t i t u c i o n a l c o l o m b i a n a q u e b u s c ó l e e r e n e s t e A r t í c u l o , t r o z o s y p i e z a s d e l a n t i -formalismo
contemporáneo que pudiera aumentar el protagonismo de su jurisprudencia. La Corte utiliza el concepto
controversia, en ta n t o y e n c u a n t o s e p i e n s a q u e e s t a s s e o p o n e n
manifiestamente a los criterios y tendencias interpretativos que la Corte
Constitucional ha expuesto al analizar los Artículo 6 y 230 de la Carta,
parámetros que han dado lugar a la denominación “nuevo Derecho” en
contraposición con el “viejo Derecho” de corte exegético que defiende una
interpretación literal o por lo menos textualista. Pese a ello, la Corte al estudiar
el contenido teorético de los Artículos 8 y 13 de la Ley 153 de 1887, llegó a la
conclusión que dichas reglas son coherentes y se ajustan al marco filosófico y
material de la Constitución de 1991. Veamos:
d e textura abierta de Hart, para mostrar que hay más lagunas de las que tradicionalmente se ha
considerado. La Corte llena estos vacíos mediante la Doctrina Constitucional que es una hermenéutica
principialista, sustentada en valores más que en normas positivas, lo que implica una clara
«Constitucionalización» del Derecho privado. Véase LÓPEZ MEDINA, Diego Eduardo. The formation
of legal classicism. Reception and uses of Exégèseand Conceptualism in particular jurisprudence.
LÓPEZ MEDINA, Diego Eduardo. Teoría impura del Derecho. La transformación de la cultura
jurídica latinoamericana. Universidad de los Andes. Universidad Nacional de Colombia. Legis Editores
S. A. Bogotá D. C., 2004.
Para la Corte, en la mencionada Sentencia C-083 de 1995, es claro
que bajo el imperio de la Constitución de 1886 se consagraban en Colombia,
como fuentes formales de Derecho obligatorias, dos estructuras normativas
básicas: la legislación y la costumbre. Tal consagración se derivaba de los
Artículos 8° y 13 de la ley 153 de 1887, respectivamente. Pero el primero de
los citados, además de la ley "exactamente aplicable al caso controvertido",
enunciaba la analogía ("aquéllas que regulen casos o materias semejantes"),
la doctrina constitucional y las reglas generales de Derecho.
29
Ob. cit.
dudosos. La doctrina constitucional es, a su vez, norma para
interpretar las leyes” (el resaltado es nuestro).
Quiere entonces decir la norma atrás citada, que en los casos que la
doctrina constitucional cumple una función interpretativa, es decir, aquellos
eventos en los cuales los jueces ordinarios se encuentran con casos de los
llamados difíciles, aquellos en que la Ley no les ofrece una respuesta clara,
pues su textura es abierta y se presta a ambigüedades; en tales eventos, el
fallador puede recurrir a los criterios generales expuestos por la Corte
Constitucional, para resolver el justo entendimiento del texto legal orientándose
y utilizando como herramienta argumentativa las Decisiones de la Corte. En
este caso, los pronunciamientos del juez constitucional no tienen carácter
obligatorio sino meramente orientador, se trataría aquí de la doctrina
constitucional, no de la jurisprudencia constitucional.
E l t é r m i n o jurisprudencia constitucional, h a c e r e l a c i ó n a l o s
denominados ratio decidendi o fundamentos jurídicos suficientes, aquellos que
son inescindibles de la decisión sobre un determinado punto de Derecho,30 los
que no aparecen exclusivamente en la parte resolutiva de la Sentencia, sino
que son los sustentos argumentativos fundamentales que aparecen expuestos
a lo largo de la parte motiva de las sentencias; no confundibles con los obiter
dicta, o afirmaciones dichas de paso, que son aquellas afirmaciones
puramente retóricas que no se relacionan de manera directa y necesaria con la
decisión, y que por ende constituyen apenas criterios auxiliares de la actividad
judicial en los términos del inciso 2º del mencionado Artículo 230 de la Carta.
En este orden de ideas, cuando la Corte Constitucional cumple su función
como intérprete máximo , auténtico y natural de la Carta merced a las
Sentencias C y las Sentencia T, en este sentido, por ministerio de la propia
Constitución, dichas providencias judiciales son fuente obligatoria para
discernir cabalmente el contenido de la Constitución, así se pronunció la Corte,
entre otros muchos fallos, en la Sentencia SU-640 de 1998, con ponencia del
Magistrado Eduardo Cifuentes Muñoz, oportunidad en que se dijo:
30
Sobre los conceptos de ratio decidendi y obiter dicta, se pueden consultar las siguientes providencias
de la Corte Constitucional: SU-168799, SU-047799, SU-640798, T-961/00, T-937/00, Auto A-016/00, T-
022/01 y T-1003/00.
“Si en el sistema de fuentes las sentencias de la Corte
Constitucional por ser manifestaciones autorizadas y necesarias
de la voluntad inequívoca de la Constitución, prevalecen sobre las
leyes, ellas igualmente resultan vinculantes para las distintas
autoridades judiciales, que no pueden a su arbitrio sustraerse a la
fuerza normativa de la Constitución, la cual se impone y decanta
justamente en virtud de la actividad interpretativa de su guardián,
tal y como se refleja en sus fallos. La supremacía y la integridad
de la Constitución son consustanciales a la uniformidad de su
interpretación. Si el texto de la Constitución se divorcia de la
interpretación que del mismo haya dado la Corte Constitucional
en ejercicio de sus competencias privativas, de suerte que ésta
última se convierta en una de las tantas alternativas plausibles de
entendimiento, la fragmentación hermenéutica que se propiciaría
inexorablemente conduciría a la erosión del valor cierto y
vinculante de la Constitución, puesto que entonces habría tantas
constituciones como intérpretes. Las exigencias de supremacía e
integridad de la Constitución, por lo demás presupuestos de su
valor normativo superior, sólo se satisfacen si se concede a la
interpretación que la Corte hace de sus preceptos el sentido de
significado genuino y auténtico de su contenido y alcance. Lo
anterior adquiere mayor claridad si se tiene presente que los
principios de supremacía e integridad de la Constitución no tienen
existencia autónoma, como quiera que su efectiva realización
precisa de una firme voluntad consagrada a su defensa, ante todo;
s e t r a t a d e atributos cuya posibilidad material depende de la
incesante función interpretativa de la Corte Constitucional,
indispensable para su protección y vigencia” (el resaltado es
nuestro).
3. LA JURISPRUDENCIA.
31
Sobre la necesidad de presentar las razones y motivos que soportan el seguimiento o modificación de
una línea jurisprudencial pueden consultarse las siguientes sentencias de la Corte Constitucional; T-175
de 1.997. M. P. José Gregorio Hernández Galindo. T-123 de 1.998. M. P. Alejandro Martínez Caballero.
T-267 de 2.000. M. P. Alejandro Martínez Caballero.
Así mismo, conviene precisar que no hay contradicción entre la tesis
que aquí se afirma y la sentencia C-131 de 1993, que declaró inexequible el
Artículo 23 del Decreto legislativo 2067 del 91 en el cual se ordenaba tener
"como criterio auxiliar obligatorio" "la doctrina constitucional enunciada en las
sentencias de la Corte Constitucional", mandato, ese sí, claramente violatorio
del Artículo 230 Superior. Lo que hace, en cambio, el Artículo 8 que se
examina es referir a las normas constitucionales, como una modalidad del
Derecho legislado, para que sirvan como fundamento inmediato de la
sentencia, cuando el caso sub judice no está previsto en la ley. La cualificación
adicional de que si las normas que van a aplicarse han sido interpretadas por
la Corte Constitucional, de ese modo debe aplicarse, constituye, se repite, una
razonable exigencia en guarda de la seguridad jurídica.
L a n o c i ó n d e Doctrina Constitucional h a c e r e f e r e n c i a a l a s
decisiones emitidas por la Corte Constitucional en relación con fallos
de tutela o Sentencias SU o de unificación, que acoge el sistema de
precedente constitucional como norma jurisprudencial de carácter
obligatorio, siempre que se den los presupuestos señalados por la
Corte Constitucional en las Sentencias C-0 8 3 d e 1 9 9 5 y T -123 del
mismo año; requisitos que indican que se trate de casos cuyos
supuestos de hecho sean iguales o semejantes y que el núcleo
esencial de los Derechos fundamentales en juego sea el mismo.
Destacamos, no s e p u e d e h a c e r t a b l a r a z a d e l c o n t e n i d o
temático y argumentativo de los fallos de la Corte Constitucional,
contenido que por demás es extenso, por no decir que enciclopédico y
faraónico, para pretender que absolutamente todos los argumentos
expuestos en las Sentencias aludidas constituyen ratio decidendi y que
por ende son de obligatorio cumplimiento. No se le puede,
impunemente, torcer el pescuezo a los fallos de la Corte
Constitucional, para pretender que de ellos dimane todo lo divino y
humano, y acomodar obiter dicta haciéndola pasar por ratio decidendi.
Se dijo un poco más arriba que cuando el juez razona por analogía,
aplica la ley a una situación no contemplada explícitamente en ella, pero
esencialmente igual, para los efectos de su regulación jurídica, a la que sí lo
está. Esta particularidad se conoce en doctrina como analogía legis, y se la
contrasta con la analogía juris en la cual, a partir de diversas disposiciones del
ordenamiento, se extraen los principios generales que las informan, por una
suerte de inducción, y se aplican a casos o situaciones no previstas de modo
expreso en una norma determinada.
32
VALENCIA RESTREPO, Hernán. Nomoárquica, principalística jurídica o los Principios Generales
del Derecho. Editorial Temis. Bogotá, 1993.
constituyen las normas fundamentales del sistema, y pueden hallarse en el
sistema en forma expresa, normalmente en la Constitución nacional o norma
fundamental, pero en la mayoría de los casos se encuentran no expresos en el
sistema y deben ser hallados por deducción, en el espíritu del sistema. Tal y
como lo ha expuesto Prieto Sanchís, 33 siempre que en el lenguaje de los
juristas se utiliza el término «principios», se encuentra latente el problema de la
plenitud del sistema o la necesidad de elegir entre distintos significados de una
disposición normativa dudosa; sin perjuicio de que se busque alcanzar
soluciones moralmente plausibles cuando una determinada norma o regla
conduce a un resultado que se juzga inaceptable, reprochable o éticamente
susceptible de corrección. Se trata de una cierta clase de normas que cuentan
con algún respaldo institucional y, muy particularmente, las que cuentan con el
respaldo de la Constitución Nacional, que en el caso Colombiano encuentran
su reconocimiento en el Artículo 230 inciso 2º de la Carta, pero igualmente la
Ley 153 de 1887 artículo 8º; normas que ofrecen la dificultad de tener un
carácter implícito, pues se trata de normas que no aparecen concretamente
recogidas en ninguna ley o costumbre, sino que son construidas en sede
interpretativa por el fallador o juzgador, pero además cumplen una doble
función: por una parte llenan las lagunas o vacíos dejados por el legislador,
pero por otra parte constituyen un criterio hermenéutico en caso de duda
interpretativa frente a los llamados «casos difíciles».
33
Véase PRIETO SANCHIS, Luis. Sobre Principios y Normas. Problemas del razonamiento jurídico.
Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1.992. Pág. 19.
34
“Llamo «Principio» a un estándar que ha de ser observado, no por que favorezca o asegure una
situación económica, política o social que se considera deseable, sino porque es una exigencia de la
justicia, la equidad o alguna otra dimensión de la moralidad (...) La diferencia entre principios jurídicos
y normas jurídicas es una distinción lógica (...) Las normas son aplicables a la manera disyuntivas. Si los
hechos que estipulan una norma están dados, entonces o bien la norma es válida, en cuyo caso la
respuesta que da debe ser aceptada, o bien no lo es, y entonces no aporta nada a la decisión (...) Los
principios [ e n t a n t o ] t i e n e n u n a d i m e n s i ó n q u e f a l t a e n l a s n o r m a s : l a d i m e n s i ó n d e l p e s o o
importancia.” Véase DWORKIN, Ronald. Los Derechos en serio. 4ª Reimpresión. Traducción de Marta
Gustavino. Editorial Ariel S. A. Barcelona, 1999. Pág. 72-80. DWORKIN, Ronald. El imperio de la
Justicia. 2ª Edición. Traducción de Claudia Ferrari. Gedisa Editorial. Barcelona, 1992. Pág. 160-163.
35
“Los principios son enunciados normativos de tan alto nivel de generalidad que, por regla general, no
pueden ser aplicados sin añadir premisas normativas adicionales y, las más de las veces, experimentan
La discusión acerca de los principios jurídicos arranca, en la teoría del
Derecho contemporáneo con un artículo publicado por Ronald Dworkin en
1967 titulado «¿Es el Derecho un sistema de reglas?» que luego se incorporó
en el famoso texto «Los Derechos en serio» en el trabajo segundo intitulado
«El modelo de las normas (I)»36 en donde Dworkin de manera precisa, ataca la
que él denomina «la versión más poderosa del positivismo jurídico» propuesta
por H. L. A. Hart,37 según la cual el Derecho esta formado exclusivamente por
reglas. Para Dworkin en el Derecho aparecen otro tipo de normas, que si bien,
están orientadas a determinadas decisiones sobre la obligación jurídica en
circunstancias determinadas, operan de forma diferente. Su origen “no se
basa en una decisión particular de ningún tribunal u órgano legislativo, sino en
un sentido de convivencia u oportunidad que, tanto en el foro como en la
sociedad, se desarrolla con el tiempo.”38 En el Derecho no sólo hay normas,
sino también algo lógicamente distinto, «los principios». Descubrir que un
principio es un principio jurídico no es un ejercicio que se agote en la
constatación sociológica o histórica acerca de los comportamientos
observados en una determinada sociedad por parte de sus operadores
jurídicos, sino que supone el desarrollo de una argumentación justificadora. En
este sentido, los principios operan en el campo de la justificación o
argumentación y no en el campo del descubrimiento o descripción del Derecho
vigente.
limitaciones a través de otros principios. En lugar de cómo enunciados normativos, los principios pueden
ser introducidos en la discusión como descripciones de estados de cosas en los que aquellos tienen
vigencia”. Véase ALEXY, Robert. Teoría de la Argumentación jurídica. Traducción de Manuel Atienza
e Isabel Espejo. Centro de Estudios Constitucionales. Madrid, 1997. Pág. 249.
36
Véase DWORKIN, Ronald. Ob Cid. . Pág. 72.
37
Véase HART, H . L . A . El concepto de Derecho. Traducción de Genaro R. Carrió. Abeledo-Perrot.
Buenos Aires, 1961. Pág. 40.
38
Véase DWORKIN, Ronald. Ob. Cid. Pág. 95.
aplicado dependiendo de los criterios de razonabilidad del intérprete, de forma
tal que si decide no aplicar el principio y ponderar la aplicación de otro principio
diferente que se le opone, este hecho implica que el principio no desaparece,
sino que simplemente es superado por otro principio de mayor fuerza o
valencia. Para Dworkin, los principios por sí mismos nunca determinan por
completo el contenido de una decisión particular. Deberá preferirse la que sea
moralmente más fuerte; una mejor moral supone, pues una mejor justificación
del ordenamiento jurídico. Para Dworkin los principios valen como principios
jurídicos por que son principios morales que explican y justifican el conjunto del
Derecho, por que son principios morales buenos y justos que resultan
coherentes con un Derecho básicamente justo.
39
CARRIÓ, Genaro R. Principios jurídicos y positivismo jurídico, Abeledo-Perrot. Buenos Aires. 1970.
40
HART, H. L. A. El concepto de Derecho, Abeledo Perrot. Buenos Aires, 1965.
Sin duda alguna hay razón en la ley 153 de 1887, pues sólo extinguida
la fuente principal faculta para concurrir a la subsidiaria. Por eso el Artículo 13
dispuso:
“La costumbre, siendo general y conforme a la moral cristiana
constituye Derecho, a falta de legislación positiva.”
5. L O S P R I N C I P I O S G E N E R A L E S E X T R A -SISTEMÁTICOS O
PRINCIPIOS GENERALES DEL DERECHO.
En términos de Carrió:
6. LA DOCTRINA.
41
Una buena parte de la doctrina ius-filosófica entiende que el método jurídico no hace parte del llamado
«contexto de descubrimiento», es decir, aquel en que se desarrolla la ciencia propiamente dicha,
caracterizado por la formulación de teorías y la producción de descubrimientos científicos; si no que por
el contrario corresponde al llamado «contexto de justificación» propio de las llamadas ciencias
humanísticas o ciencias sociales, caracterizado por la actividad de validar o justificar una teoría o un
descubrimiento científico, comportamiento que no admite un análisis en términos lógicos. El método
jurídico será entonces, según Aguiló Regla, un «protocolo» para la justificación o validación de una
solución jurídica dada.
42
BONNECASE, Julien. Introducción al estudio del Derecho. Segunda Edición. Editorial Temis. Bogotá
D. C., 2.002. Pág. 115.
que debe ser considerada en la medida en que representa un argumento de
autoridad suficiente cuando proviene de hombres probos y reconocidos en el
mundo jurídico por su sapiencia e idoneidad en el campo jurídico.
Corresponde a lo que en el Derecho romano se conoció como «respuestas de
prudentes». Al respecto Delcareuil en su obra Roma y la organización del
Derecho, Págs. 23 y s., citado por Bonnecase, exponía:
“E n p r i m e r l u g a r , l o s p r u d e n t e s e n c u a l q u i e r f o r m a q u e s e
manifestase su actividad, realizaron una obra privada. Su influjo
sobre la formación del Derecho provenía de su ciencia y de su
prestigio personal. Pero Augusto les dio a algunos de ellos el ius
publice respondendi ex auctoritate principis, es decir, el Derecho de
absolver consultas escritas y selladas cuya solución se imponía al
juez en el proceso con ocasión del cual habían sido pedidas, al
menos que las partes no hubiesen obtenido soluciones contrarias
en el mismo asunto.”
43
La versión en castellano de la tesis aludida con notables agregados del autor para el lector
latinoamericano pued e s e r c o n s u l t a d a e n : LÓPEZ MEDINA, Diego Eduardo. Teoría impura del
Derecho. Universidad Nacional de Colombia. Universidad de los Andes. Legis Editores S. A. Bogotá D.
C., 2.004. P. 31.
corresponde precisamente al modelo expuesto por Ecole de là exégèse , sino
que por el contrario da lugar a un literalismo que en defensa de la regla del
código, al interpretar toma en cuenta los alcances y entendimientos que los
doctrinantes locales asimilan y recomiendan, basados en las escuelas clásicas
europeas; pero ofrece un cariz o matiz que va más allá de la simple literalidad
del código.
44
LÓPEZ MEDINA, Diego Eduardo. The formation of legal classicism: Reception and uses of Exégèse
and Conceptualism in particular jurisprudence. Tesis de Grado. Harvard University. Mimeógrafo.
Traducción libre de Miguel García. Pág. 139.
menos el Derecho privado, no se ha entendido simplemente como sinónimo
del código civil, sino que en la práctica hace referencia al código civil más las
interpretaciones y conceptos emitidos por los doctrinantes reconocidos del
país, que superando el simple literalismo, han creado una verdadera trama
teórica que los prácticos del Derecho, los operadores jurídicos utilizamos y
aplicamos todo el tiempo. Basta con observar los alegatos de conclusión que
los abogados litigantes presentamos como memoriales de cierre del proceso,
previo a que se dicte Sentencia, pero igualmente el estudio de las providencias
que Jueces y Magistrados emiten en su diario que hacer, piezas procesales en
que sistemática y reiteradamente, en forma inconsciente, los operadores
jurídicos efectuamos citas de autor, transcripciones literales del pensamiento
legal expuesto por un grupo claramente referenciado de autores clásicos
nacionales,45 así como un grupo de connotados tratadistas extranjeros;46 en
donde como argumento de autoridad se incluyen párrafos enteros de la obra
de estos doctrinantes, para reforzar las posiciones hermenéuticas planteadas
por los operadores jurídicos frente a las normas positivas. Esto me permite
concluir que el sistema de interpretación y aplicación del Derecho en
Colombia, no es esencialmente un sistema legalista o de interpretación
aferrada al texto positivo del código, sino que se trata de un sistema intermedio
entre una elucidación literal de la norma, con un respeto hierático a la Ley,
unido a las lecturas e interpretaciones que autores reconocidos por vía de
doctrina han hecho de dichas normas legales.
45
Menciono a título de ejemplo entre otros muchos autores nacionales, que son considerados clásicos en
el campo del Derecho Privado: EDMOND CHAMPEAU, ANTONIO JOSÉ URIBE, FERNANDO
VÉLEZ, EDUARDO RODRÍGUEZ PIÑERES, ARTURO VALENCIA ZEA, EDUARDO ZULETA,
ÁLVARO PÉREZ VIVES, GUILLERMO OSPINA FERNÁNDEZ, FERNANDO HINESTROSA
FORERO, HERNÁN FABIO LÓPEZ BLANCO, JOSÉ ALEJANDRO BONIVENTO FERNÁNDEZ,
JORGE SUESCÚN MELO, JOSÉ IGNACIO DE NARVÁEZ, GABINO PINZÓN, BERNARDO
TRUJILLO CALLE, JAVIER TAMAYO JARAMILLO, GABRIEL ESCOBAR SANÍN, JAIRO
PARRA QUIJANO, HERNANDO MORALES MOLINA.
46
M e r e m i t o a q u í a m e n c i o n a r apenas algunos de los autores más utilizados: AMBROSIO COLIN,
HENRY CAPINTANT, GEORGES RIPERT, JEAN BOLULANGER, HENRI Y LEÓN MAZEAUD,
ANDRÉ TUNC, JULIES BONECASE, KARL F. SAVIGNY, HANS KELSEN, FRANCESCO
MESSINEO, EMILLIO BETTI, LOUIS JOSSERAND, FRANÇOISE GENY, LUIS CLARO SOLAR,
ARTURO ALESSANDRI RODRÍGUEZ.
D. CONCLUSIONES.
3) L a s e s t i p u l a c i o n e s d e l o s c o n t r a t o s v á l i d a m e n t e
celebrados.
b. Fuentes Secundarias.
47
Véase DWORKIN, Ronald. Los Derechos en serio. (Taking Rights Seriously). Traducción de Martha
Gustavino. 4ª Reimpresión. Editorial Ariel S. A. Barcelona, 1.999. Pág. 72.
48
V é a s e MARTÍNEZ NEIRA, N é s t o r Humberto. S e i s L u s t r o s d e J u r i s p r u d e n c i a M e r c a n t i l . En
VNIVERSITAS Nº 105 Junio 2.003. Pontifica Universidad Javeriana. Bogotá, 2.003. Pág. 139.
analogía legis resuelve los problemas de lagunas, ambigüedades o vacíos
legales.
3) La Doctrina.
49
Perelman distingue entre razonamientos analíticos o lógico–formales y razonamientos dialécticos o
retóricos. Los primeros utilizan una lógica formal basada en el silogismo, que matematiza o formaliza los
argumentos, dependientes cada uno del anterior, de forma tal que el resultado es siempre necesario. El
razonamiento retórico se mueve en el terreno de lo simplemente plausible o probable. Los argumentos
retóricos, no tratan de establecer verdades evidentes, pruebas demostrativas, sino de mostrar el carácter
razonable, plausible, de una determinada decisión u opinión. Perelman considera que la estructura del
discurso argumentativo se asemeja a la de un tejido: la solidez de éste es muy superior a la de cada hilo
que constituye la trama. Se trata de persuadir y convencer, y esto dependerá del auditorio a quien se dirige
el discurso, el cual no es objetivo sino imparcial. Se parte del acuerdo, es decir de los puntos en que el
orador esta en coincidencia con el auditorio, luego se pasa a la elección y luego si se presentan las
premisas, mediante un discurso retórico que tiene como fin no sólo conseguir la adhesión del auditorio,
sino también acrecentarla.
50
P a r a Viehweg la tópica constituye una parte de la retórica. Utiliza argumentos apodícticos o
demostrativos. Es desde el punto de vista de su objeto, una técnica del pensamiento problemático. Desde
el punto de vista del instrumento con que opera, se vale de los topos o lugares comunes, es una búsqueda
y examen de premisas basadas en hechos. Los tópicos o premisas no están entre sí jerarquizados, de
manera que para la resolución de una misma cuestión cabe utilizar tópicos distintos que pueden llevar a
resultados igualmente distintos. Es por ende un método relativo, pues no parte de verdades absolutas. El
objeto de solución es un problema, que respecto del Derecho corresponde a los llamados casos difíciles,
es decir toda aquella cuestión que admite más de una respuesta correcta. El método es inductivo y
consiste en valerse de la jurisprudencia, mediante tres presupuestos: 1. determinar desde el problema qué
es lo justo aquí y ahora. 2. Las partes integrantes de la jurisprudencia, sus conceptos y sus proposiciones,
tienen que quedar ligadas de un modo específico con el problema y sólo pueden ser comprendidos desde
él. 3. Los conceptos y las proposiciones de la jurisprudencia sólo pueden ser utilizados en una implicación
que conserve su vinculación con el problema.
51
Toulmin pretende desplazar la teoría lógica a la práctica lógica, es decir una lógica operativa o
aplicada. Esta se halla en la fuerza de los argumentos. Un buen argumento es aquel que resiste a la crítica
y a favor del cual puede presentarse un caso que satisfaga los criterios requeridos para merecer un
veredicto favorable. Por ello es importante distinguir entre argumentación y razonamiento. Se argumenta
cuando se plantean pretensiones y se ponen en cuestión, siendo respaldadas mediante razones. El
razonamiento en cambio, se usa en un sentido más restringido, para referirse a la actividad de presentar
razones a favor de una pretensión, así como para mostrar de qué manera esas razones tienen éxito en dar
fuerza a la pretensión. Un argumento esta formado por cuatro elementos: la pretensión, las razones, la
garantía y el respaldo. Este tipo de argumento es práctico y no lógico, pues el paso a la conclusión desde
l o s a r g u m e n t o s n o e s n e c e s a r i o , y a q u e o p e r a s o b r e respaldos cualificadores modales tales como
“presumiblemente”, “probablemente”, “con toda probabilidad”, “plausiblemente”, “según parece”,
etc. El sistema jurídico es un escenario ideal para la práctica y el análisis del razonamiento, pues
proporciona un foro intenso para argumentar acerca de versiones distintas de los hechos implicados en un
conflicto que no ha podido solucionarse ni recurriendo a la mediación ni a la conciliación. Los tribunales
de apelación brindan la oportunidad de revisar los argumentos, pero ya no desde la óptica de los hechos,
sino del análisis de las cuestiones de Derecho.
52
Para MacCormick la argumentación práctica en general, y la argumentación jurídica en particular,
cumplen una función de justificación. La argumentación explícita que puede hallarse en las sentencias
naturalistas del Derecho, que es la que explica el nuevo mapa de fuentes
enunciado atrás.
judiciales está dirigida a encubrir las verdaderas razones de la decisión. Justificar una decisión jurídica
quiere decir, dar razones que muestren que las decisiones en cuestión aseguran la justicia de acuerdo con
el Derecho. Justificar una decisión en un caso difícil significa, en primer lugar, cumplir con el requisito de
universalidad y, en segundo lugar, que la decisión en cuestión tenga sentido en relación con el sistema, es
decir que respete los principios de consistencia y coherencia, análisis que sólo se puede efectuar desde el
sistema mismo, es decir, partiendo del sistema jurídico existente, es decir desde las normas vigentes.
Aunque los argumentos consecuencialitas sean los decisivos para justificar una decisión frente a un caso
difícil, no son sin embargo concluyentes, de forma tal que no puede pretenderse que para cada caso difícil
existe una única respuesta correcta. El razonamiento jurídico, en definitiva, es, como el razonamiento
m o r a l , u n a f o r m a d e l a r a cionalidad práctica, se trata simplemente de un razonamiento altamente
institucionalizado y formalizado de razonamiento moral.
53
Robert Alexy utiliza la teoría del discurso de Habermas, que es esencialmente una teoría
procedimental. Plantea un discurso jurídico y normativo, pero que a diferencia de los planteamientos de
MacCormick, encuentra su punto de partida en la moral y no en el Derecho. Se trata de una teoría del
discurso como dialogo, orientado a un acuerdo racional entre las partes, basado en argumentos de
convencimiento. Utiliza el discurso práctico para concluir que un enunciado normativo es correcto si y
solo si puede ser el resultado de un procedimiento P. La teoría del discurso se caracteriza por que en el
procedimiento puede participar un número ilimitado de individuos en la situación en que realmente
existen. Las exigencias de los argumentos se pueden formular como condiciones o como reglas.
Finalmente el proceso de decisión puede incluir o no la posibilidad de la modificación de las convicciones
normativas de los individuos, existentes al comienzo del procedimiento. Las reglas del discurso no
garantizan que pueda alcanzarse un acuerdo para cada cuestión práctica, ni tampoco que, en caso de que
se alcanzase dicho acuerdo, todo el mundo estuviera dispuesto a seguirlo. Esto obedece a dos fenómenos,
bien por que el acuerdo solo puede cumplirse de manera aproximada; o bien porque entre la formación
del juicio y la formación de la voluntad exista una discrepancia, entendida en el sentido de que saber lo
que es correcto no significa necesariamente estar dispuesto a actuar en ese sentido. El ideal es llegar al
consenso, pero el que este no se alcance no implica necesariamente un fracaso, pues el proceso de
acuerdo, por sí mismo ya es una razón suficiente.
racional argumentativo, si se quiere ius-naturalista, y en esa lucha de poder, la
ubicación y jerarquía de las fuentes es un arma fundamental que resulta
utilizada por uno y otro bando para defender posiciones. La llegada al poder de
Presidente Uribe Vélez es un reto interesante frente a la supervivencia de la
naciente teorética anti-formalista. Para nadie es un secreto que el principio de
autoridad defendido por Uribe Vélez, esconde un conservadurismo que linda
sutilmente con ideologías de extrema derecha más cercanas al terrorismo de
Estado que a la defensa del principio de legalidad en un Estado Social de
Derecho. De aquí que se explique la constante crítica que el actual gobierno y
sectores privilegiados del país hacen al activismo de la Corte Constitucional.
E. BIBLIOGRAFÍA.-
AGUILÓ REGLA, Joseph. Teoría general de las fuentes del Derecho. (y del
orden jurídico). Editorial Ariel S. A. Barcelona, 2.000.
ATIENZA, Manuel y MANERO, Juan Ruiz. Las piezas del Derecho. Teoría de
los enunciados jurídicos. Editorial Ariel S. A. Barcelona, 1.996.
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