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REVISTA SAAP Publicacién de Giencia Politica de la Sociedad Argentina de Andlisis Politico NUMERO ESPECIAL Vol. 7, N° 2, Noviembre 2013 Indice NUMERO 2 Editorial ARTICULOS Introduccién. Treinta afios de democracia: transiciones y ‘transformaciones Introduction. Thirty Years of Democracy: Transitions and. ‘Transformations, Emesto Calvo y Ricardo Gutiérrez Acceso a la justicia. Ampliacién de derechos y desigualdad en la proteccién Access to Justice. Between the Expansion of Rights and Unequal Protection Catalina Smulovitz De Malvinas a Malvinas: el efecto de la reputacién en la politica democrética de seguridad internacional From Malvinas to Malvinas: The Effect of Reputation on Argentina's International Security Policy Isabella Aleaniz, La Argentina desde 1983: un caso de desmilitarizacién del, sistema politico Argentina since 1983: A Case Study ofi the Demiilitarization ofa Political System Jorge Battaglino EI Mercosur: misién cumplida Mercosur: Mission Accomplished ‘Andrés Malamud La seguridad publica en 80 afios de democracia Public Safety, Thirty Years Later Alberto Fohrig y Julia Pomares 1 233 1 287-244 ov 245-254 265-273, 275-282 283-288, 300 afios de derechos humanos en la Argentina (1983-2013) 30 Years of Human Rights in Argentina (1983-2013) Roberto Gargarella Elpapel de la Constituci6n en la nueva democracia argentina ‘The Role of the Constitution in the New Argentine Democracy Gabriel Negretto Amanecer y progreso de un repertorio social activista de derechos bajo la democracia recuperada Dawn and Progress of Activism on Social Rigths inthe Argentine Democracy Gabriela Delamata Laces y sombras de la politica ambiental argentina entre 1983 y 2013 Ups and Downs of Environmental Politics in Argentina: 1983-2013 Ricardo Gutiérrez y Fernando Isuani Larepresentacién politica de las mujeres en el perfodo democritico ‘The Political Representation of Women in Democracy: an Assessment of Achievements and Challenges Mariana Caminotti Cambio y continuidad del sindicalismo en democracia ‘Change and Continuity of Labor Unions under Democracy Marfa Victoria Murillo... Empresarios y politica en la Argentina demoeratica: actores, procesosy agendas emengentes Business and Politics in Democratic Argentina: Actors, Processes and Rising Agendas Carlos Freytes 289.296 297-305 307-925, 317-328 sus 829-387 ve 889-348 349-368 éRechazo a la democracia o al partido de gobierno? Despejando el camino para el estudio de la accountability ‘electoral o algunas reflexiones sobre la relaci6n entre crisis, econdmica y voto en los tiltimos 30 afios Rejecting Democracy or Punishing the Incumbent? Some Notes about the Relationship between Economic Crisis and the Vote in the Last 30 Years in Argentina Maria Celeste Ratto Elvotante argentino ‘The Argentine Voter German Lodola ersonee Liderazgo presidencial y ciclos de poder en la Argentina democrstica Presidential Leadership and Gycles of Power in Democratic Argentina Anibal Pérez-Lindn .. Ellos los representantes, nosotros los representados: reflexiones sobre la representacién y la conexién electoral, ‘en la Argentina contemporanea They the Agents, We the Principals: Brief Thoughts on Representation and the Electoral Connection in the Contemporary Argentina Juan Pablo Micozzi El Congreso de la democracia: mayorfas y consensos ‘The Democratic Congress: Majorities and Consensus Emesto Calvo Union Civica Radical: entre el Tercer Movimiento Hist6rico y la hucha por la subsistencia Uni6n Civica Radical: between the Tereer Movimiento Hist6rico and the Fight for Survival Javier Zelaznik .. 365-377 379-988 389-399, 401-411 413-421 428-431 El peronismo y la sucesin permanente: mismos votos, distintas élites Peronism and the Permanent Succession: Same Votes, Different Elites Ernesto Calvo Lailusi6n unitaria, Politica territorial y nacionalizacién politica en Argentina Unitary Illusion. Territorial Politics and Political Nationalization in Argentina Marcelo Escolar Las politicas paiblicas provinciales en tres jornadas. ‘The Three Journeys of the Provincial’s Public Policies Horacio Cao... La protesta social entre las crisis le la democracia argentina, Social Protests between Crises in the Argentine Democracy Germiin Pérez y Sebastifn Pereyra Polarizacién y medios a 30 aftos de democracia Polarization and the Media after 30 Yeats of Democracy Manuel Balin NOTAS Conferencia inaugural del XI Congreso Nacional de Giencia Politica Opening Lecture of the X1 Political Science National Conference Liliana De Riz La (ciencia) politica avanza, EI XI Congreso Nacional de Ciencia Politica en Parana Political Science Moves Forward. The XI Political Science ‘National Conference at Parana Facundo Cruz ‘RESENAS 483-440 441451 458-462 - 473-481 ve 485-491 493-508 505-518, Cambio y continuidad del sindicalismo en democracia* MARIA VICTORIA MURILLO. Columbia University, Estados Unidos ‘mm2140@columbia.edu. A treinta afios de la transicién democratica, la biisqueda de votos im- puesta por la légica electoral no solamente ha reemplazado a las botas mili- tares; también ha erosionado el poder politico de las huelgas generales. En lanterior perfodo de inestabilidad politica y, especialmente durante la pros- cripcién del peronismo, el poder de choque del sindicalismo era capaz de debilitar gobicrnos civiles y militares. En el perfodo democritico reciente, el sindicalismo ha dejado de ser uno de los principales protagonistas de la escena politica para transformarse en un actor corporativo de peso cuya suerte esté crecientemente atada a los vaivenes del ciclo econémioo (lo que per- mite explicar su renacer con la reactivacién econémica de la tiltima década), Durante su proscripcién, el peronismo se refugié en los sindicatos para hacer politica, En democracia, los politicos no necesitan de la estructura sindical aun cuando el sindicalismo sigue atado a la logica politica. Sibien la l6gica corporativa que afianzé el sindicalismo argentino en este nuevo pe- rfodo le ha servido para obtener concesiones siguiendo los vaivenes del mercado laboral, la misma no ha llevado a una renovacién de su organiza- i6n, de su dirigencia, de sus patrones de accién, ni de sus coaliciones poli- ticas, como parecia prometer la emergencia de la CTA (Confederacién de ‘Trabajadores de la Argentina) y varias alianzas coyunturales establecidas durante perfodos recesivos. Los votos reemplazan a las corporaciones La caida en la influencia politica del sindicalismo es resultado de dos procesos convergentes. For un lado, la evolucién de la economia argentina que desde mediados de los setenta experimenta un proceso de desindustrializacién y un crecimiento dramitico de la informalidad, lo que, pese a los vaivenes del mercado laboral, genera una erosi6n secular en la ‘capacidad de accién del sindicalismo y su poder de convocatoria sobre los sectores populares. Por otro lado, el peso de las elecciones en el funciona- iento democritico ha aumentado la influencia de punteros locales, candi- * _Laautoraagradece os comentarios de Juan Carlos Torrey Emnesto Calvo, la asistencia Yy comentarios de Jorge Mangonnet. Revise SAAP (ISSN 1666-7883) Vol. 7, N° 2, noviembre 2013, 339.348 Revista SAAP « Vol. 7, N°2 datos populares, intendentes y gobernadores exitosos, medios de comuni- caci6n y todo otto factor que ayude acumular los votos necesarios para ac- ceder al control de los recursos politicos (y fiscales). Los sindicatos no con- trolan el voto de sus afiliados y suelen espantar votos de los no afiliados. El cambio en el peso relativo de los actores sindicales en la politica at~ gentina, sin embargo, no ha sido suficiente incentivo para que éstos encaren, modificaciones radicales de sus pricticas politicas, pese a tibios esfuerzos de adaptacién durante el gobierno de Menem, cuando varios sindicatos im- portantes se abocaron ala estrategia de “supervivencia organizativa” basada en la defensa de sus privilegios organizacionales y la formacién de empresas sindicales surgidas de las reformas de mercado (Murillo, 1997). La conti- nuidad de las practicas sindicales se refleja no solamente en la poca renova- cion de su dirigencia y en la repetici6n de escenas de division y reunificacion, de la CGT (Confederacién General del ‘Trabajo), sino también en su rela cién con el peronismo. La combinacién del peronismo en el gobiemo y la influencia del Minis- terio de Trabajo sobre la vida sindical —por ejemplo, a través del otorga- miento de personerfa gremial, la homologaci6n de convenios colectivos y el llamado a la conciliacién obligatoria— ha moldeado las estrategias sindica- les desde el retomo de la democracia. Esa l6gica se reflej6 en la oposicién sindical a los presidentes radicales Ratil Alfonsin y Fernando De la Réa, los, que no tardaron en confirmar la desconfianza sindical hacia sus acciones de gobierno, Recordemos, por ejemplo, que en 1984 Alfonsin envié al Congreso el proyecto de Ley de Reordenamiento Sindical —més conocido como “ley Mucci— que fijaba la representacién de minorfas, obligaba al voto directo, obligatorio y secreto a los afiliados sindicales y limitaba la duracién de los ‘mandatos sindicales a tres afios con una sola reeleccién. En aquel entonces, el espanto unificé a la dividida CGT, la cual se moviliz6 contra esta amenaza en la calle y en el Congreso, valiéndose de su alianza con el peronismo para liquidar al proyecto por un voto en la Comisién de ‘Trabajo del Senado (Murillo, 2010). En 2000, De la Réta promovié y sancion6 la Ley 25250 —conocida como “ley Banelco” debido al uso de sobornos en el Senado para facilitar su aprobacién— que privaba a los sindicatos de industria del monopolio de la negociacién colectiva al habilitar a los niveles inferiores a firmar convenios descentralizados y derogaba la “ultraactividad" de los con- tratos colectivos hasta que otro sea aprobado —dos elementos claves del poder sindical de negociacién colectiva—. Elsindicalismo respondié con trece huelgas generales en la administra- Gi6n de Alfonsin y nueve contra De la Ria. Ante Alfonsin, las huelgas fue- ron utilizadas para mostrar el rechazo a la politica econémica del gobierno 340 Marfa Vietoria Murillo (en algunos casos en conjuncién con organizaciones empresarias) y en de- manda de una recomposicién salarial en carrera contra la inflacién, Estas huelgas generales también buscaron la derogacin de la legislacién sindical dela dictadura y el restablecimiento de las eyes sindicales hist6ricas (Gaudio y Thompson, 1990). Esta titima demanda se hizo realidad en 1987, cuando un breve pacto entre Alfonsin y una faccién disidente de la CGT denomina- da “Grupo de los 15” lev6 al sindicalista Carlos Alderete al Ministerio de ‘Trabajo y result6 en un retomno a las hist6ricas leyes de asociaciones profe- sionales (Ley 23852) y de convenciones colectivas (Ley 23545), asi como en. la extensién del derecho a la negociacién colectiva a los trabajadores del Estado (Ley 23544) (Murillo, 2010). Enel gobierno de Carlos Menem, la Iealtad politica del sindicalismo fue puesta a prueba. El giro econdmico hacia el neoliberalismo provoco la divi- sién de la CGT en dos centrales: la opositora CGT-Azopardo y la oficalista CGTSan Martin, a la que se privilegi6 con acceso a recursos piiblicos como €1 control de las obras sociales. Sin embargo, la amenaza de desregular las, bras sociales fue suficiente incentivo para la unificacién de la CGT en 1992. La CGT unificada lama a una huelga general frente a la cual el gobierno responde con una politica laboral mas concertada con la CGT y las organi- zaciones empresarias. Las reformas aprobadas flexibilizaron las relaciones, laborales individuales, facilitando la contratacién temporaria, reduciendo indemnizaciones y permitiendo la negociacién colectiva a nivel de empresa. Es decir, la CGT aval6 estas reformas, as{ como las privatizaciones y la refor- ma previsional a cambio de concesiones que incluyeron la intangibilidad de la legislaci6n sindical y de negociacién colectiva en lo que hace al poder sindical, la participaci6n en las privatizaciones (tanto de trabajadores indivi- duales como de sindicatos) y la creacién de fondos de pensién sindicales (Murillo, 2005). En respuesta, los sectores del sindicalismo opositor aban- donan la CGT y de ese proceso emergen el MTA (Movimiento de Trabaja- dores Argentinos), fundado por los sindicatos de transporte y camioneros, y Ja CTA, basada en los maestros de Ctera (Confederacién de Trabajadores de la Educacion de la Reptiblica Argentina) y el sindicato de empleados pabli- cos ATE (Asociacion de Trabajadores del Estado). El baile de la silla se reedité tras la reeleccién de Menem en 1995, cuan- do el MTA retoma a la CGT en tanto que la CTA mantiene su independen- cia organizativa y la demanda politica de que se elimine el monopolio de representacién en la negociacién colectiva para los sindicatos con personerfa sgremial. En aquel momento, la CTA se suméa la construccién del Frepaso, alineéndose claramente en la oposicién, mientras la CGT continué nego- ciando con el gobierno la renegociaci6n de las deudas sindicales, la reforma «que creaba las aseguradoras de riesgo de trabajo o ART (ya que se les permi- 341 Revista SAAP « Vol. 7, N°2 te. los sindicatos crear sus propias ART) y la reforma clave para el sindica- lismo: el proceso de apertura de la libre elecci6n a las obras sociales. La presién sindical frente a esta reforma logr6 limitar la competencia entre obras sociales solamente a obras sociales sindicales, evitando la entrada de prestadores privados y restringiendo el poroentaje de afiliados habilitados para cambiar de obra social asi como el periodo del afio en el cual pueden hacerlo —la consecuencia de esta reforma fixe hacer afin menos redistributivo, un movimiento obrero construido alrededor de la fortaleza de los sindica- tos por rama de actividad—. Finalmente en 1998, tras la derrota en eleccio- nes legislativas, Menem pas6 una nueva reforma laboral donde garantizaba la “ultraactividad” de los contratos colectivos hasta que un nuevo convenio fuera convenido, reafirmaba los monopolios de representacién colectiva a nivel de industria y el control de la dirigencia sobre las comisiones internas, al mismo tiempo que imponta limites a los contratos temporarios. En resumen, las dos primeras administraciones peronistas del nuevo periodo democratico (1989-1999) pusieron a prueba la lealtad politica del sindicalismo y establecieron un nuevo patron de faccionalismo. El peronismo, asimismo, redujo el mimero de candidaturas sindicales y avan- 26 en la construccién de alianzas territoriales, reduciendo de ese modo la posibilidad de los sindicatos de imponer proyectos politicos y empujandolo hacia posiciones mas corporativas en su relacién con el Estado (Levitsky, 2005; Schipani, 2012). La respuesta sindical a las reformas de los afios ‘90 fue aferrarse a la ogica corporativa y defender el monopolio de representacién sindical asf ‘como las obras sociales sindicales, mientras intentaba aprovechar las opor- tunidades generadas por las reformas de mercado para generar financiamiento alternativo y, en algunos casos, mantener empleo. Frente a cesta respuesta conservadora de supervivencia organizativa’, la novedad del sindicalismo no corporativo que parecfa anunciar la CTA, con alianzas que iban mésallé del sector formal de la economfa y la posibilidad de competen- Gia sindical, no levant6 vuelo. Incluso el alineamiento de la CTA con el Frepaso, que se integrarfa en 1997 a la Alianza en coalici6n con el radicalis- mo, tampoco habilité una alternativa poltica al viejo sindicalismo. De h cho, la l6gica de la relacién entre el sindicalismo y los gobiernos no peronistas se mantuvo durante el gobierno de Fernando De la Riia. ‘Tras la crisis de 2001, un nuevo gobierno peronista volvi6 a oftecer al sindicalismo una opor- tunidad de cooperacién politica, pero esta vez con un marco diferente de accion en el contexto de un acelerado creciniiento econémico. 342 Marfa Victoria Murillo De los piquetes a las huelgas Laiisis de 2001-2002, con la renuncia de De la Réa y su reemplazo por Eduardo Duhalde como presidente provisional (con otras tres breves presi- dencias en el interregno), precedié a una nueva unificacién de la CGT, con Aivisiones internas reflejadas en el triunvirato elegido para encabezar la Se~ cretaria General. En ese periodo, sin embargo, el espectaculo logra recobrar la atencién del ptiblico ya que el sindicalismo deviene en actor de reparto, desplazado por grupos piqueteros que se habian transformado en actores, centrales de la movilizacién popular. Luego de la dramética caida del PBI, el ‘aumento del desempleo y el consiguiente aumento de la pobreza durante la crisis, los piquetes reemplazaron a las huelgas como instrumento de la pro- testa popular, Recién a partir de la recuperacién econémica que administra- ria otro presidente peronista, Néstor Kirchner, el sindicalismo volveria a ocu- par un papel central en la escena, Laadministracién de Néstor Kirchner (2003-2007) marca un punto de inflexién para el sindicalismo. Dado que Néstor Kirchner Ileg6 a la presi- dencia con un magro 22 por ciento de los votos, su gobierno tuvo en los primeros afios un fuerte incentivo para construir tna amplia coalicién poli- tica. El sindicalismo ocupé un lugar privilegiado entre los muchos destina- tarios de ese esfuerzo, lo que se expresé en la alianza del gobierno tanto con la CGT (unificada bajo el liderazgo tinico de Hugo Moyano del sindicato de camioneros) y en la alianza con la GTA (cuyo secretario general era Hugo Yaski de Crera). Segtin Etchmendy y Collier (2007), la estrategia de supervi vencia organizacional establecida durante el menemismo y la reactivacién econ6mica fueron claves para la resurrecci6n del sindicalismo como actor central de este nuevo acto. En el perfodo 2003-2011, por tanto, el sindicalismo no solamente se beneficié de un contexto de reactivacién econémica y bajo desempleo, sino que también encontrs un Ministerio de Trabajo afin a sus intereses, que promovia el aumento de la formalidad y de la negociacién colectiva e inclufa al sindicalismo como actor clave en negociaciones tripartitas. El sindicalismo también se vio beneficiado por el aumento de sus cotizantes, ‘como resultado del resurgimiento de la negociaci6n colectiva y el creciente miimero de convenios, y especialmente los convenios por actividad de amplia cobertura ya que todos aquellos cubiertos por la negociacién co- lectiva pagan cuotas “solidarias” y muchos empleadores hacen aportes patronales al sindlicato por cléusulas contractuales. Mientras tanto, los tra- bajadores se vieron beneficiados por el aumento en el empleo y la formali- dad asf como por inctementos del salario real (al menos para el sector formal) y un sostenido aumento del salario minimo real (Etchemendy, 343. Revista SAP + Vol. 7, N°2 2013). No es sorprendente entonces que no se haya producido ninguna huelga general en este perfodo. Tanto Néstor Kirchner como su sucesora, Cristina Fernandez de Kirchner, impulsaron leyes favorables al sindicalismo. Kirchner impuls6 la derogacién de la ley Banelco y tanto él como Fernandez de Kirchner revit tieron paulatinamente las normas flexibilizadoras que fueran aprobadas durante el menemismo. A su vez, ambos presidentes aprobaron la incorpo- racién de los vales en el célculo salarial a los fines previsionales y de presta-

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