Вы находитесь на странице: 1из 2

Mi reflexión acerca de “La aventura de ser maestro”

Al estar leyendo el tercer párrafo de del texto del pedagogo José M. Esteve
recordé mi primer día de clase frente a un grupo; en un determinado momento
que un alumno dijo “maestro”, giré a ver qué profesor había entrado al salón
y yo no me había dado cuenta; fue hasta la tercera ocasión en que el alumno
dijo “maestro” que me di cuenta que se dirigía a mí; me dio gusto percibir que
el grupo no se había enterado que estaba temblando de miedo y veían en mi a
un profesor. En este momento comprendo que no sabía que el alumno me
hablaba a mí porque no había estudiado yo para ser profesor; esto es, no había
iniciado la construcción de mi identidad profesional.

La lectura también me permitió recordar ese temor de los primeros meses a


que los alumnos me preguntaran algo de la clase que yo no sabía- sobre todo
porque el turno era nocturno y había personas mayores que yo - y como
también cometía el error de preparar una clase que solamente podía seguir
unos cuantos alumnos; no estaba consciente del nivel general del grupo y
esperaba hacerlos expertos en algebra desde el primer día; Hoy, por la lectura
me doy cuenta que tenía un problema por no tener una identidad profesional
que me permitiera entender que estaba al servicio de los alumnos y que
debería estructurar los contenidos a partir de su nivel de comprensión.

Por lo que respecta al problema de comunicación que José M. Esteves presenta


de los docentes novatos; no sabía que había que generar el mejor de los climas
o ambientes antes de iniciar una clase, llegaba directo al tema; tuve que
aprender - y estoy en ello- a preguntar sin hacer quedar mal a mis alumnos, a
preguntar para ayudarlos no para evidenciarlos, a leer su lenguaje corporal,
pero sobre todo a escucharlos.

El error de sacar alumnos de la clase lo he cometido muchas veces, al


considerar que estaban rompiendo la disciplina del salón, cuando que lo único
que pasaba era que mi clase no resultaba interesante para algunos alumnos
aunque yo sentía que dominaba los contenidos.

La lectura de “la aventura de ser maestro” me permite valorar la capacitación


que Colegio de Bachilleres me ha dado para -en lo posible- hacer de mí un
profesor con identidad profesional; cambiar mi mentalidad y descubrir en qué
consiste ser profesor. De mí dependerá que tipo de profesional de la educación
seré; como lo ilustra Miguel Ángel Santos Serna en “La concepción del
profesor”:

a.) Un técnico de la enseñanza: llevando a la práctica las teorías que expertos


diferentes a los profesores propongan, aplicando teorías sobre la educación de
forma automática sin tomar en cuenta los contextos escolares concretos.
b.) Un profesional que reflexiona, diagnostica, investiga y actúa de forma
autónoma y critica, aplicando estrategias en que la simbiosis de la teoría y la
práctica se establezca en una permanente interacción, que la teoría permita
iluminar la práctica, y de la práctica reflexiva se llegue a una teoría de mayor
contraste.

Sé que para llegar a ser un profesional de la educación desde la perspectiva


que escoja debo estudiar críticamente como lo propone Freire en su “Primera
Carta” para aprender a leer y a escribir; leer desde la opción inteligente y
gratificante y escribir para reconocer críticamente el objeto de estudio.

Por último, la relación que guarda “El malestar docente” con mi historia
personal, me identifico con la violencia en las instituciones escolares, la
desvalorización de la profesión y las contradicciones en mi función y entre los
valores escolares y los vigentes en la sociedad.

Lo que he hecho en relación a la violencia es utilizar el teatro para que los


jóvenes tengan acercamientos entre ellos y la comunidad; y la desvalorización
de la profesión así como la contradicción entre los valores escolares y los
vigentes en la sociedad pienso que pueden cambiar mediante mi trabajo
profesional y mi ejemplo personal dentro y fuera del aula día a día.

Вам также может понравиться