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Santa Mara de Ipire de un tirn -explic el trinitario, sin dar los buenos
das,mientras encenda el motor a golpes de manubrio-. Y el camino es tan
malo como el de ayer.Era peor, indudablemente. Apenas un brazo de sabana
por donde pasaba el ganado desdehaca muchos aos. Las pezuas asolaron
la paja y sembraron una ancha cicatriz terrosa quecruzaba la llanura. El
camin saltaba como un caballo rabioso. Al segundo pinchazo, la flema
deltrinitario comenz a presentar sntomas de quebrantamiento.-Shit! -grit
entre dientes.Olegario intuy que haba pronunciado una palabra
inconveniente y lo mir con severidad.Pero doa Carmelita no entenda
ingls, y adems, en ese momento manoseaba abstrada lascuentas de un
rosario y rezongaba incansablemente: y bendito sea elfruto de tu vientre,
Jess.En cuanto a Carmen Rosa, pensaba. Por vez primera desde que
decidi abandonar las casasmuertas de Ortiz, la iglesia muerta, la escuela
muerta, el cementerio donde tambin su amor habaquedado muerto y
enterrado, por vez primera sinti miedo. La silenciosa soledad de
aqueldescampado, el bamboleo indeciso y mortificante del torpe carromato,
un horrible pajarraconegro que vol largo tiempo sobre sus cabezas como si
sealara un camino, el rezo quedo ylastimoso de su madre, todas esas cosas
juntas la arredraron. Quizs habra sido ms juiciosoquedarse entre los
escombros a vivir su sentencia de morir de fiebre, a esperar como las casas
sudestino de agobio y de desintegracin. Quiz tuvieron razn la maestra
Berenice y el cura Pemacuando calificaron de insensatez y desvaro sus
propsitos de escapar hacia regionesdesconocidas. Quizs estaba
arrastrando a su madre y arrastrndose a s misma en pos de unaaventura
desatinada al borde de la cual acechaban peligros y maldades. Pero quizs
era todavatiempo de detenerse, de ordenarle a Rupert que regresara a
Ortiz.-Oiga Rupert... -comenz a decir en voz alta.-Por qu lloras hija? -le
pregunt doa Carmelita asustada, temblequeando en el filo de unaavemara
trunca.Record entonces que el nico recostadero de la madre era su
fortaleza, su no volver atrscamino andado, que si le fallaba ese soporte la
pobre vieja se vendra abajo como una enredaderaal derrumbarse la pared
que la sostiene.-Estaba pensando en Sebastin -respondi.Y se puso a pensar
realmente en su novio muerto para seguir llorando.