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Alianza Universidad Francisco Rico El suefio del humanismo (De Petrarca a Erasmo) Alianza Universidad a Primera edicida en “Alianza Universi Segunda reimpresin en “Alia 1993 immo Danelle Reservados todos los derechos. El contend de eta obra et protegito por Ialey, que establee pens de prision yo mules, ams de es cones, Aicnis indemnizaciones por datos yperucion, para guicnes ropreciren, ‘agiaren, distiboyeren 9 comanicaen paiicamots en toda Sen pars devel ang sa cic pu yor teh ejesusion artstica yada en eval tipo de soporic communica ar. ene ye calger madi St i pseptve monensin © Francisco Rico © Alisnza Esitonal,S.A., Madrid, 1997 Colle Juan Ignacio Luca de Tena, 15; 28027 Marri tele. 303 88 88, ISBN: 84.206.2754-2 Depssito legal: M.28 606-1997 Ippeso ca Lavel 8A. Pol In. Los Gran aria, 12, Humanes (Madrid) Printed in Spain TABLA Prélogo 11 Preémbulo 17 I Las dimensiones del sueio TH Las raices THT Paradigmas IV Pormas de vida ey 34 44 19 V Los caminos del nuevo mundo 58 VI Entre Italia y Bure VII Filologia ropa 85, VII El canto del cisne IX De Erasmo a Petrai X Pinal 151 rca 72 100 125 Excurso. Landes littecarum: Humanismo y dignidad del hombre Indice alfabécico 191 lot Sin pretensiones de cannencerte de nada, sin dna siquiera de persuadirte de que ses tema propio de abaleras queria cuando menos arg, Juaty, que Jos mejores de entre ellos eran tambien conpareras sayos. No porgue legue tarde renunciaa decrtelo > PROLOGO Pocos movimientos intelectuales han dejado huellas més hondas que ¢] humanismo en lasavenidas de la cultu- ra europea; quiza ninguno de envergactura comparable cs hoy tan pobremente conocido. Lorenzo Valla no tiene menor estatura y probablemente ejercié una influencia mayor que, pongamos, Voltaire. Sin embargo, no se nos ocurra preguntarle por qué a un Aisorien des mentalité...* No quiero decir que la nocidn de *humanismo’ no tenga curso cortiente en muchos dominios. Por el contrario, dumanisroo y bunanista son rotulos que uno encuentra a me- nudo en monografias y obras de conjunto sobre Ia litera- tara, la filosofia, el arte, la ciencia, la politica o el derecho de la Edad Moderna. Pero me temo que con demasiada * Jacques Chomarar copia y comenta la cita de uno de gran renombre: ‘Laurent Valla [| méne pendant trente ans dans ls Universes italicanes (avec Filefo, Guatino, Gaspasin de Bergame, Vitorine de Flite) le dbat au Tour du veritable Aristor, sa physique ets moral. Autant affirmations, wy tant d'eveuts. No es mepe la situation entre nosetot en wn supementolite- rariocoatdinado por un ditinguido eatedritico de Holga el editor de dos de las obras menoees del Nebrisense azegura que Elio Antone comenas su camp {a conta la harbare al volver we Bolonia, donde tabla extadindo eon Lorenzo allt, Hay ahora mis crrores que afirmaciones u EL SUERO DEL HUMANISMO frecuencia el recurso a tales etiquetas esta lejos de respon- der auna imagen adecuada de la realidad histOrica. Podemos echarle la culpa a las palabras. Humaninmo, clerte, es vor tan joven, que ni siquiera ha cumplido los dos siglos: nacié para designar un proyecto educativo del Diecinueve temprano y solo después se aplicé retrospecti- ‘vamente, tanteando, al marco de un Renacimiento enton- ces todavia poco explorado. De ese parto tardio y de esa utilizacién a rifreso le han quedado resabios dificilmente corregibles, una irrestafiable querencia a teffirse de con- notaciones contemporineas e introducir en la descripeién histérica resonancias de «esprit hurnainy o ela science de Vhomme» de la Encyclopédie, de los «derechos del hombre, los evalores humanosy o el chumanitarismo» de dias ain mas cercanos**, Pero también podemos echacle la culpa a las cosas. El humanismo broté de un ideal de renovacién tan ambicio- so y, en efecto, dio frutos tan varios, en tantos terrenos, que ¢s comprensible que a veces se confunda el tronco con una rama con un esqueje. Podemos contemplar la historia del humanismo como historia de la alta filologia, para unas docenas de especialistas, 0, bien de otro modo, como historia de la ‘ensefianza general basica’, poco me- nos que pata las masas; como sélida escuela de pensa- mierto 0 como comportamiento superficial y hasta frivo~ lo mimetismo, como fundamentalmente italiano o como fecundo sobre todo a este lado de los Alpes... Segiin la oca~ sin en que lo sorprendamos, podemos pintarlo estoico © + No caret 1 umanismo, con todo, de una ia dl hombe, caractets: tics, ye que no exclusiva, Como es evertin que ea prestado y sigue peestan. dove armutta de equivocos, he destinado el asxcurtow a ihstrasa en e! Rena Ciinieto expafiol:ckestudio que sbi se reimprime, cotcgidoy puesto al dia, Fue primero discarso de clausra del XIAP Calle Interational€'Etudes Hamas (Tose julio de 1976) y x pubes luego en el omen a als Care Bara, Ma slr, 1978, page. 895.918, yen versin francesa deC.y ML Casilla, en Luma ime din hte apap, ed, A. Redondo, Paris, 1979, pig. 31-50 12 a aristotélico, popular © aristocritico, creador 0 erudito. Podemos incluso resolver por nuestra cuenta las contra- dicciones que desde el principio arrastro y preteritlo, por cjemplo, cuando descubre en los elasicos el sentido ¢e la historia bien cuando traiciona el sentido de la historia para vindicar a los clasicos. De todo ello y mucho mas hay ¢n los caminos del humanismo, desde los mismisimos co- mienzos; y, en definitiva, la etiqueta es de nuestros dias y somos libres de ponérsela a quien nos parezca oportuno. Con todo y con eso, caben pocas dudas de que cuando menos es licito lamar bumanismo a una tradicion histérica perfectamente deslindable, a una linea de continuidad de hombres de letras que se transfieren ciertos saberes de unos @ otros y se sienten herederos de un mismo legado y, por polémicamente que a menudo sea, también vincula- dos entre si. Es la linea que de Petrarca lleva a Coluccio Salutati, a Crisoloras, a Leonardo Bruni, a Alberti, a Va- a y a centenares de hombres oscutos. En un Ilamativo nntimero de casos, la sucesion directa de maestros y disci- pulos puede seguirse durante cerca de dos siglos desde la edad de Petrarca, «il primo il quale ebbe tanta geazia d’in- gegno, che riconobbe € rivocd in luce Mantica leggiadria dello stilo perduto e spento». Que esa linea arranca de Pe~ trarca, areflorescentis eloquentiae princeps», y que solo «post Petrarcham emerserunt fitteraen, es conviccién que comparten desde luego Bruni y Flavio Biondo igual que Erasmo, Luis Vives e Escaligero. De suerte que ni siquic~ 1a seria exagerado afirmar que el humanismo fue en mu- chos puntos el proceso de transmisin, desarrollo y revi- sién de las grandes lecciones de Petrarca Pues bien, creo que el humanismo solo se configura a nuestros ojos en su verdadera entidad si adaptamos una larga perspectiva diacrénica y nos preocupamos menes de abstraerle unas constantes esenciales que de seguir el pro- reso, los meandros y las ramificaciones de esa fine de continuidad, procurando situar cada episodio, cada fend- 1B EL SUERO DEL HUMANISMO meno singular, a la altura que le corresponde en el tiempo y verlo también en cl horizonte del grandiose destino que los pioneros sofiaron para los renacidos stadia bumanitatis. ‘Se comprenderi, asi, por qué el presente ensayo de inter- pretaci6n del humanismo adopta una disposicién en bue- na medida narrativa y, antes que en ninguna generaliza~ cién o racionalizaci6n, cifra cualquier esperanza de hacer justicia a Ia realidad del movimiento en la seleccién y el comentario de una serie de estampas historicas. Una estrategia no sé si aforrunada me ha sugerido re- servar para cl final del ensayo, al par de capitulillos cen~ trados en Erasmo, el tratamiento de algunos presupuestos del humanismo —por ejemplo, en el campo de fa ret6ri- ca— que examinados al principio del libro pienso que hu- bieran entorpecido la presentacién de otros aspectos ahi mis necesarios para conseguir el adecuado disefio de con- junto. Inserto donde va, creo que realza justamente el ca~ acter recapitulativo que una semblanza de Erasmo —cu- ya trayectoria repite gran parte del itinerario previamente recorrido en Ttalia— por fucrza ha de tener en el marco de un intento de explicacién del humanismo***. Cumplo de mil amores la obligacién de decir algunas palabras de gratitud, Francesco Bruni me pidié «venti 0 venticinque cartelle» sobre cl humanismo para un volu- men de la serie L'Ttalia¢ fa formazione della cultura europea y tuvo la gentileza de querer imprimir las sesenta o setenta que fui enviéndole, a golpe de fax, cuando la aparicién de ++ Como no enn cont de adc todas as referencias bibliografeas a que pian dar pic ls dint aunts rorado, limit las nots a identifiearvin 1c lo principles exton que cto (cuando cra posible yaconseabe, através a fxn euio fe expecial importa) y de unos pocos titulo tomados particu Taemente en cuenta en los piteafos correspondiente. Notese, por otra pate, sue la ortogrita de los humansstas no siempre connie co la dl latin leo ‘toe, cuando existe ediion erica 0 es bien conocido el uso del auror aleyaco, fai se espetan sus peculeridades: no soxprendan, pues, formas como fire por Miers well poe mi et, et “4 & PROLOGO, a obra parecia inminente. Como el proyecto, por fortuna, acabé por retrasarse un afio entero, tuvo también la corte sia de aceptar en segunda instancia un texto mas acorde con el encatgo primitivo y dejarme en libertad de rehacer amiconvenienciael queen sumomentole habiaentregado. Giuseppe Billanovich, mi queride maestro, acogié esa nueva version, la que ahora se publica, con una aproba- cién que yo le agradezco como si fuera de verdad, y no otra prueba de su generoso carifio. En San Gimignano, por invitacién y con la geata hospitalicad de Roberto Car- dini y Mariangela Regoliosi, lei las secciones 1V y VI ‘como parte de un seminario del Centro di Studi sul Classi- cismo y me beneficié de los estimulaates comentarios de Domenico De Robertis, Donatella Coppini y Armando Balduino. Silvia Rizzo, a su vez, sometio mi original aun Util y bondadoso expurgo. A Rino Avesani, Maria Grazia Blasio, Vincenzo Fera, Mirella Ferrari, Tino Foffano, Ni- cholas Mann, Alfredo Stussi y Gema Vallin debo obser- vaciones y ayudas bibliognificas sin las cuales estas pagi- nas serian todavia mis pobre. Mientras las escribia, en cualquier caso, habia pensado yo que podian prestar algain servicio a quienes en los estu- dios que les son propios con frecuencia tropiezan con los nombres y los libros de un Petrarca, un Valla oun Polizia- no, y no siempre aciertan a enhebrar el hilo que los une, la secuencia que los articula; habia fantaseaco que mi épti- cade gran angular podia incluso ofrecer ciertassugerencias de interés para los especialistas que, legitimamente, escu- drifan cl humanismo desde puntos de vista mis mono- grificos; pero confieso que muchas veces me ilusionaba sobre todo con otro destinatario ideal, que sin duda iba a despellejarme con objeciones tan periinentes como ines- peradas, pero que, fuera como fuese, podia apreciar el |i- bro y convertitlo en la espléndida contersation pice de una madrugada mis, A esa sombra inolvidable va dedicado ahora Et suet del bumantima, 15 EL SUENO DEL HUMANISMO El nombre del portugues Pedro Nunes no debiera so- nar a nuevo a nadie que haya recibido una minima ins truccién cientifica o simplemente haya tenido que recu- tit a un nonia, el dispositive de medida, todavia comin, que él imaginé y fue perfeccionado por Tyco Brahe. Los especialistas lo conocen bien, ademas, como el gran cos- mografo, atento por igual a la geometria pura y a las con- cretas necesidades de la navegacién, que resolvi6 proble- mas tan dificiles como el crepiisculo mfnimo o la natur- leza de la curva loxodrémica. En cambio, solo un pufiado de estudiosos sabe que alrededor de 1533, mientras traba- jaba en un importante Libro de dlgebra, Nunes todavia en- contraba tiempo para componer poemas en griego yen Ia- tin, Por ejemplo, este epigrama In grammaticam: Teayatuiy teyvay od nvijteipay &naciy dona, obbénore geibbueves xaudety, alxe Tiysrc autiig tay teyva ev AaBupiwloic, daythiey noivés els polos deyéuevac VJ. RC Maryn, ePedro Nunes-Classcal Poets, Riphraing as, XIX (1991), pas. 231-270 (256), LAS DIMENSIONES DEL SUENO (Tis que arrostras sin miedo las fatigas, aplicate dispuesto a la gramatica, madre que autre todos los saberes, y si logras la dicha de aleanzatla, por entre las marafas de las eiencias, tendras al fin la luz a que aspirabas.} Al llamar a la gramatica ‘madre de todos los saberes’, Nunes no esta recogiendo la nocidn escolar de que el ca- nino del conocimiento empieza y discurre materialmente gracias a las letras, al alfabeto. El epigrama cifra mas bien la alta idea de la grammatica de que se habia empapado en su juventud de estudiante en la Salamanca de Antonio de Nebriia y los diseiputos de Nebsija: Ia idea de que el funda- ‘mento de toda la cultura debe buscarse en las artes del len- guaje, profundamente asimiladas merced a la frecuenta- cién, el comentario y la imitacién de los grandes autores de Grecia y de Roma; la idea de que la lengua y la literatu- ra clisicas, dechados de claridad y belleza, han de ser la puerta de entrada a cualquier doctrina o quehacer dignos de estima, y que la correccién y la elegancia del estilo, s gin el buen uso de los viejos maestros de la Jatinidad, constituyen un requisito includible de toda actividad inte- lectual; la idea de que los sindia bumanitatis asi concebidos. haciendo renacer Ja Antigiedad, lograrin alumbrar una nueva civilizacién. Nunes no sc limita a hablar de oidas. Por no salir de nuestro epigrama, la mista familiaridad con el griego que Jo lleva a tratar a la gramatica de sthensteira, con una vor que ha espigado nada menos que en los poetas de la Ano- ‘gia Palatina, cs la que le permite enfrentarse con las mu- chas paginas de Aristételes, Ptolomeo o Euclides que hubo de traducir para dilucidar las arduas cuestiones cien- tificas magistralmente asediadas en el De erepusculis (1542) oenel De arte atque rations navigandi (1546). Pero toda su ca- rreta ilustra la conviccion de que la formacién literaria 18 LA FUBRZA DEL LATIN propia del humanismo no puede cerrarse a ningiin objeti- vo, ni en la teoria ni en la prictica. Comprendemos sin fuerzo que a la hora de latinizar su apellido, entre las va- rias posibilidades que se le oftecian, cligiera la forma que lo acercaba precisamente a un geamitico romano, el ilus- tre Nonio Marcelo.:Como instrumento de precision que sigue siendo, el nonio nos sirve también para medir en un cjemplo minisculo la grandeza del sue‘io del humanism. La mis vibrante exhortacién a hacer realidad ese suc- fio, a concretar la visién de un mundo nuevo reconstruido sobre la palabra antigua, se balla en los prologos a las Ele- gantiae (hacia 1440) de Lorenzo Valla®s La lengua de Roma —explica Valla—hizo las contribuciones mas im- portantes al bien de la humanidad, «pablicae... hominum, utilitati ac salutiv: el latin educé a los pueblos en las artes, liberales, les oftecié las mejores leyes, les abrié la senda cad omnem sapientiamn, ‘a todo tipo de sabidu en fin, Jos liberd de la barbaric. El latin no se impuso a los birbaros por Ia fuerza de las armas, sino a fuerza de bie~ nes, por el poder del amor, de la amistad y de la paz (xbe- neficiis, amore, concordiay). Porque en latin se hallan to- das las ciencias y artes propias del hombre libre; y, asi, cuando el latin florece, todos los saberes florecen, y, por el contrario, cuando el latin declina, declinan asimismo to- dos los saberes. Cuil es la razén de esa conexién imprescindible entre la lengua y las restantes disciplinas? Ocurre, sencillamen- te, que los fildsofos mas penetrantes, los supremos orado- res y jurisconsultos, los maximos expertos en todas los do- Etados ytacucdes por Egenio Garin en Ptr lati del Quatre, Milin-Nipoles, 1952, pigs. 504-05 19 LAS DIMENSIONES DEL SUENO minios han sido siempre los mas preocupados por expre- sarse correcta y elegantemente, ai... bene loquendi studio- | sissimin. Por eso, hoy, cuando hace ya muchos siglos que / nadie ha hablado ni entendido el latin, estin depradadas la filosefia, Ia jurisprudencia y, en breve, todas las matetias | que los antiguos, en cambio, habian puesto en las cimas mas elevadas. Dadas semejantes premisas, es obvio el remedio para sandramitico panorama: cultivando el latin, sera fiicil srestituir a su antigua perfeccién fodar las otras disciplinas. { Tada, si, porque sin las humanidades, «sine studiis hu | nitatin, es imposible conocer adecuadamente ninguna, | La ecloquentiay es tan necesaria a quienes estudian dere- | cho, civil o canénico, medicina o filosofia como a quienes | trabajan en teologia o en Sagrada Escritura. Los Padres de je- tivos ultimos de las ensefianzas de Guarino, no debe olvi- dlirsenos que en su escuela de Ferrara se aprendian tam- bign buenas maneras, modos distinguidos de comporta- miento. Jenofonte sancionaba que la caza es itil a princi- caballeros, en tanto preparacién para la guerra y aun 45 FORMAS DE VIDA simulacién de la misma batalla, Si el baile contaba con el beneplacito de Quintiliano, el carnaval podia dar y daba pie, ademas, a mascaradas mitologicas y a la vompusicion de poesias latinas. El De remediie petrarquesco ponia serias objeciones al juego de la pelata, que se le antojaba propio, de tiranos como Dionisio de Siracusa; pero a los pupilos de Guarino les estaba permitido porque lo avalaban Ale- jandro y Eseévola 5} aprendiz de humanista, en suma, debia conjugar «el amor por las letras» con «la dulzua en el hablar, la noble- za de costumbres, el refinamiento de modales»™, Nadie f° los conjugé con mas garbo que el arbiter elegantiannn de] Nieal§ temprano Cuatrocientos. florentino, Nicol Niccoli (seal; ‘Eglife di bellissima presenza, alegro, che sempre pareva Niceslt che ridessi, piacevolissimo nella conversatione. Vestiva sempre de bellissimi panni rosati, langhi infino in terra. Era sopra tutti gli uomini che naquono mai pulitissimo, cosi nel mangiare come in tutte le cose, Quando era a ta. vola mangiava in yasi antichi bellissimi, et cost tutta la sua tavola era piena di vasi di porcellana o d'altri ornatis- simi vasi. Quello con che eg beeva erano coppe di cris- tallo o d’altre pietre fine. A vederlo a tavola, cosi antico \ como egli cra, era una gentilezy™. (‘Fue de hermoxisima presencia, alegre, siempre con semblante risueiio, pratisi- mo en la conversacion. Vestia siempre bellisimos pafos rosados, largos hasta el suelo... Era el més pulido de todos los hombres, tanto en cl comer como en cualquier otra cosa, A la mesa, comia en vaiillas antiguas hermosfsimas, | de modo que tenia la mesa toda llena de vasos de porcela. 2 eVerborum dh lo, morum gravitas, consuctins pos. Has ad 1a "as vel anim vel ingen dotes ale Heterarumamorens,honaror ati sd insignemgue disciphinam..» Epes di Gauri Ute, 1). pig, 292 SV. es Bistice, Le ae, el A. Green, Florencia, 1970-1976, vok ti Pigs. 225-242, eomertado por L. H. Gemrich, «Ftem the Revival of Letces ‘othe Reform ofthe Ars Niceold Niceoli and Filippo Brunelieschi, en sh Io ie Hertae of pels, Lonules, 197, pgs. S31, | 46 NICCOLd NICCOLI na y otros ne menos preciados. Para beber usaba copas de cristal o de piedras finas. Verlo a Iz mesa, tan antiguo como era, era una delicia.") Vespasiano da Bistieci no des- cuida que «hay en Florencia infinitos libros latinos que se consiguieron todos geacias a Niccoléx. Pero, incluso si lo hubiera callado y no taviéramos otras noticias sobre el personaje, nos bastaria entrever esos rasgos de su semblan- za y saber que se le consideré un adalid de los nuevos estu- dias, para ir entendiendo algunas de las razones por las gue triuafé tan ampliamente e] humanismo, y ao solo en Italia, sino asimismo, en una variante de esos mismos mo- tivos, también més alla de Talia. «A tavola, cosi antico come era...r Segin Vespasiano, entonces, gel humanismo fue ‘ambiér una manera de co- mer? Sin duda que si. No solo porque algunos privilegia- dos pudieran hacerlo en vajillas preciosas, ni solo porque en su dia el recetario de cocina que esel De honesta voluptate permiticra a los sadiles de Pomponio Leto saborear unas albdndigas de higado al tiempo que discutian si lo que te~ nian en el plato eran los fomacla de Marcial (y la discusién no se quedé en la Academia romana’, sino también por- que el clasicismo se relacioné pronto con el bor fon de ciu- dadanos prominentes como Niccoli y porque se pens6, como escribia el mismo Platina, que iinicamente los edu- cados en los buenos saberes wadvierten con extraordinaria agudeza las cualidades més diversas y aun opuestas: su per~ sonalidad tiene un no sé qué de delicadeza y exquisitez que falta a los demas, y poseen una sensibilidad especialmente dispuesta para el conocimiento de las cosasy™. Fue, pues, una manera de comer, si, como fue una ma- nera de divertirse, de amar, de hacer la guerra, el arte o la «At vero qui liberalitns dseiplinn sunt imbuai contrarian qualitaten act Lisime yentiant est enim corum sabiectam deicatus et moliun et sensun hs Jbent ad eognitionem rerum prompeisnimons. De ft errs bent B, Plt, Hara de vit pst, Nene, 1304, (lA 6. a FORMAS DE VIDA literatura O, desde luego, Ia letra, una letra inspirada en la miniiscula carolina y cuyas dos variedades, todavia ‘nuestras, son igualmente holgadas, simples y diafanas: la rcmana, entronizada por la ineansable actividad de Pog- gio, y la cursiva, impuesta por Niccoli, quien, en cual- quier caso, le hacia ascos al libro que no estuviera en una xbella lettera antica» y ademas «bene dittongata»®. Porque cl humanismo era, en suma, una cultura completa, todo un sistema de referencias, con un estilo de vida, y era en verdad un ‘humanismo’, un saber que acompafiaba al hombre en las mis variadas circunstancias; y los padres fundadores lo quisieron asi, alternativa total al mundo que despreciaban y demostracién palpable, a infinidad de propésitos, de la potencia de tal alternativa. No en balde uno de los textos candnicos del movimiento aseveraba que las «artes ad humanitatem» van con nosotros en la alegria y en la tristeza, en casa y en la plaza, de noche, de viaje, en el campo: «pernoctant nobiscum, percgrinantur, rusticantur» (Cicerén, Pro Archia, VII, 16) ‘Tampoco parezca demasiado ingenuo recordar que no ocarria lo mismo con la otra gran propuesta intelectual que entonces andaba sobre el tapete. La escoldstica, en ‘efecto, estaba lejos de ser el fantasma maligno o el fosil in- sewvible que crefan los humanistas, antes bien bullia en reulizaciones y sugerencias, de la grammeatica speculativa (y ni siguiera Valla le fue inmune) a las indagaciones fisicas de Jos nominalistas, pasando por las doctrinas sociales y poli- ticas, no pocas veces en coincidencia con las del humanis- mo, Pero, por definicién, el escolasticismo era un para- digma cientifico que ni toleraba aficionados ni se prestaba acntrar en la vida diaria. El gran reproche que le hacia ya Petrarca era ser estéril, quedarse en datos y especulaciones SW Panadio deli Allert, ed. 8. Wesclofshy, Bolonia, 1867, vol, 12 pie 527, ctado por BI. Uliwan, Tae Onin and Deelipmen of Haman Sip, Ror, 16, pig. Th 48 UN ESTILO DE VIDA sin consecuencias pricticas, mientras a él le importaba que cl saber cristalizara «in actum» (n, 51). La escolistica podia ocasionalmente prestar una metafisica a la lirica amorosa 0 brindar ciertas lineas de fuerza a un poema, in- cluso a un poema genial. Pero claro esti que «a tavolan n0 se podia ser escolistico como Niccoli cra «antico», O, en cualquier caso, a nadie se le ocurtié asociar el escolasticis- mo a todo un modo de vida tan atractivo para la mayoria como el de Niccoli. «Nicolaio Nicoli fu fiorentino donoratissimi parenti, el padre fu mercatante et rico... Tocogli in parte assai buo- ne sustanze, et subito, lasciate le mercatantie, si dette alle lettere latine..., ragund grande quantita di libri et tutti gli compré delle sue sustanze...» ('N. N. fue florentino, de honradisima progenic; el padre fue mercader, y rico... Le correspondié harto buena herencia, y en seguida, dejado el comercio, se dio a Jas Ictras latinas... reuni6 gran nix mero de libros, todos comprados con su hacienda...") Nic’ coli, pues, es casi un prototipo: un vastago de la alta ber guesia de negociantes que desde los iltimos afios del Tres- ientos rige los destinos de Florencia hasta la ascensién de Jos Medici en 1434 (y, a varios propésitos, todavia mis alls). A esa misma oligarquia pertenecian por nacimiento 0 se elevaron asistiéndola como cancilleres u hombres de confianza Coluccio Salutati, Leonardo Bruni, Poggio, Giannozzo Manetti, Matteo Palmieri, Leon Battista Al- berti, y tantos mas que se cuentan entre las figuras mas ilustres del humanismo™. O dicho de oro modo: entre las figuras més ilustres de la época ascendente del humanis- mo, Ia proporcién de gentes de dinero e influencia, here- dados o adquiridos, de gentes prestigiosas y en definitiva envidiables, fue Hamativamente abultada Es que en Florencia y fuera de Florencia, en una oli- Lao Martines, Te Saal War of tbe Fete Humans, 1390-1480, Painceron, 1963 49 oo FORMAS DE VIDA garquia mercantil como entre Ja aristocracia de un princi- pado, el humanismo venia a dar a la dite una de las pocas Cosas que pocia acrecentar Ja distincién, el género supe- rior de vida que eran propios de su rango: una cultura in- tegra y, sin embargo, enormemente flexible. En la Europa feudal, en rigor, los poderosos no la habian tenido, por que ni sabian qué hacerse con las arideces escolasticas, ni podia bastarles la literatura romance, por adecuada com Pafiia que a ratos fucra la poesia trovadoresca o el roman courtots y por més que la aficién a la historia antigua, que a menudo no vacilaban en entender como historia de lia, les hiciera en ms de un caso notablemente receptivos 4 los clisicos y, en su momento, a las aportaciones bi- bliogrificas de tltima hora. EI humanismo, en cambio, les proporcionaba unas vastisimas coordenadas para situar las mas diversas expe- riencias y, en iiltima instancia, les imponia eseasas cons- tricciones que no fueran formales, de ‘estilo’, en un orden de cosas en que no pudicran moverse ‘igilmente, a poco que les apeteciera, En verdad, nunca faltaba un oporrano precedente antiguo para aprobar o rechazar, a convenien cia, tal o cual proceder, tratdrase de jugar a la peloca, como veiamos un par de paginas atris, © de zanjar una cuestion de mas peso. Esa ductilidad tuvo que ejercer un intenso atractivo sobre la clase dirigente Porque ni siquiera cn el terreno mis espinoso, en los vericuetos de la politica, dejaba el humanismo de ser ma- leable. Los cancilleres florentinos, en especial, supieron boner a [a altura de los tiempos usa serie de motivos que ‘en mas de un caso venian rodando desde la edad comunal —cuando no se trataba lisa y Hanamente de universales Politicos, formulindolos con una nitidez y un vigor deslumbrantes. En la boca de un Coluccio Salutati o un Leonardo Bruni, las alabanzas de la lbertas y la arguabilitas, las virtudes de Caton o la grandeza de Roma antes del In Perio cobraron una fuerza que no habian tenido en la plus 50 ay LOS CANCILLERES FLORENTINOS ma de Tomis de Aquino 0 de Brunetto Latini, porque ahora se articulaban en unas vivencias civieas més inme- diatas, en una visiGn may rica de la Autigitedad y en una concepcién mis profunda de la cultura como actividad con inevitable aleance social. No es preciso entender que la Landatio Florentinac urbis refleja una realidad cuando vo- cea que a orillas del Arno ade varios estamentos ha nacido una suerte de igualdad, pues a los mayores los defiende su poder; a los menudos, la repablica, y a unos y a otros, el temor del castigo... Parcjt es Ia condicién de todos, por que la reptiblica sale por los fueros de cuienes menos pue- den», Ni se impone darle crédito cuando razona que «los florentinos aman la libertad mas que nada y son muy ene- migos de los tiranos» porque descienden directamente de Jos romanos de los dias dorados en que «todavia los Césa res, los Antonios, los Tiberios, los Nerones, peste y des- truccidn de Ja repablica, no habjan arrcbatado la liber- tach”. Pero tampoco cabe desdefiar esas ideas y esas expli caciones historicas como pura mitologia, porque a veces son los mitos quienes crean las realidades. Cuando Galeazzo Maria Sforza fue ascsinado cl dia de San Esteban de 1476, la explicacién oficial fue que los tres jovenes conjurados «studiavano i] Catilination y no tenian «altro fundamento» sino la esperanza de que wogauno si dovesse levare e gridare liberta» y el deseo de «immitare quelli antichi Romani et essere liberatori della patria» % y uno de los tres «pueri», Girolamo Olgiati, tras la tortura, murié dictando un epigrama latino: luagus ex diversi ondinibys feta ot quedareequabi sss potentin, mninores res publica, utrosque vero metus pene defend... prem tse corlicionem oaraium, cum sos qui minus possint ips res publica police tur uleecin aLt Florentini homines maxime omar libertate paudeant et {yrantorum valde sit inimicm «Nondum Cesates, Aaron, Tiber, Neranes, poses gue exitia fel publice, hbertalem sutuleran, Eicin de Hans Boson, ‘Fron Para to Leona Bron, Cece, W968, pigs. 252-265 (262, 245) “ep Locenom de? Medics, Later ed Re Fubini, IL (Ploreacta, 1977), pig. 287-250. 51 FORMAS DE VIDA Quem non armate potuerunt mille phalanges stemnere, privata ... dextea concidit, atque illum minime iuvere cadeatem, astantes famuli nec opes nec castea nec urbes, Unde patet saevo tutum ail esse tyranno.” [Mil falanges armadas no pudieron erribarto: abatidlo al fin la masio de un hombre solo, Nada le valieron, cuando cay6, eastllos, ofo, criados Jamas escapari el tirano fiero’) Era lo que les habia ensefiado su maestro e instigador, el hamanista Cola Montano, mienteas desde la escuela v« pasar cl suntuoso cortejo del sefior de Milén. «Los histo- riadores de hoy tienen razén en no contentarse con la mascara de Bruto y en buscar causas y acicates en el descontento de la nobleza y en las conspiraciones antidu- cales. Pero —aflade certeramente Eugenio Garin— ha- rian mal en no dar la importancia debida a las motivacio- nes ideologicas, a las ideas-fuerza que armaron a los con- juraclos, y que ya no eran Jos valores tradicionales, sino los iceales y Jos modelos clasicos, iguales en Roma y en Bolo- nia, en Florencia como en Milan». Por lo regular, sin embargo, las clases dominantes no tenian que temer ejercicios de ritatto tan extremos. Desde cl primer momento, desde que percibieron Ia encendida lucidez con que Salutati voleaba la nueva erndicién al ser- vicio del comune, en el espejo de Florencia comprobaban mas bien otra cosa: que el poder no se movia de donde es- taba y los studia bumanitatir podian ser un excelente instra- mento de gobernacién y diplomacia; que, pongamos, el papel de Coluccio consistia basicamente en edar una res- © Beenaedino Corio, J bitred any Venocia, 1854, fos. 422va-425v0. Garin, Umar oti sient Sud i Ration stan, ROM, 19, pigs 191192. 52 PoLiricas: petable vestimenta formal ¢ ideolégica a las deliberacio- nes de los Sefiores»* y que la traduccién de los Eeondmica y Ja instituci6n del catastoiban las dos de la mano del mistro Leonardo Bruni. Pronto averiguaron ademas que en el at- senal humanistico, y 2 veces incluso en la mochila del mismo humanista, desde el propio Petrarca, sicmpre se hallaban las armas clisicas convenientes para luchar por Ja causa en peligro. Si en Florencia la Politica se hacia repu- blicana y democritica (por tradicién local y porque, en definitiva, estar en minoria en una asamblea no robaba poder efectivo a las grandes familias, y también las peque- fias tenian que contribuir a enjugat el creciente deficit co- munal), en Milin, al tiempo que la Repiblica se latinizaba por partida doble, la timocracia ensalzada por Platén se identificaba con el régimen de Gian Galeazzo Visconti, y cn la Venecia aristocritica se daba por bueno que solo en- tre los canales de la laguna se habia realizado el ideal de la constitucién mista descrita en las Leyes: imposible negar que «los primeros fandadores de la libertad véneta, al constituir la ciudad, recibieron chispas y arroyos de Pla- t6n, de modo que de alli brotaran mayores corrientes y brillaran mayores esplendores de los que jamas él mismo 0 cualquier otto hubiese sofiado para su repiblicay®. Por si algiin recelo les quedaba a los poderosos, el propio Bruni «podia por un lado declarar en el prologo de su traduccisn de la Politica que no habia disciplina ‘convenientior homi- ni’ que la que indaga ‘quid sit civitas et quid respublica’, segiin Aristételes la habia expuesto, y, por otro lado, en- viar su traduccidn al rey Alfonso de Aragon, justificardo 81D, De Rosa Cols Sahat: i camelior +i praate palo, Cloner, 1980, pig Primos Venet Hbritsfundatoes sini ev ulosue consinuande civiuss tea Platone accepise 0 matores inde Flisii eraanarine maioregue splendones esti sede ropubica sua aut uibet aus eogitanct lecasea Prspecmtions Tel, Ds nts Bia o inghamon, 1984, ps 199-28 Groh of Tron 53 ( a Nay FORMAS DE VIDA cl regalo con la consideracién de que la Politica era ‘mage hum ac dives instrumentum regiae gubernationis’s". ia Aan umaninmo, fos grandes dikslmente ce ian nada que perder, y si,con certeza, no poco que ganar. En la variedad a sa medica, cl humanisme les envenaba dluplicar sus horizontes con un orbe ideal mas rico y mas completo que cualquier otro (inmensamente mis tico y mas completo, por supuesto, que el mundo de la caballe~ ria artirica y carolingia), un orbe que rebosaba en puntos de referencia con los que confrontarse a cualquier props. sito, que invitaba a estitizar la vida, tefinaba el ocio ¥ la conversacién, proporcionaba una elegancia inédita con que distinguirse, no ya del comin de los mortales, sino entre las filas de la propia dl. Era un universo cultural nuevo, polivalente, manejable, comodo... Comprendemos que Ia flor y nata de Italia, y luego de toda Europa, lo aco, icra con singular benevolencia y lo pusiera de moda ey Se wenn bs pia aa lit teiatahiteit __ Nadie jlustra ta situacién mas limpiamente que Al- 7 fonso el Magninimo, De dénde le venia esa fascinac oa fvygPOt | Antigiedad que le hacia quedarse embclesado jusde¥Poyendo las décadas de Livia v hasta seguir con curiosidad Jas discusiones filolégicas sobre tal o cual pasaje? El bagae que traia de Espa es controvertible, No ignoraba el la- Un, desde Iuego (en Perpidiin, en 1415, actud incluso como intérprete del Emperador Segismundo), pero estaba mas nutrido de traducciones que de originales, y mis que Jas paginas de Séneca, a quien sin embargo admiraba mu- cho, debieron de ser importantes para él los libros de his- toria, antigua o moderna (justamente queria funditlas en una sola), cuya incidencia en la realidad habia tenido lar- 82 ocasion de comprobar, por ejemplo, en mais de un ple Nicolai Rubiawetn, he dotisine poltiche nel Ri M.Bous alltel, 1Rinaremene terete eprint, Bar, 9, ee 184-259 N Bost i Intrenet Bari 19, pigs 189.297 34 ae MAGNANINO ALFONSO & to dinistico. El primer dictum ef facum» alfonsino que reco- ge el Panormita nos pinta al Magnanimo resolviéndose a auxiliar a Juana de Anjou, para no ser menos que Hércu- les, que no esperaba que vinieran @ pedirle ayuda", Es exactamente asi como estaba acostumbrado a encararse con la matiire de Rome. Un remoto antecesor suyo, también de nombre Alfonso y también célebre por sabio, rclataba que un compafiero de Hércules, Hispin, primer rey de Es- paiia, habia construido un acueducto para proveer a las necesidades de Segovia y que él, halkéadolo en ruinas, lo mand restaurar, como quien continvaba y emulaba al hétoe de antafo. Nuestro Alfonso no partia de diversa ac- titud. Es facil imaginar cuanto le agradé que a poco de ocupar Napoles, gracias a los soldados que infiltrs a través den vicjo acueducto olvidado, Leonardo Bruni le envia- ral fragmento del De bello ialico adversus Gotbas en que con- taba como mil afios atris Belisario habia recurrido a idé tico expediente para tomar la misma ciudad. EI pasado fluia hacia el presente por esos acueductos. En todo caso, si algo sabia el Rey es que «el mundo se rige en la mayor parte por openiénn* y que la «penién» entonces mas estimada Hegaba del campo de los sedia bu- ‘manitatit. Percibitlo asi e instramentalirarlo a su favor, in- cluso si no hubiera sentido por el murdo clisico ta atrac- cién que ciertamente sentia, habria ya sido prueba de un talento en verdad soberano y muestra optima de hasta qué punto e] humanismo se prestaba a ser no solo escuela de erudicién, sino instrumento politico y estilo de vida para prandes sefiores. A Alfonso le convenia especialmente crearse una aureola cuyo brillo cegaraa cualquier reticen- cia sobre su legitimidad en Aragon y, obviamente, en Ni- Antonie Beceadelli i Panormita, De its fuss Aponte, btext prcparao por M. Viale, em De «deel gy wey Ain, tra | ale C0 Talley ed. & Duran, Barcelona, 1990, pap. 76 “2 Spud |. Rabie 1 Ualaguer, Hamsmme ¢ Rewvement, Montsercit, 19, pig, 246 poles, o sobre su condicién de *birbaro’ y (Maquiavelo di- xit) «principe nuovo», y supo logrirsela con la contribu- cidn de los mayores humanistas cocténcos en todos los flancos estratégicos. seguida fue proverbial la generosidad con que tra- 16 tanto a los colaboradores inmediatos, desde Valla y Bartolomeo Facio a Maneiti y Giovanni Pontano, como a os mas ocasionales, fueran Pies Candido Decembrio, Jor ge de Trebisonda, Flavio Biondo o el inaguantable Fran- cesco Filelfo, Hoy quizl creemos que el fruto que el Rey espetaba recoger de esa gencrosidad eran solo los objeti- Vos concretos perseguicdos por cada tratado, biogeafia 0 discurso escritos a instigacién suya. Aller la Declamatioen que Valla, con argumentos juridicos, histéricos y lingiiis- tices (zcémo dar fe, por ejemplo, a un documento de Constantino que emplea el exstat medieval en vez de es?) demuestra la falsedad de la supuesta Donacién que servia de fundamento a las pretensiones territoriales del Papado, nos impresiona pensar que la obra para nosotros emble- mitica de la nueva cultura es en primer término un «acto de uerran™, otientado por precisas instrucciones de Al- fonso, en Ta larga campana que desde afios ates mantenia el Magnanimo con Eugenio IV, y en el mismo momento en que el Pontifice decidia apoyar militarmente a René de Anjou. Claro que la liberalidad del Rey buscaba con fre cuencia resultados a corto plazo, pero habitualmente le interesaban asimismo los menos inmediatos, del vago or den que podia reportar la dedicatoria de una traduccion por Teodoro Gaza o de la disertacin De dignitae of excellen ia tominis por Giannozzo Manetti, Porque Alfonso juzga- ba que las batallas tambien se ganan por wdecus et existi- mation, por «dignitas et fama», mas por el prestigio perso- nal que por la fuerza: «victoria enim nonnunquam fatn: 8 Ntario F poms cio di rcs Val elude ric eae del ambiooe Roa, 1066. page MA 56 PRESTIGIOS EN JUEGO magis quam viribus acquiritupr”. Que ese prestigio lo persiguiera basicamente a través de los humanistas dice con mis claridad que nada hasta qué punto los studia bur ‘manitatis podian ser un valor estimado entre los grandes. Precisamente porque lo eran involucraban intereses y suscitaban debates mas all de las apariencias filolégicas, En 1444, Cosimo de’ Medici regalé al Aragonés un es: pléndido cédice de los Ab Urbe condita, a la depuracién de cuyo texto, ya iniciada en Florencia, se aplicaron los hu- ‘manistas alfonsinos con el Panormita y Facio en cabeza y tuajo la mirada atenta del monarca, a quien ni siquiera de- jaba indifcrente que la leccién correcta fuera menia cepta menia capta o Meniacepta, Vala, excluido de la tarea porque su pericia no daba a los demas posibilicad alguna de luci- mara esta- miento, pronto denuncié que los letrados de ban corrompiendo, no simplemente la prosa de Livio, sino ademas ¢l magnifico cjemplar regio, «quo nullus in omni Italia est augustion»®, y se concentr6 en el empeio de desacreditarlos continuando y difundiendo, en particu. lar, las correcciones a la Tercera Década introducidas por €l mismo en un manuscrito que habia sido de Petrarca y donde a veces las protegia de ladrones firnvindolas con las siglas aL. Vow", De suerte que la cuadrilla de sus rivales, a la desesperada, se resolvié a hacer desaparecer la tal Dé da y sustituirla por una copia libre de las comprometedo- ras detutpaciones incriminadas por Valle. Bl episodio no es mera anéedota, sino que dice mucho sobre Ia trayectoria del humanismo. En torno a las en- mienday a Livio, con las herramientas no tan inocentes de Ia filologia, estaban ventilindose cuestiones de preemi- nencia y crédito ante el Magninimo, con las consiguien- ¥ Panormita, De ii fate pon ei 1s 5, pp, 238 SL. Wala, wsudtion or Faun, UV, Wt 1, pgs 38 * Ghuseppe Blanch, La radon de re 4 Lief righ del omaesian, sel Hdl ite el Potese el Vat Bah nay, rian 2893, rad Janraimete, Dad, 181 57 105 CAMINOS DEL NUEVO MUNDO. tes ventajas para quien saliera vencedor, porque los studi durcanitatis eran rachas cosas, pero tambien un attna yw distinguido entretenimiento de principes Sobre el eedice que Valla utilizaba para apabullar a los otros cortesanos de Napoles, Petrarca habia sofado el Africa con fervores patridticos... Que, sin embargo, no le impedian dedicar Péstumamente el poema a otto amagnanimusy, Roberto de Anjou, a cuya dinastia Alfonso arrebataba ahora el tro. no. En el arranque de todas esas andanzas estaba la exalta- cién civica con que un Lovato Lovati y un Albertine Mussato se habian afanado en los Ab Urbe condita, Pero sic. te aos después de que Cosimo le enviata el mentado maz huscrito, en 1451, cuando el Antidetum in Facinm vallians ya andaba en manos de los doctos y el Panormiea y sus complices habian desembarazado al cadex regis dela nosa Década Tercera, el Consiglio mageiore de Padua, asin tiendo a la solicitud del mismo Beccadelli, regalaba al Aragonés una «portiunculay de la iltima reliquia de L Vio que habja sido exhumada en la ciudad: ni masni menos que un trozo del brazo derecho, aversus manuny" Ni mal simbolo de cémo ta cultura acunada on los onan) can entusiasmos republicanos llegaba a la edad de los sehores y de los reyes Mientras se sintieton apéstoles de una buena nueva redentora y lucharon, sin darlos de mano, por ir mas alld de los -estudios filolégicos, los humanistas italianos fueron también el mas poderoso motor dela cultura europea. Eon verdad, entre el atardecer del Trescientos y el alba del * ped Gas. Bllanovih,Matiangea Fema. Pano Sabine is Tne Livy oa! Rincon Tolan ale nee Poa (1958), pigs. 245-281 (281, PETRARCA, Quinientos, en el panorama intelectual de Occidente ape- nas hay una novedad de primera importancia, un cambio de mumbo decisivo, que no nazca del humanismo de Htalia ‘ono haya de reconocerle una deuda significativa. Cuando os abandoné la exaltacion de evangelizadores, la Yama habia cruzado ya los Alpes y el Mediterrineo, y, por otra parte, las bases culturales de la cristiandad, gracias a ellos, eran ya otras, En no pocos aspectos siguieron siéndolo hasta la revolucién romantica. Pero exa victoria péstama, mis duradera, probablemente hubiera sido vista como un fracaso 0 como una pobre compensacion en las horas glo- riosas del humanismo de vanguardia Desde el principio se supo, en cuzlquier caso, que no cra suficiente cultivar Jos studia bumenitatis propiamente dichos (nota 71), Petrarca dedicé la primera mitad de su vida, hasta bien entrado en la cuarentena, a empaparse de ‘Antigtedad y elaborar una obra latina de impecable clasi- cismo. Quiso entonces que la semilla de la filologia diera fratos de gran literatura y nobles miras patrioticas: la re~ construccion de los Ab Urbe condita debia desembocar en la semblanaa de Escipién y en los escorzos biograficos del De iris ilusribus; en coniluencia con Jos trabajos sobre Livio, la anotacién exhaustiva de la Eneida fen el suntuoso ma- nuscrito hoy conservado en la Biblioeca Ambrosiana de Milan) tenia que foguearlo para el Africa, la vigorosa epo- peya en torno a las guerras piinicas. Pero fa perspectiva cambio con las meditaciones, las experiencias y los afios. Francesco cobré conciencia de que niel Africa ni el De vi- ris acababan de responder al ambicioso diseiio originario, ‘ij eran libros que pudiera estimar sino una exigua mino- ria, y de que, por el contrario, toda la erudicién clisica que los alimentaba, falta de un modo de presentacion que hiciera en seguida patente sus virtualidades, corria el peli- gro de malgastarse, de no ser tomada en Ia dehida conside- raci6n, si no la hacia cristalizar en formas y asuntos mas generalmente accesibles y més directamente ligados a la 59 ef teuu' no ob lhartg HL buns o« ALK Fes LOS CAMINOS DEL NUEVO MUNDO: realidad del momento: pumero de lectores. Esa perspectiva madura mud6 profundamente la acti- vidad de Petrarca. En teoria, si después de los cuarenta afos no hubiera escrito una linea mis, los autores latinos que rescaté y difundié en la primera etapa de su carrera bastarian para seguir honrindolo como fundador del hu- manismo y padre del Renacimiento; pero, de hecho, esos autores, de Cicerén a Vitruvio, distarian de haber tenido Ia fecundidad que alcanzaron si el Petrarca maduro no hu- biera ensefiado a leerlos y aprovecharlos. Asi, si en 1341 hebia querido ser coronado como «magnus poeta et histo- ricusp; menos de un decenio después el titulo que reclama escscuctamente cl de «philosophus». El clasicismo puro y duro de la juventud se convierte ahora eum TTRaciarn Taplicado’: el Africa y el De viris quedan inconclusos, y el fumanista se consagra a componer unos textos mis agiles, menos exigentes, que salgan al encuentro de la vida diaria,, los avatares de la politica, las relaciones de amistad, los problemas éticos, las grandes cuestiones intelectuales, pera probar que el legado antiguo es Ja cultura humana que mejor acompatia las ensefianzas de la religién, Son textos tan varios como las epistolas en prosa co- Jeccionadas en las Familiares y sobre todo en las Seniles, aun. tiempo densas y vivaces, 0 como los mis secos diilogos del De remediis utriusque fortune (abajo, pig, 148), pero en 6 scmidas cuentas ¢] objetivo es siempre el mismo: porque tnitese de invitar a la interioridad, polemizar con los aris- tetélicos, denunciar con irrefutables razones de estilo y cronologia la falsedad de unos presuntos diplomas atri- buidos a César y a Nerén (y ahi, en una de las Seniles, XVI, v. esta la cabeza de Jupiter de donde salié armado el Valla de la De fala credita et ementita Constantin’ donationedeclamatio) ‘o discurrit sobre las mis modestas realidades cotidianas, de jugar a la pelota a perder en los dados, todas esas pigi- mas estin animadas por cl mismo propésito de mostrar a Jas necesidades de un amplio 60 LA TRAYECTORIA DE PETRARCA como los studia bumanitatis pueden y deben traducirse air acttimy, encauzarse ead vitamy't La trayectoria petrarquesca anticipa la orientaciéa mis representativa de todo el siglo siguiente: el niicleo de! humanismo, literario, linguistico, histérico, tiende a ere cer incorporiindose otras materias y buscando la simbiosis con otros saberes 0, cuando menos, fertilizindolos. El Pe- trarca ephilosophus» lo encaminé particularmente a iden- tificar unos ciertos rasgos de la condicién humana, «quid humanum omniumque gentium comune» (abajo, n. 161), que los clisicos ilustraron en una medida y con una elo- cuencia ejemplares para los mismos cristianos. No hace falta insistir en el ‘imperialismo’ de la filologia de Valla, seguro incluso de que era el orator, no el jurista, quien de- bia dictar las leyes, por no decir mis, «ut alia taceanture® en el prefacio que antes hojeibamos, prometia que la res- tauracidn de la lengua de Roma traeria consigo la restau: racién de todas las disciplinas, ¢ incluso la pintura, Ia es: cultura y la arquitectura renacerian «cumn litteris», Entendemos fiicilmente que la perspectiva de las El _guntiae permitiera al mismo Valla repensar €] entero siste- ma de la ética ahondando en Ia semantica de bonestas y v0 uplas 0 elaborar todo el sistema de una dialéctica tan ori- ginal como robusta, que ni siquiera teraid aplicar ala teo- Jogja de la Santisima Trinidad. Comprendemos asimismo que el radical enfrentamiento con los “galos’ afinara el ctistianismo hondo y esencial de nuestro humanista y lo llevara a cifrar en la charitas y no en los upraecepta philo- 1 ¢uns enim estas otitis itera dum i acta east seque ipsam rebus approbat, non verbis. Hace oma, nish a vita refer, quid sure tliud qoun iain instrument inetancicinatiique lor 2 trepitu Derm hs cinq tur, yx, 0, Gianteanco) Clentil, Msi dad perce Laurent, Fotenci 1974, pig, 83, comentado en F Rico, Vike w a de Pe tna, Lata de «Scan, Pals, 1974, pigs. 58, 87, ete pad. Cosaiad Martinelli eLe posille ds Lorenzo Val tris ds Quintin, en Laeron Vale ¢ Pumanesin tion, 61 Tole. LOS CAMINOS DEL NUEVO MUNDO. sophize» la respucsta al misterio de la predestinacion® Nos parece bien consecuente que ia vuelta a los antiguos fuera en él de la mano con la vuelta a lus Padres de la Igle- sia y la critica textual de los clasicos lo condujera a la criti- a textual del Nuevo Testamento. Menos evidente resulta, en cambio, qué ligimenes especificos encontraba Valla entre la resurreccién de las artes plisticas y el retorno de se Quintiliano a quien idolatraba como fuente de iodo conocimiento (porque «nadic, de no ser un dios —por ex- Presarlo asi—, podria decit més que él, ni con mis con- tundente ingenio ni mayor elocuenciay®), Los artistas no suelen ser devoradores de literatura, los de entonces, ciertamente, los primeros estimulos del clasicismo les egaron en ¢! libro de los monumentos y de las ruinas: las lecturas de Nicola Pisano estaban en los sar- c6fagos del Camposanto vecino; las de Donatello o Ghi- bertt, en las colecciones que ellos mismos habian reunido, Las lecciones que ahi aprendieron y comunicaron con mas © menos firmeza fueron sin dada importantes para adensar el clima en que el retorno a la Antigiedad fue configurindose como alternativa total a las frustraciones del presente. Por otra parte, los temas clisicos, po lejos de cualquier arqueologia que estuvieran los ojos con que se miraban, no carecian de tradicisn en la plastica medieval, en tanto, hacia 1440, ni siquiera en Florencia existia ain nin solo lienzo de asunto pagana, Desde luego, no era en |i infiltracién de formas y motives antiguos en fo que pensaba Valla al subrayar que las artes estaban resucitan- do «con las letras». Los ligimenes, no obstante, eran bien ciertos: la individuacién de unas categorias lingiisticas distintas acarreaba unas categorias distintas también en ese ambito de la estética. Cualquiera que empezase a estu- diar las Elegantiae con alguna aplicacién tenia que termi- 2 Lorenzo Valls, De ee arbi, cl. M, Anos, Florencia, 1934, pig S Ripatinais dat, vol epg 28 62 LETRAS Y ARTES narlas pertrechado de otro repertorio conceptual para apreciar el arte. Quien, por ejemplo, se familjarizara en ellas con la diferencia entre decus (ehonorificentian) y decor («quasi pulchritudon), faces (ead corpus») y vultus («ad ani mum referturn), fingere («generale vocabulumo) y effingere («fingendo representare»), no podia emplear una frase como, pongamos, sultus decorem effingere sino al tiempo que se ejercitaba en una nueva manera de percepcidn y se for- mulaba nuevas preguntas sobre lo que cabia esperar del artes, Nadie dio el paso de la lengua y la literatura a las artes uel plsticas con mis seguridad que Leon Battista Alberti. Un luscro antes de las Elzeantiae, on 1435, el De pietura explica- ba por primera vez que la compasite pictérica debe consistir en la estructuracién de la obra de un modo tal, que cada superficie plana y cada objeto tengan un papel conexo con el de tos demas en ef efecto de conjunto. La nocién, nos consta, era extrafia a la Edad Media, y el propio Alberti seBala que tampoco en el antiguo se encontraba sino algu- na rarisima pieza debidamente compuesta, «apte composi- tan. Sin embargo, la compasiciin que definia y preceptuaba no podia ser mis clisica. La compositi pictorica, en efecto, supone in. jerarquizacion de clementos que dependen en- tre si: las superficies se resuelven en los miembros, los miembros conforman los cuerpos, los cuetpos s¢ armoni- zan en la historia, en el tema del cuadro. «Ex his [superfi- ciebus] membra, ex membris corpora, ex illis historiav’ Pero semejante concepcién no es mas que un trasvase a la plastica de la compositio que en ta tradicion retérica ensefia- ba a construir un pasaje con palabras que se resuelven en frases, frases que conforman cliusulas y cliusulas que se Elegie IV, x9, x18 y Vy sti, ita y comentadon por Michal Be anal], Cinta the Ovtore Haman sures ofp Hal ad he dry of ioral compuaton, 1950-1450, Onford, 1971, en exe hermoso ibno me Fuse scobiga en el pirafo siguiente. cE el. B. Alberti, Dr piers, i, 38, ed. C. Graysen, Bar 1975, pig. 61 63 boulisar loncivvinag LOS CAMINGS DEL NUEVO MUNDO. armonizan cn cl periodo. «Ex coniunctione verborum comma, ex commate colon, ex colo periodes», Cuando Mantegna difundié los grabados que concretaban en imi- genes los razonamientos de Alberti, incluso los pintores menos préximos a los siudia bumanitatis pudieron hacer suya la que estaba destinada a ser una de Jas maximas in- novaciones del arte renacentista. La eomposisio del De prtura es solo una version mas de ctro principio formulaco asimismo en los términos farni- liares de la retérica: la concinnitas. La concinnitas consiste en esa singular armonia, fundada en una norma precisa, cn luna ratio cierta, que conjugando las partes con el todo en- gendra la pulcbritudo®. Resuelta en numeros, titmos, pro- porciones, responde a unos principios inmanentes que la naturaleza aplica universalmente, que se hacen presentes en el cuerpo humano como en las flores, que los oidos oyen en la miisica y Jos ojos aprecian en las cosas bellas, pues tambign estin en el alma del hombre. Pero la estética va de la mano con Ia ética, porque es igualmente la natu- raleza quien marca en otros ambitos la «summa ¢ divina legge clei mortalin™. Una ley que sin embargo los mortales portian obcecadamente por destruir si la una distingue Arboles y Frutos, los otros los adulteran con eruces ¢ injer- tes; si la una esconde el oro y dispersa las gemas, los otros Jos buscan en las entrafias de la tierra y en los paises mis remotos. «Habian huido los abetos a las montafias mis a tas, lejos de las costas: nosotros los arrastramos no para otto fin mayor que para pudrirse en el mar. Estibanse los mirmoles yaciendo en tierra: nosotros los colocamos en las portadas de Jos templos y sobre nuestras cabezasy ‘Nos tamen brevitas grata sie diftiniertun ut wt pulcheitedla quiders ‘eta can ratione oncinnitasuniversarum purty eo Gaus ia ea aut diminul aut immutar passt vb, quan snprohallive redatur. LB Al bth De we adieatre, VI, 2, ed. G, Ont Min, 1366, pig, 87 “8 De rca, er. Opee wigan, eC. Grarvon, IE (Baty 1360), pig 195, mL ang dal pate) oi sft gh abet i 8” manta ssescinammo nen guist al altzo uso in prima che a auarcila in mare: Stas of LEON BATTISTA ALBERT! Puede sonar a paradoja que quien asi denuesta fos in. tentos del hombre por enmendar la plana a la naturaleza tenga por obra maestra un tratado de arquitectura. Pero si algo prucha la apariencia de contradiccidn es jastamente que la mirada de Alberti era tan amplia, tan inquisitiva tan perspicaz, que abarcaba las imagenes mas diversas aun opuestas de la realidad. Es, si no me engafo, esa ini. Bualada riqueza de perspectivas Ia cualidad que convierte 1 De re aedifcatoria (1443-1452) en la cota suprema del pri- mer humanismo, eral lee. La ‘arquitectura’ de Leon Battista no se queda en la ‘ment traza de casas, palacios 0 templos: se extiende a toda a compleja accién del hombre sobi plada al el entorno, contem- T como respuesta a necesidades y como expre- sion de aspiraciones, considerada como espejo de la socic- dad y primer instrumento para transformarla, entre la obedliencia a Ix naturaleza y la posibilidad (o la tentacisn) de encauzarla, entre la moral y el arte, la cicncia y la poli- tica, En el feroz teatro del universo que Alberti contraha- ceen el Afoms, Japiter, al ver desplomarse el atco triunfal encargado por Juno, se enoja con los dioscs y los hombres y resuelve destruir el mundo, pero ignora cémo crearlo de nuevo. Le huabria hastado leer el De re aedificatoria, En efecto, la aedificatin comprende desde la proyeccion deciudades,clesdeel urbanismoenel sentidomasplenoycla- ividente, hasta la conducciéndeaguas subterrincas tencién de mares y Lagos, la perforacion de montes, la aro giacendo in terra: aif collacamm salle From de temple sopra esti capo. Peso, e Ope ser, Il pig 4 Quo fe ‘Noam vivenrationtanainveri petitions unde. Sic hac in tin etiscere suo cum anima aege non memnnine inturan dee cupiebat, sed cum nullam iavenizet os conan mud facern atgue for ‘am quam hie veteri now postponeret sigue deapueret,cumgue intellyeret se initam provincia satis negate corm per suas gn tes oie, essa murals no place nus: alos ert nos ade sliorum sbi fae opus consilion, Mom dt pring, ed. Console, Gnovt 1986, pigs. hy 174 65 boas LOS CAMINOS DEL NUEVO MUNDO. desecacién de pantanos o el encauzamiento de rios, pasan= do por la fabricacién de barcos, méquinas de guesta e in. cluso umedios de transporte, nuolinos, relojes y otros obje- tos menudos, importantisimos en tantas ocasiones...» No se encierra Alberti en las cavilaciones filosoficas y mate- maticas en torno a la concinnitas que no obstante estimaba cumbre de la jerarquia intelectual y ocupacién por exce- lencia del sabio: se planta a pie de obra, palppa los materia les, comprueba las texturas, toma en cuenta el paisaje, charla con artesanos y obreros, calcula precios, discute con propietarios, cammitenti y aficionados, rifie a los alba. files y es refiido por los clientes, Alberti ha meditado a Vitruvio, Plinio y otros cien aus tores, pero también ha examinado directa y minuciosa- mente las construcciones romanas y visitado las modernas con dnimo atento; ha tratado con Brunelleschi y con hu. mildes canteros, con Nicolis V y con labriegos, con Tos- canelli y con carpinteros de aldea. De todos ha aprendido ya todos confia en ofrecer cosas utiles. El objeto del trata- do, la arquitectura, es de por si dilatado y complejo donde los haya. Pero él lo ilurnina descubriéndole los rincones cn principio mis insospechados y situando cada punto, bre y agilmente, en las més varias coordenadas, técnicas, estéticas, sociales, econémicas, enfocandolo desde mu- chedumbre de ingulos, abordindolo desde las lecturas y desde la experiencia, desde la teoria mas exigente y desde la prictica més quisquillosa. Ningsin condicionamicnto, interés, contingencia, queda sin un comentario oportuno. cl discurso caben y se entrelazan todas las dimensiones cle la arquitectura y todas las direcciones de la vida. Por eso mismo el De re aedifcatoria esti tan lejos de ser un simple ‘manual del arquitecto’ como una abstracta “teoria de la arquitectura’, El texto fluye en una prosa lim- pia, cficaz, que sin duda costé al autor mayor esfuerzo que las filigeanas con voces recénditas que muchas veces le di- vierten en los escritos mas estrechamente literarios. Al 66 32 LLL LA ARQUITECTURA tiempo que censura Ia lengua de Vitruvio, aque no es ni latin ni griego», él mismo subraya, por ejemplo, la dificul- tad de nombrar o describir la infinidad de productos, ins- trumentos, operaciones que le era obligado sacar a cola- cién: «lncidebant enim frequentes difficultates et rerum explicandarum et nominum inveniendorum...» (VI, 1). A Leon Battista, vigoroso artifice y (prematuro) defensor del vulgar, quiza le habria sido mas facil redactar el De re aedifcatoria en et peculiar toscano que él gastaba. Pero, de pasirsele por la cabeza, Ia idea no durasia alli ni un minu- to: un libro abierto a tantas cuestiones, provechoso para tantos posibles lectores, no tenia sentido sino en latin, ni aun en otro idioma hubiera sido éticamente aceptable para nuestro humanista, Desde luego, son continuas las referencias a la Anti- gliedad, Alberti parcce haberla desentraado toda, en los documentos y en los monumentos, sub sperie architecturae, alerta a recoger la minima indicaci6n susceptible de apor- lar una sugerencia todavia valida , for otro lado, dis- puesto a poner paredes y tejados, segtin sus propios crite- ios, donde solo habia personajes y acontecimientos, Nada pintan aqui los exempla convencionales ¥ las citas de reper- torio: cada nombre, dato, episodio, sale de una reflexion personalisima que lo integra en el rizonamiento con cabal pertinencia, en un incansable ir y venir entre el pasado y Ja contemporaneidad. Pero la més honda sustancia clasica de la obra no radica siquiera en ese empleo de noticias y opiniones de los antiguos, en el didlogo permanente con ellos, sino en el generoso modo de perseguir las implica: ciones cle los temas en distintos planos, proyéctandolos sobre maltiples panoramas convergentes entre si Era ese un svodus procedend esencialmente clasico, digo, porque respondia al estimulo simultaneo de todo el lepa- do de Grecia y Roma. Disertando sobreel caudal de cono- cimientos profesionales que debe reunir el arquitecto, Al- berti le prescribe comportarse como quienes se consayran 67 LOS CAMINOS DEL NUEVO MUNDO. alos studia buncanitatix: «Ningin hombre de letras conside- rard que ha ahondado en ellas lo suficiente hasta no haber leido y asimilado, no solo a los mejores, sino a todos los autores que hayan dejado algiin escrito al propésito que a él le ocupan", Pero quien se siente obligado a leer a ‘todas los autores’ es porque cree que todos se complementan y acaban por conjugarse en un sistema orginico, en una can nnitas que es | verdadero modelo que importa emular. Tomar como norte ese espléndido corpus significa plan- tearse ante cualquier problema todas las preguntas que se formulaban todos los maestros antiguos y asediarlo desde todos los puntos de vista que los unos afiadian a los otros, comprenderlo més enteramente pasindolo por todos los tumices y contrastindolo con todos los matices que los studia bumanitatis han acostumbrado a apreciar en los clasicos. Pues bien, Leon Battista Alberti no Meg a la aedifcatio acraido nicamente, ni mucho menos, por las lecciones de iedad. Pera solo porque Jas habia becho suyas se- gin cl progeama de los humanistas pudo concebir la ar- quitectura en términos tan vastos, como una suma tan densa de elementos en juego, con tal abundancia de hori- zontes, concertando tantas perspectivas, implicando a tants protagonistas. El De re aedificatoria funda la arqui~ tectura moderna, hasta nuestros dias, porque los stadia ba- manitatis no eran sencillamente un almacén de materiales varios, sino una trama de relaciones que invitaba a explo- rar la realidad siguiendo a la vez infinidad de caminos, recorrerla a través de sendas en muchos casos olvidadas durante mas de un milenio. BI descubrimiento de la compastio y la invencion (no. temamos decirlo) de la arquitecturs son muestras difanas © Cacterum sic gerat velit ses, uti in tus iterarur faciunt. Nemo enim se satis dense operam ters ptabi, nt autores omines ein on bone legercatque cognorit qui quien in ex facltate aliquid sriperint quam see rentuon, De re eden, 1X, 10, pig, 855-857 68 UNA TRAMA DE RELACIONES de como el paradigma del humanismo podia determinar y determiné el cambio y hasta la revolucién en otros domi- nios, cuya amplitud y variedad basta a sugerir el nombr2 de Alberti. No cabe que nos detengamos mis en él. Pero aprovechemos todavia para notarlo: el trasfondo huma- nistico de todas y cada una de sus empresas no puede ha- cernos reducir al gran Leon Battista a una meta caja de re- sonancia de los studia bumanitati, sin embargo, los inconta- bles logtos de su personalidad excepcional tampoco ha- brian sido posibles ni habrian tenido semejante eco sin la levadura y el contexto del humanismo. Porque, hay que ser consciente de ello y sefialarlo con toda elaridad, Valla tenia razén: en cl momento de publicarse las Elegantiae, y hhasta muchos afios después, los antiguos ensefiaban cosas ‘nuevas, capaces de brindar soluciones inéditas a proble- mas de importancia, y la dedicacién de los humanistas a la lengua y la literatura clisicas era un factor real de progre- so en los mas variados terrenos. Todavia mis: cran mate- rial, concretamente fecundas no solo las aportaciones del mundo grecolatino, eran fecundos no solo los paradigmas humanisticos, sino incluso la concieneia de que las unas y Jos otros estaban sobre la mesa y ni siquiera quienes anda- ban enzarzados en guerras harto diversas podian permitir- se ignorarlos. No puedo volver sobre Alberti y apuntar en qué senti- do su Descriptio urbis Romae y el mapa anejo a ella se enlazan con las ideas sobre la compostioy la perspectiva pictoricas y todas echan raices en ef mismo suelo de la ciencia antigua. Baste decir que los humanistas, por conveniencias peda- govicas y por exigencia intelectual, sentian la necesidad de situar los nombres y las cosas, de la Antigtiedad y del pre- sente, no solo en el tiempo, sino también en el espacio que les era propio, y por ahi, dieron alas a los estudios geogri- ficos, en forma de repertorios, comentarios, mapas y nue- vos textos, con la Generafia de Ptolomeo, traducida por Ma- uel Crisoloras y Iacopo Angeli, en el puesto de honor. A 69 Steen came LOS CAMINOS DEL NUEVO MUNDO. lo largo del siglo xv, por otro lado, las aspiraciones co- merciales, los suefios de conquista, las necesidades de ex- pansién de una Europa que se quedaba pequena impulsa- ton la epopeya de las navegaciones y los descubrimientos. En principio, un auténtico océano separaba a humanistas y marineros, pero ambos bandos acabaron por franquear- lo y encontrarse. En Iralia y en Espafa, en particular, las confluencias fueron numerosas desde fecha temprana, pero el episodio mas significativo es el que envuelve al mayor humanista de la Peninsula Ibérica y al mayor marie nero de la época, un iluminado genowés al servicio de la Corona de Castilla Entre 1487 y 1490, Antonio de Nebrija compaso y publicé el Aagogicon casmegraptive, una hicida presentacidn del método geogriifico de Ptolomeo, donde las autoridades clisicas y los sélidos fundamentos astronémicos y mat maticos conviven con una despierta atencién a los inten- tos y logros de los navegantes contemporineos, de cuyo arrojo el autor espera que en pocos afios cambien notable mente el mapamundi heredado colmande los huecos que dejaron los antiguos, en especial para el hemisferio de los antipodas: aut est nostri temporis hominum audacia, hre- ve futurum est ut nobis veram terrae illius descriptioncm afferant...» Exactamente en esos mismos afios, si no la principal, una de las grandes preocupaciones de Cristébal Colén era ponerse en pic de igualdad con los doctos como Nebrija. Los saberes de hombre de mar que un dia alam- braron su fe en la viabilidad de llegar a la India por e! Oes- te se habian oido sin convencer a nadie en Espana, Pottu- gal c Inglaterra, Los Reyes Catdlicos le devolvian ahora las esperanzas, instindolo a discutir sus argumentos con “2 Apad F. Rico, sll nuove mondo di Nebr ¢ Colombo. Note sulla peo ria umsanistica in Spagna e sul contest ntelltele ela seaports ell Neve 2 gn, St mond Gace Blanch, ed. R. Aves etal, Resp 4964, pigs. 575-6, tambien con las etax que hago en el promis dra, a NEBRIJA ¥ COLON «sabios ¢ letrados ¢ marinero. Con estos iiltimos estaba hablado pricticamente todo; la salida consistia, pues, en convencer a los asabios € letrados» empleando su mismo lenguaje No sabemos si el Almirante leg6 a conocer el /sagogi- 40m, pero es seguro que lo necesitaba urgentemente. Si lo tuvo en las manos, no siempre encontraria las razones que buscaba, porque los datos y los céleulos nebrisenses, pre- Cisamente por ser mas correctos que los suyos, no favore- cian demasiado el proyecto, Pero el disgegicon si podia pro- porcionarle —y, si no se los proporciond, cl genovés tuvo que procurirselos en fuentes afines— justamente los ma- teriales adecuados para dehatic sus tesis con los eletrados», amén de referencias y noticias que hacian mis viable la navegacion planeada y que Colén ciertamente no desaten- did. Recordemos solo que la clave de la Geografia ptolem: a, ficlmente expuesta por Nebrija, consiste en situar el mundo conocido en Ia cuadricula de los paralelos y meri- dianos, fijando las distancias «mathematicen (es decir, se~ giin médulos astronémicos), mientras las cartas nauticas del Cuatrocientos se limitan a dar Jas orientaciones mer- ced a la rosa de los vientos y a la red de rumbos que la pro- Jonga, sin graduacién en latitud y longitud, Cuando C {on partié para las Indias, en cambio, ya habia hecho su- yos los planteamientos que son la razén de ser del Isagogi- con y Mevaba el propésito de asociar las viejas maftas de los marinos y los nuevos recursos de los estudiosos haciendo «carta nueva de marcar... por latitud del equinocial y lon gitud del Occidentens. Los portulanos se conjugaban por fin con el atlas de Ptolomeo: si Nebrija nunca perdi de vista a los navegar tes contemporaneos, Colén tuvo que asomarse al terreno de Nebrija. No por gratuita curiosidad intelectual, sino 6 CrstSbl Cold, Diss dl Deriniety cM. Alva, Caio tse de Gran Canaria, 1975, val. Th, pa, 17 7 ENTRE ITALIA ¥ BUROPA porque sabia que era en él donde se gestaban las grandes novedades del momento y que en él podria hallar ayudas eficaces para cortar mas de uno de los nudos que lo rete- nian, Era la ruta al «novus ... mundus» que pretendia censtruir el fipiter de Alberti (n, 60). Valla, en hia razon fect, te- VI Las biografias de los primeros humanistas, desde Pe- trarea, arrancan a menudo con la silueta de un padre ju ta que quisiera hacer seguir 2 su hijo la remuncrativa pro- fesidn del derecho. Al mediar el Cuatrocientos, un aboga- do que visitara Napoles muy bien podia pensar que los studia bumanitatis prometian quiza un porvenir mis brillan- te Bastaba tener tres 0 cuatro noticias del Panormita: pocta dulico de Filippo Maria Visconti, coronado en Par- ma por el Emperador, soberbiamente pagado (cerca de mil ducados en 1454) y venerado por el Magnénimo como su constante maestro diocunde et serio in poesia ct oratoria facultate ac pbilosophia morali et doctrina rei ilitarisn™, Carreras como Ja de Beceadelli eran para dar cenvidia a cualquiera, y por supuesto que se la dieron a mu- cchos, pero, incluso sin aleanzar esas cimas, a un paeta et erator de alguna consideraci6n se le oftecian excclentes po- sibilidades de empleo en las cancillerias, en las casas de nobles y banqueros, en la cutia papal, en las famiae del ako clero... Eran puntualmente los caminos que habfa se~ guido Enea Silvio Piccolomini, el desenfadado fabulador de la Chis o del Ewrials y Lucrecia, pero también erudito historiador, cosmégrafo, pedagogo, siempre gran prosis- tz, y en 1458 la Cristiandad fo aclamaba como Pio I. El mercado de trabajo, ademis, iba creciendo, al paso que la 4 Documeato publicade por J Ruie Calonas en el vol. citado en la. 44 py 319, CARRERAS DE HUMANISTA nueva cultura ganaba entre los proceres unos adeptos que en seguida se convertian en modelos y en patronos de los menos afortunados. La aueva cultura no solo podia dar buenos sueldos, sino relaciones e influencias, porque en tuna medida més que notable rompia las barreras del ran- 20, y los millonarios de entonces se complacian en el trato con los entendides como los de hoy gustan codearse con actores y deportistas. Una sdlida formacién clasica no le sobraba a nadie: a un clérigo, un médico, un legista, podia proporcionarle, cuando no mis, amistades provechosas, capitalizables en renombre y en oportunidades. No es extrafto, pues, que para los dias de Alfonso los stadia bumanitatis se hubieran asentado fitmemente en la ensefianza, de las escuelas municipales a las Facultades de artes, pasando por las miiltiples modalidades de la docen- cia privada, Digimoslo en seguida y con énfasis: proba: blemente no hay otea coyuntura mas delicada ya la postre mis decisiva en la historia del humanismo, Porque, cuan- do parecian tener todas las bazas en la mano, se ditia que los humanistas italianos dejaron de jugar la gran partida de la civilizacién aueva, de los «meliora secula» que ha: bian sofados. Vall muere en 1457. En torno a esa fecha, la sitwan cidn tiene efectivamente todas las apariencias de un triun- fo: el humanismo ha aleanzado respeto y prestigio, hasta ir entrando en los eirculos del poder y del dinero, y, sobre todo, se le han entregado las llaves de la pedagogfa. Desde ahora, a salvo los inevitables reductos, cada vez mis débi- Tes y cada vez en niimero menor, sin studia bumanitatis no hay ya educacidn socialmente estimada. Una persona bien © Peteaen, fio IX, 453-456, 475; ei forts! gud mensspe ratetoptat— /es pont me situra dis, melione supeesune / seals nom omnes ‘niet Letheus in unnos / ate sopory donee ad alesis primordia wene nerin (A. sui, sh comms i alna espera y pide, has de sobeevisieme lag mente, te aguandan mejores sighs: no ha de durae pac siempre este sopar Ie fas hasta que Irs al winbral de una neva edad), ENTRE ITALIA ¥ EUROPA, cdueada, culta, es quien ha hecho suya, cuando menos, la version del humanismo que entonces generaliza la esecela secundaria, quien discurre como por territorio suyo pot sesa zona de metiforas, ese mercado comin de simbolee ¢ ideas» que constituyen la hereneia clisica y attascienden las fronteras tanto de los paises como de las épocas de una forma que les resulta imposible a las literaturas naciona. Icsvs. No se trata, desde luego, de conseguir la perfeccion de un Lorenzo Valla. En la inmensa mayoria de los casos, al alumno mds comin cle los humanistas, el alumno de be, chillerato —digimoslo asi—, se le pide que mance el la tin con soltura (de griego, le bastarin unas nociones, unos ereimata, como se decia), que esté familiarizado con las Brandes obras (0 los grandes fragmentos) de los prandes ‘uutores y sc mucva dgilmente por la Antigticdad, sin neve. sidad de convertisse en un experto de pies a cabeza, Ha de saber apreciar el sumerus de un period y, aunque posible. mente pase menos horas ahondando cn Cicerén que aprendiendo con Stefano Fieschi (Fliscus) a dar una dove. na de variaciones ala frase «Deus nos adiavets, tend por Gierto que ningtin pensamicnto puede renunciar 4 la Clee Bancia en Ia expresién, Las artimaiias dela venti, la dippo. sitio y la eocutio se volverin para él un hébito mental irre. versible, y no habri tema de conversacién que no sepa aderezat con una larga serie de referencias al mundo cli co, Las lecciones y las lecturas, en fin, posiblemente le ha, brin lamado la atencién sobre un significativo repertorio de problemas morales, no tanto en abstracto cuanto en. carnadas en hombres y en textos, y comunicado una cietta sensacién de que frente al pasado cercano el saber est v1. viendo una época de esplendor y justificadas esperanzas. No cabe pecar de exigentes: la ensefanza implica siempre una cierta trivializacién, y el pupilo de los huma, nistas que salia de la escuela «in arte oratoria, pocsi ot “ Ernst H. Gombich, Tn litre ria ctr, Basclona, 1977, pig 84 4 Be LA ESCUELA, grammatices (n, 17) con una formacién como la recié: esbozada era probablemente un alumno aprovechado. Ex todo caso, que las ctapas bisicas de la educacién generali zaran el nivel medio de paradigmas y ditos que supone ut alumno con ese perfil podia, insisto, considerarse un triunfo. Todavia mas: en una perspectiva amplia, es preci- so concluir que lo fue, y tal vez el supremo. Pero también ¢s preciso registrar otra verdad: en el mismo momento en que la nueva cultura Ilega a la escuela y, por ahi, echa fir- ‘mes raices en toda la sociedad italiana, los principales cul- tores del niicleo mis definitorio y permanente de los studia Sumanitatis se replicgan sobre si mismos y parecen perder ¢l entusiasmo expansivo que los habia venido animando a alumbrar un «alter nevum (n, 65) Los mayores humanistas de la edad anterior habian sido fildlogos de primera fila, curtidos especialistas en cuanto tuviera que ver con la Antigiedad, pero a la vez, Partiendlo del clasicismo, habian icrumpido en otros cam- pos, de Ia filosofia a la politica, de la geografia a la reli- gion, con ef designio de transformarlos profunda y aun sustancialmente. La auténtica «eruditios —proclamaba Leonardo Bruni— une las palabras y las cosas: «ittera- rum peritiam cum rerum scientiam coniungit»’, Todos suseribian esa conviccién, la aplicaran en la direccién que Ja aplicaran, la posieran al servicio de unos o de otros in- tereses, y despreciaban la doctrina que no florecia en obras. Para ellos el saber era necesariamente activo, im- pregnaba la vida privada y repercutia en la publica. En parte, la actitud obedecfa al ideal retSrico que configuraba al humanismo desde los mismos fundamentos, porque la eloquenta de los ret6ricos es en primer lugar arte de persua~ sién, manera de didlogo y presencia en la polis. En parte, respondia a las circunstancias en que s: habia forjado el © De sudo tens, e8. H. Baton, Lesnndo Bri Antina. Humantics phisepdite Nnjen, Leipaig- Berlin, 1928, pig. 6 ENTRE ITALIA Y EUROPA ambicioso proyecto de restauracin total de la Antigite- dad; y, como fuera, Ia fe que profesaban los pioneros los estimulaba y hasta los obligaba a demostrar en Jos terre ‘nos no estrictamente literarios las posibilidades de las le~ tras clisicas como elemento de renovacién. Esjustamente ese impulso a salir del niicleo filolégico, ‘ese empefio por conquistar el mundo, lo que se pierde se- szin el Cuateacientos se acerca al fin de sitee. No ha de sor- prendernos demasiado. El destino de las vanguardias es quemarse o bien diluirse en la cultura establecida. La di- vulgacién del humanismo a través de la escuela, y pronto tambien a través de la tipografia, significaba poner al al- cance poco menos que de cualquiera unos conocimientos y unas técnicas que hasta ef momento habian sido tnica- mente de una combativa minoria, Una minoria, desde luego, ansiosa de compartir ese tesoro, pero que precisa- mente porque el reparto habia comenzado se veia privada deuna meta y comprobaba qué lejos de la realidad estaba el suefio. Las ideas motrices tendian ahora a darse por su- pusstas, y los geandes principios, a fuerza de repetirse en tunos cuantos lemas, habfan ido perdiendo poder de se- duceidn. Los quehaceres pendientes eran en muchos ca- so poco lucidos o definitivamente sosos. Cierto, por ejemplo, que se precisaban manuales y repertorios. Pero gila a ponerse Valla a redactar un libro para principian- “2 Una vez, habia comenzado un Ars granmatica para Al- fonso el Magninimo, pero ni con ser quien era el destina- tatio pasé de unas pocas paginas; y ni siquiera habria visto con demasiada simpatia que Niccold Perotti se ocupara en os Rudimenta que inauguran la jlustre serie de las gramati- ca: del humanismo: en su ambiente, no se dio por bueno qu: Giovanni Tortelli atadiera un ade dietionibus latinis» a monumental Ortegraphia que en realidad constituye una auténtica enciclopedia del mundo antiguo®. Nuove ricerche intoeno a Giovanni Tortellini medi ‘UI (1962), pgs. 129-196 (183). LUMBRERAS Y PEONES Por otto lado, al volverse los stulia bumuanitatis progra= ma escolar generalizado la figura que los representa a los ojos de la mayoria no es ya el singular intelectual que aco- ‘mete empresas brillantes y anuncia grandezas para mafia~ a, sino el maestro anodino, mejor o peor preparado, mas © menos voluntarioso, que gasta las horas en desasnar adolescentes. Con otta preparacién y otros objetivos, pero al cabo el mismo pobre «gramatico» de siempre. El co- min de las gentes no ve otra figura que ese modesto démi- ne, cuya misién no discute, que antes bien aplaude, pero que le resulta escasamente atractiva. A los horizontes ut- icos suceden las rutinas de la ensefianza cotidiana; al de- safio de la novedad, a las grandes promesas, las limitacio- nes y las miserias de la pedagogia. Es facil de entender que los f‘teratide mas categoria, y en especial las grandes lumbreras de la universidad, qui- sieran marear las distancias frente a los obreros del huma- nismo. Ariosto, acusindolos indiscriminadamente de so- domitas, jerarquizaba a esos peones en agrammatici ¢ hu. manistin, de menor a mayor. Pero en 1492 Poliziano se indignaba de que éambién se Namara wgrammatici» a quic- nes se ocupaban en la ensefianza elemental, «in lucum tri. vialem», extendiendo un titulo antafio ilustre a quienes no Pasaban de egrammatistaen, maestros de primeras letras” 1989, pig Son : ‘sino gramatiqueros, ¥ los latinos, no letrados, sino leteadores’) 1A Posen, cea Wotan see aa 7 PNTRE ITALIA Y EUROPA Un escalén por encima, se diria aun més sintomitico que fuera en ese periodo cuando eo la jerga universitaria se acuhié Ia palabra bumanista para designat al profesor de has maniias © winaniti (es decir, notmalmente, un bloque de cinco materias, con ¢l comtin denominador de las fuentes antiguas: egramatica, retorica, poesia, historia y filosofia moraly™), mis tarde, y secundariamente, aplicada asimis- mo al «estudioso de asuntos clisicos aun sin ser por Fuerza Profesor», Sintomiitico, porque el yocablo (formado se- fin el modelo de juriia 0 artis) es bastardo, plebeyo, y ja mis Io hubieran empleado los humanistas del primer Cuatrocientos, ni lo emplearon apenas los posteriores: al egar a la escuela, a los cursos propedéuticos de la univer- Sidad, los studia bumanitatis se hanalizaton en un término zaflo y cargado de matices negativos, usado incluso con desdén, aper contemptamy” Ote cra la situacion, desde luego, mas alli de los Al. Pes. El fervor que va entibidndose en Italia se aviva a me. nudo fuera de la Peninsula, donde el humanismo, con la fascinacién de la novedad, puede mostrar mis insinuante- mente sus encantos como modelo de cultura y, todavia mejor, como modelo de vida. Un forastero con un mini- mo de gusto y curiosidad salia ficilmente deslumbrado de Florencia, Roma o Ferrara. No hay mis que pensar en al. Poul Orkar Kristeller, adie ix Rename Thaght and Later, Roma 1693, pig. $73, ® Auesto Campana, «The Origin oF the Wont Humanist’ foo? of he Warns aed Coartanl nstae, WS (W945), pug 0-73 (06) id "Dum . i huge noses hushnitats sts lonumaquc stators inten, ‘tutcrendum viderur ewe cur hace nota ws sontemnantsuh querer ceeen ff es Inerarae sine RP. per contemprum vilgo nmanta iu eggs builonappetsnt» Al moda sobre fashumaniades sobre quince he ca ) Fabio Paola, Be dtr unantt orate (1586), spud Rite Acceane 4a protassione del'umanis nel Cinquecaton, ae mC mneee XU (197, pigs. 215-292 (213), 78 ——— Bg PUERA DE ITALIA gunos clientes del librero Vespasiano da Bisticei. Por cjemplo, cn «meser Andrea Ols», vale decir, Andrew Ho- les, procurador del rey de Inglaterra en la euria pontificia, gue se quedé cerca de dos afios a la sombra de Santa Maria del Fiore, trocando «il modo di vivere secondo gli inghile- si» por unas costumbres «alla “talianas, y encargs «tanta somma di librin, que de vuelta a casa no pudo llevirselos por tierra y tuvo que mandarlos en basco. © en el cordo- bés Nufto de Guzman, quien en 1439, despues de cotter mundo, de Tierra Santa a Borgoia, se instalé por largo en Florencia, donde «l’usanza suay era maiar las horas en ter- tulia con Giannozzo Manetti, Leonardo Bruni «et con tut= ti questi letterati» y hacer traducit del latin «infiniti volue mi di libri nella Lingua toscana». O en Jorge Hasené, ar- zobispo de Kalocza, en Hungria, «ch’era ‘alianato», y una vez gasté tal dineral en manuscritos, que un sacerdote florentino tuvo que prestarle doscientos ducados, en prueba de que «Firenze non era privata di uomini grati c dabenen, a Pese a algiin apurillo ocasional, Jorge Hasenéz, Nuno de Guamin, Andrew Holes, como tantos otros extranje- +05 que utilizaban los servicios de Vespasiano, eran gentes de fortuna ¢ influencia: prelados, nobles, altisimos fun- cionarios... No importa demasiado en qué medida habian asimilado las novedades italianas: Tas muestras de aten- ida y respeto que les prestaban eran los mejores valedo~ res de los studia bumanitatis en tierra extraiia. Porque desde las postrimerias del Trescientos venian difundiéndose por Europa no pocas obras clisicas puestas en citeulacién por el humanismo y un auimero no despreciable de escritos dle los propios humanistas: estaban en el mercado, y quien acostumbrara a tratar con libreros tenia que acabar descu- briendo, cuando menos, algunos titulos de interés para él, fucran cuales fueran su bagaje y objetives. Para todos y de todo habia en la vifia de los studia humanitaix, Pero el re curso a uno o muchos de tales textos de ningin modo su- » FTTRE (TALIA ¥ EUROPA ponta en principio un cambio de direccién cultural: en in- finidad de casos, los datos, noticias, formulaciones recién Negados de Italia se dejaban usar asépticamente, no ya sin asumirse el sistema intelectual del que prov luso desde posiciones que fo contradecian frontalmente, A lo largo de todo el siglo xv, es normal, asi, teopezarse con casos como el de un Pierre Plamene tomando del De rmedtis un largo elogio de la virtur estoica y metamorfo~ seindolo en panegirico de la «sacra leyalis sciencian”, el derecho candnico tan cordislmente aborrecido por Pe- tearca. Comiinmente, tampoco tenia trascendencia mayor que un religioso de tal o cual monastetio © un catedritico de tal o cual universidad regresara de Bolonia o de Roma jurando por Guarino y por Valla: en un terreno aspero, sin abono, Ia semilla apenas podia dar sino las flores de certos logros aislados, no macizos multicolores ni luju- jantes jardines. Hay que repetir, sin embargo, que con amplia pers- pectiva, en la dngue durée, el triunfo supremo del humanis- Mo, por mas de tres siglos, radica en haber puesto los ci- mientos de la educacién que formé a las dites europeas (hizo entrar en ellas a no pocos hombres de procedencia wodesta), a todas las grandes figuras que construyeron la Fad Moderna, Por supuesto, esos cimientos solo estaban en condiciones de echarlos quienes manejaban las herra- mientas del poder, No es posible aqui entretenerse en de- talles sobre las modalidades y la cronologia del proceso en las diferentes regiones y ciudades. Pero creo justo afirmar gras modo que el humanismo cuajé fuera de Italia no por- qte Livio y Cicerén cayeran en manos de mis lectores (como efectivamente cayeron), ni porque fuera adoptin- dclo un erudito tras otro hasta convertitse en orientacion * pad Nich Mann, aPteares Role ay Murai Fi im to Vow te nd of The Mable ado see ALT. Les, Mancster, 10, pigy 6-28 (17 Parl Reais 80. Las biiTes predominante (pues quiz4 nunca llegé a serlo), sino por- que consiguio en las altas esferas un mimero importante de padrinos genetosos. Fueron ellos, principalmente, quienes favorecieron el clima y proporcionaron los me- dios necesarios para que las propuestas de los humanistas se concretaran en pricticas ¢ instituciones de larga reper- ‘usin social, quienes constituyeron el marco que ase raba continuidad, coherencia y proyeccién al quehacer de los expertos, Un puitado de especialistas no es una cultura: el traba- jo de un buen clasicista puede ser hoy apreciado y aprove- chado por los especialistas del mundo entero, pero en st pais los planes de la escuela y del bachillerato seguiran sicndo los mismos si el ministro def ramo no lo Hama a consulta y fe hace caso, El humanismo como summa teorica de las aportaciones que un dia confluyen idealmente en la Altertunswissenschaff no es lo mismo que como revolucién de la ensefianza y, por ahi, de la civilizacién europea. En tanto tal, cl establishment, lv avistocracia, le prest6 el apoyo definitivo: sin él, el humanismo se habria quedado, por a disgusto que fuera, en otra escuela de pensamiento, en una tendencia intelectual mas, sin una auténtica presencia pa- blica, No se crea, sin embargo, que la revoluci6n se pro: dujo porque desde arriba se impusicra a golpe de decreto. Ni una disciplina ni menos una cultura arraigan de verdad ni por constriccién ni en tanto puro saber auréndmo, sino porque son consideradas interesantes y valiosas como ma- neras de vida, fases de una conducta, elementos de una so- ciedad. Pero que en ef ambiente de los poderosos hubiera sitio para las artes ad bumanttatem significaba que también podia haberlo para quienes las estudiaran, Los marxistas {no sé si Marx) afirmaban que la cultura dominante es la cultura de las clases dominantes. Juan de Lucena lo habia dicho con mas gracia, cuando a Isabel a Catélica le dio por aprender latin: «Lo que los reyes hacen, bueno 0 malo, todos ensayainos de hacer... Jugaba el Rey: éramos at al EECA CEST CPF eer Meer eEPP TT CPHTToP PE ECPTTCPEPTcEPaTTE STAT ECTPnT TEEPE ENTRE ITALIA Y EUROPA todos a cestudia todos tahires; studia Ia Reina: somos agora estudian- Con ejemplos como los italianos, de Napole: a cost6 relativamente poco que principes, cane une magnates entendieran los wudia bumanitatis como un cle, mento propio del vivir aristocratico y fueran mirindolos con creciente benevolencia, porque no habia nadie mis sensible al prurito de estrada page, alas modas que impli- Heteada neiape Ws tesa La nobleza medieval habia sa- aa varada Ieratara de reginte prvpun eos ee tendia como una gencalogia y una tearia del poder que cra suyo. En ese sentido se dejaba Hevar sin excesive proble, ma una buena parte, y no solo en la historiogratta de ne aportaciones de los humanistas, quienes, en cuglouie caso, anduvieron con pies de plomo para no desmentit la inerpretacién de sus més eonstantes patronos. Leonardo uni tenia dptimas razones civicas para proclamar, y en toscano, que «le todos los eercicios hutmanos... nine, se halla de mayor peso ni de mayor estima que tlle hae, mae por los antiguos llamado ‘disciplina militar’, A este slime yglorioso giecico, como a misescelente inden honor tos to otros Gereicos humanos. Ni ciencia ni ni clocuencia son pares o iguales a la gloris de nilicia pudiera entenderse, con el sentido de la pals wn ordinario en la Edad Media, como ‘tratado de la cabalig. ria’: porque la profesién de miles, Ja pettenencia a} saps tior estamento dle la cabulletia, seguia sicndo el mayor or, gallo de aficionados a las buenas letras de quienes postin 7 Juande Lucena, «Carte eshortatia sas ete saga XIV a XV Aa y Mling Mai * Chalo por L. Gunldo Ress, ale onarto Heuninem ssere eres Opie debe mis 20217 ts dele lore lar nel oper a hn Pipl opt eproeaon ne unter emit etal atx lon 1M pig Wa eee 82 40 HUMANISMO DE PRINCIPES esperar tanto como Alfonso el Magnin moo el Duque de Gloucester. fn las primeras generaciones, el ‘humanist poderosos no solia pasar de una lectura de los antiguos con los anteojos de Ia «cavalarian y «lo regiment de la cosa publican” y de un clasicismo apuntado a la bibliofilia, el coleccionismo y las artes. Ligero y superficial como era en si mismo, tenia, no obstante, un decisivo efecto multipli- cador. Asi, Janos Vitéz, primado y gran canciller de Hun- aria, chizo ordenar una magnifica biblioteca y quiso que hubiera libros de todas las matetias y 0s hizo buscar en Italia y fucra de Italia, y muchos que no se encontraban los hizo copiar en Florencia, sin reparar en gastos con tal que fuesen bellos y depurados... Mandé.a numerosos jove- nes a Htalia a estudiar a su costa, proveyéndolos de libros, dinero y cuanto necesitaban, y no solo quiso que se impu- sieran en las letras latinas, sino también en las griegas. Es tre otros, envié a Ferrara, bajo la Férula de Guarino, a mi- cer Juan, obispo de Cincoiglesias, que fue entendidisimo en griego y en latin y dotadisimo para escribir, tanto en verso como en pros», y, en efecto, consiguid una inmen= sa reputacién como poeta con el nombre de Jano Panno- nig. «No contento con eso, en Buda fundé una excelente universidad y alli Hevé a los més doctos que pudo hallar en Italia, sin mirar al sueldo, y quiso que se ensefiaran to- das las facultades. Llamé a pintores, cscultores, carpinte- 10s..., todo tipo de artistas, para ennoblecer cuanto fuera posible la patria que hasta su tiempo hbia estado y estaba en Ja mayor oscuricads”. La situacién se repite multitud de veces: los «dott uo- mini», los maestros de studia bumanitatis, forman paste de Y de los Apa P. Rica, aPetrarca y el humanism eatalin's, en ete de absurd Urea | Heratura ental, Abin de Mootveret, WAS, pigs. 257-291 TV. da tices, Le eI pes. 321 ENTRE ITALIA Y EUROPA una remesa mayor de elegancias y refinamientos importa- dos de Italia, Conrad Celtis alababa a Federico de Sajonia por haber ornado Ia corte tanto de poetas, oradores ¥ ro- manistas como de astrdlogos, musicos y pintores. Al mis- mo orden de cosas pertenecian para el Cardenal Mendoza proteger a Antonio de Nebrija, reunir una gran biblioteca yuna fabulosa coleccion de medallas 0, sin duda con el asesoramiento de su sobrino el Conde de ‘Tendilla, que no cen balde habia vuelto de Roma con Pietro Martire d'An- ghiera, asegurarse de que las obras del vallisoletano Cole- gio de Santa Cruz se realizaban ea la antiguan. En Amboi- se, entre los italianos traidos por Carlos VIII, se contaban 9 solo un humanista, sino arquitectos, lenceros y un adiestrador de papagayos. Los nombres de esos mecenas pueden evocat adecua- damente las circunstancias que caracterizan el momento cepital en la expansién transalpina del humanismo, cuan- do el poder recurre a Jos nuevos letrados para confiatles la educacién de sus cachorros y cuando el prestigio social que asi consigue el humanismo extiende la demanda a otros ambitos. Iban quedando lejos los tiempos en que el salmantino Jacobo Publicio, haciéndose pasar por ciuda- dano «de Florentiay, llegaba a la universidad de Letpzig, en 1467, como unos afios antes o después a Lovaina, furt, Viena 0 Cracovia, y fijaba una mtimatia de pocas | neas para anunciar que por un precio médico ensefaria, en un aula o in loco propric habitacionis», unos saberes, agocticam oratoriamque arterm», capaces de convertir a los alumnos de todas las facultades en evirin por encima del comtin de los ehomines»”. Al eabo de medio siglo, en todas las ciudades visitadas por Publicio existian catedras de humanidades bien remuneradas y atendidas por profe- sores que se beneficiaban del patrocinio y aunde la amistad “A. Soni, Cire Pablo pana «a dion dil Uimasine in Germ vr Universidad Awénoma de Baceclons, 1985, pigs. 1-18 84 MBCENAS ¥ MAESTROS de las personas ms encumbradas. No todo estaba hecho: alos humanistas in partis infdelium les quedaban muchos enemigos y muy duras batallas por librar. Estaban dis- puestos a darlas, porque disponian de unas armas de efica- cia probada y creian firmemente en la causa que los movi- lizaba. Peto, en cualquier caso, la alianza de los poderosos con los siudia buranitatis les habia ganado la mitad de la guerra, vu En el crepiisculo del Cuatrocientos, era inevitable en Italia una cierta depreciacién del humanismo, porque la punta del iceberg, su concrecién més comiinmente visi- bie, flotaba ahora en el mar de las menudencias cotidia- nas; ¢ inevitable era también, por ende, que los grandes asttos quisicran singularizarse abandonando el papel de profetas y misionetos, que se habia vuelto un tanto ambi- uo, y desentendiéndoye de los horizontes lejanos para en- cerrarse en la especializacién. Cuando Cicerén y Virgilio, Ja Rbeforica ad Herennium y la Anstitutio aratoia, podian leerse en todas las escuelas y comprarse por cuatro perras en to- das las librerias, los humanistas de mayor talla tuvieron necesariamente que fijarse un nivel mas alto. Un siglo de descubrimientos, tanteos y conquistas les habia puesto en las manos multitud de materiales y recursos filol6gicos que abrfan nuevas perspectivas. En particular, el progresi- yo dominio de la lengua y la literatura de Grecia extendi6 extraordinariamente el dmbito de la investigacién: amén de revelar un mundo propio inagotable, el griego era «la aliera vx decisivan® para resolver numerosas cuestiones © Vincenzo Pera, «Problea © percorst della ricezione umanistican, en G. Covalo et ay Le spi tears di Roms antic, Wh La exe dette, Rose, 1990, paps. 513.543 (516), 85 FILOLOGEA de fuentes, para aclarar pasajes oscuros, para perfeccionat la lexicografia. Pero una parte vital del espacio abierto por los estuclios griegos estaba ocupado por librus cientiticos, de Hipécrates a Teoftasto y de Galeno a los tratados natu. rales de Aristételes; y en ese espacio las obras empezaban a hablar de verdad cuando callaba la filologia mas estrecha- mente técnica que entonces iba de crecida, cuando el inte- rés se trasladaba del texto al tema en si. En cierto sentido, a misma corroboracién de todos esos extremes, mas aun que la superioridad de que alardeaban los helenistas emi grados de Bizancio y por mucho que un Poliziano o un Ermolao Barbaro quisieran refutirselo incluso a si mis- mos, restaba vuclos al suciio originario del humanismo, €n tanto iba socavando el mito de la lengua de Roma como panacea universal que tan enérgicamente habia alentado a los padres del movimiento, Durante un par de decenios, en la época inmediata a la consolidacién escolar de los studi bumanitatisy al afianra miento de la imprenta, las nuevas exigencias de especiali- zacién se volearon sobre todo en el comentaria minucio. 80, punto por punto, de las piezas més dificiles y exquisitas de la tradicion, de las Sivas de Estacio a los Fastos ovidine os 0 la Historia natural de Plinio, los textos etivados ae alusiones y referencias que ningiin «grammaticus» pro- vinciano se atreveria a explicar. Era un género ageadeci. do, porque los estudiantes acogian con tanto gusto como los editores esas anotaciones exhaustivas que por otro {aco engrosaban Ia reputacion y el salatio del profesor. Pero también era fatigoso e insuficiente, porque las apor. taciones més llamativas para los doctos se perdian de vista en el océano de obviedades y nimiedades que requerian tos alumnos y los docentes de a pie. Cabia dar, pucs, un aso adelante: «no més parrafadas sobre cosas nuevas para los ignorantes pero obvias para cualquier experto; solo los nudos por desatar, alli donde se presentaran, clegidos y Yuxtapuestos de acuerdo con el iinico criterio de la dificul- 86 POLIZIANO| tad, como prueba de fuerza del intéxprete y casi como un reton®. Nadie, ni Filippo Beroaldo, ni Mares Antuniv Sabel- lico, que lo anticiparon ligeramente, dioese paso con mis bi decision y soltura que Angelo Poliziano en la primera centuria (1489) de sus Milles, destinads a continuarse 9 Lge fen una segunda que la muerte del autor (1494) dej6 inédi- ta entre sus papeles cuando iba algo mas que mediada. Lecturas estragadas en a transmision textual, voces mal interpretadas, alusiones y fuentes inadvertidas, Problemas de historia literaria, son los «nudos por desatar» que Poli- iano, sea en unas cuantas Jineas, sea en an par de paginas ricas en guifios estilisticos a los enteracos, desenlaza ahi gracias a una agudeza privilegiada y a unos asombrosos conocimientos, engalanados, en especial, con un sefiorio entonces sin rival sobre las letras griegas. «En realidad, era la culminacién de un largo esfuerzo, a través del cual Ja escuela humanistica, prosionando sobre la nueva indus- ttia de Ja imprenta, habia conseguido proponer su dere cho a la existencia, en la sociedad contemporinea, como clase privilegiada, en concurrencia con los juristas y con los filésofos y médicos. Mis alli de las tareas pedagogicas y retoricas, se habia alzado con ta admiristracién exclusi va, indivisible, del patrimonio clasico, con la humanistica ciencia de la Antiguedad» (n. 81). Pero, al tocar en los Miscellanea su cota filologica indisputablemente mis alta y conquistar asi la condicién de disciplina auténoma, la tra- dicién histérica del humanismo italiano se cerraba en si misma, en una concha profesoral y profesional, y renun- ciaba a las estridencias de la plaza publica’, + Carl Dienitni Callen, Pola earn, Paani wma, Ar ae et nonguan fru, nangetm rst, unqunysbsli, concione tque in hac privata vita uamn coneiones incamsy, quid fandem ein hoc ie : t ‘quam eo sermons ge 87 LoGia Parece duro asociar el nombre de Poliziano a la idea de clausura 0 ensimismamiento. El humanismo quizi no conocié ningtin espiritu més abierto, y pocas sensibilida- des mis frescas. Peto su infinita curiosidad esta puesta por entero al servicio de ka filologia y solo por excepcién quie- fe expresarse mis all, Desde las primeras paginas de los Miscellanea se subraya que wna intima familiaridad con la tilosofia, el derecho, la medicina, la dialéctica y, en suma, con todas las artes de la enciclopedia es condicion impres- cindible para quien se proponga explicar a los poetas y ha- cer cosa de provecho por la latinidad, erem iuvare Lati- ‘faumy*\. En el umbral de las Zlegantiae se nos aseguraba que € estudio del latin era el inico camino «ad omnem sa- pientiam» (n, 2), Podrian parecer dos modos de decir una misma cosa. En rigor, bien de otro modo, Poliziano y Va- ilk marchan en dirccciones diametralmente opuestas: del latin «ad omnem sapientiar», de todas las artes al latin Valla tendia a anexionarse territorios, desestimaba a Aris- t6teles (porque no se habia ocupado en cosas de prestan- cia como hacer politica o escribir historias") y no dudaba inet abt ag sei Po que vanams Nunes 2s.cituna vides oc notin an wants pli agua yan ‘wis oro, mas propio dea hoe be na. qa on eto tuted Senecio fate, etna con sa gaa i ada tm yn deco mete Pisano, One FB Cte Sa Sono Pao xe Omar po 82 *! Natta Catra Prme, oH, Rsyama, Toi, 1982 facto ck Res Fat Lato rts db Ty fon pony NIN D8, mi me -+Neque vero mihi vietur tanti ingenit Aristoteles, ut quasi Achiles Her- hm tis rus operas une psn vii maxim Ugur, Se ~ pbs ela jptom va in some buns pro sev enccitu ductando, ave eaunis agents, an aelicie lati ut ath ‘undo, aut responsis consultoruiy aut scribunulis hisgoris, aut poor compontndise Pues no x me anja Aristotle tn genn ingenioque hay {que pontcrl entee Tos heroes comme un Aguileso un Hereules © camo ta ns, er no decir el sl, entre Tes astes, Porque seco 4 fas quchaceres que mis 88 4 VALLA FRENTE A POLIZANO. en someter, por ejemplo, la Filosofia a In eleguentia: «omnia autem quae philosophia sibi vendicat nostea sunt». Poli- iano esta convencido de que la tarea de los «professoress como él mismo consiste en examinar y dilucidar «omne scriptorum genus», filésofos incluides, con Aristételes Por delante, pero no cuestiona la entidad de los dominios ajenos, ni qitiere acro titato que el de grammuticus, en el més noble sentido chisico: «Ego me Aristotelis profiteor inter pretem..., philosophum non profiteor.... nec aliud inde mihi nomen postulo quam geammatici», “yo, por mi par- te, me proclamo intérprete de Aristoteles..., no me procla- mo fil6sofo.... ni por ello quiero mis nombre que el de gramatico’ (n, 70). ‘Tras tal actitud esti la hieida conciencia de que los san tia umanitats han Megado a un aivel en que no pueden avanzar a través del imperialismo de otros tiempos, ga- nando terreno a otros saberes, sino a costa de seftalarse un marco propio, sactificando la tentacién ancxionista. En las disciplinas y, mas concretamente, en las facultades que Valla habria quetico sujetar a la ebguentia, la impronta del humanismo era ya clara a ciertos propdsitos, ya otros po- dia darse por inaleanzable, El mismo volumen de los ma- tetiales que los nuevos literatos habian aportado y las perspectivas que gracias a esos materiales se habian abier- to hacian diéfano que una sola cabeza, el solo talante del clasicismo, no bastaba para sacar provecho a minas tan copiosas. Pero el suefio del humanisie, por cl contrario, habia sido precisamente aportar y manipular él mismo los ‘materiales. Con la asepsia filologica de los Miscellanea, Po- ee |e eutlesuices otros eevelan alos grands hombres intervenr et asus oad i pablices, ea ante el pachlo o en el scnade, administear provincias, conducir un petatP* sieve, defender causas, practiea® la micsiciny have? justia, tar dietame es, eserilne historias, componer pocsin), Repusnat dave ot pspin, SoaehVec, (edueras Ie pay 5. BS be Vala, De opiate a on, en Ope ommia Baie, 1540, reimpee. MM sidn al euidaso de E. Gavin, Turin, 1962, vol Ie pig, 907 89 FILOLoGta ano, el supremo humanista, certifica la desmembra- ida del ideal humanistico del saber, En todo caso, importa cevorilar que tal actitud no qui= ta ni un dpice a Ta pasién literaria también esencial en el humanismo. Si algo amé Angelo Ambrogini tanto como los estudios clisicos fuc, sin acepcién de lenguas, Ja poe- sia. En él, un hilo dorado enlaza los unos y la otra. Entre Jos versos juveniles, de los tiempos, antes de los veintici: £0 afios, en que era mas cortesano que professor, leemos un afiligranado rispetto en eco que entonaban los misicos en Jos salones de Venecia: —Che fa tu, Ecco, mentte io ti chiamo? —Amo, —Che fa quello a chi porti amore? —Ah, more... Pero en los Miscellanea (I, 22) nos enteramos de que el arti- ficio de la piececilla depende de un epigrama griego que Poliziano aduce abi para aclarar un pasaje de Marcial (y dar el sélito palmetazo 4 Calderini). La poesia latina de 505 mismos afios tiene una cumbre de elepancia traviesa en la oda que celebra los encantos de una moza: Puella deticatior Iepusculo et cunicule. Nam quae tibi papillulac stant floridae et protuberant sororiantes primulum ceu mala Punica ardua, quas ore toto presseram quem non amore allexerint..2 Rigas NSSNI, 68 A, Polvo, Rint, oD, Dsleorn Branca, ene en inte por Maso Nantel aa smote det Plan ea Ce Fenn det Milanese, Resainens, XII} (HT), page. 21 Sis ewe Pat ain de io Rost Mena aur Atak. Gado Rosay [Moms Sa Mile Naples, 1964, pp L108). a 90 uy tt ar POESIA Y ERUDICION (‘Eres més tierna, chiquilla, més gricil que un lebratillo, més suave que un gazapill. Las flores de esa tetilla y de la otra hermanilla, firmes, duras a la par, tal frutos del milgranat, por mis labios apresadas, por mis manos apretadas, 2 quién no iban a prendar?} Y de nuevo son los Afisellanea (I, 25) quienes nos descu- bren la sapientisima trastienda: al evocar los delicados pe- chicos, Poliziano tiene tan presentes los atributos de la muchacha como un lugar de Plinio que en la leccién vul- gata reza rigentes, pero que él, de acuerda con dos cédices de mayor autoridad y con el testimonio de Festo («Sororiare mammae dicuntur pueHlaram cum primum tumescunt, ut _fraterculare pucrorum»), corrige impertérrito en sororienes.. El divertinento del eco y varios rasges de la oda tuvie~ ron larguisima posteridad, en latin y en vulgar, pero no, claro esta, gracias a las muchas sutilezs de esa indole. Son, sin embargo, alardes de erudicidn tanto o mas recén- dita los que marcan la norma de la filologia polizianesca. Nuestro humanista se mueve con toda deliberacién cn unas cimas desde las que no tiene ninguna intencién de descender a la Ilanura de los legos, ni siquiera a las colinas de los aficionados. Tampoco le apetece ahondar en cucs- tiones de principio. En los Afitcellanea no faltan los mo- mentos combativos, por cemplo, contra Accursio y los leguleyos medievales que sc retuercen «miserabiliter» en torno a un non inexistente en el arquetipo de las Pandectas , 78). O contra los «iuniores theologos, incapaces de sa- lit de las Sententiae de Pedro Lombardo, que no se cansan de disputar en qué se distinguen la sinderesis y la contcientia (A, 7), Poliziano falla inapelablemente que sinderesis es vor ” FILOLOGIA cksconocida cn griego y se trata simplemente de la mala lectura de un texto cn que San Jeronimo alega Ia palabra gneidesis y, en vez de limitarse al escueto equivalente de ‘conciencia’, la glosa como ‘chispa de la conciencia’, Ha- berlo demostrado asi era una ocasion magnifica para ex- tenderse sobre las implicaciones de fondo de todo ef asun- to, pero Poliziano descarta expresamente Iz posibilidad: «Yo no me ocupo de la doctrina en si. Discitanla a su ar- bitrio los interesados, mientras a mi me concedan el dere- cho a vindicar de la barbarie una voz griega, puesto que ellos nunca han saludado las buenas lettas, y menos las de Grecian, «Nam de doctrina ipsa minime equidem laboro...» Po- liziano ha acotado resucltamente un espacio propio y, por mucho que a titulo personal se asome a otros paisajes, ins- tituctonalmente, por asi decirlo, no quiere cazar en ce do ajeno, Lanzar Ia enésima arremetida conta Accursio le interesa mucho menos que desacreditar a los colegas de formaciéa més pobre —llimense Calderini o Merula—, cialogar con unos pocos a quienes siente como pares, des. lumbrarlos a todos y, antes de nada, vanagloriarse él mi ‘mo, «sibi ipsi plauderen, de un texto «optime declaratu: no desentrafiado hasta la fecha, «in hunc usque diem non Hectus»', Lo suyo no era la fitologia ‘aplicada’ que ha- perseguido los creadores del humanismo: antes bien, a’ situar las obras antiguas en su contexto histérico, pres- cindia de cualquier posible relevancia contemporineay, como quien evita el pecado del anacronismo. Podia per. mitirselo, porque ahora si habia un largo pablico prepara- do para valorar (en todos tos sentidos) ese saber especiali- tad V. Pera, Ca ita Epon Sinton del Palins, Messin, 1985, iy, 81 © “Anthony Gratton, «he Scholaship of Polisiana bes Dees af he Tt The Train of Whats oa ef Cambridge, Mass, 1991, pigs LA ESPECIALIZACION zadisimo, y habia unos géneros literarios adecuados para comunicarlo. Los Miscellanea ofrecen mis de un capitulo sabroso Para un lector cultivado, sobre todo por el especticulo de vvaa intcligencia soberana en plenitud de facultades: 0 hace falta, asi, haber siquiera saludado la ecdética para apreciar la elegancia de mente con que Poliziane deiucy- tra que el arquetipo de los Argonautica contenia paginas de cincuenta vetsos, revueltas por un sindiligens bibliopola» {Il, 2). Pero, desde Inego, las novedades que propone, por {a mayor parte con razén, son esencialmente para exper- tos, y de notable categoria: «la valoracién de los testimo- ios manuscritos, seguida, cuando cabia, de un eshozo de historia de la tradicién conservada, que le permite una operacion del tipo lachmanniano de la eliminatio cad: ‘un desriptorune, ala identiticacién de los usos lingiiisticos mediante precisas documentaciones de la épocay; la exactitud (y la vanidad por la posicién privilegiada que le abre Ia puerta a tantos manuscritos preciosos) con que se cita cada eédice econ el nombre del propietario o de la bi- blioteca en que se custodia, con la determinacién paleo- grifica de la escritura y del periodo, con otros particulares externos (mutilaciones, aspecto, contenido), y, a poder ser, con apuntes sobre la tradicién cn que se insertan™, ete, ete Son, repito, novedades de subido valor, tanto por los temas cuanto por el método, pero normalmente solo en el Plano restringido de la filologia clasica, en un plano ya no operante sobre los demas imbitos de la cultura. Poliziano, por cjemplo, deja mas alli de cualquier duda que el autor de la Bneida se lame «Vergitius, non Virgiliasy (I, 77), 0 de~ fiende con éptimos argumentos (I, 100) una interpreta. cién todavia perfectamente aceptable de uno de los versos Vitore Branca, Haine ¢ Camuseioy delle porte, Turin, 19S, pig rus 157-158 93 FeRBAKO nirnosla Ermolao Barbaro, SEE GARE FILOLOGIA mis hermosos y discutidos del poema:«... tacitae per amie ca silentia lunae» (II, 255). Pero cuando las obras de Vir, gilio eran universalmente veneraclas; euando todos dispo- nian de las coordenadas primordiales para hacerles justi. ia historica y artistica; cuando estaban fecundande la nueva literatura con mds vigor que nunca, contribuciones tan segurascomoesasde Polizianoquedaban necesariamente reducidas a bocado de fildlogos. Eran los humanistas Quicnes habfan puesto a Virgilio en el lugar que ocupaba en el crepaisculo del Cuatrocientos, y ese lugar no variaba Porque otro humanista probara la inexactitud de una gea fia tradicional o diera una mejor exégesis de un hexdme. to: Virgilio siguid siendo Virgilio, no Vergo (zresultard tendencioso preguntarse qué habria ocurrido de ser Pe. ‘area quien hubieta restituide la forma originaria?), y los Poetas siguieron recreando ‘los silencios amigos de In callada Tuna’, ateaidos menos por tal o cual precisa e plicacion que por la misma fascinante ambigiiedad del verso. En ese sentido, Poliziano supone el punto de llegada tc6rico, el final de Ia trayectoria cuyos rasgos mis salicn. tes se han cifrado aqui apenas en media docena de nom. bres: el punto en que las aportaciones fundamentales do los studia bunanitatis estan ya consolidadas cn la avenida mayor de la civilizacién y ios humanistas italianos se han ganado el derecho a retirarse a las torres de marfil de lai Vestigaci6n especializada; el punto en que la filologia cli sica deja de set ¢l motor principal de la cultura y se con. vierte para siempre en una técnica auxilias de la historia de la critica literaria, sin influir salvo en una parva mele, ,da en cl rumbo de otzos saberes, Una itima ilustracién al respect pod proporcio- por més de un Jado espiritu afin a Poliziano, a ratos émulo, a ratos modelo. E] floren- tino, asi, habia visto siempre con ciertas eeservas las tan: tasmagorias de Marsilio Ficino («platonica ista .. remota Zhcine. 94 LA TORRE DE MARFIL nimis nimisque etiam fortasse arduay") para recuperar la senda de la religion y la poesia, pero contra la histo- Mer fon ator tan diet de spmile femns Plazon dentro de los supuestos constitutivos del humanismo. Por el con- tratio, habia ido acercindose a Aristételes con pasos cada vex mas firmes, no solo bajo la guia de Giovanni Pico del- Ia Mirandola, sino asimismo a zaga de Ermolao, tenaz ad- mirador de la Filosofia del Estagirita: wera et solida, non umbratilis et fueata»®, no umbria y arificiosa Fue justamente lidiando con las versiones de los libros aristotélicos como Barbaro tavo que enfrentarse con el doble problema de la identificacién y de la nomenclatura latina de los animales y plantas tan prodigamente aduci- dos en los tratados de historia natural, y la necesidad de encontrarle soluciones lo llevé de la mano a la farmacolo- gia de Dioscdrides. Desde 1481, la traduccién de la Mate- ria médica y cl Corolarinm de anokaciones eon que la com pleté lo tuvieron durante tun decenio gustosamente oct pado en las lecturas apropiadas a In empresa, pero tam- bién lo espolearon a corroborarlas con una modesta medi dade atencion a la realidad, a algunos de los seres dela taka esas por Dioseoids, Une medida an mo- esta, on verdad, que apenas rebasé la cxpericncia coor yscuando mis, enel verano de 1484, fn emedia hora» antes de acostarse que dedicaba a dar un paseo por el jardin o por los alrededores econtemplando las hierbas» y pensando en el trabajo en curso". En cualquier caso, en 2 Patino, Pract de dic cm per, Basis, 1543, simpresin a fear hn ace are 23292) es Hi la te cidade fe ls Matee, Tain, 1971, vol 1 pag Walon Remience, Leiden, 1991, dos voles a 2 Barbie, pts LH, eV. Bean, Ppl, eatin: arn, reness, 143, v0! Ih pig 78 At ahora ee tert gman. in hr ‘endo aut ad viciaum mihi conflvestem; utroque lee posits Contempo herbas et Dioscuridem cogitasnus.. In hoe sbsumo sxquihorante idem, epi tola XLV, pig. 61, comentada por K. M. Reeds aRenansance Humanison and Dotanys, es of Sone, XXX (1976), ps. 519582 Res 1489, abandon6 bruscamente el Coroilariuy y se concentro en aumentar y ordenat los millares dle eastigatonestextuales ala Historia natural dle Plinio que desde aios atrés venia reuniendo y que se publicaron, en efecto, con la misr pidez con que habian cobrado su apatiencia final, en 1292-1493, mientras el Corellarium solo se estampo, postu mamente, en 1517 (con fecha de 1516, al estilo véneto). «Por la materia, Castigationes y Corotlarnm son libros we- melos»'; por la orientacion y el significado histérico, pro- Fundamente distintos. Animadas por la intencién polémi- cade hacer hincapié en un texto latino de una envergadu- rasin equivalente en las letras griegas y estimuladas por el ejemplo cercano de los Masellanea, conde legaba al mis re- finado extremo la tendencia a dar entidad independiente al examen de los lugares mis arduos de los autores anti- uos, las Castigationes se cifien estrictamente a la camienda de los pasajes de Plinio que Barbaro juzga corruptos. Ver= dadera enciclopedia de ciencias de la naturaleza, cl Corvla ‘iim, en cambio, partiendo de Dioscérides, revisa y con cuctda toda la produccién botinica y zoologica de Grecia y Roma, pero, ademis, y todavia con mayor novedad, se Preocupa de identificar en cl presente los animales y plan- tas, recurriendo, en particular, a las lenguas vulgare: Ahora bien: si tampoco en las Castigationes falta tal preocu- paci6n, ahi, sin embargo, queda sofocada por el ascético ejercicio de una critica exclusivamente textual, que recha- za.con toda deliberaci6n la posibilidad de abrizse al gene rode indagaciones que en el Caralarium, por el camino de la lexicografia mis que de la experimentacion, tanteaban «el nacimiento de un metodo en el campo de las ciencias de la naturaleza»’s © Giovanni Pore Hemi Barbi Catan, Moana et Panne Melo, Palas, 19736197 vol Up (G. Poza « ppt si Conrad! Bicbagom, 1 Binh, Pacan, 19S, pgp. 1-640 (633), tine gare. Por Cir 96. i t EL REPLIEGUE EI stibito abandono del Corallariuey a beneficio de las Castigctiones es todo un sintoma: también Eemolao Barba- ro atestigua el repliegue hacia la filologia exenta que ca- racteriza (aunque no agote) la fase terminal del humanis- ‘mo italiano, el corre en Ia linea de continuidad de hom- bres y quehaceres que nos evan a las puertas del Qui- nientos. La evolucién en nin sentido es involucién en corro: la maestria filologica arrincona el sucfio de refundar {a civilizacién, el comienzo de la Abertumswissenschaft mar- ca el cese del humanismo en la funcion de gran animador de toda la cultura. Durante mas de un siglo, los siudia bu smanitatis babian desemperiado el papel preponderante que en otras épocas ha cortespondido a otras artes o a otras ciencias: proporcionaz no solo materiales, sino, mis aun, Paradigmas y sugercncias a los demas saberes, apuntarles Problemas, métodos y metas. Como mera filologia, les quedaba no poco que deci. Pero ya no la consigna recto- a, el mot dordre Esmolao Barbato murié en 1493, Poliziano en 1494, Veinte aftos después, Romolo Amaseo —cuyo padre, Gregorio, siempre convencido (falsamente) de ser ade primi del mondo», juraba que ni por mil ducados se haria smaistro de scola» y esperaba ganar mas como «famoso professor de humanitin que «el primo advocato che sia stato di nostro recordo in Friulip— informaba a su progeni tor de que «en Roma la primera clase, que en el presente tiene (Giovanni Battista] Pio, no pasa de doscientos duca- dos mal pagados, y lo mismo entiendo que ocurre en Ve- necia. En Milan, Pavia, Perrara, se acaban todas las clases de humanidades, de modo que hombres de mérito han de mendigar ocupaciones bajisimas, como Giano Parrasio, gue tiene escuela en Calabria, Giacomo della Croce en Luca, y aqui en Bolonia ensefiamos cinco o seis por dos- ientos ducados, que todos juntos no pagariamos a un aceptable démines, Giovanni Pozzi ha esborado magis- tralmente algunas de las causas de tal situacion: ecesapare~ or FILOLOGIA cen primero los mejores, como en un solo golpe y en la flor de la edad; se dispersan luego los maestros mas valio- 80x bajo el aguijén de las guereas y el resquebrajanticuto de las fuerzas econémicasy. Tiene toda la raz6n, aatural mente, Pero quiza no sea disparatado pensar que una par- te de la culpa debe atribuirse tambien al desconcierto de la sociedad y de los propios interesados ante el reajuste que se producia en el seno mismo de los studia bumanitatin, con el nuevo reparto de tarcas ¢ intereses entre ‘maistri de sco- |a’, ‘professori de humaniti’ y de otras disciplinas, y con «un piblico de gentithombres cultos, no profesionales de !a culturay”, es decir, con los hijos de los poderosos que, tras pasar por todas las exigencias de la pedagogia huma, nistica, desbordan con mucho el ligero diletantismo de sus padres pero. no pretenden competir en erudicién con sus preceprores. Por cuanto atafe a la direccién aqui bosquejada a cuenta de Poliziano y Barbaro, insistamos en que los hu- manistas se habian ganado el derecho a la torre de marfil de la mera filologia clisica. Habian sido ellos quienes hi- cieron arrancar todo el proceso. Dioscérides, por no al jarnox de nuestro iiltimo caso, no era desconocido en a Edad Media, pero solo tenia una vida exig en los arra- bales de la filosofia natural. Fueron Jos humanistas quie- nes lo pusieron sobre la mesa y subrayaron su centralilad hasta convertitlo en eje de una ciencia olvidada desde los tiempos antiguos: porque la botanica, ahora bautizada rer derbaria, entro en las facultades de medicina y se constitu- yo como una de las disciplinas bisicas de la nueva episte me ni mais ni menos que através del ratado de Dioses- El reseate dle ta Materia medica, la posibilidad de leer el Pa Paows a Virenze nel 1493s, Pal ingle amanitic, 1N 227 25}, con los fenton de Greens 4e oB s e LOS USOS DE DIOSCORIDES original y apropiarse gran parte de su doctrina suponian, sin mis, un avance inmediatamente tangible del conoci- miento, y eran mérito ipnegable del bumanismo. En tales circunstancias, no obstante, supuestas las herramientas que el propio humanismo habia suministrado al comin de los letrados, seguir explotando la mina de Dioscérides implicaba tomar otro camino que la alta filologia. Desde Juego, la depuracién y la exégesis textucl no dejaban de ser valiosas, pero la empresa del porvenir era otra: se trataba de comprobar y prolongar las investigaciones del Anazar- beo, reconocer las plantas descritas por él, distinguir nuc- vas especies, clasificarlas todas... Para a:rancarle los frutos que esperaban Ios humanistas de otro tiempo, Didscori- des tenia que salir de las manos por lo demas sapicntisi- mas de Ermolao y caer en otras algo menos doctas y vis curtidas entre hierbajos, mejor dispuestas para el dibujo, mas hechas a saludar a campesinos y pastores. Como eran Jas de Conracl Gesner, Andrés Laguna, Valerio Cordo. 1 Corattarivn, que daba en ese sentido pasos certeros, aun- que, claro esta, no suficientes, fue sacrificado en el altar de lunas Castigationes filologicamente mas exquisitas y quedo inédito hasta que Battista Egnazio y los familiares de Bar- baro lo imprimieron en 1517. El prélogo de Egnazio no permite dudas sobre el porqué de la tardia estampa. Jean Ruel, decano de la Facultad de medicina de Paris y en bre ye autor de los monumentales libros De natura stirpium, acababa de publicar una excelente traduccion de la Materia nédica, con notables complementos; y la escucla italiana, nén de la prioridad, pretendia reivindicar la primacia de Ja versién de Barbaro en gracia a dos razones: «ana valora- cidn més ponderada del texto griego, debida a la riqueza de los manuseritos consultados, y un latin superior por obra del léxico, rigurosamente conforme al uso de los cli- sicos» (a, 95). Por ahi, Egnazio no se engafiabai se engaia- ba al ignorar que a esa altura los tiros no iban ya por ahi, ni para Dioscérides ni para tantos més. Porque la traduc. ” EL. CANTO DEL CISNE cion de Ruel, copiosamente reimpresa, fue la que Pietro Andrea Mattioli puso en italiano en 1544, tras un largo sfuerzo por hallar las correspondencias romances, y lue- 0, en 1554, edité con amplias notas y generosos graba- clos, para mantenerla en el mercado durante largos afios, sicmpre acrecida con nuevas informaciones e imagenes, y difundirla por decenas de miles de ejernplares. El Corolla- rien pertenecia ya al pasado ya los anales domésticos de la filologia clasica. vin Pdnsio €memo En 1522, en un arrebato de entusiasmo, un oscuro maestro flamenco, Bacusio, le escribia a Erasmo que gra- cias a los Collaguia la juventud de Brujas pronto iba a ser més docta que ninguna, para satisfaccién de las gentes cultas y estimulo de sus mismos padres. Un pat de afios después, al dedicatle una nueva edicién a Frobenio «puc- ro», el propio autor se mostraba no menos seguro de que el libro habia ya vuelto a muchos no solo mas diestros en lat n, sino también personalmente mejores, «ct latiniores recdiderit et meliores»"s, Creeriamos estar oyendo, por ciemplo, las palabras de Guarino exactamente un siglo an- tes. en 1422, cuando ponderaba los henefieios que un cur~ so sobre Cicerdn debia reportar a los estudiantes y a todos los ciudadanos de Verona (arriba, pag. 44). Vale la pena notar la coincidencia, en si trivial, en tanto indicio de que los ardorosos lemas del humanismo temprano sonaban ahora principalmente fuera de Italia y con una pasién que alli se habia templado decenios atras, Es comprensible que fuetan los ‘barbaros’ quienes a ° Opa epilaran De. Praen Retrvdam cS, Alle es, Orford, 1906 1988, vol, umn (286, pip. 8 Quint af me attine,fururun cently ut Brana pubes tis Cals loge eva dawtsima, i perdocta eo et tera st volupe et parenturs ut ters inlamnetaaiendony y mbm 1476, me St, 100 eet 6 SIN PARTIBUS INFIDELIUM esas alturas alimentaban més fervorosamente la ilusién de gue los studia bumanitatis wenian a alumbrar un mundo nuevo igual en el ambito de las letras que en los dems as- ectos de la vida. No pocos de los recién convertidos al: canzaron las cotas mas altas de la erudicion, pero ni si quiera ellos podian contentarse con la filologia capricho- say reréndita de un Polizianos in partibasinfidedium, en unas tierras de misiéa, como todavia eran las suyas, las virtudes redentoras del humanismo se hacian sentir con mas clari- dad, por contraste, y urgian a luchar con més vigor y con mas confianza por objetivos también mis amplios. Por otro lado, si los nedfitos se hubierua encerrado en el ex- quisito clasicismo de los ltimos grandes modelos italia- nos, habrian resultado unos personajes abstrusos y margi- nales: si querian ganar la consideracion y el prestigio que estimaban de estricta justicia, les era preciso mostrar y de- mostrar que las artes y los criterios que profesaban tenian tun alcance harto mayor que el puramente literario. El de- signio equivalia a rescatar el espiritu de los padres funda- dores, como Guarino, pero beneticiandose de todas las conquistas posteriores, hasta Poliziano: las refinadas ar- mas de 1500 se esgtimian bajo las divisas heroicas de 1400, y las experieneias acumuladas en Italia durante mas de un siglo se liberaban fuera a corto plazo con la potencia extraordinaria de la energia comprimida Un soberbio «triunvirato» (ls palabra la usaba ya un Bupe. admirador en 1519) dice el esplendor inigualado de ese postrer florecimiento del humanismo: Guillaume Budé, S420. Desiderio Erasmo y Juan Luis Vives”. Con temporadas yy 4 de tirantez y hasta de ruptura, y siempre quizé con menos carifio que admiracién, respeto o temor, los tres son ami-f Guillaume Bute, Fs, Pais, 1520, fol 87 (a Claae Chansonene «Verum enim vero quod in tiumeiestu constitwendae rei Pandectarine honor eam me rationern haba, fest eu quidem pro ingenita bi hamanitat ‘omentado por Donald R Kelley, Fandtiosef Maden Hider Solari. La sg, La, ant History inthe French Reson, Nueva Vork, 197, pig, 3. 101 = x? baw ee Tbe ST, = e (rma EL CANTO DEL CISNE, g0s y forman el niicleo de la dlite que mis renovadoramen- te cjerce el poder intelectual en Europa. En los tres germi- nan semillas que Italia habia sembrado en Francia, los Paises Bajos, Espafia, pero ninguno es el fruto normal del estado de las letras en su patria: han tenido que hacerse a si mismos buscando libros y preceptores mas alla de las fronteras y las tradiciones locales, creen en ¢] cos mopol tismo de la inteligencia, y los tres, incluso el tinico chanin, Budé, se dirigen en primer término a un pablico interna. cional, extendido sobre todo al Norte de los Alpes, de la Inglaterra de Tomas Moro a la Germania de Philipp Me- lanchthon, Los destinatarios mds significativos de su tra. bajo tienden a encontrarse en posiciones privilegiadas, en las universidades, en las cortes, pero incluyen también an largo mimero de burgueses ilustrados (y, en general, una creciente presencia de los laicos, como lo son el francés y el espafiol). Junto a ellos, cuentan con un ejército de in- condicionales menudos, clérigos con inquietudes y, en es: ecial, maestros de escuela, como Bacusio, que se sienten dignificados por militar en las filas de hombres tan emi. fentes, compran los libros que sus idolos han plancado con los grandes editores con quienes colaboran y leen las cartas que los miembros selectos del grupo se escriben con {a intenciéa de publicarlas. Grandes y pequefios compar- ten un sentimiento de clan que convierte a los enemigos de cualquiera de ellos en enemigos de la causa: los stadia umanitati con el griego en el lugar de honor que ya habia conseguido en Italia, y a menudo con la adicin del he- breo, Al principio, hasta el caso de Lutero se contempls con esa dptica; y mientras las aguas del tal caso no se salie. ron de madre, muchos tuvieron la impresion de estar en visperas de una nueva edad de oro". "alberta. saeeulo hae nostro, quod profs auteur foes spe 5 quod unguam fut aureum, ut in quo tui Felchsinis squens vanes Sactioiis consis ria guadlim prcespun sents human tons eoveure ey ‘islam: pitatem lam veee Chroma mule medal sims is 102 BL CLAN INTELECTUAL A todos los alienta una fe despiertamente critica en las, miltiples capacidades de la eloguentia, y todos aceptan en sustancia el grandioso diseno que Juan Luis Vives desa- rrolla en el De disiplinis (1531): el camino del conocimien- toes un ir y venir entre rerha res y mores, entre lenguaje, realidad y formas de vida; cuando se corrompe uno de los eslabones de la cadena, como durante siglos y siglos ha su- cedido en particular con las palabras, los ottos se corrom- pen también, de suerte que tampoco es posible sanar uno solo sin atender a la vez a los demas, en el horizonte de una civilizacién de yeras humana. El acento, pues, se marca obsesivamente en la praxis, en las consecuencias efectivas del saber. Valla habia explicado que el significa do del lenguaje reside en el uso; ahora se esti cerca de creer que la verdad esti en la utilidad, y. en esa direceién, Vives, por ejemplo, abre el paso a la psicologia moderna afirmando que importa poco inguirir qué es el alma: lo importante es averiguar cmo es, cusles son sus obras. Ni siquiera ¢] dominio det latin y del griego merece la pena «si no se le saca partidon', Ninguna otea etapa del huma- nismo se habia mostrado tan diligente en poner objecio- nes, censurar, Corregir y aun descartar a tantos autores an- sa pai nels acts, pti corp, pulicam ae pepe binchrscamt conor, pictarset radon fonte arcnemuen Cee tenon a ct siglo, Que secon, wn i deo anas ey ponic {nl tj dichoxos aspiiony cow ns sos conch he de vet tester dos kiv tres iene princes ce genctohnmanos vs cad endadrsmennc “rina qu de omen ms den a ns ee parte dena haa eh, en pe cornenphnconcoria publi peer del orb erstiano, fuente ¥ madte de pcdxd y del sib") Ops dla, (side 151, Pap Leon 8) pig 327328 rm permulamm De ine I nen, Vi Vana, paca & Niayaney esr, Walenta 752-99, HI pig 390% scl rer eminent. hil decent ng ors ata ere os sere quam Galice inves bsg ss aden, Hispantee, uke dem. De dips pig 385 103 EL CANTO DEL CISNE tiguos. Que los clisicos sean los mejores guias a un renaci- miento y una renovacion, como de la philoiegia escribe Budé, no significa que sean los tnicos 0 tengan patente de acierto, ni que deban estudiarse por si mismos: la philologia ha de conducir a una més alta philotbeoria’ De ahi que las aportaciones de nuestros ‘triunviros’ a la exploracion de la Antigdiedad combinen sin rubor a so- lidez objetiva de los materiales con la libertad subjetiva y aun tendenciosa en Ia interpretacién, el rigor arqueol6gi- coon las continuas miradas a la actualidad. Desde luego, cn l expléndido y manierista desorden del De ase (1515), hay sitio para designios politicos, fantasias nacionalistas, polémicas galicanas, frustaciones y esperanzas personales, peticiones de favor para las Bona lilterae y, en suma, todo cuanto a Budé se le pasa por la cabeza. Pero un hilo de Ariadna vincula con singular pertinencia el asunto cen- tral de la obra, Ia deslumbrante investigacién de las mone- das de Roma y Grecia, a una copiosa serie de disquisicio~ nes de tema contemporineo. Porque la eserupulosa deter- minacién del peso del as, el sestercio o el denario no solo tiene por fondo una imagen dilatadisima, como nunca an- tes se habia tenido, de las bases econémicas del imperio romano, sino que halla su razén de ser tiltima en la com. prensidn del presente: fa devaluaci6n o reduccién de ley en cl vellin francés, los impuestos desmesurados a que obligaba la contratacién de ejércitos mercenarios, la usu- ra, los limites de la propiedad privada... Un punto de en- garce sintomitico de las incontables hebras del De asse bie podria ponerse en el brillante método de compara~ €i61 que le permite a Budé calcular los precios antiguos ‘en moneda de sus dias, tritese de una hogaza de pan, un calullo célebre, la dote de la hija de Escipion 0 los ingre- He a. aoste tigue Philologi... olin armatis., hed instauratis iter poluringue .» merita existimaturn, G. Bud, De pli pig 217; sobre la phlaieariy DL R. Kelley, Pundits of Mdm Pieri Tuba, pigs sign toa ANTIGURDAD ¥ ACTUALIDAD. sos de un estudioso de antafio, notablemente superiores —csperibamos la observacién— a los del autor y sus amigos. Ninguna generacién de humanistas habia alcanzado antes una visién tan rica de los problemas de su tiempo, ni, claro esti, con tan amplia perspectiva europea. La preocuparisn social y politica le venia al bumanismo de las circunstancias en que nacié, de sus raices en la retéri- ca, del modelo supremo de Cicerén. Fuera de Italia, en los primeros decenios del siglo xvi, euardaba ademas todo el aroma de lay cosas recientes, y no sorprende que esa fra- gancia potenciara su tradicional vocacidn civica ¢ inclina~ ra a recibirlo como el programa intelectual més adecuado para entender y orientar las realidades asimismo recientes ‘en trance de mutacion. La causa de las letras se fundio mil veces con la toma de partido ante los acontecimientos {que estaban transformando el continente, encauzé la con- ciencia de la crisis, la respuesta a los confTictos, los deseos de reforma, Con mas fuerza que nunca, los studia bumanita- 4is fucton a principios del Quinientos fa cultura nueva de una nueva época, No es necesario encontrarlos siempre editando 0 co- mentando a Jos clisicos para reconocer a los humanistas decntonces: lo son con plenitud, y no simplemente por el estilo, incluso cuando un incauto Jos tomaria por perio- distas. El paisaje en que se mueven abarea al par la Anti- giiedad y la actualidad. Epigramaticamente nos lo sugiere Erasmo, cuando pide noticias sobre si el Papa se prepara para la guerra: «me muero de ganas de saber si Julio repre- senta en verdad el papel de Julion™, Julio IL y Julio César, si no las dos caras de la misma moneda, son los dos polo: de un mismo universo, Como Erasmo, Guillaume Budé, Juan Luis Vives y tantos otros participes en la empresa de «Naum magsopete wei auaite num ere tam ag ulus Ope epi ary, 1, ns. 262, pi 313, 105 EL CANTO DEL CISNE aclimatar el legado italiano al otro lado de los Alpes, vi- vieron o contemplaron desde miradores privilegiados no pocas de las grandes cuestiones de la épaca: el nuevo equi- librio de poderes en Europa, el desasosicgo del cristianis- mo, las consecuencias de la expansion econémica... Sobre todas tuvieron una o muchas palabras que decir, y precisa- mente en tanto abanderados de los studia bumanitats, por- que s¢ sentian comprometidos a testimoniar que la heren- cia espiritual que administraban tenia més soluciones 0 mis propuestas dé las que comtinmente sospechaban sus paisanos. Era asi, en efecto. Bl desplicgue de citas y reminiscen- cias clisicas que distingue inmediatamente a los humanis- tas puede antojirsenos hoy rutina, falta de originalidad, mera contraseiia superficial, y puede haberlo sido en los menos inteligentes. Pero en los més dotados, aun cuando no Hegaran a la talla de un Alberti, la perpetua referencia al mundo antiguo era fundamentalmente un sistema de analisis y critica (arriba, pigs. 67-68). El De copia erasmiano daba por supuesto que cualquiera que aspira derado un auténtico erudito dehia haber leido por lo me- nos una vez en la vida a todos los clisicos, de todos los gé eros, extractando y anotando cuantos elementos de inte- rés fueran ofreciéndosele™. No se trataba, en absoluto, de invitar a la repeticién inerte y al ornamento prét-d-porte. Al contrario: era una instigacion a perfilar las opiniones propias confrontindolas con las ajenas, a examinar cada tema desde los mas varios angulos y a obtener conclusio- res, no sustituyendo el punto de vista personal por el de tal 0 cual autoridad, sino tomandolos todos en cuenta y matizando los unos con los otros. Pocas veces esa ars con 2 argo gut destinait por ommae gen etonam lection prs foam fomnine seme! invita Facienear ei gu velit inter eeuiton habs} pn sis ‘quam phaimescomparabir lacons, Dr pas en Da Enarmr Raters Oper Tegsen, 178 1706, vel pay. 106 UN SISTEMA DE ANALISIS binatoria de las ideas perfeccionada por el humanismo pro- dujo resultados més vivos que en Budé, Erasmo y Vi- ves. Crone El nombre mayor, en sus dias como en los nuestros, ¢s sin duda Erasmo de Rotterdam. Si hubiera que sefialar cual de sus inagotables facetas le da primordialmente tal relevancia en la Europa de entonces, e:e0 que nadie se fie iaria ya en el consejero de Carlos V ni en el interlocutor de Lutero: presente como con frecuencia le tuvieron Jos pro- tagonistas de las geandes decisiones, en los asuntos mas importantes, el holandés quizé munca lego a ejercer una influcncia determinante en el curso de ‘a historia contem- porinea, Eran los tiempos demasiado recios para prestar oidos a un vox que insistia machaconamente en que a Cristiandad solo logearia la paz ureduciendo al minimo las definiciones y dejando a cada cual libersad de juicio acerca de numerosos puntos": las razones que nos Io acercan hoy son las mismas que ayer le restaron incidencia de he- cho. Por otea parte, quien examina su densamiento y ras- trea las huellas que dej6, pocas veces puede decir ‘la idea es de Erasmo’, sin precisar en seguida ‘pero ya Origenes (0 San Jerénimo o Tomas de Aguino 0 Lorenzo Valla) habia escrito otro tanto’, ..y sin afadit todavia: ‘no obstante, en ese momento, en ese autor, la idea es de Erasmo, la impo- ne Erasmo’. El eclecticismo, la amplitud de miras y la plasticidad o, si se preficre, la ambiguedad de sus posicio- nes podian darle menos una escuela que una legion de ad- miradores movilizada por el cjemplo personal, Esta cier- tamente la ravo, pero, por lo mismo que estrechamente asociada a su imagen humana y a sus actitudes ante unas 15 Summa notre religions pis es et unanimitas Ka vixconstare pote 7 set in mls iberom eli Ian suis euigue diene Oparcprlara, Vy nen 1834, pag, 177 cent 4 por Marcel Batilom, Zrameet Eipagey oxcra edn, aloud ce D. De woto'y Ch. Amiel, Ginebra, DDL, vol Hil pig 167 (en Enamel ramos, Bareclons, 1978, pp. 26) fede quam potest paucisnns defini 107 BL CANTO DEL CISNE circunstancias irrepetibles, fue efimera y doctrinalmente inestable, La fortuna italiana de su espiritualicad ha podi- do escribirse sin emplear janis la categoria de ‘esasmis- mo}y la posteridad recuperé muchas actitudes de Erasmo, pero solo por excepeién en tanto crasmianas™, No, el Erasmo de impronta més profunda, ancha y duradera no esti en el personaje piblico, ni siquiera en el pensador, sino en el profesor de humanidades. El suyo fue siempre un talante de pedagogo mas que de crudito, mis preocupado por aprender cosas tities para cnsefidrselas a Jos demas que por descubrir verdades nuevas de aplica~ cion incierta. Tanto las estrellas (n. 70) como los enemi- g08 del humanismo desdeftaban las «menudencias de gra- maticom: Erasmo las asumié con orgullo y reserv6 los bros «ad institutionem studiorumy para el volumen pri- meto de sus Opera omnia’, Valla, he insinuado arriba, no podia ver con ojos excesivamente favorables que Niccol6 Perotti teabajara en unos Rudimenta grammatices: Erasmo tuvo [a inteligencia generosa y humilde de componer to- dos los manuales que los maximos humanistas no se ha- biaa dignado escribir. A Ia tarea lo animaba, para empezar (pero de ningin modo para quedarse ahi), una fe por en- ‘cinsa de repatos en que el latin podia mantenerse en disilo- go sicmpre gil con el mundo contemporinco, asimilin- dose igual que una lengua vernAcula, sin necesidad siquie- ra de enmarafarse en reglas ni preceptos, sino gracias a la familiatidad con los buenos autores, empapindose en los madismos, los adagios y las peculiaridades irreductibles a la logica, en un aprendizaje que no debiera distinguirse del 1 § Seidel Menehi, Brame i debs (1520-1580), Yuin, 1902, pip, 16; B. Marstehd, Phen of i.e nerpretatior of Eran 1950-1750 9 Ma of hi On Tarren of Eas (1780-1920, Toronto, 1979 y Y9Y2. Opa play Hy in, 486, pi 77 (Sed indignar se aca ad sts _saramaticonim mninutiss descenlere ic enim wocttesolent eos qui bonas di dice litera, acax ease conniciv exsinatesgraramatich copnomen..»}, yh rime Lag 9. 108 n BEE ee EES a ae ee a ae Se an Lee eee Sete LA copia nego, la lectura por placer y la experiencia cotidiana, La mejor expresin y la virtud mas notoria de ese latin que quetia tan perfecta y universalmente vivo es probable gque se hallen en la copia, segin no seria ilegitimo decir que Erasmo la invent6. Como ¢jercicio didéetico, el punto de Dartida de a copia la copia verborum, consistia en tomar wna frase digna de imitacidin c ir variindola con sindaimes metiforas, figuras de diccién, no por vano empetio de re. petir lo mismo de distintos modos, sino, por el contrario, para apreciat la singularidad de cada formulacién, Lucgo, la copia rerum Wevaba a analizar un asunto considerindolo sucesivamente de acuerdo con sus varios elementos y cua lidacles, insettindolo en un proceso mas amplio, cotejin= dolo con los testimonios de la historia y de la literatura, el parecer de los diversos autores y las opiniones comunes al Propésito, para enriquecerlo, en suma, con una multipli- cidad de perspectivas. Al margen de las rutinas escolates, Ja pia erasmiana contribuyé poderosamente a fecunular Ins leteas del Renacimiento (bastaria decir que tuvo un pa pel de primer orden en la génesis del ensayo, y no soloen Montaigne), porque no era un simple artificio retérico, sino un auténtico método de comprension y razonamicn. to enderezado a lograr tanto una fluides de palabra que Permitiera descubrir nuevos aspectos de las eosas como tuna percepeién mas completa que se resolviera en un ma- nejo mas facil de la lengua ___ Decfa que Erasmo compuso fades los manuales que la época necesitaba: la exageracién cra minima, porque ape- nas hay etapa o grado en el tirocinio de los sida bumantta- tr part el que no brindara el to adecio, No abe re gatearle tino ni entusiasmo, pero tampoco don de la opor- tunidad. De los Alpes para afiba, haba habadown teepo en que la expansion del humanismo en la sociedad depen. dia principalmente de los prosélitos que consiguiera entre las clases altas y en que los apdstoles de la causa, a gusto 0 a disgusto, tenian que doblarse cn hombres de palacio, 109 EL CANTO DEL CISNE Como todavia el propio Erasmo al llegar a Inglaterra en 1499, cuando habia que verlo vuelto «poco menos que todo un cazacor. no el peor de los jinetes, cortesano no ‘mal avezado, haciendo reverencias con garbo, sonriendo con gentileza», entre «ninfas de rostro tan divino, tan dul~ es, tan desenvueltas, que estarias en un tris de preferirlas a las musas»"™, En ese estadio, era mis productive, en cualquier sentido, buscarse un buen patrén que preparar ua buen manual, Unos decenios después, una plaza de preceptor en una casa ilustre seguia siendo una excelente colocacién (y un preceptor italiano seguia siendo un signo de distincién tan conspicuo como una institutriz francesa © alemana en torno al 1900), pero, bien asentado en las cumbres del poder, el humanismo avanzaba ahora por la cantidad mas que por la calidad de los neéfitas: y el avan~ ce suponia una sustanciosa ampliacién del mercado del li- bro y, por ahi, brindaba al esperto nuevas salidas profe- sionales. Durante media vida, Aldo Manuzio fue un oscu- 0 profesor en cortes de segunda fila: en unos afios, luego, se convirtié en el mis insigne de los editores europeos. EJ mercado, en cfecto, pedia sobre todo textos y ma nuales. Textos, por ejemplo, como los tomitos de bolsilla de Manuzio, «libelli forma enchiridiin', para wi nimero reciente de caballeros y, cada vez més, de damas que se habian formaco en las humanidades y, dejadas atris las alas, querian seguir leyendo a los clisicos sin firragos de especialista, pero asimismo para el pablico de la escuela, donde la ocupacién del maestro consistia precisamente en suplir la falta de notas en los ejemplates de los alumnos, Manuales, como la gramitica latina del propio Aldo, que races ille quer nost ioe bors propeedim venator est, eques fon pessimns,aulieus non imypertue, sitet paulo bla, ated come, Sunt hie nymph ivinis walibus, blandae, facile, et qua tui camocnic fee nteponase: Opus ettdinan I iim, W3, pgs 218-299, Teer eailogo de as ediciones adinas, £5 Monin eto (0. 9) lrwine NVI ig 5: Foes en ts a TEXTOS ¥ MANUALES sin ser ningiin best eller superd la docena de impresiones entre 1501 y 1568, o, sin duda, como los «exercitamenta rammatices» que él mismo habia pergeaado también cn la época gris de la enseftanza en provincias: obritas, en cualquier caso, de donde los docentes y los discentes de~ bian extraer solo unas cuantas noticias exenciales, «om- pendia quaedam brevissimay, para pasar en seguida a los grandes escritores'™ Erasmo firmé 0 avalé con un prélogo multitud de textos, griegos y latinos, cristianos y paganos, y pavimen- tG.con manualesel noviciaco entero de los std aman 1is, Equipado con los mejores conocimientos téenicos que entonces se posefan, dotado de una admirable sagacidad para dilucidar como se origina el error en la transmision manuscrita, no puede echarsele en cara que la prictica no se atuviera rigurosamente a la teoria y que junto a algu- nas ediciones excelentes (cn especial de Padres de la Igle~ sia) haya entre las suyas bastantes medianas y hasta malas. Nos consta que si queria conservar la independencia que le era vital no tenia otro remedio que vivir de la puma, a menudo a remolque de Jos editores, no siempre de la talla de Aldo en Venecia, Frobenio en Basilea 0 Badio en Paris, ni siempre a Ia altura de si mismos. Pero la justificncion biogrifica solo nos concierne aqui en cuanto indicio de que la critica textual habia alcanzado ara esas fechas un nivel y una densidad que exigian la dedicacién total: la mis alta filologia no era ya materialmente compatible con una actividad plural como la de Erasmo. Habia llegado la hora de los especialistas: tocaba a su fin el suefio del hu: manismo. Prolog alas Ueeatoegramomatiae de 1493, en Ald Atal er, pl 165; ld Mont etna gommatcara ir gtr, Venn, 1514, fol i 11 J. DYAmicn, Tees and Prati in Benin Tete Cito, Bete Ren sur Betarn Conpetne and Hitry, Wate. 1948, pp 3. ut EL CANTO DEL CISNE Nadie, en cambio, hizo sombra a Erasmo como autor de manuales —muchas veces, refundiciones de trabajos acometidos cuando se panaba el pan con las clases particu- lares—, porque nadie podia ofrecer un nombre mas pres~ tigioso, mayor talento pedagégico ni una gama de produc- tos tan completa y orginica en la coyuntura en que mis se necesitaba, No es posible ahora entrar en detalles, pero los datos apuntados debieran bastar como sintoma: con la obra didictica de Erasmo, en tanto supremo representan- te de un estado de cosas, se diria que el humanism crista~ lizaal cabo en una bibliografia bisica, queda objetivado en tuna lista de required readings con enticd propia. Los stadia ‘uenanitatis estaban abi, bien al alcance, y quien n0 quisiera mais podia contentarse con Ia version “blanda’ que ahi re- cibian, considerarse provisto de la educacién adecuada y atender a sus asuntos. El programa escolar de los hum: nistas consiente ahora ser usado Como auténomo, o micnza a llevar vida propia, a costa de perder la parte del leon de su voracidad inicial. Es la ambigua victoria a largo plazo, la «uncertain glory» del humanismo: dejar de ser el motor de una civilizacién para convertirse en la columna de ana ‘cultura general’. Erasmo, desde luego, estaba lejisimos de pensar asi: no pociia saber que los cantos de batalla que entonaba, y aun los cantos triunfales (n. 100), eran también un canto de cisne. El, en todo caso, luché con entusiasmo y excepci nal eficacia por que fuera de otro modo. Par eso, al sefia~ larlos, hay que andarse con ojo de no abultar los condicio- narientos y méviles econémicos al fondo de los m les que lo constituyeron en maestro de latin de Europa. Trabajaba en ellos menos por conveniencia que por la misma conviccién que alienta en sus obras mayores, con unos y con otras perseguia los mismos objetivos. Hasta el cextremo de que la paribola crasmiana, tanto en el sentido global de la trayectoria cuanto en ef contenida de cada ‘ctapa, podria sepuirse sin atender mas que a los manuales, 112 ss CONETASY Y ELITTERAR® incluso si olvider. Cologuies. Empieza esa_paribola, hacia 1489, con un modesto epitome de las Egantiae por orden alfabético, donde no dejari de colarse, entre no pocas anilogas, una alusién a los abusos, gramaticales y religiosos, a que indulgere da pie". Termina, cuando cismas y guerras habian probado cruelmente Jos riesgos de echar lefia al fuego de las indul- gencias, en 1535, con el tltimo libro que vio publicado, un afio antes de morir: el Fclesiates, sve de arte concionandi, un método para predicadores, o, si se quicre, una retérica clisica puesta en ef marco de la sociedad contemporaine: al servicio de la palabra de Dios y, también con obsesiva testarudez, de la paz entre los hombres. Entre ambos jalo- nes, el holandés no ces6 de proclamar en las diez mil ma- neras ilustradas por el De eqpia (1512) que precisamente ese, el suyo, era el camino justo: llegar a la pietas de mano de las dtterae, «cum elegantia literarum pietatis christianae sinceritatem copulare», «ut cum bonis literis floreat since- ta pietaso!'', y asi hasta el infinito. Sorprende que un excelente indagador de la filolog del humanismo haya podido poner en duda la efectividad del maridaje crasmiano entre bonae y sacrae litterae, pregun- tindose «qué papel de hecho desempefia el minucioso aprendizaje de Ia elocuencia en Ja instruccién espiritual del ‘caballero de Cristo'», para acabar negando que exista un ligamen auténtico «entre los influyentes manuales de ¢locuencia latina y metasistema ninguno de moral o devo- cidmy'', Pero, en primer término, valdrd la pena Hamar a las cosas por su nombre y, mejor que de «any moral or de- 108 que también lo son li 8 Adagios y los Ne Jacques Chomarst, Grammer ces Erie, Pais, 1981 rie 231 1 Ope arn, sm. 1522, pig. $91 ee Ns AGiftony L.Jidine, Fon fname Hamat (0.29) pe mas 138.139. cee 113 BL CANTO DEL CISNE votional meta-system», hablar llanamente de teologia, teologia cristiana a comienzos del siglo xvi. El itinerario dk Erasmo culmina preisamente cn la tologin. Por en ‘onces, sin embargo, teologia no era cualquier lenguajec como s Dios En 1495, cuanda el oven Freeney pascal Sorbona, ni siquiesa John Mair, compaiiero suyo en el co legio de Monteagudo, ha concebido todavia la nocién de tuna «tcologia positivay de diversa orientacion*. «Teolo- sia» es tinica y exclusivamente la teologia escolistica, cn. tronizada en Ja cumbre de las facultades universitarias, con un estricto curriculum que desde los Libr sententiarum de Pedro Lombardo, imperatives, sigue por unde crn vias de Toms, Escoto 0 los nominales. Teslogo cs solo quien sabe disputar «con alarde de definiciones magistra. les, conclusiones, corolarios, proposiciones explicitas ¢ implicitas», quastones del tenor de «si hay un instante en la generacin divina, si hay en Cristo varias filiaciones, si es posible la proposicién ‘Dios Padre oda al Hijo’, si hab podido Dios tomar forma de mujer, o de See, Dieser © de calabaza, o de piedra, y si una calabaza hubiera pod. do prediear, abrar milagros, ser clavada en la ceus, y qué habria consagrado Peciro, de hacerlo mientras el eucrpo de Jestis colgaba en la cruz», ctc., etc." El Elogio dela lovira aprieta en unas lineas disparates de diferentes infolios, ‘cuadernos y aulas, pero no los inventa. Con menos sareas. mo, le hubicra bastado notar que la teologia oficial de la song Coes Augen. mo Ration Lele Wik Wik, Nich {2865 tadosctin pala de 0. Pasa, exis pot Calon ily, Bane 's Rictrdo G. Villosada, La winded de Pa ‘he Vita O. P (1507-1822), Roma 1938, pig «Num quel ineans in gencrtione divine tiones? Num posiblis penposiio*Pater Da Suppostare mulieems, num diabolus vi arate bis de Prates um plies in Christo ie mien Nm Ds pore cen Tum gun ira et conan ato me, senda eruci? Ex quid conseerast Pnus, siconuectisstt co tempore gaa igi pendehat in eruce? ru is Netcrtann 1960 ysis ve. tise a (HL Mile en e les en Ope on, Amst 297%), pigs 6.148 14 se ERASNO, TEOLOGO época, especulativa por principio, estaba taxativamente prohibida a los laicos y los especialistas la preservaban con el miximo eclo de ser comprensible al comiin de los mortales (n. 4), Quede claro que la conju litterae 10 se proponia simplemente volver mas presenta- ble, dandole un barniz de elegancia a Ja antigua, la sola teologia que detentaba el titulo de tal. Esz habia sido la in- tencion de Paolo Cortesi (n. 31) al reescribi los libros de Pedro Lombardo en una prosa presuntamente modulada sobre Ciceron: un designio que consagriba el anacronis mo bajo disfraz de actualidad "* y que Erasmo refutd sin necesidad de recordarlo en el Civeronianu: (0. 128), donde el autor, con todo, se levaba buenos palos por motives afines. Tampoco se trataba de dejar que la teologia esco- lastica y los studia bumanitatis corrieran tranquilamente pa- ralelos y en ultima instancia independientes, como en los colegios de los jesuitas 0, mutatis mutandis, en tantos de ta Reforma: un compromiso de esa indole equivalia a una renuncia al afin anexionista que daba al humanismo su propia razén de ser. No, el proyecto erasmiano no era ponerle un collar distinto al mismo perro ni encerrarlo en distinto lugar que al gato. Erasmo pretendia ni mas ni menos que ofre- cor cl reverso de la tealogia oficial, reemplazarla por otra diametralmente opuesta. La inutilidad de la teologiia esco- listica, discurria, se comprucba lo mismo en el fondo qui en la forma: a unos temas esotéricos cortesponde wna jer ga ininteligible (y viceversa), en una y otros se da idéntico divorcio de la vida real y de la experienc cotidiana de Ja fe. No ocurre asi en la tinica fuente cierta del eristianismo: JJestis y los apéstoles usaban un Jenguaje tan accesible a los cién erasmiiana de pctas y 11s Roberto Candin, «'Antichi e enoderni n Paolo Cortese las acts el eames Pal Cribbs dl an top, San Cig, 19-13 gags YH, 00 prensa, y Joba [ D’Amicn, Resasune Haaminm i Papal Rone, Baltimate 1983, 5 inst-uidos como a los ignorantes, para mostrarles un espi- ritu que «a todos igualmente se comunica... y asi como no faltz a los que son enfermos y pequeiios, asi también 5 a los perfectos y grandes admirable». Es imprescindible re~ cuperar ese lenguaje y ese espiritu, los del Nuevo Testa- mento, estudiando la Biblia, a ser posible en la lengua ori- ginal y con ojo alerta a las peculiaridades de cada libro y de cada tiempo, empapandose en la Sagrada Escritura, manantial de todo comportamiento y pensamiento cris- tiano, de Ia vivencia intima a la predicacién, Nadie, en ingin momento, es ajeno al mensaje del Redentor, y por ende «todos también pueden ser tedlogos»'”. Los Colloguia crasmianos son a la par manual de conversacién Jatina y manual de una teologia, Ia philosphia Christi, que compra cen los mercados, toma el sol en las plazas y brinda en los convites: la casada feliz y la malmaridada contrastan las veniajas y las miserias del matrimonio, el carnicero y el pescadero no piensan igual sobre él ayuno, unos viejos se preguntan si han seguido en la vida el camino que mis les convenia... Todas son ocasiones para hacer teologia: Je- siis, punto de mira del individuo y ¢je de la comunidad, no puede sino hacerse presente en cualquier circunstancia de la vida, Una sociedad cristiana respira teologia por cada poro, El espiritu habla al espititu y con él se le responde, no con meras observancias externas ni ceremonias huecas. Ni con silogismos, desde luego. El propio San Pablo quiz no hubiera sabido dar cuenta de los problemas que absor- ben al ‘rast de los te6logos (bien es cierto que, como ya Pe- trarca apostillaba, «ln Apostolo Det nichil dyalectice artis 1 Hla omy ex sea see acommanei... af runt non lest in is it tn ada. Drton cose vx acs com frm eet esse Usain ul tn ee esse pater saete ld Tivnom list eve thea, Parr aC rtanae piaypsar aim, ca Oe {O- Ub, ealacelon pai dl siglo xeon Era, Bar 16 FL CRISTIANISMO DE ERASMO eraty'™): si serd licito comer y beber después de la resu- rreccién, el término a guy el término ad quem o en qué se- gundo se produce la ‘Transubstanciacién, supuesto que la formula de la Eucaristia wes una cantidad discreta dentro de una sucesiém (n. 117), Pero las enseftanzas de Jesus son cristalinas. Los eldsicos del cristianismo eno osaban afirmar nada que no esté nitidamente declarado en las Es crituras, y en hacer otro tanto y ensefiarlo de buena fe, sinceramente, «consiste la verdadera ciencia de la tcolo- gia». Es posible sentirse en comunién con Ia Trinidad sin se capa de explicar con los tecnicismos de I filosofia en Qué se distinguen el Padre y el Hijo ni qué significa la pro- ‘esi del Pariclivo. O secree o no se cree, El dlogma novco. rre peligro, si la caridad esta segura. Lo importante es un coraz6n limpio, y la meta de todos nuestros rien purgar cl dénimo de las pasiones, ade lo clos, la en= vidia, ef odio, la soberbia, Ia avaricia, Ia Iujuria..., y en conseguir los frutos del Espiritu: el amor, la alegria, la paz, la paciencia, la bondad...»™. Cristo es el lenguaje (aln principio erat sermon, traduce Erasmo} que arrebata con la fuerza del amor. A imagen suya, el tedlogo tampoco debe whablar de las cosas de Dios sin pasiém, sin emocio- arse y emocionar a quicn lo escucha, sin transformarse a si mismo y proponerse transformar a los demis, incitan- dolos a abritse al espiritu, a obrar segtin la caridad: el que- ‘iin Maral eal ein. lead le Dieiso Nom y Mase Fatallon, Madrid, 1952, pin 454 5 462 mt "2 pad Pde Nola, Py Pama 1p 207 1 Vet, ate uti de rh dispar, neque spicqutnstlbane de his pronotire gua non eet apr anon he oe fs quarunt autoritas nobis ext sacrosancta, vats hoc malt hc ugenlam tore at te eg “utavaricia, ut hibidine purgem animum... Non effugies exitium, nisi curatis in Uispensaten, Ope EL CANTO DEL CISNE hacer del teélogo «mnis consiste en los afectos del énimo que en argumentaciones y més se muestra en bien vivir anes bien argitir» Auestro propésito, tals son los grandes rasgos de la tcologia en que Erasmo aspiaba a imbuiratodes los fe, les para desplazar a la teologia sistemitica oficial. Peto, asi las cosas, dificilmente puede caber ninguna duda sobre ol papel... de la elocuencia en la instruccion espititual del ‘caballero de Cristo’» (n, 1 14): la elocuencia es el modelo mismo de esa instruccion. O en otras palabras: Errno concibe Ia teologia segin los patrones de la elguentia In ee €n unas coordenadas y de acuerdo con unos planteamientos que en una medida decisiva repiten la coordenadas y los planteamientos de los siudia peste Excusado es decir que esa correspondencia no impile que |e philsephia Christ’ posea una sustantividad teligiosa (el grado de originalidad no nos concierne ahora), con prcsu- Puestos, contenidos yacentos propios: una cristologia, «la contradiccién entre la carne y el espiritun, ala imagen de la Iglesia como comunidad, definida, en virtud de su pro pia esencia, por el amor» (n. 115), etc., ete, En ocasicnes, la huella de la ebguenta se percibe incluso en la configura, ci6n de los principios doctrinales, pero et dato mis signi Heativo para nosotros ni siquiera esta ahi, sino en la evi- dencia de que el esquema general que los organiza repite bisicimente los paradigm del humanismo. ; in efecto, el idolo que a Erasmo le in ri Histico, y tampoco ahora por mera rivalidad de escsche sino porque cumple clegir entre un codigo astificial pang ° 4A mili quid parvo sheolog nie ers divin age alec nui, pes Alig haga on Ope IN col Ho philsophiae nis afettnn stom cee wm eaten, Fara cok 3K, tena en sey ig 61 - versa enolate 18 | TROLOGIA ¥ ELOCUENCIA iniciados y una lengua a la medida de todos los hombres, porque esta en juego el predominio de una nocién del sa- ber como teoria arcana, reservada a une minoria de espe- cialistas, o bien como cultura viva, destinada a iluminat la experiencia real del mayor mimero posible de beneficia- rios. Esa visién del problema es simultineamente una vi sién de la historia, [a vision de la historia que se echa en falta en las corrientes de espiritualidad medieval afines a Erasmo en Ia hostilidad a la teologia especulativa («Et quid curae nobis de generibus et specichus?»'). Porque la philsophia Christi postala un vasto retorno a ta edad ante rior a una decadencia milenaria, con la vuelta a unos li bros fundamentales cuya letra y cuyo espiritu han ido co- rrompiéndose en siglos sombrios: y claro esti que una de- puracién de} cristianismo de las lactas que lo agobiaban mal podia presentarse sino como una vuelta a Jestis, pero claro esti tambign que el énfasis en el proceso de degrad: cidn paralela de los textos, los saberes y las costumbres, asi como el ideal de una restauracién de todos ellos asimismo paralela, proceden en linea recta de la perspectiva filolé- gica més hondamente radical en los studia bumanitats Como en ellos, el niicleo de Ia teologia erasmiana reside en el lenguaje, y con perfecta coherencia, porque Dios se ha hecho lenguaje y a través del Jenguaje hay que buscar- Jo™, con un minimo de preceptos y Ia intensa frecuenta- cién de unos libros cardinales; y como en ellos, obv mente, la propagacién de esa teologia, al igual que su ac quisicidn, sigue el programa de Ia ret6r ca antigua: en re- sumidas cuentas, con el horizonte de una grandiosa refor- ma moral y social, lo que le importa es persuadir, y para inducir a la accién recurre como instrumento privilegia- do al pathos, a esos wafectos del Animox (n. 122) que los Tet ML O'Rourke Boyle, Eran ov Langage ad Meth Thy, Toro 19 EL CANTO DEL CISNE oradores logran despertar porque los experimentan en si tnismos y porque prestan particular atencidn al caracter y las circunstancias del auditorio al que se dirigen No es viable ni resultaria oportuno aqui ir macho més alli de esas afitmaciones a trazo grueso. Cabria concretar- las con infinitas precisiones, porque ni siquiera seria im- propio sefialar que un buen tramo de la tcologia erasmia ha cold programiticamente contenido en los criterios constitutives del humanismo. No hace falta sino evocar las conclusiones de Lorenzo Valla, el cuatro de marzo de 1457, en Ia iglesia romana de Santa Maria sopra Minerva, cuando impugnaba la opinién uninime de los dominicos guealli le ojan, convencidos de que el mérito principal de San: Tomas era haber puesto al servicio de la teologia «la logica, la metafisica y la entera Filosofia, que los Doctores ‘mis antiguos apenas habian gustado con la flor de los la- bios», mientras él juzgaba, al atrimo del Apéstol (Colo- senses, II, 8), que probablemente seeia mejor ignorar tales sofisterias y, en todo caso, atenerse al «theologandi mo: lus de los gigantes que fueron Agustin, Ambrosio, Basi- lio, of Criséstomo...'" Pero, si nos remontamos un siglo tris, nunca encontraremos a Petrarca may encrespado Por a pasion que en sus nutridas paginas contra los usur- paderes que deshonran el nombre de maestro en teologia, antaio ostentado por tan santos eprofessores», y n0 quie~ ren hacer verdad en si mismos que «Pictas est sapicntian: «novi .. theologin desdefiosos de los Padres, tal vez de los Apostoles y del propio Evangelio, que se han vuelto «ex theologis dyalecticin, ‘de tedlogos diilecticos, y ojald no sotistas"™, y que con todos sus predicamentos y categore- "25 nami Sat Tan viz bead |G nlp Aint ed. MJ. Valen, em 1. Nall, Ops vin, 1962. ve, Uopajp, M939. ieee eum banner theloaadhibere logis, metaphysieam aque omc pi epham, quad superiotesdactore ie pris luiskgustasents),y Salon re Cawporeile, Lareren Vals. Unaaine + tein Foret, 19 "2 De rena mrasqn forte LS1044 Ss, Vashem Opes by pi 37,9 Wy 120 Y HOLOGIA NUMANISTA mas aristotélicos no tienen, como no tuvo Aristételes, ni una palabra que nos mueva intimamente a bien obrar (a. 152) Ese itinerario que desde la escoléstica como término negado conduce a los affectus de la elocuencia a la vez que al Nuevo Testamento y a los Padres eno es acaso en un lar- guisimo trecho el mismo recorrido de la philasophia Christi? Las formulaciones similares de Petrarca, Valla y tantos otros humanistas no son solo ‘precedentes’: la teologia de Erasmo comparte con ellos unas raices y una savia que no por dar flores y frutos en distintos lugares y tiempos dejan de ser unas y las mismas. Son, decia, los paradigmas del humanismo. Ninguno mas fecundo que la ret6rica, y tan 0, que, si quisiéramos, los pronunciamientos recién lei dos podriamos explicarlos a la luz de un solo parrafo de a sragna charta que los studia humanitatis tavieron en el De sratore de Cicerdn: «mientras las dems artes tienden a sui gir de fuentes recénditas y remotas, el arte de hablar estd n medio de la plaza, como a disposicién de cualquiera, ocupada cn las practicas y en la lengua de todos, de suerte que si en los otros campos se Hega tanto mas a la caspide cuanto mas lejos de la comprensidn y el parecer de los no especialistas, en el hablar el vicio mayor estriba en apai tarse del estilo corriente y de los modos de sentir comin. mente aceptados» Traigo a colacion el lacs classicus del De oratore pata in- sistir en que son los principios generales, como el tan me- morablemente acufado abi, los que marean el aspecto pig. AMY mis, NL x 1957), pig 23 7 abajo, 152 (Quel etiam eneailius det vider, quia ceterum aetiam sta fete recrnits atque anti fons haart cea autem omnis tation medi Satur ain ctr id missin exe que! lengisume i ah impetonum ite Agente vensuque disiuctum, in dicen autem vitium vel masimnutn sta Yolgath genere orationis atgue comsuctadine communis scnsus abhoteree (os, 1) Le Paras, eh V, Rest IM (oreneta seaman quod ws aque oem 121

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