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Pablo Guadarrama Gonzalez . Bibbiots Deverell GOLEGIO DE Ml MARXISMO Y ANTIMARXISMO en América Latina = fy Mi 12 FAto.-2bn 6 EDITORA POLITICA LA HABANA EDICIONES EL CABALLITO MEXICO, D.F., 1994 Baici6n: Norma Castillo Falcato Disefio: Roberto Sdnchez Alfonso Correcci6n: Virgen Herndnder, Ana B. Delgado, Milena Verdejay Ramén Caballero Realizaci6n: Alfonso Prieto ‘Composici6n: Janet Femdndez Padilla y Lourdes Ravelo © Pablo Guadarrama GonzAler, 1994 © Sobre la presente edicion: Editora Politica, 1994 Ediciones El Caballito, S.A., 1994 ‘Todos los derechos reservados. Se prohtbe la reproducci6n, total o parcial, de esta obra sin ia autorizaci6n de la Editora, ISBN 959-01-0095-3, ISBN 968-6125-70-1 Coedicién dtigda por Fidel Aguirre Gamboa y David Alvarez Saldaia, Eéitora Polttica Belascoain No. 864, Ciudad de La Habana, Cuba Ediciones El Caballito, S.A. Callej6n Ixpantenco #20-A- Tel. 544-3284 Gol. Los Reyes, Coyoacin México, DF. indice Agradecimientos...... 7 ‘A propésito de marssmo yantimarrsmo, 9 Introduccin, 2Por qué y para qué este ibro?... B cos del antimars Presupuestos conceptuales para lestudio. 7 de la filosofia y la ideologia burguesas. Etapas y funciones fundamentales is del snzomunisnoyclantimarssmo » ‘ormas més generalizadas del antimarxis calaactaldadesns nn uimarssro Sue anita ser marae Arma Lata. a carirutom Alums moments temas de conrontc rel marxismo yelsntimarnis en Amica Lal Antecedentes del pensamiento sociali: seaeeancee . Anes Latin om m socilista atlas dels precursors dl maine a en América Latina.. Z “ Nuevos combates del maraismo y el antimarsicmo,, 2 CAP{TULO HI La Revolucién Cubana y la nueva época del marxismo latinoamericano. ‘La critica dc las armas y el arma de la critica ‘GHlay crisis entre los marxistas latinoamericanos?. tPor qué y para qué filosofar en América Latina? Conclusiones. Balance y perspectivas del marxismo yel antimarxismo en América Latina, 157 Agradecimientos Siempre un libro obliga a multiples agradecimientos, que jamds pueden ser compensados por la mera referencia, y harlan, en tal caso, interminable el listado de nombres. Por eso deseo expresar ‘mi gratitud a todas las instituciones mencionadas a través de sus ‘portadores personales, ast como a mi familia, que tanto apoyo ma- terial y espiritual me ha brindado siempre; a los compatieros del Institito de Informética de la Universidad Central de Las Villas, or su ayuda en el dispendioso proceso de edicidn, y a todas las personas que, al no verse ineluidas en alguno de los grupos referi- dos, se sientan con razén acreedoras de nuestro reconocimiento, ‘por haber contribuido aun del mds minimo modo a que veamos el ‘mundo con ojos mds limpidos. Especialmente quiero hacer constar el agradecimiento a ta Uni- versidad INCCA de Colombia por habernos posibilitado Ia exposi- cién de nuestras ideas, contenidas en el presente libro, en el Magister de Filosofia y efectuar su primera edicién en el marco de los convenios que esta institucién mantiene con ta Universidad Central de Las Villas y otras instituciones cientificas y de la educa- cién superior de Cuba. Este hecho constituye una significativa contribucién al proceso comiin de reflexidn sobre las particularida- des del desarrollo del pensamiento marsista en América Latina que ha sido posible evar a cabo también durante esta estancia con estudiantes y profesores de otras centros de educacién superior ¢ investigacién de la Reptblica de Colombia. Tanto las discusio- nes académicas que hemos llevado a cabo como las que se des- Prenderdn posteriormente con esta publicacién han sido y serdn de extraordinario valor para nuestros proyectos de investigacién sobre el pensamiento latinoamericano contempordneo y de antemano agrade- cemos toda sugerencia critica que se nos haga llegar, convencidos de ‘que siempre aporiardn alguna idea abonadora de nuevas reflexiones en este estudio, tan exigido en las circunstancias actuales, sobre el pensa- ‘miento ya cultura de nuestra América, | | | 1 i A propésito de marxismo y antimarxismo Pablo Guadarrama es un autor conocido en Cuba y en América La- tina\principalmente por sus trabajos en torno al pensamiento filo- sofico en la regi6n y, en particular, en Cuba. En esta ocasién nos ofrece una visién panorsmica del mismo tema a través del prisma ée la confrontacién entre marxismo y antimarxismo. La lectura de este libro nos obliga a repasar, desde la Sptica de- finida por el autor, concepias fundamentales del marxismo. sf, aborda el andlisis de la relacién personalidad-masa; ser social-con- ciencia social, el problema del partidismo en fa filosofta; la interre- lacion entre las fuerzas productivas y las relaciones de producciGn, etc, replanteadas en un plano polémico, vitalizador. Hace una convincente exposiciGn del problema det paftidismo filos6fico, tema insoslayable si se pretende un andlisis serio det pensamiento filosofico. La lucha entre las posiciones materia- listas y las idealistas, pivote ¢ hilo conductor de la historia de Ia filosofia, aparece nuevamente con particular connotacién y obli- {ga al fil6sofo marxista a su replanteo y elucidacién en tas condi Giones actuales. Guadarrama se proyecta con la amplitud del filésofo que se adscribe no solo a los principios sino a las tradiciones del pensa- miento marxista-leninista; su libro ¢s también un llamado a no ver con ojeriza cualquier expresién del pensamiento burgués si- no con la curiosidad y pupila analftica del cientifico, Por ello, no encierra su filosofia en una urna de cristal, sino que abre sus ventanas al mundo dispuesto a asimilar criticamente ese pensa- jento como parte del pensamiento humano universal, en cual- quiera de cuyas ramificaciones sabe encontrar el estudioso el grano racional, sin que su sistema de principios y categorias se desorganice ni dejéndose llevar por la cOmoda superficialidad. El texto nos ayuda entonces a comprender el papel del marxismo smente, no solo en Ia historia del pensamiento social, sino en todo el devenir social, desde su concepcién y divulgacion. Guada- rama nos lleva en su libro por un revorrido a través de los puntos nodales de ese desarrollo, pone al desnudo las principales corrien- tes del antimarxismo, sin caer en la negacin metafisica del pensa- miento burgués, revelando a su paso los nexos y diferencias entre filosoffa y politica. En ese trayecto Hlega a América Latina y explica ampliamente también aqui, en nuestro entorno geocultural® inme- diato, con abundante informacion y s6lido andlisis los principales momentos del impacto del marxismo, las fuentes objetivas que Jo prohijaron en nuestras tierras y el cardcter de Ia oposicién burgue- sa en el pensamiento, en la polftica, en la propaganda y Ia publici- dad comercial y en la represiOn; demuestra, por tanto, que no hay ciencias sociales desideologizadas. Este volumen es producto del trabajo de un fildsofo compro- metido con el estudio cientifico, objetivo, de la realidad y con su transformacién en direccién del progreso social, es deci con la Revolucién y su obra, que es también su ideologia y su filosoffa, Guadarrama desarrolla el problema del fildsofo como hombre po- Iitico (valga fa redundancia) a partir de la realidad latinoamericana y ofrece-una panormica de las tendencias en que se agrupan los fil6so- fos de la regiGn. Esta vision general permite al lector comprender pa- ra quées necesaria Ia filosofia y acercarse al valor social del filésof0, a su participacién. Aborda también el problema de la division de la filosofia marxista en materialisio dialéctico y materialismo hist6rico, una préctica im- portada en Cuba, donde junto con el colosal esfuerzo por difundir el marxismo, en particular su filosofia, no estuvo presente el sentido cri- tico; no desarrotlamos como era menester la propia ensefianza ni pro- fundizamos en el desarrollo del conocimiento filos6fico. Asi también aplicamos esta divisién, nunca hecha por los clésicos que derrumba- ron muros, sino por quienes luego se dedicaron a ordenar y clasificar Ios escombros. En efecto, en Cuba hemos ensefiado marxismo a miles, decenas de miles, cientos de miles y millones de personas, en distintos grados, con distinta profundidad y ello indiscutiblemente ha dejado un saldo positivo en la conciencia y actividad social del pueblo, pero la fuente {readora del pensamiento ha quedado en el hecho mismo de la revo- Tucién socialista, incluido el pensamiento del Che y Fidel y no en el + Permfaveme el empleo de este wocablo. 10 sistema educacional y cientifico-investigativo creado por la propia Revolucion donde solo frubo destellos y donde hoy también se rectifi- ca encarando conscientemente Ia realidad. Guadarrama, simulténeamente, defiende la esencia universal de la filosotia marxista y fundamenta esta aseveraciOn en la identidad entre el método yelsistema, Nadie podré dar por terminado el estudio de} objeto y el método de la filosofia marxsia, nadie tampoco podr4 negar lo que ¢ ya un peldafio en el conocimiento de ta verdad. ‘Aborda consecuentemente el papel de la realidad cubana en el de- sarrollo del pensamiento filos6fico latinoamericano. Nos recuerda en fsus paginas, con argumentos hist6rioos, e6mo en la ideologia de la Revolucién Cubana —que estd por estudiar y sistematizar— esté pro- sente el pensamiento democratico, popular y revolucionario de més detun siglo de existencia de nuestra nacionalidad. ‘Al desarrollar 1a dialéctica personatidad-masa explica en ‘gruesas pinceladas ef papel de Fidel Castro en la revolucién y en el pensamiento revolucionario cubanos; desarma a Jos que hin Interpre- Tado superficialmente 0 criticado de modo simplista las ideas del Che. ‘No olvida el autor dos temas esenciales, objeto de enfoque filosoti- ‘en en la actualidad: a relacién entre marxistas y cristianos y ta crisis det socialismo en Europa oriental y 1a UniGn Soviética. ‘Sobre el primero, desprejuiciadamente y, por tanto, a la tuz de la tozuda realidad,analiza los puntos comunes de esta relaci6n con las particularidades inherentes en América Latina; al abordar el segundo, Pechaza argumentadamente Ia simplificaci6n,asf como la inferencia de {que por ello estd en crisis el marxismo, rechaza también —como to ttaria ef obrero que necesita emanciparse o cl que se emancip6 y cons- truye una sociedad mds justa— a los que pretenden convertr al soeia- Tismo en una utopia y reclaman entonces una "utopia tharsista” en lugar de una ciencia sobre la sociedad, separando teorfa y préctica, v- iando la revoluci6n de argumentos objetivos, cientficos. "El Hibro de Pablo Guadarrama constituye un aporte valioso al em- pefio de rescatar las tradiciones creadoras del marsismo-leninismo y Sel pensamiento social revolucionario cubano, es una contribucién a ‘polar el agua sucia preservando Ia criatura, es un trabajo cientifico. El mismo decidi6 dejar sin actualizar algunos enfoques. Ello no disminuye su valor pedag6gico, pues las precisiones necesarias saltan ia vista, y sf reafitma su convencimiento de que no hay verdad sin terror y ello también tiene valor pedagdgico. ‘Offece una abundante informacién cuyo contenido y sistematiza cign revela afios de perseverante trabajo investigativo y analition que u condensa y cristaliza hoy en este texto que nos presentan Editora Po- IMtica y Ediciones El Caballito La obra de Pablo Guadarrama es ya literatura obligada de los estu- diosos cubanos y latinoamericanos. Asequible a todos por su lenguaje sobrio, sencillo, que no pierde su esencia filos6fica y simultdneamente informa y promveve el andlisis, debe ser lefda por estudiantes, profe- sores, investigadores y por todo aquel que se sienta un poco fildsofo. DarfoL- Machado Rourfguez. 2 Introduccién 4Por qué y para qué este libro? La idea de eseribir este fibro surgié en el verano de 1985, cuando im- Partfamos un ciclo de conferencias, en. las Universidades Aut6no- ‘mas de Managua y de Leén, sobre algunas manifestaciones del anticomunismo contemporéneo. Motivados por las interesantes iscusiones que se produjeron y utilizando el material grabado, ini- ciamos la redacci6n del primer capitulo. Aunque después volverfa- ‘mos a redactarlo, siempre guarda en su seno la impronta de nuestro estilo de pensar ‘durante los primeros afios de los ochenta. No obs- tante, hemos decidido publicarlo asf, como testimonio de los necesa- rios cambios que se han producido en nuestras ideas en esta ‘efervescente época de transiciones perennes. Inmediatamente advertimos que para continuar dicha labor ‘era imprescindible profundizar en el estudio de ta trayectoria del pensamiento marxista en América Latina, pues de otro modo el enfoque podrta resultar muy unilateral. Emprendimos dicha ta- rea y sus primeros frutos se vieron en un curso de posgrado en nuestra Universidad Central de Las Villas en 1987 y 1988. Otro paso importante en su maduracién fue la imparticién de algunas conferencias sobre el tema, en ese tiltimo afio, en la Universidad INCCA de Cotombia, donde en forma similar Se nos facilitaron to- das las grabaciones de nuestras conferencias y discusiones con los alumnos del Magister de Filosofia. Desde un principio no nos propusimos escribir una historia det marxismo ni del antimarxismo en América Latina, sino aportar al- ‘gunos clementos para la necesaria reflexién sobre los principales momentos de confrontacién entre ambos. De ah{ que consideramos imprescindible, después de analizar algunos presupuestos te6rico- B metodol6gioos para el andlisis de la cuestiOn, entrar en un segundo apttulo con mayor carécter histérico, en el que se abordaran las ‘ideas y posiciones de algunos de los mds importantes representantes del marxismo en esta region, asf como de sus antecesores, sobre los te- mas de mayor controversia en sus respectivas épocas. ‘Sabfamos de antemano que no podriamos abarcarlos todos, ni quicra profundizar en muchos de ellos, Pero nuestro objetivo era Ofrecer ciertos elementos de juicio que confirmaran la hipétesis de ‘que, al igual que el marxismo en sus orfgenes.y desarrotio en Europa se habfa gestado y enriquecido en la lucha contra las formas impe- antes de Ia filosofia y la ideologfa burguesas, también en nuestra ‘América se habia producido un proceso similar; que no constitufa un ‘simple eo0 de aquel, pero que tampoco podia ignorarlo, dado el ca- acter hist6ricamente universal de las formas. de la conciencia social, enire las cuales se destaca la filosotia. : ‘Querfamos verificar si resultaban validas algunas crfticas al marsis- mo, por ejemplo el tacharlo de europetsmo, exotismo, dogmatisino, ‘etcetera. © si, por el contrario, nuestros marxistas en lugar de plan- tearse la elaboracién de sistemas te6ricos aprioristioos y_especulati- ‘y0s, como es combin en el pensamiento burgués, se hablan dado a Ia {area de estudiar sus respectivas realidades concretas y a la vez nutrir- se de las formulaciones te6ricas emanadas de la doctrina marxista en tanto que la enriquectan y enjuiciaban, Otro objetivo consistia en apreciar en qué medida se habia pro- ducido la necesaria imbricacién orgénica entre la elaboracién in telectual y la actividad —prdctico-politica de los _marxistas latinoamericanos y e6mo esto habia incidido en Ia recepcién del maraismo en este Ambito, : En ese sentido aspirdbamos a constatar si el pensamiento ‘marxista latinoamericano habfa sido no solo original, sino tam- ién auténtico, por cuanto se habfa correspondido o no con tas exigencias epistemologicas, metodolégicas, axiolégicasy socio- polfticas de cada circunstancia, Era nuestro interés analizar e6mo el antimarxismo no solo se nu- tre de las fuentes tradicionales de las corrientes filos6ficas actua- les, sino que aprovecha cualquier insuficiencia de los andlisis ‘maristas 0 cualquier error politico aislado para convertirlo en una caracterfstica "universal" ¢ inherente a todo enfoque marxista. Para esta labor habia que detenerse en las distintas formas de identificacién 0 acereamiento al marxismo, a diferencia de quie- nes. se le aproximan solamente para observar dénde mejor pueden concentrar sus golpes, 4 ‘También nos motivaba la idea de que el marxdsmo por su esencia ‘genuina no reserva ef arma de la critica solamente para sus adversa- rios, sino que la utiliza como constante fermento catalizador de per- feccionamiento de sus propias elaboraciones tedricas, acorde con Tas nuevas circunstancias que emanan de las nuevas contradicciones en- ‘gendradas por la préctica social, sin renunciar a las tesis fundamen tales de la concepcidn dialéctico-matesialista, y por tanto hist6rica, del mundo. Por todas estas razones era imprescindible profundizar en el tema de qué significa ser marxista, No por un simple juego se- méntico 0 expresién de insatisfaccién intelectual, sino por Ia exigencia metodol6gica que requiere la investigacién futura sobre el tema. Una motivacién para escribir este libro ha sido contribuir al proceso de formulacién de hip6tesis destinadas al trabajo poste- rior de nuestro grupo de pensamiento filos6fico fatinoamericano de Ia Universidad Central de Las Villas, asf como de investigado- res de otros centros det pats y del extranjero que desarrollamos esta tarca conjuntamente. Convencidos de que el triunfo de ta Revolucién Cubana cons- tituye un punto nodal del desarrollo del marxismo en América Latina, dedicamos un tercer capitulo a debatir algunas cuestiones de actualidad, que exigen reflexién profunda e investigacién posterior, pero jamés silencio cémplice ¢ impotente. Los inves- tigadores marxisfas en la actualidad tienen el deber de ir presen- tando los resultados parciales de sus trabajos, y no esperar a que todo se actare y tranquilice para eseribir bellas crénicas. También deben afrontar con valentfa cientifica y politica las transformacio- nes del mundo contempordneo para no caer en las pasiciones del marxismo vergonzante. Con ese fin hemos ido sometiendo a debate pablico las ideas fun- damentales de esta parte sltima del libro. Las referidas al objeto y Ja funcién de ta filosofia —"Por qué y para qué filosofar en Améri- ‘ca Latina’— fueron debatidas en los congresos de Filosofia de Cér- doba, Argentina y Toluca, México, en 1987, y las concernientes a 1a crisis del marxismo, en los congresos realizados en Bolivia y Pers en 1988, Muchas de estas ideas fueron confrontadas durante 1989 con profesores y amigos de las universidades de Leipzig y Rostock, de la Universidad de La Habana, del Instituto de Filosofia de la Academia de Ciencias de Cuba, de mi propia universidad y otras instituciones nacionales y extranjeras, principalmente durante el Congreso de la American Philosophical Association, en Atlanta, Estados Unidos, as quienes me aportaron valiosas sugerencias, También a principios de 1990 tuvimos la oportunidad de intercambiar criterios sobre este to en la Universidad Nacional Auténoma y el Instituto Politécnico Nacional, Universidad de Judrez y Universidad de Nuevo Leén, de México, y en varias universidades colombianas. De manera tal que ahora sometemos a la critica este conjunto de trabajos ya mAs claborados y articulados, pero no por ello inobjetables. En este aspecto coincidimas con lo planteado por Armando Hart, en ocasi6n de la reunién en Casa de las Américas de latinoamericanistas de los entonces patses socialistas: hay que dejar atrés la etapa de escribir libros con los cuales todo el mundo esié de acuerdo. 16 Capitulo I Principales fundamentos teéricos del antimarxismo Presupuestos conceptuales para el estudio de la filosofia ‘yl Ideologtaburguesas El estudio de la trayectoria de fa ilosofta y la ideotogfa burguesas exige ante todo de una reflexién que se proponga contribuir a la elaboracion de una concepeidn teérico-metodol6gica para abordarla en detalles. El ‘marxismo-leninismo en su propio desarrollo ha venido construyendo la base te6rica para dicha labor. En su enffentamiento critio con la filoso- fia burguesa de su poca, Marx y Engels, y posteriormente Lenin, fueron descubriendo algunos. principios te6ricos que constituyen una premisa sgnoscoldgica, metodoldgica e ideol6gica bésica para poder analizar tanto Ja filosofia burguesa como el propio devenir del mamxismo hasta nues- tros dias, también en el contexto latinoamericano.’ Sin embatgo, vivi- mos en una época en que parece tomar fuerza parad6jica el principio de renunciar a todos los principios, por lo que es obligado siempre, de algain modo, partir metodokégicamente de algunos de elios, aunque en verdad nose part, sino que a ellosse llega. Uno de’estos principios es el del partidismo ideol6gico. Es obvio ‘que un andlisis etftico y radical del pensamiento burgués debe efec- 1 Hemos osorgado siempre stenckin especial af reformulacién contante de kx Princpioe tececomctodclopicce para el estudio del” pensamientoflsstico Biinoamericano eonvencidce Ge la inpeibidad de ensiquccr low reslkados de dichas Investigaciones sala vez, nose enriquece el insrumentario de trabajo. Vease P. Guadarroma: "El anlsis marste-eniia do ls Historia de le Goof frente a ls ‘ergheraciones de la hstriogata burgues’ En das, No, 62, Reva dela Universidad (Central de Las Vile, Santa Chr, Bnero abril de 179, pp. 159-176, P. Guadarrama y E. ‘Tse: El pensamient flosifico de Enrique Jot Varna. Bdiarial de Ciencias Soi, Lt Habana, 1986 P. Guodarram "Problems terics y metodoligcos para el estudio del pemamicnto Gila latincamericane®. En Revista Universidad de La Habana. No. 239, Ta Habana, 198, pp. 195-210. 7 tuarse desde Ia ideologia del proletariado, entendiendo bajo este con- ‘eplo, no exclusivamente a la clase obrera sino a todos los sectores real- mente desposefdos, incluso a amplios sectores de las clases medias {que se proletarizan constantemente y que tan importante papel de~ sempefian en Ia estructura social de América Latina, Por tanto, el es- tudio comprometido de la filosofia burguesa debe ser cfectuado desde posiciones ideol6gicas definidas al lado de ta clgse, cuyo conte~ niido historioo universal deseubrieron Marx y Engels.” Este hallazgo permitié pronosticar que una valoracién futura del pensamiento universal sobre el desarrollo social, que se plantee objetivos sustan- tivamente emancipatorios, tendrfa que hacerse consecuentemente de manera cienitfica desde las posiciones de ta clase obrera, La historia posterior ha demostrado que, no obstante las transformaciones que se hhan producido en esta clase con los avances de Ia ciencia y la tecnolo- sa, ella aiin permanece entre los grupos menos favorecidos por los avances de la sociedad, que quiere ser ya posmoderna en los paises nds desarrollados, cuando en esta parte del mundo muchos hombres, ‘i siquiera tienen una noci6n de los progresos de la modernidad. ‘Toda filosofia ha sido siempre expresiGn ideolégica de determi- nados intereses de clase aun cuando no se limite su contenido a este tipo de expresién y esto no corstituye una excepcin, por supuesto, en el caso del aniimarxismo latinoamericano. Al contrario, sera un elemento fundamental el que se asuman claras posturas clasistas, pa raenfrentarse al marxismo. Ahora bien, el partidismo puede manifestarse en dos formas, en el plano filos6fic y en el politico. En el primer caso se hace referencia a fas posiciones que adoptan los pensadores ante el problema fundamen- tal de Ia fiosofla —o sea la relacién entre el pensar y el ser, que no debe ser identificada con el problema filossfico de cada época hist6rica— y por tanto en cuanto asiseqgrientan bésicamente en el sentido del ma- terialismo 0 del idealismo,* lo cual no presupone necesariamente con- cebir el devenir de a filosofia como un partido de fatbol. En la historia de la filosofia es evidente que todos sus repre- sentantes han tenido que definirse en siltima instancia ante tal crucial cuestion, avn cuando en ocasiones Se pretenda adoptar wna. tercera opcidn al respecto, o no tomar ninguna, No hay posibilidad real de cevadirse de esa crucial problemética, como han intentado infruc- 2 ©. Mane Crea del derecho poltice hegeliano. Bdtoril de Ciencias Sociales, La Hahana, 1976, p29 3 V. 1, Lenin: "Materialsmo y empiciocritismo’. En Obras competes. Eitoral / Cartage, Bucnos Airs, 1960, «XIV, pp. 332-342, 18 tuosamente algunos fil6sof0s. Tal concepcién no debe conducir, de rningn modo, al maniquefsmo tradicional, que divide los fenémencs cen buenos y malos y ha ignorado los valores del idealismo filos6tico, €n tanto que ha sobreestimado los alcances del materialismo. Tan ne- gativa resulta una hiperbolizaci6n como la contraria, o sea la que ha inimizado los apories del materialismo a la historia universal del pensamiento, ignorando la interpretacién dialéctica de ambas eo- Frientes. Si asf suoede en el plano filos6fico, mucho menos debe serlo ‘en el politico, donde se exige una mayor definiciGn ideol6gica, ya que resulta imposible "estar en Ia cerca’ o por encima de los ban- dos, equidistante de las posiciones de tas clases y grupos sociates que sirven al progreso social o las que lo frenan, Al estudiar el antimarxismo contemporéneo hay que_prestar ma- yor atencién al partidismo en el sentido politico-ideoldgico ya que, ‘como es conocido, a flosofta no se reduce a su componente ideold- gico, sino que incluye otros como el axioldgico, el omtoldgico, et epis- temoldgico, el metodol6gico, etc." y posee un cardcter mucho mds amplio, pero uno de sus ndcleos basicos radica en la ideologta. Da- do que se hard referencia sustancialmente a dicho niicleo, en esta obra se centrard la atencidn en el partidismo politico. Este presupo- ‘ne argumentar con claridad suficiente Ja imposibilidad de una recon- ciliacién entze ta ideologia burguesa y la proletaria, No debe haber titubeos entre una _concepcién del mundo que es portadora de 10s gérmenes del futuro y la que hist6ricamente representa el pasado y un presente que necesita ser superado, No obstante este hecho, en muchas ocasiones la filosotia burguesa protende una objetividad apartidista que se conoce como el objeti- vismo burgués. Este no es més que un intento estéril por tratar de asumir posiciones pretendidamente cientfficas, al margen de la ideo- logfa, por cuanto se parte del falso presupuesto de que no, pueden darse a la vez la objetividad cientifica y el enfoque ideoldgico.> El concepto mismo de ideologia, desde que hizo su apariciGn en la literatura de 10s elésicos def marxismo, tuvo al principio una significa- ci6n diferente a como posteriormente se entenderia en la propia fi- Tosofia marxista, En 1845 ellos escribieron: "Y si en toda la 4 “aun cuando ta filosoffa constituye una ciencia y, a la vex una forma Ideotogico-valoral ‘conciencia roca, ella no puede ser reduce nis una ciencia mis, a Rodriguez Usk Habana, 1985, p15, 5 Vease FE. Sdncher Linares Us cena floufa? Baitora Poca, La Habana, 1588, 19 ideologfa los hombres y sus relaciones aparecen invertidos como en a cmara oscura, este fendmeno responde a su proceso hist6rico de vida, como la inversiGn de los objetos al proyectarse sobre la retina esponde a su proceso de vida directamente fisico."® Marx y Engels en aquellos momentos se estaban refiriendo a la ideologfa burguesa, in- teresada en transformar las. relaciones reales en ficticias, y viceversa, ‘como habfa proclamado con sus consignas de “igualdad, libertad y fraternidad’. En tal definicién no estaban incluyendo a la ideologia del protetariado que ellos mismos se encargarian de convertir en cien- cia. I principio del partiismo guarda estrecha relacién con el de objetivi dad. Para los intelectuales no marxstas las conclusiones a las que arriben las ciencias sociales siempre se alterarin por Ia opcién ideolégica del investigador _y dstorsionarin su cardcter. As{ ef filsofo mexicano Luis Villoro sostiene que la filosofia marxsta ‘por una. parte, es un pensa- miento crtico y libertario. A a vez.que_ desmistifica las ideologfas opreso- ras, puede orieniar a una préctca social que conduzca a una liperacién real, Pero. también suele convertise ella misma en ideologfa’,® lo que equivale, para este filésofo anaiitico, a que pierda su credibilidad, pues se- ‘gin su criterio: "Las ereencias compartidas por un grupo social son ideo- [ogicas siy solo si: 1) esas creencias no estén suflientemente jusifieads; ‘8 decir, el conjunto de enunciados que las expresan no se fundan en razo- nes objetivamente suficientes; 2) esas creencias cumplen la funcién social de promover el poder politico de ese grupo; es decir, la aceptaciOn de los ‘enunciados en que se expresan esas creencias favorece el logro o la con- servaciOn del poder de ese grupo.” Esto lleva a establecer una incompati- bilidad congénita entre objetividad cientifiea ¢ identificacién ideoKigica. Cle son as rafces de esa pretendida incompatibilidad? Si se realiza un andlisis histOrico de la evolucién de la ideologta bur- _guesa se puede apreciar que en los momentos de ascenso del pensa- lento burgués, este contenta mayores elementos de objetividad en 6c Marcy F. Engels: La ideologtaalemana, Editors Revolucionatia, La Habana, a 1966, p. 25. 7 Vease G. 1. Garca Gallé: Flasofa cienclae deolola. Co la sofa se hace lenciacon el marsiono, Wdtoral Cienlico-Técniea, La Habana, 1980. 8 1. Villar: "Bl concepto de ideotogia en Sénchez Vazquer’. En Pratt y Filosofia, Juliana Gonzslez, Carlos Pereira y Gabriel Vargas. Hditorial Grialbo, Mésien, 1988, p. 189. fem, p. 192. 20 ‘correspondencia con la funciOn ascendente, progresista y revolucio- naria que desempetié la burguesfa durante los siglos XVII y XVIM en Europa, como “continuidad y ruptura” de Ia filosofia renacentista." Pero en la misma medida en que se produjo la revolucidn filosGtica operada pot la apariciOn del marxismo —momento este en que se 1a dicotomia cada vez mayor entre el enfoque dialéctico-mate- rialista del mundo y la visin cada vez mids escéptica y decadente de la ideotogia burguesa a través de sus distintas manifestaciones filos6ticas ysociolégicas—, esta ideologta fue perdiendo objetividad, por cuanto ho le era conveniente reflejar la marcha ascendente del progreso his- ‘6rico, A partir de alla filosoffa que expresaba los intereses de la clase obrera contendré mayores elementos de objetividad, porque en su se- no se agolpan los gérmenes de una clase cuyo contenido es més uni- versal, Ella. serd cada vez més objetiva, pues no teers desentraniar Jas. regularidades del desarrolio social, en tanto comprende que el futuro esté @ su favor, aunque la historia le presente tantos obstdculos por superar. Sin embargo, la burguesfa no puede tener esa misma se- guridad, pues advierte que el rumbo de Ia historia no le conduce a su eternizaci6n en el poder, tal como ella lo desea. A partir de ese momento comienza a manipular la objetividad, ‘Otro presupuesto tesrico lo constituye el vinculo dialéctico o unidad centre el cnfoque clasistay el andlisis gnoseoldgico de las teorfas objeto de estudio, No se debe presuponer que cada idea proveniente de un in- ‘electual burgués, de manera aislada y fuera de su contexto, constituya ‘un producto de intereses clasistas. Aun cuando en conjunto 1a concep- ci6n de un pensador esté siempre condicionada ideoldgicamente, partir ‘de-esa premisa es cact en Ins redes del sociologismo vulgar, y no. pue- de de ningsin modo agotar Ia explicacién sobre los origenes y facto- esque determinan ta teorfa en cuestiOn. El elemento ideol6gioo aparece regularmente concatenado con otros factores gnoseoldgicos, que ‘au vez estin determinados por causas de distinto orden y que dificultan el conocimiento de los fenémenos sociales. Los méviles gnoseol6gicos contribuyen también a la generacién de la teorfa y una de las tareas de la investigacién hist6rico-filosofica consiste en descubrir las rafces gnoseol6gicas de cada una de ellas, de ‘manera similar a como las descubri6 Lenin en el idealismo filosético 10 L Rensoli align: Quimea yrealdad de la raxtn, Editorial de Ciencias Sociales, Lavistinn, 7, BO a cuando sostuvo que este “tiene rafces epistemol6gicas, no carece de fundamento; 3 sin dudas una flor estéril, pero una flor estéril_ que ‘rece en el frbol vivo, fértl, auténtico, poderoso, omnipotente, obje- tivo, absolutot."" Se hace necesario, por tanto, descubrir en el pen- samiento burgués contemporneo, y en el antimanisma en particular, lo que hay "bajo la corteza mfstica; el nGcleo racional’." Es natural que en la filosoffa burguesa contemporénea no aparez- ‘can con tanta frecuencia semillas racionales tan sustanciosas como las que podrfamos encontrar en la época de ta Hustracién francesa 0 ‘en la filosofia clésica alemana, pero también las hay, y siempre subya- ‘een en ella ideas que deben ser depuradas de todo su ropaje especu- lativo. Hay que conocer en qué medida la filosofia burguesa se apropia de _momentos reales del complejo proceso de conocimiento dde la sociedad para desvirtuarlo y hacerio més diffcl de Io que en realidad es, En tal sentido la critica efectuada por Lenin a diversas corrientesfilos6ficas en boga en su época constituye un valioso ins- trumento cientffico para la confrontacién actual con nuevas form: En sus observaciones sobre los populistas, anarquistas, empiriocr cistas; neokantianos, ete., aparece un importante manantial de ideas que sirven para comprender algunas manifestaciones voluntaristas, subjetivistas y otras tergiversaciones y juicios metafisicos sobre cl ‘desarrollo social, Esto no significa que estén dados allf todos los ele- mentos necesarios para tal tarea, pues seria contradecir el propio cardcter del marxismo-leninismo como sistema abierto, como aparato te6rico para la reconstruccién préctica de la realidad y también re- construccién de la propia teorfa, En oeasiones se malinterpreta la respuesta que ofrecié Marx a la ‘pregunta que le hicieron casial final de su vida sobre si él mismo era manista, alo que dio negativa respuesta. El anticomunismo ha tra- tado de utilizar esa expresién como prueba de haber renegado de lo sostenido. En realidad, Marx deseaba diferenciarse de aquellos "mar- xistas franceses" que simplificaban su teorfa reduciéndola a una forma de materialismo economicista, y a la vez querta acentuar que To més importante de todo su enfoque era ta dialéctica, el principio del desa- rrollo, que demuestra que todo esté en cambio y por tanto sus propias, 1 y. t. Leni 2, 1964, 1 XXXVI, p. 385; Obras completas. Bditors Politica, La Hal 22 © Mare: capital Editorial Nacional de Cuba, La Habana, 1962, |, p- XXX 2 {ideas habfan evolucionado y se habfan entiquecido, pero esto no sig- nificaba que renegara de sus principios fondamentales. Tal ha de ser la actitud de todo sevolucionario que pretenta enri- 4quecer Ia teor‘a en cualquier lugar del mundo y en evalquier circuns- tancia, Si se parte det principio que, como ha reiterado Fidel Castro, 1 _marzismo no es una iglesia, ni un eatecismo, sino “un conjunto de principios, de normas, que nos ensefian a interpretar ya analizar acer- tadamente los acontecimientos",'* se estaré en mejores condiciones de utilizario adecuadamente, EL principio de objetividad, por su cientificidad, no debe ser inter- ferido por el partidismo, siempre y cuando este tltimo esté orientado en el sentido del progreso social, cuando la teorfa sirve a las cases y grupos sociales y gestores de las nuevas acciones histéricas que se orientan en direcci6n definitoriamente ascendeate, a pesar de 10s re- trocesos temporales, En concordancia con dicho principio el investigador soctal debe re- produci fielmente el fenémeno o la teorfa que va a critcar, sin nin- Buna tergiversacién, Ha de tratar que en ese proceso dialéctico de conocimiento de la. realidad social vaya descubriendo cada una de Jas arisigs, de tos momentos diferentes de esa totalidad dindmica y concreta' que presenta una tcorfa solidamente fundamentada, Sise Jogran esos pasos y se refleja_adecuadamente cada uno de los aspec- {os sustaneiales de la misma, se estd en mejores condiciones para ana- izarla y enjuiciarla crfticamense, con argumentos vilidos. y y de abt Ia actual preocupacidn de tos idedlogos dd imperialism por su vineulo con las ideas manxsta.' De todo ello se desprende otro principio también nevesario en la critica al antimarxismo: el cardcter hist6rieo concreto de todas las ca~ tegorias sociol6gicas 0 lo que. pudiera también lamarse principio de relatividad de las categorias. Lenin sostenfa con raz6n: "La dialéetica 25 4 iar Roa: abajo ideotigjen en Cuba, Flora Pltics, La Habana, 1964 at -mplo, apunta Ricaurie Soler: "La originalidad def nacionalismo ‘Ast por ee ani et toepuriia an ele deatete democrat defy ses online, rds ea queirecamente hbo de effentrelclonaisne spain {a'miy vibe equnion ther nricumeriena Re Soler easy cuca nacional Aipanoamerizana Batra Sito XX, Mes, 1980, p27 bid ‘Unidos, comocida como de En a pata det pao repubicano de Estados sunt Spl El mage case cop cmos Anan Jere ‘onearsecann®: En rev Eo. No. 30, dt aso Hstceo {Cercameriine enero e198, p 1. 28 ‘materialista de Marx y Engels comprende ciertamente el relativismo pero no se reduces él..""* En el proceso del conocimiemto, si se ac- ‘Ga de un modo verdaderamente dialéctico, se apreciard’ siempre luna correlacién entre Jos momentos absolutos_y relativos de la verdad como peldaios, diferentes en la apropiaciGn y reflejo de la realidad por el hombre.” Al ser este un proceso dialéctico, las eatego- ‘fas filos6ficas que el hombre utiliza para apropiarse de la realidad son dindmicas, pero no al extremo de no poder aceptar su veracidad, histéricamente considerada, por dicho dinamismo. A veces, en aras de dicha concepciOn, se relativizan tanto esas ca- tegorias que se Hlega a dudar de su valides. Si se tiene en cuenta el Principio de la objetividad en el andlisis, no debe temerse a una con- lusién errénea. Dicho principio de relatividad de las eategorias fl0- s6ficas indica que estas son historicas, concreias, espectficas y dlinémicas como Ia realidad y la historia misma, En la misma medida en que la re y plantea nuevos problemas y rela- ciones, las categorfas deberdn ser enriquecidas. Este hecho lo indi- 66 Marx en su eritica-a Proudhon, quien pretendia eternizar las ccategorias econdmicas:‘Tal concepciGn eternizadora no justificasi- ‘no Ia estabilidad y el conservatismo, el conformismo y el reformis- mo. Ante nuevas realidades habré que formular nuevos momentos categoriales que permitan una mejor comprensién de las mismas. Eso no significa renunciar por completo a las categorias ya. elabora das. Es0 seria el extremo opuesto y, como se sabe, finalmente los ex- ‘emos se tocan; de lo que sc trata es de que las categorfas de la dialéctica sean siempre enriquecidas. Asi, por ejemplo, las categortas de momento y totalidad que por un tiempo fueron abandonadas y que tanta significacién tuvieron en. tos elésicos del marxismo, hoy Son revividas y se les aportan nuevas determinaciones a su contenido. El marxismo-teninismo se caracteriza por el optimismo histérico, principio bésico consustancial que lo diferencia de otras flosoflas. Esto no quiere decir que scan antimaraistas todos aquellos pesimistas que abundan en el pensamiento burgués contempordneo, pero es un sintoma importante a la hora de ubicar la proyeccién filosofica e ideologica de cualquier pensador. Una flosofis que se pone al servi- 28. 1, Lenin: Materialismo y empirioeriticismo", Obras compleas, Bd. ct, |XIV, p.136, 2 Leora del rete consttuye uno de lo temas més atacados por el antimarisno ‘ontemporineo que por sipuesto he enconuco oportina respuest2 entre le tikeotes ‘manitas ms dediedos a fa euestion. Vease Marinscheeunisische Ekenitere Deutsche Verlag der Wissenschaften, est, 1978. 29 anidad, no io de una clase social que conta en el futuro de la humanidad, Es. 38 Véase J.D. Bernal: Historia socal de as clencias. Editorial de Ciencias Sovits, [La Hiatans, 1986, 4 Uno deka miimos representanes de eta corinte et flo argentine Mario ‘Bunge, quien se considera un materialist cientin, pero datancado dela dletcn, Veane, M, Bunge: La bivesgaciéncienifen Editors se Ciencias Sociales La Habana, 1972 a : M, B. Mit: Ptoblome des gegenwarign ideotogischen Kampfes. Akademie Verlag, Berlin, 1979, 31 te seguiré siendo por mucho tiempo un terreno de aguda polémica, pues la filosoffa no marxista plantea innumerables problemas de interés y oftece importantes interpretaciones a rmiltiples cuestiones del mundo contemporineo, a las cuales no siempre los marxistas le hhan dedicado plena atencidn o as han soslayado consciente y dogmé- ticamente. Este hecho no justifica las posiciones eclécticas adopta- ddas por algunos "marxistas* que la mayorfa de las veces han afectado €l hilo conductor del andlisis dialéctico-materialista_y préctico-re- volucionario de los problemas, 1o que ha significado abandonar la esencia del marxismo. La filosofia burguesa que desde fines del siglo pasado ha tratado de lograr ese *relleno" ha ido reconociendo el valor cientifico del rmarxismo en muchas cuestiones y reclama de los marxistas la misma folerancia ante ella, Cuando se aprecian las distintas etapas por las rurrido el antimarxismo, se observa que al inicio predomi- AAG una politica de avestruz con relaciGn a su reconocimiento; luego vinieron los ataques abiertos al marxismo y por Gtimo se ha desen- ‘cadenado la téctica crosiva frente a é1. En esta finalmente se impone el reconocimiento de muchas de sus. verdades, pero también de sus Finsoficiencias* que deben ser completadas, Se utilizan sin temor muchas categorfas marxistas, pero simulténeamente se insiste en que ‘elmarxismo necesita una_gnoseologia superior a la ‘anticuada” teo- ra del reflejo, o una teorfa de la individualidad, etc. Esta es una vieja ‘dctica, pues se conoce que ya Bernstein trat6 de coneiliar el marxis- ‘mo con el neokantismo y Basarov con ¢l empiriocriticismo. En décadas més recientes Sartre trat6 de lenar sus “lagunas* con el existencialismo, ignorando que precisamente el marxismo tie- ne en su centro al hombre y ¢s una filosoffa por y para el hombre, in- dependientemente de las. tergiversaciones que hayan podido cefectwarse de esa esencia humanisia por la préctica politica en deter- rminadas circunstancias como ¢l caso del stalinismo. ‘No faltan también fos intentos por emparentar el_ marxismo con el positivismo o de presentar a Engels como un positivsta. Se ha lega- do al extremo de vincular el marxismo con formas extremadamente nihilistas det pensamiento burgués, como es el caso de algunos re- presentantes del grupo Praxis’, de Yugoslavia, que consideran que entre aque! y la filosofia de Nietzsche no hay diferencias sustancia- 36 La potémica de los manistas ante estos ataques del existencaismo lt desarrellacoa Wéscamente Lucien Seve, Vetse Mardano 9 worla de la personalidad. ‘Amorrorta Edivores, Buenos Aires, 1975 y Adam Schall: La filosofia de home. itera Lautaro, Buenos Airs, 1968 32 Sica dnt ent eo i hnumanisias, Han sostenid que este xpi an eujerborone anion talistay que ese ¢s también fa intencion de} marxisino, Realmente ws contraproducente que se legue a seroejantes analogtas, pero naila asoon. cua cores actus de owt contmpodnea emo cf llamado "marsismo anaiitico” que fiene se mayor dike a iG en el Gltimo congreso de ta Americ Phi- Tosophial | Association, en Atlanta en diciembre de 1989, que comien. luy acertada resulta al respecto la tesis. del fildsolo soviétiog Bata a guien sostlene quel desarrollo del marxizmo no s6lo es osi- i agus ia rs ro a i ns ci ‘roduceion eotstatte. miento de los principios fundamentales de lt. concepcion {6 dastcomateisintn No’ fe. pute eaten orca Analisis de las formas del antimarsismo contemporéneo en el plano ores de ta so- a 7 iB. Mittin: Ob, ct pp. 6-57 a Lesek Kolakovahy: Les principale comien inte Remy Le inode contoues de aioe, La I rs, ina 2» 1, Batalow: Mlosofia deta reblion, Fito wee ta dela rebelion. aoa de Cencie eines, La Habsna, 38 go ee social, sino se comprende adecuadamente Ja idea leninista de que ta concepcién materialista de la historia es 1a consecvente aplicaciéa y extensiGn del materialismo al campo de os fenémenos sociales, donde se revela el ncleo de la revoluci6n filos6fica operada por el ‘marxismo, sis entlenden adecuadamente los conceptos de aplicacions yextension, Fue la vez primera en que se elabord una interpretacién materia tista det mundo en su conjunto, al inclulrse también el anstisis de la sociedad. Con anterioridad se habfan producido algunos intentos por parte de los materialistas franceses del siglo XVIII, en especial Hel- Yecio, y por ilustrados como Rousseau, pero estas intentos siem- pre resultaron aisiados y unilaterales porque, al igual que en ef caso de Feuerbach, se caracterizaban por un materialismo en la concep oién de la naturateza y la relacién del hombre con ella, y un idea- fismio en el anslisis de las relaciones sociales. ‘Tal descubrimiento de la concepcién materialista de 1a his- toria tiene gran significacién para estudiar ta propia evolu cidn del marxismo y Ja de sus enemigos, pues presupone: 1) reconacer la objetividad material de los fendmenos sociales al considerar que no son ni el producto subjetivo de una voluntad individual, ni el resultado arbitrario de fenémenos indetormina- dos; 2) atenerse al principio del determinismo en la bésqueda de las causas de cualquier fendmeno; 3) estudiar todos tos fenéme- nos sociales —ineluyendo por supuesto las formas de 1a concien~ | coino algo condicionado histGricamente. Ahora bicn, estas formas, incluida Ia filosoffa, poseen su especificidad y por tanto re- (quieren de un tratamiento también especifico, al igual que otros fe- ‘némenos sociales, segén la forma como se manifiesten La realidad social revela en su interioridad diferentes esferas, a Jas cuales ot investigador se puede aproximar empleando diversos ni veles metodolégicos de andlisis. El hombre, en la medida en que va acercindose # la comprensién de esas esferas, entender4 mejor tos fendmenos sociales. El estudio de ellos puede emprenderso, en primer lugar, a partir de una tcorta sociol6gica general, en wn primer nivel que permite la interpretacién de las leyes mas generales del de- sarrolio de la sociedud, tal como la ofrece el materialismo hist6rico. Por eso, en esa dirgecion acta como teorfa sociol6gica marxista. Al respecto, Lenin consideraba que con la aparicién de la concepcién maierialista de la historia por vez primera la sociologta se convirti6 cen ciencia, Este hecho fo Hlegan a aceptar incluso algunos te6ricos no propiamente manxistas, pero que no estan de acuerdo con las conse~ 34 cuencias préctico-politicas que se derivan de él. Tal es el casa del prestigioso sociSlogo Max Weber, quien planteé reconocer el valor cientifico del marxismo, pero afirmaba que para superarlo se exigia considerar nuevos elementos. Hoy dfa las concepciones weberianas son muy esgrimidas para atacar la supuesta insulciencia del mands- La teorfa sociol6gica general ofrece una visiGn totalizadora del de- sarrollo social y el marxismo constituye Ia base de la concepcién cientifica del mismo, pero no puede agotar en ese nivel de anélisis todos y cada uno de los diferentes momentos y fenémenos de otras ‘esferas de la realidad, Resulta imposible que el conocimiento filossti- © abarque todas Iss particularidades de la realidad estudiada, pues ya paso la época de la filosofia como ciencia de las ciencias. Una fi- Iosofia que protenda sor cientifica debe ser ante todo teoria general el desarrollo del mundo y metodologta, para la comprension de los rasgos y tendencias de sus principales esferas: la naturaleza, la soci. dad y el pensamiento, Eso aspiran también a ser las diferentes for- mas de. Ta filosofia burguesa contemporénea, aunque no todas se propongan constituirse en ciencia, Debe destacarse que a veoes los Imaraistas ignoran esta pretensi6n de otras filosoffas, que no siempre sonelayen con resutads inerbles, pues en ocasionesabordan in- resantes problemas no estudiados por el pensar yhusta sigleen lavia parasuexpliadon, Existe una esfera intermedia de la realidad social, en 1a cual no se expresan directamente aqucllas leyes mds generales sino Ia interac- in de determinados sistemas y subsistemas sociales, clases y gru- Pos sociales, etc,, que revelan otro lado de esa realidad, la cual debe Ser descompuesta para una mejor determinacién del objeto de la investigaciOn. Logicamente estos fendmenos no pueden ser estudia- dos al margen de aquellas leyes gencrales que se abordan en el nivel anterior, pero tampoco pueden ser agotados por aquellas, como con- secuencia, se requiere de ira la busqueda de las leyes espect tigen nconeatehacion do fendmenoneneseeseas ‘Un mismo feaémeno social puede ser enfocado desde diversos én- gulos o desde diferentes niveles. Ast, por ejemplo, el arte puede estu- diarse como una forma especifica de la conciencia social en su interrelacin con las restantes; puede verse a través de sus institu- jones o en sus formas de manifestacién conereta en una comunidad historica determinada, % 6. Since: Péago alain ata de Hzmony ced de Mat Weber ‘Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, p. X. a fe a 35 scender a una tervera esfera on la que se investigan sas mbuataodes paricars de expresion de losis, subsite mas, grupos, ete, que se analizan cm Mas yestanesesferas. En ver Gad ino” existe’ acuerdo entre 10s soci6iogos mamisias sobre la ‘cantidad cxacta de dichos niveles de aproximaciOn a la realidad, pero To mportane que se he avibado asu cierenciacon y a resonoeer Ja existencia de un nivel empfrico en que se revelap Ins especifi- idades de. lo individual, lo sociopsicoldgica, etottera. Tal diferenciaci6n de niveles motodol6gios permite comprender la sociedad coino un organism, no en sentido spenceriano sino como un sistema en el que ineracian diferentes elementos estructurales ‘de manera funcional y por tanto pueden ser estudiados desde die rentes perspectivas, desde una filos6fica y sociokdgica mis general, desde un nivel intermedi estructural-funcional o desde un plano em- ico. PY sooty burguesa en sv eyectoria sri ta tranitade por todos estos niveles, extrapolando siempre alguno de ello forma exagerada y sin tomar en consideracién ta interdependencia real quecriste couc ls msmosensu ida y ierenci cuenta cada uno de estos niveles es necesario no solo pots enstrr la deflenels. dl pensimientosoiolégien bur cs yen particular en nuestro caso entender por qué I sciologia adictonal latinoamgyicana fue reacia a ién del ma fat eno tempos sine tambien para wea mejor comprenion de Te propia evolucion hist6rica det marxismo-leninismo. ; No existe unidad de criterio entre Jos investigadores marxstas sore muchas de estas euestiones que tienen que ver con el cadcter et materialismo histérico como teora socoldgien genera. Algunos errores comeidos durante Ia 6poca de Stalin en cuanto a determi ravion del objeto de Ia filosofla manvstay ala diferenciacién ent tlifamado materialism dalétion y e histérieo mediante un dog- ‘méuieaseparacion, condujeron aque no se comprenders Ia relac dialgetica que existe entre ambos momentos de una misma ios “Marx y Engess no elahoraron primero el materilistno dialétio y después €1 historic, ni viceversa, sino que elaboraron una Gnica con- “arsenic Malate y proceinioue de lar vesigniones ccisipees baal Pushy Bonen a ban, 9,53. 421 Rojos y J. Hernénder: Balance crfiico de la sociologia latinoemericana actual. ‘anon Caan St La Ht, pens nea HA a Coote Ce str Pct cro el nda srl ema rane contrpordsor Ocivode mirc He rack etn ioe 36 cepcion distéctico-materialista del mundo, que obligadamente ora his- toric, independientemente de los términos que utilizasen para cali las. Por lo que no se justifica que haya sido posible la posterior nefasta divisién en dos disciplinas (materialismo dialéctico y materia- lismo histérico) para objetivos docentes, la cual, lejos de contribuir 4 la comprensién de esta filosoffa, en ocasiones la ha fosilizado. Al tratar de explicar la concepcién cientifica del mundo hay que insistir en que este, por su esencia, es uno y por tanto solo una seté la explica- cin cientifica de la misma. No es posible aistar a la sociedad de la naturaloza, sin tener en consideraciOn que esta Gltima esté subsumida en ta primera. Se cae- ria en una posicién_muy simplificadora de la realidad si se stable. iese tal diferenciacién absoluta Ha habido incluso diversas integpretaciones de lo planteado por Lenin cuando sefialaba que el marxismo convirtié. a la sociologia en lencia, pues se lleg6 a pensar que no eran necesarias las investiga. clones sociolégicas particulares, ‘ni la sociologia como una ciencia es. eeifica. Algunos marxistas latinoamesicanos llegaron al absurdo de Considerar que_ todas esas investigaciones no eran més que maniobras imperialistas, sin diferenciar de modo adecuado el valor de sus méto- dos, resultados, etc, independientemente del hecho de que algunas instituciones dedicadas a estas investigaciones hayan puesto sus servic ios en favor del apuntalamiento de la sociedad capitalista, Hoy dfa entee fos socidlogos marxistas existe diversidad de crite- rigs respecto a esta problemdtica, sin que ello signifique una debilidad del marxismo, Al contrario, si somos consecuentes con este, no s¢ po- drd admitir jams una "discusién” tedrica donde haya unanimidad ins ‘mediata. En tal caso, estarfamos en presencia de un anguilosamiento de Ia doctrina, al no tener como propésito la profunda discusion del ‘objeto en cuestin, Algunos fildsofos y sociSlogos soviticos han ofrecido diversas i terpretaciones en relacién con este asunto. Kelley Konstantinov, por ejemplo, han sgstenido que "el materialismo histdrico es la sociologia del marxismo’." Esto implica concebir que el materialismo hist6rica 5 una filosofia y una sociologia a fa vex y por tanto la sociologta tampoco puede dejar de ser filosotica, Galina Andreieva ha considerado que, “ia sociologis marxista na- i6 junto con el marxistmo en general’, y no zecientemente, como otros aseguran, A su juicio dicha sociologia no solo investiga las leyes 43: Konstaningy y V. Kelle: El motlliono hiuérco esta socologa marina ators de la Agencia Novosti, More, p. 9 44 G. Anéreicnn Braulio crtica dela soiologte burgwesecontenporévca, Ealtorsh tle Ciencits Sociles, Ls Habana, 1975, p. 49. 37 Jes sino también Tas espectficas de distintas entidades sociales, puss souoiogls masta se carattia por la relaion org on la préetica revolucionaria y en este sentido, siempre, a todg Io lar- {0 desu existencia se apoya en la base empfrica més ampl Ore ha sido ta posicion sostnida por Osipov, quien sefala que es nectsario admit ia eistencia de una socilogid como discipling con su objeto especifico y distinto al del materialismo hist6rico. Su juicio, “mientras la materia. de la sociologia se circunscribe a una esfera de, it actividad socal humana —civiea— Ja materia del mate- Halim histérico esa sociedad como wn todo. También stone filosofia social difere due la socloloya una cienl scil expetfice distinc det mate: rialismo historico. Consecuentemente muchos socilogos masts se dedican Ta bisque de fo “especticamente socioligico" ® como objeto de un clencia que se carateriza por su objet, métodos yobjetivos propos y Bs tanto debe desubris Wes rulridades sociales que no pu lemente inferidas de Ia filosot + Tndwablemente hay diferentes momentos dela verdad en cada na de esas posiciones, pus realmente la sociologiaalcanza un stats garosament cenfeo oa a aparcign de i cncepeién materaista dela historia de in cual Jamas podrd deaprenderse, porque perder so carter de elenca, De ahi a imposibiliéad de considera co una discipina que pueda independizarse absolutament de a so fa, pero iguatmente seria erroneo idenifcarias, El materalismo histOrico constituye la base tedrica general de cualquier investigac sociol6gica que aspire 2 un minimo de rigurosidad cientifica. Exio no alega que Ia socologia pueda ser concebida como una ciencia propia que ha desarrollado metodologias espectficas y 5 dem, p. 440. 4 vease G. V. Osipow: Sociologia, problemas tévicas y medolégico. Péitoial de ‘Cencias Sovaes, La Habana, 1974p: 9. = ‘obras sastiene Osipov que: “La sociologta es la rere — sata dict stan ata ober niet nt semen beers ee ometeemesne ee ceca oes iru pagename eciere T Len ae ree eee as 45 6, asamany P Solberg: Pinipas de socilogia mands kinisa, Baitoral de Ciencias Sociales, La Fabnna, 1986, p23. 38. canzado resultados particularmente relevantes que pueden ser utitie 22d05, 1o mismo por los marxistas que por las fuerza del antimarels MO, para sus fines especificos, Por eso dehen diferenciarse siempre los nivelos a través de. tos cuales se pueden explicar los procesos 60 élales, con el fin de evitar posibles confusiones y tergiversaciones, En ia mismia medida en que se esté en capacidad de esclacecer los cri terios respecto a la diversidad fenoménica que compone la com Plejidad | social, se podré enfrentar con mayor efectividad los ataques del antimarsismo y a la vez enriquecer la visi6n dialéctico ‘materialista del nuevo mundo en que vivitnos. Si se retoman constantemente los principios anteriormente ex- ‘puestos, se perfilan, se adecuan a cada circunstancta y se les incorpo Fan nuevos elementos que contribuyan a su precision, se estard-en, mejores condiciones de emprender Ia marcha hacia la comprension do {as formas histéricas de recepcién del marxisma en America Latina ¥en especial de las forrmutaciones antimandstas, Eeapas 3 funciones fundamentates del anticomunismo yelantinarsisina SS bien en ocasiones pudieran identificarse el anticomunismo y et antimarsismo, en realidad son concepts. diferentes, aungue muy re= lncionados. Estos se presuponen, pero en verdad no son idénticos La historia del pensamiento, especialmente del latinoamericano, re. coge muchos ejemplos de intclectuales que, aunque rechazan la cat 8a del comunismo, e incluso ta critican, reconocen los méritos clemtifico-tedricos de Marx, al punto que no podrian ser considera dos como antimarxistas. Este ¢s el caso, para solo citar ua ejem- plo, del filésofo argentino Alejandro’ Korn, También hay que (iferenciar el anticomunismo como ideologia y como politica, Aun cuando existe una relacion muy estrecha y dindmica entre ambus, de be observarse que el amticomanismo como ideologia tiene el obje- tho de fundamentar te6ricamente las posiciones prictico-polfiieas de los partidos, organizaciones y gobiernos anticomunistas, Tales ac. Aitudes politicas repercuten sobre la ideologia anticomunista, le ofrecen nuevos elementos valorativos y le sugieren vias y métodos Rucvos para atacar la ideologla marxista-leninista, El anticomunismo como ideologta tiene entre sus tareas funde- rmentar ideas eseépticas, no solo sobre las perspectivas del socialismo, sino también sobre cf futuro de la humanidad, La filosofia burguesa Sel siglo XX generalmente no ha tenido la suficiente seguridad en el Fumbo posible de la historia y por eso, en jugar de sugerir un cuadro 39, positive della, ha watado do presoutar también una imagen tenc- Erosa del ayer, hoy y ma6ana det socialismo mundial. Especialmente ha impuisado esta imagen a partir de_ las revelaciones de los prvores oe {a epoca staliniana y de los Gltimos acontecimientos en Furapa oriental, pretendiendo ocultar todos los éxitos del social mo desde 1917 ala fecha, A diferencia de muchos de fos andlisis ¢s- liietamente filos6fices serios, predomina actualmente en ta prensa burguesa un triunfatismio manipulador dirigido a sembrar Ia incer durnbre sobre las perspectivas det socialismo. También esto es 10 que tratan de vaticinas @ los movimnientos progresistas, alos de libera- ion nacional, 2 todo lo que se oriente en ¢l sentido del progreso social, La funcién predominantemente constructiva que ruvo en un inicio la fiocofia Burgucsa fue abandonada y sustituida en Jo fun- Gameutal por wna funcion destructiva de paradigmas. Esto implica no solo impuignar fos modelos y las propuestas de desarrollo soctalis- tas, sina reconover que han fracassdo los preennizados anteriormen- te por los propins idedtogos det capitalismo. La filosofia burguesa tuvo una mayor funcién constructiva en tanio en el marco historien de ascenso burgués tenfa la tarca de conformar 1a imagen de una futura sociedad capitalista aforada por la burguesfa en aquella época. En el caso de América Latina También nuestros pensadores, hasta la etapa del positivism, tuvieron {a vision optimista del futuro, que comenz6 a debili- tase 2 principios del presente sigio con el auge quejomaron las concepdiones antimaterialistas, idealistas y vitalistas."” Pero hoy Sfa, una yer que la Durguesta se ha estabitizado como clase domi- ante en la epoca del imperialisino, no puede seguir ofreciendo jideas optimistas eon respect al futuro y en su Tugar proponen con mayor frecuencia ideas escépticas, vacilantes, que no vaticinan confianza ni seguridad en el porvenir. ‘Las funciones esenciales de la ideologfa anticomuniste consisten en folsear, tesgiversar, presentar de una manera distorsionada hiperboli- zando malintencionadamente en ocasiones algunos hechos reals, Ia ver- “dadera situaci6n y posicion de muchos de fos partidos comunistas, de los palses socialists y en general de tras las fuerz3s progresists del mun do, Se pasa por alio que el anticomunismo también afecta directamente ‘2 todo movimiento progresista, obstaculiza Jos movimientos de ibera- feign nacional y perjudica a cualquier tovimiento democratico. El anti- ‘conninismo es una concepeién y una actitud reaccionaria en extremo %® A. sanar Bondy. "Gontido.y problema det peasamiento flosstico tispanoateriance Bn hess oF tard de Latinoamtsca, UNAM-UDUAL, Mésico 1886, p 201 40 de la idcologia burguesa, dirigidas contra tado lo progresivo, contr parisien ema gm Elanticomunismo es el componente ideologico fun tod asta pollico-ealgin de a burgveda comempors nica, y no se requiere de mucha argumentacién para demostrar este planieamiento; basta apreciar sus manifestaciones en la prensa bur- jguesa, Este no puede ser considerado como una corriente inde- Pendiente, pues no constituye una linea de pensamiiento auténoma, Pavel sentido de que ella exsta por s{ misma al margen de sus vines. Jos con otras formas del pensar y del actuar. Es dominante en la ideo- logla burguesa contemporanea, pero por regla general se expresa vinculado otras formas ideolGgicas ya sean juridicas, politics, ar- Aisicas,religiosas, éticas e incluso cieniificas, © sea, con todas las formas de Ta conciencia social, y en especial se_ pone’ de manifiesto a iuayés de {a filosofia, De abf que sea imprescindible conover los as- pectos esenciales de. esas corrientes de la filosoffa burguesa actual para valorar en qué medida sirven de base te6rico-metodolégica a Jas posiciones anticomunistas. El anticomunismo constituye el rasgo principal de toda ta ideo- Jogfa burguesa; por Io tanto, se revela de una forma w otra en to- das y cada una de las manifestaciones idcoldgieas de 1a sociedad burguesa. A veces se presenta de manera didfana, clara, abierta, y otras muy solapada y aparentemente inofensiva, al parecer sin ninguna trascendencia. El anticomunismo es e arma politico-ideolgica mas importante dctimperialsmo; constiyeel contenido andamental des ideo: fay subyace en la plataforma ideoldgica de todo partido burgués. El hecho de que exista este elemento aglutinador en cuanto at nécleo {que conforma la ideologfa de Ia burguesfa de nuestros dfas, no signi- fica que cl anticomunismo permita la unidad realmente integral de las ferzas del capitaismo, independientemente de los puntos de coincidencia que les hacen adoptar acuerdos y hasta pactos militares, etc. Sin embargo, as fuerzas dela reacciOn no logran una intrinse- a unidad ideolégica o una verdadera armontfa, incluso para la ac- ci6n politica. ‘Aun cuando Ia ideologia anticomunista gencralmente no expone una visiGn realmente positiva del futuro, se observa que hay algunas 50 at contenido fundaneatal del anicomunismo es la falicaci de a ideologia wrist, a sont ty a esti {eel leona Inversion dea pls de on pres comin? ‘Sobre lain wslopge fey Rlons 1 Congeo de Pardo Conn de Cuba, DOR, La Habana, 1976, p.222 teen au expresiones de la filosofia contemporfnea que pretenden presentar tina vision alentadora de 1a sociedad del matana, Desean ofrecer algo positivo, pero aspiran a evadir Ia opcién comunista. Se perca- {an de la situacién actual de la sociedad capitalista, de su crisis, ei fenton elaborar algunas soluciones y propuestas de cardcter parcialmente progresista, aunque en la mayoria de Jos casos son de Imarcado carécter ut6pieo, No obstante, tampoco es posible pasar por alto el lugar positivo que hasta nuestros dias ha ocupado en el pensamiento latinoamericano el tema de Ia utopfa. Tal vez.sea nece- sario cultivar las utopias concretas, siguiendo a Bloch, y dejar atrés definitivamente las abstractas. ‘in embargo, no se puede inferir que por constituir ef anticoraunismo Ja esencia de la ideotogia burguesa de Ia actualidad, todo pensador 0 in- {electual burgués es en principio un idedlogo del anticomunismo, Este serfa un error no S0l0 téctico, sino tarbién estratégicn con consecuen- cas muy negativas. ‘Al considerar este aspecto de Ia cuestiGn del anticomunismo, no se puede arribar a la conclusién simplificadora de que quien no esté fon nosotros esti contra nosotros. No. ¢s adecuado reduce el plan- teamiento sencillamente a decir que se es comunista o se es antico- munista. En realidad et anticomunismo debe entenderse como ta forma thés elaborada de la politica capitalista, 1a mds abierta, hostil y agresiva de toda la ideologia burguesa. Su funci6n explicita e impli ‘ita €5 destruir a los paises socialistas y sus simpatizantes asf como ‘ponerse al sentido genvino del progreso social. La historia ha demostrado en determinadas circunstancias es- pecificas, de extremada lucha ideol6gica, como en los afios de en- frentamiento al fascismo, que sla forma més cruel de anticomunismo, cuantos aliados potenciales tuvieron los comunis- tas entre cristianos, socialdemderatas, ete., que no asumieron posiciones anticomunistas. ‘También Ia historia reciente de Amé- Fica Latina confirma la tesis sobre Ia alianza estratégica entre cris- tianos revolucionarios y marxistas, El hecho de que ol anticomunismo adopte formas tan diferentes y se vineule a las ‘corrientes filoséficas burguesas principales obliga a tun andlisis siempre muy casufstico y pormenorizado al enjuiciar Ia fctitud de una determinada personalidad, partido politico w otra or- ganizacién ante la posibilidad del triunfo de los marxistas. ST Véase M. Velésuer, H. Cert y otros: Pewsanienso usipico: revotucin y ccnvancvolicidn, Universidad AutSnota del Estado de México, Toiea, 198. 2 | En ocasiones aparecen representantes de ta ideotogia_burguesa quesi bien no asumen Ia teoria del_marsismo, tampoco adoptan acti- tudes abjertamente anticomunistas, pues se. trata dé hombres hones- tos, demécratas, liberales, que. picnsan ilusoriamente que la sociedad capitalista tiene atin posibilidades de perfeccionarse y desean evitar Jos grandes conficios riesgos que implicaria cl paso at sociatismo. ‘Ante tales casos la actitud de un mandista debe ser muy prudente. La mayoria de estos hombres estén convencidos de que ta soci 4dad eapitalista no puede seguir en la situacién en que se encuentra y que debe buscérsele una Salida més humana a la masa empobrecida, pero a su vez desean conservar su status social, No asumen una ac titud de expresa hostilidad ante los marxistas, pues estén convencidos dde que muchas de sus tesis son razonables y estén avaladas por la rea lidad, por lo que piensan que hay que buscar una solucién interme- dia entre los dos sistemas socioecondmicos fundamentales. Tal es et caso de muchos representantes de la Hamada filosofia latinoamerica- nna de la liberacién, quienes no solo han reconocido abiertamente que el capitatismo’ no offece perspectivas de desarrollo para nues- tros pueblos, sino que expresan sus simpatias por el socialismo,g0- ro es el caso del prestigioso pensador mexicano Leopoldo Zea™” y €l fildsofo peruano Francisco Mir Quesada, quienes, sin embargo, temen que con Ta préctica del socialismo se pongan en peligro algu- nas "ipertades", as cvales en stim instancka tienen un Sustrato bur- gues. Mientras tanto, el anticomunismo furibundo estimula todo aque- lo que desate la histeria contra los marsstas, contra las orgaaizacio- nes democréticas y antimperialistas, por lo que se persigue también a los aliados poteneiales de las fucrzas del marxismo. El contenido de su politica se manifiesta de formas diferentes; por lo general lo hace de un modo abierto, aunque en ocasiones utiliza tambich métodos muy solapados. En esencia se caracteriza por dejar bien claras sus ideas ante la posibilidad del socialism. 52. Zen: Filoofiay cura latinownericana. Centro de Estudios Latinoomericanas "Rémuio Gallego’, Caracas, 1976, p48 53 pains Quesada ha expreado: “Algunos teas de vertebral importncia que Is flostia dea liberacén no ha sborado com el sfieiente gor teri: el primero y mse itoportante es la dificultd de concise la jsticin enn ln Hbertad. Los fGsofos de Is leracin coinciden en comsiderar al scialismo como el daco sistema que permite In plena liberacion del hombre; creemos que esta colnekdencia es fundamental. No es conesbible an filérofo de Ia Iiberaeion procapitalsia.. La experiencia istics demostrado que eisen grandes ificllades par concliarla libertad con el Soxialismo Entree en Arica Latina, No.1, Mesed, noviembre de 1983, p. 43 4B se te cde Sata 1 te a Ne 54 G, Reinholdt y M, Ryzeako: £1 antcomunisno modema. Polen. 1eologa Eutorat Progreso, Mes, 1976, pp 5-7 55 ts mayora de tos manistascoinciden en que la Revolucin Cubana “constitu un cami buco en Ameria Lata Bn DecleraconesConfencis defy paras Comings oboe akora Psy, Ls Habana, 194, p. 164. 56 ease V, Kortuno: Ideology polica. Eeitotial Orbe, La Habans, 1977, pp. 138-232. 57 ey profetariado para las diferentes etapas Ge desarrollo. Su Iucha contra fx queda Cesena ton a supniono® © Maky EE: Obarecogdar Ba Progreso, Mose, 19951, p- 118 “4 significé esto que apareciera desde entonces el amticomunismo como forma ideoldgica definida, aun cusndo podsian buscarse mitiples antecedentes ea las primeras teacciones de la burguesta inglesa 0 la francesa durante el siglo XVIII ante movimientos igualitaristas co- mo el de Babeuf, pero ni siquiera en estos paises, donde ta clase obreraalcanz6 primero un desarrollo considerable producto de fa Revolucién Industrial, podemos considerar que el anticomunismo se ‘constituyera en una cofriente de pensamiento claramente detinida, En verdad, este harfa su aparicién paulatinamente a principios de si slo XIX, en Ja misma medida en que la clase obsera se va convirtien- do en una clase "para sf" y toma conciencia de sus intereses y los expresa en la vida pdblica, ¥ Mega a cristalizarse propiamente a attir del momento en que "el conmunismo esté ya reconocido como ‘una fuerza por todas las potencias de Europa’ *® Entre los brotes del anticomunismo pueden incluirse Jas crticas y Techazos de origen burgués que encontraion las ideas de 10s socials {a8 ut6picos, como Saint Simon, Fourier y Owen, aun cuando estas no significaban un peligro real para la burguesfa de entonces. Otras fueron las clrcunstancias cuando el movimiento obrero se va tormando independiente, ala par que surge la teorfa del so- Cialismo cientifieo, A partir de entonces comienzan a definirse mds las formas del anticomunismo y aparece propiamente el anti. marxismo, ef cual no se limita a enfrentarse a los fundamentos ideoldgicos de! marxismo, sino también a sus componentes episte mol6gicos, metodol6gicos, axiolégioos, ete. El antimarxismo tiene como objetivo principal descalificar el cardcter cient{fico de Ja con- cepeisn dialéctico-materialista del mundo. Desde el mismo momento en que se inicia la difusiGn de ta ideo- logfa cientifica del proletariado, la Iglesia catdlica y otros elementos conservadores se le enfrentaron, De abi que en Ei manifesto cormu- nista_ se plantee: "Un fantasma recorre el mundo, el fantasma del co- munismo, Todas las fuerzas de Ia vieja Europa se han wnido en santa cruzada para acusar a ese fantasma: ol Papa y el Zar, Metistnich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes." Marx percibi6 desde muy temprano la reaccin que se habia producido frente al comunismo y su posibilidad de conerecién mucho mas real ‘que las ideas de los ‘wtopistas. La burguesia comenzé a inquietarse 5 fem, p10 ¥ idem, 45 j | ids por las dimensiones que Iba tomando el movimiento obrero, ‘omd 1o habia demostrado el cartismo en Inglaterra. Se acercaba la posibilidad objetiva de que esa clase tomara el po der, como Io demosir6 inmediatamente La Comuna de Parts. ¥ 1 anticomunismo se recrudeci6 con el propésito de frenar también el desarrollo de la conciencia de los. obreros, estimulando en ellos {1 confortaismo y la idea de la imposibilidad de que pudieran dirigir fficientemente las riendas de Ia sociedad, El concepto de anticornunismo no fue utilizado por Marx yEn- gels, pero st pereibieron su esencia y por eso se Je enfrentaron, ¢0- fo lo han hecho sus seguidores, aunque bajo diferentes conceptos. “También hay que precisar que el anticomunismo no surgi6 co mo una corriente ideolégica en abstracto, sino que asumié formas politcas represivas muy concretas en 1a prdctica de muchos go~ Berns. Ast, Marx y Engels fueron expulsados de Francia y de Belgica y los comunistas fueron porseguidos en todas partes ‘Tales persecuciones se han ido convirtiendo en fa via preditecta que ha ulilizado la reaccin para. reprimir jas ideas marxistas y fevolucionarias en general, como se puede aprociar en fa historia pasada y reciente de Latinoamérica "En aquella primera etapa el anticomunismo aclopt6, por 10 regu tar, formas muy primitivas y vulgares —que en Is actualidad atin se mantienen—y el antimarsismo wtiliz6 la refinada estrategia de tra- tarde ignorar la obra tedrica del marsismo, Bs lo que Lenin denomi- 1nd "la -eonspiraci6n det silencio contra et marxismo. Una de. las primeras formas del antimarxismo en los. predios académicos lati- Roamericanos consistio también en constituirlo en un tabs y tratar de estigmatizarlo por completo. ‘Tal diabolizacion del marxismo hizo mucho dao en el plano inte- Jectual, pues se ignoraban jos presupuestos te6ricos para la adecuada interpretacién de 10s fenmenos sociales, que tanto necesitaba el mundo latinoamericano, "En muchas de las historiografias de la filosofia y de tas ideas, y otros textos de fines del siglo pasado ¢ inicios del presente, no faparecen ni siquiera, referencias a la teorfa marxista, pues por lo general no se consideraba a sus autores como fildsofos o pensado- es, sino como simples revolucionarios de barricada, Esta fue una forma especifica del antimarxismo, en tanto el anticomunismo se expresaba con las calumnias. mds groseras contra los comunistag fal acusdrseles de pretender socializar las familias, 1as_esposas, oda propiedad individual, etc. Se hizo comin la propaganda de © 6. Maney F Engels: Ob. ct, p. 126, 46 alcanzaban mayor prestigio— las criticas de la burguesia se hiv cieron més inteligentes, i nismo."”” Debe dc sacl ant se exteriorizé en la politica Intervencionista ae las potenciag imperia. ng ta nase Tata BE sti sli pea ar especialmente norteamericanos, se les presenta como poderosos, ellos y bondadosos ai estilo de Superman o Rambo. Esta forma nm $1 V1. Lenin: "Marsisma y revshonisino’. Obras. escogidas. En ites tomes. Ea ene Eten Mechel lp. Ue is ase sigma de 2s fori de thos’ contenporneo pode vee on D. Modrghnaay Revisionismo contemportineo de derecha, Editorial Orbe, La Habana, 1978, fer a7 Es conocido que la socialdemocracia no solo aicion6 al mov miento obrero europeo al estallar la I Guerra Mundial, sino que se ‘puso al nacimiento de la Unién Soviética y de la Internacional Co- munista, Es inobjetable que en algunos momentos lograron sus obje- tivos, puesto que frenaron temporaimente el movimiento obser y ‘obstaculizaron el avance del socialismo como to demuestran los witi- ‘mos acontecimientos en Europa oriental ‘También debe recordarse como os idedlogos del nazismo se distra- 2aron de socialistas y desvirtuaron el convepto de socialismo, De esta ex- periencia se extrajo fa ensefianza de no confiar en todos les que se proclaman socialistas, pues en nombre del socialismo algunos han come- {ido grandes crimenes contra la humanidad,, como el genocidio polpotia- no. El fascismo, que evidencié las formas més reaccionarias del amtico- munismo, tleg6 a penetrar en el movimiento obrero y cre6 falsas ex: pectativas sobre su porvenir bajo ese régimen, estimulando =l hacionalismo, e1 chovinismo y el revanchismo, que prepararon la TL Guerra Mundial. El pacto anti-Comintern, firmado entre Alemania y Japén, en apariencia se drigia solo contra la Unin Sovigtica y (we aplaudido por las restantes.potencias imperialistas,® pero la historia le jugs tuna mala pasada a Occidente, Esto demuestra que el fascismo como reaccidn extrema del anticomunismo no se dirige solamente contra Jos paises. socialistas y puede resultar desastroso para los propios paises capitalistas que io engendran. Los resultados finales de la historia también rovelan_que al final, de-un modo w otf0, se impone el progreso social, aunque en la actuali- dad se haya dado rienda suelta al escepticismo y al parecer el progreso se ha detenido, euando en verdad lo que se estancan son kas ideas $0- bre él que se presentan en este momento.” Asf, después del auge del fascismo y de Ja guerra, Ja contradiccién fundamental de Ia época corient6 sus soluciones en favor del socialism. ©2 6, Deborin; La Sepunda Guerra Mundial. Editorial Progreso, Mosc 197, pp 23-27 yo guecoumemor ssi el siglo XX on supe en de progres. Sin embargo sucede que ef progreso contin, pero fey se fa pedi Bauder La opis en i autopte La Prensa Boga ebrero de 1990.17. 48 A partir de ese momento los ideslogos del capitalism se vieron més angustiados por la evolucién del socialismo y desataron la gus rra frfa contra el comunismo. El anticormunismo se convirtié en pol tica oficial de ta mayorta de. tos palses capitalisas. Se forjaron tos actos militares, como Ia OTAN, conira los patses socialists, Habfa que buscar argumentos para contrartestar el prestigio alcan- zado por Ta Unidn Sovietica en su victoria sobre el poderio alemin y se desaid la politica de la “contencién" del comunismo, que unida st plan Marshall tratabs de restablecer la derruida economéa de Europa occidental tras la. guerra y presentar as{_una vitrina de atracciones burguesas a las puertas de los recién forjados pases socialistas Algunos ideslogos pensaron que era suficiente con contener la olcada expansiva del marxisino; otros, més reaccionarios, sostuvie- on que era necesario volver a ia época de dominio absoluto del ca- pitalismo en todas partes, suefios que ahora en los inicios de los oventa se reaniman, Estos sectores encontraron el apoyo financiero dde los grandes monopolios praductores de armas, a los cuales les inte- resaba mantener al mundo’ al borde de la I Guerra Mundial. Sin ‘embargo, el triunfo de ia Revolucion china y fa derrata norteamerica- na en Corea resquebrajarfan algunas de aquellas ilusiones. No obstante, se pretendia mantener a 9 ex-Union Soviética obli- sada a invertir grandes sumas en la defensa, Simullineamente se esti- mularon 10s movimientos contrarrevolucionarios en la entonces Repdblica Democrética Aleman y en Hungria, con el objetivo de crear condiciones que favorecieran en un momento ef retorno al capitalismo, como to demuestran ios tltimos acontecimientos ea Eu- fopa oriental. También en América Latina se sintieron las conse- cuencias de tal poltica con el incremento de la represién contra los comunistas y ¢l aplastamiento de los. movirafentos revolucionarias, que répidarente eran ttdados de comunisias, como sucoi6 com la lestruccién de la revolucién guatemalteca, En verdad en la década del cigcuemta, la correlaci6n de fuerzas se Ineliné en favor del socialismo.”" En especial los éxitos cientifico-tée- nioos de la URSS, al explotar experimentalmente su primera bomba nuclear e iniciar ef aproveckamiento pacifico de la energfa atomica, y el lanzamiento del primer spuinik, signiticaron relimpagos en las hhoches despejadas de tos ideGiogos del anticomunisino, En esa época se agudiza la descomposiciOn del sistema colonial del imperialism, trivnfan movimientos de liberacion nacional como et argelino, y el Socialismo llega 4 América no ya como Ideario, sino co- mo realidad con la Revolucién Cubana, Dectaraiones. Conferetces dels poids canunisasyobvr0s. tp 27. 9 ‘Ante tales acontecinalentos, los arscnales del anticomunismo y el antimarrismo se vieron precisados # renovarse y ast, durante la década ‘del segenta sparecid una nueva generacion de idedlogos que ensaya- Sian nuevas armas. Entre ellos se destacarfa wn grupo de asosores Dresigenciales morteamericanos caracterizados por ideas més realis- {as y_ moderadas, pezo no por ello menos peligsosas. "Reconoctan que el socialismo era un sistema que no se. podia des- truir por la fueren y fo que deblan hacer era debilitarlo. por diversas Vins, especialmente la deot6gicay Ia evonémica. Asf afloran las teo- Wise fa convergencia entre el capitalismo y el socialismo, que han Tomado nuevo. auge en los dltimos afios con las transformaciones tac cl capitatismo producidas en la ex-URSS con Ia *perestroika", fai como en algunos de fos expafses socialistas. Esto no significa que Se haya renunciado de plano a la violencia para aplastar cualquier in- fente. de orientacion socialista, como o demostr6 la intervencion yangui en Granada, ¢ incluso algén gobierno que simplemente no le Reraa a Estados Unidos, como en Params, Pero ta politica de los sesenta, lo mismo en Kennedy que en De Gaulle, fud i del “Lendido de puentes" y de aparente dislogo, como fon la erisis de los isles en Cuba en octubre de 1962, que por un {ado implicaba reconocer 1a fortaleza del socialismo existente, pe- fo también intentar cualquier forma de Timitar su onda expansiva. Se abrié una época de coexistencia pocifica entre Tas grandes potenciasy ala par se intent6 un epexistencia ideotbgica. Por eso Fond fuerza un antimansismo mis scadémico, cuyo objetivo esencial ‘Staba irigido a destrur la solidez ciemtfico-te6rica del marxismo- feninismo, “Aparecieron aeusaciones, también desde algunos grupos elzquierde, contra los entonces patses socialists al considerdrseles ‘aidGres del movimiento. revolucionario mundial al haberse abus- fuesado y olvidado Ia causa de los movimientos de liberacién nacio- Birdel ‘ercer, Mundo, crtica esta que hoy se reanima cuando se ‘aservan algunas de las Consecuencias que ha tratdo la paz entte las grandes potencias, al estimular la prepotencia y el injerencismo del Fnperitiémo norveamericano. Ast cobr auge ta ides nacionalista, que-on la actuaLdad alcanza dimensiones colosales en ta mayoria de Eios patses, de que el socialismo no es més que una via diferente pa fa alcanzar el mismo objetivo que petsiguen los gobernantes de 10s rises capitalistas al clevar el nivel de vida exchisivamente de deter~ Frinados seciores de la poblaciGn de. su pats, Por ese camino podrian Ponerse de acuerdo féiimente “marxistas" en el poder y burgueses. Por suptesto que la funciGn que desempedaha este tipo de ant marsismo'en ef mundo europeo'n0 era apropiada para el Tercer Mundo, donde no encoutrarfa la misma aceptacin. En Asia el gr lo de enirentamiento gue se dio por los afios sesenta € inicios de fos SStenta entre China y los BE.UU,, asf como en el sudeste asitico, 50 ee sams gue, Naw ro pol dade Reveludon Cubana ¥su muliplicaia cen lls movin fas pueiireny ou sdximo exponent el Cho. Guevara tanypoco Pesperaran ies ideas En exo ao la corton no seibea ami Uexivamencenel combats dela eas slo enn gusta econdm- ca y el bloqueo contra Cuba, con el fin de destruis su influjo paradi ius te ee one es pes on Sien el caso de Europa se llegaba a admitir que el socialismo fija- rasus fronerasyse mantuvers hist all, en lo que respeca a Cuba hose tegnabady no serelgnan, ls gobernants aor camerianos Atal dea,bues su tlied no se fundamen en el pig que pocte ae ee ee {Sua pequoia il, sno en as repercsionesMeclogias desu een plo. Forse sean ensayo tar as formas de aslamiento Yor Fa on i Husoriaintencton te “descontainar" de mari a este continents, ignorando que ls eauea de su recepeion ydesarollo son ulogena yo dependen dela mporacon ae las “exis deat del mans leis. Formas més goneralizadas del antimarxismo en la actualidad ‘Como ha podido apreciarse, desde el siglo pasado, Ia but in cenafan perandn de manera creunsantal se cafen tamiento al marxismo. Esto le ha permitido ir elaborando wn arsenal te6rico considerable del cual extrae frecuentemente viejas armas que emplea en las nuevas condiciones. Para la mejor comprension de cada_una de ellas,se debe tener presente cual es el plano de su apli- cacién, pues no todas se emplean en el mismo. Una de sus formas fundamentales la constituye la politica estatal como actividad préctica programada de gobiernos, partidos y orga zaciones, que en ocasiones Hlegan a tener_un cardcter paramilitar ‘como las que abundan en América Latina. Esta ¢s la forma més co- iin, declarada y principal de anticomunismo. Otra, muy interde- pendiente con la primera, es la de cardcter académico y que se revela en el plano de las Ciencias sociales; por sus caracterfsticas ¢s- 14 destinada a un pablico mas selecto e intelectualizado, a diferen- cia de fa primera que, como se dirige a toda la poblacién, emplea tn os scans poten rosie i ta segunda variante se constituye en antimarxismo, pues de su objetivo principales consise en intentarGesiat Ta 0. st ra, la metodologiay en gencral las concepciones te6ricas fundamen- tales det marxismo; ycon ese objetivo, se expresa enel terreno filoss- fico, en el politico y también encl cientifico, artistico,religioso, ético, etcétera. En tercer lugar, existen formas antinnarxstas que provienen tanto de fa primera como de la segunda, pero en este caso Son impulsadas bésica- mente por sectores empresariales interesados en estimular tos hébitos {de consumo prevalecicntes en la sociedad capitalista desarrollads, Pa~ ‘a ello acuden a fa conciencia cotidiana, a los valores y opiniones de la poblacién comén, a los sentimientos, ia emotivided y otros factores Psicolégices, ands a través de fas Imagenes de la propaganda gréfica ue de la uiilizaci6n de elaboraciones teGricas. Por eso sus vias lundamentales son los medios masivos de comunicaci6n. La forma académica ticne sus portadores materiales en grupos, organizaciones e instituciones de_profesionales que dedican su ac~ Uividad intelectual a generar formulas para socavar el marxismo fen todos los planos, pero especialmente en su estructura tebrico~ ientifica. A $u vez, pretenden elaborar teorfas alternativas que re- sulten aceptables para comunidades intelectuales mas amplias. Estas instituciones también prestan sus servicios a os repre~ sentantes de la primera forma, 0 sea, a politicos ya gobermantes inte- fesados en apunlalar teOricamente sus consignas y programas. ‘Asimismo, se ponen en funci6n de las demandas de la hicha ideol6 fen en su nivel mas simple y amplio, por lo que son uiilizadas también ora tercera varlante. En el andlisis del presente libro, se otorga mayor interés a laf ma académica, aunque se tendré necesariamente que abordar a pri- mera y la tercera, pues cada una de ellas Se expresa cominmente a través de las otras. Uno de los ataques preferidos por cl antimarxismo académico es el cuestionamiento de Ia cientificidad de Ia teorla marxista-te- finista, Se argumenta su caducidad y su no validez para las cir- Cunstancias de América Latina y de otras regiones atrasadas del raundo. Se parte del argumento de que el marxismo es una filoso- fla eurocentrista, pues scgiin tal opinidn, Marx y Engels no com- prendieron, por desconocimiento, la realidad latinoamericana y Apoyan tales criterios en el manejado_articulo de Marx sobre Bolt Var yen el andlisis, de Engels sobre México, con base en los cuales se pretende pgesentarlos como justifieadores del eapitalismo y el eolonialismo™ para esta regién, sembrando asf antipatia hacia ‘65. caractetticn de este period (1847-1856) es que Mercy Engels combinan e rept morals ls atrordades Gel cloniaizro con a velaa jstificacion tética del Thao’ P. Scarom: Inmodccidn « Karl Mere y Prcdrich Brie. Mareifes para fa isola de América Latina Eat Siglo XX), Cordoba, 1975.6 2 Marx y Engels entre fos lectores latinoamerieanos. Por su See te i ee informativas de gue disponfan ambos yquest han valorado investiga- ddores mansistas,” y el condicionamiénto en aquella época de sus eas respect & su teora general sobre l evoluion socials ro de los argumentos est4 dirigido contra el carécier cientifico- metodo def marasmo-iniisno, pcs al conser quema dogmitico se esconde su vetdadera esencia como sistema abierto a fas nuevas formulaciones categorias que demanda la ac- tualidad. Se trata también de aplicar el escepticismo epistemoldgioo al marxismo, calificéndolo como una corriente mas dentro do la gran diversidad de escuelas y corrientes de pensamiento que pululan en el mundo los6fivo burgués, minimizando asf la revolucién filosotica ‘operada por la concepcion dialétio-materalista del mundo. omin que se trate de enffentar a Marx contra Engels, « ambos con- ta Lenin yah ins modalidades de "Wueepancias son feuds po 1a presentar a esta teorla como carente de consenso entre sus propios fandadores, No nos detendremos en i refutacion de esas formaulaciones, ya abordadas por otros estudiosos del mareisma y el antimarxismo. Pe- fo dete detzcare que el mero hecho de qu Marx haya el as prin les obras de Engels, asf como este las de aquel, producto de su division Nera del trabajo, pia agin ipo de aguerdo ene los sobre os problemas fundamentales, aunque esto no excluye tampooo la posibil Gadde la viva discusion entre ambos sobee determinsdas cuestiones, Por otra part, se soslaya la Inluencia de tas ideas de Engels sobre Marx ‘en su temprana preocupacién por los problemas de la economfa politica, De lo contrario ‘se caerfa en manos de la fantastay Ia. idealizacion esté- fil, pues se pasarfa por alto que tanto ellos como Lenin y otr0s, por gjemplo Plejanoy, Labriola, Lucacks, Gramsci, Mariétegul, ete, como estudiosos de ta compleja realidad social, en algunos aspectos tuvieron necasariamente diversas opiniones, con lo etal no se desruy sino ‘unidad orgénica de los i materia des story dtundo, | Pos Se coecrcon r ge ns gt 4 at ei 3 i ht ae a gfe i ae ers erence crn Reta eect wo ta comporacion hitéricoreolucionaia, lo qe hubier dado un resliado Seale the or cats fs ena are cet lt cn eat crrniareme peruaete casa giana lettre cms a Sections na ni sttcrsateee ihsecton) cope eee nea 53 ilar, que con frecuencia tampoco entre los a alt] gu tala 0 a are {o al mantsamo, y no por esa razin debemos subestimarlas 0 ignoratlas. Et antimandsmo no constituye una Corriente homogénea de pensarmien- fo. Blla se nutrede muchos resultados de las clencias sociales conter- pordneas, pero en ocasiones pretende asumir las prerrogativas de wnt Branca propia y adopta diversas denominaciones como sovietologl,co- ‘munismologia'yen.el Ambito americaro basicamente fa aparecido la scubanologia” cuya tarea fundamental consiste en elucyrar la tesis 4 {ave triunfo del socalismo en Cuba es algo acidental”y por esa mis- {Ma razin evitable. Para ese fin adoptan algunos métodos de_ciencias ‘como fa historia, la economta, la sociologsa, et., que tienen carta de ciu- ‘alanfa reconocida en el Ambito cientifico para fundamentar sus tess. 'Es verdad que con ese fin saben aprovechar tales méiodos y también algunos resultados de aquellas. Pero la. historia misma se ha encargado ‘de demostrar que el antimarxismo por s{ mismo, al igual que el antico- ‘munismo, no se consttuyen propiamente en una cleneia ya que no pue- den cumplirplenamente Ins tres exigencas seas de tod clenci: foncion descnptva, Ia explicatva y la predictva, aun cuando, pueden ‘cumplimentar parcialmente algunas de estas y ofrecer a su vez resulta- Gon de interés ientfico, Pero en su integralidad no han podido alcanzar {al status, por la distorsién que producen en la realidad que preten- den describir, por desatender elementos bésicos pata la explicacién de mbltiples fendmenos de la vida real del socialismo y de ta préctica dde los marzistas en su fucha y, adn mds, por no poder predecir con fagrado cual serd el rumbo definitivo de 1a historia, sin el riesgo de in- Modueir la duda sobre 1a perdurabilidad del capitalismo, al menos ten las formas execrables en que se manifiesta en los pafses del Nama- do Tercer Mundo. 'Bs comin que muchos centros de investigacion de pases eapitalis- tas hayan tenido que ocular informacién, tergiversara, etc, para no producir panico entre los gobernantes_y para no ser acusados de co- Fronistas, como les ha sucedido a instituciones personalidades ho- nesias que, como Robert Kennedy en su memorable informe ante el Congreso de los Estados Unidos, reconocioron y reconocen la situg; Gon de miseria y de explotacién de los pueblos latinoamericanos. Tgvalmente hoy ala son varios los andlisis efectuados por centros ‘de fivestigacion que coineiden con la imposibilidad de que. os patses el érea paguen su deuda externa sin que estallen conflitos sociales 67 Jose L, Rodeguee: Ckica a nuestros eros, Raitoril de Ciencias Sociales, La Habana, 1585, p12, 68 Vease R, Kennedy: Informe ante ef Congreso de los Estados Unidos Eaitora Polémic, La Habana, 1968. 34 que pueden poner en peligro ta estabitidad de ba propia sociedad bur- guesa en Ia regién. El antimaraismo se ha caracterizado generaimente por proponet interpretaciones errGneas y unilaterales de los resultados y caractert. ticas de la fevoluciGn cientifico-técnica contempordiiea y de sus «efectos pata tos dos regfmenes socioeconémicos. Se tzata dé presen- taral capitalismo como la. panacea para que proliferen los efectos po- sitivos de la misma, en tanto que se ha considerado que esta afocta novesariamente el futuro del. socialismo. Es cierto que muchos ansli- sis de mardistas al respecto subestimaron las posibilidades. de los ppafses capitalistas para adaptarse a las nuevas circunstancias de dicha evoluci6n y sacar provecho de fa misma, En los ditimnos aftos se ha vivido la pletérica proliferacion de teo- ‘fas del determinismo tecnol6gico en 1as que ocupan un significativo ugar las del pesimismo tecnofSbico. El antimarxismo se infiltré sutil- mente detrds de estas concepciones al tratar de reducir los grandes conflictos. sociales de nuestra época a problemas de estricto orden Cientftico_ técnico, margindndose el componente socioecondmico y politico que reclana cualquier propuesta de soluci6n a los. conflictos de la humanidad actual. La historia se encargaré, en el momento pre- «iso, de demostrar que ios procesas de aceleracién 0 desaceleracion e las fuerzas productivas no traen ninguna solucién definitoria a Js pueblos, si aquellos no van_acompaiiados de sustanciales cambios en las relaciones de produccién, Por mucho tiempo se trat6 de subestimar cl salto que efectué Ia ex-Uni6n Soviética en apenas unas décadas al dejar atrés el status soclocconémico en que se encontraba anies de 1917. En otras ocasiones, desestimando sus riquezas naturales, se fleg6 a atribuir sus éxit0s a ta explotacidn a que sometta a los paises exs0- ialistas. La propia historia reciente se ha_encargado de demostrar, por el contrario, lo significativa que ha sido Ia ayuda brindada por se gigantesco pals a otros paises socialistas. Tal actitud interna- cionalista no resulta facil de comprender por parte de los idedtogos del_antimarxismo, tan acostumbrades al tipico egofsmo nacionali ta ¢ individualista burgués. Si_ese pais hubiese concentrade su atencién estrictamente en sf mismo y no hubiese atendido las nece- lades del resto de los paises del oirora campo socialista y de mu- ‘chos movimientos de liberacién nacional en otras dreas, Su status sociveconémico actual serfa algo diferente, pero difercates tam- bién serfan las _valoraciones respecto a su condicién de pais ple- ‘namente socialista y por tanto internacionalista. Un ataque muy manido de antisovietismo y del antimarxismo en general consiste en considerar a os. paises socialistas como esiados totalitarios y antidemocraticos. 5S: ‘Sin embargo, se parte por lo regular de una vision ahishorica de ba democtacia, Cuando se mira al pasado se observa que el concepto {6s democracia tuvo su origen en ta antigua Grecia y que allf tam- poco la extensidn dei concepto abarcaba a toda la poblaci6n, sino Exclusivamente al demos, om tanto que se exclula de los disfrutes de la misma a tos esclavos, Es decir, que la democracia en su mismo origen tiene un sentido clasista y timitado, to que lev6 a Engels a afirmar que, paradéjicamento, la verdadera democracia existirfa cuan- Go desapareciera la democracia como sociedad de clases y se extin~ fquiere 1a necesidad de dominacién de una clase por otra. Esto significa que Ja democracia siempre tiene un cardcter clasista, hist6ri- coy conereto. ‘La democracia burguesa, a pesar de su proclama inicial de igual- dad, fraternidad y libertad, es eminentemente formal y no efectiva- ‘mente real. ZCéri0 puede haber igualdad en una sociedad donde esté tan injustamente distribuida le riqueza? ZAcaso puede haber efectiva fraternidad entre explotados y explotadores? Goamrmando una vee masque el marsimo. nO presUPONE 156 fem, p. 40. 157 fem, p10. 158 facm, p. 108. 199 gem, p22. 98. Ja anulaci6n de la individualidad, ni mete al hoygbre cn un bafio de fcido suifrico como sostendria después Sartre en sus intenjos por completarlo con su antropologta existencialista. As{se observa que. ni los argumentos del antimarxismo contem- pordneo son tan novedosos, ni tampoco el pensamiento marxista la- tinoamericano permancei6 pasivo ante tales ataques. Se vio Balifio precisado a esclarecer avin mAs sus concepciones y anticipaciones sobre el futuro socialista. Y no solo a responder a los infundios bur- gueses, sino que se caracteriz6 por emplazar constantemente a los apologistas del capitalismo sobre la base de los nuevos fenémenos {que este presentaba yen particular en las condiciones del suelo la- tinoamericano. El pensamiento de Balifio, como el de la mayoria de los marxistas latinoamericanos, no ha quedado plasmado en voluminosas obras 0 ‘studios anaitticos detallados, sino en folletos de agitacién, manifies- tos, cartas, programas, etc, dirigidos basicamente a la accién revolu- cionaria, al parecer més en consonancia con aquel postulado de que no le interesaba tanto interpretar el mundo como transformar- Jo. Para ese fin fund6 partidos, y se entreg6 a la lucha revoluciona- ria, ZAcaso esta actitud ante la vida polftica no cumplimenta otro requisito bésico para considerar a alguien como un marxista? Obvia- ‘mente, Balifio compartia las ideas bdsicas del marxismo. Tal vez pudiera alegarse enfonces que no era un cientffico, a lo que se po- drfa responder que serfa lo més antimarxista imponer este esquema deductivamente a cada personalidad identificada con el marxismo en el contexto latinoamericano, como en cualquier otra parte, y por tan- to obligarfa a revisar constantemente el esquema de partida. O de lo contrario el némero de_marxistas latinoamericanos y en otras partes del mundo se teducirfa considerablemente. De lo seftalado por En- gels sobre Marx en cuanto a su interés por la ciencia y ta condicién ‘de haber sido é1 mismo un cientifico, no debe inferirse que para ser rmarxista haya que tener la genialidad de Marx, sino su amor, su inte- 165 y sobre todo su confianza por los resultados de la ciencia. Y esto ‘no falt6 ni en Balifio ni en el resto de fos que podemos considerar propiamente marxistas en esta regién como el argentino Juan B. Jus- to (1865-1928). A Tusto en ocasiones s¢ le _cuestiona su condici6n de marxista, tanto por la influencia que tuvieron en él las ideas de corte liberal y positivista, como por su vinculo posterior con ta socialdemocracia ‘europea, pero el solo hecho de haber traducido EY capital y haber di- 160 véase Jean Paul Setre: Cucstiones de mézodo. Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1968. 9

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