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La cultura norteamericana contemporént Una visién antropolégica eRe Marvin Harris: én: Humanidades : peceem La cultura norteamericana contemporinea Una visiGn antropolégica | El Libro de Bolsillo Alianza Editorial Madrid lo orig Aria Na Te Athy of Cami Calre (Eat tins plies pon need come esto oria, Son & Schaster, Neer Yoru) “Talucor jan One Since emander Reval Jot Anon Lig de sens era econ ta El Lio de Boll: 1984 ‘er cme ene Libro de Bolin 1988 Original English enguage edition Copyright © 1981 by Macvin Harss BA cast: Copyright © 1984, 1985, 1986, 188 by Alianza Editorial S. A., Madsié. “Todos los derechos reservados Calle Mili, 38, 28043 Madesd, Tele: 2000048 ISBN: 84-286.019-9 ie legals M7406 1988 Papel fabricado por Sniace, 5. A. Impreso en Gritess ROGAR, S.A. Cale Led, 44, Poli, Ind. Cabo Calle. Fuenlabrada (Madig) Prine in Spain 1. Introduceién Este libro trata de cultos, de la delincuencia, de mercan- cfas de pacotilla, y del délar, que cada ver da menos de sf. ‘Trata de salas pornogrificas, sex-shops y hombres que se be- san en plena calle; de hijas que se van a vivir con un hom- bre, mujeres alborotadas, matrimonios pospuestos, divorcios en aumento, y de que a todo esto nadie tenga erios. Trata de ancianitas que son asaltadas y violadas, personas que son empujadas al paso el tren y tiroteos en las gasolineras. De ccartas que tardan semanas en llegar, camarcros que te afro- jan la comida a la cara, dependientes mal educados y ordena- dores que te pasan factura por cosas que munca has compra- do; de bancos piiblicos destrozados, fuentes sin agua, venta- fas rotas, retretes sucios, carreteras plagadas de baches, edi- ficios cubiertos de pintadas, cuadros acuchillados, estatuas derribadas, libros robados. De cordones de zapatos que no duran ni uma sentana, bombillas que no paran de fundirse, plumas que no escriben, coches que se oxidan, scllos que no Pegan, costuras que se descosen, botones que sc sucltan y cremalleras que se atascan. De aviones que pierden los mo- tores, reactores que tienen escapes, embalses que revientan, 7 jarvin Haris é M tejados que se desploman... Trata de astrélogos, chamanes, caoreiots, bras 9 angeles con traje espacial. Y trata de ‘muchas otras cosas que resultan completamente nuevas y ©x- trafas en la Norteamérica de hoy. El delito violento abunda mas que nunca. Los hijos son irrespetuosos. El vandalismo campa por sus respetos. Las re~ laciones sexuales pre- y extramatrimoniales, para los hombres tanto como para las mujeres, se han convertido en norma; la natalidad esta en su punto mas bajo. Hay mas divorcios y fa- milias deshechas que nunca, y sc observa un fuerte incremen- to del mimero de homosexuales, o al menos de las personas gue expresan y hacen publica ostentacién de sus preferencias homosexuales. También ha habido una proliferacién de cul- tos al cestilo californianon, un gran desarrollo del interés por el chamanismo, la astrologta, la brujerfa, el exorcismo, el fundamentalismo y las sectas que buscan cambios mentales, desde el est * hasta los memies **, pasando por el templo en la jungla de Jim Jones. Al mismo tiempo, la gente ha dejado de ‘enorgullecerse de su trabajo. Los vendedores son poco servi- ciales y estén mal informados. Resulta dificil encontrar se- cretarias, camareros y camareras, empleados de banca 0 tele- fonistas que sean competentes. Asimismo, Nortcamérica ha ido su reputacién como pais productor de articulos in- dhstriales de lta calidad. Hay que reparar constantemente los automéviles, y muchos aparatos se rompen en cuanto ca- dems gases To economia parece haber enloqueci- do. Un extrafio tipo de inflacién ha atacado el délar. Los precios no pacan de subir, a pesar de que la demanda de con- sumo se hunde y el desempleo es cada vez més grave. Miles de milfones de délares que se reparten entre los acogidos al ‘seguro de paro se gastan. en zapatos y ropas fabricados en Taiwan o Corea, mientras quiebran las fabricas norteameri- canas de zapatos, ropas y tejidos. ue aan tee Goer ae ts ‘das en los seminarios de Werner Erhard. (N. det T.) Sere ee ore 1a culeuca norteamerieana contemporinea ° iste alguna relacion entre la inflacién y el aumento del ‘nuimero de homosexuales? Entre el aumento de las casas de divorcio y la mala calidad de los bienes de consumo? ¢Entre la liberacién de la mujer y los fndices crecientes de delin- ‘cuencia urbana? ¢Entre la proliferacién de cultos estrafala- ios y la multiplicacién det mimero de vendedores groseros y poco serviciales? éPor qué sucede todo esto al mismo tiem Me he dedicado al estudio de otros pueblos y culturas en América del Sur, la India y Africa durante mas de tres déca- das. Siempre he abrigado la intima conviccién de que el es- tudio de las costumbres ¢ instituciones en las zonas més re- ‘motas del mundo podria resultar util a Ja hora de compren- der mi pafs natal. Con las experiencias obtenidas en la inves- tigacién de otras socicdaces, ése podria shora explicar las causas de este cambio tan radical en las costumbres ¢ institu- ciones norteamericanas? Los antropélogos siempre han destacado el hecho de que hay aspectos de la vida social que no parecen guardar rela- cién entre sf y que en realidad sf estén relacionados. Cual- quier cambio en una parte de la cultura afecta a las otras par- tes de una manera que puede pasar desapercibida en un pri- mer momento. Ocurre a menudo que ni aquellos cuya vida se ve mas afectada por lo que esta sucediendo perciben la re- lacién entre una parte y otra. Si es as{, no podemos aspirar a comprender por qué se ha transformado un aspeeto concreto del estilo de vida de un pueblo si lo contemplamos aislada- mente, sin estudiar la interrelacion de todos Jos cambios que se producen, 0 al menos la de los mas importantes. Adiestrados para vivir solos entre extrafos y registrar y explicar la diversidad de costumbres ¢ instituciones huma- nas, los antropélogos adquieren una vision de la cultura més amplia —més cholisticar— que la de otros cientificos socia- les. Como investigadores de campo que trabajaban solos, prece- didos Gnicamente por misioncrus y algdn que otro comer- iante, los antropélogos han tenido que afrontar el problema de describir culturas enteras y de ver como encajan entre sf las diferentes partes de una cultura, Los estudios clasicos de Bronislaw Malinowski sobre los “A Marvin Haris {slefios de las Trobriand ilustran la «imaginacién» antropols- gica. Malinowski trat6 de abarcarlo todo: como cultivan sus huertos los trobriandeses, cémo navegan con sus canoas, de qué medios se valen para aplacar a sus antepasados, qué he- ‘chizos magicos emplean para robar cosechas, cémo encuen- tran esposas y maridos, y qué posturas adoptan durante el coito, Describié su vida familiar, su organizacién politica, su ‘sistema de jefes y cabecillas, asf como los significados que atribuyen a la vida y a Ja muerte, Naturalmente, ni siquiera tun Malinowski podia estudiarlo todo. La vida social huma- tna, aun en las mas poquefias y primitivas bandas y aldeas, ¢s demasiado rica y compleja como para poder captarla en su totalidad. Pero, como muchos otros antropdlogos, sf trat6 de hacer un esbozo de costumbres ¢ instituciones que suelen ser objeto de estudio de expertos en varias disciplinas diferentes, ‘como la economia, la sociologia, la ciencia politica, la psico- Jopfa, la geografia y la historia. Creo que algo semejante a cesta amplia perspectiva es tan necesario para entender los ‘cambios en las costumbres e instituciones de las naciones complejas como para comprender a las pequeiias sociedades primitivas. Este libro, dentro de la tradicién holistiea de la antropolo- gfa, proporciona un marco general para entender los descon- certantes cambios que tienen lugar en la Norteamérica de hoy. Dado que Norteamérica es inmensamente més populosa y compleja que una aldea trobriandesa, o que la pequetia po- blacién del interior del Brasil que yo mismo estudié en otro tiempo, la tarca puede parecer fil y descabellada. Pero se dan circunstancias atenuantes. En ciertos aspectos, tal vez esulte mas facil obtener una visi6n holistica de la cultura ‘nosteamericana que de pequeias aldeas 0 tribus exsticas. No hace falta pasarse meses tratando de adquirir los rudimentos de una nueva lengua, ni tampoco trabajar solos avanzando a tientas hacia la comprensidn elemental de costumbres ¢ ins- tituctones completamente sucvas. Aqui cl problema no resi de en que el antropdlogo tenga que sustituir al economista, al socidlogo, al psicdlogo, etc. Todos estos especialistas ya han estado aqui, y han puesto en marcha miles de proyectos de investigacién, entrevistado a millones de «informantes» La cultura norteamericans contemporinea " nativos y eserito el suficiente nuimero de articulos y libros como para llenar el Gran Cafion. Aqui, el antropélogo es el ultimo en aparecer en escena, y tiene que habérselas no con tuna escasez, sino con un exceso de informacién Con otras palabras: el problema de interpretar los cambios que registra la Norteamérica de hoy tal vez estribe mas en disponer de algiin marco general capaz de mostrat la correla- cin existente cnire datos referentes a muchas disciplinas {que en ser un experto en cualquiera de ellas. Ahora bien, équé clase de marco vamos a utilizar? Los valores morales y espirituales nos brindan uno. Son innumerables Jos libros y articulos que sostienen que los Aorteamericanos han perdido la ética de trabajo y el sentido Puritano de la disciplina que tenfan sus antepasados. En otro tiempo, los norteamericanos trabajaban y ahorraban para sus placeres. Hoy en dia, los jévenes afirman tener derecho a di- vertirse, a disfrutar de todo lo que se les ofrece —bebidas al- cohélicas, drogas, comida, viajes, orgasmos miltiples— aqui y ahora, sin pagos a plazos y sin compromisos personales, matrimonios 0 hijos de que preocuparse, Una variacién so- bre el mismo tema caracteriza a la nueva cultura nortcameri cana como libertaria, abierta, permisiva; una cultura en la que, como en la antigua Roma, todo vale. Estas son caracterizaciones adecuadas, aun cuando no re- sulta dificil seftalar excepciones: la severa formalidad de los universitarios de hoy que compiten en las carreras de medi cina, derecho, ingenierfa y administracién empresarial, 0 los movimientos civicos de tipo ecologista y conservacionista. Pero supongamos que, en lineas generales, sea correcto afir- mar que una actitud nueva, sensual, hedonista y narcisista, ha enterrado al tradicional sentido norteamericano del de- ber, la laboriosidad y la autodisciplina. Hemos avanzado realmente en la comprensiGn de los cambios que ha experi- mentado Norteamérica? No lo creo. Todavia tenemos que recponder a la pregunta de por qué los trudiciunales valores morales y espirituales han perdido su atractivo. En lugar de empezar por la parte de «arriba» de una cultu- ra — \ > Creo que este conjunto de cambios puede ae nek marco para comprender cémo encajan entre sf las dis piezas ek cults norteamericana actual, Los antropdlogos saben desde hace tiempo que cuando la gente modifica su manera de ganarse la vida, es probable que se produzcan consecuencias imprevistas en una gran diversidad de cos- ‘tumbres ¢ instituciones. Por ejemplo, cuando los pucblos primitivos pasaron de una vida basada en la caza a otra basa- da en la agricultura y erfa de ganado, su familia, gobierno y religién experimentaron una transformacién total. Por lo ge~ neral, los cazadores viven en pequetias bandas migratorias, desconocen la propiedad, son sumamente democriticos y tienden a ser monégamos. Por lo general, los pueblos agri- colas vive ent apenta cumulan propiedades en forma de tierra, casas y mobili rio; tienen jefes poderosos, y practican a menudo a poliga- mia. Ademés, como todo el mundo sabe, tanto los avances en la agricultura como la introduecién del sistema industrial . jentos mas cxtensos y permanenter; + La cultura norteamericena contemporines B y la produccién en serie provocaron extensos cambios cultu- rales, Merece lz pena, pues, explorar la posibilidad de que los cambios en la calidad de los bienes y servicios, la inflacion, la vida familiar, la sexualidad, la delincuencia, el bienestar y la religién tengan algo que ver con los cambios en la organi- zaciGn y tipo de trabajo y la composicién de la fuerza de tra- bajo. Evidentemente, el cambio, tanto cn la naturaleza del tra- bajo como en la organizacién y composicién de la fuerza de trabajo, no puede explicar todos los detalles de los nuevos estilos de vida de Norteamérica, No existe una tinica cadena de causas y efectos que se pueda seguir, eslabsn a eslabon, desde una alteracion bésica hasta todas las demés. La forma en que se produce el cambio social se parece mas al tejido de una telarafa que a la construccién de una cadens. Muchos hilos causales diferentes se cruzan y entrecruzan hasta for- ‘mar intrincados dibujos, en los que cada elemento desempe- fa, hasta cierto punto, un papel independiente. Pero esto no significa que todos ios hilos tengan igual tamafo o el mismo eso; ni tampoco que Ia telarafa carezca de centro alguno'o de estructura global. El propésito de este libro no es ex carlo todo, desde la ultima extravagancia sexual hasta el ilti- mo grito en materia de pantalones-pitillo, pasando por las Ultimas técnicas delictivas. Mas bien, se trata de determinar si las tendencias, aparentemente inconexas, que se manifies- tan en aspectos completamente disparcs del estilo de vida norteamericano en realidad constituyen un proceso de cam- bio involuntario pero coherente. Al utilizar un marco que hace hincapié en cl papel central de factores tales como la participaciGn de las mujeres en la fuerza del trabajo, la auto- matizacién y la creciente concentracién burocrdtica del go- bierno y la empresa privada, no pretendo estar en condicio- nes de explicar todo lo relativo a la cultura estadounidense. Sencillamente, espero que nos permita comprender mejor lo que eta sucediendo que si nos limitamos a echarle la culpa de todo a un desmoronamiento espontineo de los tradicio- rales valores espicituales y morales. Ademés, debemos considerar todo lo que aqui se expone como algo provisional y aproximativo, no como algo defini- 14 Marvin Hares tivo e inmejorable. No pretendo estar en posesién de la tini- ca y tiltima verdad.sobre las razones de la transformacién que ha experimentado Norteamérica. Los principios que han guiado esta inyestigacion no conducen al tipo de cerveza que Ta gente busca a través de Ia revelacion 0 la fe religiosa. Me daré por satisfccho si consigo mostrar que hay explicaciones plausibles, racionales y relacionadas de e303 rasgos de la vida norteamericana que habitualmente se consideran aleatorios, ininteligibles 0 inconexos, 0 se atribuyen a la mano dé Dios © del Diablo. Este es, a mi juicio, un punto importante a destacar, ya ‘que la creencia de que la cultura y ta historia no se hallan al aleance de la comprensién humana racional esté cobrando mucha fuerza. Desde todos los Angulos, los oscurantistas, los roménticos y.los misticos tratan de desacreditar Ia idea de que la solucién a los problemas précticos y espirituales de Norteamérica pueda lograrse gracias a un esfuerzo racional guiado por un anilisis objetivo. Los ataques contra la raz6n y Ia objetividad se han puesto otra vez de moda entre Jos in- telectuales. Bajo el estandarte de lo que el filésofo de Berke- ley Paul Feyerabend llama «anarquia epistemolégicay, mu- chos estudiosos denuncian la bisqueda de la verdad objetiva como una pérdida de tiempo. Se ha corrido la. voz de que los paradigmasy rivales son simplemente «flor de un dia», y que las verdades de la investigacion razonada en nada difieren de las de Ia intuicién o de las fantasfas que provocan las drogas. Multitud de socidlogos proclaman que el unico conoci- miento valido de la sociedad radica en los significados e in- tenciones de los «nativos» y que nunca se puede dar una ex- plicacién objetiva de lo que sucede cuando los humanos inte- ractiian: «Las verdades —afirman— existen sicmpre para y dentro de una comunidad.» Entre tanto, muchos de mis colegas, inspiraclos por la his- toria de Carlos Castaneda sobre su aprendizaje junto a un fic- ticio In de arealidades alternativas, no occidentales» y del «estado de conciencia chaménicap, en cl cual uno puede tranformarse fen coyote, ver mosquitos de treinta metros y entrar en el ‘otro mundo a través de un agujero en el tronco de un arbol. hhicero yaqui, se han dedicado a ensalzar las ventajas « La cultura nomeamericana contemporinea 15 La conviccién, sustentada por muchos cientificos sociales, de que la descripcién de la vida social «tiene que ser una fic- cin, una constitucién de la realidad» se ha visto respaldada con entusiasmo en los circulos literarios. Casi todo el mundo se ha entcrado de las declaraciones del eritico Ronald Suke- nick: «Todas las versiones de la realidad son una especie de ficcidn. Est4 vuestra historia y la mia, la del periodista y la del historiador, Ia del fil6sofo y la del cientifico... La realidad es imaginada.» Ea algunos cfrculos, el ataque contra la razin y la objeti- vidad esta alcanzando proporciones de cruzada. Un nimero sin precedentes de norteamericanos secunda la llamada de atellabs casecos y evangelistas «renacidos». Como declaraba tun converso de una iglesia televisiva «renacidan y en répida expansién al reportero del. Washington Post Dick Dabney: «Creo en Jests. La razén apesta. Esto es todo lo que sé.» Lo que resulta alarmante de esta gran eclosion de fervor oscurantista e irracional es su estrecha relacién con las visio- nes del fin de la civilizacién occidental, ¢ incluso de Ia vida en la Tierra. Muchos millones de norteamericanos se sienten tan consternados y frustrados por la destruccién de institu- ciones y valores muy queridos, tan agobiados por los im- puestos, la ineficiencia burocritica, el desempleo, la delin- sincia yl inflacdn, gue les da igual que el mundo continde © no. Faltando tan pocos afios para el fin del segundo mile- Deyn ede ope em ae magedén cdsmico convertirse en una profecta que acabara por cumplirse? Ya hay sugerencias de que el fin esta proxi- mo y que nada podemos hacer por evitarlo, «Todo se acer- cw, dijo el converso «renacidoy que piensa que «la razén apestas, «Es demasiado tarde para hacer nada.» Por mi parte, guardo en casa la suficiente cantidad de som- niferos para matar a mi esposa ¢ hijos en caso de que sufran ‘quemaduras graves por I radiacion. Estas sombrias premoniciones quia tengan su origen, mas que en la fe religiosa, en una falta de comprension de la difi- cil situacién cultural que atraviesa Norteamérica. Por qué 16 Marvin Hares no se puede realizar el suefio norteamericano? éPor qué fun- cionan mal tantas cosas? Al carecer de una comprensién ob- jetiva de la vida social, la gente se imagina atrapada por fuer- zas satinicas incontrolables. Pero somos nosotros, los hom- bres y mujeres corrientes, los tinicos autores de nuestras des- gracias. Buscando un mundo mejor, hemos ido tejiendo en- tre todos, poco a poco, Ia tela que nos separa de nuestros suefios. Esperamos temblando el abrazo de una bestia inhu- ‘mana; pero no va a llegar nadie, salvo nosotros mismos. La tarea de este libro es reafirmar la primacia del esfuerzo racional y el conocimiento objetivo en la lucha por salvar y renovar el suefio norteamericano. No estoy de acuerdo con aquellos que sostienen que todo conocimiento y accién (0, como dicen los marxistas, toda «teorfa y préctican) existen esiempre para y dentro» de una comunidad, geupo étnico, clase, raza, tribu © sexo determinados. Los antropslogos consideran su deber solemne presentar las esperanzas y te- mores, los valores y fines, las creencias y rituales de diferen- tes grupos y comunidades tal y como se ven desde dentro, tal y como ia gente perteneciente a estos grupos y comunida- des los percibe y del modo en que desean que otros los vean. Pero esto es slo la mitad de la tarea. La otra mitad consiste cen describir y explicar lo que realmente dice y hace la gente desde el punto de vista del estudio objetivo de la cultura y la historia. Norteamérica necesita reafirmar con urgencia el principio de que es posible emprender un anélisis de la vida social hu- mana que los scres humanos racionales reconozcan como verdadero, preseindiendo de que sean hombres o mujeres, blancos o negros, hetero- u homosexuales, patronos o em- pleados, judios 0 cristianos «renacidoss. La alternativa es ‘quedarse de brazos cruzados viendo cémo grupos con intere- ses especiales desgarran los Estados Unidos en nombre de «sus realidades separadas», 0 esperar hasta que alguno de ellos adquiera la cuficiente fuersa como para imprimir su se- lio irracional y subjetivo a la realidad de todos los demés. El lector queda advertido. Este libro no contiene un con- junto detallado de prescripciones sobre cmo puede Nortea- meérica recuperar su {mpetu hacia la opulencia, la democracia vr. |v eultura noreamericana contemporines 0 y Ia justicia. Los

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