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Traduccén de Francie VL GAS ROBERT MUCHEMBLED HISTORIA DEL DIABLO SIGLOS XII-XX he er: FONDO DE CULTURA ECONOMICA MEEIOo - ARGENTINA - Baasn. - Comomewa - Coe - Eapaka Eeranos Usipos of AMPRCA - GUATEMALA - Pert - Vexeeiea 2000 ec en Fal wc, Argentina), 20082 ar ib UPC, MECO) so04 Premera reienpeesion eee Robert del diablo. Siglos XIL-XA / Robert uM Histena Federico Villegas. — México : Muchembled ; trad. de ne 33 0 16cm — (Colec. Histaru) vtajooriginal Une histoire du diable, XII-XX sidcle SBN 968-1 6-057 0 ' Diablo 2. Satande I. Villegas, Federico, tr. Il. Ser iL. & LC BTS6) MSS Dewey 295.4 M466h wr GOBIERNO FEDERAL CON FINES DIDACTICOS FOE A SUVERTAO TET ast Le OPARON. 7 ESTA DESPOSICION ee roan 10S ARTKULOS 367, 368 BIS, 368 TER Y DEMAS IPUICABLES DEL C!eDG0 PENAL F** “1 DISTRITO FEDERAL EN MATERIA + PARA TODA LA REPOBUICA EW MA 5A FEDERAL. Se protube la reproducciin total o parcial de esta obra —ticluado el cisedo lipogrifics y de portada—, ba cual foere ¢l medio, eleckricice o mecdnioo, mn e} Consentimients por escrito del editer Comentarios ¥ sugerenciag: editor@fee. com.mx Conesta querira caliloge: werwfondodecul turaeconomica.com Titul original: Une Avista: © Editions du Seu re du diahle x07 stécte 2024031 179.8 D, EI ae Forno be CunTuRA ECONOMICA DE ARGENTINA, 5. A. DRO Pets Rowan Aires Ca ' SE CULTURA Econdmica “mera Picacbo-Ajuaco, 227; 14200 México, D. F IS En Be oo 8087-0 (segunda edicién) 957-496-7 (primera edicién) PIE en Méaicg « Printed in Mexice RECONOCIMIENTO La elaboracion de este libro ha sido considerablemente facilitada por und estancia de seis meses en Amsterdam, una ciudad magica, bajo los auspicias de la Academia Real Holandesa de Artes y Ciencias (Konin- klijke Nederlandse Akademie van Wetenschappen), donante generosa del premio Descartes-Huygens 1997. También debo expresar mi grati- tud ala Frije Universiteit de Amsterdam, un remanso acogedor, y muy particularmente a mi amigo Willem Frijhoff, historiador estimulante y¥ sutil. El] Warburg [Institute de Londres me ha permitido igualmente consultar y utilizar sus notables colecciones, por lo cual estoy muy agradecido a sus administradores., Hay muchas otras deudas intelectuales que no pueden ser todas ci- tadas aqui y aparecerdn en la lectura. Algunas establecen un fuerte vinculo entre generaciones sucesivas, a través de la confrontacién de log recuerdos de un autor. Debo expresar mi reconocimiento intelec- tual y sensible a personas desaparecidas cuyo pensamiento me ha for- mado y cuya voz no se ha extinguido: Albert-Marie Schmidt, Lucien Febvre, Robert Mandrou y Fernand Braudel. Este reconocimiento se extiende a mi viejo compinche, Bill Monter, por nuestras conversaciones en Europa y América. En Trois-Riviéres, René Hardy descubrira tam- bién interrogantes comunes, afinidades que superan el objetivo propio de las ciencias humanas, Jean-Bruno Renard, Véronique Campion- Vincent y Pierre Christin me han guiado on la jungla de rumores ur- banos y en el universo del cémic: les estoy infinitamente agradecido, como a mis colegas modernistas de Paris-Nord, por nuestras discusio- nes fecundas. Las nuevas generaciones también me han aportado cu- niosidades y desafios. Muchos de mis alumnos han estimulado mi de- seo constante de comprender mejor el pasado para tratar de descifrar nuestro presente tumultuoso. Las discusiones, a veces apasionadas, con los jvenes investigadores me han impedido repetir sin cesar lo que ya habia escrito y tener mas en cuenta la historia de las costum- bres. Laurence Devillairs, Sylvie Steinberg, Dorothea Nolde, Florike Egmont, Isabelle Paresys, David El Kenz y Paseal Bastien reconoceran sus contribuciones a este libro. Hay otro tipo de deuda que surge de una adolescencia formada tanta en la cultura de la imagen como en la cultura de lo escrito. Esta pa- 7 HECONOCIMIENTO ‘aiod de catablecer un puente entre la cultyr oral de Fy i es cinematdografo aon erieo lis extraordi NArion, Danco, aaile. a he explorade eon jubilo. Debo agradecer a Alfred Hitch. 3 que he o*f aotado para hacer extremecer al espectador, lg dia stanley Kubrick y a muchos otros por 8u aporte a un te. : ido onicamente académico, porque habla del enigma de ma que oe il dite hombres entre ellow ¥ del axpecto sombrio del ser hay que evocar la sed de conocimiento, acicateada por el demonio de la jndagacién... amstordam-Paris-Lille INTRODUCCION 2E) diablo extaria abandonando Occidente a fines del segundo milenio de la cra cristiana? “Este puede ser el siglo de la desaparicion, o al menos del eclipse o de la metamorfosis del Infierno”, afirmé Roger Caillois ya en 1974.! Entonces, Satands parecia estar guardado en la seccidn de utileria teatral para la mayoria de los europeos, inclusive para muchos eatélicos creyentes y practicantes que preferian un cristianisme mo- dernizado, abierto al mundo y mas afin al Concilio Vaticano IT (1982- 1965) que a los esplendores tragicos del Concilio de Trento! 1545-1563). A mediados del siglo xvi, la derrota de los erasmistas, partidarice de una religién mas interiorizada ¥ menos dramatica, habia dejado el campo libre para cuatro siglos con la imagen de un dios terrible en sus designios inc ibles, amo del diablo, pero dispuesto a desencadenar su omnipotencia maléfica para castigar a los pecadores.* En los lindes del tercer milenio, la declaracién de Roger Caillois merece ser tenida en cuenta, “Rechazad al Infierno, que vuelve al galope", agregé, por otra parte, de manera premonitoria.? En 1999, la Iglesia catélica definid un nuevo ritual de exorcismos, multiplicd la cantidad de sacerdotes encar- gados de esa funcién (han pasado de 15 a 120 en Francia) y reaiirms enérgicamente a través del papa la realidad de la existencia del demo- nio. En el otro extremo del campo social y cultural, las sectas salanicas se han establecido firmemente en algunos paises, en particular en los Estados Unidos o en Inglaterra.‘ El diablo retorna con vigor. En realidad, jamas ha abandonado verdaderamente la escena desde hace casi un milenio. Insertado estrechamente en la trama europea desde la Edad Media, el espiritu del mal ha acompaftado todas sus me- tamorfosis, Es parte integrante del dinamismo del continente, una sombra negra en cada pagina del gran libro del proceso occidental de la civilizacién, del cual Norbert Elias ba sido su tedrico, sin plantearse realmente la cuestién del Mal y de sus relaciones con la tendencia ha- ' Caillois, “Métamorphoses de l'Enfer’, en Diogtne, roi. 85, 1974, p 7. : Este eriatianismo del miedo y de los tiempos de la brueria y de La boguera esta bren descrito en los trabajos de Jean Delumeau, particu en La Peur én Gecident, xtv- evn stéeles. Une Cité axnidgée, Paris, Fayard, 1978, y on Le Péché ef la Peur, Paris. Fayard, 1983. ? KR. Caillois, art, cit, p. 54- * Véase el capitulo vil. INTRODUCCION 10 cael Bien oel Progreso,” pues se ee ee de la Iglesia, ; resenta el aspecto oscuro de nu cultura, la antitesis Th grandes ideas que ella ha producidoe y exportado al mun. SF aro desde las Cruzadas hasta lia conguista del espacio interpla- Te a dee Bacaceecmuama ne kat hes aah eT Area FE} diablo, cuyo nombre significa “el separador” en el Nuevo Testamen- 1o, encarna el espiritu de ruptura frente a todas las fuerzas, religiosas, oliticas y sociales, que han buscado incesantemente producir la uni- dad del Viejo Continente. Por eso parece consustancial con la mutacién del universo curopeo, parte integrante de un movimiento que es sim- plemente el de la evolucién ¥ el triunfo sobre el planeta de una manera original de ser humano, de una manera colectiva especifica de dirigir la vida, de producir esperanza y de inventar mundos. Pero no se puede reducir al demonio de Occidente a un simple mito, ya sea religioso o de earacter laico, como en las representaciones romanticas francesas del sigto xr, fo cual de ningiin modo significa que sea real, concreto. Mal que les pese a los tedlogos cuyo oficio es el de suponer, el historiador, que tie- ne por objetivo comprender lo que mantiene unidas a las sociedades, no necesita de ese postulado para apreciar en su eminente valor los efec- tos de la creencia. Esta dltima constituye a sus ojos una realidad pro- funda, pues motiva los actos individuales como las actitudes colectivas: aun cuando piense intimamente que el diablo no existe, debe tratar de explicar por qué aquellos que creian en su poder quemaban a las bru- jas en el siglo xvu, o bien por qué razones hoy se practican rituales sa- tanicos para rendirle culto, Las representaciones imaginarias son objeto de investigaciones, como las acciones visibles de los hombres. No se trata de una especie de velo global proveniente de los designios divinos, ni de un inconsciente colectivo en el sentido de Jung, sino de un fenémeno colectivo muy real producida por los multiples canales culturales que irrigan a una socie- dad. Es una suerte de maquinaria oculta bajo la superficie de las co Menon activa porque crea sistemas de explicacién y tam- motiva tanto las acciones individuales como los comportamientos e los grupos, Cada uno es depositario de partes de este saber y de las _ que lo rigen, lo cual permite comprender lo que le sucede al indi- , pints, decir, compartir con los otros un sentido comun cuyo nombre precigamente un efecto de unidad. El rumor pertenece a este 'N. Elias, La Our ‘gation dies merurs ique de MOccident, Parte, Calmann-Lévy, 1975; La celia Vines techn Munana-Lavy, 1973, y La Socihé de Cour, Paria, Cakmann-Lévy. 197 oe A" #iAcles, Paris, Seuil, met. société palicée. Politique et politesse en France iINTRODUCCION M1 universo, pues sélo Liene importancia porque se propaga conforme a mecanismos de participacién cultural poco evidentes. La representa- clon imaginaria colectiva es viva, pOderosa, sin parecer necesaniamen- te homogénea, pues se adapta infinitamente a los grupos sociales, las categorias de edad, los sexos, los tiempos y los lugares. Construida sobre bases comunes idénticas en el marco de una cultura nacronal dada, la representacién imaginaria francesa difiere, por ejemplo, de la norte- americana, y varia ademas para satisfacer necesidades especificas, distinguiendo asi el punto de vista de los jévenes suburbanos del de los otros representantes de su generacién. Pero también distingue las for- mas de las culturas de los jovenes franceses en general de las de los adultes. Considerado en un momento dado, el flujo de una civilizacion se alimenta de numerosas corrientes diferentes. Con frecuencia se ol- vida la importancia de las experiencias vividas por cada generacion, productoras de flexibilidad, pero también el sentumiento de diferencia con los otros, lo cual da sobre todo sentidos comunes desplazados, varia- ciones sobre la divisién nacional. Se puede ilustrar este sistema flexi- ble de la representacién imaginaria colectiva por medio de la imagen de un bosque surcado de canales invisibles que irrigan el mismo con- junto, pero no ofrecen la misma cantidad ni exactamente la misma calidad de ideas ¥ emociones a todos aquellos a quienes comunican, después de pasar por muchos filtres, Tampoco debemos olvidar las con- traculturas que niegan o tergiversan los mismos mensajes. Para comprender un sistema tan complejo, som indispensables los testimonios mais diversos. Los documentos utilizados por el historiador en este campo van mucho més alla de las fuentes manuscritas clasicas, de las cuales se nutren. Estudiar la cultura implica noo limitar el e¢s- fuerzo a las producciones “legitimas”, a los aspectos superiores de la c1- Vilizacién como las artes mayores o la literatura que represcotan la gran tradicién. La pequefia tradicién también existe. Todos los mecdios de transmisidn tienen su importancia, desde el séptime arte hasta las ilustraciones para nines pasando por las fotonovelas, las series televi- sadas, la publicidad o incluso las costumbres de nuestras tribus urba- nas, asi como el piercing o los signos de pertenencia indumentarios. Las peliculas policiacas corrientes nos ensefian tantas cosas sobre la evolucién de las costumbres como las obras maestras de Murnau, de Dreyer ode Ingmar Bergman, pues todo tiene sentido en el crisol de las tradiciones que cimentan una civilizacién. Nada es irrelevante mi despreciable para tratar de explicar como se levanta el edificio, desde el sétano hasta el granero. Que nadie se asombre de encontrar en este libro a Victor Hugo, al obispo Jean-Pierre Camus, poligrafo olvidado, INTRODUOCION Le ' tas —_ icas’, ni a tode ol cine fantast; ador de “historias tragicas , nla ma | persed spe Hitchooek. «| catecisime en IMapenes, los autores cle iactupents O licidad ercial o los rumores de la jungla urbana. La comics. bi pu _ que es necesario considerar desde todos los aun tegido rico oo | ch aed vista, pues Cl MISO peedlividcl wo, nutrido de los clisicos ¥ de la Sak Psi, ahoonade al arte iustracda, ha podido liner en sus prime- ea aites los cuentos ilustrades para nites, escuchar el rock heavy me: fal, memorizar muchos clisés en el cine o mirando la televisidn, codear. ce con cores muy diferentes a él, consumir productos endiabladamente deliciosas, y presentades como tales, ¥ sonar que su dingel de la guarda Lo ceca de un apure... Negarse a tratar el conjuntoe seria no querer ver cl functonamiento de la sociedad, desestimar las connivencias funda- mentales surgidas de la evoluchin de la historia y activas, aun cuando permanercan ecultas. Tanto el ser como la cultura son nudos de senti- dos que se acumulan para redistribuir las experiencias de los siglos pasadoc, lo cual hace apasionante la historia y da la sensacidn de una continuidad en la diferencia caracteristica de cada época. Explicar la igure de Satanads con una definimidn filosdfica o simbdli- ca del Mal que todo humane debe afrontar taropoco aporta una clave de interpretacian suficrente, salvo para los pensadores deseosos de descu- brir una unidad profunda de la naturaleza humana, valida en todo momento ¥en todo lugar Ln enfoque ontoldmico semejante no es el de las cencias del hombre: ademas, alpunas hijas del diablo, ;no nacicron de la fractura fundamental que en los siglos xvi ¥ xix condujo a Occi- dente a rechazar al demonio cornudo e intentar explorar los meandros de la contiencia, pero también el inconsciente del sujeto, planteando el principal interrogante de las relaciones de este ultimo con el conjunto en el cual se inserta? Como estos investigadores no pueden extraer nada centr igual que eel as rants evaens sedan Inia eae a sus contem ens, nden Iai ee sociocultural constante de los fenémenos estudia- no 2 la manera del cardenal Nicolas de Cues en el siglo xv. ee cae que al término de una vida de trabajo el sabio podia lle- ~emutr que no sabia nada: esta *ignorancia docta™ condujo ano Ne ten eae en la fe, frente a los designios incognoscr ee a MMners autor taria de los grandes sistemas sado, del Inicismo erigidg on en reign obligatoria det pa: ientificiema “duro” oe creencia universal, del positivism®, TismDO de cierta a tedlogos del progreso o incluso del milene- to rechazan ecologia: todas Ins formas do monopolio del pensamien- te al adversario, no sin atribuirle un caracter INTRODUCCION 13 diabdlico de paso. El método, a la vez mas simple y mis ambicioso, uti- lizado en esta obra es el de dudar a Ja manera de Descartes, investigar la “carne humana”, como proponia Mare Bloch," tratar de deacubrir los vinculos secretos que mantienen unidas las complejas maquinarias que constituyen las sociedades —sin juzgar abruptamente ni perder posicién en los debates que superan lo objetivo, porque sélo tienen una respuesta en la creencia pura—. Al menos he tratado de no dejarme arrastrar hacia este terreno, buscando la objetividad a sabiendas de que nada es totalmente ni perfectamente objetivo. De esta manera, re- clamo el derecho a las opciones, evidentemente subjetivas, bajo el control de aquellos que aprenden a conocer, pero sin concesiGn a los militantes sectarios de todos los horizentes, para quienes el dogma hace las veces de verdad. Este libro es pues wna historia del diablo, un intento entre otros de abordar un tema que ha inspirade a una cantidad considerable de au- tores.® Se imita al Occidente, desde la Edad Media hasta nuestros dias. Otras civilizaciones viven con sus demonios, pero no seria sensato pre- tender abarcarlas todas ni considerar ¢n conjunto los fendmenos que edlo tienen un verdadero sentido en el seno mismo de 4u universe de produccién, El collage mental que se apoya sélo en el poder de la evoca- qdn de un autor ¢s uno de los més grandes peligros que mcechan al his- toriador, ya que en el orden de la aventura de la homanidad siempre se pueden establecer ficilmente correspondencias entre las civilizacio- nes midis diferentes, al menos en un plano superficial. El tema diabdélico ae presta muy particularmente a ello. No importan los malos habitos en la materia ni las falsificaciones, voluntarias o simplemente crendas por una imaginacién desbocada. El periodista anticlerical Léo Taxil publicé en 1897 una broma pesada que conmociondé a los medios catd- eos ¢ incluso indujo a Thérése de Lisieux a escribir a una tal Diana Vaugham. Esta dltima se presentaba come una antigua gran sacerdo- tisa de Palladium, una secta satdnica que habria acogido sobre todo a judios ¥ francmasones, y denunciaba un complot dirigido a tomar el poder mundial, en una obra sobre E! diablo en ef siglo xx, publicada en Lao3 por el doctor Creonge Bataille, jPolladium y Diana misma eran puras invenciones! ;Qué decir igualmente de la tesis de la inglesa Mar- garet Alice Murray, una egiptéloga distinguida, que se aventuré en * M. Bloch (1885-1544), Historiador francis, fundador, con Lucien Febwre, de la revis- ta Annales, y water de La saciid Modate. |W. del E | marRODLCCION it ser 1921 sobre un lerreno muy diferente para ee el culto a Lana bru. F.uropa, es decir, lo que ella suponia que cra 1a Bupervivencia ac- Te edt icada a una deidad payana c tiva de una religron primitive dedicada A u pass Ppagana fon Cucr- nos, que daba lugar a aquelarres muy reales? Su obra, traducida al ainte en 1957, fue un clasico durante mas de medio siglo entre log especialistas munihales en la materia, que se prolongo con los trabajos recientes del italiano Carlo Ginzburg, y siempre ejerce una influencia considerable, tanto en las sectas satinicas Inglesas Oo ¢xlranjeras como en el cine y load comics, por ejemplo en La Belette (1983) de Didier Comiba.” En otro orden de ideas, una obra consagrada al diablo no puede evi- (ar una aproximaciin a lo sobrenatural, con el riesgo de contrariar a la vez las convicciones de las pertonas que creen firmemente en can ¥ de aquellas que no creen cn absoluto. Ante todo, ea necesario decir que el problema oo se plantea aqui en ¢sos términos y que no xe da lugar a nin- guna toma de posicidn de mi parte, al menos de manera conaciente o razonada, Lo que me interesa de manera prioritaria ew poner los fend- Dehia nuevamente en wu contexte y separarlos de las evoluciones cul- turdies y sociales, no adherirme a ellos o negarlos, Los sufrimientoa del parroco dhe Ars frente a su demonio que él lamaba Lo Grappin, dexde 1823 hasta su rouerte en 1859, sus alogatosa concernientes a la existen- cia de siete millones de diablos, oe) hecho de que cada hombre poxec un Angel de ls guorda persunal, sirven en principio como un testimo- nia sobre el tipo de catoliciame que él vivia en su época. Me recuerda Wualmente ef hecho de que muchos de nuestros contompordneos siem- pre ven en esto una verdad inexorable, ala manera de una audioncia catdlica que dialogs, ef 13 de marzo de 1980, con los animadoros del programu “Le diable dans tous sew états" on la emisora protuatante Radio Notre-Dame. El tema del angel do la guarda sigue siendo muy Sar hte para muchiw de nuestros contempordineos, no sdlo en los Da Unidos, come lo demuestran Jos tibros o reviatax de gran difu- eae oe! cine de un mado mis lidico cuands le pide a Philippe Nairet Wace aun difunto (Fantéme avec chauffeur, de Gérard Oury, ral oa rérard Depardieu y a Christian Clavier que sigan loa conse fe cee fe aus pectectotes colestiolon roepoeclivos on Jucha comtra . ond familiar con la imagen de cada uno do ollos (Les Anges Aan of Mtr Bong rd tas rece een M, Macey, Tha Muha titre, ee ily Prews, 101 dtrnl. fr Le Deu dew wor: Pet ot Fromantt: HRET C Chnuburg, Lee lntuiles nocturues, Morcelerse ct riwel™ Waruites & : ea Baul, ave avin sedelen. Lagraase, Verdwer, 108011" pd. italiane, JARI) aa Gin ibe ono, la vievia fuse a laree, Pans, Walmer ieee feruniu, incluso con (', Cindhury. INTHODLACCION is gardiens, de Jean-Marie Poiré, 1905)" La coriosidad divertida de low expectadores o de los lectores proviene de una conexién implicita esta- blecida en su imaginachin con una serie de ideas ¢ imagenes extraidas de eetratos cronolégicos diferentes. Ya dulcificada en los cateciamos con imagenes de fines del siglo x1x, la visidén terrorifica casica del infier- no llegd a ser ain més familiar en los oimicea de la década de 1980: en Tintin aw Tibet, publicado por Hergé on 1960, Milou, ef perro del héroe, ao encuentra secundado por un dingel y un demonio que s¢ le parecen, mientras que en low mismos afios Jean Chakir dibuja para el peridcice ilustrado Pifote las aventuraa de Tracassin, acompahade de au angel Séraphin y de ou demonio Angelure. El tema termina por llegar a las comedias que desdramatizan la muerte en la pantalla.’ ;Quien dudaria que una evolucién semejante puede debilitar la impronta diabilea so- bre nuestra cultura, ain negarla totalmente? Fete libro abarca y explora todo un capectro de la representacién Imaginaria cocidental. El diablo, bajo eu forma corrientemente admi- lida, no ea el Unico centro de interés, pues las metamorfosis de lo figura del Mal en nuestra cultura también hablan de la desdicha de los hom- bres on el seno de au sociedad, Extrechamente imbricadas entre elias, la historia de! cuerpo, Ja historia del espiritu y la del vincule social componen Vastas lincas de influencia en el transcurso del segundo mi- lenio de la era cristiana, dividida en cuntro grandes secuencias crono- logicas. FE) primer capitula estd consagrado a In entrada de Satands on la oscena occidental, deade el siglo x1 hasta el siglo xv. Es en ese mo- mento precisamente que comionza a encarnarsc realmente la nocién teoldgica en cl univorso de los miembros de la Iglesia ¥ Sue dominios laicos, bajo la forma de imagenes perturbadoras alojadas de las repre- sentaciones populares de un demonio casi semejante al hombre, que, como él, podia ser burlade y vencido, Entonces se inventé y se difundid lentamonte un deble mito de gran porvenir: el del terrible soberano lu- ciforino que reina sobre un inmenso ejércite demoniaco en un espantoss inflerno do fuogo y azufre y, también, ol de la bestia inmunda AgRrA pa da on low ontrafas del pecador, que siguo teniondo tanta importancia Para muchos de nuestros contomporineos. Los tres capitulos siguien- tes forman |a parte modular en lox aiglos xvi y xvu. Por gusto personal, *Kodio Norte-Dame, emnisora protestants, presenta “Le diabbe dana tous ae #tala™ durante uns semana, del 19 al Ade mares de 1000 (Agradeaco a Pascal Bastien pao aa er deapertado mi interés on eene cminiones,) Véanen tambien, de BE. Mrasey, Bngodte aur Poxisience dew anges rebelles, Paris, Filipacchi, 1994, resetia publicada en Parue March, Gin. 2416, del Tce soptiombre de LM, pp dA, uel come ol capitals vn de sete libro * Rl capitulo vi andion eelas formas toodennas de la difueiin de Grdgeties relecionn- das con e) demonio INTRODUCCION Wei 14s aun ue los contemporaness estaban in- indudablemente. Fonados por SD sewonlé hasta el punto de seedicels Sati hogueras de brujeria. Un enigma extraordinario, en efecto, t g log europeos + gus Primos de Salem fueron Lens MACOS se res hunia- pue i los tiempos que desearon ¢xterminar sistem Aticamente a tt miembros de una supuesta secta demoniaca. | El capitulo examina la noche del aquelarre de las brujas, los otros dos intentan proporcionar elementos de comprensién, al principio en tarminos de la percepcién del cuerpo diabélico, después en términos de ia difusién de una literatura satdnica, productora de una poderosa cul- tura tragica, pues los hombres de esa época de grandes descubrimien- tos, de importantes progresos intelectuales y artisticos, de fe y de gue- rras religiogas, no concebian su cuerpo ni su alma de la misma manera que nosotros. Sin embargo, nos han legado una extraordinaria herencia dinbdlica que no cosa de referir la epopeya de la conquista del munde de un modo eminentemente trdgico, una tensién interna siempre vi- gente para los ultimos grandes herederos actuales de esa cultura: los Fetados Unidos. A diferencia de ellos, la Europa del siglo ilustrado fue la del crepusculo del diablo, del repliegue de Lucifer, que se aborda en el capitulo v. El proceso de interiorizacién del Mal comenzé con la in- vencién de lo fantastico, una Manera literaria y cultural de tratar lo sobrenatural con respeto, pero sin creer ni dudar demasiado de ello. ‘na aceleracién de esta tendencia marcé el siglo xix y uma buena par- te del siglo «x; el capitulo vi aborda las metamorfosis sutiles de] demo- nio interior, en otras palabras, la produccién de un sujeto occidental cada ver mas liberado del temor a Satands, pero cada vez mas propen- so a desconfiar de si mismo y de sus pulsiones demoniacas o mdérbidas. Seria, por lo tanto, demasiado simple detenerse en esta comprobacion terminante, El siglo xx se examina desde otros angulos en el capitulo vm, consa- grado a la representacién diabélica reciente en todos sus estados. Todo contribuye a atizar el fuego en este dominio infernal. El cine, el edmic, la publicidad, los rumores urbanos suman sus ensefanzas a las de fuen- tes mas clisicas a fin de permitir localizar al diablo en los numenosos rincones donde se oculta. Para terminar con una comprobacién de im- portancia: el flujo cultural occidental se ha dividide en dos grandes co- mentes muy diferentes, que a su vez poseen ramificaciones secundarias. Une ds ellas, representada por Francia y de otra manera por Bélgica, domina la angustia por medio de la fantasia y del humor, o sea, Por medio de la insercién del 4 panied demonio en los placeres de la vida. En est? se puede hablar de una cultura fantasmagérica, como la en- INTRODUOCCION 7 tienden los especialistas de la literatura francesa, “la manera con la cual el auter fantastico hace hablar al fantasma, lo saca a la luz y lo transforma en objeto de seduccidén, de fascinacidn y de placer estetico para el lector"."" Al abordar de esta manera log origenes mismos del fantasma, los escritores, cineastas y publicistas, como otros interesa- dos en la temdatica, son los mediadores culturales, ellos permiten con- servar una memoria viva del pasado adaptandola a las necesidades del presente. La otra gran corriente, que se observa principalmente en los Estados Unidos y en el norte de Europa —de un modo quiza menos abe gesivo= conserva mucho mas intensamente la leccién angustiosa he- redada del medio milenio precedente a propdsito de la bestia interior peligrosa y maléfica, que es necesario destruir o controlar. Esta co- rricnte no esta en desacuerdo con las reglidades actuales, sobre todo al -atentar exorcizar lo més posible este temor, proyectado con violencia en el Ambite de las imagenes cinematograficas, televisivas y desde hace poco en la Net. OM. Milner, La Fantasmagorie. Essei sur Uophique fantostique, Parts, Mr, 1962, p. 253, retoma las idens propagadias por Jean Bellemin-Notl, “Notes sur le fantastaque (textes de Théophile Gautier)”, en Liftéradure, mim § diciembre de 1972, pp. 2-23. I. SATANAS ENTRA EN ESCENA, SIGLOS XTL-XV Tooa SOCIEDAD HUMANA se plantea el problema del Mal ¢ intenta resol- verlo. Si s¢ adopta el punto de vista del filésofo, la pregunta se puede formular en relacién con el concepto de la naturaleza humana, y la res- puesta varia en funcion del optimismo o del pesimismo del pensador: el hombre puede entonces ser un lobo o un cordero para su semejante. En cambio, ef historiador a menudo tiende a apartarse de una via como ésta, porque su método no esta fundamentalmente orientado hacia una apreciacién moral de este tipo. Desde su punto de vista, una civill- zacién no es una agrupacién de individuos, sino un sistema de relacio- nes orientadas hacia une o varios fines colectivos con los mecdios de al- canzarlos y todos los peligros naturales o humanos que ella enfrenta. Las grandes culturas, las mas brillantes, las mas durables, producen vigorosa ¥ masivamente un vinculo social. En otras palabras, tejen en torneo a sus miembros redes de relacién constituidas por simbolos po- derosos entrecruzados, pero también practicas concretas que endure- cen ol cemento colective uniendo al individuo con el todo, desde el mact- miento hasta la muerte. Ningun indicio, por mais sutil que sea, resulta inttil para comprender como se mantiene unida una civilizacién, como evoluciona, cimo perdura. Nada se revela mas contrano a la reflexién histérica que anahzar separa- damente los diversos planos de la existencia humana. Ya sea que se refiera al arte, a la literatura o a los objetos de la vida material, la nocién de cultu- ra se define como un rasgo de unidn oculto, que da un sentido giobal al uni- verso humano al cual se aplica. Desenrollado en un sentido o en otro, el mismo hilo de Ariadna conduce al nicleo de esta civilizacién. Aislar la reli- gién del dominio politico o de la economia de las representaciones menta- les seria una mutilacién inaceptable del sentido. Una sociedad se debe apreciar come un todo, sin ocultar sus debilidades, sin negarse a explorar sul lado oscuro. Satands entra en vigor en una época tardia de la cultura occidental. Los elementos dispares de la imagen demoniaca existian desde hacia mucho tiempo, pero sélo alrededor del siglo xi o del siglo x1 ocupan un lugar decisive en las representaciones y en las pricticas, antes de 19 SATANAS ENTRA EN ESCENA . a entidad imaginaria tern ble: y ahaPsrwR @- fines de la desarrollar una de limitarse a los ambitos tealégico y religioso, estos Edad Media. aed e an directamente con el surgimiento dolorosa Here fondmends s¢ re Sire comin, Las soluciones inestables, en suspensian dinamico de wna cu e precipitan en los laboratorios de | [mperio romano, 5 iy eat ten ins sformacién, que entonces forja Sus principales a uP lenguaje simbdlico identificador, capaz originalidades son eaves en a counts politica y¥ socialmente de im shares nals verdadera torre de Babel lingtistica y cultural. La cea del diablo ¥ del infierno sobre la base de un modelo rad icalmen- te original no es sélo un fenémens rehgiaso de gran importancia. Tradu- ce el surgimiente de un concepto unificador compartide por el papade y por los grandes reinos, aun cuando esos poderes dan prueba de una vi- gorosa competencia para monopolizar los beneficios en su provecho. El sistema de pensamiento, que elabora una imagen triunfante de Satanas, sefala un enorme impulse de vitalidad occidental. Desde este punto de vista, el otofie de la Edad Media es la primavera de la modernidad, pues se experimentan nuevas concepciones de la Iglesia y del Estado, de donde surgen formas inéditas de control social de las poblaciones. Loa triunfos diabdlicos, el sentido macabro, no deben ocultar la apari- cién desordenada de un proceso destinado a promover a Occidente so- bre la escena mundial. En el fondo, el diablo impulsa a Europa hacia delante porque é] es la cara oculta de una dindamica prodigiosa destina- da a conjugar los sueiios imperiales heredados de la Roma antigua y el cristianisme vigoroso, definido por el Concilio de Letran (1V) en 1215. El movimiento provicne de los altos estratos de la sociedad, de las élites religiosns y sociales que intentan unir esos hilos multiples en haces. El demonio no és en modo alguno quien conduce la danza, sino los hombres creadores de su imagen, que inventan un Occidente diferente del pasa- do, forjando asi los raagos de unién culturales destinados a fortalecerse considerablemente en los siglos siguientes. SATANAS ¥ £L MITO DEL COMBATE PRIMORDIAL El diablo fue discreto durante el primer milenio cristiano. Sin duda, los tedlogos y moralistas se interesaban en él, pero el arte casi no le deja- ba espacio,! lin indicia entre otros de la AUsEnCIA de una gran obsesion 'd. Levron, Le Ovble dans Mart, Paris, Pi ' . Picard, 1935, pp. 14-18. Véase también, de R. Villeneuve, Lo Reouté de Diable, Paris, Pierre erlang at’ Fils, 14M, pp. 17-22 SATANAS ENTRA EN ESCENA | demoniaca en el nucleo mismo de la sociedad. Tampoco aparecian Jas figuras del Mal en los diversos registros correspondientes al politeismo fundamental de las poblaciones. Muchas de esas figuras s¢ iban a fun- dir lentamente en el flujo de la gran demonologia del fin de la Edad Me- dia, no Sin matizar con rasgos variados y a veces contradictorios la Imagen de Lucifer, rey de los infiernos. Los propios tedlogos experimen- taron grandes dificultades para unificar el satanismo, entre las leociones del Antiguo o del Nuevo Testamento y los miltiples legados onentales sobre el mismo tema. Con la construccién de un sistema teolégien capaz de oponerse al de los paganos, los gndéaticns o los maniqueos, los Padres de la Iglesia iban a dar un sentido coherente a las diversas tradiciones diabélicas surgidas de diferentes narraciones. Necesitaban unir Ja his- toria de la serpiente con la del rebelde, el tirano, el tentador, cl seductor concupiscente ¥ el dragon poderose. Kecientemente, un autor ha esti- mado que el éxito del cristianismo en este dominio ha consistido en tomar prestade uno de los modelos narrativos m4s importantes del Oriente Medio: el mito cdemico del combate primordial entre los dioses, donde la condicidn humana es lo que esta en juego. Segin él, esta version se puede resumir de esta manera: un dios rebelde con el poder de Yahvé hace de la tierra una extensidn de su impensd para reinar én él median- te el poder del pecado y de la muerte. El “dios de este mundo”, como lo nombra san Pablo, es combatide por el hijo del Creador, Cristo, duran- te el episodio mas misteriogo de la historia cristiana, la Crucifixién, que combina ala vez la derrota v la victona. La funcidn de Cristo en el transcursoe de esta lucha que sélo concluiraé con el fin de los tiempos ea la de ser el liberador potencial de la homanidad frente a Satandas, su adversaria por excelencia. El autor observa que los elementos de esta sintesia mitica estén implicitos en ¢l Nuevo Testamento pero de una manera oscura ¥ fragmentaria, lo cual durante mucho tiempo permit a los tedlogos, incluso a los humanistas del siglo xvi, ignorar o menos- preciar el rol del diablo en el sistema del pensamiento cristiano? San Agustin transformé de una manera sutil esta visidn del comba- te ciamice afirmands que Dios ha permitido el Mal para extraer el Bien. El pecado ea por esto una estructura del universe, pero una estructura benigna para quien se encuentra en estado de gracia. El obispo de Hipona reinterpreta el mito céamico de la caida de Satanas como un elemento del “complet divine” que debe conducir a la Redencién. En e2- te sistema, el diablo es un instrumento para corregir los malos habitos 'N. Forsyth, The Old Enemy. Sotan and the Combat Myth, Princeton, Princeton University Presa, 1997, pp. 5-7 y 430-440. SATANAS ENTRA EN ESCENA - otras palabras, a] enemigo do Dios se ha transform ado en humarnos, en HY i . mec oie seakigice de la figura de Lucifer se ha definido muy La oo 7 gecuencias sociales o culturales de gran répidamente, sip Prov stiniann ha constituide una suerte de deca Oe aati para los pensadores de toda la Edad Media, al dar forma ala élite cristiana, pero enf rentando creencias y practicas demasiado diferentes ¥ demasiado poderosas para penetrar profundame nte en el conjunto de la sociedad. Se le agregaron precimones y adaptaciones sin modificar profundamente el gentide antes del siglo xi. A fines del gi- gio vi, el papa Gregorio el Grande habia hecho suya una concepcidn jerarquica del reino de Dios, dividida en nueve categorias, donde log gerafines ocupaban la cima, La idea se propagé en Occidente, y ciertos autores alegaron que Lucifer habia sido el mas importante de los an- geles —por lo tanto, un serafin—.* La demonologia no era todavia mas que una preocupacién eminentemente erudita, un tema de meditacién para los monjes o los frailes, un elemento de discusién doctrinal. El Se- gundo Concilio de Nicea, en el ao 787, reconotia en los angeles y demo- nics un cuerpo sutil de la naturaleza del aire y del fuego, pero el Cuar- ww Concilio de Letrain, en 1215, afirmdé que los angeles, buenos o malos, eran criaturas puramente espirituales, sin ninguna relacién con la materia corporal.* Estas fluctuaciones doctrinales estaban acompana- das de una relativa indiferencia al problema demonoldgico fuera de los circulos estrechamente involucrados. Esto sucedia también en el ambi- to de la magia, inclusive de la brujeria. Las practicas populares eran, por lo tanto, bien conocidas y denunciadas en los penitenciales, como el del obispo Burchard de Worms. No suscitaban una reprobacién siste- matica, ni siquiera un interés persistente; ademas, el diablo casi no te- nia intervenciim. El silencio o la indiferencia relativa de los eruditos y tedlogos a propésito de las tradiciones populares magicas hasta el siglo xu hace creer que la Iglesia catélica no se sentia de ningun modo alec- tada por las convicciones supersticiosas del pueblo, menos aun por una eventual contrarreligién satanica que seria denunciada con fogosidad tres siglos mas tarde.* Evocado por los eruditos de la época como una fuerza oscura sometida a la omnipotencia divina, Satands tardé en en- ir pp. 48-4409, Pree, “Alera The Devel in the Middle Ages, [thace-Londres, Cornell University tee Lo personne du diahle. Le personnel dix dieble, Paris, Mau- *R “L. Wagner, Sorcier ef aT ae ha magic, Paris, Dros. 1899, pe 7 me Contribution & Uhistoire du vocabulaire de SATANAS ENTRA EN ESCENA oy carnarse completamente en el rol aterrador que le habia sido atribuide desde la Biblia. Dano BUEN Oo MALS Las ideas no flotan de manera desencarnada por encima de jas socie- dades. Sélo adquieren importancia cuando responden con precisién a las necesidades de estas ultimas, adaptandose a los cambios que ellas expenmentan. Nada seria mis falso que considerar la imagen del dia- blo como paralizada en la eternidad de una naturaleza humana com- partida entre el Bien y el Mal. Sin embargo, una idea semejante apare- ce en diversas avilizaciones, sobre todo en las del antiguo Oriente Medio, bajo la forma del combate primordial entre dioses rivales. Tambien se ha encarnado mds precisamente en Europa desde hace menos de on milenio, Una consideracién cautelosa puede evitar el error de aceptar una definicaidén universalista transmitida por nuestra cultura, cuando se trata de una construccién imaginaria anticuada, fundamental pa- ra la comprensién de las originalidades del continente, pero relativa ¥ estrechamente asociada con el juicio occidental emitido sobre el mundo visible ¢ invisible. A prandes rasgos, la historia del diablo en Occidente es la de una ex- pansién progresiva de su influencia sobre la sociedad, acompafiada de una Mmutacion considerable de sus caracteristicas supuestas. Los Pa- dres de la Iglesia y los tedlogos lo habian definido de manera muy mte- lectual como un principe, un arcingel caido, convertido en una especie de dios que vuela en los aires en compafia de demonios disfrarados de angeles dé luz (san Efrén en el siglo rv). Su representactin concreta cam no se registra, lo que explica sin duda por qué el arte de las catacum- bas lo ignord totalmente. Sin embargo, se insinda en ce] seno de la vida monastica de la alta Edad Media, adquiriendo asi un nuevo vigor en un universo que dictaba la norma religiosa y transmitia blo esencial de la cultura de la época. Tentador eterno, empecinado en seducir a san Jerdnimo en el demerto, e) eapiritu del Mal se preparaba para el @0to de un gran tema pictorico de los siglos modernos, sin presentar por eso las caracteristicas espantosas que se le atribuyeron entonces. Antes de que el arte romanico y las cudades hiceran sentir a influenna, Loc fer carecia de importancia para invadir a toda la somedad. La menca del demonio, la demonologia, todavia era una especialidad teoldgica limi- tada. Este criterio erodite se hizo indudablemente mas obsesivo alre- dedor del aio 1000, con la idea de un nuevo desenfreno diabdlico des- pués de cumplido un milenio, a fin de derrotar al eército del Bien. Pero SATANAS ENTRA EN ESCENA i fice on y¥ de pode : ia carecia de fuerza de OTVEEES + r, ta imagen del diablo a monje Raoul Glaber, quien afirma haber- : sonaerale 1 el diablo tres veces en su existencia. El monje des- cribe su primera experiencia de esta maners. monasterto del bienaventurado martir Léger, - . Se sas noche, antes del ofiero de maitines, se yergue a are pies de mi leche una especie de enano horrible de ver. Era, segin pude juzgar, de baja estatura, con un cucllo menudo, un rostro demacrado, ojos muy negros, la frente rugosa y crispada, las ventanas de la nariz dilata- das. la boca prominente, los labios hinchados, el mentén huidizo y muy rec- io, una barba de macho cabrio, las orejas Velludas ¥ aguzadas, los cabellos eritados, log dientes de perro, el crdnco en punta, ¢l pecho inflado, la espalda giboea, las nalgas temblorosas, la ropa sucia, enardecide por su esfuerzo con todo el cuerpo inclinado hacia delante, Asié la extremidad del lecho en que reposaba, le imprimid termbles sacucidas y al fin dijo: “Tu, ti no perma- neceraa mucho tempo en este lugar”. Y yo, con espanto, me desperté sobre- saltado ¥ lo vi tal como acabo de describirlo." Si bien es poco seductor, este personaje no inspira un terror inefable, a pesar de jo que digan ciertos autores, sin duda molestos por no en- contrar en ¢l las caracteristicas realmente aterradoras del demonio del fin de la Edad Media. En realidad, el narrador presenta una suerte de hombre-diablo, deforme, contrahecho, malvado, agresivo, que enton- ces seguramente se podia encontrar (y todavia hoy) en las calles de nuestras cludades. La insistencia sobre Jos rasgos fisicos, como la baja estatura, el mentén, el craneo en punta y la joroba expresa claramente una idea de anormalidad, pero sobre el registro de lo humano, sin evocar directamente lo sobrenatural. La agitacién del personaje sélo lo hace mis Vivo, aun cuando sirva para destacar la superioridad de la vida mondstica basada en un ideal de serenidad. Algunos rasgos sugieren la animalidad, de un modo puramente metafdrico: la barba de macho ¢a- brio, las orejas velludas, los dientes puntiagudos. Este demonio no tie- he ni rabe ni pies hendidos, y no se destaca por un olor pestilente, ojos anormalmente brillantes (sélo son muy negros) ni capacidades propia- ee sobrehumanas. En el fondo, no es mas que un pequetio diablo, = ectaan oe un reflejo negativo del buen monje de la época. ble que reina sobre iss waeraces a ere Raoul Glaber se sitda en el delicado punto de confluencia entre la " Citade : “0 George Duby. L'An Mil, Paris, julio de 1967, p. 138. SATANAS ENTHA EN RoCEhaA a tradicion teolégica a propésito del demonio y las representaciones con- cretas de lo sobrenatural, desarrolladas por las diferentes poblaciones europeas. Un primer milento cristiano no habia bastado para erradicar las multiples creencias y practicas que se llamarian “populares” en el sen- tide amplio del término: no son patrimonio exclusive del pueblo, pues son compartidas a menudo por las élites dirigentes, ¢ inclusive por los hombres de la Iglesia. La linea divisoria se ubica mis bien entre la mi- noria infima que sabe leer log escritos religiosos en latin, para meditar- los, ¥ el resto de la sociedad que se extiende sobre una escala que va de la norma ortedoxa a las practicas de sincretismo entre el mensaje bi- blico ¥ las viejas tradiciones de origen precristiano. La divisidn no siempre es muy neta, como lo muestra precisamente la descripcién del diablo de Raoul Glaber- el autor transmite una idea mas préxima a las practicas “folcléricas” de su época que a la teologia erudita. De ésta conserva la leccldn moral asi como el énfasis en la ubi- cuidad y la realidad de los demonios, con el fn de aterrar al auditor para indweirlo al Bien. Del estrato popular extrae una idea mis ambivalente: la del temor a lo sobrenatural y a los poderes superiores al ser humana, que pueden lo mismo espantar que adquirir un aspecto ridiculo o im- potente. El horrible enano que Glaber evoca le inspira micdo, sin exce- so, ¥ lo incita a enmendarse. Pero algunos de estos rasgos suscitarian asco o desprecio i el cnano se preseotara en la puerta del monasterio, en lugar de venir a despertar con un sobresalto a su victuma, que no por eq0 es menos capa de describirlo con una precisién muy objetiva. No sorprende descubrir descripciones muy variadas y numerosas del demonio en Europa hasta lo¢ siglos xn o.uu. Las culturas se dividen el continente, que entonces posee rasgos especificos muy vivos que el crisghanisme no logra revestir facilmente de un mante de uniformidad. Los pueblos mediterraneos, celtas, germanos, eslavos y escandinavos experimentan la penetracion de las ideas crishianas en grados difcren- tes, sepuidas de una reformulacién parcial de sus tradiciones anteriw- res en el nuevo panorama que se impone. Jeffrey Burton Russel afirma con razén que la idea propiamente cristiana del diablo esta sumamente influida por elementos “folkléricos” surgidos de las practicas y tradicio- nes que han Wlegado a ser inconscientes, en contraste con una relignn popular cristiana mas coherente, més deliberada y més consciente.* e esta manera, la “folklorizacién” del demonio Je atribuye a veces ras- gos celtas inspirados en Cernuno, dios de la fertilidad, de la caza y del otro mundo. Hasta va a permitir la sobrevivencia durante siglos de un 'J,B. Roseel, op. cal., pp. 62-87 SATANAS ENTRA EN ESCENA dit verdadero culto 8 suponia Margaret ; “dios cornudo del Oeste”, como lp Sire SS ae la caza de brujas.” Ein realidad, rar acai yimitir estos préstamos bajo la presién de la religién cristiand hlemente no habria tolerado la existencia de una los fieles, pero ge rincipales rasgos demoniacos descrites a contj- religion ee ea absolutamente un conjunto organizado, Dise- Me ea raeriieie del continente, surgidos de universos diferentes "de épocas diversas, estos rasgos satdnicos se Mantuvieron integrados sis gran dificultad hasta el siglo x1 en los sistemas de creencias mas o menus sincréticos adoptades localmente por las peblaciones. Todo esto dentro del marco de un cristianismo poco propense a expurgar las miul- tiples supersticiones anidadas bajo su manto protector. En todas partes de Europa, el diablo tambien adoptaba muchos otros nombres, como Satands, Lucifer, Asmodeo, Belial o Belcebu en la Riblia o en la literatura apocaliptica, a menudo incluso sobrenombres. Muchos se aplicaban a los demonios menores, @ veces herederos de los pequefios dioses de los tiempos del paganismo: Old Horny, Black Bo- gey, Lusty Dick, Dickon, Dickens, Gentleman Jack, Good Fellow, Old Nick, Robin Hood y Robin Goodfellow en inglés; Charlot en francés, o Knecht Ruprecht, Federwisch, Hinkebein, Heinekin, Rumpelstiltskin y Hammerlin en aleman. El use de los diminutives (Charlot o las termi- naciones germénicas en -kin) o las denominaciones familiares (“Viejo Cornudo” por Old Horny) aproximaba a estos diablos al hombre, limi- tando seguramente ¢l temor que podian inspirar, Para un cristiano co- miin de esos siglos, el mundo invisible estaba poblado de una infinidad de personajes mas o menos temibles: los santos, los demonios, las al- mas de los muertos. Su lugar respectivo en el universo no estaba clara- mente definido en relacién con el Bien y el Mal, pues los santos podian vengarse de los vivos, mientras que los demonios a veces eran invoca- dos en auxilio de los vivos. De esta manera, una poderosa veta cultural de familiaridad con lo sobrenatural atraviesa toda la Edad Media. La ficcién fria, el diablo de los tedlogos, se encontraba frecuentemente re- cubierta de imagenes mas concretas, mds locales, de pequefios demo- nies casi semejantes a los humanos. Inspirados por pasiones, temblo- résos come él diablo de Raoul Glaber, estos demonios también eran muy a menudo juguetes de los hombres. El Maligno no siempre tenia la ultima palabra, ni mucho menos, Burlado, vencido, enganado, tran- quilizaba a aquellos que lo ponian de esta manera en escena. El tema del demonio dominado por el hombre era un antidote poderaso contra "ML Murray, op. cit SATANAS ENTRA EN ESCENA at la angustia. De ningun modo desaparecié de la cultura europea des- pués de la gran caza de brujas; por el contrario, recuperd su fuerza en los cuentos y levendas populares, ¢ incluso en el Fausto de Goethe, anti- fuo mito recreado de una manera grandiosa, ya que Diog termina por perdonar al sabio el haber cedido a la tentacién satanica Antes del fin de la Edad Media, el diablo s¢ designa de maneras va- nadas. El flujo unitario del cristianismo arrastré multiples elementos extranjeros, de los cuales generalmente es imposible determinar el ori- gen histérico y peografico exacto. La explicacién sequin la cual el] Malig- no es capaz de transformarse en lo que sea resulta un tanto insulicien- te. Se puede hablar mas bien de una lucha milenaria del cristianismo contra las creencias y las practicas paganas, de las cuales ciertos nu- cleos intrangigentes se resisten a una destruccién total pero son lenta- mente asimilados, recubiertos de un nuevo velo, reorientados en un cuadro diferente, y conservan un poder de evocacién particular. La ma- rea entrante del satanismo teolégico sumerge los fragmentos de las multiples culturas demoniacas sin destruirlos totalmente. El diablo adopta per esto innumerables apariencias. Como animal, vacila entre la tradicién judeocristiana y los dioses asociados a formas vivas por los pa- ganos. Si bien la marcada hvella cristiana excluye al cordero, incluso al buey o al asno, no logra imponer la opinidn de san Pedro, segun la cual Lucifer es un ledn rugiente. En otro plano, la serpiente del Génesis se confunde ficilmente con el dragén pagano, E] macho cabrio, una de las formas preferidas del diablo, quizd deba este privilegio a su antigua aso ciacién con Pan y Thor. El perro constituye otra de sus apariencias predilectas.”” La presen- cia de canes a los pies de las estatuas yacientes, particularmente feme- ninas —sobre todo en los dltimes siglos del Medioevo— demuestra la di- ficultad de definir principios definitivos en este sentide, pues la imagen expresa entonces fidelidad y fe. En todo caso, hay que desconfiar de una interpretacin fija de las cosas, a partir de algunos ejemplos o pre- suposiciones tardias. ;Los monos, gatos, ballenas, abejas 0 moscas son animales demoniacos por excelencia desde la alta Edad Media’? Se po- dria decir casi lo mismo del conjunto del reino animal, mencionando par- ticularmente a la lechuza, el cerdo, la salamandra, el lobo o el zorro. En este sentido, la prudencia exigiria estudios precisos y locales, sim pre- juicios, para tratar de comprender Ins filiaciones y las rupturas desde los tiempos precristianos. OE A Woods, The Decil in Dog Form. A Partial Type-Index of Deval Legend's, Berkeley, University of California Press, 1955, SATANAS ENTRA EN ESCENA i! Filas companen una imagen demasiado nientes de diversas air’ asian pero permiten establecer gintética pare meats los acusadoa de brujeria entre los siglos xv, a tapandr preguntas Preis de seca z. consideraba que el diablo cra capaz de presentarse bajo todas las 4 smaginables, con una preferencia por las investiduras eclesiasticas. Tambian podia hacer creer a sus inte rlocutores que era un ange! de luz, Abrazado a los hombros de un gigante, hablando a tra- vés de un idolo, soplande su veneno en una réfaga de viento, no siempre manifestaba su diferencia, su monstruosidad. Del dios Pan parece ha- ber tomade prestados Ins rasgos iconograficos come los cuernos, el velldn de macho cabrio que cubre su cuerpo, el poderoso fala y la gran nariz." A menudo negro, de acuerdo con un simbolismo frecuente on muchas dvilizaciones y no sdlo entre los cristianos, a veces poxdia ser rojo y apa- recer veatido de ese color o Hevar una barba flameante, en ocasiones incluso verde, El Concilio de Toledo, en el aio 447, lo describia como un ser grande y negro que despide un olor sulfuroso, con cuernos y garras, orejas de asno, ojos centelleantes, dientes rechinantes y dotado de un gran falo, Es dificil discernir las partes respectivas de la teologia y de las creencias populares en este dominio. El color verde del diablo se podria atribuir mas probablemente al recuerdo lejano de los vo la fertilidad, como el Hombre Verde de los celtas o de los teutones. Du- rante el siglo xvn, Verdelet o Verdelot es siempre uno de eerie del diablo en Artois. Sin embargo, desde la primera mitad del 1oeVO es probable que los términos y descripciones ya no expresen una idea pagana clara y consciente. Tampoco la evocacién de una familia del diablo define una mitologia precisa. Las ideas al reapecto sobreviven mas bien como residuos del pasado que flotan sobre un océano cristiano. A diferencia de los historiadores, los testigos de la época debian ignorar que la abuela de Satands, ctada mucho més a menudo como su madre (Hamada Lilt o Lillith), era una reminiscencia de la terrible diosa Ci- beles, u Holda, una figura maternal monstruosa y devoradora. El diablo también podia tener una esposa, a veces descrita sepin un bosquejo, otras veces representada como una diosa de la fertilidad. Adem4s, $4 matrimonio era a menudo poco afortun ado, pues ella aparecia como Se en la veta de la tradicién vigorosa del diablo, burlado, eng@- ¥ derrotado. Sin duda, los hombres que propagaban esos rumores : Mervale, and the Gort doef _ 1968 (La obra concierne sobre tods a un fede atid. Cambridge University Prove 2 Los historiadores sea SATANAS ENTHA EN ESCENA al encontraban en ello un alivio para su propia deadicha comyugal. Ei ada- gio segun el cual se oye el fragor del trueno cuando el diablo reprende a su mujer, conservado hasta nuestros dias, responds a esta tradician. Las leyendas veraan igualmente sobre ol tema de jas siete hijas del diablo, que encarnan low mete vicios cardinales, oa propderto de sus dos hijas, la Muerte y ¢l Pecado, con las cuales ha engendrado los siete vicios do aus relaciones incestuosas, enviando & sus nictoe al mundo para len- tar a los humans. Si bien era capaz de estar en todas partes a la vez, el demonin preferia ciertos lugares y clertos momentos. La noche era su reine, en contraste con la luz divina que se irradia sobre la tierra. Los lugares desoladoa y fries, come Jos animales nocturnos, eataban directamente relactonados con él. De los cuatro puntos cardinales, el norte, el reino del frie y de ia oscuridad, tenia su preferonca. Todas las avilizaciones temen ademas los peligros agociados con estos sitios desolados, como los aztecas del siglo xvi, para quienes el norte era el territorio de su dios de la muerte, Las autores cristianes dan una explicacién légica para ellos: las ighesias estan orientadas hacia ¢l este y por lo tanto al entrar en ellas se Gene el norte a la izquierda: ese lado del cuerpo humano o del universe creado por Dios esta dedicado al diablo, os el lado sintestro en el sentido propao de la palabra latina que designa la izquierda. Destinado a seducir a los vivos, en particular a las mujeres y a los pecadores inveteradoes, el es- piritu maligno también es una representactin de log disses paganos de loa muertos. Esta huella es una de las mas durables en la cultura occ- dental hasta nuestros dias, al menos bajo la forma de leyendas y relatos literarios, sin olvidar el carro de los muertos o el Antouw bretén. La “ca- ceria salvaje”, igualmente llamada la “mesnie Helequin”, perdura du- rante toda la Edad Media. Esta tradicién, proveniente de una creencia en el vuelo de los demonios conducidos por su jefe y acompafiades de canes diabdlicos y mujeres salvajes, refiere que los muertos son levades de esta manera en una terrible tempestad hacia una ultima morada que no tiene nada de catélica. Indudablemente, no se trata de una supervi- vencia de las religiones germénicas, ni de la evocacién conscente de las cabalgatas de las valquirias, mensajeras de Wotan, que conducen al Valhalla a las almas de los guerreros difuntos, sino mas ben de verda- deras précticas chamaénicas conservadas. A lo sumo, #0 pucde suponer que las tradiciones desarraigadas de su tierra de origen conservaron una fuerza simbélica suficiente para continuar emitrendo imagenes vi- vidas en un universo cristiano y, de esta manera, enriqueceron La figu- ra demoniaca desarrollando contradicciones al respecto. Contrariamente a lo que pretendian hacer creer los tedlogos de la 4s ENTRA EN ESCENA ol Bien y el Mal no era definida ni fija. La mayor robablemente tenia dificultades para separar sk d Lo bueno cde 1a malo. EF] discurso demonologico no heen. con facilds absesién social generalizada en torneo al nte una | : draba vera n siquiers on las proximidades del alo 1000, salvo si ei = ahi a Amenazas concretas provenientes de herejes o judios. ot CO _ escatolégica de las élites cristianas no parecia haber con- La eae eon a las poblaciones. porque no se

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