Вы находитесь на странице: 1из 6
revista de [revistade HISTORIA pet Instrruro HistORIco DEL PARTIDO DE Moron ENERO DE 1997 aXo TI - N°12 La tierra publica en el Delta Bonaerense y su efecto condicionante en el desarrollo socio-econémico de la regién, 1856-1934 (-) EE Juan Omar Cerviiio El presente trabajo fue presentado recientemente en el 1 CONGRESO EUROPEO DE LATINOAMERICANIS- TAS: “América Latina: realidades y perspectivas”. Evento organizado por la Universidad de Salamanca y el Instituto 4e Iberoamérica y Portugal realizado del 26 al 29 de junio de 1996, En la parte norte del conurbano bo- naerense en la provincia de Buenos Altes, se encuentra la regiGn més desconocida de su geografia a pesar de hallarse cercana al centro neurél- ico del pais. Me refiero al delta bo- naerense del Rio Parand, un enorme archipiélago al que la gran ciudad ha venido dando la espalda desde hace ‘més de medio siglo, y que s6lo ad- uiere ciertatrascendencia una o dos ‘veces al afio a causa de las inunda- cciones que afectan la zona. Morfoldgicamente es una region de tierras bajas y crecimiento heterogé- neo, formada por el arrastre de ma- teriales s6lidos de composicién va- riada y transportados por las aguas del Parand. Se lo ubica al noroeste de la provincia de Buenos Aires ex- tendiéndose hacia el sureste hasta la confluencia de los rfos Parand y Uruguay dando origen al estuario del rio de la Plata sobre el que se proyecta permanentemente, atrave- sado por cuatro grandes brazos de agua: El Parand Guazii (Grande), el Parané Bravo, el Parané Mini (Peque‘io) y el Parand de las Palmas. Si bien el Bajo delta o Nuevo Delta, se halla ubicado en la confluencia de los rfos Parané y Uruguay, es el pri- mero el que contribuye en mayor medida a la formacién de las islas que lo componen y que de acuerdo con las mediciones hechas en 1970, Ta Jongitud alcanzada hasta ese mo- mento era de aproximadamente 199 km. con una superficie total cercana alos 2.801 km2 (Ministerio de Eco- ‘nomia, provincia de Buenos Aires, 1972). Pero estas cifras no pueden tomarse en modo alguno como defi- nitivas dado que el carécter diné- ‘ico del delta hace suponer que a REVISTA DE HISTORIA BONAERENSE fines del siglo venidero se haya proyectado hasta las inmediacio- nes del puerto de Buenos Aires, en ceuyo caso el acceso al mismo se verfa enormemente dificultado por una barrera fingosa que imposibi Titaria no solo el ingreso de buques de gran calado al principal puerto argentino, sino que haria cada vez ‘ms precaria la navegacién en un vvasto sector del rfo de la Plata. El presente trabajo desarrolla una explicacién de por qué una de las regiones potencialmente mis ricas de Argentina, si tomamos en cuenta su cercanfa ala ciudad de Buenos Aires; la aptitud climética; la feracidad de sus tierras para la actividad agroforestal y las vias de acceso por agua y tierra, perma- niece atin hoy y desde tiempos de lacotonia, en un marcado aisla- miento poblacional y una ausencia total de desarrollo agro-industrial En contra del pensamiento genera- lizado que sostiene que la falta de integracién a 'a vida socioeconé- mica del resto del pais, se debe ex- clusivamente tanto a la inexisten- cia de ventajas comparativas res- pecto de la tierra continental, como al hecho que por tratarse de® suelo isleio tedas las actividades desarrolladas en él esti necesaria- ‘mente condicionadas a punto tal de hacer fracasar todo intento de desarrollo regional, este trabajo Pone el acento en que la principal ccausa que ha determinado el fra~ caso de la mayorfa de los intentos que a lo largo del periodo 1856- 1934, intentaron incorporar de modo efectivo a la regién en el crecimiento econémico de la na- cin, ha sido la implementacién por parte de los sucesivos gobiernos provinciales de un régimen de te- nencia de la tierra paiblica, destinado a impedir la parcelacién y venta de las tierras al productor directo, salvo cuando esta préctica estuviera orien- {ada a generar recursos fiscales que ayudaran a las distintas admunistra- ciones a equilibrar los déficit presu- puestanis. A lo largo de la dominacién espa- fila las islas del Delta bonaerense fueron exclustvo asiento de las re- ducciones yesuiticas, destinadas a impartir ensefianza y adoctrina- ‘miento entre una gran cantidad de tribus indigenas que la mayoria de las veces permanecian fuera del al- cance de las autorsdades seglares. Y es recaén en 1823 cuando se registra lo que parece ser la primera sol tud de tierras en la zona, que es de- negada por el gobierno de Buenos Aires al considerar que las isla esta- ‘ban comprendidas dentro de las de- nominadas tierras de pastoreo 0 “pan llevar” Tres afios después y bayo la presidencia de Rivadavia, se sanciona el primer decreto que afecta a la islas del Paranal esta- blecer que los arroyos y rios perma- nentes servirdn de limites a las tie- ras pablicas a fin de que el Estado ‘entre en conocimiento de su patri- Sastre, representante del romanti- c1smo afgentino y profundo conoce- dor de la regién, quien en 1858 al Publicar El Tempe argentino- pone ‘en conocimiento a la sociedad rio- platense acerca de la existencia de 05 “pagos islefios” reducto exclu- sivo hasta entonces, de “matreros” préfugos de la justicia, gauchos ci- marrones y opositores politicos al régimen rosista Esta obra presenta a “la delta” como tun lugar edénico, un simil del valle sgriego por su exuberancia y fetili- dad, que debe ser colonizado y ex- plotado industrialmente de modo ra- ional, es decir, preservando las condiciones naturales de su flora y fauna, evitando los desequilibrios ‘ecol6gicos que provoca la elimina- ci6n irracional de esas condiciones. Su prédica se encamina fundamen- talmente a poner de manifiesto las enormes posibilidades agricola- industriales de la zona, con el fin de lamar la atencién de nativos y ex- ‘ranjeros para que se establezcan y cencaren el desarrollo de la regién. Segin Sarmiento, Sastre fue el pri- mer hombre culto que aplicé el ra- ciocinio a la realidad y vio en las is- las, terrenos adaptables a la activi- dad industrial En el momento de su aparicién El ‘Tempe argentino tuvo un gran reci- bimiento, los eriticos de la época lo legaron a comparar con el Facundo del mismo Sarmiento, pero no todas fueron alabanzas. Santiago Albarra- cin en sus Apuntes sobre las islas del Delta argentino nos dice que Jos mismos pobladores de las isas, ‘en la época de la aparicién del libro de Marcos Sastre no pudieron dejar de protestar por esa expresién de li- teratura galana, ajena a la realidad que pretendia describir Por el con- trario, estos primeros tiempos no re- sultaron féciles para muchos de los improvisados pobladores que em- prenden la explotacién de esas tie~ tras en algunos casos sin los sufi cientes conocimientos agricolas, en ‘otros, los mas, delegando la respon- sabilidad productiva a capataces o simples peones. Déndose también el caso en que algunos de estos posee- dores viéronse obligados a pagar importantes sumas de dinero a aque- os que presentaban titulos de pose- si6n obtenidos furtivamente y a pre- tendidos pobladores antiguos que alegaban tener derecho sobre toda una isla, por el s6lo hecho de haber plantado algunas estacas de sauce en el pasado, 0 bien por haber levan- tado un ranchejo para abrigarse cuando cortaban lefia 0 recogian frutos silvestres. En la provincia de Buenos Aires al promediar el siglo XIX, existia ‘gran cantidad de tierra publica ‘ocupada por enfiteutas, que en su ‘mayorfa nunca habfan pagado las ‘sumas establecidas, pero si co- bbrado altos ednones a sus arrenda- tarios. Esto Hevaria a que el Es- tado de Buenos Aires, seccionado de la Confederacién Argentina luego de sancionada la Constitu- cién de 1853, dictara una serie de leyes y decretos dirigidos a reparar cen parte esta situacién, buscando no s6lo que las tierras fiscalmente improductivas pasaran a engrosar la exhaustas arcas estatales, sino también a interrumpir el proceso ‘especulativo iniciado tres décadas tras, En tal sentido, se sanciona en 1857 una ley sobre arrendamiento de tierras del Estado a largo plazo, en un intento por subdividir las tierras enfitedticas y entregarlas en pro- predad individual. Pero esta norma no serfa todo lo efectiva que se pens6 en un primer momento, dado que si por un lado establecfa el arriendo en un maximo de ocho afios y el pago de las mejoras in- troducidas en los campos, por otro facultaba al subarrendatario a reemplazar ante las autoridades al arrendatario directo, y ademas al ‘gobierno provincial a vender las tierras cuando lo creyese conve- niente. Estas dos consideraciones serdin fundamentales para com- prender por qué una importante ccantidad de tierras de la provincia, se vera sumida en una profunda inactividad econdmica. El temor a perder sus derechos sobre las tie- ras adquiridas, hard que los arren- datarios no subarrienden sus cam- pos y tampoco los trabajen directa- ‘mente, al pesar sobre ellos la posi- bilidad de ser vendidos en cual- quier momento Gallo, Cortés Conde. 1968). Dentro de este contexto, la amplia zona del Delta bonaerense se veria afectada al promediar el siglo XIX por una actividad de tipo extrac- tiva carente de todo intento coloni- zador oficial. Sélo Sarmiento desde las paginas del perisdico El Nacio- nal difundiré la vida en el “Carapa- cchay”, nombre con el que designa a Ja regién islefa. Importante fue su accionar en favor del poblamiento y desarrollo de la zona en su doble condicién de periodista y legislador provincial. En uno de sus discursos pronunciados en el transcurso de 1857 y a s6lo dos aftos de su pri- ‘mera visita a la regién, demostraba ‘no solo conocimiento del trabajo y sufrimiento de sus habitantes (inmigrantes en su totalidad), sino también el compromiso asumido como representante de sus intereses. Hecho que se veria reflejado en su reclamo de levantar un plano de la regiGn para poder dar en propiedad las tierras trabajadas, reuniendo en cuenta el progreso registrado en tan breve tiempo. De este modo, su iniciativa inspiraré los primeros instrumentos juridicos ‘que enmarcarian buena parte del fu- turo de esas tierras, dando ast inicio ala explotacién sistemitica de las mismas. El primero de estos decretos-ley de posesién, acordado por la legislacién provincial, soste- nfa que debido a los pleitos que so- bre la posesién de las islas del Pa- rand se venian produciendo y te- niendo en cuenta que no habfa ley eserita que determinara la justa po- sesiGn de esas tierras, el gobierno de la provincia establecia que la misma se otorgara por poblacién antigua, por plantaciones y concesiones he- chas por el juez de Paz de San Fer- nando. Pero el titulo de posesién re- gistrado no tendrfa valor alguno st un afio después de otorgado no se hhubiese levantado en el terreno casa, rancho o plantfo que acreditaran la posesién del mismo (Decreto - Ley del Estado de Buenos Aires s/n, 23 de julio de 1856). Al respecto Sar- miento dir “Hemos registrado ayer un decreto del gobierno por el ‘cual se constituye un jurado para resolver las cuestiones que la pose- sin de las islas suscitare, y las re- ‘las de jurisprudencia que habrén de seguir los jueces al dar sus fallos ). Las islas del Parand pertene- cen ain al dominio piblico, de que es gerente el gobierno, élarrienda las tierras tiles 0 da posesién de las islas, ya ley no entra sino cuando el dominio es traspasado a los particulares. (..) haciase espe- rar una disposicién de este género. Las islas se transforman de un aio a esta parte y brazos y capitales acu- den a sustentar una numerosa po- blacién. Mayor seria el movimiento siuna ley hubiese asegurado direc- tamente a propiedad, que indirecta- ‘mente acuerda el trabajo y el capi- tal empleadeo,(..) preciso era poner término a este estado y el gobierno hha cretdo conseguirlo, creando un Jurado, para que decida segin re- ‘plas de equidad, las cuestiones que se suscitan(..) reglas fundadas en las costumbres establecidas en las islas, y en principio de justcia y de- recho.” (El Nacional, 24 de julio de 1856). Para Sarmiento los efectos de este

Вам также может понравиться