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Antonio Gramsei LA FORMACION DE LOS INTELECTUALES Version al espafio) de Angel Gonzélez Vega EDITORIAL GRIJALBO, S. A. ‘Mésaco, D. F., 1967 coueccion 7) LA FORMACION DE LOS INTELECTUALES ‘Titulo de Ja obra original en italiano: ANTOLOGTA DEGLI ScRITTT Version al espafiol de Angel Gonziilez Vega, de la edicién de Editori Riuniti, Roma, 1963. © 1963, by Ealtori Riuniti, Roma. D. R. © 1967, sobre 1a wersin espafiola por Editorial Gri- halbo, S. A, avenida Granjas, 82, México, 16, D. F. ‘PRIMERA EDICION Reservados todos los derechos. Hste bro xo puede ser re- Producido, en todo o en parte, en forma alguna, sin permiso. INDICE Pag. NOTA EDITORIAL ...:...:c00006 Bee LA VIDA DE GRAMSCI «55... Beeereecienccisiar | PEIMBRA PARTE see 19 1 La formacién de los intelectuales ..........00065 21 Pluralidad de situaciones de los intelectuales ur- banos y rurales, 32, 2 El Partido Comunista 3. El funcionarismo SEGUNDA PARTE . 1 Cuestiones preliminares de filosofia . Conexiones entre sentido comin, religién y filo soffa, 64.—Relaciones entre ciencia, religién y sen- tido comin, 64. 2 Problemas de filosofia ¢ historia .....20-...e26. 85 La discusién clentitica, 85—Fitesofia e_ historia, 86.—Importancia histérica de una filosofia, 87.— El filésofo, 88—Lenguaje, idioma y sentido co- fnin, 89—Estructura ¥ supraestructura, 99— Pragmatismo y politica, 100. TERCERA PARTE... +. 103 1 Arte y cultura .......0. 105 Regreso a De Sanctis, 105.—Arte y lucha por una nueva civillzacién, 106—EI Arte docente, 110— Criterfos de la critica literaria, 112.—Criterios metédicos, 114—La manifestacién lingUistica de Ja palabra escrita y oral y las diferentes artes, 145.—-Algunos criterios sobre cl juicio “literario”. 120.—Criterios metodolégicos, 122. 2 En Ia bisqueda del principio educative . Tita 3 La organizacién de la escuela y la cultura ...... 139 4 Sobre el concepto de’ lo nacional Popular ...... 15h Ne eeeieeeciet Con ef thtulo La FORMACION DE Los IN Lectuates publicamos, en realidad, una seleccin de textos de Antonio Gramsci dados a la luz por Editori Riuniti, de Roma, en una antologia de los trabajos teéricos y politicos del autor. Esta antologia es, a su ves, una seleccién de lo que con toda justicia se ha denominado “ese monu- mento del pensamiento, Los cuadernos de la eir- cel, de Antonio Gramsci”. Hemos preferido dar a este volumen el ti- tulo mencionado —que corresponde al capitulo que abre la obra—, porque la esencia de todos ellos, tan variados por el tema y aparentemente tan disimiles por su contenido, es una: entre los objetivos de la lucha a la que Gramsci entregd su vida, ¢ informando a todos ellas, se encuentra en la ciispide el lograr una transformacién del hom bre que haga de-él wn verdadero Hombre. Y ello s6lo seré posibie cuando, mediante y tras las trans- formaciones econdmicas y sociales absolutamen- te necesarias en el seno de la sociedad, cada uno de sus miembros se haya convertido en un ser plenamente consciente, -culturalmente formado, que domine, si no todos, st los fundamentos ge- nerales y esenciales ‘de las conguistas de la cien- cia; es decir, cuando todos los hombres scan, en verdad, y no en el sentido exclusivista que la so- ciedad actual impone, intelectuales. En el pensamiento de Gramsci, todos los hom bres pueden llegar a ser verdaderos intelectuales porque yu hoy, en mayor o menor grado, lo son, La divisiéu del trabajo en manual ¢ intelectual no establece una barrera que haga initil ¢ im- Pida la participacién del pensamiento aun en los trabajos més toscos y clementales. Gramsci es ex- plicito en este sentido, y a él hemos querido ate- nernos fielmente al llevar al lector de lengua es- patiola una seleccidn de textos riguisimos en pen- samientos ¢ ideas, de uno de los pensadores més honestos y profundos de nuestro mundo intelec- tual contemporénco. E.G. La vida de Gramsci Antonio Gramsci nacié en Ales el 23 de enero de 1891. Su infancia fue diira, pero no desgraciada. Su fa- milia era bastante pobre; el padre, Francisco, con sus mo- destos ingresos de empleado del Registro tenia, que mante- ner a la mujer y a siete hijos. Todos buscaban, por con- siguiente, aportar alguna ayuda: la madre, cosiendo y rea- lisando otros trabajos; los hijos buscando, desde mucha- chos, ganar algo. “Yo comencé a trabajar cuando tenia once afios —confiesa Antonio en una de sus carlas— ganando mis nueve liras at mes (lo que representaba wn Rilogramo de pan diario) por dies horas de trabajo en la jornada, incluida la maiana del domingo, moviendo li- bros de registro que pesaban més que yo; muchas noches, oculténdome de todos, Noraba porque me dolia todo ef cuerpo. Ni siquiera mi madre conoce toda mi vida y las adversidades que past.” A las fatigas de la miscria se unian para el equetio ‘Antonio los sufrimientos de la enfermedad; va desde chico era fragit y delicado de salud y padecia una defor- macién fisica. Sin embargo, era de naturaleza cordial; jugaba de buen grado con los demds muchachos y se ex- tasiaba con suefios de viajes Wenos de aventuras; en sus cartas recuerda siempre con nostalgia y ternura los afios de la infancia, Bien pronto revelé singular disposicién para los es- tudios; frecuentd con éxito la escuela pitblica cn Santu Lussurgio, donde una aldeana lo tenia a pensién por cin- co livas al mes, y, después, el liceo Carlo Dettori, en Ca- 9 gliari. El 30 de septiembre de 1911 obtwo el titulo de bachiller y marché a Turin para ingresar en la Facultad de Letras de su Universidad. Asi termina cl periodo de la formacién juvenil de Gramsci, cuyo factor més importante es, sin duda, la ex- beriencia directa de su isla, Cordeita, y la problemética que tal realidad le suscitaba. 2Por qué Cerdeita era po- bre y atrasada y, en. cambio, otras regiones de Italia es- taban en desarrollo y progresaban? “Fmaginemos ta Cer- defia —decia a menudo ef joven Gramsci a sus amigos— como un campo fértit y ubérrrime, alimentada su fertili- dad por un venero de agua subterrénea que viene de un lejano monte. De repente veis que la fertilidad desapare- ce y donde habla hermasas mieses solamente brota la hier- ba del sucto. Indagdis la causa de esta desgracia, pero no a encontraréis si os limitéis a buscar en vuestras parce- las, si no orientéis vucstra busqueda hacia el monte de donde Hegaba el agua y descubris entonces que, algunos Rildmetros més lejos, 1 malvado 0 un egoista cortd el agua que alimentaba ta riqueza de vuestro campo.” Este es ya el elemento primordial del problema que $e afrontaré y resolverd con su nuevo planteamiento de la cuestion meridional Gramsci vive en Turin miscrablemente con una beca, J trabaja para completar sus ingresos. “He vivido duran- te wn par de aiios —escribe a su hermana— fuera del nundo, como en sueitos. Vivi cerebralmente, no con el corazén. Pero he trabajado, he trabajado para vivir, cuan- do para vivir deberix haber descansado, habernte divert do. Dos aitos en que no ret nunca, pero tampoco Horé ju més.” Lloga a ser uno de los alumnos predilectos del pro- fesor Bartoli y positiva promesa para la ciencia de la lin gitistica. “Uno de tos mayores «remordimientoss de mi ida intelectual —cscribid més torde— es el profundo: do- lor que proporcioné a mi buen profesor Bartoli, de la Universidad de Turin, quien estaba persuadido que yo 10 era el arcéngel destinado a edesterrar» defi fos neograméticos.” Paralelomente a los estudios, en aquellos afios se acer- c6 al movimiento obrero turinds. Después de pocos meses de.estancia en Turin se afilié a la agrupacisn socialista lo- cal yf es encargado de organizar una sociedad obreva de so- corros mutuos. Colabora en ef periddico socialista de la agrupacién y, poco a poco, comienza a encontrar alguna respuesta a los problemas que su experiencia sarda le ha- bia planteado y que le surgen de nuevo. Es él quien en Ig1t propone a los socialistas turineses postular como cart- didato a Gaetano Salvemini, el mas destacado represen tante del movimiento meriodionalista. Ya en aquellos aitos comienza a entrever que la tinica solucién a ias contradiciones de la sociedad italiana es ta revolucién protetaria, “A menudo jévenes estudiantes y obreros saliamos en grupo de las reuniones del Partido —nos cuenta Gramsei— atravesando las calles de la chu- dad, silenciosas a aguellas horas, mientras los tiltimod noctimbulos se detenian a mirarnos de sosiayo porque, olvidados de nosotros mismo, con los dnimos ain encen- didos de pasién, continudbamos nucstras discusiones en- tremescladas de terribles propdsitos y sonoras carcaja- das, galopando por et reino de la quimera y de los sue- ivamente a El 11 de noviembre de 1914 hace su idltimo examen susiversitario, Es ef momento en que definitivamente re- ssuelve su eleccién entre la carrera cientifica y la actividad revolucioneria, Ast culmino el segundo periodo de la vida de Gramsci: la ctapa de su formacién cultural. Durante la guerra, la actividad politica de Gramsci aumenta on intensidad. En la practica ya es wn “revolu- cionario profesional.” Es redactor del Grido del popolo, semanario socialista de Turin; muy activo en la agrupa- cién, multiplica sus contactos con los obreros de las fa~ bricas. Al desfoudarse, con la guerra, la IT Internacio- nal, busca conocer, a través de publicaciones ilegales en MW todos los idiomas, las posiciones de Lenin y los bolchevi- ques. Alconso, asi, a captar la importancia de las confe~ rencias de Zimmerwald y de Kienthal, donde precisamen- 42 danzé Lenin la consigna de la transformacién de la gue- rra imperialista en guerra civil. Educa a los cwadros obreros turineses en la polémica contra el reformismo y ré- Pidamente se convierte en el mds querido de los dirigentes socialistas de Turin. “Le rodean los jévenes y se le acer- con los obreros més inteligentes y activos, y no sdlo so- cialistas, sino anorquistas y catdlicos. Su lugar de trabajo en la organizacion obrera citadina y ta bohardilla donde habita, comienzan a convertirse en la Meca de un peregri- naje ininterrumpido. De tal forma que, cuando en julio de Ipl? se personan en Turin dos representantes del Go- bierno de Kerenski, los mencheviques Goldenberg y Smirnov, fueron recibidos por una grandiosa manifesta- cién de apoyo a Lenin. ¥ en agosto del mismo afio, luego de la fallida insureccién de los obreros turineses, donde en cinco dias de lucha armada cayeron quinientos traba~ dores, Gramsci es elegido secretario de la agrupacién de Turin. Asi completa su experiencia préctica de revoluci nario y organizador, que ume a la madura formulacién del onélisis de la sociedad italiana +y de Ia lines de lucha ¥ que acentica cada ves més su polémica de enfrentamien- to con la direccién del Partido Socialista, Es decir, llega a L’Ordine nuovo. Con la publicacién de L’Ordine nuovo —gue se inicié el IP de mayo de 191p— se cierra el periodo de la forma- cidn de Gramsci y se abre el de su plena madurez. “Cuan do en el mes de abril de 1910 decidimos entre tres 9 cua~ tro, o cinco (nuestras discusiones y deliberaciones deben existir asin, porque fueron recopiladas y transcritas en magnificas copias, particularmente las orales; isi, sefio- rest, las orales... ;para la historia!), sniciar la publica- cién de la revista LiOrdine nuovo, ninguno de nosotros ~—0 quisds ninguno— pensaba en cambiar la faz del mun- do, ni en transformar el cerebro ni el corazdn de Ia huma- 12 nidad, ni en abrir un nuevo ciclo en la historia, Nadie de nosotros —quiads nadie, aunque alguno fantaseaba so- bre seis mil suscriptores en unos cuantos meses— acari- claba ilusiones doradas sobre el buen éxito de la empresa. sQuicnes éramos?, squé representébamos? xDe qué nue- va palabra éramos portadores? ; Ay de mi! El tnico sen- fimiento que nos unia en nuestras juntas era el suscitedo por la difusa pasién por una vaga cultura proletaria; que- riamos hacer, hacer, hacer. Nos sentiamos angustiados bor falta de orientocién, inmersos en la agitada vida de aquellos dias que sucedieron al armisticio, cuando pare- ria inminente Ia hecatombe de la sociedad italiano. ;Ay de mi! La tinica palabra nueva que se suscité en las reu- niones fue acallada.” La palabra nueva era la de los consejos de fébrica, es decir, ia de la bisqueda por descubrir las formas origi- nales, italianas, del poder obrero: Ia fibra de acere de nuestra revolucion. ¥ habia sido sofocada por la pres cia de Tasca que, en cambio, concebia wna “revista de ¢ tura abstracts, de informacién abstracta.” De ahi la necesidad de un golpe de Estado a la redaccién que debia hacer de L'Ordine nuovo el periédico de los consejos de fébrica. “Togliatti y yo urdimos el golpe de Estado a la redaccién: el problema de las comisiones internas fue ex- Plicitemente planteado en el niimero siete de la revisto: ta noche antes de escribir ef articulo hablamos explicado al compaiiero Terracini su contenido y él nos manifest su plena conformidad en lo tebrico y en lo préctico. El articulo, con la conformidad de Terracini y la colaboracién de Togliatti, tuv0 un éxito imprevisto. Togliatti, Terra- cini y yo fuimos invitados a celebrar conversaciones en Jos cireulos educacionales, en las asambleas de fébrica; Jas comisiones internas nos invitaron a discutir en rewsio- nes vestringidas sobre créditos y cobranzas. “Continuamos. FL programa de desarrollo de tas co- misiones internas Uega o ser ef problema central, se con- vierte en lo cidear de L’Ordine nuovo; se planteaba como 13 el problema fundamental de ta revolucién obrera, era el problema de la «libertad» proletaria. L'Ordine nuovo, para nosotros y para quienes nos seguian, se convirtid en el éperiédo de los consejos de fébrica»: los obreros —y esto podiamos afirmarlo— querian los consejos de fabri- ¢a. 8¥ por qué los obreros se apasionaban por L’Ordine nuovo? Porgue en los articulos del periédico se encontra- ban a si mismos, vetan reflejado lo mejor de si; porque sentian que los articulos del periddico insinuaban su mis mo espirity intimo de busqueda. ”zCémo pudimos legar a ser independientes? ¢Cémo pudimos alcanzar a ser nosotros mismos? Porque los articulos de L'Ordine nuo~ Yo mo cran fria ornamenta intelectual, sino que surgian de nuestra discusién con los mejores obreros, porque re- flejaban los sentimientos, la voluntad, la verdadera fa- sidn de la clase obrera turinesa que hablan sido provoca- dos y puestos a prueba por nosotros; porque los escritos de L’Ordine nuovo cran casi como elevantar acta» de los acontecimientos reales, vistos como momentos del proceso de intima independisaciin y expresin de st por parte de la clase obrera. Por eso los obreros qucrian a L’Ordine nuovo.” De tal modo, 1Ordine nuovo se convirtié en el cen- tro del movimiento obrero turings, su gufa y sostén en la gran huelga de abril de 1920, durante la ocupacién de las fabricas en septiembre de 1920 y en la fracasada huelga de abril de 1921. En el curso de estos aiius se acentuaron, cada ves mas, sus polémicas con la direccién det Partido Socialista ~masimalistas y charlatanes por un lado y reformistas por el otro—, y se elaboré un programa que se situé como base de la renovacién del Partido Socialista Italiano. Este es ya un programa comunista y el mismo Lenin lo sefalaba como el tinico que correspondia a los principi de la IIT Internacional, “En io que respecta al Partido Socialista Haliano, el IT Congreso de ta LI Internacional considera sustancialmente justa la critica al Partido y las 14 propuestas précticas publicadas en la revista L’Ordine nuovo del 8 de mayo de 1920 coma propuestas al Conse- jo nacional del Partido Socialista Italiano en nombre de la seccién turinesa de dicho Partido, propuestas que corres- Ponden plenamente a todos los requisitos fundamentales de la III Internacional. El If Congreso de la HI Interna- cional invits, por consiguiente, al Portido Socialista Ita- Fiano, a convocar @ wn Congreso Extraordinario del Par- tido ‘para examinar tales propuesias y las decisiones de Jos dos congresos de la Internacional Comunista, @ fin de rectificar la linea del Partido y de depurarle —y, sobre todo, a su grupo parlamentario— de los clementos no co- munistas.” La suerte de la eritica gramsciana al Partido Soc lista y el fracaso de todas las tenlativas por st renova- cidn interna inevitablemente tentan que desemibocar en la fundacién de wn nuevo Partido, leninista y auténticamente revolucionario, el Partido Comunista. Esto sucedié, como es sabido, em Liorna el 21 de enero de 1921. - Pero al igual que L'Ordine nuovo nacid inicialmente sobre la base de wn compromise, que cn parte lo paraliz. el nucco Partido nace wnido al ala maximalista de Bo) diga que, de momento, no le permite ejercitar plenamente ss funcién, La lucha contra Bordiga y su tendencia con- ‘cluye solamente en el III Congreso, habido en Lione en enero de 1926. Mientras tanto, el I Congreso del Partido Comunista Italiono, celebrado en marzo de 1922, decide cnviar a Gramsci « Mosct en calidad de representante del Parti- do en la Internacional Comunista,. Ahi termina usa de las elapas més intensas ¥ creadoras de Ia actividad de Grams- Gis la de los “consejos” y la de ta creacién del nuevo Partido de la clase obrera, y comicnza un periodo, no me- nos importante, de experiencias internacionales. Gramsci perinanece en Mosc hasta la primavera de 1923. asistié al IV Congreso de la Internacional, que condend la tendencia sectoria y dogmética de Bordiga; 15 obtuvo una experiencia profunda del nuevo Estado so- cialista y del Partido Bolchevique, canocid a la mayoria de los dirigentes de la revolucién. En esta época conoce ¥ se casa con Giulia Schucht, con la que tiene dos hijos, Delio y Giuliano. En la primavera de 1923 se traslada a Viena, desde donde seguir mejor le evolucién de la si- tuacidn italiana. Sugiere el titulo det nuevo periédico det Partido, L’Unita, que inicia su publicacién ei 12 de febre- ro de 3924. El titulo es ya un programa y lo explica en wna carta enviada desde Viena: “...La clase obrera, el Partido de Ja clase obrera, no podrén Uevar a cabo su tarea histérica si mo ponen por dclonte, si no tienen el acierto de asestar sun golpe mortal al fascismo; no podrén plantearse la edi- ficacién de un corden nuevo», de un Estado obrero, sino sabemos conguistar y conservar como el bien supremo, la unidad. Unidad dela clase obrera en torne al Partido, unidad de los obreros y de los campesinos, unidad det Norte y del Mediodia, wtidad de todo el pueblo italiano en lo lucha contra el fascisino.” En las elecciones politicas de abril de 1924, Gramsci es elegido diputado. Regresa a Italia y vuelve a su pucs- to de trabajo y de lucha. Dio el primer golpe al bordi- guismo en lo conferencia ilegal del Partido celebrada en Como, en mayo del mismo afio; gana at Partido para ef conocimiento de la naturalesa de clase del fascismo, plan- tea Ia politica de unidad de todas las fuerzas progresivas contra el fascismo. Porticipa activamente en las reunio- nes del Aventino, es decir, del grupo de diputados de di- versos corrientes politicas que, después del asesinato de Matteotti, se rehusan volver a la Cdmara. Sostiene la necesidad de la huelga general politica y de la transforma cién del Aventino en el nico Parlamento legal, en “An- teparlamento”, y se esfuerza por ampliar la base del Postido absorbiendo a los elementos de la fraccién inter- nacionalista del Partido Socialiste Italiano; toma contacto con otras fuerzas politicas +, entre tanto, prepara al Par- 16 ido para el paso o Ia ilegalidad. En realidad, el 3 de enc- ro de 1925 Mussolini anunciard las leyes de excepcién, La actividad de Gramsci continiia febrilmente en L'Unita, en ef Parlamento —donde vuelve a entrar des- pués de las manifestaciones de inpotencia det Aventino— xy sobre todo en las organisaciones del Partido, en cada fabvica, en cada lugar de trabajo. En ese periodo se pre- para el III Congreso del Partido, que se celebra clandes- Hnamente en Lione en enero de 1926. Las tesis elaboradas y aprobadas en este Congreso —las famosas “tesis de Lio- ‘ne"— marcaron la derrota definitiva del bordiguismo y constituyeron la plataforma de la politica ulterior del Par- tide Comunista, Haliano. La noche del 8 de noviembre de 1926, Gramsci es arrestado por la policia fascista. Concluye asi el intenso perlodo de su lucha directa contra el fascismo y for crear un gran frente tinico antifascista. Comiensa desde ese mo- mento su peregrinaje de cércel en cércel, primero en es- pera del proceso, nego para cumplir Ia condena. El pro- ceso se inicia el 28 de mayo de 1928 y se cierra el 4 de junio con la condena de Gramsci a 20 aitos, 4 meses ¥ 5 thas de prisién, Es ef tltimo periodo de ta vida de Grams- ci, que concluye con su muerte. Condenado a morir len tamente por las penalidades de la vide cercelaria —él, ‘ya tan débil y minado en lo fisico—, apartado de la rea- Tidad + de la vida politica, disponiendo de pocos libros revistas, dedica algunos afios a te meditecién, o le cons- truccién de ese monumento del pensomiento, su obra Los cuadernos de la circel. Primero estuvo en la cdrcel de Turin, luego en Civi- tavecchia », por siltimo, cuando estaba moribunda, en sna clinica de Formia. Murié el 27 de abril de 1937 en ls cli- nica Quisisana, de Roma, uta semana después de que, debido a condonaciones y annistios, acababa de cumplir ts condena. Editor Riuniti Ww PRIMERA PARTE La formacién de tos intelectuales El Partido Comunista El funcionarismo, Capitulo 1 La formacién de ios intelectuales 2Son los intelectuales un grupo social auténomo e in- dependiente, o todos tos grupos sociales tienen sus pro- pias categorias de intelectuales especializados? T pro- blema es complejo por las diversas formas que ha asumido hasta ahora el proceso histérico real de Ta formacién de has distintas categorias intelectuales. Las mis importantes de esas formas son dos: Primera) Todo grupo social que surge sobre la base original de una funcién esencial en el mundo de la pro- duccién econémica, establece junto a él, orginicamente, uno o més tipos de intelectuales que le dan homogeneidad no s6lo en el campo econémico, sino también en el so- cial y en el politico, El empresario capitalista crea con- sigo al técnico de la industria, al docto en economia poli- tica, al organizador de una nueva cultura, de un nuevo derecho. Es preciso sefialar que el empresario representa un producto social superior, caracterizado ya por cierta capacidad dirigente y técnica, es decir, intelectual. Ade- mis de en su esfera de actividad ¢ iniciativas, debe po- seer determinados conocimientos técnicos en alguna otra, al menos en la mds préxima a la produccién econdmica. Debe ser un organizador de masas, organizador de la “‘confianza” de los inversionistas en su administracién, de los compradores de su mercancia, etcétera. Si no todos los empresarios, si un micleo selecto, re- 2. querido por la necesidad de establezer las condiciones més favorables para la expansién de su clase, debe poser tuna aptitud adecuada de organizador de Ta sociedad en general, desde sus multiples instituciones de servicios hasta el organisino estatal. Y en todo caso, tiene que te- ner la suficiencia para seleccionar y elegir a los “encar- gados” o empleados especislizados a quienes confiar esta actividad organizadora de las relaciones generales al mar- gen de la administracién. Se puede observar que las acti- vidades de los intelectuales “organicos”!* que toda clase nueva establece consigo y que forma a To largo de su desarrollo progresivo son, por lo demés, “especializa- ciones”” de los aspectos parciales de la actividad primaria del nuevo tipo social surgido de Ia nueva clase. También el sefior feudal? posela una competencia téc- nica especial: la militar; la crisis del feudalismo se inicia desde el momento en que la aristocracia pierde el mono- polio de la capacidad técnico-militar, Pero la formacién de los intelectuiales en el mundo feudal —y en el clasico que le precedié— precisa de un examen particular, ya © Mientras no se especifique lo contrario, todas las notes son del editor italiano. 1 E1 “intelectual orgénico” es otro de los conceptos funda rentses orgiaaioe por rams. Th IntlectialoFrsnico em zegin sus propias palabras, ol que emerge “sobre el terreno a Snigencias de tuna funcisn ‘ecesaria en el campo de la produe- ‘idm econémica”. Asi, por ejemplo, el empresario capitoista crea consigo al téenico de Ta industria. ete. A su vex, el obraro insti- fuye sl organizador sindical, sl revolucionario profesional yy también, a orgenizadores de una nueva cultura, etcétera. 2 De feudo, Eran Tlamados “feudsles” Tos bienes concedides por el rey 0 por loz grandes sefcres a sus fieles, en pago de los servicios prestados de carter militar. En el foudo, el sefor tenia todos los poderes, El feudo se caructerizaba, también, por lun tipo particular de economia que buscaba produeir en sus dominios todo lo que le era necesario. Por eso, los inteccambios feran limitadisimos, y los campesinos se hallaban_indisoluble Iente ligados a la tierra que cultivaban, on condicién de siervos de Ta geba. El sistema feudal se difundis en Europa, por los franceses, en el siglo vin, y_ silo fue definitivamente barrido por la via de la revolucién burguess, 22 que su aparicién y desarrollo se producen por caminos y medios que han de estudiarse concretamente, Es de advertir que la masa de los campesinos, aunque cjerce una funcién necesaria en Ia esfera de la produccién, no crea intelectuates propios, orginicos, y no asimila nin- giin tipo de intelectuales tradicionales, a pesar de que otros grupos sociales extrajeron muchos de sus intelec- tuales de esa misma masa campesina y de que la mayoria de los inttelectuiales tradicionales son de origen campesino. Sequida) Yin Ia historia, todo grupo social “funda- mental” ® que brota como expresién de la nueva estruc- tura en desarrollo —la que a su vez surge de las prece- dentes estructuras econémicas— ha encontrado, hasta ahora, las categorias intelectuales preexistentes, que mas bien se mostraban como representantes de una continui- dad histérica ininterrumpida hasta para las mds compli- cadas y radicales transformaciones de las formas sociales ¥ politicas. La mis tipica de estas categorias de intelectuales ts la de los eclesiisticos. Esta categoria monopoliz6 por Ia go tiempo —toda una fase histérica simbolizada en parte! por este monopolio— algunas actividades importantes: la ideologia religiosa 0 sea, la filosofia, y la ciencia de la época, y con ellas la escuela, Ia ensefianza, la moral, la jus- ticia, la beneficencia, etc. La categoria de los eclesidsticos se puede considerar la jerarquia intelectual orgdnica- ‘mente ligada a la primitiva aristocracia de la tierra y es- taba juridicamente equiparada con ella, repartiéndose el ercicio de la propiedad feudal y el disfrute de tos pri- vilegios estatales enlazados a la propiedad. Pero el mo- nopolio de la supraestructura por parte de los eclesidsticos __* Esenciales son los grupos de la sociedad (dases) que his- térleamente se encuentran en disposicién de asumir el Poder ¥ la direccién de las otras clases, como, por ejemplo, Ta burgue= ‘ia y el proletarlado, + El Medievo, es decir, el periodo que ve, aproximadamente, desde Ia caida del Imperio Romano (476 d. de C.) hasta el des ‘utbrimiento de América en 1492 23 no estaba exento de Iuchas y limitaciones; por eso sur- gieron en variadas y concretas formas de investigacién y estudio otras categorias adecuadas y de mayor volumen, para reforzar el poder central del monarca hasta el abso- lutismo. Asi comienza a formarse la aristocracia de la toga, con sus propios privilegios y jerarquias de admi nistradores, cientificos, teéricos, filésofos no eclesiast cos, etcétera® Como estas diversas categorias de intelectuales tradi- cionales se sentian con espiritu de cuerpo, la histori de su cualificacién se mantavo ininterrumpida, colocan- dose de por si en posicién auténoma ¢ independiente del grupo social dominante, Esta auto-posicién tuvo conse- cuencias, y de largo alcance, en el campo ideolégico y politico. Toda la filosofia idealista se puede relacionar facilmente con este supuesto asumido por el conjunto so- cial de los intelectuales, y tal postura puede definirnos también el significado de utopia social que orillé a los intelectuales a creerse independientes, auténomos, reves- tidos de propia representacién.t Sin embargo hay que advertir que si el Papa y los altos jerarcas de la Iglesia se estiman mis ligados a Cristo y a los apéstoles que a Jos senadores Agnelli y Benni,* no pasa lo mismo con Gentile y Croce, tomemos por caso. Especialmente Croce, se siente estrechamente Los juristas y los sbogados. © Gramsci se retiere al establecimiento de una cultura Inica {no eclestistica) surgido en conexién con Ia formacién y des- arrollo de la monarquia absoluta on Europa, el reino de Fede- Fico I y los seforfos en Italia y en funcién de las necesidades ‘administrativas, diplométicas y de otro orden, mas bien que de las exigencias del prestigio cultural de las Cortes. 1 La relacién entre la utopia, que hace a los intelectuales reese independientes de la clase dominante, y Ia concepcién dealista, esti en el hecho de que, segin tales concepciones, ce el pensamiento, la idea, lo que crea la realidad, y no vice 8 Dos de entre los principales exponentes del capitalismo Haliano, accionistas, respectivamente, de la FIAT y de In Monte- eatin, 24 ligado a Aristételes y a Platén y no oculta, sino al con- trario, su ligazén con los senadores Agnelli y Benni, y ahi es donde hay que buscar las caracteristicas mis re levantes de la filosofia de Croce® ¢Cuales son los “méximos” limites de la acepcién de intelectual? zPuede hallarse un criterio undnime para caracterizar las diversas y dispares actividades intelec- tuales distinguiéndolas, al propio tiempo y en esencia, de las correspondientes a’ otros grupos sociales? Me parece que el error de método mas extendido es haber buscado esta estimacién de lo diferencial en lo intrinseco de la Jabor intelectual, ef lugar de situarla en el conjunto del sistema de relaciones en ef que ellos —y por consiguien- te los grupos que les personifican— vienen a unirse al complejo general de las relaciones sociales. Ciertamente, por ejemplo, el trabajador o proletario no se caracteriza especificamente por su labor manual o mecénica si su trabajo no se sitda en determinadas condiciones y rela- ciones sociales (aparte de la consideracién de gue no, existe trabajo que sea puramente fisico; de donde se. desprende que la expresién de Taylor? sobre “el gorila amaestrado” es una metifora para indicar un limite en determinada direccién. En cualquier trabajo fisico, aun en el mas mecinico y descalificado, existe un minimo de calidad técnica, un minimo de actividad intelectual crea- dora). Ya se’ hizo observar que los empresarios, por su misma funcién, deben tener, en cierta medida, una serie de cualidades de tipo intelectual, pero su persona A propisito de esta frase, Croce desmintié que hubiera conocido a Agnelli y a Benni. Pero evidentemente que Gramsci no alude @ una relacién fisica o material, sino al hecho de que Croce habia vertido al terreno de la cultura las exigencias econémicas y politicas del gran capital italiano en una deter minada fase de su desarrollo, 30 Federik Taylor (1856-1915), ingeniero norteamericano, fun- dador de la organi cientifica del trabajo, tendente a au- mentar la productividad mediante una explotacién mis racional dol trabajo de los obreros y algunas innovaciones en el sistema de Produecién. 25 Yidad social no esti definida por estas cualidades, sino por las relaciones sociales generales, que precisamente ca- racterizan sii posicién de empresario en la industria, Por consiguieute, podria decitse que todos los hom- bres son intelectuales, pero que no todos tienen en la sociedad la funcién de intelectuales."* Cuando se establece el distingo entre intelectuales y no intelectuales, en realidad se est haciendo mencién al inmediato ejercicio social de 1a categoria profesional de los intelectuales; es decir, se considera ta-direccién en que recae el mayor volumen de la actividad profesional si se produce en energia intelectual o en esfuerzo nervio~ muscular. Esto significa que si bien se puede hablar de intelectuales, no podemos referirnos a no intelectuales, porque el no intelectual no existe. Pero la relacién entre el esfuerzo de trabajo intelectual-cerebral y el muscular- nervioso, no es siempre uniforme, ya que se presentan diversas calidades de ocupacién intelectual. No existe hu- mana facultad de obrar de tn que quepa excluir toda in- tervencién intelectual; no se puede separar Phono faber del homo sapiens.!? En fin, todos los hombres, al mar- gen de su profesién, manifiestan alguna actividad inte- leetual, y ya sea como fildsofo, artista u hombre de gusto, participa de una concepcién del mundo, observa una con- secuente Tinea de conducta moral y, por consiguiente, contribuye a mantener o a modificar un concepto uni- versal, a suscitar nuevas ideas. Por tanto, el problema de crear un nuevo tipo de in- telectual radica en desarrollar criticamente la manifesta- cidn intelectual —que en todos, en cierto grado de evo- lucid, existe— modificando su relacién con el esfuerzo muscular-nervioso en un nuevo equilibrio, consiguiendo 11 Asi, puede sueeder que en alguna ocasién se tercie el freirse uno un par de huevos o cosorse un desgarrén de Ia cha- fqucia, lo que no signifiea que so sea cocinero o sastve 12 Literalmente womo fabbro (el forjador) simboliza el tra bajo manual, y uomo sapiente (el sabio), significa la actividad intblectual. 26 que éste, como elemento de actividad practica general que Tenueva perpetuamente el mundo fisico y social, se con- ierta en ef fundamento de una nueva e integral concep- cién del mundo. El ipo tradicional de intelectual se con- fiere vulgarmente al literato, al filésofo, al artista, Por €s0, los periodistas que se creen escritores, fildsofos 0 artistas se consideran también verdaderos intelectuales. En la vida moderna, la educacién técnica estrechamente conectada al trabajo industrial, aun el mas primario y descalificado, debe formar la base del nuevo tipo de in- telectual.! _ Sobre este principio ha trabajado el semanario L’Or- dine muovo orientado a desarrollar ciertas formas del nuevo intelectualismo y 2 determinar conceptos nuevos, y €1 hecho de que el planteamiento corresponda a necesida- des latentes y a la evolucién dle las formas de vida actual, ha sido ano de los motivos que explican su éxito. E] modo de ser del nuevo intelectual no puede consistir ya en la elocuencia como motor externo y momentineo de afectos ¥ pasiones, sino en enlazarse activamente en la vida praé- tica como constructor, organizador y persuasor constante —pero no por orador— y, con todo, remontandose por encima del espiritu abstracto matemdtico; de la técnica- trabajo se llega a la técnica-ciencia y a la concepcién humanistica-histérica sin la cual se es “especialista”, pero hho se es “dirigente” (especialista ++ politico). Se establecen asi, histéricamente, las categorias de intelectuales especializados para el ejercicio de su fun- 1 pr me oy Un ova, set técnica, es decir, cientifico-téenica, sea la base de la ensefianza, sb tp Ia snc Cran! ne ile ete ut ai, Cis faa oP SE aoa a Bete Beene oe cn sae A Seale a Sila te Se sep aes Satan aterm fealete x M'pagie: ort Baty adel SEES onl Htc a7 cién; se integran conectadas a todos los grupos sociales y, especialmente, a los més importantes, donde experi- ‘mentan singular, fuerte y compleja formacién vinculados al grupo social dominante. Una de las caracteristicas so- bresalientes de todo grupo en desarrollo hacia el poder es su lucha por conquistar y asimilar la ideologia del intelectual tradicional, y esto se produce con mayor rapi- dez y eficacia cuando el grupo dado, pronta y simulténea- mente, crea sus propios intelectuales organicos. El enorme desarrollo —considerado en el sentido més amplio— adquirido por el movimiento y la organizacién escolar en la sociedad que surge de la época medieval, de- nota la importancia que en el mundo moderno asumieron Jas categorias y las funciones intelectuales; indica cémo se ha buscado profundizar y ampliar la intelectualidad de cada individu y también maltiplicar las especializacio- nes, perfeccionandolas, De esto se derivan las instituciones escolares de diversos grados y los organismos para pro- mover en todo campo de ciencias y téenicas la llamada “cultura superior”. La escuela es el instrumento de preparaciin de inte- lectuales cle diversas categorfas. Fl conjtnto de la labor intelectual en los distintos Estados se pucde apreciar, ob- jetivamente, por la cantidad de escuelas especializadas y Ja jerarquizacién de que gozan. Cuanto mds extensa es el “Grea” escolar y abundantes los “grados superiores” de ensefianza de un Estado determinado, mis vigorosa es su esfera cultural y su sociabilidad. A semejanza, po- demos referirnos al campo de la técnica industrial. Y ve~ mos que la industrializacién de un pais se estima por sus instalaciones para la fabricacién de maquinas herra- mientas y por su fabricacién de instrumentos y equipos de precisin, El pais que dispone de la mejor instalacién para la fabricacién de instrumentos para los gabinetes de experimentacién cientifica y para construir aparatos de comprobacidn de tales instrumentos, puede decirse que es el mis completo en la esfera técnico-industrial, el de ma- 28 | yor sociabilidad. Asi ocurre en la preparacién de los intelectuales y en las escuelas a tal fin; escuelas ¢ insti- tutos de alta cultura son semejantes, En esta materia tampoco se puede desligar la canti- dad de la calidad: a la preparacién técnico-cultural mas elevada no puede dejar de corresponder la amplisima difusién de la instruccién primaria y la suma solicitud para favorecer al maximo a los grados intermedios. Natu- ralmente, que la necesidad de establecer la base més vasta posible de seleccidn y formacién de intelectuales de ca- lificacién superior, 3 decir, de dar una estructura de- mocratica a la cultura y técnica superiores, no deja de tener inconvenientes, pues, como sucede de hecho en toda sociedad moderna, se crea, de ese modo, la posibilidad de grandes crisis de desocupacién, entre las capas medias intelectuales. . Es de advertir, que la formacién de los estamentos intelectuales en a realidad concreta no se produce en un terreno democrético abstracto, sino conforme a procesos histéricos tradicionales muy precisos. Se crean por lax capas que tradicionalmente “producen” intelectuales y que son las mismas que habitualmente se especializan en el “ahorro”, 0 sea, la pequefia y la media burguesia del campo y algunos estratos de las de la ciudad, La variada distribucién de los diferentes tipos de escuelas —clisicas y profesionales— en el terreno “econémico” y las dife- entes aspiraciones de las varias categorias de estas ca- pas, determinan 0 conforman la produccién de las mil- tiples ramas de especializacién intelectual. Asi, en Italia, la burguesia rural presenta, especialmente, funcionarios estatales y profesionales, mientras la burguesia citadina procura técnicos para la industria. Por eso, en el norte de Italia se forman, singularmente, los técnicos, y con similar particularidad, en’ el sur los funcionarios y los profesionales. La relacién entre los intelectuales y la esfera de la Produccién no es inmediata, como sucede con los grupos sociales fundamentales, pero es’ “mediata", y en dife- 29 rente escala, en toda la trama social, en el conjunto de la supraestructura de la que, precisamente, los intelectuales son funcionatios. Se podria estimar lo “organico” de las Gistintas capas de intelectuales, su mayor 0 menor co- nexién con un grupo social basico, fijando una gradua- ciéu de las funciones y de la supraestructura desde abajo hiacia arriba, desde Ia base estructural hasta Jo alto. De momento, se pueden establecer dos grandes “‘capas” su- praestructurales: la llamada, por asi decir, “sociedad ci- vil”, que abarca al conjunto de organismos vulgarnente denominados “privados” y la “sociedad politica o Esta- do”, que corresponde a Ia funcién “hegeménica” que el grupo dominante ejerce sobre toda la sociedad y al “po- der de mando directo” que se manifiesta en el Estado y en el gobierno “‘juridico”.*® Estas funciones son, precisamente, organizativas y de conexién. Los intelectuales son los “empleados” del grupo dominante a quienes se les encomienda Jas tareas sub- alternas en la hegemonia social y en el gobierno politico; es decir, en el consenso “espontineo” otorgado por las grandes’ masas de la poblacién a la directriz marcada 2 la vida social por el grupo basico dominante, consenso que surge, “histéricamente”, del prestigio —y por tanto, 48 Encontramos formulado, de modo sintético y_sumamente dlaro, uno de los. pensamientos os més” importantes, ‘1 de la dictadura (dominio) y hegemonfa (direccién intelectual ¥ moral), entre coercién y consenso, Toda clase, para afirmar Ju poder, debe ejercer Ja dictadura sobre las clases antagénicas, pero al mismo tiempo debe asegurarse Ta direecién de Tas clases F copas eocinles yoo antagénieas. La relacién entre aquellas dos Zatidades, ambas esenciales y connaturales, con la realidad del poder y el Estado, no se manifiesten por Grameci de modo Rbotracto, ex decir, de una ver, por todas. Esa relaciin se deter- mina hisiSricamente segin ln situacién objetiva, estados de fuer- Tay ete. Queda, sin embargo, como cierto, que ninguna de las es enlidades es eliminable al menos hasta que desaparezca el Extado— y que la entidad consenso es no sélo fundamental, ‘no. Indispensable para la conguista del poder y su manteni- iento y robustecimiento para la construcclén de una socleda ueva, Ei pensamiento gramaciano eonstituye un desarrollo orl- Binal de la doctrina Teninista de la alianza de clases. 30 de la confianza— originado por el grupo prevalente por su posiciin y su papel en el mundo de la produccién; y en el aparato coercitivo estatal, que asegura “legalmen- te” la disciplina de los grupos activa o pasivamente en “desacuerdo”, instituido no obstante para toda la socie- dad en previsién de momentos de crisis de mando y de direccién, cuando el consenso espontineo declina, Este planteamiento del problema presenta una gran amplitud del concepto de intelectual, pero solo asi es posible llegar a una concrecién aproximada de la rea- lidad. Este modo de proyectar la cuestién choca con los Prejuicios de casta, Es verdad que la propia labor orga~ nizativa de la hegemonia social y del dominio estatal dan lugar a una cierta divisién del trabajo y, por consiguien- te, a toda una graduacién de calificaciones, de alguna de cuyas matizaciones estin ausentes las atribuciones orga- nizativas y directivas, ya que en el aparato de direccion social y estatal existe toda una serie de empleos de ca- ricter ‘manual y especializado, de sistema y no de con- cepto, de subalternos, uo de jefes o funcionarios. Pero, evidentemente, estas distinciones son necesarias, como se precisaré, también, hacer algunas otras. De hecho, la ac- tividad intelectual debe diferenciarse en grados, también desde el punto de vista intrinseco, pues tal graduacién, en momentos decisivos, ofrece una verdadera diferencia cualitativa en si, A los escalones superiores habrin de levarse a 1o creadores en las diversas ciencias, en la filo- sofia, en las artes, etc., y a los inferiores, a los mas modestos administradores y divulgadores de la riqueza intelectual ya existente, acumulada.?* La categoria de los intelectuales, entendida de este modo, se ha extendido en forma inaudita en el mundo mo- 30 En este caso, la organizacién militar se presenta también como modelo de este conjunto de graduaciones: oficiales sub- alternos, oficiales superiores, Hstado Mayor; sin olvidar a las cla- sea de tropa, cuya importancia real es mucho mayor de lo que se piensa. Es de notar que todor estos escalones se sienten afianzedos, no derng. En el sistema social democritico burgués se han creado imponentes masas de intelectuales que 0 se jus- tifican solamente para la atencidn de las necesidades de la produccién, sino también para las exigencias politicas del grupo biisico dominante, De aqui la concepcién Joria- na del trabajador improductivo!™ (gpero improductivo con referencia a qué y @ cull modo de produccién?), la que podria disculparse, en parte, si se toma en cuenta a ese niicleo que saca el mayor provecho de su posicién asig- nindose grandes ingresos sobre la renta nacional. La or- ganizacién de la masa ha nivelado a los individuos en su calificactén y psicologia, determinando los mismos fend- menos que en las demis masas uniformadas: 1a conct- rrencia, que plantea la necesidad de la organizacién pro- fesional de defensa de sus intereses, la desocupacién, la superproduccién escolar, la emigracién, etc. Pluralidad de situaciones de los intelectuales urbanos y rurales Los intelectuales de tipo urbano se encuentran enla- zados'* a ‘a industria ¥ wnidos a su suerte. Su tarea puede compararse a la de los oficiales subalternos del ejérci no tienen ninguna iniciativa auténoma en la elaboracién y plancamiento de la produccién; relacionan, articulan a sr BL concept de trabajador improductivo se expone, entre coca eset coray dt exmomie patties de Lain, publieala Se iieo yy lucge reeditada, Segin Loria, trabajadores improduc Goa aon los poctas, los ildsofos, eocultores, escritores de todo foes médicos, abogados, profesores, ete, quienes entran en pugna fan lon propietarins capitalistas, ya que éstos desearian sumentar SI'atmero de disponibles a su servicio para pagurles mencs, fhientres que a aguéllos les interes lo controrio, Es una de fontas extravagancias de Loria. 38 Junto la que vive, 3 la masa de trabajadores especializados"* con el empresa- rio, preparan la ejecucién inmediata del plan de produc- cién establecide pat el Estado Mayor de Ja industria, y controtan las fases laborales elementales. El promedio de los intelectuales urbanos se encuentra, por Io geueral, en situacién muy uniforme; el resto se confunde cada vez mis con el verdadero Estado Mayor industrial. Los intelectuales tipo rural son, en su mayoria, “tradi- cionales”, ligados a la poblacién campesina y a la peque- fia burguesia de la ciudad (particularmente de las pe- quefias) atin no atendidas y puestas en movimiento por el sistema capitalista. Abogados, notarios, etc., relacionan a la masa aldeana con la administracién estatal o local, Jugando, por tanto, un gran papel politico-social, ya que la actividad mediadora profesional dificilmente puede ca- recer de la correspondiente relacién politica. En otras palabras, en la campifia, el intelectual —ya sea sacerdote, abogado, maestro, notario o médico— goza de un nivel de vida diferente, cuando no superior, al del aldeang medio, razén por la cual representan el modelo social en la aspiracién aldeana a salir de su condicién, mejorandola. El campesino anhela siempre que por lo menos uno de sus hijos llegue a ser intelectual —especialmente Je agra~ da el sacerdocio—; es decir, que se convierta en sefior, elevando asi el rango social de la familia y facilitindole Ja vida econémica por la influencia, que no dejard de te- ner, cerca de los demés seffores. La actitud del aldeano hacia el intelectual es doble y contradictoria: admira la posicién social del intelectual y del empleado estatal en 28 Las observaciones de Gramsci, vélidas, en general, en el perfodo en que las escribi6, se amplian ahora. Estos intelectuales asumen, en la actualidad, nuevas funeiones y no sélo téenicas, siuo de organizacién de la voluntad de los obreros en apoyo a Is direceién administrativa de la empresa a fin de aumentar la productividad (beneficias, en el régimen eapltalista) confor- me al ejemplo que presentan los téenicos fabriles en los Estados Unidos. Su influencia politica directa sobre los obreros puede ser observada en nuestros dias, LA FORMACION — 33 general; sin embargo, a veces, fingen despreciarla, 0 sea, que su admiracién encierra rasgos parciales de envidia a. No se entender& nada de la vida colectiva aldeana ni de los gérmenes y fermentos de desarrollo que con- tienen, si no se toma en consideracién, si no se estudia en conereto y no se profundiza sobre la influencia que sobre ellos ejercen los intelectuales. HI desarrollo orgé- nico de la masa aldeana est ligado, hasta cierto punto al movimiento de los intelectuales, en el que se inspira. Los intelectuales urbanos son un caso distinto, Los téenicos de fabrica no cumplen ninguna misibn politica sobre el conjunto de trabajadores especializados, ya que, en definitiva, tal funcién correspondié a fases ya supe- radas, ¥ en ocasiones sucede lo contrario: que la masa Ge trabajadores calificados, y aunque sea a través de sus propios intclectuales organicos, ejerce influencia politica sobre los técnicos, Como cuestién esencial del problema se presenta la diferenciacién entre intelectuales como categoria orgé- nica de cada grupo social bisico ¢ intelectuales como ¢ca~ tegoria tradicional, sobre cuya distincién emanan multitud de problemas y posibilidades de investigacién histérica. Desde el Angulo relacionado con el partido politico moderno, la cuestién mas interesante es la que atafie a su verdadero origen, a su forma y desarrollo. Qué de- pendencia tiene el partido politico con el problema de los intelectuales? Es preciso tener presente algunas considera- ciones, En primer lugar, para algunos grupos sociales, el partido politico no es mis que el modo peculiar de crear su propia categoria de intelectuales orginicos —y asi se forman, y no pueden por menos de hacerlo dadas las caracteristicas y condiciones generales del surgimiento, vida y desarrollo del grupo social determinado— en el campo politico y filoséfico y no en el de la téenica de pro- duccién.2 Y, luego, porque el partido politico, para cual- ramsei se refiere aqui a Ia clase trabajadora, quien, 2 través de su partido crea sus proplos intelectuales ‘orgénicos. 34 quier grupo, es justamente el mecanismo que en la sociedad civil cumple similar funcién a la mas vasta y sintetizada que practica el Estado en la sociedad politica. Es decir, procura la soldadura entre los intelectuales or- ganicos dei grupo dominante y los intelectuales tradicio- rales; y el partido cumple esta misién subordinada a la esencial de preparar a sus componentes, elementos de tun grupo social que nace y se desarrolla en lo econémico, hasta convertirlos en intelectuales politicamente calif dos, en dirigentes y organizadores de toda clase de ac- tividades y funciones inherentes a la evolucién orgénica de la sociedad, en lo civil y en lo politico, De tal forma, puede decirse que, en su Ambito, el partido politico rea a su misién mas completa y orgdnicamente que, en una esfera més amplia. cumple el Estado la suya. Un in- telectual que entra a participar en el partido politico de tun especifico grupo social, se integra a los intelectuales orgénicos del mismo, se conecta estrechamente al grupo, 16 que no sucede con la participacién en el medio estatal més que relativamente, salvo en algunas ocasiones. De ahi, que muchos intelectuales piensan que son el Estado, cre- encia que, dada la masa imponente de la categoria, ha adguirido en ocasiones notoriedad y creado especiales complicaciones al grupo econémico bisico que realmente es el Estado La consideracién de que todos Jos miembros del par- tido politica deben ser estimados como intelectuales, es algo que quiz4 se preste a motivo de burla y de ridfculo, pero, si se reflexiona, nada mis exacto que esta afir. "Ea el campo de Is téenica de produccién —afiade Gran.sel en tuna nots— se forman los estratos que podriamos decir equlvalen 1 Ins clases de tropa del ejército, © sea, los trabajadores callfl- eades o especializados de la cludad y, mejor atin, los medieros y colonos en él campo.” 3 Gramsci slude a las contradicciones que, en ocastones, pueden surnlr entre determinados politicos que dirigen ofc mente el Estado y la fuerza econémica, pero los que, en re dad, son agentes 0, como dice frocuentemente Gramsci, em- leados, 35 macién, Podrin haber diferencias graduales, y, sin em- argo, lo importante no es el mayor o menor’ volumen de mis o menos alta graduacién en la composicién del Partido, sino su funcién directiva y organizativa, educa- tiva, es decir, intelectual. Un comerciante no ingresa en el partido politico para comerciar, ni un industrial para fabricar mas y a menor costo, o el campesino para apren- der nuevos métodos de cultivo de la tierra, aunque algu- nos aspectos de las exigencias del comerciante, industrial © campesino pueda satisfacerlas el partido politico, Para estas exigencias, dentro de ciertos limites, estin los sin- dicatos profesionales, donde las actividades econémico- corporativas del comerciante, el industrial y el campesino encuentran el marco adecuado. En el partido politico, los componentes del grupo social econémico superan esta Preocupacién de su desarrollo histérico y se transforman en agentes de actividades generales de caracter nacional ¢ internacional. Esta funcién del partido politico se apre- Gia mejor después de hacer un anilisis histérico concreto del modo en que se desarrollan las categorias orgénicas y tradicionales de los intelectuales, tanto en el terreno de jos diferentes aconteceres histéricos nacionales como en la evolucién de los distintos grupos sociales més impor- tantes en el cuadro de los diversos paises, especialmente de los grupos cuya vida econémica se basa fundamental- ‘mente en el ‘trabajo especializado. 36 i i - Capitulo 2 El Partido Comunista A partir de Sorel! se ha convertido en lugar comin el referirse a la primitiva comunidad cristiana para con- ceptuar tl movimiento proletario moderno. Con frecuen- cia se dice que Sorel no es de ninguna manera responsa- ble de Ia sordiclez y groseria espiritual de sus admiradores italianos,? como tampoco Carlos Marx es responsable de Jos supwestos absurilos ideoldgicos de los “marxistas”* Sorel, en el campo de la investigacién histérica, es un “inventor”; y no puede ser imitado, pues no pone al Ser- io de sus presuntos discipulos un método que en todo momento —y por todos— se pueda aplicar mecinicamen- te en la consecucién de resultados venturosos. v > Giorgio Sorel (1847-192). Peviodista. y propagandista litico francts. Fue el principal. teérico del sindicalisme aren hist, quien vein en el sindicato el tnley instruments. deta Ticha’‘de clases on Jn helen general el smn tonantentet para abstis el poder burgués e6tico, de ia violencia es cont derado entre lov Tevisionisas de iequierda del mortisie oral igual que muchos de elles, mostrabs simpatian pet tas eoriont des llsarreaccionarias de" derecha; incluso, fue antigcinia! hae Auenetd ta corciente sindicalisa en Walia’ y, purticuinementer s Antonio Labrcin ya Benito Musi 2 Imaginamos que Gramsci se relive al propio Benito Mu- ssolini ya" los demas exponentes del fascism, que se does rtrd de Sorel creer Sin duda que Gramsci alude a las deformaciones trivia- Jes con’ las que la corriente, mecanieisa y° detereinite ial Positiviano Babia adulterado. el tarxismo en Tealin, Tos, tras halos de Achille Loria 3, em clerta media, los de Enrica Flint son" tipicos elemplos de ‘esas Geformacones, Grama deaies 37 Para Sorel —como para li doctrina marxista— el cristianismo representa una revolucién que ha legado a ‘sus ltimas consecuencias, hasta la creacién de un nuevo y original sistema de relaciones morales, juridicas, filo- séficas, artisticas.* Asumir estos resultados como esque- mas ideologicos de todas las revoluciones, he abi la burda y poco inteligente traicién de la intuicién histérica Soreliana, que s6lo puede originar investigaciones hist6ri- cas sobre los “gérmenes” que “deben existir” de una ci- vilizacién proletaria, si es verdad —como es verdad para Sorel— que la revolucién proletaria ¢s inmanente en el seno de la sociedad industrial moderna; y si es verdad que, también, de ella surgira una conducta original de vi- da y un sistema de relaciones absolutamente nuevo, ca- racteristico de Ia clase revolucionaria. {Qué significado puede tener, por consiguiente, la afirmacién de que, a di- ferencia de los primeros cristianos, los obreros no son castos, no son sobrios, no son originales en sus modos de vida? muchos comentarios, impregaades de sareasrao polémico, 9 las tonterfas seudocientifieas de Loria y sus imitadores. Parte de tzles comentarios, y bajo el titulo de El lorianismo, estin reco- gidos en el libro Gli intellettuali e Yorganizenzione della cul- tera. Asi, entre otros: “En el prefacio a la primera edicién de tuna de las principales obras: «cientificass de Loria, donde habla de sus recapitulaciones a l¢ Universidad de Siena y de las im- Dresiones susclladas ‘entre el pbtico académico por Ia exposi- cién de sus sobre l desarrollo dé’ [a’civilizacién...; los montafieses, ‘moralmente més puros ¥ ante mds Fobustos, triplican Tas consonantes»; la gente de la Usnure, en cambio (y del agus, si se trata de poblaciones que como la veneciana viven al nivel del mar), ademés de moralmente depravada esté de- generada fisieamente y no Wega siquiera a eduplicarlas». Loria recurre al «testimonio de la propia coneienciay y afirma que cuando enferma él no acierta a pedir a la exmsrera ni uma cim- ple taza de caldo.” 4 Gramsel interpreta aqui, ampliamente, los juicios de Marx y do Engels sobre. el cristianismo. 38 } i i Aparte de las generalidades de aficionados ignoran- tes —segiin las cuales los “obreros metaliirgicos turine- ses” se transformarin y mezclarén con esa amalgama de brutos que cada dia comen pollo asado; se emborrachan por la noche en los prostibulos; no aman a la familia; buscan en el cinematégrafo y en la imitacién simiesca de las costumbres burguesas la satisfacccién de sus ideales de belleza y vida moral—* fuera de estas gencralidades ignorantes y pueriles, tal afirmacién no puede, de nin- gin modo, convertirse en supuesto de un juicio hist6ri- co. En el orden del conocimiento histérico, eqaivaldria a esta otra afinmacién: puesto que los modemos cristianos comen pollos, van de mujeres, se emborrachan, levantan falsos testimonios, son adilteros, etc., es una leyenda que existieran, los ascetas, los martires, los santos. En suma, todo fendmeno histérico debe ser estudia- do por sus caracteristicas peculiares en el cuadro de la actualidad real, como desarrollo de la libertad que se ma- nifiesta en la finalidad, en las instituciones, en formas que no pueden ser confundidas y parangonadas en abso- luto —a no ser metaféricamente— con la finalidad, las instituciones, as formas de:lo8:fenémenos histéricos pa- sados.? Toda revolucién que como la cristiana y la comunista 5 Puede verse que la propaianda antiobrera de Ia primera posguerra utilizaba argumentoy muy similares a los que sobre ¢l particular us en la segunda, Bastard recordar el tema del “Lambrette” hecho suyo nada menos que por el presidente del Consejo, De Gasperi, y 1a nota bene sobre la “avider derme- dida por ei placer” que Plo XIN atribuye al proletariado ita iano. @Gramsei confirma aqui su historicismo absoluto, es decir, 1 concepto de que todo fenémeno hay que relacionarlo con las condiciones histérieas concretas en que se origina, Por consi- guiente, todo parangén entre fenémenos histéricos sucedidos fen épocas distintas sélo puede tener un yalor simbélico; este es el caso de la comparacin entre cristianismo y comunismo, Engels, en su Introduccién a la obra de Carlos Marx La Luchi ie lates en Francia trata de tn aspecto parcial de ese paren- 39 se realiza —y sélo puede realizarse— mediante la mis profunda agitacién de las amplias masas populares, ha de quebrar y destruir el sistema existente de organizacién social. ;Quién puede imaginar y prever las consecuen- cias inmediatas que provocard la aparicidn en el campo de la destruccién y de la creacién histéricas de determi- nadas multitudes que hoy no tienen libre albedrio y po- der? Porque jams tuvieron “libre albedrio y poder”, pro- curaran ver materializados en todo acto piblico y priva- do el libre albedrio y poder conquistado; encontraran todo lo existente misteriosamente hostil y querrin des- truirlo en ta raiz. Y precisamente por lo que de inmenso, impredicitle y de libertad ilimitada entrafia la revolu- cién, gquién puede arriesgar ni una simple hipétesis so- bre los sentimientos, las pasiones, iniciativas y virtudes que se forjarin en tal fragua al rojo vivo? Lo que hoy existe y vemos, gqué transformaciones podré sufrir, al margen de nuestro deseo y conviecién? Cada dia de tan intensa vida, zno representaré una revolucién? La trans- formacién en las conciencias individuales, por cuanto se produzcan simultineamente sobre las mas amplias masas populares, zno dard resultados creadores dificilmente imaginables? Partiendo de nuestras observaciones actuales no puede preverse nada en relacién a la vida moral y los sentimientos. Hoy solo nos es posible comprobar ya, como’ factor constante, un sentimiento, caracteristico de Ja clase trabajadora, que es el de la solidaridad, Pero la intensidad y la fuerza de tal sentimiento tinicamente nos permite estimarlo como sustentacién, durante un perfodo de tiempo, de la voluntad de la clase a resistir y a sacrifi- carse, cosa que nos ayuda a conmensurar el relativo éxito que alcanza la escasa capacidad de previsin histérica po- pular. Pero en el periodo de la creacién revolucionaria y del establecimiento de la nueva sociedad, tales intensi- dad y fuerza no podrin valorar el sentimiento como mar- 40 t co de la voluntad histérica, porque entonces seré posible sefialar limites a la resistencia y el sacrificio, dado que el enemigo a combatir y a vencer ya no estar fuera del proletariado, ya no sera un poder fisico externo, limitado ¥ controlable, sino que estar en el mismo proletariado, en su ignorancia, en su dejadez, en su densa impenetra~ bilidad a la intuicién; cuando la dialéctica de la lucha de clases se produzca en lo intimo y en cada conciencia, el hombre nuevo debera, en todo momento, combatir las “Gdeas de la burguesia” en acecho. Por eso, el sindicato obrero, organismo que realix y disciptina la solidaridad proletaria, no puede ser motivo y base de previsiones para el porvenir de la civilizacién; no contiene elementos de desarrollo para la libertad, y esta destinado a sufrir transformaciones radicales a con- secuencia del desarrollo general: esta determinado, no es determinante.? El movimiento’ proletario tiende, en su fase actual, a realizar una revolucién en la orgauizacién de las cosas materiales y de las fuerzas fisicas; sus rasgos caracteris- ticos no pueden ser los sentimientos y pasiones difundi- dos en la masa y que apuntalan su voluntad; los rasgos caracteristicos de la revolucién proletaria sélo pueden but carse en el Partido de 1a clase obrera, en el Partido Co- munista, que existe y se desarrolla por cuanto es la orga- nizacién disciptinada de la decisién de fundar un Estado, de proporcionar una sistematizacién proletaria a la orde- nacién de las fuerzas fisicas existentes y de sentar las bases de fa libertad popular. El Partido Comunista es, en la época actual, la tinica nstitucién que puede conipararse con la comunidad reli- giosa det cristianismo primitivo; en los limites en que el Partido existe ya en escala internacional, cabe intentar * Gramaci intuye y prevé en este cuadro, movido y grandio- su, las dificultades, Ia lucha, las contradicciones dela propia revolucién socialisia, Las referencias al sindicato son, una vez més observaciones polémicas contra las congesiones al “sindica- Varo revoluctanario.” Al tun parangén, y establecer un sistema de opiniones, entre los militantes por el reino de Dios y los militantes por el reino del Hombre. El comunista no es, por cierto, infer or al cristiano de tas catacumbas. Fl fin inefable que el cristiano presentaba a sus adalides es, por su tun gestivo misterio, una justificacién plena al heroismo, la sed de martirio, a la santidad; no es necesario entrar a enjuiciar tas grandes fuerzas humanas del eardcter.y Ja voluntad para suscitar el espiritu de sactificio, de quien cree en el premio celestial y en Ia eterna beatitud. El Obrero comunista, que después de ocho horas de trabajo en a Fabrica durante semanas, meses y afios, trabaja de. Sinteresadamente otras ocho horas para el Partido, para el sindicato, para la cooperativa es —desde el puto de vista de la historia del hombre— més grande que el eselavo ¥ Que el artesano que desafiaban tos peligros para acu. dir a la cita clandestina de la oracién, Del mismo modo, Rosa Laxemburgo y Carlos Lieble nechtS son més grandes que los mas grandes santos de Cristo. Precisamente porque el objetivo de su rnilitancia €8 concreto, humano, limitado, los luchadores de la clase obrera son ms grandes que los.combatientes de Dies: les fucrzas morales que sostienen su disposicién son tante més descomunales cuanto mis definido se encucntra ef objetivo que mueve a la voluntad, El obrero que al pie de stu. méquina repite durante re Eales pat csc po Guam BMH» Cas ete ean iota oda omorinn rete a Penal oun ast om 1 oe Sho TE aad, i nay Ss dn Sie al gn lia pl ana liticos. Detenida en Alemania, en 1913, ereé con ‘Liebenecht el son metas Maton Bi eb ac eee at rep crinan 2 oy ee Liebknecht, hijo de Guillermo —uno de los fundadores y ditt. scien ade Gulley toe fn» ti Soi Se har eres 42 ocho horas al dia el movimiento de su trabajo, monétono como el desgrane de las cuentas del rosario, cuando sea el “dominador”, cuando Megue el momento en que cons- tituya la medida de los valores sociales zqué fuerzas de expansién no podrén adquirir sus sentimientos? El mis- ‘mo hecho de que el obrero consiga incluso pensar, a pe- sar de estar reducido a obrar sin saber el cémo y el por- qué de su actividad prictica, ¢no es un milagro? Este milagro del obrero que diariamente conquista su propia autonomia eépiritual, la propia libertad de construir en el orden de las ideas, luchando contra la fatiga, coutra el tedio del ademn que tiende a mecanizarle y, por tanto, 4 matar su vida interior, este milagro se organiza en el Partido Comunista, en la voluntad de lucha y de crea- cidn revolucionaria que se manifiesta en el Partido Comu- nista. El obrero tiene en la fbrica una n ejecutiva. No sigue el proceso general del trabajo y de la produccién; no es punto que se mueve para crear una li- nea: es un alfiler clavado en un lugar determinado, y Ia linea resulta de la sucesién de alfileres que una voluntad extrafia ha colocado en orden para sus propios intereses. El obrero tiende a flevar este su modo de ser a todos los Ambitos de su vida; en todo se acopla facilmente a la mi- sién de ejecutor material, de “masa” guiada por una vo- Tuntad ajena a la suya; es desidioso en to intelectual, no sabe y no quiere prever nada que no sea lo inmediato; ca- rece de criterio en la eleccidn de sus jefes y se deja enga- fiar f4cilmente por promesas; quiere creer en que pueda conseguir algo sin gran esfuerzo por su parte y sin tener que pensar demasiado. El Partido Comunista es el instrumento y la forma histérica del proceso de la intima liberacién mediante a cual, el obrero, de efecutor se transforma en iniciador, de masa se convierte en dirigente y guia, de brazo pasa a ser cerebro y voluntad. La formacién en el Partido Co- munista posibilita adquirir el gérmen de libertad que ten- 43 dra su desarrollo y plena expansién luego de que el Es- tado obrero haya organizado las necesarias condiciones materiales. El esclavo o artesano del mundo clisico del “conécete a ti mismo’ llevaba al cabo su liberacién trando a formar parte de una comunidad cristiana donde, concretamente, se sentia ser el igual, el hermano, por aquello de ser hijos de un mismo padre; y el obrero, lo hhace integrandose en el Partido Comunisia, donde cola- bora en “descubrir” y en “idear” originales ‘modos de da, donde colabora “voluntariamente” en la actividad del mundo, donde piensa, prevé, tiene una responsabilidad Y es organizador ademas de organizado, donde se siente constituir en Ja vanguardia que marcha hacia adelante, arrastrando tras de sia las masas populares. El Partido Comunista se ha reyelado, también, como a forma particular de organizacién para la revolucién proletaria. Ninguna revolucién del pasado ha conocido los partidos; nacieron después de la revolucién burguesa ¥ se corrompieron en el campo de 1a democracia parla- mentaria, También en este terreno se ha comprobado la idea marxista de que el capitalismo crea fuerzas que no puede censeguir dominar. Los partidos democriticos ser- vian para destacar hombres politicos de valor y hacerlos triunfar en la concurrencia politica, Hoy los hombres del Gobierno son impuestos por la banca, por los grandes diarios y las asociaciones industriales; los partidos se han descompuesto en una multiplicidad de cliques personales. El Partido Comunista, surgiendo de las cenizas del Par- tido Socialista, repudia sus origenes democrticos y par- lamentarios y revela sus caracteristicas esenciales, origi- nales en la historia: las reflejadas en la revolucién rusa, 9 Es una de las razones a que recurre el marxismo en su critica al sistema capitalista, Recordamos que en el Manifiesto se firma que Is burguesia, por sus mismas necesidades, ha creado las fuerzas que la conducirin a su desaparicién: “los obreros modernos, los proletaries"; y en otro lugar compara a Ja burguesia con el incauto “aprendiz de brujo” que evocaba poderes que luego no podia controlar. 44 t que es la revolucién realizada por los hombres organiza- dos en el-Partido Comunista y que en el Partido se han creado una nueva personalidad, han adquitido sentimien- tos nuevos y conseguido los beneficios de una vida tnoral que propende a conyertirse en conciencia universal y ob- jetivo para todos los hombres. IL Los partidos politicos son el reflejo y.la nomenclatu- ra de las clases sociales.! Surgen, se desarrollan, entran en crisis y se renuevan conforme los diversos estratos de las clases sociales en Iucha sufren desplazamientos de real alcance histérico, ven transformadas radicalmente sus condiciones de existencia y desarrollo y adquieren un ma- yor y més claro conocimiento de si y de sus vitales inte- reses. En el actual periodo histérico, y a consecuéncia de la guerra imperialista —que ha modificado profundamen- te la estructura del mecanismo nacional e internacional de la produceién y del cambio— se ha hecho caracteris- tica la rapidez con que se produce el proceso de disocia- cién de los partidos politicos tradicionales nacidos en ef terreno de la democracia parlamentaria, y del surgir de nuevas organizaciones politicas. Este proceso general obe- dece a tna logica interna, implacable, derivada del des- membramiento de las viejas clases y de las viejas jerar- quias, y por los vertiginosos cambios de una posicién a otra de estratos enteros de la poblacién en todo el territo- rio del Estado y, a menudo, en todo el campo del domi- nio capitalista. ‘Asimismo, las clases sociales histéricamente mas tar- dias y perezosas en el proceso de diferenciacién, como Ta de los campesinos, no escapan a la accién enérgica de los 10 Es decir, que, en el campo politico, expresan Ja existen~ cia real de las clases, En este sentido, aungue histéricamente le burguesia puede diferenciarse en varios partidos, éstos siempre expresan sus intereses frente a los partidos obreros. 45 reactivos que disuelven el cuerpo social. Cuanto mis len- tas y tardias se manifestaron en el pasado, con més cele- ridad quieren hoy llegar a la derivacién, dialécticamente extrema, de la lucha de clases, a la guerra civil.y a la manumisién de las relaciones econémicas. En Italia, y en el espacio de dos afios, habjamos vis- to aparecer, como de la nada, un potente partido de la clase campesina, el Partido Popular" que, al surgir, pre- tendia representar los intereses econémicos y las aspira- ciones politicas de todas las capas sociales del campo, desde los nobles Intifundistas a In burguesia media agra 11 El Partido Popular fue un partido de inspiraeién catélica que, por obra prineipalmente de Luigi Sturzo y con la aproba- eién del Vaticano, surgid en junio de 1919. Gramsci lo consi- deré el partido de los campesinos, cuando la tarea del Partido Popular era la de organizr a las masas del campo sustrayéndo- Jas a Ya Influencia del socialismo. Gramsci observé un Juiclo ex- cesivamente optimists sobre este partido, al punto de escribir: “La constitucién del Partido Popular tiene, gran importancla y significado en Ia historia de la nacién italiana, Con él, ef pro- sces0 de renovacién eepiritual del pueblo italiane —qulen ab- jura del catoliseismo, Io supera y escapa del dominio del mito eligioso— crea una cultura y funda su aceién histérlea —so- tbre motives humanos— y sus fuorzas reales —inmanentes y ‘operantes— en el mismo seno de la sociedad: asume una forma orginica y encarna difusamente entre lag grandes masas.” (L’ Ordine nuovo, 1° de noviembre de 1919). Pero en el trabajo que nos ocupa el juicio ya es mbs preciso, y coincide sustancialmen- te oon las correctas consideraciones —iuego de las lecciones de Ja experlencla— de Ruggero Grieco, quien especif mente la funcidn de instrumento y esenciolmente conservadora desarrollada por el Partido Popular, cuando dice: “Za politica def Partido Popular, también —y especialmente en el problema agratio— fue equivoca, retoreida, Procuré no sbandonsr a las masas campesinay en su lucha por la tiorra; las impuls6 a la 1u- hs beto lo hizo pare, on af uo del movimiento, edlar en me; jores condici Paralizarlas, lo que, resulta una actitud bastante mas hébil de la del que adopta una posieién —decl- Gidamente contraproducente— de hostilidad hacia el movimiento de Jos campesinos por la tierra. Téctica anéloga la hemos visto adoptar también, en estos aios, por ol nuevo Partido Demécrata- cristiano.” (‘"Trentanni di vita e di lotte del PCI", Quaderni di Rinascita, nim. 2, pags, 52-53.) 46 ria; desde ot pequefio propietario al arrendatario, y del aparcero al campesino pobre. Vimos al Partido Popular conquistar casi cien puestos en los encafios del Parlamen- to, en un bloque donde prevalectan, en lo absoluto, los representantes de la nobleza latifundista, de los grandes propietarios de bosaues, de los grandes y medios duefios de fundos y una exigua minoria de los de la poblacién campesina. Percibimos la pronta iniciacién en el Partido Popular —y su ripida evolucién convulsiva— de la lucha interna de tendencias, reflejo de las diferencias que se producfan en la primitiva masa electoraf; las grandes ma- sas de pequefios propietarios y de campesinos pobres no querian seguir siendo masa de maniobra en beneficio de fos grandes y medianos latifundistas, Bajo su enérgica presién, el Partido Popular se dividié en alas derecha, centro ¢ izquierda y vimos, por consiguiente —ante la presién de los campesinos pobres—, a la extrema izquier- da popular orientarse por el camino revolucionario y com- petir con el Partido: Socialista, convertido también en re- Presentante de vastisimas masas campesinas. Pudimos apreciar la descomposicién del Partido Po- pular, cuyos fraccién parlamentaria y Comité Central ya tno representaban los intereses y la conciencia de si ad- quitida por las masas electorales, nia las fuerzas organi- zadas en los sindicatos blancos; representaban, en cam- bio, a los extremistas a ultranza que no querian perder el control ni podfan evitar tal contingencia con ta accién le- gal en el Parlemento, y, por consiguiente, se velan obli- gados a recurrir a la lucha violenta y a auspiciar nuevas instituciones politicas de gobierno, El mismo proceso — rdpida organizacién y rapidisima disociacisn— se produ- ce en Las demas corrientes“politicas que quieren repre- sentar los intereses de los campesinos y las asociaciones de excombatientes. Es el reflejo de la formidable crisis interna que atraviesa la campifia italiana, y se manifies- ta en las gigantescas huelgas de Italia septentrional y cen- tral,en la invasién y reparto de los latifundios pulleses, 47 en Ios asaltos a los castillos feudales y en la aparicién, en la ciudad de Sicilia, de centenares y milllares de cam- pesinos armados. Esta profunda agitaci6n de las clases campesinas sacude hasta sus cimientos el andamiaje del Estada parla~ entario-democritico, El capitalismo, como fuerza po- litica, queda reducido a tas asociaciones sindicales de propietarios de fAbricas; ya no cuenta con un partido Politico que ideolégimente abarque las capas pequefiobur- guesas de la ciudad y del campo y le permita, por tanto, persistir como Estado de amplia base legal. Ei capitalis- mo se ve constreffido a contar con s6to la representacién politica en los grandes rotativos (400 mil ejemplares de tirada, mil electores) y en ef Senado;"? éste, inmume coma institucién a las acciones y realizaciones de las gran- des masas populares, pero sin autoridad y prestigio en el pais. Por esta raz6n, la fuerza politica del capitalisma tiende a identificarse cada vez mas con las altas jerar- quias militares, con la Guardia real, con los miiltiples aventureros que desde el armisticio pululan y aspiran —mos contra otros— a convetirse en los Karniloy’ los Bonaparte" italianos, motivo por el cual fa fuerza politica del capitalismo no es hoy practicable mis que com el golpe de Estado militar y con la tentativa de im- poner una férrea dictadura nacionalista que empuje a la 12 Es sabido que, segtin el estatuto slbertino, e] Senado no era un cuerpe de formacién elective, sino de’ nombramiento real 4s E1 general ruso Kacnilov, quien en septiembre de 1917 se lanzb eon'sus tropas contra Potrogrado —sede del Gobierno pro- visfonal ruso.constituido después de la revolucion— para res- {aura el poder del zarismo. 14 Aqui, Gramsci se reflere no a Napoledn I, sino a Napo- Jen TH, quien conquisté el poder en Francia con un golpe de mano el 2 de diciembre de W51. En sus obras El dieciocho. brux mario de Luis Bonaparte y en ii 1848 in Germania © in Francia (Revolucién y Contrarrevolucién, Editorial Grijalbo, Méxic D. F. Coleceiin 70, mim. 1} Marc demuestra cdmo “las cireuns- tancios pueden reservar a un personaje mediocre y grotesco. (Bo- naparte) el papel de héroo.” 48 embrutecida masa italiana a restaurae la economia con el saqueo armado a los paises vecinos.1* Exhausta y gastada la burguesia como clase dirigente, con la impotencia del capitalismo como modo de produc- cién y de cambio, y no enistiendo en la clase campesina una fuerza politica homogénea capaz de crear wn Estado, la clase obrera esté llamada intelectualmente por la histo- ria a asumir la responsabilidad de clase dirigente. Sélo i proletariado es capaz de crear un Estado fuerte y te- mido, porque tiene un programa de reconstruccién eco- némica> el comunismo, que encuentra sus necesariat premisas y condiciones en la fase de desarrollo alcanza- da por el capitalismo con la guerra imperialista de 1914- 1918. Solo ei proletariado puede, buscando un nuevo dr- gano de Derecho publica, el sistema de los Soviets, dar forma dindmica a la fluida y ardiente masa social y res- taurar un orden en ef desenvolvimiento general de las fnerzas productivas. Es natural, y se justifica histérica- mente, que en un periodo como cl actual se plantee el, problema de la formacién del Partido Comunista, ex presin de la vanguardia proletaria con conciencia de su misién histérica, que establecera las nuevas disposiciones ¥ que seri el iniciadar y protagonista del nuevo y origi nal periodo histérico. Tampoco el Partido Socialista, partido tradicional de la clase obrera italiana, escapa al proceso de descomposi- cién de todas las formas de asociacién, hecho caracteris- tico del periodo que atravesamns. El colosal error de los hombres que desde el estallido de la Guerra Mundial a hoy han controlado los Srganos de direccién de nues- tras asociaciones, ha sido el creer poder salvar las viejas trabazones en wna intima fusién. En verdad, el Partido Socialista Italiano no se diferencia en nada del Labour Party'® inglés. Y se asemeja por sus tradiciones, por el 15 Gramsel especifica shi la naturaleza imperialista que asu- miria aos después el fascismo. 10 E} Labour Party (Partido Laborista) es el partido social~ doméerata inglés. Aunque sus origenes se remonten ins atsis, 49 origen histérico de las diversas corrientes 96 lo comatc tuyen, por el pacto de alianza —tacito o explicito— 5 7 la Confederacién General del Trabajo (gate que on Jo i uni s; en los consejos y en todas tas, reuniones cone ee para dar poder € infuesca injustificados aos funcionarios sindicales), poe la iimitada aifong” rata concedida at grupo parlamentario (que tarin Jo i conse} t los diputados ex los congresos, en Tos has alos diputades payor impowancia un poder ¥ wa i fluencia similares a los de los ae eae, injustific ismo). Es wn conglomera injustificados asimismo) ear i y ade set de otra ma fiditos: se muieve —y no pued a i jtud; continuamente esti expuesto con deiadez y lentitud; con te ath expos, § ese en facil campo de conquista 8 cuveristas y ambiciosos sin seriedad ni capacidad af fea y por su heterogencidad y las inmumerabies <0 Mee Tue producen sus engranajes, desgastados ¥| S00 4 ddiciones de a or los intrigantes, no estd. en condic) ees ieee eh ees ys ic i contecimientos s! - folucionarias que los apremiantes a rentos si cox weiieTimmpongan, Testo explica la paradoja histérice de sae en Tealia sean Jas miagas quienes “educar™ = ¥ #7 Jan al partido de Ta clase obrera y no el Parl 4 wuia a las masas. if cause partido Socialista se dice defensor de Ja dosti marxista; deberfa, pues, tener en esta doctrina 1a tt jula para orientarse en la complejidad de tos se srvoos; Tuabria de poseet !a capacidad de Previsi ee se mage oo 0D sp gs atm at tt es Ro mer ‘programa, de caracteristicas oe «ote a primer ree baceaniets beac iar en Jae, Ee EE ue dure poeos meses, En 129 hubo eo, San mer en ey ct Wo Fated eee Imre me Tg Se iy et ets ms Sth Act 50 térica que catacteriza a los seguidores imteligentes de 1a dialéctica marxista; precisaria tener un plan géneral de accidn basado en estas previsiones historicas y estar en condiciones de lanzar a la clase ‘obrera a la tucha ton consignas claras y precisas. En cambio, el Partido So- cialista, el partido defensor del marxismno en Italia, est —tomo 41 Partido Popular, como el partido de fas clases més atrasadas de la poblacién italiana— expuesto a todad las presiones de las masas y se mueve y cambia cuando ya las masas se han desplazado y cambiado. Verdaders+ mente, este Partido Socialista que se proclama el guia y maestro de las masas no ¢s otra cosa que un pobre no- tario que registra las operaciones realizadas espontinet- mente por las masas; este pobre Partido Socialista, que se denomina a si mismo jefe de la clase trai es sino obstéculo para el ejército proletaric, Si este extraiio proceder del Partido Socialista, si esta rara condicién del partido politico de la clase obrera 0 than provoraio hasta ahora una catistrofe, se debe a que entre Ia clase obrera, en las agrupaciones urbanas del Par- tido, ent las fabricas, en los pueblos, existen grupos enér- gicos de comunistas conocedores de sit misién histérica, firmes’y diestros en la accién, capaces de educar y guiar a las masas proletarias de la localidad; se debe, también, a que, potencialmente, existe en el serio del Partido So- Galista un Partido Comunista al que no le falta sino la organizaciém explicita y la centralizacién y disciplina im- pitcitas para desarrollarse ripidamente, conquistar y re- nlovar la unién de la clase trabajadora y dar una nueva directriz a la Confederacién General del Trabajo y al movimiento cooperativa. El problema inmediato en este periodo, posterior a la lucha de los obreros metalirgicos y que precede al Congreso en el que el Partido debe asumir una actitud seria y precisa de cara a la Internacional Comunista,?* jadora, no 3 La Internacional Comunista 0 TI fnternacionat, es fun- dada, 8 propuesta de Lenin, en marzo de 1919. Ku jullo-agosto Su es, justamente, el de organizar y centrafizar a estas fuer- zas comunistas, ya existentes y operantes. El Partido So- cialista se descompone, se va deshaciendo dia a dia con una rapidez fulminante; en brevisimo lapso las tenden- clas han adquirido nuevas configuraciones; puestos frente munista, hombres y grupos se han desconcertado, se han apartado, El equivoco centrista y oportunista ha lo- grado una paste de fa direccién del Partido, ha sembrado la turbacién de animo y la confusidn en las agrupaciones. El deber de los comunistas en este descenso general de la conciencia, en este desenfreno de ruindades, de vile- zs, de descompasiciones es el de estrecharse fuertemente en grupos, afianzarse, mantenerse prestos a llevar ade- lante las consignas que sean lantadas, Los comunistas sinceros y desinteresados —sobre la base de fas tesis aprobadas por el H Congreso de la III Internacional, so- bre la base de la disciplina leal a la suprema autoridad del movimiento obrero mundial— deben desarrollar el trabajo necesario para que, en el mds breve plaza de tiempo posible, se constituyan [as fracciones comunistas det Partido Socialista Italiano, el cual, por el buen nom- bre del proletariado italiano, debe, en el Congreso de Florencia#* transformarse, de nombre y de hecho, en el Partido Comunista Italiano, Seccidn de la Internacional Comanista; para que las fracciones comunistas se cons- tittyan con un aparato directive orgénico fuertemente centralizado, con articulaciones disciplinadas en todos los 192) eetebra su ML Congreso en Mosed, y enire los principales temas que alli se trataron recordamos las cuestiones nacionales, coloniales, agrarias, ete, En él se aprobaron también las condi clones de'admisién'de los partidos socialistag en Ja Internacional Comunista, entre las que se encontroba Ja expulsién de los re- formistas de dichas partidos. E Partido Socialis i que adherido a In fe condiciones. La Ii Internaciei 38 El Congreso que se eelebré on enero de 1921, lo fue en ‘Liorna, no en Florencia. 52 lugares donde trabaja, se reune y lucha la clase trabaje- dora, con un conjunto de disposiciones ¢ instrumenios Para el control, ia accién y Ja propaganda, que las pon gan en condiciones de funcionar y de desarrollarse, ya, como un verdadero y peculiar partido, fee ___ Los comunistas, que con su energia y espiri iniciativa, han salvado del desastre a la clase obrera en Ie fucha de los metaliirgicos, deben Mevar hasta sus Ultimas consecuencias sus objetivos de accién: salvar la unién primordial —teconstruyéndola— del partido de fa clase obrera; dar el proletariado italiano el Partido Comunista que sea capaz de organizar el Estado obrero y establecer las condiciones para el advenimiento de la soci coer le la sociedad co- 33 Capitulo 3 Et funcionarismo El Congreso confederal de Lioma ha terminado sus lahores y nada nuevo, ninguna directriz nueva ha salido de él. En vano esperaron las grandes masas italianas ser orientadas, en vano aguardaron Ia palabra inspiradora que Hlenara sus anhelos y encauzara sus pasiones. El Con- greso no ha planteado ni, por consiguiente, resuelto, nin- guno de los problemas vitales para el proletariado en los actuales momentos icos: ni los de la emigracién, ni los de la desocupacién, nii la cuestion de las relaciones entre obreros y campesinos, ni lo referente a las institu- ciones adecuadas para mejor encarrilar ef desarrollo de Ia lucha de clases, ni el de la defensa de las fabricas y Ta seguridad personal de los militantes obreros. La iinica preocupacién de la mayorfa del Congreso fue la de sal- vaguardar y garautizar las posicioues y el poder politico (poder impotente) de los actuales dirigentes sindicales del Partido Socialista. Nada mejor podia justificar nuestra iucha contra od funcionarismo sindical, En muchas regiones de Italia, muchedumbres de trabajadores. se exteriorizaron en de- fensa de su primordial derecho a la vida, por sus de- rechos a manifestarse en las calles, a la Tibertad de aso- ciacién y de reunidn, a tener locales propios para sus actividades. El terreno de la lucha adquiere rapidamente lintes trégicos: incendios, cafionazos, fuego de ametralla- doras y decenas y decenas de muertos. Pero la mayoria del Congreso no se conmueve por estos acontecimientos. 55 damente se defienden de sus enemigos implacables y crue- les no consiguié preocupar ni infundir el sentido-de su responsabilidad histérica a esta mayoria formada por hombres sin emocién y de cerebro paralizado. Estos hom- bres ya no estén por la lucha de clases, no sienten las mismas pasiones, iguales deseos, los propios anhelos de las masas; entre ellos y las masas se ha abierto un profun- do abismo y el tinico contacto entre ellos y las masas es el control de las cuotas y el fichero de socios. Estos hom- bres dejaron de ver al enemigo en la burguesia: lo ven en los comunistas. Tienen temor a la rivalidad; son jefes transformados en monopolistas del comercio de hombres, y la menor amenaza de cormpetencia les vuelve locos de terror y desesperacién. El Congreso confederal de Liorna ha constituido una formidable experiencia para nosotros, y nuestro pe- simismo sobre el tema ha sido superado. En L’Ordine nuovo siempre vimos el probiema sindical, el de la orga~ nizacién de las grandes masas, el de la eleccién de los hombres ditigentes de eses organizaciones, como el pro- blema central del movimiento revolucionario moderno; pero nunca como hoy habiamos sentido en su plenitud la gangrena que corroe al movimiento. En el Congreso fue- ron leidos, apostillados, comentados, los articulos de L’ Ordine nuovo, provocands clamoreos y tumultos, pese a que tales articulos no reflejaban siquiera la décima par- te de nuestro pesimismo en relacién a la insuficiencia de los hombres y las instituciones. No obstante, nuestros juicios se han agravado, atin mas, después del Congreso. Si, porque mientras los hombres se batian en calles y pla- zas, en tanto las lamas de los incendios Menaban de terror a la poblacién y la inducfan, desesperada, a la exas- peracidn individual y a sufrir las mas espantosas repre- salias, era inconcebible que los sedicentes delegados de estas masas populares se perdieran en la basura mas in- fecta de Ios conflictos personales. Las muchedumbres se desangraban en calles y plazas; cafiones y ametralladoras 36 entraban en escena y, mientras, estos dirigentes, estos je- fes, estos futuros administradores de la sociedad enlo- quecian de rabia por un articulo, por un suelto, por un titular. Y querfan convencernos de que habiamos hecho mal, que cometimos un delito —zafandose asi ellos—; querfan convencernos de que éramos nosotros los que obraban a la ligera, carentes de sentido de responsabili- dad, “‘milagristas”, y que nos mostrabamos incapaces de comprender y sopesar las dificultades que acarreaban los movimientos revolucionarios y la situacién histérica, Y querfan que nos persuadiéramos de que la sabiduria, lo competente, la técnica, el buen sentido, la capacidad poli- tica. y administrativa acumulada por el proletariado en su hicha yen su experiencia histérica de clase, se entra~ fiaba en ellos. ;Iros...! El Congreso conferencial reha- bilita al Parlamento, rehabilita a las peores asambleas de clase que en el pasado se revelaron como corruptas y pu- trefactas. Nuestro pesimismo sobre el particular ha aumentado, pero no ha disminuido nuestra decisién. Los funciona- ios no representan a las masas. Los Estados absolutos eran, precisamente, los Estados de los funcionarios, los Estados de la burocracia; y cuando no representaron a la poblacién fueron sustitufdes por los Estados parlamen- tarios. La Conferencia representa, en el desarrollo his- torico del proletariado, lo que el Estado absoluto repre- senté en el desorrolo histérico de la clase burguesa: sera sustituida por la organizacién de los Consejos, que son los parlamentos obreros que tienen la funcién de ba- rrer los sedimentos burocriticos y de transformar las vie- jas relaciones organizativas. Nuestro pesimismo aumenté, pero permanece vivo y de actualidad nuestro lema: pesi- mismo de la inteligencia, optimismo de la volintad (L’Ordine nuovo, 4 de marzo de 1921) S7 Capitulo 4 Cuestiones preliminares de filosofia Es preciso destruir el prejuicio, muy extendido, de que la filosofia es algo sumamente dificil por tratarse Ge una actividad propia de determinada categoria espe- cializada de letrados 0 de caracterizados {ilésofos profe- sionales. Y, en primer lugar, se necesita demostrar que todos los hombres son “filésofos”, y definir los limites y peculiaridades de esta “filosofia espontinea”, caracte- ristica de “todo el mundo” y, por tanto, la filosofia con- tenida: 1) en el lenguaje como conjunto de conocimientos y conceptos, y no s6lo suma de palabras gramaticales ca~ rentes de contenido; 2) en el sentido comin y en el buen sentido; 3) en la religién popular y, también, pues, en todo el sistema de creencias, supersticiones, opiniones, modos de ver y de obrar de los que el “folklore” es tan fascinante. Estando demostrado que todos somos filésofos —i nuestro modo, inconscientemente— aunque s6lo sea por- que en la mas elemental manifestacion de actividad inte- lectual, en el “lenguaje”, se halla contenida una deter- minada concepcién del mundo, pasamos, en segundo lugar, al aspecto de la critica y del conocimiento: a la cuestin de si es preferible pensar sin poser canocimi to critico, de forma dispersa y ocasional; si lo es “part cipar" en un concepto de la vida “impuesta” mecinica- mente por el ambiente circundante de uno de tantos grupos 61 sociales en el que automaticamente cada quien queda com- prendido, en definitiva, al ingresar en el mundo conscien- te, ¥ que puede ser ef propio pueblo, o Ia provincia, « originarse en la parroguia o en Ja actividad cultural del curato o en la sabiduria del viejo patriarca a la que la man “ley”, 0 en la mozuela que heredé la sapiencia de Ja hechicera o en el intelectual limitado, amargado en su propia estupidez ¢ incapacidad de obrar. O si bien es deseable crear un concepto particular de la vida y, criti- camente, en conexién con el trabajo cerebral elegir Ja es- fera propia de actividad, participar vivamente en la crea- cién de fa historia del mundo, ser guias de si mismos y no aceptar ya, pasiva e irreflexivamente, la impronta ajena a nuestra propia personalidad. Nota 1 Por 1a concepeién peculiar que so tlene del mundo se pertenece siempre aun determinsdo agrupa- mienta, precisemente al de los elementos socisles que comparten el mismo modo de ver y de vbrar. Se es conformist de cuslquler conformismo y siempre 5° es hombre-mmasa_u hombre eolectivo, La. cuestion esté en de qué tipo histérico es el conformismo y de qué ‘masa se forma parte, Cuando la concepcién del mun- do no es critica y coberente, sino ocasional y dispersa, se pertenece, simulténeamente, a una multiplicidad de hhombres-masa ya personalidad propia est8 compucs- ta de raro modo, En clla se encuentran elementos del hombre de Ya cuverna y ptincipios de la més mo- ema y progresista sabldurfa: prejuicios de todas las fases histériees del pasado, mezquindades localistas intulclones de una filosofia del porvenir propia del género humano universalmente unido. Criticar la pe- culiar concepeién del mundo significa, por tanto, hacezla lunltaria y coherente, eleverls al punto de unién con el pensamiento universal mis. avanzado. Significa, tam- bin, eriticer toda la filosotia existente hasta el mo- mento, por cuanla ho dejado_estratificaciones comsoli~ dadas en la Filosofia popular. El inicio de Ta elaboracion teritica “es la conciencia de lo que realmente se es fs decir, el “condecte # ti malsmo”1 como un producto 3 “Conécete a tf mismo” era ef lema del oréculo de Delfos, en Ia antigua Grecis, hecho suyo por el gran fildsofo Sécrates (470-399 a, de C.), para significar que el primer cometido de Ia filosofia es el estudio del hombre y de su mundo. 62 del proceso histérico habido hasta ahora que te trans- mitié infinidad de vestigios scoptados sin beneticlo de inventario.2 ¥ se precisa hacer, primeremente, el in~ ventario requerido. Nota Il. No se puede separar Ja filosafia de la his- toria de 1a filosofia ni Ia cultura de la historia de la cultura, No es posible ser filésofo en la cabal acepeién de su significado, sin poser un concepto de la vida criticamente coherente y el conocimiento de su histo- icidad; sin ser eonsciente de la fase de desarrollo que ‘tal coneepeién representa y de Ia realidad de la contra diccién en que entra con olros conceptos 0 con cle= mentos de los mismos. La propia concepcién del mundo responde a determinados problemas plantesdos por 1a realidad, establecidos y “originales' on so actualidad. {Como es posible juzyar el presente —un conereto pre~ Sente~ con un pensamienio trazado para problemas de un pasado con frecuencia remoto y ya superado? Si asi ocurre, quiere decir que uno padece anacronis- ‘mo 0 es un f6sil y no un ser viviente o que, al menos, ‘que “se es” un tipo muy rare, Y de hecho, sueode que grupos socicles que en algunos aspectos muestran el mis desarreliado avance, en otros se presentan con Tetras respecto a su posieién social, resultando, por, tanto, inespaces de obtener total autonomia histériea,* Nota II, Si es cierto que todo lenguaje contiene Jos elementos de una concepeion del anundo y de la cultura, también sera verdad que por el Ienguaje de cada cual puede enjuiciarse Ia mayor o menor com- plejidad de loz mencionados coneoptos. Quien sélo ha ia un dialecto o compronde en escala limitada el idio- sma necjansl, necesariamente a de participar de una concepeién del mundo en cierto modo limitaia y pra- vineial, fosilizada, anacrénica en comparacion a }a3 grandes corrientes del pensamiento que dominan la historia universal. Y sus intereses aparecerin limita- dos, mix 0 menos corporativistas ¥ econémicos, pero no universalistas. SI no es posible aprender otras lenguas ‘extranjeras para establecer contactos con la diversidad de vidas culturales, es necesario por lo menos apren- 2 Formula notarial por la cual el heredero dedlara que ncepta fe herencia fi wwentario”, es docir, luego de ha~ berse verifieado el active y el pasivo de la herencia (después de haber hecho el “inventario” de los bienes y de haberse asegurado de qua Iss deudas del difunto no sobrepasan el valor de la propiedad), 63 der bien el idioma nacional, Una gran cultura puede traducirse al idioma de otra gran cultura; un idioma nacional, histéricamente rico y complejo, puede inter pretar otra gran cultura, ser expresién de lo mundial. Un dialecto no puede hacer lo mismo. Nota 1V. Croat una gran cultura no representa $5 lo hacer descubrimientos individuales “originales; tam- bién, y especialmente, significa difundir criticamente Ja verdad descubierta, “‘soeializarla” por asf decir, con- vertirla en fundarnento de accién vital, en elemento de coordinacién y de condicién intelectual y moral. El que una masa de hombres sea inducida a pensar sobre el presente real con cohesién y dentro de una cierta untiad, o¢ un hecho “filosifies” més importante y “original” que 1a revelaclén de una nueva verda por el “genio” filoséfico, revelaciin que quede como Datrimonio de pequefios grupos de intelectuales. Conexiones entre sentido comin, religion y filosofia La filosofia es un método intelectual,? pero no se puede decir lo mismo de la religion y del sentido comin, En la sealidad se aprecia que religién y sentido comin ni siquiera coinciden y que la religién es un elemento sepa- rado del sentido comin. Ademis, “sentido comin” es un nombre genérico, como “religién”: no existe un sentido comin tnico, por ser producto del devenir histérico, La filosofia es Ja critica y la superacién de la religién y del sentido comin, y en tal forma coincide con el “buen sen- tido”, que se contrapone al sentido comin. Relaciones entre ciencia, religion y sentido comin La religién y el sentido comin no pueden constituir un método intelectual, porque no les es posible reducirse ala unidad ni mutarse con coherencia no ya en la con- 10 sea, como antes dijo Gramsci, es una concepeién co- herente del’ mundo a diferencia del sentido comin, que es dis- gregado, no organizado inte!cciualinente, compuesto de fragmentos de diversas coneepeiones con frecuencia contradictorias. ry i i f i t i ciencia colectiva, sino ai siquiera en la individual, No se pueden transformar “libremente” en unidad y cohesi sélo “autoritariamente”« puede suceder esto, como dentro de ciertos limites ocurrié en el pasado. La cucstién fundamental de la religiin —entendida no al modo confesional, sina al laico*— es la de la uni- dad de la fe dentro de una concepeién del mundo con una vida de conducta acorde. Pero por qué llamar a esta unidad de fe “religion” y no ideologia o, sin am- bages, “politica” ? De hecho, no existe la filosofia comdn, sino diversas filosofias y concepciones del mundo entre las que se hace la seleccién. Pera gcémo ocurre esta seleccién?; zes un hecho puramente intelectual 0 algo mas complejo? zno sucede, con frecuencia, que entre el motivo intelectual y la norma de conducta haya contradicciones?; zcudl ser, pues, la concepcién real del mundo, la aseverada logica~ mente como manifestacién intelectual 0 la resultante de la verdadera actividad de cada cual que se encuentra im- plicita en su obrar? Y puesto que el obrar ¢s siempre un obrar politico, gno se puede afirmar que la filosofia real de cada quien esta cabalmente contenida en su polt- tica? * Este contraste entre el pensar y el obrar, es decir, fa coexistencia de dos coneepciones del mundo, una de. fendida de palabra y otra manifestindose en el efectivo obrar, no siempre es producto de la mala fe. En algunos 4 Por Ia imposicién desde arriba como, dentro de ciertos Ii hha sucedido en la época medieval, caracterizada por el Glarisimo predominio de la coneiencia catélica. Benedetto Croce y otros fil§sofos explican la religién (laica} como una particular actitud moral al afrontar algunas cuestiones de cardcter general. © Aqui la politica se entiende como actividad practice ror excelencia, Esta afirmacién de la identidad de la “filosofia real” con la actividad practica revolucionaria, rige uno de los con ceptos fundamentales del marxismo, expresado en la eélebre fra- : “Los filésofos sélo han «interpretador el mundo de diversas formas; se trata, sin embargo, de «transformarlos” (Marx Tesis sobre Feuerback, ya citada). LA FORMACION.— 6S individuos en particular o en grupos mas 0 menos u- merosos, la mala fe puede constituir una explicacién sa- tisfactoria, pero no lo es cuando la diferencia se presenta en la vida de grandes masas, en cuyo caso es la expresién del més profundo contraste de las caracteristicas sociales. ¥ quiere decir que un grupo social con concien- cia propia, aunque embrionaria —manifestada irregular u ocasionalmente en la accién cuando el grupo se mueve como un conjunto orginico— por razones de sometimien- to y subordinacién intelectual, ha tomado prestada la concepcién de otro grupo y Ia afirma de palabra y cree seguirla porque la sigue en “tiempos normales” cuando la conducta no es independiente y aut6noma, sino preci- samente subordinada, sometida. De ahi que no se pueda separar la filosofia de la politica y que se demuestre que la eleccién y la critica de una concepcién del mundo es también un hecho politico, Es necesario, por consiguiente, explicar el porqué de que en todo tiempo coexistan diversos sistemas y corrien- tes filoséficas, cual es 12 causa de que en su difusién se marquen ciertas lineas de ruptura y determinadas direc- ciones, etc, Esto pone de manifiesto la exigencia de sis- tematizar critica y coherentemente la propia intuicién del mundo y de la vida, fijando con exactitud qué es lo que debe entenderse por ‘‘sistema”, a fin de no interpretarlo en el sentido de vana erudicién y en el profesoral de la palabra, Pero este trabajo sélo debe y puede ser llevado al cabo en el cuadro de Ia historia de 1a filosofia que nos presenta las transformaciones experimentales por el pen- samiento en el transcurso de los siglos, y el esfuerzo co- Tectivo que ha costado nuestro modo actual de pensar, que resume y compendia toda esa historia pasada, incluso de sus errores y desvarios, los que no por haberse produ- cido en otros tiempos y sido corregidos no quiere decir que no vuelvan a manifestarse en el presente y que to- davia no exijan el ser rectificados. Qué idea tiene el pueblo sobre la filosoffa? Podemos 6 llegar a ella a través del modo de decir del lenguaje co- min. Uno de los modos mas difundidos es aquel que habla de “tomar las cosas con filosoffa”", que realmente quiere decir tomar las cosas con resignacién o calma. Es cierto que en este modo se halla implicita una invitacién a fa resignacién y a la paciencia, pero posiblemente el contenido mis importante sea la incitacién a la reflexién, a darse cuenta y a razonar sobre que lo que sucede es, en el fondo, racional, y que como tal ha de afrontarse concentrando las propias fuerzas racionales y no dejin- dose arrastrar por los impulsos instintivos y violentos. Podriamos juntar estas formas de expresion popular donde juegan los conceptos “filosofia” y “filos6ficamente” con similares manifestaciones de escritores populares, to- méndolas de los grandes diccionarios, y verlamos que esos conceptos tienen un significado muy concreto de supe- racién de las pasiones bestiales y primitivas por una con- cepcién que da al propio obrar una direccién consciente, Por esta razén tampoco es posible separar Ja llamada filosofia “cientifica” de la conocida como “vulgar” y po- pular que s6lo es un conjunto de ideas y opiniones dis- persas. ‘¥en este punto se plantea el problema fundamental de toda concepeién del mundo, de toda filosofia que se ha convertido en un movimiento cultural, en una “religién, en una fe”, es decir, que ha producido una actividad prdc- tica, una disposicidn™ en ella contenida como “premisa” implicita (podria decirse una “ideologia”," si al vocablo se le da precisamente el significado superior de una con- + Es decir, una filosotia que no quede como patrimonio de reducidos grupos intelectuales, sino que se difunda entre las grandes masas y sea, por tanto, premisa de un movimiento cul- turel y de accién prictica tendente a modificar el mundo, Tal, por ejemplo, el marxismo. ® El significado que Gramsci de al término “ideologia” no coincide con el dado por Marx. De hecho, para Marx “ideologia”” signin “fsa concienci™ ‘de Ia realidad y por consguient, filosoffa nociva, 67 cepcién del mundo que se manifiesta implicitamente en el arte, en el derecho, en la actividad econémica, en to- das las manifestaciones de la vida personal y:colectiva), © sea, el problema de conservar la unidad ideolégica de todo el bloque social basado y unido justamente en razén de aquella determinada ideologia. La fuerza de las religiones, y en especial la de la Tglesia catdlica, consistié y consiste en que experimentan poderosamente la necesidad de la unién doctrinal de toda Ta masa de “creyentes” y bregan porque las capas inte- lectualmente superiores no se alejen de las inferiores. La Iglesia romana ha sido siempre la mis tenaz en sus €s- fuerzos por impedir que se formen, “oficialmente”, dos religiones: la de los “intelectuales” y la de las “almas sencillas”. Esta lucha no se ha desarrollado sin graves inconvenientes para la misma Iglesia, inconvenientes re- acionados con el proceso histérico que transforma toda Ja sociedad politica y que encierra una critica corrosiva de la religion. Resalta, pues, mis, la capacidad organiza- dora del clero en ta esfera de la cultura y de la relacién abstractamente racional y cabal que la Tglesia, en su circu- Jo, ha sabido establecer entre intelectuales y simples cre- yentes, Indudablemente, los jesuitas han sido los princi- pales artifices de este equilibrio, y para conservarlo han impreso a la Iglesia un movimiento progresivo tendente a dar ciertas satisfacciones a la ciencia y a la filosofia, Pero con ritmo tan lento y metédico que los cambios no son perceptibles para la masa de sencillos creyentes, aun- que aparecen como “revolucionarios” y demagégicos a los ojos de los “integristas”. ‘Una de las mayores debilidades de la filosofia inma- nentista!? en general, consiste en no haber sabido crear * Aquellos que quisieran conservar sin cambios el patrimo- io dogmético de la Iglesia. 30 Son aquellas concepciones filoséficas que excluyen la exis- tencia de un Ser (divinidad) o de un principio situado més allé © ajeno a les hombres y a la naturaleza (trascendente). Por tanto, son filosefias ale se oponen a toda concepcién “religiosa” 68 la unidad ideoldgica entre los de arriba y los de abajo, entre los “senciflos” y los intelectuales.# En la historia de ta civilizacién occidental el hecho se ha patentizado en escala europea con la brusca bancarrota del Renacimiento, y en parte, también, de la Reforma frente a la Iglesia romana. Esta debilidad se manifiesta en la cuestién es- colar, donde la filosofia inmanentista no ha intentado siquiera elaborar una concepcién que sustituyera a la re- figién en fa educacién infantil; de ahi el sofisma seudo- historicista mediante el cual pedagogos arreligiosos (acon- fesionales), y en realidad, ateos, admiten la ensefianza de la religién porque ésta es la filosofia de la infancia de la humanidad que se renueva en toda infancia no metaférica? El idealismo también se ha mostrado ad- verso a los.movimientos culturales “encaminados hacia el pueblo” manifestados en las Hamadas universidades po- pulares ¢ instituciones andlogas y no sélo por su imper- Feccién, pues en tal caso hubiera bastado que buscaran hacerlo mejor. Esos movimientos eran dignos de interés y merecerian ser estudiados. Tuvieron éxito en el sentido ‘de que presentaron el sincero entusiasmo de fos “simples” y su firme voluntad de elevarse a una forma superior de cultura y de concepctin de la vida. Sin embargo, en aque- los movimientos faltaba organizacién del pensamiento filoséfico, solidez organizativa y la centralizacién cul- tural. Daba la impresién de parecerse a los contactos ori- ginales entre mercantilistas ingleses y negros del Afri {en el sentido confesional) del mundo, Evidentemente, también el marxismo es una filosofia inmanentista, pero tiende propia mente a “crear una unidad ideolégica entre los de arriba y los de abajo” 11 La erfties de Gramsci se refiere a toda Ia filosofia mo- demna, incluidas algunas de sus corrientes (progresistes. La capa- cldad'de superar esta separacién, entre las concepciones de los “simples” y las de Jos intelectuales, es rasgo distintivo del marxismo, 12 Evidente referencia a la reforma Gentil (sobre la cual ver Tercera Parte, Capitulo 1, nota 1). 69 se daba mercancia de pacotilla® para obtener pepitas de oro. Por otra parte, sélo se podia obtener la organiza- cién del pensamiento y la solidez cultural si entre inte- lectuales y “simples” Tubiera existido la misma unidad exigible entre teoria y practica, es decir, si los intelectua- les lo hubieran sido organicamente de aquella masa, si hubieran elaborado los principios y problemas que la misma planteaba con su actividad prictica, constituyendo de esta forma un todo cultural y social. Se presentan de nuevo las mismas cuestiones ya indicadas: un movimien- to filosdfico z1o es sélo cuando se dedica a desarrollar una cultura especializada para grupos restringidos de int. lectuales 0, en cambio, lo es tinicamente cuando el trabajo de elaboracién de un pensamiento, cientificamente cohe- rente y superior al sentido comin, no olvida jams per- manecer en contacto con los “simples”, encontrando, asi, en este contacto, la fuente de los problemas a estudiar y resolver? Solamente por esta conexién deviene “histérica” una filosofia, se depura de elementos intelectualisticos y se hace vida. La filosofia de la prictica™® tiene que presentarse ini Imente en actitud polémica y critica a fuer de supera- cién del modo de pensar precedente y del pensamiento 38 Mercancfa sin ningin valor. a Tal vez es util distinguir “pricticamente” la filosofia del sentido comin para indiear mejor el paso de una a otra enti- dad. En Ia filosofia son especialmente sobresalientes los rasgos de Ia elaboracién intelectual del pensamiento; en cambio, en el sentido comin, son los caracteres difundides y dispersos de un pensamfento genérico de cierta énoca en determinado ambiente popular. Pero toda filosoffa tiende a convertirse en el sentido comin de un ambiente asimisno restringda {el de todos los intelectuales). Por consigulente, se trata de elaborar wna filoso. fia que teniendo difusiin o postbilidad de divulgacién por su sonexién con Ia vida prictica en Ia que ce encuentra implicita, se transforma en un nuevo retofio del sentido comin con la co: herencia y el nervio de las filosofias individuales; esto no puede suceder si no se manifiesta siempre Ja exigencia del contacto cultural con los “simples”. (Nota de Gram: 35 EL marxismo. 70 concreto (0 mundo cultural) existente. Primero, por con- siguiente, como critica del “sentido comin” (después de basarse en él para demostrar que “todos” son filésofos, y de que no se trata de introducir una nueva ciencia en la vida individual de todos, sino de renovar y dar utili- dad “critica” a la actividad ya existente), y por tanto, de la filosofia de los intelectuales que ha dado lugar a Ia his- toria de la filosofia, que en lo particular —de hecho se desenvuelve principalmente en la actividad de los indivi- duos singulares especialmente dotados— puede considerar- se como la culminacidn del progreso del sentido comin, por os menos del sentido comén de las capas mis escogidas. de la sociedad y, a través de éstos, también del sentido comin popular. Por esta razén, al emprender correctamente el estudio de Ia filosofia se precisa explicar de forma sin- tética los problemas surgidos del desarrollo de la cultura general sélo parcialmente reflejados en la historia de la filosofia —que en ausencia de una historia del sentido comin, imposible de integrar por ausencia de materiale documental, sigue siendo la fuente maxima de relato—, para criticarlos, que nos muestren su valor real —si adn lo tienen— 0 el significado que tuvieron como eslabén superior de la cadena, y seffalar los nuevos problemas, los actuales, 0 el planteamiento contemporaneo de los viejos problemas, La relacién entre filosoffa “superior” y sentido co- amin esta asegurada por la politica, del mismo modo que esta asegurada por la politica la relacién entre el catoli- cismo de los intelectuales y el de los “simples”. La dife- rencia entre ambos casos son, sin embargo, fundamen- tales. Que la Iglesia deba hacer frente al problema de los “simples” significa, justamente, que en la comunidad de los “ficles” se ha producido una ruptura que no puede ser solucionada elevando a los “simples” al nivel de los intelectuales —la Iglesia ni siquiera se propone este co- metido, “ideoldgica y econdmicamente desfavorable a sus fuerza" actuales—, sino ejerciendo una disciplina de hie- a rro sobre Jos intelectuales para que no sobrepasen ciertos limites en la diferenciacién, haciéndola catastréfica e irre- parable, En el pasado, estas “supturas” en la comunidad de los fieles se resolvian con fuertes movimientos de ma- sas que determinaban 0 se reasumian en la formacién de nuevas Ordenes religiosas en torno a fuertes personali- dades (Domingo, Francisco)."* La Contrarreforma’? quité fecundidad a ese pulular de las masas: la Compafiia de Jestis es la tiltima gran Orden religiosa de origen reaccionario y autoritario, de cardcter represivo y “diplomatico” que con su fundacién mared el entumecimiento del organismo catélico. Las nue- vas Ordenes surgidas posteriormente tienen escasisimo significado “religioso” y gran sentido “disciplinario” so- bre la masa de los fieles, son ramificaciones 0 tentdculos de la Compafifa de Jestis o en ellos se convierten; instru- mentos de “resistencia” para conservar las posiciones po- liticas conseguidas y no una fuerza renovadora del des- arrollo. El catolicismo se ha transformado en “jesuitismo”, EI modernismo'* no ha creado “Ordenes religiosas”, sino un partido politico: Ia democracia cristiana, La posicién de la filosoffa de la prictica es la antite- sis de la catdlica. Aquella no se orienta a mantener a los te Santo Domingo (1170-1221) fue particulsrmente activo en ucha ‘contra los herejes albigenses, Fund Ia Orden de los BDomninicos, Franciges de Asis (1182-1236) ex el notabilisimo santo Humdador de la Orden de los Franciceanos y fue autor del retorno de la Iglesia a la primitiva pobreza. ¥ Como dice 14 misma palsbra, es el conjunto de providen- cias tomadas por In Iglesia para hacer frente a la Reforma. Off tiaimente tuvo principio en'el Concilio de Trento (1549), donde Se condenaron las tesis de Lutero, Entre ta fwerva organtiada. de Ia Contrarreforma prevalecié 1a Compania de Jesis, los jesuitas, nueva Orden religioss fundada en 1540 por Ignacio de Loyola, {8 Modernismo es el mado movimiento de reforma del catolicismo que se desrrolid principios de siglo y que fue vondenado por la Iglesia en la Encicliea Paseendi de Pio X, Los modernistas querian ser catélices en armonia con el espiritu de su tiempo y adaptar la religién catdlica a todas las conquistas a1 mundo moderne. 72 “simples” en su primaria filosofia del sentido comin, sino, por el contrario, a guiarlos hacia una concepeién superior de la vida. Si se afirma la necesidad del contacto entre intelectuales y simples no es para limitar la actividad cientifica y mantener la unidad al bajo nivel de la masa, sino precisamente para crear wn bloque intelectual-moral que haga posible un progreso intelectual de la masa y no finicamente a reducidos grupos intelectuales. El hombre activo de la masa trabaja pricticamente, pero no tiene wna clara conciencia de su operar, no obs- tante ser este obrar un conocimiento del mundo en la medida en que lo transforma. De este modo, su concien- cia tedrica puede estar en contradiccién histérica con su obra. Poca mas o menos se diria que tiene dos con- ciencias tedricas (0 una conciencia contradictoria) : una; implicita en st obrar y que le une et verdad a sus colabo- radores en In transformacién prictica de la realidad, v otra. superficialmente exnlicita o verbal, que ha heredado del pasado y recogido sin critica, Empero, esta concep-+ cin verbal no deja de tener consecuencias. pues con mis o menos fuerza une a un grupo social determinado, nftuve sobre st conducta moral, sobre el trazado de su voluntad, v pitede Teear al punto em auc fa cantradiceién dela conciencia impida cualauier accién, decisién 0 eler- cin produciendo un estado de pasividad moral y rol tica.® La comprensién critica de st mismo se produce mediante wna lucha de “hegemonia” politica, de rumbos opuestos, primero en el campo dela ética, luego en ef de 1h politica, para Megara crear una concepeién superior Ael propio entendimiento de Io real. La conciencia de formar parte de una fuerza hegeménica dada (la con- Giencia politica) es 1a fase printera para alcanzar la ul- 18 Gramsci subraya el posible contraste entre prictica de Ia clase trabajadora, que contiene en si ho siempre conscientemente— una nueva filosofia revolucionaria, y el grado insuficiente de conciencia \ebrica que puede ocasionar Gesde Iuego la subordinacién de lp clase trabajadora a la filo~ Soffa de otra clase y, por tanto, producic paralizacién y pasividad. 73 terior y progresiva autoconciencia donde, finalmente, se unifican teoria y prictica. Asimismo, fa unidad de la teoria y de la prdctica no se establece mecinicamente, sing a través de un devenir hist6rico que tiene su fase elemental y primaria en el sentido del “distingo”, del “des- tacar”, de independencia apenas instintivo y que no flo- rece hasta la posesién real y completa de tna concepcién del mundo coherente y unitaria, He aqui por qué es ne. cesario poner de relieve que el desarrollo politico def concepto de hegemonia representa un gran progreso fis loséfico, ademas del politico-prictico;” porque forzosa~ mente encierra y presupone unidad intelectual y ética conforme a tna concepeién de lo real que ha superado al sentido com‘, convirtiéndose —si bien dentro de res- tringidos limites— en critica, Hasta para los mAs recientes conocimientos de ta fi osofia de fa practica, la profundizacién det concepto “uni dad de teorla y prictica”” no esté sino en su fase inicial, reflejando residuos de mecanicismo donde se habla de teorfa como “‘complemento”, “accesorio” de la prictica, de la teorfa como dependiente de la prictica® Parece justo que esto deba plantearse también, histéricamente co- mo un aspecto de los problemas politicos de los intelectia- es. Autoconciencia critica, histérica y politicamente signi- fica creacién de un niicleo selecto de intelectuales: una ‘masa bumana no se “distingue” ni se hace independiente ‘por si", sin organizarse (en amplio sentido); y no hay organizacién sin intelectuales, es decir, sin organizadores ¥ dirigentes, sin que el aspecto tedrico del nexo teoria- Practica se distinga concretamente en un estrato de indi- 4 Camo se ha visto, pues, a hegemonia —direccién de ta clase trabajadora sobre otras clases 0 estralos sociales que pue- den formar con ella un bloque de fuerzaa orientadas @ un fin famin— no puede formarse en sentido estilo s6lo sabre. ele rentos econémicos y politicos, sino que, cuando se realiza, com. porta emblén’ una Und inilectual ora, oe 2 Se refiere a una férmula de Ia filosotia medieval Js Gata ote deiner snr fried) ei cage 74 viduos “especializados” en la elaboracién conceptual _y filoséfica, Y este proceso de creacién de los intelectuales es largo, dificil, lleno de contradicciones, de avances y re- trocesos, de desbandadas y reagrupamientos, donde la “fi- delidad” de fa masa (y fidelidad y disciplina son las for- mas que adopta la adhesién de la masa y su colaboracién al desarrollo cabal del fenémeno cultural) es puesta, a, menudo, a duras prebas. El proceso de desarrollo est I gado a uma dialéctica intelectuales-masa; los estratos in- telectuales se desarrollan cuantitativa y cualitativamente, pero todo salto de estas capas hacia una nueva¥extensién” ¥ complejidad est4 ligado a un movimiento andlogo de 1a masa de los “simples” que se cleva a niveles superiores de cultura, hacia la capa de intelectuaies especializados, a la yez que ampfia su circulo de influencia con individua- lidades © grupos mis 0 menos numerosos ¢ importantes. Pero en el proceso se repiten de continuo las situa- ciones en las que entre masa ¢ intelectuales (0 algunos de éstos, o un grupo de ellos) se establece un distancia- miento, una pérdida de contacto, lo que da lugar a la impresin de que la teoria es “accesoria”, complementa- ia, subordinada. Descansar sobre el elemento “practica’ luego de que el nexo teoria-practica se ha escindido, se- parados y no s6lo alejados los dos elementos (operacién meranrente mecanica y convencional), demuestra que se atraviesa una fase histérica relativamente primitiva, toda~ via econdmico-corporativa donde se transforma cuantita- tivamente el cuadro general de la estructura, y la adecuada cualidad supraestructural esté en camino de surgir, pero no formada ain orginicamente. Es de realzar la impor- tancia en Ja elaboracién y difusin de las concepciones del mundo que asumen los partidos politicos en la vida contemporanea, por cuanto, esencialmente, crean Ja ética y la politica conforme a si mismos, es decir, ejercen casi de “experimentadores” historicos de esas concepciones. Los Fartidos seleccionan en particular la masa que'actia y la seleccién sucede, conjuntamente, en el campo prictico y 75 en el tedrico en una relacién entre teoria y prictica, tanto mas estrecha cuanto la concepcién es mas vital y radical- mente renovadora y antagonista del viejo modo de pen- sar, Esta es la razén que permite decir que los partidos son los creadores de la nueva intelectualidad integral y cabal, el crisol de unificacién de teoria y prictica, enter dida esa unidad como proceso histérico real, de donde se desprende que sea necesaria su formacién por adhesion vidual y no al estilo “laborista’*® porque si se trata de dirigir toda la masa econdmicamente activa ello ha de realizarsé innovando y no segiin viejos esquemas, y la innovacién no puede llegar de las masas en sus primiti- vos estadios, sino por la gestién de una élite cuya con- cepcién implicita de la actividad humana se ha convertido en cierto modo en conciencia real, coherente y sistematica, en voluntad precisa y decidida, Una de las fases puede estudiarse en la discusién a través de la cual se han realizado los mas recientes avan- ces de Ia filosofia de la practica, debate resumido en un articulo de D. S. Mirskij, colaborador de Cultura2® Pue- de observarse cémo se ha producido el paso de una con- cepcién mecanicista y puramente externa a otra dindmica, que como se ha podido ver se acerca mis a un entendi- miento acertado de la unidad de teorfa y prdctica, aunque no consiguiera atin todo el significado de sintesis. Se aprecia cémo el elemento determinista, fatalidad, mecani- cista, toma un “aroma” ideolégico cercano a la filosofia 22 En el Partido Laborista inglés, al igual que en otros par- tidos soctaldemécratas, adems de las adhesiones individuales son admitidas tas de organizaciones enteras (sindicatos, cireulos culturales, etc.) ®4 Probable alusién al articulo, de E. D. Mirskij Demokratie und Partei im Bolchewismus (La democracia y el partido en el bolchevismo) publicado en la coleccin Demokratie und Partei al euidado de P. R. Rhoden, Viena, 1932, Gramsci lama a Mirskij colaborader de Cultura, porque en su numero correspondiente & febrero de 1981 publicé su articulo “EI lugar de Dortoiewsid en la literatura ruse”, 76 de la prictica,* una forma de religién y de excitante pero al modo de los estupefacientes—, resultado nece- satio e historicamente justificado por el caracter “subal- terno” de determinados estratos sociales. Cuando no se tiene la iniciativa en Ta lucha y ésta aca~ ba por reflejar una serie de derrotas, el determinismo me- canico se convierte en una formidable fuerza de resisten- cia moral, de cohesién, de perseverancia paciente y obs- tinada. “Yo estoy momentincamente derrotado, pero la fuerza de los hechos trabaja para mi a largo plazo, ete.”, se dice, La voluntad real se convierte en unt acto de fe, en cierta racionalidad de la historia, en una forma empi- rica_y primitiva del finalismo apasionado que surge como sustituto de la predestinacién, la providencia, etc. Es pre- ciso insistir en que, en tal caso, existe verdaderamente una fuerte energia de voluntariedad, una intervencién di recta sobre la “fuerza de las cosas”, pero precisamente en forma implicita, velada, que se avergiienza de si misma y, por consiguiente, la conciencia es contradictoria, earece de unidad critica, ete. Mas cuando el “subalterno” se transforma en dirigente y responsable de Ia actividad eco- némica de las masas, en cierto momento el mecanicismo se muestra como un peligro, inminente, se produce una revisién de todo el modo de pensar porque ha sucedido un cambio en el modo social de ser. :Por qué resultan restringides 1os limites y poder de la “fuerza de las co- sas”? Porque en el fondo, si el subalterno era ayer una cosa, hoy ya no lo es, sino que es un ente historico, un protagonisia; si ayer era irresponsable como “resistente” a. una voluntad extrafia, hoy se siente responsable, pues 24 La interpretacién mecanicista del marxismo, segin In cual 1 desarrollo de la econamia capitaliste Uevaria por sie inevi- tablemente al derrumbe del capitalismo y al nacimiento del tocialismo, con todo y ser etrénea, podria constituir fe y ser, por consiguiente, un "estimulanis” —aunque al modo ‘de los estu~ Defacientes~ para masas atin sirasadas © ineapaces de una plena comprensién de Ta funeién determinante de los hombres y, por tanto, del Partido, 7 ya no es resistente, sino activo “emprendedor”. Pero, in- jaso ayer, zfue simple “resistencia”, mera cosa, simple ‘rresponsabilidad” ? Indudablemente que no; por eso hay que destacar el que et fatalismo sea apenas el revestimien- to de la voluntad activa y real por los débiles, He aqui por qué es siempre necesario demostrar la futiidad del determinismmo mecdnico —que es explicable como filosofia ingenua de la masa y sélo en cuanto a factor intrinseco de fuerza— cuando sin esperar que el. subalterno se convierta en dirigente y responsable se presenta como parte de una filosofia coherente y meditada de los inte- lectusles; se transforma en motivo de pasividad, de im- bécil avtosuficiencia, ‘También una parte de Ta masa, aunque subalterna, es en todo momento dirigente y ces- ponsable: Ia filosofia de la parte precede en toda ocasion a. filosofia del todo, no sélo como anticipacién tedrica, sino como necesidad real... ZPor qué y vémo se difunden hasta hacerse populares Jas nuevas concepciones del mundo? En este proceso de propagacién (que al mismo tiempo sustituye a lo viejo y, con frecuencia, es una combinacién de lo nuevo y de io viejo), zofimo y en qué medida en el formar parte de la misma organizacién que sostiene las nuevas concepciones (no obstante haberse ingresado en ella por otros moti- Yos que el compartir esa nueva concepcién) influye la forma racional en que la nueva concepcién se expone y presenta, y ln autoridad del expositor (al menos en cua to comiinmente sca reconocida y apreciads) y de los pensadores y conocedores que llama en su apoyo? Fn rea- lidad, estos elementos varian segiin el grupo social y su nivel cultural, Pero Ia investigacién interesa, especialmen- te, por lo que respecta a las masas populares, que son las que més dificilmente cambian de concepciones y las que, en todo caso, no las cambian jamis aceptandolas, por asi decir, en forma “pura”, sino s6lo y siempre dentro de tana Combinacién mis o' menos heteréclita y singular. La forma racional, légicamente coherente, la plenitud’ del 78 razonamiento que no omite ningéin argumento positivo 0 negativo de cualquier valor tiene sw importancia, pero esti muy lejos de ser decisiva; puede serlo, por camina Secundario, cuando la persona’ dada se encuentra ya en estado de crisis intelectual, vacila entre lo viejo y lo nue- Yo: perdid la fe en lo viejo y atin no se resolvid por lo nuevo, eteétera. Lormismo puede decirse del ascendiente de pensado- res y conocedores. Es muy grande entre el pueblo, mas, de hecho, cada concepcién tiene al frente sus pensadores y doctos, y a agcendiente esta dividido; ademés, a todo pensadior ie es posible discernir y ones, por consiguiente, tn tela de juicio, lo por él mismo expresado, Se puede Sle: gar a la conchision de que el proceso de propagacién de toe nuevas concepciones se produce por’ razones politicas y, en iltima instancia, sociales; pero, también, que el Zemento formal, el de la coherencia Vigica, el factor auto- Fidad y el organizativo tienen suma importancia inme- Gaatamente después de que, bien a los individuos en particular, bien a los. grupos numerosos, Tega la orienta tion general, Pero de esto se desprenden que la filosotia fo es vista por la propia masa sino como una fe. Imagine: mos, en fin, la posicién intelectual del hombre del pue- blo: est formada por opiniones, convicciones, criterios de scleccign y mormas de conducta, Cada quien que con mis capacidad intelectual y superiores medios de razona- ymiento que él sostenga puntos de vista contrarios al suyo, Te pone, logicamente, en un brete; cambiar por eso su conviceién el hombre del pueblo, porque en la potémica tno se hizo valer? Pero en ese caso estaria cambiando de opinién todos los dias, cada, vez que se topara con un adversario ideolégico con rns preparacién que fa suya- ySobré qué elementos se funda, pues, su filosofia, particularmente su filosofia en la forma més importante para al, fa de la norma de conducta? El factor principal, Indudablemente, no es de caricter racional, sino de fe. Pero fe gen quién y en qué? Esencialmente y por cuanto ’ 79 difusamente piensa como él, en el grupo social al que pertenece; el hombre del pueblo considera que tantos no pueden ser imperfectos ni equivocarse como quiere ha- cerle creer el adversario pelémico; que es cierto que él no €s capaz de sostener y defender sus propias razones como el contrincante las suyas, pero que en su grupo hay quien sabe hacerlo, y seguramente mejor que el adversario de marras, y recuerda, en efecto, haber ofdo, extensi y co- herentemente, {a8 razones de su fe a manera de mante- nerle en sus convicciones. Concretamente no recuerda los razonamientos y no podria repertirlos, pero sabe que existen, Ios ha oido explicar y sigue convencido de ello. EI haber sido persuadido una vez y en forma terminante es el motivo inmutable en ef persistir de la conviccién, a pesar de que no la sepa argumentar, ‘Mas estas consideraciones conducen a la conclusién de la suma debilidad de las nuevas convicciones de las masas, singularmente si esas nuevas convicciones con- trastan con las ortodoxas,® igualmente nuevas y social- mente conformistas con los intereses generales de las clases dominantes. Esto se ve reflejado en los destinos de religiones ¢ iglesias. La religién 0 determinada Iglesia conservan su comunidad de fieles —dentro de ciertos limites de las necesidades del desarrollo histérico gene- ral-— en tanto mantiene constante y organizativamente la propia fe, repitiendo de continuo su apologia?* luchan- do siempre y en todo momento con argumentos parecidos. afirmando la jerarquia de Ios intelectuales que, al menos, dan a la fe la apariencia de la dignidad del pensamiento, Cada vez que por razones politicas se interrumpieron violentamente las relaciones entre Tglesia y fieles —como 28 Ortodoxe es aquel que cree conforme al dogma catélico. En sentido ampllo se entiende de aquel que no se sparta de las reglas. 26Cuerpo de los escritos y de los temas de apologia, La apologia es un discurso 0 escrito elogioso a favor de alguien 0 de algo; en este caso, de la religion, 80 7 sucedié durante la Revohucién Francesa—, las pérdidas sufridas por la Tglesia fueron incalculables, y si se hubie- sen prolongado las dificiles condiciones para la practica habitual de su ejercicio, cabria pensar que tales pérdidas hubieran sido definitivas y que una nueva religion habria surgido, como ocurrié en Francia, donde emergié en com- binacién con el viejo catolicismo. De eff se deducen de- terminadas necesidades para todo movimiento cuftural que tienda a sustituir al sentido comin y a las viejas concep- ciones, en general, del mundo: 1) No cansarse jamais de repetir los mismos argumentos —aungue variando lite- rariamente la forma—: la repeticién es el medio didéctico més eficaz para obrar sobre la mentalidad popular; 2) tra- bajar de continuo para elevar intelectualmente y en todo ‘momento. a los mis amplios estratos populares, para dar personalidad al elemento amorfo de la masa, lo que re- presenta trabajar pata promover élites de intelectuales de nuevo tipo surgidos directamente de aquélla, que perma- nezcan en contacto con ella para convertirse en el niicteg basico de expresién. Esta segunda necesidad a satisfacer es la que, realmente, modifica el “panorama ideolégico” de uma época. Por otra parte, tampoco se pueden consti- tuir y desarrollar esos miicleos selectos sin que en los mismos se produzca una jerarquizacién del ascendiente y de la idoneidad intelectual, que puede culminar, en to in- dividual, en el surgir de un gran filésofo, si éste es capaz de materializar precisamente las necesidades del conglo- merado de la comunidad ideolégica, de comprender que ella no puede tener Ia agilidad de movimientos propia de un cerebro individual y si sobre estas premisas, logra ela- borar formalmente la doctrina del conjunto del modo mas apegado y adecuado a las formas de pensar del pensa- dor colectivo. Es evidente que un ordenamiento de conjunto de tal género no se puede dar “arbitrariamente” en torno a una ideologia cualquiera, por la yoluntad formalmente crea- dora de una personalidad o de un grupo que se lo pro- 81 ponga por fanatismo de sus propias convicciones filos6- ficas 0 religiosas. El medio por el que se verifica ta critica reat de fa racionalidad e historicidad de los modos de pen- sar es la adhesién 0 no de las masas a Ia ideologia dada. Las realizaciones arbitrarias son, a la postre, eliminadas de la contienda histérica, aunque en ocasiones, por una serie de circunstancias favorables del momento, logren al- canzar cierta popularidad; ‘en tanto que los ordenamien- tos que corresponden a las necesidades de un periodo histérico complejo y orgénico acaban siempre por impo- nerse y prevalecen aunque se atraviesen muchan fases intermedia en fas que su afirmacién sélo se sucede por casualidades tanto més cuanto raras y heteréclitas. Estos desarrotlos plantean muchos problemas, los més importantes de los cuales se resumen en el modo y en la cualidad de las relaciones entre las diversas capas in- telectualmente cualificadas, o sea, ent ef realce y en Ta funcién que debe y puede tener el aporte creativo de los grupos superiores en conexién con la aptitud orginica de discustén y desarrollo de los nuevos conceptos criticos por parte de los estratos intelectualmente dependientes. Se trata, pues, de fijar los Timites de Ia libertad de dis- cusién y de propaganda, no entendiendo Ia libertad en al sentido administrative y policiaco, sino en el de la propia limitacién que los intelectuales manquen a su mis- ma actividad, es decir, a Ix swjecién a una norma de po- litica cultural, En otras palabras: zquién determinaré los “dominios de la ciencia” y los limites de la investigacion cientifica?, gpodrin esos dominios y limites ser justa- mente determinados? Parece necesario que el trabajo de investigacién de la nueva verdad y el de las mejores, mis coherentes y claras formulaciones de la misma verdad sean dejados a la libre iniciativa de los conocedores in- dividuales aunque ellos, de continuo, vuelvan a poner a discusién los mismos principios que aparecen como siendo los mas esenciales, De otra parte no serd diffcil estable- cer citindo tales motivos de discusién contienen fattores 82 interesados y no de cardcter cientifico, Entre otras cosas, es bueno pensar en que las iniciativas individuates sean disciplinadas y ordenadas; que pasen por la criba de la Academia o institutos cutturales de categorias diversas y que sélo después de ser seleccionadas se hagan piiblicas, Seria interesante estudiar concretamente en un pais en particular, a organizacién cultural que mantiene en movimiento al mundo ideolégico, y examinar su funcio- namiento prictico. También serfa’ itil hacer un estudio de la relacién numérica entre el personal dedicado profe- sionalmente en ese pais dado al trabajo activo cultural y el volumen de su poblacién, junto al cilculo aproximado de los considerados factores auténomos de a escuela er todos sus grados, que con la Iglesia son, por el ntimero de personas que utilizan, las dos mayores organizaciones culturales de todo pais; de los periddicos, revistas y li- brerfas; de las instituciones de enseiianza privada, tanto si integran la escuela del Estado como si se trata de insti- tuciones culturales tipo universidades populares; de otrast profesiones que en su especializada actividad encierran un monto cultural no despreciable, como las de médicos, oficiales del Ejército y de la Magistratura, ete. Pero es de advertir que en todos los paises —aungue en dife- rente medida— existe gran distanciamiento entre las ma- sas populares y los grupos intelectuales, incluso en lo que Fespecta a maestros y sacerdotes, que son los mds nume- Fos0s y conectados al contorno nacional, Y este sucede, incluso donde los gobernantes afirman fo contrario, por que el Estado en si no tiene una concepeién unitaria, co- herente y homogénea, debido a Io cual los grupos intelec- tuales se encuentran disgregados en los diferentes estratos y aun en la esfera de cada estrato en particular, Excepto en algunos paises, la Universidad no ejerce ninguna ac- cién unificadora, y se da el caso —entre otros— de que un pensador independiente tiene més influencia que ef conjunto de la institucién universitaria. ¥ a propésito de la concepefén fatalista sobre la fun- 83 cién histérica de ta filosofia de la practica, se podria ha- cer un elogio ftinebre de ésta, pues tal concepcion reivin- dica la utilidad de la misma para un cierto periodo his- térico, concluyendo, y precisamente por eso, la necesidad de sepultarla con todos los honores del caso. Su funcién habria, verdaderamente, de parangonarse a la de la teo- ria de la gracia y la predestinacidn®? en los inicios del mundo moderno, que, sin embargo, culminé después en la Filosofia cMisica alemana y en su concepcién de a li- bertad como conciencia de la necesidad?* Ella fue una sustitucién popular del grito “Dios lo quiere”, y aun so- bre este plano elemental era el inicio de concepciones mas modernas y fecundas que las que dicho grito o la teoria de la gracia entrafiaban. ;Existe ta posibilidad de que “formalmente” se presente una nueva concepcién con ro- Paje distinto al burdo y confuso del populacho? No obs- tante todo, lo histérico, con las perspectivas necesarias, aleanzard a establecer y a concebir que los indicios — siempre Asperos y pedregosos— de un mundo nuevo son superiores al declinar de un mundo en agonia y a los can- tos de sirena que suscita. 27 La teorla del don de Dios y de ta predestinacién es pro- pia del movimiento protestante a las que se refirié San Agustin, uno de Jos Padres de la Iglesia. Segtin tal doctrina, todo indi viduo, desde su nacimiento, esta predestinado a la salvacion © 2 la condenacién conforme sea mas o menos tocado por la gracia divina. Gramsci dies que esta teoria se encuentra en los Inicios del mundo modemo porque realmente ch movimiento de Reforma ex uno de los caminos a través del cual pasa el pensa~ miento moderno burgués para culminar con Ja filosofin de Hegel #8-Ver Segunda Parte, Capitulo 1, nota 3. 84 Capitulo 2 Problemas de filosofia e historia La discusiin cientifica En el planteamienta de los problemas histérico-criticos no es conveniente concebir la discusién cientifica como un proceso judicial donde frente al acusado hay un fis- cal, quien, por imperativo de su cargo, debe demostrar * que el acusado es culpable, pedir que le sea impuesta una Pena y, Por consecuencia, mientras ésta dure, excluirle de la sociedad. En la discusién cientifiea, puesto que se supone que el interés est en la investigacién de la ver- dad y en ef progreso de la ciencia, se manifiesta mas “avancado” quien se sitiia en la posture de considerar que el adversario puede exponer una necesidad que deba ser incorporada, aun con ciertas limitaciones, al ordenamien- to de ideas. Comprender y valorar realisticamente posicio- nes y razonantientos del contendiente —y en ocasiones es-antagénico todo pensamiento pasado— significa haber- se fberado de la limitacién del ciego fanatismo ideold; haberse colorado en un punto de vista critico, tinico fe- cundo en la investigacién cientifica. 85 Filosofia e historia Es oportuno considerar cémo entender Ya filosotfa de una época histérica y cuil sea la importancia y el signi- ficado de la filosofia de los filésofos en cada uno de los periodos de la humanidad, Si tomamos la definicién de Croce sobre la religion como una concepcién del munda que se ha convertido en norma de vida, dado que “norma de vida” no se puede concebir en sentido libresco, sino li- gada a la vida real, se desprende que la mayor parte de tos hombres son fildsofos por cuanto obran pricticamente, y en su obrar practico, de linea directriz de conducta, estd contenida, implicitamente, una concepcién del mundo, una filosofia, La historia de la filosofia como se entiende cominmente, es decir, como historia de la filosofia de los filésofos, es la descripcién de los ensayos y aportaciones ideoldgicas de una determinada categoria de personas para transformar, enmendar, perfeccionar la concepcién del mundo en una época definida, y para cambiar, por tanto, las normas de conducta correspondientes ya aceptadas, es decir, para modificar el movimiento prActico en su con- junto. Desde.el Angulo que nos interesa, no es suficiente et estudio de la historia y de la légica de las diferentes filo- sofias de los fildsofos. Por lo menos, como via de méto- do, se precisa dirigir la atencién hacia otras facetas de la historia de la filosofia: ta de las concepciones del mundo por las grandes masas; la de ios grupos dirigentes (intelectuales), mas restringidos y, finalmente, la de las relaciones entre estos diversos conjuntos culturales y la Filosofia de los filésofos. La filosofia de una época no es la obra de este o aquel filésofo 0 de tal cual grupo de intelectuales, de un mayor o menor sector de las masas Populares: es una integracién de todos estos elementos que culmina en una direccién determinada, con lo que se convierte en norma de conducta colectiva y, por ende, en historia concreta y cabal. 86 La filosofia de un periodo histérico no es sino la historia de tal época; es el conjunto de variantes. que el grupo dirigente ha logrado establecer sobre la realidad primetia. En este sentido, historia y filosofia son in- escindibles, y constituyen «sn todo, Sin embargo, y en sus diferentes graduaciones, 10s elementos filoséficos pro- piamente dichos, pueden ser distintos: filosofia de los fildsofos, concepciones de los grupos dirigentes (cultura filosética) y creencias de las grandes masas, y se obser- va cémo cada una de estas graduaciones se crea dentro de diversas formas de “combinacién” ideotogica. Importancia histérica de una Filosofia Muchas investigaciones y estudios en torno al sig- nificado histérico de tas diferentes filosofias son total- mente indtiles e inconsistentes, porque no tienen en cuenta que muchos sistemas filos6ficos son simplemente —o casi simplemente— manifestaciones individuales; que lo que pudiéramos llamar su tenor historico es sumamente re- ducido, y anegado, ademas, en un complejo de abstrac- ciones de origen puramente racional ¢ indeterminado. Se puede decir que ef valor histérico de una filosofia esta en consonancia con la virtualidad préctica conquistada (entendiendo la practica en su sentido més amplio).? Si es verdad que toda filosoffa es la expresién de la socie- dad en un pesfodo histérico, deberi reaccionar sobre la sociedad, determinar efectos evidentes, positives y nega- tivos; la medida en que se produzca tal reaccién es, pre cisamente, la estimacién de su alcance histérico, la ca- rencia de lucubracién individual, lo positive de su obra. 3 Véase al respecto el apartado que més adelante se dedica 8 Pragmatismo y politica, 87 EL fildsofo Planteado el principio de que todos los hombres son fildsofos y de que entre los filésofos profesionales 0 “téc- nicos" y e] resto de los hombres no existe diferencia cua- litativa, sino s6lo cuantitativa (en este caso, la cantidad tiene un significado propio diferente al aritmético, pues indica mayor 9 menor “homogencidad”, “coherencia”, “16; gica”, etc, o sea, mayor cantidad de elementos cualitati- vos), todavia hemos de ver en qué consiste realmente la diferencia. No ser4 razonable llamar filosofia a cualquier tendencia del pensamiento u orientacién general, y ni si- quiera a toda concepeién del mundo y de la vida. Frente al manobre podriamos llamar filésofo al obrero especia- lizado, pero esto no seria exacto, porque et la industria, ademas del abrero descalificado y del especializado existe el ingenicro, quien no sélo conoce el oficio practicamente, sino tedrica © histéricamente. El filésofo profesional 0 tkcnico, no solamente piensa con mayor rigor de légica, con superior coherencia, con mis alto sentido de las 1 glas que los demas hombres. sino conoce toda la historia del pensamiento, se da cuenta de la evolucién alcanzada por el mismo hasta el momento y esté en condiciones de abordar los problemas en el punto en que se encuentran, Juego de que sufrieran las méxximas tentativas de solucién. ‘iene, en el terreno del pensamiento, la tnisma funcién que, en los miiltiples campos cientificos, se asignan los especialistas. ‘Adin hay otra diferencia entre el fildsofo especialista y los especialistas de otras disciplinas: que aquél se aproxima més al resto de los hombres que lo que acon- tece a los ailtimos. El haber hecho del fildsofo especialista una figura semejante a Ja de los especialistas de la cien- cia es, justamente, su deformacién. En fin, es posible imaginarse a un entomélogo y que los demis hombres no sean pricticos en entomologia, y a un especialista en trigonometria y que la mayoria de sus congéneres no lo 88 sean, Se pueden encontrar ciencias especialisimas, necesa- rias, peto no por eso comunes. Lo que no se puede es con- cebir a ningiin hombre —a no ser que patolégicamente sea idiota— que no sea fildsofo, que no piense y, precisa- mente, porque el pensar es propio de la naturaleza del hombre. Lenguaje, idioma y sentido comiin En qué consiste, exactamente, el valor del llamado “sentido comin” o “buen sentido”? No sélo en que, im- plicitamente, el sentido comin implica & principio de cat- salidad, sino también por el hecho, mds limitado, de que en una serie de juicios identifica la causa exacta, simple y a la mano, y no se deja desviar por extravagan- cias e incomprensibilidades metafisicas seudo-profundas, seudo-cientificas, etc. El “sentido comin” fue exaltado en los siglos xvr y xvtt, cuando se reaccionaba contra el principio de autoridad representado por la Biblia y Ari toteles, poniéndose de manifiesto que contenia ciertas do- sis de experimentalismo y de observacin directa de la realidad, aunque empirica y limitada. En nuestros dias se observa el mismo criterio al respecto, si bien la situa- cién ha cambiado y su valor intrinseco tiene muchas mis Timitaciones. Situada la filosofia como concepcién del universo y considerado el trabajo filosdfico no solamente como una realizacién “individual” de conceptos sistemSticamente co- herentes, sino, ademés, y en especial, como una lucha cultural para transformar la ‘“mentalidad” popular y di- fundir las innovaciones filoséficas que se manifestaron como “verdad histérica” desde el momento en que se convirtieron en realidad, en histérica y socialmente uni- versales, la cuestidn de lenguaje ¢ idioma debe ponerse, 89 “téenicamente”, en primer plano. Y deberemos revisar las publicaciones del pragmatismo sobre el particular? En el caso de los pragmiticos, como en general se ob- serva cuando se confronta cualquiera otra tentativa de sistematizacién orginica de la filosofia, no se ha dicho que la relacién se establezca con la totalidad del sistema © con su niicleo esencial, Creo poder decir que el concepto lenguaje sustentado por Vailati y otros pragmaticos, no €s aceptable, no obstante que, al parecer, tengan concien- cia de la necesidad real y la describan con bastante exac~ titud, aungue sin llegar a plantear los problemas y ofre- zernes soluciones. Se puede decir que el lenguaje es, esencialmente, denominador comin que no presupone algo “inico” ni en el tiempo ni en el espacio. Significa, tam- bign, cultura y filosofia (aun al nivel del sentido comin) Y, por consiguiente, el factor lenguaje e3, en realidad, ‘una multiplicidad de hechos mis 0 menos orgnicos, cohe- rentes y coordinados, Por iiltimo, diremos que todo ser parlante posee su propio lenguaje personal, su particular modo de pensar y de sentir. En sus diversos escalones, a cultura une a un mayor o menor niimero de individuos en nutridos estratos y en mis o menos contactos de ex- presién, que se entienden entre si en diferentes grados. Estos distingos histérico-sociales que se reflejan en el lenguaje comin, dan lugar a los inconvenientes y motivos de error tratados por los pragmiticos. De ello se deduce la importancia que tiene la entidad cultural, incluso en a actividad prictica (colectiva). El movimiento histérico no puede ser realizado mas que por el “hombre colectivo”, que presupone el logro de una unidad cultural-social en la cual, la multipticidad de va- lores dispersos con heterogencidad de fines, se sueldan en idéntico objetivo sobre fa base de una misma concep- cién del mundo (general o parcial, transitosiamente ope- + Confréntense los Scritti de G. Vailati (Florencia, 1911) y, entre ellos, Il Hnguaggio como ostacoto alla. eliminazione di con- srasti, usort, (Nota de Gramsci.) 90 rante —por medio emotivos— 0 permanente, y por la cual el fundamento intelectual se enraiza, se asimila, vive, puede legar a convertirse en inclinacién), Puesto que esto ¢5 asi, se presenta la importancia de la cuestién lin- giiistica en general, 0 sea, de la comunidad de un mismo “clima” cultural. Este problema puede y debe ser asemejado al mo- derno planteamiento de ta dovitina y ta practica pedags- gica, segiin el cual la relacién entre maestro y alumno es activa (reciproca), donde el maestro sigue siendo alum- no y el escolar, maestro, Pero la relacién pedagdgica no puede quedar limitada a las relaciones especificamente “escolares” mediante las cuales nuevas generaciones en- tran en contacto con las anteriores, de las que extraen experiencias y valores histéricos superiores. Estas rela- ciones existen en todo el complejo social, en tos indivi- duos entre si, entre intclectuales y no intelectuales, go- Bernantes y gobernados, micleos selectos y sus seguidores, , dirigentes y dirigidos, entre vanguardias y cuerpos de ejército, Toda relacién de “hegemonta” contiene una re- lacién pedagégica, y no sdlo se realiza en el seno de la nacién entre las diversas fuerzas que la componen, sino también en toda la esfera mundial, entre los conjuntos humanos nacionales y universales, De esto se deduce que la personalidad histérica de un filésofo individual proviene también de la relacién activa que mantenga con el ambiente cultural que quiere transformar, ambiente que acta sobré el filésofo, que le obliga a una continua autocritica y que, por tanto, actiia de “maestro”. Esta es la razén del porqué una de las principales reivindicaciones politicas de las actuales capas intelectuales de la sociedad es la llamada “libertad de ideas y de expresién del pensamiento” (libertad de prensa y de asociacién), porque sélo donde existen estas condiciones politicas se produce la relacién maestro-dis- cipulo en los té&minos generalizados antedichos y, en realidad, se crea un nuevo tipo de fildsofo histérico que a1 puede denominarse “filésofo democratic”, es decir, fi- Jésofo convencido de que su personalidad no se encierra en su propia individualidad, sino que es una activa rela- cidn social con las transformaciones de ambiente cultural. Hoy es motivo de burla el “pensador" que, “subjetiva~ mente” libre, abstractamente libre, se conforma con st propio pensamiento, La libertad del pensamiento sélo pue- de alcanzarse en la unidad activa de la ciencia y la vida. ¥5 la relacién maestro-discipulo, fildsofo-ambiente cultural ‘en el que opera y del que deduce los problemas que es necesario plantear y resolver; es pues, la relacién filoso- fia-historia, 2Qué es el hombre? Esta es la interrogante primaria lamental de la filosoffa, :Cémo contestarla? La de- puede hallarse en el mismo hombre, en cada hom- bre en particular. Pero zes juste? A nosotros no nos in- teresa qué es cada hombre singular, el significado de cada hombre individual en cada momento particular. Bien pensado veremos que al plantear la interrogante de qué es el hombre, estamos preguntando: zqué puede llegar a ser el hombre?, ¢puede lograr dominar su propio desti- no?, gconseguitd “hacerse’, crearse una vida? Digamos, pues, que el hombre es un proceso, el proceso de sus actos. Y pensindolo asi, la pregunta no es abstracta w “objetiva”. Surgié de nuestras meditaciones sobre nuestro propio ser y sobre el ser de los demas y, en conexién con lo reflexionado y visto, queremos saber qué somos, a dénde Tegaseraos y en qué limites somos artifices de nosotros mismos, de nuestra vida, de nuestro destino. Y lo deseamos saber hoy, en las condiciones de hoy, para la vida actual y no para otra o para cualquier hombre. La interrogante es clara y posee un contenido de particularidades, de determinados modos de considerar Ja vida y el hombre, El mds importante de estos modos lo constituye la religion y, en especial, la catélica. En realidad, al preguntarnos qué es el hombre, qué impor- tancia tiene su voluntad y sus esfuetzos concretos para 92 crearse a si mismo y a la vida que vive, estamos dicien- do: ¢EI catolicismo es un concept vetdadero del hombre y de la vida?; siendo catélicos; profesando el catolicismo como norma de coducta, gerramos o estamos en lo cierto? ‘Todos albergan la vaga intuicién de que se equivocan haciendo del catolicismo la guia de su proceder, y esto es tan cierto, que nadie, lamAndose catélico, se atiene a élen sus normas de vida. Un catdlico integral, es decir, alguien que se sometiera totalmente a las reglas de con- ducta del catolicismo en todo acto de su vida, pareceria un monstruo; de lo que se desprends que lo ms perento- rio es la critica del mismo catolicismo. Los catélicos afirmarin que ninguna otra concepcién del mundo es observada fielmente, y tienen razén; pero esto sélo demuestra que, histdricamente, no existe, en realidad, un tnico modo de concebir y de obrar igual para todos Jos hombres. Y pese a que el catolicismo se ha organizado de por siglos para conseguir tal fin, no se excluye de ese aserto, como no lo evade todavia ningunar otra religién con iguales medios, idéntico sentido de sistema y misma continuidad y centralismo. Desde el Angulo filoséfico, lo que no satisface en el catolicismo es que, no obstante todo, pone la causa del mal en el hombre mismo como individuo, es decir, concibe al hombre como individuo bien definido y delimitado. ‘Todas Jas filosofias hasta ahora existentes, ‘se puede de- cir que reproducen esta posicin del catolicismo y conci- ben al hombre limitado a su individualidad, y al espfritu, como esta individualidad. Y sobre este aspecto se pre- cisa ceformar el concepto del hombre. Se requiere con- cebir al hombre como una serie de relaciones activas, como un proceso en el cual, si la individualidad tiene maxima importancia, no es el tnico factor a considerar, La hu- manidad que se refleja en cada individuo, se compone de diversos elementos: el personal, los otros hombres y Ja naturaleza. Pero estos dos iiltimos elementos no son tan simples como podrian parecer. El individuo no en- 93 tra en relacién con los dems hombres por yuxtaposicién, sino organicamente, es decir, su relacién se produce tan pronto como entra a formar parte de los: organismos, desde los ms simples a los mis complejos. Asi, el hom- bre no entra en relacién con la naturaleza por el silo hecho de ser él mismo naturaleza, sino activamente, a través del trabajo y de la técnica. Es mis, estas rela- ciones no son mecénicas: son activas y conscientes y co- rresponden al mayor 0 menor grado de entendimiento que sobre ellas tiene el hombre particular. Esta es la razén por la que se dice que cada quien se transforma, se cam- bia, en Ia medida en que se modifican, se mutan, las re- laciones de las que él es el medio de enlace. En este sentido, el fildsofo verdadero es, y no puede ser de otre modo, politico: el hombre activo que transforma el am- biente, entendiendo por ambiente el conjunto de relacio- nes en las que entra a formar parte todo individuo. Si la propia individualidad es el conjunto de estas relaciones, hacerse de personalidad quiere decit adguirir conciencia de esas relaciones, y modificar la personalidad significa cambiar el conjunto de esas relaciones. Pero, como se ha dicho, estas relaciones no son sim- ples, y mientras algunas son necésarias, otras son vo- luntarias, Ademés, tener conciencia més 0 menos pro- funda —conocer en cierta medida del modo en que se pueden modificar—, es ya modificarlas. Las propias rela- ciones necesarias, tan pronto como se conocen en sti ne- cesidad, cambian de aspecto ¢ importancia. En este sen- tido, el conocimiento es poder. Pero el problema es tam- bién complejo en otro aspecto: en el de que no basta conocer un sistema de relaciones existentes en un mo- mento dado y como un sistema dado, sino que se precisa conocerlo genéticamente, en su movimiento de formacién; porgue el individuo no es sélo la sintesis de las relacio- nes existentes, sino también ¢s la historia de las mismas, el resumen del pasado. Y se dird que en consonancia con su fuerza lo que el individuo puede cambiar es bien poco. oF Es cierto hasta cierto punto, porque el individuo puede aso- ciarse con todos los que desean el mismo cambio, y si este cambio es racional el individuo puede multiplicarse por un néimero imponente de unidades y conseguir una transformacién mis radical de to que a primera vista pue- da imaginarse. Los circulos en que un individuo puede participar son muy numerosos, mas de Io que se piensa, y es a través de estos circulos sociales cémo el individuo se integra al género hurriano, Asi, son miiltiples los modos con que el individuo entra en ‘relacién con Ja naturaleza, ya que por técnica se debe entender —ademas del conjunto de conocimientos cientificos aplicados industrialmente— el instrumento mental, el conocimiento filosético. Es evidente que no se concibe al hombre fuera de la vida social y, sin embargo, atin no se han deducido las necesatias consecuencias particulares al respecto. Y tam- bién es sabido que una sociedad humana presupone de- terminada sociedad de las cosas y que slo asi es posible ¢ la existencia de la sociedad. Es cierto que, hasta ahora y hecho caso omiso de lo particular, a los organismos se les ha sefialado wn cardcter mecanicista y determinista (ya sea la societas hominum o la sacietas rerum) y de ahi las reacciones consecuentes. Se necesita establecer una doctrina en la que todas estas relaciones aparezcan vivas y en movimiento, dejando bien claro que esta acti- vidad descansa en la concienca del hombre singular cuyo conocer, querer, observar y crear determina conocimiento, voluntad, observacién, creacién, y que no se concibe ais~ lado, sino pletérico de posibilidades que ofrecer a los otros hombres y a la sociedad de las cosas de la que no puede dejar de tener cierto conocimiento (poraue todo hombre es fildsofo, docto, etc.). La afirmacin de Feuerbach de que “el hombre es lo que come” puede interpretarse de diversos modos. 3 Filoséfo alemin de la Mamada izquierda hegeliana (1904- 1872). 95 Darle el significado de que los alimentos tienen una in- fluencia inmediata determinante sobre ef modo de pen- sar, a mas de mezquino, es tonto. Esto nos trae a la mente lz afirmacién de Amadeo segan la cual, si se su- piera lo que un hombre comié antes de pronunciar un discurso, estariamos en mejores condiciones de interpre- tar su prédica. Esta es una afirmacién infantil y extrafia a las ciencias positivas, pues el cerebro no se alimenta de habas 0 trufas, sino que los alimentos, transformados en sustancias asimiladas a la misma saturaleza potencial de las moléculas cerebrates, las reconstruyen, Si esa afir- macién fuese cierta, la historia tendria su fundamento determinante en la cocina, y las revoluciones coincidi- rian con los cambios radicales en la alimentacién de las masas, Positivamente, lo contrario ¢s lo cierto, ya que son las revoluciones y el conjunto del desarrollo histé- rico los que transformaron la alimentacién, creando fos subsecuentes gustos en la scleccién de los alimentos. No fue la siembra regular de trigo la que acabé con el no- madismo, sino al revés: fueron las condiciones que sur- gieron contra el nomadismo las impulsoras de las siem- bras regulares.t Mas, por otro lado, también es verdad que el hombre es lo que come, si hablamos de que Ia alimentacién es una de las manifestaciones del complejo de las relaciones humanas, pues todo agrupamiento social tiene su propia y fundamental alimentacién; pero de la misma manera podemos decir que el hombre es su vestido, su habitacién, su modo habitual de reproduecién —su familia—, porque la alimentacién, el vestir, la casa y la vida reproductiva son elementos de la vida social en los que justamente de modo mas claro y extenso —con extensién de masas— se manifiesta el complejo de las relaciones sociales. 4 Confréntese esta afirmaciin de Feuerbach con Ia_polémlea entablada en 7630 entre S. E. Marinetti en su campafia contra Jos macarrones a la napolitana y S, E, Bontempelli que asumia su apologia, mientras la crisis mundjal estaba en pleno desarrollo, 96 La cuestién de qué es el hombre es, de amtiguo, el jla- mado problema de la “naturaleza humana”, la bisqueda por crear una ciencia del “hombre”, una filosofia que arranque de un concepto inicialmente unitario, de_una abstraceién que pueda contener todo lo humano. Pero, como concepto y hecho unitario, Jo humano es un punto de partida o de Iegada?, o esta bitsqueda, planteada como punto de partida, 2no es, realmente, sedimento “teoldgico” y “metafisico”? La filosotia no se debe reducir a ser un naturalismo “antropolégico”, ya que la unidad del géne- ro humano no procede de ja naturaleza biolégica del hombre. Las diferencias que para el hombre ,cuentan en la historia no son las bioldgicas (razas, confonnacién det craneo, color de la piel, ete.). Y si # esto se reduce la afir- macién de que el hombre es lo que come —trigo en Europa, arroz en Asia, et—, quedaria, a su vez, redu- cida a esta otra; el hombre es el pais donde habita: porque, por lo general, la mayor parte de la alimen- tacién esta ligada a la tierra donde se vive, y ni siquiera la unidad biolégica ha contado nunca gran cosa en la historia, El hombre es el animal que se comié a si mismo en la época en que se hailaba més proximo al “estado natural”, cuando no podia multiplicar artificial- mente Ia produccién de bienes materiales. Tampoco la facultad de razonar o el espiritu crearon unidad, ni se pueden reconocer como hechos unitarios, sino simplemen- te como conceptos formales, categéricos, No es el “pen- samiento”, sino lo que se piensa, lo que realmente une © diferencia a los hombres. La respuesta mis satisfactorla, porque entrafia la idea del devenir, es Ja de que la “naturaleza humana” se forma en ef “complejo de las relaciones sociales”. El hombre deviene, se transforma de continuo con el cambio de las relaciones sociales y porque niega al “hombre en gene- ral”; se presupone que, de hecho, las relaciones sociales son manifestaciones de los diversos grupos de hom- bres cuya unidad es dialéctica y no formal, Hubo el La porMacion—~ 4 97 hombre aristocratico por cuamto existia el siervo de la gleba, etc, Asimismo, puede decirse que la natura- leza\ del’ hombre es la “historia” (y poniendo historia igual a espiritu resulta que la naturaleza del hombre es el espiritu), si justamente se daa la historia el signifi- cado de devenir en un discurrir armonioso que no parte de la unidad, sino que encierra jas razones de una unidad imposible. Por eso la naturaleza humana no se puede descubrir en el hombre singular, sino en toda Ia historia del género humano (el que iuera adoptada la palabra gé- nero, de caricter naturalista, tiene su significado), mien- tras que en todo hombre singular se encuentran caracte risticas puestas de relieve por las contradicciones con las de los demas. La concepcion de “espiritu” de las filoso- fias tradicionales y la de “naturaleza humana” dada por la biologia, se explican como “utopias cientificas” susti- tutivas de la utopia atin mayor que busca la naturaleza humana en Dios —y los hombres, hijos de Dios— y sirven para expresar el trabajo continuado de la historia, la inspiracién racional y sentimental, ete. Es verdad que tanto las religiones que afirman la jgualdad de los hom- bres como hijos de Dios, conto las filosofias que aseveran tal condicién de los hombres como coparticipes de la fa- cultad de razonar, han sido manifestaciones de los com- lejos movimientos revolucionarios (la transformacién del mundo, clasico, 1a del mundo medieval) que han co- locado los eslabones mis poderosos en Ia cadena del des- arrollo histérico. Es fundamento de las iiltimas filosofias utdpicas al estilo Croce decir que la dialéctica hegeliana fue el diltimo reflejo de esos grandes centros de radiacién histérica y que la dialéctica, de manifestacién de las contradicciones sociales, con la desaparicién de éstas debe transformarse en pura dialéctica conceptual. En la historia, la “igualdad” real, es decir, el grado de “espiritualidad” aleanzado en el proceso histérico por Ja naturaleza humana, se ideutifica —explicita e impl 98 tamente— con el sistema dle asociaciones “privadas y pu- blicas” que se enlazan en el “Estado” y en el sistema po- litico mundial. Se trata de la “‘igualdad” sentida en su significado por los miembros de una asociacién, y de Ia “desigualdad” sufrida entre las diversas asociaciones, igual- dad y desigualdad que tienen valor por cuanto existe conciencia individual y de grupo ai respecto. Se llega tam bién, de este modo, a la igualdad 0 ecuacién entre “filo- sofia y politica”, entre pensamiento y accién, lo que equi- vale a la filosofia de la praxis. Todo es politico, también la filosofia o filosofias, y la nica filosofia es la historia en acto, la vida misma, En este sentido puede interpretarse la tesis segtin la cual el proletariado aleman es el here- dero de la filosofia clisica alemana y afirmar que las teorizaciones y realizaciones de la hegemonia hechas por Tiich* han constituido también un gran acontecimiento “metafisico”. Estructura y suproestructura La tesis sustentada en la introduccién a la Critica de Ja economia politica, segin la cual los hombres toman conciencia de los conflictos de estructura en el terreno de la ideologia, debe considerarse como una afirmacion de valor gnoseolégico y no simplemente de condicién psico- Jégica y moral. De esto se desprende que el principio ted- rico-préctico de la hegemonia tiene también un alcance ghoseoligico y que, es por consiguiente, en este campo, donde hay que buscar la mdxima aportacién tedrica de Tlich a fa filosofia de la prictica, En efecto, Lenin habria ‘hecho progresar la filosofia como filosofia por cuanto hizo progresar la doctrina y la prdctica politica. Las rea- lizaciones de un aparato hegeménico ai crear un nuevo terreno ileolégico determinan una reforma de la con- 5 Lenin. ciencia y de los métodes de conocimiento, es un hecho det conocimiento, un hecho filoséfico. Croce diria: cuan- do se logra introducir una nueva moral conforme a una nueva concepcién del mundo, se acaba por introducir también esa concepcién, determinando una completa re- forma filoséfica. Estructura y supraestructura forman un "bloque his- t6rico” donde el complejo discorde y contradictorio de Ia supraestructura es el reflejo del conjunto de las rela- ciones sociales de poduccién. Se desprende de ello que sélo un sistema de ideologia homogénea refleja racional- mente la contradiceién de la estructura y representa ta existencia de las condiciones objetivas para el cambio de la practica. Si se constituye um grupo social ideolégi- catente homogéneo en su totalidad, quiere decir que existe el cien por cien de premisas para este cambio; 0 sea, que lo “racional” es, realmente, actividad y actuali- dad. El razonamiento se basa en su reciprocidad necesaria entre estructura y supraestructura, reciprocidad que es, veriladeramente, un’ proceso dialéctico real, Pragmatismo y politica No es posible criticar ei “pragmatismo” * de James y compatifa si.no se considera el cuadro histérieo anglo- sajén en que ha nacido y se ha desarrollado. Si es cierto que la filosofia es politica y que todo fildsofo es, funda- mentalmente, un politico, es mis verdad para el prag- mitico que construye st fitosofia en sentido de inmediato “utilitarismo". Pero, como movimiento, no es concebible en paises catélicos donde religién v vida cultural termi- naton por escindirse en tiempos del Renacimiento y la Contrarreforma, y si es comprensible en los paises anglo- ° Véase W. James, Le varie forme delWesperiensa reli Studio eulla vatura Rumane, Milén, 1908, pigs 100 sajones, porque la religién esti mas ligada a la vida cultural diaria y no esti’ centralizada burocriticamente ni es, intelectualmente, dogmtica. En todo caso, el pragmia- tismo escapa de la esfera religiosa positiva y tiende a crear tna moral laica (no de tipo francés), una filosofia popular superior al sentido comdn; es un “partido ideo- ldgico” de fines inmediatos mis que un sistema de fi- losofia. Si fomamos el principio pragmitico expuesto por James, y que dice: “El mejor método para discutir los diversos puntos de vista de cualquier teoria es comenzar por poner en claro las diferencias practicas que resulta- rlan del hecho de que una u otra de las alternativas fue- se la verdad”, podemos apreciar cual es el inmediatismo de la filosofia politica pragmatica. El filsofo tipo it liano o alemin esta ligado a la practica de forma mediata (con frecuencia lo mediato es cadena de muchos eslabo- nes), en tanto que ef pragmitico lo quiere hacer de inmediato. De este modo, el fildsofo italiano o el alemin aparecen como mis practices que el pragmatico; este” juzga por la realidad inmediata —a menudo trivial— mientras los otros tienen un fin mas excelso, sitdan la jecesidad mis alta y, por consiguiente, tienden a hacer superior el nivel cultural existente (por supuesto, cuando se proponen hacerlo) ‘A Hegel se le pudo estimar precursor tedrico de las revoluciones sociales de la pasada centuria. Los pragmi- ticos, al menos, han contribuide a crear el Club de los Rotarios y a justificar todos los movimientos conserva- dores o retrogrados, justificacién de hecho, no sélo sim- ‘ocas como las habidas entre Hegel y el Estado prusiano, 101 TERCERA PARTE Arte y cultura En la basqueds del principio educative La organizacién de la escuela y la cultura Capitulo 1 Arte y cultura Regreso a De Sanctis 2Qué significa, puede o debe significar la consigna de Giovanni Gentile “Volvamos a De Sanctis”? 2Significa regresar mecénicamente a los conceptos que De Sanctis desarrolla en torno al arte y a la Titeratura, 0 quiere de- cir asumir hacia el arte y la vida ‘actitud similar a la adoptada por De Sanctis en su tiempo? Planteada esta* actitud como ejemplar, hay que ver: 1) en gué consistid sa cjemplaridad; 2) cual seria hoy la actitud adecuada, cs decir, qué intereses intelectuales y morales correspon den hoy a las que dominaron la actividad de De Sanetis imprimiéndole una direccién determinada. La biograffa de De Sanctis nos presenta csencial- mente ef rasgo de la consecuencia sin que por ello pueda entenderse que fuera —como vulgarmente se dice— una Tinea recta. En Ia iiltima fase de su vida activa pone toda su atencién en la novela naturalista o realistat Europa occidental este tipo de novela fue la expresid telectual mas generalizada del movimiento para “acercar- se al pucblo”, del populismo de algunos grupos intelec- tuales de finales del siglo pasado baio el vendaval de ta democracia quijotesca y de la aparicién de grandes masas 1 Famosos son, en realidad, los ensayos dedicados por De Sanctis a Emilio Zola. 108

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