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Grandes secretos del amor,

un artículo de Samuel Akinin

Para amar hay que manejar cada uno de los sentidos a favor, no se puede navegar en esas
aguas con las velas recibiendo aire en contra y, una vez encaminados, se debe dar valor a
cada uno de los detalles que en la relación alguno aporte. Amar es un verbo público, en el
que no deben existir miedos ni vergüenzas, se debe platicar cada gusto o disgusto para
facilitar al otro el camino a la felicidad. Se ama cuando se aprecia sin cansancio una
cualidad, un buen hablar, una gentil manera de trato, una abnegación real, una buena y sana
comunicación y sobre todo, cuando la cama es el sitio más deseado para ser gozado en
pareja, en donde cada uno pueda pedir y exigir del otro sin que esto se pueda ver como
ofensivo o lesivo. La pareja que no logra satisfacer sus deseos y sueños en su cama, por lo
normal trata de hacerlo en otra." Hagan clic en "Leer más" para acceder al texto íntegro.

Muchas veces nos preguntamos el cómo y el cuándo se genera el amor entre dos personas.
El amor de pareja, ese amor que lo despierta a uno del más profundo sueño con el deseo de
hablar, escribir, tener, hacer. Ese amor por el que se supone que a veces hasta estamos
dispuestos a dar la vida por ello. Que nos quita el hambre, nos hace pensar de a par y nos
desestabiliza en nuestra soledad.

Qué es o qué será lo que ocurre en nuestro cerebro que en determinado momento nos lleva
a concientizar a que nuestra pareja es la ideal. Por qué esa necesidad de compartir, tener,
ver. Es acaso el deseo animal de suplir a la mente sus propios requerimientos, que al fin y al
cabo podrían ser realizados por otras personas, y sin embargo no lo logran, o hay algo más
allá.

El amor sin lugar a dudas es el desarrollo de una admiración a extremo suficientemente


importante como para que sintamos que nuestra química interna se modifica con su
presencia. Se altera con apenas llamarla a la mente y luego nos deja en un estado de
romanticismo tan agradable, que deseamos volver al poco rato.

El poeta diría que el amor es la necesidad de dar sin esperar nada a cambio y de seguro
debe ser cierto, así que los filántropos son por ende gente amorosa, pues cumplen con este
primer requisito, mas no necesariamente llegan a la parte emotiva en la que son los cuerpos
y no sólo la mente la que debe de gozar de esta acción.

Cuándo comenzamos a amar y por qué. Comenzamos primero que nada a admirar. Lo
hacemos en todo el sentido de la palabra, admiramos una o varias cualidades de nuestra
pareja. A veces el físico, una de sus partes. Desde la punta del píe, el cuerpo, la piel, el
rostro, el cabello, la boca, los ojos, su forma de ser, su espíritu de sacrificio, su
atrevimiento, osadía, su desenvolvimiento en cierto deporte, en su manera de bailar, por
cómo se contorsiona. Admiramos por su parecido a un ser querido, por su semejanza a
nosotros mismos, a veces, por todo lo contrario, en fin cualquier excusa es suficientemente
válida para dar comienzo a un sentido de admiración.

Bajo esta premisa nos encontramos que aquellas parejas que se atrajeron por sus
diferencias, por su manera tan opuesta de ser o parecer, al tiempo tienden a tener muchos
más problemas que aquellas otras en las que las similitudes no pueden ser motivo de
discordia.

Para amar hay que manejar cada uno de los sentidos a favor, no se puede navegar en esas
aguas con las velas recibiendo aire en contra y, una vez encaminados, se debe dar valor a
cada uno de los detalles que en la relación alguno aporte. Amar es un verbo público, en el
que no deben existir miedos ni vergüenzas, se debe platicar cada gusto o disgusto para
facilitar al otro el camino a la felicidad. Se ama cuando se aprecia sin cansancio una
cualidad, un buen hablar, una gentil manera de trato, una abnegación real, una buena y sana
comunicación y sobre todo, cuando la cama es el sitio más deseado para ser gozado en
pareja, en donde cada uno pueda pedir y exigir del otro sin que esto se pueda ver como
ofensivo o lesivo. La pareja que no logra satisfacer sus deseos y sueños en su cama, por lo
normal trata de hacerlo en otra.
Samuel Akinin Levy

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