Mi sentimiento de pesar, no me permite andar con preámbulos. Mi angustia y
preocupación, menos aún. Aprendí que todo escrito debe contar con encabezado cuerpo y despedida, hoy rompiendo esquemas, daré comienzo con el cuerpo, así que me perdonan mis amigos por no haber presentado un abre boca y es que me gustaría saber qué opinan nuestros presos, cuya existencia en las cárceles es forzada a un mal vivir, en un hacinamiento que ni durante en los peores momentos de la historia ocurrió, esperando estos, a que alguna injusticia les vuelva a dar ilusiones para seguir manteniendo esperanzas que nacen y mueren cuando hay hambre, cuando la soledad no permite ni siquiera un sueño, y ven y saben que regalamos a otras naciones lo que nos hace falta. Me gustaría saber qué opina un joven cuando se enfrenta a una verdad, la de que no está preparado para afrontar un futuro, hoy presente, ya que la política como materia no es una herramienta de trabajo, no ayuda a encontrar soluciones y como todo, ésta, y su mal uso, suele llegar a un fin. Qué opina una mujer embarazada, quien no encuentra cómo ni dónde dar a luz a su bebé, por falta de medicinas o facilidades. Qué un anciano, cuya ayuda económica no le sirve para mitigar sus primeras necesidades y mucho menos sus medicamentos o tratamientos. Qué esas pobre familias de los miles y miles de muertos que al año siembra de dolor nuestros cementerios por la falta de seguridad, en donde no se ven a los culpables presos ni a la justicia en su puesto. Qué del obrero que entre un par de cafés al día, dos botellas de agua y el transporte para ir y venir a su trabajo, se da cuenta que el salario mínimo, no le sirve ni para ello. Qué puede y debe estar pensando un abogado cuyo aprendizaje le sirve de nada, pues la ley sólo funciona para unos, mientras que no es igual para otros. Qué mueve a una madre, cuando se le amenaza con que a sus hijos los van a adoctrinar con los principios, lógicas y razones que movieron al Che o al de otras figuras menos famosas y más tristes. Me gustaría saber qué opina un hombre cuyo fruto, reflejado en una finca, tienda o empresa, sabe que lo ahorrado, trabajado y ganado durante su vida, ahora está en duda, de igual modo que su propiedad. Qué opina un hombre cuyas ideas fueron desarrolladas dentro de una democracia, en la que podía escoger, hablar, criticar y, ahora, gracias a su modo de ver la vida, teme por su integridad, su libertad. Qué piensa un militar, qué un político. Qué será del sin vivir de un empleado público, aquellos que han debido de hacer cosas con las cuales no estaban de acuerdo y que además de quitarles el sueño, ahora, ya ven y temen ser juzgados por tribunales internacionales. Y, ya lleno de dudas, quisiera saber qué satisfacción se puede obtener cuando al final de camino se ven los errores y tarde, al enfrentarnos a la justicia, o mismo a la historia, al darnos cuenta del daño causado, ya no se nos permite corregir.