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PORTILLO

La Cámara Nacional de Apelaciones en lo Criminal y Correccional Federal confirmó la


sentencia de primera instancia que condenó a Portillo Alfredo a prestar un año de servicios
continuados en las Fuerzas Armadas más el tiempo legal previsto por la ley 17.531 por no
haberse presentado a la convocatoria del Distrito Militar Buenos Aires. Contra este
pronunciamiento Portillo dedujo recurso extraordinario basándose en que la incorporación
compulsiva violaba su libertad ideológica y de conciencia, reconocidas por el Art. 14 de la
Constitución Nacional.

La Corte Suprema estimó que la ley 17.531, de servicio militar, se inscribía en los
requerimientos inherentes al título de ciudadano. La cuestión en examen radicaba, para la
Corte, en una tensión entre derechos y obligaciones consagrados en dos normas
constitucionales, en cuanto el actor pretendía no realizar el servicio de conscripción
impuesto por la ley 17.531, al reglamentar la obligación constitucional que impone armarse
para defender la Nación y la Carta Magna; y el derecho a la libertad de creencias,
consagrado en el art. 14 de la Constitución Nacional.
La posible lesión a las legítimas creencias de un ciudadano por la obligación del servicio de
armas puede llegar también a aquellos que aun no profesando ninguna creencia religiosa
tienen establecida una escala de valores entre los cuales ocupa un lugar preponderante el de
no poner en riesgo la vida de un ser humano.
La Corte opinó que el incumplimiento de la obligación constitucional de armarse para
defender la Nación no conllevaba un peligro grave o inminente a los intereses protegidos
por el Estado, ya que el servicio requerido debía cumplirse en tiempos de paz; y sostuvo
que no era absolutamente necesario limitar la libertad de conciencia del ciudadano para que
el sujeto cumpliera con sus deberes y a la vez le fuera respetada su autonomía, como
ocurriría de prestarse un servicio alternativo. La Corte reconoció que no puede
desconocerse tal ámbito de autonomía, ni debilitar la eficacia de la ley de servicio militar
permitiendo que ciertos ciudadanos sean obligados por lo que manda la ley, cuando en
realidad no pueden hacer lo que la norma impone.
La Corte sostuvo que si bien los derechos son relativos y encuentran razonable limitación
en las leyes que los reglamentan, resaltó que las obligaciones también lo son, entonces la
libertad de conciencia, relativa, debe conciliarse con la obligación, relativa, de armarse.
Sobre este punto expresó la Corte que armarse en sentido propio es vestir las armas, pero en
un sentido análogo es ponerse a disposición de auxiliar a quienes la visten mediante una
gran gama de servicios que por su naturaleza permiten al ciudadano satisfacer su débito con
el Estado y a la vez conservar sin lesiones su ámbito de autonomía como persona religiosa
o ética. Por todo esto la Corte en su mayoría mantuvo el criterio de la sentencia apelada en
cuanto condenó a Alfredo Portillo a cumplir un año de servicio más el tiempo previsto por
el art. 34 de la ley 17.531 al encontrar injustificada su negativa a presentarse al distrito
militar, pero se apartó de la Cámara en cuanto dispuso que la modalidad de cumplimiento
no debía conllevar el uso de armas, prestándose un servicio sustitutorio.

Disidencia del Dr. Caballero


La objeción de conciencia carece de sustento por cuanto la imposición del servicio militar
no le impedía al apelante ejercer libremente su culto, como tampoco difundir o aprender su
credo.

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