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Revolución keynesiana1

La teoría keynesiana es crucial para la comprensión de la Gran Depresión pues es justamente esta
quien produce la revolución keynesiana. Keynes y sus seguidores desarrollaron una nueva forma de
entender la economía capaz de explicar cómo ocurren fluctuaciones en el ciclo económico (tales como
las depresiones) y además de ofrecer recomendaciones de política para recuperarse e incluso evitar
tales fluctuaciones. Veamos, entonces, los elementos principales del keynesianismo, la diferencia
entre la economía keynesiana y la economía neoclásica y una breve evaluación del keynesianismo
como una filosofía económica y como un paradigma económico.

El trabajo más reconocido de Keynes, publicado en 1936, “La teoría general del empleo, el interés y el
dinero” advierte a los lectores sobre la lucha entre distintas formas de entender como funciona una
economía:

Este libro esta especialmente dirigido a mis colegas economistas… Yo mismo sostuve con convicción
por muchos años las teorías que ahora ataco, y no soy, considero, ignorante de sus fortalezas…

Estos asuntos son de una importancia que no puede exagerarse. Sin embargo, si mis explicaciones
son correctas, no es, colegas economistas, el público en general a quien debo convencer primero. En
esta etapa del argumento el público en general, aunque bienvenidos, son solamente testigos de un
intento de un economista de traer a la luz las profundas divergencias de opinión entre los
economistas que han casi destruido la influencia práctica de la teoría económica y seguirán
destruyéndola hasta que se resuelvan.

La composición de este libro ha sido para el autor una larga lucha de escape y por tanto su lectura
debe ser para la mayoría de los lectores una lucha de escape de los modos habituales de pensamiento
y expresión. Las ideas que aquí se expresan tan laboriosamente son extremadamente simples y
deberían ser obvias. La dificultad yace no en las nuevas ideas sino en escapar de las antiguas que
ramifican, para todos aquellos que hemos sido educados [en la teoría económica convencional], en
todos los espacios de nuestras mentes.

Atacando la sabiduría convencional

Estas viejas ideas de las que habla Keynes mantenían que las bajas en la economía eran causadas por
eventos no económicos tales como guerras y desastres agrícolas. Además, la naturaleza de auto-ajuste
del mercado rápidamente restauraría la actividad económica a niveles normales. Por ejemplo, si
aumentaba el desempleo, los salarios caerían. Cuando cayeran los salarios, los empleadores
contratarían más trabajadores y el nivel de empleo volvería a niveles normales. Keynes señalaba que
el error en esta idea “liquidacionista” radica en pensar que estas teorías, que solamente son válidas
para partes aisladas de la economía, pueden aplicarse a toda la economía en general.

* El problema del “ceteris paribus” y la economía de “todo a la vez”

Un problema que observaba Keynes estaba ligado en la costumbre neoclásica de considerar cada cosa
por separado, „manteniendo todo lo demás constante.‟ Esta aproximación es razonable si estamos
estudiando el mercado de tomates: si el buen clima produce más tomates de lo normal, el precio cae
hasta niveles donde los compradores están dispuestos a comprar el excedente de tomates. Noten que

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Este documento se elaboró como notas de clase, su construcción es a partir de diversos textos, artículos, libros e incluso
clases a las que asistió el autor de este documento. Debido a la forma en que se elaboró este documento no se incluyen las
referencias precisas de donde fueron extraídas la ideas aquí presentadas. Este documento se trata de una síntesis y
compilación de ideas tomadas de otros autores y por ningún motivo pretende constituirse en una idea original o propia
acerca del tema que aquí se expone.
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aquí el supuesto de ceteris paribus está implícito y ni siquiera se menciona. Una caída en el precio de
los tomates entonces no tendrá un efecto importante en nada más que la cantidad de tomates que se
venden.

Pero la idea de „todo lo demás constante‟ no funciona cuando hablamos de la economía en general o
de porciones importantes de ella tal como el mercado laboral en general o incluso el mercado de todos
los productos agrícolas. Si los salarios caen, los empleadores estarán dispuestos a contratar más gente,
ceteris paribus. El problema es que las otras cosas no permanecen constantes. Dado que los salaries
representan el componente más importante de los ingresos, una caída en los salarios reduce la
demanda de bys. Los empeladores en realidad enfrentan dos cambios importantes a los cuales
ajustarse: salarios menores y menor demanda para los productos que producen. El propósito de
Keynes es entonces crear una teoría económica de “todo a la vez” y desechar el supuesto de “ceteris
paribus.”

* El mundo real

Ignorar el arreglo institucional en el cual se fijan los precios y los salaries produce un problema
adicional. La mayoría de los salarios y muchos de los precios no fluctúan inmediatamente en respuesta
a cambios en la oferta y la demanda. Usualmente primero las empresas reducen el empleo, mucho
antes de recortar los salarios y reducen el producto antes de recortar los precios. Aún así, la teoría
neoclásica se basa en mercados “ideales” en los cuales los precios caen o aumentan para restaurar el
equilibrio de la oferta y la demanda. En lugar de revisar sus teorías para que se ajustaran a las
condiciones reales, los economistas de entonces más probablemente culparían al mundo por no
ajustarse a la teoría!

 El largo plazo

Otra dificultad surge de la confianza de los economistas neoclásicos en un horizonte temporal lógico
pero no real. El tiempo lógico no tiene dirección: puede ir tan fácilmente hacia delante como hacia
atrás. Cuando las fuerzas de la oferta se encuentran con las fuerzas de la demanda para determinar el
precio de equilibrio lo hace como si el tiempo no existiera. La mayoría de los conceptos de la
economía neoclásica no existen en tiempo real. El tiempo lógico no tiene plazos. Cuando un
economista dice que el desempleo desaparecerá en el largo plazo, ¿qué tan largo es ese plazo? y ¿qué
otros cambios deben ocurrir antes de que lleguemos a ese “largo plazo”?

Keynes propone entonces que en realidad la economía se mueve de un corto plazo a otro y que los
problemas económicos reales deben resolverse en tiempo real, antes de la siguiente elección o antes
de que el desempleo masivo amenace la continuidad de las instituciones económicas centrales del
capitalismo o las instituciones políticas centrales a la democracia.

El largo plazo proporciona una guía confusa al manejo de la macroeconomía. En el largo plazo todos
estaremos muertos. Entonces la tarea de los economistas resulta inútil si en tiempos difíciles lo único
que pueden decir es que en el largo plazo esa recesión o esa depresión se resolverá.

*Dinero

Otra dificultad que identifica Keynes se debe al mal entendimiento sobre el papel que tiene el dinero.
Los primeros economistas neoclásicos trataban al dinero como si solamente fuera un medio de
cambio. El trabajador intercambia en realidad trabajo por bys; el empresario intercambia bys por
trabajo y materias primas: el dinero simplemente cumplía el papel de intermediario para simplificar
las transacciones. Esta manera de pensar llevó entonces a los economistas a pensar que cada venta
representaba una compra. Dado que cada venta era una compra, entonces es teóricamente imposible
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que la oferta exceda la demanda. Al producir, los empresarios estaban gastando y este gasto
representaba ingresos que se convertían en demanda. Esta forma de pensar comúnmente se expresa
como la Ley de Say: “La oferta crea su propia demanda.”

La ley de los mercados de Say se atribuye al economista francés Jean-Baptiste Say (1764-1832). La
versión original de Say dice que “los productos se pagan con productos.” Esta o la versión anterior es
utilizada por los economistas clásicos para argumentar que las recesiones no son causadas por la
demanda insuficiente.

La ley de Say ciertamente se cumple en una economía de trueque. Si ustedes arreglan el carro del
vecino a cambio de que el vecino arregle su televisor, la oferta y la demanda son simplemente caras de
la misma moneda. Su oferta de un servicio y su demanda de un servicio son inseparables. Lo mismo
sucede para su vecino. Y si el dinero no fuera mas que un medio de cambio conveniente, la Ley de
Say seguiría cumpliéndose: su vecino les pagaría 50 mil pesos por arreglar su carro y ustedes le
pagarían 50 mil pesos al vecino por arreglar el televisor.

Sin embargo Keynes enfatiza que el dinero es, además, un acervo de valor:

...la importancia del dinero radica esencialmente en que es un enlace entre el presente y el futuro.

El dinero permite que pase un periodo de tiempo muy largo entre una compra y una venta. El
capitalista puede vender bys para obtener beneficios y después esperar a que mejoren las condiciones
de la economía para realizar compras adicionales de materias primas o decisiones de contratar más
trabajadores. De hecho, señala Keynes, es precisamente durante periodos de incertidumbre que los
empresarios prefieren mantenerse líquidos antes que invertir en nuevas plantas y equipos o contratar
más trabajadores.

*Incertidumbre

Keynes enfatiza el papel de la incertidumbre en la vida económica. Obviamente no conocemos el


futuro con total certeza. Pero los economistas neoclásicos tratan al futuro como si fuera conocido en
un sentido probabilístico. Aún cuando no sabemos exactamente cómo va a resultar una inversión,
presumiblemente sabemos que hay una probabilidad de 0.15 de fracaso, de 0.20 de un rendimiento de
entre el 0-3%, una probabilidad de 0.25 de un rendimiento de entre el 4-6%, etc. Pero si esto fuera
cierto entonces seríamos capaces de predecir con mucha mayor exactitud los cambios en el ciclo
económico y la magnitud de ellos.

En su Tratado de la Probabilidad (1921), Keynes ya había argumentado que conocer las


probabilidades de varios posibles resultados es muy distinto a no conocer las probabilidades. En la
Teoría General, Keynes específicamente dice que el resultado -- e incluso la probabilidad de cualquier
resultado -- de inversión era desconocido y no era posible conocerlo:

Aún separada de la inestabilidad debido a la especulación, hay inestabilidad debido a las


características de la naturaleza humana tal que una gran proporción de nuestras actividades dependen
del optimismo espontáneo mas que de una esperanza matemática, ya sea hedónica o económica.
Probablemente la mayoría de nuestras decisiones de realizar alguna acción positive, las consecuencias
de la cual se conocerán con el curso de los días, solamente pueden explicarse como resultado de
espíritus animales -- de una necesidad espontánea a realizar una acción en lugar de esperar, y no
como resultado de un promedio ponderado de beneficios cuantitativos multiplicados por
probabilidades cuantitativas. … si los espíritus animales pierden intensidad y el optimismo espontáneo
titubea, haciéndonos depender enteramente de las esperanzas matemáticas, la iniciativa empresarial se
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desvanecerá y morirá; -- aunque los miedos de pérdida pueden no tener una base más razonable que la
que las esperanzas de beneficios tenían antes.

Demanda agregada

Keynes enfocó su nueva teoría a la relación entre la demanda agregada y el producto. El primer paso
es distinguir entre la capacidad productiva de una sociedad y su nivel de producción actual. La
capacidad productiva depende del tamaño y las habilidades de la fuerza laboral, la cantidad y calidad
del capital, la cantidad y capital de la infraestructura y las normas legales y sociales que determinan
quien se espera que participe en la fuerza laboral (usualmente basado en la edad y el sexo) y que fijan
la duración de la semana de trabajo.

La capacidad productiva, o el producto de pleno empleo, representa el máximo producto sostenible de


una economía. Este máximo puede excederse temporalmente si, por ejemplo, los trabajadores trabajan
mas horas que lo normal durante la guerra o durante una emergencia nacional y el nivel de producto
de pleno empleo aumentará en el tiempo conforme la fuerza laboral crezca, las habilidades de los
trabajadores mejoren o se añada nuevo capital o infraestructura a la economía.

Aunque es difícil exceder el producto de pleno empleo por un tiempo prolongado, es fácil que el nivel
de producción actual caiga por debajo del nivel de producto de pleno empleo. Si, por alguna razón, no
estuviéramos dispuestos o no fueramos capaces de continuar comprando todo lo que la economía es
capaz de producir, entonces el nivel actual de producción debe caer por debajo del nivel de pleno
empleo. Con esto Keynes intenta dar respuesta a las siguientes preguntas:

1.¿Por qué en ocasiones la demanda total cae por debajo del nivel de pleno empleo?

2.¿Qué puede hacerse para aumentar la demanda total hasta el nivel de producción de pleno empleo?

Noten aquí que Keynes está considerando la demanda de todo a la vez, en lugar de la demanda de una
sola cosa (DA).

Un buen punto de partida para responder a estas preguntas puede ser comenzar examinando las
distintas fuentes de demanda. Podemos empezar con los nuevos automóviles que salen de las líneas de
ensamblaje. General Motors no habría contratado trabajadores para construir esos automóviles si no
creyera que ese nuevo producto se puede vender. Entonces la primera pregunta sería: ¿quién
compraría este bien? Una familia podría comprarlo para su uso privado: eso representaría demanda
de consumo. Una empresa podría comprarlo para transportar materias primas: esto representaría
demanda de inversión. Un gobierno puede comprarlo para que sea utilizado por sus inspectores
sanitarios: esto representaría demanda del gobierno. Incluso, puede venderse en el exterior: esto
representaría demanda de exportación.

Demanda de consumo

La demanda de consumo es la más sencilla de entender. Aumenta y disminuye con el ingreso. Keynes
consideraba que la demanda de consumo era fundamentalmente pasiva. Si el ingreso aumenta, la
demanda de consumo aumenta, aunque no tanto como el ingreso dado que también aumentan los
ahorros y se pagan más impuestos. Y lo contrario sucede si el ingreso se reduce.

Demanda de inversión

El gasto en inversión, contrario al gasto de consumo, está conducido por expectativas de beneficios
futuros. Dado que los beneficios equivalen a los ingresos totales menos los costos totales, los
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beneficios esperados equivalen a los ingresos esperados menos los costos esperados. La mayoría de
los capitalistas pueden generar un pronóstico razonable de los costos esperados de un proyecto de
inversión potencial. Sin embargo, sus pronósticos de ingresos esperados están basados en juicios
mucho más subjetivos y volátiles.

Si los pronósticos de ingresos esperados son volátiles y subjetivos, entonces el nivel general de gasto
en inversión será también volátil. En el análisis de Keynes, la causa de las recesiones y depresiones
económicas se debe a “la incontrolable y desobediente psicología del mundo de los negocios.”

Fugas e inyecciones

Ahora podemos utilizar el concepto del flujo del gasto. El ingreso generado por la producción está
sujeto a tres fugas antes de que vuelva a generar más producción:

1. Deben pagarse impuestos

2. Parte de los ingresos se ahorra

3. Otra parte se utiliza para comprar bienes importados

Noten que la magnitud de cada una de estas fugas aumenta o disminuye con el nivel de producción.
Noten también que, a pesar de que el dinero “fugado” pueda gastarse no significa que efectivamente
se gaste. Los gobiernos pueden gastar el dinero que recaudan en impuestos pero también pueden
gastar más o menos que esa cantidad recaudada. Otros países pueden utilizar sus ingresos por
exportaciones para comprar importaciones, pero no hay nada que garantice que este comercio será
equilibrado. Y el dinero que se ahorra puede prestarse para inversiones, o puede quedarse sin
utilizarse.

El gasto de consumo es distinto. Es mas o menos automático. Si nuestro ingreso aumenta, gastamos
más; si nuestro ingreso cae, gastamos menos. Dado que no hay tal “carácter previsible” del gasto de
inversión, del gasto del gobierno o del gasto en M, es mejor considerar a estos como inyecciones en el
flujo del gasto.

DIAGRAMA

La relación entre las tres fugas y las tres inyecciones determina si la demanda agregada está en
aumento o está disminuyendo. Si la suma total de las fugas es mayor que la suma total de las
inyecciones, la DA (y por tanto la producción y los ingresos) caerá. Pero no caerá para siempre.
Conforme la producción caiga, los impuestos disminuirán, se ahorrará menos y se comprarán menos
importaciones. Cuando el total de las fugas disminuya hasta el nivel de las inyecciones totales, la
economía dejara de contraerse. Alcanzará una suerte de equilibrio, pero perfectamente puede tratarse
de un equilibrio con bajos niveles de producción y alto desempleo.

Cuando el total de las inyecciones es mayor que el total de las fugas, la economía crece conforme la
producción (y por tanto el ingres) aumenta para ajustarse a la demanda. Pero, conforme la producción
y el ingreso aumentan, también lo hacen los impuestos, los ahorros y las M. Cuando las tres fugas (en
conjunto) son tan grandes como las inyecciones, el crecimiento se detiene.

El multiplicador

La clave para entender las fluctuaciones en el producto es entender la relación entre el gasto de
consumo y otras formas de gasto (inversión, gobierno y M). Nuestros ingresos son generados por los
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cuatro tipos de gasto: el trabajador de la fábrica probablemente no sabe si el carro que está
ensamblando va a ser comprado como bien de consumo, de inversión, por el gobierno o si se va a
exportar, pero mientras su sueldo siga llegando, este trabajador seguirá gastando.

Sin embargo, el gasto de inversión en particular está sujeto a cambios grandes e impredecibles. Si la
confianza en la economía se desmorona, el gasto en inversión caerá. Desafortunadamente, los sueldos
de muchos trabajadores caerán también con la disminución en la demanda de inversión. Estos
trabajadores responderán a sus sueldos más pequeños gastando menos en consume. Su consumo
reducido implica que el empleo y el ingreso de trabajadores empleados en el sector de bys de consumo
también se reducirá. Estos trabajadores responderán también disminuyendo su propio consumo y así
se va generando está bola de nieve.

El resultado es que el ingreso total y el producto caerán más que la disminución original en inversión.
Estos enlaces del gasto en inversión (o del gasto del gobierno o de las X), el ingreso, el consumo, el
ingreso, etc. se llaman efecto multiplicador. Estos efectos ayudan a explicar por qué una economía
puede no recuperarse rápidamente de una caída en la inversión. Ya sea que el colapso inicial en la
confianza estuvo basado en factores reales o imaginarios deja de importar: una vez que la caída
en la inversión arrastra consigo el consumo, es difícil restaurar la confianza de las empresas.

Sin embargo, hay una advertencia importante. Mientras que el multiplicador puede siempre funcionar
a la baja, solamente puede funcionar para amplificar los efectos positivos si la economía posee
capacidad ociosa. Si la economía está cercana o sobre el pleno empleo, cualquier aumento en la
demanda puede aumentar los precios más que el producto. El concepto del multiplicador ha sido
criticado porque implica que podemos “crear algo de la nada” o porque “podemos llegar al a
prosperidad simplemente gastando.” Pero en realidad no implica nada como eso. Ese “algo” – la
prosperidad en términos de capacidad productiva – debe ya existir. El multiplicador solamente
puede ayudar a expandir la economía si esta está subutilizando su capacidad productiva.

Manejo de la demanda

Al examinar las relaciones entre varias formas de demanda e ingresos, Keynes fue capaz de explicar la
Gran Depresión de una manera en que los economistas neoclásicos no fueron capaces. Un colapso en
el gasto en inversión arrastró consigo el gasto de consumo. Y con niveles más bajos de gasto de
consume era poco probable que el gasto de inversión se recuperara por sí mismo.

Una compañía automotriz que solamente funciona al 50% de su capacidad no tiene motivos para
construir nuevas plantas. Sin embargo, la economía keynesiana fue mucho más allá que simplemente
diagnosticar y explicar las recesiones y las depresiones. Si la política del gobierno puede afectar el
tamaño de las fugas (impuestos, ahorros y M) y las inyecciones (gasto de inversión, gobierno y X),
entonces la DA puede manejarse. La demanda puede aumentarse a propósito en una recesión o
depresión y reducirse a propósito cuando funcionar sobre el pleno empleo generará inflación. Las
políticas del gobierno para manejar la demanda entonces pueden clasificarse en 4 categorías: política
fiscal, política monetaria, política comercial y política de distribución del ingreso.

* Política fiscal

El análisis de Keynes sugiere un remedio. Si una caída en el gasto de inversión – con sus
correspondientes efectos multiplicador en el consumo – nos han llevado a una profunda recesión, los
gobiernos pueden compensar esto aumentando el gasto del gobierno. Si el gasto en inversión cae en
$50 mil millones, la caída en el ingreso puede disminuir el gasto en el consumo en otros 50 mil
millones para una pérdida total de cien mil millones. El gobierno podría reemplazar la pérdida en
gasto de inversión contribuyendo con 50 mil millones adicionales de gasto – lo cual puede conducir a
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efectos multiplicadores positivos conforme el ingreso generado por el gasto adicional del gobierno
conduce a aumentos en el gasto de consumo. Noten que este gasto adicional del gobierno debe
financiarse mediante préstamos (déficit): si se financia mediante aumentos de los impuestos no hay
efecto pues todo lo que ocurre es que se redistribuye el ingreso ya existente.

El gasto del gobierno no necesariamente debe ser derrochador, a pesar de que Keynes pensaba que
aún gasto del gobierno derrochador era mejor que ningún gasto. La inversión pública en
infraestructura o vivienda puede compensar las caídas en la inversión privada y proporcionar a la
sociedad bienes útiles. El objetivo debería ser mantener el nivel total de inversión privada más la
inversión pública lo suficientemente alto como para mantener el pleno empleo. Dado que la inversión
privada, conducida por la evaluación subjetiva de beneficios futuros es inherentemente volátil, Keynes
concluye “que la tarea de ordenar el volumen actual de inversión no puede dejarse sin temor en manos
de agentes privados.” la inversión pública o guiada por el público, “algo así como una socialización de
la inversión” se requiere para restaurar las fluctuaciones que alejan a la economía del pleno empleo.

Otra opción para expandir la economía sería mantener el gasto del gobierno a niveles normales y
disminuir los impuestos. Esto dejaría más poder adquisitivo en manos de los consumidores y
aumentaría el gasto de consumo. Un problema con esto es que los impuestos deberán aumentarse una
vez que la economía retorne al pleno empleo.

Si el culpable es la inflación más que una recesión entonces el remedio es política fiscal contractiva.
El gobierno puede disminuir el gasto, reduciendo tanto la demanda del gobierno como la demanda de
consumo (debido a la caída en sus ingresos). O puede aumentar los impuestos, directamente
reduciendo la demanda de consumo.

Antes de Keynes, la política fiscal era mayormente un asunto de determinar los servicios que el
Estado debía proveer y calcular los niveles y tipos de impuestos necesarios para pagarlos. Los
prespuestos debían mantenerse equilibrados. Después de Keynes, la política fiscal se convirtió en una
forma de manejo de la demanda. Cuando una economía se halla en recesión, el gasto deficitario
debería utilizarse para estimular la demanda. Si la economía excede el pleno empleo y el crecimiento
rápido está llevando a la demanda a niveles que no pueden producirse con la capacidad productiva de
la economía, el gobierno puede aliviar la presión inflacionaria generando un superávit en su
presupuesto para reducir la demanda. El único momento donde el presupuesto debe mantenerse
equilibrado es cuando la economía está en pleno empleo.

* Política monetaria

La demanda también podía manejarse por medio de la política monetaria. El banco central podría
permitir que la oferta monetaria creciera a una tasa más alta. Esto disminuiría las tasas de interés y
estimularía el tipo de gasto que es sensible a las tasas de interés – el gasto en nuevas plantas, nuevas
casas y nuevos carros, por ejemplo. Por otro lado, el banco central puede disminuir la tasa de inflación
disminuyendo el crecimiento de la oferta monetaria. Esto aumentará las tasas de interés y reducirá la
demanda de nuevas plantas, casas y carros.

Muchos keynesianos miran con escepticismo la utilidad de la política monetaria en una depresión o en
una recesión profunda. Menores tasas de interés usualmente no estimularán a una empresa a invertir si
ya tiene una capacidad ociosa considerable. Las empresas a las que les está yendo bien a pesar de la
recesión encontrarán una buena cantidad de oportunidades rentables en las plantas y maquinaria de las
empresas liquidadas. En una depresión o en una recesión profunda no es el alto costo de capital lo
que desincentiva el gasto en inversión sino la ausencia de compradores.

*Política comercial
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La demanda también se puede manejar por medio de la política comercial. Las M y/o las X pueden
estimularse o desincentivarse a través del tipo de cambio; bloqueando las importaciones con aranceles,
cuotas u otras restricciones; subsidiando las X. La política comercial debe utilizarse con cautela, dado
que puede resultar contraproducente. Aumentar los aranceles puede llevar a otros países a reciprocar
este comportamiento. Generalmente, los cambios en la política comercial se deben negociar con otros
países, más que aplicarla unilateralmente.

Distribución del ingreso

Al concentrarse en las interrelaciones entre el ingreso y el gasto de consumo, Keynes fue capaz de
lanzar un argumento poderoso contra la tolerancia de amplias disparidades en la distribución del
ingreso. De acuerdo al argumento pre-keynesiano, el crecimiento de una economía depende del nivel
de inversión, el cual a su vez depende del nivel de ahorro. Dado que solamente los ricos pueden
generar ahorros sustanciales, cualquier cambio en la distribución del ingreso (a través de regulaciones
o transferencias del Estado) que transfiriera ingresos de los ricos a la clase trabajadora reduciría los
ahorros, después la inversión y finalmente el crecimiento económico, finalmente perjudicando a la
misma clase trabajadora a la que inicialmente se intentaba ayudar.

Sin embargo, de acuerdo a Keynes, el propósito del ahorro no era proporcionar financiamiento para la
inversión. Más bien su propósito era liberar recursos económicos reales del consumo tal que pudieran
utilizarse para la inversión. Si la demanda de iPhones es tan alta que no hay programadores de
software disponibles para escribir programas de econometría entonces no habrá inversión en nuevo
software econométrico.

Pero en una economía que opera a menos del pleno empleo – sin utilizar todos sus recursos
económicos – los recursos reales estarán disponibles para la inversión aún sin ningún aumento en los
ahorros o una disminución correspondiente en el consumo. Y, de acuerdo a Keynes:

el pleno, e incluso aproximadamente el pleno empleo, es una ocurrencia rara y de vida corta…y una
situación inmediata que no es ni desesperadamente paralizada ni extremadamente satisfactoria es
nuestra dotación normal.

Así, excepto durante la rara ocurrencia del pleno empleo, los bajos niveles de inversión no pueden
culparse en una cantidad insuficiente de ahorros. El culpable más probable es un consumo
insuficiente. La redistribución del ingreso de los ricos a la clase trabajadora aumentará el consumo al
transferir ingresos de aquellos que lo ahorrarían hacia aquellos que lo convertirían en consumo.
Conforme la clase trabajadora consume más, la clase capitalista comenzará a invertir más para
ajustarse la oferta a la creciente demanda:

Por tanto nuestro argumento conduce a la conclusión de que en condiciones contemporáneas el


crecimiento de la riqueza, lejos de ser dependiente de la abstinencia de los ricos, como se supone
comúnmente, es más bien impedido por ello. Una de las principales justificaciones para una gran
desigualdad en la distribución de la riqueza se ve, por tanto, eliminada.

Podemos crear un ejemplo numérico. Si los ricos obtienen la mitad del ingreso (PIB) y ahorran la
mitad de eso, mientras que la clase trabajadora obtiene la otra mitad y ahorra 10% de esto, el ahorro
total es 30% del PIB (25% del PIB de los ricos más 5% del PIB de los trabajadores). Supongamos que
la relación incremental capital - producto es 4 (Número de unidades adicionales de inversión que
son necesarias para producir una unidad adicional de producto). La RIC-P permite calcular entonces
la tasa potencial de crecimiento de la economía dividiendo la tasa de inversión por el RCI-P. En este
caso si RCI-P es 4 significa que 4 pesos destinados a nueva inversión aumentan el PIB en 1 peso
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anualmente. También se puede calcular como (1/PMgK). Esto implica entonces que la tasa de
crecimiento del PIB es 30%/4=7.5% anual si se invierten todos los ahorros.

Si el gobierno – a través de impuestos y transferencias – redistribuye la mitad del ingreso de los ricos
hacia la clase trabajadora, los trabajadores tendrán ahora 75% del PIB en lugar de solamente el 50%.
Si se sigue ahorrando en la misma proporción, lo ahorros caerán al 20% del PIB (los ricos ahora
ahorran 25% del PIB que reciben, o 12.5%, mientras que los trabajadores ahorran 10% el 75% del
PIB, o 7.5%).

La tasa de crecimiento entonces caerá a 5% por año porque 20%/4=5% (aún asumiendo que todos los
ahorros se invierten). Entonces los trabajadores obtienen una porción mayor de la torta pero con esta
medida el crecimiento de la torta se desacelera. Así, en 20 años los trabajadores estarán peor que si
hubieran continuado recibiendo solamente el 50% del PIB y simplemente aceptado una distribución
más desigual.

Pero esperen! dice Keynes. El argumento neoclásico contiene los supuestos tácitos de que siempre se
está en el pleno empleo y de que todos los ahorros se invierten. Resulta más razonable asumir que la
inversión a su vez depende del crecimiento del gasto de consumo más que del nivel de ahorros. Al
redistribuir el ingreso desde aquellos que ahorran mucho (los ricos) hacia quienes consumen más (los
trabajadores) se induce la inversión hasta niveles que se ajusten con el aumento en el gasto de
consumo.

A pesar de que Buena parte de la Teoría General está escrita teniendo en cuenta una audiencia de
economistas, el capítulo final fue escrito para el público en general. En este capítulo Keynes presenta
su visión de un capitalismo reformado de acuerdo a los principios keynesianos.

("Concluding Notes on the Social Philosophy towards which the General Theory might lead")

Keynesianismo como filosofía socioeconómica

Bajo una economía de mercado puro, las fuerzas del mercado guían nuestras decisiones sobre qué,
cómo, cuánto producir y cómo se distribuye. Bajo el sistema de capitalismo guiado que surgió a
partir de la Gran Depresión y del keynesianismo, las fuerzas del mercado aún guían la parte sobre qué,
cómo y cuánto producir pero el gobierno juega un papel muy importante en la respuesta a la cuestión
de cómo se distribuye.

Antes de la Gran Depresión, se esperaba que los gobiernos de las economías capitalistas
proporcionaran los bienes públicos (como las carreteras), mantuvieran un sistema monetario estable e
hicieran cumplir las leyes sobre contratos privados, además de mantener un presupuesto equilibrado.
La Depresión y el keynesianismo ideaban gobiernos que además fueran responsables de mantener
altos niveles de crecimiento económico, bajo niveles de desempleo y una distribución menos
inequitativa del ingreso que lo que resultaría por las simples fuerzas del mercado. En EE.UU. esta
nueva filosofía económica se vio representada en una ley en particular: la Ley del Empleo de 1946
que hace responsable al gobierno federal de la estabilidad de la economía:

El Congreso declara por este medio que es una política sostenida y responsabilidad del Gobierno
Federal… promover el pleno empleo, la producción y el poder adquisitivo.

Muchos otros países adoptaron políticas similares en este periodo, por ejemplo en Gran Bretaña se
declara en 1944 que “… el gobierno acepta como uno de sus principales objetivos y responsabilidades
el mantenimiento de un nivel alto y estable de empleo al terminar la guerra.” Australia en 1945 es
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explícitamente keynesiana: “…el gobierno debería aceptar la responsabilidad de estimular el gasto en


bienes y servicios hasta el grado necesario para mantener el pleno empleo.”

Evidentemente muchos afirmaron que el Keynesianismo destruía el capitalismo al sustituir el


mandato del mercado por el mandato del gobierno en muchos aspectos de la vida económica. Otros,
incluido Keynes, pensaban que la aplicación de esta nueva filosofía era necesaria para salvar al
capitalismo:

Mientras que el aumento en las funciones del gobierno, involucrado en la tarea de ajustar la
propensidad a consumir y en inducir la inversión, parecen para un publicista del siglo XIX o para un
financista americano contemporáneo una terrible intrusión en el individualismo, yo lo defiendo, tanto
como la única forma práctica de evitar la destrucción de los paradigmas económicos existentes y
como condición para el funcionamiento exitoso de la iniciativa individual…

Los sistemas autoritarios de hoy parecen resolver el problema del desempleo a expensas de la
eficiencia y la libertad. Es cierto que el mundo no tolerará por mucho tiempo el desempleo que,
excepto por breves intervalos, está asociado – y en mi opinión inevitablemente asociado – con el
individualismo capitalista actual. Sin embargo es posible, con un análisis adecuado del problema,
curar esta enfermedad y al mismo tiempo preservar la eficiencia y la libertad.

Keynesianismo como paradigma económico

La economía keynesiana representaba un problema para los economistas ortodoxos. Simplemente


ignorarlo los dejaría sin una explicación para las depresiones y las recesiones. Pero la economía
neoclásica y el keynesianismo podían coexistir mientras se reconociera que la economía neoclásica es
una teoría especial aplicable en condiciones de pleno empleo mientras que la economía keynesiana
representaría una teoría general capaz de explicar las desviaciones del pleno empleo.

Para los economistas neoclásicos la solución es llamar a las teorías convencionales “microeconomía”
y añadir una nueva sección llamada “macroeconomía.” Esto entonces podría llamarse síntesis
neoclásica. (El libro más importante sobre esto es Economía de Paul Samuelson, publicado por
primera vez en 1948 y actualizado cada tres años desde entonces).

Desafortunadamente, Keynes había sido acertado cuando observó que sería difícil para los
economistas deshacerse de las viejas ideas. Para cuando Keynes escribió La Teoría General, los
economistas ya eran adictos a expresar sus teorías con un alto grado de rigurosidad matemática. El
mismo Keynes hacia los mismo (en 1921 ya había escrito un libro sobre probabilidad). Aún así, el era
consciente de que expresar los conceptos económicos de esta forma solamente servía para complicar
en lugar de aclarar las complejidades de las interrelaciones económicas:

Una buena proporción de la reciente economía “matemática” es simplemente una invención, tan
imprecisa como los supuestos iniciales en que se apoya, lo cual permite al autor perder la visión de las
complejidades y las interdependencias del mundo real en un laberinto de símbolos pretensiosos y poco
provechosos.

Así, en el proceso de añadirse a la economía neoclásica, la economía keynesiana se vio sujeta al


algebra y el cálculo. Uno de los resultados fue que las partes cuantificables de la teoría se retuvieron y
se refinaron, mientras que las partes no cuantificables en su mayor parte se dejaron de lado de la
síntesis neoclásica. Dado que Keynes basó una buena parte de su análisis en el carácter impredecible
del gasto en inversión, la omisión de un concepto central al keynesianismo porque no es cuantificable,
tal como los “espíritus animales” y el optimismo/pesimismo sobre el futuro de la economía dejaron a
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la síntesis neoclásica sin una de las fuerzas vitales que pudo acercar a la economía moderna más a
representar el mundo real que intenta analizar.

Liliana Cervantes2

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Profesora Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Antioquia

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