Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Hombre de poca fe es una novela que se narra desde ese estado estático que ahuyenta la
voz y el tacto. Olorosa a vapor (el aroma “de los que van a morir”), Alfonsina, la
protagonista de esta obra, convalece en el lecho del hospital tras el paso de una bala en
su cuerpo, consecuencia de cierto pacto fallido con uno de los hombres de su vida.
En cierto sentido, esta una novela contiene lo que podríamos llamar las instrucciones
para el arribo al infierno, o bien, para viajar en el tiempo. Palabras y balbuceos
soterrados pugnan por liberarse del vórtice del recuerdo, pero se estancan en la garganta
entubada de la protagonista, obligada a contemplar el espectáculo del espejo inamovible
del tiempo. La efectividad de la ópera prima novelística de Gilma Luque radica en la
elección de su lenguaje contenido, propicio para narrar sucesos terribles sin caer en las
pretensiones de la narración tremendista; la joven autora apuesta por el difícil juego de
la inmovilidad, muy peligroso porque en ese estado no hay acciones aparentes, es decir,
narrativa visible.
El amor es mentira y eso es lo que lo eleva; sustraído de la verdad transforma a los seres
y los impulsa, para luego aterrizarlos en el desengaño: sólo así, mostrándosenos al final
traicionero, es como podemos apreciar su contundencia; de otro modo sería insulso,
indigno de ser nombrado. Al abordar el alejamiento del amor, Luque nos regala una
bella alegoría al compararlo con al partida de una parvada de aves: “Los pájaros vuelan
negros, pequeños, y sólo se queda la soledad del árbol [...] Pero como árbol permanecí
inmóvil, ¿cuándo se ha visto un árbol abandonar las aves que lo habitan, un árbol con
alas?”
Isaí Moreno