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Introducción
Las pasiones humanas por mucho tiempo han sido consideradas muestra de debilidad,
efectos de la perdida de la razón, motivo de actos irracionales, y causas de los
desordenes sociales. La preocupación de la sociedad por controlar y dominar estas
fuerzas disgregadoras del orden, ha llevado a diversas tradiciones de pensamiento, y
discursos disciplinarios, a crear estrategias para conseguir el dominio sobre si mismos,
volviendo coherente la inteligencia, constante la voluntad, fuerte el carácter, y con el
objetivo primordial de lapidar las pasiones mediante la razón.
Para Bodai (1995) las pasiones en la época clásica serán quienes ofrezcan el testimonio
más convincente de que el “hombre” no dispone libremente de sí mismo, ni, mucho
menos, del mundo, ya que se dará cuenta que también por medio de ellas, estará
sometido a la Naturaleza, la única verdaderamente libre.
Pineda (2003) señala que del reconocimiento de que el hombre esta dotado de pasiones
y de impulsos que la teología dogmática había ubicado en la trastienda de la
subjetividad, surge una nueva ciencia de la naturaleza humana, que tanto Hobbes como
Hume, Locke, Spinoza o Leibniz pretenderán fundar. Estos filósofos, concebirán a la
razón no sólo una facultad discursiva que se opone a la sin-razón, sino que también
puede convertirse en un instrumento de cálculo para la solución de los problemas de la
vida práctica. De esta forma la elección entre lo bueno y lo malo, dejaran de ser
producto de la memorización y aplicación de principios morales y éticos de manuales de
prudencia, sino que el proceso de elección será acompañado de las afecciones qué de
éste resulta, es decir, el gozo y la tristeza.
De forma que el empirismo del siglo XVII se preocupara por construir una ciencia de la
naturaleza humana, modificando la concepción puramente instrumental del cuerpo, que
servia solamente a los mandatos del intelecto. Los filósofos empiristas serán los
liberadores del uso de la razón contra las cadenas teológicas y los ministerios de la fe,
que habían lucrado con las esferas de las pasiones y los deseos mediante su política de
miedo y esperanza. Los esfuerzos por liberar la razón de los preceptos teológicos, serán
principalmente los de Locke con el tratado de la naturaleza del entendimiento, Hume
con el tratado de la naturaleza humana y Spinoza con la ética demostrada según el orden
geométrico.
Este último filosofo será quien desarrolle minuciosamente, en el libro III de la Ética uno
de los más amplios puntos de inflexión entre los problemas metafísicos-gnoseológicos,
y ético-políticos. Este punto de inflexión será el corazón de toda la Ética por tratarse
precisamente del origen y la naturaleza de los afectos. Sin embargo al realizar una
mirada de los estudios spinozianos podemos darnos cuenta que los problemas de las
pasiones no han sido suficientemente abordados. A excepción del trabajo de Remo
Bodai y sin demeritar los grandes aportes del abordaje de la obra de Baruch Spinoza de
Gueroult, Gebhardt, Deleuze, Negri.
Justificación
A pesar de que el problema de las pasiones es reconocido como el corazón de la Ética,
pareciera como si el tema de las pasiones estuviera fuera de todas las taxonomías
filosóficas que existen alrededor de la obra de Spinoza: idealismo, materialismo,
dualismo, monismo, racionalismo… pero nunca como una filosofía practica.
Marco Teórico
La postura de Spinoza ante las pasiones será un punto de clivaje entre lo metafísico y lo
ético, demostrando que a través del uso de la razón ya no será necesario vilipendiarlas,
sino que si se es tenaz en la búsqueda de la sabiduría y de la conciencia de sí, así como
de la necesidad infinita de las cosas, se poseerá la constante y verdadera satisfacción del
animo que comprende su naturaleza pasional sin necesidad de dictados externos.
Para esto Spinoza necesitará estructurar en el primer libro de la Ética, una empresa que
tiene como intención liberar al mundo físico del dominio de los Dioses y desligar a los
hombres de la conexión con lo divino, independizando el pensamiento humano de la
determinación arbitraria de la teología.
El primer cimiento que derrumba es el de los prejuicios, ya que de ellos dependen las
suposiciones comunes que los hombres construyen a partir de la ignorancia, llevándolos
a creer que “las cosas naturales obran, como ellos mismos”. Este prejuicio tan común a
llevado a creer que el hombre puede ser la medida del mundo, y por lo tanto el centro,
hecho a imagen y semejanza de Dios, los hombres ignorantes creerán que “Dios ha
hecho todas las cosas por el hombre”. Estos prejuicios para Spinoza serán las causas de
la visión antropocéntrica utilitaria y personalísima, que llevará a tantos desacuerdos
entre las personas e imposiciones de unos cuantos de lo que ellos creen que es el bien y
el mal, el mérito y el pecado, la belleza y la fealdad, entre otros de ese género.
En este punto Spinoza asumirá una postura sumamente inmoral, atacando la existencia
de bien y el mal, pero siguiendo el ordenamiento de las leyes naturales sobre los
cuerpos, señalara que sí hay bueno y malo, pero que dependerá de cómo cada quien lo
experimente y juzgue. Ya que lo bueno tendrá lugar cuando un cuerpo externo afecte
directamente el nuestro aumentando nuestra potencia, y lo malo cuando un cuerpo
externo descomponga la relación del nuestro, decrementando nuestra potencia de afectar
y ser afectado. De esta forma bueno y malo tendrán en un principio objetivo pero
relativo y parcial, es decir: lo que conviene a nuestra naturaleza, y lo que no le
conviene, pero por consiguiente bueno y malo tendrá un segundo sentido, que para
Spinoza será el más importante, subjetivo y modal, que calificará dos tipos de existencia
del hombre; se llamará bueno (o libre, o razonable, o fuerte) a quien se esfuerce por
unirse a lo que le conviene a su naturaleza, y malo (o esclavo, o débil, o ignorante) a
quien se lance a la suerte de los designios de Dios, sin importar que a veces se encuentre
con circunstancias dolorosas que serán asumidas estoicamente, confiando ciegamente en
la esperanza de que algún día por otros designios, las circunstancias se arreglarán.
Así mismo Spinoza atacará las creencias supersticiosas de que las nociones de lo bueno
y lo malo devienen de un ente superior que ya ha acomodado las cosas bellas en el
mundo para ser descubiertas por el hombre, de forma que, con el simple hecho de
apegarse a su naturaleza, los humanos serán capaces de asirlas, en una especie de
comunión entre los mandatos de Dios y la naturaleza del alma humana. Dejará fuera las
creencias Platónicas de que los hombres son seres que alguna vez fueron divinos, y que
por lo tanto el objetivo de la vida en la tierra será regresar a ese estado de perfección.
Spinoza será contundente al decir que “todos los hombres nacen ignorantes de las
causas de las cosas, que todos apetecen buscar su propia utilidad y que son conscientes
de ello”. Con esta proposición reducirá al hombre a un estado de animalidad y de
inconsciencia moral, en donde el deseo de satisfacer sus apetitos, los llevara a creer que
Dios ha dispuesto las cosas para obtener de ellas su máxima utilidad, ya que en este
estado de deseo inconsciente, desconocerán no solo las causas de sus apetitos, sino el
porque de las cosas. Estas serán las supersticiones que los llevará a creer que las cosas y
sus deseos son concordantes o discordantes porque Dios así lo quiso.
El segundo pilar que desestructurará será el de la creencia del libre albedrío deseante,
dice: “los hombres se creen libres, puesto que son conscientes de sus voliciones y de su
apetito, pero no piensan, ni en sueños, qué causas los disponen a apetecer y querer,
porque las ignoran”. A partir de la denuncia de la sujeción por la utilidad, la ignorancia
y la superstición, Spinoza podrá pensar en la necesidad de una reforma política (TP), de
la teología (TTP), del entendimiento (TRE, E).
Este hombre tabla, podrá desear ser llevado por la marea, pero será incapaz de moverse
a su voluntad, ya que no conoce las fuerzas de las mareas, y pasivamente soportara los
embates del mar como prueba de su Fe, esperanzado a que en algún momento será
premiado por su sacrificio.
El tercer pilar que derrumbara será el de los prejuicios acerca de un Dios que organiza el
mundo con motivaciones y voluntades tendientes a un fin, ya que de este prejuicio se
fundará un callejón sin salida para la ignorancia
De ahí que advierta que los poderosos que saben que quitando la ignorancia, se quitara
el estupor, y procuraran proclamar como herejes y ateos a todos aquellos que buscan las
verdaderas causas de los milagros, y más aun, a quienes traten de “entender las cosas
naturales como un sabio y no asombrarse de ellas como un necio”
Del circulo vicioso habrá también una trinidad personificada para cada una de ellas: el
hombre esclavo de pasiones tristes (ignorancia), el hombre tirano que se sirve de estas
pasiones y las necesita para asentar su poder (miedo), y el hombre sacerdote que se
compadece y ríe de la condición humana (esperanza). Para Deleuze (2001) lo que los
une a estos tres es el resentimiento y el odio a la vida, para quienes toda la felicidad es
una ofensa y que hacen de la miseria o impotencia su única pasión.
Para Spinoza existe un paralelismo entre las pasiones humanas y los fenómenos de la
naturaleza que caracterizan la atmosfera: de forma que las pasiones humanas, como el
amor, el odio, la envidia, la vanagloria, la misericordia y los demás sentimientos, no son
vicios, sino solamente propiedades de la naturaleza humana, que al igual que las
propiedades de la Naturaleza, como el frío, el calor, la tempestad, que aún a pesar de ser
consideradas como desgracias, son necesarias como causas y efectos que determinan la
trama coherente de la vida.
Para Spinoza (1999) apetecer es una potencia, y es considerada como la fuerza esencial
de la vida cuando se considera indistintamente desde el alma y el cuerpo. (Para Spinoza
el alma es la idea del cuerpo, y el cuerpo es el objeto de la idea que el alma es.
De forma que cuerpo y alma no son dos sustancias que interactúan entre sí, sino dos
aspectos de una misma entidad con dos aspectos reflejados en una misma realidad, y
todo lo que le suceda a el alma le sucede al cuerpo y viceversa por ser la misma
entidad). Y por lo tanto el deseo no es otra cosa que la idea de ese apetito, el apetito
acompañado de conciencia.
El deseo tiene dos afectos; la tristeza que es el afecto por el que se experimenta una
disminución de la potencia de obrar del cuerpo, y la alegría que es el afecto por el que
se experimenta un aumento de la potencia de obrar del cuerpo.
Para Spinoza hay tres afectos primarios: el deseo, la alegría y la tristeza, no obstante, no
tienen el mismo estatus: el deseo es la potencia misma; alegría y tristeza son las
direcciones de la potencia, es decir, las direcciones del deseo
Afecto Afecto
Si el deseo procede de una causa exteriorprimario
y la dirección es secundario
hacia la alegría, existirá una
afección que generará
Potencia
un aumento de la potencia, reflejadaAMOR
ALEGRIA en amor.
Dirección de la
Pero si el deseoDESEO
procede de una causa exterior
potencia Afecto y la dirección es hacia la tristeza, existirá
Afecto
primario secundario
una afección que generará un decremento de la potencia, reflejada en odio.
TRISTEZA ODIO
Desde el punto de vista ético de Spinoza, es bueno todo aquello que aumenta la potencia
de actuar y malo todo aquello que la disminuya, de forma que el amor puede ser bueno,
si es que fortalece, y mala la envidia, porque disminuye la potencia, sin embargo una
sola y misma cosa puede ser al mismo tiempo buena y mala, por lo que propone que es
necesario liberarse de las pasiones tristes, para aprender a desear lo que hace bien,
racionalizando la vida afectiva. De forma que se sepa desear según lo que en verdad
hace bien, y evitar lo que se sabe con certeza que hace mal.
Sin embargo Spinoza reconoce que un afecto genera otros, de forma que rara vez se
experimenta un amor puro, o un odio sin matices, como por ejemplo los celos que nacen
del amor, y que la persona que los experimenta puede llegar a odiar a quien se ama. A
esto Spinoza le llama fluctuación anímica, que es descrita como el estado del espíritu
que nace de dos afectos contrarios. Se trata de una fluctuación del alma, de una
ambivalencia afectiva, que genera una especie de confusión mental.
Esta confusión mental puede ser resuelta a través de la evaluación de los afectos
primarios o secundarios, no en términos de reglas generales, ya que el bien y el mal para
Spinoza son relativos, por lo tanto debe ser resuelta a través de tres géneros de
conocimiento (Método de la ética):
Primero pasar por el mundo de las pasiones, que es un mundo dominado de encuentros
fortuitos que generan ideas inadecuadas, que hacen creer que las ideas y afectos son
impuestos por una dependencia completa de causas exteriores. Con este grado de
conocimiento la persona es conducida a actuar por información a menudo falsa, y a
desear sin saber, creyendo desear una cosa cuando en realidad se desea otra.
El método de la ética, aspira a ser una forma de llegar al conocimiento del todo,
volviendo a la persona que lo consiga, a ser más comprensivo y apreciar con cierta
distancia una realidad que está dada y solo necesita ser aceptada.
En el caso del deseo, Spinoza señala que “los hombres conscientes de sus apetitos pero
ignorantes de las causas que los llevaron a apetecer, (segundo género de conocimiento)
creen que son libres de apetecer tal o cual cosa. La deducción de los sentimientos
primarios y secundarios ha disipado esta ilusión; (tercer género de conocimiento) todo
apetito tienen una causa, y en ese sentido no es libre sino determinado” CITA
Un hombre que desea de forma necesaria (la voluntad no puede llamarse causa libre,
sino solamente necesaria, proposición XXXII, de la parte I de la Ética) ha formado una
idea adecuada del porque desea, dominado las pasiones que derivan de los encuentros
fortuitos o de las causas exteriores (que podrían llevar al esclavo de sus pasiones a
desear por imposición). Este hombre puede devenir deseando activamente, lo que
incrementa su potencia, y puede romper con la cadena causal de su fortuna, huyendo de
la tristeza, eligiendo ser libre bajo la autoridad de si mismo, y se guía por la intuición
derivada de la singularidad de las nociones comunes.
Deleuze (1998) dice que el inconsciente es una fábrica y que el deseo es producción
(Spinoza dice potencia). Y que es falso que se desee un objeto para intentar paliar una
falta originaria que nunca podrá ser colmada. De forma que el Deseo no es una
búsqueda, sino que es la pauta afirmativa de fuerza. –Nietzsche- a esto lo considera
“voluntad de poder”- En el caso del “deseo de amar” no se estructura a partir de un
estado donde no exista la posibilidad de amar a alguien, -¡siempre existe esa
oportunidad!-, sino que se afirma la presencia de una fuerza positiva y productora “el
deseo es devenir vital, tendencia del cuerpo a unirse a lo que aumenta su potencia de
acción”. Por lo tanto no se desea algo, sino que se desea desear: En términos de
Spinoza, el deseo como la fuerza esencial de la vida. Sin embargo este deseo no podrá
liberarse si antes no se libera el hombre de las dos pasiones humanas más tristes: Miedo
y Esperanza, que para Spinoza y su política de las pasiones sean al fin y al cabo
pasiones alienantes no solo de amantes sino de pueblos devotos1… “en efecto, la
esperanza no es más que una alegría inconstante, nacida de la imagen de una cosa futura
o pasada, de cuyo éxito dudamos. En cambio, el miedo es una tristeza inconstante,
aunque nacida de una cosa dudosa” (proposición II escolio III de la Ética)
Para Bodei (1991) estas dos pasiones son los dos frentes desde los cuales Spinoza trata
de decapitar el águila bicéfala del imperio teológico político: contra el miedo, en cuanto
pasión hostil a la razón (proposición LIII parte IV de la Ética), y contra la esperanza, en
1
“Descartes describía la devoción como ese amor que se prefiere a [la cosa amada por
encima de uno mismo de tal modo que no se tema morir por conservarla] los ejemplos
de devoción que presenta son a Dios, el príncipe, al país, a la ciudad y al capital”
(Bodei 1995, p. 78 )
cuanto habitual fuga del mundo, justificación de la vida, instrumento de resignación y
obediencia. Mientras duran, miedo y esperanza dominan no sólo el cuerpo, sino la
imaginación y la mente de los individuos, dejándolos a merced de la incertidumbre y
volviéndolos dispuestos a la renuncia y a la pasividad: esclavos.
Spinoza resulta ser un sistema de pensamiento, que a su vez termina siendo una filosofía
práctica para los afectos. Esto se debe a su resolución del conflicto descartesiano, al
rechazar la premisa de la dualidad entre mente y cuerpo, ya que para el, los dos
atributos son el mismo, concebido una vez bajo atributo del pensamiento y otra bajo el
atributo de la extensión, lo que implica que cualquier acto mental tiene su correlato en
algún proceso físico, con el que es idéntico.
Dice: “El orden y la conexión de las ideas es lo mismo que el orden y conexión de las
cosas” Proposición VII parte II Ética.
Por tal motivo el análisis y solución a las pasiones tristes no solo serán un intento de
modificar las ideas, sino que se convierte en una terapéutica del conatus de actuar, vivir,
autopreservarse y realizarse persiguiendo su propio interés, buscando el placer
resultante del aumento en la potencia o que es lo mismo, su nivel de perfección, todo
esto evitando el dolor.
Spinoza es contundente al señalar que cuanto más se busca el propio interés, más
virtuoso es el ser, “rechazando explícitamente la noción ortodoxa de virtud, por lo tanto
entendemos claramente cuán lejos están de la verdadera valoración de la virtud aquellos
que no comprenden que la propia virtud y la veneración de Dios son la felicidad misma
y la libertad más completa, esperan que Dios les confiera las más altas recompensas a
cambio de su virtud y de sus acciones meritorias, como pago a la más vil esclavitud”
(Stewart, M. 2005 p. 173)
Spinoza dice que la única forma de no sucumbir a las pasiones es con una clase más
elevada de emoción, ya que solo “un cuerpo puedes ser afectado por otro cuerpo de
igual naturaleza” en este caso abría que combatir el fuego con fuego. Spinoza se ha
distanciado de los estoicos y sus promotores (terapeutas y psicólogos), que dicen que la
única cosa que se puede hacer con las emociones estorbosas es matarlas.
Spinoza no apuesta por el asesinato del deseo y sus pasiones (esto llevaría al asesinato
del hombre), sino que le apuesta a la búsqueda de la felicidad guiada por la razón. Pues
la razón será la única en proporcionar una emoción más fuerte y duradera que todas las
demás juntas. Es decir un conatus que active la preservación de la vida, y su potencia de
actuar basado en ideas adecuadas o “el amor intelectual a Dios”
Objetivos:
2.- Conceder la importancia de estudiar las pasiones humanas dentro de la filosofía pura
y la filosofía practica
3.- Crear un marco de referencia spinozista para el estudio de las pasiones humanas.
Índice de contenidos
Cap 1.- la naturaleza de entendimiento
Libertad y voluntad
Amor y odio
Amor intelectual
Referencias
Bodei, R. (1995) Geometría de las pasiones, miedo esperanza, felicidad: filosofía y su
uso político. FCE: México.
Pineda, V. (2003) “El viento y la brújula, razón y pasión de la cultura moderna”. Ed.
Jitanjáfora. México.
Spinoza, B. (1991) “Ética demostrada según el orden geométrico”. Ed. FCE. México