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enfoque agroecológico
Peter M. Rosset
Tomado de: AGROECOLOGIA Y DESARROLLO
Revista de CLADES
Numero Especial 11/12 Noviembre 1997
http://www.clades.org/r11-art1.htm
La primera clave de este trabajo es: ¿Será capaz la agricultura sustentable de sacar a los
agricultores, tanto del Primer Mundo como del Tercer Mundo, de la larga crisis en que ha
entrado la agricultura "moderna" industrializada del estilo Revolución Verde. Para
responder a esta pregunta comenzaremos haciendo un bosquejo de las dimensiones
económicas, sociales y ecológicas de la crisis, en el marco del cual se busca un paradigma
alternativo que permita revertir la situación.
Una vez hecho esto procederemos a examinar el concepto de agricultura sustentable a la luz
de cada una de estas dimensiones, y examinaremos la contradicción que persiste en su
interior a consecuencia del dominio del discurso de la substitución de insumos (sobre todo
en los países capitalistas), a través del cual las industrias transnacionales han podido
apropiarse del concepto de sustentabilidad para sus propios fines. En nuestra opinión, la
prevalecencia del discurso de la substitución de insumos disminuye considerablemente el
potencial de la agricultura sustentable para atacar de raíz las causas de la crisis económica y
ecológica que enfrenta la agricultura moderan, la estrategia de substitución de insumos se
basa únicamente en la búsqueda de insumos agrícolas alternativos, menos dañinos al
medioambiente, sin cuestionar ni la estructura de monocultivo ni la dependencia de
insumos externos que caracterizan a los sistemas agrícolas.
Figura 1
Número de fincas en los Estados Unidos, 1945-1992
Figura 2
Ingresos y gasotosnetos de producción agrícola en los Estados Unidos, 1910-
86
Fuente: U.S. Department ofAgriculture, 1990.
Debido a la sobreproducción y la monopolización de la comercialización por los
transnacionales, los precios de los alimentos se han mantenido estacionarios por mucho
tiempo, mientras que los costos de los insumos manufacturados se han elevado
considerablemente (Wessel y Hantman, 1983; Strange, 1988; NRC, 1989; Krebs, 1991;
Guither, Baumes y Meyers, 1994). Los agricultores han tenido que endeudarse para pagar
tractores de US$ 40.000 y cosechadoras de US$ 100.000, y en general sus pequeños
márgenes de ganancia no han sido suficientes para cubrir los intereses de su deuda, lo cual
ha provocado oleadas de bancarrotas y cierres de negocios. Un modelo alternativo tendrá
entonces que reducir drásticamente de dependencia en insumos y equipos externos para
ayudar a los agricultores a salir de cada crisis. Es importante señalar que tanto la
sobreproducción como los altos costos de producción son resultados de la misma
tecnología produccionista, la cual es entonces responsable del aprieto económico en el que
se encuentra los agricultores, tanto del lado de los costos como del de los precios.
DIMENSIONES ECOLOGICAS.
La exportación de la misma tecnología al Tercer Mundo ha resultado tener efectos aún más
catastróficos. Diseñada para maximizar la productividad del recurso más escaso en el
Primer Mundo, la mano de obra, esta tecnología ha demostrado ser dispendiosa en términos
de tierra y de capital. En el caso de países con problemas crónicos de desempleo y/o con
escasez de capital, ha conducido rápidamente a una enorme migración campo-ciudad, con
sus consiguientes problemas sociales, y a la penetración de la agricultura por parte del
capital extranjero (Perelman, 1997; Wright, 1990; Goodman y Redclift, 1991; Shiva, 1991;
Vandermeer y Perfecto, 1995; Altieri, 1995). Más aún, cuando los sistemas de producción
basados en el monocultivo han sido transferidos a las regiones tropicales, a expensas de los
agroecosistemas diversificados, la prolongación del cultivo a todo el año ha hecho que el
problema de las plagas y los plaguicidas entren en una espiral ascendente incontrolable
(Altieri, 1995, Conroy et al.; 1996).
La crisis de la agricultura, así pues, tiene dos dimensiones: una ecológica y una
socioeconómica; ambas interrelacionadas y procedentes de las condiciones históricas de la
agricultura estadounidense, así como de la penetración del capital, hecho que ha servido
para profundizar la crisis e impedir cambios fundamentales. Cualquier paradigma
alternativo que ofrezca posibilidades de sacar a la agricultura de la crisis en que se
encuentra debe atacar las fuerzas ecológicas, sociales y económicas. Cualquier ejército que
se concentra solamente en paliar los impactos ambientales, por ejemplo, sin ocuparse ya sea
de la difícil realidad social que enfrentan los agricultores, o de las fuerzas económicas que
perpetúan la crisis, está condenado al fracaso. Esto es precisamente nuestra preocupación
cuando hablamos de agricultura sustentable.
Este concepto ha generado mucha discusión, así como múltiples propuestas para lograr
ajustes importantes en la agricultura convencional, de modo que sea más viable a nivel
ambiental, social y económico. El enfoque principal ha sido la substitución por insumos
menos nocivos de aquellos productos agroquímicos que han resultado responsables de
muchos de los problemas asociados con la agricultura convencional.
El énfasis ha pasado ahora a los insumos de composición biológica que pueden ser
adquiridos, como el Bacillus thuringiensis, un plaguicida microbiológico ampliamente
aplicado en lugar de los insecticidas de origen químico, y comercializado a través de
grandes laboratorios químicos con marcas como Dipel® y Javelin® . Este tipo de
tecnología está relacionado con el enfoque técnico dominante, conocido como substitución
de insumos. El impulso es básicamente tecnológico, y se caracteriza por conservar la
misma mentalidad del factor limitante que ha dirigido la investigación agrícola
convencional en el pasado. Los agrónomos y otros científicos agrícolas han sido instruidos
por generaciones con la "ley del mínimo" como dogma central. De acuerdo con este dogma
central. De acuerdo con este dogma, en un momento determinado hay un solo factor que
limita el incremento del rendimiento, y ese factor puede ser superado mediante un insumo
externo apropiado. Una vez que se ha superado la barrera del primer factor limitante-
deficiencia de nitrógeno, por ejemplo, para lo cual se considera a la urea como el insumo
apropiado los rendimientos pueden volver a elevarse hasta que
otro factor -supongamos una plaga- se vuelve limitante. Ese
factor entonces requiere de otro insumo -plaguicida, en este
caso- y así sucesivamente, perpetuando un procedimiento que
alivia síntomas en lugar de atender a las causas reales del
desbalance ecológico.
Estos factores limitantes, en los que se centra la agronomía clásica, pueden ser vistos por la
nueva ciencia de agroecología como síntomas que encubren la enfermedad subyacente de
un agroecosistema. En el caso hipotético de una deficiencia de nitrógeno, en lugar de
pensar que se trata de un factor limitante puede considerarse síntomas de un malestar
sistemático subyacente, como puede ser una falla en los mecanismos generales de
circulación de nutrientes. En el caso de tierras explotadas mediante métodos
convencionales a largo plazo, el problema real es a menudo un suelo muerto, estéril,
contaminado por productos químicos y con poca materia orgánica. Un suelo así no es
adecuado para el flujo nitrógeno proveniente de la materia orgánica en descomposición, o
para la fijación biológica, y su baja porosidad y naturaleza compacta conducen a la rápida
pérdida de fuentes de nitrógeno de origen químico provenientes del exterior.
En contraste con esto, un suelo saludable, biológicamente rico, con abundante materia
orgánica y una diversidad de microorganismos, incluye en su biota bacterias que
proporcionan y fijan nitrógeno, al tiempo que viven libremente y mineralizan este elemento
a partir de la misma materia orgánica. En lugar de aplicar úrea, así pues, el agricultor
debería iniciar un programa diseñado para reconstruir la estructura del suelo y la materia
orgánica, con una comunidad biótica saludable que se mantiene a sí misma (Magdoff,
1993). Así pues, la agroecología es un enfoque alternativo que va más allá del uso de
insumos alternativos para desarrollar agroecosistemas integrales con una dependencia
mínima de los insumos externos. El énfasis está en el diseño de sistemas agrícolas
complejos, en los que las interacciones ecológicas y la sinergía ente componentes
biológicos reemplazan a los insumos para proporcionar los mecanismos necesarios para el
mantenimiento de la fertilidad del suelo, la productividad y la protección de los cultivos
(Altieri, 1995).
Por todas partes existe evidencias de la hegemonía que va adquiriendo este enfoque
falsamente sustentable. La agricultura orgánica, vista comúnmente como un concepto
holístico, se encuentra ahora altamente comercializada y dominada por el capital. Las
publicaciones dirigidas a los agricultores orgánicos, se encuentran pletóricas de anuncios de
plaguicidas biológicos de alto costo, composts comerciales, enemigos naturales criados en
insectarios comerciales, extractos vegetales en venta por las grandes compañías
agroquímicas, y cosas similares. Las tiendas naturistas de alimentos se encuentran ahora
llenas de casi tanta comida procesada como los supermercados ordinarios, con la sola
diferencia de que los ingredientes son "naturales" u "orgánicos", y se les ha desprovisto de
menos fibra al ser procesados. Por último, el Manejo Integrado de Plagas (MIP), una de las
batallas libradas por las compañías de productos agroquímicos en un principio (van den
Bosch, 1978), es ahora promovida ampliamente por aquellos que alguna vez fueron sus
detractores (Moore, 1995; Western Crop Protection Association, 1995). ¿A qué se debe
esto? A que los planificadores corporativos se han dado cuenta de que se puede hacer
negocios más interesantes con las prácticas alternativas que con la agricultura
convencional, manteniendo a los agricultores dependientes de tecnologías externas.
La MIP no es una fórmula para eliminar o reducir el uso de plaguicidas... Todos los
aspectos de la agricultura han respondido a la demanda de plaguicidas de mínimo riesgo..
Los agricultores se han vuelto más conscientes de los problemas ambientales y han
mejorado las técnicas de cultivo... Como resultado de esto, los productores de plaguicidas
han también respondido invirtiendo miles de millones de dólares en investigación, y
desarrollando y comercializando nuevos productos dirigidos a plagas especificas y menos
dañinos al ambiente.. Hoy día asistimos a una virtual revolución en investigación y
desarrollo de plaguicidas que proporcionará aún mejores opciones de control de plagas
para los agricultores. El desafío que enfrentan los legisladores es reconocer y
recompensar a los plaguicidas de menor riesgo…
Las fábricas del Tercer Mundo producen ahora metil paratión (el principal culpable del
envenenamiento por insecticidas de agricultores y trabajadores agrícolas en todo el mundo),
producto cuya patente ha terminado, y se consigue en Centro América, por ejemplo, a un
costo de cerca de US$ y.00 por litro. Debido a que su uso es extremadamente peligroso y a
que ha perdido gran parte de su eficiencia a través del tiempo, los programas de MIP con
financiamiento internacional, así como los extensionistas de los gobiernos y los
representantes de las casas comerciales, recomiendan a los agricultores el uso de nuevos
productos biológicos inocuos y eficaces, tales como el Javelin® , que puede costar unos $
150.00 por litro, o incluso el Avermec®, que puede costar más de $ 400.00. Estos
productos son en realidad más inofensivos, y en muchos casos más eficaces que el metil
paratión. Sin embargo, es necesario hacerse la siguiente pregunta en la forma más cruda:
¿qué es más dañino a la salud de una familia de agricultores cuyo ingreso anual puede estar
muy por debajo de los US$ 1,000.00 anuales, exponerse a las bocanadas ocasionales de
metil paratión, o tener que pagar US$ 393.00 adicionales por un insumo esencial para la
producción? En términos más generales, si los productos alternativos elevan los costos de
producción para los agricultores del Primer y Tercer Mundo (ya en aprietos económicos) y
aumentan su de por sí excesiva dependencia de los proveedores de insumos externos,
entonces los bioplaguicidas no ofrecen una salida para la crisis. Con la excepción de los
casos donde la producción es local, a base de materia prima local, y sin grandes costos de
divisas, como es el caso de los Centros Reproductores de Entomófagos y Entomopatógenos
(CREEs) en Cuba (Rosset and Benjamin, 1994; Rosset, 1996).
Es indudable que la industria agroquímica sabe hacia dónde soplan los vientos. Aunque los
datos actuales son un secreto comercial celosamente vigilado, en todas partes se cree que
más de la mitad de todo el dinero invertido en investigación y desarrollo en la industria de
plaguicidas va a parar a los productos biológicos. Como se trata de productos nuevos,
recién patentados, pueden cobrar regalías y obtener amplias ganancias, y cuentan con un
anzuelo publicitario en medio de la tendencia general hacia el MIP y otras alternativas.
Puede parecer fácil adoptar una postura conformista ante esta situación, apoyándose en la
noción de que es mejor que la industria obtenga ganancias a partir de productos inofensivos
al ambiente y más adecuado, que con productos que lo contaminan. Nosotros también
compartiríamos esta idea, si no fuera por el hecho de que los agricultores no pueden
soportar más alzas en los costos de producción. Más aún, la
tecnología de substitución de insumos no ofrece una
solución a las implicaciones ecológicas de la crisis. Por
último, existe una mejor alternativa, que es la agroecología.
CONCLUSIONES:
¿La substitución de insumos contra el enfoque agroecológico, o un paso hacia una
agricultura agroecológica?
Como se enfatizó en este artículo, el objetivo de la estrategia agroecológica para lograr una
productividad agrícola sustentable es socavar la estructura del monocultivo, así como la
dependencia de insumos externos al diseñar agroecosistemas integrales. Este es el único
acercamiento con posibilidades de considerar tanto los aspectos socioeconómicos de la
crisis al reducir la dependencia de costosos insumos externos, sean éstos biológicos o
químicos como la devastación ecológica de la agricultura industrial moderna. No sólo es
posible detener la continua degradación de la base productiva de la agricultura, sino que
puede incluso ser revertida, ya que muchas de las tecnologías agroecológicas han
demostrado que permiten la recuperación de ecosistemas de suelos estropeados.
Por otra parte, la substitución de insumos no aprovecha los efectos benéficos que tiene la
integración de la biodiversidad vegetal y animal, al reforzar la interacción compleja y la
sinergía. La sustitución de insumos puede aminorar algunos de los impactos directos de la
agricultura sobre el medioambiente, como son los residuos de plaguicidas y la resistencia
de las plagas, pero no disminuye la vulnerabilidad fundamental del monocultivo. Más aún,
reemplaza insumos baratos y ecológicamente dañinos por otros menos dañinos, pero más
caros, aumentando así los costos y dejando intacta la crisis económica que enfrentan los
agricultores de todo el mundo.
Sistema
Rubro
Convencional Sustitución de Insumo Agroecológico
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