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Agrippa

(Un libro de los muertos)


William Gibson
Dudé
Antes de desatar el lazo
que mantenía este libro unido
Un libro negro:
Albumes
CA. AGRIPPA
Pida hojas extra
con su inicial y nombre.

Un album Kodak quemado por el tiempo papel negro de


construcción
La cuerda que él ató
había quedado desenmarañada por los años
y el clima seco de los baúles
Como un cordón de zapato de una dama de la Primera guerra
Mundial
Sus adornos metálicos comidos por el oxígeno
hasta parecer ceniza de cigarrillo

Dentro de la cubierta escribió algo con grafito blando


Ya perdido
Y después su nombre
W. F. Gibson Jr.
y algo más, coma,
1924

Entonces pegó sus fotografías Kodak


Y escribió bajo ellas
con un lápiz blanco de textura similar a la tiza
"El aserradero de papá, Ag. 1919"

Una cabaña de techo plano


con unas montañas al fondo
en primer plano hay tablones tumbados y maderos
Debía de oler intensamente, en agosto
el dulce y cálido hedor
de la sierra mecánica
mordiendo las décadas

Seguidamente el spaniel Moko


"Moko 1919"
Posa sobre un pequeño banco o mesa
Frente a un árbol del patio trasero
Su piel es lustrosa
La hierba necesita un corte
Más allá del árbol
Con la alucinante claridad Kodak
Están las escaleras de servicio de Wheeling
Virginia Occidental
Alguien se dejó una escalerilla de madera fuera

"La Tía Fran y [obscurecido]"


Aunque él no está, este caballero
él tiene una hebilla de cinturón "G"
Una especie de solapa de origen masónico
Un bolígrafo patentado
Una pluma estilográfica
Y las flores frente a las que posan tan sólidamente
Echan sus raíces en un fragmento vertical de una
tubería de cemento

Papá tenía un caballo que se llamaba Dixie


"Ford montando a Dixie 1917"
Una silla marcada con una sola estrella
Pantalones de montar de pana
Una silla del Oeste
Y una gorra de ropa
Orgulloso y Feliz
Como sólo un niño puede estar

"Arthur y Ford pescando 1919"


Tomada por un adulto
(Somos testigos de la mano firme
que captura las flores silvestres
las sombras sobre sus amplios sombreros de paja
reflejos sobre un raíl de ferrocarril)
Alzándose frente a ellos
En el otro extremo del estanque
Entre las culebras y el barro
Con la Kodak en mano,
¿Ford Sr.?
Y "Moma Julio 1919"
Pasea junto al estanque
Con unos grandes zapatos blancos de ciudad
El bolso a su espalda
Mientras que Ford o Artur, todavía con su sombrero de paja
Se acerca en un coche con la capota puesta

"Moma y la señora Graham en la lonja de pescado 1919"


Moma y la señora Graham se sientan sobre un grácil arco de
cemento.

"Artur montando a Dixie", como en 1919


bastante molesto.
Sobre el techo tras el granero, tras ellos,
puede vislumbrarse esta marca críptica:
H. V. J. M. [¿?].

"El aserradero de papá 1919" Mi abuelo mas regio entre un


montón
de madera cortada,
podría ser el recuerdo
de una demolición posterior y
las mangas de su camisa de algodón están arremangadas
a la altura del codo,
rasgadas, con una banda blanca
donde debería ajustarse el cuello
Tras él se alza un cono de virutas de unos 9 metros de alto
(que debe sentirse al tumarse ahí,
u olerlo cuando está húmedo).

II.

El mecanismo: hojalata negra sellada,


piel sobre cartón, fragmentos de madera de boj,
una lente,
el obturador cae
siempre
separando esto de aquello

Ahora en dormitorios de techos altos


desocupados, sin visitar,
en los últimos cajones de venerados escritorios
en fresca oscuridad química, rizos de pelo en conmemorativos
montajes de los muertos por la patria en la Guerra Mundial.

Tal y como descubrí por mí mismo


Otro verano en el baúl de un ático,
y junto al mejor tesoro de un chico
de deslustrada munición auténtica
fragmentos reales de la guerra
pero también
el propio
mecanismo

el azulado acabado de las armas de fuego


es un proceso, controlado, derivado del típico
óxido, pero allí
bajo una pátina tan extraña y atípica
que tantos años habían dejado inmaculada
hasta que la cogí,
y, girándome, en trance, bajando la escalera sin pintar
hasta el vestíbulo donde juro
que nunca oí el primer disparo

La babosa con chaqueta de cobre recuperada


del cilindro de cartón de lavabo de
sales Morton
estaba sin deformar
salvo por las marcas de brillo desvanecido
de las acanaladuras
tan caliente, energía detenida,
que se erizaba en mi mano.

La pistola yace sobre la polvorienta alfombra


Volviendo a mí sobrecogido por la sorpresa, la cogí tan
cuidadosamente
que el segundo disparo, igualmente inintencionado
melló la dura madera de la barandilla y me trajo
un extraño y brillante aroma de antigua savia
con el rayo de una polvorienta luz solar
Totalmente solo
comprendiendo el mecanismo

Como la primera vez que pusiste tu boca en una mujer

III.

"Helada en Wheeling
1917"
Puente de hierro en la distancia,
más allá una ciudad
Hoteles donde los chulos van a hacer sus negocios
en las aceras de un mundo perdido.
Pero el primer plano está enfocado
Esta esquina de carpintería gótica,
estos patios que bajan hasta el nivel de la congelación
"Barco de vapor en el rio Ohio"
Su humo es sucio y oscuro,
su año desconocido
más allá la orilla lejana
superpoblada de fábricas.

"Nuestra casa en
Wytheville Sep. 1921"

Se habían mudado de Wheeling y mi padre llevaba sus


ropas de la ciudad. La calle principal está sin pavimentar
y hay
una farola eléctrica que se alza alta en el marco, centrado
por arriba el polvo marcado sobre un montón de cable,
sugiriendo la forma en que se alzaría con un viento fuerte,
en las sombras que arrojaría.

La casa es pesada, falta de atractivo, enfundada en estuco,


que no es nativo de la región.
Mi abuelo, quien vendía material a los contratistas,
estaba orgulloso de los materiales modernos,
que él usaba con el entusiasmo del vendedor.
En 1921 reemplazó la sección del ladrillo de la
acera frente a la casa con amplios bloques de cemento
vertido,
firmando esta mejora con un triunfal "W. F. Gibson 1921".
Creía en el cemento y la madera contrachapada
particularmente.
Setenta años después su firma continúa,
los bloques flotando perfectamente nivelados y sin encanto
entre musgosas extensiones de dulce ladrillo desnivelado
que conocieron las herraduras de los caballos yankees.

"Mama En. 1922" ha salido para barrer el cemento con una


escoba.
Sus botas están abrochadas con botones que
requieren un instrumento especial

Helada otra vez, el Ohio, 1917. el mecanismo se cierra.


Un recorte tirado ofrece un DeSOTO FIREDOME,
un Sedán de cuatro puertas, radio de torsión,
calefacción con volante y frenos fiables,
neumáticos nuevos w.s.w. premium.
Un sólo propietario. 1.595 Dólares.

IV

Él llegó hasta la época de la radio de torsión


pero no mucho más allá, y nunca en aquella ciudad.
Era algo para saberlo yo, la calle Mayor alineada con
Rockets 88,
la tienda enparquetada con placas de madera
pasteles cubiertos plástico en la Soda Shop,
y el misterio sin desvelar, la otra cosa,
sentida en el crujir de una señal tras la medianoche
cuando no había nadie más allí.

En el polvo fino como el talco sobre la plataforma de la


Norfolk & Western
reposan peniques con la cabeza de un indio dibujada desde
el amanecer del hombre

en las orillas y en el juzgado, un tiempo fósil


prevaleció, centurias de piedra caliza

Cuando me fui a Toronto


con la quinta,
mi pensión estaba allí en la calle Mayor,
sobre una tienda que compraba y vendía pistolas.
Una vez cambié con aquel hombre una derringer por una
Walther P-38.
Las pistolas están allí en la ventana
tras un cristal ambar opaco
como unas gafas de sol.
Tenía diecisiete más o menos, pero supongo
que sólo tenías que ser un chico blanco.
Caminé hasta un pozo de esquisto y quemé
diez dólares en 9mm
a través de ella, tan gastada que apenas
tenías que apretar el gatillo.
Aburrido, cansado, intenté disparar
a un arroyo distante pero
una de ellas volvió hacia mí
desde una piedra del río
haciendo saltar ramitas de un nogal
medio metro por encima de mi cabeza
así recordé el mecanismo.

V.

En la estación de autobús abierta toda la noche


vendían huevos revueltos para las tropas estatales
Aquellos cuchillos largos y delgados llamados cuchillos de
futa
Que eran cortadores de sandía con el mango de perla
Y novedades pueblerinas en madera parda barnizada
Que estaban hechas en Japón.

Primer me enviaban allí por la noche sólo


si el cartón de Camels de mamá se acababa
pero gradualmente empecé a valorar
la luz submarina, aquel hedor de otro mundo
de la gran aglomeración humana, los extranjeros
dirigiéndose a Port Authority
teniendo como destino Nashville, Menphis, Miami.
A veces el Sheriff miraba como salían
asegurándose de que volvieran
Cuando el lavabo de color
ya no fue necesario
derribaron la manzana
y extendieron el quiosco
a nuevas dimensiones
una cueva de los sueños con bonitos fluorescentes
oliendo débilmente y para siempre a desinfectante,
quizás también a los miedos viajados
de aquellos oscuros e incontables otros que,
moviéndose como a través de hierro ardiendo
se les hacía bailar
o no bailar
según cortara la sierra de la ley.

Fue allí cuando fui marcado como escritor


habiendo descubierto en aquella alcoba
copias de ciertas revistas
esotéricas y preciosas y, sí,
ya sabía entonces, completamente
el trato realizado en mi corazón para siempre,
aunque no cómo lo sabía
ni como lo hice.

Caminando hacia casa


A través de todas las calles detenidas
tan tranquilas que podía oír los temporizadores
de los semáforos un bloque más allá:
el mecanismo.
Nadie más, sólo el silencio
extendiéndose
hasta dónde los grandes trailers gruñían
en la autopista
Sus vastas y bestiales almas en deseo.

VI.

Tiene que haber habido una verdadera última vez


vi la estación pero no la recuerdo
recuerdo el rígido abrigo de cuero de caballo
un regalo en Tucson de un chico llamado Natkin
recuerdo el frío
recuerdo el petate del Ejército
que se perdió, el negro en Buffalo
tratando de venderme un bello anillo de diamantes,
y en la cafetería en Washington
Escuché a hurtadillas a un hombre llevando una corbata negra
adornada con rosas rojas
que he buscado desde entonces.
Debieron preguntarme algo
En la frontera
me admitieron
de alguna forma
y tras de mí se movió el sellado obturador de hojalata
a través del mismo cielo
y me fui libre
para encontrarme a mí mismo
perdido en un laberinto de ladrillo victoriano
entre té dulce con leche
y el humo de un cigarrillo llamado Gato Negro
Y cualquier marca desconocida de chocolate
Y chicas con flequillos despuntados
ni siquiera americanas
mirando hacia abajo desde ventanas altas y estrechas
sobre la nieve fundiéndose
de la ciudad no soñada
y sobre la revelada gracia
del mecanismo,
sin billete de vuelta.

Derribaron la estación de autobuses


Hay una cadena ahora
Ya no paran autobuses
y ahora camino a través de Chiyoda-ku
bajo un tifón
Una agradable lluvia horizontal
Y el paraguas invertido bajo el soplo de la tormenta del
Pacífico
Esta noche las linternas rojas se agitan,
sonriendo,
en el mecanismo

Trad. Da5id

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