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Diputados a Cortes por el Partido de Vitigudino,

entre 1859 y 1899. SALAMANCA

Cristóbal Martín de Herrera-Jurisconsulto y


Vicepresidente del Congreso de los Diputados

Hermano del Cardenal Martín de Herrera, también se forjó una


brillante carrera en España, pero en este caso política. Ambas figuras
constituyen uno de los últimos eslabones significativos de las antiguas
familias nobiliarias de la “Aldeadávila borbónica”.

Nació en Aldeadávila de de la Rivera el 20 de marzo de 18311. Ejerció


de abogado, y de diputado nacional a Cortes por el partido de Vitigudino,
desde el año 1859, a una edad tempranísima, con 28 años. Este escaño lo
conservó hasta su fallecimiento. No parece que los asuntos locales o
comarcales de su tierra figuraran entre sus máximas prioridades, puesto que
el estado de las carreteras y caminos en el Distrito de Vitigudino hacia 1866
se reconocía calamitoso, y se reclamaba una carretera que conectara
Vitigudino con Aldeadávila. Donde sí destacó fue en su carrera política
nacional, pero lo que quedará para la posteridad serán sin dudas sus obras de
Derecho.

Fue Vicepresidente del Congreso de los Diputados en dos períodos:


1865-1866 y 1871-1872. Inmediatamente después empieza su carrera como
ministro en los diferentes gobiernos:

Información de Wikipedia:

“Abogado y político español, fue ministro de Gracia y Justicia durante


la regencia del general Serrano, ministro de Ultramar durante el reinado de
Amadeo I, y ministro de Fomento y nuevamente de Gracia y Justicia y de
Ultramar durante el reinado de Alfonso XII.

Militante del Partido Moderado, obtuvo acta de diputado en el


Congreso, en las elecciones de 1858, por la circunscripción de Salamanca,
volviendo a obtener dicho escaño en varios de los siguientes procesos
electorales hasta los de 1876, en los que ocupó la vicepresidencia de la
Cámara.

1
“El compromiso intelectual del político. Ministros escritores en la historia…”. Pedro Pascual, p. 137.
1
Fue ministro de Gracia y Justicia entre el 18 de junio y el 13 de julio de
1869 en un gabinete Prim, cartera que volvería a ocupar entre el 2 de
diciembre de 1875 y el 14 de enero de 1877, en esta ocasión en un gobierno
presidido por Cánovas del Castillo, y en el que también desempeñaría las
carteras de ministro de Fomento, entre el 12 de setiembre y el 2 de
diciembre de 1875, y de Ultramar, entre el 14 de enero de 1877 y el 12 de
febrero de 1878; anteriormente ya había ocupado la cartera de Ultramar en
un gabinete Sagasta, entre el 20 de enero y el 26 de mayo de 1872.”

Así era la barca de Aldeadávila a comienzos del siglo XX. Fotografía de


la revista: “La Ilustración española y americana”.

- Ministro de Gracia y Justicia: durante unos días desde el 18 de


junio al 13 de julio de 1871.

Mismo Ministerio en la Restauración de Cánovas del Castillo: 12 al


16 de noviembre de 1875.

- Ministro de Fomento: 12 noviembre al 2 de diciembre del mismo


año.

- Ministro de Ultramar: 18 de agosto a 13 de setiembre de 1876.


Ministro interino los días 21 y 22 de dicho mes. Ministro titular:
casi un año, desde 14 de enero de 1877 a 10 de enero de 1878.

- Ministro de Estado: interino de 11 de julio a 13 de agosto de


1877.

2
Publicó varias OBRAS, principalmente sobre Derecho y legislación
nacional española:

- “El verdadero fin del derecho internacional”: discurso pronunciado


durante su investidura como doctor honoris causa por la
Universidad Central de Madrid. Le impuso la distinción J.
Campañal en 1855. El escrito consta de 15 págs.

- “¿Qué efectos debe legítimamente producir en las relaciones de


Estado con las Iglesias la libertad de cultos tal como ha sido
consignada en el artículo 21 de la Constitución de 1869?”:
discurso pronunciado en la sesión inaugural Real Academia de
Jurisprudencia y Legislación (18-XI-1871)2. 31 páginas.

- “Informe en defensa de Don José María Labernia en el pleito


contra él por Don José Vitoria Quirao sobre pertenencias
mineras y abono de cantidades. Madrid, 1874.

- “Estudio de la legislación española y reforma de los Tribunales”:


discurso del Ministro de Gracia y Justicia en la apertura de los
Tribunales, del día 15 de noviembre de 1876.3

- “Discurso en la sesión inaugural de la R.A. de Jurisprudencia y


Legislación”: 1886.4

Fallece en Madrid hacia 1878.

Otros Diputados por el partido de Vitigudino

Artículo de M. S. Calderero (“Tierracharra.com”)

Estaba hojeando un viejo almanaque editado por la Ilustración Española


y Americana para el año 1914 cuando observé una fotografía que en un
principio no me llamó la atención -estaba buscando edificios y paisajes- pero
que al cabo de unos segundos me hizo volver hacia atrás. Efectivamente en la
imagen aparecía una charra. Se trataba de una fotografía de un cuadro de
Carlos Vázquez titulado "No hay rosas sin espinas". Pero lo que me llamó la
atención fue que en la misma página en la parte superior terminaba un poema
que firmaba "Juan Antonio Cavestany". Y en seguida asocié las dos cosas:
charros y Cavestany. Tenía que tratarse del que fuera diputado por el
distrito de Vitigudino durante varias legislaturas a finales del siglo XIX. Y así
era en efecto. Reconozco mi absoluto desconocimiento de que Cavestany era

2
“Tipografía de Eduardo Cuesta”, Madrid, 1871.
3
“Imprenta del Ministerio de Gracia y Justicia”. Madrid, 1876. 15 págs.
4
“Imprenta de Cuesta”. Madrid, 1886. 16 págs.
3
un famoso escritor. Siempre pensé, que como miembro destacado del partido
conservador, se trataría de un noble o rico hacendado, cuyo único mérito
fuese precisamente ése.

Juan Antonio Cavestany (Sevilla, 31 de diciembre de 1861-


Madrid, 3 de diciembre de 1924) Literato y político español.

En Sevilla pasó los años de su infancia y los primeros de su juventud. Mostró


desde muy niño extraordinaria afición a la poesía y fueron tan precoces sus
aptitudes literarias, que a los trece años había ya publicado un librito de
versos y antes de cumplir los dieciséis, el 13 de diciembre de 1877, estrenó
en el Teatro Español su famoso drama El esclavo de su culpa. El éxito que
alcanzó esta obra fue tan grande que él sólo bastó para hacer popular en toda
España y aun fuera de ella el nombre de su autor. Después, estrenó dramas y
comedias, de las cuales fueron las más aplaudidas: Grandezas humanas, Sobre
quién viene el castigo, Salirse de su esfera, El Casino, Juan Pérez, La noche
antes y Despertar en la sombra. Todas estas obras fueron escritas antes de
cumplir los veinte años. Se dedicó luego a la poesía lírica y publicó un tomo de
versos que mereció grandes elogios de la crítica.

La política lo apartó entonces del camino de las musas y le hizo interrumpir su


exitosa carrera literaria. Militando en el Partido Conservador, tuvo por
primera vez asiento en el Congreso en 1891, representando a un distrito de
Andalucía. Después fue diputado en seis legislaturas y senador dos veces,
siempre por la provincia de Salamanca. Posteriormente regresó a la vida
literaria con nuevos bríos, cultivando literatura lírica y dramática.
Aplaudidísimas fueron sus obras La duquesa de la Villiere, que alcanzó más de
sesenta representaciones seguidas; La Reina y la comedianta; Nerón, lírica; El
leoncillo; Los tres galanes de Estrella, imitación del teatro antiguo español;
Farinelli, ópera con música de Bretón; El idilio de los viejos, y otras,
mereciendo grandes aplausos de la crítica y del público sus dos tomos de
poesías Versos viejos y Al pie de la Giralda, dedicado íntegro a Sevilla, lleno
de ternura y colorido.

Como orador político, su brillantez le valió en ambas Cámaras grandes éxitos,


siendo uno de los mayores el que cosechó en el Senado en un discurso en pro
de la conservación de la Alhambra. Como conferenciante, se prodigó en el
Ateneo de Madrid, y en los Juegos Florales de Albacete (1905), Granada
(1907) y Sevilla (1908). Ingresó en la Real Academia Española en febrero de
1902, y fue vicepresidente del Congreso de los Diputados con el gobierno de
Raimundo Fernández Villaverde. En 1910 realizó una importante excursión
literaria por América. Estuvo en posesión de la Gran Cruz del Cristo de
Portugal y otras condecoraciones y fue maestrante de Zaragoza.

Al comprar la Diputación de Cáceres el palacio de Carvajal a la familia


Cavestany-Carvajal en 1985, se adquirió con él la biblioteca del famoso autor
4
dramático y poeta, que figuran en su archivo; entre los manuscritos se
conservan cartas y escritos de Ricardo León, Blanca de los Ríos, Pedro Muñoz
Seca, Eduardo Zamacois, Jacinto Benavente, Linares Rivas, Emilio Carrere y
los originales de sus obras.

Tal y como nos indica el texto anterior, fue elegido diputado por la
circunscripción de Salamanca, distrito de Vitigudino en las elecciones de
1896, 1898 y 1899. En 1903 lo fue por el distrito de Sequeros.
Posteriormente fue senador por Salamanca en las legislaturas 1905-1907 y
1907-1908. En 1914 fue designado como senador vitalicio. Como curiosidad
añadiremos que fue quien intentó por todos los medios evitar la ejecución en
Vitigudino de la pena de muerte a la que se había condenado a Pedro Manso
por el crimen de Ituero de Huebra y que no pudo conseguir.

Vamos a transcribir a continuación la poesía que me encontré en el


almanaque y la fotografía que la ilustraba:

LA CUNA VACÍA
I
La dulce princesa de un reino de Oriente
Llevaba en el surco marcado en su frente
La huella profunda de oculto dolor:
Doncellas y pajes, con ánimo inquieto,
En vano intentaban saber su secreto;
Secreto, sin duda, de males de amor.

¿Por quién llorar puede la hermosa princesa?


¿Por qué la corona le irrita y le pesa?

5
¿Por qué su hermosura no quiere adornar,
Ni apenas recoge, como antes solía,
Los rubios cabellos, cual hebras del día
Que bajan humildes sus pies á besar?

Sus ojos azules, tan tristes ahora,


No tienen, como antes, destellos de aurora;
Tristeza de ocaso su luz empañó.
¿Qué oculta en su pecho, de amores morada.
La rubia princesa, la rosa tronchada?...
¡Tronchada y apenas sus hojas abrió!

II

Vagaba una tarde florida y serena


La pálida virgen, la blanca azucena,
Mirando á las olas la playa bordar...
Del sol á los vivos ponientes reflejos,
Su vista buscaba muy lejos, muy lejos...
Allá, donde se unen el Cielo y el Mar.

Sondaba afanosa la azul lejanía,


Buscando algo en ella que no descubría,
Tal vez de la niebla perdido en el tul...
Sus ojos, ansiando rasgar ese velo,
Decir parecían al agua y al cielo:
¿Miradnos despacio; copiad nuestro azul.

Un paje al mirarla, su paje querido,


Sin duda el más bello y el más atrevido,
Se acerca á la hermosa princesa ideal;
Con gesto gracioso saluda y se inclina,
Y asi le pregunta con voz argentina:
-¿Qué tienes, Señora? ¿Quién causa tu mal?

Yo sé muchos cuentos y trovas de amores;


Sé historias de ninfas, de guerras, de flores,
Que son en las penas de extraña virtud.
¿Cuál de ellas te canto? Mi voz vibra y besa.
Por darte consuelo, mi dulce princesa,
Los dedos y el alma pondré en el laúd.

- No cantes, mi paje; tus trovas no quiero.


- ¿Qué anhelas entonces?~Que venga el que espero
La rubia princesa responde al doncel.
- Le estoy aguardando de noche y de día,
Y el Hada me dijo que no tardaría...

6
La vida y el trono me sobran sin él.

De pronto un objeto, rompiendo la bruma


Y envuelto en un nimbo de luz y de espuma,
Se vio de las olas surgir y avanzar.
La niña dio un grito.-¡Por fin! ¡Es mi amado!
Y un carro de nácar, por cisnes tirado,
Con rumbo á la orilla flotó sobre el Mar.

Y él era. Llegaba gallardo, arrogante,


Ceñidas las sienes por blanco turbante,
Sediento de goces, rendido de amor;
Mostrando sus galas, su porte sereno,
Su noble apostura, su rostro moreno,
Sus ojos rasgados de ardiente fulgor.

- ¡Por Dios, que tardaste!-gimió la doncella.


- ¡Mi bien! - dijo el mozo, corriendo hacia ella
Apenas la playa tocó su bajel.
Después... ¿quién describe tan hondo embeleso?
Fué un soplo, un instante, lo breve de un beso...
¡De un beso y dos almas prendidas en él!

Al dia siguiente los tiernos esposos


De Dios ante el ara llegaron dichosos,
Fundiendo dos vidas un mismo crisol;
Y uniéronse en lazo de amor verdadero
La rubia princesa y el joven guerrero
Venido sin duda del reino del Sol.

Llevaba el mancebo rizada gorguera,


Y un casco de plata con larga cimera
Y un manto bordado, color carmesí;
La niña con perlas trenzado el cabello,
Y en hilos de aljófar, pendiente del cuello,
Rival de sus labios, un claro rubí.

¡Cuan noble en su dicha la amante pareja!


Los grandes felices y el pueblo sin queja,
Todo era ventura del trono en redor;
Y más cuando uniendo tesoro á tesoro,
Con un bello infante, más rubio que el oro,
Feliz heredero dio al reino su amor.

Jamás fué la suerte más plena y brillante


Las hadas vertieron en torno al infante
Riquezas y honores y gloria y poder.

7
La dicha perfecta se da en esta vida,
Porque ambos esposos la vieron cumplida
Meciendo la cuna del ser de su ser.

III

¿Qué tiene la dulce princesa de Oriente?


De nuevo los surcos que marcan su frente
Las huellas delatan de oculto pesar.
¿Qué tiene el esposo tan bello y amado,
Gentil mensajero de un reino ignorado,
Que en carro de cisnes llegó por el Mar?

La hermosa no lleva brillantes al cuello,


Ni trenza con perlas el rubio cabello,
Ni en hilos de aljófar ostenta el rubí;
Su amante no luce la blanca gorguera,
Ni el casco de plata con larga cimera
Ni el manto bordado color carmesí.

¿Qué tienen, que lloran? La dócil fortuna


¿No es siempre su esclava? ¿Del hijo la cuna
No pueden felices mirar y mecer?
Meciéndola pasan la noche y el dia...
Pero ¡ay! ya no encierra la cuna vacia
Los tiernos hechizos del ser de su ser.

Ya el arca no guarda su antiguo tesoro;


Perdieron al ángel más rubio que el oro,
Que huyó de sus brazos y huyó de su amor...
Meciendo esa cuna - la luz de su nido-
No mecen y arrullan al ángel perdido,
Que mecen y arrullan su propio dolor...

Juan Antonio Cavestany.

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