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Las células
El cuerpo esta constituido por células. La mayoría de ellas son de tamaño minúsculo y
sólo pueden verse a través del microscopio. En el cuerpo humano hay unos 100
billones de células (unas 20.000 veces el número de personas que viven en el
mundo en la actualidad). Las células presentan, además, una extraordinaria
variedad. En el cuerpo hay docenas de tipos celulares, cada uno de ellos con
una forma y un tamaño determinados y con una función específica.
La célula se define con frecuencia como “la unidad básica de la vida”. Ello se
debe a que todos los seres vivos están formados por células. Hay algunos
organismos, como las amebas, que están constituidos por una sola célula. Las
amebas parecen pequeñas bolsas de gelatina y habitan en los fondos de los
charcos . la célula de la ameba contiene toda la compleja combinación de
sustancias químicas necesarias para desarrollar las funciones básicas de la vida,
como la sensibilidad frente al medio que la rodea, la nutrición, la eliminación de
residuos y la reproducción.
Por su parte, un pequeño gusano, tan fino como un cabello y de la misma
longitud que un grano de arroz, esta formado por varios cientos de células.
Insectos como el mosquito pueden contar con decenas de miles de células,
mientras que los mayores organismos vivos, desde el ser humano hasta grandes
árboles como el roble, están construidos por miles de millones de minúsculas
células.
El medio acuoso:
Las células humanas también viven en un medio acuoso. El agua esta presente tanto
dentro como fuera de la membrana (la barrera exterior de la célula). Las moléculas
aisladas de agua son lo suficientemente pequeñas como para atravesar la membrana
celular por ósmosis, un proceso que la propia célula no puede controlar.
Aunque el agua pueda entrar y salir de la célula de esta manera no controlada, los
nutrientes, los minerales y otras sustancias esenciales no pueden hacerlo, debido a que
sus moléculas son demasiado grandes para atravesar la membrana. Si, como
consecuencia de ello, las concentraciones de estas sustancias se hicieran demasiado altas
o demasiado bajas, dentro o fuera de la célula, el agua fluiría hacia el interior o hacia el
exterior celular por ósmosis. Este flujo podría destruir la célula y, por lo tanto, dañar el
cuerpo. La razón por la que esto no ocurre en condiciones normales es que cada
membrana celular puede regular el paso de las moléculas de mayor tamaño a través de
una especie de puerta que existe en la propia membrana. El paso de las moléculas de
nutrientes y minerales por estas “puertas” es continuo, pues de esta manera la célula
consigue mantener el equilibrio de las sustancias corporales.
Tipos celulares:
Pueden diferenciarse múltiples tipos celulares, que responden a distintas funciones. Por
ejemplo, las células nerviosas conducen pequeños impulsos eléctricos a lo largo del
cuerpo, mientras que las células de la sangre llevan el oxígeno de una parte a otra y las
células epiteliales forman revestimientos de protección. Cada tipo distinto de célula
presenta un diseño específico, con diferente número de organelas. El ciclo vital de los
distintos tipos celulares también varía dentro de amplios márgenes. Las células
epiteliales que tapizan el intestino se van desgastando por la acción de los alimentos
digeridos que pasan a través del conducto intestinal. Estas células mueren a las pocas
horas de formarse y son expulsadas del cuerpo con las heces.
Por el contrario, las células denominadas osteocitos producen una sustancia resistente
que las recubre. Dicha sustancia es hueso. El tejido óseo, al formarse, va atrapando las
células que lo generan. Imposibilitadas para desplazarse, los osteocitos viven durante
años en las prisiones que ellos mismos se han construido.
Cada uno de los tipos celulares existentes en el cuerpo desarrolla una función específica.
Las células nerviosas, por ejemplo, presentan unas finas extensiones, llamadas axones,
que conducen las señales a través del organismo. Las células epiteliales son anchas y
aplanadas, como las losetas de pavimentación. Forman el revestimiento interno o
externo como las superficies interiores de nariz, boca, pulmones e intestino.