Вы находитесь на странице: 1из 1

dran junto a sus vísceras, en la fosa que exca-

va. No hay angustia en el personaje; somos


En el vientre de la noche nosotros, los lectores, los angustiados, los que
reclamamos la compasión del parricida.
José de Piérola El autor, magistralmente, humaniza a la
JORGE FÉLIX RODRÍGUEZ. bestia a través de sus cavilaciones que discu-
rren en paralelo a la escena última y única.
Por ellas llegamos a esa dicotomía del hom-
En estos tiempos en que la justicia finalmen- bre que vive su vida entre el hogar y el cuar-
te, perturba el sueño de uno de los dictadores tel; entre la ternura y la violencia. Ternura del
más sanguinarios de América; en el que miles hombre que quiere volver a casa para arropar
de emigrantes, huyendo de la barbarie y las su “negrita” y ver a su “mochito”, al que cu-
precariedades, se hacinan en iglesias y multi- riosamente, su capitán no quería que lo lla-
tudes por el elemental derecho a una vida mara Ernesto, quizás amedrentado por el
mejor, a llegado a mis manos, por la gentileza fantasma de otro muerto, también llamado
de Migue A. González Sanchís, director de la Ernesto, que ha martirizado más a las dicta-
revista “Sala de Espera” de la Fundación Max duras desde su mito, que en su paso luminoso
Aub, un relato intenso y desgarrador del pe- por las selvas americanas. Su cuartel, su cár-
ruano (también él, exiliado) José de Piérola, cel, es la voz del capitán resonando en los oí-
Premio Internacional de Cuentos de dicha dos; una voz de la que no puede escapar, de la
fundación en 1998. que no deja de sentir miedo; él, el victimario
La gesta ha sido mil veces repetida a lo de este relato, convertido también en víctima
largo de los años: la violencia y el espanto y representado espléndidamente en el desen-
como parte de la historia. Si algún valor ha lace.
tenido ese horror, ha sido el de nutrir la lite-
ratura, esa hermosa señorita, dócil y pálida Madrid, 15 de febrero de 2001
que se alimenta, como dice otro peruano ilus-
tre, de la carroña humana. Pero eso sería un
precio demasiado alto a pagar por la literatu-
ra, mejor sería que llegue el día en que esa ca-
rroña, no sea nunca más, la muerte y el te-
rror.
En el Vientre de la Noche, es el relato de la
violencia sutil, sobrecogedora, que fluye todo
el tiempo por la entrelinea. No hay cadáveres
masacrados, ni asesinos que se bañan en a
sangre de sus víctimas; ni uno solo grito de
dolor y espanto. Con sencillez y humildad Jo-
sé de Piérola nos relata los últimos instantes
de la víctima y su sicario. Junto a ellos baja-
mos a aquella cañada abandonada sabiendo
todos, que vamos a ser testigos de una muerte
anunciada. El relato se escapa de todo este-
reotipo: el asesino cumple una orden, no se
cuestiona su papel; la víctima no pretende
aleccionar; no hace un discurso en defensa de
las ideas por las que está a punto de morir; no
reclama el indulto o la clemencia, solo saca
sus ropajes más humanos para que no se pu-

RODRÍGUEZ--EN EL VIENTRE DE LA NOCHE.DOC – [ 1 / 1 ]

Вам также может понравиться