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“Examíname”

“Examíname, oh Jehová y pruébame; examinas mis íntimos pensamientos y mi


corazón”. Salmo 26:2.

Este salmo fue escrito en la época del hambre que asoló a Israel durante tres años. El
contexto nos muestra que la nación atravesaba un período de crisis. Hay momentos
críticos de los cuales tú no eres responsable. No siempre el sufrimiento es el resultado de
los errores que tú hayas cometido.

Muchas veces, tú experimentarás el dolor como consecuencia de los errores cometidos


por tus antepasados. David pasaba por uno de esos momentos, y dice al Señor:
“Examíname. Pruébame. No mires solo mi conducta exterior. Mira mis sentimientos y
pensamientos íntimos. Tú sabes que en este caso, yo soy inocente. En mi vida puede
haber muchos errores, puedo haber fallado muchas veces, pero en este caso, Señor, yo
no tengo la culpa”.

La Biblia afirma que “no hay justo ni aun uno”. ¿Cómo podía el salmista tener el
atrevimiento de pedir a Dios que lo probara, si “todos los que pecaron están destituido de
la gloria de Dios”? Fue por ese amor incomprensible que: “Al que no conoció pecado, por
nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos hecho justicia de Dios en él”. En él.
En Jesús. En ningún otro hay salvación. En él tu y yo somos justos.

“DIOS TE BENDIGA Y TE DE SABIDURÍA”

Aún hay Esperanza. . .

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