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Valdecasa 1

Valdecasa
Valdecasa

Bandera
Escudo

n/d
País  España

• Com. Autónoma  Castilla y León


• Provincia  Ávila

• Comarca Sierra de Ávila


Ubicación
• Altitud 1364 msnm
• Distancia 27 km km
Superficie 21.76 km²
Población 76 hab. (INE 2008)
• Densidad 3.49 hab./km²
Gentilicio Valdecasero
Código postal 05143
Alcalde Raquel López Gerardo

Valdecasa es un municipio de la provincia de Ávila, comunidad autónoma de Castilla y


León, en España.

Datos básicos
Tiene una superficie de 21,76 km², con una población de 97 habitantes y una densidad de
4,46 hab/km². El municipio tiene una entidad: Pasarilla del Rebollar

Demografía
Evolución demográfica de Valdecasa entre 1991 y 2004

1991 1996 2001 2004

123 126 109 93


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Contexto geográfico
Valdecasa, este pequeño pueblo se sitúa al abrigo de los cerros de la Sierra de Ávila, está
orientado al sur-oeste y gracias a su altitud que lo convierte en atalaya, se puede disfrutar
desde él de unas vistas inigualables. El paisaje es un magnífico ejemplo del batolito Central
de la península Ibérica, donde las formaciones de granito se tornan composiciones
misteriosas y desde luego impactantes, entre las cuales, a lo lejos, emerge la anciana
Serrota con su tono siempre azulado y a la que estos paisanos conocen como Salrrota y una
visión al infinito morañego que se convierte en mar cuando el sol se encuentra cada tarde
con el horizonte.
Hasta él se llega por una estrecha y tortuosa carretera que parte de Cillán. A mitad de
camino se pasa por un el único lugar anejo de Valdecasa: Pasarilla del Rebollar que aparece
mencionado en un antiguo documento como Casas de la Paxara. Más adelante, cuando se
llega al Alto de las Navillas (Navillas de Brieva), ya se divisa alguna de sus casas y naves.
Hasta hace poco su visión desde este punto era casi inapreciable al confundirse las escasas
construcciones que se podían divisar, todas ellas de piedra berroqueña, con el mismo
paisaje. Así, escondido y vigilante, a mano y a trasmano, guardó este municipio su sencilla
historia.

Economía local
Sus gentes siempre vivieron de la ganadería y de una pequeña y humilde agricultura de
subsistencia. Esto era normal, ya que se trata de un paisaje montañoso y rico en pastos, en
su mayor parte comunales como es común en Castilla. Esta práctica de la ganadería marcó
siempre y aún sigue marcando de algún modo, el ritmo vital de Valdecasa. Todavía hoy,
familias enteras practican la trashumancia, desplazándose todos los inviernos en busca de
pastos a las dehesas de Extremadura, costumbres que evocan un pasado nómada que, por
ejemplo, practicaban ya los vettones.
Se conoce por tradición oral la costumbre de alguna de estas familias que después de
regresar al final de la primavera desde Extremadura, se desplazaban de nuevo en verano a
las montañas de León con sus ganados. De épocas remotas se conserva también el uso
común de los pastos y el pastoreo común de cabras, vacas y, en el pasado, incluso de
cerdos. Tantas cabezas de ganado se llevaban a pastar, tantos días que la familia ponía
pastor para cuidar el rebaño de todo el pueblo. Para pasar el relevo de familia en familia se
utilizaba como testigo un cuerno hueco de vaca. Este, a su vez, tenía la utilidad de servir
para convocar al rebaño comunal soplando por uno de sus dos orificios y haciéndolo sonar.
Las ovejas, al formar rebaños más numerosos, no participaban en este sistema de pastoreo.
La agricultura de secano se organizaba con un sistema de rotación que también seguía
todo el pueblo. Se cultivaba en zonas alternas que quedaban exentas de animales hasta
que, una vez finalizada la cosecha, los rastrojos quedaban libres al soltarse la hoja y todos
eran llevados a esas zonas para aprovechar este festín de paja seca y aún vertical. La
imagen provocaba admiración sobre todo entre los más ancianos que siempre se asomaban
desde el Canto del Calvario o desde las Lanchas de las Eras para contemplar dicha
concentración pecuaria.
También se rotaba el tipo de cultivo y por eso se alternaban las herbáceas, sobre todo
centeno, aunque también cebada y en menor medida trigo, con leguminosas como las
algarrobas y los garbanzos. Todos estos cultivos eran llevados cada verano a las eras donde
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se culminaban los procesos antes del almacenaje en los sobraos de las casas y en los
pajares. El pueblo entero pasaba el verano en las eras, no faltaban las tareas que se iban
sucediendo, primero levantando la hacina, extendiendo la parva, trillando, limpiando el
grano de la paja, barriendo la era… y ya al anochecer, cuando sólo los vencejos vigilaban,
detrás de algún montón, en la era, sabe dios que otras cosas pasaban. Otra imagen
recurrente de los atardeceres de Valdecasa era la llegada de algún rebaño de ovejas que
no dormía aquella noche en una herrén en el campo y los pastores echaban sal en las
lanchas de las eras y estás lamían y lamían hasta dejarlas impolutas. Debido a la abrupta
orografía del terreno, era digno observar como los carros de dos ruedas con aro metálico,
tirados por dos vacas de raza negra avileña y engalanadas con unas preciosas melenas de
cuero que protegían sus ojos de las moscas y sobre las que se apoyaba el yugo de pesada
madera, bajaban por esos pedregales. El volumen del carro cargado no tenía parecido al del
carro vacío. Cuando en él se cargaba heno o los haces de cereal, aumentaban varias veces
su tamaño. Era característico oír la voz del arriero llamando a las vacas por su nombre; a
veces tenía que ver con el tipo de animal: Piñana, Jarda, Morucha... otras veces era el
carácter, el color, la forma de los cuernos: Marquesa, Portuguesa, Colores, etc.
Valdecasa dispuso, al menos en el siglo XX, de una tienda que a la vez era taberna. Se
conocen dos casas que cumplieron esta misión.
Había algún horno donde se cocía el pan, un solar cercano se denomina como la fragua por
lo que se piensa que en su día hubo alguna y se conocen gentes del pueblo que no se
dedicaron a la ganadería ni a la agricultura sino a oficios artesanales con la albañilería, la
carretería, la carpintería… Todo esto fue perdiéndose al sufrir el retroceso provocado por
un profundo aislamiento. Valdecasa no dispuso de carretera ni camino transitable hasta
bien entrados los años 70. A partir de ahí se llevó el agua a las casas. La luz eléctrica llegó
a comienzos de los 60. Por esto llegar a Valdecasa era toda una aventura. Alrededor del
pueblo, apiñados entre un bosquete de negrillos, frutales, álamos temblones, morales,
nogales y otras especies, se cultivaban numerosos y diminutos pequeños huertos para el
gasto de la casa. También se regaban algunos prados y después se hacía el almiar con el
heno recogido. A las afueras del pueblo antiguamente se cultivaba el lino y por eso hay una
zona que conserva el nombre de Linares. Posteriormente era la mejor zona cercana al
pueblo para obtener una buena cosecha de patatas.

Historia
Aparte de los restos arqueológicos que se han encontrado en los pueblos circundantes
como San Juan del Olmo, Cillán, Chamartín de la Sierra, Balbarda, Muñico, etc., de origen
vetón, romano, visigodo y medieval, existen en el término municipal de Valdecasa, en la
zona de la Dehesa de Rehollo, tumbas escavadas en piedra que parecen ser visigodas. Se
habla también de que el viejo escudo del pueblo lucía una gran encina cuyas ramas
colgaban hasta el suelo… quizá se trate de una vieja historia sin fundamento. Esta zona es
de las denominadas por los historiadores de la provincia de Ávila como de repoblación
tardía. Es decir la que se realizó aproximadamente rondando el año 1300.
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Toponimia
El origen euskera y del norte de Castilla de algún topónimo nos ofrece pistas sobre la
procedencia de estos colonos: Gorría (Del euskera roja, posiblemente debido al color que
tomaban las laderas en invierno al estar cubiertas de robles Quercus pyrenaica que como
todo el mundo sabe se vuelven rojizos en invierno pues no llegan a perder la hoja y con
mayor motivo si se contemplaba al atardecer. Pudiera ser que también quedase algún
bosquete de hayas que, según análisis polínicos de estudios arqueológicos llevados a cabo
en zonas circundantes, parece ser una especie que crecía en diversas zonas de la Sierra de
Ávila). Canchilla Duero por ejemplo hace clara referencia al río que atraviesa Castilla
Portugal… Otros topónimos nos derivan a la presencia musulmana, sobre todo el del río
Almar que nace en este término. Otros como Valle Jarmó o Jalmín pudieran corresponderse
también con derivaciones del árabe, aunque recientemente este topónimo aparece en un
documento de pago de contribución como Valle Jalmundo que podría tener connotaciones
visigóticas. Esto tampoco resultaría extraño ya que relativamente cerca se encuentra la
necrópolis de La Coba, perteneciente a este período. Quizá, incluso pudiese haberse
producido la existencia de algún colectivo hebreo, pues aparte de las costumbres que se
conservan en Castilla procedentes de sus judíos y que en Valdecasa se podían observar
como en cualquier otro pueblo, existen topónimos como la Cueva de Marranos (palabra de
origen árabe con la que se nombraba a aquellas personas que practicaban el judaísmo) o
las diferentes navas y navillas que se extienden por todo el término y que según las últimas
investigaciones también pueden proceder de esa lengua.

Historia eclesiástica
Eclesiásticamente, Valdecasa siempre perteneció a la parroquia de Grajos (hoy conocido
como San Juan del Olmo aunque para sus vecinos Valdecaseros, de donde baja el helado
viento escorna cabras, siempre serán “los de Grajos”). Valdecasa perteneció desde que se
fundó al denominado "Benficio de Grajos", propiedad del Convento de la Encarnación de
Ávila (sobre este tema nos extenderemos próximamente). Por lo que en este sentido y en
muchos otros, siempre dependió de este pueblo ya que siempre fue más grande, mejor
comunicado y disponía de un buen comercio, tahona, médico, cura… Y no faltaban ni faltan
hoy los vecinos de Valdecasa en la romería de la Virgen de las Fuentes. Hasta la
desamortización, los parroquianos dependieron de las monjas del Convento de la
Encarnación de Ávila, según consta en diferentes archivos y a las que les pagaban sus
tributos.

Arquitectura popular
Se pueden observar algunos rasgos característicos en la construcción de las casas más
antiguas. Sin alejarse en absoluto del más puro estilo serrano, presentan en la entrada un
pequeño porche llamado portalillo que solía decorarse en su interior con figuras
geométricas decoradas con tonos azules sobre el fondo blanco de la cal. El material
utilizado para el exterior de las viviendas es el granito, dando pie a construcciones de
anchos muros con pequeños huecos en las ventanas, siempre con reja de hierro forjado. La
cubierta era de teja árabe que descansaba sobre madera entrelazada con piornos y ramos.
Las puertas de las casas eran de doble hoja y permanecían con su parte superior abierta
desde la mañana a la noche. Normalmente se entraba en un portal en el que solía
encontrarse un vasar, la cantarera, alguna banqueta o silla y casi siempre algún almirez o
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cazo de metal por allí colgado, frente a la puerta. El portal cumplía la función de
distribuidor entre las diversas estancias. Las paredes interiores eran de adobe, los techos
de madera, normalmente de álamo y los suelos de piedra o directamente de barro que se
regaba antes de ser barrido para evitar la polvareda. A izquierda y derecha podía haber una
o dos salas que a su vez tenían una o dos alcobas cada una. Las alcobas se aislaban de la
sala con cortinas de algodón blanco bordadas o con puntillas. En el centro de estas salas
había una mesa redonda y alrededor, junto a las paredes, sillas, arcones, baúles y alguna
mesa llena de vasos y pequeños recipientes de cristal colocados, por ejemplo, de mayor a
menor. El mobiliario normalmente se fregaba con jabón y arena fina lo que le dotaba de un
aspecto característico y blanquecino. Las paredes, en ocasiones estaban empapeladas,
aunque en la mayoría de los casos era la cal la que las jalbegaba de un blanco
deslumbrante. Era costumbre decorar las estancias con zócalos bajos de diferentes colores.
Al fondo podíamos encontrar la cocina con una gran campana de chimenea en el techo. En
ella solía haber un vasar con los huecos para los baldes de zinc donde se fregaban los
cacharros, un escaño, una mesa para comer, banquetas y tajillas. Directamente en la pared
había una oquedad con unas tablas que servía para almacenar las especias: el pimentón, el
orégano, la sal… se usaba como una pequeña alacena y como tal se adornaba con puntillas
realizadas con hilo o incluso recortadas en papel para ser anualmente sustituidas. La
imprescindible despensa nunca faltaba, así como la escalera de acceso al sobrado bajo la
cual se guardaban las tinajas para el vino o las aceitunas… El sobrado era una pieza
fundamental de las casas porque además de servir como cualquier otro desván para
guardar trastos en desuso, servía para almacenar el grano separado por las trojes que no
eran otra cosa que unos pequeños tabiques de adobe; también algunos productos de la
huerta como las cebollas, patatas, nueces… La mayor parte de las casas disponían de un
corral y dependiendo del tamaño de éste, uno o más pajares. En el corral estaban las pilas
talladas en piedra donde se servía el caldero de comida para los cerdos.

La iglesia
El único monumento que destaca en el pueblo es su pequeña Iglesia. Está construida en
piedra y parece por su estilo del siglo XV, aunque probablemente esté construida sobre otra
anterior. Esta afirmación se debe a que se aprecian, a primera vista, dos estilos muy
diferentes de construcción: la zona del ábside y norte, parece anterior a la cara sur, aunque
hacer congeturas sobre el origen sin más datos resulta demasiado arriesgado. Sorprende su
pequeña espadaña mudéjar de ladrillo por lo que su origen pudiese ser anterior, de la
época en que se produjo la repoblación de esta comarca de la sierra. El hecho de que se
produjese esta repoblación tampoco demuestra que la zona estuviese completamente
despoblada. En el patio hay una cruz de piedra y antes había una olma hueca donde se
escondían los chavales para jugar y las lechuzas nocturnas para asustar. También se
encuentra, pegado al ábside, el pequeño cementerio. Desde este parece observarse en el
centro del ábside una lo que pudo ser una pequeña ventana saetera que probablemente
diera luz al interior antes de instalar el magnífico retablo del primer barroco (por su
sencillez) o incluso tardo-renacentista presidido por un hermoso y delicado relieve de la
Anunciación en madera policromada. Lo flanquean diversas tallas de imágenes de santos y
una virgen con niño, por el hábito y como es lógico debido a la vinculación con la Orden del
Carmelo, parece tratarse de la Virgen del Carmen aunque en una mano porta una
manzana. Hay un Cristo muy antiguo y deteriorado y un curioso calvario. Detrás del
sagrario hay una pintura al óleo que debe describir algún milagro ocurrido en alguna
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contienda, aunque no se aprecia bien por la falta de luz en ese espacio y quizá porque
necesita de forma urgente una restauración. Todo el suelo de la iglesia son sepulturas y
antiguamente, cuando no había bancos para sentarse, las mujeres se colocaban sobre esas
piedras, con un cojín para arrodillarse y un mantel con velas muy finas enroscadas en una
tabla que encendían para alumbrar el alma de sus muertos. Los hombres se colocaban en la
parte trasera y los mozos por la escalera del campanario. La restauración del suelo que
tuvo lugar en la parte del altar sobre los años setenta fue muy desafortunada al sustituir las
antiguas baldosas de barro cocido por un terrazo industrial blanco y horrible. Por eso es
mejor mirar hacia arriba y contemplar el sencillo pero bonito artesonado que sin ningún
lugar a dudas expresa sus breves pero seguras trazas mudéjares. Además así no se piensa
en los daños que dicha obra sin control causaría a las sepulturas que allí se ocultaban. Bajo
la escalera del campanario se encuentra una rústica pila bautismal de granito. En ambos
lados de la iglesia hay sendos altares. Uno de ellos lo preside una imagen policromada de
San Blas que cedió el pueblo de Grajos a cambio de un verraco semental. Dice la leyenda
que aquel invierno las gentes de Grajos padecieron mucho de la garganta como castigo por
aquel desafortunado trueque. A un lado de esta imagen se encuentra la Virgen de la
Estrella que ha perdido la policromía y al otro la que debe ser un exvoto y se denomina
como La Niña Lagañosa que también luce el color y textura de su madera. Al otro lado se
puede ver una imagen moderna de la Inmaculada y un cuadro de la misma de desconocido
autor y valor. Con el tiempo, también fue colocada allí la imagen de la patrona del pueblo:
Santa Teresa de Jesús que siempre había estado sobre sus andas, como dispuesta a salir de
procesión por las calles del pueblo para que como el día de la fiesta, le bailen la jota. De
esta imagen contaban una historia acompañada de un cantar que comenzaba así: Cantar
dicen los cantares en El Parral te compusieron y por Solana pasaste y a Grajos te llevaron
para en esta prepararte… Por lo visto, a los vecinos de Grajos les gustó la nueva imagen o
quizá vieron la oportunidad de desquitarse por el cambio del San Blas y no dejaban que La
Santa saliese de su iglesia. Ante esta situación, los vecinos de Valdecasa, dirigidos por los
representantes del Ayuntamiento, formaron una procesión y se dirigieron a buscarla… las
campanas no dejaron de tañer y repicar y al ver los de Grajos que se acercaban al arroyo de
La Canaleja salieron a su encuentro y les entregaron la imagen terminando con el
malentendido.

El potro y la fuente
Detrás del muro del cementerio se conserva un potro de herrar bueyes y caballerías. En un
paraje llamado El Prajoncillo, se encuentra una fuente de las llamadas romanas, bajo un
arco de piedra perfectamente tallado y que probablemente sea de época románica. Esta se
encuentra un poco deteriorada desde que construyeron las infraestructuras para llevar el
agua potable a la población, así como los antiguos pozos de lavar. Uno de los cuales era un
venero de agua cristalina que no cambiaba de temperatura ni en invierno ni en verano.

Rutas
El paisaje de montaña que rodea al pueblo permite varias excursiones muy recomendables
como la subida al cerro Berrocalejo que aparece como el respaldo del pueblo y que en su
cima se puede encontrar el Canto acuñado con queso que es una gran bola de granito
que parece que en cualquier momento rodará ladera abajo llevándose todo por delante.
También se puede ascender por el Escalerón y tras clavar cualquier trozo de hierro en una
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de las grietas del Canto de las Tachuelas y casi jugar a la petanca con otras piedras que
se tiran con el objeto de colocarlas sobre una con su parte superior plana, un poco más
arriba. Se pueden ir atravesando cerros y visitar parajes como el Corral de los
Hontanarejos donde se guarda algunas veces el ganado que cuida el pastor comunal hasta
alcanzar el Cerro de las Navas, donde se puede disfrutar de una magnífica fuente de agua
helada y subir a la cima del Cerro de Gorría (1717m) donde se puede ver el vértice
geodésico del IGN, llamado popularmente el Tío Blanco. Desde ese punto se controla todo
el Valle de Amblés y gran parte de la Moraña, así como buena parte de las sierras de
Gredos y Guadarrama, la vista es impresionante. Otra excursión consiste en subir por La
Cabeza hasta la Lancha Ronchaera que no es otra cosa que un tobogán natural en la
piedra por la que antiguamente se deslizaban jugando los pastorcillos. Y para los más
arriesgados y duchos en espeleología, debe resultar muy interesante adentrarse en la
Cueva de Marranos, de la que parece no conocerse el fin. Hacia el oeste se puede
disfrutar de un tranquilo paseo entre robles (Quercus pyrenaica) centenarios. Es un paraje
natural donde crece las peonías (Paeonia broteri) las dedaleras (Digitalis purpurea), los
álamos temblones (Populus tremula) y muchas más especies muy interesantes y fáciles de
descubrir hasta adentrarnos en un magnifico encinar que es la dehesa de Rehollo.

La Dehesa
La dehesa de Rehollo perteneciente al término municipal, se cuenta que estuvo en venta o
adjudicación sobre los años 50-60. Los vecinos del pueblo estuvieron muy interesados en
adquirirla ya que eran los primeros con derecho a optar a la compra. De hecho, tuvieron
tan clara esta postura que llegaron a labrar la tierra para tenerla a punto para la siguiente
siembra. Pero el caciquismo de la época, el engaño, la traición y algún bolsillo repleto
jugaron la baza en su contra y perdieron su derecho sin poder hacer nada por recuperarlo.
Esta extensión que posee las mejores tierras de cultivo de todo el término municipal, paso a
otras manos y con ello el municipio perdió su oportunidad de mantener, al menos, gentes
que pudieran trabajar sus tierras.
Todo esto lo escuché y lo viví durante los añorados veranos de mi infancia. Aquellos veranos
que pasaba con mi abuela, Victoriana Muñoz, una gran mujer de la que aprendí otras
muchas cosas que han sido de gran trascendencia en mi educación y formación como
persona. Pero no se puede hablar de ella y no mencionar (aunque no voy a hacerlo por
temor a omitir el nombre de alguna), a todas aquellas personas que por aquella época
habitaban el pueblo. Recuerdo muchas veces a los que ya no están, sin duda eran parte de
un paisaje, de una forma de vivir que nunca volverá pero que nos marcó mucho a los que
aún tenemos la suerte de poder contarlo y que seguimos haciendo, aunque sea desde la
distancia, que todo su legado no caiga en el olvido.

Véase también
• Portal:Rural Contenido relacionado con Rural.
Fuentes y contribuyentes del artículo 8

Fuentes y contribuyentes del artículo


Valdecasa  Fuente: http://es.wikipedia.org/w/index.php?oldid=28644076  Contribuyentes: Benedited, Dhidalgo, Digigalos, Gafotas, Humberto, Jarke,
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