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Ética ambiental

La ética ambiental o ética medioambiental es la parte de la filosofia y la ética aplicada que


considera las relaciones éticas entre los seres humanos y el ambiente natural o medio ambiente.
Ejerce influencia en una larga lista de disciplinas como el Derecho, sociología, economía, ecología,
geografía, etc. En su campo incluye la estética de la naturaleza y otras ramas de la investigación
filosófica (epistemología, metafísica, axiología, etc.)

El área académica de la ética ambiental surgió como respuesta al trabajo de científicos como
Rachel Carson que con su libro Primavera Silenciosa (1962) denunciaba el efecto medioambiental
de los pesticidas de uso agrícola, la publicación del Informe del Club de Roma Los límites del
Crecimiento (1972) o el Informe Brundtland (1987). Aquí es cuando la contingencia político social
urge a los filósofos para la consideración filosófica de todos los problemas ambientales. Además, el
influyente ensayo previo de Aldo Leopold A Sand County Almanac. The Land Ethic (1949) donde el
autor expone que las raíces de la crisis ecológica son fundamentalmente filosóficas. Otros títulos
importantes que dieron inicio y marcaron la necesidad de una ética ambiental fueron El concepto
de moralidad de William Frankena (1966) y La tragedia de los comunes de Garret Hardin (1968).

 La primera revista internacional en este campo surgió en Estados Unidos: Environmental


Ethics en 1979, y luego apareció en Canadá (1983) The Trumpeter: Journal of Ecosophy.
La primera revista británica Environmental Values fue lanzada en 1992.

Alan Marshall y la preservación del ambiente [editar]

En la Revista de Filosofía Aplicada, en 1993, Alan Marshall expuso la idea comúnmente aceptada
del equilibrio ecológico existente entre los seres animados (entidades vivientes) y los inanimados
(entidades no vivientes). Para Marshall, como para otros pensadores del ambiente, el rápido
proceso de industrialización en los últimos 300 años ha dado lugar a un importante desequilibrio.
Hoy, las preocupaciones crecientes sobre el calentamiento global subrayan la aceptación general
de que la preservación del ambiente es un asunto de vital importancia. Sin embargo, los motivos
por los que uno acepta o rechaza los argumentos a favor de la preservación son un objeto de
debate ético, y esto invariablemente incluye una postura personal sobre los animales no humanos
y sus derechos.

Ha habido muchos intentos de categorizar y justificar la importancia de la preservación del


ambiente. Alan Marshall y Michael Smith son dos ejemplos recientes de estas argumentaciones,
como cita Peter Vardy en The Puzzle of Ethics. Para Marshall, tres enfoques éticos generales han
emergido en los últimos 20 años, y usa los siguientes términos para describirlos: Extensionismo
Libertario, el Extensionismo Ecológico y la Ética de la Conservación.

Extensionismo Libertario [editar]

Este enfoque evoca el de los derechos civiles (el compromiso de extender derechos igualitarios a
todos los miembros de la comunidad). En ambiente, esto implica la consideración moral de los no
humanos asimismo como se consideran los humanos.

Andrew Brennan era un defensor del humanismo ecológico (eco-humanismo), el argumento de que
todas las entidades ontológicas, animadas e inanimadas, pueden tener valor ético solamente por la
razón de su existencia. El trabajo de Arne Naess y su colaborador Sessions también puede
clasificarse dentro del Extensionismo Libertario, aunque ellos prefieren el término Ecología
Profunda. La ecología profunda es el argumento del valor intrínseco o inherente del ambiente, es
decir, que tiene valor por sí mismo y por su sola existencia. Su argumento, incidentalmente, cae
dentro del extensionismo libertario y del extensionismo ecológico.
El trabajo de Peter Singer puede ser categorizado bajo el Extensionismo Ecológico. Su
razonamiento del "círculo creciente de consideración moral" puede ser redibujado para incluir a los
animales no humanos, y no hacerlo sería actuar bajo premisas del especismo. Singer considera
dificultoso aceptar el argumento del valor intrínseco de las entidades abióticas o no sintientes (no
concientes), y concluye en su primera edición de Ética Práctica que no deberían incluirse en el
círculo de consideración moral. Este enfoque es esencialmente biocéntrico. Sin embargo, en una
edición posterior de Ética Práctica, posterior también al trabajo de Naess y Sessions, Singer
admitió que, aunque poco convencido por la Ecología Profunda, el argumento del valor intrínseco
de las entidades no sintientes es plausible, pero problemático.

Extensionismo Ecológico [editar]

El extensionismo ecológico de Marshall enfatiza el reconocimiento de la interdependencia


fundamental existente entre todas las entidades bióticas y abióticas, y su diversidad. Allí donde el
extensionismo libertario puede ser considerado como derivado de la reflexión política del mundo
natural, el Extensionismo Ecológico es una reflexión científica del mundo natural. El extensionismo
ecológico es similar a la clasificación de Eco-Holismo, que argumenta el valor intrínseco e
inherente de las entidades ecológicas colectivas como los ecosistemas o el ambiente global como
una entidad completa.

Esta categoría incluye la hipótesis Gaia de James Lovelock, la teoría que el planeta Tierra altera su
estructura geofisiológica en el tiempo para continuar con el equilibrio evolutivo de la materia
orgánica e inorgánica. El planeta es una entidad total y holística, dotado de valor ético y donde la
especie humana no tiene una significación particularmente especial en el largo plazo.

Ética de la Conservación [editar]

La teoría de la Conservación ética de Marshall sólo ve valor al ambiente en términos de utilidad


para los humanos. Es lo opuesto de la ecología profunda, por lo tanto, se le conoce como Ecología
Superficial (en contraste con la Profunda), y argumenta que el ambiente es éticamente
considerable en virtud de su valor extrínseco, instrumental para el bienestar de los seres humanos.
La conservación es un medio al servicio de un fin que considera solamente el ser humano y sus
generaciones. Éste es el argumento ético a la base de las actuaciones gubernamentales, del
protocolo de Kioto (1997) y de los acuerdos de Río de Janeiro de 1992.
Ética ambiental y desarrollo
Por PEDRO JAVIER GONZÁLEZ GUTIÉRREZ*
La conservación del medio ambiente es un factor crítico para la supervivencia y el desarrollo
futuros del género humano. En la medida que, para satisfacer sus necesidades, la humanidad no
es sólo capaz de dominar la naturaleza, sino de alterar sus ciclos vitales, se impone la redefinición
del concepto mismo de desarrollo en función de dos consideraciones centrales: por un lado, la
caducidad de los recursos naturales y del entorno físico en que ocurre la actividad humana; por
otro lado, el imperativo de que el intercambio energético entre el hombre y su medio natural no
rebase los límites que establece el proceso de regeneración de la propia naturaleza.
De acuerdo con los consensos construidos en el seno de las Naciones Unidas desde 1972, se
entiende por desarrollo sustentable un proceso de satisfacción de las necesidades del presente
que no compromete la capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias. El
desarrollo sustentable presupone, por tanto, la adopción de una amplia gama de paradigmas
económicos, sociales y tecnológicos según los cuales el desarrollo debe conciliarse con la
utilización racional de los recursos naturales disponibles.
La causa del desarrollo sustentable plantea importantes desafíos tanto a los Gobiernos como a las
empresas y la sociedad en general. Las sociedades, desde luego, deben hacer suyos los valores
asociados con el desarrollo sustentable y ello significa asumir las implicaciones éticas en lo
concerniente a la revisión de sus pautas de bienestar y modelos de vida. La civilización
contemporánea enfrenta la necesidad de desarrollar modalidades distintas de relación con la
naturaleza; debe trascender las visiones puramente instrumentales y entender que una relación
respetuosa con la naturaleza es una premisa de la realización humana, tanto en su dimensión
material como espiritual.
Para los gobiernos, el reto consiste en hacer del desarrollo sustentable un eje transversal de todas
las políticas públicas vinculadas con la estrategia del desarrollo económico y social. Ya sea que
pensemos en política comercial, industrial y educativa o en aspectos tan puntuales como la
orientación y la magnitud del presupuesto, la sustentabilidad es un referente necesario.
Asimismo, la acción del poder público debe partir de la idea de que el desarrollo sustentable no
puede ser el resultado espontáneo de las fuerzas del mercado, pero tampoco puede ser de una
regulación estatal que opere al margen o en contradicción con la racionalidad de la economía de
mercado. Se trata de crear un mecanismo de disuasión y estímulo que cuente con la fuerza del
Estado para garantizar su funcionalidad, pero de manera simultánea cree condiciones de marcado
que hagan las opciones ambientales racionales, opciones económicamente viables.
* Socio y Director General de Diseño Estratégico y Análisis Prospectivo, S.C.

2 www.usem.org.mx

Con todo, no se debe ignorar lo que el desarrollo sustentable significa para las empresas. En tanto
actores centrales de la actividad generadora de riqueza, las empresas son el agente social que de
modo más directo se relaciona con el proceso de interacción con la naturaleza.
Así, desde la óptica de la responsabilidad social empresarial, el ingrediente medioambiental es
clave. De echo, en el capitulo 4 de la Agenda 21 de la Cumbre de Río -1992- se formulan los
conceptos de producción y consumo sustentables. Mientras el consumo sustentable se refiere al
imperativo de modificación de patrones a partir de los cuales se define el bienestar y la idea de una
“buena vida”, la producción sustentable pone el énfasis en la necesidad de que los procesos de
extracción, transformación y aprovechamiento de los recursos naturales sean expresión de una
actitud renovada ante la naturaleza.
Más en específico, no solo se trata de que los actores económicos cumplan a cabalidad con las
leyes y normas ambientales, por ejemplo, en materia de manejo de residuos o de control de
emisiones; ello representa, a fin de cuentas, el cumplimiento de una obligación elemental. La
responsabilidad social de las empresas va más lejos y se relaciona con la manera en que éstas
consideran las variables ecológicas en el diseño de sus estrategias de negocio. La adopción de los
criterios de la ecoeficiencia ilustra con claridad esta idea. La toma de decisiones tecnológicas
ambientalmente amigables.
Una nueva ética ambiental no está reñida con el desarrollo; lejos de ello, inaugura otras vías. Por
un lado, los recursos canalizados a la reconversión ambiental de las actividades productivas
representan una inversión susceptible de generar ventajas competitivas. El cumplimiento de la
normatividad ambiental, indispensable para acceder a los mercados, promueve la innovación
continua y la adopción de los criterios de la ecoeficiencia –por ejemplo, uso de energías
alternativas, nuevas tecnologías, disminución de desperdicios, y el reciclamiento-. Por otro lado, el
cumplimiento de las normas ecológicas es capaz de inducir la aparición de nuevos sectores de
negocio, tales como el procesamiento de desperdicios y el reciclaje de recursos ya utilizados, la
consultoría en materia ambiental, la producción de tecnologías amigables con en entorno ecológico
y la fabricación, instalación y operación de equipos anticontaminantes y de tratamiento de residuos,
entre otros.
Se requiere una visión de largo plazo. Para una empresa socialmente responsable, los recursos
naturales no deben ser vistos como botín, sino como un patrimonio que hay que cuidar y preservar
en beneficio del sustento de las futuras generaciones y de las propias empresas. Tampoco la
satisfacción de las normas ambientales debe ser vista como una carga y una fuente de costos, sino
como una inversión. Con base en una nueva ética de relación con la naturaleza, las empresas
socialmente responsables deben ser pioneras y abrir nuevos caminos al desarrollo.

Reflexiones sobre Ética y Responsabilidad Ambiental

“La moralidad es una inversión. Hay un


agujero en nuestra capa protectora de ozono
moral, y esta creciendo más grande cada día”.
“La crisis ética de nuestra sociedad es una
consecuencia de nuestra educación”. (Der
Spiegel, Agosto de 1993)

Como consecuencia de una reciente presentación en la Academia Nacional de


Ingeniería tuve la oportunidad de ordenar algunas ideas y reflexiones sobre la gravitación de la
ética y la responsabilidad en el ejercicio de la Ingeniería y las Ciencias Ambientales. En esa
oportunidad expresé que, es común reconocer que la cultura del occidente superdesarrollado, ha
hecho crisis con relación a muchos aspectos, pero sobre todo la concomitancia entre el desarrollo
tecnológico y económico y el entorno ámbito vital del Hombre. Es decir que la era de la tekhne 1 de
la antigüedad, la técnica del hombre primitivo, ha cambiado de sentido en el mundo posmoderno.
Cuando los impactos acumulativos de las actividades humanas eran pequeños, las consecuencias
ambientales de los proyectos de ingeniería eran de menor conocimiento y preocupación. Ahora que
el impacto de las actividades humanas ha alcanzado una escala global hay una preocupación
creciente acerca de las consecuencias ambientales de los diseños de ingeniería. Un nuevo
conjunto de restricciones ha venido a ser importante para los ingenieros – las restricciones e
incertidumbres ambientales -.

Los ingenieros están acostumbrados a enfrentar una variedad de restricciones de


diseño, desde las más objetivas leyes de la física y la termodinámica y las mas subjetivas
restricciones presupuestarias. Las incertidumbres ecológicas agregan un conjunto adicional de
restricciones. Ahora se espera que los proyectos de ingeniería resulten en productos o sistemas
cuyo uso e implantación no ponga en riesgo condiciones y procesos ecológicos, en especial los
más sensibles.
Una consecuencia sí aparece como clara y es que los ingenieros deberán trabajar
muy estrechamente con otros profesionales de las ciencias económicas, sociales, ecológicas,
científicas y legales de lo que lo han hecho en el pasado. Serán necesarios progresos tanto en
1
Del griego: arte oficio y profesión // arte manual industria ejercicio de una industria habilidad manual // talento habilidad
en una profesión objeto de arte obra // medio expediente artificio // tratado sobre un arte.( ver Ref.)
diseños de ingeniería y comprensión ‘ecológica’, como en la actitud ante la incertidumbre de los
riesgos, si el hombre desea mantener su impacto dentro de los limites impuestos por el objetivo
de “sustentabilidad”.
Ingenieros Ambientales, Ecólogos y otros Científicos Ambientales necesitan
colaborar con los ingenieros proyectistas para describir los requerimientos de importantes
condiciones y procesos ecológicos en términos que puedan ser incorporados en las condiciones
de diseño de ingeniería y continuar trabajando juntos para desarrollar planes de ingeniería
posibles. Todos son responsables de mantener los impactos ambientales dentro de limites
aceptables.

El objetivo de este trabajo es hacer una breve exposición y discusión de los


valores y pertinencia ética en la cada vez más amplia responsabilidad profesional durante las
evaluaciones de proyectos, los estudios ambientales y las decisiones escogidas de una propuesta
con sus incertidumbres, en relación con otras posibles, como expresión de la libertad del ejercicio
profesional.

Incertidumbres

Dado que los ecosistemas son complejos, las consecuencias ambientales de


las actividades humanas son inciertas. Por ello, las incertidumbres son una consideración muy
importante en los diseños de ingeniería y planes de gestión. Puede ser útil distinguir en el campo
ambiental tres tipos de incertidumbres. “Los riesgos”, se refieren a las situaciones donde las
probabilidades pueden ser atribuidas a varias consecuencias potenciales. “Los posibles o
desconocidos” se refieren a situaciones donde el rango de posibles consecuencias se piensa que
es razonablemente bien entendida, pero las probabilidades de las diferentes consecuencias son
desconocidas. “La ignorancia de los desconocidos” son los fenómenos que no se tiene conciencia
de que puedan esperarse o entenderse.
Algunos desconocimientos pueden ser mejor descriptos como conocimientos
no apreciados o conocimientos ignorados. ( En la conferencia de Estocolmo de1972, ni el
calentamiento global, ni la lluvia ácida eran preocupaciones mayores).
Las diferencias en el enfoque hacia la incertidumbre tienen grandes
consecuencias para las actitudes asociadas al ejercicio profesional y en el establecimiento de
políticas ambientales. Los enfoques que se centran en el riesgo, usan modelos cuantitativos en los
intentos para identificar los escenarios más probables, y entonces usan los resultados como una
base de recomendaciones políticas. Un enfoque alternativo, centrado en lo posible, intenta
identificar las opciones políticas que minimizan la probabilidad de un resultado catastrófico. Este
enfoque que esta incorporado en el principio de precaución, no intenta atribuir probabilidades para
los posibles resultados alternativos. Este tipo de incertidumbres son tales que permiten arriesgarse
a evaluar subjetivamente las probabilidades, pueden atribuirse posibilidades, que implican menor
certeza, y se manejan, desde un punto de vista técnico, mediante la utilización de la Teoría de
Conjuntos Borrosos y /o mediante Métodos de Simulación.
En vista de estas incertidumbres los órganos reguladores y generadores de políticas a menudo
seleccionan el riesgo mas alto del rango de estimaciones porque los políticos y funcionarios
gubernamentales prefieren estar seguros, antes que lamentarse. Esto puede resultar en altos
costos por controles innecesarios y regulaciones irrazonables para la industria.

Pero el trasfondo de estos condicionamientos influye en nuestras actitudes


y conductas hacia los riesgos ambientales. Las situaciones practicas incorporadas al ejercicio
profesional de la gestión ambiental, genera en forma permanente la necesidad de tomar
decisiones, que involucran valores y principios morales que no se tienen totalmente en claro en el
momento en que se ejercitan. Así en muchos casos se fuerzan las decisiones porque se cree que
no va a pasar nada, o que no hay suficiente evidencia científica para preocuparse. Nos
enfrentamos de esta forma con el problema Etico.
¿Es el Medio Ambiente un tema ético o moral?

El Ingeniero es visto en general como un profesional que resuelve


cuestiones concretas con resultados ciertos de tal manera que las opiniones subjetivas y los juicios
de valor no tienen lugar, pero en su verdadera dimensión, la Ingeniería Ambiental trata acerca de
tomar decisiones en condiciones de mayor o menor incertidumbre.

Los ingenieros, y todos los que están encargados de tomar decisiones


prácticas, no están interesados en esencia por el conocimiento verdadero; más bien están
interesados en el conocimiento confiable. Cuando un ingeniero hace una declaración de alto nivel
tal como “Esta concentración de polvo obtenida es segura para los vecinos.”, o afirmaciones más
detalladas tales como “Los riesgos de adquirir una afección en estas condiciones de exposición
son de 1x10-6.” o “El impacto ambiental de este proyecto es compatible con el medio en que se
desarrolla”, no considera que su afirmación sea absolutamente cierta, porque es consiente de la
incertidumbre inherente asociada al sistema. Lamentablemente, otra gente, especialmente los
legos, puede tomar estas declaraciones al pie de la letra. Si se toman decisiones partiendo de la
base de la exactitud de esas declaraciones, y éstas demuestran ser erróneas, pueden surgir
conflictos y malentendidos. Es muy importante que se aprecie la incertidumbre asociada a la
información, y que esta sea evaluada y estimada de alguna manera.

Los ingenieros tienen el deber moral y legal de perfeccionar su trabajo. Este deber
implica una responsabilidad para actuar razonablemente con relación a su familia, clientes, la
sociedad en general y el ambiente natural. Por lo tanto, la ingeniería es una actividad de toma de
decisiones responsables basada en valores específicos – uno de los cuales es actuar en forma
responsable partiendo de la obtención de información confiable. El tomar responsabilidades
implica no solo que uno ha ganado el derecho de hacer las cosas bien, o de estar moderadamente
cerca de lo que está bien, sino que además ha tomado todas las precauciones que se pueden
esperar razonablemente de él para no hacer las cosas mal.

Moral y Etica

La moral se relaciona con lo correcto y lo incorrecto – con lo que debería ser más
que con lo que es. Define qué está bien. La ética, según una definición del diccionario, es la
disciplina de la conducta moral – la palabra sugiere un conjunto de pautas a través de las cuales un
grupo en particular o una comunidad decide regular su comportamiento – que distingue lo que es
aceptable para llegar al logro de sus metas y lo que no lo es. En el discurso ordinario las palabras
pueden usarse indistintamente: podemos por ejemplo hablar de conducta moral o conducta ética, o
de filosofía moral o filosofía ética.
La ética consiste en tomar decisiones que definan un criterio que sirva para
determinar que es lo mejor en general y en particular, lo que es mejor para una persona o grupo
social en relación con otra persona o grupo. Pero en la actualidad la ética avanza mas allá. Tal cual
lo propone Saemann en su trabajo. Podemos proponer la siguiente ecuación
Conducta Ética = Actuar en forma apropiada y responsable.
El énfasis puesto aquí es en el actuar, no simplemente en pensar, hablar y escribir.
Evolución de la responsabilidad en el ámbito profesional

La relación ética y moral de un acto ha sido juzgada hasta el presente dentro de un


ámbito inmediato y en un tiempo actual. Nos enfrentamos hoy ante una nueva realidad con nuevos
alcances de nuestras acciones, el mundo entero, y la aparición de consecuencias para el hombre y
la naturaleza que exceden las barreras de nuestro tiempo.

En este sentido el Filosofo Hans Jonas en su obra “El principio de


responsabilidad”, trata de manera acabada sobre este principio estrechamente relacionado tanto
con la propagación del poder de la técnica, impulsado por la incesante fiebre de la competencia,
como por la consiguiente multiplicación de problemas sobre todo en el campo ambiental.

Por ello se impone para el futuro encontrar una cultura que equilibre el
antedicho poder con una adecuada salvaguarda ética que resulte además capaz de dar una nueva
dimensión a la responsabilidad. Respecto a esta ultima, según Jonas, son dos los cambios
destinados a tener en el futuro una relevancia cada vez mayor.

El primero de ellos, es él deber de responder por las propias acciones que


causaren daños no solamente a seres humanos actuales, sino también al medio ambiente, a los
animales y a las generaciones humanas futuras.

El segundo cambio, se relaciona con el hecho de que hay consecuencias


emergentes de nuestras acciones que pueden manifestarse tardíamente; por lo tanto es un deber
esforzarse para prever tales consecuencias que pueden afectar también a sujetos indeterminados,
individualizables solamente cuando se manifieste el eventual daño.

El hecho de no poder prever los daños futuros de nuestras acciones no excluye


nuestra responsabilidad; por lo cual se deduce que seguimos siendo moralmente responsables
también de acciones de las cuales tenemos conciencia de su potencial poder devastador, aunque
no podamos o no sepamos formular las necesarias previsiones,” ahora somos responsables de un
deber hacer respecto a un deber ser”, o sea de un deber ser en el respeto de la vida.

Los conceptos de Jonas dilatan en gran medida la esfera de la responsabilidad


del Ingeniero respecto de los esquemas actuales, y apuntan a crear una ética para una sociedad
tecnológica.

Es una ética indispensable para el respeto de la vida, y para restituir al hombre


el control de las propias acciones, librándolo de un peligroso estado de pasividad moral,
superficialmente justificada por la satisfacción generada por las grandes conquistas de la ciencia y
de la técnica.

Algunas consideraciones finales.

En la actualidad las decisiones profesionales en el campo de Ingeniería Ambiental


están basadas en una cultura totalmente determinista a la que queremos aferrarnos con números y
cálculos exactos y nos cuesta aceptar la concepción probabilistica que esta vinculada con las
incertidumbres en el conocimiento de las respuestas ambientales a la incidencia de la tecnología y
su manifestación en las decisiones sobre la evaluación de proyectos y en la gestión ambiental

Si alguna vez vamos a alcanzar una gran conciencia ecológica en las decisiones y
en la gestión ambiental dentro de la industria y otros contextos tecnológicos, vamos a necesitar
una renovado énfasis en la ética. Si revisamos las fuerzas motoras detrás de nuestras conductas y
proceso de decisiones que son apropiadamente responsables y compatibles con las necesidades
ambientales, se pueden distinguir cuatro componentes:
- La tecnología que influye en la concepción que el hombre tiene de sí mismo
- La legislación que viene a ser el marco que sustenta la aplicación de su
cumplimiento.
- Los instrumentos del mercado que constituyen la motivación para un estímulo
económico.
- La ética personal e institucional que es el factor de motivación desde el interior
del hombre y la sociedad.
En síntesis necesitamos a la ética como una conducta complementaria de la legislación y los
instrumentos del mercado que de un sentido y estimulo interior a una comportamiento
comprometido.

El tema es ¿qué ética necesitamos?. Primero yo desearía sugerir que nosotros


debemos enfatizar entre la ética de la responsabilidad por nuestras acciones y sus consecuencias.
Esto significa una ética de la responsabilidad tanto personal como institucional con énfasis en las
consecuencias de nuestras acciones a largo plazo y globales y no solamente a corto plazo y
locales. Es especialmente importante que esta responsabilidad sea ejercida no solamente hacia el
Hombre, sino también hacia toda la naturaleza, la biosfera que es el sustento de toda la vida.

Además es cada vez más evidente en las sociedades democráticas que nosotros
debemos respetar los aspectos formales de la ética de la información. En particular, esto significa
que, cuando haya disputas que provienen sobre normas relevantes y proyectos específicos,
nosotros debemos buscar consenso en un dialogo serio con todas las partes interesadas.

Los profesionales debemos tomar conciencia que nuestra responsabilidad ante la


sociedad nos obliga a considerar que “Una decisión técnica es razonable cuando está de acuerdo
con la probabilidad formulada sobre la base de pruebas disponibles”.

Mientras el ingeniero normalmente no tiene conocimientos profundos de las


responsabilidades, cuando los tiene, frecuentemente no piensa en ellas, como consecuencia de la
urgencia o el interés por el trabajo, o los intereses del grupo al que presta servicios. Por ello es
necesario que se informe correctamente en el curso de su formación profesional, sobre la
responsabilidad y las bases del derecho.

Si el problema ecológico es de índole moral, la enseñanza y formación en este


campo no puede seguir las reglas tradicionales que se imparten basadas en métodos pedagógicos
que apuntan solo al saber y no al cambio de conductas y compromisos. El seguimiento ciego de las
reglas y necesidades del mercado necesitan una adecuación social y humanista que permita
considerar al hombre inserto en el ecosistema global.

Para los ingenieros y los científicos, en no menor grado que otros grupos
profesionales, el individuo debe tomar responsabilidad por las consecuencias de sus acciones y
para que su conocimiento esté disponible a los que toman decisiones. Esta responsabilidad ética
no puede ser delegada.

Por ultimo queda claro que se hace necesaria la enseñanza de la ética profesional
en el ámbito universitario, promoviendo la conciencia general de una responsabilidad ambiental en
toda la sociedad. Este asunto se deberá convertir en una creciente componente de nuestro
proceso educativo que debe involucrar a la familia, la Iglesia, las distintas corporaciones, las
asociaciones profesionales, Universidades, y a las facultades de ingeniería y otras.

DERECHO Y ETICA AMBIENTAL Y LABORAL EN LA ERA DE LA MUNDIALIZACION

"Probablemente la transformación cultural más importante para el logro de la sustentabilidad en el


siglo XXI sea el surgimiento de un modelo de acción humana que armonice los aspectos éticos,
económicos y ecológicos, centrándolos en una vocación de solidaridad comunitaria". Daly y Cobb,
1994
"El desarrollo de una ética ambiental puede ser deseable, pero difícilmente cambiará la naturaleza
humana básica. En vez de intenciones, la correcta administración de los recursos depende de
cómo buenas instituciones sociales controlan el interés personal a través de incentivos
individuales". Anderson y Leal, 1991

I.   América Latina: mundialización y modelo de desarrollo vs. naturaleza

La relación del hombre con la naturaleza ha variado a través de la historia y de las diferentes
culturas. Pero la sociedad humana, en casi todos los casos, se ha caracterizado por ser
depredadora de otras especies y contaminadora compulsiva (Iturraspe, 1998).

La relación sociedad-naturaleza en muchas de las culturas americanas anteriores al


"descubrimiento" estaba basada en un esquema armónico (Gligo y Morello, 1989), en el cual la
identificación con la tierra era parte fundamental no solamente de su cosmovisión sino de una ética
productiva que, lejos de considerar a la naturaleza como un "recurso" a "usar y abusar", era
generalmente sacralizada.

Los metales preciosos y las tierras aptas para la producción de azúcar fueron los dos principales
atractivos iniciales de los conquistadores y colonizadores del nuevo mundo. (Ferrer, 1996). Éstas y
otras actividades extractivas y agrarias dejarían una huella indeleble en muchos ecosistemas.

La primera mundialización (posterior a los "descubrimientos") trajo consigo, como primera nota a
considerar, la depredación de los "recursos naturales" y la ideología de la reducción de la
naturaleza como "recurso" a explotar.

Pero esta depredación vino acompañada de la degradación de los "recursos humanos". La minería
y las haciendas y plantaciones exigieron el sometimiento de las poblaciones originarias: los
"recursos naturales" requerían de "recursos humanos". La reducción de los diferentes pueblos
indígenas al trabajo requerido por el nuevo modelo productivo mercantil, fue una de las causas de
la terrible catástrofe demográfica que sufrió el continente con la muerte de decenas de millones de
seres humanos.

Pero la economía extractiva de la primera mundialización en América requería de creciente


cantidad de mano de obra, por lo cual se produjo la incorporación de grandes masas de esclavos
provenientes del Africa. La conquista y colonización de América introdujeron dos nuevas
dimensiones en el tráfico esclavista: nunca antes se había traficado en escala semejante a la
inaugurada con la incorporación del nuevo mundo al emergente orden mundial, por una parte, ni la
esclavitud había estado asociada con la raza y a una factura profunda entre los niveles culturales
de esclavistas y esclavizados, por otra parte.(Ferrer, 1996).

La segunda nota a considerar, vinculada a la anterior, es la degradación de los "recursos humanos"


y la ideología de la reducción de los seres humanos a "recursos" a explotar que se pone de
manifiesto con las discusiones teológicas sobre si los indios o los esclavos africanos tenían o no
alma, y continúan hoy en día con la idea de que la fuerza de trabajo es una mercancía que debe
ser simplemente regulada por el "mercado" de trabajo.

Frente a esta situación emergen respuestas de distinto género en todo el continente, desde las
primeras insurrecciones indígenas y la rebeldía de los esclavos en las "cimarroneras" y "rochelas"
hasta los enfrentamientos al colonialismo español y portugués, con las guerras de la independencia
que darán lugar a la imposición del orden oligárquico y al neocolonialismo anglosajón.

La segunda mundialización, que viene de la mano de la primera revolución industrial, le permitió a


nuestras jóvenes repúblicas oligárquicas incorporarse al mercado mundial como exportadoras de
las materias primas que requería el proceso de industrialización de Europa y los Estados Unidos.
Así se incorporaron al comercio mundial con las mercancías producidas en los enclaves y en las
minas y llanuras feraces conquistadas a los indígenas y a los criollos mediante una desigual guerra
de exterminio. Nuevamente se requirió de la inmigración que llegó de Europa, y en algunos casos
de Asia, para levantar las cosechas, colaborar en la construcción de ferrocarriles, etc. Esta
segunda etapa siguió los pasos de la primera: por una parte, la biodiversidad y la vida natural
retroceden en la medida que avanza el "progreso", por la otra se establecen las ideas
eurocentristas y racistas por las cuales nuestros pueblos son incapaces de desarrollarse sin el
concurso de los capitales y la "civilización" europea (Sarmiento, 1845).

Las nuevas respuestas serán las luchas democráticas por la autonomía regional frente al
centralismo y la imposición del orden neocolonial, y las organizaciones y luchas de los trabajadores
de la ciudad y del campo que caracterizan las etapas iniciales del movimiento sindical
latinoamericano en el siglo XIX y comienzos del XX. En esta fase de respuestas se inscriben la
revolución mexicana y centroamericana, las rebeliones campesinas, la reforma universitaria y la
construcción de organizaciones democráticas de contenido latinoamericanista.

Esta expansión del progreso exportador en América Latina y de la segunda mundialización tiene su
crisis en 1930, época en la que se potencia un nuevo modelo de desarrollo basado en la
industrialización sustitutiva de importaciones. Este proceso da lugar al crecimiento del Estado, con
un papel en la economía y en políticas sociales que logran expandir la educación, establecer
sistemas de seguridad social y regímenes más democráticos de relaciones laborales con el apoyo
a las organizaciones sindicales y el surgimiento de organizaciones políticas y sociales populares.
Estos procesos sociales disímiles y en diversos tiempos según los países, intentan, por una parte,
ponen fin al orden oligárquico, y por otra, enfrentar la creciente influencia de los Estados Unidos en
la región, dentro de las limitaciones propias de nuestras sociedades.

El esquema de desarrollo "endógeno" da lugar -en especial en algunos de nuestros países- a una
rápida urbanización, un importante incremento de la población, el intento de construcción de
economías basadas en el mercado interno y en el proteccionismo que permite una industrialización
muchas veces sin límites ecológicos. Estos factores determinan nuevos desequilibrios ambientales,
la utilización de tierra agrícola sin una planificación de la ocupación del territorio, el aumento
desproporcionado del tamaño de las ciudades con sus cinturones de miseria, la falta de
planificación adecuada de la deposición de los desechos industriales y urbanos que convierten en
cloacas a nuestros ríos, la llamada "revolución verde" que provoca graves problemas a la
biodiversidad, la contaminación del aire, del mar y del suelo etc. El propio Estado industrializador
es incapaz de poner coto a la acción depredadora, frente a la cual aparecen los primeros
movimientos conservacionistas contra la contaminación y por el medio ambiente.

Este modelo de desarrollo comienza a entrar en crisis y es reemplazado por un nuevo esquema
neoliberal que acompaña a una tercera mundialización que implica una fuerte expansión del
comercio mundial, sobre todo entre los países desarrollados, una notable concentración del poder
de los monopolios trasnacionales y una aguda dependencia financiera, una nueva y profunda
revolución tecnológica, una ruptura de los espacios nacionales en el plano comunicacional, cultural,
jurídico y político y la imposición de un modelo societal mundial que, sobre todo después de la
caída del muro de Berlín, aparece con la pretensión de "único".

La lógica del mercado se está profundizando en América Latina, desencadenando profundas


transformaciones en sus matrices culturales y políticas. La mayor parte de los análisis de este
proceso han enfocado aspectos macroeconómicos (como por ejemplo el déficit fiscal o la inflación,
la privatización de empresas públicas y la reducción de las políticas sociales). Sin embargo, esta
reorganización economicista tiene muchos otros efectos, en tanto expresa una forma de concebir a
la sociedad y la naturaleza. Aunque en ningún país se mantiene un modelo neoliberal "puro", y
mientras sus postulados están perdiendo fuerza, igualmente permanece un sesgo o estilo
neoliberal sobre nuestras sociedades. Aunque se habla de justicia social y equidad, hay evidencias
de la permanencia de una impronta que una y otra vez muestra la presencia del reduccionismo de
mercado que plantea análogas formas de concebir las relaciones entre las personas y las
relaciones con la naturaleza, existiendo un alarmante paralelo entre sus propuestas sociales y
ecológicas. (Gudynas,1998)

II.  Crisis en la relación sociedad-naturaleza

La ideología del progreso indefinido y sus apoyos científico-positivistas (y los diversos credos
políticos que surgieron bajos estas ideas) renovaron en América las promesas bíblicas que le
ofrecieron al hombre "dominar la tierra" y ponerla a su servicio.

Las artes ensalzaron la conquista de la naturaleza, la conversión de los bosques en tierras de


labranza, "el cultivo", el crecimiento de las ciudades, la "civilización". El colonialismo primero y el
neocolonialismo después permitieron llevar ese progreso a todos los rincones del planeta y
exterminar o "domesticar" a las culturas que tenían una relación menos agresiva con la naturaleza.
La religión no se quedó atrás y ayudó con ímpetu misionero a imponer ese modelo.

El derecho, influenciado por esas ideas y por el auge del progreso económico, toma los conceptos
jurídicos romanos, los codifica o los jurisprudencializa, para que la naturaleza y todos sus reinos
(animales, vegetales y minerales) sean una res (cosa, objeto) y la relación del hombre-propietario
con ellos, la plena in rem potestas, que facilita el ius utendi, et abutendi et fruendi. El sacrosanto
derecho de propiedad permite abusar y degradar la naturaleza como eje de todo el sistema jurídico
articulador de los intereses sociales hegemónicos.

Las propias ideas sociales contestatarias predominantes asumieron el papel de socialismo


"científico" y la bandera de la superación del capitalismo porque frenaba el desarrollo de las
fuerzas productivas de la sociedad. Los escritos de los padres fundadores ensalzaban el papel de
los ingleses en la India y la destrucción de los modos de producción perimidos por la obra del
progreso. El positivismo divide a la sociedad entre las fuerzas "progresistas" y los "retrógrados" por
oponerse al avance de las fuerzas productivas. Así como la cuestión social, provocada por las
injusticias "internas" del sistema en las grandes metrópolis, dio lugar a la sociología, la conquista
colonial hizo necesario el estudio de las "formas primitivas" por la antropología.

Las guerras coloniales y mundiales fueron un gran instrumento para la expansión del progreso y la
tecnología y permitieron la difusión de la ideología de este modelo productivo y de relación
sociedad-ambiente.

Durante todo el tiempo hubo voces disidentes y enfrentamiento al modelo de desarrollo, pero eran
arrolladas por la marea creciente del progreso y los formidables aparatos ideológicos, jurídicos,
culturales, científicos, religiosos, artísticos, económicos etc. de la modernidad. Al comienzo
aparecieron unos individuos a veces exóticos, llamados conservacionistas, que intentaban combatir
el mal por sus efectos y por ende solían ser totalmente funcionales al sistema.

Pero las señales de alarma se multiplicaron. La gente común, primero en el mundo desarrollado y
después en todos los países, empezó a percibir con claridad los terribles estragos: los peces
muertos en los ríos contaminados, la proliferación de las enfermedades ambientales, la polución
atmosférica. Comienza a desarrollarse la idea de medio ambiente y surge la ecología que pone de
manifiesto el tenebroso impacto sobre los ecosistemas de nuestra civilización.

Un informe del Club de Roma recopiló las profecías del desastre por parte de grupos de científicos
altamente acreditados: nos queda carbón, petróleo, minerales para muy poco tiempo y el ritmo de
utilización de esos "recursos" se intensifica vertiginosamente; la población aumenta en forma
geométrica, la contaminación de los diversos ecosistemas es cada vez mayor; los bosques,
pulmones de oxígeno, los océanos, grandes fuentes de alimentos, están en grave peligro.
Cuando en los años ochenta los cambios políticos en la ex Unión Soviética comenzaron a mostrar
a través del Glasnost (transparencia) los efectos en la naturaleza del sistema imperante en los
países hasta entonces denominados socialistas, el mundo no dejó de asombrarse. La destrucción
ecológica era algo más que un subproducto del capitalismo occidental: forma parte de nuestros
impulsos vitales, se alojaba en el tanatos de nuestro inconsciente colectivo, era inseparable de
todas las manifestaciones culturales del mundo del progreso.

Muchos propusieron un cambio agresivo, otros formaron partidos para tratar de modificar el
aparato del Estado y establecer reglas de juego, pero poco o nada realmente cambió fuera de los
llamados países centrales en los que la conciencia de la población operó una modificación
substancial de las conductas sociales sustantivas, aunque, en muchos casos, superficial.

Los trabajadores y sus organizaciones se vieron bien pronto frente a una feroz contradicción: las
fábricas, los microclimas industriales, las vecindades urbanas, los campos de labor contaminados
por los pesticidas eran su hábitat natural, pero la imposición de reglas estrictas en beneficio de su
vida y su salud se encontraba frente al permanente chantaje de pérdida de los puestos de trabajo y
el traslado de las fuentes de empleo a zonas o países permisivos, generándose el dumping
ambiental o ecológico.

Los sindicatos, que históricamente fueron las primeras Organizaciones No Gubernamentales


(ONGs) preocupadas por temas del ambiente laboral (higiene ocupacional, fatiga y reducción de la
jornada, etc.) en muchas ocasiones, por el dramático tema de la pérdida de puestos de trabajo y
por una mentalidad fuertemente condicionada por el propio modelo de desarrollo, asumieron roles
"conservadores" en materia de protección ambiental frente a las ONGs ecologistas, parte de los
nuevos movimientos sociales.

La mundialización -o globalización como se la denomina en un anglicismo que muestra las


hegemonías culturales del proceso- ha agravado en los últimos años la crisis ambiental y social
debido a tres procesos paralelos e interconectados:

i) el predomino en todo el planeta de un modelo de desarrollo basado en la explotación irracional


de los recursos naturales (y de los recursos humanos también) y en la generalización de un
consumismo desbordado para muchos países y capas de su población, y contradictoriamente, de
pobreza y marginalidad para sectores crecientes. Ambos polos de este desarrollo desigual tienen
graves consecuencias ambientales. El consumismo, por una parte, transforma las relaciones entre
las personas y el mercado profundiza su hegemonía social (Guattarí,1998). La cosificación de los
seres humanos transforma desde su raíz las sociedades e implica un impresionante despilfarro de
recursos. La publicidad y la oferta crean artificialmente la demanda de productos cada vez más
sofisticados. Los automóviles y artefactos de todo tipo consumen una cantidad de energía
impresionante creando una cultura de competitividad y despilfarro. Por otra parte, el incremento de
la marginalidad y la pobreza también tienen repercusiones ecológicas preocupantes, como la tala
de árboles y bosques para leña, prácticas contaminantes, la desaparición de especies y
ecosistemas por la presión de la expansión demográfica.

ii) el crecimiento demográfico, la aparición de megalópolis, la invasión y destrucción incesante de


ecosistemas enteros y de tierras cultivables. Cada 8.23 segundos se pierde una hectárea
productiva.(IDRC)

iii) el desarrollo tecnológico desenfrenado que le ha permitido al hombre obtener energía del átomo
(y crear armas infernalmente poderosas capaces de hacer volar el planeta en mil pedazos),
materiales del gas y del petróleo, de los minerales, biotecnología, generalizar el transporte y las
telecomunicaciones, lograr estándares de confort insospechados hasta hace muy pocos años - en
general altamente consumidores de energía - y sobre todo acumular medios bélicos cuya
utilización en una pequeñísima fracción ha traído consecuencias impresionantes, como las
enfermedades degenerativas de soldados norteamericanos de la guerra del Golfo o la leucemia
que padecen los soldados italianos que permanecieron en Kosovo, según la prensa internacional
(El Mostrador, Santiago, 19 de diciembre de 2000).

III. Problemas sociales y ambientales desde el mercado: las deudas ambientales

La perspectiva neoliberal, además de ser un modelo económico, es también una visión amplia de
la vida en sociedad. Postula al mercado como el escenario social perfecto. Su funcionamiento se
basaría en la aceptación voluntaria de los individuos, a partir de sus intereses particulares, sin
atender a los fines colectivos. Las interacciones sociales quedan reducidas a relaciones de
mercado. El centro se pone en el individuo, y la sociedad deja de ser una categoría con
características propias, reflejando en cambio un mero agregado de personas distintas, cada una
atendiendo sus propios fines. Los derechos personales son reducidos a derechos del mercado, y la
libertad es presentada negativamente, como ausencia de coerción, y en especial restringida a la
libertad de comprar y vender. Es en el mercado donde se realiza la libertad personal. Para
asegurar su correcto funcionamiento debe estar protegido de intervencionismos, y en especial, de
los provenientes del Estado. Un breve vistazo a algunas medidas que se han tomado en los
terrenos social y ecológico, servirán de ejemplo. Las políticas sociales -en particular los servicios
de seguridad social- y la educación, así como las políticas ecológicas de conservación de la
naturaleza, quedan subordinadas a criterios de mercado (Gudynas (1995, 1998) Coraggio (1993),
de Sierra (1994), Stahl(1994) etc.

Según esta concepción, la mejor defensa del ambiente y la naturaleza es su privatización. Lo


estatal, identificado con lo público, es como res nulius. No tiene dolientes, nadie lo defiende. Es
necesaria una política que haga privado el aire, el agua, el mar. Ya en muchos de nuestros países
esto ocurre y se han dividido el mar territorial a través del sistema de concesiones, por ejemplo.
Igualmente ocurre con lo social. Algo eminentemente público y solidario como la seguridad social,
es privatizada y sus fondos dependen del mercado y las prestaciones de los futuros jubilados y
pensionados de su esfuerzo y capacidad individual.

Dice Gudynas en su trabajo que el ambientalismo neoliberal puede alcanzar posiciones ridículas.
En su búsqueda obsesiva de optimizar los mercados se ha llegado al extremo de plantear que el
principio de contaminador-pagador se aplicaría a aquellos afectados por la contaminación, quienes
deberían pagar esos impuestos (y no el contaminador), de manera de inhibir a las personas de
escoger lugares de residencia próximos a industrias contaminantes (Baumol y Oates, 1988).

Las empresas consideran los costos ambientales como "externalidades", parte de un pasivo
indeseable, y los Estados que establecen reglas y las hacen cumplir son considerados enemigos
de la competitividad y poco fiables para las inversiones.

Crece, por ende, un pasivo ambiental en varios aspectos:

i) Los efluentes industriales, las substancias contaminantes que muchas veces son subproducto de
algunos procesos cuyas tecnologías fueron desarrolladas con absoluta prescindencia de los
posibles impactos ambientales, como los desechos radiactivos de las plantas de generación de
energía atómica, las plantas petroquímicas de cloro soda que desechan toneladas de mercurio al
medio ambiente, la generación de energía por la quema de combustibles fósiles y su comprobada
contribución a la lluvia ácida y al efecto invernadero etc.

ii) La utilización irracional de energía e insumos y un permanente "saqueo" de las materias primas
compradas a precios manipulados en el mercado mundial, rebajados por lo que la CEPAL
denominó el deterioro de los términos del intercambio.
iii) La contaminación de los lugares de trabajo y las vecindades industriales. Una encíclica ponía de
manifiesto hace muchos años que la materia sale ennoblecida del taller y el hombre degradado.
Miles de productos son utilizados por las industrias sin un estudio previo de su incidencia en la
salud de los trabajadores (ni de los consumidores, ni de los habitantes de las vecindades). Cuando
la presión pone en peligro las actividades contaminantes esos procesos son trasladados a otros
países con menor o sin protección ambiental.

iv) La fabricación de productos innecesarios y contaminantes que generan su propio mercado


merced a la manipulación consumista a que aludíamos y un esquema individualista exacerbado,
como por ejemplo, la cultura del automóvil, altamente ineficiente y contaminante como medio de
transporte o la fabricación de armamento cada vez más aterradoramente sofisticado.

v) La intensificación del comercio mundial aumenta la posibilidad de desastres provocados por el


traslado de materias primas y productos manufacturados, derrames petroleros, escape de
productos químicos, de desechos industriales etc.

vi) La desaparición de ecosistemas enteros o su degradación y la extinción de gran cantidad de


especies, por la tala, las emisiones contaminantes etc., así como la pérdida de la biodiversidad.

vii) Los gravísimos cambios climáticos en los cuales parece tener una responsabilidad muy grande
los desequilibrios provocados por la continua expansión de la tecnoesfera y una de cuyas
expresiones más difundidas es el agujero de la capa de ozono que producen los derivados del
carbono que se combinan con esa forma alotrópica de oxígeno y priva a la atmósfera de la defensa
natural contra los rayos solares dañinos para la vida humana, vegetal y animal.

viii) El uso de herbicidas, pesticidas, alimentos para animales, métodos agrarios altamente
peligrosos para la salud de los trabajadores rurales y los consumidores.

ix) La propagación de enfermedades ocasionadas o agravadas por los problemas ambientales, que
constituyen un grave peso para la salud pública de nuestros países.

Esta situación produce una grave y múltiple agresión que sufren la naturaleza y los propios seres
humanos: como productores, en un ambiente agresivo, insalubre y contaminado; como
consumidores, objeto de manipulación y graves peligros por el uso de diferentes substancias no
catalogadas pero muy probablemente dañinas; como pobladores de las altamente marginalizadas
ciudades, producto del proceso de "calcutización" de nuestras metrópolis; como desempleados, por
la incorporación de la robótica y demás tecnologías desplazadoras de mano de obra, y como
subempleado o trabajador precario, por las nuevas formas de contratación "flexibilizadas"; como
ciudadano de un país y como habitante de un planeta amenazado por la destrucción de los
ecosistemas y como padres de las nuevas generaciones que recibirán problemas ambientales y
ecológicos agravados por la irresponsabilidad de las generaciones anteriores.

IV. El papel del Estado, el derecho laboral y el derecho ambiental y sus limitaciones en
América Latina y el Caribe

Sin menoscabar la importancia de los antecedentes de la temprana preocupación por el ambiente,


por ejemplo de Simón Bolívar (los decretos conservacionistas de El Libertador), las primeras
regulaciones ambientales las encontramos como parte de la protección de los microclimas
industriales, tanto en el incipiente Derecho del Trabajo - en especial el referido al trabajo en las
minas - como en las regulaciones de nivel municipal, local, que derivaban las competencias de
ordenación edilicia, higiene y aspectos conexos. Pero bien pronto la magnitud del problema
comienza a hacer insuficientes esas previsiones y aparecen normas específicas de derecho
público.
El derecho laboral aporta tempranamente normas internacionales como la prohibición del uso de la
cerusa en la pintura y normas nacionales de higiene y seguridad de las fábricas y otros lugares de
trabajo. El derecho civil regula los daños producidos por prácticas depredadoras del ambiente
dentro de los cánones tradicionales de la responsabilidad civil y surgen incluso normas penales.

Así como el derecho laboral es producto de los graves desequilibrios sociales producidos en la
Revolución Industrial, el derecho ambiental nace como una reacción frente a la grave situación de
los crecientes desequilibrios ecológicos, y tiene desde sus inicios una vocación internacional: es
reconocido que, en general, los problemas ambientales afectan más allá de las fronteras
nacionales.

La primera oleada de regulación tanto ambiental como laboral es claramente intervencionista: el


Estado, por una parte, y por otra la comunidad internacional, asumen un papel fundamental.

Algunos países desarrollan importantes instituciones para el control ambiental y sanciones más
severas para los contaminadores. A nivel internacional se crean importantes instituciones
especializadas como el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y se
multiplican las conferencias mundiales que constituyen grandes hitos en el desarrollo de una
conciencia ambiental como las de Estocolmo y Río de Janeiro. Aparece la idea de la tierra como
hábitat de la humanidad: "una sola tierra".

Los organismos financieros internacionales condicionan su asistencia crediticia al cumplimiento de


ciertas normas ambientales. El Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) adopta
reglas especiales para evitar el dumping ecológico, y dentro del aspecto laboral, establece
mecanismos específicos para vigilar las violaciones de los países contratantes de las normas
relativas al ambiente y la higiene y seguridad laborales o medio ambiente de trabajo.

En esta segunda ola de regulación los sindicatos -siempre atrapados en este campo por la
contradicción entre la defensa del empleo y la protección ambiental- utilizan una doble estrategia:
por una parte intentan, a través de la negociación colectiva y otros mecanismos, establecer reglas
que permitan mejorar las condiciones ambientales sin detrimento del empleo; y por otra, demandan
al Estado reglamentaciones, compensaciones y subsidios para poder enfrentar el problema.

Paralelamente se amplía la conciencia ambiental en sectores cada vez más importantes de la


población y comienzan a agruparse, a nivel nacional e internacional, ONGs con agendas cada vez
más precisas. Las prácticas depredadoras y contaminadoras de las empresas y de los individuos
comienzan a ser éticamente consideradas como "políticamente incorrectas" no solamente en los
países desarrollados sino en importantes sectores de América Latina.

Los derechos ambientales -como derechos felicitarios (Tinoco, 1988), como derechos de tercera
generación o derechos de solidaridad (Uribe Vargas, 1983)- comienzan a constitucionalizarse. Esta
tendencia es tan notable que incluso constituciones como la chilena de la dictadura, que proponían
fundar jurídicamente un orden neoconservador o neolibral, contienen normas importantes de
derecho ambiental.

Es precisamente ese esquema político neoconservador o neoliberal que como parte de la (contra)
revolución tatcheriana-reaganista comienza a erosionar al aparato jurídico institucional de defensa
del ambiente en general y del ambiente de trabajo en particular. Los delitos ecológicos, sobre todo
los cometidos con frío y calculador dolo y propósito de enriquecimiento desmedido por las grandes
corporaciones industriales, extractivas, energéticas y de transporte son habitualmente delitos de
cuello blanco que entran dentro del amplio campo de las ilegalidades privilegiadas (Acosta, 1988).

El poder del Estado se debilita frente a las empresas trasnacionales y al mercado. La posibilidad
concreta no solamente de imponer sanciones sino de inspeccionar y controlar se vuelven en
muchos casos ilusorias. Los organismos reguladores carecen de autonomía real y de estructuras
técnicas frente al poder de los monopolios.

El poder de los sindicatos sufre en esta etapa un fuerte retroceso y con él la posibilidad de órganos
independientes de control en el seno de las empresas y por ramas de producción. En muchos
casos, nuevos actores sociales ambientalistas, vecinalistas etc. toman un lugar fundamental en la
organización de la población para enfrentar los graves problemas ecológicos.

La reacción sindical no se hace esperar y el tema del ambiente aparece en la agenda de los
congresos laborales internacionales y en la literatura teórica del sindicalismo. Esta preocupación,
en general, no llega a la práctica sindical concreta en época de crisis del empleo, de
reestructuración productiva y del aparato del Estado y de fuerte ofensiva antisindical. Por el
contrario, la cotidianidad de la lucha laboral se torna fuertemente "defensiva" y "economicista".

V.  La tercera oleada de regulación y la tercera generación de derechos

Con el debilitamiento de los controles estatales y sindicales la responsabilidad empresarial aparece


en primer plano y el propio Estado se despoja de sus facultades de control y adopta un nuevo
modelo basado en la autoregulación (por las propias empresas) y de controles ex post facto que
ocupan el lugar de la detallada regulación de la etapa anterior.

Dada la satanización del Estado y de lo público, en esta concepción son las propias empresas las
que deberán cuidar del cumplimiento de la normativa sobre ambiente laboral y sobre protección
ecológica. En compensación a este "desguace" del Estado se le otorgan a los trabajadores -en
general como derecho individual, no colectivo- responsabilidades en el control. Pero las nuevas
condiciones políticas y culturales -con la preeminencia de los criterios individualistas-consumistas y
no solidarios- producen un agudo desequilibrio de fuerzas entre los actores de las relaciones de
trabajo, lo cual hace aún más ilusorio este control incluso en los países desarrollados (Tucker,
1999).

En realidad, esto es parte de un esquema ideológico que rechaza las intromisiones del Estado o de
cualquier otro agente en el mercado, porque serían ataques a la libertad personal. Según esta
concepción, nadie posee toda la información como para planificar y manejar adecuadamente la
marcha de la sociedad, en tanto el conocimiento está diseminado y fragmentado, y será en el
mercado donde esas piezas de información se integren. En atención a ello niegan que el Estado o
cualquier otra organización pueda planificar o encauzar la marcha de la sociedad, confiando
entonces en un orden espontáneo que deriva de las relaciones en un mercado competitivo (Hayek,
1994).

Tanto para el Derecho de las condiciones y medio ambiente de trabajo como para el Derecho
Ambiental (como conjuntos de normas jurídicas) se pretende - en esta tercera oleada de regulación
- pasar a una simple ética de seguridad o ética ambiental (mediante normas no coercitivas).

En el caso de la gestión ambiental, tanto en el ambiente en general como en el medio ambiente de


trabajo en particular, lo que busca la propuesta neoconservadora o neoliberal hegemónica es, por
una parte, la externalización de los riesgos y por la otra, la privatización de los recursos naturales,
en particular otorgando derechos de propiedad y patentes sobre variedades de plantas y animales,
y transfiriendo la gestión ambiental a organismos por fuera del Estado y del control social. Gudynas
(1998) nos trae el caso más extremo en nuestro continente que es la constitución del Instituto
Nacional de Biodiversidad (INBio) de Costa Rica, bajo personería jurídica de asociación civil sin
fines de lucro, pero a la que se le han cedido las potestades de la nación para la conservación y
manejo de los recursos biológicos de ese país centroamericano.
El sesgo mercantil -nos dice Gudynas (2000)- avanza sobre todo en la cotidianidad. Allí se observa
una avalancha de conceptos y términos mercantiles. Pero no menos relevante es el hecho de
cómo esos cambios están pasando inadvertidos o son tomados con toda naturalidad. Hasta se
llega a generar un "marketing ecológico" para atender a los ambientalistas

Este sesgo mercantil se nutre de una serie de preceptos que encarnan claramente la corriente
neoliberal. Para ellos el mercado es el único medio para la asignación más eficiente de los
recursos. Allí se genera un orden espontáneo, donde la competencia es el mecanismo básico de
acción entre los individuos. De hecho, según Hayek (1968), son los individuos persiguiendo sus
propios intereses y beneficios los que determinan la marcha de la sociedad.

Allí no hay lugar para la razón ni para una ética de solidaridad o altruismo. Hayek (1990) sostiene
que "la competencia no es otra cosa que un ininterrumpido proceso de descubrimiento, presente
en toda evolución, que nos lleva a responder inconscientemente a nuevas situaciones. Es la
renovada competencia, y no el consenso, lo que aumenta cada vez más nuestra eficacia".

Esto explica varias de las posturas sostenidas en el campo de las políticas sociales. La fuente de
los principios no está en el análisis ético sino en las relaciones de mercado. "En un verdadero
sistema de libre empresa, los derechos de los individuos y su propiedad son sagrados y no pierden
su valor debido a conceptos filosóficos, como el bien público, o el interés público o el bien común"
(Block, 1992). En el mismo sentido, el ambientalismo del libre mercado reniega de discusiones
éticas tales como las que consideran si los animales y plantas pueden ser sujeto de derechos, y en
cambio afirma que esta postura va de la mano con la que privilegia el individualismo frente a las
acciones colectivas, que consecuentemente se debilitan. Los seres humanos no tienen fines
últimos compartidos. La minimización de la política y el Estado se reflejan en la propuesta de
Hayek de un orden distinto a la democracia, y que llama demarquía. Para Hayek no puede existir
algo como una justicia social porque el orden emergente del mercado es espontáneo y está basado
en individuos que buscan su propio beneficio. (Gudynas, 2000).

De esta forma, la regulación se presenta como una "autolimitación" que se imponen las propias
empresas que adoptan un "discurso" y un marketing ambiental: incluso es importante el mercado
de los productos "no contaminantes" que basan su propaganda en que, por ejemplo, no contienen
compuestos de flúor carbono que deterioran la capa de ozono, o automóviles supuestamente
ecológicos que contaminan un poco menos porque tienen un convertidor catalítico.

Aun cuando en muchas empresas encontramos la adopción de estándares regulatorios


provenientes de las casas matrices, es común escuchar denuncias que algunas de estas firmas se
radican en países latinoamericanos buscando evadir las regulaciones ambientales y los
mecanismos de control de los países de origen. En materia de las normas de medio ambiente del
trabajo la situación suele ser similar.

En muchos países de América Latina la situación se torna aún más crítica con el proceso de
privatización de la seguridad social, y con la adopción de esquemas de economía abierta que
tratan de salir de la industrialización sustitutiva por medio de modelos de desarrollo exógeno que,
en muchos casos, privilegian las exportaciones con ventajas comparativas de recursos naturales,
con el consecuente deterioro de los mismos y del medio ambiente (Universidad de Chile, 2000).

Las exigencias de la "competitividad" para participar de un comercio internacional cada vez más
influenciado por el dumping social y el dumping ambiental y para atraer capitales, hacen de las
regulaciones ambientales y laborales -en el pensamiento de muchos de nuestros formadores de
políticas- graves "obstáculos al desarrollo".
Pero es precisamente en los graves problemas que generan esas prácticas, como lo son la
creciente polarización social e internacional y el evidente deterioro de los ecosistemas globales,
donde surge una conciencia crítica que sustenta nuevos esquemas de regulación.

Estamos frente a dos aspectos positivos que puede traernos el actual proceso de mundialización:
el surgimiento de un modelo de acción humana que armonice los aspectos éticos, económicos y
ecológicos centrándose en una vocación de solidaridad comunitaria, y el creciente papel del
derecho internacional y la ampliación de los derechos de la tercera generación.

Los derechos de tercera generación exigen de una acción de la comunidad internacional, ya que
no puede haber desarrollo, ni protección del medio ambiente, ni paz, ni reconocimiento del
patrimonio común de la humanidad, ni consiguientemente vigencia efectiva de esos derechos, sin
una acción internacional que viene manifestándose en instrumentos como la Declaración de
Estocolmo (Declaración de las Naciones Unidas sobre el Medio Humano" de 1972), la Declaración
de Río (Declaración sobre el Medio Ambiente y el Desarrollo de 1992), el Convenio sobre la
Diversidad Biológica y el Protocolo de Cartagena sobre la Materia, el Convenio de Basilea de 1989
sobre control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y su eliminación, así
como las normas contenidas en los tratados de integración, de libre comercio y los tratados
bilaterales.

En todos nuestros países son crecientes los intentos de aplicación de esta normativa internacional,
así como la toma de conciencia paulatina de sectores sociales críticos cada vez más importantes
que asumen lo que Guattari (1989) llamaba "luchas del deseo", y que exigen el cumplimiento de las
normas y la adopción de políticas ambientales y sociales contrapuestas a los esquemas
ideológicos hegemónicos (Anderson y Leal, 1991) y a la concentración del poder financiero,
tecnológico y político (Chonchol, 2000).

¿Que es la Educación Ambiental?

"Educación Ambiental es el proceso que consiste en reconocer valores y aclarar conceptos con
objeto de fomentar y formar actitudes y aptitudes necesarias para comprender y apreciar las
interrelaciones entre el hombre, su cultura y su medio biofísico. La educación ambiental también
entraña en la práctica la toma de decisiones y la propia elaboración de un código de
comportamiento respecto a las cuestiones relacionadas con la calidad del ambiente.

Objetivos de la Educación Ambiental

El objetivo de la educación ambiental es lograr que tanto los individuos como las comunidades
comprendan la complejidad del ambiente natural y el creado por el bombre, resultado este último
de la interacción de los factores biológicos, físico-químicos, sociales, económicos y culturales, para
que adquieran los conocimientos, valores, actitudes y habilidades; prácticasque les permitan
participar de manera responsable y efectiva en la previsión y resolución de los problemas
ambientales.

Otro Objetivo es el de mostrar claramente la interdependencia económica, política y ecológica del


mundo moderno, debido a la cual las decisiones y las acciones de diferentes países pueden tener
repercusiones internacionales. Desde esta perspectiva, la educación ambiental contribuirá a
desarrollar el sentido de responsabilidad y solidaridad entre países y regiones, como base de un
nuevo orden internacional, para garantizar la conservación y el mejoramiento del ambiente.

Para el caso de México, además de los objetivos anteriores, se añaden los siguientes:
 Transformar los esquemas teórico-metodológicos de las relaciones hombre-hombre y
hombre-naturaleza.
 Desarrollar a través de la educación una conciencia ética hacia los valores ambientales.

Cuando se carece de un pensamiento ético-ambiental no se asumen actitudes de respeto; así lo


muestran las actividades humanas que conducen a la degradación ambiental.

Metas de la educación ambiental

Algunas de las metas que se persiguen con la aplicación de este modelo de educación ambiental
son las siguientes:
 

 Proporcionar la información y los conocimientos necesarios en la población mundial para


que ésta adquiera conciencia de los problemas del ambiente, creando en ella
predisposición, motivación, sentido de responsabilidad y compromiso para trabajar
individual y colectivamente en la búsqueda de soluciones.
 Promover una clara conciencia acerca de la interdependencia económica, social, política y
ecológica en áreas urbanas y rurales.
 Dar a cada persona las oportunidades para que adquiera los conocimientos, valores,
actitudes, compromisos y habilidades necesarios para proteger y mejorar el ambiente y con
ello alcanzar los objetivos de desarrollo sustentable.
 Crear en los individuos, grupos y en la sociedad entera, nuevos patrones de
comportamiento y responsabilidades éticas hacia el ambiente.

Evolución de la educación ambiental


 
En la década de 1960 se empezó a hablar de la educación ambiental, con el surgimiento de una
conciencia acerca de la importancia de evitar el deterioro ambiental.
 
En México, el interés y preocupación por los problemas ambientales nace durante la década de
1980; con ello se incorpora la temática ambiental a los programas escolares en los diferentes
niveles educativos, aun sin ser oficiales.
 
Paulatinamente se fueron integrando al currículo escolar, primero con un enfoque ecológico o de la
geografía física; después esta concepción fue cambiando hasta llegar a integrar los aspectos
socioeconómicos, históricos y culturales.
 
Diversos foros y circunstancias han permitido ir formando una conciencia clara acerca de los
problemas ambientales, aunque falta mucho por hacer. Los siguientes son principios básicos de la
educación ambiental:

 Considerar al ambiente en forma integral, es decir, lo natural y lo construido, no sólo los


aspectos naturales, sino los tecnológicos, sociales, económicos, políticos, morales,
culturales, históricos y estéticos.
 Asumir un enfoque interdisciplinario para el tratamiento de la dimensión ambiental, que se
inspira en el contenido específico de cada disciplina para posibilitar una perspectiva
holística y equilibrada.
 Tratar la temática ambiental desde lo particular a lo general tiene como finalidad que los
estudiantes se formen una idea de las condiciones ambientales de otras áreas, que
identifiquen las condiciones que prevalecen en las distintas regiones geográficas y
políticas, además de que reflexionen sobre las dimensiones mundiales del problema
ambiental para que los sujetos sociales se involucren en los diferentes niveles de
participación y responsabilidad.
 Otro principio orientador hace énfasis en la complejidad de los problemas ambientales, por
lo cual es necesario desarrollar el pensamiento crítico y las habilidades para resolverlos.
 Promover el conocimiento, la habilidad para solucionar problemas, la clasificación de
valores, la investigación y la evaluación de situaciones, en los estudiantes en formación,
cuyo interés especial sea la sensibilización ambiental para aprender sobre la propia
comunidad.
 Capacitar a los alumnos para que desempeñen un papel en la planificación de sus
experiencias de aprendizaje y darles la oportunidad de tomar decisiones y aceptar sus
consecuencias.
 Evaluar las implicaciones ambientales en proyectos de desarrollo.
 Insistir en la necesidad de cooperación local, nacional e internacional, para la prevención y
la solución de los problemas ambientales.

 El conocimiento de los problemas ambientales, puede, bajo principios orientados a audar a
comprender un poco más lo complejo de la realidad que vivimos. Esto no significa que los
contenidos por si solos conduzcan al estudiante a un cambio de actitudes.

Además de la adquisición de conocimientos, también debe destacar el aspecto preventivo. En este


sentido, se propone promover una "cultura de resistencia", es decir la educación ambiental debe
cuestionar los actuales modelos de desarrollo, pues éstos son los responsables del deterioro
ecológico y social que viven los países subdesarrollados, el cual es diferente al que se presenta en
otros países.

Ética ambiental
 
La ética se define como la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones de los
seres humanos, proponiendo para ello, un modelo de comportamiento humano a través de un
conjunto de normas morales o valores que tutelan la conducta de las personas.
 
La educación en los valores en el campo ambiental debe promover un cambio fundamental en las
actitudes y en el comportamiento individual y grupal, que permita adoptar formas de vida
sostenibles para mejorar las relaciones entre los seres humanos y las de éstos con la naturaleza.
 
Es importante para la educación ambiental resaltar algunos valores:
 
Tolerancia. Éste debe ejercerse en el marco de los debates y las discusiones que implican tomar
decisiones. El debate tiene que transcurrir sin agresividad, sin que sea apriorístico; es necesario
que en éste exista la comprensión de las distintas posiciones, sin que esto signifique que se deban
aceptar estas posturas.
 
Solidaridad. Debe traducirse en acciones de apoyo, cooperación y diálogo entre diversos sectores
y entre las distintas generaciones.
 
Responsabilidad. No se trata de sentirse culpables o actuar como si los problemas no nos
afectaran, sino de ser conscientes, de reflexionar, de involucrarse, de actuar.
 
Respeto. Éste debe abarcar todos los aspectos relacionados con el ser humanos: a la Tierra, a la
vida, a la libertad de credo, a la preferencia sexual, a la diversidad cultural, etcétera.
 
Equidad. La equidad debe estar presente en todo tipo de relación humano; sólo de este modo se
podrán eliminar las desigualdades y democratizar las oportunidades, satisfacer las necesidades
humanas y superar todo tipo de discriminación.
 
Justicia. Éste debe aplicarse a todos por igual para reafirmar los derechos y deberes de la
humanidad en toda su diversidad.
 
Participación. Ésta debe servir para fortalecer la democracia, garantizar la gobernabilidad y
facilitar la autodeterminación en la toma de decisiones.
 
Paz y seguridad. Ambas consisten no sólo en la toma de decisiones, sino en el equilibrio en las
relaciones humanas y la congruencia y expresión respecto de éstas hacia la naturaleza.
 
Honestidad. Es la base para afianzar la confianza.
 
Conservación. Deberá garantizar la existencia de la vida y la Tierra y preservar el patrimonio
natural, cultural e histórico.
 
Precaución. Obligación de prever y tomar decisiones con base en aquellas que ocasionen un
menor daño e impacto.
 
Amor. Fundamento para mantener una relación armónica, en la cual preponderen el compromiso y
la responsabilidad hacia esta relación.

Educar en Valores

La educación ética formal debe apuntar al desarrollo armónico e integral de los estudiantes, es
decir, tenderá al logro de una preparación científica indispensable para comprender la realidad y a
un humanismo basado en la adquisición de valores. No es posible tener en cuenta sólo uno de
estos aspectos.
 
Nuestra realidad social muestra con frecuencia una crisis de valores, crisis moral cuya
responsabilidad se adjudica a muchas veces a la escuela, problemas actuales como los de la
salud, la no satisfacción de necesidades básicas para un número cada vez mayor de personas y el
deterioro ambiental, parecen estar relacionados directamente con la educación "la institución
escolar debe responsabilizarse de estos fracasos", es el discurso más generalizado.
 
El reto de la educación en valores consiste en generar espacios dentro de la universidad para que
se analicen críticamente los dilemas morales de esta sociedad, a fin de que se elaboren
pensamientos autónomos, solidarios, participativos y respetuosos de los derechos del hombre.
 
El creciente deterioro ambiental expone situaciones en las que los valores universalmente
reconocidos se ven infringidos en forma constante. La pobreza, por poner un caso, fruto del
desequilibrio, viola tanto la igualdad como la libertad y compromete seriamente la calidad de vida
de los hombres.
 
Educación en, sobre y para el ambiente
 
Estas preposiciones no pretenden sugerir modos alternativos de construir oraciones "ambientales o
ambientalistas", sino que van más alla. Así en y sobre sugieren un enfoque diferente acerca de la
manera de encarar la educación ambiental, considerando tambien su evolución.
 
Los objetivos de la educación ambiental postulan el conocimiento de la dinámica que encarna el
ambiente y pretenden mantener una fuerte actuación de los individuos a través de la adquisición de
conductas responsables, éticas y comprometidas con la conservación, la preservación y la
protección de los recursos.
 
Una educación ambiental para el ambiente exige la presencia y tratamiento de contenidos que
permitan una nueva conducta de los ciudadanos respecto a la problemática ambiental.
 
Una educación ambiental sobre el ambiente y en el ambiente exige un cambio de actitud respecto
al entorno, por lo que es necesario tener un acercamiento y contacto para aprender en y de él.
 
La educación ambiental debe ir más allá de la simple transmisión de conceptos que favorezcan la
actitud pasiva del estudiante. Exige la capacidad para analizar y proponer soluciones a los
problemas. Éstas pueden alcanzarse mediante el cuestionamiento de ideas, la formulación de
nuevas hipótesis, además de la integración y práctica de valores.
 
Etica Ambiental

Etica Ambiental

Reflexiones sobre Ética y Responsabilidad Ambiental

                                  “La moralidad es una inversión. Hay un agujero en nuestra capa protectora de


ozono moral, y esta creciendo más grande cada día”. “La crisis ética de nuestra sociedad es una
consecuencia de nuestra educación”. (Der Spiegel, Agosto de 1993)

          Como consecuencia de una reciente presentación en la Academia Nacional de Ingeniería


tuve la oportunidad de ordenar algunas ideas y reflexiones sobre la gravitación de la ética y la
responsabilidad en el ejercicio de la Ingeniería y las Ciencias Ambientales. En esa oportunidad
expresé que, es común   reconocer que la cultura del occidente superdesarrollado, ha hecho crisis
con relación a muchos aspectos, pero sobre todo la concomitancia entre el desarrollo tecnológico y
económico y el entorno ámbito vital del Hombre. Es decir que la era de la tekhne[1] de la
antigüedad, la técnica del hombre primitivo, ha cambiado de sentido en el mundo posmoderno.
Cuando los impactos acumulativos de las actividades humanas eran pequeños, las consecuencias
ambientales de los proyectos de ingeniería eran de menor conocimiento y preocupación. Ahora que
el impacto de las actividades humanas ha alcanzado una escala global hay una preocupación
creciente acerca de las consecuencias ambientales de los diseños de ingeniería. Un nuevo
conjunto de restricciones ha venido a ser importante para los ingenieros ''   las restricciones e
incertidumbres ambientales -.

          Los ingenieros están acostumbrados a enfrentar una variedad de restricciones de diseño,


desde las más objetivas leyes de la física y la termodinámica y las mas subjetivas restricciones
presupuestarias. Las incertidumbres ecológicas agregan un conjunto adicional de restricciones.
Ahora se espera que los proyectos de ingeniería resulten en   productos o sistemas cuyo uso e
implantación no ponga en riesgo condiciones y procesos ecológicos, en especial los más sensibles.
1. Integrantes
2. Cita Federico Engels
3. Definición de La Ética (angie)
4. Definición del Ambiente (angie)
5. Definición de Ética Ambiental (oscar)
6. Surgimiento de la Ética Ambiental (angie)
7. Decisiones Éticas (oscar)
8. Contexto Internacional (Allan Marshall) (oscar)
9. Contexto Nacional ( Augusto Ángel Maya) (angie)
10. Educación Ambiental (oscar)
11. Nuevo sistema de valores (oscar)
12. Conciencia Ecológica (angie)
13. Ética Profesional (oscar)

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