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JOSE LEZAMA LIMA. ALGUNOS contorno.

TRATADO EN LA HABANA. Barcelona: El esplendor, la fuerza irradiante de esa


Anagrama, 1971. esencia era capaz de reobrar sobre el
pasado, en una hiperbólica paradoja, como
Febrero 17, 1956. NUEVO MALLARMÉ causa. De la misma manera que el
redescubrimiento de Ronsard, aun dentro de
El nombre de Stephane Mallarmé ha las dificultades que el siglo XIX oponía para
comenzado a destilar sus prodigios al ello, acompañadas al mismo tiempo de las
alcanzar nuevas figuras, nuevas entidades en necesidades que se imponían en ese
lo temporal. Veinte años después de su encuentro para ciertas leyes ineludibles del
muerte se asociaba su nombre al primor o al verso francés, se debe más que a la
refinamiento, a las insinuaciones, a las sorpresiva lupa de Sainte Beuve, al
variantes sutiles de la destilación, a los movimiento de lenta serpiente en el verso de
laberintos trazados por alcanzar la gota o el Baudelaire. En ese sentido la «école
diamante. Medio siglo después de su muerte, lyonnaise», en sus dos ramificaciones de
se ha superado ya el festín de las delicias, el Maurice Scéve y de Louise Labé, no puede
«liqueur framboisé», el « jus de cerises», para ser considerada como el antecedente de la
penetrar en el hombre absorto ante las factura y de los prodigiosos hallazgos del
provocaciones y burlas de las palabras, el verso de Mallarmé, sino, por el contrario,
desmesurado precio que nos cobran desde cuando Mallarmé obtuvo el resultado
que exhaladas recobran su suspensión y se incomparable de su alquimia y de la irra-
diluyen en el ajeno laberinto. Persiguiendo diación de su palabra, aquella zona del siglo
con total reverencia y acatamiento los XVII, se aclaró como si el destello
dictados de su llamado o de su visión. Ya no mallarmeano fuera la chispa para la
es el hombre preocupado por la nitidez, la evaporación histórica de la Plaza de Lyon,
unidad o la simple irreductibilidad en la cuando los músicos y los poetas comenzaron
destilación de la gota; el afanoso de que los sus exigentes y circunspectas visitas, sus
corpúsculos de las palabras, convertidos en amables conversaciones para el recitado y la
sustancia, mantengan su incandescencia. En danza, y el mismo Maurice Scéve avivó su
esa dimensión el nombre de Stephane palabra al acompañarla de las orgullosas
Mallarmé, redondea su sombra como un demandas de un instrumento delicado tañido
enigma que al deshacerse reaparece, en con rigor.
nuevo puro enigma permanente para lo En el recorrido del verso francés, a lo largo
temporal, por las Cabrillas o por Casiopea. Ya del siglo XIX, se había asegurado la posición
es el semejante de Empédocles, Pitágoras, de peligro, el riesgo del descubrimiento, las
Hamlet, Pascal, o el rey Sebastián, cuyas arrogancias de una aventura que se había
permanencias en la posteridad no dependen levantado con las inmensas exigencias del yo
tan sólo de su obra, sino de sus gestos separado. Esa aceptación, sin reparos y a
reconstruidos por sus imágenes, del entero gusto de la simpatía, de la novedad,
contrapunto que lograron establecer, o de del reto, de la presunción de infinitud, que
una inmensa novela, donde aun después de nos hacía desfallecer y como obligarnos al
muertos sus dedos de escriba egipcio como abandono de la pereza, había alcanzado un
en un sueño, van pasando nuevos capítulos. peligroso prestigio cuyo destello sigue
Es ya entonces, una cualidad, una pura fascinando el enlace de las generaciones.
vocación, una desconocida variante en la Hugo había logrado ya esas evaporaciones
historia del ceremonial. En ese sentido mediante las cuales el verso desprende el
Thierry Maulnier, refiriéndose a un poeta reflejo de las arengas nocturnas en las
contemporáneo de Ronsard, aunque su ciudades sumergidas o las risueñas
antítesis, hablaba de una «intensité provocaciones de los filtros. A lo que había
mallarméene de pensé». Ésa es la presencia añadido Nerval una virtud como de oficiante,
actual y más perdurable de Mallarmé, hay hierática, que comenzaba por llevar la poesía
una intensidad mallarmeana, como hay un a las nocturnas, implacables rocas del
gemido en Pascal, una voluptuosidad a lo sacrificio. Baudelaire había jugado en una
Montaigne, una dignidad en Racine, una forma desgarrada a la lenta, voluptuosa
lucidez a lo Baudelaire. Un nombre trocado conducción de la poesía desde la «areteia»,
en el esplendor de una cualidad, de una el destino, el espíritu en la sangre, a la
esencia que reobra y actúa como la propia «aristia», es decir, a la protección en el
persona, su testimonio y la resistencia de su combate de Pallas Ateneo. Pero le estaba
reservado a Mallarmé, el secreto de las afán de reintegrarle a las palabras el sentido
inmensas acumulaciones exigidas por el de la tribu, estudia Mallarmé las palabras
movimiento del verso o por las penetraciones inglesas, en ese momento en que las costas
de la estrofa. El temblor que sigue a sus británicas y las normandas están llenas de
poderosos recursos verbales, cuando tiene hogueras. Su libro «Les mots anglais», afirma
que lograr sus transmutaciones en el verso, Paul Valéry, es quizás el documento más
venía a perseguirlo hasta el límite de la revelador que nosotros poseemos sobre el
indiferencia o el rehusamiento, pues e? acto trabajo íntimo de Mallarmé. «Me parecía a
mismo de la creación parecía extender su veces, añade Valéry, que él hubiese pesado,
onda hasta el escriba o el escucha dispuestos mirado, una a una, todas las palabras, como
a abandonarse a las mismas pesquisas, a un lapidario sus piedras, ya la sonoridad, el
idénticos éxtasis o tormentos. brillo, el color, la limpidez, el alcance de cada
Nosotros hemos deseado agrupar los una, y yo diría casi su oriente... » Desde el
momentos más significativos del desarrollo primer capítulo en que establece un distingo
de Mallarmé, en cuatro estaciones que llenan entre las familias de vocablos y las palabras
la factura de su trabajo o las secretas solitarias, eso que ahora los filólogos llaman
contenciones de sus designios. El día en la parataxis o nexo de las palabras por su
Tournon, la noche de Idumea, los sentidos en igual nivelación, parece preludiar al
Valvins, la inteligencia de la Rue de Rome, conversador de la «Rue de Rome», dueño de
aclaran en su polarización los agrupamientos ese conocimiento de increíbles detalles que
de sus trabajos. hacen la cultura de un poeta, estudiando los
No pretenden esos cuatro momentos matices de las palabras abstractas, según
señalados abandonarse a la banalidad de lo terminen en «té», como «verité», en «tion»
causal, de lo sucesivo cronológico. Etapas no, como «transition» o en «ment» como
integración del ser en el ser, identidad de una «entendement», mezclando como dice Don
sustancia sobre sí misma. Los agrupamientos Miguel, los hechizos salmanticenses con la
del tiempo en un escritor corresponden a los pedantesca dulzura. Pero delicia de una
momentos en que éstos alcanzaron un signo. formación, mientras se desenredan esos
Así, por ejemplo, «Igitur», corresponde estudios sobre el nacimiento de las palabras
cronológicamente a los inicios de Mallarmé, inglesas, precisa también las aventuras, las
sin embargo, es en la última etapa de su metamorfosis, sus disparidades o disfraces
vida, cuando esas páginas cobraron su nominales, entre los dioses helénicos o
significación y su destino. Las revisó romanos. Todo allí está dirigido, como decía
Mallarmé, las guardó con específicas señales, el mismo Mallarmé, a demostrarnos cómo los
y es ahí, en la coronación de su forma y su personajes galantes de la fábula se han
destino en la «Rue de Rome», donde deben transformado en fenómenos naturales. «Ex-
señallarse. «Les loisir de la poste», sus versos traer las divinidades de su apariencia natural,
de circunstancia, los escribió, con una gracia y llevarlas como volatilizadas por una
incomparable, a lo largo de toda su vida, sin química intelectual, a su estado primitivo de
embargo, nosotros preferimos incluirlos en la fenómenos naturales, como auroras o
Noche de Idumea, es decir en sus momentos puestas de sol, de ahí la finalidad de la mito-
de indiferencia, de imposibilidad de trabajo, logía natural». De tal manera, que vemos en
esa graciosa llamada a la amistad inteligente, su inquietante aprendizaje en Tournon, como
donde cobran su sentido, no de juego, sino un intento de reintegrarle a las palabras su
de necesidad para ponerse a flote, para sentido tribal, está acompañado por ese
rehacerse en el gusto de la fugacidad. calculado, sutil tapiz donde los dioses y los
La vida hamlética de Mallarmé por hombres se bañan de nuevo en sus mágicas
alcanzar la destilación de la palabra, soberanías. Nuestro amigo el sol ha muerto,
comienza, una vez casado, por su viaje a subraya levemente Mallarmé como uno de
Londres. Entonces se nos presenta como una los placeres que acompañan a las palabras
especie de Julián Sorel más la voluptuosidad, de ese hombre primitivo, volverá de nuevo. Y
precisamente en ese momento en que Julián siente entonces la inmortalidad de esa
Sorel va también a Londres de la misma irradiación, el festival de las estaciones, la
manera que Thibaudet afirma que Baudelaire reiteración de lo primigenio, acompañándolo
es San Sainte Beuve más la poesía. Claro que en la ceremonia de sus faenas o en las
nuestro Mallarmé dominado por las misteriosas pausas de su sangre. Tres siglos
ascensiones de Hugo y de Baudelaire, como después parece como si Mallarmé hubiese
el de Stendhal por las de Napoleón. En su escrito la mitología que debe servir de pórtico
a Don Luis de Góngora. En las últimas pasado de la contemplación de la esterilidad,
porciones del aire donde el aliento se del vacío del cuerpo al convertirse en ab-
extingue, ¿cómo rehallar esas palabras, con soluto, a las danzas frenéticas de Nijinsky
las vacilaciones del hombre tribal ante la para lograr la altura de los frutos. La
huida de su amigo el sol, fijarlas, como la bondadosa primavera nos ha extraído con la
fugitividad de las ninfas detenida en el llama de su violencia, del bostezo del espejo.
inseguro, momentáneo espejo de la onda? Parece también como si el poeta extrayese
de su propia esterilidad, el drama, con más
Febrero 26, 1956. NUEVO MALLARMÉ II ritmo que el verso libre, según él reclamaba,
del fauno para conservar la temperatura de
Para contestar en su obra a esas su energía. Ahí se encuentran, según el decir
temerarias preguntas, Mallarmé procuraba de Paul Valéry, los más hermosos versos del
simultanear o darle una rápida sucesión en mundo:
sus poemas a la oquedad, al terrible vacío
que lo hostigaba, con la destreza de los «Tu sois ma passion, que pourpre et deja
sentidos para desplegarse por el cuerpo que mur choque granarle eclate et d'abeilles
los provocaba. La obstinación de huir, que murmure...».
aparece en Brise Marine, sugerida tal vez por
la Andrómeda, marfil de Cellini, en el Museo y donde pudiera señalarse el origen de los
del Louvre, donde el cuerpo encadenado des- espléndidos sonetos de Valéry sobre las
dobla la tensión de escapar; de oír como granadas y las abejas.
Baudelaire, el canto de los marineros, de ¿Es posible que Mallarmé partiera del
rescatar sus sentidos de «la claridad desierta cuadro de Boucher, Pan y Siringa, para su
de la lámpara sobre el vacío papel defendido poema? No lo creemos, de la misma manera
por su blancura», está contrastada por la que años más tarde creía innecesario el
aridez de la noche de Idumea. trabajo de Dcbussy en torno a su poema.
Evidentemente, le decía Villiers en una carta, Creía que el poema conllevaba su propio
una tentación del demonio, donde parece acompañamiento musical, y que cualquier
suprimirse de la misma raíz del poema la otra glosa o variante, tendía a desvirtuar la
posibilidad creadora de todo diálogo, dirección del poema.
quedando como una devoradora amenaza Por lo que hemos relatado en esa primera
sobrehumana, monstruosa. Esta necesidad etapa de Mallarmé, que hemos llamado el día
de Mallarmé de unir las inexistentes en Tournon, se puede apreciar que Mallarmé
articulaciones del vacío junto a la sensación hizo un aprendizaje extremadamente
de los cuerpos y de los objetos, adquiere su acucioso, acercándose al desierto de la
forma más grandiosa y trágica, en la sucesión lámpara, como él decía, durante muchas
de su trabajo poético, de La Herodiade noches para moldear cada palabra. Si Valéry
seguida por L'apre-midi d'un faune. La ha dicho de Mallarmé, que para leerlo hay
Herodiade es el poema de la esterilidad, de la que aprender a leer de nuevo, es innegable
virgen danzando tan sólo la diabólica riqueza que él comenzó por ahí, por aprender a leer
del espejo, de la nodriza que despierta con de nuevo toda la asombrosa diversidad del
cada una de las preguntas de sus perfumes la saber y del acto poético.
danza de los poros complementarios. En los Su aprendizaje se mantenía inalterable en
vapores del estío, donde se resuelve la sus más eficaces momentos, o cuando
acumulación del fervor sexual, coincidiendo escondido en una indiferencia aparente, se
la parábola solar con el ascenso estelar y la refugiaba en la virtualidad acumulativa. He
caída de la cabeza de San Juan en su aquí su otro gran momento, la noche de
degollación. Idumea, cuando el Señor Latente, como él
decía, el antidevenir, el Hamlet enemigo de
...una lejana sombra, colocar el suceso, la impureza, en lo
pero también, atenta en tus severas temporal, no lograba alcanzar el poema, la
fuentes. tierra prometida de las palabras. Sentía
¡Horror! He contemplado mi gran entonces, según nos confiesa, al atravesar el
desnudez. viaducto de Batignolles, el deseo de
precipitarse al abismo. No es tan sólo la
Ante esos retorcidos dioses del invierno, mediocridad de sus funciones en el liceo lo
comienzan a hundir los faunos sus cuerpos que lo enloquece. Su hijo enfermo, con su
en la enmielada corteza de los árboles. Se ha espléndida cabeza rubia y su corazón
desproporcionado para su edad, siempre del final de su soneto al tabaco:
acostado, frente a los destellos del loro
Semíramis, estallante arcoiris. Luego, hecho Tons sens, trop, precis, rature ta vague
en sus primeros acercamientos a la poesía de litterature.
Lamartine, en Hugo, y aun en Beranger, en la
abundancia que muy pronto castigaría con Esos reparos que se le señalan con
Poe y su lucidez exacerbada en la formación frecuencia a Mallarmé, claro que entre los
del reloj poético. Además, ciertos proyectos vulgares, de preciosismo, de oscuridad, de
de una vastedad que aturden, tales como la esterilidad, de falta de comunicación. ¿Cuál
historia de ciertas frases, la historia de es la correcta actitud frente a ellos? Casi todo
ciertos modos de pensar, intentos que tienen el lenguaje poético desde el renacimiento
remotos antecedentes en Lulio y en Leibnitz. está teñido de preciosidad. En Shakespeare,
Ya hoy sabemos, que una expresión como «la en los Sonetos para diferentes aires de
sonrisa danza», subrisio ovnis, sólo es posible música, o para la persona enigmática, hay
ya en el siglo IV, cuando la emplean por una influencia decisiva del petrarquismo, que
primera vezz los Padres de la Iglesia. La es dado a la preciosidad. Lo contrario de lo
manera inexorable con que Baudelaire lo precioso no es lo grande y humano, sino lo vil
había impregnado, al extremo de que gran y deleznable, pues Shakespeare, Juan
número de sus versos son, detenido en la Sebastián, Lope y Calderón, lo fueron, con lo
obsesión de sus detalles de insecto, en la que calmamos cierta malicia de respuesta
persecución de las sílabas en su rápida y superficial, tan de moda entre
adolescencia, variantes de los versos de nosotros, sino que hay en sus obras
Baudelaire. Sus lecturas del Hegel más elementos de preciosidad. Lo contrario de lo
maduro, sobre todo el de la Filosofía del oscuro no es lo Genital o estelar, sino lo
Espíritu, donde traza la concepción del nacido sin placenta envolvente. En cuanto a
absoluto, con antecedentes en la causa sui, lo de la comunicación, la tuvo en tan alto
de Spinoza, marchando desde la virtualidad a grado, por su irradiación, por sus mágicas
la idea; y de Schopenhauer, cuyas ideas acumulaciones, que es con Rimbaud, uno de
sobre la intuición y las potencias los grandes centros de polarización poéticos,
generatrices, donde abrevó tantas veces situado en el inicio de la poesía contemporá-
Bergson, le harán madurar, en el momento nea y una de las actitudes más enigmáticas y
de su acercamiento a la música, su propio poderosas que existen en la historia de las
microcosmos. En Valvines, en su hameau, en imágenes.
su cabaña, los pequeños sonetos, la Prose Mallarmé muere queriendo llevar las
pour des Esseintes, quizá su poema más posibilidades del poema más allá de la
poblado de dones acumulativos, de orquesta, por la unión del verbo y del gesto, y
referencias ambivalentes a la noción y el de las organizaciones del color. Intenta en su
sentido, estudiado en una forma Coup de dés, el avance y el retroceso de los
deslumbradora en el libro de Thibaudet sobre timbres y la colocación espacial del poema en
Mallarmé. Los sentidos en Valvins, como la jerarquía de las constelaciones. Se subraya
hemos llamado a esa etapa de su vida, es una palabra solitaria, como el andantino
quizás el momento en que Mallarmé resuelve marcial en las graciosas subdivisiones de la
más, en que alcanza su forma aquel vestido flauta o se prolongan, se cierran en la
viviente; de que habla Goethe. Se alza hasta infinitud de su serpiente, igualándose el
los oficios y la liturgia, extrae de su pobreza comienzo y la recepción con la despedida,
ese relieve como de rey asirio, de semidiós como en las impulsiones de los metales. La
de la era de Anfión o de Orfeo, con que lo ha transparencia del papel, sus márgenes
visto su principal discípulo, asiste a los participando como una acusación o una ale-
conciertos Lemoureaux. La cascada gría, sus combinaciones irrefutables de
wagneriana cae en sus cuadernos de notas blancos y negros, adquieren un claroscuro,
en infinitas patas de moscas, en alfileres que una desconocida dimensión. A veces pienso,
evitan sirtes. Los sentidos en Valvins van a como en el final de un coro griego o de una
horcajadas sobre sus cigarrillos incesantes. nueva epifanía, que sus páginas y el
Qué criollo nuestro, voluptuoso y murmullo de sus timbres, serán algún día
sobresaltado, en nuestro mejor siglo XIX, en alzados, como en un facistol poliédrico, para
Tristán de Jesús Medina, en los Zambrana, en ser leído por los dioses.
Julián del Casal, en Ricardo del Monte o en
José Martí, dejarían de adivinar esos arañazos

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