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Cipecar - Centro de iniciativas de pastoral de espiritualidad

SALMO 94: "VENID, ACLAMEMOS


AL SEÑOR"

Hay una hermosa tarea en el mundo de hoy que nunca cuenta con obreros suficientes:
invitar a orar. A muchas personas nadie les ha invitado a esta fiesta. Antes eran las
campanas las que invitaban a hacer un alto en el camino para levantar los ojos a Dios.
Hoy, ¿cómo y dónde escuchamos la voz que nos invita a dejar la ausencia y a entrar,
aunque sólo sea por un momento, en la presencia de Dios? Hacen falta pregoneros de
Dios, como el salmista.

Venid, aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. Entrad, postrémonos por tierra,
bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es nuestro Dios, y nosotros su pueblo,
el rebaño que él guía. Ojalá escuchéis hoy su voz: "No endurezcáis el corazón como en
Meribá, como el día de Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a
prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras."

Ven a aclamar al Señor. Canta o recita esta canción Vamos cantando al Señor, Él es
nuestra alegría. Entra en su presencia. Póstrate y canta esta canción: Me postraré en tu
presencia. Me postraré ante ti, Señor. Escucha su voz. Mírale. Déjate mirar por él.
Repite, dichas para ti, estas palabras: Busca el silencio, ten alerta el corazón, calla y
contempla.

La mejor invitación a aclamar al Señor la hace nuestra vida, nuestra alegría, nuestra
forma de servir a los demás. Es la mejor propaganda. Eso hacían los primeros cristianos:
"A todos aman y de todos son perseguidos... Son pobres y enriquecen a todos. Carecen
de todo y abundan en todo... Los vituperan y ellos bendicen... Se les injuria y ellos dan
honra. Hacen bien y se les castiga como malhechores. Condenados a muerte, se alegran
como si les dieran la vida" (Diogneto).

Cipecar
www.cipecar.org

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