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e-aquinas
Año 3 Agosto 2005 ISSN 1695-6362
Aula Magna:
MIGUEL ÁNGEL BELMONTE, Aproximación a una genealogía de
la prudencia 2-15
Documento:
HUG BANYERES, La virtut de la prudència 16-64
Publicación:
JOSEF PIEPER, Las virtudes fundamentales 65-78
Noticia:
In memoriam Antonio Millán Puelles
José J. Escandell, La originalidad de las obras escolásticas de Antonio
Millán-Puelles 79-92
Aproximación a
una genealogía de la prudencia1
Miguel Ángel Belmonte
Universitat Abat Oliba CEU
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Por otra parte el término latino prudentia ha sido considerado desde antiguo
como la contracción del término providentia, lo cual ayuda a entender la
vinculación que tuvo siempre el término, al menos en su sentido clásico, con ese
matiz de saber previsor capaz no solo de adelantarse a los acontecimientos sino
incluso, en cierto modo, de gobernarlos.
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Sin embargo, una de las cosas que permite la defensa de un lugar en que la
comunidad quede protegida es precisamente la posibilidad de la reflexión
también en común sobre las necesidades comunes. Por eso a veces se ha señalado
que, si en algún sentido fueron los griegos los que ‘inventaron’ la política, fue
precisamente en el sentido que el Protágoras del diálogo platónico señala
cuando, dirigiéndose a Sócrates, dice:
“Así es, Sócrates, y por eso los atenienses y otras gentes, cuando se trata de la
excelencia arquitectónica o de algún tema profesional, opinan que sólo unos
pocos deben asistir a la decisión, y si alguno que está al margen de estos pocos
da su consejo, no se lo aceptan, como tú dices. Y es razonable, digo yo. Pero
cuando se meten en una discusión sobre la excelencia política, que hay que
tratar enteramente con justicia y moderación, naturalmente aceptan a cualquier
persona, como que es el deber de todo el mundo participar de esta excelencia;
de lo contrario, no existirían ciudades”11.
“…el idioma alemán parece tener conciencia de ese vínculo secreto que liga la
avaricia con la falsa prudencia, si bien a través de reminiscencias que no poseen
ya la total claridad de su significado. En el bajo alemán se designa por una y la
misma palabra (wies) tanto al prudente como al avaro; y la expresión del medio
alto alemán karg (karc), denotativa de la habilidad y la astucia inherentes al
egoísmo, puede considerarse adscrita a la esfera significativa y al ‘campo
verbal’ de la prudencia”13.
11Platón, Protágoras, 322 d – 323 a [trad. C. García Gual, Gredos, Madrid, 2000]. Cf
Claude Mosse, La invención de la política, en El saber griego, ed. J. Brunschwig y G.
Lloyd, Akal, Madrid, 2000, p. 139.
12 Cf Chantraine, loc. cit. Cf Pol 1254b.
13 Pieper, J.; Las virtudes fundamentales, Rialp, Madrid, 1980, p. 55.
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Aunque estas ideas parezcan de plena actualidad a principios del siglo XXI,
también se pueden extender a toda la modernidad que transformó el concepto
de prudencia hasta dejarlo en un olvido del que la misma confusión semántica
impide a menudo rescatar.
14 Ibid., p. 192
15 Cf Aubenque, op. cit., p. 223.
16 Tucídides, op. cit. III, 82.
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filósofos encontramos tanto a Aristóteles como a los estoicos, pero se trata sólo
de distinciones artificiales que, en realidad, dejan siempre suficiente margen
para que se puedan confundir, como de hecho ocurrió en la posteridad
intelectual antigua y medieval. La confusión terminológica, aun con una cierta
prioridad del uso de sapientia sobre el de prudentia y la percepción de prudentia
casi como cultismo, continuó incluso hasta Marco Aurelio. También en las
traducciones al latín de la Biblia griega de los Setenta sucede que se traducen
phronesis y sophia como prudentia y sapientia indistintamente. Tales argumentos
terminológicos llevan a Gauthier a sostener que fue imposible que la Patrística
distinguiera nítidamente entre prudencia y sabiduría: ni las distinciones
ciceronianas, tardías y no suficientemente nítidas, ni los términos bíblicos
permitieron a San Jerónimo o a San Agustín elaborar una doctrina de la
prudencia en general ni mucho menos de la prudencia política.
A finales del siglo XII y principios del siglo XIII, las primeras traducciones de
las obras aristotélicas siguen fluctuando en la versión de phronesis y sophia, hasta
el punto de que los comentaristas no podían tener una claridad meridiana sobre
cuál era el lugar exacto otorgado por Aristóteles a la prudencia.
“La prudencia radica en la razón cuya función propia es regir y gobernar. Por lo
tanto, en la medida en que cada cual participa del gobierno y dirección necesita
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Aquino con un mero aristotelismo. Si la ley natural o los principia per se nota o la
synderesis son elaboraciones filosóficas de finales del siglo XII y principios del XIII ¿por
qué iba Santo Tomás a obviar su integración en una síntesis en que, por otra parte, la
filosofía práctica de Aristóteles desempeña un papel preponderante? Por otra parte, la
polémica acerca de si la prudencia trata sobre los medios o sobre los fines está
tergiversada de antemano por la visión que tiene de la phronesis como sagesse. Quizá
por un descuido se le escapa a Gauthier el reconocer que sólo hay un lugar (1142 b 30-
33) en que Aristóteles diga explícitamente que la phronesis tenga por objeto los fines (p.
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en Aristóteles: por más que se quieran intuir ciertos indicios, Santo Tomás habría ido
‘demasiado lejos’ en su interpretación. Sin embargo A. M. González ha mostrado
detalladamente las carencias del análisis de Jaffa, especialmente por su comprensión
sesgada del pensamiento del Aquinate. Cf A. M. González, Moral, razón y naturaleza.
Una investigación sobre Santo Tomás de Aquino, Pamplona, Eunsa, 1998, pp. 299-317.
II-II, q. 47, art. 10, in c.
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Cf Garver, E., Machiavelli and the History of Prudence, Wisconsin, The University of
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“pour Aristote et pour saint Thomas, la prudence est la première qualité d’un
homme. C’est elle qui le fait homme au sens plein du terme. C’est par elle qu’il
se dirige, se commande, s’ordonne à sa fin propre, tant individuelle que
spécifique, rassemble en un seul geste tous les éléments de son être, s’unifie et
s’accomplit. Le prudent, c’est l’homme arrivé à sa belle madurité dorée, à l’état
qui correspond adéquatement à sa nature. Le prudent, c’est l’homme parfait.
‘Maitre Robert, dit saint Louis à son ami Sorbon, je voudrais bien avoir le renom
de Prud’homme, mais que je le fusse. Quant à tout le reste, je vous l’abandonne.
Car Prud’homme est si grande chose, que même au nommer, elle emplit la
bouche”31.
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