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TEMA PÁGINAS
INTRODUCCIÓN.………………………………………………………………………………………… 3
CONSIDERACIONES FINALES.………………………………………………………………………… 24
BIBLIOGRAFÍA…………………………………………………………………………………………...... 27
2
INTRODUCCIÓN
En la actualidad, nos encontramos con la existencia de diversas modalidades de
de adquisición, conservación y pérdida de la posesión y dominio de los bienes en
cuanto a las condiciones y requisitos que se deben cumplir para que se
perfeccione la posesión o dominio respecto a terceras personas. Entre estos
requisitos destaca el registro del bien inmueble en el conservador de bienes
raíces, requisito de carácter solemne que se debe cumplir para la materialización
de la adquisición del dominio del bien raíz, como lo establece el artículo 686 inciso
1° del C.C. “se efectuará la tradición del dominio de los bienes raíces por la
inscripción del título en el Registro del Conservador.”
Éste Registro creado por Bello a través del código civil inspirado en la ley
prusiana de 1872 y en el registro de hipotecas que existía en nuestro país
conforme a la legislación española, se entiende como decreto con fuerza de ley y
produce los mismos efectos que ésta, según la Corte Suprema.1 En relación al
Registro del Conservador, la doctrina ha estipulado que la finalidad de ésta, era
“dar fijeza a la propiedad y publicidad a los actos y contratos que afecten al
dominio y a los derechos reales constituidos sobre bienes inmuebles”2; tal como
se expresa en el mensaje del código civil, donde señala:”…la posesión de los
bienes raíces manifiesta e indisputable, caminando aceleradamente a una época
en que inscripción, posesión y propiedad serían términos idénticos”, además
define la inscripción, generando una diferencia entre la posesión del bien y la mera
tenencia de éste; “la inscripción es la que da la posesión real efectiva; y mientras
ella no se ha cancelado, el que no ha inscrito su título, no posee: es un mero
tenedor”.3 Sin perjuicio de lo anterior, se afirma que el contrato puede ser perfecto,
puede producir obligaciones y derechos entre las partes, pero no transfiere el
dominio, no transfiere ningún derecho real, ni tiene respecto de terceros existencia
alguna en caso que no se materialice el registro de la tradición.
1
Sentencia de 7 de noviembre de 1916, Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo XIV, sec.1ª, pág. 340, y
de 3 de mayo de 1924, Revista de Derecho y Jurisprudencia, Tomo XXII, sec. 1ª, pág. 953 (considerando 15,
pág. 972).
2
Enríquez Rioseco, Emilio. “La Posesión Inscrita ante la Jurisprudencia”. 3ª ed., pág. 10, Editorial Jurídica
de Chile, año 2003.
3
Pescio Vargas, Victorio. “Manual de Derecho Civil”. Tomo IV, pág. 174, Editorial Jurídica de Chile, año
1978.
3
De esta forma, nos encontramos con que para el código civil, cualquier título en
base al cual se alegue el dominio de la cosa podrá producir obligaciones y
derechos entre las partes, pero nunca el dominio, la constitución de derechos
reales, ni la producción de efectos respecto a terceros, ya que es la inscripción del
bien, la que es requisito para confeccionar el dominio, para perfeccionar los
posibles derechos reales que se quieran constituir sobre el bien y más aun, será
inoponible, por cuanto viola uno de los requisitos de formalidad de publicidad,
siendo causal de la inoponibilidad en la forma.
Es importante señalar en cuanto a esto; que la organización territorial en
nuestro país (Chile), representaba una posición intermedia entre el sistema
Alemán, que señalaba que la inscripción es necesaria para transferir el dominio; y
el sistema Francés, que postulaba que la inscripción no lo probaba; generando un
libro de registro de carácter personal, tal como ocurre en Francia.4
4
que en cuanto a la posesión inscrita se presenta una transformación entre esta
institución en el derecho romano clásico, y en el derecho romano post. Clásico.
Es así como en el texto de la Constitución de Teodosio, Arcadio y Honorio;
se introducen algunas innovaciones con respecto al abandono y adquisición de la
posesión en la traditio corporalis, instaurando ciertas formalidades. Algunas de
estas formalidades consistían en el registro de la tradición, como ya se ha
señalado en la introducción. De esta forma “la tradición requiere, para ser válida,
de registro posterior en las actas de un funcionario imperial o municipal con ius
gestorum, vale decir, con facultad de registrar actos jurídicos y mantener
archivada la documentación pertinente”5, lo que implica que a la entrega de la
cosa corporal inmueble, se le debe agregar la formalidad correspondiente a la
inscripción de la traditio, para que se materialice la enajenación.
Pero, ¿A qué responde esta innovación en los requisitos para la perfección
de la traditio? Más allá de un hecho concreto, este cambio responde a un proceso
gradual producto de la incursión de la scriptura (de origen heleno-oriental) en el
derecho romano como instrumenta pública6; permitiendo un aumento en la
5
Topasio Ferretti, Aldo. “La Posesión Inscrita en el Derecho Romano”. Pág. 25, EDEVAL, año 1978.
6
Para Vittorio Scialoja en “Procedimiento Civil Romano, Ejercicio y Defensa de los Derechos”. Ed. Jurídica
Europa- América, Buenos Aires 1954, pág. 396. : “Las pruebas por documento por acto escrito, se llaman con
palabra muy general que las comprende a todas, instrumenta o también rescripta”. “No se admite la escritura
como prueba sin restricción, ni siempre con idéntica fuerza, sino que su fuerza depende de la mayor o menos
probabilidad que sea genuina: de aquí que haya varias categorías de escrituras con diferente grado de fuerza
probatoria. La primera categoría, es, naturalmente, la de los documentos públicos”. (referido a la etapa del
Derecho Romano post. Clásico). “Los Acta o Gesta son los documentos redactados por oficiales judiciales.
Los acta hacen plena fe (pública fides), y para siempre; esto es, aún después de la muerte del funcionario que
los extiende y con independencia de su confirmación personal, siempre que, naturalmente, se hubiesen hecho
en las formas queridas por las leyes. Justiniano estableció estas formas en la novela 47. Sin embargo, los
acta no son inexpugnables; pueden ser atacados de falsedad, y cabe impugnar también su contenido
demostrando que fue erróneamente consignado en los acta. Pues estos hacen prueba del hecho de que
alguien ha ido a reducir una determinada cosa ante el magistrado; y en esto está el objeto de la pública fe.
Pero que la parte haya deducido in acta una cosa verdadera o falsa, es ya algo que puede discutirse”
“Los acta o gesta se referían naturalmente a todos los actos que debían hacerse necesariamente
ante los magistrados y, por tanto, a todos los actos de procedimiento; pero no eran estos solos, pues llegó a
ser costumbre, sancionada después por las leyes mismas, inscribir en los protocolos de los magistrados aun
los actos privados, que de esta manera venían a participar de la fuerza probatoria atribuida al acta”.
“La segunda categoría de pruebas escritas la constituían los documentos e instrumentos públicos
propiamente dichos, instrumenta pública o publice confecta; o sea, los actos realizados en la plaza, y por eso
en el latín tardío se les llama también instrumenta forensia. Son los actos notariales; y los notarios, los
tabelliones, estaban en el foro.
Los tabelliones no eran oficiales públicos, pero gozaban de cierta fe pública: pues su oficio estaba
subordinado a la vigilancia de los magistrados y regulado también por la ley… Pero tenían que confirmar,
mediante juramento, la verdad del documento; y lo hacían de ordinario apenas otorgado el documento y a
presencia del magistrado (apud acta), pero podían hacerlo también después en el juicio en el que debían
alegarse el documento”.
5
práctica de registrar los negocios jurídicos -más aun en las enajenaciones de
bienes inmuebles- ante un funcionario facultado, y entre otros, con el objetivo de
publicitar el acto con efecto erga omnes. Lo anterior lo podemos sintetizar en otro
de los cambios que generó la constitución de Teodosio, Arcadio y Honorio, el que
consistió en la transformación de la tipificación de los bienes en cuanto al régimen
adquisitivo de la posesión y el dominio sobre la cosa corporal en bienes muebles e
inmuebles; reemplazando la clasificación propia de la época clásica entre cosas
mancipi o nec mancipi:
“Sed rebús mobilibus… traditio sola sufficiet; Quod si praedia rústica vel
urbana… scriptura, traditio, corporalis, gesta testentur”
(Si la cosa es mueble… basta la tradición; si se trata de un predio rústico o
urbano… escritura, tradición real y acta testimonio).7
7
Topasio Ferretti, Aldo. “La Posesión Inscrita en el Derecho Romano”. Págs. 33-34, EDEVAL, año 1978.
Ésta sustitución… “surge bajo el influjo de las tendencias orientales, favorecedoras de un sistema de formas
públicas y solemnes para la enajenación de inmuebles”.
6
todos y que su pérdida material no involucrará la pérdida de su derecho, por
encontrarse éste registrado y a través de éste, en conocimiento público. 8
Ahora que se ha visto los factores que generaron esta transformación en relación
a la solicitud de requisitos para la materialización determinados actos jurídicos,
debemos preguntarnos ¿Qué valor se le da a la inscripción? ¿Qué lugar ocupa la
inscripción dentro de los requisitos de la posesión, es decir, ánimus y/o córpore?
Para Aldo Topasio, la inscripción en el registro público, le otorga mayor
valor al ánimus, por cuanto tal como se entendía en la época clásica que la
pérdida del corpore no implicaba la pérdida de la posesión, en la post. Clásica el
ánimus se ve revestido y fortalecido por medio del cumplimiento del otorgamiento
del acta pública. De esta forma un elemento que podía parecer lo más abstracto e
intangible, se vuelve tangible y concreto al fundar tal ánimo, en un hecho material
consistente en el registro de la posesión en un acta de conocimiento público; por
lo que perfectamente se puede concluir que de cierta forma, este ánimus no solo
existe por parte de quien ha perdido el corpus de la cosa pero no su posesión,
sino que también existe un cierto ánimus (como espíritu, intención verdadera
interna) por parte de la universalidad de personas que tiene conocimiento de que
existe tal derecho de posesión ejercido sobre la cosa en cuestión y que no puede
ser privado, entendido como un verdadero derecho absoluto respecto a los demás.
A modo de conclusión y resumen; podemos identificar algunas diferencias
entre la tradición instrumental (registro) y la transmisión posesoria corporal –por
decirlo de alguna manera- consistentes en: 1) la primacía del ánimus en la
transmisión de la posesión, confiriendo un sello de abstracción, como
recientemente se explicó; 2) el perfil público (a través del registro en una
instrumenta pública) de la transmisión posesoria; y 3) la certeza y seguridad de
conocimiento que el acta pública ofrece, otorgando efecto erga omnes, es decir,
causando efectos aún hacia personas y sujetos que no hayan intervenido en el
contrato traslaticio.
8
La constante penetración del documento, que se ofrece en el siglo IV, genera la posibilidad de su
instrumentalización para hacer constar la posesión, permitiendo retenerla no corporalmente, sino de modo
parecido a como se retiene un derecho (cosa incorporal) en virtud del otorgamiento de instrumento público
(acta testimonio de la constitución de Teodosio, Arcadio y Honorio.
7
Esto no solo nos refleja las diferencias y efectos que generó la posesión inscrita
en el derecho romano a través de las disposiciones de la constitución de
Teodosio, Arcadio y Honorio (instaurando la figura heleno-oriental de la
instrumenta jurídica), sino que también innovó radicalmente en la época de
Justiniano sobre el relieve y trascendencia de la inscripción.
En este último caso, se debía entender la relación de protección y
robustecimiento que le otorgaba la inscripción al ánimus. Es así como previo a la
época de Justiniano se podía observar al ánimus solo como requisito para la
conservación de la posesión, pero una vez entrado su reinado; el ánimus adquiere
no solo relevancia para la conservación, sino que también para la adquisición de la
posesión en los actos de transmisibilidad inmobiliaria, transformando así
radicalmente la concepción clásica y en parte postclásica de la necesaria
presencia del elemento corporal, material, en el acto enajenativo. De esta manera
el cambio convencional ofrece como resultante la prescindencia de la cosa (en la
tradición y adquisición del bien inmueble) a costa de la “revelación jurídica de la
voluntad”, pero en presencia no ya de la cosa, sino del órgano administrativo
inherente en la burocracia imperial, investido de la facultad de recibir y registrar
oficialmente tal declaración, y del poder de hacer operar el desposeimiento por la
sola vía instrumental. 9
La teoría de la posesión inscrita, más que ser una teoría concreta material
de la que se hable y se analice detenidamente en los textos jurídicos; se conforma
(para los estudiosos del derecho) de un conjunto de principios y textos
9
Ibíd. Pág. 93-96.
8
diseminados a través del código, los que se encuentran referidos a la adquisición,
conservación y pérdida de la posesión de los inmuebles. 10
Como Posesión podemos entender la que nos define nuestro código civil
en su artículo 700 Inc.1°: “La tenencia de una cosa determinada con ánimo de
señor o dueño, sea que el dueño o el que se da por tal tenga la cosa por sí mismo,
o por otra persona que la tenga en su lugar y a nombre de él”; mientras que por
otro lado, la Mera Tenencia lo define como: “la que se ejerce sobre una cosa, no
como dueño, sino en lugar o a nombre del dueño” (art. 714 C.C); concluyendo que
el mero tenedor solo tiene el elemento de la posesión llamado corpus, pero no el
animus, es decir, la intención de comportarse como señor o dueño de la cosa –
elemento que es el que hace poseedor a la persona, y por ende, el elemento
diferenciador de estas dos concepciones-, junto con la posibilidad de deducir el
hecho de que en la posesión, la persona posee a nombre propio, mientras que en
la tenencia es a nombre ajeno, evitando de esta forma poder adquirir el dominio
bajo la prescripción; ya que es requisito poseer, para prescribir.11
10
Peñailillo Arévalo, Daniel. “Los Bienes: La Propiedad y otros Derechos Reales”. 4ª Ed., pág. 169, Editorial
Jurídica de Chile, año 2009. Algunos de los preceptos fundamentales de este conjunto de principios lo
componen los artículos 686, 696, 702, 724, 728, 730, 924, 925, 2505 y 2510 del C.C.
11
Alessandri R, Arturo. Somarriva U, Manuel. Vodanovich H, Antonio. “Tratado de los Derechos Reales”,
Tomo I, 5ª ed., pág. 394, Editorial Jurídica de Chile, año 1993.
9
Entre los efectos y ventajas que produce la posesión nos encontramos con:
a) la posesión habilita a la persona a adquirir el dominio de la cosa por
prescripción adquisitiva luego de un tiempo; b) otorga la presunción legal de
dominio; c) se encuentra protegida por medio de las acciones posesorias y
reivindicatorias (acción publiciana), en ciertos casos; d) la posesión permite
adquirir los frutos de la cosa poseída, apoyados en los diversos artículos del
código civil.12
10
materializándolo en un registro con el objetivo de mantener la posesión aun a
pérdida de la cosa material. Tal como un poseedor puede recurrir al registro para
fundar el animus de señor y dueño que tiene sobre la cosa, el supuesto poseedor
que no haya registrado su posesión incumpliendo uno de los requisitos esenciales
de la tradición, no perfecciona su dominio, ni funda su animus de señor y dueño,
quedando únicamente como mero tenedor.
4) El artículo 724; establece que toda cosa que cuya tradición se deba
hacer por medio de la inscripción en el registro del conservador de
bienes raíces, no se podrá adquirir de otra forma que no sea ésta.
11
señala, ratificando la garantía que otorga la posesión inscrita, que
mientras subsista la inscripción, el que adquiera la cosa no tendrá su
posesión, ni colocará fin a la posesión ya inscrita.
14
No siendo admisible ninguna prueba de posesión que busque impugnarla
14
Ibíd. Pág. 409-410.
15
Ibíd. Pág. 410.
12
señala: “Si la cosa es de aquellas cuya tradición deba hacerse por
inscripción en el registro del conservador, nadie podrá adquirir la
posesión de ella sino por este miedo”. Como se puede deducir del
reciente artículo, toda cosa que se adquiera por medio de la tradición
requerirá de la inscripción en el registro para su perfección. En este
aspecto y realizando un ejercicio de abstracción del artículo concluimos
que al ser la tradición un modo de adquirir que trae consigo
implícitamente un título traslaticio de dominio, si la cosa que se busca
adquirir no requiere de un título traslaticio de dominio, no requerirá
tampoco de la inscripción en el registro.
Es así que en caso que se invoque a la sucesión por causa de muerte como
título de posesión; este no requeriría de la inscripción, ya que a posesión de la
herencia se adquiere por el solo ministerio de la ley, sin exigir mayores
formalidades.
13
estaría ante una posesión irregular, ya que se adquiría de mala fe sabiendo que
el inmueble tiene por dueño al Estado en caso de ausencia de una persona. 16
14
poseedor inscrito no pierde la posesión mientras permanezca la
inscripción, debiendo realizar una nueva inscripción que transfiera los
derechos para poner fin a la posesión inscrita18. Por lo tanto; no se
adquiere un bien inmueble ya inscrito invocando un título traslaticio de
dominio, en caso que no se haya cesado la inscripción en las maneras
ya señaladas.
18
Artículos 728, 729, 730 inc.2° y 2505 del C.C. de lo que se concluye que la única forma de cesar la
inscripción de la posesión, es a través de la voluntad de partes, por decreto judicial o por una nueva
inscripción que transfiera los derechos.
15
4. El última argumento esgrimido por los autores de esta posición
mayoritaria que establece que tanto la adquisición de la posesión regular
como la de la posesión irregular requiere de la inscripción en el Registro;
se refiere a que sería inentendible que una vez incluidos todos los
bienes inmuebles dentro del régimen de inscripción en el Registro
Conservatorio (que como se dijo en la introducción, era el destino que
profesaba y deseaba Bello, a pesar de no haberlo expresado como
obligación), éstos se esparzan entre la posibilidad o no de adquirir la
posesión con o sin inscripción. Concluyendo finalmente que la posesión,
sea regular o irregular, de un bien inmueble inscrito, no se puede
adquirir cuando se invoque un título traslaticio de dominio sin la debida
inscripción del bien raíz.
19
Sentencia de 20 de junio de 1930 (“Sucesión de Guillermo Lyon con Contreras”), Revista de Derecho y
Jurisprudencia, tomo XXVIII, sec. 1ª, pág. 73.
16
En constantes fallos, la Corte Suprema ha manifestado que la inscripción
otorga el goce de la posesión a favor de la persona a cuyo nombre se encuentra
inscrita la propiedad, con exclusión de toda otra persona; para que termine tal
posesión es necesario que se cancele la inscripción a su favor, y mientras esto no
suceda el que se apodera materialmente del predio no adquiere su posesión ni
pone fin a la posesión existente.20
Es decir; si bien se podría pensar que en virtud del artículo 2502 n°2 del
C.C que señala como interrupción natural de la posesión del poseedor: “Cuando
se ha perdido la posesión por haber entrado en ella otra persona”, pudiera abrirse
una puerta para que entre la tesis de la posesión irregular como forma de
interrumpir la conservación de la cosa; el artículo 728 armonizado con el artículo
2505, nos permiten entender que en primer lugar; la persona que inscriba la
posesión en el Registro no la perderá y por ende, no adquirirá la posesión el
tercero, mientras siga inscrita aquella posesión; y en segundo lugar, que el lapso
de tiempo que esta tercera persona tenga de la cosa inscrita, no permitirá adquirir
bienes raíces u otros derechos reales que pudieran constituirse por medio de la
prescripción (sea ordinaria o extraordinaria); sino en virtud de otro título inscrito,
empezando a correr desde la segunda inscripción.21
20
Repertorio de Legislación y Jurisprudencia Chilenas, Código Civil, tomo II, n°4 de la jurisprudencia del
artículo 728.
21
Enríquez Rioseco, Emilio. “La Posesión Inscrita ante la Jurisprudencia” de. 3ª ed., pág. 191, Editorial
Jurídica de Chile, año 2003.
Ratificado por la jurisprudencia (Casación, 25 noviembre de 1986. Rev., T. 83, sec. 1ª , pág. 157)
17
Por ende; la regla del art. 2505 n°1 del C.C que señala que la prescripción
extraordinaria no se requiere título alguno, recibe aplicación tratándose solo de
inmuebles no inscritos; y en aquellos casos en que, calificando el tribunal la
inscripción del anterior poseedor inscrito, concluye que no es apta jurídicamente
para atribuir posesión.22
Conforme a los preceptos interpretados del código civil (724, 728 y 730), estando el inmueble
incorporado al Registro Conservatorio, nadie puede adquirir su posesión sino mediante una nueva inscripción;
y sin posesión, no opera ninguna clase de prescripción.
22
Sentencias de Casación, 9 de Enero de 1933. Rev., T. 30, sec.1ª, pág. 206 y Corte de Santiago, 4 de julio
de 1963. Rev., T. 60, sec. 1ª, pág. 403.
23
Si bien la regla general en este sentido es que la cancelación sea de forma “material”, la sentencia
pronunciada por la Corte Suprema en el juicio Osorio con Yanetti, contenido en la “Revista de Derecho y
Jurisprudencia”, tomo XXVIII, sec. 1ª, pág. 252; establece la posibilidad de que también se pueda dar de
18
b) Cancelación por decreto judicial. La cancelación por decreto judicial se
produce cuando se ha seguido un juicio y tras su finalización, se termina
sentenciando un reconocimiento a la mantención de la posesión, o una
orden a que se dé, o a que se devuelva la posesión, en caso de que se
haya mantenido ilegalmente. Al igual que en el caso anterior, la
cancelación se debe realizar de forma material, por medio de la
subscripción realizada por el conservador a consecuencia de la
exhibición de la copia del fallo.
forma “virtual” (fundado en la renuncia tácita por parte del poseedor, al tolerar la posesión del tercero como
si fuera dueño durante 30 años).
19
Con respecto a esta forma de cancelación, se entiende que la mera
inscripción cancela la anterior, exhibiendo el título correspondiente, pero… ¿Qué
ocurre si el título es injusto? ¿Es válida la inscripción realizada en virtud de un
injusto título?
20
Es por esto, que se hace inviable lo dispuesto superficialmente en el art. 2510 n°1.
Superficial por cuanto no solo basta existir la posibilidad de adquirir por
prescripción extraordinaria, sino que también debe cumplir con las condiciones
legales, mismas condiciones legales que nos manifiestan que no se podrá adquirir
por prescripción ni se hará perder la posesión a quien en su favor este inscrito el
bien, a menos que se realice la cancelación (728 inc.2°). Cancelación que en caso
de realizarse por medio de una nueva inscripción, se haría conforme a la
exhibición del respectivo título que valide la inscripción.
26
Alessandri R, Arturo. Somarriva U, Manuel. Vodanovich H, Antonio. “Tratado de los Derechos Reales”,
Tomo I, 5ª ed., pág. 421, Editorial Jurídica de Chile, año 1993.
21
pensar en ambos sentidos; pero tal suposición se anula con el inciso 2°, ya que sin
perjuicio de la generalidad, establece el criterio de especialidad, señalando que no
se podrá adquirir la posesión, ni se perderá la de quien en su favor esté inscrita,
aun a pesar de que haya sido enajenada por el usurpador. Finalmente vemos que
ambos incisos dicen prácticamente lo mismo, diferenciándose de los efectos,
efecto que en el inciso 2° no produce interrupción a la posesión y que es
justamente la que hace mención a la posesión inscrita.
Sin perjuicio de lo anterior, el mismísimo art. 730 inc.2° del código, permite
abrirle una puerta para que se pueda adquirir la posesión no habiendo cumplido
con las condiciones legales pre-establecidas. Esta posibilidad viene dada por la
última frase expresada por el inciso: “la competente inscripción”. Frase que para el
legislador, puede tener una doble interpretación: 1) referido a la inscripción que
emana del verdadero poseedor; y 2) la realizada con las solemnidades legales por
el funcionario competente en el conservador del departamento de la ubicación del
inmueble que se transfiere.
22
en el mismo art. 925 (corte de maderas, construcción de edificios, plantaciones o
sementeras…). Todo esto sin perjuicio de las presunciones que se han generado
para facilitar la prueba de la posesión y reguladas íntegramente en el artículo 719
del C.C; las que consisten en:
23
atribuye un carácter garantista, ya que viene a solemnizar la posesión,
dejando un vacío en caso de su escasez. Esta posición otorga los
beneficios de la prueba y garantía de la posesión a los que tengan la
posesión material del inmueble.
CONSIDERACIONES FINALES
24
requerirá la inscripción; y 2) quienes han cuestionado la necesidad de inscripción
para adquirir la posesión irregular del bien inmueble, fundado en:
a) Se señala que el art. 724 que preceptúa que nadie podrá adquirir la
posesión de los inmuebles en caso que se invoque título traslaticio de
dominio, sino por la inscripción; haría referencia solo a los bienes raíces
que hayan entrado al régimen de la propiedad inscrita. De esta forma,
los art. 728 inc.2° y 729 indicarían la garantía que otorga la inscripción
de los bienes inmuebles para el poseedor inscrito, pero no para aquellos
poseedores de bienes inmuebles no inscritos.
25
pérdida del corpus y/o principalmente el animus, para dejar de poseer; respecto a
los bienes inmuebles inscritos, nos encontramos con una situación en la que el
acto de inscripción no solo es una mera solemnidad, sino que hace de garantía y
amparo ante la pérdida de cualquiera de estos elementos ya mencionados (art.
728 C.C).
26
Bibliografía
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