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Los huesos de la pierna forman una cavidad circular alrededor de la parte superior del
hueso del tobillo. Esto permite el movimiento del pie hacia arriba y hacia abajo.
Justamente debajo de la articulación del tobillo está otra articulación (subtalar), donde
el hueso del tobillo se conecta al hueso del talón (calcáneo). Esta articulación permite
que el pie se mueva de un lado al otro. Tres grupos de tejidos fibrosos conectan los
huesos y dan estabilidad a ambas articulaciones. Las protuberancias óseas que usted
puede sentir a los lados de los tobillos son los extremos inferiores de los huesos de la
pierna. La protuberancia en el lado exterior del tobillo (maléolo lateral) es parte de la
fíbula; la protuberancia más pequeña en el lado interior del tobillo (maléolo medio) es
parte de la tibia.
Cualquiera de estos tres huesos que forman la articulación del tobillo puede quebrarse
como resultado de una caída, un accidente automovilístico o cualquier otro
traumatismo en el tobillo.
Como una distensión muscular aguda puede a veces ocultar los síntomas de un tobillo
fracturado, cada lesión de tobillo debe ser examinada por un médico. Los síntomas de
un tobillo fracturado incluyen:
Una fractura de tobillo también puede involucrar daños en los ligamentos. Su médico
ordenará radiografías para encontrar el lugar exacto de la fractura. A veces, una
tomografía computarizada (CT) o un examen de hueso también será necesario.
Tratamiento y rehabilitación
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El talus es un hueso pequeño que se apoya entre el hueso del talón (calcáneo) y los
dos huesos de la parte inferior de la pierna (tibia y fíbula). Tiene una forma curva
extraña, similar a la de una tortuga. Los huesos de la parte inferior de la pierna
"andan" sobre la parte superior y alrededor de los lados para formar la articulación
del tobillo. Donde el talus se encuentra con los huesos del pie, forma la articulación
subtalar, la cual es importante para caminar sobre suelo desnivelado. El talus es un
conector importante entre el pie y la pierna y el cuerpo, ya que ayuda a transferir peso
y fuerzas de presión a través de la articulación del tobillo.
Señales y síntomas
Dolor intenso.
Imposibilidad de soportar peso.
Inflamación y sensibilidad considerables.
Una fractura que atraviesa la piel tiene un mayor riesgo de infección. Las fracturas
del talus ocurridas por snowboarding pueden confundirse con distensiones
musculares debido a la sensibilidad del lado externo del tobillo y grandes hematomas.
Diagnóstico
Su médico revisará el funcionamiento de los nervios del pie para estar seguro de que
no sufren daños. También observará que haya un suministro de sangre adecuado hasta
los dedos y que la presión no se acumule en los músculos del pie (síndrome de
compartimiento).
Tratamiento
El tratamiento inmediato de primeros auxilios para una fractura del talus consiste en
aplicar un entablillado bien acolchado alrededor de la parte posterior del pie y de la
pierna desde el dedo hasta la parte superior de la pantorrilla. Eleve el pie sobre el
nivel del corazón y aplique hielo durante 20 minutos cada hora o dos hasta que pueda
ver a un médico. No se apoye sobre el pie.
En casos raros, una fractura de talus puede tratarse sin cirugía si las radiografías
muestran que los huesos no han sido desplazados de su alineación. Tendrá que usar
un yeso de 6 a 8 semanas como mínimo y no podrá apoyarse sobre el pie durante ese
período. Luego, su médico le prescribirá algunos ejercicios para ayudar a restablecer
la variedad de movimientos y la fuerza del pie y el tobillo. La mayoría de las fracturas
de talus requieren cirugía para minimizar complicaciones posteriores. El cirujano
ortopédico alineará los huesos y usará tornillos de metal para mantener las partes en
su lugar. Si hay pequeños fragmentos de hueso, puede extraerlos y usar microinjertos
de hueso para restablecer la integridad estructural de la articulación.
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No es fácil fracturarse el hueso del talón (calcáneo). Como es necesaria mucha fuerza,
como un accidente automovilístico o una caída de grandes alturas, también puede
estar acompañada de otras lesiones, especialmente de la espalda.
Señales y síntomas
Dolor.
Imposibilidad de soportar peso.
El dolor puede estar centrado en el lado externo del tobillo, justamente debajo del
hueso de la parte inferior de la pierna (fíbula). O puede concentrarse en la piel del
talón, particularmente cuando trate de apoyarse sobre ese pie. El pie puede inflamarse
y ponerse rígido. Consulte con su médico de inmediato, porque si el hueso suelda
incorrectamente, tendrá problemas graves después.
Los nervios que dan sensación y movimiento al pie pasan cerca del hueso del talón.
Su médico revisará el funcionamiento de los nervios para estar seguro de que no haya
daños. También revisará que haya un suministro de sangre adecuado a los dedos y
que la presión no se acumule en los músculos del pie (síndrome de compartimiento).
No podrá apoyarse sobre el pie hasta que el hueso suelde por completo, lo que tomará
de 6 a 8 semanas y quizás más.
Tratamiento quirúrgico
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¿Alguna vez le cayó una caja pesada sobre el empeine de un pie? ¿O se tropezó
accidentalmente en un pequeño agujero, se cayó y se torció un pie? Estos dos
accidentes comunes puede producir la luxación y fractura de Lisfranc del mediopié.
Esta fractura lleva el nombre del médico francés que inicialmente describió la lesión.
Señales y síntomas
Diagnóstico
Tratamiento
Es importante que siga las indicaciones del médico y evite actividades hasta que se lo
permitan. Si regresa a sus actividades demasiado pronto, pudiera sufrir fácilmente
otra lesión, con peligro de daños a los vasos sanguíneos, manifestación de artritis e
incluso un tiempo más prolongado de curación.
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Las fracturas por estrés son un tipo de lesiones producidas por abusos. Estas pequeñas
grietas en los huesos se desarrollan cuando los músculos se fatigan y ya no pueden
absorber los impactos repetidos del funcionamiento. Cuando esto sucede, los
músculos transfieren el estrés a los huesos, lo que crea una grieta pequeña o fractura.
Las fracturas por estrés también pueden producirse con actividades normales si la
osteoporosis o cualquier otra enfermedad debilita los huesos y los hace vulnerables. A
menudo estas fracturas se denominan "fracturas por insuficiencia" debido a que no
hay suficiente tejido óseo para soportar el estrés normal de las actividades diarias.
La mayoría de las fracturas por estrés se producen en los huesos del pie que soportan
peso y la parte inferior de la pierna. El área más comúnmente afectada es el segundo
o tercero de los huesos largos (metatarsianos) situados entre los dedos y el mediopié.
Las fracturas por estrés también pueden producirse en el talón, el hueso externo de la
parte inferior de la pierna (fíbula) y el navicular, un hueso situado en la parte superior
del mediopié.
Hacer demasiado muy pronto es una causa común de las fracturas por estrés. Los
corredores confinados a espacios interiores durante la mayor parte del invierno que
reanudan sus actividades donde las dejaron al fin de la temporada anterior. En vez de
comenzar lentamente, tratan de igualar su marca anterior. El resultado puede ser
fracturas por estrés en el pie y el tobillo.
Equipo deportivo incorrecto, como calzado muy gastado o rígido, también puede
contribuir a fracturas por estrés. Un cambio de superficie, como de una cancha de
tenis sobre césped a una de arcilla o de una pista de carreras interior a otra al aire
libre, puede aumentar el riesgo de fracturas por estrés. Errores en entrenamiento o
técnicas son otra causa de fracturas por estrés. Algunas afecciones, como pies planos
o juanetes, pueden cambiar los mecanismos del pie y aumentan la probabilidad de
que ocurran fracturas por estrés.
Las fracturas por estrés por insuficiencia se producen cuando el hueso es débil.
Afecciones como la osteoporosis reducen la densidad y calidad de la materia ósea,
por lo tanto aumenta el riesgo de fractura. Las atletas que experimentan
menstruaciones ausentes o irregulares también pueden tener una densidad de hueso
disminuida y más riesgo de fracturas por estrés.
Señales y síntomas
Si sospecha que tiene una fractura por estrés en el pie o el tobillo, interrumpa la
actividad y descanse el pie. No dar importancia al dolor puede tener graves
consecuencias y el hueso puede quebrarse por completo. Aplique una bolsa de hielo y
eleve el pie sobre el nivel de su corazón. Evite apoyarse sobre el pie hasta que vea un
médico.
Las fracturas por estrés son difíciles de ver en las radiografías hasta que empiezan a
curarse en realidad. Su ortopédico puede recomendarle un escaneado de hueso, que es
más sensible que una radiografía y puede detectar tempranamente las fracturas por
estrés.
Las fracturas por estrés producidas en el quinto metatarsiano (en el lado externo del
pie) o en los huesos talus o navicular tardan más tiempo en curarse, quizás de 6 a 8
semanas. El ortopédico puede aplicar un yeso en el pie o recomendarle que use
muletas hasta que el hueso suelde. En algunos casos, pudiera necesitar una cirugía
para que el ortopédico pueda insertar un tornillo en el hueso para asegurar la curación
apropiada.
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Casi un cuarto de todos los huesos del cuerpo se encuentran en los pies, lo que le da
soporte y movimiento. Un hueso fracturado en el antepié (metatarsianos) o en uno de
los dedos (falanges) es a menudo doloroso, pero pocas veces deja incapacitada a una
persona. Generalmente, estas lesiones se curan sin tratamiento quirúrgico.
Tipos de fracturas
Las fracturas por estrés a menudo ocurren en los huesos del antepié que se extienden
desde los dedos hasta el área media del pie. Las fracturas por estrés son como
pequeñas grietas en la superficie del hueso. Pueden ocurrir con el aumento repentino
de entrenamientos (como correr o caminar distancias más largas o por más tiempo),
técnicas incorrectas de entrenamiento o cambios en las superficies de entrenamiento.
La mayoría de los otros tipos de fracturas se extienden a través del hueso. Pueden ser
estables (sin desplazamiento en la alineación del hueso) o desplazadas (los extremos
del hueso o están más alineados). Estas fracturas generalmente son resultado de
traumas, como la caída de un objeto pesado sobre el pie o una torcedura. Si el hueso
fracturado no atraviesa la piel, se denomina fractura cerrada.
Diversos tipos de fracturas se producen en el hueso del antepié del lado del dedo
pequeño (quinto metatarsiano). Las bailarinas de ballet pueden fracturarse este hueso
en un tropezón o una caída cuando están en puntas de pie. Una torcedura de tobillo
puede causar un desgarramiento en el tendón que se une a este hueso y astillar un
pequeño fragmento del hueso. Una lesión más grave en la misma área es la fractura
de Jones, que se produce cerca de la base del hueso e interrumpe el flujo de la sangre
hacia el hueso. Esta lesión puede tardar más tiempo en curarse o requerir cirugía.
Señales y síntomas
Las señales más comunes de una fractura en el pie son el dolor, la inflamación y a
veces los hematomas. Si se ha fracturado un dedo, es posible que pueda caminar pero
esto generalmente agrava el dolor. Si el dolor, la inflamación y la decoloración
continúan por más de 2 ó 3 días o si el dolor interfiere al caminar, algo anda mal;
consulte a su médico lo antes posible. Si demora el tratamiento, podría experimentar
un dolor persistente en el pie y artritis. También puede ocurrir un cambio en el modo
de caminar, lo que pudiera provocar la formación de callos dolorosos en la parte
posterior del pie u otras lesiones.
Diagnóstico
Tratamiento
Consulte a un médico lo más pronto posible si cree que se ha fracturado un hueso del
pie o de un dedo. Hasta entonces no se apoye sobre esa pierna y coloque una bolsa de
hielo para reducir la inflamación. Use una bolsa de hielo o envuelva el hielo en una
toalla para que no entre en contacto directo con la piel. Aplique el hielo por 20
minutos como máximo por vez. Tome analgésicos como aspirinas o ibuprofeno para
aliviar el dolor. Use un calzado más ancho con suela rígida.
Si usted sufre una fractura de un hueso del antepié, es posible que tenga que usar un
yeso en la pierna, un aparto ortopédico o un calzado rígido con la base plana para
caminar. El hueso pudiera tardar de 6 a 8 semanas en sanar, según el lugar y la
extensión de la lesión. Después de una semana o más, el médico puede ordenar otras
radiografías para estar seguro de que los huesos están alineados correctamente. A
medida que los síntomas desaparecen, puede comenzar a apoyarse sobre la pierna.
Deténgase si regresa el dolor.
Raramente es necesaria la cirugía para tratar fracturas en los dedos del antiepié. Sin
embargo, cuando en los casos necesarios el grado de éxito es muy alto.
Mª José León Díaz (MIR MFYC), Iñigo Orradre Burusco (MIR Traumatología HVC)
Lesión de los tejidos conectivos estabilizadores del tobillo (cápsula, ligamentos), por un
movimiento forzado de torsión más allá de los límites normales articulares. Engloba desde
una
mínima distensión hasta la rotura completa de estos tejidos. Su incidencia es de 1:10000
hab/día, representa del 15-20% de las lesiones deportivas y afecta sobretodo al adulto joven.
Clasificable según el daño ligamentoso en:
Grado I o leve. Distensión del ligamento afecto que provoca dolor e inflamación ligeros
con mínima impotencia funcional.
Grado II o moderado. Existe desgarro parcial del ligamento originando hematoma (no
evidenciable externamente en un inicio), edema, dolor y dificultad para caminar.
Grado III o grave. Rotura completa del ligamento con inestabilidad articular y que
produce dolor intenso, edema e incapacidad para apoyar el pie. Se precisan 8
semanas o más para que los ligamentos cicatricen.
Anatomía
La estabilidad del tobillo viene dada por la congruencia de las superficies articulares y la
tensión mantenida por la cápsula y en mayor medida por los ligamentos:
• Lig. lateral externo, formado por 3 haces:
Haz peroneo-astragalino anterior (LPAA): se tensa en flexión plantar, bloquea
sub-luxación anterior del astrágalo y diástasis tibioastragalina.
Haz peroneo-calcáneo (LPC): se tensa en inversión, bloquea laxitud subtalar.
Haz peroneo-astragalino posterior (LPAP): se tensa en flexión dorsal.
• Lig. deltoideo o ligamento lateral interno, formado por 2 haces:
Haz superficial: fino, se lesiona con mayor frecuencia.
Haz profundo: grueso, recorrido intraarticular.
• Sindesmosis, mantiene la unión tibioperonea por encima del nivel articular.
Mecanismos fisiopatológico:
A. Por inversión: el mecanismo de lesión más frecuente es la torsión del tobillo en
inversión y flexión plantar. El ligamento que con mayor frecuencia se desgarra es el
lateral externo y sobre todo su haz peroneoastragalino anterior. Pueden asociar
lesiones capsulares, de la vaina de los tendones peroneos o fracturas por desinserción.
B. Por eversión: El esguince interno es más raro, debido a que es un movimiento limitado
por el tope del maléolo externo y por la gran consistencia del ligamento deltoideo. Se
debe descartar en este caso lesiones asociadas como fractura del peroné distal
(maléolo) o proximal (cuello o “maissonneuve”) e incluso del astrágalo (cúpula y
apófisis lateral).
Factores de riesgo:
Intrínsecos: sobrepeso, edad, sexo femenino, morfología del pie (pié varo, tendón de
Aquiles corto, antepié cavo), alteraciones propioceptivas, desequilibrio balance
muscular o historia previa de esguinces.
Extrínsecos: tipo de práctica deportiva, calzado…
Clínica y diagnóstico:
a) Anamnesis: es importante interrogar sobre el mecanismo lesional y circunstancias del
accidente. Conviene indagar acerca de los signos funcionales que siguen al traumatismo:
edema, tumefacción y hematoma.
Traumatología y Neurocirugía
Libro electrónico de Temas de Urgencia
La tumefacción pre y submaleolar en “huevo de paloma” a los pocos minutos, un
crujido audible y las sensaciones de desgarro, dislocación o derrame caliente intraarticular
sugieren esguince grave.
b) Exploración física: Transcurridas unas horas del traumatismo, la exploración pierde
utilidad, ya que el edema y hematoma se difumina. Se debe hacer una inspección y
palpación
sistemática de relieves óseos (escafoides, maléolos, base del 5º metatarsiano, articulación
calcaneocuboidea), ligamentos y de la sindesmosis. Seguidamente evaluaremos la
estabilidad
del tobillo mediante pruebas dinámicas:
Cajón anterior: Con la rodilla flexionada 90º y con el pie en posición neutra, se
tracciona calcáneo hacia delante, manteniendo la tibia fija con la otra mano. Es
positiva cuando la traslación es superior a 10 mm. Sugiere lesión de la cápsula
anterior y del LPAA.
Estrés en varo-valgo: Para valorar la lesión del LPAA y LPC se invierte el talón,
sujetando la planta del pié y fijando el 1/3 distal de la tibia. Observaremos la existencia
o no de resistencia y la posible aparición de surco bajo el talo. Es indicativa por
encima de los 10° de varo. Del mismo modo, excepto que se evierte el talón,
exploraremos el ligamento deltoideo.
Exploración de la sindesmosis:
Clunk test: Con rodilla en flexión de 90º, con la tibia fija, se rota el retropié en
sentido medial y lateral, sin inversión ni eversión. La aparición dolor sugiere lesión
de la sindesmosis.
Prueba de compresión o Squeeze test: Comprimiendo el peroné contra la tibia
en el 1/3 medio-proximal de la pierna.
Exploraciones complementarias:
• Radiografía simple AP y L: En caso de sospecha o riesgo de fractura según las
Reglas de Ottawa (Su sensibilidad disminuye si han pasado más de 10 días tras la
lesión, en embarazadas, menores de 18 años o si existen lesiones cutáneas).
- Paciente mayor de 55 años.
- Imposibilidad de apoyar el pie y dar cuatro pasos.
- Dolor en escafoides o base del quinto metacarpiano.
- Dolor al palpar el borde posterior o extremo de los maléolos.
• Rx de estrés comparativas: AP con inversión forzada del retro-pié.
• RMN: En esguinces sintomáticos tras tratamiento conservador, cuadros crónicos,
bloqueos articulares, esguinces de la sindesmosis o cuando se contemple la cirugía.
• TAC para valorar plano óseo y ecografía para partes blandas.
Tratamiento:
Inicialmente inmovilización blanda (vendaje) o rígida (férula) según los síntomas, reposo con
extremidad elevada, crioterapia intermitente, y antiinflamatorios.
• Grado I. Vendaje elástico compresivo durante 2 ó 3 semanas, con apoyo permitido a
partir del segundo día. Posteriormente rehabilitación funcional.
• Grado II: Vendaje compresivo y reposo durante los primeros 5-6 días. Si existe gran
inflamación inmovilizar con férula posterior desde el inicio. Posteriormente vendaje
elástico en eversión y rehabilitación funcional sin carga iniciando apoyo progresivo y
carga parcial a los 10-12 días. Este tratamiento varía en función de la clínica y
sintomatología del enfermo debiendo adaptarse tanto el período en descarga como el
vendaje o la inmovilización rígida con férula a la evolución de cada paciente. Aún con
todo el porcentaje de molestias residuales e inestabilidad no es despreciable.
• Grado III: Puede ser ortopédico (inmovilización rígida y rehabilitación) o quirúrgico.
Deben ser evaluados por un traumatólogo.
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Complicaciones
Inestabilidad crónica del tobillo, conflicto hístico anterolateral (impingement syndrome), lesión
ósea, fractura osteocondral (polea astragalina), luxación o fisuración de los tendones
peroneos,
síndrome del seno del tarso.
BIBLIOGRAFIA
1. Bonnomet F, Clavert P, Kempf J.F. Esguinces de tobillo. Enciclopedia médicoquirúrgica.
14-792
2. Punenburg ACM, Van Duk CN, Bossuyt PMM, Marti RK. Treatment of ruptures of the
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3. Ríos-Luna A, Villanueva M. Tratamiento conservador de las lesiones ligamentosas
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4. Kaikkonen A, Kannus P, Jarvinen M. Surgery versus functional treatment in ankle
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Esguinces de tobillo